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ACAY

UCAN
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

DOCENTE:
LIC. Anel Amairani Rodríguez Lanche

Alumno:
Alan Aldair Arias Santander

Grupo: 102

Acayucan, Ver., a 24 de octubre de 2020.


INTRODUCCIÓN

En este trabajo se pretende que se conozca los principales términos, los temas y los
pensadores de la filosofía . Está diseñado para darle la base común y lograr así la
comprensión y el análisis de los principales pensadores. A diferencia de los cursos más
avanzados de la filosofía, la lectura debería ser relativamente menos difícil, y así se creará
una buena base para que luego el estudiante aumente su propio conocimiento y
pensamiento de forma individual.
Así pues, esta debe de ser una pequeña introducción a la filosofía en el cual se
conozcan sus términos básicos, la filosofía a lo largo de la historia. Así como también como
influye la filosofía en la educación. En lo que respecta a los límites, bienes educar en
valores y lo fines de la educación. Haciendo mucho énfasis en estos temas.
1.1. EL OBJETO DE ESTUDIO

Desde el momento en que inicia el desarrollo del pensamiento filosófico tiene como
finalidad otorgar una explicación de la totalidad de las cosas, es decir, busca dar cuenta del
conjunto de la realidad, sin excepción de partes o momentos. En este sentido, la filosofía se
diferencia de las ciencias particulares, las cuales se limitan al estudio de una parte o sector
de la realidad o fenómenos muy concretos.
La inquietud de los primeros filósofos al plantearse las preguntas: ¿cuál es el origen
de todas las cosas? o ¿cuál es el principio constitutivo de todo cuanto existe?, manifiesta el
hecho de que la filosofía se propone como objeto de estudio la realidad y el ser en su
totalidad, mediante el descubrimiento del fundamento o primer principio que los constituye.
Al establecer como objeto de estudio la totalidad de lo real, la filosofía busca
ofrecer una investigación puramente racional que vaya más allá de los meros hechos que
constituyen los datos de la experiencia.
Por lo tanto, el objeto de estudio de la filosofía es estudiar las leyes más generales
que rigen el Universo, al Hombre y a la Humanidad en conjunto, estudia las bases de la
unidad entre el hombre y la sociedad y entre el hombre y la naturaleza.

1.1.2. LA IMPOSIBILIDAD DE DAR UNA DEFINICIÓN DE


FILOSOFÍA.
“Hay una paradoja –y no es la única– de la filosofía que consiste en que todo el
mundo creer saber lo que es la filosofía y, en cambio, los filósofos no están seguros de
poder dar una definición cabal de ella, pese a que entre sus principales afanes esta el
esclarecer el concepto de filosofía.”[ CITATION Sal69 \l 2058 ]
Desde un punto de vista histórico y cultural, el conocimiento humano puede
entenderse como un conjunto de saberes que han ido apareciendo a lo largo del tiempo. Son
saberes coexistentes, es decir, el surgimiento de unos no supone la desaparición de los
anteriores. En las etapas iniciales del conocimiento se presentan como «saberes» el mito, la
magia, la técnica, la religión y el arte. A diferencia del conocimiento humano, los animales
no usan la razón, sino que se guían por el instinto. Los instintos les permiten satisfacer
todas sus necesidades sin tener que plantearse el porqué. Sin embargo, las mujeres y los
hombres van más allá del instinto, porque razonan y necesitan comprender e interpretar el
medio en el que viven.
El carácter profundamente controversial de la filosofía se ve expresada por la
histórica dificultad que han tenido los filósofos para alcanzar una definición o concepto de
filosofía. En efecto, uno de los problemas clásicos de la filosofía surge no bien se intenta
determinar "¿qué es la filosofía?". 
Resulta significativo que ni siquiera en momentos acotados de tiempo los filósofos
han logrado acordar una respuesta a tal pregunta. Pues las innumerables propuestas
realizadas a lo largo de la historia de la disciplina en ningún caso han logrado acallar la
pregunta sobre sí misma. Antes bien, la pregunta "¿qué es la filosofía?" renace una y otra
vez, ante cada intento de respuesta definitiva.
Así pues, la polémica y la controversia generadas entre los filósofos sobre qué es la
filosofía señala algo sobre su naturaleza: su carácter cuestionador, controversial e inasible,
pues con la pregunta por su naturaleza, la filosofía hace emerger la interrogación y
problematización propias de su tarea, una y otra vez, ante cada respuesta que intenta
definirla. 
Por cierto, ni bien se comprende el carácter de la filosofía, esta imposibilidad de
definición está lejos de implicar un obstáculo y refleja una oportunidad y una invitación al
pensamiento que está a la base de toda pregunta filosófica, dado que cada intento de
responder qué es la filosofía no cierra la pregunta, sino que la enriquece y potencia. Y a su
vez, nos propone nuevas preguntas.
Las preguntas todas de la filosofía, preguntas "clásicas" como "¿por qué hay ser y
no más bien nada?", "¿qué es la verdad?", "¿qué puedo conocer?", "¿en qué clase de mundo
queremos vivir?" o preguntas más focalizadas como "¿tienen derechos los seres vivos no
humanos?", "¿piensan las computadoras?" o "¿es condenable el aborto?" tienen también ese
mismo carácter que en la pregunta por la naturaleza de la filosofía se presenta de manera
más cruda y radical.
Por eso, la filosofía siempre se preguntará "¿qué es la filosofía?", aun sabiendo, o
mejor dicho, precisamente porque sabe que esa pregunta no podrá ser respondida de una
vez y para siempre. Porque afirmará en ese intento fallido de respuesta el carácter,
polémico y problemático de la propia tarea. Y lo que es aún más significativo, abrirá el
cuestionamiento y la indagación sin fin que está en el corazón de la filosofía y constituye su
mayor riqueza.
Nos hacemos una y otra vez la misma pregunta, pero de un modo siempre diferente.
En este sentido, el carácter cuestionador, polémico y problemático de esta pregunta enseña
y señala el camino de la filosofía, un camino que está más ligado al cuestionamiento que a
la certeza, al debate que, a la aceptación, a la controversia que a la unanimidad. Un camino
que señala una invitación a pensar.
Pero entonces... nada puede decirse cuándo nos preguntamos ¿Qué es la filosofía?
Desde luego que no, porque decir que no podemos dar una definición única y
cerrada no significa que los filósofos no han respondido la pregunta, si no que, por el
contrario, han intentado hacerlo una y otra vez.

