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La agricultura colombiana sin relevo generacional

Colombia fue un país agrícola, donde su economía se sostuvo con base a


productos agrícolas durante muchos años, situación que hoy ha cambiado
principalmente por una pobre política agraria  y una nociva política
neoliberal que benefició las importaciones de alimentos en detrimento de la
producción nacional.
Gracias a las nefastas políticas  económicas y agrarias Colombia pasó de
ser un país exportador de alimentos a uno importador de alimentos a gran
escala, donde las importaciones se cuentan por millones de tonelada
anuales, en tanto que los campos quiebran ante la imposibilidad de hacerlos
rentables para quienes los trabajan.
Pero hoy el campo es asechado por otro enemigo quizás más devastador:
no hay relego generacional.
El campo de Colombia hoy es un campo de campesinos viejos y cansados
sin quien les releve de su trabajo. Los hijos de los agricultores emigran en
masa a los centros urbanos dejando el campo sin mano de obra. Ya no hay
quien ocupe el lugar que obligadamente los mayores dejan.
Para los jóvenes agricultores no es atractivo seguir en un campo
abandonado por el estado, donde el trabajo es duro y la remuneración es
muy poca, donde apenas se hace para sobrevivir a pesar de los grandes
esfuerzos físicos que implica trabajar en la agricultura.
Son muy pocas las persona que hoy le apuestan al campo, y es muy difícil
convencer de lo contrario a quienes por generaciones han visto la miseria
en la que el estado ha mantenido a quienes siembran la tierra.
Al dar un paseo por los campos colombianos en zonas distintas a las
dominadas por agroindustriales con grandes extensiones de tierra
cultivadas utilizando alta tecnología, nos encontramos con un campo
abandonado, un campo fantasmal donde es común encontrar antiguas
fincas prosperas en completo abandono porque no hay quien las trabaje.
Es normal ver grandes fincas que por años han permanecido abandonadas,
y ahí permanecerán sin temor a que alguien tome posesión de ellas sin el
permiso de los dueños como suele suceder cuando se deja un terreno
abandonado, y es así porque simplemente no hay quien quiera trabajar en
el campo. Hoy el campo no es rentable ni aunque regalen la tierra. La tierra
nunca había sido tan barata, pero aun así nadie la quiere.
En muchas zonas del país los agricultores tienen grandes problemas para
conseguir mano de obra, y el problema es tan grave que muchos han tenido
que disminuir las áreas de siembra ante la imposibilidad de conseguir mano
de obra.
Todavía el campo tiene vida porque todavía hay viejos agricultores que
siguen luchando en solitario, pero en pocos años no quedará casi nadie
disponible para trabajar en la agricultura a no ser que el estado diseñe e
implemente las políticas necesarias para conseguir que el campo vuelva a
ser una alternativa que llame la atención.
Situación distinta se vive en las zonas donde la explotación agrícola se
puede industrializar (hoy en manos de extranjeros y despojadores de tierra),
pero nuestro país es un país de montañas y minifundios, y es allí donde la
agricultura agoniza.

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