Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
PREVENTIVO
ATENCIÓN A VÍCTIMAS DEL DELITO
1. Victimología
1.1. Orígenes de la Victimología
Desde épocas antiguas el ser humano ha buscado que de alguna forma se le repare el daño
causado a la víctima de un delito, en este sentido, es importante señalar que el derecho penal
y su evolución han servido para visualizar el papel de la víctima, es decir desde sus orígenes
y que dan pauta al estudio de esta mediante la Victimología, por lo cual es importante
conocerlas para ubicarse en la época actual, por lo cual es de importancia significativa
realizar un breve recuento histórico de la evolución de las ideas penales, visto desde la
perspectiva de la víctima, siempre en relación con su victimario, sobre todo por la jerarquía
que aquélla guardaba en cada una de las etapas, en este tenor se ubican cuatro periodos que
refieren a la víctima en relación con su victimario y que, aunque la función represiva se haya
orientado hacia diversas rutas según los distintos pueblos, por sus características ofrecen
notas comunes que clasifican en el siguiente orden: 1) el periodo de la venganza privada; 2)
el periodo de la venganza divina; 3) el periodo de la venganza pública, y 4) el periodo
humanitario. Para Cuello Calón, en cada uno de ellos predomina el principio que le da el
nombre, sin embargo no se sustituyen íntegramente, pues cuando surge el siguiente no puede
considerarse plenamente agotado el anterior: “en cada uno de ellos conviven ideas opuestas
y aun no contrarias”. Cabe mencionar que en épocas pasadas no existía la diferencia entre lo
público y lo privado, es así que se deduce el derecho penal surge para evitar que la víctima
tome venganza de forma deliberada contra su victimario.
Periodo de la venganza pública. Es en este periodo cuando se empieza a hacer una distinción
entre los delitos públicos y privados, donde se juzgaba según el hecho cometido, que podía
ser de dos formas: el que lesionaba de manera directa los intereses de los particulares y el de
orden público. En este entendido, los tribunales juzgan en nombre de la colectividad, y para
la supuesta salvaguarda de ésta se imponen penas cada vez más crueles. De esta forma
mediante la represión penal se buscó mantener la tranquilidad pública haciendo uso del terror
y la intimidación, es aquí donde aparecen las leyes más severas y crueles, donde se castiga
con la mayor dureza no sólo crímenes más graves, sino los hechos hoy indiferentes, como
los delitos de magia y hechicería, que se juzgan por tribunales especiales con el rigor más
inhumano. Estas persecuciones constituyen uno de los episodios más sangrientos del Derecho
Penal Europeo durante los siglos XV al XVIII. La pena para algunos delitos trascendía a los
descendientes del reo, y durante cierto número de generaciones formaban éstos una casta
aparte, desprovista casi de derechos. Ni la tranquilidad de las tumbas se respetaba; se
desenterraban los cadáveres y se les procesaba. Reinaba en la administración de justicia la
más irritante desigualdad, pues mientras a los nobles y a los poderosos se les imponían las
penas más suaves y eran objeto de protección penal más eficaz, para los plebeyos y siervos
se reservaban los castigos más duros y su protección era en muchos casos sólo una caricatura
de la justicia. Nacieron los calabozos, donde las víctimas sufrían prisión perpetua en
subterráneos; la jaula de hierro o de madera; la argolla, pesada pieza de madera cerrada al
cuello; el “pilori”, rollo o picota en que cabeza y manos quedaban sujetas y la víctima de pie;
la horca y los azotes; la rueda en que se colocaba al reo después de romperle los huesos a
golpes; las galeras; el descuartizamiento por la acción simultánea de cuatro caballos; la
hoguera y la decapitación por el hacha; la marca infamante por hierro candente; el garrote
que daba la muerte por estrangulación y los trabajos forzados y con cadenas..
