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Agua cansada.

Pasé por casa de Cyril y los otros.


Rozenne se iba al día siguiente a Bretaña
y Seb nos llamó para probar sus crepes.
Había tías e incluso
quedaba vino cuando se fueron.
Alex, Rozenne y yo empezamos con la percusión
pero Gonzo se dormía y al final
se tuvo que ir.
No sé qué le pasa.
Está descolocado.
Los nervios, quizás, por el estreno.
Yo decidí quedarme.
No quería volver borracho en bicicleta a las tres de la mañana.
Me gustaba la casa.
Me sentía bien.
Tenía moqueta y una gran alfombra en el salón.
Estoy escribiendo esto en la cocina,
único lugar despejado de instrumentos musicales.
Llovía fuera cuando me levanté.
La verdad es que ya estaba harto del sol.
En fin, de ese sol vaporoso y atlántico
que evita estas tierras.
El día estaba perdido antes de empezar,
así que me senté, esperando una idea
para pasar el tiempo,
pero me entró hambre
o remordimientos, no sé.
El caso es que salí a comprar
dos pitas de pollo sin salsa,
una para Alex, que se había levantado,
otra para mí.
Para variar tenían tomate,
ensalada y hasta cebolla.

1
Pas mal du tout.
Antes de hincarle el diente
fui a lavarme las manos.
Había cagado por lo menos tres veces desde la cena
y temía que eso de los microbios
fuera finalmente cierto.
Entonces oí el sonido de la lavadora
de carga superior,
su traqueteo cabreado.
Pensé que con cinco personas en la casa
debía de trabajar bastante
tragando y escupiendo un agua
previamente tragada y escupida
en algún lugar, río arriba.
Agua restregada y apaleada
mil veces, antes de llegar a un mar
lleno de agua cansada.
Por fortuna sigue lloviendo.
Nadie sabe muy bien por qué.
Es algo que pasa todavía
y se acepta.

2
Interregno.

Supongo que uno debería saber


que la mujer que le conviene
no es la que desea.
Lección número uno.

Acordarse de los barrancos por los que caíste


por romper los dictados del vértigo.
Reconocer la cara del enemigo,
cuando se acerca a ti
con una distancia en la que no cree,
imposible,
y se muestra desnuda, sin culpa de incitar el movimiento
como los días de poemas piden paso.

Estoy viviendo desde hoy la desesperanza


de perderte cuando
ya no seamos sombras que se funden
sino un recuerdo con olor al café
que saboreo mientras deambulas por los pasillos
descontando las horas certeras
de nuestro primer encuentro.

3
Los de dentro.

Volvió a pintar una estación


en la ventana del tren varado.
Andenes, vías, pasajeros
de maleta pesada y reloj inquieto.

Se sentía bien al oír su "me duele",


dando explicaciones en las que creía,
y era lo peor,
antes de que buscaran otro compartimento.

“Es mejor saber lo que se quiere


y no tenerlo
que no saberlo y tener cualquier cosa”.
Repetía.

La vida pasaba por su cine


como una película montada en positivo,
de escenas superpuestas, diálogos mezclados
y actores que salen a destiempo
y cuando se les necesita están borrachos.

Huir hacia los árboles,


abrazarlos para confundirse en sus sueños de madera.
Que te ofrezcan sus ramas
y atrapen a las sombras que te acompañan,
a kilómetros de sus dueños
que ya se te confunden
y son sin estar.

Habla con los árboles de sangre pastosa.


Míralos y teme por ellos,
pues la posibilidad del árbol es el fuego
mas, después de todo,

4
quién ha visto un árbol muerto.

5
Arañas.

segundos a la secuencia de gotas


o a la cafetera que aún no comienza a silbar.
Tejes y por ello te mueves.
Arañas
cal del muro blanco intentando darle color.
Tienes aún las uñas blancas.
La cafetera no silva.
Perdiste la cuenta de las gotas.
Cantas para arañarle al mundo la risa.
Tejes y te enredas sin saberlo
en la red de tu supervivencia.
Sólo respiras bajo el agua.
Atrapas a otros arañando sus silencios,
fagocitándolos mientras se desgañitan,
caníbales que mueren dejando intacta la red
en la que otros caerán.
Que está ahí.
Extiende la mano y toca.