1.1.4. LA DIVISIÓN DE LA FILOSOFÍA


Las ramas más importantes de la Filosofía son:
Metafísica: Estudia al ser, las causas y principios últimos de la realidad, así como entender
qué es la existencia. Ejemplos: ¿por qué existe el ser y no la nada?, ¿qué es lo que nos hace
mantenernos en la existencia? La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía,
como lo son los fundamentos de la estructura de la realidad, el sentido y la finalidad última
de todo ser. La metafísica tiene dos temas principales: el primero es la ontología, que en
palabras de Aristóteles viene a ser la ciencia que estudia el ser en cuanto tal. El segundo es
el de la teleología, que es el estudio de los fines como causa última de la realidad. Existe,
sin embargo, un debate que sigue aún hoy sobre la definición del objeto de estudio de la
metafísica, sobre si sus enunciados tienen propiedades cognitivas. La metafísica estudia los
aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica.
Filosofía de la Naturaleza: La filosofía de la naturaleza, a veces llamada filosofía natural o
cosmología es el nombre que recibió la rama de la ciencia que hoy conocemos como física
hasta mediados del siglo XIX. Explica los elementos fundamentales de la naturaleza. Estos
"filósofos de la naturaleza" se interesaron por el problema cosmológico, es decir por el
origen del mundo, y trataron de dar respuesta a sus interrogantes partiendo de objetos
concretos de la naturaleza a los que llamaron arjé (principio). Por ejemplo, Tales de Mileto
identificó el origen del cosmos en el agua. Los filósofos presocráticos se caracterizaron por
identificar el origen de la naturaleza en otras cosas naturales, como el agua, el aire, el
fuego, etc.
Filosofía del Hombre o Antropología Filosófica: Estudia al hombre en su integridad. El
tema general u objeto material de la antropología filosófica es el fenómeno humano, es
decir, la serie de manifestaciones que atestiguan la presencia del hombre. Interesan
especialmente aquellas manifestaciones que entrañan un cierto enigma o paradoja, tales
como el fenómeno del conocimiento científico, de los juicios de valor, de la libertad, de la
comunicación interpersonal y de la religión. La antropología filosófica marca un punto de
inflexión en la filosofía por medio de la crítica del idealismo y del dualismo cartesiano, con
una concepción del hombre como una unidad física y psíquica.
Epistemología: es la rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento. La
epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las
circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del
conocimiento, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida, así como la definición
clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad,
realidad o justificación. La teoría del conocimiento es la disciplina filosófica que se ocupa
del conocimiento entendido como una relación entre sujeto y objeto. También se la
denomina "epistemología". El materialismo filosófico la distingue de la "gnoseología" al
girar ésta alrededor de la idea de verdad.
Lógica: estudia la estructura del pensamiento como una secuencia organizada, ¿es lo
mismo un pensamiento correcto que uno verdadero? Entendiendo por pensamiento a toda
representación mental de cualquier objeto. La lógica investiga los principios por los cuales
algunas inferencias son aceptables, y otras no. Cuando una inferencia es aceptable, lo es por
su estructura lógica, y no por el contenido específico del argumento o el lenguaje utilizado.
Por esta razón la lógica se considera una ciencia formal, como la matemática, en vez de una
ciencia empírica.
Filosofía de la Historia: es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo y las formas en
las cuales los seres humanos crean la historia. Puede, en algunos casos, especular con la
existencia de un fin u objetivo teleológico de la historia, o sea, preguntarse si hay un
diseño, propósito, principio director o finalidad en el proceso de creación de la historia. Las
preguntas sobre las cuales trabaja la filosofía de la historia son diversas y complejas.
Algunas de ellas podrían ser: ¿Cuál es el sujeto propio del estudio del pasado humano? ¿Es
el individuo? ¿Son las organizaciones sociales, la cultura, o acaso la especie humana por
entero? Yendo aún más allá de estas preguntas clásicas, algunos filósofos modernos han
introducido un nuevo concepto, sosteniendo que la historia ha dejado de ser el estudio de
unidades, de hechos, pasando a ser el estudio de una compleja totalidad, que comprende no
sólo las acciones humanas pasadas y sus consecuencias visibles, sino que incluye un
sinnúmero de factores en su contexto, como las relaciones humanas, las corrientes de
pensamiento, las motivaciones particulares, y, tal vez el factor más recientemente
incorporado y que más ha revolucionado este campo de la filosofía, es el de los
pensamientos, acciones, relaciones y motivaciones de aquel individuo que escribe la
historia, esto es, del historiador.
La filosofía utiliza los conocimientos para resolver cuestiones de la vida diaria y se
divide en:
Ética: es la rama de la filosofía que estudia la bondad o la maldad de los comportamientos.
Tiene como centro de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que
se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida realizada. El estudio de la
ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo
histórico ha sido amplio y variado. La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica
racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual
y a nivel social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca
las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.
Estética: En el lenguaje coloquial denota en general lo bello, y en la filosofía tiene diversas
definiciones: por un lado, es la rama que tiene por objeto el estudio de la esencia y la
percepción de la belleza, por otro lado puede referirse al campo de la teoría del arte, y
finalmente puede significar el estudio de la percepción en general, sea sensorial o entendida
de manera más amplia. Estos campos de investigación pueden coincidir, pero no es
necesario. Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los
problemas del arte.
Axiología: es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios
valorativos. La reflexión explícita acerca de los valores, sin embargo, es anterior a la
noción de axiología y puede remontarse a Hume, quien se preocupa principalmente por los
valores morales y estéticos y elabora una teoría antimetafísica y nominalista de los valores.

1.2.3 HUMANISMO E ILUSTRACIÓN


La génesis del humanismo moderno ha consistido en acentuar el criterio de
diferenciación entre el hombre y la naturaleza. Fue en el siglo XVIII cuando quedó
evidenciada la supremacía del ser humano con la concepción de que su esfuerzo es esencial
en la formación de la persona, más que los talentos naturales. Esa apreciación, conjuntada
con los argumentos humanitarios de la escolástica, permitió a los criollos ilustrados del
Nuevo Mundo, laicos y religiosos, formular las bases relativas a la concepción moderna del
hombre. Descollaron intelectuales como Francisco Javier Alegre, Francisco Javier
Clavijero, José Joaquim da Cunha de Azeredo Coutinho, Manuel María Gorriño, José Félix
Restrepo, Hipólito Unanue, entre otros. Con base en las interpretaciones y reflexiones de
esa nómina de intelectuales, promotores de los valores modernos en el Nuevo Mundo,
resulta factible sistematizar la génesis del humanismo latinoamericano a finales del periodo
colonial; además, resulta justo considerarlo antecedente e inspirador del inicio de las luchas
independentistas. La importancia de revisar el tema lo otorga la coyuntura del bicentenario
de la independencia de la corona española. Palabras clave: filosofía, hombre, humanismo,
ilustración, Nuevo Mundo, pensamiento.
En abono a la idea de que el humanismo moderno encontró su normatividad
filosófica en el Siglo de Las Luces debe recordarse a Emmanuel Kant, quien al delinear las
fronteras de la filosofía en sentido cósmico planteó sus preguntas capitales, y concluyó que
todas podrían resumirse en la concerniente al hombre:
1.- ¿Qué puedo saber? 2.- ¿Qué debo hacer? 3.- ¿Qué me cabe esperar? 4.- ¿Qué es
el hombre? A la primera pegunta responde la metafísica, a la segunda la moral, a la tercera
la religión y a la cuarta la antropología [...] En el fondo, todas estas disciplinas se podrían
refundir en la antropología, porque las tres primeras cuestiones revierten en la última.
[ CITATION Bub74 \l 2058 ]