El término Victimología es muy amplio, ya que recoge todo lo referente a la víctima, desde
factores que llevan a convertirse en ella, el proceso por el que pasa mientras lo es, y las
consecuencias derivadas de todo ello. Además, es considerada una ciencia de pocos años de
trayectoria lo que implica tanto incertidumbre en muchos de sus ámbitos, como disgregación
en algunas referencias, tanto teóricas como prácticas. Lo podemos definir como “el estudio
de las causas por las que determinadas personas son víctimas de un delito y de cómo el estilo
de vida conlleva una mayor o menor probabilidad de que una determinada persona sea
víctima de un crimen”. El término víctima tiene sus raíces etimológicas trazadas desde
Europa a Asia, y en todas sus localizaciones geográficas mantiene un patrón lingüistico
similar. En su evolución, el concepto del vocablo víctima apela a dos variedades: “vincire:
animales que se sacrifican a los dioses y deidades” o bien, “vincere”: que representa el sujeto
vencido. Por otro lado, el término que hoy utilizamos proviene del latín “victima” (Dussich,
2006) y está asociado al concepto de sacrificio. El estudio de la víctima se hace
evidente hasta el siglo XX, puesto que en la estructura del estado moderno no
interesó históricamente su estudio, ya que al delincuente se le estudia, clasifica, protege e
incluso intenta readaptar y reinsertar socialmente; se pretendió desde entonces mitigar y
humanizar la sanción penal puesto que la ciencia penal y criminológica fue al servicio del
delincuente, olvidando así a la víctima, y actualmente sigue sufriendo este olvido, derivado
a que como dice Rodríguez Manzanera, la victimología es la atracción que de por sí el
delincuente ejerce sobre el hombre, no así la víctima; y argumenta: “Todos nos identificamos
con el criminal, pero nadie quiere ser víctima […] en cierto aspecto el criminal es alguien
que se atreve a hacer algo que él no osaría realizar”, y argumenta “que el criminal es un
sujeto sin inhibiciones; cuando desea hacer algo lo realiza, sin importarle la norma, la
sociedad o la víctima. La atracción es evidente por el sinfín de novelas policiacas, libros y
series de televisión con esta temática”. Lo argumentado por el autor se hace evidente cuando
observamos que la noticia que “vende” es la que alarma, la dramática, la que hace que el
ciudadano se altere, la que lleva una fuerte dosis de morbo. Indudablemente, otra de las
causas es el poco interés mostrado por el Estado ante las víctimas. Observamos una falta de
atención casi natural, por la problemática de la víctima. El Estado, al parecer, no quiere
asumir por completo la responsabilidad de la atención a las víctimas, las indemnizaciones a
las víctimas de hechos delictivos, la estructuración de programas de ayuda y tratamiento,
alcanzar un mejor entendimiento del fenómeno criminal a través del conocimiento mismo de
la víctima y de la consecuente implementación de políticas en materia criminal en prevención
del delito.
1.3. La Victimología desde el punto de vista de diversos autores
Clasificación
Hilda Marchiori da su aporte a la victimología realizando diversos estudios con Fatth y otros
destacados victimológos, donde coincide con ellos en el estudio de la víctima en sus aspectos
psico-afectivos, dando su aporte en su obra titulada “criminología la víctima del delito”
Elías Neuman elabora una clasificación cuya característica esencial estriba en que permite
nuevas formulaciones y ajustes. Destaca la evolución de los procesos victimológicos que
requieren formular nuevas categorías de víctimas atendiendo a la imposibilidad de
determinar con claridad los miembros de la pareja penal, principalmente el victimario.
Desarrolla dicha tipología en su obra Victimología y control social. Las víctimas del sistema
penal proponen la siguiente clasificación:
– Las víctimas individuales, distinguiendo entre las mismas a aquellas que carecen de
actitud victimal, frente a las que adoptan una actitud victimal dolorosa o culposa;
– Las víctimas familiares, contando entre éstas a los niños y a las mujeres maltratadas, así
como distintos delitos cometidos en el seno de la familia.
– Las víctimas colectivas mencionando, entre ellas, a la comunidad como nación, por la que
hace a determinados delitos como la rebelión y la sedición.
– Víctimas de la sociedad, que son aquellas colectividades a las que el propio sistema social
convierte en víctimas o en delincuentes. En este grupo entran los niños abandonados,
minusválidos, los ancianos, los marginados socialmente, las minorías étnicas, raciales y
religiosas, etc.
Víctima es “Aquella persona que ha sufrido un perjuicio (lesión física o mental, sufrimiento
emocional, pérdida o daño material, o un menoscabo importante en sus derechos), como
consecuencia de una acción u omisión que constituya un delito con arreglo a la legislación
nacional o del derecho internacional”.
Ahora bien, las consecuencias sociales que tiene una víctima son parecidas a las del
delincuente, pues de acuerdo a la victimología de corte liberal, Victimología liberal, toma el
paradigma interaccionista, donde la criminalidad toma relevancia no por la conducta en sí,
sino por la respuesta que produce.
La conducta criminal y el criminal mismo son los así etiquetados, y, por tanto, el sujeto
delincuente también es estigmatizado como tal —criminal, delincuente, desviado, etcétera—
. En ese proceso de interacción, entre etiquetador y etiquetado, la víctima también es la así
estigmatizada. El aspecto físico: raza, forma de vestir, de hablar, de conducirse; enfermedad,
discapacidad, pobreza, nacionalidad, sexo, edad, etcétera, serán factores que evidencien
potencial victimización. Se hablará entonces desde esta concepción victimología de grupos
vulnerables, de delincuentes victimizados, de víctimas de la sociedad o del sistema social,
entre otros.
Dentro de las grandes contingencias que viven las víctimas, están los pesares con los que
tiene que cargar la familia e incluso la sociedad misma, esta última se involucra tomando
bandos, enjuiciando, cuestionado, reprochando y en algunas ocasiones excluyendo,
revictimizando así a los ya afectados por el delito.
