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“El tema de la seguridad de la salvación y la perseverancia de los santos es

un tema fundamental para la vida de la iglesia. En este libro encontrarás un


resumen claro y conciso que te ayudará entender estas verdades.”

—NATHAN DIAZ
Pastor de la Iglesia Evangélica Cuajimalpa (Ciudad de México)

“Es con gran entusiasmo que, recomiendo este tratado escrito por el
profesor del Seminario Reformado Latinoamericano, Isaías Godoy. Una de
las preguntas más importantes que un individuo debe hacerse es acerca de
su seguridad de salvación. Hay cuatro clases de personas en el mundo: 1. El
que es salvo y sabe que es salvo; 2. El que no es salvo y cree que es salvo.
3. El que no es salvo, sabe que no es salvo y no le importa. 4. El que es
salvo y no está seguro si es salvo. Este libro le ayudará a identificar el
grupo al que usted pertenece. Es mi deseo que académicos, pastores,
creyentes y no creyentes lean esta obra y puedan anclar su salvación en su
fe solamente en Cristo, como regalo de Dios, demostrada con su conducta y
vida de arrepentimiento.”

—DR. NOE ACOSTA


Presidente del Seminario Reformado Latinoamericano (Florida)
¿QUÉ TAN SEGURO ESTÁS?
Respuestas Bíblicas para los que Desean estar
Seguros de Su Salvación

ISAÍAS GODOY

Publicación Independiente
Publicación Independiente

¿Qué Tan Seguro Estás?


Ciudad de México
Copyright © 2020 por Isaías Godoy
Todos los derechos reservados.
Publicación Independiente
Prohibida su reproducción o transmisión total o parcial, por cualquier
medio, sin el consentimiento del autor.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se han tomado de la
Reina Valera Revisada (1960). © Copyright 1998, Sociedades Bíblicas
Unidas. Usada con permiso. Las citas bíblicas marcadas LBLA se tomaron
de La Biblia de las Américas. © Copyright 1998, Lockman Foundation.
Usado con permiso.
ISBN: 9798650424611

Edición y diseño por Jorge E. Pavía.


Contenido

Agradecimientos ix

Prólogo xi
1 ¿HAS NACIDO DE NUEVO? 13
2 ¿VIVES POR FE O POR OBRAS? 49

3 ¿CONSIDERASTE EL COSTO? 75
4 ¿CUÁL ES EL RESULTADO DE TU 101
SALVACIÓN?
5 ¿QUÉ TAN RADIANTE ES TU 127
TESTIMONIO?
6 ¿CÓMO PUEDO VIVIR EN PUREZA? 155
7 ¿CÓMO DEBE SER UN CREYENTE 183
PIADOSO?
Bibliografía 209

Agradecimientos
En primer lugar, quiero agradecer a mi Señor y Salvador Jesucristo. Nada
de lo que soy y hago sería posible si no fuera por su gracia. Todo es por Él y
para Él.

También agradezco a mi amada esposa Gabrielle quien me ha apoyado


incondicionalmente aún en los momentos más difíciles de mi vida. Después
de la salvación, eres mi tesoro mas valioso y preciado.

Quiero agradecer a los pastores Enrique Godoy, Israel Ramírez y Alfredo


Chavero por su confianza y apoyo en el ministerio de Iglesia Cristiana
Remanente.

También agradezco a mis amados hermanos, el pastor Nathan Diaz y el Dr.


Noé Acosta, ya que ambos se tomaron el tiempo de leer este libro y dar una
reseña.

Finalmente, quiero agradecerle a mí querido hermano Jorge E. Pavía quien


revisó y editó este libro. Doy gracias a Dios por tu vida y tu servicio para la
expansión del evangelio y el reino de Cristo.

Mi mayor deseo es que todo esto sea para la gloria y honra de nuestro Rey y
Señor Soberano Jesucristo y la edificación de su santa iglesia.

Isaías Godoy
Ciudad de México, 2020

Prólogo
La ignorancia y la negligencia han hecho del Evangelio un mensaje más
inofensivo que una plática entre niños. Las personas que escuchan este tipo
de mensaje tienen la tendencia, no solo a mecanizar en su mente una
ilusión, o una sugestión, porque sus vidas siguen exactamente como
comenzaron. Sino que se mostraron parciales, y por lo mismo, tampoco
mostraron convicción, porque se sugestionaron de algo que no supieron ni
entendieron.
Éstas son las nuevas generaciones de personas que en su mayoría
forman las iglesias de hoy. No obstante, a pesar de todo, Dios está
alcanzando aquellos que deben ser salvos por su Gracia. Que, a pesar del
mal manejo de las Escrituras de sus emisores, Dios los ha traído, a “jalones
y empujones” (Gracia Irresistible), ya que Dios sigue siendo Glorificado, a
pesar del débil y mediocre mensaje que muchos están dando.
Este libro, me ha hecho ver la profunda necesidad de comprender el
Evangelio a fondo. La forma en que está redactado es sencilla, pero
profunda. Observando cada detalle del texto original, y explicando de modo
que muchos lo entiendan y se den cuenta: ¿qué tan seguros están de su
salvación?
La forma en que es explicado el Evangelio por el propio Jesucristo a
Nicodemo nos demuestra lo limitados que somos para dar un Evangelio
eficaz y determinante. Debemos también estar capacitados para saber
explicar que ningún esfuerzo personal sirve para nada, y que solo trae más
separación con el Todopoderoso.
Este libro nos mantiene “a raya”; es decir, no nos dejará opción para
rebajar el estándar Divino. El Evangelio es gratis, pero a Dios le costó la
vida de su Único Hijo. Por tal motivo, debe ser el más alto costo para
nosotros. No solo nos manda dejarlo todo para seguirlo, (Lucas 5: 28) Sino
que nos manda aborrecer el pecado y todo aquello que nos ha estorbado
para seguirlo. Debemos comprender profundamente lo que Cristo hizo por
nosotros. Y es en estas líneas que entenderemos la superficialidad de lo que
hemos recibido, y lo mediocre que han sido nuestras respuestas como
cristianos.
Yo no comprendí la Justificación por la fe, hasta que me lo explicaron
en detalle después de 5 años de convertido. Y eso es lo que está sucediendo
por todas partes. Tu y yo tenemos que estar capacitados para comprender el
Evangelio, adaptarlo y aplicarlo a nuestra vida. Y tener la oportunidad de
quitar la ignorancia en la mente de muchos que siguen apartados de la
realidad Escritural.
Este libro nos ayudará a todo ello, y también nos explicará la dimensión
y el alcance de la Palabra de Dios para ayudar a muchos que aún han sido
“tardos para oír” (He. 5: 11) y se han quedado estancados en un
conocimiento “parcial” de la Verdad, y no han alcanzado ni siquiera el
alimento sólido, mucho menos un testimonio eficaz.
“Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de
justicia porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han
alcanzado madures, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados
en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5: 13, 14).

Pastor Enrique Godoy Castillón


Ciudad de México, 2020
1

¿HAS NACIDO DE NUEVO?

JUAN 3:1–15

A través de los años ha llamado mi atención el observar, cómo un gran


número de personas que han abrazado las ‘Doctrinas de la Gracia’ asumen
que el conocimiento teológico y doctrinal, es sinónimo o reflejo de su
salvación. He conocido a muchos que tienen la mente llena de doctrina,
teología y de la Escritura en general; sin embargo, es triste que esto no
siempre sea un reflejo de lo que realmente hay en su corazón. Todo este
conocimiento está firmemente cimentado en su mente, pero plantado en lo
superficial de su vida.