Como puede apreciarse, los fundamentos del humanismo moderno emergieron con
los filósofos de la Ilustración quienes ubicaron al hombre como centro y fin de toda
preocupación intelectual, por lo cual se ha persistido en develar su esencia para
diferenciarlo de los elementos de la naturaleza.
Si bien es cuestionada y hasta cierto punto rechazada, la filosofía escolástica
continuaba presente en el contexto cultural, patentizada en planteamientos de pensadores
ilustrados que obviaron poner en tela de juicio los principios de la religión, pues más bien
los refirieron en sus interpretaciones. Un caso paradigmático al respecto es el del
neogranadino José Félix Restrepo quien expone que el hombre fue creado de manera
privilegiada, pero ante su conducta pecaminosa comprendió su debilidad como castigo
frente a las fuerzas de la naturaleza; la salvación la percibió con el ejercicio de su capacidad
racional. Sus propias palabras explayan, de forma puntual, su interpretación:
Con estas razones se alienta el hombre, vuelve en sí, y comienza a tirar el plan de
una conquista que le ha de costar tantas fatigas. Extiende sus ojos por el universo, y
reconoce que en todo él es el único que posee el inestimable don de pensar. Con efecto,
mide la extensión de su ingenio, calcula sus alcances, combina sus ideas y persuadido que
no hay cosa que pueda resistir a su pensamiento, único origen de su autoridad soberana,
toma el trono del Señor, y comienza a hacerse respetar. Veislo aquí hecho filósofo, no en
la escuela de las categorías, ni del ente de razón, sino en la misma naturaleza, y comienza
a disponer de todo como dueño.[ CITATION Res14 \l 2058 ]
Durante la época ilustrada, establecer argumentaciones contundentes por parte de
nuestros pensadores, fue posible en virtud de la conjunción de planteamientos de la
filosofía escolástica con la filosofía de la Ilustración. De la primera, recuperaron la tesis de
la dignidad e idénticas disposiciones corporales e intelectuales de los seres humanos, así
como su derecho a la justicia social. De la segunda, destacaron los planteamientos que
dieron sustancia a los derechos humanos como la igualdad; la capacidad racional,
semejante en todas las personas; la importancia de la educación como medio de
perfeccionamiento humano y el aprovechamiento de las cualidades del medio natural para
el desarrollo armónico de las personas; el autoconocimiento de las potencialidades físicas e
intelectuales como base para otorgar sentido a la vida, conduciéndose conforme a la razón.
Tales planteamientos desembocaron en la irrefutable demostración de que los americanos
participan de las cualidades sublimes de todos los seres humanos, de sus virtudes y también
de sus vicios. Entonces, para principios del siglo XIX sólo una situación resultaba
limitativa para hacer realidad el humanismo liberador, sistematizado por los ilustrados de
las colonias iberoamericanas: la dominación padecida por parte de españoles y portugueses
europeos, causa real de su postración.
La hegemonía ibérica inició con la conquista, pero sus efectos persistieron tres
siglos después. La comprensión de la dependencia colonial advino como consecuencia del
esclarecimiento de la identidad de los americanos; para culminarla sembraron la semilla de
la lucha por la libertad, por ello los intelectuales criollos, promotores de la renovación
cultural, alumbraron la génesis del humanismo latinoamericano y, mediante su
codificación, las inquietudes para romper con la dependencia europea. De este modo,
contribuyeron a fundamentar las ideas y las luchas independentistas que acontecerían a
partir del ocaso de la primera década del siglo XIX al propugnar no sólo el reconocimiento
a la igualdad humana, sino la libertad y la soberanía popular, como lo llevaron a la praxis
Francisco Primo de Verdad, Francisco de Azcárate, Jacobo de Villaurrutia, Melchor de
Talamantes, en el virreinato de Nueva España; Antonio Nariño con la traducción, impresión
y difusión de los Derechos del hombre y el ciudadano [ CITATION Nar93 \l 2058 ] y Camilo
Torres con su florida argumentación sobre el pensamiento criollo, en el virreinato de Nueva
Granada; Miguel Calixto del Corro, Cornelio de Saavedra, Juan José Castelli, Juan José
Paso y Gregorio Funes, en el virreinato del Río de la Plata.
El inicio de las luchas por la independencia de los países latinoamericanos tuvo,
como antecedente sine qua non, la necesaria comprensión acerca de la superación de la
concepción colonial de los habitantes de América, al forjar las bases del humanismo
libertario. Además, la irrupción de las luchas independentistas mostró el triunfo de los
principios de la Ilustración como la racionalidad de la igualdad de los americanos con sus
semejantes del Viejo Mundo.