6
Ecce Bongo.

Somos la última generación antes de


algo que.

Somos monos amamantados con


leche radiactiva,
imitando hasta el infinito un
gesto uniforme.

Apenas recordamos ya,


dentro del torbellino que
prefiere reventar a
perder su erección.

Estamos solos antes de


la multitud.
Moviéndonos contra
el silencio de los cables.

La paz nos sorprenderá en


la última trinchera,
destacamento olvidado en
un tablero de ajedrez.

Llega la soledad de los monitores,


reflejando nuestros sueños al compás de
un clic.

Llega el momento de
las decisiones,
del dónde y del porqué,
y las respuestas me las da un aparato
que hasta hace poco ni siquiera
sabía encender.

7
8
En el ínterin.

Sentado frente al televisor


o esperando el autobús de y media.

Leyendo un libro aburrido


o leyendo un buen libro.

Tocando la guitarra
para llenar el tiempo.

Intentando olvidar o recordar


no me acuerdo.

Tumbado en la cama
esperando sin esperar nada.

Hastiado por el vértigo del vacío


o por la plenitud de lo acabado.

Pensando en el numero cero


o buscando la antirrima del poema.

Cuento inquieto los segundos


que faltan para dar con la clave,
para encontrar una actividad
que mi ánimo reflote.

Ya lo tengo:
¡¡¡PAJOTE!!!

9
Perdido en las montañas de Marte.

Me he perdido.
Debí haber hecho caso al guía.
Me adentré por la ruta prohibida.

El sol abrasa mi traje presurizado.


El oxígeno se acaba.
Mi radiotransmisor no funciona.
Nadie me espera en la estación.
Debí haber dicho que salía.

Ahora sólo queda pararme,


esperar,
ahorrar oxígeno,
refugiarme en una cueva para pasar la noche helada
que llegará quizás cuando esté muerto
tan largos son aquí los días.

Mis recuerdos van llegando como imágenes


de un formato anticuado,
como sueños terrestres, azules,
húmedos y blancos.

Veo tus ojos.


Aquí, todo es rojo.
Debí haber dicho que salía.

10
Infusiones.

El café es la mañana.
No me gusta demasiado.
Me da dolor de barriga
y cagalera.
Pero ya no puedo imaginar una mañana
sin ese olor tan total saliendo
de la cafetera.
Cuando me levanto y sé que ella lo prepara,
o cuando lo tengo que hacer yo, y entonces me doy cuenta
de que ella ya no está.

Pero el café sigue ahí.


Es la mañana.
La fija, le da su sabor, su momento.
Cada día
pincha el contenido en el tiempo
como una chincheta los avisos al panel de corcho,
post-its en el muro blanco.

Ojalá te pudiera fijar a mi vida


como el café a mis desayunos.
Pero ahora ya no estás.
Lo supe por las cenizas negras
cayendo del bote vacío.

Sostengo en mi mano izquierda una taza de té.


En la otra, un bolígrafo.

11
Refutación de Christian.

Me das la tarjeta de tu psiquiatra,


el mejor de la ciudad,
el que te ayudó a rellenar la receta del litio,
y de esos otros compuestos tan raros
que te mantienen vivo.
Que pase de mi psicóloga.
La llamas mentirosa, zorra, hijaputa.
Lo mío es físico, me dices.
Físico.

Cuando llega el pánico


lo mejor es olvidar.
Coge peso.
come hasta reventar.
Coge lastre para no despegar.
No te lo tomes a broma.
La vibración puede matarte.
Es más fuerte que tu cuerpo.
No la hemos buscado, nos ha tocado en suerte.
Habla con mi psiquiatra si quieres vivir.
Yo llevo doce años siendo un maníaco-depresivo feliz.

Te escucho y me reconozco
pero sigo negando,
no puedo aceptar,
la derrota de la causa,
la renuncia a la experiencia,
la ausencia de culpables,
sin más.
Aceptar
que no hay esperanza para mi,
que estoy solo
como tú.