Por lo común, pensamos que el entendimiento bíblico y teológico


causará en las personas una genuina e inmediata transformación; pero este
no siempre es el caso. Simplemente podemos recordar el lamentable
ejemplo de los fariseos y los escribas. Aquellos sujetos conocían la
Escritura de adentro hacia afuera, y muchas personas asumían que estos
líderes eran verdaderos ejemplos de piedad y discernimiento. Sin embargo,
a pesar de que sus mentes desbordaban “entendimiento” bíblico, Jesús
mismo les llamó “hijos del diablo.” Esto se debía, sencillamente, a que sus
corazones estaban podridos y sus obras reflejaban su muerte espiritual.
Hace tiempo, tuve la oportunidad de tomar un curso de capacitación
para profesores de seminario. En este curso, el instructor mencionó que una
de las prioridades del profesor no es simplemente conocer el material de
una clase (llámese teológico, exegético, expositivo, etc.), sino que su meta
primordial es llevar tal información a la práctica personal. Es decir; todo lo
que el profesor conoce, no solo debe ser utilizado para enseñar e instruir a
sus alumnos, sino también para vivirlo y ponerlo en práctica.
En esencia, ésta es precisamente la pieza del rompecabezas que falta en
la vida de muchos creyentes. Ciertamente no todos son llamados a ser
maestros o profesores de seminario; sin embargo, todos los que hemos
confesado con nuestra boca que Jesús es el Señor de nuestra vida, tenemos
la responsabilidad de obedecer y poner en práctica lo que hemos aprendido
a través de la Escritura.
Así mismo, a pesar de que muchos de nosotros hemos tenido la
bendición de conocer las ‘Doctrinas de la Gracia’, podemos pensar, que
nuestra salvación está sujeta al hecho de que somos miembros de iglesias,
estudiantes de seminario; o inclusive al ser líderes y/o maestros de la
Biblia.
Muchos creen que son salvos solo porque crecieron en hogares
cristianos y se criaron asistiendo a la iglesia los domingos. Hace muchos
años, mientras platicaba con una amiga, le pregunté acerca de su salvación
y su testimonio. Su respuesta me decepcionó en sobremanera; me hizo el
siguiente comentario: “yo soy cristiana desde que nací”. Cuando dijo eso,
hubo un silencio incómodo de varios segundos, pero en realidad se
sintieron como una eternidad. Consideré si valía la pena darle una cátedra
de lo mal que estaba su respuesta. Afortunadamente, sin meterme en tantos
líos, el Señor me dio sabiduría para explicarle que nadie es cristiano solo
por haber nacido en un hogar cristiano. Y esta es la realidad: uno debe
nacer de nuevo , por obra del Espíritu Santo, para poder tener fe en
Jesucristo.
Otros, han creído ser salvos solo porque han sido distinguidos
estudiantes de la Escritura. Por ejemplo, fue muy triste cuando recibí la
noticia de que algunos de mis excompañeros de biblia y teología —tanto en
la universidad, como en el seminario— apostataron de la fe y le dieron la
espalda a Cristo. A pesar de haber sido distinguidos y reconocidos
estudiantes de la biblia, su capacidad académica jamás garantizó que eran
verdaderos hijos de Dios. Ellos creyeron haber sido santificados por sus
estudios, pero terminaron siendo endurecidos.
En algunos casos, muchos piensan que son salvos solo porque hicieron
una confesión de fe. Estas personas levantaron la mano en algún lugar
“aceptando a Cristo en su corazón”, sin darse cuenta del gran costo que
significa seguir al Salvador.
Cuando era pequeño, mis hermanos y yo fuimos bendecidos al asistir a
un campamento cristiano que se localiza a unas seis horas del noroeste de
la Ciudad de México. Durante el campamento, los conferencistas
constantemente hacían lo que se conoce como “el llamado para salvación”
o “el llamado al altar”. Recuerdo que muchos niños y jóvenes pasaban al
frente, aparentemente entregando su vida a Cristo. Yo pasé varias veces al
frente. No solo en este campamento sino en muchos otros lugares. Y
aunque había hecho este acto de “valentía”, realmente mi vida no cambió
en esos momentos; mi paso al frente fue solo un chispazo de emoción y
entusiasmo que se apagaría con el paso de las semanas. Realmente suponía
que me haría cristiano de manera inmediata con el simple hecho de hacer
pública mi entrega al Señor y el haber llenado ‘una tarjetita’ con mi
nombre.
Si bien es cierto — la fe — es lo que Dios en su gracia nos permite tener
para que podamos creer en el evangelio; pero una fe, o bien, una
“confianza” superficial que se centra más “en lo que yo hago” o “en lo que
yo hice”, que en lo que Dios hizo por mí a través de Cristo, no es más que
una fe intrascendente y frívola.
Debo admitir que he sido testigo de muchos que han sido salvados en
eventos evangelísticos o campamentos juveniles. Sin embargo, la triste
realidad es que la gran mayoría de aquellos quienes “aceptan a Jesús en su
corazón” en este tipo de eventos, lo hacen superficialmente. Muchos de los
que alguna vez conocí y que “aceptaron a Jesús”; incluso, muchos maestros
que evangelizaban y llevaban a otros a Cristo, están lamentablemente
perdidos el día de hoy. Y esto es, porque su confesión de fe no venía de un
corazón regenerado, sino de un entusiasmo pasajero.
Por si todo esto fuera poco, podemos considerar que, a través de la
historia, tanto el enemigo, el mundo y el ser humano —en su estado natural
pecaminoso— han inventado religiones, filosofías y formas
antropocéntricas para alcanzar la vida eterna. Como muestra, podemos
observar lo que sucede en la Iglesia Católica Romana y darnos cuenta que a
pesar de que sus seguidores ‘creen’ en muchas cosas que dice la biblia, aun
así, no han entendido que la salvación jamás puede ser alcanzada a través
de dogmas, obras y tradiciones humanas. [1] Esto es en especial
considerando que muchas tradiciones dentro de tal organización van
abiertamente en contra de la misma Escritura. En otros términos, lo que
ellos creen es solo por palabras.
Una religión que también se enfoca en la tradición y en la cultura es el
‘judaísmo’. Podemos recordar la constante batalla que el apóstol Pablo
enfrentó con los judíos, particularmente con los judaizantes . Este grupo de
‘falsos hermanos’ eran judíos que expresaban ser salvos, pero que aún
querían someter a los gentiles a la ley mosaica, y a las tradiciones culturales
del judaísmo —particularmente a la circuncisión— como medio de
salvación. Tal batalla fue tan fuerte que no solo los creyentes de la iglesia
de Galacia se dejaron influenciar por estas herejías; inclusive el mismo
Bernabé y otros creyentes fueron arrastrados por este ‘pseudo-evangelio’
que los judaizantes promovían, ante el cual, sorprendentemente el apóstol
Pedro también tropezó (Gál. 2:11–16).
Lo que estos individuos propagaban era un mensaje que asaltaba la
exclusividad de la justificación por la fe, y la suficiencia de la obra de
Cristo (tanto su vida, como su muerte y su resurrección). Por lo tanto,
Pablo, demuestra a través de la epístola de Gálatas que la salvación jamás
puede ser alcanzada por obras humanas, ni por la genealogía física de una
persona; sino exclusivamente por gracia por medio de la fe en Jesucristo.

El contexto de nuestro texto


En la Escritura podemos ver que muchos creyeron que la salvación se
alcanzaba a través de su estatus social y étnico. Uno de los problemas más
grandes que tanto Jesús como los apóstoles enfrentaron, fue precisamente
que los judíos pensaban que al ser descendientes físicos de Abraham los
haría inmediatos herederos al reino de Dios y por ende a la salvación. En
pocas palabras, ellos creían que, al pertenecer a la nación de Israel, tendrían
un privilegio especial sobre los demás.
En el pasaje bíblico que estaremos estudiando en este capítulo,
observaremos algo que va de la mano con lo anteriormente planteado. Juan
3:1–15 presenta una de las conversaciones más fascinantes, pero asimismo,
de las más contundentes de la Escritura. En este evangelio, el Señor
Jesucristo es presentado como Dios hecho hombre (el Hijo unigénito de
Dios). También, Juan demuestra que el nuevo nacimiento ocurre
exclusivamente cuando el Señor en su eterna y soberana gracia, obra través
del poder de su Espíritu, para hacernos nacer de nuevo; permitiéndonos
creer y dándonos una fe salvífica y justificadora en Jesucristo. Sólo Dios es
quién nos puede dar vida eterna, a través del nuevo nacimiento y la obra de
Cristo.

