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LIBRO I
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LIBRO II
LIBRO III
LIBRO IV
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(VER INDICE DE CONTENIDO AL FINAL)
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LIBRO I
¿Cómo podría, madre Universidad, la más brillante de las que son y de las que fueron,
librarme de la acusación de ingratitud, si yo, alimentado y educado en tus aulas y equipado
durante cuarenta años en tus artes y en tus enseñanzas, no te ofrezco una recompensa por
tus alimentos? Pero, ¿qué premio puedo pagar a tan gran madre nutricia? Sin duda pequeño,
si es que quiero ofrecer un don digno de tan gran majestad. De todas formas, ofrezco de
buen grado lo que puedo. Lo que sí es cierto -y en esto no me engaño- es que ofrezco algo,
más importante y más necesario que lo cual ningún otro ofreció nunca. Efectivamente,
siempre me he quejado y afirmado no sin lágrimas que, si bien tú siempre has tenido
brillantes maestros en las demás disciplinas, la Gramática sin embargo, que es la base de
todas las demás, yacía tan postrada, que daba la impresión de que no podía ser curada por
ninguna medicina. Y, aunque la peste de esta barbarie se había adueñado de casi todo el
mundo, tú sola, sin embargo, te quemas con esta desgracia e, inocente, eres de ella acusada
entre los extranjeros. ¡Como si se pudiera encontrar una Universidad en la que se enseñe la
verdadera y puramente latina Gramática! Y es que, ¿qué preceptor de Gramática hay que no
alabe, venere y bese a Lorenzo Valla y a sus seguidores? De aquí se puede deducir cómo
serán los ríos que manan de una fuente tan cenagosa y turbia. Podrás, madre, poner
remedio, no fácilmente, a este gran mal, si, expulsado Lorenzo de las cátedras de prima,
permites que en lugar de él se explique a los niños la Minerva que se te ofrece. Ella ofrece
la norma de la auténtica latinidad: bajo su guía, el estudiante podrá recorrer con seguridad
los verdes prados de los poetas y oradores; aquí podrá pescar los auténticos principios de la
Dialéctica, que también está tocada. Ahora, pues, lo que más te interesa, madre, -puesto que
eres llamada la primera entre todas- es que salgan al aire, siendo tú la primera en afirmarlos
y en garantizar su veracidad, los fundamentos de toda lengua. No ofrezco nada nuevo; no
hagáis caso de lo que dicen por ahí. Me limito a resucitar y a reponer la antigüedad que
estaba postrada por culpa de la maldad de los bárbaros -me refiero a los Mamotretos,
Catolicones y Pastranas-. Éstos, en efecto, al plantear dura batalla contra Cicerón y demás
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latinos, arruinaron a lo largo y a lo ancho las buenas letras. Estaban, pues, postradas las
buenas letras, cuando hace ahora cien años nuestro Antonio de Nebrija intentó castigar a
estos rebeldes. Pero el mal había echado raíces tan profundas que, aun destruidos
innumerables monstruos, quedaban todavía muchos por destruir. Y si él volviera otra o
muchas veces, no dudo de que lo hubiese reompuesto todo con facilidad: tal era su talento.
Y es que todo arte, como dice brillantemente Santo Tomás, debe cambiar, siempre que el
entendimiento encuentra algo mejor. Así pues, lo que él no pudo terminar, quizás me lo
dejó a mí para que lo acabara. ¿Me preguntas cómo puede ser eso? Pues porque mientras él,
en mi pueblo de Brozas, donde terminaba el Diccionario y la Gramática, yacía con fiebre en
casa de su hijo Marcelo, caballero de la Orden de Alcántara, se quejaba, suspirando
constantemente, como le oí decir muchas veces a mi padre, de que dejaba la Gramática y el
diccionario sin acabar. Y, ¿qué me dirías si sabes que cantaba aquel mal presagio
virgiliano: "Quizás algún día salga de mis cenizas algún vengador que persiga con fuego e
hierro a los ignorantes Perotos".
Yo ciertamente, como si aquél, por así decir, me hubiese dado este encargo, y también
para darte de algún modo las gracias a ti, veneranda madre, puse todas mis fuerzas en esto:
en extender para los que aprenden la gramática un camino, breve, llano y fiel. He añadido a
esta obra mi método, extendido y probado ya hace algunos años. Y es que el objetivo total
de la Minerva es éste: mostrar que las reglas gramaticales son racionales y fáciles. No
intento ni deseo aplacar la envidia, a la que siempre he procurado despreciar más que
apreciar. Es más, a esa envidia ahora le declaro y le hago la guerra. En contra de su
voluntad y con sus protestas, el lector atento y diligente podrá aprender aquí por encima de
los tres mil errores tanto de los gramáticos antiguos como de los recientes. Aquí saldrán a la
luz muchas cosas que estaban engañosamente enseñadas; serán corregidos muchos errores;
serán aducidas muchas cosas necesarias; y finalmente serán repuestas en su lugar muchas
cosas que estaban deslizadas y apartadas de su sitio. Adiós.
CAPÍTULO PRIMERO
Cuenta Homero, el príncipe de los poetas, que Minerva se apareció a Diomedes entre las
filas de los guerreros y le quitó la niebla de los ojos, para que pudiera distinguir en la
batalla a los dioses de los hombres. Platón, en el libro segundo de su Alcibiades, interpreta
a esta Minerva como la razón misma, la cual, quitada la niebla que cada uno tenemos,
limpia de heces nuestra mente, para que podamos contemplar desde más cerca el mal y el
bien. Es más, el mismo Platón, en el Cratilo, cuando investiga la etimología de Palas,
piensa que se llama así a partir de πάλλειν y πάλλεσθαι, es decir, de "agitación' y "salto", ya
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que ella se levanta a sí misma y a las demás cosas de la tierra a lo alto. El mismo Platón en
el mismo lugar declara que Atenea, a la que nosotros llamamos Minerva, es la mente y la
agitación.
¿Por qué llamé Minerva o Causas de la lengua latina a este producto de mis insomnios?
Porque pretendo descubrir la causa y el verdadero principio de cada cuestión,
desaprobando, con Cicerón, el dicho pitagórico: "Lo dijo el maestro". Por otro lado, sobre
las causas de la lengua latina ya escribió César Escalígero; y como le sigo en mucho, si bien
a veces disiento de él, pensé que no debía rechazar el título que él ya utilizó. Y Agustín
Saturnio llamó Mercurio a sus agudas observaciones gramaticales; y como coincido en
menos con él, le pongo al lado un fiel consejero, Minerva.
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CAPÍTULO SEGUNDO
La gramática no se divide en histórica y metódica
ni en Ortografía, Prosodia, Etimología, Sintaxis.
Partes de la oración, de las que se excluyen el pronombre y la
interjección.
Puesto que el tema de que tratamos ha de ser demostrado primero con la razón, después
con testimonios y con el uso, nadie se debe extrañar, si no sigo a los hombres ilustres. Y es
que, por muchas autoridades en que se apoye el gramático, si no demuestra lo que dice con
la razón y con ejemplos, no será digno de crédito en nada, y menos en gramática. Los
gramáticos, en efecto, como dice Séneca, son los guardas de la lengua latina, no sus
creadores. Ni la autoridad siquiera de seiscientos gramáticos me convencerá de que frases
como uapulo a praeceptore, exsulo a praetore y ego amo Deum y otras similares son de
uso latino. De ahí que sea una gran verdad aquello que transmite Paulo: "Regla es aquello
que refleja brevemente la realidad, y no de manera que el derecho sea el reflejo de una
regla, sino las reglas el reflejo del derecho. Por ello se debe rechazar la costumbre que
tenga como eco una ley, ya que eso es más bien una corruptela, como mantienen
constantemente los juristas". Y no se debe, en efecto, admitir lo que acepta la barbarie,
sino, mejor, aceptar lo que ella rechaza. Por todo lo cual, que ya nadie me aduzca la turba
de gramáticos que dicen otra cosa, ya que en tanto han de ser creídos, en cuanto lo
demuestran con la razón. Cicerón, criticado en cierta ocasión por Ático en una cuestión de
corrección gramatical, se defiende primero con la razón, y después con el testimonio de los
antiguos. No debe, pues, extrañar, si no sigo a Quintiliano, quien divide la gramática en
histórica y metódica, división que después mantuvieron obstinadamente los gramáticos. Y
el filósofo debe oponer la razón a las opiniones humanas. Yo creo que Quintiliano llamó
histórica a la parte que registra los usos de todo tipo de autores; esa parte no puede ser
perfecta, si no hay en ella algo de música, y algo de astrología, y de filosofia y de
elocuencia. Quintiliano, pues, pone a todas las ciencias al servicio de esta gramática suya.
¿Dónde está esa gramática? ¿Quién la ha escrito? ¿Dónde buscaremos esta reina de las
artes? Quintiliano se deja llevar por un error del vulgo. Decía la gente, en efecto, en otro
tiempo que eran los gramáticos los que enseñaban a los niños los primeros rudimentos y les
explicaban los poetas, en cuya función, además de conocimientos gramaticales,
proporcionaban conocimientos de otras artes variadas. Y sin embargo, la gente no entendía
que ese maestro fuera perito en música, astrología, y filosoifa. Para mí, el perfecto y
completo gramático es aquel que en las obras de Cicerón y Virgilio conoce qué palabra es
nombre, cuál verbo, y todo lo demás que atañe sólo a la gramática, aunque no entienda lo
que 1ee. Y es que la lectura de oradores y poetas es una técnica que comprende varias artes,
de manera que, si un maestro las domina, ya no ha de ser llamado gramático, sino, si
explica la astrología, astrólogo; si la historia, historiador; si los preceptos de la elocuencia,
rétor. Por ejemplo: "Todo triángulo tiene tres ángulos que suman dos rectos". En esta frase,
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el gramático explicará la gramática; su contenido, lo hará el matemático. Dime un
gramático que se desenvuelva bien de la siguiente frase de David: Rex uirtutum dilecti,
dilecti et speciei domus diuidere spolia. Si dormiatis inter medios cleros pennae columbae
deargentatae et posteriora dorsi eius in pallore auri. Pero, ¿por qué me esfuerzo en vano
en refutar la opinión de Quintiliano, si él mismo se clava su propia espada? Se queja, en
efecto, al comienzo del libro segundo, de que los gramáticos han invadido terreno ajeno.
Después sigue: "Demos a cada profesión sus límites. Y de la gramática (a la que, al traducir
al latín, llamaron literatura) conoce los límites, sobre todo los límites por los que se
extiende desde esa pobre denominación en la que ellos la encerraron". Yo apruebo esta
opinión de Quintiliano y sostengo, con otros hombres sabios, esto: que las artes deben
utilizarse unidas, pero deben enseñarse separadas.
Por nuestra parte, dejando a un lado la división de la gramática (ya que no he encontrado
ninguna suficientemente aceptable) empezamos así: la gramática es el arte de hablar
correctamente. Cuando digo arte, entiendo disciplina; y es que disciplina es la ciencia que
adquiere el que aprende. Añado después: su objetivo es la oración lógicamente construida.
Esta oración consta de palabras o dicciones; las palabras a su vez de sílabas; las silabas de
letras; y, puesto que ya no avanzamos más en la división, llamamos letra al conjunto de un
sonido individual. Dividimos, pues, la oración en palabras o dicciones, y a éstas las
llamamos partes de la oración. En la clasificación de estas últimas hay tanta veleidad en los
gramáticos, que nada seguro nos pudieron dejar. Varrón habla de dos; después, de acuerdo
con la opinión de Dión, habla de tres: una que tiene casos, otra que tiene tiempo y una
tercera que no tiene ni casos ni tiempos. "De éstas", dice, "Aristóteles afirma que dos son
partes de la oración: los nombres y los verbos, como homo, y equus, legit y currit". Y en el
mismo libro: "En cuanto a cada una de las partes de la oración, después hablaré de ellas; de
cualesquiera, puesto que las clasificaciones son muchas. Ahora propondré una
clasificación. La oración, como la naturaleza, ha de dividirse en cuatro partes: una que tiene
casos, otra que tiene tiempos, una tercera que no tiene ni casos ni tiempos, y una cuarta que
tiene ambos". Pero el propio Varrón divide después a la primera en provocablo, como quis,
vocablo, como scutum, nombre, como Romulus, y pronombre, como hic. Y añade
inmediatamente: "Los dos del medio se llaman nombres, los de los extremos, artículos".
Hasta aquí Varrón. Quintiliano dice que Aristarco, a quien sigue con frecuencia Varrón,
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estableció ocho partes; pero el propio Quintiliano demuestra que llegó hasta once, que son:
nombre, apelación, artículo, pronombre, verbo, participio, adverbio, conjunción,
preposición, aseveración, atracción. Servio también establece once.
Dios creó al hombre dotado de razón, al que, puesto que quiso que fuera sociable, le
concedió el don de la palabra. Y para que pusiera en práctica ese don, le proporcionó tres
artesanos: el primero es la gramática, que echa de la frase los solecismos y barbarismos; el
segundo es la dialéctica, que busca la verdad de la palabra; y el tercero es la retórica, que
busca la belleza de la misma. Pues bien, puesto que el objetivo del gramático es la oración,
veamos de qué consta la oración, de manera que no haya entre ello nada que no pueda estar
en la oración. Son tres las cosas: nombre, verbo y partícula. Entre los hebreos son tres las
partes de la oración: nombre, verbo y dicción con significado. Los árabes también
establecen sólo estas tres partes: pheal, verbo; ismi, nombre; y herph, dicción. Todas las
lenguas orientales tienen estas tres partes de la oración. Rabino, ese sabio que discute
contra Cosdra, rey de los persas, sostiene que todas las lenguas tienen su origen en la
hebrea, y que la griega y la latina sólo tuvieron en otro tiempo tres partes de la oración. Lo
mismo piensa Plutarco en las Cuestiones de Platón; y san Agustín, en las Categorías,
establece tres partes de la oración de acuerdo con la opinión de Aristóteles. Yo apruebo,
como cierta, la opinión de éstos, pero, en aras de la claridad, sigo los mismos argumentos
que Platón. Este dice: "Todo lo que se enuncia, o es permanente, como árbol y duro, o es
fluyente, como corre y duerme. Llamamos cosas permanentes o constantes a aquellas cuya
naturaleza dura largo tiempo; a la marca de estas cosas se la llamó nombre. Llamamos
fluyentes a aquellas cosas que duran sólo mientras ocurren. La marca de éstas es el verbo.
A su vez los verbos y nombres necesitan estar teñidos de modo, por medio del cual se
explica la razón de las cosas. En los nombres, la marca de modo se llama preposición,
como uersatur in tenebris propter ignorantiam. En los verbos es el adverbio;
efectivamente, si le añades una cualidad, dirás bene curris; si tiempo, hodie legam.
Finalmente, las oraciones, para unirse entre sí, necesitan ligaduras. Por ello se inventó la
conjunción". Hasta aquí Platón. El participio, por su parte, es un nombre, pero tiene del
verbo la marca de tiempo y el tipo de construcción. Diógenes Laercio, en la Vida de Zenón,
enumera estas cinco partes: Nombre, apelación, verbo, conjunción y artículo. Nombre,
como "Sócrates", apelación, como "cónsul". Por otro lado, de la misma forma que todas las
cosas constan de materia y forma, así también la oración; efectivamente, como dice Fabio,
en los verbos está la fuerza de la forma, y en los nombres la de la materia, ya que en uno se
dice lo que hablamos y en otro de lo que hablamos.
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Que la interjección no es una parte de la oración lo demuestro así: lo que es natural es
igual en todos los hombres; es así que el gemido y las manifestaciones de alegría son
iguales en todos los hombres; luego son naturales. Y si son naturales, no son partes de la
oración, ya que las partes de la oración, según Aristóteles, son producto de una convención
y no de una causa natural. Los griegos incluyen la interjección entre los adverbios; pero se
equivocan, ya que las interjecciones no son palabras latinas ni griegas, aunque se escriban
con letras latinas o griegas, sino que son manifestaciones de tristeza o de alegría, como lo
son en las aves o en los cuadrúpedos, en los cuales no aceptamos que haya voz ni discurso.
Mira el refrán 'Ne my quidem" y "Ne gry quidem". Valía, en el capítulo 11 del libro 2, no
considera parte de la oración a la interjección. Así pues, no acepto que la interjección sea
parte de la oración. Tan lejos estoy de considerarla, como César Escalígero, la primera y
principal parte de la oración.
Tampoco incluimos entre las partes de la oración a los pronombres, y por razones claras.
La primera: si el pronombre fuera distinto del nombre, se podría definir su naturaleza; es así
que no hay ninguna definición verdadera del pronombre, ni se puede encontrar una
definición verdadera y propia; luego no existe el pronombre como parte de la oración. Y
¿qué decir del hecho de que la definición de nombre no excluye el pronombre?
Efectivamente, cuando se dice que un nombre se declina y no tiene significado temporal,
¿por qué no se pone como ejemplo ego y tu? Hay que añadir que Aristóteles, al hablar de la
oración, sólo cita el nombre y el verbo; luego, de acuerdo con su opinión, ego disputo no
sería una oración. Y es que, como dice San Agustín, solemos utilizar el nombre por el
pronombre. Y así lo entienden los Aristotélicos, cuando confiesan que en el término
"nombre" están incluidos también los pronombres. Por otro lado, cuando se les enseñan a
los niños los preceptos sobre la concordancia entre los nombres, no necesitamos una nueva
doctrina para explicar la concordancia de los pronombres; efectivamente, de la misma
forma que decimos liber bonus et doctus, decimos liber meus, tuus, suus. Además, ¿cómo
van a poder ponerse los pronombres en lugar del nombre, si con ellos nos referimos a cosas
que no tienen nombre o a cosas cuyos nombres ignoramos? Es más, todas las cosas, antes
de tener nombre, se llamaban hoc o illud. De ahí que el propio cielo, según el testimonio de
Platón, fuera llamado hoc por los antiguos, ya que no sabían si era un dios o una cosa
creada. Así pues, los pronombres son más antiguos que los nombres. ¿Por qué llamarlos
entonces pronombres? Es más, ¿qué decir del hecho de que las sustancias individuales, por
hablar en términos de física, se explican mejor y más claramente a través de pronombres
que a través de nombres propios? Efectivamente, cuando digo ego, no se puede entender
otra persona que yo, pero, cuando digo "Francisco", puede entenderse otra persona; de ahí
que más bien es “Francisco” lo que se pone por ego y no al revés. Mucho mayor error es
considerar que los pronombres pueden estar en lugar de nombres propios, ya que, si así
fuera, palabras como magister, rex, dux, gubernatoi; serian pronombres, ya que se ponen en
lugar de Pompeyo y Cicerón; y "poeta" por Virgilio, y "orador" por Cicerón; y así
seiscientos; igualmente, los adjetivos derivados de pronombres, como milites caesariani o
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pompeiani, serían pronombres, ya que se entiende milites Caesaris y Pompei; y en Virgilio
encontramos Euandrius ensis, en lugar de Euandri. Se equivocaron también aquellos que
definieron al pronombre como sustituto del nombre, porque en frases como Annibal peto
pacem, hospita Phyllis queror falta el pronombre ego, pero no como sustituto sino como
protagonista. Igualmente, en la frase de Livio Audi tu populus Albanus, el tu es más
específico y más importante que populus Albanus. Otros, para escapar de este argumento,
dicen que los pronombres aluden a una persona concreta, por lo que está claro que no son
nombres. Todo lo contrario; con mucha mayor razón son nombres, ya que significan mejor
y con más propiedad las cosas. Y es que ésos desconocían qué es "persona"; yo lo aclararé
más adelante. "El nombre", dice Donato, "es una parte de la oración declinable, que
significa un cuerpo o cosa". Esta definición incluye a todos los pronombres. Y el mismo
Donato dice de nuevo: "Pronombre es la parte de la oración que, puesta en lugar del
nombre, significa casi lo mismo que él y alude a veces a una persona". Pero esta definición
es ridícula y tiene muchos errores. El gramático Probo enumera veintiún pronombres.
Prisciano y otros, quince. Donato se pregunta qué diferencia hay entre el pronombre y el
artículo. Varrón, en su De lingua latina, habla dos veces del pronombre, aunque a hic,
haec, hoc lo llama unas veces nombre y otras artículo. Quintiliano llama pronombre a las
formas quantus y qualis. Dejen, pues, de extrañarse los que se extrañan de que yo no esté
de acuerdo con esta doctrina, cuando la propia doctrina no está de acuerdo consigo misma.
Y por decir de una vez lo que siento: Ego, tu, sui mejor serían llamados "protonombres" o
"nombres primeros", ya que son los guias de los otros nombres y tienen su propio régimen
-no se declinan con la norma de otros-, lo cual es propio de reyes; a no ser se quieran
aceptar los comentarios de los gramáticos, los cuales, con el permiso de las musas, se
tragan las declinaciones de los pronombres. Y es que todos los demás nombres siguen la
pauta de los pronombres y, sin ellos, los demás quedan mudos y mancos.
Antes de pasar a la explicación de cada una de las partes de la oración, hay que hablar
brevemente de algunos accidentes que hay en todas las palabras, a saber: el acento, la figura
y la especie.
Los acentos o tonos, a los que los griegos llamaron tonos o prosodias, fueron tres entre
los antiguos, según atestigua Cicerón con estas palabras: "La naturaleza de la voz es en
cierta forma admirable, cuya variedad, que consta de tres sonidos, el flexionado, el agudo y
el grave, es mucha y dulce en los cantos". Quintiliano dice que es difícil aceptar esta
observación sobre los acentos. Y Sergio, antiguo gramático comentarista de Donato,
defiende que el acento grave no está en uso. Yo también creo que el flexionado se perdió y
que sólo quedó el agudo o casi agudo. Del mismo libro de Cicerón se puede sacar por qué
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quedó el agudo y no los otros. "La naturaleza", dice, "para poner por así decir música al
discurso humano, puso en todas las palabras un sonido agudo, no más de uno, ni más lejos
de la tercera silaba a partir de la última, ya que esto es lo que pide la naturaleza de acuerdo
con el placer de los oídos". Mira lo que dice Quintiliano en el capítulo 5 del libro 1 y
Erasmo en el libro sobre la pronunciación, aunque yo no estoy en todo de acuerdo con
ellos.
El término figura viene defingere; y fingere es expresar una cosa lo más fielmente
posible mediante la imitación. Así hablamos de "figuras" en los cuadros y en las estatuas.
De ahí que en lengua se llame similitudo, cuando de dos o más palabras hacemos una. Yo
no encuentro que haya "figura" en una palabra simple. Por ello, en esta parte, a mi no me
agrada mucho hablar de "figura", ya que, antes de que se inventara la composición, está
claro que las palabras simples no tenían ninguna figura; lo que pasa quizás es que por
relación, como dicen los dialécticos, podremos con razón llamar figura simple a todo
aquello que no es figura compuesta. "Las palabras simples", dice Fabio, "constan de su
primera forma, es decir de su naturaleza primera; las compuestas, lo son o bien de
preposiciones, como innocens -a veces de dos preposiciones contrarias entre sí, como
imperterritus, y a veces de dos puestas una detrás de otra, como en incompositus,
reconditus o el ciceroniano subabsurdum-, o bien de dos cuerpos que, por así decir, se unen
entre sí, como maleficus. Yo no aceptaría en nuestra lengua palabras compuestas de tres
elementos, aunque de capsis diga Cicerón que está compuesto de cape si uis, y hay quienes
en Lupercalia pretendan ver también tres elementos, algo así como luere per caprum. En
cuanto a solitaurilia, está claro que consta de sue, oue y tauro, y así es, en efecto, el
sacrificio, como se ve en Homero; pero esta palabra consta no tanto de tres partes de la
oración como de partículas de tres partes. Por lo demás, la construcción de Pacuvio de
preposición más dos palabras, Nerei repandirostrum incuruiceruicum pecus, parece dura.
Sí hay palabras compuestas de dos palabras latinas enteras, como superfui, subterfugi,
aunque se cuestiona si hay palabras compuestas de palabras enteras; o de una entera y otra
alterada, como maleuolus; o de una alterada y otra entera, como noctiuagus; o de dos
alteradas, como pedisequus; o de una palabra latina y otra extranjera, como biclinium; o al
revés, como epithogium y Anticato; o de dos extranjeras, como epirhedium, ya que, si bien
la preposición epi es griega y rheda es una palabra gala, ni los griegos ni los galos utilizan
el compuesto, sino que fueron los romanos los que hicieron esta palabra suya de dos
extranjeras. Con frecuencia este tipo de composición altera las preposiciones; de ahí
abstulit, aufugit, amisit, cuando la preposición es en los tres casos ab, y coit, cuando la
preposición es con. Así también ignaui y erecti ". Hasta aquí lo que dice Fabio. Hay que
añadir esto: cuando hay nominativo, se flexiona; las formas oblicuas no se flexionan, como
en omnipotens; y no es una excepción, como piensa Prisciano, la palabra alteruter, ya que
alter procede de alterus, y la foma antigua de alterutrius es alteriutrius.
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Especie deriva del antiguo verbo specio; se llama también "forma" y "figura". De ahí
que los gramáticos utilicen a veces estos nombres confusamente. Llamemos, pues, especie
a lo que llaman especie los lógicos: las partes derivadas y sometidas al género. Así en
lengua, son especies las formas derivadas de otra, como legens, lectio y lector derivados de
lego. A este tipo de flexión o derivación Varrón la llamó más de una vez declinación, dando
a este término una extensión mucho mayor que la que le da el resto de los gramáticos. Las
palabras de Varrón son: "Los tipos de declinación son cuatro: uno para crear nombres: de
equus, equile; otro, para crear casos: de equus, equum; otro, para exagerar: de albus,
albius; el cuarto para disminuir: de cista, cistella". Hasta aquí Varrón. Podríamos aquí
considerar como especies de palabras las formas cursito, sorbillo, calesco, de las cuales
pienso que no pertenecen a la gramática, ya que su diferencia está sólo en el significado.
Tras enumerar los accidentes que hay en las palabras, expliquemos ahora cómo se
clasifican éstas. Casi todos los gramáticos hacen una clasificación basada en la declinación,
de manera que dicen que hay unas que se declinan y otras que no. Pero la declinación es
algo posterior al número, caso, tiempo y género. Efectivamente, de cualquier nombre
preguntamos primero su formación, su composición, su número y su género y, después, su
declinación. Es más, hablando con propiedad, en el nominativo no hay todavía declinación;
sólo la hay en los casos oblicuos. Y aún más: también los adverbios pueden flexionarse y
declinarse, según dice Varrón, como cras, crastinus. Por contra, el número está por encima
de todas estas otras categorías, ya que todas las demás las explicamos numéricamente:
decimos "primera persona", "primer caso", "primera declinación ","pñmera conjugación"
etc. Pues bien, el número es una categoría de tres partes: del nombre, del verbo y del
participio.
El número es o singular o plural; y no hacen falta más números; no hay, en efecto, un
tercero entre el singular y el plural, ya que uno y otro constan de la unidad y de la unidad
repetida; y no es racional que haya algunos griegos, como los jónicos, que aceptaran el
número dual, número que no aceptaron los eolios, a los cuales siguieron los latinos en
muchas cosas. Y a los latinos que pretendían que había un dual los critica suficientemente
Quintiliano: "No negaré que en latín hay dos duales: ambo y duo; pero ambos son griegos y
aceptan además una concordancia con plural, como en ambo currunt". Pero pasemos ya a
cada una de las partes de la oración.
“Todos parecen aceptar que nomen procede del griego ónoma. Yo, sin embargo, creo
que de nosco, noui, notum, procede nouimen y nomen, como de moueo, moui, motum,
proceden mouimen y momen. Efectivamente, el nombre es una especie de imagen a través
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de la cual se conocen las cosas”. Estas son palabras de Escalígero. Realmente, la definición
de nombre es: "Palabra que tiene número casual con género". Esta definición es auténtica y
perfecta: efectivamente, la palabra o dicción o parte de la oración es el género; el caso es
una diferencia de especie.
El autor del Peri hermeneias, que erróneamente corre bajo el nombre de Aristóteles,
define el nombre como la palabra sin tiempo que tiene un significado por convención,
cuyas partes, por separado, no significan nada. Se discute mucho si las palabras toman su
significado de la naturaleza o lo toman por casualidad; se trata de una cuestión ffsica, no
gramatical. De ello dije algo en el capítulo 1. Por lo demás, esta seudoaristotélica definición
o, mejor, descripción comprende también la conjunción, por pasar por alto el hecho de que
es una pésima definición aquella que tiene una negación. Y no era necesario añadir el "sin
tiempo", para diferenciarla del participio, ya que el participio es realmente un nombre,
aunque tiene también algo del verbo, como rex Philippus est etiam dux et comes. Pero de
ello trataré más ampliamente cuando hable de los participios. Otros han dicho: "Nombre es
aquello que por sí sólo o acompañado significa un cuerno o una cosa". Como si un cuerno
no fuera una cosa y como si esta definición no conviniera también a los pronombres. Pero
basta ya de estas bagatelas. Nunca, en efecto, acabaría si quisiera refutarlas una por una.
La primera variación del nombre, desde el punto de vista de la especie, es, según
Escalígero, el caso, de cuya naturaleza, orden y denominación hablaré más adelante. La
primera cuestión es por qué el nominativo se llama caso, cuando caso deriva de cadere,
porque "caen" (cadunt) del nominativo. Esto lo discute profundamente Escalígero y, al
final, concluye esto: los oblicuos se llaman casos porque "caen" (cadunt) del nominativo; y
el nominativo, por extensión, se llama también caso. A continuación argumenta Escalígero
que los nombres comúnmente aceptados para los casos, como "nominativo", "genitivo" etc.,
no son correctos, y propone las denominaciones de "primero", "segundo", "tercero", hasta
"sexto". Yo, de la misma forma que no puedo estar en contra de Escalígero, así tampoco me
atrevo a rechazar las denominaciones de los antiguos. Veo que Varrón, en escrito a
Cicerón, utiliza ya estos nombres que ahora utilizamos. Es más, en el libro 1 del De
analogía, trata de dar una explicación de los casos con estas palabras: "Los casos se han
formado para que quienes hablan de otros, puedan distinguir, según llamen, den, o acusen.
Y así otros matices que nos empujaron a nosotros y a los griegos a establecer la
declinación". El mismo Varrón defiende en el mismo libro y en el segundo que el vocativo
no es caso recto, aunque sea semejante al recto. Donato llama rectos al nominativo y al
vocativo; se equivoca. Prisciano explica con amplitud el orden de los casos y da las razones
de sus denominaciones y al mismo tiempo refuta a aquellos que inventaron un séptimo
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caso, entre los que se encuentra Quintiliano. En todo nombre la naturaleza estableció seis
matices: en primer lugar, la propia denominación, forma que con razón se llama caso recto,
ya que verdaderamente es el nombre; los demás, como piensa Aristóteles, no son nombre,
sino casos del nombre. El segundo matiz es quién lo genera o posee. El tercero es a qué fin
o acción está destinado. El cuarto es hacia qué fin tiende la acción. El quinto es el matiz de
la llamada. Y por último, el modo, dentro del cual incluimos también las causas y el
instrumento. Este es el caso sexto que, muy erróneamente, es llamado ablativo, cuando con
él se marca la comparación como en doctior Cicerone, el modo, como en lento gradu, la
causa eficiente, como en amore patris, la materia, como en lapide quadrato, y el
instrumento, como en lapide ictus. Y si Quintiliano se hubiera dado cuenta de que el caso
sexto depende totalmente de la preposición - ello lo demostraré en la sintaxis - y de que
cambia su significado en función de la preposición, nunca hubiese dudado si había entre los
latinos un séptimo caso. Y puesto que esta clasificación de los casos es natural, es necesario
que todas las lenguas tengan todos estos casos. Por ello, sostengo, en contra de toda la
caterva de gramáticos, que los griegos tienen el caso sexto. En primer lugar porque en toda
lengua el dativo sólo significa "adquisición" y, consiguientemente, las nociones de precio,
materia, lugar y otras muchas no pueden expresarse a través del dativo. En segundo lugar,
porque, si los griegos no tienen el caso sexto, ¿de dónde sacan los latinos las formas
Penelope, Parasceue, Grammatice, que están en el caso sexto? Así Juvenal: Penelope
melius, melius torquetis Arachne. ¿Se ha ideado algo más absurdo que el buscar
preposiciones griegas que rijan dativo? El mejor testimonio de lo que estoy diciendo es
éste: en Cicerón hay muchos giros en los que junto a nombres griegos se encuentran
adjetivos latinos en el sexto caso e incluso las preposiciones latinas que rigen el sexto caso.
En carta a Ático: Qua τοπωθεία quasque historias de ἀμαλθεία habes. En el libro 4 de las
mismas cartas: in πολιτεία; en el libro 10: ἀζηλοτυπεία mea; en el libro 16: Nunquam in
maiore ἀπορία fui; en el mismo libro: prudentia cum εὐμενεία; en el mismo: ἐν πολιτικῶ
genere; en el libro 3 de las cartas a su hermano Quinto: ἀποδικτέριω nihil alsius; en el libro
16 de las cartas a Familiares: Non enim seiunctus locus est a philologia et quotidiana
συζητήσει. Y así hay que pensar que ἐν χέρσιν, in manibus, y σύν θεῶ, cum Deo son el caso
sexto.
Nada hay más inseguro en gramática que el género, afirma Vergara en su gramática
griega. Por ello no debe extrañar que llamemos masculino al nombre que lleva la marca
hic, femenino al que lleva la marca haec, y neutro al que lleva la marca hoc. En ello he
seguido a Varrón, quien en el libro segundo de su De analogía dice así: "Llamamos
masculino no al nombre que se refiere a un varón, sino al que lleva antepuesto hic o hi; y
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femenino al que lleva antepuesto haec o hae". La doctrina de Diomedes es la misma. Y se
salen de la opinión de Varrón quienes refugiándose en el significado dicen que son
masculinos los nombres de varón; pero el significado, según la opinión de Varrón, no es
materia del gramático, "porque", dice, “e1 objetivo de la gramática no es explicar el
significado de las palabras, sino su uso”. Otros dicen que es masculino el nombre al que se
le puede añadir un adjetivo masculino. Con razón ciertamente. Pero yo me pregunto cuáles
son esos nombres, ya que se me obliga antes a analizar cada nombre y su significado que a
decir cuáles son masculinos y cuáles femeninos. Por otro lado, en lo que se refiere a los
nombres griegos en -os, a los cuales recurren constantemente los latinos, hay tanta
confusión entre los griegos que no se sabe si estamos ante un masculino, un femenino o un
ambiguo. Y a ver quién normaliza la situación griega, cuando Aristóteles dice ὁ λέων,
hablando de la leona, y οἱ ὄρνιθες τίκτουσιν, es decir “estas aves paren”. Y Homero dijo
τόν αἴγα y τούς οἴας refiriéndose a machos; y ὄνος , asno, ἄρκτος, oso, ἔλαφος ciervo, se
encuentran unas veces en masculino y otras en femenino, como muchos nombres de
árboles, que muchas veces se encuentran en griego en masculino; de ahí Ennio,
imitándolos, dijo: Rectosque cupressos; y Marcial: Paladius lotus; Plinio, en el libro 16:
Arbores quos tubulos uocant; el mismo, al hablar de los plátanos: Folia eorum tenerrima;
de ahí que leamos en la Sagrada Biblia: Praepara tibi buxos multos; y de nuevo: Quasi
libanus non incisus uaporaui habitationem meam. Así, pinaster, oleaster, pyraster son, por
su terminación, masculinos; pero si se dice magna oleaster, falta arbor, como se dirá en el
capítulo de la elipsis.
Por fijar algo definitivo respecto al género, digamos que sólo hay dos géneros, que son
los dos géneros naturales; efectivamente, se llama genero porque a través de los machos y
de las hembras se propaga el "género" humano. Y el caldeo, el hebreo, el sirio, el púnico, el
español, el francés, el italiano y otras muchas lenguas tienen sólo dos géneros. El género
neutro no es un auténtico género, sino que es la negación de ambos géneros, como la indica
perfectamente la denominación griega: οὐδέτερον. No es, pues, un género compuesto de
los otros dos, como decían los necios, sino que es la negación de ambos. Este género lo
aceptaron los griegos, de donde lo han tomado los latinos.
Género común llamaban los gramáticos a aquel que convenía por igual al macho y a la
hembra, de manera que, si se pone solo un nombre de este género, no se puede saber si se
está hablando de macho o de hembra. Así homo, sacerdos, agricola, uates, sus, bos. Este
razonamiento es débil y cojo: si fuera cierto, siempre haría falta poner junto a estos
nombres un adjetivo, para poder distinguir. Por otro lado, en contra de la filosofía, habría
que aceptar que un mismo nombre significa al mismo tiempo dos o más cosas, lo cual va
contra Platón, en el Cratilo, y contra Aristóteles, quien sostiene que los homónimos, a los
que los ignorantes llaman equívocos, significan ciertamente dos cosas, pero una en
propiedad y otra por derivación basada en una cierta similitud. En otro lugar he demostrado
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lo mal que interpretaron estas palabras aquellos que se llaman a sí mismos aristotélicos. Yo
afirmo, pues, que no hay nombres comunes para el macho y para la hembra ni nombres
ambiguos entre aquellos con los que aludimos a los animales. Fue, pues, un error de los
gramáticos considerar como ambiguos los nombres talpa, dama, panthera, bubo.
Reconozco ciertamente que hay muchos nombres epicenos, que significan al mismo tiempo
el macho y la hembra, pero no por igual: efectivamente, con homo, latro, miles, comes,
sacerdos, uates, miluus, coruus, elephantus entendemos primero el macho; y si queremos
referimos a la hembra, habrá que decir sacerdos foemina o elephantus foemina. Y, a su vez,
con ballaena, dama, aquila entendemos primero la hembra y si queremos referimos al
macho diremos aquila mas o ballaena mas, como explicaré más adelante al hablar de la
elipsis de foemina. Paso aquí por alto la ridiculez de aquellos que redujeron los epicenos al
campo de las aves y de los cuadrúpedos. Está bien claro que no entendieron lo que significa
la palabra "epiceno" en griego. De ahí que la tradujeran muy mal al latín. Esta palabra no
puede traducirse al latín con un solo término; significa, en efecto, sexo común, pero
sobresaliendo uno de los dos, como si se dijera "supercomún". Esto no lo entendió César
Escalígero; de ahí que, para difamar a los griegos, pretende que los latinos utilizaron un
término más apropiado. Pero citemos sus palabras, para entenderlo todo mejor; dice: "Es
inaceptable que no citaran a algunos animales por su propio género; esta negligencia en
griego se llama género epikoino; muy mal, porque koinos llamaban a aquella palabra que
comprendía los dos géneros, de manera que cuando se refiere a uno de los dos, no puede
tener la preposición epí, ya que esta preposición añade cantidad en matemáticas, como
ocurre en epitrito; mejor los latinos, que utilizaron el término promiscuo". Hasta aquí
Escalígero. Un poco mejor Quintiliano, en el libro 1, cuando dice: "Epicenos son aquellos
nombres en los que aparecen los dos sexos por medio de uno". Hay que advertir, sin
embargo, que el género epiceno no afecta al gramático, sino al rétor o al lingüista.
Efectivamente, si a un niño se le pregunta qué género es aquila y dice que es epiceno, no
dice nada, si no dice que es epiceno femenino.
Los nombres comunes, pues, tal como son entendidos por los gramáticos, no existen.
Efectivamente, como ya hemos dicho, inútiles serían giros como uidi uatem, uidi
sacerdotem sin adjetivos, si los nombres significaran por igual ambos géneros. Y es que, si
no hay en la naturaleza ningún género animal que tenga igualmente potentes ambos sexos,
en vano va a existir un nombre que designe algo que no existe. Y para mí no son una
objeción los hermafroditas o los andróginos, ya que en esos hermafroditas siempre
prevalece uno de los sexos. Yo creo que tengo razón cuando establezco, con Quintiliano,
que epicenos son aquellos nombres en los que se expresan los dos sexos por medio de uno
solo. De todas formas, para distinguirlo, los antiguos solían añadir mas o foemina, según
los casos; así aquilae mares, Piscis foeminae. A veces, sin embargo prescindían de esta
marca, de forma que daba la impresión de que se expresaba un masculino a través de un
femenino y viceversa; así, si se dice murem foetam, cuando mus es claramente masculino.
Para que esto quede más claro y evidente, oigamos al propio Quintiliano: "Existen tambien
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figuras en los nombres respecto al género; efectivamente, en Virgilio encontramos oculis
capti talpae y timidi damae; pero subyace una razón: que ambos sexos se expresan con una
sola forma; efectivamente, los topos (talpae) y los ciervos (damae) son tanto machos como
hembras". Hasta aquí Quintiliano. Virgilio, cuando dice cum canibus timidi uenient ad
pocula damae y atque oculis captifodere cubilia talpae está recurriendo a la figura de la
elipsis. Se fija, en efecto, no en la forma de la palabra, sino en el significado de macho, ya
que talpa y dama son epicenos. Y siempre que hacemos una concordancia distinta de la
exigida por la forma, estamos ante una silepsis, si pensamos algo distinto de lo que
decimos, o ante una elipsis, si falta un nombre genérico, con el que concierta el adjetivo.
Voy a aducir algunos ejemplos de silepsis; otros, búscalos en el capítulo sobre la silepsis.
Terencio: Mea Glycerium, quid agis? Glycerium de acuerdo con la terminación es neutro,
como lo son todos los diminutivos en -on en griego: así τὸ γλυκέριον, suauium; τὸ
ἀνθρώπιον, homunculus; τὸ ἀνθρωπάριον, homuncio; τὸ γραιδίον, uetula. Esto lo señaló
Quintiliano en el libro 1, cap. 4, cuando dijo: "O nombres que con terminación femenina
expresan machos, o con terminación neutra expresan hembras, como son Muraena y
Glycerium". Y el mismo Quintiliano, un poco más adelante, como explicándose, dice: "En
la misma especie hay nombres femeninos con los que se expresan machos, y neutros con
los que se expresan hembras, como son Muraena y Glycerium". Y el mismo Quintiliano, un
poco más adelante, como explicándose, dice: "En la misma especie hay nombres femeninos
con los que se expresan machos, y neutros con los que se expresan hembras". Pero esto ya
lo había enseñado Varrón, en el libro segundo de su Analogía: "De la misma forma que
decimos si unos zapatos son de mujer o de hombre en función de su forma, aunque hay
mujeres que se ponen zapatos de hombres y viceversa, así también se puede decir, con
forma de femenino, uirum Perpennam y Marcum Leccam"; es como si dijera que Perpena,
Leca, Musa en Antonio Musa y María en Juan María son sobrenombres femeninos, pero
son tenidos por masculinos porque van junto a nombres masculinos y se refieren a
hombres. De Prisciano son estas palabras: "También se encuentran femeninos en -e larga,
aunque sólo sea en nombres griegos, como Taygete, Euterpe, y, figuradamente, en -um,
como Glycerium mea, Dorcyon y Philotium". Prisciano dice "figuradamente"; lo mismo
opina Linacro. Así pues, en latín se dice: haec mulier est nonus miles, nonus comes,
ignauus agricola; de la misma forma decimus: hic homo estfera bellua, y taurus maxima
uictima, y aurum est dux bonus, y uinum optimus index, y hoc animal est testis bonus. Pero
cuando Cicerón dijo Naturam bonam ducem, y Valerio Máximo antiquorum simplicitas
certissima index y, hablando de Marsella, securitatis Gustos acerrima, estamos ante la
figura de la silepsis, como lo estamos en la frase de Plauto, referida a una mujer, Qui hoc
commercaris ciues homines liberos, y en la de Terencio, referida a una muchacha, Quum
eius tam negliguntur internuntii, y en la de la tan repetida en la historia de Abrahán en la
Biblia: mortuum meum, referida a Sara.
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Los ejemplos de elipsis búscalos en donde hablamos de la elipsis de foemina, fabula,
urbs, nauis, herba. Que dejen, pues, ya de hacer ruido los gramatistas, a los que el propio
Calepino acusa de ignorancia, a propósito de la palabra homo en la frase ciceroniana
quoniam homo nata erat. Y es que ahí homo no tiene ningún adjetivo, como no lo tiene en
tua filia nata erat homo; se podría haber dicho nata erat animal, como Terencio dice en
Phormio: Virum me natam uellem.
Pero, pienso, estarás esperando que te demuestre que los términos que he citado a modo
de ejemplo son adjetivos. El primer criterio que hay que utilizar es que es adjetivo todo
nombre en el que se pueda establecer una comparación, como senior, junior, adolescentior,
ya que la cualidad es propia de los adjetivos, y no de los sustantivos. En lo que respecta a
parens, dice Festo: Parens viene de pario y es un participio; efectivamente; parere, entre
los antiguos se decía también del hombre, como el griego τίκτω entre los griegos;Homero:
ὁν ἀθάνατος τέκετο Ζεῦς también en el Digesto parere se dice de los hombres, como en
una cita del poeta Cecilio recogida por Monio Marcelo. En cuanto a coniux es todo aquello
que está bajo el mismo yugo. En cuanto a los demás adjetivos citados en este capítulo, mira
en el capítulo de la elipsis las palabras ui,; foemina, puer y homo.
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Queda una cosa que nadie ha advertido: los nombres propios de hombres, ciudades,
ríos, montes y demás así, no pueden tener género gramatical. Efectivamente, como ya he
advertido repetidas veces, si no existieran los adjetivos, no existiría el género gramatical; en
efecto, si se dice reuereor patrem, ne laedas hominem, exclude canem, de nada sirve
preguntarnos por el género, si no se añade una adjetivo; de aquí se deduce claramente que
no se debe buscar el género en aquellos nombres a los que no se puede anadir un adjetivo:
así ego, tu, sui y los nombres propios de hombres y dioses; así en ego sum hispanus se
suple homo; míralo en el capitulo de la elipsis en la palabra homo; en magna Tarentum se
suple urbs; mira en el capítulo de la elipsis los términos urbs, arbor, fluuius, mensis etc.
Ahora hay que clarificar la causa de por qué los nombres propios no aceptan adjetivos.
Lo que es propio y singular está hasta tal punto separado de los demás, que da la impresión
de que no puede ser colacionado ni comparado con otro ninguno. Y si no puede ser
comparado, no admite cualidad ni cantidad: no se dice en efecto urbs parua sino en la
medida en que es comparada con otra. De manera que si a Roma se le quiere poner el
adjetivo magna, se está indicando con ello que hay otra Roma parua, lo cual es inaceptable.
Así pues, hay que decir Roma est magna, donde se suple urbs y Petrus est albus, donde se
suple homo, ya que es albus en cuanto que es homo y no en cuanto que es Petrus. Yo sé
que los seudosofistas de nuestra época piensan de otra forma; pero que aprendan del mismo
Aristóteles que ellos deliran y que nosotros estamos en lo cierto. Efectivamente, en la
primera Filosofia, en el libro 5, capitulo 9, dice: "Los singulares no aceptan
determinaciones, ya que no se dicen de muchos"; y en el libro 7, capítulo 4 y en el mismo
libro, capítulo 15, dice así: "Los singulares no aceptan determinación, ni definición ni,
consiguientemente, análisis; ἀει γὰρ ἔστι πᾶς ὅρος καθόλη, es decir, toda definición es
universal". Los hebreos además señalan que los nombres propios no aceptan artículo
porque son suficientemente conocidos por sí mismos. Y no debe hacerte cambiar de
opinión el hecho de que digamos Athenas doctas, uestros Metellos, nostros Cicerones, ya
que ningún plural es realmente un nombre propio. Efectivamente Athenae en otro tiempo
fue un conjunto de olivares que después se reunieron en una sola ciudad; y Parisii (París)
en plural, porque eran muchos paesi; y Burgi en plural, porque eran muchos pyrgi, es decir,
torres; y mi patria chica Brocae (Brozas) porque antiguamente había muchas chozas, que
recibían el nombre de brocae. Tampoco son nombres propios los nombres de dioses cuando
se utilizan en lugar de aquello que ellos protegen o representan: así dubio Marte, dura
Tellus y ardens Vesta.
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CAPÍTULO VIII Sobre la declinación
El concepto gramatical de declinación se entiende mejor con ejemplos que con
definición. Declinación, dicen, es la variación casual. Yo no tengo ninguna definición,
contentándome con haber dicho que la declinación surge de las diferencias en el nombre.
Varrón propone innumerables formas de declinación: así, la que da de Terentius, Terentii;
de equo, equito; de homo, homunculus; de caput, capitulum; de homo, homines; de
prudentia, prudens; de ingenium, ingeniosus; de pugnare y currere, pugiles y cursores.
Todo esto se encuentra aquí y allá en la obra de Varrón. Y de nuevo el propio Varrón dice:
"De palabras como homo y equus surgen cuatro tipos de declinación: una nominal, como de
equus, equile; otra casual, como de equus, equum; una tercera gradual, como de albus,
albius; una cuarta para disminuir, como de cista, cistula". Varrón establece un criterio para
las declinaciones, otros otro; y son criterios quizás mejores que los nuestros. Pero yo no
quiero entretenerme en una cuestión liviana. Casi todos seguimos el criterio de Prisciano,
quien lo establece considerando la vocal del genitivo.
En las demás anomalías del nombre los gramáticos son ridículos, ya que inventan
centauros y hermafroditas. No hay, en efecto, ningún nombre que se decline en plural de
forma distinta que en singular, ni en lo que se refiere al género, ni en lo que se refiere al
tema declinado. Coelum no tiene plural entre los latinos, los cuales hablaban de un solo
cielo; Cicerón, en plural, habla de circulos y orbes de los planetas; pero si había necesidad
de utilizar el plural, se decía coelos, sin cambiar el género, ya que en singular los antiguos
decían hic coelus; "Hoc coelum, dice Carisio, "aunque es neutro, los antiguos lo utilizaban
en masculino, como Ennio: Quem coelus genuit; también coelos profundos". Cicerón, en el
libro 9 de las cartas Familiares pensaba que había que preguntarse si había un solo cielo o
muchos. Lo mismo hay que pensar de las palabras locus y iocus. Pues ¿qué otra razón
tenemos para pensar que en principio eran neutros sino el hecho de que ahora tienen el
plural en -a? y ¿quién es tan torpe que no sepa que una cosa es epulum en singular y otra
epulae en plural? Yo no niego que hay nombres que carecen de uno de los dos números o
de algún caso, pero no acepto licencias en el género y en el número. A mí me parece que
tenía mucha razón Juan Pastrana cuando dijo que todo nombre en -us que por naturaleza no
signifique macho o hembra puede terminar también en -um, como baculus, baculum;
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puteus, puteum. Yo, por afición, he recogido de Varrón, Carisio, Festo, y Nonio, términos
que se encuentran con las dos terminaciones; tú, si tienes tiempo, puedes encontrar más.
Son: Absinthius, acinus, angiportus, anfractus, Auernus, baculus, bacillus, blatheus, buxus,
callus, calcaneus, candelabrus, capillus, carbassus, carrus, caseus, cibus, chrytallus,
cliuus, coelus, collus, corius, clypeus, crocus, cubitus, culeus, dorsus, euentus, -us, facinus,
fenus, fimus, forus, fretus, gelus o gelu, genus o genu, intubus, jocus, locus, lectus, lucrus,
lupinus, lutus, medimnus, modius, nasus, palatus -us e -i, patibulus, hoc pelagus, peccatus
-us, peditus, pileus, pileolus, porrus, punctus, puteus, praetextus -us, rastrus, reticulus,
rictus -us, sugus, sensus -us, sexus -us, scutus, sparus, stylus, stimulus, supparus, sybilus,
tartarus, tergus, tignus, uultus, uterus, hoc uulgus, y otros muchos nombres griegos que
terminan en -os y en -on , como crystallos, gargaros, Dyndimos, tympanos, barbitos,
tartaros, pergamos.
Hay otros tipos de variantes en los nombres. Así tenemos hic o haec penus, de penus
-us, y hoc penum de penus -oris o penu -u. Y tenemos iugerum y iugeri; luger y lugeris;
plebs y plebis; plebes y plebei; adipes y adeps; sepes y seps; trabes y trabs; delicium -ii y
delicia -ae; margaritum y haec margarita; cauillum y haec cauilla; mendum y haec
menda; balneum, balineum y haec balnea; labruscum y haec labrusca; tapetum, tapes -tis,
y tapete -etis; gausapum y hoc gausape indeclinable; Praenestis y hoc Praneste
indeclinable; Soractes y hoc Soracte indeclinable; tonitrus, tonitrum y hoc tonitru; gelus y
hoc gelu; genus y hoc genu; hoc rete e hic retis; emblema y emblematum; lo mismo ocurre
con toreuma y palabras similares; quies -etis y quies -ei; lo mismo ocurre con requies.
Otras palabras, con una misma terminación, son de la segunda o de la cuarta declinación:
acus, arcus, cornus, laurus, pinus, specus, quercus, ficus, lacus, colus, domus, fastus,
iussus, praetextus, euentus. Otras son de la primera y de la quinta declinación, como
auaritia, auarities; y así barbaries, blandities, durities, materies, maceries, malities,
mundities, nigrities, notities, nequities, pigrities, segnities, scabrities, spurcities. Hay
también variantes en los adjetivos, como inermis e inermus; y lo mismo ocurre con
eneruus, hilarus, imbecillus, effrenis, exanimis, accliuis, insomnis, gracilis, biiugus,
quadriiugus; uiolens y uiolentus; opulens y opulentus; y muchos adjetivos en -er, como hic
October e hic o haec Octobris y hoc Octobre; así también ace,; alacer, celer, celeber,
campester, equester, pedester, paluster, saluber, siluester, uolucer, September etc.
Habríamos explicado ya todos los accidentes del nombre, si no quedaran otros tipos de
declinación que, con otro nombre, se llama derivación. Son muchos los tipos de derivación;
pero yo sólo trataré aquellos que olvidan los gramáticos: los diminutivos, los posesivos, los
comparativos y los superlativos. Ahora hablaré de la derivación de los diminutivos y
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comparativos; de los otros hablaré en la sintaxis. "El diminutivo", dice Fabio, "sólo
descubre el género"; es decir, si se duda del género de una palabra -no ocurre lo mismo con
el tema flexional, que no es descubierto por el diminutivo-, se puede mirar un diminutivo
de esa palabra; así, de funis sabemos que es masculino por funiculus. A pesar de lo segura
que es esta regla, Lorenzo Valla, sin embargo, armado de tonterías, trata de rechazarla.
Aduce, en efecto, muchos diminutivos que dan la impresión de tener género distinto al que
tiene la palabra que es su origen. Yo le refutaré con sus propios ejemplos y demostraré que
todos los diminutivos conservan el significado de la palabra origen. Pes -dis significa pie y
gusanillo de la cabeza; de ambos significados deriva pediculus, ya que pedunculus y
pediolus son barbarismos, Nonio, en nominativo, declina pedis. De cuccus deriva cucculus;
de cicera, cicercula, y no de cicer, como sueña él. De auris, entendiendo por tal el pabellón
del oído, deriva auricula, según el testimonio de Cicerón y César. Acicula, que él hace
derivar de acus, no está en uso. De terebrum, terebellum, y de terebra, terebella. Y con
frecuencia, sin embargo, los autores suelen formar diminutivos a través de una metáfora:
así auunculus como un "pequeño auus" según el testimonio de Festo y del iurisconsulto
Pando; murenula para designar a un collar pintado; musculus (pequeño ratón) para una
parte del cuerpo que se llama también piscis; en español "murezillo", algo así como
"pequeño ratón (mus)"; de ahí "morcillo"; peniculum para designar el nudo del tallo de una
hierba; iugulum para designar una especie de hueso en el pecho a modo de yugo; un
cuniculus es algo así como una pequeña cuña que taladra la tierra; ranunculus no es una
pequeña rana, sino lo que en español decimos "ranacuajo", ya que de rana deriva el
diminutivo ranula; ni anguila deriva de anguis, sino anguiculus. Y no estoy tampoco de
acuerdo con Sosípatro Carisio, quien hace derivar glandula de glandis, y de panis,
pastillum, y de pristinus, pristilla, pues de pristilla deriva pristina. Vulgarmente son
considerados como diminutivos paxillus, taxillus, axilla; pero es un gran error, según
testimonia Cicerón, pues paxillus es el término primario entero y palus su síncopa; así
como talus es la síncopa de taxillus, y ala de axila. Los nombres que derivan de verbos no
deben ser llamados diminutivos, como spectaculum y umbraculum; y lo mismo nouacula
de nouare; y macula de maculare; y baculus y baculum de batuere, de los que derivan
baccillus y baccillum; y lo mismo con curriculum, amiculum, conuenticulum, uehiculum,
ridiculus. Carisio pone en relación curriculum con pequeño currus, sin embargo debe ser
puesto en relación con el verbo currere entendiendo como tal el espacio a recorrer o la
propia acción de correr. A los nombres en -aster equivocadamente los llama Valla
diminutivos que indican algo que se asemeja en cierta forma al original; para mí significan
exageración con un cierto tono cómico; pues lo que en español es "sordazo", "truhanazo
","pinazo", "calvazo" en latín es surdaster, parasitaster, pinaster, recaluaster, y no está en
contra de ello el sintagma terenciano parasitaster paruulus, ya que en él, un término alude
a la edad y otro al oficio. Se engaña también Valía cuando cree que a los diminutivos no se
les puede añadir una disminución; Cicerón: minutis interrogatiunculis; Terencio:
Pisciculos minutos; Plinio: Ossicula parua; Cesar: Nauiculam paruam; Valerio Máximo:
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Cum paruulis filiolis ludens; Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses: Itaque cum
pisciculi parui in concham innatauerint; Marcial: Neque munuscula parua nec minora.
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también: maturrimus en Tácito, y maturissimus en Cicerón y Columela. Superlativos en
-limus son aducidos muchos por otros autores; yo encuentro sólo tres: simillimus,
facillimus, humillimus; Séneca utiliza imbecillimus e imbecillissimus en la carta 6; no
apruebo ninguno de los dos.
Verbo es la palabra que tiene número, persona y tiempo. Esta definición es auténtica y
perfecta, mientras que las demás de los gramáticos son absurdas; ni siquiera Aristóteles o
cualquiera que fuera el que escribió el Peri hermeneias, distinguió claramente qué es el
verbo, cuando dice: "El verbo es una palabra de significado convencional etc."; y es que
esta descripción no recoge las causas, sino los efectos y las circunstancias, e incluye
además una negación, cosa que no debe ocurrir en una definición. Pero, dejando a un lado
esto, hablemos de los accidentes del verbo.
En este asunto fallan estrepitosamente los gramáticos, los cuales, tras decir que verbos
personales son los que tienen persona, tiempo y número, no saben definir los impersonales,
cuando éstos deben ser los que carecen de persona, número y tiempo; así amare y amari,
que se llaman precisamente infinitivos porque no definen ni determinan ni número, ni
persona, ni tiempo, categorías todas que se encuentran en las formas finitas, como amabo,
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docebis. ¿Qué locura, pues, arrastra a los gramáticos cuando dicen que impersonales son los
que tienen sólo tercera persona, como accidit y curritur? Pero esto es falso por muchas
razones; "Pues", dice César Escalígero, "si un verbo se encuentra sólo en tercera persona,
ello ya es suficiente para que sea verbo en el sentido natural del término; y es que no es a
estos verbos a los que les faltan las otras personas, sino a las cosas a las que se aplican; haz
que la tierra hable y encontrarás enseguida en pasiva, en primera persona, al verbo aro:
aror ab ingratis. De esta forma, no hay ningún impedimento para que el verbo pluit tenga
primera persona, como ocurre si suponemos que quien habla es Dios". Hasta aquí las
palabras de Escalígero. De esta forma, decet y decent los encontramos siempre en tercera
persona, porque la cosa que decet y ornat a otra cosa, es siempre tercera persona; y es que
yo "no puedo decere a otro", sino que es, por ejemplo, la cabellera o el vestido el que decet
a alguien; lo que en español decimos "estále bien". Ahora bien, si de algún modo se puede
decir que "yo orno y condecoro regem", ¿por qué no se va a poder decir ego regem deceo,
como dijo muy acertadamente Estacio de cierto sacerdote de Apolo: Si non dedecui tua
iussa tulique prementem. Platón, en el diálogo sobre el Ser, enseña con claridad que sin
nombre y verbo no puede haber oración, de manera que, si toda oración debe constar de
nombre y verbo, erróneamente enseñan los gramáticos que existen verbos impersonales sin
sujeto, como miseret, licet, currit, egetur; se engañan radicalmente, porque no vieron que el
sujeto está oculto en el propio verbo o está incluso en la oración. Yo no rechazo los
impersonales; lo que niego es que impersonales sean lo que dicen los gramáticos que son
impersonales. Y es que, si verbo personal es el que define y determina persona, número y
tiempo, como amabam, legissem, impersonal es aquel que carece de todo esto, como
amare, legisse, de acuerdo con el dicho aristotélico: "Los contrarios están en el mismo
sistema"; en las formas señaladas, en efecto, no hay ni persona, ni número, ni tiempo. Un
gramático puede objetar que en conuenit, licet, curritur no hay tercera persona, sino algo
semejante a la tercera persona. Pero ¿qué de extraño tiene que ese gramático esté ciego, si
tiene como maestro de su ignorancia al propio Quintiliano?; dice, en efecto, Quintiliano:
"Itur in antiquam siluam, ¿no está acaso completo en si mismo? ¿dónde, si no, se puede
encontrar algo que lo complete?; lo mismo ocurre con fletur; lo encontramos de otra forma,
como en panditur interea domus omnipotentis Olympi; y de esta otra: totis usque adeo
turbatur agris". Hasta aquí Quintiliano, el cual, si hubiera leído a Aristóteles y a Platón que
con frecuencia enseñan que sin nombre y verbo no puede haber afirmación ni negación, no
hubiera caído en este camino sin salida; pues la frase completa es itur iter; fletur fletus y
turbatur turbatio, es decir, turba. Y ¿en qué se diferencia esto de panditur domus? Pero de
ello hablaré con más extensión al comienzo del capítulo sobre la elipsis y en el capítulo 1
del libro 3.
Pero de nuevo se levantan los gramáticos afirmando que decet, conuenit y semejantes
pueden llamarse infinitos, porque no delimitan ni determinan número ni persona, ya que se
puede decir, como frase completa: decet nos, decet te, me, illos. Con ignorancia, en efecto,
actúan aquellos que deducen la naturaleza del verbo a partir del acusativo complemento
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directo, como si no tuvieran todos la misma explicación; así como en somnus capit me, te,
illos, y uirtus oblectat uos, me, te, illos, así son cantare decet nos, me, te, illos, es decir,
cantus. Y ¿qué van a decir de los tiempos? ¿acaso negarán que decet, decebat, decebit,
curritur, currebatur, curretur son tiempos distintos? Dejemos, pues, esos verbos, y
digamos, con Consentio, que los verdaderos impersonales son amare, amauisse, amari;
efectivamente, de la misma forma que en amo, amaui se ve que hay persona, número y
tiempo concretos, de ahí que con razón se les llame personales y finitos; así en amare y
amari no se pueden definir ni persona, ni número, ni tiempo. De ahí que con razón se les
llame impersonales e infinitos. Último argumento: se dice que son diferentes aquellas cosas
que se diferencian en su naturaleza; es así que amat, decet, amatur, curritur no se
diferencian en naturaleza, ya que tienen persona, tiempo y número y un nominativo como
sujeto; luego son personales. Amare, sin embargo, y amari y amauisse no tienen ni persona,
ni tiempo, ni número; y tienen como sujeto un acusativo, cas
El modo en los verbos, así llamada por Varrón esta categoría, no pertenece a la
naturaleza del verbo; no es, pues, una categoría del verbo, sino que está marcada con
frecuencia por el ablativo, como mea sponte, tuo iussu feci, y a veces con adverbios, como
male currit, bene loquitur. Y cuando Aristóteles habla de los modos o modales con
frecuencia utiliza frases como contingenter, necessario, per accidens currit. Esto lo vio
claro César Escalígero, cuando dijo: "El modo no es necesario en los verbos". Pero lo que
intuyó bien, lo defendió mal, ya que siguió a la turba de gramáticos, los cuales, a la hora de
establecer los modos son tan variables, que nada cierto nos dejaron. Unos los llaman
modos, otros divisiones, otros cualidades, otros estados. Por otro lado, unos establecieron
seis modos, otros ocho, otros cinco y otros, rechazando el infinitivo, sólo cuatro. Hay
quienes añaden el deprecativo, Musa, mihi causas memora; otros el potencial, como non
eam?; otros el permisivo, como profundat, pereat, perdeat; otros, el promisivo, como
dabo, faciam. Las palabras siguientes son del libro 10 de Varrón: "La tercera clase es la de
rogar, como scribone, legone, scribisne, legisne; la cuarta es la de responder, como fingo,
pingo, fingis, pingis; la quinta es la de desear, como dicerem, facerem". Véase la confusión
de los gramáticos, que a la hora de explicar los modos, no tienen ninguna moderación. Yo,
si hubiera tenido que definir los modos, habría ordenado algunos tiempos de otra forma;
pues ¿quién no ve que amabam y amaueram hasta tal punto indican tan poco el tiempo, que
habría que confesar que son totalmente formas del subjuntivo? Efectivamente, si se dice
Cicero scribebat carmina y Cicero scripserat, se tiene en suspenso la atención del oyente
hasta que se añade otro verbo que completa el sentido. Rechacemos, pues, estas tinieblas
que ciegan mucho las tiernas mentes de los niños. Y por poner sólo algún ejemplo: ¿de qué
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modo son los verbos de las frases siguientes?; de Livio: Tunc uero ego nec quicquam
Capitolium arcemque seruauerim, si ciuem in seruitute duci uideam; Virgilio:Nec uos
arguerim, Teucri; Terencio: Denique hercie auffigerim potius quam...; Virgilio: At tu
dictis, Albane, maneres; el mismo: Eadem me ad fata uocasses. Y si yo advirtiera a alguien
con estas palabras, caue cadas, y me respondiera: cadam, ¿de qué modo dirías que es ese
tiempo?
Los tiempos del verbo finito son por naturaleza tres; pero hay once unidades; dos de
presente, como amo, amem; dos de imperfecto, como amabam, amarem; dos de perfecto,
como amaui, amauerim; dos de pluscuamperfecto, como amaueram, amauissem; tres de
futuro, como amabo, amauero, y ama o amato. Hay, sin embargo, que advertir claramente
esto: todos los tiempos citados en segundo lugar pueden utilizarse con el valor de futuro,
como intentaré demostrar uno por uno; amem, doceam y formas semejantes tienen
significado de presente junto a la partícula quum; Horacio: Quum tot sustineas et tanta
negotia solus. En los demás casos casi siempre tiene el valor de futuro; Terencio: Purgem
me? laterem, lauem. E incluso con la partícula quum tiene a veces el valor de futuro;
Virgilio: Quumfaciam uitula pro frugibus ipse uenito. En mensajes de deseo tiene dos
valores de futuro; uno próximo, como en Marcial: Tabescas utinam, Sabelle belle; el
mismo: Pereat, qui crastina curat; otro remoto, como en Cicerón: Vtinam aliquando dolor
populi Romani pariat quod iam diu parturit; el mismo a Ático: De qua utinam aliquando
tecum loquar. La partícula si marca futuro; Terencio: Si sumas in illis exercendis, plus
agas; el mismo: Quod si omnes omnia sua consilia conserant atque huic malo salutem
ferant, auxilii nihil adferant.
En el caso del futuro tercero, al que llaman imperativo, las formas ama y amato no se
diferencian entre sí; generalmente se piensa que ama es de presente y amato de futuro muy
remoto; como si pudiéramos mandar sobre cosas futuras. Lucano, hablando de una época
muy lejana, dice: Totum sub Latias leges cum miseris orbem, in te uerte manus: y
Propercio une ambas formas con un mismo significado: Aut si es dura, nega; sin es non
dura, uenito; Virgilio: Et postum pastas age Tytire et inter agendum occursare capro
(cornu ferit ille) caueto; el mismo en Geórgicas: Nudus ara, sere nudus; y esto otro:
Primus humum fodito; laudato ingentia rura, exiguum colito. Sería, pues, ridículo decir que
ama significa "ama tú luego" y amato, "ama tú después".
Infinitivo es la forma del verbo que no tiene persona, modo, ni tiempo, como amare,
amari, amauisse. Sobre la persona y el número ya hablamos. Ahora me dedicaré más al
tiempo. Pero antes de hablar de los tiempos; expondré las clarísimas palabras de Consentio
Romano, de quien confieso ser deudor en este tema de los impersonales; dice: "La cualidad
de los verbos es finita o infinita; es finita, cuando marca persona, número y tiempo
concretos, como lego, scribo; es infinita, cuando todo eso está sin marcar, como en legere.
Efectivamente, legere podemos hacerlo yo, y tú, y él; igualmente, legere se dice de uno y
de muchos; y también igualmente, puedo legere hoy, pude ayer, y podré mañana. Como
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estas formas no definen ni persona, ni número, ni tiempo y siempre tienen, por su
naturaleza simple, el mismo valor, se llaman infinitivos". Estas son las palabras de
Consentio, el cual, además de demostrar la naturaleza del infinitivo y de los verbos
impersonales, rechaza el error de aquellos que hablaron de modo infinitivo, cuando el
infinitivo es simplemente verbo. Casi lo mismo dice Aulo Gelio, en el libro 1, cap. 7: "Este
modo no tiene ni modo, ni persona, ni género, ni tiempo, sino que abarca todo ello bajo una
misma forma". También vio esto Acursio, en la ley de la Estipulaciones, párrafo
Stipulationem verbo daturum, de la ley del Digesto De uerborum obligatione: "Porque los
verbos en infinitivo también tienen valor de futuro, y por eso se llaman infinitivos, porque
tienen todos los valores temporales; es, pues, correcto decir volui legere, uolo legere,
uolam legere". Ello es correcto, si no hablara de modo infinitivo.
