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Miguel Calisaya
Qué duda cabe que la educación es uno de los mecanismos para salir del círculo pernicioso de
la pobreza. Pero no se trata de una educación cualquiera, sino de calidad y culturalmente
pertinente. Los pueblos indígenas del campo y la ciudad, merecen una educación en su propio
idioma y poniendo en valor la cultura propia, sin discriminación
Pero los pueblos indígenas de las zonas más alejadas de los centros urbanos requieren una
atención geográficamente pertinente. No es mismo vivir en zonas urbanas, zonas rurales o en
comunidades dispersas.
Como otros docentes de centros poblados recónditos, Augusto tiene innumerables anécdotas
en las que ha estado en juego su vida. Yuri Aldo Cavero Panduro, Responsable de Gestión
Territorial de la Dirección de Servicios Educativos en el Ámbito Rural del Ministerio de
Educación menciona que el 37% los docentes de zonas rurales, tiene gran riesgo de
vulnerabilidad de accidentes.
Las bajas tasas de matrícula se dan especialmente en secundaria ya que la cobertura de nivel
inicial y primaria poco a poco llega a universalizarse aunque no exenta de otros problemas. El
problema es el acceso a la educación secundaria por las grandes distancias y la imposibilidad
de crear una institución secundaria en cada comunidad y centro poblado.
Este año la UGEL de Alto Amazonas ha destinado en el distrito de Balsapuerto, plazas docentes
a Centros de Formación Rural en Alternancia (CRFA) en 4 comunidades: Nueva Esperanza,
Pucalpillo, Antioquía y Puerto Porvenir. Como es el primer año de creación solo atienden a
primer año de secundaria, los otros grados se irán incrementando sucesivamente.
Como se ve, los estudiantes viven 15 días en la institución educativa, para ello necesitan
dormitorios, colchones, mosquiteros, útiles de aseo, etc. y sobre todo alimentación. Los
coordinadores contratados después de un concurso público y las comunidades han gestionado
los materiales necesarios pero aun así la alimentación es un punto crítico que tienen que
resolver hasta con su propio bolsillo como refiere el profesor Marcos Ramírez Macedo
Coordinador del CRFA de la comunidad de Pucalpillo
Sin el esfuerzo del Estado, comunidades, familias, directores, maestros y maestras que dejan a
sus familias para construir patria desde su vocación docente, no hubiera sido posible que
alumnos y alumnas de aproximadamente 20 comunidades que atienden estos CRFAs,
continúen con su educación secundaria. Pero como en toda empresa los retos y dificultades
están a la orden del día.
Lucy Tello Tangoa es una joven Shawi, tiene 18 años, vive en Pucalpillo y este año está
cursando el 1° de secundaria en el CRFA que se ha creado este año. Terminó el 6to grado de
primaria hace 5 años en el 2011, pero no pudo continuar la secundaria porque eso implicaba
tener que caminar todos los días durante 3 horas de ida y 3 horas de retorno hasta la
comunidad de Soledad. La discriminación de género no deja salir a las niñas de sus casas hacia
la escuela; La distancia disuade a varones y mujeres para seguir estudiando; pero el temor que
algo malo le pase en ese trayecto diario disuade aún más a las niñas como Lucy.
El profesor Marcos Ramírez Macedo nos señala que en el CRFA que él dirige en la Comunidad
Nativa de Pucalpillo acuden alumnos y alumnas de las comunidades de Bello Horizonte, Loreto,
Pampa Hermosa, San Juan y el mismo Pucalpillo. Atienden a 35 alumnos de un promedio de
15,3 años de los cuales solo 5 son niñas.
Esta es una parte de la realidad de la educación de los pueblos indígenas; realidad que tiene
otras aristas que por razones de espacio, merecen otras líneas.