El fariseo
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo,
un principal entre los judíos.
Juan 3:1

¿Quiénes eran los fariseos? A veces pensamos que los fariseos son
creyentes sumamente legalistas. Aunque hay algo de verdad en esto,
literalmente, lo que significa “ fariseo ” es un individuo que está separado
de, o que se considera como un separatista. Los fariseos se consideraban
separados de todo, pero en especial, de aquellos a quienes consideraban
“espiritualmente impuros.” Este caso extremo lo vemos hasta el día de hoy.
Dentro de ciertos grupos evangélicos, muchos no quieren tener contacto de
ningún tipo con el mundo exterior por miedo a contaminarse.
De igual modo, los fariseos eran ante el pueblo y las autoridades, los
eruditos y expertos de la ley, así como del Antiguo Testamento. Ellos tenían
el deber de estudiar, interpretar y enseñar la Palabra del Señor al resto de la
nación. Sin embargo, muchos de ellos en lugar de enseñar la ley de Dios,
sometían al pueblo con ‘tradiciones orales rabínicas’ que ellos
consideraban más importantes y autoritativas que la misma Escritura. [2]
El evangelista puritano George Whitefield, considerado como uno de los
predicadores más influyentes y determinantes en la historia del
cristianismo, dio una observación un tanto irónica en cuanto a Nicodemo,
...uno se preguntaría cómo Nicodemo, que era un maestro en Israel, y
que por lo tanto debía instruir a las personas sobre el significado
espiritual de la ley, debería ser tan ignorante de este gran artículo, como
descubrimos que realmente lo era, al preguntarle a nuestro bendito
Señor: cuando le estaba presionando sobre este tema, ¿Cómo pueden
ser estas cosas? [3]

En otras palabras, de acuerdo con lo que Whitefield menciona, ¿cómo es


posible que uno de los líderes e instructores de la ley más influyentes y
conocedores del Antiguo Testamento no pudiera entender lo que Jesús
decía?
Como fariseo, Nicodemo no solo era responsable de obedecer la ley
Mosaica, sino que él mismo —así como el resto de los fariseos— debía ser
un ejemplo a seguir para el pueblo judío. Los aclamados “doctores” de la
ley, tenían el deber de no solo estudiar y enseñar la Escritura, sino también
de saber su interpretación apropiada y sus implicaciones prácticas.
Esto significa que Nicodemo tenía un conocimiento académico e
intelectual de la ley, pero sin tener un corazón regenerado. Considera esto:
para ser fariseo se requerían años de intenso estudio; es por eso que los
llamaban “rabinos” o “doctores de la ley”. [4] Por lo tanto, era de esperarse
que Nicodemo estuviera consciente de todos los detalles de la ley de Dios,
pero en especial, de todo lo que la Escritura revelaba en relación a las
promesas Mesiánicas.
Nicodemo no solo era fariseo, sino que también era “ un principal
entre los judíos .” Él era miembro del sanedrín. El Sanedrín estaba
compuesto por 71 miembros quienes eran oficiales, gobernantes, y los
líderes religiosos de la nación. En otras palabras, los hombres que
componían el sanedrín eran la élite de Israel. Ellos eran los hombres más
poderosos e influyentes de la nación y no solo manejaban aspectos
religiosos, sino también varios tipos de administraciones legales y políticas.
Aquellos que conformaban el sanedrín estuvieron en completa oposición a
Cristo y su ministerio terrenal. Ellos no solo estuvieron en contra de Jesús
por predicar el evangelio, exponer el pecado y la incredulidad de la nación;
sino que también consideraban que Él estaba causando “disturbios” entre la
gente.
Aparentemente, los fariseos no solo ignoraron, sino que rechazaron y
malentendieron que el Mesías había venido para servir y predicar el
evangelio del Reino y del arrepentimiento. Lo más increíble es que ellos no
estaban mal informados en cuanto a lo que el Antiguo Testamento decía
acerca de Cristo; sino que ellos simplemente no creían en la Escritura.
Nicodemo, estando consciente de su posición religiosa y política,
decidió ser cuidadoso al acercarse a Jesús de noche. Algunos han sugerido
que cuando Juan dice que “ este vino a Jesús de noche ” demuestra que él
se había presentado ante Jesús en una condición de oscuridad espiritual .
Aunque es completamente cierto que en ese momento el fariseo se
encontraba muerto en sus pecados, el texto debe entenderse de una manera
más simple. Esto significa que Nicodemo fue a ver a Jesús de noche para
no ser visto por la gente, en especial por otros miembros del Sanedrín que
pudieran identificarlo y acusarlo.

Una fe sin fundamento


Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has
venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios con él.
Juan 3:2

¿Por qué Nicodemo usa el nombre “ Rabí ”? ¿Por qué no simplemente


se dirigió a Jesús por su nombre? El termino rabí era usado de manera
honorífica exclusivamente hacia aquellos quienes eran prestigiosos y
reconocidos maestros de la ley. Lo interesante es ver que alguien como
Nicodemo se dirigiera a Jesús con un término tan decoroso.
Otra pregunta que viene a la mente es, ¿acaso Nicodemo utiliza tal título
para demostrar respeto y honor o solo lo hizo de un modo sarcástico y
superficial? Él mismo dijo, “ sabemos que has venido de Dios como
maestro .” De alguna manera, él había observado las cualidades
demostradas por Jesús y sabía que Él no era una persona cualquiera. En
pocas palabras, podríamos decir que, Nicodemo “había creído” por todo lo
que había visto, pero no con un corazón regenerado.
La palabra que Nicodemo usa al decir “ sabemos ”, transmite la idea
básica de tener información o un conocimiento certero de algo. A
diferencia de un entendimiento transformador, aquí vemos que la
información y comprensión que Nicodemo tenía acerca de Jesús era
incuestionable, pero era fútil. Podríamos decir que su conocimiento era
intelectual, mas no regenerador. Esto también nos demuestra que Nicodemo
conocía todo aquello relacionado a las profecías que apuntaban al arribo del
‘Mesías’. Él sabía que Jesús era diferente de los demás. El comprendía que
Jesús era ese Mesías que Dios mismo prometió a través de los profetas del
Antiguo Testamento; por lo tanto, él estaba consciente que Jesús era Dios
encarnado.
Sin embargo, todo lo que Nicodemo demostraba era intelectual, trivial y
no espiritual . Podríamos decir que él tenía “fe”, pero no una fe genuina o
salvífica, sino una fe meramente humana. Si su fe hubiera sido de un
corazón regenerado, el fariseo se habría postrado a los pies de Jesús en
adoración y arrepentimiento.
Obviamente, esto no fue lo que pasó. Nicodemo se expresa de Jesús
diciendo: “ sabemos que has venido de Dios como maestro” .
Claramente, Nicodemo aún no podía expresar abiertamente a Jesús como el
Mesías y el hijo de Dios. Y esto era sencillamente porque su corazón aún
no había sido transformado . Alguien tenía que intervenir divinamente en
su corazón para que él pudiera depositar su fe en Jesús.
Nicodemo le dice a Jesús: “ porque nadie puede hacer estas señales
que tú haces, si no está Dios con él ”. Literalmente está diciendo “ nadie
tiene el poder ” o “ la capacidad de hacer estas señales o milagros que
tú haces ”. Con esta afirmación, él estaba convencido de que Jesús era
alguien que tenía una autoridad superior y un domino sobrenatural para
hacer milagros y señales delante del pueblo. Evidentemente, él creía que
Jesús poseía mayor autoridad que cualquier líder de Israel.
A pesar de esto, vemos que el fariseo solo estaba maravillado con las
características externas demostradas por Jesús. Nicodemo, como judío
buscaba señales y milagros (1 Cor. 1:22), sin darse cuenta que el milagro
más importante era el de su nuevo nacimiento.

