Вы находитесь на странице: 1из 2

Los valores de la Biodiversidad a partir del Documento de Aparecida y otros textos eclesiales ¿un

nuevo ámbito para el diálogo entre ciencia y religión?

Informe de Lectura

No es un secreto para nadie que vivimos una crisis ambiental, donde los seres humanos no nos
escapamos de las consecuencias que esta gran problemática conlleva. En su gran mayoría, somos
la especie humana quienes con nuestras acciones generamos esta problemática, pero lo que no
sabemos es que somos nosotros quienes nos hacemos un mal propio, desgastando nuestras
propias vidas al ser testigos y partícipes de lo que genera esta gran inconsciencia ambiental.
Es cierto que, desde pequeñas acciones, como el tirar un pequeño papel al piso, o dejar goteando
una llave de agua afectamos el medio ambiente, pero también tenemos que reconocer que las
grandes industrias y potencias empresarias, con su mal manejo de desperdicios, afectan en gran
medida la casa común.
Es compromiso de todos nosotros, como integrantes de esta gran biosfera, conservar las reservas
naturales, promover la valoración de las mismas y defender esa riqueza ecológica dada por el
Creador.
El Documento de Aparecida en una de sus partes, resalta el compromiso de cada discípulo
misionero por reconocer en lo ecológico un gran don proveniente del Señor, donde se tendría que
concebir por ejemplo “el agua”, como un recurso para la humanidad, que no debe ser negociable, ni
generador de disputas económicas, donde poco a poco se pierde su valor y se convierte en un
recurso de conveniencia, donde deja de importar su conservación, por poner empeño en la
explotación que más se puede sacar de la misma.
Es cierto que el hombre debe de servirse de la tierra, pero esta posibilidad no puede generar en el
hombre un falso concepto de explotación, esto debido a que, en muchos escenarios ecológicos, por
querer producir la tierra, se explota, haciéndole un daño, en ocasiones irreparable y violentando, de
esa manera, esta gran casa que es de todos y para todos.
El verdadero discípulo tiene una triple tarea, contemplar, cuidar y utilizar responsablemente la
creación, denunciando todas aquellas prácticas que hieren nuestro ecosistema y generando
propuestas donde todos podamos aprender a hacer un manejo coherente y responsable de los
recursos naturales.
Entre muchos motivos, debemos que amar y v alorar está tierra, porque viene del señor y ha sido
dado a nosotros como un gran don, esto porque fue parte de la Alianza realiza por Dios con todo su
pueblo elegido, que recibiría el gran privilegio de cuidar y racionalizar una buena administración
ecológica.
En conclusión, el buen cuidado de la casa común no es solamente un concepto humanista o
materialista, es ante todo parte de nuestra espiritualidad, que como cristianos, nos compromete a
reconocer en ella la misma Presencia de Dios, que con sus riquezas y dones nos habla a cada
instante.
Stiven Isaza Agudelo – I de Configuración

Вам также может понравиться