2.1. LA PREGUNTA SOBRE EL SER.


En Ser y tiempo Heidegger hace la pregunta por el sentido del Ser, por el sentido de aquello
que determina a los seres como seres y hace posible que sean entendidos, por el sentido de
la capacidad de encontrar sentido a todo lo que existe. Cuando algo existe decimos que es,
yo soy, él es, la mesa es, la lluvia es, pero ¿qué queremos decir exactamente con esto?
¿Cómo es posible que algo sea? ¿Qué es el Ser? Heidegger reconoce que esta pregunta ya
se la ha hecho toda la tradición occidental, pero añade que se la ha hecho de un modo
erróneo, pues siempre se ha pensado sobre el Ser como si fuera algo que está delante, como
presencia constante, y por tanto se ha pensado a partir de un determinado modo temporal, a
partir del presente, haciendo caer la decisión sobre el sentido del Ser dentro del ámbito
temporal sin cuestionarse siquiera si esto es posible, y descartando de ese sentido del Ser la
experiencia del cumplimiento de la vida de todo ser humano, que no es un mero presente,
sino que es una experiencia fáctico-histórica, la existencia propiamente dicha, un continuo
proyectarse hacia el futuro desde un pasado, un continuo hacer planes e intentar cumplirlos.
La meta de la obra será así comprobar si el tiempo es un horizonte posible para comprender
el Ser, si el Ser se ha de dar necesariamente con el tiempo, y de paso, intentar mostrar que
esta búsqueda del sentido temporal del Ser sólo se puede realizar desde la aclaración de la
existencia fáctica de los seres humanos, los únicos para los que hay Ser.
Heidegger comienza distinguiendo entre Ser (Sein) y ente (Seiend). Ser es lo que
determina al ente en cuanto ente, lo que hace que un ente sea, y ente significa cosa, algo
que es. Por ello, todo ente presupone el Ser, que no puede ser pensado como un ente más,
como una cosa o un objeto, sino que es una especie de horizonte significativo desde el cual
toda realidad, todo ente, es siempre visto. Ser es pues la idea no captada conceptualmente
que la metafísica supone sin tematizar. Es una idea indefinida de la que no tenemos en
principio ningún contenido que la precise, pero que está actuando desde el momento en que
hay entes, cosas que son. Es un significado anterior a todas las distinciones que la tradición
ha efectuado sobre los entes y que han dado lugar a las diferentes ciencias o saberes.
Primero los entes son, tienen ser, las cosas existen, y presuponiendo esto, las diferentes
ciencias acotan un ámbito del Ser, un grupo de entes, y los estudia. Por ejemplo, la física
estudia los entes o cosas que se mueven y alteran, la matemática estudia los entes o cosas
numéricos, la historia estudia cómo se han comportado o qué le ha sucedido a un grupo de
entes llamados seres humanos, etc
Si la cuestión del Ser es prioritaria sobre las otras, si no se puede derivar de ninguna
cuestión anterior, pues cualquier ente o cosa que veamos ya es, ¿cómo abordar entonces el
Ser? ¿cómo sería posible la Ontología o cuestionamiento acerca del Ser? Heidegger indica
que el Ser será abordable si partimos del ser humano, único ente que se pregunta por el Ser.
Todos los entes son, todas las cosas tienen ser, pero sólo un grupo de entes, los seres
humanos, preguntamos por el Ser, y ello indica que tenemos una cierta precomprensión de
él, una comprensión confusa y poco clara, ya que preguntamos por el Ser sin que acabemos
de ver exactamente por lo que preguntamos, pero real, pues en caso contrario no podríamos
ni tan siquiera hacernos la pregunta. Nadie se imagina, por ejemplo, a un caballo o a un
árbol preguntándose por el Ser:
Nos movemos desde siempre en una comprensión del Ser (Seinsverständnis). Desde
ella brota la pregunta explícita por el sentido del Ser (dem Sinn von Sein) y la tendencia a
su concepto. No sabemos lo que significa “Ser”. Pero ya cuando preguntamos: <>, nos
movemos en una comprensión del “es” (ist), sin que podamos fijar conceptualmente lo que
significa el “es”. [CITATION Hei95 \l 2058 ]
El ser humano es, dice Heidegger, ser-ahí (Dasein), único ente que entiende el Ser,
que ve su vida afectada por el Ser, que existe (Existenz), y lo que tenemos que hacer para
intentar alcanzar un conocimiento lo más claro y preciso del Ser es analizar ese rasgo
especial del ser humano o ser-ahí, aclarar esa vaga comprensión que poseemos del Ser. Se
trata de distinguir entre lo existentivo (existenziell) u óntico del ser humano, aquellas
propiedades o aspectos que posee en cuanto es un ente más, y lo existencial (existenzial) u
ontológico, aquellos elementos que se refieren al ser humano en tanto condicionado por su
comprensión del Ser, aquello que lo convierte en un serahí, y que es lo que nos interesa.

2.6. FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.


“La filosofía es la sabiduría de la perfección del alma humana. La filosofía es el amor y la
investigación la sabiduría” Séneca, Lucio.
 
Filosofía y educación, sin duda una simbiosis interesante. La una no podría existir
sin la otra.
Si bien es cierto que cada una posee sus particularidades metodológicas y teóricas, 
el proceso educativo, lleva en sí mismo el arte de “filosofar” ante los impactos.
Como bien menciona[CITATION Coh96 \l 2058 ] “(…) La filosofía de la educación tiene una
función de resistencia y liberación (…)”   y es que no podemos hablar del fenómeno
educativo sin exaltar esa dimensión crítica, filosófica y proactiva que debe derivar en las
mentes de los educandos.
El ser humano no es un ente estático y que desempeñe únicamente el papel de
receptor. La magnificencia de la mente humana, reacciona ante el estímulo y la propia
información que se comparte en el acto educativo.
Es por ello, que el fenómeno educacional es formador, no solo en cuanto al
otorgamiento de habilidades específicas y conocimientos teóricos, destaca más bien, el
estímulo que origina en las mentes humanas.
Tal y como se sembrara una pequeña semilla en cada una de las mentes receptoras
al conocimiento, ésta germinará irremediablemente. La dimensión crítica se habrá iniciado,
sigilosa cual inevitablemente.
Ante este panorama, resulta importante, que retomemos la importancia que tiene el
posicionamiento que adopte el profesor (o guía educativa) desde la filosofía de la
educación.
“La filosofía no puede aprenderse, sólo puede aprenderse a filosofar” Emmanuel Kant.
Esta frase nos pone de manifiesto que la filosofía, más que un concepto, es una
forma de vida. Se trata de conmocionarse ante los impactos que se acontecen, aun cuando
éstos nos afecten directamente o no.
“Una mirada filosófica de la vida”, nos invita a no permanecer inmóviles ante los
fenómenos, nos proporciona “unas gafas inmersas en crítica y reflexión para  actuar”, nos
brinda otra vista, otro ángulo desde dónde observar este contexto del que formamos parte.
Es por ello, que se considera relevante (así como decisiva) la postura que presente el
guía educador durante este proceso.
Como bien menciona [CITATION Coh96 \l 2058 ] “(…) enseñar filosofía de la
educación supone no afiliarse a una corriente sino tener en cuenta todas las corrientes
posibles, al menos un número significativo de ellas. El profesor, se sitúa fuera de estas
posturas (…)
Y es que, realmente, el fungir el papel de guía en este complejo proceso, conlleva a
introducir a nuestros alumnos en nuestra propia visión paradigmática.
“Lo ideal”, es conocer diferentes corrientes filosóficas, para desde este rico
panorama, se exhiban a los educandos todas las posibilidades teórico-prácticas que existen.
Sin embargo, considero que, esto resulta un poco utópico, ya que somos seres
humanos, nos encontramos “moldeados” inconscientemente por la manera en que fuimos
educados, o bien, por la adopción consciente de otro tipo de enfoques.
En este caso, el profesor, debe yuxtaponerse entre las diversas corrientes y ofrecer
una visión fuera de ellas, sin mostrar inclinación por algún enfoque específico.
Se trata de intervenir sólo como un facilitador de conocimiento, mostrar ese rico y
amplio panorama para que, de éste, el alumno comprenda las corrientes que tratan de
explicar el fenómeno, e inevitablemente, se identificará con aquella que responda en mayor
medida sus necesidades y propia visión.
Esta acción no se realiza de manera automática, es importante “(…) concentrar la
atención en la problemática educacional y desatar ante ella una actitud filosófica (…)
“La filosofía no debe ser considerada una cosa acabada y externa sino una actitud
metódica del profesor-educador que enfrenta reflexiva y críticamente esa realidad
educacional de la que forma parte”[ CITATION Coh96 \l 2058 ]