Una respuesta inesperada


La respuesta de Jesús nos demuestra dos cosas importantes. En primer
lugar, realmente Nicodemo nunca hizo una pregunta. Se puede percibir que
él simplemente quería charlar acerca de los milagros y las señales que Jesús
había hecho hasta el momento. Tal y como Juan lo escribió en el 2:23–25,
Nicodemo era uno de tantos que habían sido maravillados por los milagros
de Jesús. Aun así, en lo más profundo de su corazón, el fariseo no tenía una
fe verdadera .
Hoy en día, nuestras iglesias están plagadas de gente con este tipo de
actitud. La gente busca milagros, sanidades, ayuda, y esperan el favor de
Dios. Algunos de ellos genuinamente creen en el poder de Dios para
sacarlos de sus problemas. Desafortunadamente, su deseo se centra más en
lo que pueden recibir por parte de Dios, que en ser genuinos hijos de Cristo.
Desean las bendiciones del Reino de Jesús, pero no quieren someterse a su
reinado y autoridad soberana.
En segundo lugar, es evidente que, en su poder y omnisciencia como
Hijo de Dios, Jesús conocía lo que había en el corazón de Nicodemo. Jesús
entendía que el doctor de la ley era relativamente sincero; no obstante, su
sinceridad era simple curiosidad.
Esto significa que Jesús sabía con plena certeza que el fariseo estaba
perdido en sus pecados, así como el resto de aquellos que le habían seguido
y creído superficialmente.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que


no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.

Al decir “ de cierto, de cierto ” Jesús enfáticamente introduce algo que


requería la atención de Nicodemo —así como la atención de los lectores—.
En el griego, la palabra que utiliza al decir “ de cierto ,” es la palabra “
amen ” y se usa en este contexto para dar una fuerte afirmación a lo que
Jesús mismo estaba a punto de decir.
Pongámonos en los zapatos de Nicodemo por un momento. Imagínate
que eres un líder y fariseo judío del primer siglo en la nación de Israel.
Prácticamente toda tu vida creíste que la salvación y el renio de Dios eran
un derecho étnico y no necesariamente un privilegio divino. Pero de pronto,
alguien revienta esa burbuja y te demuestra la siguiente realidad: que la
salvación y el reino no son un derecho, sino un privilegio dado por Dios
mismo a través de su Hijo.
Fácilmente Nicodemo hubiese podido arremeter en contra de Jesús. Él,
cómodamente pudo haber refutado las palabras del Señor con la premisa de
que era fariseo, líder y maestro de la ‘TORAH’. Además, considerando la
mentalidad judía, él pudo utilizar su genealogía y relación étnica con
Abraham para exigir derechos o las supuestas “promesas” que Dios “debía”
de cumplir con ellos. El problema es que no se daban cuenta que la más
grande promesa era la del Mesías. Muchos de ellos habían pensado —
honestamente lo siguen creyendo hasta el día de hoy— que de alguna
manera Dios seguía en deuda con ellos, aun cuando el cumplimiento de
todas las promesas del Antiguo Testamento se consumó en Jesucristo, y
exclusivamente, los que están en Él son herederos de lo prometido. [5]
Sin embargo, Jesús no dio ningún tipo de detalle. Simplemente su
respuesta fue contundente. La palabra “ naciere ” ocurre 28 veces en las
cartas del apóstol Juan, y en los primeros 8 versículos de este capítulo, el
vocablo aparece 8 veces. Jesús deseaba la atención de Nicodemo. El
apóstol Juan quería que los lectores estuvieran atentos a esta bella
enseñanza y verdad absoluta.
Por otro lado, el adverbio que se traduce como “ de nuevo ” podría
entenderse mejor como “ de arriba .” Aun cuando Nicodemo fuera fariseo,
rabí, conocedor excepcional de la ley, miembro del sanedrín, hombre
poderoso e influyente y un ejemplo espiritual para el pueblo judío; si el
nuevo nacimiento no ocurría ‘de arriba’, en el que el Espíritu de Dios
transformaría su corazón de piedra en un corazón de carne, él mismo,
tampoco podría ver el reino de Dios. Esta es la acción en la que Dios
interviene activamente para transformar y regenerar la vida del pecador. Él
da Su espíritu de vida a un cadáver muerto y sin esperanza.
Lo más maravilloso de todo esto es que Jesús nos demuestra que Dios es
el que hace toda la obra de la salvación. Sencillamente la palabra “ naciere
” está en la voz pasiva, revelando que uno no nace de nuevo por su propia
cuenta. El ser humano no tiene la capacidad espiritual, ni el poder divino
para nacer de nuevo. De acuerdo con el uso de esta palabra, y a lo que el
Señor está diciendo, nosotros somos los que recibimos la milagrosa acción
del nuevo nacimiento. [6] Uno no puede influir su entrada al cielo. Solo Dios
es el que obra divinamente y regenera a sus escogidos.
El reino de Dios no es como aquellos hoteles de lujo alrededor del
mundo, en donde algún millonario o miembro de la élite mundial paga
cientos de miles de dólares para hospedarse en la suite presidencial.
Tampoco es un lugar donde se puede chantajear a Dios. Uno no puede
manipular al Señor para ser parte de su reino. Por si todo esto fuera poco, ni
siquiera uno puede contribuir en algo para su salvación.
Aún si tuviéramos la preparación intelectual, académica y la posición
socio-cultural de Nicodemo; si Dios no nos hace ‘nacer de nuevo’, no
podremos estar en su reino. Él es quien debe regenerar nuestra vida. De
esta manera, solo a través de este milagro es como uno puede tener una fe
justificadora en Jesucristo. Sin un corazón regenerado es imposible tener fe.
Una pregunta que podríamos formular es, ¿por qué Jesús habla
específicamente del nuevo nacimiento? Realmente Jesús hace una alusión
directa a lo que la Escritura reveló a través del profeta en Jeremías 31:31–
35, donde habla acerca del nuevo nacimiento:

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto
con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de
Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido
para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de
Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y
la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán
por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su
hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

Jesús demuestra que Nicodemo no había entendido correctamente lo que


el Antiguo Testamento decía en cuanto al ‘nuevo nacimiento’, ni había
creído en lo escrito. Si él hubiera sido realmente un hijo de fe entonces
habría entendido inmediatamente la referencia que Jesús hizo del profeta
Jeremías. Nicodemo era una vívida ilustración del resto de todos los demás
fariseos. Ellos se jactaban por ser inigualables eruditos del Antiguo
Testamento. No obstante, su conocimiento no solo era en vano, sino que
realmente no creían en lo que la Escritura decía. Si él y los demás fariseos
realmente hubieran creído en Moisés, ellos habrían creído en el Mesías. Tal
y como lo dice el Señor en Juan 5:46–47: “Porque si creyeseis a Moisés,
me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos,
¿cómo creeréis a mis palabras?” Por lo tanto, la Escritura solo se
encontraba en su mente, pero no en su corazón.
Hace algunos años en la Iglesia Cristiana Remanente —donde
actualmente ministro junto a mi padre y otros fieles hermanos en la fe—
tuvimos a un miembro judío que se había criado en un hogar ortodoxo. Por
la gracia de Dios, él finalmente creyó en Jesús como el verdadero Mesías.
Un día, mi papá y este hermano platicaban un poco acerca de la situación
actual del pueblo judío. Una de las cosas más sorprendentes y tristes que
salieron de su boca fue: “los judíos—en su gran mayoría— no creen en la
Escritura; dan la apariencia de hacerlo, pero este no es el caso”. Esta
lamentable realidad no se escucha tan descabellada cuando la comparamos
con lo que leemos en Juan 3:1–15. Y es lógico pensar que esto era
exactamente lo que sucedía con los fariseos y los escribas de aquella época.

