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Por su parte, la escuela empirista tiene otra concepción muy distinta a la cartesiana acerca del
principio del conocer. Según filósofos de esta corriente como Bacon, Locke y Hume, los seres
humanos no traemos en nuestra razón ideas innatas, sino que la fuente del conocimiento es la
experiencia. En sus escritos, estos pensadores se encargan de argumentar cómo la fuente segura de
la ciencia y el filosofar es la experiencia y el modo en que nuestra razón ordena esos datos extraídos
de la sensibilidad.
René Descartes (1595-1650) fue el primer filósofo en publicar una obra escrita en lengua
vernácula. Antes de esto, en el medioevo, todo texto era escrito en latín. Este hecho es otro signo de
la secularización que comenzó a sufrir la sociedad moderna.
Para entender el sistema del filósofo alemán hay que tener presente la importancia que había
cobrado la ciencia físico-matemática en aquella época. La metafísica había pasado a un segundo
plano, puesto que no garantizaba ideas claras y distintas, ni progresaba a la par de la ciencia.
Ciertamente la preocupación de Kant era saber si la filosofía era o no ciencia, y cuáles eran los
alcances de la razón humana, fuente de conocimiento metafísico.
Por otra parte, en la Crítica de la Razón Práctica, Kant estaba interesado en comprender cómo
era necesario obrar según cierta universalidad. Recordemos que los principios morales no eran
cognoscibles al modo aristotélico, en donde las leyes de la naturaleza marcaban la manera de obrar
humana. Ni tampoco la moralidad se regía ya por mandamientos divinos. En la modernidad, el
hombre alcanzó la mayoría de edad y buscó regir su propia vida a partir de sus propias
determinaciones, su propia autonomía. Pero surge la siguiente pregunta: ¿Cómo vivir en sociedad y
ser responsable si cada uno dirige su propia vida según sus gustos e intereses personales? Kant
puede responder a esto porque considera que la razón humana es universal, igual para todos y por lo
tanto impera de un modo similar para cada uno.
Según el filósofo de Königsberg, en la razón existen ciertas leyes llamadas imperativos. Hay
imperativos categóricos e imperativos hipotéticos. Los primeros son aquellos principios
racionales que nos obligan a obrar de cierto modo en cada circunstancia, según lo manda la razón
humana. Los segundos son los que podemos hacer según nuestros deseos. Pero son los imperativos
categóricos los que nos interesan para obrar de modo plenamente humano. A Kant no le interesan
las inclinaciones, las pasiones y los intereses personales, lo que le interesa es que se obre según lo
dicta la ley moral universal cuya residencia está en la razón de todo hombre. La intención no
cuenta de ninguna manera si se viola la ley moral.
Los imperativos categóricos tienen ciertas formulaciones que marcan el lineamiento del
accionar humano en una sociedad:
-Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley
universal.
-Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier
otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio.
-Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino
universal de los fines.
Actividades:
1. Explicar las diferencias entre los filósofos empiristas y los filósofos racionalistas.
2. Explicar brevemente en dónde radica la universalidad del obrar para Kant.
3. ¿Cuál es la acción verdaderamente buena? ¿Por qué?
4. ¿Qué relación hay entre el giro antropológico y la moral kantiana?
5. Realizar un esquema que incluya los conceptos fundamentales de la moral kantiana.