3.1.2. LA JUSTIFICACIÓN DE LA EDUCACIÓN.


Se denominada filosofía de la educación a la reflexión crítica sobre la concepción de
educación, porque  detrás de una concepción hay unas prácticas, unos saberes y unos
discursos que se materializan en hechos y en actos concretos. Hay que analizar
especialmente los componentes humanos que intervienen en el proceso de educar.
La pedagogía, como saber que reflexiona el acto educativo, fundamentalmente tiene
dos dimensiones: una es la posibilidad de transmitir una tradición (ubicación) y la otra es
transformar la cultura (desplazamiento).
Esta práctica que se formalizo en la modernidad. Pero, hoy en día, es relevante para
cualquier proceso de socialización, enmarcado en un ámbito cultural y que permite
decisiones políticas. Hoy se llama escuela, que es toda una institución en el acto de
enseñanza-aprendizaje, pero no es el único camino posible, surge nuevas formas de
aprendizajes que retumban por fuera de las aulas.
Una reflexión crítica sobre el acto pedagógico de enseñanza-aprendizaje exige una
respuesta genuina a la relación educación y sociedad. Las sociedades cada vez más
convulsionadas necesitan de respuestas más efectivas y acertadas para abordar sus
problemas y tener en cuenta sus necesidades.
Los estudios de filosofía tanto en la educación media como en la superior, son
necesarios para una sociedad que pretenda un desarrollo tanto en lo científico como en lo
humano. Es por esto que en México la educación dedica una asignatura específica para la
historia de la filosofía y sus universales problemas. Con el estudio de un saber reflexivo
como es la filosofía, la sociedad puede establecer una relación principal entre los saberes y
sus respectivas racionalidades en la medida en que, a través de la propia institución, se
facilite el encuentro de comunidades académicas, encuentros temáticos, discusiones,
publicaciones, entre otras actividades que promueva el saber filosófico. El estudio del saber
filosófico permite que un proyecto de vida esté respaldado por instituciones que reconocen
los méritos y la importancia del ejercicio discursivo. Con ello las instituciones de estudios
superiores realizan la articulación con los estudios de educación secundaria y forman
perfiles que permiten a un profesional de la filosofía ejercer su disciplina en diferentes
funciones que la sociedad requiere.
La Filosofía Educativa, también llamada Filosofía Pedagógica y Filosofía de la
Educación se puede describir como un campo de investigación y de enseñanza académica
que limita el alcance de este ámbito a las actividades de un pequeño grupo de profesionales
que trabaja esta área específica. Estos llamados "filósofos educativos" se encuentran en los
países de habla inglesa y, en menor grado, también en algunos países de la Europa
continental, y normalmente están relacionados con las escuelas universitarias de educación
o pedagogía.
Dado que la educación es el proceso de formación del hombre en la vida social y
para la vida social, o la asimilación de las experiencias que preparan para la vida humana,
se entenderá que la Filosofía de la Educación estudia las leyes, las situaciones y los
fenómenos del mundo, del hombre, de la sociedad y de la cultura en relación con el proceso
de la formación humana a partir de las posiciones filosóficas.
A la filosofía educativa corresponden numerosas posiciones y actitudes de orden
ideológico y político que son bastante frecuentes no sólo entre las personas dedicadas a las
labores educativas formales, como son los maestros, administradores y supervisores
escolares, sino también, entre otros, como los gobernantes, políticos, empresarios,
sindicalistas, obreros, padres de familia y dirigentes juveniles. En fin, la filosofía de la
educación trasciende el plano de la formalidad institucional, abarcando las posiciones
ideológicas y políticas reveladoras de lo que hacen, sienten y piensan todos los hombres en
relación con la educación, por cuanto el hecho educativo extra-escolar, como sucede con el
escolar, está condicionado por el hecho histórico general. Si bien pocos seres humanos son
filósofos de la educación, en cambio nadie deja de incursionar, en uno u otro nivel y forma,
en las esferas del discurso filosófico-pedagógico.
Como quehacer científico, la filosofía educativa presenta diversos grados,
dependiendo esto de la mayor o menor importancia con que en ella se manejan los factores
especulativos, de teoría científica, de practicismo o de utilitarismo.
La filosofía educativa tiene sus manifestaciones en las formas y en los niveles con
que los educadores, tratadistas y demás personas interesadas en la educación, enfocan y
aplican las diversas disciplinas, siendo notorios los casos de la antropología, la psicología,
la historia y la sociología, por los altos niveles de afinidad y la interacción que presentan
con importantes aspectos de la realidad educativa.