¿Ignorancia o incredulidad?
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer?
Juan 3:4

Uno de los problemas más grandes que enfrentaban los fariseos, el


pueblo judío y también los discípulos de Jesús (por algún tiempo), era que
tenían muchas dificultades para entender la importancia de la realidad
espiritual de sus corazones. La gran mayoría se centraba más en los
aspectos externos de la ley, que en el corazón. Esto sucedía porque la gran
mayoría de los israelitas conocían el Antiguo Testamento, los Pactos y las
promesas, como algo meramente físico y externo, sin realmente considerar
sus implicaciones espirituales. Desafortunadamente, la gran mayoría estaba
interesada en aquello que sus ojos veían mas no en lo que Dios veía.
A través de la Escritura vemos que el físico y la genealogía de una
persona no significa absolutamente nada, y que la redención se encuentra
solo en Jesucristo. El pastor John MacArthur hace una contundente
observación al respecto, demostrando que los verdaderos hijos de Abraham
no se caracterizan por su físico, etnicidad o su genealogía; ni siquiera por
su conocimiento bíblico o su obediencia externa a la ley, sino por su fe en
Jesucristo:

Solo creyentes genuinos, los que son de Fe, tienen el derecho de


afirmar su relación espiritual con Abraham como ancestro con Dios
como Padre. Los judíos que no tienen fe en el Señor Jesucristo no son
verdaderos hijos de Abraham, en tanto que los gentiles que creen en Él
(en Jesucristo) lo son. [7]

Por lo tanto, sabemos que las acciones externas de una persona (en este
caso las obras de la ley) son completamente insignificantes y son basura, si
no tienen como fundamento un alma regenerada, corazones nuevos y una fe
verdadera en Cristo. Tal y como lo dijo el profeta Isaías en el 64:6: “como
trapo de inmundicia todas nuestras obras justas”. [8]
Un claro ejemplo de todo esto fue Pablo mismo. Él explica su posición
espiritual como fariseo antes de ser salvo en Filipenses 3:3–11.
Humanamente hablando, Pablo tenía todos los méritos necesarios para ser
contado como alguien justo e irreprensible. Sin embargo, todas sus obras
fueron basura delante de Dios. Al igual que lo menciona en los versículos 8
y 9:

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la


excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la
que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.
Cualquier acción u obra que la gente considere como buena, o cualquier
posición étnica que la gente tenga, si no hay regeneración y no hay fe en
Jesucristo, entonces no hay salvación.
Nicodemo entendió el nuevo nacimiento desde una perspectiva
meramente humana y física —exagerada y rígidamente literalista— sin
darse cuenta de que Jesús se refería a la regeneración del corazón. Él, al
igual que la mayoría de los judíos, estaba acostumbrado a creer que la
salvación era por medio de la ley. Pero no, la salvación de la gente siempre
ha sido y será por gracia por medio de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8).
Aquellos quienes vivían en el Antiguo Pacto eran justificados por su fe
puesta en el ‘futuro arribo del Mesías’ y no por obras. [9]
Los creyentes del Antiguo Testamento no confiaron en sus propias obras
y en la obediencia externa a la ley de Dios. Más bien, ellos confiaron en la
redención de la misma ley que llegaría por medio del Mesías prometido.
Tristemente, no todos lo entendieron así.
¿Cómo puede uno entrar al reino de Dios?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios.
Juan 3:5

Nuevamente vemos que Jesús es enfático en sus palabras.


Anteriormente, Él afirmó que uno no puede “ ver ” el reino de Dios; ahora
demuestra que si uno no naciere de agua y del Espíritu “ no puede entrar
en el reino de Dios .” ¿A qué se refiere cuando dice “ naciere de agua y
del Espíritu ”? ¿A caso se refiere al bautismo de cristianos? No. Lo que
vemos en este versículo es nuevamente una referencia del Antiguo
Testamento, específicamente a Ezequiel 36:25–27 que dice:

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas


vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Algo muy interesante a considerar es que a través del Antiguo


Testamento, el agua representaba limpieza y/o vida dependiendo del
contexto. Por ejemplo, en Génesis 7; Dios mandó lluvia, y los ríos del
centro de la tierra salieron para destruir todo. El diluvio sirvió para “
limpiar ” la tierra y así comenzar prácticamente desde cero. Más adelante
en Éxodo 17 vemos que el Señor también proveyó agua por medio de la
roca en Refidim cuando los israelíes estaban muriendo de sed. En ese
momento, el agua representó vida para la gente. El comentarista G. L.
Borchert observa lo siguiente en cuanto a esta relación entre el agua y el
espíritu:

En relación entre el agua y el Espíritu habría sido familiar para los


judíos, ya que ambos están relacionados con el tema de la vida. Para un
pueblo como los judíos, que vivían en el borde del desierto, el agua era
un requisito indispensable de la vida. [10]

En este sentido, era indisputable que Nicodemo estaba familiarizado con


el lenguaje y las implicaciones teológicas del agua. Sin embargo, Jesús aquí
no se estaba refiriendo a dos cosas independientes. Él no estaba diciendo,
“primero tienes que nacer de agua y después del Espíritu”. Realmente lo
que Él estaba demostrando es que tanto el nacimiento del agua como del
Espíritu son una misma acción que suceden de forma simultánea y que solo
pueden ser producidas a través del poder soberano de Dios. El nuevo
nacimiento es caracterizado por el lavamiento de pecado y la regeneración
del alma.
El comentarista y teólogo, D.A. Carson, observa lo siguiente:
Con relación a Ezequiel 36:25–27, donde el agua y el espíritu vienen
juntos forzosamente, el primero [agua] significa la limpieza de la
impureza, y el segundo [Espíritu] representa la transformación del
corazón que permitirá seguir a Dios enteramente. [11]
Esto significa que si Dios no limpia el pecado de nuestros corazones y si no
transforma nuestras vidas, entonces no podemos ser hijos suyos. Esta
realidad es tan impactante que aún si uno tuviera la oportunidad de “nacer”
por segunda vez de manera física y vivir una vida moralmente recta, si el
nuevo nacimiento (como lo describe Jesús) no sucede, tales obras serían
insuficientes para la salvación.

Lo que es nacido de la carne, carne es;


y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Aquí nuestro Señor Jesús no necesariamente está refiriéndose a la carne


en un sentido pecaminoso. Aunque se podría entender como la naturaleza
pecaminosa que florece del ser humano, realmente el propósito de Jesús al
hacer esta referencia es para demostrar que aún el nacimiento físico
humano no tiene el mismo valor eterno que el nacimiento espiritual.
Nuevamente, Carson observa:

[La] carne se refiere a la naturaleza humana. El punto es que el


nacimiento humano natural produce gente que pertenece a la familia
terrenal de la humanidad, pero no de los que son hijos de Dios. [12]

Así mismo, es muy probable que en esta sección Jesús haya hecho
alusión a la visión del valle de los huesos secos en Ezequiel 37. Es notable
que tal referencia del Antiguo Testamento parece no haber causado algún
eco, sino un shock inquietante en la mente de Nicodemo. Y esto es
principalmente porque las palabras de Jesús dan la interpretación correcta
de tal texto.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

En pocas palabras, Jesús demuestra que esta verdad no debía causar


confusión o asombro en el entendimiento de Nicodemo. Esto no debía ser
algo foráneo para la mente del fariseo, sino algo coherente y cristalino. La
estructura gramatical que Jesús usa al decir “ es necesario nacer de nuevo
,” es de mucha importancia por varias razones.
En primer lugar, porque el nuevo nacimiento es una necesidad crucial
para entrar en el reino de Dios. Y esto se debe entender como una
necesidad porque humanamente hablando, somos incapaces de alcanzar la
redención por nuestra cuenta. Nosotros necesitamos urgentemente que Dios
lo haga por nosotros. Parafraseando lo que el comentarista William
Hendriksen postuló: esta frase no demuestra la urgencia de un esfuerzo
humano o personal, sino la urgencia de algo que “tiene que sucederte a ti”,
algo que el Espíritu Santo debe plantar en tu corazón, que es la vida que
proviene de arriba. [13]
Y, en segundo lugar, la frase “ es necesario nacer de nuevo ”,
demuestra que absolutamente toda la obra de regeneración es gracias a lo
que El soberano Dios Trino hace por nosotros y no por lo que podamos
realizar. La salvación es solo por medio de Dios el Padre, a través de la
regeneración del Espíritu y por la fe en Jesucristo.