He aquí ahora ejemplos de infinitivo de presente con valor de perfecto. Cicerón: Eo die
nos quoque multa uerba fecimus maximeque uisi sumus senatum commouere; Catulo a
Manlio: Quale ferunt Graii Peneum propter amoenum Siccari emulsa pingue palude
solum; Marcial, en el libro 6: Lusus erat sacrae connubia fallere taedae, lusus et immeritos
exsecuisse mares; en el mismo libro: Vix tangente uagos ferro resecare capillos, doctus et
hirsutas excoluisse genas; Ovidio: Saepe fui mendax pro te mihi, saepe putaui Alba
procellosos uela referre Notos; Cicerón en el libro 4 de las Cartas: Vidimus aliquoties
secundam pulcherrime te ferre fortunam, magnamque ex ea re te laudem adipisci; fac
aliquando intelligam aduersa quoque te aeque ferre posse; este último ejemplo vale para
demostrar el valor de pretérito y de futuro del infinitivo de presente; Virgilio: De coelo
tactas memini praedicere quercus; Horacio: Memini quae plagosum mihi paruo Orbilium
dictare; Plauto en Epídico: Non meministi me in aurem ad te adferre natali die?; Terencio:
Forma bona memini me uidere. Algunos dirán que el verbo memini no puede unirse a un
pretérito; pero no hay que hacerles caso; a ellos ya les responde suficientemente Persio
cuando dice: Nec in bicipite somniasse Parnasso memini. Pero volvamos a los ejemplos;
Horacio: Dictus et Amphion Thebanae conditor arcis saxa mouere sono testudinis et prece
blanda ducere quo uellet; el mismo: Plorauere suis non respondere fauorem speratum
meritis; César: Cognita Caesar causa reperit a Sueuis auxilia missa esse; Cicerón en la
defensa de Archia: Ex hoc esse hunc numero, quem patres nostri uiderunt diuinum
hominem Africanum; Horacio: Fertur Prometheus addere principi limo particulam et
insani leonis uim stomacho apposuisse nostro; el mismo: Arbiterpugnae posuisse nudo sub
pede palmamfertur et leni recreare uento sparsum odoratis humerum capillis. La ley única
del título Nam tabulae test. nullae extabunt del Digesto dice: Licet postea interierint,
competet bonorum possessio, quia uerum fuit tabulas extare, en lugar de extitisse.
Ejemplos de futuro. Cicerón a Atico: Caetera spero prolixa esse; en otra carta a Atico:
Spero etiam in praesentia pacem nos habere; el mismo en carta a Familiares: Nec ille
intermisit affirmare sine mora nos uenire; el mismo: Mihi scito in dies maiori curae esse
dignitatem tuam; el mismo: Hi cum se a tanto squalore unius morte liberan intelligerent,
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omnia ei pera gere promiserunt; el mismo, en el libro 1 de Tusculanas: Magna me, inquit
Socrates, tenet iudices bene mihi euenire quod mittar ad mortem; Virgilio: Ne que credere
quiui hunc tantum tibi me discessu ferre dolorem; Livio: Sciantque et ita posteris tradant
nullas opes humanas armis romanis resistere posse; Plinio: Adiicit miracula quae
indicasse conueniat; César: Si amplius obsidum uelit dare pollicentur; Valerio Máximo:
Iurauerunt in squalore se esse, quoad imperator ipsorum reus essetfuturus; Catón: Ne quid
emisse uelit insciente domino, neu quid domino celauisse uelit; y más abajo: Chaldaeorum
ne quem consuluisse uelit; Horacio: Ne quis humasse uelit Aiacem Atrida uetas cur?;
Persio: Verum nec nocte paratum plorauit, qui me uolet incuruasse querela; Cicerón:
Omnes uerebamur nimis iracundam futuram fuisse uictoriam; Valerio Máximo: Sed
abunde erit ex jis duo exempla retulisse; Lucano: Liceat scripsisse: Catonis Marcia;
Virgilio: Magno si pectore posset excussisse deum; Marcial: Condere uicturas testem per
saecula chartas, et nomen flammis eripuisse meum; Terencio: Ante aedeis non fecisse erit
melius hic conuicium, es decir, Praestabit non facere ante aedes turbam aut
uociferationem; el mismo en Formión: Cras mane argentum mihi miles se dare dixit.
Los gramáticos enseñan que hay que tener muy en cuenta que ningún verbo puede tener
infinitivo futuro; efectivamente, lecturum esse o fuisse no son propiamente futuros, sino en
virtud de una perífrasis. Sólo, dicen, el verbo sum tiene futuro, que es fore. Pero esto es
falso; en primer lugar, porque fore no es futuro de sum, sino de fuo; en segundo lugar,
porque fore significa todos los tiempos, como amare, fuisse, legere. Y del verbo esse con
valor de pasado y de futuro ya hemos puesto algunos ejemplos; queda que presentemos
ejemplos de fore con el valor de pasado y presente, ya que su valor de futuro no se discute;
César: Commissum cum equitatu proelium fore uidebat, Cicerón: Ex qua conflcitu,; ut
certas animo res teneat audito,; quibus dictis peroratumfore intelligat; Cicerón, según cita
a Valerio: Marius quum a senatu ex urbe repulsus esset, ea quae in eum falso conflata
fuerant diluere uoluit; quid ita? quia se sine scelere fore intelligebat; y de nuevo: Quanto
robore animi is semper extiterit, qui uitam sibi integram fore intelligit difficile dictu est.
Lorenzo Valla pretende que no se pueden unir dos futuros, como fore uenturum y
faciendum fore. En ello se equivoca por dos veces, ya que ni fore es futuro, ni uenturum o
faciendum marcan un tiempo concreto, como después se dirá. Es más, dos futuros se unirán
mejor que un futuro con un pasado o con un presente. Aún más, si amaturus fuera un
auténtico futuro, nunca podríamos decir amaturus fui, sino siempre amaturus ero; y muy
mal se habría expresado Cicerón al decir: Non dubito quin te legente has literas, confecta
iam res futura sit. Pero vayamos con testimonios contra Valla; Plauto en Casina: Lepide
dissimulant fore hoc futurum; Cicerón a Atico: Deinde addis, si quid secus, te ad me fore
uenturum; el mismo en la defensa de Milón: Nihil horum uos uisuros fore; Livio: Aut sub
pellibus habendos milites fore; el mismo: Eo quoque mittendos fore legatos; el mismo:
Nam id Corneliae magis familiae quam urbi Romanae fore erubescendum.
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Por volver sobre el tema, yo no puedo negar a propósito de los tiempos del infinitivo
que, a veces, por escasez de formas temporales y en aras de la distinción, distinguimos
efectivamente, tiempos en el infinitivo: de manera que amare, esse, legere son realmente
formas de presente; amauisse, fuisse y legisse formas del pasado y fore forma del futuro.
Esto ocurre sobre todo con verbos de fama o de lengua, como aiunt, ferunt, fertui; dicunt,
dicitui; affirmo, scribo y semejantes; así affirmat no sólo uenire regem, sino también
uenisse iam; dico esse periculum, también fore; dixit se dedisse pecunias, y dare, y
daturum; Cicerón, en el libro 7 de las Cartas: Scripsit ad me Caesar perhumaniter nondum
te sibi satis esse familiarem propter occupationes suas, sed certe fore; el mismo, en el libro
3: Sequitur illud ut te existimare uelim mihi magnae curaefore atque esse iam etc.; el
mismo, en el libro 3 del Sobre el orador, en la última página: Quem quidem ego confido
omnibus istis laudibus excellentem fore; et Crassus: Fore dicis; esse iam dico et tum
iudicaui; el mismo, en el libro 13 de las cartas: Sperare tamen uideor Caesari collegio
nostro fore curae et esse, ut habeamus aliquam rem publicam; en el mismo sitio: Tua
sponte amicum Lacedaemonus et esse et fore; el mismo en la defensa de Balbo, al final:
Tum etiam illud cogitatote sic uiuere ac uixisse Cornelium ut etc.; el mismo, en el libro 10
de las cartas: Quam et esse iam etfuturam amplissimam intelligo; César, en el libro 3 de la
Guerra civil: Pompei summam esse ac fuisse semper uoluntatem ut componerentur; Catulo:
Tibi haec fuisse et esse cognitissima, donde se suple ait. En todos estos casos, en mi
opinión, se trata simplemente de verbos distintos, como cuando se dice laudare et extollere,
currere et ridere; así también esse et fore; y es quefore no deriva de sum ni de fuisse, sino
del verbo fuo, que por su significado está más inclinado al futuro; y esto confirma aún más
mi opinión de que los infinitivos son de significado neutro, si no se añade algo que los
marque; así, de me amare se entiende que es singular, y de nos amare se entiende que es
plural. Así Cicerón, en carta a Atico, utilizó dos veces el mismo presente personal, pero una
vez con valor de pasado y otra con valor de presente, al decir: Cupio et iam pridem cupio
Alexandriam reliquamque Aegyptum uisere. Puedo responder incluso que hay algunas
oraciones que, con el mismo verbo, tienen sin embargo significados distintos; así: uir
bonus nulla lacessitus iniuria ab amicitia recedit y uir malus nulla lacessitus iniuria ab
amicitia recedit; en el último caso recedit significa "se aparta", en el primero, "no se
aparta". En los ejemplos citados siempre hay alguna marca del tiempo, sin la cual los
infinitivos podrían usarse indistintamente, como en Magnae curae fore et esse iam.
Además, los tiempos del infinitivo son confusos y toman su significado temporal del verbo
personal, como en cupio legere o legisse, que son presentes; cupiui legere o legisse, que
son pasados; cupiam legere o legisse, que son futuros. Y en pasiva, amari, legi y audiri
sirven para todos los tiempos sin distinción, como en uoluit diligi, uult diligi, cupiet diligi.
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CAPÍTULO XV Todos los participios tienen todos los valores
temporales
Los participios no se llaman así porque tomen parte del verbo y parte del nombre, sino
porque toman parte del verbo, ya que son exclusivamente adjetivos verbales.
Amans tiene todos los valores temporales, según el testimonio del mártir Justino en su
amonestación a los gentiles; dice así: Y es que la sflaba óòn, es decir ens o existens, no
significa un solo tiempo, sino tres: pretérito, presente y futuro. Así Platón da a óòn valor de
futuro etc. Cicerón, en el libro 10 de las Cartas: Et abfui proficiscens in Graeciam; César,
en el libro 1 de la Guerra civil: Quos ab urbe discedens Pompeius erat adhortatus, es decir,
"cuando se marchaba"; Terencio: Sed postquam amans accessit pretium pollicens, es decir,
"se acercó y prometió"; el mismo: Vitro ad eam uenies indicans te amare, es decir,
"vendrás e indicarás"; Cicerón a Celio: De prouintia decedens quaestorem Coelium
praeposui prouintiae, es decir, "cuando quise marcharme"; Plauto, en Anfitrión: Cum
uxore modo ex hostibus adueniens uoluptatem capit, es decir,"después de que llegó", ya
que en el viaje no tuvo relaciones carnales con su mujer; Terencio: Offendi adueniens qui
cum uolebant collocatam filiam, es decir, "después que llegué", no en el viaje; Plauto, en
Mostelaria: Pater hic me offendet miserum adueniens ebrium, es decir, "cuando venga ; en
la misma comedia: Satin habes si aduenientem patremfaciam tuum, non modo ne introeat,
uerum ut fugiat; Horacio: Veniens in aeuun, es decir, para el futuro; Plinio: Inde eductum e
custodia bibere iussit, illico spirantem, es decir, "quien al poco expiró"; el mismo: Tum
apri inter se dimicant indurantes attritu arborum costas, es decir, "después de que
endurecieron", ya que luchando no las endurecen; Plauto, en Bachides: Credo hercie
adueniens nomen commutabit mihi, es decir, "cuando llegue"; Cicerón a Balbo: Non dubito
quin te legente has literas confecta iam res futura sit; Virgilio: Turnum fugientem haec
terra uidebit?
Hay casos en que este participio significa algo así como "intento"; Eneida 6: Agnouit
pauitantem et dira tegentem supplicia, es decir, "a quien intentaba y no podía tapar con las
manos cortadas"; el mismo, en el libro 9: Nec nos uia fallet euntes, es decir, "si intentamos
ir", o "cuando vayamos"; Eneida, 2: Et terruit Auster euntes, es decir, "a los que intentaban
irse".
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presente o al futuro, conserva casi el significado de futuro, como en facturus sum, facturus
ero; con las otras formas temporales cambia el significado; Curtio, en el libro 4: Mazeus,
quasi transeuntibus fiumen superuenisset, haud dubie oppressurusfuit incompositos in
ripa; Cicerón, en la defensa de Milón: Vos uisuros fuisse; el mismo, en el libro 4 de las
cartas: Eum magis communem censemus in uictoria futurum fuisse quam incertis in
rebusfuisse; el mismo, en el libro 2 de Sobre la adivinación: An tu censes ullam anum tam
deliram futuram fuisse ut somnus crederet; el mismo contra Antonio: Aliam sententiam se
dicturum fuisse; Séneca, en la carta 19: Ingeniosus ille uir fuit, magnum eloquentiae
romanae daturus exemplum nisi eneruasset felicitas, es decir, "quien iba a dar"; Plinio en el
libro 3 de las Cartas: Librum, quo nuper optimo principi gratias egi, misi exigenti tibi,
missurus etiam si non exigisses, es decir, "libro que habría enviado"; Cicerón, en el libro 4
de las Filípicas: Non sine exitio nostro futurum Antonii reditum fuisse; el mismo en el libro
5 del De los limites: Ne manum quidem uersuras fuisse. Dice, pues, bagatelas Valía cuando
afirma que no se pueden unir dos futuros. Marcial: Mergite me fiuctus quum rediturus ero;
Cicerón, en la Retórica: Demonstraturi erimus; en el libro 1 del Sobre el orador: Erit
acturus; Ovidio: Tu procul absenti cura futurus eris; el mismo, en Metamorfosis: Si quis
forte deum doliturus erit; Propercio: Et si quid doliturus erit sim testibus illis.
Amatus no solo tiene valor de pasado, sino de todos los tiempos. Lo que sucede es que,
como los verbos en -or no tienen pretérito, los gramáticos interpretaron este participio con
el valor de pretérito perfecto; de ahí que se haya creído que es un participio pasivo. Pero en
realidad, sum amatus es un presente; ero amatum, un futuro; eram amatus, un imperfecto;
fui amatus, un pretérito; y ero amatus, un futuro. Y es que, si siempre fuera pretérito, no se
podría decir en latín amatus ero. Y sin embargo, Cicerón dijo: Ego si cum Antonio loquutus
fuero; el mismo: Quos spero breui tempore societate uictoriae tecum copulatos fore; el
mismo: Quibus officiis Atticum adstrinxeris, iisdem me tibi obligatum fore; Livio: Paratos
fore; Curcio, en el libro 4: Hoc quoque acceptum fore Ioui uates respondit. Virgilio, en el
libro 3 de la Eneida: Desertas quaerere terras Augunis agimur diuum, es decir, "tierras que
han de ser abondonadas; el mismo, en el libro 1, a propósito de cisnes: Aut capere aut
captam iam despectare uidentur, es decir, "a los que iban a ser cogidos"; en el mismo libro:
Submersasque obrue puppes, es decir, "para sumergirías"; Lucano, en el libro 1: Caesosque
duces et funera regum, es decir, "los que van a caer"; Terencio, en Andria: Vtinam aut hic
surdus aut haec mutafacta sit, es decir, "se haga"; Lucano, en el libro 2: Victis bona spes
partibus esto, es decir, "para los que van a ser vencidos".
La causa por la que este participio parece tener valor de pretérito y de perfecto parece
encontrarla Prisciano cuando dice: "Así pues, el verbo est parece tener valor de pretérito
perfecto, como parece indicarlo el hecho de que ese est unido a los participios de pretérito,
en la declinación de los pasivos y de los semejantes a los pasivos, desempeña el oficio de
pretérito perfecto". Estas son las palabras de Prisciano. A mí me parece que hay otra razón
más poderosa. Suele, en efecto, ocurrir con frecuencia que usemos en las narraciones
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presentes con valor de pretérito; Terencio, en Andria: Vbi te non inuenio, ibi ascendo in
quendam excelsum locum, circumspicio nusquam; en la misma comedia: Funus interim
procedit. Sequimur, ad sepulchrum uenimus; in ignem posita est; fletur; el mismo en
Formión: Persuasit homini, factum est, uentum est, uincimus; el mismo: Ignotum est,
tacitum est, creditum est. Que todas estas formas son presentes lo demuestran otros
presentes; así aquel texto de Valerio Máximo: Postquam in patriam reuertitur; Cicerón, a
Luceyo: Qui tunc denique sibi auelli spiculum iubet. Posteaquam illi percunctanti dictum
est clypeum esse fuluum; y eso otro tan trillado: Hic situs est Phaeton. Es cierto que todos
abusan de este participio de pretérito con el verbo est. Pero con otros verbos ese participio
no tiene ningún significado temporal, como ocurre en iussus feci, iussus facio, iussus non
faciam; Cicerón, a Trebonio: Quum ille tardior tibi erit uisus, perferto. En el mismo sitio:
Gratissimum igitur mihi feceris, si ad eum ultro uenies, eique pollicitus fueris; Juvenal:
Conuerso pollice quemlibet occidunt, es decir, "cuando vuelven"; César, en el libro 1 de la
Guerra de las Galias: Nam etsi sine ullo periculo legionis delectae commissum cum
equitatu proelium fore uidebat es decir, "que se iba a entablar" o "que podía entablarse";
Plinio, en el libro 2: Lacus ad margines plenus neque exhaustis aquis minuitur nec infusis
augetur; el mismo: Anisum strangulationes uuluae, si manducetur, sedat; y depués:
Portulaca alias manducata refrigerat intestina; podría haber utilizado en ambos casos o
bien el participio o bien el verbo en forma personal.
Amandus no siempre significa futuro, como indica de pasada Valía: "No sé", dice, "si
hay que decir, como hacen los griegos que el gerundio es un participio de presente"; y más
abajo: "de donde se deduce que el gerundio es un participio de presente"; lo mismo piensa
Tomás Linacro; más claro lo dice Donato a propósito del siguiente texto de Terencio: Vix
sum apud me; ita animus commotus est metu, spe, gaudio, mirando hoc tanto, tam
repentino bono; "mirando", dice, "es decir, cuando miro; ese 'mirando' es un participio".
Yo, sin embargo, afirmo que amandus tiene todos los valores temporales, como demuestran
legendis carminibus fuit poeta, legendis carminibus est poeta, legendis carminibus erit
poeta; Virgilio: Voluenda dies en attulit ultro, es decir, "el día que vuelve"; Lucrecio:
Plumbea uero glans etiam longo cursu uoluenda liquescit; Terencio: Quod in opere
faciendo operae consumis tuae; Cicerón, en el tratado Sobre la vejez: His enim ipsis
legendis in memoriam redeo mortuorum; el mismo, en libro 2 del tratado Sobre la
adivinación: Neque uero superstitione tollenda religio tollitur; el mismo, en el libro 4 de
las cartas: Gratiam nos quoque mire ab eo defendenda pace arbitrabamur; Juvenal:
Prouida Pompeio dederat Campania febres optandas, es decir, "fiebres que había debido
desear"; Cicerón: Sed res multis querelis de re publica interponendis transacta est; Plinio,
en las cartas: Abstinui a causis agendis; Livio, en el prólogo, dice, con bastante oscuridad,
esto: Ante conditam condendamue urbem; algunos lo explican así: ante condendam
significa "poco antes de que fuera fundada"; a mí me parece que significa "en la propia
edificación", o quizás haya que leer: Ante conditam condendoue urbem.
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Las cosas que suelen añadir los gramáticos sobre el gerundio adjetivo y los gerundivos
son puros delirios. Otras cosas sobre esto pueden encontrarse en el libro 3, cap. 8.
La preposición, aunque vaya detrás no deja de llamarse preposición, como César
Escalígero parece mostrar; efectivamente, si se sigue el orden gramatical, siempre debe ir
delante, de manera que transtra per debe ser per transtra. Y lo mismo curre con mecum,
tecum, secum.
De las preposiciones recibidas de los gramáticos, yo rechazo las siguientes: circiter,
prope, propius, proxime, pridie, postridie, procul, secus, usque, uersus, uersum. Los giros
circiter Kalendas, circiter meridiem, octauam circiter horam no demuestran que circiter
sea preposición, ya que en ellos falta ad o in; Cicerón, en el libro 2 de las cartas a Atico:
Verum haec in Arpinati ad sextum circiter idus Maias non defleamus.
Prope es un adverbio, que significa algo así como "junto a los pies" (pro pedibus); su
significado es cercano al de fere o proxime; y fue en su momento nombre: propus, -a, -um.
Se podrá objetar que existe prope montes consistere, prope ripam Anienis, y prope metum
res fuerat, prope seditionem uentum est; pero en todos estos giros falta ad, como diremos
en su momento; y qué decir de que a veces va junto a ablativos con ab, como en prope ab
Sicilia, tam prope a muris habemus hostem, prope ab origine, prope a domo detineri.
Propius no sólo no es preposición, sino que ni siquiera adverbio, pues melius, peius,
propius son adjetivos, como dijimos cuando tratamos del acusativo y de katá; por lo cual,
cuando leemos propius urbem, propius mortem adest, falta ad; Cicerón, en el tratado Sobre
los límites: Sed ut ad ea propius Cato accedam; el mismo, en el libro 1 del tratado Sobre la
naturaleza de los dioses: Ad similitudinem enim deo propius accedebat humana uirtus; el
mismo, en Las particiones oratorias: Accedere propius ad sensum alicuius; también
decimos: propius ab aliquo loco stare; stellae aliae propius a terris, aliae remotius ab
eisdem principus: éstas son palabras de Cicerón, en el tratado Sobre la naturaleza de los
dioses, donde no sé por qué los gramáticos no han considerado como preposición remotius,
tal como hacen con propius, cuando no hay ninguna diferencia entre ambos; ¿por qué no
decir incluso que propius es una preposición de dativo ante el texto virgiliano Propiusque
pendo it metus, y este otro de Geórgicas 1, Propius stabulis; y de Geórgicas 3: Et faciem
tauro propior.
Pridie Nonas y pridie Kalendas no indican que pridie sea una preposición de
acusativo, a pesar de que en Cicerón leamos usque ad pridie Kalendas, y en Plinio adpridie
Idus Septembres; y es que en Kalendas, Idus y Nonas hay que suplir ante; es decir, sería
pridie ante Nonas, donde pridie es el ablativo de dies; es como si se dijera primo die o
priore die ante Nonas; Cicerón dijo: Postridie ludos Apollinares; y Suetonio: Postridie
nundinas; falta post; Cicerón, a Terencia: Quid causae ante fuerit postridie intellexi quam
a uobis discessi, es decir, postquam o posteaquam.
Procul urbem, dijo Curcio; y Livio: Locus procul muros satis aequus agendis umeis
fuit. No sé si en algún otro lugar se encuentra procul con acusativo; muchas veces con
ablativo, como en procul mari Oceano, patria y procul dubio. No voy a aducir ejemplos
con preposición, porque son innumerables y están al alcance de cualquiera.
Secus decursus aquarum es inusitado en latín; yo pienso que secus es siempre adverbio,
como en recte an secus facias nihil ad nos; Plauto: Quid diximus tibi secus quam uelles;
Erasmo cita de Plinio la frase secus fluuios, del libro 24; pero en los manuscritos correctos
se lee ferundum fluuios.
Romam uersus y giros semejantes no prueban que uersus sea preposición; tampoco lo es
uersum, como lo demuestan las formas aduersus y aduersum; Cicerón, en el libro 4 de las
Cartas: In Italiam uersus.
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CAPÍTULO XVII Sobre la naturaleza y diferencia de los adverbios
El adverbio, que es algo así como ad uerbum, se llama así porque es una especie de
modo o adjetivo del verbo, como en bene currit. Sin embargo, se une también a otras partes
de la oración, como en bene doctus, ualde mane, semper deus, semper lenitas. Enumerar las
formas del adverbio no es cometido del gramático; sí sería cometido del gramático, si nos
limitamos a la desinencia; así, tenemos adverbios en -im, como punctim, caesim,
membratim; otros en -us: subtus, intus; otros en -o: cito, profecto; en -as, como alias, cras;
en -i: ubi, ibi; en -e: bene, pulchre, sane; en -er: duriter, fortiter; y así sucesivamente.
Hablar, sin embargo del significado de los adverbios es más propio del filósofo que del
gramático, ya que la función del gramático es, según el testimonio de Varrón, indagar, no el
significado de las palabras, sino su uso. Por eso yo, en el Arte pasé por alto los significados;
pero aquí, para que nadie los eche de menos, los expondré de alguna forma.
Locativos: hic, intus, foris; de ellos hablé con abundancia en el Arte.
Comparativos: magis. Los demás, como melius y doctius son acusativos, en los
que falta katà, como he dicho muchas veces y diré ampliamente en el capítulo sobre la
elipsis.
Demostrativos: en, ecce; aunque éstos son más bien sonidos inarticulados.
Interrogativos: cur?, quare?, aunque éste último es: qua de re.
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De juramento: Hercle, medius fidius, aedepol, aecastor, si es que no quieres llamar
nombres a éstos.
De orden: deinde, deinceps; pero primum, primo y secundum, secundo son nombres
siempre.
Los griegos consideran como adverbios lo que para nosotros son interjecciones; pero se
trata sólo de sonidos inarticulados y naturales; por eso no las considero entre las partes de la
oración. Son sonidos de este tipo: Apage, phy, vae, papae, vah, o, oh, ej, hei, eu, heu, atat,
ah, st, pro, proh, hahahe, euge. Son también considerados como adverbios las palabras que
yo he eliminado del grupo de las preposiciones, entre las cuales estaban según la
enumeración de los gramáticos.
La conjunción no une palabras, como neciamente se dice, sino oraciones; en efecto,
cuando se dice emi equum centum aureis et pluris, la frase sintácticamente completa es:
ego emi equum centum aureis et ego emi equum pretio pluris aeris; Petrus et Paulus
disputant es Petrus disputat et Paulus disputat. Distinguir los significados de la conjunción
no es, como dije en el caso del adverbio, función del gramático; y es que, si nos atenemos
al punto de vista gramatical, todas son conjunciones, es decir, todas unen, aunque parezcan
separar; efectivamente, ¿por qué va a unir menos dormit aut uigilat que dormit et uigilat?
En el significado son muy diferentes; en el aspecto gramatical, son iguales. Sin embargo,
para una mayor claridad, las voy a clasificar:
Copulativas siempre: et, que, nec, neque, ac, atque, quoque, etiam, item, itemque.
Disyuntivas: aut, uel, ue, siue, seu, an, necne, utrum; si bien esta última es un
nombre.
Adversativas: at, sed, porro, tamen, tametsi, etsi, licet, quanquam, quamuis, autem.
Ilativas o conclusivas de un silogismo, que van siempre al final del mismo: ergo,
igitur, ideo, itaque, quocirca, proinde, quare, quapropter; aunque estas dos últimas son
más bien nombres, concretamente: qua de re y propter quae.
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Causales, a las que sigue una causa: nam, nanque, enim, enimuero, etenirn, quia,
quoniam siquidem, quippe, utpote, propterea quod, quod, según la opinión de los
gramáticos; para mí es siempre nombre relativo, en el que se sobreentiende una
preposición.
De todas formas, para el gramático sería suficiente, como he dicho, si a estas tres
últimas partes las llamamos simplemente partículas indeclinables; y así se limitaría la
función del gramático perfecto.
Y hasta aquí lo que se refiere a la naturaleza de las seis partes de la oración. Pasemos
ahora a la construcción.
LIBRO II
- CAPÍTULO I: Sobre la construcción de los nombres.
- CAPÍTULO II:El nominativo no es regido por ninguna parte de la oración. Sobre
dos nominativos juntos.
- CAPÍTULO III: El genitivo no puede ser regido por un verbo ni en griego ni en
latín. En latín se dice Vrbs Toleti. Dos genitivos dependientes de un único y mismo
nombre.
- CAPÍTULO IV: El dativo nunca va regido, ni en activa ni en pasiva. Siempre
significa adquisición, nunca agente.
- CAPÍTULO V: El acusativo depende, de muchas formas, de la preposición. Los
giros eo Romam, in rus. La exclamación exige verbo. Se rechaza la sinécdoque de
los gramáticos. Dos acusativos no son regidos por un mismo verbo.
- CAPÍTULO VI: El vocativo nunca va regido.Defensa de Plinio contra las
calumnias de Valla.
- CAPÍTULO VII: El sexto caso depende siempre de una preposición. Se rechaza el
ablativo absoluto. Se consule orabat Cicero es una frase latina. El ablativo de la
tercera en -e o en -i.
- CAPÍTULO VIII: Unir muchos adjetivos a un sustantivo es una construcción
elegante.
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CAPÍTULO I Sobre la construcción de los nombres.
La misma explicación vale para la concordancia del nombre y el verbo; ya hemos dicho,
en efecto, que en este caso la concordancia es sólo de número. Se objetará que en ego docet
hay concordancia de número y, sin embargo, la oración no es en absoluto congruente.
También aquí hay una infracción a una regla que enseña que todo nominativo es de tercera
persona, a excepción de ego, tu etc.; y como se ha ignorado que ego es de la primera
persona verbal, no se ha conseguido adaptar la concordancia que después ha seguido su
regla.
Toda oración, aunque sea muy breve, está constituida de nombre y verbo, como si de
materia y forma se tratara. Esto lo enseñan Platón en El Sofista y Aristóteles en su Peri
hermeneias. Además, el nombre sólo concierta con el verbo en número, como ya dijimos, y
no en persona, como enseñan los gramáticos, ya que dos cosas que conciertan entre sí
deben tener común a ambas una tercera; es así que los nombres no tienen persona, es decir
aquella facies que sólo tienen los verbos, luego los nombres no conciertan con los verbos en
persona, caso y género, sino que como son todos, a excepción de dos, de la tercera persona
verbal, siempre se adaptarán a esa tercera persona; ha de haber sin embargo concordancia
de número, ya que la persona puede estar en singular y en plural. Así pues, quien dice ego
disputat se equivoca en una regla; y quien dice ego disputamus, se equivoca en la
concordancia: en el primer caso se trataba de un hecho de necesidad; en el segundo, de
concordancia.
Por otro lado, el nominativo nunca es regido, ya que en la oración Cato scribit, Cato no
está regido por scribit, ni scribit por Cato, sino que hay concordancia de nombre y verbo; y
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Cato es el sujeto, no la persona agente o paciente, como sueñan los gramáticos. Y el
nominativo, en lengua latina, no tiene otra función que esa, ya que en O uir fortis atque
amicus, En Priamus, Ecce homo uel ecce hominem, hay que buscar el verbo, como diremos
al hablar de la elipsis de los verbos.
Cuando hay dos nominativos en una oración, no tienen la misma función; así en Ego
Annibal peto pacem falta ens o qui sum Annibal. Consulta el término ens en el capítulo
sobre la elipsis. Por otro lado, todo verbo parece tener nominativo a uno otro lado de él
mismo, como en legis inuitus, doceo libens; pero también aquí falta ens. Tras algunos
verbos pasivos se da la reciprocidad, como en uocor Sanctius, diceris poeta; pero en activa
es dicunt te poetam.
El genitivo siempre remite a un poseedor, sea activo o pasivo, como en amor patris,
uulnus Achillis; de ahí que no pueda ser regido por un verbo. Y es que el poseedor y la cosa
poseída son nombres relacionados, como dicen los dialécticos, al no poder ser entendido el
uno sin el otro. Los verbos significarán 'poseer", pero nunca "posesión". Los gramáticos,
como ignoraron esto, establecieron varias clases de verbos que rigen genitivo. Estos
errores, uno por uno, van a ser rechazados.
En los verbos de precio y de estima, si hay un genitivo, éste va regido por un nombre y
no por el verbo; así, en magni emi, falta pretio, ya que la frase completa sería: Emi hoc
magni acris pretio. Y cuando digo nihili o pluris te facio, falta aestimatione o pretio.
Consulta el término pretium en el capítulo sobre la elipsis; y también el término aeris.
Miseret, misereo?; taedet, pertaedet, pudet, piget, poenitet parecen regir genitivo. Pero
no es así. Oigamos a Prisciano: "Hay que saber", dice, "que los impersonales que se unen a
la vez a un acusativo y a un genitivo, como en pudet me tui - y lo mismo ocurre con
poenitet, taedet, miseret -, expresan sin duda con el acusativo la persona afectada, y con el
genitivo la que es el origen del sentimiento. Y no es sorprendente una disposición de este
tipo, ya que la frase se resuelve en los mismos casos; efectivamente, pudet me tui equivale a
pudor habet me tui; taedet me tui a taedium habet me tui; miseret me tui a miseratio habet
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me tui; poenitet me tui a poenitentia habet me tui". Esta son las palabras de Prisciano,
brillantes sin duda, si no hubiera llamado impersonales a estos verbos, que son realmente
activos, y no hubiera dicho que es un genitivo de persona agente lo que realmente es un
genitivo regido por un nombre que está oculto en el verbo, como en pudor peccati pudet
me, y en miseratio pauperis miseret me, es decir me tenet. Consulta en el capítulo sobre la
elipsis el apartado sobre el nominativo cognato, y también el cap. 1 del libro 3.
Desine querelarum, Abstine irarum, Integer uitae, Lassus uiarum, son expresiones
griegas, en las que falta la preposición ἔκ, que rige genitivo en griego. Y cuando se dice
impleo granarium frumenti, si se habla en latín, se expresa que se llena el granero que está
destinado al trigo; lo mismo ocurre si se dice impleo pateram regis. Pero los poetas de vez
en cuando imitan a los griegos; de ahí que Virgilio dijera: Implentur ueteris Bacchi; los
griegos dicen πλερῶ τὸ ἄγγος οἴνου, es decir, impleo pateram de umo, o, si se traduce
palabra a palabra, de uini. Y no parece sorprendente una construcción de este tipo, ya que
los antiguos latinos, traduciendo palabra a palabra, añadían al genitivo una preposición;
Vitruvio, en el libro 1, cap. 2: Quantitas autem est modulorum ex ipsius operis sumptio; en
el mismo libro, cap. 4: Aquatiles autem piscium naturae quod temperatae sunt a calido
plurimumque ex aeris et terreni sunt compositae; en el mismo libro, cap. 5: Quum ergo iis
rationibus erit salubritatis in moenium collocandorum explicatio; y en el libro 3, cap. 3:
Praeterea si ex imbrium aquae uis occupauerit; y en el libro 9, cap. último: Descriptioque
ex duodecim coelestium signorum sit figurata. Algunos han intentado corregir estos
testimonios deVitruvio, sin saber que estas frases fueron dichas a la forma griega. La
verdad es que en los antiguos manuscritos están escritas como las he citado. De ahí que se
dijera antiguamente in praesentiarum. Y todo esto lo he dicho, no para que sea imitado,
sino para que se entienda que, cuantas veces un genitivo parece estar unido a un verbo o
incluso a nombres adjetivos, se trata de una frase griega y ademas figurada. De ahí la frase
horaciana: Desine mollium tandem querelarum; el mismo Horacio dijo Abstineto irarum
calidae que rixae, que es un giro homérico, Ἀλλ ᾿ ἄγε λήγε ἔριδος, es decir, desine
contentionis; Virgilio: Nec ueterum memini laetorue malorum; el mismo: Iustitiaene prius
mirer belline laborum; Plauto, en Rudens: Vt me iam omnium laborum leuas!; el mismo en
Stichus: Hae res uitae meae, soror, saturant; el mismo, en Cistellaria: Paternum seruum
sui participat consilii; Ovidio: successurumque Mineruae indoluit; Horacio: Et morbi
miror purgatum te illius; Tácito: Veteres oratores grammaticae musicae et geometriae
imbuebantur. Consulta el apartado dedicado a ἔκ en el capítulo sobre el helenismo, y en el
de la elipsis, consulta causa.
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En los genitivos griegos falta también con frecuencia el adverbio ἕνεκα, es decir, causa
o gratia. Consulta el término causa en el capítulo sobre la elipsis.
En los verbos de recuerdo, si hay un genitivo, o bien estamos ante la misma frase en
griego, o bien hay que suplir un nombre de la raíz del verbo; así en memini tuorum
consiliorum, se suple mentionem; en uenit in mentem illius diei, se suple mentio o
recordatio. Se equivocan quienes dicen que aquí hay una antiptosis, afirmando que illius
diei está por ille dies; con razón se ríe Valla de ellos en el cap. 5 de libro 121; Cicerón dice:
Cum in animo haberem nauigandi, es decir, propositium nauigandi, según el testimonio del
mismo Valla y de Linacro en el libro 6. Consulta en el capítulo de la elipsis el término
mentio.
En natus Romae, Aegypti educatus y semejantes falta urbs, o locus, o prouintia.
Consulta el término urbs.
En relación con non est tui muneris, non est mons, regis est gubernare, consulta los
términos officium y negotium.
Terencio, en Heaut., dijo Satagit rerum suarum, de donde los gramáticos piensan que
satago rige genitivo, cuando en realidad lo que significa la frase es agere satis rerum
suarum. Plauto, en Bacchides, en la escena que empieza Petulans, dice: Nunc agitas tu te
sat tuarum rerum.
Los giros pendeo animi, discrucior animi, desipio mentis, felix animi, impotens
laetitiae, integer uitae, sceleris purus, lassus maris et uiarum militiaeque son totalmente
griegos y figurados. Consulta el término mens en el capítulo sobre la elipsis y sobre el
helenismo.
En eo ad Mineruae se suple aedem; en Tullius Ciceronis, falta filius; en Catonis Martia,
se suple uxor; en castra aberant bidui, se suple itinere o uia; en huius uidi Byrrhiam, falta
seruum; en secundarum tertiarumque Pamphilus se suple actor: Consulta el capítulo de la
elipsis.
Hay quienes dicen que no se puede decir urbs Toleti, arbor mon, fiumen Tagi, ya que el
nombre general se debe poner en el mismo caso que el particular, como en urbem Romam,
fiumen Tagus, arbor morus. Yo no puedo negar esto último; pero hay que aceptar también
lo primero; en efecto, "si decimos urbs sparthana", dice Escalígero, "¿por qué no podemos
decir urbs Sparthae?". De todas formas, en lo que se refiere a nombres de ciudades,
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consulta el término urbs en el capítulo sobre la elipsis. De los demás casos, he aquí
testimonios; Virgilio dijo Demessum fiorem uiolae et hyacinthi; Horacio, en Epodos: Aut
herba lapathi prata amantis; Plinio: Herba pulegii; Cicerón, en la defensa de Flaco: Qui
arborem fici nunquam uidisset; Virgilio: Flumen Hymelae; Suetonio, en Calígula: Sed
quum ad uisendum nemus fiumenque Clyptumni Meuaniam processisset; Horacio: Denique
quatenus exscindi uitium irae, caetera item nequeunt; Plinio: Arbor palmae; el mismo:
Arbor mori; Columela, en el libro 5: In scrobem fici arbusculam deponito; en el mismo
libro: Tunc arborem fici detrunca; Cicerón, en el libro 5 de la cartas: Ne uitium arrogantiae
subsequatur; el mismo, en la defensa de Murena: Aliis ego te uirtutibus, continentiae,
grauitatis, iustitiae, fidei, caeteris omnibus, consulatu et omni honore semper dignissimum
iudicaui; este texto de Cicerón intentó enmendarlo Lambino, desconocedor de la regla en
cuestión. Erróneamente citan también los gramáticos el giro mensem Ianuarii; esto,
efectivamente, no se dice así en latín. Consulta el término mensis en el capítulo sobre la
elipsis.
He advertido que de vez en cuando dos genitivos dependen de un único y mismo
nombre; Cicerón, contra Pisón: 1am ne sentis bellua, quae sit hominum querela frontis
tuae?; el mismo, a Planco: Consul es designatus maxima orbitate reipublicae uirorum
talium; el mismo, en la defensa de Cornelio Balbo: Habetis summorum hominum
interpretationem iuris ac foederum; César, en el libro 1 de la Guerra Civil: Omnium
temporum iniurias inimicorum in se commemorat; en el mismo sitio: Cuius rei magnam
partem laudis ac aestiamtionis ad Libonem peruenturam; Valerio Máximo, sobre Ciro:
Cuius ortus ad imperium totius Asiae expectantis maternus auus Astyages duos
praenuntios somni frustra discutere tentauit; Cicerón, en libro 1 de Catilinarias:
Exhaurietur ex urbe tuorum comitum magna et perniciosa sentina reipublicae; el autor de
la Retórica a Herennio: Memoria est firma animi rerum et uerborum dispositionis
perceptio. Pero lo más frecuente es que uno de los dos genitivos se convierta en posesivo,
como en mea doctrina praeceptoris, y en fructibus Siculis Agrippae.
Los giros dormio tibi, tibi seruio, do tibi pecunias, tibi emitur liber, no se diferencian en
nada, si nos atenemos a la natureleza del dativo; en todos ellos significa, en efecto,
adquisición; así en Surripuit mihi nummos, y lac subducitur agnis. Y es que el dativo remite
al fin último; por ello, puede añadirse a la frase cuando ésta está ya compuesta y construida.
Una casa consta de materia, como son las piedras y las maderas; es hecha por un artífice,
que es la causa eficiente; tiene forma, por la que la diferenciamos de las demás cosas; y
cuando está construida y acabada, entonces miramos para qué asunto o para qué señor hay
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que acomodarla; de igual forma, el dativo se añade a una frase construida y acabada para
marcar la adquisición. No hay, en efecto, ninguna oración, a la que no se le pueda añadir un
dativo con el significado de adquisición. Así en tibi doceo, tibi soli amas.
¿Por qué, entonces, en las oraciones filius mihi peccat, non omnibus dormio, se dice
que el dativo tiene el significado de adquisición, mientras que en do tibi pecunias non
fratri, se dice que el dativo va regido por el verbo? Hay que entender, pues, que no hay
ninguna oración o verbo a los que no se les pueda añadir un dativo, con tal, sin embargo,
que se entienda que una cosa es amo me, y otra amo mihi; una cosa doceo uos, y otra doceo
uobis. Por todo ello, dejen ya de extrañarnos frases con dativo como las siguientes;
Terencio, en Adelfos: Vt uobis decet; Cornelio Frontón, hablando de los ejemplos de
elocución, cita a Salustio, en el libro 1 de la Historias: Locum editiorem quam uictoribus
decebat capit; Plauto, en Anfitrión: Nostro generi non decet; en español: "Para quien
nosotros somos"; el mismo, en Bachides: Huic decet; el mismo, en Asinaria: Vt me te que
maxime atque ingenio nostro decuit; he aquí un dativo y un acusativo, pero con diferente
significado; Cicerón, en Sobre el orador: Quandoquidem id deceat prudentiae uae;
Terencio, en Adelfos: Imo hercie ita nobis decet; en la misma comedia: Vt nobis decet ; en
griego, ὑμιν πρέπει; Gelio, en el libro 9: Adolescens praefatur elatius quam aetati eius
decebat; el mismo, en el libro 6: Foeminis solis uestem longe lateque difussam indecere
existimauerunt; Tácito: Decere nobis terram; Terencio: Si hoc fratri celetur; Plauto, en
Soldado: Homini seruo suos domitos habere oportet oculos et manus; Cicerón, en
Catilinarias 1: Nihil agis, nihil moliris, quod mihi latere ualeat in tempore; Lambino, al no
entender este texto, intenta corregirlo; Lucano, en el libro 1: Tu mihi causa late; Cicerón,
en Catilinarias 1: Vt tibi ad forum Aurelium praestolarentur armati; Virgilio: Haec eadem
matrique tuae generique manebunt; el mismo: Et tibi poena manet; Cicerón, en Filípicas 2:
Cuius quidem tibi fratrem, sicut Caio Curioni manet; Catulo: Scelesta uae te, quae tibi
manet uita; César, en Guerra de las Galias 3: Quum tela nostris deficerent; Gelio, en el cap.
29 del libro 2: Vt messem hanc nobis adiuuent; Plauto, en Bacchides: Quum nihilo pluris
ea res referat sibi; el mismo, en Pseudolo: Nam quanti refert ei, nec recte dicere, qui nihil
recte facit; Horacio, en el libro 1 de Sátiras: Vel dic quid referat intra naturae fineis
uiuenti; Plinio, lib. 18: Acino plurimum refert, si contingat crescente luna uindemiare;
Tertuliano: Interest homini Deo cedere; pero a mí me parece que aquí falta una letrita y que
hay que leer hominis, como en aquello de Plinio del cap. 1: Nec interest hominis; Terencio,
en Eunuco: Homini homo quid praestat; Plauto, en Asinaria: Pergin precari pessimo?;
Séneca en el Sobre la vida bienaventurada: Huic succurro, huic misereor; el mismo, en
Controversias: Misereri debent omnes mei, y Ego misereor tibi, puella; de ahí, en las
Sagradas Escrituras: Miserere mei, domine, y miserere nobis; Plauto, en Aulularia: Nihil
equidem tibi abstuli; en la misma comedia: At quod tibi abstuleras, cedo; la ambigüedad
está en el dativo, ya que en el primer caso, tibi equivale a a te; y en el segundo está clara la
idea de adquisición; Catulo: Eripite hanc pestem perniciemque mihi. Algunos doctos dicen
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que no se puede decir iubeo tibi; los cuales, si entendieran esto que estoy diciendo, estarían
de acuerdo con Cornelio Tácito cuando dijo en el libro 13: Vbi Britannico iussit exsurgere.
Vae uictis, hei mihi también son dativos que significan adquisición; y la partícula uae
es el sujeto de un verbo sobreentendido; la construcción sintáctica completa seria: Vae
uictis est; hei mihi erit. Consulta el capítulo relativo a la elipsis de los verbos.
En los giros sum ruri, natus Carthagini los gramáticos sueñan que estamos ante dativos,
cuando en realidad son ablativos, como diremos al hablar del ablativo.
Profundamente se equivocan los gramáticos cuando enseñan que en voz pasiva el dativo
se refiere al agente, como en deus amatur mihi, que sería a me; este error lo destruiré en su
momento, cuando hable de los verbos pasivos.
Con frecuencia se hallan juntos dos dativos; pero ninguno de los dos es regido por el
verbo; es más, ambos significan adquisición, cada uno a su modo, como en hoc erit tibi
curae, datur tibi hoc uitio; Plauto: Nucleum amisi, reliqui mihi pignori putamina.
Pero como estos gramáticos hacen poco caso a los argumentos, demostrémoslo con
testimonios; Cicerón, en el libro 6 de las Cartas a Ático: In Pyraea cum uenissem; el mismo
en el libro 7: Enaui egressum in Pyraeum; el mismo, en el mismo libro, da muchas reglas
sobre el uso de la preposición in con el nombre Pireo, reglas que él mismo no observa,
como lo demuestra claramente en el libro 3 de Cartas a Ático: Quod a Bibone subito
discessimus; el mismo: Nisi cum ab Epheso ante aliquando profectum; el mismo: Nec me
in Arpinum hoc tempore abdam; el mismo: is ad Messanam uenturum esse dicebatur; el
mismo: De illius ab Alexandria discessu; y en el libro 8: A Brundisio absum propius; en el
mismo sitio: Ne citius ad Brundisium, quam opus sit, acceserit; el mismo: Dum certum
nobis ab Essernia de eo quod audieram referretur; el mismo, en Cartas a familiares: Tertio
die abs te ad Aliciam accesseramus; en las mismas cartas: Ab Epidauro naui aduectus y ab
Athenis proficisci; en las mismas cartas: Ipse iter ad Mutinam dirigerem; en las mismas
cartas: Fugisse a Mutina uideretur; en las mismas cartas: Exclusis etiam ab Antiochia; en
las mismas cartas: Nunciatum esse quatridui iter a Laodicea abfuisse; el mismo: Antonii
reditus a Brundisio; el mismo, en el libro 3 de Verrinas: Hoc ille nauigio ad omnes populi
Romani hostes usque ab Diano, quod in Hispania est, ad Sinopem, quae in Ponto est,
nauigauerunt; el mismo, en el libro Sobre la vejez: Miles profectus sum ad Capuam, quinto
anno post ad Tarentum quaestor, ejemplos en los que Erasmo llama la atención sobre el
uso de la preposición.
Pero los aficionados a la gramática señalan, en contra de nuestra doctrina, que una cosa
es eo Romam y otra eo ad Romam, pues con eo Romam nos referimos a la propia ciudad, y
con eo ad Romam nos referimos a los lugares cercanos a ella. Delira, pues, Livio, quien en
el libro 5 escribe con frecuencia Veios y ad Veios con el mismo sentido; y en el siguiente
ejemplo del libro Sobre la vejez, profectum sum ad Tarentum quaestor, el complemento ad
Tarentum no se refiere a los lugares cercanos a Tarento; César, en el libro 3 de la Guerra
civil: Prius Cassius ad Messanam nauibus euocauit; si quisiera coger testimonios de Tito
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Livio, nunca acabaría; Curcio, en el libro 4: 1am peruenerat ad Arbelam, uicum nobilem
sua clade facturus; Plauto, en Pseudolo: Quin iam quidem illam in Sycionem ex urbe
abduxit modo; el mismo, en Trinummo: Quando hinc iturus est ipse in Seleuciam; el
mismo, en Menecmos: Geminus qui Syracusis habet, hodie in Epidamnum migrauit; el
mismo, en Bacchides: Nam ut in Ephesum hinc abii, ex Epheso huc ad sodales litteras
misi; en el mismo sitio: Ibo in Piraeum; el mismo, en Pseudolo: Illam in Sycionem ex urbe
abduxit modo; en la misma comedia: Ex Sycione huc peruenisti; Terencio, en Eunuco: Heri
aliquot adolescentuli coiimus in Piraeum; Propercio, en el libro 3: Magnum iter ad doctas
proficisci cogor Athenas; Marcial: Tybur in Herculeum migrauit nigra Lycoris. A todos
estos ejemplos, añade multitud de proverbios, como Nauiges in Massiliam, y E Massilia
uenisti.
Rus y domus admiten preposición en los dos números. Consulta el capítulo sobre la
elipsis de las preposiciones.
En los giros O curas hominum, en quatuor aras, ecce hominem falta algún verbo.
Consulta el capítulo sobre la elipsis de los verbos, concretamente el caso de audio, o narro,
o aspicio.
Los giros Fractus membra, caetera Graius, albus dentes, son explicados por los
gramáticos como una absurda sinécdoque, cuando en realidad son giros griegos, y se
explican como elipsis; falta, en efecto κατά, como veremos en el capítulo sobre la elipsis de
las preposicones.
Un verbo no puede regir dos acusativos de distinta especie, ya que un mismo eficiente
no puede hacer por igual al mismo tiempo dos cosas diferentes. No se dirá, en efecto, Amo
patrem literas, sino amo patrem, y amo literas. Tampoco los filósofos aceptan que el
mismo sujeto tenga dos predicados. Pero los anticuados gramáticos dicen que esto es una
construcción muy enfática; hablan, en efecto, de tres tipos de construcciones: enfática,
bastante enfática, y muy enfática; pero digamos de ellos que están muy enfáticamente locos
y vayamos con prisa a nuestro propósito. Ellos adujeron pocos verbos que rijan dos
acusativos, como doceo, moneo, posco; pero entre ellos incluyeron algunos que realmente
nunca llevan dos acusativos, como dedoceo, postulo, peto, induo, exuo, cingo, calceo,
excalcio. Pero, dicen, es suficiente con que estos verbos se encuentren en pasiva con
acusativo, como accingitur ensem; induitur loricam; postulatur pecunias; ¡O débil
argumento! ¿Por qué, por esta misma razón, no añaden a esta su cuarta especie de verbos
los innumerables que pueden aceptar estos acusativos en pasiva, como Dido uultum
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sermone mouetur, y Dido expleri mentem nequit, y Carpitur attonitos sensus? Pero de estas
cosas hablaremos con más extensión al hablar de la elipsis de las preposiciones griegas.
El vocativo no es un nombre de segunda persona, como dicen los gramáticos, sino algo
con lo que entablamos conversación. Efectivamente, de la misma forma que un artista, una
vez que ha concluido su obra, llama a las gentes para que la contemplen, así también quien
compone una oración, llama a oyentes para que la escuchen. Por ello este caso no puede ir
regido, ya que toda la oración, una vez compuesta, se dirige al nombre que va en vocativo.
Si se dice que el vocativo va regido por el adverbio O, por el hecho de que esta partícula se
una con frecuencia al vocativo, concederé que muchas veces va unida, pero no siempre. Es
más, algunas veces ni se pone, ni se puede poner, como es abiertamente evidente en el
idioma español; efectivamente, cuando alguien al llamar a sus criados dice
"moços","pajes", "criados", y estos responden "Señor", ahí no se puede suplir "O". Y ¿qué
decir del hecho de que muchas veces nos encontramos con O sin vocativo?; Virgilio: O ubi
campi Sperchiusque, o qui me gelidis in montibus Aemi sistat. Y es que la partícula O no es
otra cosa que señal de alegría, o de dolor, o de exclamación. Y que el vocativo no va regido
por el verbo, lo indica claramente la voz pasiva, cuando a una oración como Petre, doce
illum, la convertimos en pasiva: Ille, Petre, doceatur a te; y lo indica también un adjetivo,
cuando éste se pone tras un verbo de mandato, como en discipule, esto bonus; Marcial:
Esto, Naeuole, solicitus; el mismo, más claramente: Esto tu, Caesar, amicus; Ovidio, en 1
de Tristes: Vade, sed incultus. Por último, otro argumento es que los adverbios, si no son
tomados como nombres, no pueden regir un caso como enseña César Escalígero.
Ahora surge esta cuestión: si hay que decir Veni, puer, dicende doctus o dicende docte.
He aquí testimonios de ambas construcciones; con vocativo escribió Horacio: Age, dic
latinum, Barbite, carmen, Laesbio primum modulate ciui; el mismo: Inuicte mortalis dea
nate puer Thetyde; Ovidio, en 2 de Tristes: O princeps, parce uiribus use tuis; Propercio:
Lectule, delicusfacte beate meis; Marcial, libro 4: Libelle, inuersa pueris arande charta;
Ovidio, en 3 de Amores: Amnis arundinibus limosas obsite ripas siste parumper aquas;
Tibulo, libro 4: 1am nimium, Messala, mei studiose, quiescas, non tempestiuae saepe
propinque uiae; Virgilio, en 10 de Eneida: O dolor atque decus magnum rediture parenti;
Persio: Stemmate quod Tusco ramum millesime ducis, censoremque tuum uel quod trabeate
salutas, texto en relación con el cual los intérpretes, con su antiptosis, no dicen nada más
que tonterías; el mismo: Audaci quicumque es, afflate, Cratino; Tibulo, a Baco: Huc uenias
hodierne, tibi dem thuris honorem; Albinovano, a la muerte de Mecenas: Impiger Alcide,
multo defuncte labore, te memorant curas sic posuisse tuas; Plauto, en Gorgojo: Haud
male meditate male loquutus es; Ausonio: Distentas interne uias mirere domorum.
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Ejemplos de vocativo y nominativo. Estacio, en 7 de Tebaida: Haud uetito nudus
iaciture sepulchro; Propercio, en el libro 2: Tu criminis auto?; nutritus duro, Romule, lacte
lupae; el mismo, en el libro 3, elegía 5: Nudus ab inferna stulte uehere rate; Ovidio, en
Epístolas: Surge, age, Belide de tot modo fratribus unus; Virgilio: Nate, meae uires, mea
magna potentia solus; Marcial, en libro 6: Nile, iussus cedere brumae, mitte tuas messes; el
mismo, en el libro 7: Secretusque tua, mule, lauaris aqua; Virgilio, en 10 de Eneida:
Dardania stratus dextra miserande iaceres; Plinio, sin embargo, en el capítulo 30 del libro
7, al saludar a Cicerón, mezcla ambos casos de esta forma: Salue, primus omnium parens
patriae appellate; primus in toga triumphum, linguaeque lauream merite, texto que en su
ineptitud corrige Lorenzo Valla; y es que, aunque diera la apariencia de está construido
contra las leyes gramaticales, sin embargo, podría defenderse desde el punto de vista
griego; así, en efecto, hablan los griegos, según el testimonio de Budeo en sus comentarios;
Sinesio, a Aureliano: ῶ μεγαλοπρεπέστατε μόνος ἤ μετὰ ὀλίγων σὺ μόνος δίκαιος
καλούμενε, es decir, O eximie solus, uel inter paucos tu solus iustus uocande; pero Valla,
en el caso de la frase Tace tu, imperitus homo, piensa que no es latina, y que en latín hay
que decir imperite; no diría esto, si hubiera topado con los ejemplos que he aducido. Es, en
efecto, correcto decir Defende me, amice mi, y Defende me, amicus meus, aunque tienen
distinto significado y se trata de diferente construcción; en el segundo caso hay, por así
decir, como dos oraciones, y se suple ens o qui es; consulta, en el capítulo de la elipsis, la
elipsis de ens. Por ello se engañan quienes piensan que en las Sagradas Escrituras el
vocativo de Deus es Deus, al leer Deus, Deus meus, respice in me, cuando en realidad se
trata de un nominativo; en Prudencio leemos Dee, en vocativo.
El sexto caso no tiene un nombre propio; en efecto, no siempre significa "separación"
(ablación), para que por ello se le llame ablativo. Prisciano lo llama el caso comparativo,
porque, en su opinión, es sólo en la comparación donde no lleva preposición, sino por su
naturaleza de comparativo. Nosotros le vamos a llamar sexto caso o caso de la preposición,
porque siempre va regido por una preposición, como expondremos analizando uso por uso.
En la comparación, como doctior omnibus, falta prae. Consulta el capítulo de la elipsis.
En las frases Ditior opinione y calceus maior pede parece más bien faltar pro que prae;
efectivamente, muchas veces aparece pro o quam pro, de manera que la construcción
sintáctica es: Maior est calceus pro pede, o quam pro pede; Livio, en el libro 25: Maior
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quam pro numero hominum editur pugna. Consulta el capítulo de la elipsis de las
preposiciones.
En el caso del ablativo, al que erróneamente llaman absoluto, los gramáticos han
delirado en exceso. Pero hay que perdonarles. Y es que este tema es de mayor profundidad
de la que puede alcanzar el talento de los gramáticos. Consulta el capítulo de la elipsis de
las preposiciones. Preceptúan los gramáticos que en este ablativo al que llaman absoluto
hay que procurar que las dos oraciones no tengan el mismo sujeto; dicen, en efecto, que no
es correcto latín decir Se consule orabat Cicero. Pero la razón está en contra de ellos, pues,
si se sobreentiende siempre una preposición, ¿por qué puedo decir Sub me praeceptore
discam, como se dice Paulo praeceptore discam?; Ovidio, sobre Narciso: Lacrymas
quoque saepe notaui me lacrymante tuas; y en el libro 2 de Amores: Me duce adhunc
uotiflnem, me milite ueni; el mismo, en 2 de Fastos: Hic castas duce se iubet esse mantas;
Lucano, libro 5: Et laetos fecit se consule fastos; el mismo, en el libro 6: Seque arma
tenente ac nondum strato magnum uicisse negauit; Claudiano: Illicitas consul poenas se
consule soluet; Plauto, en Bacchides: Nec equidem illam me uiuo corrumpi sinam; el
mismo, en Aulularia: In meis aedibus me absente neminem uolo intromitti; el mismo, en
Soldado: Si ego se insciente paterer uicino meo eam fieri iniuriam; en la misma comedia:
Te uidente uides; el mismo, en Mostelaria: Priusquam te me uiuo unquam sinam aut agere
aut mendicare; Terencio, en Heaut.: Qui se uidente amicam patiatur suam; Sedigito, en su
censura a los cómicos: Eum me iudice errorem dissoluam tibi; Quintiliano, libro 8:
Hibericas herbas se solo ne quidquam intelligente dicebat; el mismo, en la declamación 4:
Te uolente misisti; Curcio, en el libro 4: Quibus occultatis Sidona deuecti sunt; Suetonio,
en el capítulo 31 de Tiberio: Iterum censente ut Trebianis legatam pecuniam transferre
concederetur, obtinere non potuit; Plinio, en el capítulo 9 del libro 10: Absumique etiam se
inspectante patitur; el mismo, en el libro 8: Prodente se auctor est M. Varro; el mismo, en
el libro 7, capítulo 2: Horum supra centum uiginti millia fuisse se prodente Ctesias scribit;
Cicerón, en Bruto: Se audiente locuples auctor scribit Thucydides; el mismo, en 3 de
Filípicas: Nobis uigilantibus et multum in posterum prouidentibus, populo romano
consentiente erimus profecto liberi breui tempore; el mismo, en el libro 16 de Familiares:
Non potes effugere huius culpae poenam te patrono; en el libro 1 de las mismas cartas:
Tenebam memoria nobis consulibus etc.; en el mismo sitio: Denique memineram nobis
priuatis etc.; el mismo, contra Pisón: Quae ornamenta etiam in Sexto Clodio te consule
esse uoluisti; Seneca, en el libro Sobre la vida bienaventurada: Populo spectante fieri
credam quidquid me conscio faciam; el mismo, el libro 3 de las cartas: Acerbum uri,
quanto acerbius si id te faciente patiaris; Lorenzo Valla, en el capítulo 64 del libro 3, se
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extraña, como si entonces fuera dicho por primera vez, de aquello que dice Horacio en el
Arte: Laudator temporis acti se puero; este texto debe ser puntuado y separado así: Acti se
puero, y no Laudator se puero.
¿Qué decir de los adjetivos? Ovidio, en Epistolas: Hument incultae fonte perenne
genae; y en 3 de Fastos: Amne perenne latens Anna perenna uocor; y en 6 de Fastos:
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Extaque de porca cruda bimestre tenet; el mismo, en carta de Paris: Fore ut a caeleste
sagita figar; el mismo, epistola 15: Specie caeleste resumpta; Lucano, libro 7: Erepto
natale feret; Horacio: Coerite cera digni; el mismo, en 1 de Odas: Cum Tyburte uia; el
mismo, en 2 de Odas: Nec purpura, uenale nec auro; Varrón, 2 de Agricultura, cap. 3:
Collo breue, gurgulione longiore; Suetonio, en Vespasiano: Conuiuabat assidue, ac
saepius recta ac dapsile, ut macellarios adiuuaret.. Además, uigil y pugil, con el acuerdo
de todos, hacen el ablativo en e e i; y son, sin embargo, adjetivos. Y si imber lo hace en e o
i, ¿por qué los compuestos no lo van a hacer igual, los cuales son todos adjetivos, como
September, October etc.? También los nombres en as, en otro tiempo gentilicios, se
declinaban, según el testimonio de Carisio y Prisciano, en atis, ate, como Arpinatis y
Arpinate; pero hacen el ablativo en e e i, aunque hay quienes niegan que lo hagan en e; a
estos refuta Cicerón, en la defensa de Cluentio: Fratres gemini fuerunt ex municipio
Aletrinate; el mismo, en 5 de Tusculanas: Nisi ab homine Arpinate didicisset; Liuio, libro
5: In Capenate agro; el mismo, libro 10: Ex agro Sentinate; Valerio Maximo, libro 6: Ex
illo Mario tam humili Arpinate; Martial: Metamque lactis Sarsinate de silua; hay otros
ejemplos en Plinio y demás. Sosípatro Carisio a partir de César, Plinio y Varrón: "Si
hablamos de persona, el ablativo es en e; si de cosa, en i; así ab homine breue, y ab itinere
breui; por ello, siempre se dirá ab aedile, ya que con ello siempre nos referimos a un
hombre". Esto dice Carisio. Prisciano también afirma, tomándolo del mismo Carisio: "Si el
nombre es propio a partir de un adjetivo, nunca terminará en i, como a Iuuenale, a
Martiale, a Prudente, a Clemente. Si se habla de una cosa, sólo terminará en i, como en re
clementi".Yo pienso que esos preceptos son buenos, pero es mejor que digamos que el uso
ha hecho que los adjetivos tengan un ablativo en e o en i indistintamente. De estos tan
numerosos ejemplos se deduce que se equivocan los gramáticos cuando dicen que los
nombres de ciudad en la que ocurre algo, si son de la tercera declinación, se ponen en
dativo, como Natus Carthagini, Sycioni habitat, y ruri uitam agit; yo afirmo que es mejor
decir Rure uiuit, Carthagine natus; pero, si nos encontramos con las formas anteriores, no
son dativos, sino ablativos; Plauto, Mostelaria: Veniunt ruri rustici; Terentio, Formión:
Opus ruri facinundum; lustino, libro 1: Ruri iter ingressus; a pluri, decimos ahora; Carisio
acepta mejor a plure, con estas palabras: "Ab hoc uetere, maiore, plure, no ueteri, maiori,
pluri". Y ¿qué decir del hecho de que hasta el propio Valla vislumbró de alguna forma esto,
en el libro 4, cap. 80: "Se encuentran",dice, "luci por luce, y uesperi por uespere, y ruri por
rure". Esto dice Valla. Plauto, en Cistelaria: Postea autem cum primo luci; pero decimos
tempori uenito; y Catón dijo: Satisne tempori opera sient confecta, y si tempori facias.
Carisio acepta a rure o rure.
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CAPÍTULO VIII Unir muchos adjetivos a un sustantivo es una
construcción elegante
"Decimos", dice Valla, "hic robustus messor, ista robusta mulier; y no decimos
antiquus robustus messor, antiqua robusta mulier".Esto es lo que dice Valla. Pero la propia
razón prescribe que a una sustancia se pueden unir al mismo tiempo muchos accidentes.
Efectivamente, de la misma forma que acepto de buen grado que Catón no puede estar al
mismo tiempo frío y caliente, también concederé de buen grado que puede ser al mismo
tiempo frío, gordo y blanco. Cicerón, en la Defensa de la ley Manilia: Mithridates magnis
aduentitus multarum nationum copus adiuuabatur; en el mismo discurso: Quum ita clausa
nobis erant omnia maria, ut neque priuatam rem maritimam neque publicam gerere iam
possemus; el mismo, en 2 de Sobre el orador: Haec perpetua contra Scaeuolam Curiana
defensio tota redundabit hilaritate; el mismo,en 5 de Paradojas: Quem nutum locupletis
orbi senis non obseruat?; el mismo, en Tusculanas 2.: Sic ad malam domesticam
disciplinam uitamque umbratilem et delicatam quum accesserunt etiam poetae etc.; el
mismo, en 1 de Filípicas: Non igitur prouocatio ista lege datur sed duae maximae salutares
leges quaestionesque tolluntur; en el mismo discurso: Carissimus tuus paruus filius in
Capitolium a te missus pacis obses fuit; en el mismo discurso: Vt omittam res aui tui
prosperas, acerbissimum eius diem supremum malim quam L. Cinnae dominationem; el
mismo, en 5 de Filípicas: Periculosissimum ciuile bellum; en el mismo discurso: Bellum
acerbissimum ciuile sit restitutum; el mismo, en 6 de Familiares: Etiam externos multos
claros uiros nominarem; en el mismo libro: Quasi deuincti magnis meis ueteribus officiis;
el mismo, en Sobre el orador: Assidua diligens scriptura; el mismo, en Verrinas 2:
Crepereius ex acerrima illa equestri familia et disciplina; el mismo, en 2 de Sobre la
adivinación: Vnde superstitiosa primum euasit uox fera; el mismo, en 7 de Cartas a Ático:
Belle nobis flauit ab Epiro lenissimus Auster mitis; el mismo, en 7 de Familiares : Nisi nos
pauci retineamus gloriam antiquam Atticam; Terencio: Tum ut maleuoli ueteris poetae
maledictis respondeat; Lucano: Fulgura fallaci micuerunt crebra sereno; Marcial, en libro
12: Ne mendica ferat barbati prandia nudi pera rogat; Suetonio, en Nerón: In uetere
gentili stemmate; Valerio Máximo, libro 1, cap. 6: Puerum infantem semestrem; el mismo,
en libro 4: Aurea Delphica mensa; el mismo, en libro 9, cap. 3: Nonne multo alieno
sanguine profuso ad ultimum et suum erogauit; Suetonio, en César: In summo publico
luctu; Curcio, libro 3: Cum captiuis mulieribus nobilibus; en el mismo libro: Captiua
nobilis mulier; César, en 2 de Guerra de las Galias: Quem locum duplici altissimo muro
munierant; Livio, libro 1: Insignique cum ueste et Curuli regia sella adornauit; el mismo,
libro 38: Hic speciosus ultimus dies Scipioni illuxit; Terencio, en Formión: Introit ater
alienus canis; el mismo, en Eunucho: Labore alieno magno partam gloriam saepe in se
transmouet; así hay que leer en efecto este texto, y no magnam; el mismo, en Adelfos: Ego
hanc clementem uitam urbanam atque otium sequutus sum; Varrón, libro 2 del Sobre la
agricultura: Quid rationes dominicas pecuarias conferre nequicquam recte potest; el
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mismo, libro 3: Quam seueri boni uiri laudabant; Plinio, libro 1, cap. 2: Est lamina caerea
tenui aurata; Seneca, en Medea: Candida thyrsigeri proles generosa Lyci. Pero sería muy
largo aducir testimonios de poetas; es muy frecuente, en efecto, que, suprimido al
sustantivo, aparezcan los adjetivos, como en Inclyti Romani, se suple homines; en Integrum
Aprilem te expectaui, se sobreentiende mensem; en Superos omnes et inferos testatur, se
sobreenteinde Deos; en Miseri mortales, se sobreentiende homines; en splendidus Oriens,
se suple Sol; Immensi molares, es decir lapides; Virgilio: Centum lanigeras mactabat rite
bidentes, es decir oues; Tibulo, libro 2, eleg. 2: Fictilia antiquus primum sibi fecit agrestis.