Por tanto, es preciso que el estado haga mayor énfasis en la atención a víctimas, puesto que
no se trata solo de tener el conocimiento del tema, sino también de accionar, es así como el
nuevo sistema penal mexicano contempla la atención a las víctimas del delito, desde los tres
órdenes de gobierno y por lo tanto desde las primeras etapas de la impartición de justicia.
2.2. Consecuencias emocionales-sociales
La víctima, es decir la persona que padece sufrimiento físico, psicológico y social derivado
de una conducta agresiva antisocial. Víctimas son las personas que individual o
colectivamente hayan sufrido daños, lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional,
perdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos como consecuencia de una acción
u omisión.
Es el proceso por el que una persona sufre, ya sea de forma directa o indirecta, daños físico
so psíquicos derivados de un hecho delictivo, es decir, es la persona que ha sufrido un hecho
delictivo y traumático. La sufrida por la víctima a consecuencia de la originaria agresión,
injusticia criminal. Estudiamos aquí entre otros factores:
Son los costes personales que derivan, para la víctima, de su intervención en el proceso penal.
Se incluyen en este apartado los efectos traumatizantes derivados de los interrogatorios
policiales o judiciales, las exploraciones médico-forenses, el contacto con el ofensor en el
juicio oral, el tratamiento informativo del suceso por parte de los medios de comunicación o
la excesiva demora del proceso judicial. Victimización añadida, subsecuente a la primaria,
que padece la víctima normalmente al ser estigmatizada, culpada o rechazada en contacto
con las instituciones (policía, operadores jurídicos, asistentes) o con el marco social de
reacción (medios de comunicación, comunidad, entorno de la víctima). Aquí la víctima sufre
fundamentalmente por dos factores:
Son los costes de la penalización sobre quien la soporta personalmente o sobre terceros. Este
concepto se refiere a que la víctima del delito no es solo la persona que lo sufre, sino también
el propio autor, terceros cercanos tanto al autor como a la víctima y la sociedad en general,
es decir, los propios delincuentes, sus familiares, amigos, etc., pueden llegar también a
convertirse en víctimas, aunque cumpla las consecuencias penales y se encuentre
resocializado y reinsertado en la sociedad, va a llevar siempre la “etiqueta” de delincuente.
Por su parte, el apartado “C” del artículo 20 Constitucional, regula los siguientes derechos
de las víctimas o del ofendido, mismos que deberá observar el policía:
Víctima u ofendido (Artículo 108 del CNPP). Se considera víctima del delito al sujeto pasivo
que resiente directamente sobre su persona la afectación producida por la conducta delictiva.
Asimismo, se considerará ofendido a la persona física o moral titular del bien jurídico
lesionado o puesto en peligro por la acción u omisión prevista en la ley penal como delito.
Se promueve el reconocimiento de los hechos por parte del infractor y la llamada al perdón.
Al hablar del perdón se pone énfasis en incluir la noción del mismo en el contexto de la
función emocional de la Justicia Restaurativa para aquellos individuos que son víctimas.
Howard Zehr, considerado el padre fundador de la Justicia Restaurativa. El perdón es un
sentimiento que se presta en la víctimas que en esa búsqueda de sentirse mejor, de un
escenario donde pueda expresar y contar su historia con la opción de incluir esa noción del
perdón.
Las crisis están caracterizadas por una gran desorganización emocional, perturbación y un
colapso en las estrategias previas de afrontamiento, dicho estado está limitado en tiempo, y
casi siempre se manifiesta por un suceso que lo precipita. Slaikeu, 1968
FASE V. Adaptación
• Se llega a una conciliación entre el evento sucedido y la realidad actual del individuo.
• Se toma el control de la situación y se orienta hacia el futuro.
Tipos de crisis
1. Choque. Un cambio repentino en el ambiente social provoca que las emociones sean
liberadas de manera explosiva, lo cual incapacita a los mecanismos de enfrentamiento
con los que cuenta la persona. En este caso, como no existe un aviso previo que
permita al individuo asimilar el impacto, este cae en un estado de choque emocional.
2. Agotamiento. La persona puede haber manejado efectivamente y durante tiempo
prolongado la situación de emergencia pero llega a un punto de agotamiento, en el
cual no tiene más fuerza para enfrentar la situación y su estructura de enfrentamiento
“casi se desintegra”.
Las víctimas tienen derecho a ser reparadas de manera oportuna, plena, diferenciada,
transformadora, integral y efectiva por el daño que han sufrido como consecuencia del delito
o hecho victimizante que las ha afectado o de las violaciones de derechos humanos que han
sufrido, comprendiendo medidas de:
• Restitución
• Compensación
• Rehabilitación
• Satisfacción
• Garantías de no repetición
FUENTES DE CONSULTA