12
Dices que has llegado
al estadio que todos buscan sin saberlo,
que yo tengo suerte de haberlo encontrado tan pronto.
Observas la vida con prismáticos.
No eres tú, ya no estás.
Estoy harto, ya no hay más.
Me cansé de vivir.
Ya sé cómo es el final.

Cómo puedo aceptar


cuando te veo tan frágil,
nadando en un fregadero de pastillas
que te arrastrará por el desagüe, uno de estos días.
Cómo podría digerir
el bocado de tu soledad brutal, incorpórea,
sin estremecerme y querer luchar.

Has suplantado las mentiras que te dijeron


con la mentira de tu soledad,
de tu paz,
de tu felicidad fundamental,
porque odias y sigues odiando,
y hablas de bombas y de cargarte a veinte ricos,
y no quieres ir a Africa donde hay tantos negros,
y de si vuelves,
escúchate, si vuelves dónde,
querer ser una mujer negra rebosando deseo.

Pero está aquí, óyeme, está aquí,


la mujer negra, el dinero y el miedo.
Están aquí fuera de tus sueños de litio.
No me digas que no tenga miedo.
No me digas que no sufra.
No me digas que no ame.

13
Yo también necesito mis mentiras.
Quizás sea, es verdad, algo físico.

14
Edad de papel

Antes se producían lascas,


vasijas, armas, vestidos.
Hoy de esa herencia de materia
sólo nos queda el papel,
creado al contacto de una tecla
por un dedo telepático.
Hoy, el cerebro sólo crea
hojas en blanco.

Dónde estas cuerpo que no te siento


en esta era de espacios,
de palabras de papel,
que también se lleva el viento.

Toco la piedra fría y no me encuentro.


Toco la tierra húmeda y no me reconozco.
Toco mi sexo inerte y apenas recuerdo.
Retiro el mar de folios de mi mesa
para encontrar la mesa
y sólo consigo
que las hojas me corten las manos
por las que se deslizan, rojas todavía,
las gotas.

15
La cajera.

La gente coloca la barrita de separación,


una vara impresa que dice:
"Hasta aquí llego yo".
La cajera pasa los productos por el lector
mientras el cliente anterior
llena bolsas de plástico afanosamente
con comida para perro y para gato
bajo la atenta mirada de su mujer.

Y llega mi turno.
La cajera me mira, sorprendida
de ver que nada he comprado
y sonríe.
Me conoce de otras veces.
Siempre me quedo mirando cómo sus manos
pasan por el lector las etiquetas.
Siempre me quedo embobado
mirando sus tetas,
y sus labios carnosos que se muerde mientras trabaja
contando las horas que faltan
para cerrar la caja.

Es joven y fresca, risueña y guapa


pero lleva encima demasiadas cadenas,
demasiadas alhajas.
Es una paleta
pero daría mi talonario de vales de descuento
por acostarme en la cinta transportadora
para que lea con su sonrisa infrarroja
mis pies desnudos,
mis piernas desnudas,
mi sexo desnudo,
mi pecho desnudo,

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mis labios desnudos,
y que entonces
parara la cinta, su puesto cerrase,
y me besase.

17
Cataclismo.

Los astrólogos deberían estudiar el día de hoy.


Todo el mundo está de mala leche.
Nadie aguanta ni a su sombra.
El café se ha agotado pronto esta mañana.
Los sagitario ya no son impulsivos
ni los tauro testarudos,
como si todos hubieran nacido en el mismo día.
En un día como éste
ha habido un cataclismo estelar.
Seguro.

18
Bucle.

Pasa los primeros años de tu vida aprendiendo a luchar.


Acepta que es inevitable, date cuenta
luego, de que no puedes dejar de hacerlo.
La lucha te trae tus posesiones y tu lugar
con sus frutos cotidianos de manzanas y cadáveres.
Renuncia y vuelve o anticipa lo que vendrá por sí mismo.
Encuentra creyéndolo inmóvil.
La calma es la mensajera de la muerte.
El silencio es un velo sobre el grito.
Sigue pues con mirada triste, reúne
las comodidades que te obligan a tu propia extinción,
para poder pasar y aprender a luchar.