Me preguntará alguien por qué en la Gramática no he enseñado a los jóvenes que una cosa
es el relativo de sustancia y otra el relativo de accidente. Yo les preguntaré a ellos por qué
quieren confundir y hacer que, al no entender, no entiendan nada. Yo he prescindido de esta
y de otras muchas cuestiones que en nada atañen al gramático. Al gramático, en efecto, le
basta con saber que Tantus, quantus, Talis, qualis, Tot, quot son adjetivos y que no tienen
entre sí más relación que la dialéctica, como ocurre con pater, filius, discipulus, magister.
Yo he dicho, pues, que el relativo se coloca entre dos casos del mismo nombre, como en
Vidi hominem, qui homo disputabat. Esta forma de hablar es rechazada por San Jerónimo
en su Contra Rufino. Pero he aquí muchos testimonios que confirman mi regla; Cicerón,
Verrinas 3: Ego tibi illam Aciliam legem restituo, qua lege multi simul accusati; en el
mismo discurso: Ex ea die ad hanc diem quae fecisti in iudicium uoco; en el mismo
discurso: Fauonius qui legem nosset, qua in lege numerus tantum columnarum traditur; y
en 4 de Verrinas: Edictum enim hominis cognoscite, quo edicto omnia iudicia redegerit in
suam potestatem; en el mismo discurso: Cephalici mensis est certus, quo mense
sacerdotem maximum crean oporteat; el mismo, en la Defensa de Milón: Ante fundum
Clodii, quo in fundo; el mismo, en la Defensa de Roscio Amerino: Qui de ea re posset
dicere aliquid, in qua re nulla subesset suspicio; el mismo, en 1 de Verrinas: Emptum est
ex senatus consulto frumentum a Syculis praetore Verre, pro quo frumento pecunia omnis
soluta non est; en el mismo discurso: Quum illius diei uenit in mentem, quo die citato reo
dicendum sit; ahora leemos illius temporis, pero Pediano reconoce illius diei el mismo, en
2 de La ley agraria: Sequitur enim caput, quo capite non permittit; el mismo, en Cartas a
Ático, libro 3: Is causam habet, quam causam ad te defert; en las mismas cartas, libro 8:
Litteras abs te M. Galenus ad me attulit, in quibus litteris scribis; el mismo, a Volumnio:
Eutropelia litterarum fecit, ut intelligerem tuas esse, quibus in litteris etc.; Retórica a
Herennio, lib. 1: Oratoris officium est de iis rebus posse dicere, quae res ad usum ciuilem
etc.; en el mismo libro: Firma similitudine eius rei, qua de re agitur, ad eam rem, qua de re
iudicatum est; en el mismo libro: Expositio est, quum res, quibus de rebus dicturi sumus,
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exponimus breuiter; en la misma obra, libro 2: Deinde ea res similis sit ei rei, de qua re
agitur, aut dissimilis; en el mismo libro: Oporteat ne de ea re iudicium fieri, quae res in
iudicio non uenit; en la misma obra, libro 3: Et quae similes sententias habebunt, quibus
sententiis; en el mismo libro: Imagines igitur nos in eo genere constituere oportebit, quod
genus in memoria manere diutissimo potest; César, en 1 de Guerra de las Galias: Erant
omnino duo itinera, quibus itineribus domo exire possent; en la misma obra: Omnibus
rebus ad profectionem comparatis diem dicunt, qua die ad ripas Rhodani omnes
conueniant; is dies erat ad 5 Kalendas Aprilis; el mismo: Vítra eum locum, quo in loco
Germani consederant; el mismo,en 6 de Guerra de las Galias: Post diem septimum sese
reuersurum confirmat, quem ad diem ei legioni etc.; y poco después: Diesque appetebat
septimus, quem ad diem exirent etc.; Suetonio, en Julio: Desedit apud Nicomedem, non sine
rumore prostratae regi pudicitiae, quem rumorem auxit; el mismo, en Augusto: Dubium
euentu meliore an uolutante, quam uoluntatem, quum identidem prae se ferret; Terentio, en
Hécira: Eodem ut iure uti senem liceat, quo iure sum usus adolescentior; en la misma
comedia: Ita eam oppressit calamitas, eam calamitatem uestra intelligentia sedauit; Plauto,
en Epídico : Est causa, qua causa mecum ire ueritus est; el mismo, en Aulularia: Id quod
in rem tuam optumum esse arbitror, te id admonitum aduento; Plinio: Mareotim lacum, qui
lacus antea Arapotes nominabatur; el autor del De hombres ilustres: Vbi post multos annos
arcula cum libris a Terentio quodam exarata, qui libri, quia leues quasdam sacrorum
causas continebant; Liuio, libro 39: Neque harum rerum ullam rem in se aut alios
admiserant; Salustio, en Catilina: Tunc lex Portia aliaeque leges paratae sunt, quibus
legibus exilium damnatis permissum est.
A veces, en el caso del relativo, suele faltar el primer nombre, otras veces el segundo, y
de vez en cuando ambos. Ejemplos del primer tipo; Terentio, en Hécira: Quia enim qui eos
gubernat animus, infirmum gerunt; el mismo, en Heaut.: Vnde habes? quam Bacchis secum
adduxit adolescentulam; es decir, ab ea adolescentula, quam adolescentulam; Plauto, en
Aulularia: Nemini credo, qui diues large blandus est pauperi; es decir, nemini diuiti credo,
qui diues; Horatio: Qui sit Moecenas, ut nemo quam sibi sortem, seu ratio dederit, seu sors
obiecerit, illa contentus uiuat; el orden es: ut nemo contentus uiuat illa sorte, quam sortem;
Cicerón: quam quisque norit artem, in hac se exerceat; Quintiliano: Vereor ne quos
porrexerim cibos uenena fiant; Terencio, en Andria: Populo ut placerent, quas fecissent
fabulas; en la misma comedia: Quas credis esse has, non sunt uerae nuptiae. En este texto
los gramáticos hablan de auténticas tonterías y antiptosis, cuando la construcción sería:
Hae nuptiae non sunt uerae, quas has nuptias credis esse ueras; Virgilio, en 2 de Eneida:
Quod te per superos et conscia numina ueri, per si qua est... intemerata fides, oro, es decir:
per fidem; el mismo, en 6 de Eneida: Per sidera juro, per superos, et si qua fides tellure
sub ima est; el mismo, en 12 de Eneida: Turne, per has ego te lachiymas, per si quis
amatae tangit honos; y en 10 de Eneida: Vnum hoc per, si qua est uictis uenia hostibus,
oro; de aquí se entiende que se engañan aquellos que regulan que, si el relativo precede,
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atrahe al antecedente; como si el relativo pueda preceder sin que esté al lado aquello a lo
que se refiere.
Ejemplos del segundo tipo, como uidi hominem qui dormiebat, aparecen por todas
partes.
Faltan ambos casos del nombre. Terencio, en Adelfos: Minime miror, qui insanire
incipiunt ex iniuria, es decir: Minime miror eos homines, qui homines; Horacio: Sunt quos
curriculo puluerem Olympicum cole gisse iuuat, es decir: Sunt aliqui homines, quos
homines iuuat etc.; más oscuro es este texto de Livio, del libro 34: Cautum erat, quo ne
plus auri et argenti facti, quo ne plus signati argenti et aeris domi haberemus, es decir:
Cautum erat de modo uel numero, quo numero ne plus auri haberemus; Cicerón, a Curión,
libro 7: Sed eo uidisti inultum quod praefinisti, quo ne pluris emerem; esto lo expresó con
más claridad Tranquilo, en Julio: Cautum est de numero gladiatorum, quo ne maiorem
cuiquam habere Romae liceret; en la misma biografía: Ex omni prouinciarum copia
Gallias potissimum elegit, cuius emolumento et opportunitate idonea sit materia
triumphorum, es decir: Galias elegit prouinciam, cuius prouinciae; Ovidio, en 2 de
Metamorforsis: Praeside tuta Deo nemorum secreta subibis; nec de plebe Deo, sed qui
caelestia magna sceptra manu teneo, es decir: me Deo, qui Deus ego teneo; Salustio,
Catilina: Sed antea item coniurauere pauci contra rem publicam, in quibus Catilina fuit, de
qua quam uerissime potero dicam, es decir: coniurauere coniurationem, de qua
coniuratione dicam; Cicerón, en 1 de Filípicas: Vt natum te esse ciues tui gaudeant, sine
quo nec beatus, nec clarus esse quisquam potest, es decir: gaudeant gaudium sine quo
gaudio.
Toda la discusión anterior se ha hecho de acuerdo con la auténtica normativa latina; los
griegos a este respecto se comportan con más libertad; éstos expresan el primer caso de
acuerdo con las reglas del régimen, pero añaden el segundo sin aplicar esas reglas,
poniéndole simplemente en relación con el primero, como en utor libris quibus habeo.
Consulta al capítulo sobre el helenismo.
Hic e ille se diferencian, como dice Lorenzo, en esto: estando los dos presentes, hic se
refiere a lo más cercano, ille a lo más lejano, como en Corydon et Tyrsis ducebant greges,
hic oues, ille capellas; pero lo que ignoró Valla es que esta regla es una regla del sistema de
la lengua latina sólo cuando se trata de evitar la ambigüedad; cuando no puede haber
ambigüedad, poco importa el uso de uno y otro, como ocurre en uidi Hectorem et Achillem,
hunc troianum, illum graecum; Cicerón, en la Defensa de Roscio: Quid est quod
negligenter scribamus aduersaria? quid est quod diligenter conficiamus tabulas? qua de
causa? quia haec sunt menstrua, illae sunt aeternae; el mismo, en Sobre los límites, libro
4, al principio: Quum duae sint artes, quibus perfecta ratio et oratio compleatur, una
inueniendi, altera disserendi, hance posteriorem et Stoici et Peripatetici, priorem illi
egregie tradiderunt, hi omnino ne attigerunt quidem; Virgilio: Vrbem quam dicunt Romam,
Meliboee, putaui stultus ego huic nostrae similem, quo saepe solemus pastores ouium
teneros depellere foetus...; uerum haec etc.; Valerio Maximo, libro 2 cap. 7: Scipio
Africanus grauius in Romanos quam in latinos transfugas animaduertit; hos enim tanquam
patriae fugitiuos crucibus affixit, illos tanquam perfidos socios securi percussit; en el
mismo libro: Quorum nescio utrum maius dedecus fuerit quod patria spei an quod hostis
metus nihil in his reposuerit; haec pro se, ille ne aduersus se dimicarent parui pendendo; el
mismo, libro 5, cap. 3, sobre Scipión y Coriolano: Ille enim metu patriam pulsauit, hic
uerecundia; y muchas más veces en Valerio Máximo.
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CAPÍTULO X Sobre la construcción de los comparativos.
Aquí hay que tener en cuenta dos cosas, que pasaron inadvertidas no sólo para los
gramáticos, sino también para los especialistas. La primera es que los comparativos no
rigen ningún caso; de ahí que las frases siguientes atormenten a los gramáticos: Similior
sum patri quam matri; Litteris quam moribus instructior; Nulli amnium claritate inferior;
Maior quam pro numero sonus; Celerius opinione hominum; Curcio, libro 5: Maiorem
quam pro flatu sonum edebat. La segunda es que en los ablativos que van tras los
comparativos falta la preposición prae; consulta el capítulo de la elipsis.
Ahora, contra Valla y los que le han seguido, voy a demostrar con argumentos más
claros que la luz, que puede haber comparativos entre muchas cosas del mismo género.
Plinio, a propósito de tres pirámides: Tertia, dice, maior praedictis, sed multo spectatior;
Salustio, a propósito de tres hijos: Te Iugurtha, qui aetate et sapientia prior es; Valerio
Máximo, a propósito de los tres Dionisios: Tertium te importuniorem superioribus habere
caepimus; Apuleyo, libro 9: E tribus iunior; en Horacio, Hypermestra se compara con los
demás hermanos, en la oda 11 libro 3 de Odas: Ego, dice, mollior illis; Plinio, libro 36, cap.
7, sobre los tipos de mármol: Viride cunctis hilarius; el mismo, libro 36, cap. 9, sobre cierta
nave: Omnibus quae unquam in mari uisae sunt mirabiliorem; Valerio Máximo, libro 4,
cap. 3: Fabricius Lucinus honoribus et auctoritate omni ciui temporibus suis maiot; censu
par unicuique pauperrimus; el mismo, libro 5, cap. 3: Neminem Lycurgo aut maiorem aut
utiliorem Lucedaemon genuit; Columella, lib. 656: Nonnunquam etiam in olea unus ramus
caeteris aliquando laetior est; Plinio el Joven: Dies alibi, hic nox nigrior et densior
omnibus noctibus; Curcio, libro 6: Mare Caspium dulcius caeteris; Apuleyo, en Floridas 2:
Fuit Hippias e numero sophistarum prior omnibus; Lactancio: Omnes Sybillae unum deum
praedicant, maxime tamen Erithraea, quae celebrior et nobilior inter caeteras habetur,
texto que desvergonzadamente corrige Valla, cuando él mismo, que osadamente censura a
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otros, se atreve a decir, en el capítulo 8 sobre la reciprocidad: Posterior, quae et quarta est
causa.
Pero una vez que hemos empezado, añadamos también testimonios de poetas. Homero,
Iliada 2: Ζεῦ πάτερ, οὔτις σεῖο ὀλοώτερος, es decir: Iupiter pater non deorum aliquis te
perniciosior; Virgilio, 8 de Eneida: Sed cunctis altior ibat Anchises; Ovidio, en 3 de
Metamorfosis: Nam doctior illis Ismenis Crocale; el mismo, en 13: Omnibus inferior, quas
sustinet arduus aether; el mismo, en Leandro: Tanto formosis formosior omnibus illa est;
el mismo, en 1 de Metamorfosis: Sanctius his animal mentisque capacius altae; en el
mismo libro, sobre las zonas: Quinta est ardentior illis; en el mismo libro: Non illo melior
quisquam uel amantior aequi uir fuit, aut illa reuerentior ulla dearum; el mismo, en 2 de
Metamorfosis: Quanto splendidior quam caetera sidera fulget Lucifer, et quanto quam
Lucifer aurea Phoebe, tanto uirginibus praestantior omnibus Herse; Horacio, en 4 de
Odas: Caeteris maior tibi miles impar; Plauto, en Cautivos: Non ego nunc parasitus sum,
sed regum rex regalior; el mismo, en Sticho: Verum ex multis nequiorem nullum quam hic
est; en la misma comedia: Conspicatus sum interim cercurum, quo ego me meliorem non
uidisse censeo; el mismo, en Casina: Te sene omnium senum neminem esse ignauiorem;
Papinio Estacio, libro 3: Cunctisque prior Cadmeius heros; el mismo, en libro 6: Prior
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omnibus Idas prosilit; Martial, libro 11: Hic totus uolo rideat libellus et sit nequior
omnibus libellis.
De tan numerosos ejemplos me gustaría que concluyeras lo siguiente: en primer lugar,
que el comparativo se da entre muchos nombres del mismo género, y además, en genitivo
del plural, entre muchos del mismo o de otro género. En segundo lugar, que se han
equivocado Prisciano, Diomedes, Donato, Servio y Lorenzo, quienes han enseñado que el
comparativo prior sólo se aplica a dos nombres; que se equivocan también Lorenzo y sus
seguidores, cuando dicen que el comparativo entre dos sólo rige genitivo del plural; lo cual
es una monstruosidad casi idéntica a la de decir que el genitivo partitivo va regido por un
comparativo, ya que cuando se dice oculorum dexter est acutior, falta sinistro, o quam
sinister; así pues, la comparación no se pone en genitivo; es más, falta ex numero, como se
dirá en el capítulo sobre la elipsis; el error de éstos queda en evidencia, cuando el
comparativo entre dos lleva la preposición de o ex; César, 1 de Guerra civil: Sed ex
propositis consiliis duobus explicitius uidebatur ad Ilerdam reuerti. Finalmente, que es
ridícula la defensa de Despauterio y Ascensio, cuando defienden a Valla, diciendo que en la
frase Cicero est doctior Italis, falta reliquis, o caeteris; pero Valla no habría dicho: Medius
digitus est caeteris maior; pues reprende a Lactancio cuando dice sobre las Sibilas: Quae
celebrior et nobilior inter caeteras habetur. Ni diría Valla, en relación con la frase ovidiana
Quinta est ardentior illis, que falta caeteris.
De todo ello queda en evidencia que no han de ser corregidas frases de las Sagradas
Escrituras como: Maior discipulorum; Minor fratrum; y aquellos de Pablo en Corintios 1,
cap. 13: Nunc manent fides, spes, charitas; tria haec; maior autem horum est charitas. Yo
no veo, a este respecto, sobre todo si se mira el griego, de qué forma se podría decir mejor;
los griegos, en efecto, no hablan de otra forma que no sea esta; Mateo, cap. 13, sobre el
grano de mostaza: ὁ μικρότερον μεν ἔστι πάντων σπερμάτων, ὁτι ἀν δε αὐξητῆ μείζον
τῶν λαχά·ων ἔστι, es decir: Quod minus est omnibus seminibus, quando autem excreuerit,
maius est omnibus oleribus; las mismas palabras se repiten en el capítulo 4 de Marcos;
Sabiduría 7: Omnibus mobilibus mobilior est sapientia; de nuevo en Sabiduría, cap. 10: Vt
scirent omnium potentiorem esse sapientiam; Daniel, cap. 9: Quod esset honorabilior
omnium; Anacreonte: Χαλεπότερον δὲ πάντων, es decir: quod est omnium difficilius; y
aquella frase conocida aducida por Suidas πάντων δὲ ἀνθρώπων σοφώτερος Σωκράτης, es
decir: omnium hominum sapientior Socrates; célebre, en relación con nuestra doctrina, es la
el texto horaciano de la oda 6 del libro 3: Aetas parentum peior auis tulit nos nequiores,
mox daturos progeniem uitiosiorem; he aquí tres comparativos seguidos, sin que, como
dicen los gramáticos, haya que añadir un superlativo tras el comparativo. De nuevo Martial,
libro 5, epigr. 2: Creta dedit magnum, maius dedit Africa nomen, nobilius Germania;
Cicerón, en 6 de Paradojas: Filiam quis habet pecunia opus est; duas, maiore; plures,
maiore etiam.
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No debemos pasar tampoco por alto aquello que Escalígero y otros sabios vieron en
contra de Quintiliano: que el comparativo nunca está por un positivo; que si no lo tiene, hay
que sobreentender el segundo término de la comparación, como en sum paulo infirmior,
donde se suple solito o quam antea; Ocyus huc uenite omnes, donde se suple dicto, como et
dicto citius tumida aequora placat; y no estoy de acuerdo con Varrón, si es que son de
Varrón las palabras que citan Servio y Lorenzo, libro 1, cap. 12: Iuuenior, dice, et senior
comparatiui sunt per deminutionem; senior, non satis senex; iunior, non satis iuuenis, uel
intra iuuenem, sicut pauperior, intra pauperem. Algo parecido cita, también de Varrón,
Censorino, en Sobre el día natal, cap. 14: Vsque ad sexagessimum annum, seniores
uocitatos, quod tunc primum senescere corpus incipiat; inde usque ad finem uitae
uniuscuiusque quintum gradum factum, in quo qui esset senex appellaretur, quod ea aetate
corpus senio laboret; Gelio, libro 10, cap. 28: Eadem fere uidetur sentire; a estos textos
opongo el de Quintiliano, hablando de Isócrates, en el libro 10, cap. 28: Eo iam seniore,
octauum enim et octagessimum impleuit annum; Ovidio, 2 de Tristes: Sospite sic te sit
natus quoque sospes, et ohm imperium regat hie cum seniore senex, id est: filius senex cum
patre seniore; Marcial, libro 6, al principio: Cui pater aeternas post saecula tradat
habenas, quique regat orbem cum seniore senex; Virgilio, libro 5: Assueti syluis comites
seniores Acestae; el mismo: Aeui maturus Acestes; et en 2 de Eneida, sobre Príamo:
senior; el mismo, sobre Caronte, libro 6: 1am senior, sed cruda Deo uiridisque senectus, es
decir: magis quam senex, es decir, sene senior; Plinio, sobre las abejas, libro 11, cap. 10:
Seniores intus operantur; Cicerón, Sobre la amistad: Tum etiam Cato loquutus, quo erat
nemofere senior temporibus illis, nemo prudentior. Facio te certiorem no es facio te
certum; pero los romanos, por educación, para no dar la impresión de que enseñaban a los
demás, decían faciam te certiorem, es decir, quam tu es; así maiores nostri; así plures
horas, es decir, quam unam; plus eo, dijo Terencio.
La partícula quam no siempre exige en el segundo término el mismo caso que en el
primero, como enseñan los ignorantes. No se dirá, en efecto: Vtor Cicerone, doctiore quam
Sallustio; habeo uestem Titii melioris quam Sempronii; sino que se añade otro verbo, como
en dedi pecunias Titio fideliori quam Sempronius est; Cicerón, a Quintio: Dixitque aperte
se munitiorem ad custodiendam uitam suamfore quam Africanus fuisset; Livio, libro 26: Vt
gloriari possis multo fortiorem quam ipse es uirum abs te occisum; Valerio Máximo, libro
3, capítulo 2: Vt gloriari possis aliquando uirum fortiorem, quam ipse es, tuo iussu esse
interremptum; Cicerón, libro 1 del Sobre la invención: Si uicinus tuus meliorem equum
habet quam tuus est; el mismo, a Pompeyo: Vbi tibi multo maiori, quam Africanus fuit, me
non multo minorem quam Laelius facile et in re publica et in amcitia adiunctum esse
patiare; Plauto, en Gorgojo: Meliorem quam ego sum suppono tibi; Cicerón: Nihil tibi
concedo, quo studiosior eius sis quam ego sum. Así pues, el nominativo exige un
nominativo con quam en el segundo término, estando el verbo expreso o sobreentendido,
como en Cicero doctior est quam Sallustius. Alguna vez, la partícula quam precedida de un
acusativo, tiene también acusativo en el segundo; Terencio: Ego callidiorem hominem
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quam Parmenonem uidi neminem, donde hay que suplir otro verbo uidi. No es en efecto por
la fuerza y naturaleza de la partícula quam por lo que ponemos en el segundo término el
mismo caso que en el primero, si aquel segundo término no va regido por el verbo
sobreentendido.
La descarriada opinión de los gramáticos hasta tal punto se ha extendido que ya casi con
ninguna máquina puede ser aliviada. Efectivamente, ya casi todo el mundo está convencido
de que hay tres grados en la comparación: doctus, doctior, doctissimus. Lo cual, si lo
miramos con atención, lo rechazaremos sin dificultad; sólo los comparativos comparan, ya
que en frases como Gratae mihi fuerunt litterae tuae, y Gratissimae mihi fuerunt litterae
tuae, no hay ninguna comparación, sino cierta amplificación de la cualidad en lo que
llaman superlativo; y es que no pudieron encontrar otro nombre peor que éste; pero yo voy
a utilizarlo, aunque sólo en aras de que nos entendamos, ya que éste es el uso de los
ignorantes; en español decimos, no mediante un comparativo, sino mediante un
aumentativo, "Es hombre doctísimo", "es muy hermoso", "es hermosísima".
Así pues, que en estos nombres no hay ninguna fuerza comparativa, lo demostraré con
los argumentos necesarios.
1. Los propios gramáticos confiesan que el superlativo significa lo mismo que el
positivo con el adverbio ualde (yo diría con el adverbio maxime), como doctissimus, que
significa ualde doctus o maxime doctus, donde yo no veo ninguna comparación; se me dirá
que esto se me puede conceder en el superlativo tomado como término absoluto, pero que
ello es dudoso, si sigue un genitivo del plural; entonces, en efecto, parece que de ninguna
forma se puede excluir su valor de comparativo.
2. Venga, pues, la segunda razón. Esto que se piensa que es una comparación, puede
expresarse también mediante un positivo más genitivo del plural, como ocurre en sancte
deorum, sanctissime deorum. Plinio, libro 13: Inter omnes potentissimus odor; en este
sentido dijo Livio, libro 36: Inter caeteras pugna fuit insignis; Virgilio, 4 de Eneida:
Sequimur te, sancte deorum, quisquis es; y muchas veces en Homero Δία θεάων, es decir:
diua dearum; de donde Ennio: Dia dearum; el mismo: Respondit luno Saturnia sancta
dearum; así decimos: Vna sororum, unus gallorum o ex gallis, primus sapientum, medius
digitorum; octauus sapientum, dijo Horacio; Ouidio, 11 de Metamorfosis: Mite deum
numen Bacchus; Livio: Macedonum fere omnibus et quibusdam Hadrianorum, ut
manerent, permisit; Plinio: Lanarum nigrae nullum colorem bibunt. En todos estos casos
falta ex numero, como ocurre en los propios superlativos. Consulta el capitulo de la elipsis.
Los griegos con frecuencia utilizan el genitivo del plural tras un positivo, en cuyo caso yo
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pienso que falta περὶ; Apolonio, libro primero de Argonáuticas: Περὶ γὰρ βαθυλείος ἄλλων
νήσων; es decir: Prae aliis fertilis insulis; Hesíodo, en Los Trabajos: Ἱαπετιονίδη πάντων
περὶ μήδεα εἰδώς; es decir: Iapetide, ex omnibus consilia sciens; Arato, sobre el carnero:
Περὶ γὰρ πολέων εὐάστερος ἔστιν; es decir: Prae multis enim fulgidus est; Apolonio une
de nuevo περὶ al superlativo, en libro 2, hablando de Fineo: ὁς περὶ δὴ πάντων ὀλοώτατα
πήματα ἀνέτλη; es decir: Qui prae omnibus miseriam passus grauissimam. Con más
frecuencia añaden los griegos ἐκ; Aristófanes, en Caballeros: φίλτατε ἐκ τῶν ἄλλων θεῶν;
es decir: Amice ex omnibus diis; Luciano, sobre las sectas: ἀρίστους ἐξ ἁπάντων προειπών,
es decir: optimos omnium significans.
3. No puedo negar que mediante el superlativo se expresa comparación, si se suman las
preposiciones ante, propter, o inter, como en aquello de Virgilio: Petit ante alios
pulcherrimus omnium Turnus; Suetonio, en Vitelio: Famosissima super caeteras coena fuit
ei data. Pero el significado de comparación no está en el adjetivo, sino en la preposición.
Mírense multitud de ejemplos en la elipsis.
<5>. Y ¿qué decir del hecho de que ese valor partitivo se consigue también por medio
de comparativos y de otros nombres?. En definitiva, los superlativos, como otros, se usan
siempre con valor absoluto; Cicerón: Nemo est illorum omnium mihi te iucundior; el
mismo: Belluarum elephanto nulla prudentior; y demás casos que adujimos en el capítulo
sobre el comparativo.
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8. Si en los superlativos hubiera comparación, con error y ambigüedad habría escrito
Cicerón a Trebacio esto: Sic habeto, non tibi maiori curae esse, ut iste tuus discessus
fructuosissimus tibi sit quam mihi. No sabemos en efecto a quién se refiere la partícula
quam: ¿a fructuosissimus, o a maiori? Pero aquí hay una comparación, no dos; y el orden
sintáctico es: Sic habeto, non tibi maiori esse curae quam mihi, ut iste tuus discessus sit tibi
fructuosissimus, es decir, maxime fructuosus, de manera que el superlativo siempre
permanece utilizado con valor absoluto.
9. Si el superlativo significara el último de una serie ascendente, como afirman los
gramáticos, no tendría plural, ya que en una misma especie ordenada ascendentemente, el
último lugar lo ocupa siempre uno solo; pero Cicerón dijo: Duos Scipiones fortissimos et
optimos uiros, y duas opulentissimas urbes, Carthaginem et Numantiam. De manera que
Cartago es más opulenta que Numancia y Numancia es más opulenta que Cartago, lo cual
es ridículo. Y si se me objeta que lo mismo ocurrirá entonces con los comparativos, nada se
consigue, ya que todo el mundo coincide conmigo en que en los comparativos hay un
término por encima de otro, pero no ocupando el último lugar de la serie, cosa que sí
aseguran los gramáticos de los superlativos. Por la misma razón, los superlativos no
podrían unirse a los distributivos, como en doctissimus quisque, omnes doctissimi, cosa que
negó Valla diciendo que omnis no puede formar sintagma con los superlativos; pero
Cicerón escribió: Obseruor a familiarissimis Caesaris omnibus; el mismo: Non omnia
minutissima consectabitur.
11. Enseñan los gramáticos que un comparativo, detrás de un superlativo, tiene más
fuerza, como en Cato doctissimus est, sed Cicero doctior. Yo afirmo que, pónganse en el
lugar que se pongan, el comparativo siempre compara y que el superlativo no, como en
doctior est Cato quam qui doctissimus; Plauto, en Trinummo: Verum meliora sunt quam
quae deterrima; Cicerón, a Terencia: Ego sum miserior quam tu quae es miserrima.
Finalmente, el comparativo, donde quiera que esté, tiene siempre más fuerza que el
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superlativo; es más, toda comparación se hace siempre mediante un comparativo o
mediante las preposiciones que indicamos antes.
12. No disimularé, sin embargo, que hay ciertas frases latinas que parecen dar la
razón a los gramáticos que dicen que hay tres grados como doctus, doctior, doctissimus;
cosa que yo siempre negué, porque, si el superlativo aparece para expresar el tercer grado
en una comparación, no por ello, como dije, significa comparación, sino que significará lo
mismo que si aparece solo. Esto hay que tenerlo muy en cuenta para que los gramáticos
poco inteligentes no recurran abusivamente a ejemplos de este tipo para demostrar su
ignorancia; ello está muy claro, si la comparación se hace entre cuatro o cinco;
efectivamente, en el caso de las siete bocas del Nilo, si se dice Primum magnum est,
secundum maius, tertium maximum, ¿cómo se designará a las siguientes, si no se dice
Primum magnum est, secundum maius, tertium maius, quartum maius, quintum adhuc
maius etc.? Se podría incluso haber dicho en el primer lugar: Primum maximum est. Así en
efecto debe ser entendido este texto de Cicerón, en la Defensa de Ligario: Alii errorem
appellant, alii timorem; qui durius, spem, cupiditatem, odium, pertinaciam; qui grauissime,
temeritatem; el mismo, en el libro 4 de las Cartas, en la carta 13: Sed tu hoc melius, uel
optime omnium; el mismo, en el libro 11, carta 1: Si melior casus fuerit, reuertemur
Romam; si mediocris, in exilio uiuemus; si pessimus, ad nouissima auxilia descendemus;
aquí empieza por un comparativo, ascendiendo a un positivo y a un superlativo; Plauto,
Cautivos, acto. 3: Miser homo es, qui ipse sibi quod edit quaerit et id aegre inuenit; sed ille
est miserior, qui et aegre quaerit et nihil inuenit; ille miserrimus est, qui quum esse cupit
quod edat non habet ; aquí miserrimus significa omnino miser o maxime miser; Plinio,
libro 18, cap. 6: Malum patrem familias, quisquis interdiu faceret, quod noctu posset, nisi
in tempestate coeli; peiorem, qui profestis diebus ageret, quod feriatis deberet; pessimum,
qui sereno die subtecto potius operetur quam in agro; Cornelio Celso, libro 2, cap. 18:
Grauior his ex lacu aqua, grauissima ex palude. Pero si se lee todo el texto entero, se verá
otro superlativo delante del comparativo; Terencio, Adelfos: Quid si maius aliquid te oret;
Mit.: Quasi hoc non sit maximum; Helena, a Paris en Ovidio: Lude, sed occulte, maior, non
maxima, nobis est data libertas, quod Menelaus abest, es decir: Non est nobis maxima
libertas, sed maior quam antea. En todos estos casos se podía haber empezado por el
superlativo.
13. Del adjetivo proximus nadie negará, pienso, que es superlativo. Pero Cicerón y otros,
cuando enumeran algo, ponen ese adjetivo en segundo lugar, y no en tercero o cuarto. De
ahí que toda vuestra doctrina sobre los superlativos y hasta el propio nombre de superlativo
se desvanece y viene abajo. Cicerón, en 1 de Sobre los deberes: Prima societas in coniugio
est; proxima in liberis; deinde una domus etc.; en la misma obra: Sed si contentio quaedam
et comparatio fiat quibus plurimum tribuendum sit officii, principes sint patria et parentes;
proximi liberi totaque domus; el mismo, en 2 de Sobre la invención: Summa necessitudo
honestatis, huic proxima incolumitatis, tertia et leuissima commoditatis; el mismo, en 1 de
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Sobre los deberes: Maximam uim natura habet, fortuna proximam; Plinio, libro 12, cap. 13:
Asarum optimum in Ponto, proximum in Phrygia, tertium in Illyrico.
14. Elegantísimo es el texto de Pomponio Mela, libro 1, cap. 8: Fons media nocte
feruet; mox et paulatim tepescens fit luce frigidus; tum ut sol surgit, ita frigidior; subinde
per meridiem maxime riget; sumit deinde tepores iterum; et prima nocte calidus; atque ut
illa procedit, ita calidior, rursusque quum est media, perferuet. Puede verse en tercer lugar
que el puesto del verbo está ocupado por un comparativo, donde los gramáticos piensan que
debería ir un superlativo; yo también lo colocaría así, pero sin comparación y con valor
absoluto, como Plinio, en libro 2, cap. 103, sobre la misma fuente: Circa meridiem maxime
frigidus; mox paulatim tepescens, ad noctis media feruore et amaritudine infestatur.
Destruyamos ahora algunas de las razones de Valla, ya que rebatirlas todas no sería
oportuno. Piensa Valla que no hay lugar para el superlativo cuando se trata de términos de
distinto género, como en Cicero fuit Graecorum et Latinorum dissertissimus. Pero se
engaña muy mucho y no entiende, tampoco aquí, qué es el género, cuando critica la frase
de Macrobio: Age serui, non solum adolescentum, qui tibi aequaeui sunt, sed senum
quoque omnium doctissime, como si la palabra doctissime no fuera del género de los
jóvenes y viejos. Pero además, ¿a qué viene hablar aquí de género, cuando se trata de un
partitivo, como hemos dicho con frecuencia? ¿Por qué no criticas por la misma razón a
Cicerón cuando, en la Defensa de su casa, dice: Hoc ministro omnium non bipedum solum,
sed etiam quadrupedum impurissimo, rem publicam perdidisti; y en Bruto: Phalerius
successit us senibus adolescens eruditissimus ille quidem horum omnium; el mismo: Dii
isti Sigulio male faciant homini nequissimo omnium qui sunt, qui fuerunt, qui futuri sunt;
Plinio, en Epístolas: Regulus omnium bipedum nequissimus; Plinio, libro 9: Velocissimus
omnium animalium, non solum marinorum, est delphinus; es decir, maxime uelox; Cicero,
1 de Sobre el orador: Iurisperitorum eloquentissimus, y eloquentium iurisperitissimus;
Catulo: Phasellus nauium celerrimus; el mismo: Disertissime Romuli nepotum, quot sunt
quotque fuere, Marce Tulli, quotque post aliis erunt in annis; Martial, libro 12: Non es,
crede mihi, bonus; quid ergo? ut uerum loquar, optimus malorum; en el mismo libro:
Vltimus bonorum. El mismo Valla regula que no se debe decir Haec est pulcherrima
suarum sororum, sino pulcherrima sororum, porque la mujer en cuestión es una de las
hermanas, pero no una de las suyas. Por la misma razón no podríamos decir horum
digitorum, o omnium digitorum medius est longissimus; se equivocó, pues, Cicerón, en 3 de
Tusculanas: Zeno istorum acutissimus; el mismo: Demetrius horum istorum politissimus. Y
otros muchos textos que citamos más arriba. Y mucho más feo es esto: "No puede", dice,
"haber lugar para un superlativo más allá del tercer grado; pues si entre muchos vasos, hay
uno más capaz, no es correcto decir hoc est omnium maximum"; como si en latín no
estuviera muy bien dicho: Pessime tecum actum est, mecum uero male, durius cum sociis
nostris; o esto: Salus homini pretiosissima est, uita dulcior, pecunia optabilis. Si hubiera
entendido Lorenzo que, cuando decimos omnium maximus, no hay ninguna comparación,
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sino que entonces el superlativo es partitivo, hubiese olvidado esas tonterías. He aquí contra
Valla estas palabras de Livio, del libro 7: Inde barbari dissipati uertunt impetus in suos
fusique per campos, quod editissimum inter aequales tumulos occurrebat oculis, arcem
albanam petunt. De igual forma, Valla tampoco prestó atención a lo que aducimos más
arriba: que el superlativo puede ir entre dos términos. Un buen amigo mío, a propósito de
un texto de Cicerón, discurría con agudeza así: "El adjetivo summum es un superlativo;
pero summum llama Cicerón a aquello por encima de lo cual no hay nada más; significa,
pues, el último de una serie; y también comparación". El texto de Cicerón, de la segunda
Tusculana, es así: "Llamo summum aquello por encima de lo cual no hay nada; breue, a
aquello más breve que lo cual no hay nada"; y más abajo: "Llamo summum a una cosa
aunque haya otra que sea mayor en diez átomos"; estas son las palabras de Cicerón. Pero
esto texto en nada es óbice a mi doctrina, pues si quisiera negar que summum es un
superlativo, podría hacerlo con toda comodidad; sea superlativo; ¿no sigue inmediatamente
Breue uoco quo nihil est breuius?; también podría haber dicho: Magnum uoco, quo nihil
est maius; y nigrum, quo nihi est nigrius. Pero es que en este texto Cicerón se está burlando
de Epicuro, quien discute sobre summus y breuis.
En el laberinto de los recíprocos yo desería contar con un Teseo conductor del hilo más
diligente de lo que fue Valla, quien, con gran esfuerzo, transmite, como es su costumbre,
gran cantidad de tonterías, metiéndose incluso con los escritores más serios. He aquí lo que
hay que mantener y lo que hay que rechazar en la doctrina sobre los recíprocos. Es una
tontería que alguien escriba o diga algo que no entiendan ni siguiera los peritos; hay que
evitar, pues, por encima de todo la anfibología. Pues bien, en los recíprocos, si no se
respetan unas reglas -de las que sólo se prescindirá si no hay posibilidad de ambigüedad o
si el sentido es evidente -, aparece, y mucha. Pues bien, cuando se trata de la primera o
segunda persona, no habrá ninguna regla, como en cepi columbam in nido suo, o eius, o
ipsius; ille tibi irascitur, quia sibi nocuisti, o ei nocuisti. Esto lo ignoró Valla, ya que
corrige esto de Ovidio: respice Laerten, ut iam sua lumina condas; y corrige esto otro de
Salustio: Nolite hunc iudicare ex operibus suis. Budeo tampoco se dio cuenta de esto, en la
acumulación de textos contra Valla que hace en sus Comentarios; Cicerón, en 2 de
Verrinas: Vt non modo in auribus uestris, sed in oculis omnium sua furta atque flagitia
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defixurus sim; et en 3 de Verrinas: Suis eum certis propriisque criminibus accusabo; el
mismo, en el libro 4 de Cartas a Ático: Debemus patrem familias domi suae occidere nolle;
Ovidio: Ecce rogant tenerae sibi dem praecepta puellae; Plauto, en Soldado: Excruciabit
me herus, domum si uenerit, quum haec scibit, quia sibi non dixerim; Séneca a su madre
Albina: Puer ad tuum formetur arbitrium; multum sibi dabis, etiam si nil dederis praeter
exemplum; Plinio: Vinea si macruerit sarmenta sua comburito.
Y no sólo hablan así los autores serios en el caso de las primeras o segundas personas,
sino también en el caso de las terceras, siempre que no pueda haber una interpretación
dudosa; Virgilio, Eneida 4: Tunc breuiter Barcen nutricem affata Sichaei, namque suam
patria antiqua cinis ater habebat; Valla, con no sé qué argucias, intenta enmendar este
texto y dice que habría emmendado al propio Virgilio, si hubiera vivido en su época. ¿Por
qué no corrige también este otro texto de Eneida 6: At pius Aeneas ingenti mole
sepulchrum statuit, suaque arma uiro, remumque tubamque?; ¿por qué no acusa también
de solecismo a este otro texto de Valerio Máximo, libro 2, cap.2, sobre Metelo: Neque
singulas partes aprehendit, sed tectam continuo in statum suum redegit, donde suum remite
no a Metelo, sino a la disciplina militar?; el mismo, libro 3, cap.7: Ad speculanda acta sua
uinisset; et libro 4, cap. 1, sobre Africano: Eodem robore mentis causam Annibalis in
senatu protexit, quum eum ciues sui missis legatis accusarent; y en libro 4, cap. 3:
Alexander Diogenem gradu suo diuitiis pellere tentat; suo, es decir, Diogenis; Quinto
Curcio, libro 3: Alexander, inquit, urbem destitutam a suis intrat; César, 1 de Guerra de las
Galias: Biduo post Ariouistus legatos ad Caesarem mitit: uelle se agere cum eo, aut, si id
minus uellet, e suis legatis aliquem ad se mitteret; el mismo, 1 de Guerra Civil: Pompeius
enim rescripserat sese rem in summum periculum deducturum non esse, ne que suo
consilio aut uoluntate Domitium se in oppidum Corfinium contulisse; en la misma obra:
Caesar interpellat se non maleficii causa ex prouincia egressum, sed uti se a contumeliis
inimicorum defenderet; ut tribunos plebis ea re e ciuitate expulsos ad suam dignitatem
restitueret; ut se et populum romanum in libertatem uindicaret; y sigue inmediatamente
después: Lentulus ut in oppidum reuerti liceat petit; quod de sua salute impetrauerit, fore
etiam reliquis ad suam spem solatio; Cicerón, libro 11 a Ático: Quumque ex eo de me
contaretur; eum sibi ita dixisse narrabat: se mihi esse inimicissimum; uolumenque sibi
ostendisse orationis, quam apud Caesarem contra me esset habiturus; multa a se dicta
contra eius amentiam; aquí Cicerón le dice a Ático que Terencio le había escrito a él sobre
la locura de Q. Cicerón; los términos sibi se refiere a Terencio; de los términos se, el
primero a Quinto, el segundo a Terencio; Cecina a Cicerón, en el libro 6 de las Cartas: Hoc
si Caesar non cogitat omnibus rebus felix est: si scit et persuasus est, quid irascitur ei, qui
aliquid scripsit contra suam uoluntatem, quum ignorit omnibus, qui multa deos uenerati
sunt contra eius salutem; en suam, se sobreentiende scribentis; en eius, se sobreentiende
Caesaris; Cicerón, en 3 de Sobre la naturaleza de los dioses: Minerua dicitur patrem
interemisse, uirginitatem suam uiolare conantem; el mismo en la Defensa de Milón: Vos ex
M. Fauonio audistis Clodium sibi dixisse, et audistis uiuo Clodio periturum Milonem
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triduo; el mismo, en Catilinarias: Desinant insidiari domi suae consuli; Sallustio, en
Catilina: Cornelius et Vargunteius constituerant Ciceronem domi suae imparatum
confodere; Plinio, libro 2, sobre la luna: Defectus autem suos et solis eorum magnitudinum,
umbraeque indices existere; el mismo, libro 27, cap. 8, sobre cierta hierba: Curatum ea
scio, omnibus fere ossibus confractis, putatorem aquam suam inspergentibus; Lucano, libro
5 sobre el final: Quae nox sibi proxima uenit insomnis; el sentido es: Nox proxima fuit sibi,
es decir, para Cornelia, sine somno: este texto, como otros muchos, fue analizado por
Budeo en sus Comentarios, al escribir allí mismo contra Valla: "Y Quintiliano se equivoca
al decir que Cicerón cayó en anfibología". Estas son las palabras de Quintiliano en libro 7,
cap.9: "En este error cae Cicerón al hablar de la promoción del suegro de C. Fannio, al cual,
como no había sido elegido para el colegio de los augures, no quería, sobre todo porque él
habría preferido como yerno a Q. Escévola menor que él (sibi). Este sibi se puede referir,
en efecto, al yerno y a Fannio". Estas palabras de Fabio son demasiado superficiales, ya que
quien analice con profundidad todo el texto de Cicerón, verá claramente que se está
refiriendo a Fannio, y que Fannio es el primero y principal sujeto ; el texto, entero, se
transmite así en el Bruto: Alter autem Q. Fannius Marci f. Caii Laelii gener et moribus et
ipso genere dicendi durior. Is soceri instituto (quem quia cooptatus in augurum collegium
non erat, non admodum diligebat, praesertim quum ille Q. Scaeuolam sibi minorem natu
generum praetulisset; cui tamen Laelius se excusans non genero minore dixit se illud, sed
maiori filiae detulisse) hic tamen instituto Laelii Panaetium audiuerat.
Me he extendido en esta discusión, para que se entienda que los grandes hombres de
vez en cuando se quedan ciegos ante cosas insignificantes. Sea esta, pues, la regla que
debemos seguir con absoluto cuidado: Siempre que la frase pueda resultar ambigua, el
recíproco remite al sujeto primero y principal, de manera que si hay que poner en latín las
frases "Dios se aparta de los hombres por sus pecados", y "los hombres se apartan de Dios
por sus pecados" deben ponerse así: Deus discedit ab hominibus propter eorum peccata;
homines discedunt a Deo propter peccata sua. Por ello, de nuevo no acepto aquello de
Quintiliano, en el capítulo citado, donde dice: "Hay que corregir con muchas palabras
aquellos pasajes en los que es dudoso a quién se refiere el reciproco y en los que el propio
recíproco es ambiguo". Esto es lo que dice Quintiliano. Pero la ambigüedad estará
suficientemente corregida si se observa la regla antedicha.
LIBRO III
- CAPÍTULO I: Sobre la construcción de los verbos. Se rechazan los verbos
impersonales de los gramáticos.
- CAPÍTULO II: Todos los verbos son activos o pasivos; no existen 1os neutros y
comunes, ni las especies inventadas por gramáticos.
- CAPÍTULO III: Enumeración alfabética de los muchos activos que hasta ahora
han sido considerados como neutros impersonales o deponentes.
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- CAPÍTULO IV: Sobre los verbos pasivos, en contra de la opinión de todos los
gramáticos.
- CAPÍTULO V: Del verbo sustantivo sum, fuo y fio y de las formas mea interest,
tua refert.
- CAPÍTULO VI: Del infinitivo o impersonal. El infinitivo no está regido por
verbos y puede hacer la función de cualquier caso. El giro tempus est abire es un
giro frecuente en latín.
- CAPÍTULO VII: En latín se dice Cupio esse diuitem; Cupio esse diues es griego.
- CAPÍTULO VIII: La forma en -dus es siempre participio pasivo. Las formas en
-di y -do son también pasivas, salvo que tengan un acusativo expreso. Es frecuente
el giro Tempus est legendi librorum.
- CAPÍTULO IX: Se acepta el supino en -um y se rechaza el supino en -u.
- CAPÍTULO X: Cualquier participio tiene todos los valores temporales, aceptando
concretamente el tiempo del verbo al que va unido.
- CAPÍTULO XI: Sobre las formas amaturum esse, amatum ire, amatum iri y
amaturum solamente.
- CAPÍTULO XII: Sobre la preposición.
- CAPÍTULO XIII: Sobre el adverbio. No rige casos, a menos que sea tomado por
un nombre.
- CAPÍTULO XIV: Sobre la conjunción, en contra de la opinión de casi todos.
En la construcción verbal hay que tener en cuenta dos cosas: la concordancia y el
régimen. Concordancia es la mutua relación entre nombre y verbo, en el sentido de que el
nombre pasa a ocupar el lugar o la persona exigidos por el verbo; esta unión muestra que el
verbo es personal.
75
"Los antiguos", dice Fabio, "nos hablaron sólo de verbos, nombres y conjunciones;
concretamente, pensaban que en los verbos está la sustancia del discurso, en los nombres la
materia -ya que una cosa es lo que hablamos y otra de lo que hablamos-, y en las
conjunciones la unión entre ellos". Hasta aquí Fabio. Así pues, si una oración consta, de la
misma forma que las demás cosas que tienen naturaleza, de forma y de materia, es evidente
que no se formará nunca una frase sin nombre y sin verbo. Esto lo expresó con gran
elegancia Platón, en su diálogo Sobre el ser, con estas palabras: "Huésped: Las expresiones
mediante las cuales significamos la naturaleza de las cosas son de dos tipos. Teeteto:
¿Cuáles?. Huésped: Una se llama nombre y otra se llama verbo. Teeteto: Háblame de
ambos. Huésped: La expresión mediante la cual nos referimos a la acción se llama verbo.
Teeteto: De acuerdo. Huésped: El significante que colocamos a los agentes de la acción se
llama nombre. Teeteto: Adelante. Huésped: Con sólo nombres colocados uno detrás del
otro no se hace una oración, ni tampoco con sólo verbos proferidos sin nombres. Teeteto: Y
¿cómo eso?. Huésped: Eso ocurre en ambulat, currit, dormit, y otros verbos que signifiquen
acción, cualesquiera que sean, aunque se digan todos los verbos, uno tras otro, en ese orden,
nunca se formará una oración. Teeteto: Y ¿eso cómo? Huésped: Y de la misma manera,
cuando se dice leo, ceruus, equus, y se aducen todos los demás nombres que se refieren a
los propios agentes, tampoco con esta serie se hace una oración. Pues sucede que su
expresión, si no se unen los nombres a los verbos, no significa, en ningún caso, acción ni
pasión, ni tiene ningún significado natural, real o fingido. Pero cuando se unen,
inmediatamente se produce una oración; y la primera unión entre ellos, aunque muy simple,
es ya una oración. Teeteto: ¿Por ejemplo?. Huésped: si alguien dice homo discit, ¿negarás
que ésta es la más elemental y pequeña oración?. Teeteto: Es cierto". Esto es lo que dice
Platón extendiéndose aún más. Lo mismo afirma Aristóteles al comienzo del libro segundo
del Peri hermeneias; de sus palabras deducimos que el verbo, por sí solo, sin un nombre
supuesto, no es nada más que una palabra que no significa nada; por ello Platón y
Aristóteles, al tratar del verbo, ponían siempre ejemplos en tercera persona, como sanatur,
aegrotat, currit, dormit, pues, si hubieran dicho aegroto y curro, tendríamos ya un ejemplo
de oración y no de verbo. En conclusión, cuando hay un verbo, si no se sobreentiende o se
busca por algún lado un nombre supuesto, no habrá sentido alguno. De ahí que sean
ridículos los impersonales de los gramáticos, impersonales totalmente rechazados por la
doctrina de Platón y Aristóteles. Rechacemos también nosotros, uno por uno y con
ejemplos, los impersonales de los gramáicos.
Accidit, contingit, euenit, liquet y demás. No veo por qué son llamados impersonales, ya
que nunca carecen de nombre supuesto. ¿Acaso es poco claro suponer que un infinitivo o
toda una oración ocupen el lugar del nombre supuesto? Pero veamos ejemplos con nombres
claramente expresos: Ovidio, en Metamorfosis 1: Mox ubi creuerunt naturaque mitior illis
contigit; el mismo, en Metamórfosis 2: Nec contigit ullum uox mea mortalem. Pues bien, de
la misma forma que decimos Accidit aegritudo, calamitas, morbus, así también se puede
decir Accidit ut ille ueniret; Cicerón en la defensa de Milón: Qui dies quam crebro accidat,
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experti debemus scire; Terencio: En accido ad tua genua. Contingo es casi lo mismo que
tango; Horacio: Nam neque diuitibus contingunt gaudia solis; Ovidio: Contigerat nostras
infamia temporis aures. Euenire es lo mismo que uenire; pero esto no necesita ser
demostrado.
En el caso de los verbos erróneamente llamados de naturaleza, como pluit, fulminat,
lucescit, Linacro y otros estudiosos están de acuerdo en sobreentender un nombre supuesto
de significado emparentado; ésta es la causa por la que casi siempre aparecen en tercera
persona, aunque no hay nada que impida que podamos decir que el verbo pluit tiene
primera persona, siempre que el que hable sea Dios. Las oraciones enteras serían, pues:
pluit pluuia, fulget fulgur, lucescit lux. Sin embargo, el nombre rectamente adecuado podrá
ser sustituido por otro, como Deus pluit y pluunt lapides; Plauto, en Mostelaria: Malum
quum impluit caeteris, non impluat mihi; Marcial, libro 4: Quae uicina pluit Vipsanis porta
columnis; Tibulo, libro 2.: Multus ut in terras deplueritque lapis; Estacio: Saxa pluunt;
Plinio, libro 2, cap. 6: Effigies quae pluerat spongiarum fere similis fuit; Virgilio: Non
densior aere grando nec de concussa tantum pluit ilice glandis; el mismo: Magnus dum
Caesar ad altum fulminat Euphratem; el mismo: Porta tonat coeli; Plinio, en el prólogo:
Quanto tu patris ore laudes tonas; Cicerón: Ioue tonante et fulgurante; Terencio: Lucescit
hoc iam; así hay que interpretar este texto de Terencio, ya que los antiguos llamaban al
cielo Hoc; Plauto, Anfitrión: Eamus, Amphitruo, lucescit hoc iam; el mismo, en Gorgojo:
Nam hoc quidem haud multo post luce lucebit; Cicerón, en la defensa de Milón: Et
elucescet aliquando ille dies.
Delectat, iuuat, decet, oportet, libet son verbos personales y auténticos activos, vayan
en tercera persona o en otra. O ¿es que cuando se dice multos castra iuuant y hostem ferire
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iuuat, el iuuant del primer ejempo es personal y el del segundo impersonal? Ridículo.
Cicerón, en la defensa de Balbo: Est enim aliquid quod non oporteat, etiam si liceat,
quidquid vero non licet, certe non oportet; Terencio: Adhuc Archillis, quae adsolent
quaeque oportent signa ad salutem esse, omnia huic esse uideo; el mismo: Haec facta ab
illo oportebant, Syre; Lucano, libro 3: Non robore picto ornatas decuit fulgens tutela
carinas; Cicerón, en Deberes 1: Nec uelle experiri quam se aliena deceant; id enim
maxime quemque decet, quod est cuiusque maxime suum; Plauto, en Stico: Secundas
fortunas decent superbiae; el mismo, en Pseudolo: Vbi lepos, iocus, risus, uinum, ebrietas
decent; Marcial, en el libro de los espectáculos, al hablar de un león muerto: Herculeas
potuit qui decuisse manus; supongamos que el león hablara; perfectamente podría haber
dicho: Ego deceo manus Herculeas; Estacio, en Thebaida 10, hace un uso muy elegante de
la primera persona, cuando un sacerdote se dirige a Apolo con estas palabras: Si non
dedecui tua iussa tulique prementem; Columela, en libro 5 cap. 12: Mulieres quidem, si
lactis copia premuntui; cythisum aridum in aqua macerari oportet; Plauto, en Mostelaria:
Nam quod tibi lubet, idem mihi libet.
Escuchemos ahora a Minerva. Que los dioses te pierdan, Agustín, juntamente con tus
cavilaciones. Efectivamente, Prisciano suprime todos los impersonales de terminación
pasiva; y yo lo acepto de buen grado; pues, ¿qué persona sana no los suprimiría? Y es que
todos esos verbos en los que se sobreentiende un nominativo de ese tipo son realmente
personales, como tú mismo afirmas certeramente. En segundo lugar: Prisciano da a todos
esos verbos un significado pasivo; yo también lo acepto, pues ¿qué locura es decir curritur,
que se puede traducir por "todos corren", pugnatur, por "todos luchan", y uiuitur, que lo
podría ser por "todos viven", aunque su mejor traducción sería "córrese", "peléase",
"vívese", de la misma forma que hac melius itur in agrum lo traducimos por "por aquí se va
mejor al campo"? Además ¿por qué se te ocurre a ti pensar que estos verbos tienen
significado activo y no lo tienen los demás pasivos como amatur o legitur? Pues, si
curritur ab omnibus significa "todos corren", ueritas amatur ab omnibus significa "todos
aman la verdad", y caedimur ab hostibus, "los enemigos nos aniquilan". Te has dejado
engañar por la chusma de gramáticos, chusma que carece totalmente de sentido común. La
tercera objeción que pones a Prisciano es ésta: Si en curritur y ambulatur se sobreentiende
cursus y ambulatio, en cursum est y ambulatum est habrá que sobreentender cursus y
ambulatio. ¡Oh, corto de mente! ¿Qué locura te aqueja? Aquí habría que tratarte con
látigos, y no con argumentos. O ¿es que desconoces que todos los verbos en -or carecen de
pretéritos? ¿Qué locura te impulsó a decir que procursum est y perseueratum est son
pretéritos del verbo? Son participios, Agustín; y cuando digo participio", digo "nombre
adjetivo Decimos, en efecto, decursus est campus, decursa est aetas, decursum est spatium.
En definitiva, cuando ponemos un participio o un adjetivo sin sustantivo en género neutro
en lugar del sustantivo se suple o bien toda una oración -como sucede en nuntiatum est
regem uenire-, o bien el infinitivo del propio verbo -como en pugnatum est, donde se
sobreentiende pugnare-, o bien, finalmente, el sustantivo negotium -como en lectum est,
79
donde falta negotium-. Y cuando decimos en activa uiuo, curro, dormio, es mejor
sobreentender el infinitivo, que es el auténtico nombre verbal, como enseña Prisciano, que
otro nombre; y le va mejor al verbo su propio infinitivo que el propio nombre verbal: así
uiuo uiuere mejor que uiuo uitam, y curro currere mejor que curro cursum; y lo mismo
ocurre en pasiva: curritur currere y cursum est currere. Esta es la doctrina de Prisciano,
doctrina que tú en modo alguno has comprendido.
Si somos sensibles a la autoridad de tan grandes maestros, yo no veo cómo es posible
que éste establezca la existencia de impersonales y no acepte la de personales defectivos, en
los cuales falta el nominativo, nominativo que es tan evidente que no se pone. Y es que si
se trata de un nominativo diferente del nominativo del mismo significado del verbo, se hace
necesaria su presencia, ya que en este caso es desconocido; Ovidio: Tum tertia uiuitur
aetas; Marcial: Tota mihi dormitur hyems; Horacio: Magna minorue si res certabitur
unquam.
Lo dicho es suficiente para Agustín. Pasemos ahora al análisis de los verbos activos.
Los gramáticos, llevados por no sé qué error, dividieron los verbos en cinco especies:
activos, pasivos, neutros, comunes y deponentes. "A nosotros, sin embargo", dice César
Escalígero, "nos basta con dividir a los verbos en dos grupos: los que significan acción y
los que significan pasión; incluso estos dos grupos se reducen a uno, concretamente al
verbo EST, que es la raíz y el fundamento de ambos". Esta afirmación de Escalígero puede
ser confirmada con el siguiente argumento: la filosofía, es decir, el razonamiento recto y sin
errores, no acepta que haya intermedio entre el hacer y el padecer, ya que todo movimiento
es acción o pasión; es más, si se analiza el tema con profundidad, la acción y la pasión no
se diferencian en nada más que en una cierta perspectiva mental: es la diferencia que hay
entre subir y bajar.
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Así pues, está ya claro que todos los verbos son activos o pasivos, como hemos
comprobado en Aristóteles; es, pues, falso lo que concluyen los dialécticos a partir del
análisis de las categorías: que entre el hacer y el padecer hay un medio, el yacer, el estar, el
estar colocado; es falso, porque si yace, o se sienta, o está colocado, algo hace: sedet
sessionem y stat stationem. Y es que yo puedo comprobar con múltiples argumentos que las
categorías o predicamentos de Aristóteles no existen. Y mucho menos hay que aceptar las
tristísimas conclusiones de filósofos y teólogos sobre las acciones permanentes y las
acciones transitorias. Si hay acción, algo se hace.
Los gramáticos que han clasificado en especies a los verbos activos, neutros y
deponentes yerran torpemente de múltiples formas. En primer lugar, porque "especie" en
gramática no significa lo que se cree, sino aquello que dijimos en el libro 1 cap. 3. En
segundo lugar, porque todo el mundo ve claramente que los verbos de la primera especie, o
del primer rango, si prefieres, son también de la sexta, de la cuarta, y pueden ser también de
otras; decimos, en efecto, amo te, y insania est amare tanti, y id amo te, y quid nos amas
de fidicina istac, y ubi sunt qui amant a lenone, en Plauto; así pues, si todos los verbos
pertenecen a distintas especies, ¿qué falta hacen esas especies, es decir, esas triquiñuelas y
falacias?; lo diré más claro: si todos los verbos son de todos los rangos o si ningún verbo
tiene su sede en un solo rango de manera que no pueda pasar a otro, es manifiesta locura
atormentar las mentes de los niños con estas especies. Finalmente, yerran sobre todo en
esto: en que, aun siendo verdad que los verbos de la primera especie rigen acusativo, no se
sabe cuál es ese acusativo; ¿qué es en latín foemina reponit genus, o mas reponit genus, si
no hay ningún testimonio de estas frases?; ¿qué autor latino dijo alguna vez ego amo deum
o deus amatur a me? ¿Pronunciarás como latinas frases como facio orationem y do tibi
damnum, y muchas de este tipo? La lengua debe ser aprendida de los escritores y no de la
gramática; la gramática no enseña a hablar latín, sino que adapta el latín a una técnica
gramatical; a hablar latín se aprende después, imitando a los latinos. Así pues, si todos los
verbos., exceptuando el verbo sustantivo, son activos o pasivos, hay que entender que todos
los activos llevan, o bien diferentes tipos de acusativos, como facere uerba, fidem, finem, o
bien uno sólo, el suyo, como uiuere uitam, mori mortem, egere egestatem, furere furorem;
de estos acusativos habla así Rufiniano en el libro 2 de su Retórica: "Pleonasmo, como
mortem occumbere, obire diem, uiuere uitam, pugnare pugnam, ire iter"; en estas frases,
tanto si se añade como si se quita el acusativo, permanece el mismo sentido y todas las
palabras permanecen con el mismo valor; y es que es lo mismo uiuo que uiuo uitam; careo
pecuniarum que careo caritatem pecuniarum; egeo medici que egeo egestatem medici;
¿cómo iba a existir en pasiva formas como egetur, sedetur, statur, si no se dijera en activa
egeo egestatem, sedeo sessionem, sto statum o stationem? Se me objetará con esta pregunta:
¿por qué no encontramos estos acusativos? Sencillamente porque sería una falta expresarlos
o, al menos, un arcaísmo, ya que en otro tiempo era frecuente decir nocere noxam y seruire
seruitutem; ahora, salvo que haya que añadir un adjetivo, su uso es pleonástico;
efectivamente, de la misma forma que es vano decir gaudemus gaudium, así también es
82
necesario decir tuum o alienum gaudium gaudebimus, hunc furere furorem, consimilem
ludere ludum. Entre los griegos, como dice Budeo en sus Comentarios, es normal, en todos
los verbos, tanto transitivos como absolutos, pasivos o deponentes, poner en acusativo un
sustantivo de la misma raíz del verbo.
Una cosa hay que advertir con cuidado: que los verbos que exigen un solo acusativo,
como uiuo y dormio, pueden aceptar otros muchos, con tal de que esos otros acusativos
signifiquen, metafóricamente, lo mismo que el acusativo del nombre del mismo significado.
Se puede decir, en efecto, rectamente de un avaro uiuit pecunias, es decir: toda su vida no
es otra cosa que el dinero; Virgilio: Corydon ardebat Alexin, es decir: el ardor en el que
ardía Condón era Alexis; en las Sagradas Escrituras se dice muy bien: Terra germinet
Saluatorem; así decimos somniat thesaurum; Cicerón, carta 28 del libro 13: Tum studia illa
quibus ante delectabamur nunc etiam uiuimus; Adrián Turnebo, en el cap. 1 del libro 10 de
Adv., a propósito de la frase de Persio Iratum Eupolidem praegrandi cum sene palles, dice:
"Con audacia está escrito pallere Eupolidem; es como si dijera pallere pallorem; quiere
decir: palideces porque has hecho un esfuerzo tan grande en tomo a esos poetas que, a
consecuencia de ese excesivo trabajo, has contraído tu rostro hasta perder el color". Hasta
aquí el comentario de Turnebo. Giros parecidos son: Alios suspirat amores, crepat sulcos
et uineta; pero de ellos hablaremos en su lugar.
Hay que advertir además que el acusativo etimológico que aparece en los verbos
simples, puede también sobreentenderse en los compuestos, como en obiit, interiit, periit,
en los que se suple uiam o iter.
Cadendum est in unius potestatem, escribe Cicerón a Atico en el libro 8. Cado es,
pues, transitivo, ya que este participio no viene sino de verbos pasivos, de manera que en
scelus in illud non cadit se suple casum o se.
Caleo, es decir: habeo calorem; de ahí que metafóricamente se diga calere uirginem o
uirgine; que en algún momento fue transitivo lo demuestra Plauto en Cautivos: Quasi
quum caletur, cocleae in occulto latent; el mismo, en Truculento: Quum caletur maxime, es
decir: "cuando hay calor" o "se produce calor"; Terencio: Ego illius sensum pulchre caleo.
Caueo te es activo para Nebrija, pero caue tibi es neutro; no es asi, sino que en caueo
tibi se sobreentiende damnum o malum. Consulta metuo. Plauto, en Mostelaria: Iubet
cauere malam rem prius; es muy usada la frase caue tibi malum; sobre ella escribió Catón
en Agricultura 5: Scabiem pecon uel iumentis caueto; Cicerón, al comienzo de Tópicos:
Quum mihi meisque multa saepe cauisses; y en 1 de Sobre los deberes: Et huic simile
uitium in gestu motuque cauetur; Ovidio escribió frigora et iurgia cauere; Salustio, en
Jugurta: Ita nec caueri anceps malum; Suetonio, en Galba: Cauere periculum; y Cicerón:
Cauere insidias et intemperantiam; el mismo en 1 del Orador: Quam sit bellum cauere
malum; el mismo: In cauendo bello et praedicendo; el mismo en carta a Ático: Caetera
quae quidem prouideri poterunt, cauebuntur; en carta al mismo: O hominem cauendum
mihi; en carta al mismo: Fidem uobis habendam non esse, me uero cauendum.
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Coeno. Apuleyo, libro 4: Saliares se coenasse coenas crederet; el mismo, en libro 9:
Sacrificales epulas coenitabat.
Coniurare. Salustio: Sed antea coniurauere pauci contra rem publicam, in quibus
Catilina fuit, de qua quam uerissime potero dicam, es decir: Coniurauere coniurationem,
de qua coniuratione etc. Agmina coniurata, fratres coniuratos son giros que leemos
frecuentemente.
Consulo tibi piensan que es un verbo neutro, pero falta utile o commodum, como ocurre
en prospicio tibi. De ahí que se diga en pasiva: Bene tibi consulitur; Cicerón, en 7 de
Epístolas: Ego tibi ab illo consuli mallem. Mira utile en el capítulo de la elipsis y prospicio
un poco más adelante.
Contedere cursum, escribió Virgilio; Plauto, en Cistelaria: Quis est, qui recta platea
cursum huc contendit suum? Se puede leer frecuentemente contendere poplitem, tormenta,
uincula.
Crepo. Horacio: Sulcos et uineta crepat mera; el mismo: Si quid Stertinius ueri crepat;
el mismo: Quis post uma grauem militiam aut pauperiem crepet?; el mismo en Odas 2:
Quum populus frequens laetum theatris ter crepuit sonum; Propercio, libro 3: Et manibus
faustos ter crepuere sonos; Marcial: Et Tartesiaca concrepat aera manu; Petronio, "el
árbitro": Et concrepans aera omnes excitauit; el mismo: Timalcio lautissimus homo digitos
concrepuit.
Corruo. Mira ruo. Plauto: Ibi me corruere posse aiebas diuitias; Propercio, libro 4:
Vouerat et spolium corruit ille Iouis.
Curro. Mira concurro, decurro. Virgilio, en Eneida 5: Currit iter tutum non segnius
aequore classis. Mira lo que dice Prisciano a propósito de cursus curritur. Cicerón, en
Sobre los deberes 3: Qui stadium currit; Juvenal: Curritur ad uocem iucundam; Terencio:
Si qua est laboriosa, ad me curritur; Cicerón, en Verrinas 7: Curritur ad praetorium;
Virgilio: Nec si cuncta uelim breuiter decurrere possim. Vitam decurrere, decursa uita,
decurso spatio son giros frecuentes. También lo son las formas decurritur y decurrebatur.
Mira sedeo.
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Declino. Plauto, en Aulularia: Declinaui paululum me extra uiam; Ovidio, en
Metamorfosis 2: Neu te dexterior tortum declinet ad anguem. Decimos declinare cursum,
urbem, mala, y mala declinantur, y a malis declinare.