Una poderosa referencia del Antiguo Testamento


El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

Este versículo es muy interesante en el lenguaje original, ya que Jesús


usa un juego de palabras. Ambas palabras “ viento ” y “ espíritu ”
significan esencialmente lo mismo ( pneuma ). Sin embargo, es evidente
que en la primera sección de este pasaje, Jesús se refiere al viento físico.
Nuestro Señor era un genio y maestro de las ilustraciones. Con estas
palabras y la evidente alusión al texto de Ezequiel 37, Jesús revela que el
viento no puede ser controlado ni manipulado por el ser humano. Podemos
escuchar el viento y en cierta manera podemos deducir si su dirección
proviene del Norte, Sur, Este u Oeste. En ciertos casos y dependiendo de
algunas actividades laborales, el viento puede llegar a ser maniobrado de
alguna forma a través de la tecnología. De cualquier modo, el viento es
intangible y no sabemos de dónde viene ni mucho menos hacia dónde va,
ya que es invisible e intocable.
De la misma forma, así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Nosotros no sabemos de dónde vienen y no sabemos quiénes son.
Solamente podemos saber cuándo los escogidos de Dios vienen a los pies
de Cristo en fe y en arrepentimiento. De hecho, a veces el Señor nos
sorprende de maneras maravillosas. Muchas veces damos la impresión de
subestimar el poder regenerador del Espíritu, y creemos que el estado
pecaminoso de una persona es un impedimento para la salvación.
Mientras crecía dentro de la iglesia, conocí a muchas personas que
tenían vidas perdidas. En mi ignorancia, creía que ellos jamás vendrían a
Cristo puesto que no querían saber nada del evangelio. Sin embargo, Dios
en Su perfecta voluntad, regeneró los corazones de muchos de ellos. Lo
más maravilloso es que aquellos hermanos y hermanas continúan siendo
fieles hasta el día de hoy. También es irónico que yo pensaba de esta forma
acerca de ellos, cuando yo mismo no había nacido de nuevo. Dios me
quebrantó; Él trabajó en mi vida, para finalmente regenerarme y darme
salvación a través de Cristo.
Este fue el caso del apóstol Pablo. Cuando el Señor transformó su vida y
le hizo apóstol, muchos creyentes por miedo, pensaron que su conversión
era falsa. Y esto era fácil de comprender. Simplemente imagínate que el
más grande asesino y perseguidor de la iglesia cambiara de un día a otro,
literalmente. Yo creo que todos estaríamos escépticos y nos costaría trabajo
reconocer la nueva vida de tal individuo.
Sin embargo, todo el pecado y el temor que Pablo causó no se
comparaba al poder y la gracia de Dios. Nadie se imaginó que un hombre
que desbordaba odio a Cristo y a Su iglesia llegara a ser uno de los
apóstoles y defensores más fieles y determinantes del evangelio. Él quiso
ser justo por su propia cuenta, pero Dios imputó la justicia de Cristo en su
vida. Los que han nacido del Espíritu, lo han hecho solo gracias al poder de
Dios; sin que ellos hayan controlado o manipulado la voluntad del Señor.
Hendriksen observa lo difícil que debió ser esta tremenda realidad a los
oídos de Nicodemo; quien en toda su vida fue instruido a creer que uno
“debía salvarse así mismo mediante una obediencia perfecta a la ley de
Moisés y a una multitud de preceptos fabricados por el hombre”. [14]
Así mismo, cuando el Espíritu de Dios transforma y regenera la vida de
los escogidos, los efectos son incuestionables. A pesar de que esto era una
verdad muy evidente, observamos que las palabras de Jesús no tuvieron
mucho sentido en la mente de Nicodemo.

Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?


Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?
Juan 3:9-10

En otras palabras, la respuesta de Jesús fue: “¿tú eres Fariseo, erudito y


‘doctor’ de la ley, y no solo conoces la ley de Moisés y la usas para instruir
al pueblo judío, sino que ¿ni aun tu sabes de lo que estoy hablando?”. La
reacción de Jesús demuestra que era de esperarse que alguien como
Nicodemo relacionara tales palabras con la Escritura. Sin embargo,
Nicodemo no tenía ni la más remota idea de lo que Jesús estaba diciendo.
Hace muchos años cuando vivíamos en Los Ángeles, California,
tuvimos la necesidad de someter a mi esposa a unos estudios médicos. Uno
podría asumir que los Estados Unidos tiene a los mejores doctores del
mundo. Sin embargo, un día mi esposa le hizo una serie de preguntas y
comentarios a la doctora respecto a la situación que atravesaba. Para
nuestra gran sorpresa, la doctora no tenía idea de lo que mi mujer hablaba.
Después de nuestra cita, mi esposa dijo: “estamos pagando cientos de
dólares para recibir un diagnóstico confiable, y en vez de eso, la doctora no
sabe de lo que estoy hablando. ¿Es experta en medicina y no comprende mi
situación?” Honestamente fue realmente triste y frustrante ver que un
médico profesional no brindara las respuestas que necesitábamos.
De una manera similar, Jesús estaba sorprendido —y tal vez frustrado—
por la ignorancia de Nicodemo. ¿Cómo era posible que un doctor de la ley
y líder de la nación no supiera de lo que Jesús hablaba? ¿Qué no se supone
que él debía conocer la Escritura? Es correcto. Pero no fue así.
Interesantemente, la respuesta de Nicodemo no solo demostró un alto grado
de ingenuidad, sino también de incredulidad.
Así como nosotros esperaríamos que un profesional tuviera un
conocimiento conforme a su preparación académica; era de esperarse que
Nicodemo reconociera las palabras de Jesús conforme a todo lo que estudió
como fariseo. Pero la realidad es que ni siquiera él mismo podía discernir
con claridad acerca de lo que el Señor hablaba.
El testimonio de Jesús
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que
hemos visto, testificamos;
y no recibís nuestro testimonio.
Juan 3:11

Jesús es claro con en estas palabras: “ Lo que sabemos (aquello que no


solo conocemos, sino que también experimentamos) hablamos, y lo que
hemos visto testificamos ”. Jesús, el Hijo de Dios era la verdad absoluta
encarnada (Juan 1:1–5) y conocía los planes perfectos de Dios en cuanto a
la redención. Él usa los plurales “ sabemos , hablamos , hemos visto y
testificamos ” para demostrar la elegibilidad de las palabras que salían de
Su boca.
Aunque el plural puede referirse a Jesús y su relación con el Padre y el
Espíritu Santo; es muy probable que Jesús se refiera a su propio testimonio
y ministerio, además de lo que Juan el Bautista predicó y de lo que vieron y
presenciaron los discípulos (1:7, 8 y 34).
Aquí vemos que tanto las palabras de Jesús como las de Juan el Bautista
apuntaban a la necesidad del arrepentimiento y a la salvación por gracia, a
través de la fe en Cristo. Esto coincidía en perfecta armonía con aquello
que los profetas del Antiguo Testamento predicaron. Por consiguiente,
Nicodemo no tenía excusa; aun cuando él, los fariseos, los miembros del
Sanedrín, e incluso la nación de Israel habían conocido la palabra de Dios,
no quisieron creer en Jesús.
Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os
dijere las celestiales?

Nuevamente Jesús se dirige no solo a Nicodemo sino también a todos


aquellos quienes habían visto y escuchado sus enseñanzas. “ Las cosas
terrenales ”, refiriéndose a los ejemplos terrenales que había dado, tales
como el nacimiento natural de una persona y el viento natural relacionado a
Ezequiel 37.
Sin embargo, el corazón de Nicodemo demostraba dureza y necedad.
Esto se demuestra porque si las cosas terrenales no las podía creer ni
comprender, entonces mucho menos podría creer en las cosas celestiales.
En su estado natural y condición humana, Nicodemo jamás tendría la
capacidad de creer en las palabras de Jesús. Él necesitaba que Dios obrara
en su corazón. Y esto es exactamente lo que la gente necesita para poder
creer y tener fe en Jesucristo.