19
Creces.

Eva, mujer primigenia.


Yo, gusano habitante de manzanas.

Venus neolítica, madre de estirpes.


Yo, caníbal sin culto ni lenguaje.

Palas Atenea en la Acrópolis.


Yo vendedor de exvotos
en la galería del templo.

Mesalina en el Palatino.
Yo eunuco que limpia las manchas
de tus orgías pretorianas.

Herminia en el Bucentauro.
Yo, jinete de posta que lleva las cartas
de un tal Casanova.

Reina en el hormiguero.
Yo, explorador aplastado por un niño
mientras busca tu alimento.

Cohete Energía a Marte.


Yo, gasolinero rellenando los depósitos
mientras me rasco la nariz.

Sputnik girando sobre la Tierra.


Yo, antena parabólica receptora
de un canal porno tailandés.

Astronauta paseando por el espacio.


Yo minero esperando el finiquito
de la anunciada reconversión.

20
Sol y Luna, planetas y estrellas.
Yo materia oscura que nadie ha visto
y se duda de que exista.

Big Bang, universo en expansión, Alfa y Omega.


Yo adolescente impúber
al que quedó la física para septiembre.

21
Dices.

Dices
mas, ¿qué callas?
Y es poco, pues callas más
¿Qué dices?
Tecleas
mas, ¿te cleas?
Quizás lo sepas
mas
¿lo sabes?
Quizás lo dices.
Quizás lo callas
a alguien
desconocido,
cercano,
y silencioso.
Quizás no sabes
¿No sabes?
Pues entonces
calla,
o dilo,
carece de importancia.

22
El lagarto y la Luna.

El lagarto se tragó la Luna,


diamante helado en la noche de invierno.
La engulló y dejó la boca abierta
aún largo tiempo.

El lagarto se tragó la Luna


inmóvil, refulgiendo tranquila.
Se acercó despacio con los huesos quebrados
por las pisadas certeras de los caballos.

El lagarto se tragó la Luna,


alegre esmeralda en un cielo de barro.
La envolvió susurrando su promesa
de escamas y baños de sal blanca.

Mas la Luna siguió quieta,


sorda, muda y ciega,
bola de polvo insensible,
y a través del vientre horrible
se la pudo ver brillar todavía
esa noche.

23
Fe.

Montamos en el metro.
Atravesamos túneles a toda velocidad.
Sólo un cartel nos anuncia
la estación donde nos encontramos.
También una voz
pero desde hace unos minutos no funciona,
debe de haber un problema técnico.
Nuestro tren no tiene conductor
sino que alguien observa un pilotito rojo
desde el puesto de mando
y presiona un botón.
No puedes decirle:
“Conduce con cuidado
por favor”.
Creer en lo que no se ve ni se toca,
en alguien
que no conoces.
Hace falta
FE
para eso.

24
La ola.

Está ahí.
Sé que si vuelvo levemente la cabeza,
con el rabillo del ojo,
veré la enorme ola a punto de engullirme,
casi besando mi piel,
acariciando mis cabellos al viento.
Vengo oyendo su rumor.
Vengo sintiendo su masa.
Envolviéndome.
Está ahí.
Mas no me volveré para mirarla,
siempre medio segundo por delante del pánico.

25
La tierra.

Durmiendo bajo una costra de asfalto


la tierra se preserva.

Ya no es esclava de trigos ni cebadas,


de frutos ni maderas,
libre por fin del yugo milenario.
la tierra se preserva.

Las lombrices horadan sus entrañas,


felices estómagos vivientes
esperando que este paraíso
sí dure para siempre.

Mas cuentan sus leyendas y es sabido


que toda defensa fue antes quebrantada
y que algunas de su especie llegaron
a degustar el festín de los nichos.

26
Categorías.

Hay dos tipos de gente:


La gente que ha probado la heroína
y la gente que no.
La que gente que ha tomado por culo
y la gente que no.
La gente que come carne
y la gente que no.
La gente que colecciona sellos
y la gente que no.
Y así hasta el infinito.
Todas estas categorías se podrían resumir en:
La gente que SI
y la gente que NO.
Pero eso también es mentira.
No hay salida
pero si lo piensas
tampoco hay muros.