Deficio. Horacio: Animus si te non deficit aequus; Ovidio: Deficior prudens artis ab
arte mea; Quintiliano: Aqua ciboque defecti; Varrón, libro 3 de Agricultura, cap. 16: Ne
deficiant animum. Decimos Deficiunt me pecuniae y mihi pecuniae. César: Quum tela
militibus deficerent: se sobreentiende se.
Deliro. Lactancio, en Sobre el trabajo de Dios, cap. 6: Illius enim sunt omnia, quae
delirat Lucretius.
Despero. Marcial: Desperabantur promissi proelia Martis; Cicerón: Siue restituimur, siue
desperamur; el mismo, en carta a Ático: Pacem enim desperaui.
Detraho tibi: se sobreentiende laudem o algo similar. Horacio: Nec ego illi detrahere
ausim haerentem capiti multa cum laude coronam.
Discumbo. Virgilio: Stratoque super discumbitur ostro; Aulo Gelio: Discubitum est;
Cicerón: Mature ueniunt, discumbitur.
Disputo. Cicerón dice más de una vez Disputare rationem; Plauto, en Aulularia: Vbi
disputata est ratio cum argentariis; el mismo en Menecmos: Vt hanc rem uobis adamussim
disputem.
Doleo. Ovidio: Tu uero tua damna doles; Estacio: Bellorum extrema dolemus;
Cicerón: Meum casum doluerunt; el mismo, en Tusculanas 4: Dummodo doleat aliquid,
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doleat quod lubet; Suetonio: Se quoque respondit uicem eorum dolere. En este caso y en
otros muchos verbos parece más bien que falta un acusativo etimológico y la preposición
katà; sería algo así como doleo dolorem circa casum tuum. A esta construcción remite la
frase virgiliana Corydon ardebat Alexin, es decir: Ardebat ardorem de Alexi o circa Alexin.
Dormio, edormio. Hay un adagio que dice: Endymionis somnu dormis; Marcial: Tota
mihi dormit hyems; Cicerón: Edormi crapulam et exhala; Plauto, en Amphitrión: Mane,
dum edormiscam unum somnum; en las Sagradas Escrituras: Dormierunt somnum suum
uiri diuitiarum; Terencio: Atque edormiscam hoc uilli; Plauto: Omnemque obdormiui
crapulam.
Egeo pecuniis equivale a egeo egestatem a pecuniis; que falta egestatem o egere lo
indica claramente el siguiente texto de Plauto, en Pseudolo: Quid agitur, Calidore? Amatur
atque egetur acriter, es decir: amatur amatio, egetur egestas. Con frecuencia falta en
efecto, el nombre del cual depende un genitivo, como sucede en taedet me ciborum, donde
se sobreentiende taedium. Así, Livio escribió en el lib. 26 esto: Quod uel capitis uel
pecuniae iudicasset, donde se sobreentiende iudicium. Censorino lo suple en A. Gelio:
Vitio uertunt, qui multa egeo. Varrón, en el libro 4 de Lengua latina: Diues a diuo, qui ut
Deus nihil indiget. Nonio Marcelo cuando habla de que el genitivo está por el acusativo,
pone estos ejemplos: Fastidit mei y argenti indiges. Bajo mi responsabilidad, se puede
decir, y además elegantemente, esto: Turpem egere egestatem. Mira indigeo.
Eo. Virgilio, en el libro 6: Itque reditque uiam toties; Horacio, en Epistolas 2: Ire
uiam, quam monstrat eques; Virgilio, en libro 4: Longam incomitata uidetur ire uiam; y en
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Geórgicas 4; Plauto, en Rudens: Tu abi tacitus tuam uiam; Cicerón, en la defensa de
Murena: Redite uiam, eodem duce redibant; en el mismo discurso: Istam uiam dico, inite
uiam: praesto aderat sapiens ille qui mire uiam doceret; Suetonio: Inito honore. Por todo
ello, cuando Virgilio dice Te consule inibit, falta uiam.
Equitare. Plinio, en libro 8, hablando de los camellos: Atque etiam equitantur praeliis.
Erubeo. El autor de la invectiva a Salustio: Neque erubuit ora uestra. De ahí que
digamos: Praeceptor non erusbescendus.
Exsulo. Mira ueneo y uapulo. Exsulo significa extra solum eo; falta un acusativo
etimológico. Eurípides, en Andr.: ἁς ἐγὼ φεύγω φυγάς,es decir: Quale exsilium exsulo?
Fastidio. Virgilio: Inuenies alium si te hic fastidit Alexis; Livio: Dum nullum fastiditur
genus; Lucano: Pars fastidita; Horacio: Fastidire lacus et nuos ausus apertos.
Festino. Ovidio, en 2 de Metamorfosis: Tum quas induat illa festinat uestes; Tácito,
hablando de las costumbres de los germanos: Nec uirgines festinantur; Virgilio, 6: Tunc
iussa Sibyllae haud mora festinant iussi; Apuleyo, lib. 3: Sed primo diluculo remedium
festinantur tibi.
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Fio es considerado por los gramáticos como neutro pasivo, es decir, como un
monstruo. Para mí es verbo sustantivo, ya que deriva del griego phýo, de donde procede el
latino fuo y después fio. Escalígero, en libro 5, cap. 3 de Causas de la lengua latina, dice:
"Nuestro fuo viene de phýo, y también el propio fio; sum es el griego eimí, y est el griego
estí". Aparece a veces en pasiva, según el testimonio de Prisciano, en el libro 8: "Postquam
diutius fitur y, según la forma griega, fiebantur Saturnalia". Realmente, el infinitivo fieri
parece pasivo, pero para mí, como ya dije, es un verbo sustantivo: fio senex es lo mismo
que sum senex.
Fleo. Ovidio escribe flere funera; Terencio, en Andria: In ignem posita est, fletur;
Silio, en libro 5: Longo aeuo flebitur; Ovidio: Fortuna flenda.
Fluo. En griego réo; Homero, en Odisea 9 le añade un acusativo: ρέει ἀγλαόν ὕδαρ
κρὴνε ὕπο σπείον, es decir: fluit limpidam aquam fons sub specu.
Furere. Virgilio, en Eneida 12: Hunc sine me furere ante furorem; Livio: Et nunc id
furere, idem aegre pati; pero es mejor suponer que aquí falta katà. Mira insanio.
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Gaudeo. Terencio, Andria: Hunc scio solide solum mea gauisurum gaudia; Cicerón, en
cartas a los familiares 8: Puto ut suum gaudium gauderemus; en el mismo libro de cartas:
Furit tam gauisos homines suum dolorem; Catulo: Gaudia quae gaudeas; Gelio, libro 9,
cap. 9: Latona gaudium gaudet genuinum et intimum; Estacio, libro 9: Tu dulces lituos
ululataque proelia gaudes; Cicerón: Nihil est neque quod metuamus, neque quod
gaudeamus; y en las Sagradas Escrituras: Gaudeat se tellus tantis illustrata fulgoribus.
Garrire. Horacio, en Sátiras 1, 10: Comis garrire libellos; el mismo: Dum quidlibet ille
garriret; Marcial, en libro 1: Garris et illud, teste quod licet turba; dice Turnebo que
Marcial escribió garrire libellos, que responde a la misma construcción que garrire
garritum.
Germino. Plinio, libro 16, cap. 25: Quibusdam germinatur germinatio; y en las
Sagradas Escrituras: Terra germinet Saluatorem.
Gemo. Cicerón en el libro 2 de las cartas a Ático: Atque hic flatus qui una uoce
omnium gemitur; el mismo: Occulte suum malum gemit; Virgilio: Nunc Amyci casum
gemit; Cicerón, en la defensa de Sextio: Accepisset res publica plagam, quam acceptam
gemere possit; Virgilio: Daphni tuum poenos etiam ingemuisse leones interitum;
Prudencio, en Psychomaquia: Nec doleas, quia turpe tibi gemuisse dolorem; Ovidio:
Fortuna gemenda; el mismo, en 13 de Metamorfosis: Non mea mors illi, uerum sua uita
gemenda est. El mismo: Teque gemunt, uirgo.
Glaciare. Horacio, en Odas 3, 10: Positas ut glaciet niues puro nomine Iupiter.
Hiemare. Plinio, en libro 19, cap. 4: Dequoquunt alii aquas, mox et illas hiemant; el
mismo, en el lib. 9: Hiemato lacu.
Iaceo. Virgilio: Iacet extra sidera tellus, donde se sobreentiende se o iacere, como en
iacent sub arbore poma; y es que no existe nada que no se haga, y si se hace, algo hace.
Mira sedeo y sto.
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Ignosco tibi; se sobreentiende peccatum, como sucede en indulgeo; Cicerón: Hanc
culpam ei facile ignoscamus; Plauto, en Amphitrión: Velatis manibus orant, ignoscamus
peccatum suum; Propercio, en libro 2: Iupiter, ignosco caetera furta tua; Virgilio, en 4 de
Geórgicas: Ignoscenda quidem, scirent si ingoscere Manes; el mismo, en Culex: Paruum si
Tartara nossent peccatum ignouisse; Quintiliano, en las Declamaciones: Ignoscite
malorum periculorum motus, ingoscite humana discrimina; Ovidio, en el libro 1 del Arte:
Vitioque ignoscitur omni.
Illuceo. Plauto, en Bacchides: Vulcanus, Sol, Dies, Luna, Dii quatuor scelestiorem
nullam illuxere alterum. Mira luceo.
Impendeo. lmpendet tibi calamitas, donde se sobreentiende se, como ocurre en Nox
praecipitat y en uer appetit. También decimos: Impendet homines mors; Terencio, en
Phormio: Ita nunc imparatum subito tanta te impendent mala.
Imponere, con el significado de fallere, dicen que es un verbo neutro. Es mejor lo que
dice el autor de un prontuario de la lengua latina: dice, en efecto, que falta impositionem. A
mí me parece que falta clitellam. Mira en el capítulo de la elipsis clitella.
Incubare. Cuando se aplica a las aves, falta oua; de ahí la frase oua incubantur; Plinio,
libro 2: Quod si una natura omnes incubaret.
Indigeo. Mira egeo; Varrón, libro 1, cap. 31: A quo, quod indigent potum, poma dicta
esse possunt; y es que, como dice Turnebo, los troncos viejos absorben el agua.
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animam recrea; Petronio, el árbitro de la elegancia: Nec diu tamen lachrymae indulsit;
Macrobio, en Satumalia 1: Feriae quas indulget magna pars mensis Iano dicati; Terencio,
en Eunuco: Nimis me indulgeo; a propósito de este texto dice Donato: "Debe decir mi; así
decían los antiguos lo que para nosotros es mihi"; en otro sitio: Te indulgebant, tibi dabant.
Mira ludo e ignosco.
Inflare sonum, inflare tibias, uela, calamos y semejantes son frecuentes; y calami
inflantur.
Inseruire alicui. Se sobreentiende seruitutem. Plauto pone otros acusativos junto a este
verbo; en Mostelaria: Si illum inseruibis solum; en la misma comedia: Non est meretricum
unum inseruire amantem; Cicerón: Nihil est a me inseruitum temporis causa; Plauto:
Matronae est unum inseruire amantem. Mira seruio.
Insuesco. Horacio, en Sátiras, 1: lnsueuit pater optimus hoc me, ut fugerem; este texto
ha sido mal leído por Lambino, en contra de lo que dice toda la tradición; yo estoy de
acuerdo con Turnebo, en el libro 30, cap. 19; Horacio, Sátiras, 2, 2: Qui pluribus assuerit
mentem corpusque; Columela, libro 6: Maxime tamen habetur salutaris amurca, si
tantumdem aquae immisceas et ea pecus insuescas; el mismo, en libro 11: Atque ubi
ceperunt aliquod incrementum habere, sic insuesci debent, ut in id etc. Mira consuesco.
Insulto. Tácito, 4: Qui nunc patientiam senis et segnitiam iuuenis iuxta insultet;
Salustio: Multos a pueritia bonos insultauerat; así cita Servio, en el comentario al libro 9
de La Eneida; Terencio, en Eunuco: Nae tu istas faxo calcibus insultabis frustra.
Insisto. Virgilio, 6: Nulli fas casto sceleratum insistere limen; a propósito de este texto
dice Servio: "Decimos insisto illa rem, y no illi rei; los que dicen insisto illi rei se dejan
engañar por el giro insto illi rei". Cicerón, en 3 del Orador: Quonam igitur modo tantum
munus insistemus; Plauto, en Soldado: Insiste hoc negotium sapienter; el mismo, en
Cautivos: Proinde omnes itinera insistant sua; el mismo, en Soldado: Quam iam insistas
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uiam; Terencio, en Eunuco: Quem perconter? quam insistam uiam?; Estacio, en libro 2:
Summisque insistitur astris.
Insto huic rei. Se sobreentiende operam o instare; Virgilio, 8: Parte alia Marti
currumque rotasque uolucres instabant.
Interdico tibi ludum. Nadie negará que se trata de un verbo activo; Suetonio, en
Domiciano: Interdixit histrionibus scenam; Livio, en libro 34: Foeminis dumtaxat usum
purpurae interdicemus? Y cuando se dice, de forma absoluta, praetor interdixit o interdixit
illi aqua et igni, falta interdictum, de forma que sería: Praetor interdixit illi interdictum ab
aqua et igni, o de aqua et igni; Plinio, libro 39, cap. 1: Interdixit tibi de medicis; Cicerón en
la defensa de Cecina: Praetor interdixit de ui hominibus armatis. También se dice:
Interdixit illi aquam et ignem; Cicerón, en la defensa de su casa: Velitis iubeatis, ut M.
Tullio aqua et ignis interdicatur. Que falta interdictum o interdicere lo indica el siguiente
texto de Cicerón, del libro sobre la vejez: Vt quemadmodum nostro more male rem
gerentibus patribus bonis interdici solet; Plinio, Epístola 76: Carent enim togae iure,
quibus aqua et igni interdictum est; Cicerón, 1 de Sobre los límites: Sed id neque feci
adhuc nec mihi tamen ne faciam interdictum puto. Voluptatem interdicere: Horacio, en
Epístola 1: Cui sic per uim est interdicta uoluptas; Ovidio, en 10 de Metamorfosis: Spes
interdictae.
Inuideo tibi uestem y coeli te regia nobis inuident son frases muy conocidas. Cicerón:
Inuidetur enim commodis hominum ipsorum; el mismo: Quia non modo non inuidetur, sed
etiam fauetur; Ovidio, en Epístolas: Troadas inuideo; a esta construcción de Ovidio se
asemeja el siguiente texto de Horacio, del Arte: Cur ego acquirere pauca, si possum,
inuideor; Cicerón, en Tusculanas 5, recoge la siguiente cita de Accio, en Menalipe: Florem
quisnam liberum inuidet meum?; después añade: "Parece una mala construcción latina,
pero muy elegante en Accio, ya que, como sucede con uidere, también con inuidere es más
correcto florem que flori. A nosotros la costumbre nos impide decirlo así; el poeta tiene sus
reglas y lo dice con más audacia". Estas son las palabras de Cicerón, quizás un poco
meticulosas, porque entre inuideo tibi e inuideo te hay diferencias: en el primer caso falta
siempre algo; en inuideo tibi se sobreentiende rem aliquam, bona, o fortunam, o toda una
oración, como en inuideo tibi quod bene cantes; en el segundo caso no se puede suplir
nada.
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ingenium, ualet; de ahí que en el siguiente texto de las Sagradas Escrituras, Deus in
adiutorium meum intende, se supla arcum o mentem.
Luceo. Plauto, en Cásina: Lucebis nouae nuptae facem; el mismo, en Gorgojo: Tute
tibi puer es lautus, luces cereum. Decimos: Praelucere alicui facem, cereum, funalem. Mira
illuceo.
Ludo. Terencio, en Eunuco: Et quia consimilem iam olim luserat ille ludum; Horacio,
en Odas 3: Et ludum insolentem ludere pertinax; Suetonio: Troiam lusit turma duplex; el
mismo: Ludit assidue aleam; Marcial: Insidiosorum si ludis bella latronum; Juvenal:
Rosita sed luditur area. Mira illudo.
Mano. Horacio: Fidis enim manare poetica mella te solum; Plinio, en capítulo 13: In
attritu sudorem purpureum emanat; el mismo: Manat picem.
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Mansuesco. Varrón, libro 2, cap. 1: Sic ex animalibus, quum propter eandem
utilitatem quae possunt syluestria deprehenderent, ac concluderent et mansuescerent. Mira
insuesco.
Medeor. Terencio, en Formión: Quae quum res aduersae fient paulo mederi possis;
Cicerón de la carta 15 del libro 12 a Familiares: Haec mederi uoluerunt.
Medicor o medeor. Plauto, en Mostelaria: Ego istum lepide medicabor metum; Virgilio,
en Eneida 7: Sed non Dardaniae medicari cuspidis ictum eualuit; a propósito de este texto
comenta Servio: "Virgilio utiliza medicor illam rem e illi rei con valor activo"; Ovidio:
Capillos medicare; y Virgilio, en Geórgicas 1: Semina uidi equidem multos medicare
serentes.
Mereo, con el significado de "hacer la milicia", dicen que es un verbo neutro; no es así,
sino que se suple stipendium o, mejor, aera, de manera que las frases de este tipo serían
algo así como Meruit aera sub Caesare. Mira stipendium en el capítulo de la elipsis.
Metuo tibi dicen que es neutro; no se dan cuaenta de que falta malum, o incommodum, o
un acusativo etimológico, de acuerdo con el esquema que aparece en el refrán griego y
latino siguiente: ἀδεές δέδιας δεός, es decir: Metum inanem metuisti; Cicerón, en Verrinas
3: Nullam maiorem pupillo metuo calamitatem; el mismo: Sed quum eadem metuam ab hac
parte; el mismo: A me insidias metuunt; Séneca, en Epístola 66: Non contremiscamus
iniurias, non uulnera, non egestatem; Plauto: Metuo meo amon moram; el mismo, en
Mostelaria: Serui, qui quum culpa careant, tamen malum metuunt etc.; Virgilio, en Eneida
3: Sonitumque pedum uocemque tremisco; el mismo, en Ciris: Nunc temere instantis belli
certamina dicit; el mismo, en Geórgicas 4: Vtraque uis apibus pariter metuenda; en el
mismo libro: Sin duram metues hyemem, donde se sobreentiende apibus; Plinio, en libro
18: Tria nanque tempore fructibus metuebant; en las Sagradas Escrituras, en el cap. 3 de la
carta primera de Pedro: τὸν δὲ φόβον αὐτῶν μὴ φοβήτε, es decir: Timorem autem ipsorum
ne timueretis, o bien Terrorem ipsorum ne terreamini o metuatis. Lo mismo que acabamos
de ver para metuo sirve para timeo. Plinio, libro 17, cap. 16: Dant aegris quibus uini noxam
timent; Livio, en libro 4: Famem cultoribus agrorum timentes; Virgilio, en 2 de Eneida: Et
quae sibi quisque timebat. Se equivoca, pues, Valla en el capítulo 45 del libro 3.
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Migrare in agrum. Se sobreentiende migrare o migrationem; Gelio, en cap. 19 del
libro 2: Atque ita cassita nidum migrauit; Livio: Et Romam, inde frequenter migratum est;
Marcial: Migrandum est mihi uel illi; Titinio, en cita de Nonio, en la palabra senium: Quot
pestes, iurgia, senia sesemet hisce emigrarunt aedibus.
Morior. En hebreo se dice morieris mori; y en el Génesis, cap. 1: Vbi non habemus
morte morieris; hay que tener en cuenta que ese morte en hebreo es un infinitivo: en
español se dice: "Mala muerte mueras". Cicerón: Moriendum est, donde se sobreentiende
mori, como ya hemos dicho muchas veces.
Nauigo. Virgilio, en libro 1: Gens inimica mihi Tyrrhenum nauigat aequor; Cicerón,
en 2 de Sobre los límites: Maria ambulauisset, terram nauigasset; Plinio, en libro 2: Totus
hodie nauigatur occidens.
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libro 3: Qui deorum quenquam nocuerit; en las Sagradas Escrituras: ludica, domine,
nocentes me; y en el Eclesiástico 27: Relinque proximo tuo nocenti me; βλάπτω σε, dicen
los griegos, es decir: Noceo te.
Nubo. Varrón, en el libro sobre la lengua latina: "Se llama Neptuno, porque obnubat
(cubre) el mar y las tierras, como las nubes al cielo; deriva de nuptu, es decir opertione
(cubrimiento), como se decía antiguamente; de ahí vienen también nuptiae y nuptus". Hasta
aquí lo que dice Varrón. Caper, en sobre la ortografía: "La mujer nubit (se casa), porque
obnubit (cubre) con un palio su cabeza y sus mejillas"; Tertuliano, sobre el velamiento de
las doncellas: "una vez veladas son llevadas junto al varón"; Servio, en su comentario al
libro 11 de la Eneida: "Se llaman nuptiae, porque son cubiertas las cabezas de las novias";
Arnobio, en el libro 3 contra los gentiles: "Se le llama y se le nombra Neptuno porque
nubat (tapa) con agua la tierra"; Donato, en su comentario a Hécira: "Nuptam mecum: es
decir, cubierta y tapada en un sólo cubículo conmigo; nubere, en efecto, significa "ser
tapada" o "cubierta"; de ahí nubes, porque suelen tapar al sol"; Virgilio: Arsurasque comas
obnubit amictu; las primeras palabras de Donato en el comentario a Hécira no creo que
sean suyas, ya que la mujer es llamada nupta, no porque se cubra en el cubículo con el
varón, sino porque por pudor se cubre el rostro y los ojos, cuando es entregada al varón; a
esta costumbre alude Claudiano: Flammea solicitum praeuelatura pudorem; y Lucano, en
libro 2: Non timidum nuptae leuiter tactura pudorem, lutea demissos uelarunt flammea
uultus. Además, nubere no es pasivo ni significa "ser cubierto" y "ser tapado", sino "cubrir"
y "tapar"; y cuando se dice Illa nupsit regi, falta se, o uultum, o oculos; Columela, en el
cultivo de los huertos: Alma sinum tellus iam pandet adultaque poscens semina depositis
cupiens se nubere plantis. De ahí obnubo, del que nadie dirá que no es activo; Plauto, en
Persa: Hic cum mala fama facile nubitur; γάμους γαμεῖν, dicen los griegos, es decir:
Nuptias nubere.
Obire munera y semejantes son construcciones muy frecuentes. Pero cuando se dice de
forma absoluta Obiit ille, falta mortem, o diem, o, mejor, uiam o ire, ya que todos los
compuestos de un simple admiten perfectamente un acusativo. Mira eo. Terencio: Ea obiit
mortem; mira el comentario de Donato a este texto de Terencio. Virgilio: Morte obita;
Cicerón, en la defensa de Milón: Teterrimam mortem obiret.
Obedio. Apuleyo, libro 10: Haec omnia perfacile obediebam; Livio, libro 4: Vtrinque
obeditum dictatori est.
Officio tibi. Falta el acusativo etimológico, y, como éste no está en uso, se recurre al
infinitivo, que es en realidad un nombre verbal; así en occumbit occumbere, officio officere,
pergo pergere; Plauto: Iam ego hercle, ego te hic affatim officiam; Cicerón, en 1 de Sobre
el orador: Quod cuicumque particulae coeli officeretur; Lucrecio, en libro 2: Officiuntui;
uti cogantur tardius ire.
Oleo. Cicerón: Caeram ac crocum olere; Horacio: Pastillos Rufillus olet, Gorgonius
hircum; Marcial: Quod olent tua basia myrrham; Cicerón: Olent illa supercilia malitiam;
Terencio: Olet unguenta; Marcial, en libro 14: Delicias Nini uos redolete nurus; Plauto:
Non omnes possumus olere unguenta exotica; Quintiliano, en libro 7: Verba omnia et uox
huius alumnum urbis oleant.
Palleo. Propercio, en libro 1: Quite cogebat multos pallere colores?; Persio: Iratum
Eupolidem praegrandi cum sene palles; Turnebo, al citar este texto, como dijimos más
arriba, dice esto: "Es como si dijera pallere pallorem"; Horacio, en libro 3: Et scatentem
belluis pontum mediasque fraudes palluit audax; el mismo: Pindarici fontis, qui non
expalluit haustus. Mira aestuo, metuo y pauesco. Persio, en Sátira 5: Recutitaque Sabbata
palles.
Palpo. Juvenal: Quem munere palpat Carus; Ovidio: Pectora praebet palpanda manu.
Parco tibi. Falta un acusativo etimológico, cualquiera que sea, ya que parcere alicui rei es
lo mismo que esse parcum in illa re; Virgilio, en libro 10: Argenti atque aun memoras,
quae multa talenta natis parce tuis; y esto tiene significado pasivo; Cicerón, en el libro 2 de
las cartas a Ático: Nec parcitur labori; Livio: Precantes ut a caedibus et ab incendiis
parceretur; Plinio, en libro 16: Nec corpori ipsi parcitum; y en el libro 17: Parcitur
uestigiis; el verbo admite otros acusativos, como peccatum, errorem, culpam; Gelio, en
libro 16, cap. 19: Vitam modo sibi ut parcerent; Terencio: Nihil parcunt seni; el mismo:
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Hanc ego uitam parsi perdere?, donde perdere es acusativo. En Parcere a sanguine et
caedibus se sobreentiende manum, ya que parcere significa abstinere, como en parcere
pecuniis.
Pareo. Estacio: Non adeo parebimus omnia matri; Gelio, en libro 2: Quaedam non
esse parendum. Si alguien pretende defender que aquí falta una preposición, yo no me
opondré, con tal de que se entienda que se suple un acusativo etimológico, como lo indican
los siguientes usos pasivos; Livio, en libro 9: Dicto paretur; Cicerón: Cui paretur.
Pereo es un compuesto de eo, y, como en eo, también en él se suple uiam; sería pereo
uiam, es decir, perficio uiam; de ahí que signifique "morir": y, de la misma forma que
Virgilio escribió Corydon ardebat Alexin, así Plauto, en Truculento: Tres unam pereunt
adolescentes mulierem; Plauto, en Epídico: Heccine ubi scibit senex, puppis pereunda est
probe; Homero, en 3 de Ilíada: Σύ δὲ κακόν σιτόν ὄλκαι, es decir: Tu autem malam
mortem peribis. Mira obire.
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Pergo in urbem. Se sobreentiende iter o pergere; en Plauto es, en efecto, muy
frecuente pergo pergere, como ocurre en Pseudolo: Pergitis pergere. Cicerón, en
Académicas: Itaque confestim ad eum ire perreximus; Livio: Triginta nauium classe ire
obuiam hosti pergit; Salustio, en Jugurta: Igitur Carthagine duo fratres missi maturauere
iter pergere; Cicerón, en Aratea: Post hunc ore fero Capricornus uadere pergit; el mismo,
en carta a Atico: Pergo praeterita; Livio, en el libro 22: Pergit deinde ire sequentibus
paucis; Virgilio, en el libro 6: Obseruans quae signa ferant, quo tendere pergant; Cicerón,
en 1 de Divinación: Si ire perrexisset; Valerio Flaco, en el libro 4: Contra omnes ualidis
tenui discrimine remis pergere iter; en griego, βῆ δε ἰέναι, es decir: Pergit ire.
Placeo. Plauto, en Trinunmo: Si illa tibi placebit, placenda dos quoque est, quam dat
tibi; el mismo: Forma placita est; Ovidio, en 2 de Fastos: Est uirtus placitis abstinuisse
bonis; Horacio, en 4 de Odas: Quod spiro et placeo, si placeo, tuum est.
Pluere. Cesar Escalígero, en cap. 9: "Se equivocan quienes piensan que pluit y verbos
similares son neutros, ya que son realmente activos; decimos en las historias pluit
sanguinem y lapides; y terra compluta est". Estas son las palabras de Escalígero. Apuleyo,
en el libro 1 de Floridas: Totum istum spatium, qua pluitur et ningitur; adagio: Asinus
compluitur; y otro: Compluitur neque sole aduritur; Plauto: Quam mihi amor et cupido in
pectus perpluit meum. Hay que incluir en este grupo todos los verbos llamados de
naturaleza. Propercio, libro 2: Sollicito lacrymas depluit a Sypulo.
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piget me, o tenet; y en pasiva leemos: Error pudendus, Magister non poenitendus, y uerba
pigenda escribió Ovidio; Terencio, en Adelfos: Facite quod uobis lubet; el mismo en
Formión: Quare obsecro ne plus minusue faxit quod nos postea pigeat; Plauto, en Casina:
Ita nunc pudeo; el mismo, en Menecmos: Adolescens, quaeso loquere tuum mihi nomen,
nisi piges; mira más arriba, en el capítulo 1 de este libro 3, donde se habla de los verbos
personales. Livio, libro 1: Sub haud poenitendo magistro; Séneca, en libro 1 del De ira: Ira
taedet quae inuasit; Suetonio, en Julio: Pertaesus ignauiam tuam; el mismo: Pertaesus
morum peruersitatem; Terencio: Non te haec pudent.
Potior. Plauto, en Asinaria: Fortiter malum qui potitur; el mismo, después: Potitur
bonum; Terencio: Hic potitur gaudia; el mismo: Sine labore patria potitur commoda;
Lucrecio, libro 3: Quorum unus Homerus sceptra potitus etc.; Ovidio, en Metamorfosis, 6:
Nec tamen est potienda tihi; Cicerón, en 1 de Tusculanas: Sic ad decem millia annorum
gentem aliquam urbem nostram potituram putent; Pacuvio, según cita de Nonio: Regnum
potior, coniugem macto inferis; Sisena, en el libro 4 de las Historias: Omnia quae diximus
loca statim potitus; el mismo: Hostes loca superiora potiti.
De acuerdo con la cita que hemos aducido de Aristóteles, según el cual todo movimiento
es acción o pasión y no hay nada en medio que pueda llamarse neutro, habrá que rechazar
los verbos neutros, con los cuales los gramáticos quieren designar algo que no existe en la
naturaleza. Su razonamiento, si es que a esto se le puede llamar razonamiento, es este: el
verbo amo significa acción, y el verbo amor pasión, pero el verbo sedeo está en medio de
ambos, ya que no significa ni acción ni pasión. Se engañan quienes inventan estas cosas, ya
que si quisieran buscar la verdad, encontrarían sin duda que todos son activos clasificados
en dos grupos: unos que exigen sólo un tipo de nombre en acusativo, como uiuo, sedeo,
dormio, otros que pueden llevar distintos tipos de nombre en acusativo, como amo,
amplector, iudico; en los primeros no se pone el acusativo, porque es evidente, en los
segundos sí, porque no lo es. Así pues, los verbos llamados absolutos son los auténticos y
primeros activos y han de ser colocados a la cabeza de los activos; efectivamente, sedeo es
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más activo que amo y percutio; Aristóteles y Cicerón, en los Tópicos, nos transmitieron
esta regla: lo que se basta por sí mismo es mejor que lo que necesita de otros; pues bien,
cuando se dice Petrus sedet, dormit, iocatur, en cualquiera de estas frases hay sentido
completo, de manera que no parecen necesitar nada más; pero cuando se dice Petrus fregit,
percussit, uidit, se produce un sentido incompleto, porque estos últimos verbos son mancos
si no llevan un acusativo.
Paso ahora a enumerar los verbos erróneamente considerados como neutros; en esta
enumeración quisiera que se me concediera algo que ya he demostrado más arriba: que es
suficiente para demostrar que un verbo es activo aducir testimonios en pasiva; y lo mismo
ocurre en los llamados impersonales, como caletur, egetur, curritur, peccatur, ya que, si
como dijimos, estos falsos impersonales no existen en pasiva, formas como egetur y
caletur demostrarán con suficiencia y de sobra que son verbos activos; así, en egetur se
sobreentiende egestas: egeo egestatem. Igualmente, si se encuentra el participio en -dus,
-da, -dum, ya bajo la forma en -dum, ya concertando con un sustantivo, será prueba de que
se trata de un activo; así seruiendum est, donde se sobreentiende seruire; micandum est,
donde se sobreentiende micare.
Abstineo. Nebrija confiesa que es activo; pero ante el ejemplo horaciano, Abstineto
irarum calidaeque rixae, piensa que es neutro; un error; véase el helenismo. Muchos
consideran neutro al verbo abstineo en abstine maledictis o a maledictis; la verdad es que
falta un acusativo; Bruto a Atico: Vt se maledictis non abstineat.
Abnuo. Salustio en Jugurta: Hic milites fessos itineris magnitudine et iam abnuentes
omnia.
Abutor. Felipe Beroaldo comentando a Suetonio dice: "Decimos abutor hanc rem y
hac re"; Terencio: Nam in prologis scribundis operam abutitur; Catón, en Agricultura:
Donec omnem caseum cum melle abusus fueris; Plauto, en Bacchides: Nos aurum abusos;
el mismo: Nam hoc argumentum alibi abutar; el mismo, en Trinummo: Qui abusus sum
tantam rem patriam. Mira utor. Cuando decimos abutor hac re, falta abuti o usum.
Accidit. Accido es casi lo mismo que cado; y de la misma forma que en cado se
sobreentiende cadere, así también en accido: Tácito: Accidit ad genua illius: se suple se o
casum.
Adeo domum o ad domum. Algunos lo consideran como neutro. Hay que considerarlo
siempre como activo, ya que decimos adeo urbem y urbs aditur; y en adeo ad urbem se
suple uiam o iter; Tácito: Oceanus nauibus aditur; Livio: Libri per duumuiros sacrorum
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aditi; Ovidio, en Fastos 6: Sacra uir intrabo non adeunda uiro; Cicerón: Illa pericula
adeuntur in praeliis; Columela: Sed granaria scalis adeantur.
Adolere uerbenas. Nadie negará que es activo; pero los gramáticos insisten en que
percrescere es neutro. Cuando decimos adoleuit aetatem y adoleuit ad aetatem, se suple
se; de ahí los giros frecuentes como adulta aetas, adultus Aretummus, adulta uitia. Mira lo
que dice Nonio y lo que digo yo en mis Paradojas a propósito del eufemismo. "Adolescit'1,
dice Pompeyo Festo, "deriva de olesco, es decir, de cresco"; así debemos leer este texto de
Festo. De ahí salen adultus, adolescens, altare, porque en él "crece" el fuego. En adolescit
puer se suple se o adolere.
Adulor tibi y adulor te. Son giros utilizados. En ellos se ha prescindido de un acusativo
etimológico, como ocurre en el giro griego δουλεύειν δουλίαν; Tácito, lib. 6: Ne codicillis
quidem Neronem aut Tigellinum aut quem aliorum praepotentium adulatus est; el mismo,
en el libro 15: At nunc colimus externos et adulamur; Columela, lib. 7, cap. 12: Furem
adulantur; Cicerón escribió adulari fortunam alterius en el libro 2 del De divinación;
también los antiguos utilizaron adulo; Cicerón recoge en 2 de Tusculanas esta cita de un
viejo poeta: Pinnata cauda nostrum adulat sanguinem; Valerio Máximo: Si Dionysium non
adulares, ista non esses; Lucrecio: Gannitu uocis adulant. De aquí parece haber tomado la
forma pasiva Cicerón en 1 del Sobre los deberes, donde dice: Cauendum est, ne
assentatoribus patefaciamus aures, nec adulari nos sinamus; Valerio Máximo: Tribunus
militum adulandus erat; el mismo, en el libro y cap. 3: Cuius clementiam non adulatus
Mucius; el mismo, en lib. 4: Ephestionem more persarum adulata.
Aduersor es lo mismo que uersor y que uerto me tibi; y de la misma forma que uerto
muchas veces prescinde del acusativo se, como ocurre en in glaciem uertere lacunae, así
también aduersor prescinde del mismo acusativo, como ocurre en aduersari animo,
libidini, sententiae. Tácito, en el libro 1, expresa el acusativo: Sua facinora aduersari deos
lamentatur; y en el libro 17: Sed ambitionem scriptori facile aduersaris; en el mismo libro:
Vidistis deos infaustam adoptionem aduersantes.
Aestuo. Estacio: Pisaeumque domus non aestuat annum; Turnebo, en lib. 5, cap. 3 y en
lib. 21, cap. 8, hace esta observación: "¿No escribió Papinio aestuat annum, como si se
dijera aestuat aestum?".
Allatrare eius magnitudinem solitus erat, escribió Livio en lib. 38; Plinio, en el lib. 2,
hablando del Océano: Interna maria allatrat; Columela, en el prefacio: Locupletissimum
quemque allatrandi.
Apellare ad litus. Falta nauim o un acusativo etimológico. Valerio Máximo, libro 1, cap.
7: Quum ad litus nauim appulisset; Terencio: Animun ad scribendum appulit. Mira en el
capítulo de la elipsis el término nauis.
Ardeo te uidere, ardet in illa, ardebat amore?, ardet in arma; en todos estos casos se
suple ardorem o ardere. Y, de la misma forma que hay que decir ardeo ardorem, también
se dice ardet pecunias, ardet uirginem, Corydon ardebat Alexin. Mira palleo.
Arrideo. Cicerón, en Sobre el mejor tipo de orador: Quum aut non adhibeantur ad
causas, aut adhibiti derideantur; nam si arrideantur, esset id ipsum atticorum. A. Gelio:
Cneo Flavio id arrisit.
Assentabor quidquid. Una mujer diría: "De acuerdo". De todas formas aquí se echa en
falta una preposición; Terencio, en Eunuco: Postremo imperaui egomet mihi omnia
assentari; aunque Lambino lee en este texto assentiri.
Assentior y assentio. Plauto, en Amphitrión: Mihi quoque adsunt testes, qui illud quod
ego dicam assentiant; Cicerón, en 4 de Académicas: Vitiosum est assentiri quidquam
falsum; el mismo en carta a Octavio: Timet multa, assentitur omnia; el mismo: Caetera
assentior Crasso; el mismo: Nam neque ego assentior illud Theophrasto.
Assurgo. Cicerón en La vejez: Haec enim ipsa sunt honorabilia, quae uidentur leuia
atque communia: salutari, appeti, decedi, assurgi; el mismo, en 1 de Sobre la invención: Vt
maioribus natu assurgatur; Suetonio en Augusto: Assurrectum ab uniuersis in theatro. Se
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dirá que son verbos impersonales; yo, sin embargo, estoy de acuerdo con Platón y
Aristóteles, que dicen que no puede haber verbo sin sujeto.
Attinet, attineo son casi lo mismo que teneo y tango; por lo cual, si estos son activos,
también aquél. Plauto, en Bacchides: ita me uadatum amore uinctumque attines; el mismo,
en Cautivos: Nunc iam cultros attinet; Tácito, en libro 1: Ni proximi prehensam dextram ui
attinuissent; en el mismo libro: Post discordiis attinemur; el mismo, en el libro 13: Cuius
cura attinebat damnata ueneficii nomine Locusta; en el mismo libro: Velut uinculo
seruitutis attineri; en el mismo libro: Si ultra unam alteramque noctem attineretur; en el
mismo libro: Sed imperium eius attinuerunt senatores; en el mismo libro: Ne tamen
segnem militem attinerent; el mismo, en el libro 3: Attineri publica, custodia; Apuleyo, en
Sobre el mundo: Quinque coniuges copulae his ordinatae uicibus attinentur. Cuando
decimos Hoc attinet ad me, falta se o un acusativo etimológico.
Propero. Virgilio, en Eneida, 4: Anna, uides toto properari litore circum; en el mismo
libro: Haec pater Aeoliis properat dum Lemnius oris; Horacio: Hoc opus, hoc studium
parui properemus et ampli; falta quizás katà; Plauto, en Aulularia: Nunc domum
poroperare propero; Mortem per uulnera properare, en Virgilio, libro 9 de Eneida; Plinio,
en Panegírico: Hinc delubra occulta celeritate properantur; Tácito, en libro 1: Inoffensum
iter properauerat; Juvenal, en sátira 3: Haec inter pueros uarie properantur; Virgilio:
Properate iussa.
Prouideo. Mira prospicio. Terencio, en Adelfos: Quae si non astu prouidentur me aut
herum pessum dabunt.
Prospicio tibi, prouideo tibi. Se sobreentiende utile o commodum. Livio: Qui sedem
senectuti uestrae prospiciunt. Mira más arriba prospicio y, en el capítulo de la elipsis, utile.
Pudet. Mira poenitet. Marcial: Sed site non pudet illud, hoc saltem pudeat, Galla,
negare nihil; Apuleyo, libro 5: Quanquam nec istud pudiuit mecum meo famulo; Plautus,
en Casina: Ita nunc pudeo atque ita nunc paueo; Terentius: Haec non te pudent?; Lucanus:
Semper metuit quem saeua pudebunt supplicia; Terencio: Quem nec pudet quicquam.
106
uel acerrima mihi uidetur illa quae cum rege commisa est et summa contentione pugnata;
Catulo: Pro qua mihi sunt magna bella pugnata; Horacio, en Odas 3: Etpugnata sacro
bella sub Ilio; Plauto, en Meneemos: Nec fero ueniam de pugnato praelio; el mismo, en
Anfitrión: Haec illic est pugnata pugna; mira lo que dice Lambino en libro 2, oda 6;
Lucilio, según cita de Donato en el comentario a Adelfos: Vicinus ocius et magnam
pugnabimus pugnam; Cicerón, en la defensa de Roscio: Quod a uobis hoc pugnari uideo;
Horacio, en Odas 4: Praelia pugnare; el mismo: Si quis bella tibi terra pugnata marique;
Salustio: Quae negotia multo magis quam praelium male pugnatum a suis regem terrebant.
Queror. César, en 3 de Guerra Civil: Calamitatem aut propriam suam aut temporum
queri; Plauto, en Aulularia: Pauperiem meam conqueror. Mira conqueror.
Refert. Es lo mismo que refero. Mira el capítulo primero de este tercer libro.
Regredior. Se sobreentiende gressum. Ennio, según cita de Nonio: Qui nunc in certa re
atque in orata gradum regredere conare?
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según la corrección de Escalígero: Quamuis ille suam lassus requiescat auenam; en el
mismo libro: Ante Iupiter Alcmenam geminas requieuerat Arctos. Mira quiesco.
Resideo. Plinio escribió en el libro 34, cap. 14 Residere poenitentiam con el significado
de sedendo agere en el siguiente texto: Aristonidas artifex quum exprimere uellet
Athamantis furorem, Learchum filium praecipitantis uolentis et praecipitato illo residentis
poenitentiam. Así corrige Levino Torrencio este texto a partir de antiguos manuscritos.
Plauto, en Cautivos, acto 3: Venter guturque resident esuriales ferias, en lugar de sedendo
agunt; Cicerón, en el libro 2 de Las Leyes llama ferias denicales a aquellas en las que
residentur mortui ya que se celebran estando presente el cadáver.
Roro. Plinio, en libro 17, cap. 10: Si rorauerit quantulumcumque imbrem; Ovidio:
Scribimus et lachrymis oculi rorantur obortis; el mismo, en Fastos 3: Mollis erat tellus
rorata mane pruina; el mismo, en libro 2 de Pónticas: Roratas rosas; y en las Sagradas
Escrituras: Rorate, coeli, desuper et nubes pluant iustum. Mira pluere.
Ruo. Se sobreentiende ruinam. En quid si nunc coelum ruat Donato suple se, ya que en
los compuestos de ruo se expresa un acusativo. Horacio, en Odas 4: Multa proruet
integrum cum laude uictorem; Terencio, en Adelfos: Vide ne ille huc intro se irruat; el
mismo, en Eunuco: Illico omnes proruunt seforas; Catulo a Manlio: Nam mihi quam
dederit duplex Amathuntia curam scitis et in quo me corruerit genere; Virgilio, en libro 12:
Ruet omnia late; y en el libro 2 de Geórgicas: Et ruit atram ad coelum picea crassus
caligine nubem; Horacio en la sátira 5 del libro 2: Vnde diuitas aerisque ruam, dic, augur,
aceruos?; Terencio, en Adelfos: Caeteros ruerem, agerem, tunderem et prosternerem;
Plauto, en Rudens: Corruere diuitias, es decir, congregare; Lucrecio, en libro 6: Quum
mare permotum uentis ruit intus arenam; Virgilio, en Geórgicas 1: Cumulosque ruit male
pinguis arenae, donde se sobreentiende agricola; Livio, en libro 8: Vtfermefugiendo in
media fata ruitur; Apuleyo, en el libro 1 de Floridas: Et quaerit quorsus potissimum in
praedam superne sese ruat fulminis uice; Marco Varrón: Spicae corruntur in corbem.
Rutilo. Valerio Máximo, en el cap. 1 del libro 2: Capillos cinere rutilarunt; Plinio, en
libro 28: Gallorum hoc inuentum rutilandis capillis; Livio, en libro 37: Comae promissae
et rutilatae; Tácito: Crinis propexus et rutilatus.
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Sapio. Plauto: Ego meam rem sapio; Persio: Quum sapimus patruos; el mismo: Neque
demorsos sapit ungues; Ennio, según cita de Cicerón: Qui sibi semitam non sapiunt, alteri
monstrant uiam.
Satisfacio es un compuesto de facio satis, como satis accipio, donde satis hace la
función de acusativo. A pesar de ello, Catón, en Agricultura cap. 149, escribió esto: Doni
cum pecuniam satisfacerit.
Satago. Mira el capítulo tercero del libro 2, a propósito del régimen de genitivo.
Seruio seruitutem es un giro frecuente tomado del griego δουλεύειν δουλίαν; Cicerón,
en Tópicos: Quorum nemo seruitutem seruiuit; el mismo, en la defensa de Murena: Si
seruitutem seruient; Quintiliano: Seruus est, ut antiqui dixere, qui seruitutem seruit; Plauto,
en Aulularia: Nam qui amanti hero seruitutem seruit; el mismo en Trinummo: Tuis seruiui
seruitutem imperiis; en la misma comedia: Tibi seruitutem seruire; el mismo, en Soldado:
Nam ego iam diu apud hunc seruitutem seruio; Livio, en libro 40: Qui seruitutem
seruissent; Cicerón, en libro 2 de Sobre los Deberes: Vt communi utilitati seruiatur;
Marcial, en libro 2: Non bene, crede mihi, seruo seruitur amico; Séneca, en sobre la
tranquilidad: Assuescamus coenare posse sine populo et paucioribus seruis seruire. A partir
de estos ejemplos, bien entendidos, quedan eliminados los llamados verbos impersonales de
voz pasiva y también los neutros. Mira inseruio.
Sedeo. De Prisciano son las siguientes palabras, tomadas del libro 18, a propósito de la
construcción impersonal: "Cuando digo curritur, se entiende cursus, como sedetur sessio,
ambulatur ambulatio, euenit euentus, y similares; esto mismo hay que suponer también en
todos los verbos absolutos, como uiuo uitam, ambulo ambulationem, sedeo sessionem,
curro cursum". Mira curro.
Sitio. Ovidio, en Fastos 1: Quo plus sunt potae, plus sitiuntur aquae. Y, de la misma
forma que se podía decir sitio sitim o sitio sitire, así por asimilación pudo escribir Cicerón,
en el libro 3 de las cartas a su hermano Quinto: Neque sitio honores, neque desidero
gloriam; y en Filípicas 5: Sanguinem nostrum sitiebat.
Sono. Virgilio: Nec uox hominem sonat; el mismo, en Culex: Sonat liquorem; Persio:
Sonat uitium percussa maligne fidelia.
Spiro o expiro. Arnobio, en libro 1: Nunquid suas animas expirauerunt uenti; Apuleyo,
en Sobre el mundo: Et quum mouetur spirat illos spiritus; Ovidio, en Metamorfosis 3:
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Deam spirat mulier; Virgilio: Comae diuinum uertice odorem spirauere; Horacio, en Odas
3: Quod spiro et placeo tuum est.
Stipulari stipulationem. Véase el título Indicatum solui del Digesto, ley 3, párrafo 1; y
el título Soluto matrimonio, ley 42, párrafo último.
Sto. Plinio, en las cartas: Standum est epistolis Domitiani; las formas en -dus, -a, -um no
pueden ser sino de verbos que rigen acusativo, como ocurre en uiuendum est, donde se
sobreentiende uiuere. Plauto, en Pseudolo 7: Quid agitur? P.: Statur hic ad hunc modum,
es decir: statur stare o statio.
Studeo. Horacio: Hoc studet unum; Cicerón, en el discurso sobre su regreso: Quum
uero literas studere coepit; Plauto, en Soldado: Magis metuant, minus has res studeant;
Cicerón, en Filípicas 6: Vnum sentitis omnes, unum studetis; el mismo, en Sobre los límites:
Illud quod studet, facere possit ornatius; el mismo, en Tusculanas: Haec quum disputant,
haec student; Terencio: Quin tu hoc potius stude.
Stupeo. Virgilio: Pars stupet inuptae donum exitiale Mineruae; Petronio, el árbitro:
Caeterum dum ego omnia stupeo.
Subire onus, molestiam, munus son giros frecuentes. Pomponio Mela, a propósito de una
cueva: Et quo magis subitur obscurius. Mira eo.
Succedo. Frontón, en el verbo succedo illa rem, cita a Salustio, libro 3 de las Historias:
Muros successerant. Mira cedo.
Succenseo. Gelio, libro 16, cap. 11: Psillos re aquaria defectos eam iniuriam grauiter
Austro succensuisse; Aristófanes, en Pluto: μένφινδικαίαν μένφομαι ταύτην, que sería algo
así como: Hanc accusationem accuso, o succenseo, o expostulo.
Suppeto. Salustio, en Sobre el estado: Alibi quidem quae mens suppetit, eloqui non
dubitabo.
Supplico. Plinio, libro 13: Iliacis temporibus non supplicabatur thure; Cicerón, en Ley
agraria 2: Voluerint populo supplicari.
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Supersedeo. Gelio, libro 2, cap. 29: Operam supersedent; Livio, libro 6: Rebus diuinis
supersederi iussum.
Suspiro. Tibulo, en libro 4: Quod si forte alios iam nunc suspirat amores; Horacio, en
Odas 3, 2: Illum adulta uirgo suspiret etc.
Taceo. Persio: Dicenda tacendaque calles; Plauto, en Soldado: Taceo te; Terencio, en
Eunuco: Ne hoc quidem tacebit Parmeno; en la misma comedia: Potest taceri hoc; Ovidio,
en Amores 2: Amor tacetur in medio mari; Terencio, en Adelfos: Ignotum est, tacitum est,
creditum est; Marcial, al principio: Fucinus et pigri taceantur stagna Neronis; Cicerón:
Multa tacui.
Tendere in urbem. Se sobreentiende iter o uiam o se; Virgilio: Tendere iter uelis; el
mismo: Et gressum ad moenia tendit; Plauto, en Pseudolo: Tenes quorsum haec se tendant,
quae loquor?; Virgilio, en Ciris: Nam quae se ad patrium tendebat semita limen. Mira eo.
Titillo. Horacio: Ne uos titillet gloria; Cicerón, en Límites: Si ea uoluptas esset, quae
quasi titillaret sensus; el mismo, en Deberes: Hominum multitudinis leuitatem et
uoluptatem quasi titillantium.
Tono. Virgilio: Tercentum tonat ore deos; Plinio, en prefacio: Quanto tu ore patris
laudes tonas?
Vaco. Valerio Máximo, libro 4, cap. 3: Deinceps iis uacemus, quorum animus aliquo
in momento ponendi pecuniam nunquam uacauit; el texto es oscuro, incluso para los
sabios; lo cierto es que falta uacationem; es como si dijeras Nunquam uacas studendi,
donde se suple uacationem, como dice Cicerón.
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Valeo. Se sobreentiende ualetudinem, sin la cual no podríamos ualere, de la misma
forma que no podríamos uiuere sin uita. Plauto, en Persa: Quid agitur Sagaristio? Vt
ualetur?
Vaporo. Virgilio, 11: Et templum thure uaporant; y en otro lugar: uaporatas aras;
Horacio, en Epístolas: Laeuam discedens currufugiente uaporet.
Vapulo. Este verbo ha confundido no sólo a todos los gramáticos, sino también a
Quintiliano, quien, en el libro 9, cap. 3, cree que es "neutropasivo", que es el término
utilizado por ellos. Todos ellos desconocen, en mi opinión, la etimología, el significado y la
construcción de este verbo. Vapulo deriva del griego ἀπολλύω, "muero", o de ἀπόλουμαι,
"moriré". Peri y uapula se encuentran con frecuencia en los cómicos con el valor de futuro
de imperativo; y también plora. Mira en la antífrasis el término uiola. Vapulo significa,
pues, "lloro lastimosamente" o "sufro"; también significa "recibir una paliza"; en griego hay
un proverbio que decía "comer cebollas" o "llorar", cuando alguien quería decir que no le
importaban las amenazas de otro; mira lo que dice Pedro Victorino en el cap. 12 del libro
13 de Varios; y mira también el adagio caepas edere, "comer cebollas". Esto mismo se dice
en latín con uapula; muchas veces, en Plauto y Terencio, los siervos llamados por sus
dueños responden uapula, cuando creen que sus dueños no les escuchan. Y que uapulare es
lo mismo que dolere o plorare lo manifiesta con elegancia el proverbio uapula Papyria;
voy a citar entera la explicación de este proverbio por parte de Festo, ya que Erasmo,
puesto que lo leyó mal y mutilado, en absoluto lo explicó; dice Festo: "uapula Papyria es
un proverbio antiguo; de él dice Sinio Capitón lo siguiente: 'Se solía decir cuando alguien
quería dar a entender a quien le amenazaba que, confiado en el derecho de la libertad,
pasaba y no se preocupaba de él'; Plauto, en Los prestamistas: "¡Eh! tú, puesto que en
Barbaria se dice que una liberta dijo eso a su patrona, por eso digo: 'Salve, liberta; Vapula
Papyria"'; en este texto Barbaria significa Italia. Elio dice que en este texto uapula está
puesto por dele; Varrón cree que por peri, de acuerdo con el testimonio de Terencio en
Formión: "¿No te quedas?- S.: Vapula; P.: Eso sin duda te pasará a ti"; y el de Plauto, en
Gorgojo: "¿Discutes si devolver o no la mujer, antes de que te clave esta espada mía?- S.:
¿Sabes lo que te digo con todas mis fuerzas? Vapula; deja ya de meterme miedo". Hasta
aquí Festo. Y en latín no se dice Pueri uapulant a praeceptore ("los niños son azotados por
el gramático"), cosa que enseñan constantemente los gramáticos, apoyados sólo en el
testimonio de Quintiliano, quien en el cap. 2 del libro 9 dice: "De manera que el testigo
preguntado ante el reo si había sido azotado por el reo, dijo: 'inocente"'; pero o bien
Quintiliano no entendió esta frase, o bien el texto está mal transmitido; efectivamente así
es, ya que Julio Rufiniano, antiguo rétor, lo cita así al hablar de la apófasis: "Y el testigo,
preguntado por el reo si había azotado a alguien, dijo: 'soy inocente"'. Esta es la auténtica
lectura e interpretación, y no la que se cita de Quintiliano.
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Veneo. En el caso de este verbo también nos jugó una mala pasada Quintiliano, ya que
los gramáticos, confiados en su testimonio, se atreven a decir: "Los siervos son vendidos
por el mercader", que es una muy incorrecta frase latina. Las palabras de Quintiliano son
del cap. 1 del libro 12: "Es cierto que Fabricio hizo cónsul públicamente con su voto a
Cornelio Rufino y lo hizo porque, aunque por lo demás era un mal ciudadano y enemigo
suyo, sin embargo sabía que era un general útil para la guerra que se avecinaba; y a algunos
que se extrañaban de ello, les respondió: que él prefería ser despojado por un ciudadano a
ser vendido por un enemigo (ab hoste uenire)". Esto es lo que dice Quintiliano, con el cual
no puedo estar de acuerdo en la frase ab hoste uenire. Las palabras de Fabricio son
transmitidas así: "Prefiero ser saqueado a ir a una venta (uenire)"; así son citadas por
Cicerón en el libro 2 de Sobre el orador. Así pues, ueneo es un compuesto del adverbio
uenum y del verbo eo, is; así se forman giros como ire pessum, ire uenum, mittere pessum,
mittere uenum. Si insistes en que se puede decir "Serui ueneunt a Cicerone", con ello no se
dice que Cicerón sea el vendedor, sino que lo venden otros por voluntad y orden de
Cicerón; es decir, de parte de Cicerón. Es el mismo significado que tiene el ablativo en la
frase de Plauto: "Dónde están los que aman a lenone (de parte del leno)". En definitiva, son
ridículos quienes imaginaron la existencia de verbos neutropasivos.
Venio ab urbe. Se sobreentiende uiam o iter. Ovidio, en Fastos 3: Seu quod ad usque
decem numero crescente uenitur; Horacio: Ventum erat ad Vestae; Apuleyo, en libro 9:
Quam ueneramus uiam capessit.
Vigilo. Mira dormio y sudo; Ovidio: Noctes uigilantur amarae; el mismo, en Tristes 1:
Aspicies illic positos ex ordine fratres, quod studium cunctos euigilauit idem; Propercio, en
la elegía 13 del libro 3: Nox uigilanda mihi.
Viuo. Terencio: Nam ego uitam duram, quam uixi usque adhuc; Plauto, en Epídico:
Vitam ut uixissent olim in adolescentia; el mismo, en Anfitrión: Vt profecto uiuas aetatem
miser; en Pequeño cartaginés: Per quem uiuimus uitale aeuum; en Mercader: Qua causa
uitam cupio uiuere; Cicerón, en Sobre la vejez: Tertiam enim aetatem uixerat; Ovidio: Iam
tertia uiuitur aetas; Quintiliano: Qui uitam beatam uiuere uolet, philosophetur oportet; el
mismo, en libro 12: Accusatoriam uitam uiuere; Claudiano: Viuitur exiguo melius; Cicerón,
113
en la carta 28 del libro 13: Tum studia illa nostra, quibus ante delectabamur, nunc etiam
uiuimus. Mira dego.
Vlulo. Lucano, en libro 1: Vlularunt tristia Galli; y también: Centum ululata per urbes.
Vtor. Terencio: Mea bona utantur; el mismo, en Adelfos: Mea, quae praeter spem
euenere, utantur sine; Plauto, en Asinaria: Caetera quae uolumus uti, graeca mercamur
fide; Catón, en Agricultura, cap. 142, sobre el granjero: Quomodo uillicam uti oportet; el
mismo: Vicinas aliasque mulieres quam minimum utantur; Carisio, en libro 5: "Nosotros
decimos utor hac re; antiguamente también se decía utor hanc rem"; Erasmo, en Copia,
cap. 31: Vtor hanc rem; Nonio Marcelo cita a Turpilio al hablar de pedeo: Nuptias abieci,
amicos utor primores uiros; Lucilio, en Sátiras: Quem metuas saepe, interdum quem utare
libenter. Mira abutor.
Obsto. Valerio Máximo, libro 4, cap. 3: Interim uelim ne mihi a sole obstes.
Oppono. Cicerón, en Sobre la naturaleza de los dioses, 2: Et, si est calor, a sole sese
opponant.
Tumeo. Ovidio, en Fastos 2: Sed tamen a uento qui fuit unda tumet.
Vaco. César, en libro 3 de la Guerra civil: Haec a custodibus classium loca maxime
uacabant.
Pero ¿por qué entretenemos en estos ejemplos, cuando podemos salir airosos con sólo
esta argumentación?: Si la preposición a o ab se encuentra con el mismo verbo y con el
mismo significado tanto en activa como en pasiva, sería propio de un maestro inepto
explicar que en ambos casos significa agente; por ejemplo, dabuntur a me pecuniae no es
ego dabo pecunias, sino dabo a me pecunias; en español se dice "de mi parte" o "a mi
114
cuenta". Aportemos, pues, ejemplos en los que la preposición a o ab se encuentran con el
mismo significado, tanto en activa como en pasiva, con el mismo verbo.
Adfero. Cicerón, en Sobre la vejez: Eique dona a sociis adtulisset; el mismo, en Leyes
3: Cui ne reditus quidem ad bonos salutem a bonis potuit afferre; el mismo, en carta a
Atico: Et plus a uobis praesidii quam a caeteris opis ad salutem potest afferri; el mismo:
Nuntii a Parthis adferuntur.
Accipio. Terencio, en Adelfos: Abs quiuis homine, quum est opus, beneficium accipere
gaudeas; Cicerón, en Académica: Quae a quouis accipi oporteret et quae repudiari.
Amo. Plauto, en Pséudolo: Vbi sunt isti qui amant a lenone?; el mismo, en Pequeño
cartaginés: Amat a lenone hic. Cicerón: Vt scires eum non a me diligi solum, uerum etiam
amari.
Do. Cicerón, en el libro 14 de las cartas a Atico: A me hoc illi dabis; el mismo, en la
defensa de Flaco: Ab Attilio Seruilio dicit se dedisse et a suis fratribus; el mismo, en carta a
Atico: Se a me quodammodo dare; Plauto, en Cautivos: Viaticum ut dem a trapezita tibi; el
mismo, en Menecmos: Da sodes a te, post reddidero tibi. Terencio, en Adelfos: Dabitur a
me argentum; Cicerón en Verrinas 1: Tempus quod mihi ab amicorum negotiis datur; el
mismo, a Atico: Datur mihi epistola a sororis tuae filio; el mismo, en Leyes 1: Nullam tibi
115
a causis uacationem uideo dari; el mismo, en el libro 7 de las cartas a familiares: A
Caesare litterae mihi dantur a te.
Defendo. Virgilio: Dum teneras defendo a frigore myrtos; Plinio: Vestes a tineis
defendit haec herba. César, en Guerra civil, 2: Musculus defenditur a nostris; Cicerón, en
Ley Agraria 2: Ab hostibus defendi paludibus. Mira munio y prohibeo.
Emo et redimo. Plauto, en Rudens: Qui praedam ab eo emerat; Valerio Máximo, libro
4, cap. 2: A piscatoribus in Milesia regione uerriculum trahentibus quidam factum emerat;
Cicerón, en Deberes: Aut captos a praedonibus redimunt. Cicerón, en Verrinas, 1: Emptum
est ex senatus consulto frumentum ab Siculis praetore Verre; el mismo, en la defensa de
Sextio: Ex bis princeps emitur ab inimicis meis; Plauto, en Epídico: A lenone quaedam ut
fidicina quam amabat emeretur sibi; Suetonio, en Augusto: Caium et Lucium adoptauit
domi per assem et libram emptos a patre Agrippa; Livio, en el libro 4 de la década 4: Vt
captiui ab Annibale redimantur; Juvenal, en sátira 4: Monstrum nulla uirtute redemptum a
uitiis; Ovidio, en epístolas: Si tibi ab Atrida precio redimenda fuissem. Mira peto y postulo.
Flagito. Cicerón en carta a Apio: Flagitare promissum ab aliquo per litteras. Cicerón,
en la defensa de Sextio: Flagitabatur ab his quotidie cum querelis bonorum omnium, tum
etiam precibus senatus, ut meam causam susciperent. Mira postulo.
116
Habeo. Terencio, en Phormión: Otium a senibus ad potandum ut habeam; Cicerón, en
carta a Bruto: Nullas adhuc a te litteras habebamus; el mismo, en la defensa de Sextio:
Habere beneficium ab aliquo; el mismo, en Deberes 1: Scenicorum quidem mos tantam
habet a uetere disciplina uerecundiam etc.; el mismo, en el libro 12 de las cartas a
familiares: Habeas eos a me commendatos; el mismo: Habere praesidium uel spem ab
aliquo; el mismo, en Vatinia: Quare ne tibi hunc honorem a me haberi forte mirere; el
mismo, en la defensa de Celio: Eam dignitatem in M. Caelio habitam esse summam
hodieque haberi ab omnibus; es muy bueno el texto de Plauto perteneciente al acto 5 del
Menecmos: Ludibrio pater habeor, SE.: Vnde? MVL: ab illo meo uiro.
Lego, -is. Cicerón, en carta a Ático 16: A Bruto legi Antonii edictum; así decimos: Legi
a te litteras. Ovidio, en cartas del Ponto 3: A posteritate legi; Cicerón: Liber tuus legitur a
me diligenter, es decir, a través de mis lectores, como ocurría en la frase trepidabatur a
Caesare. Incluso un ciego diría: Terentius legitur a me diligenter.
Libero. Cicerón: Liberaui hunc a Caesare; esta es una frase frecuente. El mismo:
Liberari se ab aliquo; el mismo: A scelere certe liberati sumus; el mismo: Te a quartana
liberatum gaudeo. Mira separo
Mitto. Cicerón, en el libro 13 de las cartas a Atico: Ab illo mihi mittas. El mismo: Et a me
missi sunt.
Munio. Tácito, en Vida de Agrícola: Saeuus ille uultus et rubor a quo se contra
palloren muniebat; Columela: Quantumque res patietur a frigore et tempestate muniemus;
el mismo: Hortum ab incursu hominum pecudumque munire; Horacio: Inclusam Danaen
munierant satis nocturnis ab adulteris; Lucrecio, en libro 3: Quod letalibus ab rebus
munita tenetur; César, en Guerra civil 2: Tecta atque munita ab omni ictu telorum; Tácito:
117
Munitus ab insidiis; es una construcción semejante a la de Horacio: Tutus ab infestis
latronibus, y a la de Ovidio: Tutus ab insidiis. Mira defendo.
Peto. Es muy frecuente el giro peto a te. Cicerón, en el libro 6 de las cartas a
familiares: Nec tamen ipse, a quo salus petitur, habet explicatam rationem salutis suae; el
mismo, en Sobre la adivinación, 1: Vt ab eius solo in quo est humatus oracula peterentur;
Marcial: A caupone tibi faex Laeletana petatur. Mira emo y reposco.
Reddo. Cicerón: Litteras a te mihi Stator tuus reddidit. El mismo: Litterae mihi redditae
sunt a te; el mismo: Litterae mihi redditae sunt in senatu a Lentulo.
Rapio. Es frecuente Rapere ab aliquo. Horacio, en el libro 3 de las Odas: Aut aquosa
raptus ab Ida.
Separo. Cicerón, en carta a Luceyo: Qui omnes a perpetuis suis historiis ea quae dixi
bella separauerunt; el mismo, en Académicas 2: Quoniam uera a falsis nullo discrimine
separantur; Ovidio, en Amores 1: A domina separari. Mira libero.
Soluo, persoluo. Cicerón, en el libro 5 de las cartas a Atico: Sed etiam hoc dicit: se a
me soluere; en el libro 7 de las mismas cartas: Ab Egnatio soluat quod tibi debet; el mismo,
en la defensa de Plancio: Id a uobis persoluere me sinite; Plauto: Res soluetur a trapezita
meo; Cicerón: Solutus a cupiditatibus; Ovidio: Ab amplexu alicuius solui. Mira numero.
Tueor. César, en Guerra ciVil 3: Qui portus ab Africo tegebatur, ab Austro non erat tutus.
En conclusión, al verbo pasivo le basta con un sujeto. Cicerón, en el libro 1 de las cartas a
familiares, cita el siguiente verso de Nevio: Laetus sum laudari me abs te, pater, laudato
uiro. Pero fijémonos cómo el mismo Cicerón, en carta a Luceyo, en el libro 5, separa el
ablativo del verbo pasivo: Placet enim Hector ille mihi Naeuianus, qui non tantum laudari
se laetatur, sed addit etiam a laudato uiro; lo mismo hace en la defensa de Milón:
Factumne sit? At constat; a quo? at patet, donde se puede comprobar que el ablativo a quo
está separado del verbo pasivo. Mira habeo más arriba. Finalmente, una oración activa no
puede transformarse en pasiva conservando el mismo sentido. Se equivocan, pues, Alciato,
en el cap. 28 del libro 2 de Parerga, y Revardio, en el cap. 5 del libro 2 de Varios, quienes
piensan que una promesa es válida incluso en voz pasiva, como ocurre en Dabis? Dabitur;
se apoyan para ello en el texto de Plauto de la escena de Pséudolo que comienza Viso quid
rerum, donde Simón dice: Viginti minas dabin?; y responde Balión: Dabuntur. Pero en la
escena siguiente se excusa ya Balión con estas palabras: "¿Que vas a recibir de mí un
premio? Pero si lo prometí en broma"; es como si dijera: "Yo no hice ninguna promesa
verdadera ni me comprometí con la fórmula auténtica, sino que lo hice en broma y casi
forzado"; y a esto responde Simón: "Es bueno quitar premio y presa a los hombres
malvados".
119
Lo que he dicho de los verbos pasivos latinos quisiera que valiera para los griegos; y es que
en todos los idiomas los verbos pasivos sólo necesitan un nombre en función de sujeto. Y
aunque las lenguas vernáculas carezcan de voz pasiva, sin embargo, en castellano, decimos
"correse", "ándase", "acabóse la guerra", "mejor se vive en el campo que en la ciudad",
donde con un solo nombre, incluso sobreentendido, se construye una oración.
Los gramáticos han delirado muchas veces, pero nunca tan extraordinariamente como en
sus locas doctrinas sobre los verbos pasivos. Dicen, en efecto, que el agente va en pasiva en
ablativo con a o con ab, o también en dativo. Los hay más torpes que incluso añaden el
acusativo con per, como en res agitur per eosdem creditores. Todo falso.