Solo es a través de Cristo


Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo;
el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Juan 3:13

La sección, “ que está en el cielo ,” aunque está puesta en muchas


traducciones, no aparece en algunos de los manuscritos más antiguos. [15]
De cualquier forma, lo que Jesús está diciendo con estas palabras, es que
absolutamente nadie en la historia de la humanidad ha podido, ni podrá
llegar al reino de Dios por su propia cuenta.
En Génesis 11, podemos recordar que al menos de una manera externa,
los constructores de la torre de Babel quisieron alcanzar el cielo por su
propia voluntad aun cuando Dios mismo les había dado el mandato de
extenderse sobre la tierra. La desobediencia de estos constructores fue una
acción descarada de rebelión a lo que el Señor había instruido.
Los edificadores de Babel demostraron algo que vemos el día de hoy
con la gente y las religiones del mundo. Todos quieren alcanzar el cielo y la
vida eterna por su propia voluntad y por sus “buenas obras,” no siempre
como acto de ignorancia, sino como resultado de un corazón que está en
completa rebeldía y enemistad contra Dios. El ser humano no es ignorante
a la existencia de Dios y a la necesidad de arrepentirse, sino que se rehúsa a
reconocer que solo hay un camino para la vida eterna.
La frase “ descendió del cielo ” es sumamente enfática en el lenguaje
original ya que demuestra que como parte del plan de redención —así
como por causa de nuestro pecado y la inhabilidad de alcanzar el reino de
Dios por nuestra cuenta— Jesucristo mismo, descendió para ser nuestro
redentor, nuestro mediador y nuestra justicia (consistente con lo que Pablo
dice en Romanos 5:12–21).
Mientras que el hombre se esfuerza más por alcanzar la justicia y la vida
eterna por su propia cuenta, más da evidencia de su incapacidad para
hacerlo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario


que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna.

Jesús usa directamente el Antiguo Testamento para ilustrar una verdad


muy importante acerca de Él mismo. En Números 21:5–9 leemos acerca de
cuando los judíos atravesaban por el desierto se quejaban y murmuraban
continuamente en contra de Dios y Moisés. ¿Cuáles eran sus causas? Esto
lo hacían al no tener agua y el tipo de comida que ellos esperaban. En
consecuencia, Dios mandó su juicio sobre los judíos, enviando serpientes
venenosas para que los mordieran; ¿Cuál fue el resultado? Muchas
personas murieron.
Entonces; hasta que el pueblo se acercó a Moisés en espíritu de
arrepentimiento, fue cuando finalmente Yahweh respondió a su dolor y
clamor. Solo hasta ese momento fue que Dios extendió su gracia y
misericordia por ellos. Él mandó a que se hiciera una serpiente de bronce y
fuera levantada en una asta; para que aquellos que hubieran sido mordidos
por las serpientes, pusieran su vista en la serpiente de bronce confiando en
que Dios les sanaría.
Aunque el texto de Números no es una “alegoría” de la persona de
Cristo, sí es un texto que funge como sombra, tipo y símbolo de la
crucifixión de nuestro Señor. R. Laird Harris observa:
Es interesante que cuando Jesús se refirió a su levantamiento en
términos de este versículo, en realidad estaba prediciendo su
crucifixión. “Ser levantado” era un eufemismo bien entendido en el día
de Jesús por la muerte por crucifixión. [16]

Lo que Jesús demuestra aquí es que en la misma manera en que la serpiente


de bronce fue levantada para salvar a los que habían sido mordidos por las
serpientes venenosas, era necesario que el Hijo de Dios fuera levantado en
la cruz del calvario, para que aquellos quienes genuinamente creyeran en Él
recibieran vida eterna y perdón de pecados.
En la misma manera en la que muchos del pueblo de Israel fueron
sanados al ver la serpiente de bronce y confiar en Dios; Él quita nuestros
pecados, cuando milagrosamente nos da la bendición de confiar y creer
plenamente en Su Hijo Jesucristo. Así como en el Antiguo Pacto, Dios
proveyó los medios durante ‘el Éxodo’ para sanar al pueblo judío; Él
mismo, mandó a Su Hijo para inaugurar el Nuevo Pacto y dar vida eterna a
todos los que creen en Él.

Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.
Juan 3:16b

El concepto de la vida eterna es muy importante en los escritos de Juan.


Aquí el apóstol no solo demuestra la longitud o duración de nuestra vida,
sino también la calidad de vida. No solo viviremos eternamente con Cristo,
sino que también viviremos con cuerpos glorificados y semejantes al de
nuestro Señor. Tal y como lo dice Juan mismo, en 1 Juan 3:1–3:

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos
de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Ω Y todo aquel que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
La única manera de poder ser partícipes del reino de Dios y de la vida
eterna es a través de la regeneración de nuestras vidas y por medio de la fe
en la obra perfecta de Jesucristo.

Conclusión
En su libro, Las Grandes Doctrinas de la Biblia , R. C. Sproul provee
una excelente explicación de la doctrina de la regeneración:

La regeneración es el término
teológico utilizado para describir el
nuevo nacimiento. Se refiere a una
nueva generación, una nueva génesis,
un nuevo comienzo. Es más que “dar
vuelta la hoja”; señala el comienzo de
una nueva vida en una persona
radicalmente renovada. Pedro nos
expresa con respecto a los creyentes
que “siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece
para siempre” (1 Pedro 1:23).
La regeneración es la obra del
Espíritu Santo sobre aquellas personas
que están espiritualmente muertas. El
Espíritu vuelve a crear al corazón
humano, resucitándolo de la muerte
espiritual a la vida espiritual. Las
personas regeneradas son nuevas
creaciones. Donde antes no existía
ningún tipo de predisposición, ninguna
inclinación o deseo para las cosas de
Dios, ahora hay una predisposición y
una atracción hacia Dios. En la
regeneración, Dios siembra en el
corazón humano el deseo hacia Él,
deseo que de otro modo no estaría
presente.
La regeneración no debe ser
confundida con la plena experiencia de
la conversión. De la misma manera que
el nacimiento es nuestro principio,
nuestra primera entrada a la vida fuera
del vientre de nuestra madre, así
también nuestro nuevo nacimiento
espiritual es el punto de partida de
nuestra vida espiritual. Tiene lugar por
la iniciativa divina de Dios y es un acto
soberano, inmediato, e instantáneo. El
tomar conciencia de nuestra conversión
puede ser un proceso gradual; sin
embargo, el nuevo nacimiento es
instantáneo. Nadie puede ser
parcialmente renacido, como ninguna
mujer puede estar parcialmente
embarazada.
Los Teólogos enseñan que la
regeneración no es el fruto ni el
resultado de la fe, sino que la
regeneración precede a la fe como la
condición necesaria para la fe.
Tampoco de ningún modo nos
predisponemos hacia la regeneración o
cooperamos como colaboradores con el
Espíritu Santo para que acontezca. No
decidimos ni elegimos ser regenerados,
de la misma manera que un niño no
elige ser concebido. Dios elige
regenerarnos antes de que nosotros
confiemos en Él.
Para ser más precisos, después de
que hemos sido regenerados por la
gracia soberana de Dios, entonces sí
elegimos a Cristo, actuamos y
cooperamos con Él, y creemos en Él.
Dios no tiene fe por nosotros. Es
nuestra propia fe en Cristo la que nos
justifica. Decidimos seguir a Cristo,
después de que Dios actúa en nosotros.
Lo que Dios hace es despertarnos para
la vida espiritual, rescatándonos de la
oscuridad, el sometimiento y la muerte
espiritual. Dios hace que la fe sea
posible y actual, despierta la fe dentro
nuestro. [17]

¿VIVES POR FE O POR OBRAS?

GÁLATAS 3:10–14
Mi reformador favorito, Martín Lutero, fue un hombre que se
caracterizó por tener una flamante obsesión respecto a su condición
espiritual delante de Dios. Antes de volverse este reconocido reformador, y
durante el tiempo en que se convirtió en uno de los monjes y estudiantes
más destacados de su tiempo; Lutero vivía con el propósito de lograr todos
los méritos necesarios para adquirir y preservar su salvación.

