Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Hispanoamericana
Resumen
Este artículo reflexiona acerca del rol de la mujer en la sociedad colonial
Hispanoamericana y su devenir en la sociedad moderna capitalista. Desde el
análisis del rol de la mujer en la sociedad colonial, en éste artículo no se pretende
hacer un escrito omnisciente sobre la cotidianidad de la mujer, tan sólo, por
nuestra parte, intentaremos hacer un análisis sucinto desde, el momento en el que
arriba a Costas caribeñas la mujer española; sobre el matrimonio y el influjo social
que tuvo la familia en la sociedad colonial y el rol que desempeñaba la mujer;
examinaremos de manera muy lateral la posición legal femenina y las costumbres
de la mujer en la sociedad colonial. Frente a la realidad actual, contrapondremos el
supuesto de sojuzgamiento de la mujer en la sociedad colonial, con el supuesto de
libertad moderna que gozan las mujeres. Ya no está en apogeo el dominio
machista en la sociedad moderna, no obstante, las mujeres, en nuestros días,
tienen una forma de opresión invisible a sus ojos
Es por lo anterior, y a sabiendas de que lo que estuvo al orden del día, en épocas
pasadas fue la sumisión femenina, formularemos unas preguntas que nos
conduzcan a un intento investigativo, para lograr dilucidar algunas incógnitas que
hoy se gestan en el intento de escudriñar el rol de la mujer.
Por lo tanto, las aporías que intentaremos responder son las siguientes, a saber:
¿Qué tipo de rol desempañó la mujer en la sociedad colonial Hispanoamérica? Y
¿Qué forma de dominio tuvo en la familia y en la sociedad colonial? De tal suerte,
en consecuencia, de las respuestas de las siguientes cuestiones intentaremos
reflexionar en éste documento.
Lo que se estima es que el primer grupo de mujeres que llegaron a las islas del
Caribe eran colonizadoras y esposas. Se estima que las mujeres constituyeron del
5 al 17% de la población inmigrante. Es decir, la preeminencia de arribo a estas
tierras estuvo en los hombres. Según Lavrin, para el siglo XVI el asentamiento de
la mujer se caracterizó así: “Las mayorías de ellas procedían de Andalucía, siendo
México y Perú sus puntos de destino” Dado que la corona española no otorgaba ni
permitía legislativamente el abandono de las mujeres en España, se supone que
los viajeros tenían que emigrar junto con sus esposas, sin embargo, en la mayoría
de los casos, los esposos, conseguían el consentimiento de las mujeres para
poder viajar solos, tal como lo mandaba la ley.
En síntesis, el matrimonio fue la base para mantener vivo el tejido social entre las
elites y las grandes castas económicas y sociales.
El papel de la mujer en este proceso de mantener las castas en su orden es obvio.
Una familia con varias hijas podía aspirar a contraer nupcias con altos jerarcas de
la burocracia del Estado, con los hombres pertenecientes a la nobleza,
terratenientes y hombres ricos que posibilitaban a cada familia escalar en el orden
social.
Partiendo de la premisa del sexo débil, las mujeres heredaron el sistema legal
hecho en función de proteger sus debilidades o protegerlas del abuso de los
hombres rudos. Sin embargo, esa legislación siempre le otorgó al hombre
supremacía sobre la mujer.
La mujer siempre fue, podría decirse objeto del control. Cuando eran niñas,
estaban al control de sus padres, y, adultas, pasaban al control del marido. Sin
embargo, no están en sujeción total a los hombres. Por lo menos, cuando la
esposa enviudaba, los hijos pasaban a estar bajo la tutela de la mujer. También,
bajo el visto bueno del marido la mujer se podía imbuir en el mercado. Es decir,
podía ir de compras, vender mercancías y predios, incluso podían involucrarse en
sociedades comerciales.
Las mujeres podían mantener el control sobre los bienes adquiridos antes del
matrimonio – bienes parafernales- y luego disponer de ellos. De tal suerte, los
bienes pasaban a los hijos indiscriminadamente, es decir, los hijos recibían bienes
tanto de la madre como del padre. De este modo, la mujer tenía personalidad
jurídica y legal, la cual no se fundía con el matrimonio. Incluso, en caso de morir su
esposo, ella tenía derecho a la mitad de los bienes adquiridos en el matrimonio, la
otra mitad iba para los hijos.
Otro mecanismo de la protección de los bienes de las mujeres eran los conocidos
como dotes y arras. La dote, proporcionó una seguridad económica a la mujer al
morir el marido. Las dotes eran administradas por el marido, pero él tenía que
hacer el compromiso de devolver su valor original. Según: (Lavrin, 1990, p.115)
“Las dotes fueron más populares en el siglo XVII y a principios del siglo XVIII que
afines del periodo colonial. Como institución, la dote no parece haber sufrido
mucho el impacto de las guerras de independencia y declinó paulatinamente en el
siglo XIX.”
Otra institución que sirvió como protección a las mujeres fue la encomienda. Por lo
que al principio estas estaban en función de los hombres, pero al entrar la
encomienda al marido, le permitió a la mujer ser heredera de la encomienda,
incluso ser administradora.
En lo desfavorable, la mujer no podía, mediante la ley, pedir el divorcio a su libre
arbitrio. La iglesia católica sólo le permitía a la mujer el divorcio en el caso
extremo, tales como adulterios acostumbrados por parte del marido y de forma
pública, abusos físicos demostrados y abandono del hogar.
La maternidad fue la forma de ser más arraigada a la mujer. Se estima que las
mujeres se casaban aproximadamente a los 20 años y tenían un promedio de 9
hijos por familia. Sin embargo, los grupos indígenas y las mujeres esclavas
tuvieron un número de fertilidad mucho menor debido a razones económicas.
A pesar de que la maternidad fue una labor crucial para las mujeres de la época,
eso no significó la absorción total de las capacidades de la mujer y sus
desempeños en la sociedad, sobre todo para la clase obrera. Las tareas y
actividades que desempeñaban las mujeres dependían del orden social. Las
mujeres criollas o mestizas se ocupaban de administrar pequeñas tiendas. Dentro
de las tareas más significativas para las mujeres están, según (Lavrin, 1990
p.116): “Prestar dinero en cantidades, tejer, hacer cerámicas, coser, preparar
bebidas tales como pulque y chicha, preparar comidas para la venta en las calles
o mercados y la venta de diversos productos en los mercados legales, fueron
actividades desempeñadas por mujeres, principalmente de las clases bajas”. Es
decir, en síntesis, las mujeres desempeñaron una actividad económica en la
sociedad colonial sin importar el prejuicio del sexo débil y los numerosos hijos que
estaban bajo su cuidado.
En la sociedad colonial el modelo de conducta fue muy severo contra la mujer. Las
normas educativas y las máximas de la religión, daban por sentado la idea de que
la mujer era un ser frágil en sentido físico y moral. Según las normas morales de la
sociedad, la mujer era menos racional, más violenta y más propicia para caer en la
tentación. Las mujeres tenían una carga moral más fuerte que la de los hombres.
En suma, hubo muchos casos donde las mujeres perdían su virginidad tras la
promesa de amor eterno. Siempre, en cuestiones sexuales, las mujeres estaban
bajo la mirada sospechosa y despectiva de la sociedad. Toda la carga moral se
anidaba en su reputación, la cual también significaba el honor de macho de los
hombres ante la sociedad.
Referencias bibliográficas.
Lavrin, Asunción. (1990). la mujer en la sociedad colonial hispanoamericana. En
L. Bethell. Historia de América Latina: América latina colonial: población sociedad
y cultura. (pp. 109-136)Cambridge university: critica