En lo que al dativo es fácil desarmarlos, pues se apoyan en algún que otro testimonio
mal entendido. Así en Cicerón: Neque senatui neque populo neque cuiquam bono
probatur; pero deberían advertir que este mismo dativo se encuentra muchas veces en
activa en Cicerón y en otros. Cicerón, en la Defensa de Balbo: Non ut uobis rem tam
perspicuam dicendo probaremus; así pues, hoc non probatur mihi es lo mismo que tu hoc
mihi non probas; Cicerón, en el libro 4 de las cartas a Atico: Quos libros, ut spero, tibi
ualde probabo. Añaden otros ejemplos de Virgilio: Nec cernitur ulli, es decir, ab ullo; no
han consultado a Servio, quien dice que este giro es de origen griego. De todas formas, para
mí el dativo, en este caso y en todos los demás, significa siempre interés, y no va regido por
ningún verbo, sino que se adapta fácilmente a cualquier oración; no tiene, en efecto,
significado distinto en las frases da pecunias mihi, filius mihi peccat, y non omnibus
dormio; así pues, non cernitur ulli equivale a nulli ostendebatur, nulli erat conspicuus. De
ahí que fuera muy buena la traducción que hace Apuleyo, en el Sobre el dios de Sócrates,
del verso de Homero: Soli perspicua, ast aliorum nemo tuetur. Añaden otro ejemplo de
Marcial, del libro 2: Si cui forte legeris, et si totus tibi triduo legatur; pero quienes aducen
este texto parecen ignorar la costumbre romana de leer escuchando a lectores, dice Vives,
en Sobre la corrupción de las artes, libro 1: "Los próceres romanos tenían en sus
ocupaciones imperiales lectores, llamados anagnostas en griego, los cuales les leían
mientras comían, mientras dormían, mientras se lavaban, mientras andaban, y mientras
viajaban". Es más, del propio Marcial se puede aprender que el dativo tiene el significado
de interés incluso en pasiva; así en libro 10: At non et stamina differt Atropos atque omnis
scribitur hora tibi; Plauto: Mihi istic nec seritur nec metitur. Pero, dicen, en el caso de los
participios pasivos es evidente la existencia de un dativo agente, como en dicte mihi,
dicende nobis. Respondo que dichos dativos no están en función del participio, sino en
función de un verbo sustantivo, como en sunt amici mihi, donde también tiene el
120
significado de interés y no el de acción o pasión; así en causa docenda mihi est, que
equivale a: Mihi, non aliis, expedit causas docere.
Quienes afirman que el agente se pone en acusativo con per se engañan todavía más,
pues cuando Cicerón dijo Res agitur per eosdem creditores, no quiso decir que los
creditores hicieran el asunto, sino que los amigos del rey hicieron el asunto a través de los
creditores. Su error queda totalmente rechazado a partir de los innumerables testimonios,
en los que aparece per en voz activa; Quinto Curcio, libro 9: Inuitatumque ad epulas per
Boxum quendam Macerianum in couiuio occidit; César, en Guerra Civil 3: Pompeius
frumentum omne per equites comportauerat; Cicerón: Mirifice mihi et per se et per
Pompeium blanditur Appius; el mismo: Nihil interest utrum per procuratorem agas an per
te ipsum.
A y ab, por decirlo en general, significan, tanto en activa como en pasiva, a parte, como
ocurre en uentus stat ab Oriente; cuando Cornelio Tácito dice trepidabatur a Caesare, no
quiso decir que César temblara, sino que se temblaba del lado del César, es decir,
temblaban los cesarianos. Y cuando Cicerón, en el libro 2 de Sobre los deberes dice,
hablando de la muerte de Alejandro Fereo, Ab ea est enim ipse propter pellicatus
suspicionem interfectus, no quiere decir que la propia Tebes, con su propia mano, matara al
rey, el cual fue ejecutado por Tesifón, Pitolao y Lycofrón, hermanos de Tebes: así lo
transmiten Plutarco en Pélope y Diodoro Sículo, en 16, 4 de los Anales. Pomponio Mela, en
1, 21, dice que la ciudad Dioscurias fue fundada a Castore et Polluce, cuando en realidad
121
fueron Anfito y Telquio, aurigas de Castor y Pólux, los que la fundaron. Terencio, en
Formión: Non potest satis pro merito ab illo tibi referri gratia; esta misma frase es
transmitida por César, en Guerra Civil 3, de la siguiente forma: Pauca apud eos locutus,
quod sibi a parte eorum gratia relata non sit pro suis in eos maximis beneficiis.
Este texto me anima a aducir testimonios, en los que la misma función es marcada
unas veces con a o ab, y otras de otra forma. Livio, en lib. 6 de la década 3, hablando de
Jubelio: Me quoque iube occidi, ut gloriari possis multo fortiorem quam ipse es uirum abs
te occissum esse; Valerio Máximo, lib. 3, cap. 2, hablando del mismo Jubelio: Quid cessas
in me cruentam securim distringere, ut gloriari possis aliquando uirum fortiorem quam
ipse es tuo iussu interemptum?; el mismo Valerio Máximo, en el cap. 3, del libro 5,
hablando de Carbón: Sed nobis tamen tacentibus Cn. Carbonis, iussu tuo interempti, mors
animis hominum obseruabitur; el mismo, hablando del mismo personaje, en el cap. 2 del
libro 6: Vidi Cn. Carbonem, cum in summo esset imperio, a te equite Romano trucidatum.
A estos ejemplos, añade los aducidos más arriba a propósito de Metelo y Luceyo.
Sum. Plauto, en Gorgojo: Tam a me pudica est, quasi soror mea sit; Terencio, en
Hécira: Narrat ut uirgo a se integra etiam tum siet; el mismo: Ab Andria est ancilla haec;
el mismo, en Heaut.: Tantumne est ab re tua otii tibi?; Valerio Máximo, libro 2, cap. 4:
Atellani autem ab oscis acciti sunt, que quiere decir que los romanos los trajeron ab oscis;
Cicerón, en la defensa de Murena: Nostri, inquam, illi a Platone et Aristotele moderati
homines, es decir, hombres platónicos y aristotélicos; el mismo, en Sobre el orador 3: A
caeteris silentium fuit; el mismo, en la defensa de Milón: Beatos esse quibus ea res honori
fuerit a ciuibus suis; el mismo, en la defensa de Rabino: Quorum impunitas fuit non modo
a iudicio sed etiam a sermone; el mismo, en Sobre el orador 1: vide ne hoc totum,
Scaeuola, sit a te; de Cicerón son las siguientes frases: Locus a frumento copiosus, a
magistratibus nuda res publica, ab amicis inops, a propinquis nudus, a suis munitus, orba
ab optimatibus concio.
122
Desum. Cicerón, en Sobre el orador, 3: Nihil isti adolescenti a natura neque a doctrina
deesse sentio.
Possum. Terencio, en Heaut.: Sed hic actor tantum poterit a facundia, quantum etc.
Cado, occido, pereo, intereo. Ovidio, en Metamorfosis 5: Magna feres tacitus solatia
mortis umbras a tanto cecidisse uiro; el mismo, en Metamorfosis 13: Occidit a magno, sic
Dii uoluistis, Achule; Propercio: Solus amans nouit quando periturus et a quo; Lucano:
Quis nolit ab isto ense mori; Ovidio, en Cartas del Ponto 3: Discipulo perii solus ab ipse
meo; Cicerón, en Deberes 2: Phalaris non a paucis interiit, ut hic noster; el mismo: A
ualentiore perire; Plinio, en libro 11: Quum penit ab Annibale.
Cursito. Terencio, en Eunuco: Me quis forte internuntius clam a milite ad eam cursitet.
Dicor. Virgilio: Qui nunc Misenus ab illo dicitur, es decir: propter Misenum; así
también: Dux dicitur a ductu, y rex a regendo; Plinio: Ab amicitia eius Gracchanus
appellatus.
123
Nuntio. Cicerón, en Académicas 1: Nuntiatum est nobis a M. Varrone uenisse eum ab
Roma.
CAPÍTULO V Del verbo sustantivo sum, fuo y fio y de las formas mea
interest, tua refert.
La base y la clave de todos los verbos es el verbo sustantivo, que en griego tiene la
forma φύω, y en latín la forma fuo o fio. Y φύω deriva de φύσις, que significa naturaleza, a
no ser que se prefiera decir lo contrario: que de φύω deriva φύσις.Y el verbo ἐστί, en latín
est, y εἰμί, en latín sum, es el apropiado y auténtico verbo sustantivo, en contra de la opinión
de César Escalígero, quien, en el cap. 112, pretende demostrar que mediante este verbo se
marca también el accidente, como sucede en Caesar est albus; ya se ha demostrado hasta
dónde llega su error al enseñar en otra parte, en contra de los dialécticos, que un accidente
no se puede predicar de una sustancia; y es que en albus falta homo; la frase, de otra
manera, sería: Caesar est albus Caesar. Mira el comienzo de mi capítulo sobre la elipsis.
A propósito de tua interest y de nostra non refert yo he dicho que se trata de acusativos
del plural. Esta luminosa idea se la debemos a Celio Calcagnino, en sus cartas, y a Julio
César Escalígero. Pero mis adversarios, que piensan que la idea es mía, se atribuyen a sí
mismos el invento denigrándome. Yo lo voy a defender como mío.
Una preposición ante un verbo o bien produce un verbo compuesto, o bien se refiere a
un caso que va después, como ocurre en argutos interstrepere anser olores, frase sobre la
que se extiende Lambino en odas 7 del libro 2. Lo mismo ocurre con interest; decimos, en
efecto, murus interest inter me et te, y mea interest hoc facere, es decir: est inter mea
negotia. Horacio: Nihil intra est oleam, nihil intus in nuce duri, es decir: Nihil est intra
oleam duri; el mismo: Villa, quae superest Claudi cauponas, es decir: quae est super
cauponas. En este punto me admira la agudeza de los gramáticos que pudieron inventarse
que mea, tua, sua son ablativos del singular; da vergüenza recorrer los argumentos en que
se basan; voy a aducir, sin embargo, con perdón para vuestros oídos, algunos. Dicen: el
ablativo re exige los adjetivos mea, tua, sua, pues interest mea es lo mismo que est in re
mea; pero se engañan, juntamente con su maestro Calepino, ya que en latín no se dice hoc
est in re mea, sino e re mea, o in rem meam. Añaden además: puesto que re es un ablativo
femenino, por eso se añade mea; tienen sin duda ojos de lince quienes ven tan claramente
en re un ablativo. Por último, me produce pena Lorenzo Valla, quien dice que suena mejor
interest mea que interest meo, porque mea se coloca en medio y es una palabra más suave
al oído. Contra todos estos traigo a colación el testimonio de Aristóteles, por cuya doctrina
sabemos que las palabras compuestas no tienen ninguna relación con sus componentes, es
más, que las propias partes componentes no significan nada; efectivamente, en la palabra
omnipotens, el elemento omni no significa nada, en cuanto que es parte del compuesto, de
124
la misma forma que tampoco significa nada potens. ¿Por qué, pues, decir, que re en
composición tiene alguna entidad y añadirle los adjetivos mea, tua, sua?; en la palabra
agricola no se pueden añadir al elemento agri los adjetivos felicis o fertilis.
Pero ¿por qué perder tiempo en refutar las oscuridades de los gramáticos en lugar de
demostrar claramente cuál es el nombre en el que se apoyan estos verbos? Cicerón, en la
carta 19 del lib. 3 de las cartas a Atico: In Epirum me statui conferre, non quo mea
interesset loci natura; el mismo, en Límites, 4: Mihi non satis uidemini considerare quid
intersit naturae quaeque progressio; Terencio, en Adelfos: Hoc pater ac dominus interest;
Plauto, en Mostelaria: Pluma haud interest patronus an cliens fuat: Terencio, en Adelfos:
Quid ista, Aeschine, nostra?, donde se suple intersunt o referunt; la construcción sintáctica
sería: Aeschine, quid ista sunt inter nostra negotia; Donato, a propósito de la frase de
Terencio en Formión, Quid tua malum id refert, comenta: "Preguntémonos por qué se dice
quid mea, quid tua; ¿Acaso falta ad, de forma que sería ad mea, ad tua?"; esto lo escribió
Donato, el cual, si bien no acertó plenamente, sin embargo pensó, en contra de los
gramáticos, que se trataba de acusativos, y no de ablativos.
Sobre el verbo refert o, mejor, refero, hay menos dudas, ya que siempre es un verbo
activo, incluso en las construcciones mea refert, tua non refert; es lo que ocurre en hic puer
patrem refert, es decir: repraesentat; y en hoc rem tuam minime refert. Pero vemos
ejemplos en los que está claro el nombre en el que se apoya el verbo; Cicerón, en las cartas
a Atico: Quid refert una sententia omnium; Varrón, en libro 1: Haec uarietas maxime
refert; Plinio, en libro 7, cap. 6: Incessus in grauida refert; y en libro 11, cap. 51: Multum
tamen in his refert et locorum natura; en el libro 16, cap. 33: Neque terrae tantum natura
circa has refert; y cap. 39: Infinitum refert lunaris ratio; y en el libro 17, cap. 24: Refert et
tempus anni; y en el libro 18, cap. 21: Plurimum enim refert soli cuiusque ratio; y en el
cap. 31: Longitudo in his refert, non crassitudo; Lucrecio, en el libro 4: Vsque adeo magni
refert studium atque uoluntas. De todos estos ejemplos se entiende claramente que se
equivocan los gramáticos cuando dicen que mea, tua, sua son ablativos femeninos; según
su regla, en las oraciones de infinitivo habría que decir Dico o arbitror meam referre, aiunt
meam interesse, en lugar de mea; pero, en contra de ello, he aquí los testimonios de Plinio,
en libro 14: Manifestum est patriam solumque referre, non uuam, y en libro 21: Diximus et
terram referre plurimum. Son frases latinas, pues, mea interest, nostra refert, regis interest,
cuius o cuia interest o refert; en todas ellas se sobreentiende officia, opera, munera, o
negotia. Por otro lado, interest, es un compuesto de inter, y no de re, como indican
claramente los siguientes versos de Horacio, en la sátira 2, del libro 1: Rem patris oblimare
malum est ubicumque; quid interest in matrona, ancilla peccesue togata.
Por último, si fuese verdad que el ablativo re de interest y de refert -yo en interest
desde luego no lo veo- es el que provoca todas estas tragedias a los gramáticos, ese re
debería ser largo; pero Horacio dice en el Arte: Intererit multum Dauusne loquatur an
125
herus. Así pues, no se trata de re, sino de inter. Se me dirá: en el impersonal refert el re es
largo, ya que se trata de res fert. Ya hemos hablado en el Arte, cuando traté de la cantidad
de re, de la falsedad de este aserto.
Angustioso es el tormento de los gramáticos cuando tratan de explicar qué verbos rigen
a los infinitivos. Pero en vano sudan y nada explican. Mucho más acertado es Prisciano
quien, tomándolo de los antiguos, hace el siguiente análisis: "El verbo en infinitivo tiene el
valor de nombre que indica la propia acción; de ahí que algunos digan que el infinitivo es el
nombre del verbo. Efectivamente, se dice bonum est legere con el mismo valor que bona
est lectio". Estas son las palabras de Prisciano. Minerva está de acuerdo con ello: el
infinitivo es siempre verbo, pero en su significado y en su construcción tiene totalmente el
valor de un caso. Algunas veces es incluso un auténtico nombre, como en scire tuum,
nostrum uiuere. Pero expliquemos ya el tema por medio de ejemplos de usos del infinitivo
con el valor de los diferentes casos.
Valor de nominativo tiene en el siguiente texto de Horacio: Virtus est uitium fugere,
donde fugere es el sujeto del verbo; de otra forma: fugere uitium, es decir, fuga uitiorum,
uirtus est. Así también en otro lugar: Dulce est desipere in loco, es decir: Desipere in loco
est negotium dulce. A ver si ante estos ejemplos sois capaces de decirme que el verbo est
rige infinitivo. Escuchad con atención las siguientes palabras de Cicerón, en el libro 3 de
Deberes: "Falsum iurare no es peierare, sino que el no hacer lo que se ha jurado en
conciencia según nuestra costumbre, eso es periurium", donde se puede ver que peierare y
periurium funcionan exactamente igual; el mismo en Tusculanas 3: Si autem caderet in
sapientem aegritudo, caderet etiam iracundia; y sigue después: Etenim si sapiens in
aegritudinem incidere posset, posset etiam in misericordiam, posset in inuidentiam; y un
poco más adelante, resume así: Cadit igitur in eundem et misereri et inuidere; de aquí
también se puede deducir que inuidentiam e inuidere, misericordiam y misereri no se
diferencian; Ovidio, en Metamorfosis, 2: Posse loqui eripitur, es decir: potestas loquendi.
126
uenisse deum; Plinio, en cap. 55 del libro 7: Puerilium ista deliramentorum auidaeque
nunquam desinere mortalitatis commenta sunt; Cicerón: Haberemque in animo nauem
conscendere; de la misma forma, utilizamos expresiones como Tempus est uenire, hora est
abire en lugar de tempus est ueniendi o abeundi. Y como Valla, en el cap. 25 del libro 1,
piensa que tales expresiones se deben a influencias griegas y sólo están permitidas a los
poetas, voy a confirmar mi teoría con ejemplos de oradores; Cicerón, en el libro 10 de las
cartas a Ático: Quamquam tempus est nos de illa perpetua, iam non de hac exigua uita
agere; el mismo, en Tusculanas, 1: Tempus est iam hinc abire me; el mismo, en Sobre la
Naturaleza de los dioses 3: Magnam molestiam suscepit Chrysippus reddere rationem
uocabulorum; el mismo, en Verrinas 4: Potestas erat sese grauissima leuare infamia; en el
mismo discurso: Capit consilium de amicorum et propinquorum sententia non adesse ad
iudicium; el mismo, en la defensa de Quintio: Te consilium cepisse hominis propinqui
fotrunas funditus euertere; el mismo, en defensa de Cecina: Nullam esse rationem amittere
huiusmodi occasionem; el mismo, en Tópicos: Sed iam tempus ad id quod instituimus
accedere; en la Retórica a Herenio: Tempus est ad caeteras partes Rhetoricae orationis
proficisci; Salustio: Non fuit mihi consilium socordia atque desidia bonum otium
conterere; el mismo: Quibus in otio uel magnifice uel molliter uiuere copia erat; Livio, en
libro 30: Tempus esse aut pacem componi aut bellum grauiter gen; el mismo, en libro 44:
Consilium igitur cepit transfosso pariete iter in urbem patefacere; César, en libro 5:
Respondit non esse consuetudinem populi romani ab hoste armato conditionem accipere; el
mismo: Consilium capit omnem a se equitatum noctu dimittere; Curcio, en libro 7: Sed
tempus salutis suae, tanta iam parta gloria, parcere; el mismo, en libro 4: Cupido haud
iniusta quidem, caeterum intempestiua incesserat non interiora modo Aegypti, sed etiam
Aethiopiam inuisere; Suetonio, en Calígula: Ita bacchantem atque grassantem non defuit
plerisque animus adoriri; Valerio Máximo, en libro 2: Sed tempus est eorum quoque
mentionem fieri; Plinio, en el prólogo del libro 13: Indocilisque nasci alibi; Terencio, en
Andria: Post ubi iam tempus est promissa perfici; Virgilio: Iam tempus agi res.
Valor de dativo o de acusativo con ad. Horacio, en Epístolas, 1: Fons etiam riuo dare
nomen idoneus; el mismo, en el Arte Poética: Tibia aspirare et adesse choris erat utilis;
Virgilio: Et cantare pares et respondere parati; Pomponio Mela, en el libro 2, a propósito
de una fuente: Potarique pulcherrimus; Ovidio, en Epístolas, 1: Nec mihi sunt uires
inimicos pellere tecto; el mismo, en Metamorfosis 1: Sedit extinguere; en el mismo libro:
Fluctusque et flumina signo iam reuocare dato; Salustio, en Catilina: Et uos seruire magis
quam imperare parati estis.
Valor de acusativo; así en el siguiente texto de Demóstenes: Non tanti emo poenitere;
Persio: Nisi te scire hoc sciat alter?; Horacio: Reddes dulce loqui, reddes ridere decorum;
et inter uma fugam Cynarae moerere superbae; Terencio: Vultis ne eamus uisere?; a la
misma construcción responden las frases Cogis me flere, discedere, ridere; y también estas
otras: Pergis pergere?, tendis tendere, abiit abire. Valor de acusativo con preposición tiene
127
en los siguientes casos; Terencio, Haut.: Desine deos gratulando obtundere tuam esse
inuentam gnatam, es decir: propter inuentam esse gnatam; Plauto, en Mostelaria: Moestus
est sese has aedeis uendidisse; Lucano: O faciles dare summa deos eademque tueri
difficiles, es decir: ad dandum et tuendum; Virgilio: Nam me discedere fleuit, es decir: Ob
meum discessum.
Valor de ablativo. Cicerón en Tusculanas 1: Hominum quanta sit mens dificile est
existimare; el mismo, en Orador: Esse igitur in oratione numerum quendam non est
difficile existimari; del mismo tipo son: Dignus amari, contentus scripsisse, indignor
seruire malis; Ovidio: O puer dignissime credi esse deus; Plauto, en Epidico: Ego sum
defessus reperire, uos defessi quaerere; Salustio, en Historias: Audito regem in Siciliam
tendere, es decir: Audito regis itinere.
De todo lo anterior queda claro que es norma latina decir Tempus est abire,
construcción de la que muchos pensaron que era griega y que sólo estaba permitida a los
poetas. Está también claro que el infinitivo no tiene valor de imperfecto, es decir, que
dicere no equivale a dicebat, ya que siempre se sobreentiende algún verbo; véase coepit en
el capítulo sobre la elipsis de los verbos. De Quintiliano, cap. 3, del libro 9, son estas
palabras: "Las figuras que ocurren por detracción se producen porque se busca sobre todo
la brevedad y la novedad; una de ellas es la que expuse entre las figuras en el libro anterior,
la sinécdoque, en la que se sobreentiende, gracias a las otras palabras, un verbo que está
elidido; así en las palabras de Celio a Antonio: Stupere gaudio graecus, ya que aquí se
sobreentiende al mismo tiempo cepit". Estas palabras de Fabio son muy agudas; sólo se
equivoca en que llama sinécdoque a lo que es una elipsis. Mejor lo explica Donato al
comentar el giro de Hécira, Iniurias uiri omnes ferre, cuando dice: "Se trata de la figura
elipsis".
CAPÍTULO VII En latín se dice Cupio esse diuitem; Cupio esse diues es
griego.
Valla dice en el cap. 23 del libro 3: "Se dice con propiedad Spero tibi esse bonus
amicus, Credo tibi fuisse fidelis; no es correcto utilizar ese acusativo, salvo que preceda
otro acusativo, como en Spero me tibi esse bonum amicum, Credo me tibi fuisse fidelem".
Budeo, en sus Comentarios a la lengua griega, dice: "En contra de esta doctrina de Valla
parecen estar los siguientes textos: Cicerón, en la defensa de Quintio: Ne, ut par quidem sit,
postulat; inferiorem esse patitur; y en Cartas a Atico, libro 10: In Italia autem nos sedentes
quid erimus, nam medios esse iam non licebit; César: Tenuem sectemini praedam, quibus
licet esse fortunatissimos; Curcio: Ad uestras manus confugio, inuitis uobis saluum esse
nolo". Estas son las palabras de Budeo. Pero dado que a partir de lo que él aduce los
gramáticos cambian y tergiversan todo lo que quieren, discutiremos con mas amplitud este
tema.
128
Los infinitivos esse, dici, haberi, fieri y similares, rigen siempre, vaya delante el caso
que vaya, un acusativo, siempre que este acusativo sea un anafórico; el caso al que remite
es un acusativo, ya expreso, ya tácito; es lo que ocurre en cupio esse doctum, Praeceptoris
interest esse doctum, Licet uobis esse beatos, Vtor amico cupienti fieri probum. Lo que
aduce Ascensio en contra de Valla son barbarismos: Misere uolentis tibi esse amici, y
Damnor a nolente esse bono. Y cuando decimos Dicor esse felix, cupio dici doctus, non
uacat tibi esse quieto, lo decimos a la manera griega y de forma que no puede ser defendido
desde la norma latina; analizaremos este tema en el capítulo del helenismo. Ahora sin
embargo, puesto que Lorenzo Valla y otros gramáticos modernos piensan que no se puede
decir en latín cupio esse doctum, aduciremos ejemplos de los autores más antiguos; y
prescindiendo de aquellos que Budeo acertada y oportunamente adujo, prestad vuestros
oídos a estos que siguen; Plauto, en Cistelaria, escena 1: Quia ego nolo meretricem dicier;
Cicerón, en el Sobre el orador: Quare si quis erit qui Thucydidio genere causas in forum
dicturum esse profiteatur, is etc.; Virgilio, en Eneida 8: Hoc signum cecinit missuram diua
creatrix, si bellum ingrueret, Vulcaniaque arma per auras laturam auxilio; Curcio, 8:
Octoginta talenta constituit laturum Alexander; Terencio, en Andria: Dicam aliquid iam
inuenturum patri; en la misma comedia: Vt dicam esse ducturum patri; en la misma
comedia: Nam pollicitus sum suscepturum; el mismo, en Eunuco: Is hodie uenturum ad me
constituit domum; Horacio, en la espistola 7 del libro 1: Vir bonus et prudens dignis ait
esse paratum; en la misma carta: Pulchra Lauerna, da mihi fallere, da iustum sanctumque
uideri; el mismo, en Sátiras 1: An, ut ignotum, dare nobis uerba putas?; el mismo: Quo
tibi, Tulle, sumere depositum clauum flerique tribunum?; Varrón, en el libro 9 de Sobre la
lengua latina: Quum hic liber, id quod pollicitus est demonstraturum, absoluerit, finem
faciam; Lucano, en libro 2: Concessa pudet ire uia ciuemque uideri; Marcial, en libro 1:
Erras, meorum fur auare librorum, fieri poetam possi qui putas tanti, scriptura quanti
constet; Ovidio, en Epístolas: Est mihi supplicii causa fuisse piam; en Metamorfosis, 9: Et
me dignus eras, uerum nocet esse sororem; Marcial: Esse sat est seruum, iam nolo uicarius
esse; Quintiliano, en libro 7: An huic esse procuratorem liceat; y en libro 4: Procuratorem
tibi esse non licet; Terencio: Nam expedit bonas esse uobis; Ovidio, en Metamorfosis, 13:
Non haec sententia tantum est fida, sed et felix quum sit facit esse fidelem; el mismo, en La
nuez: Nocet esse feracem; en el mismo poema: Nudam tamen expedit esse.
De nada les hubiera servido a los gramáticos repetir dogmáticamente lo siguiente: Si
precede un dativo, sigue un dativo o un acusativo; eso es un claro error, ya que el dativo no
precede, por cuanto en una frase como Non licet tibi esse bono el orden sintáctico seria:
Esse bono non licet tibi; se trata además de una construcción griega, de la que hablaremos
en el capítulo sobre el helenismo. Mi doctrina es esta: cuando hay varias frases
subordinadas, hay que utilizar necesariamente el acusativo, como ocurre en Praeclarum est
esse poetam, beatissimum est felicem mori; melius est mori pauperem quam diuitem. De
este tipo son las frases que hemos citado: Quantum est esse Iouis fratrem, y Nocet esse
sororem; Cicerón, a Marcelo, en el libro 4 de las Cartas: Denique si fuit magni animi non
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esse supplicem uictori. Pero tampoco voy a quitar totalmente la razón a los griegos y a sus
imitadores; Lucano: Tutumque putauit iam bonus esse socer; frase que condena Valla; pero
se engaña, como después se dirá.
El término gerunda procede de gerendo o gerundo, ya que se refiere a aquellas formas
que proceden (gerantur) y vienen de un participio pasivo. En Livio leemos muchas veces
Pro re bene gerunda; y Servio, en su comentario a Virgilio, escribe muchas veces Gerundi
modus, aunque algunas veces por error se ha escrito Gerundii modus.
Antiguamente, del participio en -dus procedían cuatro formas que regían acusativo,
mientras que del participio en -tus, sólo una: Lectum libros.
La forma en -dum, que puede ser tanto nominativo como acusativo; así en Legendum
est libros o legendum esse libros. Esta forma regía acusativo. Varrón, en Lengua latina 7:
Quocirca radices eius in Hetruria non in Latio quaerendum est; en la misma obra, lib. 9:
Quum inquiunt utilitatis causa introducta sit oratio, sequendum non quae habebit
similitudinem, sed quae utilitatem; en el mismo libro: Sic enim omnes repudiandum est
artes; Lucrecio, en libro 1: Multa nouis uerbis praecipue quum sit agendum; el mismo:
Motu priuandum est corpora quaeque; Varrón, en Agricultura: Canes paucos et acres
habendum. Ahora bien, estas construcciones, que son rechazadas por Cicerón, aunque se
citan erróneamente algunas de él y de César, cayeron en desuso. Igualmente antigua es la
frase: Venit ad recipiendum pecunias; y la de Varrón, libro 9: Ad discernendum uocis uerbi
figuras. Hoy día, muchos utilizan giros de este tipo y creen que lo hacen como lo hacían los
buenos autores; es un error, ya que los testimonios aducidos de Cicerón tienen ya hoy otra
lectura, como ad orandum deos, que debe ser leído ad orandos deos. En lo que se refiere al
texto de Valerio Máximo, libro 5, cap. 2, Super hoc aedem et aram fortunae muliebri eo
loco quo Coriolanus exoratus fuerat faciendum curauit, algunos leen faciendam; aunque
aquí puede mantenerse el faciendum, ya que así hablaban los más antiguos. En el caso de
Livio, libro 7, Ad conciliandum gratiam, y libro 26, Ad urbem unam oppugnandum, Carlos
Sigorio lee, a partir de antiguos manuscritos, conciliandam et oppugnandam. Tampoco es
un obstáculo para mi doctrina el texto ciceroniano a propósito del Hércules de Pródico: Ad
eligendum quam quisque uiam sit ingressurus; y es que en este caso es toda una oración la
que está funcionando como sustantivo; es como si se dijera: Creditum est, o credendum est
Romam esse caput mundi. En definitiva, es correcto decir legendum est o legendum esse,
pero no lo es decir legendum est o esse libros; en el primer caso se trata de un participio
neutro, cuyo sustantivo es legere; en el segundo se trata de un arcaísmo y de una expresión
130
en desuso. En el caso del texto virgiliano, del libro 11, Pacem Troiano ab rege petendum,
el gerundio está en acusativo y se sobreentiende esse, como se deduce de los ejemplos
anteriores; pero yo defiendo que en este texto hay que leer petendam y no petendum, a
partir de un manuscrito que se encuentra en Salamanca, en el colegio de San Bartolomé. En
cuanto a Lucrecio, libro 1, Multa nouis rebus praesertim quum sit agendum, puede muy
bien faltar katà.
En definitiva, mi doctrina es esta: los gerundios en -di y -do son verbos, si tienen
expreso el acusativo, como ocurre en legendi libros y legendo libros; en caso contrario, son
participios neutros, cuyo sustantivo sujeto es legere, como en tempus est legendi legere, en
español "tiempo es que se lea”. A este respecto, los gramáticos suelen croar
inoportunamente diciendo que hay algunos gerundios en -di y -do que tienen significado
pasivo. Yo afirmo que las formas en -dus, -di, -do, -dum tienen siempre significado pasivo,
si no llevan un acusativo. Pero analicemos los ejemplos aducidos por ellos, ya que no es
inútil entretenemos en su explicación. Ovidio, en Fastos 5, de Arión: Pretiumque uehendi
cantat, es decir: uecturae; Suetonio, en Claudio: Harpocratem, cui lectica per urbem
uehendi ius tribuit; en ambos casos falta se o se sobreentiende el sustantivo tò uehere o
uehi, o bien hay que decir que el verbo ueho tiene un significado peculiar, ya que uector es
el que uehit y el que uehitur. Livio, libro 5: Is quum in pace instituisset pueros ante urbem
lusus causa exercendique producere, es decir: exercitationis et lusus gratia. Varrón, en
Agricultura, libro 2, cap. 7, a propósito del caballo: Si fastidium saliendi est, es decir:
salturae o coitus. Justino, en el libro 37, de cierto príncipe: Athenas quoque erudiendi
causa missus, es decir: eruditionis; sería erudiendi erudire, en español "de la erudición" o
"del enseñamiento"; lo mismo podría decirse de un sabio: Athenas mittitur erudiendi
gratia. Ovidio en La nuez: Sic ego sola peto?; soli quia causa petendi est, es decir:
petitionis o tou peti.
En dativo. Plinio, libro 15, cap. 18: Nam alexandrinae uix sunt uescendo, y en el libro
21, cap. 16: Radix eius uescendo est, es decir: apta esui; y en el libro 34, cap. 15: Ferrum
rubens non est habile tundendo, es decir: tunsioni; y en el libro 13, cap. 12: Charta
emporetica inutilis scribendo, es decir: scripturae; el mismo, en libro 31, cap. 6: Vtilis est
bibendo atque purgationibus. Del mismo tipo es la siguiente frase que solemos utilizar:
Maturuit nubendo puella, es decir: nuptui. Plauto, en Epídico: Epidicum quaerendo operam
dabam. Pero esto último es un gerundio; en los otros casos se trataba de participios.
En acusativo, los gramáticos citan erróneamente como verbos los siguentes textos de
Virgilio: Ínter agendum capras y Ante domandum boues, cuando en realidad se debe leer
sólamente: Ínter agendum y Ante domandum. Cicerón: Hic autem locus ad agendum
amplissimus, ad discendum ornatissimus est uisus, es decir: ad actionem et dictionem
exercendam; el mismo, en Tusculanas 1: Tum multitudinem pecudum partim ad
uescendum, partim ad cultus agrorum, partim ad uehendum, es decir: ad uictum, cultus et
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uecturam. Se trata de participios pasivos con terminación neutra, en los cuales falta el
infinitivo del verbo; Salustio, en Jugurta: Quum Iugurtha Tisidium ad imperandum
uocaretur; este texto ha atormentado siempre a sesudos estudiosos, y no sólo a los
gramáticos; Cicerón, en la carta 25 del libro 9: Quare ades ad imperandum seu parendum
potius, sic enim antiqui loquebantur; es como si dijera: Antiqui dicebant Imperare alicui
pecunias, es decir: Íubere ut pecunias soluat; así la frase Ades ad imperandum, es decir: Vt
tibi aliquid imperetur; así también Íugurtha uocatur ad imperandum tò imperari, es decir:
Vt imperata faceret.
Tempus est legendi librorum es un giro frecuente y elegante. Pero la mayoría, incluso
los más sabios, ignora el origen de esta expresión. Yo, en otro tiempo, di esta explicación:
Todos los participios y todos los verbos en forma de participio, al convertirse en nombres,
pierden su construcción típica de verbo y rigen, a la manera de los nombres, un genitivo; así
amans uxorem es un participio, pero amans uxoris es un nombre. Eso es lo que ocurriría en
tempus est legendi librorum que equivaldría a tempus est lectionis librorum. Después he
cambiado de opinión y considero que la regla general es esta: En un adjetivo y en un
participio siempre falta el sustantivo negotium o el infinitivo del verbo; así en legendum est
se sobreentiende negotium o legere; en español: "Tiempo es que se lea"; lo mismo ocurre
en tempus est legendi librorum, de forma que librorum es regido por legere, con el mismo
valor que tempus lectionis librorum. Sin embargo, si se dice tempus est legendi libros ya no
se trata de un participio, sino de un verbo en forma de participio. En los demás casos, la
132
forma en -dus tiene siempre significado pasivo y es un adjetivo. Y ahora, puesto que a los
gramáticos les extraña la forma legendi librorum, voy a aducir distintos testimonios.
Cicerón, en Sobre la invención, 2: Fuit exemplorum eligendi potestas; en Filípicas, 5:
Antonio facultas detur agrorum suis latronibus condonandi; así, en efecto, lee este texto
Budeo; el mismo Cicerón, en Sobre la adivinación, 2: Dolebis tandem Stoicos nostros
Epicureis irridendi sui facultatem dedisse; en Limites, 5: Aut eorum, quae secundum
naturam sunt, adipiscendi; el mismo, en Sobre la adivinación: Reliquorum siderum quae
causa collocandi fuerit etc; Suetonio, en Augusto: Permissa iocandi licentia diripiendique
pomorum et obsoniorum et missilium; Plauto, en Cautivos: Nominandi tibi istorum magis
erit quam edundi copia; César, en Guerra de las Galias, 4: Venerunt purgandi sui causa; en
el mismo libro: Sui liberandi facultas daretur; en el mismo libro 6: Purgandi sui causa ad
eos legatos mittunt; en el mismo libro: Vt mercatores recipiendi sui facultatem non
haberent; Livio, en el lib. 21: Nec enim uereor ne quis hoc me uestri adhortandi causa
magnifice loqui existimet; Plinio, en las Cartas: Quum illorum uidendi gratia me in forum
contulissem; Terencio, en Haut.: Date crescendi copiam: nouarum qui spectandi faciunt
copiam; así hay que leer este texto, que hasta ahora ha atormentado a los gramáticos y a
Budeo; Varrón, en Agricultura 2, 1: Aliquod fuit principium generandi animalium; Gelio,
en lib. 5: Euathlus orandi causarum cupidus.
A propósito de esta construcción yo dudé durante algún tiempo si, de la misma forma
que decimos Veni causa uidendi puellarum, se podría decir tambien uidendi puellae; la
doctrina de los gramáticos es esta: si el gerundio lleva un acusativo del plural, como ocurre
en legendi libros, también podrá llevar un genitivo del plural, como en legendi librorum.
Pero yo me preguntaba por qué no podría también llevar acusativo del singular. Y Terencio
por fin me enseñó que se podía decir de las dos formas; las palabras son de Pánfilo a
propósito de Filomena: Ego eius uidendi cupidus recta consequor, es decir: Cupidus
uidendi uidere eam, o eius Philomenae; y en Formión: Vt neque mihi eius sit amittendi nec
retinendi copia, donde está hablando de una amiga; Ovidio, en Tristes, 2: Et spem placandi
dantque adimuntque tui, en el mismo poema: Olim placandi spem mihi tolle tui, donde está
hablando de una mujer; Plauto, en Truculento, en la escena que comienza Num tibi iam:
Quoniam tui uidendi est copia, donde habla de una meretriz. Así pues, tanto si se habla de
mujer como si se habla de varón, hay que decir Cupidus sum uidendi tui, o uidendi; el
participio pasivo es, en efecto, un adjetivo; equivale a uidendi uidere. De ahí que tenga que
rechazar la lectura que se hace en la carta de Ascontio de Ovidio: Sit modo placandae
copia parua tui, ya que habría que leer placandi, puesto que los genitivos mei, tui, sui,
nostri, uestri no admiten distinciones de género. Por otro lado, encontramos a cada paso
escrito placatio tui, cura uestri, amor nostri. A propósito de este gerundio cuando lleva
genitivo del plural, dijo verdaderas tonterías Lorenzo Valla, en libro 1, cap. 27: "Cada vez
que hay que emplear el relativo, se hace necesario utilizar este gerundio; así Hic dies attulit
initium dicendi quae uellem, en lugar de dicendorum quae uellem". Pero la opinión de
Cicerón es muy otra, según el texto que cité más arriba: Aut eorum quae supra naturam
133
sunt adipiscendi; Suetonio, en Augusto: Reparandarum classium causa, quas
tempestatibus etc.: el mismo, en Tiberio: Et regurgandorum tota Italia ergastulorum,
quorum domini etc.; Valerio Máximo, libro 2: Finem profecto fruendarum opum, quibus
etc.; Livio, libro 32: Rerum suarum, quas posset referendarum secum dominis ius fiebat.
El supino es también un gerundio, ya que es una forma derivada (geritur) del participio
en -tus, de la misma forma que los demás gerundios son formas derivadas del participio en
-dus; y se llama supino porque actúa supine, es decir, negligentemente; es casi inútil y
vano, ya que las oraciones que pueden construirse con esta forma, pueden tener también
frecuentemente otras formas: discedo lecturus, discedo ad legendum, discedo ut legam,
discedo lectum. Además, si es raro encontrarlo, es mucho más raro encontrarlo con
acusativo. Virgilio: Suspensi Euripilum scitatum oracula Phoebi mittimus; el mismo:
Venimus huc lassis quaesitum oracula rebus; Terencio: Cur te is perditum?. Siempre va
unido a verbos de movimiento y el propio movimiento es inherente al supino: Collocauit
filiam nuptum, conduxi te cantatum, admitte me spectatum.
Amatu, lectu, auditu son formas que traen de cabeza a los gramáticos. Para mí, en parte
son dativos de la cuarta declinación, y en parte ablativos que significan "modo". Ejemplos
de dativo son: Mirabile uisu, horrendum auditu, es decir, "para los ojos" y "para el oído". Y
es que el dativo de la cuarta declinación tenía antiguamente como forma más frecuente la
terminación en -u, según atestigua Gelio, en libro 4, cap. 16. Virgilio, en libro 8: Altissima
uisu; el mismo: Mirabile uisu, es decir, oculis; el mismo: Ergo quod auditu nouum est;
Plauto, en Bachides: Ista lepida sunt memoratu, donde otros leen memoratui. Pero
expliquemos más profundamente la cuestión. Si la terminación en -u fuera un verbo en
supino, presentaría alguna vez la preposición a o ab; además, se puede comprobar que esta
forma acepta muchas veces un adjetivo; Plauto, en Stico: Tuo arcessitu uenio huc;
Quintiliano, en libro 8: Rebus atrocibus uerba etiam ipso auditu acerba magis
conuenissent; Plinio, en libro 20: Caepae satiuae olfactu ipso caligini medentur; Gelio,
libro 12: Eos uersus assiduo memoratu dignos puto; Tácito, en libro 20: Copias recenti
lectu auctas; Livio, en libro 37: Et eodem armatu cares; Estacio, en Tebaida 9: Longo
defessa redibat uenatu; este testimonio indica además que este supino se une también a
verbos de movimiento y de lugar y así, se puede decir uenio uenatu, como uenio agro y
uenio de uenatione; Plauto, en Menecmos: Obsonatu redeo; Estacio: Quem tu uenatu
rediturum in limene primo operiens; Catón, en Agricultura: Primus cubitu surgat,
postremus cubitum eat. Por otro lado, sus distribuciones indican que es un nombre; Livio,
libro 31: Id dictu quam re facilius; Plinio, en el cap. 1 del libro 7: Paruum dictu, sed
immensum aestimatione; si dictu es un supino, también aestimatione lo sería; Cicerón,
contra Pisón: Quis enim te auditu, quis ullo honore, quis denique communi salute dignum
putatis?; el mismo, en la defensa de Cluentio: Quam leuia generis ipso, quam falsa re,
134
quam breuia responsu; Curcio, en libro 4: Id consilium non ratione prudentius quam
euentu felicius fuit; el mismo, en libro 8: Quis caetera auditu maiora quam uero sustinere
posse credebat?; Valerio Máximo, en libro 9: Nec ipsa uerba relatione familiaria quam
dictu fastidienda sunt; Tácito, en libro 1: Lucos uisu ac memoria deformes. Deliran, pues,
quienes dicen que este supino tiene significado pasivo, salvo que se quiera decir que
también los nombres tienen a veces este significado pasivo, ya que cuando se dice laude et
amore dignus, se pude explicar: "para ser amado y ser alabado". Pero, por favor, a ver
dónde está ese tu significado pasivo en los ejemplos siguientes y en otros similares;
Cicerón: Perpessu aspera; Livio, en libro 10: Migratu difficilia; el mismo, en el prólogo:
Vnde foedum incaeptu quod uites, foedum exitu, es decir: Vt exeat uel sine ipso; el mismo,
en libro 1: Eo tempore in regia prodigium uisu euentuque mirabile fuit; el mismo, en libro
25: Consilia audacia prima specie laeta sunt, tractu dura, euentu tristia. Y Lorenzo pone la
siguiente dificultad: "si las formas anteriores fuesen nombres, encontraríamos otros casos
de esos nombres". ¡Oh puñal de plomo! Y ¿qué pasa con in promptu, natu maior, noctu,
diu, sponte, astu, impete, uitatu, petitu, suppetias, inficias y otros mil de este tipo? Y no
tiene nada de extraño aceptar otros casos, a pesar de que siempre leemos Nuptui dare, ueno
exercere y posita ueno en Tácito, diuisui esse en Livio, libro 33. En definitiva, lo que los
gramáticos llamaban el último supino, es un ablativo o un dativo por medio del cual
expresamos el modo; si se me pregunta de qué forma es algo mirabile, responderé: uisu,
auditu, dictu, memoratu, exitu.
Independientemente de lo que ya más arriba expuse en el capítulo 15 del libro 1, hay que
advertir que un participio activo va frecuentemente unido al verbo sustantivo. Cicerón, en
Orador: Est enim, ut scis, quasi extrema pagina Phaedri his ipsis uerbis loquens Socrates;
el autor de la invectiva a Salustio: Vnus enim satis es materiae habens; Cicerón, en Sobre la
amistad: Quid enim erat Aphricanus indigens mei?; el mismo, en Adivinación, 1: Est apud
Platonem Socrates dicens Critoni suo familiari; el mismo, en el libro 6 de las cartas: Nam
si quisquam est timidus in magnis periculosisque rebus, semperque magis aduersos rerum
exitus metuens quam sperans secundos, is ego sum; Livio, libro 20: Illa longa oratio nec
ad uos pertinens sit; Terencio, en Eunuco: Peregrinus est minus potens quam tu, minus
notus, amicorum hic habens minus; el mismo: Primus esses proferens; Gelio, libro 5, cap.
9: Quum antea non loquens fuisset.
Se une con frecuencia a otros verbos, como en uidi legentem, discedens legebat. Se
convierte en nombre siempre que no tiene caso verbal, como en uirtutis amans; de donde se
forman los comparativos y superlativos.
135
Amaturus se une a todos los verbos y tiempos, incluso futuros. Consulta, más atrás, el
cap. 15 del libro 1.
Amatus se une a todos los verbos, como en amatus eras, comitatus est patrem o a patre.
Mira más arriba, libro 1, cap. 15.
Amandus se une a todos los verbos y tiempos, incluso futuros, como en Lectio legenda
erit. Valla, libro 1 cap. 26, afirma que no se puede decir Timeo te uerberandum fore. Pero
se engaña; Cicerón, a Apio, libro 3: Quasi diuinarem tali in officio fore mihi expetendum
aliquando studium tuum; Livio, libro 37: Aut sub pellibus habendos milites fore; et libro
36: I(p. 143v) Eo quoque enim mittendos fore legatos; et libro 38: Non id Corneliae magis
familiae quam urbis romanae fore erubescendum. Consulta más arriba, libro 1, cap. 15.
En nominativo va muchas veces unido al verbo sustantivo, como en legenda <est>
lectio, legendae sunt epistolae; así también legendum est, tacendum est; donde se
sobreentiende tò legere, tò tacere, según hemos dicho ya. Y decir que legendum est es un
gerundio en nominativo no es menos correcto que decir que lectum est; en ambos casos
falta tò legere; y en ambos casos se trata de un participio pasivo en nominativo; en
acusativo estarían si se dijera: Legendum esse, lectum esse.
En genitivo depende de nombres que rigen genitivo, como en tempus est legendae
lectionis, y legendarum lectionum, y legendi tò legere.
136
En ablativo siempre lleva preposición, aunque frecuentemente sobreentendida, como en
Sudas in componendo carmine, o componendis carminibus. Valla, en el lugar citado, dice:
"Hay que procurar que el verbo regente no signifique movimiento, como ocurre en reuertor
ab arando". Mucho se equivoca; Cicerón, en el Bruto: Idem traducti a disputando, ad
dicendum inopes reperiuntur; el mismo: A dicendoque deterrent; el mismo, en Sobre el
orador, 2: Ipse a dicendo refugisti; estos ejemplos, ya sean, como afirman los gramáticos,
gerundios en ablativo, ya sean participios con un sustantivo sobreentendido, no salvan el
error de Valla; Cicerón, contra Verres: Non uideor omnino a defendendis hominibus
subleuandisque discedere; el mismo, en Sobre el orador, 3: A regendis ciuitatibus totos se
ad cognitionem rerum transtulerant
Lo mismo casi hay que decir de amatum ire y amatum iri, formas sobre las cuales se
inventa no sé qué bagatela Valla, en el capítulo 28 del libro 1. He aquí la doctrina al
respecto en pocas palabras. El verbo eo, como es sabido, significa movimiento, como
ocurre en eo piscatum; a veces, sin embargo, se une a los supinos de forma tal que parece
una sola forma y no se ve ningún significado de movimiento, como ocurre en Credo
137
carmina lectum iri, es decir, legi; y en Cur te is perditum, es decir, perdis; Plauto, en
Soldado: Credo te facile impetratum ire, es decir impetrare. Por otro lado, lectum ire o iri
no son tiempos de futuro ni de presente, como piensan algunos, sino que unas veces
significan presente, otras pasado, y la mayoría futuro; en credidi uos laesum iri, es decir
laedi, es un pasado; en spero carmina lectum iri, es decir legi, es un futuro. Demostremos
con testimonios la doctrina que acabo de exponer; Terencio, en Heautontimoroumenos: Tu
tibi in meam uitam laudem is quaesitum scelus?, es decir, quaeris; en Andria: Cur te is
perditum?, es decir, perdis; Salustio, en Catilina: Et dum paucis scelestis parcunt, bonos
omnes perditum eant; el mismo, en Jugurta: Ne ignoscendo malis bonos perditum eatis; el
mismo, sobre el ordenamiento del estado: Dignitate alios, alios ciuitate euersum irent;
Plauto, en Aulularia: Vt me meos que perditum ires liberos, es decir, perderes; el mismo, en
Casina: Argentum si quis dederit ultro ibit nuptum, es decir, nubet; el mismo, en Cistelaria:
Eunt depressum, quia nos libertinae sumus, es decir, deprimunt; el mismo, en Bachides: Et
me ires consultum male, es decir, male consuleres; Plinio, en el Panegírico: Ereptum
alienas pecunias eunt; Tácito, en el libro 15: Contumelias ultum ibat. Ejemplos en
infinitivo; Quintiliano, libro 11, cap. 1: Vltum ire scelera, es decir, ulcisci; Plauto, en
Cistelaria: Qui mihi magis potueritis ire honorem habitum nesciunt; el mismo, en Bachides:
Desistas tantopere ire oppugnatum; el mismo, en Soldado: Mihi amanti ire opitulatum;
Salustio, en Jugurta: Quippe qui Romae omnia uenum ire in animo haeserat; en la misma
obra: Cum maxima cura ultum ire iniurias festinat, es decir, ulcisci; Marcial, en libro 3:
Gaudes ducentas nuptum ire post mortes, es decir, nubere. En pasiva: Cicerón, en
Adivinación, 1: Remigem quendam uaticinatum madefactum in minus triginta diebus
Graeciam sanguine, es decir, madefieri; Terencio, en Hécira: Quum interea rumor uenit
datum in gladiatores; Plauto, en Rudens: Mihi isthaec uidetur praeda praedatum iri;
Cicerón, en Sobre la invención, 2: Si illud concedatur, id non concessum iri oportet; Plinio,
en Epístolas, 2: Quae absolutiora mihi uidebantui; non fuit alienum iudicio tuo traditum
iri; Lactancio, en libro 1: Et Erythraeam se nominatum iri praelocuta est. Así pues, en
activa, gaudes nuptum ire es presente, gaudebis nuptum ire es futuro, y gauisa fuit nuptum
ire, pasado; en pasiva, dictum iri oportuit es un pasado, dictum iri oportet es un presente, y
dictum iri oportebit un futuro. De todo lo anterior se deduce que esta es la perífrasis en la
que el verbo eo no significa, como ya dije, propiamente movimiento, sino que forma, por
así decir, unidad con el supino; lo mismo ocurre en griego en frases como διὰ φροντίδος
ἔχει por φροντίζει, honorat, "honra"; παίζεις ἔχων por παίζεις, ludis, 'juegas"; εἰμί ὤν por
sum, "soy", y muchas otras construcciones de este tipo. También en latín: facere uerba por
loqui, fac nos missos por mitte, y similares. Expliquemos ahora un texto de Cicerón, del
libro 5 de la cartas; Metelo escribe a Cicerón estas palabras: Existimaram pro mutuo inter
nos animo et pro reconciliata gratia neque me absentem ludibrio laesum iri nec Metellum
fratrem ob dictum capite ac fortunis per te oppugnatum iri; a estas palabras responde
Cicerón: Scribis ad me te existimasse pro mutuo inter nos animo et pro reconciliata gratia
nunquam te a me ludibrio laesum iri; y más adelante: Quod scribis non oportuisse
138
Metellum fratrem tuum ob dictum a me oppugnari etc. Véase cómo oppugnatum iri y
oppugnari no se diferencian en absoluto, ya que a laesum iri y oppugnatum iri responde
Cicerón por medio de laesum iri y oppugnari.
Gelio, en el cap. 8 del libro 1, nos enseña que antiguamente era usual la forma
amaturum, en infinitivo, sin número, sin género y sin persona, de manera que se le debería
llamar verbo puro y no participio, como ocurre en credo ego inimicos meos hoc dicturum.
La preposición es una forma que no tiene número, que precede a los casos y se
encuentra en composición. Lo característico, pues, de la preposición es ir delante de los
casos del nombre, ya que, aunque no vaya, se trata de una anástrofe, y no por ello pierde su
condición de preposición. Lo contrario piensa Escalígero en el libro Sobre las causas, y
aduce los conocidos ejemplos de mecum, tecum, secum, transtraper etc.; se equivoca; lo
correcto era cum me, cum te etc. La preposición es la más importante de las partículas, ya
que rige casos, cuando las demás no pueden regirlo, por mucho que así se empeñen muchos
gramáticos. Por otro lado, es un feo comentario decir que un verbo rige un caso a través de
una preposición; por ejemplo, en Abstineo me a pecuniis; y es que todo ablativo, como
dijimos, es regido necesariamente por una preposición; así, en la oración Omnes ibi erant
praeter Catonem, ¿no es una monstruosidad decir que Catonem es regido por el verbo
erant?
Del número de preposiciones que los gramáticos pertinazmente aducen, yo, en el libro
1, al hablar de la naturaleza de éstas, he suprimido algunas.
En las formas quapropter y quamobrem estamos ante una anástrofe de la preposición;
los gramáticos dicen que son conjunciones. Ahora bien, quapropter, es decir propter qua o
propter quae, remonta a un acusativo antiguo, como ocurre con si qua y ne qua. En lo que
se refiere a quamobrem, no veo claro por qué en singular es una conjunción y en plural,
quas ob res, no.
Quocirca, es decir, circa quod, es también una anástrofe, donde ha habido una supresión
eufónica de la d. Así lo explica César Escalígero. A mí, sin embargo, me parece que quo es
un acusativo del plural; se trataría de circa quae, como más adelante, al hablar de las
conjunciones, se dirá.
Am regía acusativo en otro tiempo, como en am terminum; de ahí ambire, ambarualia
sacra; ahora ya sólo la encontramos en composición.
139
Para mí, las preposiciones que no llevan caso no son adverbios; se trata más bien de una
elipsis, ya que falta el caso regido; es lo que ocurre en el siguiente ejemplo de Virgilio:
Longo post tempore uenit, es decir: Longo tempore post id tempus.
El adverbio es algo así como un adverbo, ya que se une a los verbos como un adjetivo;
así en bene dormit, grauiter disputat, lente ambulat. Es el auténtico modo de los verbos,
pero no como piensan los gramáticos, que se inventaron el imperativo y el subjuntivo como
modos del verbo, modos que yo excluí de la conjugación en el cap. 13 del libro 1. Se unen
también a otras partes de la oración; así en bene doctus, bene mane, ualde uelociter; y
también en este caso indican el modo como se hace o es algo.
Los adverbios, a menos que sean tomados como nombre, no rigen casos; así, en crurum
tenus, tenus no es una preposición, puesto que sigue a un genitivo. Lo mismo ocurre en
satis uini.
De o dicen que rige tres casos; a saber: O uir fortis atque amicus!; O curas hominum;
O Caesar inuicte. A este propósito César Escalígero dice: "Cuando dicen que o significa
deseo, no estoy de acuerdo con ellos; también utinam es una interjección y no añade
ninguna modalidad al verbo, ya que lo mismo es amarem que utinam amarem; y O mihi
praeteritos referat si Iuppiter annos es lo mismo que Heu! quare mihi non refert Iuppiter?;
no existe en absoluto ningún adverbio de llamada; nada cambia, ni añade ni quita al
nombre". Estas son las palabras de Escalígero. Véase más arriba, en el cap. 13 del libro 1.
Hay quienes dicen que quo y unde rigen acusativo, porque Horacio dijo: Quo mihi
fortunam, si non conceditur uti?; y Cicerón: Quo mihi Martis signum pacis amatori?;
Horacio: Vnde mihi lapidem, quorsum est opus? unde sagittas?; Juvenal: Vnde tibi frontem
libertatemque parentis? Pero en estos casos se suple el verbo paro. Véase nuestro capítulo
sobre la elipsis.
En y ecce no rigen acusativo ni nominativo. Véase el capítulo sobre la elipsis de verbos.
Sobre quandoque.
La partícula quandoque nunca fue suficientemente entendida por los gramáticos, ya
que de ninguna forma significa lo que ellos sueñan. Deriva de quandocumque, y siempre
que se encuentra la partícula quandoque, puede perfectamente ser sustituida por
quandocumque. Horacio, en el Arte: Indignor, quandoque bonus dormitat Homerus, es
decir: quandocumque dormitat; el mismo utiliza esta forma en las Odas 1 y 2 del libro 4;
140
Columela, al final de la obra: Quandoque arabitur, es decir: Quotiescumque; Persio, en
Sátira 4: Qui, quandoque iugum pertusa ad compita figet... ingemit; Cicerón, en el Sueño,
según cita de Macrobio en el capítulo 2 del libro 11: Ita quandoque quum ab eadem parte
Sol eodemque tempore iterum defecerit, expletum annum habeto; en las obras al uso de
Cicerón se lee quandocumque, lectura de Macrobio que acepta Manucio, hijo de Pablo, al
citar, como prueba, muchos pasajes tomados del Digesto; Suetonio, en Julio: Tabula aenea
in monumento inuenta est conscripta literis uerbisque graecis in hanc sententiam:
"Quandoque ossa Capys detecta essent, fore ut Iulo prognatus manu consanguineorum
necaretur".
Así pues, quandoque exige muchas veces dos oraciones separadas, de la misma forma
que quandocumque; pero a veces encontraremos una y otra forma con una sola oración, con
tal, sin embargo, de que marque un futuro y algo así como una condición: Horacio:
Garrulus hunc quando consumet cumque, es decir: Quandocumque; en español : "Algún
día"; Juvenal, en Sátira 5: Pulsandum uertice raso praebebis quandoque caput, neque dura
timebis flagra pati; Tácito, en Anales 1: Seruiendum esse foeminae duobusque insuper
adolescentibus, qui rem publicam interim premant quandoque distrahant; en español: "Que
al presente opriman y después la dividan"; el mismo, al final del libro 6 de los Anales dice,
con palabras griegas, esto: Et tu Galba quandoque degustabis imperium, es decir:
quandocumque; en español: "Algún día"; en Cicerón encontramos dos veces esta palabra;
en la carta 20 del libro 6: Ego me Asturae diutius arbitror commoraturum, quoad ille
quandoque ueniat; y en el libro 3 de Tusculanas, casi al principio: In eundem cadit ut
seruiat, ut uictum se quandoque esse fateatur, donde Lambino edita aliquando esse se
fateatur, siguiendo al manuscrito. No es extraño que esta palabra se escinda en dos, como
quiera que quandoque equivale a et quando; así en: Quando ego te uidebo, quandoque
complectar!; Livio, en libro 1: Inde ordine alii rogabantur, quandoque pars maior eorum,
qui aderant in eandem sententiam, ibat; bellum erat consensu fieri solitum etc.; Horacio, en
la Sátira 6, del libro 2: O rus! quando ego te aspiciam? quandoque licebit ducere!; Cicerón,
en el libro 2 de Sobre la adivinación: Vident ex constantissimo motu lunae, quando illa e
regione solis facta incurrat in umbram terrae, quandoque eadem luna subiecta soli, etc. De
las tres acepciones apuntadas se encuentran numerosos ejemplos en el Digesto, en cuyo
análisis hay que tener fino juicio; aduciré, sin embargo, algunos por orden: de la primera
acepción son los ejemplos siguientes; en la ley 2 del título Soluto matrimonio: Dotis actio
filiae non erit adempta, quandoque sui iuris filia fuerit facta; en la ley 13, Si fundus, del
título De rebus eorum qui sub tutela: Quandoque domino praedium cum fructibus
uindicanti doli non inutiliter opponitur exceptio; en la ley Quod pupillae, del título Quando
dies legatorum cedat: Quod pupillae legatum est "quandoque nupserit" etc.: en la ley 13,
Et per iusiurandum, del título De acceptilatione: Quandoque ei creditum fuerit tenetur; en
el párrafo 1 del título 15 del libro 3 de las Instituciones: Et quandoque nobis non eadem
res, sed aliae eiusdem naturae et qualitatis redduntur, inde etiam mutuum appellatum est;
otros leen Quoniam. De la segunda acepción son los ejemplos siguientes: Digesto, libro 1,
141
título 7, ley 22, De adoptionibus: Caeterum si fidei eius committat, ut quandoque restituat,
non oportet admitti fideicommissum; en la ley 13, Si fundus, del título De rebus eorum:
Quandoque domino praedium cum fructibus uindicanti doli non inutiliter opponitur
exceptio; en la ley 137, Continuus, párrafo Item qui, del título De uerborum: Liberatur qui
se daturum spopondit si quandoque tradit. De la tercera acepción: en la ley 31, In
substitutione, del título De uulgari et pupillari: Quaeritur quisquis haeres, quandoque
fuerit, intelligatur.
Sobre quod.
La partícula quod fue la primera, tras el siglo dorado de Cicerón, que osó manchar a la
lengua latina; ella destrozó de mala manera la dialéctica de Aristóteles y Platón, y la
filosofía de ambos; ella descarnó la enseñanza de los dos derechos con formas y
comentarios propios de bárbaros; ella arremetió incluso contra los comentarios y versiones
latinas de las Sagradas Escrituras de tal manera que arrastró al más profundo abismo de la
barbarie a hombres por lo demás muy cultos. Por ello me irrito más con Erasmo de
Rotterdam quien, al intentar traducir a lengua latina el Nuevo Testamento, no supo o no
pudo evitar esta peste que ha destrozado a la lengua latina. Repite, en efecto,
constantemente construcciones como dico quod o dixi uobis quod ego sum. Se me dirá: "Es
propio de un fiel intérprete traducir palabra por palabra, como insinúa Horacio". Lo admito
totalmente y yo mismo afirmo que Horacio era de esta opinión; pero nadie que esté bien de
la cabeza traducirá correctamente, palabra por palabra a otra lengua, los idiotismos y
peculiaridades de cualquier lengua. O ¿hemos de soportar las frases que constantemente
pronunciaba un gran teólogo en la escuela, frases como Hoc argumentum tangit de cuspide
in album y O ualeat me deus? ¿Y qué, si se pretende decir en español "Saltar fuera del
coro", a semejanza de la frase latina extra chorum saltare, como oí hace poco a un
predicador bastante charlatán? ¿Por qué no traducimos los artículos del griego y sus dos
negaciones, que en esa lengua refuerzan la negación? ¿Por qué no decimos Vtor libris
quibus habeo, construcción muy frecuente en griego? ¿Por qué transformamos en ablativos
los genitivos de tiempo, como ocurre en imperante Caesare?
Fue la partícula griega óti la que acarreó estos tan grandes males, ya que al pasar del
griego al latín o bien debería ser totalmente omitida, o bien traducida por cualquier cosa
menos por quod, quia, quoniam. Véase la fea traducción de Boecio del comienzo del libro
segundo de Posteriora; traduce así: Quaerimus autem quatuor, quia, propter quid, si est, et
quid est; efectivamente, la primera pregunta, que en griego va introducida por óti, significa
que el hecho existe, como en solem deficere. Cicerón tradujo muchas obras griegas en las
que aparece constantemente la partícula óti; pero nunca aparece en sus traducciones. Este
solo argumento me basta para afirmar que hablan con barbarismos quienes utilizan
constantemente expresiones como dico quod, credo quod, sciendum est quod. Véase el
libro de Cicerón Sobre el universo; todo él está traducido del Timeo de Platón; nunca
142
encontrarás un quod, a pesar de que en el original griego aparece frecuentemente la
partícula óti. Se me dirá: ¿qué hace entonces Cicerón? Veáse la traducción de Esquilo
hecha por Cicerón en el libro 3 de Tusculanas: Οκούν, Προμηθέυ, τοῦτο γιγνώσκεις, ὅτι
ὀργῆς νοσούσης εἴσιν ἰατροὶ λόγοι: Atqui, Prometheu, te hoc tenere existimo meden posse
rationem iracundiae. Erasmo o Lorenzo Valla hubieran traducido: Igitur, o Prometheu, hoc
scias, quod irae infirmitatis sunt medici rationes uel sermones. Yo podría aducir
innumerables ejemplos de traducciones de Cicerón a partir de Platón, Demóstenes,
Aristóteles, Jenofonte y otros filósofos y poetas. Pero cada uno encontrará mejor sus
propias explicaciones, si es que le importa la pureza del latín.
Dicho lo anterior, rechacemos una falsa calumnia levantada contra Cicerón. Antonio
Mayoragio triunfa, como él cree, ufano sobre Cicerón, cuando intenta demostrar, en sus
Antiparadojas, escritas contra las Paradojas de Cicerón, que éste es un ignorante de la
filosofía y un desconocedor de toda la dialéctica. Y ¡con qué argumentos lo hace! Dice que
el análisis hecho en el desarrollo de las Paradojas no tiene nada que ver con el título de las
mismas; así, el título de la cuarta Paradoja es este: Ὅτι πάντες οἱ μοροι μαίνονται; pues
bien, no hay ninguna idea que responda a este título. Pero Mayoragio no ve que esos títulos
fueron fijados por los gramáticos ignorantes; ¿acaso Cicerón hubiese puesto en latín frases
tan malas como Quod solus sapiens diues sit y Quod omnes stulti insaniant? El realmente
insanus es el que puso estos títulos. En la cuarta paradoja, si hubiera que ponerles un título,
sería así Ὅτι πάντες οἱ σόφοι πολίται καὶ πάντες οἱ μοροὶ φεύγοντες, es decir: Omnes
sapientes esse ciues et omnes stultos exules. Pero, para hablar en general de los títulos de
este tipo, aunque me alargue más de lo que es mi costumbre, la situación es esta: Todos los
títulos puestos a los epigramas de Marcial, a las odas de Horacio, no sólo no son de ellos,
sino que muchos están incluso muy alejados de lo que el poeta quiso decir. Para Plinio han
sido muy mal puestos. En cuanto a Aldo Manucio, hijo de Paulo, quien hace poco editó
unos comentarios a los Deberes y a las Paradojas de Cicerón, no puedo sino poner en
evidencia las negligencias de sus títulos, ya que atribuye a Cicerón auténticas bagatelas.
En definitiva, la partícula quod, si no es relativo, como dicen los gramáticos, no tiene
lugar en latín. Función de relativo tiene en el siguiente texto de Cicerón: Quod epistolam
conscissam doles, noli laborare; el orden y sentido de la frase es este: NoIi laborare circa
id quod, o ex eo quod, o propter id quod. Así Marcial: Non miror quod potat aquam tua
filia, Basse, es decir: Non miror de eo quod, o propter id quod; falta la partícula griega
katà, es decir: Ob id quod. Donato, a propósito del texto Quod me accusas de la escena 3
del acto 1 de Hécira, dice: "Falta in eo; sería in eo quod me accusas, o quod, es decir,
propter quod?". Estas son las palabras de Donato. Finalmente, es latina la frase Miror
quod, pero es un barbarismo Dico quod, Audiui quod, Credo quod.