27
Cambio de ritmo.

Increíblemente
por una vez
la primera
todo el mundo parecía estar de buen rollo en el metro.
Ya me había dado cuenta
fuera
en la calle
y también
bajando por las escaleras mecánicas
cuando me crucé con una chica
que me miró,
y había mil,
todas guapas y risueñas.
La primavera
pensé
Es verdad lo que dicen...

Unas horas más tarde.

¡Qué hostias pasa!


La gente parece estar cansada y enloquecida.
Todo el mundo es feo o bosteza.
Y ese olor.
¿Qué es?
Parece una mezcla de humedad y suciedad,
como una gran pelota de mugre mojada.
Quizás sea yo
el cansado y enloquecido.
Pasé demasiadas horas frente a la pantalla
y todavía no he comido.
Excusas excusas siempre excusas
para esperar un nuevo mañana
en el que

28
increíblemente
por una vez
la primera
todo el mundo parezca estar de buen rollo en el metro.

29
La lucha.

Yo no tengo familia.
Quiero decir que no tengo hijos.
Me resulta difícil sonreír.
Mostrar con voz ondulante los piños
detrás de un escaparate.
No tengo nada por qué luchar
salvo por no tener a nadie por quien luchar.

30
Más cerca.

No te has movido.
Sólo el mundo danza.
Sin embargo estas más cerca.

No te has movido
pero sientes como avanza
la eterna señora terca.

No te has movido
y esta vez casi te alcanza
la fría, la amable, la puerca.

31
Seguir.

Comer es seguir.
Follar es seguir.
Comer y follar se parecen.
Los vampiros tienen algo en común.
El hambre.
Siempre tienen hambre
hasta que
saciados en su lecho de tierra,
los vampiros
sueñan con estacas.

32
Felación.

Sigue un poco más.


Ya casi he llegado.
Realmente
no sé cómo será para ti.
Seguramente
un acto mecánico,
banal
aunque quizás
disfrutes con el calor de mi sangre
mientras con la lengua acaricias mi glande.
Ahora me miras.
Sólo un segundo.
Me miras deseando mi leche
para hacer de mi esencia tu alimento,
como un cordero,
como un ternero,
huérfano de padres y amor,
perdido en las planicies
de la desesperación.

33
Azúcar.

Me duele cuando alguien se ríe.


No sé,
creo que me está robando algo,
que tiene los bolsillos llenos
del azúcar de mi tarta.

34
Libertad.

Todo me hubiera ido mejor


si no me hubiera importado
pagar cada mes el alquiler
a mi propietario,
o besar a una momia,
o poner el culo y disfrutar sin más.
Probablemente
seguiría sin dinero y sin amor
pero al menos,
hubiera extinguido esta voz
que me recuerda cada mañana
lo tonto que soy
por ser un esclavo malo,
por no ser un esclavo bueno.

35
Casas orientables hacia el punto de luz natural.

Los gatos son eléctricos,


las moscas radiactivas.
Mueve tu cola esperando
que alguien te dé una caricia.

En la ciudad adormecida
ya se oye el ruido
de las casas desplazándose
sobre raíles
en busca del amanecer.

Siempre quisiste ser una cabra


pues tu ano
es el de una cabra.
Los gatos son eléctricos,
las moscas radiactivas.

36
Amor.

Ahora que hemos llegado


es el momento perfecto
de volvernos a separar.
Ahora que hemos llegado
estamos en la mejor posición
para perderlo todo.
Saber que
realmente
no existe un lugar sin ti
no ha sido razón suficiente
para quedarme en este jardín
tan florido,
tan apacible.

37
Pareja.

Escribo poemas mientras ella se debate


por retener unos segundos
su ataque de nervios.
Intento ayudarla y sólo recibo
coces.
De alguna manera
es bueno saber
que esta vez no seré yo quien rasgue el sueño.