3.2.2. EL MÉTODO CRÍTICO


La vida, el hombre, la realidad, la naturaleza como totalidad, son dinámicos,
inacabados, constituidos constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos.
¿Por qué, entonces, construir un método como el positivista que propone el conocimiento
de lo real de manera lineal, fragmentaria y determinista?
La propuesta positivista está fundada en una ontología que parte de la convicción de
la existencia de leyes de observancia obligatoria, por lo que la cognición habrá de
orientarse a su descubrimiento. Como la realidad se rige por esas leyes, su conocimiento es
acumulativo en la medida en la que un conocimiento nuevo se agrega al existente, ya que
esas leyes son eternas e inmutables. Acompañada a la idea de la existencia de leyes, el
positivismo concibe a la realidad como colección de cosas entre las que se establecen
relaciones, pero gozando de autonomía relativa.
Aquella esperanzadora sentencia de San Juan de la Cruz, aludida por Zemelman, en
la que se señala que para conocer lo desconocido se debe tomar un camino igualmente
desconocido, muestra no una falta de rigor metodológico, espontaneidad o improvisación,
sino una concepción abierta de la naturaleza como ser inacabado y dinámico; supone un
movimiento permanente de lo real y del sujeto; asumir al hombre desde su aventura por
gestarse a sí mismo[CITATION Zem02 \l 2058 ]. “Es preciso destruir el prejuicio, muy
extendido, de que la filosofía es algo sumamente difícil por tratarse de una actividad propia
de determinada categoría especializada de letrados o de caracterizados filósofos
profesionales” [ CITATION Gra67 \l 2058 ]. .Ese camino desconocido para llegar a lo
desconocido, es el movimiento dialéctico necesario e inmanente del hombre en cuanto ser
constituyéndose. Lo contrario es la imposibilitación de su ser.
Como sujeto devenido y deviniente perteneciente a un mundo también constituido y
constituyéndose, el cuestionamiento y la indagación que construya ha de encontrarse “...en
la vastedad de la realidad y no dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido;
de ahí que se tenga que romper con las determinaciones histórico-culturales que nos
conforman para rescatar al sujeto histórico como constructor y retador o, por lo menos
inspirado por el asombro que enriquece la conciencia cognitiva mediante la
imaginación”[ CITATION Zem02 \l 2058 ] . El pensamiento dialéctico-crítico será el encargado
de recuperar la importancia que el futuro tiene para la comprensión del pasado y del
presente, así como para la construcción de esa esperanza humana como posibilidad
histórica.
La dialéctica crítica como método de investigación consecuente a las características
del pensamiento del hombre, se convierte en la respuesta a las necesidades apropiativas de
la realidad en movimiento. “Pensar en consecuencia, es determinar no sólo lo necesario de
construirse con base en una exigencia conceptual, sino determinar lo constituible de una
exigencia de objetividad. Esta distinción permite concluir que el pensar no puede quedar
sometido a las condiciones formales de la teoría, ya que, simultáneamente, debe
cuestionarlas” [ CITATION Zem02 \l 2058 ]. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría,
supone abrirse a las posibilidades de cuestionamiento y teorización para la apropiación del
objeto en y de estudio.
3.3.2. LAS CATEGORÍAS PEDAGÓGICAS.
Éstas son las categorías fundamentales de la pedagogía, según la etnografía y las
que se han estado implementando.
Educación – Desarrollo humano, físico, cognitivo, motivacional, es un instrumento
para la formación de la conciencia y defensa de la identidad.
Instrucción- Ligado al conocimiento y adquisición de información, está identificado
con la enseñanza y actividad cognoscitiva, en la formación de los alumnos de una
concepción científica del mundo.
Enseñanza- Acción del maestro, alumno activo, reflexivo, canaliza el aprendizaje
bajo la influenza de la escuela nueva.
Aprendizaje- Actividad del alumno, modificación, adquisición de nuevas conductas.
Desarrollo- Sinónimo de formación, crecimiento, evolución, desenvolvimiento,
producto de la herencia y el medio físico y social.
Formación- Guía del desarrollo de la enseñanza, la educación es sola una condición
para que las tendencias y capacidades se manifiesten.
Serra plantea que "se considera que uno de los requisitos para la obtención de una
buena etnografía es un trabajo de campo prolongado en el que se produzcan un contacto
directo y una toma de datos sobre el terreno. La presencia en el campo y la vinculación con
las personas que son objeto de estudio durante un periodo largo se consideran necesarias
porque permiten reunir, en su ambiente natural, datos sobre el comportamiento de las
personas y los acontecimientos, y situarlos en el contexto en el que adquieren significación,
lo que facilita su comprensión y la formulación de hipótesis pertinentes" [ CITATION Ser04 \l
2058 ]