Pero, contra esta mi doctrina, aducen testimonios de importantes autores no sólo mis
rivales, sino también mis amigos; Terencio, en Andria: Audiui Archillis quod iam dudum
143
Lesbiam adduci iubes. Mi respuesta es que se equivocó Antonio Goveano, quien al intentar
reducir religiosamente a la norma los versos de Terencio destrozó el latín; en todos los
manuscritos antiguos se lee esto: Audiui Archillis iam dudum Lesbiam adduci iubes; y sería
perfecto el verso si se midiera así: Audi (-)ui Ar (-) etc.; Mureto ha demostrado que fue
Goveano el que añadió el quod en este texto. De la carta 17 a Bruto se cita el siguiente
texto: Dolet mihi quod tu non stomacharis; pero la cita no tiene sentido; los doctos leen así:
Dolet mihi; tu non stomacharis amantissimus tum tuorum omnium, tum Ciceronis; es como
si se dijera: Si mihi dolet, cur tu saltem non stomacharis. Y hay otro texto de Cicerón, del
final del libro 1 de Sobre los deberes, que comienza Se ab his y que dice así: Idque hoc
argumento confirmari potest, quod si contigerit ea uita sapienti etc.; pero todo este texto ha
sido horriblemente tergiversado y transmitido sin sentido; por ello me extraña que
Lambino, Aldo y otros eruditos no lo hayan advertido; yo leo y corrijo todo el texto en el
siguiente sentido: Id quod hoc argumento confirmari potest: Si contigerit ea uita sapienti,
ut omnium rerum affluentibus copiis ditetur (quamuis omnia quae cognitione digna sint,
summo otio secum ipse consideret et contempletur) tamen si solitudo tanta sit, ut hominem
uidere non possit, excedat e uita princeps omnium uirtutum necesse est illa sapientia, quam
sophíam graeci uocant. Y Ovidio, en el libro 5 de Tristes: Si quis delicias lasciuaque
carmina quaerit, praemoneo nunquam scripta quod ista legat; no he visto nada más
corrupto ni plagado de barbarismos que este pentámetro; ¿quién dirá, en efecto, ista en el
sentido que está en él utilizado? ¿Quién dirá Praemoneo nunquam quod? Del mismo estilo
es el siguiente texto virgiliano: Quantum omnis mundus gaudet cantante Sileno. José
Escalígero y otros muestran que en 105 textos de Catulo, Tibulo y Propercio se han
introducido muchos barbarismos. Se cita, de un poema lírico de Cornelio Galo, que
comienza Lilia bella, el siguiente texto: Saeua non cernis quod ego languo?; pero, según
testimonio de Julio Escalígero, en el libro 6 de su Poética, esta oda es de algún mal poeta; y
yo estoy de acuerdo con ello. Sólo hay un texto de Plauto que me ofrece dudas; a este
respecto no admito la explicación de Lambino, ya que es muy forzada; a mí me parece que
se debe corregir el texto cambiando exclusivamente una simple letra; el texto es de la
primera escena de Asinaria: Equidem scio iam filius quod amet meus, istam meretricem e
proximo Philenium; yo leo así: Equidem scio iam, filius quom amet meus; Plauto utiliza
muchas veces quom o qom por quum; y Lambino, a propósito del texto Agite, pugni, iam
diu est quod uentri uictum non datis, de la escena primera del Anfitrión, dice: "Yo he
procurado escribir quum, ya que el quod no puede admitirse". Se me suelen objetar otros
muchos textos; pero se trata de textos o bien mal entendidos, o bien tomados de autores no
excesivamente latinos; del primer tipo son las siguientes palabras de Horacio, sat. 2 lib. 2:
Rancidum aprum antiqui laudabant, non quia nasus illis nullus erat, sed credo hac mente,
quod hospes tardius adueniens uitiatum commodius, quam integrum edax dominus
consumeret; aquí no dice Horacio credo quod, sino Hac mente laudabant quod, ya que el
verbo credo debe ser interpretado como si fuera entre paréntesis; sería algo así como ut
credo; Lambino lo explica de la forma siguiente: Rancentem aprum antiqui laudabant, non
144
quod odoratu carerent, sed quod existimarent etc. De Virgilio se cita el siguiente texto:
Dicite Aeneae quod; pero se trata de una mala interpretación; el texto es así: Vadite et haec
memores regi mandata referte, quod uitam moror inuisam Palante perempto dextera causa
tua est; Sería algo así como: Dextera tua est in causa, quod non moriar.
Tomás Linacro, por lo demás muy docto, se equivoca de lleno al decir que son latinas
las frases Dico quod, assero quod, al final del libro 5 y en el capítulo sobre la elipsis de la
conjunción del libro 6; y dice: "A veces incluso se utiliza con frecuencia la propia
conjunción quod; Marcial: Hoc scio, quod scribit nulla puella tibi; Horacio: Si tibi nulla
sitim leniret copia lymphae, narrares medicis quod quanto plura parasti, tanto plura cupis;
Séneca, en la Cuestiones Naturales: Miramur quod accessionum fluminum maria non
sentiat, aeque mirandum est, quod detrimentum exeuntium terra non sentit; el mismo: Nos
putamus quod quia nubes colisae sunt, ideo fulmina emittunt; Plinio, en carta a Serviano:
Gaudeo et gratulor quod Fusco Salinatori filiam tuam destinasti; el autor contra Salustio:
Credo quod non omnes tui similes incolumes in urbem uenissent". Hasta aquí las palabras
de Linacro. Ahora responderé por orden a los seis testimonios aducidos. El primero es de
Marcial, del epigrama 64 del libro 11, dice así: Nescio tam multis quid scribas, Fauste,
puellis; hoc scio quod scribat nulla puella tibi; el quod es relativo; es como si dijera: Tu
multa scribis puellis, quum sis paedico, ut uidelicet te ostendas puellarum amatorem, sed
ego scio quid sit propter quod nulla tibi rescribit, quia pueros amas. El segundo es de
Horacio, de la carta 2 del libro 2: Si tibi nullam sitim finiret copia lymphae, narrares
medicis quod quanto plura parasti, tanto plura cupis, nulline faterier audes?; véase la
negligencia de Linacro, quien, al no entender la frase de Horacio, afirmaba que el poeta
escribía mal; no es latín Fateor quod uerum dicis, pero sí es latín Quod uerum dicis
irascor, ya que en el último caso se trata de un relativo, mientras que en el primero no. El
tercer texto de Séneca no va contra mi doctrina, ya que el quod repetido es un nombre, y
falta además la preposición katà o dià, de forma que sería dià ti? Al cuarto texto, también
de Séneca, lo considero una glosa, ya que la opinión de Séneca sobre los rayos es muy otra;
su opinión está en el capítulo 32 del libro 2 de la Cuestiones Naturales; pero si alguien se
empeña en que son palabras de Séneca, yo también me puedo empeñar en decir que no es
difícil demostrar que en ese caso Séneca no habla con pureza. El quinto texto de Plinio está
escrito con elegancia. El sexto, de Cicerón, no es en absoluto un barbarismo. Y me extraña
que no sólo Linacro, sino tampoco Quintiliano, Valla y otros no vieran que estas malas y
bárbaras frases, que se nos trasmiten bajo el nombre de Salustio y Cicerón, fueron en
realidad escritas por algún autollamado escritor y bárbaro. Esto lo indicaron con suficiencia
Pedro Victorino y Sebastián Corrado en su Cuestura, además de otros.
Con este ejemplo pasamos a los ejemplos del segundo tipo. Si en contra de nuestra
doctrina nos aducen al respecto testimonios de Séneca, ¿qué otra cosa decir sino que el latín
de Séneca es malo en muchos aspectos? Plinio, en la carta 11 del lib. 2, dijo: Adnotatum est
experimentis quod fauor et misericordia acres et uehementes primos impetus habent. Pero
145
responderá por mi Policiano, en su carta 1, donde dice: "Que otros añoren el parecerse al
orador Plinio, ya que se alaba su madurez y disciplina. Yo, por el contrario, diré que
desprecio a todo aquel siglo de Plinio". Atrevámonos, pues, ya a burlarnos del precepto de
Lorenzo Valla, en el cap. 17 del lib. 2, donde dice: "A los verbos de opinión y de
conocimiento les marcamos con quod: Opinor quod pater aut mortuus est aut grauiter
aegrotat"; y en el cap. 20 del mismo libro: "Se dice uolo quod scribas, y no quod scribis".
He aquí un extraordinario maestro de la oratoria. Pero debemos decir algo del latín del
Digesto, cuyos autores, según la opinión de todos, se equiparan a Cicerón; libro 1, título 6,
ley 1 De iure personarum: Alia diuisio sequitur quod quaedam personae sunt sui iuris,
quaedam alieno iuri subiectae; y en el mismo libro, titulo 20, ley 1: Huius rei fortissimum
argumentum est quod lege Iulia de ui nominatim cauetur; y en la ley 30 del libro 15:
Sciendum est generaliter quod si quis se scripserit fide iussisse uideri omnia solemniter
facta. Respondo a estos ejemplos y a otros muchos que se pueden aducir del Digesto: en
primer lugar, la forma quod está marcada en el Digesto de Plantino por comillas, y Taurelio
advierte en su prólogo que todo lo que está recogido entre estos signos no pertenece al
Digesto Florentino ni a otras ediciones del mismo, sino que son añadidos de editores
recientes. En segundo lugar, mi respuesta es mucho más contundente y segura si digo que
no me importa la opinión de aquellos que comparan la forma de hablar de los jurisconsultos
con la de Cicerón. ¿Dónde están, por favor, en el Digesto los adornos, las figuras de palabra
y pensamiento, los tropos, los periodos, los cola, los commata, y las brillantes figuras? Es
más, si los juristas utilizaran la forma de escribir de Cicerón, yo diría que no saben escribir
leyes. Y, por último, la época de Justiniano no se preocupaba en absoluto por la perfección
de la lengua latina; encuentro en el Digesto muchas cosas que no son del agrado de oídos
latinos; pongamos como ejemplo el título 11 del libro 1, donde encontramos mucho que no
tiene nada que ver con el latín genuino. Suficiente gloria daremos a los juristas, si decimos
que entre los hombres de su época ellos fueron los más relevantes.
Sobre quidem.
La partícula quidem ha sido mal entendida por los gramáticos y por los autores de otros
temas; hay quienes piensan que hablan latín y que ponen a sus libros estos títulos: Quod
uera sit sententia Ciceronis; Quod nulla sint uerba neutra; también se puede ver en el
comienzo de los libros títulos como Libri de dialectica longe quidem utilissimi. No
encuentro, tras la venerable época clásica, a nadie que utilice la partícula quidem con
corrección y en su lugar; no es latín correcto Praeceptor quidem tuus est doctissimus, sino
que lo elegante es Praeceptor quidem tuus est doctissimus, sed ignauus, at ignauus, tamen
ignauus.
Explicaré el uso elegante de esta forma a través de ejemplos de Cicerón; quien quiera
más ejemplos, los encontrará fácilmente; Cicerón, en el libro 5 de Sobre los límites:
Tantam uim uirtutis tantamque auctoritatem honestatis, ut reliqua non illa quidem nulla,
146
sed ita parua sit, ut nulla esse uideatur; en el mismo libro: Illa enim quae sunt a nobis
bona corporis numerata complent ea quidem beatissimam uitam, sed ita ut sine illis possit
beata uita existere; en el mismo libro: Quum autem progrediens confirmatur animus,
cognoscit ille quidem naturae uim, sed ita ut progredi possit longius; el mismo, en el libro
1 de Sobre las obligaciones: Altera est res, ut quum ita sis affectus animo, ut supra dixi, res
geras magnas illas quidem et maxime utiles, sed ut uehementer arduas plenasque laborum;
en Sobre el universo: Ita totum animal mouebatur illud quidem, sed immoderate et fortuito;
en el libro Sobre la amistad: Qui negligendi quidem non sunt, sed alio quodam modo
colendi; en el mismo libro: Nouitates autem, si spem afferunt, non sunt illae quidem
repudiandae, uetustas tamen suo loco conseruanda est. Al explicar yo a mis discípulos
estos y otros ejemplos de este tipo, me objetaron con otros ejemplos que parecen tener otra
explicación; aduciré aquí esos ejemplos para que nadie se vuelva a equivocar con ellos; y
aduciré el texto íntegro, para que se sepa que la partícula adversativa que debe responder a
la forma quidem ha de ser buscada en el contexto lejano; Cicerón, 1 De Sobre el orador: Si
quis est qui haec putet arte accipi posse, quod falsum est; praeclare enim se res habeat, si
haec accendi ac commoueri arte possint, inseri quidem et donari ab arte non possunt
omnia; sunt enim illa dona naturae: quid de illis dicet, quae certe cum ipso homine
nascuntur, linguae solutio, uocis sonus, litera, uires, conformatio quaedam, et figura totius
oris et corporis? Neque hoc ita dico, ut ars aliquid limare non possit, neque enim ignoro et
quae bona sint fieri meliora posse doctrina, et quae non optima aliquo modo acui tamen et
corrigi posse; es como si dijera: Inseri quidem haec arte non possunt; el mismo, en la carta
24 del libro 7: Amoris quidem tui quoquo me uerti uestigia uel proxime de Tigellio; sensi
enim ex literis tuis ualde te laborasse; amo igitur uoluntatem, sed pauca de re; es como si
dijera: Amor quidem tuus notus est, sed de re ipsa pauca dicam; el mismo, en la carta 3 del
libro 2: Meam quidem sententiam aut scribam ad te postea pluribus, aut ne ad eam
meditare imparatum te offendam coramque contra istam rationem, meam dicam; ut aut te
in meam sententiam adducam aut certe testatum apud animum tuum relinquam quid
senserim, ut si quando quod nolim displicere tibi tuum ceperit, possis meum recordari,
breuitatem tamen sic habeto; Horacio, en la epíst. 1 del libro 2: Multa quidem nobis
facimus mala saepe poetae, (ut uincam egomet caedam meam) quum tibi librum sollicito
damus aut fesso? Quum laedimur unum, si quis amicorum est ausus reprehendere uersum.
Quum loca iam recitata reuoluimus irreuocati, quum lamentamur non apparere labores
nostros et tenui deducta poemata filo, quum speramus eo rem uenturam, ut simul atque
carmina reieceris nos fingere commodus ultro, arcessas et egere uetes et scribere cogas;
sed tamen est operae pretium cognoscere quales aedituos habeat uirtus; Virgilio, en el
libro 4 de Geórgicas, hablando de Eurídice: Illa quidem, dum te fugeret per flumina
praeceps, immanem ante pedes hydrum montura puella seruantem ripas alta non uidit in
herba. At chorus aequalis dryadum.
Alguien aducirá como objeción los siguientes textos de Cicerón y de otros; Cicerón: Et
aethera quidem ipsum siue coelum appellare libet; Virgilio: Ac me tunc quidem; y otros
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muchos textos, en los que no encontramos una partícula que responda. Yo respondo que en
estos casos estamos ante otra partícula dividida por tmesis; así <et> aethera quidem
equivale a et quidem o equidem; et nos quidem equivale a equidem nos, y así en otros
muchos casos. Todavía hay aún quienes objetan que la partícula quidem se encuentra sin
otra partícula que la responda y sin que haya posibilidad de tmesis, ya que en latín se dice
qui quidem, hanc quidem, illa quidem, sin ningún añadido más. Respondo que tras quis,
quae, quod, hic, ille, es correcto poner un quidem sin valor adversativo, como ocurre en
quas quidem, ille quidem; pero, si se pretende decir que este quidem tiene significado, diré,
en contra de los gramáticos que así piensan, que ni aquí ni en otro sitio la partícula quidem
tiene significado de afirmación; casi siempre es, en efecto, equivalente a saltem; en
español: "A lo menos , una por una", "a lo que puedo juzgar". Así, si alguien me pregunta:
Venitne huc Petrus?, responderé: Minime, quod quidem uiderim; Terencio, en Formión:
Mihi paratae lites, quid mea, illa quidem nostra erit. De Terencio y Cicerón me presentan
como objeción algunos testimonios; pero se trata de textos corruptos. Terencio, en Adelfos:
Occidunt me quidem dum nimis sanctas nuptias student facere; in apparando totum
consumunt diem; pero ya muchos han visto que este texto ha de ser leído de otra forma; así:
Occidunt me, qui dum nimis sanctas nuptias student facere, etc. Cicerón, en Sobre la vejez:
Ille autem Caepione et Philippo iterum consulibus mortuus est, quum ego quidem quinque
et sexaginta annos natus legem Voconiam suasissem; la forma quidem, dice Lambino, está
ausente en todas las viejas ediciones de este texto. Cicerón, en el libro 1 de Sobre la
adivinación, al final: Quumque animi hominum semper fuerint futurique sint, cur ii quidem
quid ex quoque euenerint perspicere non possint; Lambino lee: Cur ii quid ex quoque etc.
También se objeta lo que constantemente se lee en las cartas de Cicerón: Si uales, bene est,
ego quidem ualeo; pero el error de los gramáticos es vergonzoso, ya que no supieron
interpretar estas siglas: S.V.B.E.E.Q.V., que quieren decir: Si uales, bene est, ego quoque
ualeo; y no faltan quienes efectivamente lo interpretan así a partir de la carta 34 del libro 10
y de la carta 15 del libro 12: Si ualetis liberique uestri ualent, bene est, ego quoque ualeo.
Cicerón, en la Paradoja 5: Qui legibus quidem non propter metum parent; otros leen con
mejor criterio: Qui ne legibus quidem propter etc. Paradoja 6: Haec quidem utrum
abundantis aut egentis signa sint etc.; Lambino y otros leen: haec utrum abundantis etc. A
veces, sin embargo -por no callar nada-, no hay ninguna partícula adversativa que responda
a quidem; pero si se analiza con atención, de algún modo precede; Cicerón, en el libro 15
de las cartas: Fateor ea me studiose sequutum ex quibus mira gloria nasci possit; ipsam
quidem gloriam per se nunquam putaui expetendam; es como si dijera: gloriam quidem
nunquam expetiui, sed ea ex quibus gloria nascitur. El mismo, en libro 12, epist. 19: Sed
hoc ex re et tempore constitues, mihi quidem usque curae erit quid agas, dum quid egeris
sciero.
Etsi quanuis. Cicerón, en la carta 7 del lib. 16 a Atico: Etsi quanuis non fueris suasor et
impulsor profectionis meae, approbator certe fuisti.
Quanuis licet. Cicerón, en el libro 3 de Leyes: At duo Grachi fuerunt et praeter eos,
quanuis enumeres multos licet, quum deni crearentur, nonnullos in omni memoria reperies
perniciosos tribunos; Lorenzo Valla, en el libro 2, cap. 21: Quanuis licet reclament
grammatici, non dubitabo, etc.
Ergo igitur. Hacen el ridículo los gramáticos que establecen extrañas diferencias entre
ergo e igitur. Para mí, ergo es el ablativo de la palabra griega ergon, que significa opus o
res; es como si se dijera: re uera; la partícula igitur equivale, en propiedad, a deinde; en
español: "en consecuencia , tras esto". Plauto, en Anfitrión: Sese igitur summa ui uirisque
eorum oppidum expugnassere; el mismo, en Epídico: Sed qui perspicere possent cor
sapientiae; igitur perspicere ut possint cordis copiam; en la misma comedia: Quid tibi
negotii est meae domi igitur?; de la misma forma, Terencio en Adelfos: An non haec tibi
iusta uidentur postea? Apuleyo, puro escritor del latín, suele unir con frecuencia estas
partículas; en el libro 2 de Asno: Ergo igitur Fotis erat adeunda; en el mismo libro: Ergo
igitur senex ille; en el libro 3: Ergo igitur iam et ipse possum; al principio del libro 4: Ergo
igitur quum in isto cogitationis salo fluctuarem; en el libro 5: Ergo igitur si posthac
pessimae illae lamiae; en el libro 7: Ergo igitur si perdideritis in asino uirginem; en el
mismo libro, un poco más adelante, encontramos la forma ergo sola: Totis ergo prolatis
enatisque rebus; pero de nuevo, poco después: Ergo igitur ancipiti malo laborabam; en el
libro 9: Ergo igitur summo pauore percussum Myrinecem; en el mismo libro: Ergo igitur
graece subiiciens miles; y al final del libro 10: Ergo igitur non de pudore iam, sed de
salute ipsa sollicitus; y en el libro 11: Ergo igitur imperus istis meis; en el mismo libro:
Ergo igitur me quoque oportere; en el mismo libro: Ergo igitur cunctis affatim praeparatis.
Véase igitur en Festo.
Post deinde. Digesto De origine iuris, ley 2: Post hoc dein de autorum succesione; en la
misma ley: Post aliquot deinde annos; en la misma ley: Post deinde.
Mox deinde. Tibulo, en el libro 1 de las Elegías: Et simulat transire domum mox
deinde recurrit.
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Tandem denique. Apuleyo, al final del libro 3 del Asno: Tandem denique reuersus ad
sensum praesentium arrepta manu Fotidis; el mismo, en libro 10: Tandem denique rupta
uerecundia sic alter alterum compellat.
Quia enim. Terencio, en Formión: Quia enim in illis fructus est; Plauto, en Soldado:
Quia enim loquitur laute; Terencio, en Hécira: Quia enim qui eos gubernat animus; Plauto,
en Epídico: Quia enim mulierem illam; el mismo, en Anfitrión: Quia enim sero aduenimus.
Quidem certe. Terencio, en Andria: Mea quidem hercle certe in dubio est uita; el
mismo, en Formión: Nam tua quidem hercie certe uita haec expetenda; Cicerón, en carta a
Léntulo: Illud quidem certe nostrum consilium iure laudandum est; en el libro 2 de las
cartas a su hermano Quinto: Agebatur quidem certe nihil; el mismo, en la defensa de
Quintio: Qui ut summa haberem caetera, temporis quidem certe uix satis habui.
Quia nam. Virgilio: Coelicolae magni, quia nam sententia uobis uersa retro?; el
mismo: Heu quia nam tanti cinxerunt aethera nimbi?; Plauto, en Truculento: Quia nam
arbitrare.
Nam cur. Plauto, en Aulularia: Nam cur me miseram uerberas?; aunque en este caso
puede tratarse de una anástrofe, como ocurre en el libro 4 de las Geórgicas de Virgilio:
Nam quis te, iuuenum confidentissime, nostras iussit adire domos?
Extemplo simul. Livio, en el libro 34: Extemplo simul pares esse coeperint, superiores
erunt.
Olim quondam. Terencio, en Eunuco: Ohm isti fuit genen quondam quaestus apud
saeculum prius.
Ideo. A ideo lo consideran como conjunción; para mí, son dos nombres a los que les
falta respectivamente otro nombre y una preposición; Cicerón: Nec ideo est Gaditanorum
causa deterior; sintácticamente sería: Nec ob id negotium in eo negotio est causa deterior.
Adeo. En adeo Festo hace un distingo; sus palabras son: "Adeo tiene dos significados;
cuando lleva el acento la primera sílaba, significa lo mismo que accedo; así, cuando
150
decimos adeo praetorem; pero cuando va el acento en la segunda sílaba, es lo mismo que
usque eo; y ello no sin razón, porque la preposición ad rige acusativo; se trata, sin embargo,
de una expresión arcaica". Estas son las palabras de Festo. En este grupo hay que incluir a
quo, eo, illo, etc.; así en quo tendis, eo tendit oratio. Terencio: Quum illo aduenio; es lo
mismo que ad quae tendis?, o quae ad?, o quae usque?; equivaldría a ad quae loca usque?
para mí son, en efecto, acusativos del plural, como quousque, que equivale a ad quae; de
manera que los acusativos serían quos, quas, quae o quo; eos, eas, ea o eo, como duo y
ambo; así quocirca, que equivale a circa quae.
Deinceps. Esta partícula no significa lo que los gramáticos dicen; equivale a lo que en
español es "arreo"; es como seriatim, ya que en propiedad hace alusión a una serie; en
griego ἐφεξής. Cicerón, al comienzo del libro 3 de Leyes: Deinde etiam deinceps posteris
prodebatur; el mismo, en Sobre la adivinación, 2: Tum uero ea quae acrosticis dicitur,
quum deinceps ex primis uersus literis aliquid connectitur, ut in quibusdam ennianis; Livio,
libro 1: Ita duo deinceps reges, alius alia uia, ille bello, hic pace, ciuitatem auxerunt; en
español: "uno tras otro"; Cicerón Cicerón, en Naturaleza de los dioses 2: Posse ex his
(literis) in terram excussis annales Ennii, ut deinceps legi possint, effici; César, en Guerra
Civil 1: His perfectis collocatisque alias deinceps pari magnitudine rates iungebant.
La conjunción no une ni casos ni otras partes de la oración, como enseñan los
ignorantes; son las propias partes de la oración las que se unen entre sí; así el nombre con el
nombre, el verbo con el nombre. La conjunción une oraciones entre sí, como en Caesar
pugnat el Cicero scribit; y cuando se dice Cicero scribit et uigilat, hay dos oraciones en las
que encontramos la figura del zeugma; así también en Cicero et filius ualent: aquí la figura
es la de la elipsis; sería: ualet Cicero et ualet filius. Véase más arriba el cap. 18 del libro 1.
Y no es óbice para este aserto lo que sostienen con uñas y dientes Valla y todos los
gramáticos: que la conjunción siempre une casos semejantes, a excepción de unas pocas
situaciones, como en emi drachma et pluris. Y no es óbice porque la conjunción no se
inventó para que uniera casos semejantes. Pero concedamos que se inventó para eso; si así
es, emi drachma et pluris no es una excepción, porque falta pretio. Véase el capítulo de la
151
elipsis. El mismo Valla dice: Magna auctoritate es uir uel magnae auctoritatis; y añade:
"No debemos utilizar en la misma oración el genitivo y el ablativo, a no ser que queramos
caer en el error de Plinio: Choromandarum gentem siluestrem sine uoce, stridoris horrendi,
hirtis corporibus oculis glaucis, dentibus caninis". Esto es lo que dice Valla, quien poco
después aduce dos testimonios de Cicerón que van contra él mismo, testimonios que o bien
no comprende o no acepta; así Lentulum nostrum eximia spe, summae uirtutis
adolescentem, y Scipio Africanus id aetatis et his rebus gestis. Estos testimonios le
producen sudores a Valla, quien nada explica. El mismo Valla teje en otros lugares
auténticas bagatelas, mientras piensa que la función de la conjunción es unir casos, cuando,
como ya he dicho, sólo une oraciones. Y mi doctrina es apoyada por los propios
testimonios aducidos por Valla, a los cuales se puede añadir Cicerón, en el libro 2 de Sobre
la naturaleza de los dioses: Itaque plectri similem linguam nostri solent dicere, chordarum
dentes, nares cornibus iis qui ad neruos consonant in cantibus. Se puede comprobar que la
palabra similem va unas veces unida a genitivo y otras a dativo; Horacio: Aut ob auaritiam
misera aut ambitione laborat; el mismo: Hoc ego commodius quam tu praeclare senator
millibus atque aliis; Marcial, libro 12: Si te ture coli uiridesque pigebit ad aras; Terencio:
Nam qui mentiri aut fallere insuerit patrem; Cicerón: Me ut sibi essem legatus, non solum
suasit uerum etiam rogauit; Salustio, en Catilina: Imitari bonis quam inuidere malebant;
Cicerón, en libro 4 de las cartas: Me aut tibi exire ex urbe necesse sit, aut mihi accedere; el
mismo, a Octavio: Quis huius urbis nomini ac sedibus usque adeo est inimicus, ut ista aut
dissimulare possit aut non dolere; César, en el libro 3 de la Guerra Civil: Nulla fuit ciuitas
quae non Caesari pareret atque imperata faceret.
Licet es un verbo puro; así en per me licet, que en castellano tiene una traducción muy
clara: "Sea, presupongamos". También significa concesión, como ocurre cuando alguien
152
dice: Veniam ad te? y responde otro: Licet. De ahí las expresiones libri licent, serui licent,
es decir uenduntur, en español: "andar en venta", "estar en almoneda", de manera que a
cualquiera le está permitido comprarlo: emas licebit. De ahí que sea elegante la unión de
estas dos formas:Quamuis licet; Cicerón, en Leyes, 3: At duo Gracchi fuerunt et praeter
eos, quamuis enumeres multos licet etc.. Así pues, con este valor se puede decir licet,
licebit, liceat; y aunque suenen como una conjunción, son sin embargo auténticos verbos,
donde se suple ut, ya que licet facias es lo mismo que licet ut facias; de ahí que no pueda ir
con presentes de indicativo; no se puede decir, en efecto, licet es doctus -esto no se
entenderá-, sino licet sis doctus; Horacio: Licebit ter iniecto puluere curras.
Etsi consta de dos partes: etiam y si. Pero además acepta otras formas en composición,
pues utilizamos, todo junto, tametsi y tamen etsi; Terencio, en Andria: Ibo, etsi Herde
saepe iam me spes haec frustrata est, es decir: etiam si; a veces es necesario leer estas
formas por separado; Cicerón, en Las particiones: Et si incidet prudentiae causa, etc;
Terencio, en Formión: Et si tibi res sit cum eo lenone, quocum mihi est, tum senties; en la
misma comedia utiliza tamet si, donde algunos leen tamen et si; dice: Metuit hic nos, tamet
si sedulo dissimulat; el mismo, en Andria: Obtundis, tamet si intelligo; y en otros muchos
lugares. Algunas veces responde otro tamen a esta forma; Cicerón: Tametsi causa postulat,
tamen quia postulat, non flagitat, praeteribo. Véase más abajo etsi quanuis.
Valla se pasó en agudeza al distinguir entre estas partículas: etsi, quamuis, quamquam,
y otras. Pero Cicerón se preocupa poco de ello, ya que en él se leen, juntas, etsi, quamuis,
como más abajo se dirá.
LIBRO IV
- Sobre las figuras de construcción.
- Sobre la elipsis.
- El zeugma.
- El pleonasmo.
- La silepsis.
- El hipérbaton y sus partes.
- Helenismo o antiptosis.
- Una palabra tiene un solo significado.
- Contra la antífrasis de los gramáticos.
- Respuesta a algunas objeciones.
- Los que hablan latín, corrompen el propio latín.
154
Para el libro cuarto he dejado aquello que merece un análisis más profundo y que,
sobre todo, nos descubre la naturaleza de la lengua latina.
SOBRE LA ELIPSIS.
La elipsis es la falta de una o varias palabras para que exista una frase construida según
la norma. Así en paucis te uolo y en noctuas Athenas; y en Terencio: Egone illam...? Quae
illum...; quae me...; quae non...; en relación con este texto, dice Donato: “Hay elipsis y
aposiopesis”; quiere decir: "desde el punto de vista de la gramática, hay elipsis de palabras
y desde el punto de vista de la retórica, hay aposiopesis", es decir, reticencia o corte de
frase.
Antes de acceder a esta importante tarea, parece que se debe refutar aquello que
acostumbran a proclamar los desconocedores de la lengua latina: que no se debe suplir,
porque, si se supliera, frases como ego amo Dei y ego amo Deus serían frases latinas, ya
que en la primera faltaría praeceptum y en la segunda quae praecepit. A éstos se les puede
responder que carecen de sentido común. Mi norma es que sólo se puede suplir lo que
suplieron los venerables antiguos o aquello sin lo cual no puede haber gramaticalidad. No
hay ninguna lengua que no guste de la brevedad en su realización, y hablamos tanto más
agradablemente cuantas más cosas dejamos sobreentendidas. "Una cosa es", dice Fabio,
"hablar en latín y otra hablar según la norma gramatical". Traigamos a colación algunos
versos de los poetas. Virgilio, en el libro 4 de la Eneida: Nec uenit in mentem quorum
consederis aruis?; gramaticalmente habría que decir: Nec uenit tibi, o Dido, in mentem
recordatio illorum hominum in quorum hominum aruis tu consederis? Terencio, en
Heautontimorumenos: Vel me monere hoc, uel percontari puta: rectum est, ego ut faciam;
non, ut deterream; gramaticalmente habría que decir: O Menedeme, uel tu puta me monere
tibi hoc negotium, uel tu puta me a te hoc negotium percontari; quia, si hoc negotium,
quod negotium ego abs te rogo, rectum negotium est, ideo te illud negotium rogo, ut ego
155
idem negotium faciam; at uero si hoc negotium, quod negotium tu facis, rectum negotium
non est, hac quoque de causa illud negotium ego a te rogo, ut ego te ab illo negotio
deterream. ¿Qué más insulso y frío? Horacio, defendiendo, por así decir, mi postura y
aceptando la elipsis, dice en Sátiras 1, 10: "Es necesaria la brevedad, para que la frase sea
fluida y no tropiece en palabras pesadas que cansen los oídos". En las construcciones
comparativas faltan con frecuencia muchas palabras; así, digitorum medius est longior,
sintácticamente sería: Ex numero digitorum medius digitus est longior quam caeteri digiti
sunt longi. El texto de Horacio, Si meliora dies, ut uina, poemata reddit, sintácticamente
sería: Si dies reddit poemata meliora quam antea erant bona, ut dies reddit uina meliora
quam antea etc. Contra estos nuestros gramatiquillos se manifiesta Quintiliano, en 9, 3,
cuando dice: "Las figuras que ocurren por defecto, se buscan fundamentalmente por mor de
brevedad y de la novedad". Por otro lado, ¿qué gracia tendrían la multitud de proverbios
que hay si fueran expresados en su integridad gramatical?: Lupus in fabula, Ad fractam
canis, Ne sutor ultra crepidam, Posterioribus melioribus, Inter caesa et porrecta, Manum
de tabula, y otros mil de este tipo. Por otro lado, la gramaticalidad nos obliga a
sobreentender muchas palabras, las cuales, si se pusieran, destruirían la elegancia del latín o
bien darían lugar a un sentido dudoso. De ahí que muchas veces se supriman las
preposiciones y muchas más el participio ens, como en Nate, meae uires, mea magna
potentia solus, es decir, ens; Annibal peto pacem, es decir, ens. Son construcciones que los
ignorantes ponen en relación con la aposición o la evocación. Vemos también a veces que
faltan palabras que no se pueden suplir sin cometer un error, pero que la gramática suplirá
necesariamente; tales son las frases Tuas spes non curo quibus me allicis; Tua contemplor
ora, quorum aspectu delector; Vim mihi intulisti, cui resistere nequeo; Tuam uicem doleo,
quae me excruciat; Sustuli duos liberos, unum hic, alterum Salmanticae; Cicerón:
Praestantissimum ius est augurum, eorum quae fiunt in re publica; el mismo Cicerón:
Vnum coelum esset an innumerabilia; Curcio: Mare Caspium dulcius caeteris. Servio, al
comentar el verso Tmolus et assurgit quibus et rex ipse Phanaeus, del libro 2 de las
Geórgicas, enseña que a veces se sobreentienden muchas cosas que no se pueden decir
abiertamente; y aduce la frase de Salustio: Sertorio triplices insidiae positae erant; prima
etc.; mira también el comentario de Servio al verso virgiliano Bisque die numerant ambo
pecus, alter et haedos.
Permítaseme ya, por parte de los gramáticos, descubrir los tesoros de la elipsis, sin los
cuales atenta contra la lengua latina quien se atreva a llamarse latino.
Reglas generales.
Platón afirma en el diálogo Sobre el ser que no puede haber oración sin nombre y verbo.
Muchos nombres, en efecto, como leo, canis, capra, no indican nada; y lo mismo ocurre
con muchos verbos, como currit, ambulat, mouetur. Lo mismo enseña Aristóteles, en Peri
hermeneias 2: "Así pues, un verbo sin sujeto no significará nada".
156
Nominativo de la misma familia.
En curritur, sedetur, statur falta cursus, sessio, statio, o, mejor, currere, sedere, stare.
Lo mismo ocurre en todos los verbos que los gramáticos llamaron muy mal "impersonales
de voz pasiva". Mira lo que dije más atrás en el capítulo 1 del libro 3.
Hay que entender lo mismo en los verbos llamados "de naturaleza", como pluit, ningit,
lucescit, donde falta pluuia, nix, lux. Mira el capítulo 1 del libro 3.
Lo mismo ocurre en estos otros cinco: miseret, taedet, pudet, piget, poenitet. Y es que
miseret me tui, según el testimonio de Prisciano, equivale a misericordia tenet me tui; y
taedet me ciborum a taedium ciborum tenet me. Son, pues, verbos activos en los que se
sobreentiende misericordia, taedium, pudor, pigritia, poena. Véase el capítulo 3 del libro 2.
Ciertamente el nombre de la misma familia del verbo puede ser de dos tipos: lectio y
legere son nombres verbales de lego, como amare y amatio de amo; así decimos curro
cursum o curro currere, y cursus curritur o currere curritur. Efectivamente, según
Prisciano, el propio infinitivo era llamado nombre verbal por los antiguos. Así pues, bonum
est legere y bona est lectio en nada se diferencian. Lo mismo enseña Eustacio en el libro 1
de la Ilíada, página 654.
El mismo nombre.
158
Cuando el genitivo parece no concertar con un adjetivo dicen esos que hay un grecismo
o antiptosis; así en multos militum amisit, es decir, multos milites; Horacio, en Sátiras 2:
Corruptus uanis rerum, es decir, uanis rebus; el mismo, en Odas 4: Virginum primae; en el
mismo libro: Nec tu pessima munerum ferres; mira lo que dice Lambino en relación con la
oda 12 del libro 4; Lucano, libro 2: Minimas rerum discordia turbat, es decir, minimas res.
Pero no es así, ya que nunca habrá un adjetivo sin sustantivo; hay que suplir el mismo
nombre; Livio, en libro 9, década 4: Neque earum rerum ullam rem, in quas iureiurando
obligati erant, in se aut in alios admiserant. Además, en estos genitivos sin sustantivo, del
cual decimos que se sobreentiende, falta también ex numero, como vamos a decir
inmediatamente.
159
Virgilio, en Eneida 8: Quorum de numero qui sese in bella sequantur praestantes uirtute
legit; el mismo, en Eneida 5: Nemo ex hoc numero mihi non donatus abibit; Juvenal, en
Sátiras 6: Quaedam de numero Lamiarum; Apuleyo, en Floridas 2: Hippias e numero
sophistarum artium multitudine prior omnibus. Lo mismo evidencia también la preposición
en ejemplos como ex omnibus doctissimus. Valerio Máximo, en libro 3: Erat autem is ex
triginta tyrannis crudelissimus; Plinio, libro 21, capítulo 9: Tertium ex omnibus
minutissimum.
Ridículo es por otro lado lo que enseña Valla sobre unus y solus en 3, 67: que éstos son
dos nombres de la clase de los superlativos y que rigen genitivo, como sucede en primus
omnium; como si Horacio no hubiese escrito también sapientum octauus, y Marcial, en el
libro 8, Nona sororum. Con más razón habla Tomás Linacro en su libro 6: "Falta", dice, "un
nombre con preposición, como sucede ante un genitivo de este tipo: animalium fortiora
quibus est sanguis crassior; se suple, en efecto, de numero o ex numero". Estas son las
palabras de Linacro. Resumamos, pues, ya contra los gramatiquillos: los genitivos que
acompañan a los comparativos y superlativos -salvo que se trate de la misma construcción
que presentan sus respectivos positivos, como sucede en auidior pecuniarum- no están en
absoluto regidos por ellos ni tienen nada que ver con ellos. ¿No es acaso ridículo lo que
enseña Valla y los gramáticos a propósito de fortiores Troianorum superauit y de
fortissimos Troianorum superauit, cuando dicen que en el primer caso se trata de un
genitivo partitivo y en el segundo no? Pero de la locura de estos hablamos ya en el capítulo
11 del libro 2.
En las primeras y segundas personas, lo más elegante es suprimir el sujeto. Ponerlo,
salvo que se trate de marcar una aposición o por otra causa, es un vulgarismo.
Cuando el sujeto actúa sobre sí mismo, lo más frecuente y elegante es suprimir los
acusativos me, te, se, como sucede en nox praecipitat, hyems aduentat, imber ingruit,
nupsit regi, ille iam lauit, bene uortat, bene habet. Eneida, 2: Per pectora cunctis insinuat
pauor; y después: Accingunt omnes operi; y después: Et ruit Oceano nox; el mismo: Quis
talia fando... temperet a lacrimis?; Eneida 10: Tum Zephyri posuere; Livio, libro 39:
Mores quidem populi romani quantum mutauerint, uel hic dies argumento erit; Suetonio:
Quoties terra in orbe mouisset. Son frecuentísimas las frases bene uertat, bene res uertat,
bene habet; Terencio: Quid multis moror, donde se suple me; el mismo: Facile ut pro
Eunucho probes, donde se suple te; el mismo, en Adelfos: Tot res repente circumuallant,
donde enseña Donato que falta se. Y no es verdad lo que enseñan Servio y otros
gramáticos: que hay algunos verbos activos puestos por pasivos, como nox praecipitat por
160
praecipitatur, y uoluentibus annis por uolutis etc. Más bien falta se, como enseña con razón
Linacro y como lo demuestra el hecho de que muchas veces es expresado el se. Livio, libro
3, década 3: Nam et praecipitasse se quosdam non tolerantes famem constabat; Plinio,
libro 8, cap. 36: Praecipitaturi se ex aliqua rupe; Terencio, en Adelfos: Vide ne ille huc
prorsus se irruat; Virgilio: Seque ex oculis auertit et aufert; en otro lugar lo suprime
cuando dice: Dixit et auertens rosea ceruice refulsit; Varrón, libro de Agricultura:
Antequam calores et frigora se fregerunt; César, Guerra civil 2: Omnes se portis erumpunt;
Virgilio, Geórgicas 1: Diuersi erumpunt sese radii; el mismo Virgilio lo suprime en
Geórgicas 4: Erumpunt portis; el mismo, en Ciris: Nam qua se ad patrium tendebat semita
limen; Persio, Sátiras, 5: Vertentem sese frustra sectabere canthum. Virgilio suprime
muchas veces el acusativo, como en Geórgicas 3: Et totae solidam in glaciem uertere
lacunae, donde se suple se; el mismo: Ingeminant Austri; el mismo: Tum prora auertit;
Lucano: inclinat fortuna ducum; Virgilio: Altae neu crede paludi, scilicet te. De ahí esas
frases tan frecuentes como crede mihi, donde se suple te, y non credo tuae fidei, donde se
suple me. Cicerón: Tum se emergit et fertur illuc; Suetonio: Carmillus me euasit.
A este grupo pertenecen los verbos pluit, ningit, serenat, tonat; ejemplo: pluuia pluit se
o pluuia pluit pluuiam, ya que en muchos de estos casos puede sobreentenderse un
acusativo de la misma familia, como sucede en las Sagradas Escrituras: Gaudeat se tellus
tantis illustrata fulgoribus; y muchas veces leemos gaudere gaudium.
A veces se suple el mismo nombre, pero de forma distinta que en los casos anteriores;
Plinio, libro 7, a propósito de Cicerón: Omnium triumphorum lauream adepte maiorem,
donde se suple laurea en ablativo; Varrón, Sobre la agricultura 3, a propósito de los bueyes:
Transmarini Epirotici non solum meliores totius Graeciae, sed etiam Italiae, donde se
suple bubus; el mismo, a propósito de los perros: Cibatus canis proprior hominis quam
ouis, donde se suple cibatui; Plinio: Lanarum nigrae etc., como más arriba.
Y no sólo se suple el nombre del que con frecuencia depende el genitivo, sino también el
propio genitivo, cosa que merece ser reseñada. Sobre este tema hay un elegante pasaje de
Cicerón que ilustra muy bien toda nuestra doctrina de la elipsis; es del libro 2 del Sobre la
naturaleza de los dioses: "Pero esto se dice de forma concisa, como si alguien dijera que el
pueblo ateniense es regido por el consejo; falta "del Areópago"; así, cuando decimos que el
mundo es administrado por la providencia, hay que pensar que falta “de los dioses”; hay
que considerar, pues, que la expresión completa y perfecta es que "el mundo es
administrado por la providencia de los dioses". Hasta aquí Cicerón. Horacio: Millia
frumenti tua triuerit area centum, donde se suple modium; el mismo: Callidus huic signo
161
ponebam millia centum, donde se suple sestertium; el mismo: Millia tum pransi tria
repsimus, donde se suple passuum; Persio, Sátiras 6: Diis igitur genioque ducis centum
parias ob res egregie gestas induco, donde se suple boum.
Aedes, -is. Terencio, en Adelfos: Vbi ad Dianae ueneris; Horacio, Sátiras 1: Ventum
erat ad Vestae; se suple aedem. Esto tiene su origen en el griego, donde se dice eo ad
praeceptoris, es decir, domum o aedes. Plauto, Bachides: Quin ipsa in aede Dianae
conditum est; Cicerón, Filípicas 2: Qui maximo te aere alieno ad aedem Opis liberasti.
Aetas. Peruenit ad decrepitam; Plinio, libro 2, cap. último: Senecta diem obiit, donde se
suple aetate; Plauto, Aulularia: Quem senecta aetate ludos facias; Cicerón, Tusculanas 1:
Ex his igitur quae hora octaua mortua est, prouecta aetate mortua est; quae uero occidente
sole, decrepita; Salustio: Senecta aetate; el autor de Etna dice: Senecta membra; Lucrecio
3: Membris senectis; y en el libro 5: aetate senecta; Salustio, Historias 4: Omnes quibus
senecto corpore animus militaris erat.
162
Aetate. Varrón, Sobre la agricultura, libro 2, cap. 7: Videndum ne sint minores trimae,
maiores decem annorum, donde se suple aetate; el mismo, cap. 2: Castrare oportet agnum
non minorem quinque mensium; Valla, libro 1, cap. 19: "Está permitido decir ego sum
maior uiginti annorum, o sea, aetate tali, o bien ego sum aetatis maioris aetate uiginti
annorum.
Aes alienum. Livio: Quum populus soluendo non esset, donde se suple aere alieno; el
mismo: Quum et priuati equum postularent, nec tamen soluendo aeri alieno res publica
esset. Véase aptus.
Aes. En las frases tanti emi quanti prefinisti, magni doces, parui aestimo, se suple
aeris; todo, en efecto, se medía en función del dinero. Columela, libro 3, cap. 3: Quem
uulgus parui aeris posse comparari putat. Con esto hay que poner en relación las
expresiones de meo, de tuo, de suo, es decir, aere; Plauto, Mostelaria: Ratio accepti et
expensi constat. La expresión quanti doces equivale a quanti aeris pretio doces. Esto lo
ignora Valla en el libro 3, cap. 1. Véase Assium y pretio.
Aliquis. En est qui dicat, sunt qui affirment se suple aliqui. Horacio: Sunt quos
curriculo puluerem olympicum collegisse iuuat.
Anguis o bestia. Serpens es un adjetivo derivado de serpo; así serpens uitis, saecla
serpentia, aqua serpens. Pero cuando se lee caeruleus serpens o dira serpens, falta anguis
o bestia. Ovidio, en Metamorfosis 1: Pythia perdomitae serpentis nomine dictos; en el
mismo libro: Incognite serpens. No se debe hacer caso a Valla cuando dice que a un solo
sustantivo no se le pueden atribuir dos adjetivos; Plauto: Quasi proserpens bestia; el
mismo, en Asinaria: Fac proserpentem bestiam; Lucano, en libro 9, dice serpentem riuum.
Annus. Virgilio: Adeo in teneris consuescere multum est, donde se suple annis.
163
Aptus o idoneus o accommodatus. Cicerón, Filípicas 2: Nec tu soluendo eras, es decir,
aptus o idoneus; la frase entera sería: Nec tu soluendo aeri alieno sufficiens eras; Plinio:
Ferrum non est tundendo; el mismo: Radix eius uescendo non est, es decir, esui apta;
Celso, libro 5, cap. 28: Quodlibet puri mouendo accommodatum; Vitruvio, libro 2, cap. 8:
Ea non potest in structura oneri ferendo esse firma; Columela, libro 1, cap. 9: Dummodo
perpetiendo labori sit idoneus. Véase aes alienum.
Aqua. En pluuia ingruit se suple aqua. Decimos, en efecto, pluuiis diebus, y entre los
jurisconsultos existe el título De aqua pluuia arcenda. Ovidio: Pluuioque madescit ab
Austro; Catón, en Sobre la agricultura: Quum tempestates pluuiae fuerint; en Eneida 1:
Pluuiasque Hyadas.
Aqua o fluuius o amnis. Confluens, profluens, torrens son adjetivos, en los cuales, si
son usados solos, se sobreentiende aqua, fluuius o amnis. Cicerón, en Sobre la naturaleza
de los dioses 2: Nam ut profluens amnis aut uix aut nullo modo; y Lucano, libro 2: Torrenti
sanguine; Livio, libro 1: Pueros in confluentem aquam mitti iubet; Virgilio, en Geórgicas
2: Nec non et torrentem undam leuis innatat alnus; el mismo, en libro 10: Torrentis
aquae... more furens; el mismo: Torrentia flumina.
Arbor. En Delphica laurus, tarda morus, patula fagus está elidido arbor, ya que los
nombres de significado general son fáciles de sobreentender; algunas veces incluso se
ponen; Plinio, libro 12, cap. 21: Taxi arboris succum; Suetonio, en Vespasiano: Arbor
quoque cupressus in agro auito; Gelio, en libro 9, cap. 6: Folia olearum arborum. Habló,
pues, con propiedad Ennio cuando dijo: Capitibus nutantes pinos rectosque cupressos;
véase, a propósito de este texto a Gelio, libro 13, cap. 19. De ahí que Catulo dijera ulmum
maritum, ya que maritus es adjetivo. Véase uir.
Arbor. Columela, libro 5, cap. 10: Eodem tempore iuglandem et pineam et castaneam
serere oportet, se suple arbores, ya que esos términos son adjetivos. Véase nux.
164
Ars o scientia. En los términos Grammatica, Rhetorica, Dialectica falta ars; Varrón,
Sobre la lengua latina 4: Artificibus maxima causa ab arte, id est ab arte medicina medicus
ut sit, a sutrina sutor; Terencio, en Hécira: Ab arte musica; en la misma comedia: Artem
musicam; Quintiliano, libro 2: Nanque uno modo sit appositum: ars Rhetorica, ut nauis
piratica; altero nomen rei, qualis est philosophia, amicitia. Estas son las palabras de
Quintiliano, en relación con las cuales, de la misma forma que estoy de acuerdo con la
primera parte, así disiento de la segunda; y es que nunca un adjetivo se convertirá en
sustantivo, tal como dijimos. Gelio, libro 16, cap. 10: Rei grammaticae peritus; Plinio:
Hippocra clarissimus medicinae scientiae.
Assium o assibus. En duodecim aeris, octonis aeris, decem millibus aeris, se suple
assibus. Aulo Gelio, libro 20, cap. 1: Si iniuriam alteri faxit uigintiquinque aeris poenae
sunto; Quis enim erit tam inops, quem ab iniuria facienda uigintiquinque asses deterreant.
Véase lo que dicen Budeo y Agrícola.
Auis. Virgilio, en Eneida 4: Solaque culminibus ferali carmine bubo uisa queri; "La
concordancia", dice Servio, "se produce con auem, ya que bubo es masculino.
Efectivamente, muchas veces cambiamos el género, al hacer la concordancia con el nombre
genérico: así decimos bona turdus, refiriéndonos a auis, o prima est A, refiriéndonos a
litera, puesto que A es de género neutro". Esto es lo que dice Servio; y si los gramáticos
prestaran atención a estas palabras, evitarían muchas barbaridades. Ovidio: Martia, picus,
auis; Marcial, libro 13, hablando del faisán: Argiua primum sum transportata carina;
Plinio, hablando del papagayo: India hanc mittit; el mismo hablando de las golondrinas, en
libro 10, cap. 39: Hae sunt quae toto mari cernuntur; Lucrecio, libro 4, hablando de los
halcones: Visaeque uolantes; de ahí las frases virgilianas aeriae grues y Strimoniae grues.
Véase arbor, fiuuius, herba, urbs.
Auis. También en los adjetivos ales, praepes, uolucris falta auis. Cicerón, en Arato:
Inde est ales auis lato sub tegmine caeli; el mismo: Pulcherrima praepes laeua uolauit
auis; el mismo, en Sobre la naturaleza de los dioses 1: Cum uolucres angues ex uastitate
Libyae; Valerio Máximo, libro 1, cap. 6: Quarum maiorem numerum praepetes diripuere
aues; Apuleyo, en Sobre el dios de Sócrates: Igitur ales bestia praeuenit; y en el libro 5 del
Asno de oro: Alitibusque bestiis.
Bestiae o pecudes. Ovidio: Terra feras coepit, es decir, bestias; Cicerón: Nam cum
caeteras animantes abiecisset ad pastum; Virgilio: Nulla neque amnem libauit quadrupes,
neque graminis attigit herbam; Varrón, en Sobre la agricultura 2: Et pertinent ad feras
bestias ac syluestres; Cicerón: Quam uaria genera bestiarum uel cicurum uel ferarum;
Livio, libro 34: Sicuti ferae bestiae irritatae; Valerio Máximo, libro 2, cap. 2: Feriis bestiis
obiecit; Curcio, libro 5: Quasi feras bestias ipsos posse deprehendi; el mismo, libro 6:
Cum feris bestiis res est; el mismo, libro 8: Mittor ad feras bestias; en el mismo libro:
165
Viuendum esse in solitudine ueluti ferae bestiae. Puede sobreentenderse también pecudes,
ya que todos los animales se llaman pecudes; Varrón, Sobre la agricultura, libro 2, cap. 5:
Qui gregem armentorum emere uult, obseruare debet primum ut sint hae pecudes aetate
potius etc.; en el mismo libro, cap. 1: Etiam nunc in locis multis genere pecudum ferarum
sunt aliquot; Marcial: Affuit immistum pecudum genus omne ferarum.
Bonae. En homo frugi, homines frugi, se suple bonae; frugi es, en efecto, genitivo de
frux, del que se ha eliminado la "s". Los antiguos decían bonae frugis; después, bonae
frugi; y, por último, sólo frugi. Cicerón, Cartas a Ático, libro 4: Permodestus ac bonae
frugi homo; Plauto, en Los cautivos: Fui ego lipidus, neque bonus uir unquam, neque frugi
bonae; el mismo, en Casina: Bonae frugi hominem iam pridem esse arbitror; Ulpiano: Sed
si bonae frugi seruus intra annum etc.; Budeo, en su comentario al Digesto, dice: "Cuando
decían frugi bonae y bonae frugi, se referían concretamente al hombre bueno y trabajador,
aunque en Gelio encontramos frugis bonae"; estas son las palabras de Budeo; Plauto, en El
soldado fanfarrón: Fac sis frugi.
Campus. Horacio, en Odas 3: Catus idem per apertum... ceruos iaculari, donde se
suple campum, como señala Lambino.
Capilli o crines. Cicerón: Non cani, non rugae repente autoritatem afferre possunt,
donde se suple capilli; Ovidio, en Metamorfosis 2: Et glacialis hyems canos hirsuta
capillos; Lucano, libro 1: Turrigeros canos effundens uertice crines.
Caro. En utor bubula, suilla, ferina, ouilla, agnina, caprina se suple carne. Salustio:
Getulis cibus erat caro ferina; el mismo: Numidae plerumque lacte et ferina carne
uescebantur; Pomponio Mela, en el libro 1: Cibus est caro plurimum ferina; Horacio, en
Epístolas 15: Vilis agninae. Véase lo que dice Lambino.
Castra. Curcio, libro 3: Statiua illic habuerat Cyrus, donde se suple castra. Cicerón:
Omnes agros, statiua, portus; César, en Guerra Civil 3: Eodemque die uterque eorum ex
castris statiuis exercitum educunt; y poco después: Scipio in castris statiuis biduo moratus;
Cicerón, en Verrinas: Castra statiua; el mismo, en Filípicas 12: Haec custodia, hoc
praesidium statiuum; Salustio, en Jugurta: Plerumque milites in statiuis castris habebat.
166
laborum?; Ovidio, en Metamorfosis 2: Sucessorumque Mineruae indoluit; Salustio, en
Historias 1, en el discurso de Filipo: Exercitum opprimendae libertatis habet; véanse los
escolios de Aldo y Brisonio a Salustio; Tácito, libro 2: Germanicus Aegyptum proficiscitur
cognoscendae antiquitatis; el mismo: Pugnam pro romanis ciens ostentandae, ut ferebatur,
uirtutis; el mismo, en libro 3: Erectis omnium animis petendae a Pisone ultionis; en el
mismo libro: Crebro se militibus ostentasset ab Narnia uitandae suspicionis; en el mismo
libro: Multa populus parauit tuendae libertatis et firmandae concordiae; el mismo, en libro
6: Qui pecuniam a Vario Ligure omittendae delationis ceperat; Horacio, en libro 3: Da
lunae propere nouae, da noctis mediae, da, puer, auguris Muraenae, donde se suple causa.
Véase lo que dice Festo a propósito de ergo, y lo que dice Prisciano en el libro 18.
Cibus. Terencio: Vix de demenso suo, donde se suple cibo. Así decimos diurno uiuit,
diario contentus est, donde falta cibo. Plauto, en Sticho: Vos meministis quot Calendis
petere demensum cibum.
Elipsis de verbos.
Est, esse, fore. El verbo est se sobreentiende tan frecuentemente que es inútil
demostrarlo. Por ejemplo. quid graculo cum fidibus, es decir, est. Virgilio: Haud mora,
festinant iussi, es decir, haud mora fit o fuit; el mismo: Promisi ultorem, es decir, fore;
Terencio: Ne dicas tibi non praedictum, es decir, fuisse; el mismo: Factum uolo, es decir,
esse.
Est o erit. Los gramatiquillos dicen que la partícula vae rige dativo; se equivocan, ya
que se sobreentiende est; así cuando se dice malum tibi. Plauto, en Casina: Vae tibi. St.:
Imo istud tibi erit. En los Proverbios, cap. 14: Cui uae? cuius patri uae? cui rixae? cui
foueae?; y en el capítulo 9 de la Carta primera a los Corintios: Vae mihi est, si non
euangelizauero; en Job, capitulo 10: Et si impius fuero uae mihi est; Livio, en libro 10:
Aditaque intoleranda romanis uox: Vae uictis esse.
Decet o verbo semejante. Lo mismo sucede en las oraciones que marcan un sentimiento
del ánimo. Virgilio: Mene incepto desistere uictam? donde se suple aequum est o decet;
167
Horacio, en Epodo 6: Inultus ut tu riseris Cotyttia?; el mismo, en Sátiras 2, 1: Vtne tegam
spurco Damae latus, es decir, decet o monesne. Es así como lee Lambino este texto.
Esto o fac o da. Dicen que ut equivale a quamuis; falso, ya que falta esto o fac. Ovidio:
Protinus ut redeas, facta uidebor anus, que equivale a: Fac ita esse ut statim uenias, iam
tamen facta uidebor uetula. Horacio, Sátiras 6, 1: Nanque esto, populus Leuino mallet
honorem quam Decio mandare nouo; aquí lo que falta es el ut, como en el texto de
Cicerón, en Sobre los límites 2: Esto, fecerit, si ita uis, Torquatus propter suas utilitates;
Plauto, en Anfitrión: Nunc tu diuine fac ut huc adsis, Sosia; Quintiliano, libro 12, cap. 1:
Da nunc ut crimine manifesto premat dux bonus.
Oro o precor. Dicen los mismos que ut equivale a utinam. Terencio, en Adelfos: Vt,
Syre, te cum tua monstratione magnus perdat Iupiter. Pero se equivocan, ya que falta oro, o
precor, o quaeso. Terencio, en Andria: Deos quaeso ut sit superstes; Cicerón, en
Catilinarias 2: Deos immortales precari, uenerari atque implorare debitis, ut urbem
defendant; Catulo, en La cabellera de Berenice: Iupiter, ut Chalybum omne genus pereat;
Horacio, en Sátiras 2: Iupiter, ut pereat positum rubigine ferrum; Livio, libro 1: Iupiter
pater, si est fas hunc Numam Pompilium... ut tua signa nobis certa ac clara sint, donde se
suple precor u oramus; Plauto, en Gorgojo: Meliorem quam ego sum suppono tibi. CA.:
Operam ut det. PA.: Dabit; se suple orat; Terencio, en Formión: Id ut conficerem: confeci:
adfero; Tibulo: Dii meliora ferant, nec sint insomnia tanti, es decir, oro ut non sint;
Virgilio, en Eneida 6: Ipsa canas oro.
Audio o narro. Dicen que la partícula O rige tres casos, como O curas hominum, O
Pamphile, O uir fortis atque amicus. No puede regir a ninguno. El vocativo no necesita
partícula alguna; en los otros dos es una marca de admiración y falta un verbo; es más, si
estos acusativos se ponen en una interrogación ¿cómo van a ir regidos por una partícula que
es imposible sobreentender? Así, cuando decimos haeccine flagitia, hoccine saeculum. Lo
mismo sucede en las respuestas, como en O fortunatam, natam me consule Romam, Te
consule fortunatam, Cicero? Imo infelicem et miseram; Terencio, en Heautontimorumenos:
Quid ait? CL.: Se miserum esse. CHR.: Miserum?; aquí falta el verbo dico, audio o narro;
Terencio, en Formión: Iocularem audaciam, donde dice Donato que falta audio ex te o
dicis; puede también sobreentenderse narras; Terencio, en Andria: Bonum ingenium
narras adolescentis.
168
Imploro u obsecro. Un caso semejante es el de Deum atque hominum fldem, donde los
gramáticos suplen O o proh, por el simple hecho de que aparecen muchas veces. Pero en
realidad falta imploro; Cicerón: Ille implorare deum atque hominum fidem; Plauto, en
Mostelaria: Pro Dii immortales, obsecro uestram fidem; Livio, libro 3: Omnes deum
hominumque implorabimus fidem.
Paro o similar. Horacio: Quo mihi fortunam, si non conceditur uti?, es decir, paraui; el
mismo: Vnde mihi lapidem? unde sagittas?, es decir, inueniam o parabo; Cicerón, en
Cartas a Ático: Martis uero signum quod mihi pacis auctori, es decir, parasti o emisti;
Quintiliano: Quo per fidem diuitias caeco, es decir, censes o putas; Juvenal: Vnde tibi
frontem libertatemue parentis?, donde se suple parasti. No faltan ignorantes que señalan
que unde y quo rigen acusativo, como si fueran nuevas preposiciones.
Aspicio o uideo. Los gramáticos dicen que en y ecce rigen acusativo o nominativo como
En quatuor aras, ecce hominem u homo; ambas cosas son absurdas, ya que en el caso del
acusativo falta uide, y en el del nominativo uenit. Lucano, libro 1: Ecce uidet capiti
fibrarum increscere molem; Virgilio, libro 6: Conspicit ecce alios dextra laeuaque per
herbam; Plauto, en Mercader: Eccillum uideo; Marcial, en libro 2: Ex me Caesareum
prospicis ecce tholum; Terencio, en Eunuco: Sed eccum Parmenonem incedere uideo; el
mismo: Atque eccum Philippum optime uideo; el mismo: Atque eccum uideo ipsum egredi;
el mismo: Sed eccam Thaidem ipsam uideo; Ovidio, en Metamorfosis 2: Aspice uultus ecce
meos; en la misma obra: Tostos en aspice crines; el mismo, a Livia: Quemque premat sine
te sternitur ecce torus; el mismo, en Metamorfosis 15: Aspicite en; Plauto, en Menecmos:
Treis eccos nummos habes.
Adest o uenit. En las expresiones En Priamus, ecce homo se suple adest o uenit.
Ovidio: Ecce Lycaoniae proles ignara parentis Arcas adest; en la misma obra: Ecce uenit
rutilis humeros protecta capillis filia Centauri; el mismo, en Metamorfosis 3: Ecce uiri
fautrix superas delapsa per auras Pallas adest; Virgilio, en Eneida 6: Ecce gubernator
sese Palinurus agebat; el mismo: Ecce autem Inachus sese referebat ab Argis saeua Iouis
coniux; Terencio, en Adelfos: Ecce autem hic adest senex noster; Virgilio, en Eneida 10:
Chorus ecce suarum occurrit.
Narro. Cicerón, en Cartas a Ático 12: Male Hercule de Athamante; en las mismas
cartas: Male de Seio, es decir, narras; en el libro 16 de las mismas cartas: Male mehercule
narras de Nepotis filio; Terencio: Bene narras, nam illi faueo Virgini.
Moneo o fac. Incluyen por ignorancia entre los imperativos expresiones como ames,
legas, amet, legat, ametis, legatis, ament, legant, amaueris, legeris, amauerit, legerit,
amauerint, legerint; ejemplo: Nil mihi rescribas. Se equivocan, porque falta moneo o fac
ut. Plauto, en Mercader: Ito hinc ad uillam atque istos rastros uillico praesto ipsi facitote
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coram ut tradas in manum; uxori facito nuncies etc.; Ovidio: Lac facitote bibat; Terencio,
en Hécira: Puer ut saturetur facito; el mismo, en Adelfos: Bono animo fac sis, Sostrata, et
istam, quod potes, fac consolere; en la misma comedia: Quaeso facito hoc tecum cogites:
Planeo a Cicerón: Fac ualeas meque mutuo diligas; Cicerón a Dolabela, en el libro 9 de las
Cartas: Fac ut diligentissime te ipsum mi Dolabella custodias; Plauto, en Cistelaria: Facito
ut facias stultitiam sepelibilem.
Hoc dico o ita dico. Plinio, en el prólogo: Subcessiuis temporibus ista curamus, ne
quid uestris putetis cessatum horis, es decir, hoc dico ne quid; Cicerón: Satiari delectatione
non possum ut meae senectutis requiem oblectationemque noscatis; Virgilio: Nec sum adeo
informis; nuper me in littore uidi; Terencio, en Andria: Quasi tibi non renunciatum sit;
Terencio, en Hécira: Quasi non tu multo malis, donde Donato suple Ita dicis.
Ire. Cicerón a Mario: Cum Libone tuo uel potius nostro in Pompeianum statim cogito;
el mismo a Ático: Inde ad Taurum cogitabam, ut cum Mophagone signis collatis, si
possem; falta ire y confligerem; el mismo a Ático: Rhodum uolo puerorum causa, idem
cum primum Athenas.
Respondeo. Cicerón a Ático: Quod epistolam meam ad Brutum poscis, non habeo eius
exemplum; Quintiliano: Sed si confessionem culpae meae exigitis, ego fui pater durus et
patrimonii tenax custos, es decir, respondeo o confiteor.
Rogo. Terencio: Quid is fecit? Quid ille fecerit?, es decir, rogas; el mismo, en Eunuco:
Non uides? uideam obsecro? Quem?; el mismo: Quid ergo narras? Quid ego narrem?
Los verbos que se suplen en otros casos son fáciles de sobreentender; así en quid
multis, quid multa, scit fidibus, donde se suple canere, scit latine, donde se sulple loqui, de
his hactenus, haec hactenus.
La elipsis de las preposiciones está regulada por una doble norma. Primera: Todo
ablativo es regido por una preposición; segunda: El acusativo que no sea sujeto de un
infinitivo o complemento de un verbo activo, va regido por una preposición.
Ad, in, ab, de. En los nombres no sólo de las ciudades, sino también de las islas,
provincias y de otros lugares, falta frecuentemente una preposición; así en tendit Romam,
Aegyptum, Italiam, Cyprum, Elysios, rus, y domum; y en uenio Roma, Aegypto, Cypro,
rure, domo, agro. Sería muy largo -cosa que ya hice en otra ocasión- si intentara recoger
testimonios en los que se exprese la preposición. De todas formas, me atrevo a afirmar esto:
los nombres de ciudades se encuentran más veces con preposición que sin ella; Tito Livio,
en efecto, casi siempre utiliza la preposición. Y no se debe hacer caso a Quintiliano quien
piensa que es un solecismo la expresión ueni de Susis in Alexandriam. Pero mucho más
absurdo es el delirio de quienes piensan que eo Romam y eo ad Romam significan cosas
distintas, y que lo mismo sucede entre uenio Roma y uenio a Roma; dicen que el nombre
sin preposición se refiere propiamente al lugar, y con preposición a los alrededores o
cercanías. Si esto es así, Livio, en el libro 5, década 1, delira, ya que unas veces utiliza
Veios y otras ad Veios, con el mismo significado. Los griegos dicen Noctuas in Athenas, los
latinos Noctuas Athenas. No estoy tampoco de acuerdo con Cicerón en este tema, cuando
en la carta 3 del libro 7 de las Cartas a Ático, se excusa por haber escrito In Piraea quum
uenissem, ya que él mismo enseña que se puede añadir, si nos gusta, la preposición;
Cicerón, en Académicas 1: Venisse ab Roma; el mismo, en Sobre la vejez: Miles profectus
sum ad Capuam quintoque anno post ad Tarentum quaestor..."; el mismo, en Filípicas 8:
Vt ab Alexandria discederet. Hay otros innumerables testimonios en las cartas a Ático.
Propercio, libro 3: Magnum iter ad doctas proficisci cogor Athenas; Marcial: Tibur in
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Herculeum migrauit nigra Lycoris; el mismo, libro 13: Haec de uitifera uenisse picata
Vienna. Son testimonio muchos proverbios, como Nauiges in Massiliam, y de Massilia
uenisti.
He aquí ahora ejemplos de rus y domum, con preposición, tanto en singular como en
plural. Livio, libro 9, década 4: Iam ubi uos dilapsi domos et in rura uestra eritis; Cicerón,
en Tusculanas: Quum in sua rura uenerint; Asconio, en el Comentario a la defensa de
Milón: Qui forte ex rure in urbem reuehebatur. En Cicerón son frecuentísimas las
expresiones In domo Caesaris, in domo Lentuli, in domo Leccae. Cicerón, en Verrinas 6:
Ad praetoris domum; en Verrinas 3: Ad eam domum in qua ipse diuersabatur profecti sunt;
Verrinas 7: In Chelidonis domum praeturam tuam contulisti; el mismo, en Paradojas 3: In
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quancumque domum strupum intulerint; el mismo, en Sobre las leyes 2: In ipsius patris
domum detulimus; el mismo, en Tusculanas 5: Socrates philosophiam et in urbibus
collocauit et in domos etiam introduxit; Terencio, en Eunuco: Si in domum meretriciam
deducar; Apuleyo, libro 4: Quippe quidam procurrens e domo procerus et ualidus; en el
mismo libro: Nam uisa sum mihi de domo, de thalamo, de cubiculo, de thoro denique ipso
ujolenter detracta; el mismo, en el libro 5: Psyche procurrit e domo; y en el libro 7: Petitis
e domo ferramentis; y en el libro 8: Ac ille nouitium susceptum famulum trahebat ad
domum; Cicerón, en Tusculanas 1: Quasi in domum suam uenerit; Asconio, en el
Comentario a la defensa de Milón: Attulit ad domum Scipionis. Se puede, pues, decir in
mea domo, in tuis domibus, ab domo egressus, de domo, ex domo, in domum, ad domum;
paso por alto los testimonios de estos usos, ya que son innumerables.
Sub. Cada vez que en las obras escritas marcamos la duración de un mandato o
prefectura, en época de paz y de guerra, falta la preposición sub o, mejor, la griega epí.