38
Caza de brujas.

Existe la creencia de que


siempre murieron los que no debían,
mientras los que debían callaban
o se apresuraban a denunciar,
transformándose en perros rabiosos
de miedo a ser castigados.
Pero siempre acabaron pagando
los que pasaban por allí,
sin saber de qué iba el asunto.
Más que las llamas,
su horror fue la crueldad de una revelación
desnuda,
brutal.

39
Ángeles.

Prohibido hablar con los niños.


Podrías ser considerado
sospechoso.

Prohibido besar a los niños,


sobre todo
si no son de tu propiedad.

Prohibido acariciar a los niños


pues podrías contagiarles
el virus del sexo
y por lo visto
no hay nada peor que un pedófilo.

40
Policía.

Mi padre duerme la siesta con un pijama de plomo


y cuando se levanta
se le olvida quitárselo.
Cada día,
si me acuerdo,
tengo que decirme
que podré tener hijos que no se parezcan a él,
ni lo conozcan,
pues no ha sido un buen padre.
Tan sólo ha sido
un buen policía.
Lo doy de antemano todo por perdido
mas aún quisiera tener un hijo
para ver qué pasa,
por si puedo ganar la partida
de la risa, del amor en esta tierra
llena de policías.

41
La culpa.

Desde que nací, una sombra me acompaña.


Anota mis movimientos e informa
a sus superiores.
Susurra palabras ponzoñosas.
Se alimenta de mi miedo.
Se trata de un funcionario
que me sigue sin horario
y lo esquivo
cuando puedo.

42
Publicidad.

Los peces no son tontos.


Prefieren las gambas
a las lombrices.
Ven el anzuelo.
Huelen el metal.
Consideran sus posibilidades
y deciden,
que esta vez serán más rápidos que su destino.
No mueras por una gamba.
Desconfía de las gambas.

43
El juego.

Da igual que tenga buenas cartas.


No sé jugar.
Por eso pierdo siempre.
Me quedo sin nada.
Pierdo hasta la camisa
y de repente:
¡Magia!
Termino ganando
sin saber muy bien qué pasa.
Es el corazón.
Seguro.
El corazón.
Tiene gracia.

44
Devotos.

A algunos les gustan los mártires.


Así pueden permitirse
seguir haciendo
nada.
Alguien lo hace por ellos.
Piensan que el mundo nunca cambiará
su eterna escisión
entre aniquilados y obedientes porque
en realidad
quieren que no cambie.
Es mucho más seguro
escandalizarse de una muerte lejana,
limpia,
sin conexión,
como los goles de las estrellas del Madrid.

45
Velocidad.

No puedo encontrar los bolígrafos


ni los mecheros.
Pero dónde se ha visto
un escritor sin sus artes.
Qué es esta locura de buscar en el fondo
de cajones, siempre rascando bolsillos,
siempre pidiendo fuego.
Esta velocidad que me atrapa.
Este deseo que hace que tense el arco
pero olvide las flechas
fijos los ojos en el blanco.
Tan deprisa que no creo ni que sienta la muerte.
Creeré seguir estando vivo,
como el atleta que sigue corriendo
tras haber rebasado la meta.
No estar contento ni arrepentirse.
El movimiento no significa nada.
Sólo lo sabes cuando te paras.
Pero todavía he de encontrar un bolígrafo
con que escribir este poema.

46
Uñas negras.
Vino a mí la imagen de extender mis manos sobre el suelo para
que no te mancharas los pies. De arrodillarme y barrer con la
lengua el polvo de tu camino. Pero pensé que no era justo verme
postergado y me levanté.
Cuando lo hice ya no podía llevarte sino desbrozar junto a ti el
sendero que terminaba en tu cama (siempre lo supiste, antes de
selvas y desiertos, de atascos y colas del pan) y hacerte el amor
con los pies sucios de polvo, sangre seca, y las uñas negras.