3.4.1. LIMITES, BIENES, VALORES Y FINES DE LA


EDUCACIÓN.
La educación precede a la escolarización; y la sociedad precede a la escuela
en la función de educar. Y es de justicia reconocer el papel que la familia juega en
esa educación. Por una parte, en su propia y originaria función educativa; y, por otro lado,
en sus posibilidades socializadoras imprescindibles y diferentes de las que pueden
ofrecer otros entornos educativos. La escuela es, por tanto, una institución necesaria pero
que debe buscar su dimensión real y reconocer sus limitaciones sin pretender acaparar
el monopolio educativo y socializador. Esta consciencia debe mover a pedagogos y
legisladores en sus decisiones; y llevar a los centros escolares a cierta ‘humildad’ que
puede facilitar que las familias asuman en mayor medida su responsabilidad, e
integren la educación escolar en el proyecto educativo propio.
Examinar el alcance y límites de la actividad educativa es, sin duda, uno de los
asuntos más importantes de la Filosofía de la educación, pues constituye una cuestión
propedéutica que se halla en el núcleo mismo de la crítica de la razón pedagógica.
Es evidente, sin embargo, que se trata de un problema a menudo olvidado. Acaso
porque los educadores necesitan una gran dosis de optimismo pedagógico para acometer
sus trabajos con el entusiasmo preciso, acaso porque nuestro siglo deposita en la práctica
docente grandes esperanzas, el hecho es que raramente la teoría educativa se detiene a
examinar el alcance y, por tanto, los límites de la educación.
No ocurre lo mismo cuando se examinan las facultades cognoscitivas. La tradición
filosófica ha sabido habituarse a ese cuestionamiento incesante, emprendido por Locke y
Hume y codificado por Kant, en torno a las condiciones de posibilidad del conocimiento
humano. No resulta, pues, difícil, reconocer que las capacidades cognoscitivas del hombre
poseen determinaciones imposibles de trasgredir, que les vienen dadas por los marcos de
nuestra sensibilidad, por la estructura del entendimiento y por la «fisiología» de nuestra
razón.
La educación enriquece la conciencia de los valores, que es la que da a los hombres
una mayor o menor capacidad para apreciar los bienes culturales. Los valores son los que
hacen de un hombre una persona; pero ¿cómo llevar esos valores al educando? Se necesita
una actuación del educador, que haga del educando un sujeto de los valores; y esa actuación
no es otra que la educación, el vehículo que lleva la cultura al hombre, y hace que éste se la
apropie.
Así, ese proceso educativo que vuelve personas a los hombres, contiene en sí mismo
un valor, puesto que se trata de un trabajo humano. Pero aquí se impone una aclaración
acerca de la clase de valores contenidos en la educación.
Los valores de la cultura que se apropia el educando son valores acabados; en
cambio, los valores educativos no son valores acabados, sino valores que se están
realizando. Son dinámicos, y significan el tránsito de la capacidad a la obra. Es decir, que el
campo de los valores educativos no es un campo de realidades hechas, sino un campo de
realidades por hacerse, o mejor dicho, que se están haciendo.
Tratemos ahora de averiguar cuál es el campo axiológico de la educación. Los
valores educativos, como todos los valores, tienen un asiento material, que es precisamente
el proceso educativo; y en la medida que se desarrolle tal proceso, en esa medida se darán
los valores educativos. La educación es una realidad humana, y por eso resulta evidente su
carácter valioso; pero es un proceso, de ahí el carácter dinámico del valor educativo. No es
lo mismo la educación, que implica un proceso para la realización de su valor, que una
estatua, por ejemplo, en la que está contenido su propio valor, de una manera estática,
acabada.
Es la formación, por tanto, el valor educativo por excelencia; pero la formación es
consecuencia del proceso, requiere que se realice. Es decir, que la formación está en el
propio proceso. No hay manera de realizar un proceso educativo, y que después aparezca, a
manera de maravilla, el valor o esencia formativa; la educación tiene precisamente como
cualidad, ese desarrollo que va mostrando una perfección continuada.
Para lograr que el hombre se forme en determinado sentido de perfección, es
necesario que se vayan realizando pequeñas aspiraciones, que el proceso vaya logrando
objetivos graduales, mediante el aprovechamiento de determinadas situaciones sociales y
personales; así, aunque el valor educativo sea uno, da lugar a la formación de dignidades
variadas y parciales. La formación tiene un carácter instrumental; por ello va dando lugar a
valores distintos en apariencia, que, por ser valores educativos, son semejantes en su
naturaleza.
Entonces, el campo axiológico de la educación es el campo todo de la cultura,
entendida como capacidad, como potencialidad humana; y el campo de los valores
educativos es, por consecuencia, el campo de la educación, entendida como trabajo, como
actividad.
Este campo está integrado por una participación, por un esfuerzo, cuyo propósito es
llevar al educando hacia la cultura. Y así como la ciencia y el arte tienen un trabajo por
realizar, que es la elaboración del conocimiento y la creación de la belleza, así también la
educación tiene como trabajo hacer personas, mediante el adecuado y efectivo
cumplimiento de un proceso humanizante, cual es el de la formación en la cultura.
El educando es el motivo de ese trabajo; los valores educativos, lo son en función de
él, que es el destinatario de la cultura entera. El problema axiológico tiene pues como
elemento central al educando; por lo tanto, los valores educativos no se realizan con
indiferencia de éste, sino que están enfocados hacia él, se reconocen en razón de él.
El educando llega a poseer, mediante el proceso educativo, una conciencia del valor;
y esa conciencia no es única e invariable, sino que en cada uno se da por modo diferente. El
hombre no asimila los valores de la cultura, de una vez por todas; se vincula con ella, pero
no en un solo momento, ni mediante un acto sencillo. El proceso de asimilación cultural es
permanente y dura toda la vida, o al menos, la parte de ésta que tiene capacidad de
adquisición; la educación es un proceso integrativo, paralelo al de la vida misma.
Ese proceso resulta tan prolongado, porque la cultura es de tal manera extensa, que
ni educando al hombre durante toda su vida, se puede agotar su capacidad de educación, y
con ella su posibilidad de cultivarse. Pero esto no significa, de ningún modo, que la
educación sea un ordenamiento o un avance numérico, cronológico, en la superación de la
dignidad de la persona mediante la cultura; el proceso educativo lleva los valores al
educando para que los asimile, pero no obstante llevarle todos, el educando los asimila de
acuerdo con su capacidad; y esa capacidad está determinada por dos hechos, a saber: el
desarrollo personal del educando, y la posibilidad que tiene éste de educarse. Es así como la
educación se va realizando poco a poco, paso a paso; la culturización del hombre es
gradual, lenta.
La capacidad de apropiación de la cultura, está determinada por la evolución del
educando, que es la expresión completa de su desarrollo; la evolución es en sí realización,
pues cada uno tiene capacidad diferente para cultivarse, no sólo en nivel, sino también en
estilo; y de acuerdo con esta evolución, el educando asimilará los valores. Pero no debe
perderse de vista, que no son los valores educativos, los que se apropia el educando, sino
los valores culturales; porque aquéllos son únicamente el instrumento para la adquisición de
éstos.
Los valores educativos consisten en la actualización del desarrollo de cada sujeto;
son el instrumento para que el educando vivencie los valores culturales.
Los valores educativos, al plasmarse en el educando, van favoreciendo su constante
superación, su perfeccionamiento, esto es, actúan como medios de una integración
personal.
El educando no asimila todos los valores al mismo tiempo; unos son incorporados a
su persona antes que otros, y por lo tanto, la dignificación representa el sentido de una
sucesión, que no es casual, sino que está determinada por la naturaleza del propio educando
que reacciona de modo específico frente a la finalidad. La educación es para el espíritu del
hombre, lo que la alimentación es para su cuerpo: asimila lo que puede, y en la cantidad y
calidad que lo necesita.
Cuando se ha hablado de los valores educativos, de su realización en el proceso
formativo del hombre, y de su repercusión en la dignificación de éste, es preciso reconocer,
como se ha hecho ya, que dichos valores educativos tienen como asiento el propio proceso
formativo; o sea, que dicho proceso representa la base sobre la cual se dan los valores
educativos. Pero esta base, entendida así, con un sentido dinámico, por tratarse de un
proceso, no se reduce al cumplimiento mecánico, ni siquiera metódico de ese proceso. No
todo proceso que se llame educativo es poseedor de valores educativos; para que sea tal, se
necesita que en efecto vincule al educando con la cultura, es decir, que ponga en contacto al
hombre cultural, con la cultura misma; y esto, a través de los bienes culturales, de las
creaciones culturales concretas.
No puede ser de otra manera. Los valores culturales, siempre se encarnan en un bien
cultural; y los valores educativos no pueden sustraerse a esta legalidad axiológica. Lo que
ocurre es que los bienes educativos no pueden ser confundidos con la parte esencial del
proceso. Los bienes educativos, son los mismos bienes de la cultura, solamente que puestos
ya al servicio del educando, merced al proceso educativo, que en última instancia,
esencializa en la persona el sentido de tales bienes. El propio proceso educativo es un bien
educativo; pero no por sí solo, sino por cuanto que articula al hombre con los bienes de la
cultura. Bienes educativos y valores educativos, son, entonces, nociones correlativas,
recíprocas, interdependientes; no puede considerarse la existencia de un bien educativo que
no implique la conciencia de un valor, como tampoco puede hablarse de un valor educativo,
que no se vincule o no se derive de un bien educativo.
También con sentido dialéctico debe comprenderse la relación entre bienes
educativos y valores educativos. Unos y otros, lo son en razón de su recíproca dependencia.
Un bien educativo lo es, en la medida en que ostenta una cualidad formativa; y en la misma
forma, un valor educativo está constituido por la posibilidad que posee un bien concreto, de
llegar al sujeto y operar en su formación. Semejante relación dialéctica, tiene su
explicación, además en el hecho de que se trata de una especie de bienes y de valores,
diferenciados por su modalidad y su sentido, pues se trata, esencialmente de entes
culturales, diferenciados hacia la educatividad, esto es, dotados de una posibilidad de influir
en la formación de quien se vincula a ellos o los asimila a su persona. [ CITATION Vil68 \l 2058
]

Los propósitos útiles a la educación son la formación intelectual, la formación para


la explicación de la verdad causal y la valoración de las ciencias y del pensamiento
filosófico, artístico, religioso. El pensamiento filosófico en los niños, las niñas y jóvenes es
importante y útil por la capacidad para vencer las dificultades de la indagación, sobre los
diferentes aspectos que puedan surgir en la búsqueda del conocimiento. Contribuye a la
formación de la capacidad dialéctica del y de la estudiante, del pensamiento crítico en la
ruta de los principios fundamentales de cualquier indagación.
Contribuye además a trazar un plan de indagación que forma al estudiante para
facilitar la explicación de los objetos propuestos de investigación. Por naturaleza, el ser
humano, los y las estudiantes, tienen deseos ilimitados de conocer y aprender. Tales
inclinaciones pueden ser estimuladas por la educación, independientemente de la utilidad
del conocimiento. El conocimiento puede ser buscado y estimado en sí mismo, dado que el
conocimiento incita al conocimiento, a la búsqueda del conocimiento.
El propósito de la educación es la formación para la exploración del conocimiento
que se pregunta por las causas. Es importante conocer todo cuanto sea posible conocer, sin
importar cuán difícil sea. Quien aprende lo que es difícil, lo que no es fácil conocer, es
sabio. También lo es quien logra explicar los detalles de los fenómenos y objetos que
aprehende, pero es superior en sabiduría quien es capaz de enseñar a otros lo que ha
aprendido en los distintos campos que le ha sido posible dominar.