Persio, en Sátiras 5: Marco sub iudice palles?; Marcial, libro 1: Quos decet esse hominum
tali sub principe mores?; el mismo, en libro 11, 2: Sub te praeside nec non licet; en el
mismo libro, párrafo 8: Penelope licet esse tibi sub principe Nerua; en el libro 12, 5: Sed tu
sub principe duro; en el mismo libro, párrafo 63: Sub quo pigra quies; Propercio, libro 2:
Caesare sub magno cura secunda fores; Ovidio, en Metamorfosis 14: Rege sub hoc
Pomana fuit; Livio: Sub Asdrubale imperatore meruit; en Eneida 8: Sub te tolerare
magistro militiam discat; Horacio: Sub patribus duris; Valerio Máximo, libro 4, cap. 2:
Factum ne sub Caelio quidem autore repudiandum; el mismo, en libro 6, cap. 5: Nam cum
L. Attacino, sub quo duce aciem nostram etc.; Ovidio, en Metamorfosis 13: Moenia qui
forti Troiana sub Hercule cepit; Estacio, en Silvas: Cerealia dona coronae te sub teste tuli;
Claudiano, en el cuarto consulado de Honorio: Tum conspicuus gratusque feretur, sub te
teste labor; Plinio, libro 18, hablando de los ratones: Sub autore Aristotele; Cornelio Celso,
en el prólogo: Sub autore Temisone contenduntur; Ovidio, en Metamorfosis 13: An quod in
arma prior nulloque sub indice ueni; Valerio Máximo, libro 4, cap. 6: Sub magno iudice
damnatum; Virgilio: Sole sub ardenti resonant arbusta cicadis; el mismo: Quales apes
aestate noua per florea rura exercet sub sole labor; Lucano, libro 1: Et quanuis primo
nutet casura sub Euro; el mismo, en el libro 2: Quique sub Herculeo sacratus nomine
portus; y en el Credo: Passus sub Pontio Pilato. Paso por alto otros muchos ejemplos de
este tipo.
A o sub. La preposición a suele estar por post, como sucede en a coena, secundus a
rege. Ovidio, en Tristes 4, 10: Nec stirps prima fui, genito sum fratre creatus; Cicerón:
Cuius a morte hic tertius et tricesimus est annus. También sub, como señala Servio en el
comentario a Eneida 5, Quo deinde sub ipso, puede estar por post; Ovidio, en Metamorfosis
2: Surgit ab his solio, es decir, post haec; Plauto, en Pénulo: Iam ab re diuina credo
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apparebunt domi; con el mismo significado decimos ab urbe condita o a condita Roma.
Así pues, cuando decimos Capta urbe triumphauit, falta a o sub, y lectis tuis literis
uenimus in senatum es igual que a o sub lectis...; Lucano, libro 1: Moremque sinistrum
sacrorum Druidae positis repetistis ab armis; con el mismo significado escribió el mismo
Lucano en el libro segundo: Quas est uulgata per urbes post me Roma ducem; y Horacio:
Post ignem aetheria domo subductum; Ovidio, en Tristes 2: Hic tibi sic redeat superato
miles ab hoste.
Cum. En deo duce, musis fauentibus se suple cum, en griego syn. Plauto, en Persa:
Sequere hac mea gnata cum diis uolentibus; Livio, libro 1, década 3: Agite cum diis bene
iuuantibus; Ennio, citado por Cicerón: Doque uolentibus cum magnis diis; Catón, Sobre la
agricultura, 14: Circumagi cum diuis uolentibus.
In. A veces también falta in, como sucede en Orpheo cantante, cantando rumpitur
anguis. Terencio: In cognoscendo tute ipse aderis; el mismo: In denegando; Cicerón, en
sobre la Naturaleza de los dioses 2: Itaque salem istum, quo caret uestra natio, in
irridendis nobis nolite consumere; Ovidio, en Metamorfosis 2: Mens antiqua tamen facta
quoque mansit in ursa; Lucano, libro 2: Toto quanuis in corpore caeso nil animae lethale
datum.
Cum. En los complementos instrumentales falta cum, en griego syn; pero no se pone
para evitar la ambigüedad: así, cuando se dice tetigi illum cum hasta, no se sabe si se quiere
decir que "lo ha tocado a él y a la lanza", o que "lo ha tocado con la lanza". Pero cuando no
hay ambigüedad, es elegante poner la preposición, como en Vidi gladium cum quo se
percussit; Ovidio, Metamorfosis 1: Concussit terque quaterque caesariem, cum qua
terram, mare, sidera mouit; el mismo, en la carta de Acontio: Testis est Actaeon, quondam
fera creditus illis, ipse dedit letho cum quibus ante feras; el mismo, en Fastos 4: Haec
modo uerrebat raro cum pectine pratum, texto que ha sido corregido por Aldo, cosa que no
apruebo; Plinio, libro 9, cap. 28: Caeteri cirri, cum quibus uenantur; así es la lectura más
antigua de este texto; Paulo Orosio, libro 7: Ipse imperator cum sagitta saucius; y ¿qué más
elegante que esta frase de un conocido autor: Gladium qui cum se percusserat eduxit?,
texto que ignorantemente corrige Vala, en libro 2, cap. 6.
Sub, ab, in. Parece que la circunstancia de instrumento se puede expresar también con
otras preposiciones. Virgilio, en Geórgicas 2: Aut presso exercere solum sub uomere;
Ovidio, en Fastos 5: Pectora traiectus Lynceo Castor ab ense; el mismo, en Tristes 2: Neue
peregrinis tantum defendar ab armis, es decir, cum; en el mismo libro: Qua nuptae possent
fallere ab arte uiros; Columela, libro 9, cap. 1: Semperque de manu cibos et aquam
praebere. En las Sagradas Escrituras, sin embargo, se expresa la preposición in por tratarse
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de un hebraísmo; así en uisitabo in uirga peccata eorum, praeualuit Dauid contra
Philistaeum in funda et lapide; en Deuteronomio, cap. 18: Lapidabitis eos in lapidibus; en
Lucas, cap. 22: Domine, si percutimus in gladio?, y Si sal euanuerit, in quo salietur?
Prae. Que en el ablativo comparativo falta una preposición lo demuestran todas las
lenguas, sobre todo el hebreo, que no tiene nombres comparativos, sino que marca la
comparación por medio de la partícula mi, así como el griego lo hace con la partícula e, el
latín con quam, y el español con más. Yo, siguiendo el magisterio de los antiguos, pienso
que la comparación está marcada en las preposiciones y no en los nombres; y es que en las
palabras, tanto positivas como comparativas y superlativas, la comparación está marcada en
la preposición. Terencio, en Eunuco: Hic ego illum contempsi prae me; en la misma
comedia: Ludum iocum que fuisse illum alterum dices, praeut huius rabies quae dabit;
Plauto, en Mostelaria: Video te nihili pendere omnes homines prae Philolache; Horacio:
Cunctane prae campo et Tiberino flumine sordent? Ejemplos de construcciones
comparativas en adjetivos en grado positivo son los siguientes: Plauto, en Aulularia: Sed
hoc etiam pulchrum est prae quam ubi sumptus petunt; en la misma comedia: Parum
etiam, praeut futurum est, praedicas; Horacio, en Epodos 3: Vt Argonautas praeter omnes
candidum Medea mirata est ducem; Virgilio: O felix una ante alias Priameia uirgo; en
Eneida 3: Vnum illud tibi nate prae que omnibus unum praedicam; el mismo: Fugit ante
alios exterritus Aruns; Propercio, en el libro 2, en la elegía que empieza Iupiter: Num sibi
collatam doluit Venus? illa perae que prae seformosis inuidiosa dea est; Livio, libro 1:
Paruam Albam prae ea, quae conderetur, fore; Cicerón a Sulpicio: Non tu quidem uacuus
molestiis; sed prae nobis beatus; Apuleyo, en Metamorfosis 9: Fabulam denique bonam
prae caeteris ad aures uestras adferre decreui. Ejemplos de construcciones comparativas
en adjetivos de grado comparativo son los siguientes: Plauto, en Aulularia: Iam minoris
omnia facio prae quam quibus modis me ludificatus est; Salustio: Caeterum ante hos te,
Iugurtha, qui aetate et sapientia prior es; Virgilio, en Eneida 1: Pygmalion scelere ante
alios immanior omnes; Suetonio, en Galba: Praeter caeteras altiorem et dealbatam crucem
statui iussit; y en Salmos 18: Dulciora super mel et fauum. Y con adjetivos en grado
superlativo son los siguientes: Virgilio, en Eneida 3: Petit ante alios pulcherrimus omnes
Turnus; Suetonio, en Vitelio 13: Famosissima super caeteras fuit coena ei data; Plinio,
libro 27, cap. 7: Herbae facillimae atque inter caeteras utilissimae; Ovidio, en Póntica 4,
10: inter omnes maximus; Plinio, libro 13: inter omnes potentissimus odor; así pues, si la
comparación está marcada en la preposición, hay que concluir que en los ablativos
comparativos falta la preposición prae; Plauto, en Epídico: Atque me minoris factum prae
illo; Apuleyo, en Metamorfosis, libro 8: Neque ulla caprea neque pauens damula, neque
prae caeteris feris mitior cerua, sed aper immanis atque inusitatus surgit; en el mismo
libro: Sed unus prae caeteris et animo fortior et aetate iuuenior et corpore ualidior exsurgit
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alacer; el mismo, en el libro 10: Vnus e curia senior prae caeteris compertae fidei;
Sosípatro Carisio, en el libro 1, hablando de los comparativos: Et confirmat prae illo
neminem esse doctiorem; y más abajo: Et habent alios prae se doctiores; En Esdras 3, cap.
4: Καὶ ἀληθεία μεγάλη, καὶ ἰσχυρωτέρα παρὰ πάντα, que quiere decir: Veritas magna et
fortior prae aliis; David, cap. 1: Apparuerunt uultus eorum meliores et corpulentiores prae
omnibus pueris, qui uescebantur cibo regio.
Pro. Non bene pro toto libertas uenditur auro. Plauto, en Asinaria: Par pari datum
hostimentum est, opera pro pecunia; el mismo, en Aulularia: Pro uapulando abs te
mercedem petam; Columela, libro 5, cap. 1: Pro quibus nulla merces dependitur; Eneida 5:
Hanc tibi, Eryx, meliorem animam pro morte Daretis persoluo; César, en Guerra civil 1:
Pecuniam pro iis rebus soluit; Cicerón, en Sobre los límites 4: Aestimatione aliqua digna
eaque pro quantum quaque sit ponderis esse aestimanda; Salustio: Nemo nisi uictor pro
pace bellum mutauit; Valerio Máximo, libro 4, cap. 6: Qui coniugis fata pro tuis permutari
passus es; Terencio, en Eunuco: Par pro pari referto; así leen los sabios este texto;
Cicerón, en Verrinas 1: Pro quo frumentto pecunia omnis soluta non est; Salustio, en
Jugurta: Pro metu repente gaudium mutare. Y el latín no tiene en cuenta en cuál de los dos
términos ha de ponerse la preposición, ya que en cualquiera de los dos significa precio o
estima; así dedi leporem pro denario es lo mismo que dedi pro lepore denarium; Terencio:
Heri minas uiginti pro ambobus dedi; Horacio: Dedi hic pro corpore nummos; Virgilio:
Vitamque uolunt pro laude pacisci. De ahí esas expresiones tan frecuentes como Pro nihilo
putare, pro nihilo pendere etc.
A o de. En las construcciones con verbos de abundancia y escasez hay siempre una
causa que podría ser la eficiente; por eso falta la preposición a o de. César, en Guerra civil
3: Haec a custodibus classium loca maxime uacabant; Cicerón, en cartas a Ático 5: Locus
176
a frumento copiosus; el mismo, en la defensa de Flaco: Vsque eo orba fuit ab optimatibus
illa concio; el mismo, en la defensa de su casa: A magistratibus nuda res publica; en el
mismo discurso: Ab amicis inops; el mismo, en Sobre los oficios: Adhibenda est uacuitas
ab angoribus; el mismo, en la defensa de Deiotaro: Sed tamem quidquid a bello populi
Romani uacabat; Livio: Ne quando a metu ac periculis uacarent; Virgilio, en Culex:
viduos a lumine Phoebi; Salustio, en Catilina: Omnes qui de rebus dubiis consultant ab
odio, amicitia, ira, misericordia uacuos esse decet; Cicerón: De quibus uolumina impleta
sunt; el mismo: De nugis referti libri; Marcial: Hos nisi de flaua loculos implere moneta
non decet; se dice: Sanguis manat a uulnere, o de uulnere. Así pues, egeo pecuniis es igual
que egeo egestatem a pecuniis, es decir a parte pecuniarum.
Per o ante o in. En las circunstancias de tiempo, si van en acusativo, falta per o ante,
como sucede en Centum uixit annos, en quarto Kalendas. Cicerón: Hunc per decem annos
aluimus contra nos. Esto lo dice Prisciano en el libro 18; se equivoca, pues, Erasmo, en
Copia, capítulo 150. Horacio: Quod in unum uiuat et plures; el mismo, en Epístolas 2: Sed
in longum tamen oeuum manserunt.
In o de. Si la circunstancia de tiempo está en ablativo, falta in o de, como en tribus
annis, hora prima; Cicerón, en Tópicos: Si filius natus esset in decem mensibus; César: De
tertia uigilia; Terencio, en Andria: In diebus paucis quibus haec cocta sunt.
Per o ad. En los complementos que expresan distancia, si están en acusativo, falta per
o ad, como sucede en sex pedes altus, patet ulnas quatuor; Lactancio, en el ave Fénix: Per
bis sex ulnas eminet ille locus; Varrón, en Sobre la agricultura 3, 5: Est lapis a falere
pedem et dodrantem altus, ipsum falere ad duo pedes altum a stagno, latum ad quinque.
In. Si el complemento de exceso o modo está en ablativo, falta in, como sucede en
paulo maiora canamus; Cicerón, en Académicas 4: Democritus huic in hoc similis, uberior
in caeteris; Cicerón, en la defensa de Balbo: In quo erat accusatoris interpretatio indigna
responsione.
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Cum. En afficio te honore y prosequor te odio se suple cum. Livio, libro 9, década 4:
Prosecuti cum donis legatos sunt; el mismo, en libro 2, década 1: Decedentem domum cum
fauore ac laudibus prosecuti sunt; Cicerón, en cartas a su hermano Quinto 2: Publicani
Domitium cum equis prosecuti sunt; Plinio, en Cartas 159: Mentionem alicuius cum honore
summo prosequi.
In. En ibam uia sacra se suple in. Cicerón, en Tusculanas: Qui miser in campis
moerens errabat Aleis; Terencio, en Eunuco: Haud conuenit una ire cum amica
imperatorem in uia; el mismo, en Heautontimorumenos: Qui nuper fecit seruo currenti in
uia decesse populum; Virgilio: Et uictis dominabitur Argis, es decir in Argis; Lucano:
Rarus et antiquis habitator in urbibus errat.
Ab. Terencio: Stulto intelligens quid interest, es decir, ab stulto. Cicerón: negant a
falsis interesse uisa; Horacio: Abest uirtute diserti Messalae, es decir, a uitute; Ovidio, en
Tristes 4, 1: Imus ad insignes urbis ab arte uiros; Cicerón, en Cartas a familiares 12, 1: Ab
illo sordidissimo periculo tuti futuri; Plauto, en Truculento: Ab ingenio est improbus;
Terencio, en Formión: Ociosum ab animo. Así decimos uirtute praeditus, es decir ab
uirtute o cum uirtute.
De. En more hominum facis, amicorum consilio feci, mea sententia, meo iudicio, se
suple de. Cicerón: De amicorum sententia Roscius Romam confugit; el mismo: Idque de
meo consilio; el mismo, a Ático: Nihil faciam nisi de sententia tua; Cicerón: Flere de
morte alicuius; Plauto, en Cautivos: Rem de compacto geri; el mismo, en Menecmos: Iube
te piari de mea pecunia; el mismo, en Epídico: Quibus de signis agnoscebas.
An o ne. Terencio: Melius, peius, prosit, obsit, nihil uident nisi quod lubet, donde se
suple an o ne; Plinio: Studes, an piscaris, an simul omnia?, en lugar de studesne.
Aut o seu. En uelis nolis, scias nescias se suple aut, seu, siue. Cicerón: Quatuor, ad
summum quinque sunt inuenti, qui Milonis causam non probarent.
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Enim o nam o quia. Terencio: Haec quum illi, Micio, dico, tibi dico; tu illum corrumpi
sinis, es decir, tu enim; Virgilio: Nec sum adeo informis, nuper me in littore uidi; el mismo:
Alba ligustra cadunt, donde se suple quia.
Et o atque. En hac illac, extra intra, aequi boni, optimus maximus, uti frui, dare
legare, se suple et. Véase lo que dice el cardenal Adriano.
Etiam. En non solum elegans, sed facetus, se suple sed etiam. Véase non.
Igitur o ergo. Ovidio: Hunc quoque, siderea qui temperat omnia luce, cepit amor
solem; solis referamus amores, es decir, solis igitur; Terencio: Hac non successit, alia
egrediemur uia.
Ita. En faciam ut iubes se suple ita o sic. Horacio: Vt tu Fortunam, sic nos te, Celse,
feremus; Plauto: ut tu uelis esse me, ita ero.
Aquí hay que advertir claramente que en una oración no se puede poner ita o sic sin
que inmediatamente se sobreentienda ut o uti; y que no puede haber un ut al que no
responda un ita o un sic. Virgilio, en Geórgicas 4: Vt binae regum facies ita corpora gentis.
En las conocidas expresiones Ita Neptuno uisum est, sic uisum superis, sic fatur, ita fatur,
también falta ut; es como si dijéramos: Ita fatur ut diximus, o dicemus. También se suple en
las súplicas: Sic tibi sit felix iter; Marcial, libro 7: Sic me fronte legat dominus, Faustine,
serena..., ut mea nec iuste.
Magis o potius. Plauto: Tacita semper bona est mulier quam loquens, es decir, magis
bona. En griego muchas veces falta μάλλον, es decir, magis. De ahí la expresión: Bonum
est confidere in domino quam in principibus; Terencio: Si quisquam est, qui placere se
studeat bonis quam plurimis, es decir, bonis potius quam plurimis, es decir, malis; Tácito,
en Anales 4: Agrippa claris maioribus quam uirtutibus; el mismo, en Anales 1: Et pacem
quam bellum probabam; Plauto, en Menecmos, escena Nimis: Quin uidua uiuam quam
tuos mores perferam. Véase prius.
Ne. En caue cadas, caue faxis, se suple ne. De ahí que estén equivocados Valla y otros.
Cicerón: Nonne caueam ne scelus faciam; Plauto: Tu caue, quadraginta accepisse hinc
neges; Terencio: Etiam caues, ne uideat te aliquis. Véase ut.
Non. Tras non modo, non solum, non tantum, se suple non, siempre que no haya dudas
de interpretación; es como si dijeras: Alexander non modo parcus, sed etiam fuit liberalis,
es decir, non modo non parcus. Cicerón, en Catilinarias 1: Vt iam ista non modo homines,
sed ne pecudes quidem mihi passurae uideantur; en la misma obra: Sed ita ut non modo
ciuitas, sed ne uicini quidem proximi sentiant; el mismo, en El orador: Nam si, ut in
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epularum apparatu, non se parcum solum, sed etiam elegantem uideri uolet; en cartas a
Ático 10, 7: Regnum non modo romano homini, sed ne Persae quidem cuiquam tolerabile;
el mismo, en El orador 1: Neque solum in scientiam meam, sed ne rerum quidem
magnitudinem perspicit; y en Tusculanas 1: Mortuorum non modo uitae commodis, sed ne
uita quidem ipsa quisquam caret; Varrón, en Sobre la lengua latina 8: Dicam de uniuersa
analogia, cur non modo uideatur esse reprehendenda, sed etiam cur in usu quodammodo
sequenda. Mureto, en De varios 10, 7, trata con más extensión este tema. He aquí ahora
testimonios de la expresión en su totalidad. Cicerón, en Sobre la vejez: Quia non modo
uituperatio nulla, sed etiam summa laus senectutis est; en la misma obra: Nec solum non
molesta, sed etiam iucunda; en la misma obra: Sed uidetis ut senectus non modo languida
atque iners non sit, uerum etiam operosa et semper agens aliquid et moliens; el mismo, en
la defensa de Celio: In quo non modo crimen non haerebat, sed uix diserti adolescentis
cohaerebat oratio; el mismo, en la defensa de Deiotaro: Non modo tibi non succenset,
uerum omnem tranquillitatem etc.; el mismo, en Filípicas 2: Vt non modo non cohaerentia
inter se diceres, sed maxime disiuncta atque contraria. Yo, sin embargo, no afirmo que
haya que suplir siempre una negación tras non modo, non solum, y non tantum, ya que
pueden tener sentido completo expresiones como Non solum diues est, sed etiam doctus;
Cicerón, en la defensa de Plancio: Manlium non solum ignobilem, uerum sine uirtute, sine
ingenio. Esto es más cierto que lo que dice Valla, en libro 3, cap. 27.
Non solum. Quintiliano: Quum Ciceroni dormitare interim Demosthenis oratio, uerum
etiam Homerus ipse uideatur, donde se suple non solum; Cicerón: Vrget ille quidem, et
Philotimus, et Cincius, sed etiam ipse crebro interuiso.
Olim. Horacio, en El arte poética: Tibia, non ut nunc orichalco uincta tubaeque
aemula, sed etc., es decir, Tibia olim non erat ut nunc.
Post. Livio: Quadragentesimo anno quam urbs Roma condita erat, es decir, postquam;
el mismo: Anno tricesimo altero quam Roma condita erat; idem: Altera die quam a
Brundisio soluit; Cicerón a Terencio: Postridie intellexi quam a uobis discessi.
Prius. Muchas veces falta la partícula prius delante de quam. Terencio, en Eunuco:
Omnia experiri quam armis sapientem decet, aunque en este texto se lee ahora omnia
prius; Plauto, en Anfitrión: Grauidam ego illam hic reliqui quam abeo; así lee Janio, en
Cuestiones; el mismo Plauto, en Trinunmo: Confit cito quam si tu obiicias formicis
papauerem. Véase magis.
Quam. Terencio, en Adelfos: Plus quingentos colaphos infregit mihi, es decir, plus
quam; Varrón, en Sobre la agricultura: Non minores oportet inin bimas, ut trimae pariant,
es decir, quam bimas; el mismo: Videndum ne sint minores trimae, maiores decem
annorum; Terencio, en Eunuco: Accede ad ignem hunc, iam calesces plus satis, es decir,
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plus quam satis sit, como señala Quintiliano, aunque a Donato le parece que se trata de un
pleonasmo; Terencio, en la misma comedia: Plus millies audiui; Plinio, libro 10: Plus
uicenaquina oua incubanda subiici uetant; Livio: Capta amplius duo millia hominum,
minus duo millia circa muros caesa; Cicerón, en la defensa de Roscio comediante: Amplius
sunt sex menses; en el mismo discurso: Amplius triennium est; en el mismo discurso:
Triennium amplius in aduersariis iacere pateris; Plauto, en Epídico: Plus iam sum libera in
quinquennium.
Quam ante. También falta quam tras algunos comparativos. Virgilio: Tristior ac
lacrymis oculos suffusa; y Faciam te certiorem, es decir, quam antea eras. Y no se debe
hacer caso a Quintiliano y a otros que piensan que los comparativos pueden tener el
significado de un positivo. Terencio: Liberius uiuendi fuit potestas, es decir, quam antea.
Quam pro. Los gramáticos enseñan que hay algunas comparaciones oblicuas o
impropias, como ditior opinione, tristior solito, cogitatione citius, calceus maior pede. Pero
yo me inclino a pensar que en estas expresiones y en otras semejantes falta quam pro.
Cicerón, en Filípicas 13: Plus etiam quam pro uirili parte obligatum puto; Livio, libro 10,
década 3: Maior quam pro re laetitia; Livio, libro 1, década 3: Pluribus ignibus quam pro
numero manentium factis; el mismo, en libro 5, década 3: Maior quam pro numero
hominum editur pugna; Q. Curcio, lib. 5: Ventus maiorem quam pro flatu sonum edebat.
Expresiones completas serían: Vestis maior quam pro corpore, calceus laxior est quam pro
pede, o quam prae pede.
Quasi. Horacio: Neque uerbum uerbo curabis reddere fidus interpres, es decir, quasi
fidus; efectivamente, el oficio del fiel traductor es traducir palabra por palabra; el mismo:
Vixisset canis immundus, es decir, quasi, tanquam, ceu, ueluti canis. Véase tanquam.
Siue. Catulo, en el poema dedicado a una pequeña barca: Laeua siue dextera, en lugar
de siue laeua siue dextera. Horacio: Cantamus, uacui siue quid urimur; el mismo: Quo non
arbiter Adriae maior tollere seu ponere uult freta; el mismo: Et Stenelus sciens pugnae,
siue opus est imperitare equis.
Sed. Horacio: Qui fit, Moecenas, ut nemo sua sorte contentus uiuat, laudet diuersa
sequentes?, en lugar de sed laudet; el mismo: Multis ille quidem flebilis occidit, nulli
flebilior quam tibi, Vergili, es decir, sed nulli; el mismo, en El arte poética: Ex noto fictum
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carmen sequar, ut sibi quiuis speret idem; sudet multum fiustraque ausus idem, en lugar de
sed sudet.
Si. Horacio: Decies centena dedisses huic parco, es decir, si dedisses; Cicerón, en
Paradojas: Poscit, dandum; eiicit, abeundum; minatur, extimescendum, es decir, si poscit;
Terencio: Negat quis, nego; ait, aio; el mismo, en Formión: Vnum cognoris, omnes
noueris; el mismo, en Heautontimorumenos: Rectum est, ego ut faciam; non, ut deterream,
es decir, si rectum est, ut ego itidem faciam, si non est, ut te deterream; así conjeturé yo
este texto antes que Faerno; Horacio, en Odas 1: Sapias, uina liques, es decir, si sapies.
Sic. Horacio, en epístolas 18: Vt matrona meretrici dispar erit atque discolor, infido
Scurra distabit amicus, es decir, sic infido; el mismo, en Sátiras 1: Diues, ut metiretur
nummos, es decir, sic diues, o ita diues, como aparece más adelante: Ita sordidus ut se etc.
Tamen. Terencio, en Adelfos: Quanquam est scelestus non committet hodie iterum ut
uapulet, es decir, non tamen committet.
Vel. La partícula uel, de la misma forma que aut, según dijimos, se suple muchas
veces; pero uel tiene algo más elegante que merece la pena considerar; cuando se dice uel
stultus haec intelligeret, uel Priamo miseranda manus, falta un segundo uel; sería esto: uel
Priamo uel aliis hostibus. Yo sé que Donato interpreta este uel como equivalente a etiam;
que Budeo, en sus comentarios, lo hace equivalente a nam; Y que el propio Donato, en el
comentario a Formión, lo considera como saltem. Yo, sin embargo, que mantengo que una
palabra tiene un solo significado, creo que siempre es una partícula disyuntiva, y afirmo
que falta otro uel. Esto se deduce claramente de Persio, Sátira 1: Nemo hercule, dice, leget
haec uel duo, uel...; Terencio, en Eunuco: Hanc tibi mihi uel ui uel clam uel precario fac
tradas; suprímanse de este texto dos uel y quedará uno con el significado que dice Donato
de etiam. Cicerón, a su hermano Quinto: Sunt ista quidem uel magna uel potius maxima.
Hay que tomar un segundo miembro, como sucede en los ejemplos siguientes: Horacio, en
El arte poética: Multa senem circumueniunt incommoda: uel quod quaerit et inuentis miser
abstinet ac timet uti, uel quod res omnes timide gelideque ministrat; el mismo, en Odas 3,
24: Vel nos in Capitolium, quo clamor uocat et turba fauentium, uel nos in mare proximum
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gemmas mittamus; en el mismo libro, oda 29: Cras uel atra nube polum pater occupato uel
sole puro. Así pues, la partícula uel no puede aparecer sola; hay que entender otro uel.
Véase siue.
Vero. Quintiliano: Pro patre mori possem, coram patre non possum, donde falta uero o
autem; Terencio: Traditus sum mulieri, illa illico ubi me accepit etc.; Cicerón: Haec
morum uitia sunt, non senectutis.
Vsque. Horacio: Ad unguem factus homo, es decir, usque ad unguem; Virgilio: Si non
exosus ad unum Troianos; y Ad unum omnes occidit.
Vt. Terencio, en Heautontimorumenos: Eius annuis causa, opinor, quae erat mortua,
es decir, ut opinor; Cicerón, en Tusculanas: Niobe fingitur lapidea propter aeternum,
credo, in luctu silentium; Linacro suple aquí erróneamente credo quod propter; no hay tan
extraño al latín como dico quod, sequitur quod, intelligo quod. También falta ut en las
siguientes expresiones: Volo facias, nolo dicas, uelim desinas, rescribas ad omnia
rogamus; y en estas: Sine ueniat, sine faciat; Terencio, Eunuco: Sine ut ueniat.
Vt delante de ne. Horacio, en Sátiras 2: Ne faciam, inquis, omnino uersus, es decir, ut
ne faciam. Erróneamente dice el cardenal Hadriano que ut ne es lo mismo que ne; lo que
sucede más bien es que en expresiones como caue ne dicas, moneo ne facias, da operam ne
ueniat, falta ut. Cicerón, en Verrinas 3: Impetrant ut ne iurent; en carta a su hermano
Quinto, libro 3: Opera datur ut iudicia ne fiant; el mismo, a Bruto, en el libro 13: Vt ne
quid meorum tibi esset ignotum animaduerte operam dare; Terencio, en Hécira: Nempe ea
causa, ut ne id fiat palam; el mismo, en Andria: Principio ut ne ducas. Así pues, lo mismo
significa caue cadas y caue ut ne cadas.
Vtinam. Catulo: Tecum ludere sicut ipsa possem, es decir, utinam; Virgilio: Troum
arma secutus obruerent Rutuli; Ovidio, en Epístolas: Me quoque qua fratrem mactasses
improbe claua; Tibulo: Tunc mihi uita foret.
EL ZEUGMA
El zeugma, llamado de otra forma unión o conexión, y al que Fabio llama
synezeugmenon, consiste en unir a un solo verbo muchos conceptos, cada uno de los
cuales, aun estando solo, exigiría ese verbo; así en Sociis et rege recepto, Utinam aut hic
surdus aut haec muta facta sit, Aquilae uolauerunt, haec ab oriente, illa ab occidente. Este
último ejemplo, y otros que pondré más adelante, fue incluido por los gramáticos en la
figura de la prolepsis, porque se trata de una figura que afecta al género y a la especie; se
equivocaron, en contra incluso de Quintiliano, quien siempre consideró como un
synezeugmenon el hecho de que una palabra de una oración falta en las demás; es lo que
183
sucede en Aquilarum alia uolauit ab oriente, alia ab occidente; o en Aquilae uolauerunt,
alia ab oriente, alia occidente. Tampoco es en absoluto verdad, como ellos enseñan, que en
expresiones de este tipo haya que recurrir a un genitivo partitivo, ya que Cicerón utiliza el
nominativo: Bestiae aliae mares, aliae foeminas; el mismo: Homines, postea quam reus
factus est, alii redditi, alii etiam nunc retinentur; César, en Guerra civil 3: Tabulae
testamenti unae per legatos eius Romam erant allatae, alterae Alexandriae etc.; Livio, libro
4, década 3: Multitudo pars procurrit in uias, pars in aedium uestibulis stat, pars ex tectis
fenestrisque prospectant. Todas estas expresiones, dice Budeo en sus Comentarios, se
deben a influencia griega. Esto es lo que los gramáticos han llamado prolepsis.
Es elegante la elisión del mismo verbo, pero siempre que el elidido tenga un significado
diferente, como sucede en Tu colis barbam, ille patrem, y en Nero sustulit matrem, ut
Aeneas patrem. Justino: Prouolutae deinde genibus Alexandri non mortem sed ut Darii
corpus sepeliant dilationem mortis deprecantur; el mismo: Egregius adolescens et caedem
patris et necem fratris et se ab insidiis Artabani uindicauit; Ovidio: Pariterque ipsosque
nefasque sustulit.
Con frecuencia muchas oraciones parecen estar acabadas en un solo verbo, cuando el
sentido verdadero exige otro. Virgilio: Sacra manu uictosque deos paruumque nepotem
ipse trahit; el verbo trahit no encaja bien con todo lo anterior; habría que suplir fert o
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portat; el mismo: Disce puer uirtutem ex me uerumque laborem, fortunam ex aliis, donde
Servio dice que falta opta; Plauto, en Mostelaria: ille quidem haud negat. Th.: Imo aedepol
negat profecto neque se has aedes uendidisse, es decir, affirmat o iurat; Salustio, en
Jugurta: Non enim regnum, sed fugam, exilium, egestatem et omnes has quae me premunt
aerumnas cum anima simul amisisti etc.; Horacio: Saepe uelut qui currebat fugiens hostem,
persaepe uelut qui Iunonis sacra ferret, es decir, incedebat.
EL PLEONASMO
LA SILEPSIS.
La concordancia entre las palabras se da en el género, el número y el caso; pero la falta
de concordancia sólo se puede dar en el género y en el número; y esta falta de concordancia
es explicada como una silepsis.
La silepsis, es decir la conceptio, ocurre cuando las palabras parecen no concertar en
género y en número.
Hay también silepsis de número cuando varios singulares juntos exigen un plural, en
cuyo caso siempre se respeta la dignidad de los sujetos, como ocurre en Ego et tu ualemus,
ego et uos sedemus, tu et pater iubetis.
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De la misma forma que en la silepsis de número tiene prioridad, a la hora de la
concordancia, la primera persona y después la segunda, así, en la silepsis de género, tiene
prioridad el masculino, si aparece con otros géneros. Terencio: Quam pridem pater mihi et
mater mortui essent; Ovidio, en Arte: Mulciberi capti Marsque Venusque dolis; en Fastos:
Iane, fac aeternos pacem pacisque ministros; puede que en esta expresión haya también un
zeugma. Virgilio: Caesosque reportant Almonem puerum foedatique ora Galesi; Plinio,
libro 17, 11: Seriores supradictis narcissus et lilium; Livio, libro 7 de La guerra
macedónica: Decem ingenui, decem uirgines, patrimi omnes matrimique ad id sacrificium
adhibiti; Cicerón, en Sobre los oficios 1: Propter summam et doctoris autoritatem et urbis,
quorum alter te scientia augere potest, altera exemplis; el mismo, en Sobre la amistad:
Quod si haec apparent in bestiis, uolucribus, agrestibus, natantibus, suibus, cicuribus,
feris, primum se ut ipsi diligant etc.; Virgilio, en Geórgicas 4: Hinc pecudes, armenta,
uiros, genus omne ferarum, quemque sibi tenues nascentem arcessere uitas.
La anástrofe es la inversión en el orden de las palabras, como mecum, tecum, secum,
quibus de rebus, interest mea, adigere arbitrum, en lugar de agere ad arbitrum. Véase lo
que dice Cicerón en Tópicos.
Tmesis o sección, es el corte de una expresión compuesta o que tiene varios elementos
unidos, como septemque triones, maximo te orabat opere; Horacio: Quo me cunque rapit
tempestas deferor hospes; Virgilio: Nascere, praeque diem ueniens age, Lucifer, almum.
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Paréntesis es la interrupción del sentido completo de la frase, antes de que se termine.
Virgilio: Tityre, dum redeo, breuis est uita, pasce capellas.
HELENISMO O ANTIPTOSIS
Nada hay más torpe que la antiptosis de los gramáticos, cuando dicen que cualquier caso
se puede usar con el valor de otro; así, en uenit in mentem illius diei, en lugar de ille dies. Si
fuera cierta esta elucubración, nos veríamos libres de grandes preocupaciones.
Efectivamente, en vano tendríamos que buscar qué casos rigen los distintos verbos.
En griego no es extraño que, ante dos casos que están en relación entre sí, se ponga el
exigido por el verbo en el primero, mientras que el segundo está atraído por el primero; así
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en: περὶ λόγον ὡν ἔλεξα, es decir, De uerbis quibus dixi, en lugar de quae; χρόμαι οἱς ἔχω
βιβλίοις, es decir, utor quibus habeo libris, en lugar de quos. Aquí se podría incluir el texto
del Digesto, libro 30, ley 114, pár.: Diui: Seuerus et Antoninus resccripserunt eos qui
etc., donde yo leo ii qui en lugar de eorum qui. En Exodo, cap. 2: Ἐπὶ τῆς γῆς ἀγαθῆς, ἡς
κύριος ὁς θεός σοῦ διδώσι, es decir, in solo terrae bonae cuius Dominus dabit tibi, en
lugar de quam. En Lucas, cap. 1: Καὶ μ·ησθῆναι διαθήκης ἀγίας αὐτου, ὅρκον ὃν ὤμοσε
προς Ἄβρααμ, es decir, Ut memor esset testamenti sui sancti, iusiurandum quod iurauit ad
Abrahan, en lugar de iuriiurandi quod. En Lucas, cap. 21: Εἴπε ταύτα ἁ θεωρεῖτε, ἐλεύσον
ται ἡμέραι, ἐν αἱς οὐκ ἀφεθήσεται λίθος ἐπὶ λίθω, es decir: Dixit, Haec quae uidetis, ueniet
dies in quibus non relinquetur lapis super lapidem, en lugar de ex his o horum.
Demóstenes: ὲκ τῶν ἐπιστολῶν τῶν ἐκείνου μάθεσθαι, ὡν εἰς Πελοπόννεσον ἔπεμπε, es
decir, Ex epistolis eius cognoscetis quibus in Peloponnesum misit, en lugar de quas. Luceio
a Cicerón, en el libro 5 de las Cartas a familiares: Quum scribas et aliquid agas eorum,
quorum consueuisti, en lugar de quae; Plauto, en Gorgojo: Sed istum quem quaeris, ego
sum; el mismo, en Anfitrión: Naucratem quem conuenire uolui, in naui non erat; el mismo
en Aulularia: Pici diuitiis qui aureos montes colunt, ego solus supero; otros han
enmendado y leído picos; en la misma comedia: Quasi pueri qui nare discunt, scirpea
inducitur ratis; algunos leen pueris. Horacio, en Sátiras 1: Occurrunt animae quales nec
candidiores terra tulit, en lugar de qualibus; este texto no fue entendido por Lambino. El
mismo, en Epodos 5: Nardo perunctum quale non perfectius meae laborauerunt manus, en
lugar de quali; este texto tampoco fue bien interpretado por Lambino. Al mismo tipo de
antiptosis responden las siguientes expresiones: Non uacat mihi esse securo; Marcial:
Nobis non licet esse tam disertis, en lugar de disertos.
Cuando un nombre va entre dos verbos, puede ser atraído a un caso que no corresponde
al régimen de su verbo. Plauto, en Anfitrión: Atque ego te faciam ut miser sis; el mismo, en
Pséudolo: Satis si hanc hodie mulierem efficio ut tua sit; en la misma comedia: Eia scimus
nos quidem te, qualis sis; el mismo, en Aulularia: Sed seruum meum Strophilum miror ubi
sit; en la misma comedia: Nimis hercle illum coruum ad me ueniat uelim; Cicerón, a su
hermano Quinto: Haec me ut confidam faciunt; Terencio, en Adelfos: Illum ut uiuat optant,
en lugar de optant ut ille uiuat; el mismo, en Formio: Metuo lenonem, ne quid suo suat
capiti, en lugar de metuo ne leno suat; el mismo, en Eunuco: Hanc metui, ne me
criminaretur tibi; en la misma comedia: Metuo fratrem ne intus siet, en lugar de frater, ya
que después sigue esto: pater autem ne rure redierit; el mismo, en Heautontimorumenos:
Atque istud quidquid est, fac me ut sciam.
La atracción de un género por otro es también un helenismo, como cuando se dice:
Vidi templum quale est mons, en lugar de qualis. Horacio, en Epodos 8: Sed incitat me
pectus et mammae putres, equina quales ubera, en lugar de qualia. Frecuentes son
construcciones como: Est stella qui Mars dicitur; est locus in carcere quod Tullianum
189
appellatur; Virgilio: Saxum antiquum, ingens, campo qui forte iacebat limes agro positus.
Estas construcciones son, en efecto, griegas.
Las construcciones cupio esse clemens, laboras uideri doctus son helenismos tan
corrientes que los gramáticos latinos sacaron de ellas una regla que ni siquiera entienden.
La regla verdadera es esta: tras tales infinitivos ha de seguir un acusativo, como en cupio
dici doctum; la razón de ello es que al infinitivo siempre precede un acusativo, expreso o
sobreentendido. Pero como el griego coloca con frecuencia como sujeto del infinitivo a un
nominativo, sucede que siga un nominativo; en griego se dice: Aiunt rex hoc fecisse, dicunt
tu esse diues; de ahí se dice en latín: Vis uideri probus, como si la frase entera fuera: Tu uis
tu esse probus. Budeo en su Comentarios, Mureto a propósito de Catulo y Lambino en el
comentario a Odas 2 de Horacio señalaron que se trata de construcciones griegas. Pero
nadie mejor que Ovidio, en Fastos, expresó una frase según la norma griega: Seu genus
Adrasti, seu furtis aptus Ulisses, seu pius Aeneas eripuisse ferunt.
Katá. Ningún helenismo fue copiado por los latinos con más avidez que la
construcción en que se suple katá, del tipo fractus membra, caetera Graius, albus dentes,
panditur artus, purgor bilem, posco te pacem, doceo te artes, doceris artes, multa sese
incusans, latus ulnas duas, abfuit totum mensem, pendet libras centum. A propósito de
estas formas, véase la elipsis de la preposición katá.
Ek. La preposición ek, que rige genitivo, falta con tanta frecuencia en griego, que
muchos piensan que algunos verbos rigen genitivo. En griego se dice, en efecto: Imperti me
diuitiarum, arripuit illum pedis, gustauit mellis, audiuit musicae, y otras muchas
construcciones de este tipo. Pero, ¿quién es tan torpe que no vea que las siguientes
expresiones de Horacio no cumplen los cánones de la gramática latina? Abstine irarum
calidae que rixae; desine mollium lachrymarum; agrestium regnauit populorum; lassus
maris et uiarum militiaeque; Patiens pulueris atque solis; Integer uitae scelerisque purus;
Nec medici credis, nec curatoris egere. Igualmente las frecuentes: curarum plenus,
implentur ueteris Bacchi, securus amorum, uacuus laborum; falta ek o de, ya que ningún
adjetivo o verbo, ni en griego ni en latín, rigen genitivo. Aquí hay que incluir también las
construcciones: Ubique gentium, nusquam laborum, huc uiciniae, pridie et postridie
ludorum.
Afirman los gramáticos que hay muchos verbos que pueden regir dos acusativos. Esto
es totalmente falso, ya que en uno de los dos falta la preposición katá, es decir, per, o in, o
iuxta, la cual suele suplirse con verbos, activos y pasivos, con participios y con adjetivos;
así en: posco te pacem, frangitur membra, fractus membra, caetera Graius, albus dentes.
Suele también sobreentenderse esta preposición en construcciones de medida, ya de tiempo,
190
ya de otras cosas; así en: totum diem dormire, uixit annos centum, patet ianua tres ulnas,
pendet aries libras triginta, construcciones que trataremos una a una.
Pero conviene que presentemos primero la doctisima advertencia de Tomás Linacro: que
no hay, en el mundo de las letras, ningún adverbio que se presente bajo la forma de
sustantivo, como multum, paulum, melius, peius, nihil, aliquid, id, quid y semejantes.
Efectivamente, docte, sancte, modo, profecto, praeterea, interea, cuando son adverbios, no
tienen en la última sílaba la misma cantidad que su correspondiente palabra originaria; por
otro lado, melius, peius, doctius, facile, breue, nunca son adverbios, sino acusativos de
adjetivos, en los cuales se suple katá o el sustantivo negotium. Véase la elipsis de este
nombre. Horacio, en Epístolas 2: Quin etiam canet indoctum, sed dulce bibenti.
La elisión de la palabra katá adquirió tanta elegancia en griego, que apenas la
encontramos expresa. Pero veamos algunos testimonios. Lo que en Aristófanes es Γνώμην
ἐμήν, en Platón suele ser κατὰ τὴν ἐμὴν, según dice Budeo en sus comentarios, es decir,
iuxta meam sententiam. La cláusula homérica Κατὰ φρένα καὶ κατὰ θυμόν, es decir, ut
mea mens et animus est, o secundum meam mentem et animum, es frecuentísima. Cuando
se dice Urbes partim capta, partim incensa, falta katá y se trata de un acusativo, cuyo
nominativo antiguo es partis. Ovidio, en Metamorfosis 11: Partem dammantur in unam. En
griego se dice: Τὰ κατὰ μέρος; Aristóteles, en el libro 1 de la Retórica: ἔστι δὲ τῆς
ῥετορικῆς εἴδη τρία τὸν ἀριθμόν, es decir, "hay numéricamente tres tipos de Retórica";
Porfírio, en el capítulo sobre la especie: Πρῶτον μὲν εἴδος ἀξίον τυραννίδος, es decir, "en
primer lugar los que merecen el poder por su especie", donde falta dos veces κατὰ de
manera que sería circa primum y circa formam, ya que así hay que leer este pasaje. De
todas formas, he aquí algunos de los innumerables ejemplos donde, según el testimonio de
Budeo, hay que suplir la preposición katá; Teócrito: Ἀλγῶ τὰν κεφαλάν, doleo caput;
Platón dice con frecuencia: τὸ ἐμόν y τὸ ἐμὸν πρᾶγμα, por τὸ κατὰ ἐμαι, es decir, en lugar
de eo quod ad me attinet; el mismo, en La República 2, desarrolla elegantemente los dos
acusativos: Ταῦτα δή καὶ ταῦτα εγκωμιάζουσι δικαιοσύνην, haec et similia ipsi laudant
iustitiam; con más claridad los expresa Teognis: Εσχρά δ’ εμε οὐ ἐθέλοντα βίη καὶ πολλά
διδασκεῖς, Turpia autem me nolentem et inuitum multa doces; Esquines: Τένεδε δὴ μοὶ
μικρόν χρόνον τῆν δίανοιαν, Adeste nunc mihi mentem exiguum tempus, donde falta κατὰ
dos veces; Synesio: Ταῦτα θεόν, ταῦτα ἀνθρώπους μαρτύρομαι, Haec deum, haec homines
testor. Si se quiere, se pueden ver otros muchos ejemplos en Budeo. De todos ellos se
puede deducir, en mi opinión, que no hay ningún verbo de este tipo que no tenga un
acusativo con κατὰ. De ahí se deduce que los verbos transitivos tendrán dos acusativos, y
los pasivos y copulativos, uno. Terencio, en Eunuco: Ecquid nos amas de fidicina isthac?
Th. -Plurimum merito tuo; Plauto, en Anfitrión: Nunc iam huc animum quae loquar
aduertite, es decir, circa haec; en la misma comedia: Haec heri immodestia cogit me, es
decir, circa haec; Cicerón, en el libro 13 de Cartas a Familiares: Literae non quae te
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aliquid iuberent, sed commendatitiae; Plauto, en Aulularia: Coepi obseruare ecquid
maiorem mihi filius honorem haberet; Terencio, en Formión: Ne quid plus minusue faxit,
quod nos postea poeniteat, es decir, circa quod; Cicerón, en Cartas a Familiares, 1, 9:
Nostram uicem ultus est ipse sese; Terencio, en Formión: Argentum quod habes
condonamus te; el mismo, en Eunuco: Habeo alia multa, quae nunc condonabitur, donde
los ignorantes leen condonabuntur; el mismo: Neque id se pigere; Estacio, en Tebaida 10:
Quae te leges praeceptaque belli erudiit genitrix; Cicerón, en Cartas a Familiares 6: Quum
ignouerit omnibus, qui multa deos uenerati sunt contra eius salutem; Virgilio, en
Geórgicas: Multa gemens ignominiam plagasque superbi victoris, donde los ignorantes
consideran que multa está por multum y que -los dioses me perdonen- ambos son adverbios.
Véase también cómo en pasiva los latinos utilizan giros griegos. Virgilio, en Eneida 6:
Nec magis incepto uultum sermone mouetur quam si etc.; en Eneida 4: Expleri mentem
nequit; en Eneida 5: Flauaque caput nectentur oliua; Ovidio, en Metamorfosis 2: Partes
quascumque sedendo flectitur; el mismo, en Fastos 2: Carpitur attonitos sensus; el mismo:
Asper equus duris contunditur ora lupatis; Horacio, en El arte poética: Qui purgor bilem;
el mismo: Agrestem Cyclopa mouetur; Estacio, en libro 9: Figitur ora Lamus; Tácito, en
libro 21: Neque quicquam prius imbuuntur quam contemnere deos; el mismo, en libro 3:
Sane grauaretur aspectum ciuium senex imperator; el mismo, en libro 18: Uxorem quoque
eius Saloniam tanquam laesi, grauabantur; Quintiliano, libro 1: Quapropter praecipienda
sunt optima, quae si quis grauabitur etc.; el mismo, en libro 4: Quod quum audiuit iudex
caetera, tanquam superuacua, grauari solet; Suetonio, en Augusto: Ampla et operosa
praetoria grauabatur; Horacio, en Epístolas 1: Quis magna coronari contemnat Olympia?,
donde traduce la corrientísima expresión griega ἔστεπσαι τὰ ὀλύμπια; el mismo, en Odas 3,
6: Motus doceri gaudet Ionicos matura uirgo, lo cual es una imitación del texto de
Aristófanes, en Asamblea: Τὸν ἀπο Ιωνίας τρόπον τάλαινα κνησιᾶς, es decir, Misella
pruris nunc Ionicum modulum.
Pero, aunque nos presentemos con el sol en la manos, hay algunos tan ciegos, que
siguen ciegos ante una luz tan brillante. Y nos exigen que les aduzcamos ejemplos en que
aparezca expresa esta preposición. Es absurdo, ya que pretenden que se les presente en
lengua latina lo que los autores suelen evitar como poco elegante. ¿Quién ignora que las
preposiciones se deben anteponer a los nombres? Pero, desde el momento en que el latín
acepta por una vez mecum, tecum, secum, nobiscum, uobiscum, ya nadie se atreve a decir
cum me, cum te etc. De todas formas, con tal de dar satisfacción a oídos tan obstinados, me
he esforzado por buscar testimonios allí donde los había.
Son estos. Virgilio, en Culex: Pinus hirsuta per artus; Terencio, en Eunuco: Neque
sciebat nec per aetatem dicere poterat; Livio: Per ea tempora perrarae literae fuerunt:
Cicerón: Per insidias interficere: el mismo: Per legem illam hoc mihi licet; Persio: Per me
equidem sint omnia protinus alba. En todos estos ejemplos el griego utilizaría katá. Si
192
tenemos en cuenta lo anterior, queda ya clara la sintaxis de la expresión ciceroniana en
Cartas a Ático: Amariorem me senectus facit, stomachor omnia; y a Mario: Utrumque
laetor, et sine dolore te fuisse, et animo ualuisse; igualmente: Stoici, qui de uirtutibus
disputant, magnam partem in his partiendis occupati sunt; y en Sobre los deberes:
Maximam autem partem ad iniuriam faciendam agrediuntur nonnulli, ut adipiscantur ea
quae concupierunt; y en Cartas: Magnam partem consulatus tui abfui; y en El orador:
Magnam enim partem ex iambis nostra constat oratio; Livio: Clamor undique ab solicitis
uicem imperatoris militibus sublatus est; el mismo: Suam quisque uicem officio functus est;
el mismo, en libro 4, década 3: Ut hoc insigne regium in orbem, suam cuiusque uicem, per
omnes iret; Terencio: Domum ire pergam, ibi plurimum est. En todos estos ejemplos falta
katá, es decir, per.
Ad. A veces, katá es traducida en latín por ad. Cicerón, en Cartas a Ático, libro 4,
penúltima carta: Dicis, quid mihi hoc monumentum proderit? Ad quid laboramus res
romanas?; el mismo, en Verrinas 6: Nam et situ est munito et ex omni aditu uel terra uel
mari praeclaro ad aspectum; el mismo a Curión: At te uero bis terue ad summum et eas
perbreueis accepi; el mismo, en la defensa de Milón: Quatuor, ad summum quinque sunt
inuenti. Aquí hay que incluir las frases: Pendet aries libras triginta; Panes latus decem
ulnas, es decir, katá, o sea ad o per; Varrón, en Sobre la agricultura 3, 5: Est lapis a falere
pedem et dodrantem altus; ipsum falere ad duo pedes altum a stagno, latum ad quinque;
Lactancio, en El ave Fénix. Per bis sex ulnas eminet ille locus.
Circa. También se encuentra la preposción circa por katá. Cornelio Celso, libro 17,
cap. 15: Circa singulas heminas, es decir, in singulis heminis; Livio, libro 9: Nam et circa
omnia defecerunt. Quintiliano, en prólogo 8: Praecipue circa partis huius praecepta
elaborauit.
In. Es más frecuente el uso de in por κατὰ, ya que la expresión frecuente aeternum
uale, y la expresión virgiliana, de Eneida 6, Sedet aeternumque sedebit infelix Theseus,
aparecen en otras ocasiones como in aeternum clauduntur lumina morte. Livio, libro 4: In
aeternum urbe condita et in immensum crescente; Virgilio, en Bucólicas: Causando
nostros in longum ducis amores; Livio, libro 39: Nihil autem in speciem fallacius est quam
praua religio; Ovidio, en Metamorfosis 11: Caetera sunt hominis, partem damnatur in
unam; Plinio, libro 10, cap. 36: In multum uelociores; Plauto, en Asinaria: Agesis, tu in
partem nunc iam hunc delude, atque amplexare hanc, es decir, partim et uicissim, en griego
κατὰ μέρος, es decir, in partem; Horacio, en Epodo 2: Quod si pudica mulier in partem
iuuet domum; Propercio, libro 4: Nanus et ipse suus breuiter caruatus in artus; Livio:
Obsidio uix in paucos dies tolerabilis; Plinio, en Panegíricos: Si denique in tantum diligo
optimum principem, in quantum inuisus pessimo fuit; Plinio, libro 8, cap. 16: Et male credi
libertas ei, cui in tantum cessisset etiam feritas; el mismo, libro 10, cap. 53: Aliquae in
tantum, ut effoetae moriantur; Horacio: Quod et in hunc annum uiuat et plures; el mismo,
193
en Epístolas 2: Sed in longum tamen aeuum manserunt. De ahí expresiones tan corrientes
como Tuam uicem doleo, inuicem dolere. Y decimos: Ero tibi perpetuum o in perpetuum
amicus, es decir, tempus.
Ob o propter. Por otro lado, Donato en las frases terencianas Quid uenisti, id uiso,
neque tu id indignari posses, suple ob o propter. Y ello en contra de lo que piensan los
gramáticos ignorantes que enseñan que id, aliquid, nil, nihil, quid son acusativos extraños.
Si alguien, a primera vista, piensa que yo expongo una paradoja y no una idea
verdadera, que escuche a Aristóteles, a quien pongo como garante de mi idea; él enseña que
cosas de distinta naturaleza pueden ser designadas con una sola palabra, pero por analogía,
es decir, por comparación o proporción. "Se llaman homónimos", dice, "aquellas cosas que
tienen un nombre en común, mientras que la noción designada por el nombre es distinta,
como sucede con animal, que puede referirse a un hombre real y a un hombre en pintura".
Boecio traduce mal este texto al hacerlo así: "Se llaman equívocos...", ya que “equívoco”
no es un palabra latina, ni está de acuerdo con lo que Aristóteles pensaba; “homónimo”
significa, en efecto, "igual en palabra o semejante en palabra". Por ello, debería haber
traducido mejor: "se llaman análogos...". Yo, si se me permite usar una palabra extraña,
llamaría “unívoco” a lo que ellos llaman “equívoco”, y, a su vez, a lo que ellos llaman
“unívoco”, lo llamaría "equívoco". Es esto lo que demuestran claramente los ejemplos de
Aristóteles. Y si la obtusa mente de los dialécticos tuviera en cuenta estos ejemplos, no
andarían todavía tan a oscuras. Prisciano, en el libro 9, traduce synonimiam por "significado
doble". Y nadie podrá con razón objetarme aduciendo los muchos años en que esto ha sido
tradición y ha sido tenido por cierto; y es que "el posesor de una idea errónea", como dicen
los jurisconsultos, "nunca puede presciribir". “A mí”, dice San Agustín, “que me apoyo
siempre en la razón, en vano me objetarán la costumbre, como si la costumbre tuviera más
fuerza que la verdad”. Y Santo Tomás, agudo intérprete de Aristóteles y de la verdad, dice
en muchos sitios, y sobre todo a propósito de la frase de Porfirio, "Si alguien dice omnia
entia, está hablando aequiuoce", que aequiuoce equivale a analogice. Rodolfo Agrícola, en
libro 1, cap. 23, traduce homonyma por adnominatio.
Yo, por mi parte, tengo cuatro poderosas razones para pensar que debe ser rechazada
radicalmente la existencia de equívocos:
1.- Si las palabras -como dice Platón en el Cratilo, Aulo Gelio, en el libro 10, cap. 4, y
como demuestran constantemente las Sagradas Escrituras- tienen un significado por
naturaleza, ¿cómo es posible, pregunto, que con la misma y única palabra se nombren
distintas naturalezas? Pero si, como quiere Aristóteles -el cual, si se le interpreta bien, no
polemiza con Platón-, su significado les viene por convención -con “convención” quiero
194
decir la voluntad de los hombres inteligentes que, tras comprobar la naturaleza de las cosas,
suelen ponerles nombre-, deberíamos considerar demente y loco al que ordenase designar
con una sola palabra a la mesa y al libro.
2.- Por otro lado, si fuesen equívocas, es decir si significasen muchas cosas por igual y
de la misma forma, tendríamos que hacer uso constante de adjetivos o de alguna otra
distinción, para diferenciarlas entre sí. Efectivamente, no sería suficiente decir "vi un perro"
o "muerde un perro", sino que habría que añadir "terreno", "celeste" o "marino". Se llama
también canis ("perro") a una tirada concreta en el juego de los dados.
3.- Hay que añadir que habría que considerar negligente y mentecato a Aristóteles, si no
hubiera dado ninguna regla para la analogía, la cual es muy necesaria para los silogismos, y
en ellos más que en ningún otro sitio. Pero no nos dio ninguna otra regla que la señalada.
Esta debe, pues, ser interpretada así: "Se llaman análogos...
4.- Por último, me hacen pensar así los testimonios de hombres sabios. Efectivamente,
Cicerón, en el último libro de las Cartas, carta 17, enseña que las palabras tienen su
domicilio propio en una sola cosa, pero que pueden hacer muchos traslados a otra cosa.
Aulo Gelio, libro 11, cap. 12: "Crisipo dice que toda palabra es ambigua por naturaleza, ya
que de la misma palabra pueden tomarse dos o más acepciones. Diodoro, sin embargo, de
sobrenombre Crono, dice que no hay ninguna palabra ambigua, y que nadie las llama o
siente como ambiguas. Y no debe parecer que se dice ninguna otra cosa que la que sabe que
dice el que habla. Si, por el contrario", dice, "yo soy consciente de que digo una cosa y se
entiende otra, es porque yo no lo digo con claridad y no porque pueda parecer ambigua. Y
es que la naturaleza de una palabra ambigua debe ser tal que cuando se habla, se dicen dos
o tres cosas; pero nadie que crea decir una cosa, dice dos o más". Hasta aquí Gelio. César
Escalígero, al final del libro Sobre las causas de la lengua latina entiende perfectamente las
palabras de Nonio Marcelo y de otros, los cuales, en sus libros sobre la propiedad de las
palabras, asignaron a la misma y única palabra multitud de significados; a este respecto
añade: "Una sola palabra tiene un solo significado propio o fundamental; los demás
significados son comunes o accesorios o espúreos". Foreiro Lusitano, en muchos lugares de
su comentario a Isaías, pero sobre todo al principio del capítulo 8 dice: "Yo siempre he
tenido la convicción de que las palabras hebreas tienen un solo significado". Juan Mercero,
en sus Anotaciones al Diccionario de Pagnini, y concretamente a propósito de abad, dice:
"Oportuno fue aquello que se dijo una vez: en todas partes se aducen muchos y diversos
significados para unas palabras; pero sólo los primeros son los propios y genuinos; los
demás son metafóricos, a los cuales llega la palabra en cuestión por una especie de
similitud o por una extensión del lenguaje". Casi lo mismo dice el rabí Mardocay en sus
Concordancias hebraicas. Valla, en el libro 6, cap. 3 de su Contra Nonio Marcelo, dice esto:
"¿Quién puede creer que los autores pretendieron dar a una sola palabra tantos significados
195
y que cada uno pretenda darle uno nuevo, como si trataran de confundir la lengua?".
Véanse también los capítulos 5, 8, 11 y 12 del mismo libro.
Reglas generales.
Y antes de pasar a los ejemplos, voy a dar seis reglas que expliquen claramente el tema
y que afirmen mi aserto.
1.- Esta doctrina debe entenderse en lo que se refiere a los casos rectos de los nombres y
de los verbos. Estos son, en efecto, los auténticos nombres. "Catonis y Catoni", dice
Aristóteles, "no son nombres, sino casos del nombre, de la misma forma que sanabitur y
sanabatur no son verbos, sino casos del verbo". Vana es, pues la objeción de que ducis y
duces son al mismo tiempo nombres y verbos y por tanto ambiguos; e igual legis, legi,
leges; y auis, animal que vuela, y auis, dativo, de auus; y satis adverbio y forma de sata
satorum; y canis, verbo, y canis, nombre, aunque los antiguos escribían haec canes y haec
uulpes. En este mismo grupo incluyo los casos rectos del plural que son iguales a otros
singulares: así prudentia, en plural, frente a prudentia -ae; igualmente, temperantia,
continentia y otros de este tipo. Aunque en este último caso puede darse otra explicación:
que los adjetivos no pueden confundirse con los sustantivos, porque no pueden aparecer
solos en la oración sin sustantivos. Por ello hay una clara diferencia entre auditus sermo y
auditus, -us, entre census homo y census, -us, entre gustatus cibus y gustatus, -us; la misma
diferencia hay entre multa con el significado de "castigo" y multa poena, aunque algunos
escriben mulcta. En fin, algunos piensan que el adjetivo y el sustantivo son una misma
cosa, y no dos.
2.- Debe tenerse muy en cuenta la primitiva forma y composición de las palabras. De
otra forma, se me podrán poner muchas objeciones, incluso en nominativo, de nombres que
pueden parecer totalmente ambiguos; así, ligo, -onis, y ligo, -as; lens, con el significado de
"lombriz" y de "legumbre"; frons, con el significado de "hoja" y de "parte de la cabeza". A
esta objeción respondo así: Antiguamente, según Sosípatro Carisio y M. Varrón, ningún
nombre terminaba en dos consonantes; de ahí que encontremos muchas veces Haec sepes,
trabes, plebes, fortis. Véanse testimonios de ello en el libro 7 de Prisciano. He aquí las
palabras del libro 9 de Varrón: "Sabemos que de las palabras trabes y duces se ha quitado
la letra e de la última sílaba, y de ahí que en singular hayan dado trabs y dux". Hasta aquí
Varrón. Yo añado: Si cuando se quitan la e o la i quedan tres consonantes, cae la penúltima;
así, de frondes, frons; de frontes, frons; de lentis, lens y de lendes, también lens. No
debemos, sin embargo, olvidar la distinción de Carisio, cuando dice: "Se escribe fros, sin n,
para no confundirlo con frontis, según Plinio"; y cita dos veces a Varrón: Ulmos et populos,
unde est fros; y: fros, foenum, messis. Véase lo que dice Lipsio, en Varios, libro 4, 19. Yo,
sin embargo, siempre encuentro fruns y frundes en Lucrecio; y según, Servio y otros, así
debe leerse también en Virgilio y Ovidio. Se me podrá objetar: "¿Cómo solucionas el
196
problema de ligo?". Respondo: Comprueba que la forma primitiva es ligon, cudon,
udon, harpagon, mangon, ya que en los poetas encontramos las formas cudonas y
harpagonas. Lo que sucede, como dice Prisciano, es que en latín se suele suprimir la n en
estos nombres, como sucede en Plato, por Platon, e igualmente en Vangio, Brito,
Agamenno; lo mismo sucede en harpago y ligo en lugar de ligon; y en turbo por turbon,
que hace siempre el genitivo en -onis, en contra de las diferencias de gramáticos recientes:
efectivamente, las formas turbinis y turbinibus son, según Carisio a partir de textos de
César y Plinio, de turben.
3.- Tampoco deben engañarnos las distintas variantes linguísticas de las lenguas, en las
cuales sucede muchas veces que con una sola palabra se alude a muchas cosas. En
portugués se dice "un gran rato" y también en español; pero ellos se refieren a un gran ratón
y nosotros a un espacio de tiempo.
Hic seps, con el significado de fera, es griego y está en relación con la podredumbre.
Haec sepes, con el significado de valla, es latino; de este sepes procede seps.
La forma mna es griega y de ahí mina; en latín, minae significa "amenazas".
Axis, con el significado de "fiera" es griego; con el de "parte del carro", latino.
Liber, referido a Baco, es hebreo: de Li, pueblos, y Ban, engendrar; Liber, que es Noé,
seffa el engendrador de pueblos. Pero libe,; -a, -um es latino, como libertas. Libe,; -ri, con
el significado de "corteza de árbol", tiene breve la primera sílaba.
Pax, en griego, es un adverbio con el que se pide silencio, si se pone el dedo en la boca,
y no un adverbio de admiración, como quieren algunos. En latín significa "descanso".
Hic o haec calx, con el significado de "calcañar" es una palabra latina derivada de
calco; haec calx, o mejor, chalx, con el significado de "ladrillo", es griega. Caper, en su
Ortografía, piensa de otra forma, ya que escribe calcs cuando se refiere al ladrillo y calx,
cuando se refiere a parte del pie.
Taurus, referido a un monte de Asia, es una palabra escita en relación con tauru, que
significa "productor de ríos"; taurus, referido al animal, es el griego tauros, y de ahí el
latino taurus.
Fucus, con el significado de abeja, es palabra latina; fucus o phucus, con el de púrpura,
es griega.
197
Gallus, en lengua frigia, significa el río en el que eran castrados los sacerdotes de
Cibeles; de ahí que éstos fueran llamados galli. Véase lo que dice Plinio en libro 5, cap. 32;
el mismo, en 35, 12: "Con un trozo de cerámica samia los sacerdotes de la madre de los
dioses, también llamados galli, se amputan la virilidad"; Ovidio, en Fastos 4: "Por qué
llamamos gallos a los que se castran, cuando la tierra gala está tan lejos de la frigia?". En
griego gallos significa "blanco"; de ahí que se dé el nombre de gens gallorum a los galos,
porque están dotados de cuerpos blancos; de ahí que Virgilio, en Eneida 8, diga esto de los
galos: "Rodean sus cuellos blancos de oro". En latín gallus es un ave conocida, pero los que
hablan latín suelen añadir gallinaceus, para evitar ambigüedad. Véase Jenofonte en
Homónimos.
198
Festo Pompeyo dice: "Lustra tiene el significado de lagunas de lodo que hay en las
selvas y que sirven de cubil a los jabalíes; de ahí que de aquellos que pasan la vida
entregados al vientre y a la desidia en lugares escondidos y sórdidos se diga que pasan la
vida in lustris. Pero cuando se alarga la primera sílaba de esta palabra, tiene el significado
de periodo de cinco años, o bien de purificación del pueblo. El primero deriva de lutum,
"lodo", y el segundo de lueo, "lavar". "Adeo", dice el mismo Festo, "tiene dos significados:
si la primera es aguda, significa lo mismo que accedo: así cuando decimos adeo
praetorem; pero si la aguda es la segunda sílaba, tiene el significado usque eo; esta última
formación no es lógica, sino que responde a un antiguo uso, por cuanto la preposición ad es
propia de acusativos". Véase lo que dice Festo en ergo, muscerda, parret, pone, sagaces,
quando, y lo que dice Gelio, en libro 6, 14, a propósito de quiesco.
Marco Varrón dice: "Algunos nos critican porque decimos que pluit y luit están en
pasado y en presente, cuando las regularidades de cada tiempo exigen diferencias. Se
engañan, porque no es como ellos piensan, ya que en el pasado pronunciamos u larga, y en
el presente u breve. Por eso, en la ley sobre la venta de terrenos decimos ruta caesa con la u
larga".
Donato, a propósito de la frase terenciana Filium perduxere ut una esset, hace esta
glosa: "Es decir, para comer; tiene e breve"; y a propósito de Ut de symbolis essemus, dice:
"Mejor essemus con e larga". Yo pienso que Donato se equivoca, aunque demuestra nuestro
aserto.
Cicerón, en El orador, dice que inclytus tiene la primera breve, mientras que insanus la
tiene larga.