47
Yo refuto.

Al uranio enriquecido.
A los especialistas del triple looping.
A los bocadillos de ensalada de cangrejo.
A las modas de espina bífida.
A las minifaldas varicosas.
A las braguetas rellenas de polla.
A las gordas posicionadas.
A los acumuladores de palabras.
A las escobas manchadas de caca.
A los mares de cristal líquido.
A las saunas callejeras.
A las muertes cualquiera que sea su raza.
A las conciencias cualquiera que sea su delirio.
A los medicamentos para ratas.
A los bombardeos de panfletos.
A los monumentos a polacos muertos.
A los cheques con fondos.
A los narradores del crimen.
Refuto al payaso blanco
y refuto al payaso rojo pero,
es cierto,
no tengo argumentos.

48
Abajo.

Abismo bajo abismo.


Oscuridad tras oscuridad.
Me gusta imaginar lo peor.
El mal que dicen
es sólo una posibilidad del pensamiento.
Terrible
sólo como las demás.
Inocua
sólo como las demás.

49
Karma.

Sería absurdo levantar una piedra sabiendo


que
temprano o tarde
volverá a la tierra.
Ciencia
lo llaman.
La inacción
parece
mucho más interesante,
o menos estúpida.
Sin embargo
si nunca
hubieras poseído
el odio o la ilusión
necesarios
para iniciar el movimiento,
nunca
hubieras llegado
a ninguna
conclusión satisfactoria,
perdido para
siempre
en la engañifa
de la filosofía.
Es necesario
pues
aceptar
como mínimo
un golpe
injusto
gratuito
sin respuesta
sin orgullo,

50
la muerte en un gesto
para poder
por fin,
con total tranquilidad,
dormirte a la bartola
por el resto de tu vida.

51
Cieno.

Todos nuestros detritos,


llegarán al fondo del mar.
Lentamente.
depositándose
como un manto de ceniza blanca
y pesada.
Carcasas oxidadas.
Esqueletos de sirenas.
Y poco más.
Salvo una presencia incandescente y diminuta,
negándose a la derrota
de tan universal soledad.

52
Segunda mano.

Empecé a ver como la gente vendía


su coche por cuatro perras
y entonces me dije:
las cosas no andan finas
y a poco que te descuides
te caerá algún navajazo.
Siempre quedaba la posibilidad de huir
aún sabiendo
que nunca se escapa realmente,
pero mi mujer estaba
aterrorizada y paralizada,
y me chupaba la sangre
todo lo que podía.
La nevera estaba caliente,
la calefacción estaba fría,
y el gato empezó a frecuentar
la casa del vecino.
Entonces le dije:
¿Por qué no te metes a puta?
Por lo menos podrías comer
y yo no tendría que vivir
corriendo tapando agujeros.
Pero prefirió seguir creyendo
en el golpe de suerte
que llevaba años esperando,
boquiabierta relamiendo culebrones y escaparates,
leyendo los sueños de otras
entre las páginas del Cosmopolitan.
Y así nos fuimos hundiendo los dos
lo suficientemente lento para aceptarlo.
lo suficientemente rápido para negarlo.
Otros.

53
No pienso perder el tiempo
esperando
a que
OTROS
sean
como yo quiero que sean,
hagan
lo que yo quiero que hagan,
digan
lo que yo quiero que digan.
Así,
si finalmente desaparecieran
la distancia,
la agresión,
creo que me aburriría
pues sería yo mismo
todo el tiempo
y lo perdería
esperando
a que
OTROS
no sean como yo quiero que sean,
no hagan lo que yo quiero que hagan,
no digan lo que yo quiero que digan.

Fidelidad.

Entonces dijo:
¡Oh!, ¡no tienes la tarjeta de

54
FI-DE-LI-DAD
Estás perdiendo dinero
¿sabes?
Además
es muy fácil hacérsela.
Dos minutos y ya está.
La pasas por el lector
y los puntitos caen en tu cuenta.

Los puntitos...
Qué puntitos...
Nunca los he visto.
Enséñame uno
y quizás me convenzas.

¡Oh!, ¡eres uno de esos


I-NE-FI-CIEN-TES
empeñado en perder BE-NE-FI-CIOS!
Diviérteme con tu motosierra
o mejor
quémate a lo bonzo.
Eso es lo que te gusta, ¿no?
Eso es lo que tú haces, ¿eh?
¿Eh?

55

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