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Segunda Parte
VISION HISTÓRICA
"El Dios de Abraham, Isaac y Jacob"
Tienen una misma experiencia de Dios. Cada grupo posee sus experiencias religiosas, pero
todas coinciden en su contenido y forma. Cuando se leen los ciclos de Abraham, Isaac y
Jacob aparecen las diferencias y coincidencias.
Para el creyente israelita de esta época YHVH1 es el Dios de los padres. El Dios que se
manifiesta a Moisés y que sacará a Israel de Egipto…
Yahveh se define no como "el que es", sino con una fórmula: éhjeh asher éhjeh. Sobre el
significado del nombre se han dado diferentes opiniones:
1
La palabra YHVH se deriva, ciertamente, del verbo "ser" (HYH) y no de verbos como "caer", "soplar",
"amar" (HWH).
La LXX tradujo esta frase por "yo soy el que soy". Yahveh es el que
verdaderamente es con toda la fuerza del ser, el que es originariamente, el que tiene
el ser.
Si se entendiera en una forma causativa se traduciría por "yo soy el que da el ser",
"el creador", "el que hace ser", "el que de la nada crea el ser".
Se ha traducido desde muy antiguo en futuro: "yo seré el que seré", para indicar que
Dios se define ante Moisés como el que en el futuro, más adelante, estará con su
pueblo y hará grandes prodigios por su pueblo.
"Yo soy el que quiero ser", "el que soy no lo doy a conocer", "el que tengo una
plena libertad'.', "el innombrable", "el que no quiere decir su nombre".
El significado más aceptado por todos los intérpretes es "yo soy el que estaré
contigo, el que estará a tu lado, el que me manifestaré en tu boca, el que obraré
vuestra salvación.
El liberador
Dios está y estará con su pueblo en cualquier condición en que se encuentre. Pero
esta con un sentido determinado, su "estar con" tiene una orientación: "está para"
liberarle.
Yahveh es único
Sólo Yahveh es su Dios; más aún, sólo Yahveh es Dios. Israel no tiene otro Dios
que Yahveh.
Dios santo
En su mismo ser Yahveh se define por la santidad: "yo soy santo" (Lv 11,45; 19,2)
Dios de la Alianza
Con el culto quiere Dios mantener la relación del hombre con él de manera
continua. Dios es tan necesario para el hombre, es alguien tan esencial que el
hombre tiene que darle un tiempo, un lugar, un espacio, una expresión en su vida.
Dios guerrero
Dios aparece como guerrero (Ex 15,3), aplasta a enemigos, derriba a contrarios.
Dios toma partido en las batallas (Ex 17,8-16), borra la memoria de otros pueblos,
se pone en guerra, entrega en las manos duras de Israel a reyes y pueblos (Dt 3,2).
El Dios de la nación
La "nación" representa una unidad territorial y una unidad política. Sobre esta
"nación" quiere reinar Yahveh. Dios promete, sin embargo, a Abram hacer de él una
nación grande.
Y comienza una unión, entre Dios y el rey, estable, permanente, constante. Dios
reina a través del rey, Dios gobierna por medio del rey.
La imagen de Dios recibe de esta forma un aspecto que no tenía anteriormente:
cuida, a través del rey, de la unidad de la nación; a través del rey asiste y cuida de su
pueblo.
Dios y el culto del Templo
Aparece la imagen de Dios como un Dios que castiga y que hace retornar a su
pueblo a los amores de la juventud. Dios conduce la historia, para bien del hombre,
aunque sea por caminos dolorosos.
En esta época aparecen unos rasgos en Dios que son íntimos, tiernos. Dios quiere
ser amado personalmente, porque él ama personalmente. Dios es comparado con el
pastor.
El Espíritu de Yahveh
LA RECONSTRUCCIÓN DE ISRAEL
Hay algunos aspectos, sin embargo, de la imagen de Dios en esta época que requieren la
atención:
Está presente, pero está ausente, está en silencio. Este es el Dios de Israel. No hay
otro. Por eso surgen las quejas: Dios mío, Dios mío porque me has abandonado…
La sabiduría está íntimamente unida a Dios, desde los mismos comienzos (Prov
8,22), es la que está al lado de Dios ayudándole a crear, creando con El.
Dios no quiere las angustias ni terrores. No hay que dar importancia a las cosas que
no la tienen. Se debe vivir en Dios, disfrutando de sus dones.
Dios es el que puede renovar todas las cosas. Dios es el que dará la verdadera
salvación, que no puede ser sino una nueva creación. Salvación y creación van
juntas. El hombre no puede crear, el hombre no puede salvar.
La muerte deja de ser la última realidad, porque no fue Dios quien hizo la muerte ni
se recrea en la destrucción de los vivientes. Hay una vida en Dios y con Dios
después de la muerte.
EL MISTERIO TRINITARIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
No hay sino un solo, Dios. Hay una gran tradición que ha visto en el Antiguo testamento la
manifestación de Dios Trino. Es cierto que vivimos en tiempos de exégesis histórico-
crítica; debemos tener la Precaución de no hacer una "inegesis", es decir leer lo que
deseamos.
Hay otra manera de ver la posibilidad de la Trinidad a partir del Antiguo Testamento:
Karl Rahner: Demostró con claridad que el Nuevo Testamento emplea casi siempre la
palabra "Dios" para referirse al "Padre de Jesucristo" y que con la palabra Dios" y con "el
Padre de Jesucristo" se hacía referencia al "Dios del Antiguo Testamento". Visto desde el
Nuevo Testamento Yahveh era el Padre de Jesucristo, y por eso la Primera Persona de la
Trinidad.