3.4.3. LOS FINES PEDAGÓGICOS.


En educación, los fines son indicados tanto en términos de una acción como por la
razón de esa acción. Han sido expresados por filósofos de la educación y por pedagogos a
través de diversos proyectos sociales y educativos. Con pretensiones de universalidad,
encontramos, por ejemplo, la moralización del hombre de cuño kantiano, la proposición de
Rousseau de renaturalizarlo, la democracia, la emancipación o la libertad. Con distintos
matices y desde distintas tradiciones de pensamiento sociológico, político y filosófico, los
fines constituyen un orientador en la justificación de las decisiones tomadas en la política
educativa, la planeación escolar, la metodología didáctica, entre otras tareas orientadas al
quehacer pedagógico.
Con base en los fines planteados en su nivel general, educadores y tomadores de
decisiones guían la selección de contenidos, los aspectos que se evaluarán y los métodos de
enseñanza que lleven a los resultados más deseables. En educación, las discusiones sobre
los fines han sido orientadas ya desde una perspectiva técnica, ya desde la acción crítica o
emancipatoria. Para la primera, los fines se traducen en reglas de acción que lleven a
resultados concretos; para la segunda, la acción humana es inconmensurable y, por lo tanto,
los fines se despliegan en el hacer mismo y están sujetos a la interpretación tanto de quienes
llevan a cabo las acciones educativas como de la realización misma de los fines en cada
época.
Entre los modos de racionalizar sobre el acto educativo, distintas corrientes en
pedagogía han partido de la concepción de acción [ CITATION Bre90 \l 2058 ] para argumentar
sobre cómo debe dirigirse la educación; en esa discusión hay un lugar importante para la
cuestión de los fines como rumbo y resultado de la acción.
Un planteamiento que se distancia de la concepción dicotómica entre objetivos y
finalidades, entre aprendizajes concretos y finalidades que guían la acción educativa, o
entre fines y medios, es el de John Dewey. Para este filósofo los fines son de las personas,
no de la educación. Con esto se refiere a que las metas que perseguimos en el acto
educativo no se explican por sí mismas, sino en referencia a la experiencia de los sujetos
concretos. “Sólo las personas, los padres y maestros, etc., tienen fines, no una idea abstracta
como la educación. Y consiguientemente, sus propósitos son indefinidamente variados;
difieren según el tipo de niños, cambian con el crecimiento de éstos y con el desarrollo de
la experiencia de quien enseña. Aun los fines más válidos que pueden expresarse por
palabras harán, como las palabras, más daño que beneficio, a menos que se reconozca que
no son fines, sino más bien sugerencias para los educadores respecto a cómo observar,
mirar adelante y escoger para liberar y dirigir las energías de las situaciones concretas en
que se encuentran” [ CITATION Dew04 \l 2058 ].
Con la presentación del Modelo Educativo para la Educación Básica en México se
redefinen los planteamientos pedagógicos y curriculares, poniendo de manifiesto la
necesidad de un nuevo marco educativo en los procesos de enseñanza-aprendizaje, en la
concepción del desarrollo docente y las prácticas educativas en los centros escolares. En
este sentido, se valora el planteamiento del modelo pedagógico para la transformación
educativa del país, desde sus fines hacia lo que se pretende lograr en los estudiantes. Dicho
análisis conlleva a la panorámica de cambio en la función docente, la cual no sólo debe
atender al quehacer educativo dentro de la escuela, sino a buscar su desarrollo desde la
complejidad de la exigencia social. Para ello, se hace alusión a la implementación de una
dinámica de cambio desde los centros escolares, donde se ubica “La Escuela al Centro” del
sistema educativo, para el mejoramiento permanente, la ampliación de la participación, el
aseguramiento de la diversidad y el reconocimiento de las autoridades como actores
relevantes.

CONCLUSIÓN
En este trabajo se conceptualizó a la filosofía, se entiende que no hay un concepto
único de esta palabra, pues se hacen preguntas sobre el ser; y cada autor tiene una
concepción diferente.
Se pudo observar que cada día se buscan nuevos conocimientos acerca del ser y
encontrar la verdad. Es muy importante este concepto que forma parte fundamental de la
educación; ya que, en la escuela se busca obtener conocimientos mediante la enseñanza-
aprendizaje.
Es por eso que se debe educar en valores, para que el educando entienda y aprenda
el concepto de lo bueno y lo malo, es muy importante la filosofía de la educación que lleva
de manera práctica a la reflexión sobre la realidad de la práctica educativa sea: sus actores
(docente-estudiante), sus procesos, su metodología en sí todas sus facetas.
REFERENCIAS

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propuestas. Barcelona: Herder.
Buber, M. (1974). ¿Qué es el hombre? Mexico, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Cohan, W. (1996). Filosofía de la educación. Algunas perspectivas actuales. Brasilia:
Ediciones Salamanca.
Dewey, J. (2004). Democracia y educación. Una introducción a la filosofía de la
educación. Madrid: Morata.
Gramsci, A. (1967). La formacion de los intelectuales. México, D.F.: Grijalbo.
Heidegger, M. (1995). Ser y Tiempo. Madrid, España: TROTTA.
Nariño, A. (1793). La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Bogotá,
Colombia: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Restrepo, J. F. (2014). Oración pronunciada al inaugurar su cátedra de Filosofía en el
Colegio de San Bartolomé. En J. C. Mutis, J. F. de Restrepo, & A. Nariño , Los
Ilustrados (págs. 66-68). Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Facultad
de Ciencias Humanas.
Salazar Bondy, A. (1969). Iniciación Filosófica. Lima, Perú: Arica S.A.
Serra, C. (2004). Etnografía escolar, etnografía de la educación. Revista de Eduación, 334:
165-172.
Villalpando, J. M. (1968). Filosofía de la educación. Mexico, D.F., Mexico: Porrúa.
Zemelman, H. (2002). Necesidad de una conciencia: un modo de construir conocimiento
(Vol. 34). Mexico, D.F.: Anthropos Editorial.

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