6.- "El eufemismo, es decir "palabra de buen agúero", dice Demetrio Falerio, "es una
figura mediante la cual se pronuncian con buenas palabras cosas odiosas, y hechos impíos
con palabras pías. De ahí que se usen muchas palabras con el significado contrario del que
tienen; así el uso frecuente de benedicere por maledicere en las Sagradas Escrituras, como
en Reyes 3, 21: Benedixit Naboth deum et regem; en Job, 1: Nisi in facie benedixerit tibi;
en el mismo libro, cap. 2: Videbis quod in facie benedicat tibi; en el mismo capítulo:
Benedic deo et morere. También sperare por temere; y potiri hostium y potitus hostium se
usan en Cautivos de Plauto con el valor de captiuum esse. Y en el Digesto, leyes 11 y 12
Sobre los cautivos y su derecho de vuelta, y en la ley 192 Sobre el significado de las
palabras, se usa sacer con el valor de execrable. Los antiguos observaban con gran cuidado
los augurios, y sobre todo aquellos proferidos por boca del hombre, llamados omina; "alfil
toledano" en castellano 19 Cicerón, Sobre la adivinación 1: "Los pitagóricos no sólo
observaban las voces de los dioses, sino también las de los hombres, llamadas omina;
199
nuestros antepasados, como pensaban que esto tenía validez, comenzaban todos sus hechos
con estas palabras: Que me sea bueno, favorable, agradable y afortunado; y en los asuntos
divinos, que se hacían públicamente, se pedía a los asistentes que los favorecieran con sus
palabras etc.". Yo pienso que "favorecer con palabras" no significa "estar callado", como
piensan muchos, sino "decir buenas palabras", puesto que creían que se estropeaban los
ritos sagrados, si se pronuncian palabras duras, malas u ominosas. Tibulo, libro 2, 2: "Se
acerca el cumpleaños; pronunciemos buenas palabras ante el altar. Mujer o varón que estás
aquí presente, favorece con tus palabras"; Ovidio, en Fastos 1: "Sale una luz próspera;
favoreced con vuestras palabras y vuestras almas: en un buen día hay que pronunciar
palabras buenas"; Horacio, Odas 3: "Perdonad las palabras de mal agüero"; Terencio, en
Andria: "Por favor, buenas palabras", es decir, "habla bien"; el mismo, en la misma
comedia: "Que vivan quienes buscan la discordia", que quiere decir "mueran". Pero
pasemos a los ejemplos.
Por la misma razón se utiliza mactare con el significado de "matar", cuando en realidad
significa "aumentar", es decir, magis auctare: de ahí que mactus sea igual que magis
auctus. Servio, al comentar la frase virgiliana Mactant lectas de more bidentes, dice: utiliza
una palabra sagrada por eufemismo, como ocurre con adolere.
De sacer dicen que es una palabra de significado neutro, como la griega anatema, y
que puede entenderse en bueno o en mal sentido. Pero qué se entiende por hombre sacer o
anathema, debemos buscarlo en la antiquísima historia que cuenta José Zetses, en su
Historia, milenio 5, cuyos versos he traducido así: "En otro tiempo, cuando la peste, el
hambre u otra calamidad azotaban a una ciudad tocada por la ira de los dioses, la catarsis
consistía en una purga de este tipo: Un hombre deforme, como purga y fármaco, era llevado
al sacrificio delante de todo el mundo; cuando llegaba al altar, le ponían en las manos
queso, higo y trigo; después azotaban siete veces las partes pudendas de la víctima con
piedrecillas, cabrahigos y otros azotes agrestes; y sus miembros ofrecidos a los dioses
ardían con las ramas de árboles agrestes; finalmente lanzaban al viento hacia el mar las
cenizas sagradas como alivio de la enferma ciudad". Estas y otras cosas son de Zetses,
200
quien cita como testimonio a Licofrón e Hiponacte. El mismo, en Historia 239, milenio 8,
añade que solían derramar las cenizas por toda la ciudad. Suidas, bajo el epígrafe
Peripsema, añade que los ciudadanos solían antes decir anatemas de este tipo: "Sírvenos de
purga, salvación y redención". Entre los hebreos, un sacrificio de este tipo era llamado
Azazel, es decir, "macho cabrío emisario"; este termino es derivado, en Levítico 16, de Ez,
"macho cabrío", y Azal, es decir, "va". En griego se utiliza el término Apotropaeon o
Apopompaeon, es decir, "expulsión de males", y también se utiliza con propiedad el
término Anathema. Así pues, sacer en latín es lo mismo que anathema en griego y es
tomado con el significado de "execrable" por eufemismo. Sin embargo, el monje Menesio,
quien escribió sobre los acentos, soluciona el problema de otra forma: defiende, en efecto,
que en la Biblia hay dos palabras, anáthema y anathéma: el primero, con acento en la
antepenúltima y con épsilon en la penúltima, es tomado siempre en el mal sentido con el
valor de execrable; el otro, con acento y eta en la penúltima, es decir, con e larga, es
tomado siempre con el valor de regalo u objeto dedicado en los templos. Yo he
comprobado, en efecto, que estas palabras se encuentran escritas en la Biblia griega de la
forma indicada, pero no alcanzo a comprender cómo de una sola palabra, anathema, salen
dos nombres con significado contrario. Léase anáthema o anathéma, la palabra es una sola,
como sacer en latín. ¿Qué significa entonces esa frase tan repetida en los concilios,
Anathema sit? Pienso, en primer lugar, que puede estar tomado eufemísticamente, Como
benedicere por maledicere; es como si se dijera: Anathema sit, es decir, benedictus sit; y
ello, porque no está bien que varones santos maldigan. En segundo lugar, puede
interpretarse en el propio y genuino significado de la palabra: Anathema sit, es decir,
conviértase en pecado por todo el pueblo, sea una entrega, llévese los pecados del pueblo".
Así, San Pablo, en Carta a los romanos 9, deseaba ser, tras Cristo, anatema en favor de sus
hermanos, o sea, deseaba entregarse y convertirse en hostia a partir de Cristo, es decir, tras
Cristo. Y es que Cristo fue hostia y se convirtió en pecado por nosotros, a pesar de que él
no tenía pecado; y en verdad, él llevó nuestra debilidad y soportó nuestro dolor. Festo, a
propósito de sacer, dice algo oscuro, que después es aclarado por Macrobio, en Saturnales,
3, 7. Sin embargo, la frase de Virgilio, auri sacra fames, es otra cosa, ya que en griego
ieron, que equivale a sacrum, suele tener el significado de "grande" de ahí que os sacrum
equivalga a os magnum y morbus sacer a morbus magnus o comitialis (crónica). Así se
expresa Plutarco en La técnica ganadera. De ahí que el proverbio sacram ancoram soluere
signifique "soltar el ancla grande".
Alter en los augurios era una palabra con el significado de "no bueno", según dice Festo
al hablar de la expresión altera auis. En el senado el cónsul decía: "Quienes estáis de
acuerdo con esto, pasad a este lado; quienes piensen alia, a aquel otro", es decir quienes se
opongan o disientan. Cicerón, en Cartas a familiares 1: "En el tema de los tres legados
muchos se fueron in alia omnia", es decir, disintieron; y en el libro 10: "El senado le
abandonó y se apartó in alia omnia". Véase el Suidas en Eumenides y Callias; y véase
también lo que digo más adelante a propósito de la antífrasis en Eumenides.
201
CONTRA LA ANTÍFRASIS DE LOS GRAMÁTICOS
Hasta aquí he hablado del significado del término. Ahora discutiré el contenido.
202
comentar la frase de Homero κύνας ἀργοῦς dice que es un eufemismo por ueloces, porque
ἀργός significa siempre perezoso, es decir, ἀεργός, "que no hace nada".
Agustín Dato ya hace tiempo que vio que la antífrasis de los gramáticos es un vano
intento. Editó al respecto un pequeño libro sobre las nueve palabras llamadas erróneamente
antífrasis. Yo, de la misma forma que alabo su diligencia, porque vio algunas cosas
correctamente, así también disiento sobremanera de él en la explicación de las etimologías,
como mostraré en su lugar. Estas son las palabras que él discute: Manes, lucus, bellum,
officium, Parcae, ludus, ocium, caelum, Eumenides. Yo añadiré otras que también deben
ser rechazadas.
1. Manes.
Dicen que se llaman Manes, porque no son buenos. Y lo demuestran con el testimonio
de Servio, quien comenta el texto sobre el túmulo de Polidoro del libro 3 de la Eneida así:
"Los manes son las almas que han salido de unos cuerpos y todavía no han entrado en
otros. Son, sin embargo, terribles, y se llaman así por antífrasis, porque manum significa
bonum; de ahí mane; lo mismo sucede con Eumenides, Parcas, bellum, lucum. Otros ponen
en relación Manes con manar, ya que todo el espacio que hay entre el círculo lunar y la
tierra está lleno de almas, las cuales "manan" de ahí. Otros consideran a los Manes dioses
infernales". Hasta aquí Servio. Agustín Dato hace derivar el término de la palabra griega
maniasis, que significa locura o insania, o bien de "manar"; dice, en efecto, que "manar" no
sólo se refiere a las aguas que fluyen, sino también a la emisión de rayos del sol; por eso
mane tiene su origen en el hecho de que a esa hora empieza a "manar" el sol. Así Dato.
Pero la cuestión es de muy distinta forma. Varrón, en Sobre la lengua latina, dice: "Los
antiguos llamaban manum a lo bonum". Nonio Marcelo dice: "Manum significa clarum; de
ahí que la primera parte del día, tras las tinieblas de la noche, se llame mane; de ahí
también Matuta, que en griego es Leucothea". Y de ahí, dicen, que se llamen así los dioses
Manes, es decir, "buenos" y "prósperos". Festo Pompeyo dice: "Los antiguos llamaban
manar al momento en que los rayos del sol naciente empiezan a expandir su esplendor; por
ello, pensaban que se llamaba así a la mane (mañana). Otros piensan que se llama mane,
porque manum significa bueno". Y poco después: "Dijeron mane a partir de los dioses
Manes, pues mana significa bona; de ahí mater Matuta y poma matura". Y en otro lugar:
"Los antiguos la llamaban Mater Matuta por su bondad, y llamaban maturum a lo que ya
era apto para comer, y mane al comienzo del día, y a los dioses infernales manes, como si
fueran invocados para bien". En cuanto a Festo, no consta su opinión por el mal estado de
los códices; sin embargo, deduzco que pone en relación a Manes con manum, que significa
bonum. Acronte, en su comentario a Horacio, dice: "Dioses Manes son dioses buenos,
porque manum es bonum; los antiguos distinguían el alma del cuerpo, y al alma la llamaban
manem deum". Hasta aquí Acronte. Cicerón, en Sobre las leyes 2: "Sean santos los
derechos de los dioses manes". Pero no llegaría a ninguna conclusión si yo intentara llegar
203
a un denominador común en relación con lo que dicen Platón, Plotino, Porfirio, Psello,
Proclo y Apuleyo sobre los manes, lemures y lares; y es que ninguno de ellos coincide con
el otro. Agustín, en La ciudad de Dios, 9, 11, explica así una frase de Plotino: "Dice que las
almas de los hombres son espíritus, y que, después de ser hombres, se convierten en lares,
si han sido buenos, y en lemures o larvas, si han sido malos; y que se les llama manes,
cuando no se sabe si merecen estar entre los buenos o entre los malos". Así Agustín.
Apuleyo, en El dios de Sócrates, tras haber explicado el concepto de lemures y de larvas,
continúa: "Cuando no se sabe qué suerte les ha correspondido a las almas, si es un lar o una
larva, les dan el nombre de manes, y, para honrarlas, les dan el nombre de dioses; y es que
llaman dioses a aquellos que una vez recorrido justa y prudentemente el camino de la vida
son admitidos por el pueblo en los templos y ceremonias; así en Beocia, Anfiarao; en
África, Mopso; en Egipto, Osiris; y otros en otros lugares; Esculapio en todas partes". Hasta
aquí Apuleyo. De aquí surgió aquella frase tan común en los sepulcros, cuyo significado
veo que muchos ignoran: D. M. ACHILLIS, es decir: Diis Manibus, Achillis; piensan, en
efecto, que el sepulcro está dedicado a los dioses infernales. Por ello, nuestros cristianos,
para que el presagio fuera mejor, enmendaron o, mejor, corrompieron así: "DEO OPTIMO
MAXIMO SACRUM". Pero Diis manibus Achillis o Aiacis equivale a: "consagrado al
propio Aquiles" o al "Genio de Aquiles". Finalmente, yo creo que el que mejor explica el
significado de Manes es Pomponio Mela, libro 1, cuando habla de los Augilas Nasamones,
es decir, "arenosos": "Los augilas", dice, "sólo consideran dioses a los manes; por ellos
juran, a ellos consultan como oráculos, y, tras pedirles lo que quieren, cuando ya se han
tumbado sobre el túmulo, obtienen como respuesta sueños". Estas palabras están tomadas
de Herodoto, en Melpomene, cuando habla de los Nasamones de esta forma: "Recurren a
este juramento y oráculo: juran en el nombre de aquellos de los que se dice entre ellos
fueron justos y buenos; practican los oráculos tocando sus sepulcros y volviéndose a sus
estatuas; y una vez que han hecho las preces, se duermen; y hacen uso de cualquier cosa
que hayan soñado durante el descanso". Mela, pues, llamó manes a los que Herodoto
considera como justos y buenos tras la muerte. Plinio, al tomar estas palabras de Pomponio,
las cambió de la siguiente forma: "Los augilas sólo adoran a los dioses infernales". Y, a su
vez, de Plinio las toma Solino: "Los augilas sólo adoran a los dioses infernales". Que ellos
vean si corrigieron bien o no. Virgilio, en Eneida 6, dice estas oscuras palabras: "Que cada
uno soporte sus propios manes", que yo interpreto así: De la misma forma que quienes
hicieron daño o mataron a otros, soportan a los lemures y larvas de los muertos, como
Orestes y otros, así Anquises y otros héroes tuvieron que soportar a sus propios manes, es
decir, no pasaron al Elíseo, hasta que no purgaron sus propios crímenes.
2.- Lucus.
Dicen que lucus deriva de "lucir", porque no brilla nada. Dato, al rechazar esto, dice:
"Confieso que procede de lucir, pero de ninguna forma por antífrasis". El mismo considera
que Quintiliano pensaba que se decía lucus por antífrasis; pero se engaña, como se engañan
204
los gramáticos cuando, apoyándose en Quintiliano, derivan lucus de "lucir" por antífrasis.
Es más, el propio Quintiliano se burla de los que discurren tales cosas; dice, en efecto, en 1,
6: "¿Vamos a permitir que algunas palabras deriven de sus contrarios? ¿Como lucus,
porque es oscuro por su sombra y porque luce poco; como ludus, porque en nada se parece
a un lusus (juego); o como Dis, porque en absoluto es diues (rico)?". Hasta aquí Fabio. Yo,
por mi parte, dejando a un lado otras razones, pienso que lucus deriva de una palabra
etrusca. Varrón dice, en efecto, en los Orígenes, que luceres y lucumones son palabras
etruscas; ciertamente lucá, con acento en la última, es una palabra etrusca, según dicen los
talmudistas, y significa anciano o senador. Y de la antigüedad y carácter sagrado de los
bosques (luci) están llenos los libros de los poetas. Virgilio dice: "El templo de Pico era
horrible por sus selvas y la venerabilidad de sus antepasados", es decir, era, como explica
Servio, venerable. Pero es en Lucano donde nos queda una elegante descripción de lucus:
"Había un lucus inviolado a lo largo de todos los tiempos etc."
3. Bellum.
Se llama bellum a la guerra, dicen, porque no es bella. Dato se ríe de esta etimología e
intenta hacer derivar esta palabra de bellua, "bestia", poniendo como testimonio lo que dice
Cicerón en Sobre los deberes 1: "Hay dos tipos de lucha: uno mediante discusión y otro
mediante la fuerza; el primero es propio del hombre, el segundo de las belluae; se recurre al
segundo, cuando ya no se puede luchar con el primero". Pero Dato se equivoca: las palabras
de Cicerón no prueban nada relativo a la etimología de la palabra. He aquí la verdadera
explicación: los antiguos decían duellum a lo que después se llamó bellum; de Cicerón son
estas palabras en el Orador perfecto: "¿Qué más licencia que contraer incluso los nombres
propios, para que se pronuncien mejor? Efectivamente, duellum lo pronunciaron bellum;
duis, bis; y al Duelio que venció a los cartagineses en el mar, le llamaron Belio, mientras
que sus antepasados fueron llamados siempre Duelios". Estas palabras de Cicerón permiten
que nos burlemos de los gramatiquillos que solían establecer diferencia entre duellum y
bellum, cuando significan lo mismo, con la única diferencia de que la primera es más
antigua y la segunda más reciente. Horacio utiliza la forma antigua cuando dice: "Grecia
estuvo enredada en lento duelo con los bárbaros". Véase lo que dice Festo a propósito de
duellum, duicensis, duidens hostia, duis, duonum, bonum.
4. Officium.
Officium, dicen, está en relación con officere, "obstaculizar", porque un officium no sirve
de obstáculo ni de daño a nadie. Esta opinión es rechazada con razón por Agustín Dato,
apoyándose en la idea de San Ambrosio, cuando en el libro de los Deberes (officia) dice:
"Officium, cambiando la o, es lo mismo que efficium; el cambio de vocal se produce por
elegancia". Hasta aquí Ambrosio. Donato, al comentar el Adelfos, lo demuestra claramente
205
cuando dice: "Officium es como efficium, que tiene que ver con efficere, hacer; es lo que
compete a cada persona según sus cualidades".
5. Ludus.
Se llama ludus a la escuela, porque en ella, dicen, se está muy lejos del lusus (juego); y
citan a Quintiliano, libro 1, 6. Pero Quintiliano, como dije, se ríe de los que piensan tal
cosa. Dato se desenvuelve mal en esta cuestión, ya que lo explica diciendo que el ludus
literario no toca disciplinas serias, sino sólo la gramática y la enseñanza primaria, las
cuales, comparadas con los grandes y elevados estudios de la ciencia y de la filosofía, son
una especie de lusus (juego). No es difícil explicar hasta qué punto se engaña Dato, ya que
nos consta que se llaman ludos las escuelas de los más profundos gramáticos. Cicerón, en el
Orador: "Isócrates, maestro de todos estos, de cuyo ludus, cual si de un caballo de Troya se
tratara, salieron innumerables primeras series". Incluso dándole la razón a Dato, no por ello
está clara la etimología de ludus. Busquemos, pues, la primitiva etimología del término y
hablemos después del ludus literario. Para responder correctamente a la cuestión, advierto
que la letra griega “y” era transcrita constantemente por "u" entre los latinos: así phyo fue
transcrito por fuo; lyo, como luo; phyga, como fuga; así, la palabra ludus procede de los
lydii; es más, el propio Plauto en Aulularia llama ludios a los lydios. La historia de la
cuestión es narrada así por Herodoto, en Clión: "Los propios lidios dicen que ellos
inventaron los ludos (juegos), ya que todavía los griegos tienen los mismos que ellos; y
que, una vez inventados, fueron trasladados por los colonos a Tirrenia, es decir, a Tuscia; y
cuentan que todo sucedió así: en tiempo de Atis, hijo del rey Manis, hubo por toda Lidia
una enorme escasez de alimentos; hasta tal punto llegó, que los lidios, en su angustiosa
situación, no cesaron de buscar remedios para este mal, y cada uno de ellos discurría
distintas cosas; inventaron entonces el ludus de los dados y de los cubos, y de la pelota, y
todos los otros tipos de juegos, excepto el de la taba, cuya invención no reivindican los
lidios. Para matar el hambre se pasaban un día jugando, con el fin de no atormentarse en la
búsqueda de alimentos, y otro, dejando los juegos, se alimentaban. De esta forma vivieron
dieciocho años". Hasta aquí Herodoto. Hesiquio dice que los lidios inventaron los
espectáculos y que por ello los romanos los llamaron ludos. Suidas explica lydiasein y
lydisein como "vivir a manera de lidios". Esto es lo que hay sobre la etimología verdadera.
En una segunda acepción ludus es tomado por ejercicio": así el ludus de la pelota; en griego
gymnasia y gymnasein significan hacer ejercicios en la palestra, en las pesas, en el disco y
en otras muchas cosas de este tipo. De ahí que, de la misma forma, el ludus literario es la
gimnasia o el ejercicio de las letras.
6. Parcas.
Servio, al comentar la frase virgiliana Sic uoluere Parcae, dice: "Se llaman así por
antífrasis, es decir, porque significan lo contrario: no perdonan (parcant) a nadie; de la
206
misma forma lucus, porque no luce; bellum, porque no hay nada bello en ella". Agustín
Dato, al comentar la misma frase virgiliana siguiendo a Servio, no acepta la antífrasis y teje
una larga discusión sobre el nombre parcus, del cual hace derivar después Parcae, porque,
dice, nos dan la vida con parquedad, ya que, en palabras de Plinio, ¿qué hay más recortado
y más breve que la vida más larga de los hombres? Pero a mí lo que más gracia me hace es
la explicación de Varrón, transmitida por Aulo Gelio, en libro 3, 16, de la siguiente forma:
"Dice Varrón que los romanos no aceptaban rarezas de este tipo, que parecían
monstruosidades, sino al noveno o décimo mes; y que pensaban igualmente que la
gestación normal de una mujer no puede ir más allá de estos nueve o diez meses; de ahí
sacaron los nombres para las tres Parcas: de parir, de nono y de décimo; efectivamente,
dice, Parca procede de partus, con el simple cambio de una letra; y Nona y Decima aluden
a los meses de un parto normal". Estas son las palabras de Gelio. Sin embargo, las tres
Parcas representan a las hijas de Júpiter y sus nombres y funciones están recogidos en este
verso: "Cloto tiene el hilo, Laquesis teje, y Atropos corta".
7. Eumenides.
Las llamadas Furias por los latinos, eran las Erinnyes y Eumenides entre los griegos.
Son, como dice Orfeo, Tisifone, Alecto y la celeste Megera. Algunos piensan que se llaman
Eumenides a partir de eumeneía, es decir, "benevolencia" -eumeniso significa, en efecto,
agradar-, porque no son benévolas, sino inhumanas y crueles. Dato interpreta bene furentes,
a partir de eu, bien (bene), y maino, enloquecer (furere). Pero se equivoca, ya que en este
caso se escribiría con diptongo ae: Eumaenides. Más se acercan los que defienden que se
llamaban así por eufemismo, es decir, para no molestarlas. En los templos, en efecto, se
enunciaban todas las malas palabras por medio de sus contrarios: la "muerte", con el
término de "vida"; "matar", con el término de "quemar" (cremare); "no", con "sí" (recte).
Yo, por mi parte, lo interpreto de forma muy distinta, ya que defiendo que con el término
Eumenides se indicaba "piadosas" y "dulces"; y esto no es difícil de demostrarlo a partir de
Suidas, cuyas palabras traduzco al latín así: "Dicen que las Eumenides, Erinnies, diosas
subterráneas, reciben su nombre de Orestes; se dice, en efecto, que él fue el primero que las
llamó Eumenides, es decir, dulces y piadosas, porque conoció su benevolencia; a ellas
sacrificó incluso una oveja negra tras ser absuelto del asesinato de su madre en el
Areópago"; y poco después dice: "Incluso Esquilo, en su tragedia Eumenides, nos transmite
que éstas fueron aplacadas por Minerva en el juicio de Orestes y que consiguió de ellas que
no se mostraran terribles con él; de ahí las llamó Eumenides, es decir, propicias". Esto lo he
tomado de Suidas.
8. Otium.
Pretenden que el ocium se llama así porque no es ocyus (rápido) ni veloz, sino más bien
lento y tardo; ocys en griego significa, efectivamente, veloz; de ahí que se llame ocymum a
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un tipo de legumbre que nace con rapidez; y ocyus es el adverbio correspondiente. Dato, al
intentar rebatir esta opinión, se pone neciamente a filosofar no sé qué sobre la vida
contemplativa y activa: concretamente, que en el ocio la mente se mueve con más rapidez
que en la actividad, y por ello afirma que el ocium se llama así por la actividad rápida de la
mente; y encima, que me perdonen las musas, intenta demostrar que ocyum se debe escribir
con "y" y con "c". Pero ¿quién que esté bien de la cabeza ha escrito alguna vez ocium y
negotium con "y"? Pierio, al comentar a Virgilio, dice radicalmente que otium se debe
escribir con "t". Aldo, en su Ortografía, dice: "Los libros antiguos lo escribían siempre con
t; y el gramático Q. Papirio dice que sólo puede encontrarse el sonido de la letra Z en
aquellas palabras y sílabas que constan de una t y una i y sigue una vocal cualquiera, como
Tatius, otia, iustitia y semejantes". Yo acepto su opinión de mejor grado que la de aquellos
que escriben induciae y ocium con c, dejándose llevar por la autoridad de Donato; dicen, en
efecto, que éste escribió que las treguas se llaman induciae, porque en ellas se produce el
ocium; yo no acepto esto, porque también pudo escribir que se llaman indutiae, porque en
ellas se produce el otium; esto último confirmaría mi tesis". Hasta aquí Aldo. Pero, ¿se me
pregunta de dónde viene otium? ¿Acaso es necesario descubrir la etimología y el origen de
todas las palabras? El conocido gramático Cosconio, según Varrón, reunió alrededor de mil
palabras en lengua latina, sobre cuya etimología no pudo dar razón. Las llama, en efecto,
primitivas, como son lego, scribo, sto, sedeo; en este grupo quizás haya que incluir otium,
de donde deriva negotium, que sería nec otium.
9. Caelum.
Celum lo hacen derivar de celare, "ocultar", porque está abierto y no cubierto. Pero
nadie escribe caelum sin diptongo ae o oe. Si con ae, se dice que deriva de caelare, es
decir, "grabar"; si con oe, deriva del griego koílo, es decir, "cóncavo". Plinio, en el libro 2,
cap. 2: "Que su forma es una especie de globo a la manera de un círculo redondo lo
demuestran en primer lugar su nombre y el acuerdo común de todos los hombres que le
llamaron orbe, pero también los hechos"; en el mismo libro, cap. 4: "Le llamamos caelum
sin duda porque está como cincelado (caelati), según entiende Varrón". Esto lo dice Plinio;
pero las palabras de Varrón, aunque nos han llegado corruptas, parecen decir otra cosa;
éste, en efecto, dice en el libro 4 de Sobre la Analogía: "Elio dice que se llama caelum
porque está cincelado (caelatum), o, por antífrasis, se le llama cerrado (celatum), porque
está abierto. Menos mal que posteriormente el propio Elio reconoció que más bien celare
(ocultar) procede de celum (cielo), rechazando que caelum proceda de caelare. De todas
formas la etimología de celare (ocultar) pudo explicarse mejor por el hecho de que de día el
cielo está tapado que por el hecho de que de noche no lo esté. Yo pienso más bien que
cauum (cóncavo) deriva de chao, y de cauum, coelum, ya que, cuando dije 'alrededor de
éste y por encima de él contiene a la tierra abrazándola', me refería al coelum cauum. Por
ello dice Andrómaca a la noche: 'Tú que produces las concavidades del cielo con el carro
portador de estrellas'; y Agamenón: 'En el alto escudo del cielo'; el escudo, es, en efecto,
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cauum (cóncavo); y Ennio, refiriéndose a la concavidad del cielo: 'Las ingentes bóvedas del
cielo'. Por todo lo cual, de cauum procede cauea (cueva), y caulae (cavidades), y conuallis,
que sería un valle cavado, y cauaedium (patio de la casa), como quiera que surge como algo
cavado; de donde, según Hesiodo, todo procede de cahos; de cauum procede coelum".
Hasta aquí Varrón, con el que está de acuerdo Lucrecio cuando dice: "Caulas
(concavidades) del cielo". Yo, pues, escribo coelum con oe de acuerdo con los sabios y
considero corruptas las palabras de Plinio al citar a Varrón, las cuales pienso que se deben
leer así: "Le llamamos coelum sin duda porque está como cóncavo (cauati), según entiende
Varrón".
Hasta aquí he hablado de las nueve palabras que trató Dato para refutaras. Pasemos a
otras que constantemente son aducidas como antífrasis por gramáticos y retóricos de
renombre.
10. Morus.
Plinio, en el libro 10. cap. 21, dice: “Como el morus, que es el primero de los árboles
urbanos que germina; lo hace recién acabado el invierno; por ello se le llama el más sabio
de los árboles”. De estas palabras de Plinio toman pie muchos para decir que se llama
morus por antífrasis, ya que es un árbol en absoluto tonto; móòros, en efecto, significa
"tonto", "demente". Alciato, en los Emblemas, tras haber hablado del almendro, añade: "El
perezoso morus no germina sino pasado el frío, llevando el falso nombre de sabio". Sin
embargo, Plinio no quiere decir eso, y, si quisiera, yo no lo suscribiría. La situación es ésta:
hay muchos nombres griegos que se esciben con au y que en latín llevan unas veces au y
otras o; así ταῦρος, taurus; αὐλὴ, aula; Καύκασος, Caucasus; αὔριον, aurum. "La orata",
dice Festo, "es una especie de pez que se llama así por su color de oro (aurum), que en
lenguaje rústico era orum, como auriculas es oriculas. Por ello, a un Sergio, que era
riquísimo, dicen que le llamaban orata, porque llevaba dos grandes anillos de oro". Hasta
aquí Festo. Pero hay más: muchas veces au se convertía en o entre los antiguos, como
sucede en cauda, coda; Caurus, Corus; plaustrum, plostrum; cautes, cotes; caudex, codex;
plaudo, plodo, explodo; Plautus, Plotus; cautio, cotio, como atestigua Plauto: Nihili cotio
est. Pues bien, de la misma forma, de μαυρός, oscuro , negro', deriva morus, cuyo fruto es
negro; y mucho más cuando en griego es usual moréa para referirse al mismo árbol. En
español aparece muchas veces una o a partir de un au latino; así, taurus, toro; aurum, oro;
laurus, oro; pausas, posas; maurus, moro, moral; laus, loor; laudare, loar; Paulus, Polo;
cauda, cola; causa, cosa; paucum, poco; audire, oír; auditus, oído; cautum, coto; caules,
coles. Y en italiano moro significa oscuro; así Tarso en Amadís, canto 57: "Un gigante con
el rostro quemado y moro (oscuro)".
11. Miles.
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De Festo Pompeyo son estas palabras: "Elio piensa que se dice miles a partir de mollitia
por antífrasis, dado que lo que tiene que soportar un soldado no es llevadero, sino duro; de
la misma forma llamamos ludus a aquello en lo que de ninguna forma hay diversión". Esto
lo dice Festo con muy poca fortuna. Ulpiano, en el libro 29, ley 1, sobre el testimonio
militar, dice: "Se llama miles a partir de malitia, es decir, a partir de las calamidades que
tiene que soportar por nosotros; o a partir de multitudo; o de malum, del que suelen
libramos; o de la palabra griega χίλιοι (mil), de donde deriva χιλιασύς: los griegos, en
efecto, llaman τᾶγμα (cuerpo de tropa) a un millar de hombres, como si se dijera 'cada
millar'; de ahí que al general le llamen χιλιαρχόν ". Hasta aquí Ulpiano. De estas opiniones,
la última es la más verídica y aceptable, por cuanto va mejor con la etimología griega. Así
pues, se llamaba propiamente miles al que formaba parte del número mil, y ello sin que el
término pierda dignidad. Nosotros, de cualquiera de los 24 rectores de Sevilla decimos "el
veinticuatro de Sevilla". Las palabras de Ulpiano son mal citadas e interpretadas por
Lorenzo Valla en el libro 1, cap. 14.
12. Simultas.
"Se llama simultas", dice Festo, "por antífrasis, ya que en absoluto se odian entre sí los
que la practican". Esto lo dice Festo. Pero, ¿por qué no hacerlo derivar mejor de simulare,
porque quien disiente a escondidas, siempre habla palabras simuladas, hasta que se le
presenta la ocasión de la venganza? En este caso estoy más de acuerdo con Lorenzo Valla
en el Contra Raudense: "la simultas", dice, "es un odio latente: muchas veces a la simultas
le basta con ser insinuada, mientras que la enemistad se muestra con obras".
13. Viola.
De la viola muchos pretenden que se llama así, porque está, por así decir, no violada o
es no violable. Mal, sin duda, porque el verbo uiolo deriva de uiola, pues "violar a una
doncella" es desflorarla y dejarla con color de violeta, como demuestro ampliamente en mis
Etimologías. Otro, con más verosimilitud, lo hace derivar de ui olendi. Pero mejor ponerlo
en relación con el griego Ion, a modo de diminutivo. Y esto puede demostrarse mejor si
tenemos en cuenta que los eolios, de los cuales toman muchas palabras los latinos, escribían
Fion, con el digamma eólico, con el significado de uiola, según dice Terenciano. Y el
digamma eólico se transcribe al latín muchas veces como u: así, ois, ofis, ouis; oon, ouon,
ofon, ouum; oinon, Foinon, uinum; Taos, Tafos; aion, aicon, aifon, aeuum; oia, Foia, uia;
oideo, Foideo, uideo; is, Fis, uis; el verbo uapulo transcribe a apolluo, que significa pereo,
o a apoloumai, que significa peribo; en eólico es Fapolo, y de ahí uapulo, que significa
pereo o doleo. Es frecuente encontrar entre los cómicos el imperativo de futuro Vapula et
peri et plora, y iubeo te plorare. El origen de Formiae lo expresa Estrabón con estas
palabras: "Esta ciudad, fundada por los lacedemonios, fue llamada Hormiae, por τὸ
εὔορμον, es decir, por la bondad y comodidad de su puerto". He aquí unos versos de
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Terenciano sobre el digamma eólico: "El eólico cambia y suele iniciar con digamma
muchas palabras que comienzan por vocal. Y el dialecto eólico se ha unido casi totalmente
al itálico. El griego Hesperon es uesper; Estia resulta ser Vesta; Esthes es uestis. Lo que en
griego es Hina, me obligan a pronunciarlo como uim. Ear es muy usada y más poética que
la forma primitiva Er; en latín es uer. Lo que para Homero es Enotous, en latín en Venetos.
En latín se llama uiola a la flor que en griego es ion. El griego Iolaos es uiolens, si se cree a
Marco Tulio. La que para los aqueos es Itun, para los eolios es uitem. Safo, así como otros
eolios testimonian otros muchos casos". Vomo y uomer o uomis proceden de ἐμέω o ἐμῶ;
uomica (absceso), porque siempre está vomitando sangre.
14. Aeger.
Aeger, dicen, deriva de ago, porque el que es aeger no puede hacer nada. No he visto
nada más ridículo. Otros lo derivan del griego αἰαἰ que es una exclamación de dolor y
queja. Otros de αἰάζειν, que significa lamentarse. La verdad es que no debe estar muy lejos
de ago, porque en la aegritudo se actúa (agatur) con dificultad y tristeza; y a ello alude el
sintagma agere uitam; Virgilio: "Llevo una vida en las últimas". Pero estoy más de acuerdo
con los que lo derivan de αἰαἰ.
Se llama dis, dicen, porque no es rico (diues); y esto lo sacan de Quintiliano, libro 1, 6,
cuando, como ya dijimos, Quintiliano lo que hace es reírse y atacar etimologías de este tipo.
Cicerón, en Sobre la naturaleza de los dioses 2, parece hacerlo derivar de dicare; sus
palabras son estas: "Toda fuerza y naturaleza está dicata al padre Dis, el cual se llama Dis,
como en griego Πλύτω, porque todo vuelve y sale de la tierra". Esto, Cicerón, con el cual
está de acuerdo Ovidio, en Metamorfosis 1: "Fueron a las vísceras de la tierra y sacan las
riquezas, provocadoras de males, que antes había escondido y que había arrancado a las
sombras estigias". Así pues, sin antífrasis, con razón se dirá que Dis deriva de Diuitiae
(riquezas), porque las posee, o bien diuitiae de Dis, ya que éste es riquísimo.
16. Pontus.
Da vergüenza aludir a la etimología de pontus, porque huele a hez de los gramáticos;
dicen, en efecto, que pontus viene de sine ponte, porque el mar (pontus) no puede tener
puente. Nada más ridículo que buscar una etimología latina a palabras griegas y viceversa;
así cuando dicen que lapis se llama así porque pedem laedat, o porque deriva de labare,
cuando en griego es λᾶας; y cuando dicen que petra se llama así, porque es batida por los
pedes o bate a ella el pes, cuando en griego es πέτρη o πέτρα. Así pues, atribuir a pontus
una etimología latina es de ignorantes. Tampoco era necesario buscar la etimología de
pontus en su acepción de "mar", ya que propiamente no significa "mar", sino que se refiere
211
a la región en que reinó Mitrídates. De ahí la frase de Juvenal: "Me apresuro a ir hacia los
nuestros y dejo a un lado al rey del Ponto". Allí está el Ponto Euxino. Y así pontus pasó a
significar mar al tomarse el todo por la parte; lo mismo ocurre con fretum con el significado
de "mar", ya que fretum, en propiedad, es lo que los griegos llaman Porthmon, de feruere,
ya que es en el fretum donde más feruet el agua. Nosotros lo llamamos estrecho.
Finalmente, con frecuencia leemos en griego πόντος ἁλος, es decir, pontus maris y freta
ponti, como aequor maris.
17. Pelagus.
También los gramáticos griegos, aunque sabios, suelen equivocarse. Dicen, en efecto,
que se llama πέλαγος de πέλας, que significa "cerca" y γῆς, que significa "tierra": y es que
el piélago está muy lejos de la tierra. Pero, en propiedad, pelagus no significa "mar", sino
profundidad del mar; en español "piélago". En el evangelio de San Matías se lee: Πέλαγος
τῆς θάλασσης, es decir, Pelagus maris. Yo creería más bien que se llama pelagus a partir
de πέλας, cerca, porque está cerca del litoral, es decir, la profundidad del mar empieza
cerca del litoral.
18. Charon.
Lilio Gregorio Giraldo, a propósito de los dioses paganos, dice esto: "Al dios de los
infiernos se le llama Caronte por antífrasis, ya que en realidad es Acheron; Fornuto aduce,
sin embargo, otra etimología que yo no acepto". Esto dice Giraldo. Yo estoy de acuerdo
con Nadal de Comte, en su Mitología: " χάρων, dice, procede de χαίρω, es decir, gozar,
porque el paso del río Leteo a las sedes de los bienaventurados se realiza con gran gozo".
Así Nadal. Encuentro también χάρων con el significado de "león" a causa de su
χαροπότητος, es decir, el brillo de sus ojos. Esto parece haber entendido Virgilio cuando
dice, en Eneida 6: Stant lumina flamma; y Ovidio, en Metamorfosis 11: Rubra suffusus
lumina flamma; y Séneca, en Hércules furioso, acto 3: Concauae lucent genae; así hay, en
efecto, que leer, y no squalent. También se llaman χαρώνια a las grandes simas de la tierra,
y χάσματα a los cráteres del Etna, según Diógenes Laercio y José Escalígero. No sería
descabellado poner a Charon en relación con ello.
19. Holosteon.
"Holosteon", dice Plinio, en libro 27, cap. 10, "es una hierba frágil, y los griegos la
llaman así por antífrasis, como "hiel dulce"; es tenue a manera de filamento, de una
longitud de cuatro dedos, como la grama, de hojas estrechas, sin sabor, nace en las colinas;
se usa en las convulsiones, triturada en vino". Todo esto lo tomó Plinio de Dioscórides,
libro 4, 9, a excepción de la frase "es una hierba frágil y los griegos la llaman así por
antífrasis, como hiel dulce"; es precisamente en esto en lo que no coincido con Plinio, si es
212
que son de Plinio estas disparatadas palabras. Y es que, cuando decimos "hiel dulce" no se
trata de antífrasis, sino de ironía. Además, en Dioscórides no se lee ὀλόστεον, sino
ὀλέστεον, es decir "pierdecoronas", ya que con ella no se pueden hacer coronas. Y si
realmente es semejante a la grama, se llamará holosteon, es decir, dura y totalmente ósea; y
ello, no por antífrasis. El doctor Laguna piensa que se trata de nuestra pilosela, la cual se
llama así porque es muy escamada, velluda y casi espinosa.
20. Orthopnoea.
21. Lustra.
Hay otras muchas etimologías que los gramáticos, como ingeniosos que son para los
errores, se inventan. Pero ya es bastante haber refutado las anteriores. De ello se puede
entender fácilmente que no hay ninguna palabra que pueda significar lo contrario sólo por
la voluntad del que la inventó.
He escrito en una carta: Iusta sollemnia facere. Se me ha corregido, tanto en lo que se
refiere a la ortografía como en lo que se refiere al significado, ya que sollemne, dicen, es lo
que suele suceder todos los años. Pues bien, mi ortografía es correcta, ya que sollemnis
deriva de sollo, palabra osca que significa totum, según el testimonio de Festo; y -mnis es el
alargamiento de la palabra, idéntico al de legitimus, aeditimus. Aldo, en su Ortografía, dice
esto: "Los libros y epígrafes antiguos transmiten sollemne y no sollenne. La norma parece
213
aceptar solenne, si es que deriva de solo anno, como quieren algunos. Pero en este tema
debemos creer antes a la antigüedad que a la norma. Véase lo que dice Festo en sollo y
osce". Hasta aquí Aldo. Que sollemne no deriva de annus, ni significa "lo que ocurre todos
lo años" lo demostrarán estos testimonios; Horacio, Epístolas 1, 18: "Ocupación sollemne
para los romanos, útil para su fama"; el mismo, en Epístolas 2, 1: "En Roma durante largo
tiempo fue agradable y sollemne que los clientes esperaran por la mañana a la puerta..."; el
mismo, en Epístolas, 1, 1: "¿Piensas que los sollemnia me enloquecen y no te ríes?"; Plinio,
libro 28, 9: "Las recién casadas, al entrar, tienen como sollemne tocar las puertas"; Virgilio,
libro 12: "Su suegro le dará un imperio sollemne, a mí los troyanos una fortaleza"; Cicerón,
en Cartas a Ático, 7: "Guardemos nuestro sollemne, para que a nadie que vaya a allí le
enviemos sin cartas"; Tácito, libro 12: "Se celebra el funeris sollemne de la misma forma
que si se tratara de Augusto"; el mismo, en libro 3, dijo: Funerum sollemnia; y en el libro
11: Nuptiarum sollemnia. Así pues, sollemne siempre significa algo importante, total,
singular y extraordinario. Así Horacio, en Odas, 4, 11: "Día con razón sollemnis para mí y
más sagrado casi que mi propio cumpleaños"; y Virgilio, en libro 5: "Votos anuales y
procesiones sollemnes", es decir, procesiones extraordinarias; este texto, a excepción del
sintagma annua uota, ha engañado a los gramáticos. Los que saben, escriben sollemnis,
sollicito, sollertia, sollers, es decir, tota ars.
Sumtus, emtus, contemsi, contemtum. Todos estos términos los escribo sin -p, ya que
una letra que no pertenece a la raíz debe desaparecer. Son tardías las formas emptum y
comptum; los no conocedores del latín escribían hyemps, dampnatus, sompniare, prompsi.
Mario Victorino, en su Ortografía, dice esto: "Escribiréis sin dudar con -ms- hiems, sumsi,
insumsit y demsit. Y cuando tengamos que recurrir a estas palabras, nunca se escribirá
erróneamente consumptum, emptum, temptat y semejantes, sino que se escribirá como yo lo
escribo, con -mt-". Pero de esto ha hablado con extensión Lambino en el prólogo a Horacio.
Me acusan de arcaísmo, cuando escribo: Si pote est. El nombre potis, e, no se diferencia
de fortis, -e, salvo en que a veces encontramos en neutro la forma potis. Lucrecio, libro 1:
"fue unido aquello que nunca potis est ser separado y disgregado sin un gran perjuicio"; el
mismo, en libro 5: "Y no potis est ser visto, ya que es opaco"; está hablando del cuerpo;
Catulo: "A morir como el que pote plurimum". Testimonio de potis en masculino y
femenino hay muchos; Virgilio Eneida, 3: "Y no es potis igualar en la carrera a las olas
jonias."; el mismo, en Eneida, 11: "Y no es potis retener a Evandro con ninguna fuerza".
Pero esto, pienso, no lo negará nadie. Veamos ahora si pote es un arcaísmo; Cicerón,
hablando de los oradores famosos: "Hospes, non pote minoris"; el mismo, en Cartas a
Ático, 12, 39: "No sé lo que la gente rechaza o pide. ¿Que no me queje? ¿Quién es pote?
¿Que me calle? ¿Igualmente, quién puede?"; el mismo, en libro 13, 37: "Es pote que haya
algo más impuro que esto?"; Persio, en Sátira 1: "¿Cómo es pote? ¿Quieres que lo diga?"
Propercio, en libro 2, 1: "Todo el mundo es pote en el arte en la que consume todo el día";
Catulo: "Esta es la única salvación; aquí está necesariamente tu victoria; lo has de hacer, ya
214
seas pote, ya no lo seas"; el mismo: "O si es pote que haya algo más perdido"; Terencio, en
Adelfos, acto 2, escena 3: Nihil pote supra; Plauto, en Casina, escena que comienza
Omnibus: "No es pote conseguirlo"; el mismo, en Mostelaria, escena que comienza Iam
pridem: "Qué cosa peor que aquella mujer es pote recordar?"; el mismo, en Menecmos, en
la escena que comienza Ut aetas: "Iré y traeré al médico en cuanto me sea pote"; el mismo,
en Persa, escena 1: "Es más, si yo me vendo todo, apenas est pote recipi, lo que tú pides";
Prisciano, libro 15: "Se dice hic y haec potis, y hoc pote; de ahí potior y potissimus".
He escrito, imitando a los griegos, que constantemente unen a los verbos acusativos de
la misma familia, threnos deflere, que es lo mismo que seruitutem seruire, certamen
certare, ludum ludere; lo mismo que todos estos giros es θρένειν θρήνους es decir, deflere
lugubria. Así, Cicerón escribió: Casus deflere, funera flere; Ovidio: Et fortuna tua flenda
est. Así pues, flere, como todos los demás verbos, exceptuanto los pasivos y el copulativo,
es un verbo activo.
He escrito: Debito epathlo non fraudabitur. Me dicen: Si epathlon es una palabra
griega, ¿por qué no se escribe con caracteres griegos? Y además: ¿Por qué se pone en
ablativo, si el griego no tiene este caso? Respondo: Seguirá siendo un nombre griego, tanto
si se escribe con caracteres latinos como si se escribe con caracteres griegos, y está muy
bien puesto en ablativo desde el momento en que lleva un adjetivo. Por otro lado, ya he
probado que el griego no carece del caso ablativo.
215
Escribo prorsam orationem, y no prosam. "En la medida de los campos", dice Festo, "se
llaman prorsi limites, a los que están dirigidos al oriente"; el mismo: "Utilizaban prorsus
con el significado de rectus"; Donato, en su comentario a Terencio: "Se llama prorsa
oratio a aquella en la cual el canto no se flexiona". Yo sé que antiguamente se decía prosa
y no prorsam; pero era porque evitaban la unión de r y s; de ahí que dijeran rusum y no
rursum; susum y no sursum; asum y no arsum; prosum y no prorsum; y a un tipo de
vestido lo llamaban prosam, en lugar de "largo". Sobre la dea prorsa véase lo que dice A.
Gelio en libro 16, capítulo 16.
In ea re aliquem excellere, qua in re. Hay infinitos testimonios con los cuales ya he
confirmado que esto es una forma elegante de hablar.
Sonetta; me critican porque lo pronuncio y escribo con doble -tt-, ya que las palabras
nuevas, dicen, deben ser introducidas por apostillas como estas: ut ita dicam, ut ita liceat
loqui. ¿No sería acaso ridículo quien dijera "Voy, por así decir, a Madrid", "Vengo, por así
decir, de Burgos"? Así pues, una cosa es encontrar neologismos, y otra utilizar neologismos
ya conocidos, aunque no se encuentren en latín. ¿Por qué con dos -tt-? Porque así escriben
los toscanos los diminutivos.
Aliena poemata nemo pro suis usurpato. Usurpare, dicen, tiene frecuentemente el
significado de habere y, consiguientemente, ¿qué necesidad hay de añadir pro suis? ¿Acaso
usurpare no significa también a veces capere? Es más, este último significado es
frecuentísimo. Así, en la expresión ciceroniana de Cartas a familiares 9, 16: Usurpata
duplex cubile; Cantero lee: Usurpat a, o usurpat ah duplex cubile; estoy de acuerdo con él.
Y lo que dice Aulo Gelio, en el libro 3, 2, sobre la usurpatio, es decir, la interrupción de
usucapio, no es demostrado por Carondas en su comentario a las leyes de las XII Tablas.
Cicerón, en Verrinas 7: Usurpare ac retinere; el mismo, en la defensa de Marcelo: Crebris
sermonibus usurpare; y ¿ por qué añade crebris, cuando usurpo es ya un frecuentativo? Por
la misma razón que yo he añadido pro suis a la manera de Terencio, en Andria: Fatetur
transtulisse atque usum pro suis.
Nemo uno plus praemium expectato. Dicen que habría que decir: uno plus praemio,
porque plus es un sustantivo, no un adjetivo. Yo pienso lo contrario, porque plus es siempre
un adjetivo con terminación de neutro, de la misma forma que uictrix y alma la tienen de
femenino; efectivamente, ¿por qué vamos a decir que uictricem legionem es una cosa
distinta a uictrices legiones? Así pues, cuando decimos pluris emi, falta pluris aeris pretio
emi. Pero vayamos a los ejemplos; Salustio, en Jugurta: Neque pluris pretii coquum; véase
Varrón; Cicerón, en El orador, 2, y en Académicas: Quum plus uno uerum esse non possit;
216
el mismo en Sobre las leyes: Hoc plus ne rogum facito; el mismo, en Sobre la naturaleza de
los dioses, 1: Alterum certe non potest, ut plus una uera sit, es decir, opinio; el mismo, en
Cartas a Ático, 1: ut hoc nostrum desiderium ne plus sit annuum; el mismo, en Tópicos: In
disiunctione plus uno uerum esse non potest; Valerio Máximo, 1, 8: Uno plus etrusci
cadent, expresión que tomó de la siguiente de Livio: Uno plus etruscorum cecidisse in
acie; Catulo, en el primer epigrama: Plus uno manet perenne saeclo.
Saludos al lector. He dejado para el final una enseñanza importante para la lengua
latina, ya que las grandes heridas deben ser tratadas con habilidad y hasta con piadoso
engaño. Tuve miedo, en efecto, de que, si hablaba de este remedio al comienzo del libro,
todo el mundo rechazara la medicina, a pesar de ser muy salutífera. Pues bien, ¿quién hay,
no digo en España, sino incluso en toda Europa -y exceptúo a cuatro o seis sabios- que no
piense y ordene que hay que ejercitar la lengua latina hablando latín, para poder expresar
pronta y rápidamente las malas ideas que se nos ocurren? ¿Qué maestro de escuela -y que
me perdonen los sabios- no grita así a los niños: "Bien o mal, pero hablad con Marco"? Tan
grande es la ignorancia, la perversidad y la cabezonería de los necios. Pero yo, que pienso
que tienen más peso las buenas razones que los preceptos de muchos, afirmo que no puede
haber cosa más repugnante para el joven amante de la lengua latina que expresar sus
pensamientos en latín o meterse en las conversaciones de los demás. Y es que, los que al fin
han conseguido un conocimiento técnico de la lengua latina -me refiero, por ejemplo, a
Pedro Bembo, a Osorio, o a nuestro Pinciano-, lo han conseguido, no hablando, sino
escribiendo, meditando e imitando. Aconsejo, pues, a los oradores sagrados -puesto que
hablar pulida y elegantemente desde un púlpito no es el mayor de los méritos- que huyan
incluso de las reuniones de aquellos que hablan en español. Que aguanten incluso el ser
llamados en los corrillos mudos y silenciosos, con tal de que con sus escritos y
pensamientos levanten la admiración de los hombres doctos. No aprendemos el hebreo y el
griego para hablarlo, sino para hacernos personas doctas. ¿Por qué no vamos a hacer lo
mismo con el latín, máxime cuando ya no hay ningún pueblo que hable latín o griego? Hay
que cultivar con diligencia el estilo; él es, como dice Marco Tulio, el mejor maestro del arte
de hablar; él mismo nos enseñará seguramente que carecen de sentido común quienes en las
plazas e incluso en los gimnasios tratan de destrozar -y ¡de qué manera!- la lengua latina.
Adiós.
Primera objeción.
Los maestros de las artes son el uso y la experiencia, y no hay ninguna disciplina en la
que no se aprenda cometiendo errores. Pues cuando algo que se ha hecho mal acaba sin
éxito, a partir de entonces se evitan los errores y éstos iluminan el recto camino del que
enseña. Esto lo dice Columela en libro 1, cap. 1.
217
Respuesta.
Columela habla con verdad y sabiduría si nos limitamos a las artes; pero hablar en latín
no es un arte; esto es evidente por multitud de datos observables: la gramática, la música, la
retórica y ciencias semejantes se aprenden cometiendo errores; pero, como dice Fabio, libro
1, 6, una cosa es hablar latín y otra hablar con corrección gramatical. Si se dice Libris opus
habeo, adhibeo tibi fidem, crimen laesae maiestatis, ille tenetur hoc facere, ego amo deum,
se habla sin duda con corrección gramatical, pero no se habla latín. Y es que no basta con
buscar expresiones latinas; hay que añadir exquisitez en la unión de las palabras, virtud que
estos parlanchines dilaceran de forma admirable. Y es que no todo lo que es latín se dice
como se decía en latín: se dice en latín habere orationem, y no facere; uerba facere, y no
agere; agere gratias, y no facere; se dice fer opem, y no da opem; dare uerba es corriente,
tradere o praebere uerba inusual. Y ¿qué decir de aquellos que se tienen por sabios y son
tenidos como tales en todos sitios? Alguno de ellos escribió esto: Vigilant milites in monte,
en lugar de speculantur de monte; tentat frangere aciem, en lugar de conatur aciem
perrumpere; dimisit suos milites, en lugar de dimisit copias o exercitum; impediuit
commeatum, en lugar de interclusit; uictu carebat Caesar, en lugar de re frumentaria;
duxit uineas, en lugar de egit; primi in consilio, en lugar de consilii principes; reportarunt
praedas, en lugar de egerunt; milites monuit, en lugar de hortatus est; signum fecit, en lugar
de signum dedit; renouauit proelium, en lugar de restituit o redintegrauit; aciem ordinauit,
en lugar de instruxit; redierunt milites, en lugar de receperunt se; misit ad succurrendum,
en lugar de misit subsidio; fecerunt uim, en lugar de impetum fecerunt; magnis uiis
contendit, en lugar de magnis itineribus; perdidit opportunitatem, en lugar de amisit
occasionem. Así, pues, hablan los que practican la lengua, no el estilo latino.
Objeción segunda.
Respuesta.
Que las discusiones serias y de peso deben ser encargadas a las palabras y no al viento,
¿quién lo ignora? Sólo lo ignora el parlanchín discutidor y el lunático vociferador. O ¿es
que todo consiste en que nos acostumbremos a expresiones tales como noleitas, uoleitas,
per modum praeteritionis, dico quod, y nota quod Pappa habet aures? Si lo que urge es
esto, el que aprenda a hablar latín superará a los charlatanes.
Tercera objeción.
Si alguien desea hablar la lengua gala, aprenderá a hablarla bien hablando con los galos.
218
Respuesta.
No es lo mismo hablar latín, que ya no se habla, que hablar otra lengua. Si hubiese algún
pueblo que hablase con pureza el latín, no dudo de que el hábito de aprender a hablar latín
se aprendería fácilmente entre ellos. Pero ya sólo podemos recurrir a libros, si queremos
escribir latín con pureza. Y lo mismo sucede con el griego y con el hebreo, los cuales los
aprendemos, no para hablarlos, sino para escribirlos.
Cuarta objeción.
Estas aves acuáticas no dejan de objetar o, mejor, de gruñir de la siguiente forma: suele
ocurrir que los niños pequeños balbuceen "papas", "mamas", "taytas"; después, sin
embargo, se corrigen.
Respuesta.
Nadie que esté bien de la cabeza aprobará este precepto: que ineptas nodrizas enseñan
algo que después hay que desechar. Yo al menos, que he tenido muchos discípulos, no he
consentido nunca esto, porque he aprendido de Quintiliano que no se debe enseñar a los
niños expresiones que luego tengan que desechar. Y además, ¿de qué sirve eso, si lo recto
se aprende con el mismo esfuerzo y quizás con más facilidad?
Quinta objeción.
Si hablar latín no fuese bueno, no sería constantemente recomendado por todos. Todas
las Escuelas han sancionado en sus reglamentos que se lea y se discuta en latín.
Respuesta.
Como si no hubiera nada tan corriente como la ignorancia supina, como señala
claramente Cicerón en Sobre la adivinación 2. Pero, como se me aduce la caterva de necios
que adoran y admiran a los que hablan latín, yo por mi parte traeré a colación la opinión y
consenso de los sabios que rechazan esta peste o verborrea. Léase con atención el capítulo
84 de la biografía de Augusto de Suetonio. Cicerón, en El orador 2, al hablar de la
ejercitación, dice esto: "Pero la mayor parte de ellos, en esta práctica, sólo tratan de
ejercitar su voz, y lo hacen sin método; ejercitan sus pulmones, desarrollan la facilidad de
la lengua y se complacen con el flujo de las palabras. Lo que les engaña es que han oído
decir que al hablar se aprende hablando. Pero no es menos verdad que también se dice que
hablar mal es la manera más segura de aprender a hablar mal". E inmediatamente después:
"Sin embargo, el medio más eficaz -el cual, digámoslo, no practicamos, porque exige gran
esfuerzo, que con frecuencia rechazamos- es escribir lo más posible. La pluma es el mejor y
219
más hábil de nuestros maestros para formamos en el bien hablar". Quintiliano, libro 1, 1:
"Ante todo que las nodrizas no hablen una lengua incorrecta... Es a ellas a las que primero
escuchará el niño; es su vocabulario el que intentará reproducir imitando; y, por naturaleza,
nosotros conservamos con tenacidad aquello que aprendemos en los primero años; así
persiste el sabor con que están impregnados los vasos nuevos, y los tintes que han
impregnado la blancura primera de la lana no pueden ser eliminados; y resisten con más
pertinacia cuanto peores son, pues el bien cambia fácilmente hacia el mal; pero ¿cuándo se
consigue convertir en virtud un vicio? Así pues, que el niño no se acostumbre, y mucho
menos cuando aún no sabe hablar, a unas expresiones que después tendrá que rechazar".
Erasmo, en Apophtheg. 8, dice: "Polión decía: 'El hecho de que me era fácil pronunciar
discursos determinó que lo hiciera con frecuencia, pero el hacerlo con frecuencia determinó
que lo hiciera con menos facilidad, ya que con la repetición asidua de una acción se
consigue facilidad más que facultad, y temeridad más que confianza'. Lo que queremos
hacer con cuidado, debemos hacerlo sólo de vez en cuando. Por este convencimiento
parecen guiarse algunos eruditos italianos los cuales, aunque hablan perfectamente el latín,
casi nunca se ven atraídos a hablar en latín en las reuniones familiares. Y si alguna vez les
empuja la necesidad, hablan con exactitud, como si lo estuvieran leyendo. Yo conozco en
Venecia a Bernardo Ocriculario, ciudadano florentino, autor de una historia que, si leyeses,
dirías que se trata de un segundo Salustio o, y esto seguro, una historia escrita en tiempos
de Salustio; nunca sin embargo conseguí que este hombre hablara conmigo en latín; y
aunque yo le decía: 'Hablas a un sordo; desconozco tu lengua materna, como desconozco la
india', nunca conseguí sacar de él una palabra latina". Hasta aquí Erasmo. Budeo, en su
comentario a la lengua griega, al criticar a Valla sobre el uso de los recíprocos dice: "Esto
no le sucede a Lorenzo sino por la malvada costumbre de los charlatanes de los cuales, al
leerlos u oírlos, contraemos errores involuntarios; también por la forma de hablar
impensada y descuidada, a la que nos acostumbramos, principalmente los desconocedores
de la lengua latina pura, en las conversaciones ordinarias. Por este error sucede a veces que
a los imprudentes les ocurren algunas cosas: es lo que a veces comprobamos en los escritos
a mano, en los que cometemos faltas escandalosas que nos avergüenzan". Cornelio Valerio,
al final de su Sintaxis: "Quien no observa esta propiedad en la unión de las palabras ni tiene
ningún cuidado, lo único que hace es trasladar el latín a frases extranjeras. Es lo que suele
sucederles a los que retuercen la lengua latina para traducirla a la lengua vernácula".
Joaquín Fortes, en Normativas del estudio, capítulo sobre la escritura, dice: "Sucede, en
efecto, con frecuencia que quienes hablan con perfección, escriben de forma menos
correcta; y es que al aficionarse con placer a aquello son necesariamente más imperfectos
en lo otro. Nadie trata dos cosas con la misma perfección". Y más abajo: "Por ello, ¿ha
escrito alguna vez con perfección ese tipo de individuos que se divierte en medio de
grandes aplausos en un gran círculo de charlatanes? Es verdad que no vi nunca a nadie -si
no me falla la memoria- que escribiera perfectamente y que al mismo tiempo tuviera a su
alcance el secreto de hablar y disertar". Y más abajo: "Despreciemos la fama vana,
220
parezcamos inhábiles al vulgo". Bartolomé Riccio, en Sobre la imitación de Cicerón, libro
3, al final: "No suelo -y no voy a callarme esto- obligar a mis discípulos, como sucede
muchas veces en las escuelas, a que intenten decir en latín todo aquello que tengan que
hablar. No tengo suficientemente comprobado, si esta afición proporciona a la elegancia
latina, que nosotros buscamos, más beneficio que perjuicio". Y un poco más abajo: "A esto
se añade que al niño que no habla, al intentar con esfuerzo expresar en un instante y de
pronto lo que quiere expresar, le llegan de todas partes muchas expresiones de simple,
desordenada, inarmoniosa e incluso ninguna armonía, las cuales, por necesidad, apenas son
tolerables. De esta forma sucede que al lanzarse precipitadamente a hablar, corrompen todo
adorno y dignidad en su discurso. Así pues, dado que esto que hemos constatado en el habla
cotidiana no parece servirle a la lengua latina en orden a la dignidad que es connatural a
esta lengua y que nosotros debemos conseguir y confirmar con ejercicio y destreza, pienso
que debemos buscar esa diligencia a partir del único estilo que es maestro del habla y
artesano extraordinario".
Sexta objeción.
Por los intercambios comerciales entre los pueblos y por si tenemos que hablar con
hombres extranjeros, hablar latín es a veces no sólo útil, sino necesario.
Respuesta.
Yo no rechazo la lengua latina; lo que venero y abrazo es el estilo; y si alguien está
perfectamente ejercitado en el mismo, en el momento en que la necesidad lo exija, dirá
espontáneamente: Da mihi panem; y lo mismo con cualquier otro alimento. Cicerón
recomienda en muchos lugares el estilo y concretamente en carta a Galo, en el libro 7 de las
Cartas a familiares, donde escribe esto: "Venga, pues, y sin alejarte, como dicen, del estilo;
él es, en efecto, el artesano del habla". Yo, por fin, mantengo con los doctos, sin exceptuar
a ninguno, que en ninguna edad ni en ningún momento se debe hablar en lengua latina sin
reflexionar de antemano.
221
INDICE GENERAL
LIBRO I................................................................................................................................................6
A LA ÍNCLITA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA MADRE CARIÑOSA......................................................6
CAPÍTULO PRIMERO.......................................................................................................................7
CAPÍTULO SEGUNDO La gramática no se divide en histórica y metódica ni en Ortografía,
Prosodia, Etimología, Sintaxis. Partes de la oración, de las que se excluyen el pronombre y la
interjección..................................................................................................................................10
CAPÍTULO III Sobre el acento, la figura y la especie................................................................14
CAPÍTULO IV Sobre el número...................................................................................................16
CAPÍTULO V Sobre el nombre.....................................................................................................17
CAPÍTULO VI Sobre los casos. Los griegos no carecen del sexto.................................................17
CAPÍTULO VII Sobre el género de los nombres. No hay nombres comunes. Los nombres propios
no tienen género..........................................................................................................................18
CAPÍTULO VIII Sobre la declinación............................................................................................24
CAPÍTULO IX No hay nombres heteróclitos o heterogéneos......................................................24
CAPÍTULO X Sobre los diminutivos..............................................................................................25
CAPÍTULO XI Sobre la formación de los comparativos y superlativos..........................................27
CAPÍTULO XII Qué es la persona en el verbo. Son rechazados los impersonales de los
gramáticos. Naturaleza del infinitivo............................................................................................28
CAPÍTULO XIII No hay modo en el verbo. Lista de los tiempos del verbo finito. El imperativo es
siempre tiempo futuro.................................................................................................................30
CAPÍTULO XIIII El infinitivo es el verdadero impersonal. Se explican los tiempos de las formas
personales. Esse y fore valen para todos los tiempos, como amare y amauisse. Venturum fore.
.....................................................................................................................................................32
CAPÍTULO XV Todos los participios tienen todos los valores temporales...................................36
CAPÍTULO XVI Sobre la naturaleza y el número de las preposiciones.........................................39
CAPÍTULO XVII Sobre la naturaleza y diferencia de los adverbios...............................................41
CAPÍTULO XVIII Sobre la conjunción...........................................................................................42
LIBRO II.............................................................................................................................................43
CAPÍTULO I Sobre la construcción de los nombres......................................................................44
CAPÍTULO II El nominativo no es regido por ninguna parte de la oración. Sobre dos
nominativos juntos.......................................................................................................................44
222
CAPÍTULO III El genitivo no puede ser regido por un verbo ni en griego ni en latín. En latín se
dice Vrbs Toleti. Dos genitivos dependientes de un único y mismo nombre..............................45
CAPÍTULO IV El dativo nunca va regido, ni en activa ni en pasiva. Siempre significa adquisición,
nunca agente................................................................................................................................49
CAPÍTULO V El acusativo depende, de muchas formas, de la preposición. Los giros eo Romam,
in rus. La exclamación exige verbo. Se rechaza la sinécdoque de los gramáticos. Dos acusativos
no son regidos por un mismo verbo.............................................................................................51
CAPÍTULO VI El vocativo nunca va regido. Defensa de Plinio contra las calumnias de Valla......53
CAPÍTULO VII El sexto caso depende siempre de una preposición. Se rechaza el ablativo
absoluto. Se consule orabat Cicero es una frase latina. El ablativo de la tercera en -e o en -i....55
CAPÍTULO VIII Unir muchos adjetivos a un sustantivo es una construcción elegante...............58
CAPÍTULO IX Sobre la construcción de los relativos y sobre la relación entre hic e ille.............59
CAPÍTULO X Sobre la construcción de los comparativos.............................................................63
CAPÍTULO XI Los superlativos no rigen ningún caso ni comparan más que los posesivos.........67
CAPÍTULO XII Sobre el uso de los recíprocos en conta de Valla, Budeo y Quintiliano................73
LIBRO III............................................................................................................................................75
CAPÍTULO I Sobre la construcción de los verbos. Se rechazan los verbos impersonales de los
gramáticos....................................................................................................................................76
CAPÍTULO II Todos los verbos son activos o pasivos; no existen 1os neutros y comunes, ni las
especies inventadas por gramáticos.............................................................................................81
CAPÍTULO III Enumeración alfabética de los muchos activos que hasta ahora han sido
considerados como neutros impersonales o deponentes..........................................................104
CAPÍTULO IV Sobre los verbos pasivos, en contra de la opinión de todos los gramáticos.......121
CAPÍTULO V Del verbo sustantivo sum, fuo y fio y de las formas mea interest, tua refert.......125
CAPÍTULO VI Del infinitivo o impersonal. El infinitivo no está regido por verbos y puede hacer la
función de cualquier caso. El giro tempus est abire es un giro frecuente en latín.....................127
CAPÍTULO VII En latín se dice Cupio esse diuitem; Cupio esse diues es griego.........................130
CAPÍTULO VIII La forma en -dus es siempre participio pasivo. Las formas en -di y -do son
también pasivas, salvo que tengan un acusativo expreso. Es frecuente el giro Tempus est legendi
librorum.....................................................................................................................................132
CAPÍTULO IX Se acepta el supino en -um y se rechaza el supino en -u....................................136
CAPÍTULO X Cualquier participio tiene todos los valores temporales, aceptando concretamente
el tiempo del verbo al que va unido...........................................................................................137
CAPÍTULO XI Sobre las formas amaturum esse, amatum ire, amatum iri y amaturum
solamente..................................................................................................................................139
223
CAPÍTULO XII Sobre la preposición..........................................................................................141
CAPÍTULO XIII Sobre el adverbio. No rige casos, a menos que sea tomado por un nombre.....142
CAPÍTULO XIV Sobre la conjunción, en contra de la opinión de casi todos.............................154
LIBRO IV..........................................................................................................................................157
SOBRE LAS FIGURAS DE CONSTRUCCIÓN...................................................................................157
SOBRE LA ELIPSIS........................................................................................................................157
Elipsis de nombres y participios por orden alfabético............................................................164
Elipsis de verbos.....................................................................................................................170
Elipsis de las preposiciones....................................................................................................174
Elipsis de adverbios y conjunciones........................................................................................181
EL ZEUGMA................................................................................................................................186
EL PLEONASMO..........................................................................................................................188
LA SILEPSIS.................................................................................................................................188
EL HIPÉRBATON Y SUS PARTES...................................................................................................190
HELENISMO O ANTIPTOSIS.........................................................................................................191
UNA PALABRA TIENE UN SOLO SIGNIFICADO.............................................................................197
CONTRA LA ANTÍFRASIS DE LOS GRAMÁTICOS..........................................................................205
RESPUESTA A ALGUNAS OBJECIONES.........................................................................................217
LOS QUE HABLAN LATÍN, CORROMPEN EL PROPIO LATÍN.........................................................220
224