El camino de Jesús
El Dios anunciado
Cuando Jesús anuncia la venida del Reinado de Dios lo que quiere decir, realmente,
es que Dios con su forma de reinar se ha hecho presente. Ha venido
inesperadamente, libremente; ha venido con su fuerza, su poder, su santidad. Pero
esta presencia se va descubriendo cada vez con más intensidad. En primer lugar se
hace presente para los más necesitados.
Dios en Jesús
la teología del pasado y actual va dando cuenta de que la imagen del Padre se
muestra con mayor claridad en su muerte y resurrección.
La entrega a la muerte del Hijo por todos los hombres ha sido vista como el amor
infinito del Padre. Aunque "un tal amor fuera doloroso: el más grande sufrimiento
del Padre era enviar a su Hijo a la pasión y a la muerte.
Dios manifiesta su paternidad en la entrega del Hijo por la salvación de todos los
hombres. En esta acción enseña su rostro. Manifiesta toda la profundidad de su
amor paterno, toda su libertad y respeto por el hombre.
Pero todavía manifiesta más su ser con la resurrección y glorificación del Hijo.
Caminos de la analogía
Jesús no manifestó su divinidad diciendo por ejemplo: "Yo soy Dios" o "yo soy el Hijo de
Dios". Fue revelando su misterio de manera que los discípulos pudieran comprenderlo.
Debemos seguir algunas, para darnos cuenta del misterio que ocultaba y revelaba Jesús
Es, ciertamente, uno de los datos históricos más claros. Jesús comienza su vida
apostólica con el anuncio de la venida de Reino de Dios.
La autoridad de Jesús
Algo especial ocurría en la vida de Jesús que hasta la gente lo notaba. Hablaba
como quién tiene autoridad.
El "Yo os digo" que pronuncia Jesús (Mt 5,22.28. 34.) indicaba que él se creía con
autoridad para cambiar la ley de Moisés.
Es una autoridad que le viene directamente de Dios. ¿La autoridad de Jesús no
nacerá de esa conciencia de sentirse realmente Hijo de Dios?
La libertad de Jesús
La invitación al seguimiento
En las parábolas se habla de Dios muy de cerca, con intimidad, con naturalidad.
Pero en ellas también está incluido el que la narra, Jesús
La muerte en la cruz
Jesús, habiendo sido resucitado por Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo y
ha sido constituido Señor y Cristo.
En este sentido se puede hablar de que Jesucristo recibe en la resurrección la plena
filiación escatológica y mesiánica que le correspondía.
Esto mismo indica que, ya desde los primeros años del cristianismo, Jesucristo era
confesado y alabado como Hijo de Dios preexistente y encarnado. El ejemplo más
antiguo y más claro lo tenemos en Gal 4,4. Aquí se manifiesta que Dios, Señor de
los tiempos, ha decidido realizar un nuevo comienzo. Para ello envía a su Hijo.
El Hijo de Dios no empieza a existir con el envío, sino que tenía una existencia real
como Hijo de Dios. Sin embargo, este Hijo nace de mujer bajo la ley.
Todos los Evangelios aplican a Jesús el título de Hijo de Dios, para significar la
divinidad de Jesús, que se trasparentaba en su nacimiento, en sus hechos y palabras.
Esta denominación de Jesús como Hijo de Dios tiene su origen en la experiencia
filial de Jesús, su oración a Dios como Padre; también está determinada por la
experiencia de la resurrección.
Dios-Hijo y la analogía del ser
En las relaciones que existen entre Jesús y Dios se dan ciertas características que se dan
también en las relaciones entre padres e hijos humanos, y que hacen posible, por lo
mismo, llamar a Jesús Hijo y a Dios Padre
4. Todos los padres humanos intentan comunicar a sus hijos su propia experiencia
y su herencia. Así ocurre en Dios, sin limitaciones y de manera eminente. El
Hijo recibe del Padre el conocer, la sabiduría: es la Sabiduría del Padre.
5. Pertenece a los padres y a los hijos el darse más allá de ellos, el abrirse a la
comunidad, para no permanecer cerrados en su propio círculo. También
pertenece al Padre y al Hijo divinos el darse en el Espíritu Santo, el comunicar
su amor espirando la Tercera Persona, el Espíritu Santo.
6. La relación entre padres e hijo entre los hombres se puede expresar también
mediante el concepto de palabra. El hijo es como una palabra de los padres, en
la que se dicen ambos. De esta manera el Hijo de Dios aparece como la Palabra
del Padre, como la plenitud de sentido, la palabra que manifiesta el ser del
Padre.
Dios-Hijo y la analogía de la fe
Dios enriquece así un concepto humano y le hace servir de puente para expresar su propia
realidad divina.
1. El conocimiento de que Jesús es Hijo del Padre pertenece a la fe, se obtiene por un
acto de fe (Jn 3,18,20,31), se alcanza por revelación (Mt 16,16) y por la predicación
2. El Hijo, según el Nuevo Testamento, no sólo vive del Padre, sino para el Padre. El
Padre tiene en el Hijo su complacencia; pero es glorificado por y en el Hijo.
5. El Hijo de Dios es el enviado para luchar contra las fuerzas del mal y el maligno
(Me 3,11; Mt 8,29).
6. Ser Hijo en el Nuevo Testamento significa asumir la voluntad del Padre, ser
entregado por los hombres.
7. Ser Hijo significa en el Nuevo Testamento ser resucitado. La entrega del Hijo es lo
que le constituye, le manifiesta en su profunda verdad de Hijo
8. Ser Hijo significa tener el poder para hacer hijos del Padre (Jn 1,12). Por medio del
Hijo los hombres son hechos, y no sólo llamados, hijos de Dios (1 Jn 3,1). Los
fieles han sido asumidos en la filiación del Hijo; comparte con ellos su filiación Qn
20,17).