La historia relata que había veces en las que Lutero pasaba hasta seis
horas diarias en el confesionario. Esto causó que sus superiores
comenzaran a creer que él solo lo hacía para perder el tiempo y andar de
holgazán. Su insistencia por conservar una consciencia tranquila y querer
estar bien delante de Dios, volvió loco a su mentor John Von Staupitz;
quien reprendió a Lutero pidiéndole que confesara un pecado “verdadero”
en vez de confesar todos esos “pecadillos”. [18]
El joven monje se dio cuenta que mientras más se esforzaba por
alcanzar la justicia y la santidad que Dios exigía, más se daba cuenta que
sus esfuerzos eran completamente inútiles. Él no podía lograr lo que Dios
demandaba por su propia cuenta.
No obstante, en medio de esta oscuridad espiritual, un día Dios le dio
luz y esperanza. Mientras Lutero estudiaba las Escrituras, un pasaje bíblico
llegó a él como una cubeta de agua fría: “Porque en el evangelio la justicia
de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá” (Rom. 1:17).
¿Qué pasó en ese momento? Uno podría pensar que Lutero iría con
Staupitz para pedir una opinión o una interpretación de tal pasaje bíblico,
que fuera conforme a las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana. Tal vez
él pudo dirigirse inmediatamente a la biblioteca para investigar lo que otros
eruditos y comentaristas tenían que decir acerca de las palabras del apóstol
Pablo. Sin embargo, hasta donde sabemos, nada de esto ocurrió.
El pastor Sugel Michelén comenta lo siguiente en cuanto a lo que
sucedió con Lutero:
En un principio Lutero quedó muy sorprendido con estas palabras: ¿Por
qué Pablo conectaba en este texto la buena noticia del evangelio con la
justicia de Dios? ¿Acaso no demanda esa justicia que el pecador sea
castigado por sus pecados? Por otra parte ¿cómo es eso de que el justo
vivirá por la fe? ¿No había sido él enseñado desde niño que debía
acumular méritos a través de las buenas obras para poder salvarse?
Finalmente Lutero comprendió por el estudio de la Biblia que esa
justicia de la que Pablo habla en Romanos es la que Dios imparte a los
pecadores por medio de la fe en Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo (
Romanos 4:4-5 , 5:1 ; 10:3-4 ; Efesios 2:8-9 ). Este monje finalmente
entendió que la paz con Dios que tanto ansiaba no dependía de sus
méritos, sino de los méritos de Aquel que siendo Dios se hizo Hombre
para morir en una cruz por la salvación de Su pueblo. [19]

En este capítulo veremos un paralelo histórico muy interesante. Por un


lado, en una época, el apóstol Pablo hizo hasta lo imposible para defender
el judaísmo, alcanzar la redención y el reino de Dios a través de la ley. Por
otro lado, Martín Lutero hizo hasta lo imposible para alcanzar la santidad y
la justicia de Dios a través de los dogmas y tradiciones de la Iglesia
Católica Romana. No obstante, ambos fueron humillados y transformados
por el poder del evangelio de Cristo.

El contexto de nuestro texto


La historia entre Lutero y los judaizantes no era muy diferente. Por un
lado, aunque Lutero sabía que la salvación se obtiene por la gracia de Dios,
el hacía todo para poder recibirla y preservarla. Por otro lado, aunque los
judaizantes admitían que la salvación se lleva a cabo a través de la fe en
Cristo, ellos intentaban hasta lo imposible para someter a los gentiles a la
circuncisión y complementar el evangelio con la ley Mosaica.
Cuando Pablo supo que el falso evangelio de los judaizantes no solo
estaba siendo infiltrado, sino también siendo bien recibido por los creyentes
de Galacia; él se vio obligado a exhortarles y demostrarles que la
justificación es exclusivamente por medio de la fe en Jesucristo. De esta
manera, el apóstol les mostraba que los verdaderos herederos de la promesa
anunciada a Abraham son aquellos quienes poseen esta fe.
Aquí afirmaremos la bella realidad en que la justicia de Dios solo es
imputada en la vida de aquellos que tienen fe en Jesucristo. Todo esto, con
base a una gracia, una fe y una salvación que provienen como regalo de
Dios. Tal y como lo diría Pablo en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe.” Si no fuera por la inmerecida gracia y
misericordia de Dios hacia nosotros, estaríamos eternamente perdidos y
separados de Él.
La maldición
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas.
Gálatas 3:10

Lutero es el vívido ejemplo de lo que viven muchas personas. Antes de


ser salvo, él dependía y confiaba de sus propios esfuerzos. Él creía que si se
esforzaba al máximo podría recibir y preservar la gracia de Dios. Sin
embargo, él estaba bajo maldición al confiar más en sus méritos humanos
que al confiar en la obra consumada de Cristo.
Este era exactamente el problema de los judaizantes. La influencia de
estos falsos hermanos fue tan fuerte hacia los creyentes de Galacia, que aún
los mismos cristianos comenzaron a alejarse del evangelio.
La traducción en esta sección bíblica (Ga. 3:15) es interesante. La
palabra que leemos como “ dependen ” se podría entender mejor como “
los que son ”. [20] Esto es importante de entender porque la palabra original
no solo transmite la idea de una acción continua o una dependencia
superficial; realmente esta palabra transmite algo más profundo que una
simple acción externa. Esto representa a aquellos quienes se identifican o se
relacionan estrechamente con algo. Esto no solo demuestra una
dependencia arbitraria, sino que revela la condición espiritual de una
persona.
Aquellos que se identificaban con la ley se les cataloga como “los que
son de la ley” en contraste a “los que son de la fe.” En este caso todos los
que dependen o se identifican con las obras de la ley como manera de
religión y forma de vivir, son aquellos quienes están “ bajo maldición .”
Estas personas están bajo maldición porque ponen más confianza en lo
que ellos pueden alcanzar, por encima de la obra de Dios en sus vidas. Esta
maldición es esencialmente lo que podríamos catalogar como “ juicio ” o “
imprecación .” Aunque en español una imprecación transmite la idea de un
deseo para que alguien reciba un daño o desgracia; desde una perspectiva
bíblica, una imprecación es simplemente una maldición o un juicio que
Dios da. Esto significa que aquellos que se identifican por depender de la
ley —o bien, en sus méritos humanos— y no de la fe, están bajo juicio.
Para dar más peso a esto, Pablo cita a Deuteronomio 27:6 que dice: “
Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas ”.
En el contexto de Deuteronomio, Moisés ordenó, junto con los ancianos de
Israel, a escribir las palabras de la ley en piedras grandes, y a que las
revocaran en cal una vez que el pueblo pasara el Jordán hacia la tierra
prometida. Estos instrumentos de piedra y cal fueron diseñados
específicamente para que la gente recordara y obedeciera la ley, como
mandato de Dios. Estos serían puestos en el monte Gerizim para bendición
de unos (los obedientes) y maldición de otros (los desobedientes).
Al citar este texto del Antiguo Testamento, el apóstol quería demostrar
la ley como un conjunto en el que si fallaban en obedecer un mandamiento,
habrían transgredido y fallado la ley entera. [21] Dentro del contexto de
Gálatas, aunque los judaizantes se hacían pasar como cristianos, en realidad
dependían más en un sistema de reglas y tradiciones rabínicas (a lo que
ellos consideraban como “ley”) que en la gracia de Dios y la fe en
Jesucristo. Estos sujetos, deseaban ser justificados a través de un
sometimiento absurdo y exagerado de la ley; cuando en realidad ellos
continuaban bajo juicio y maldición.
Es triste ver cuando la gente intenta alcanzar ‘la gloria’ por su propia
cuenta. En particular, yo tengo familiares a quienes se les ha compartido el
evangelio en numerosas ocasiones; no obstante, aun cuando ellos conocen
el evangelio, prefieren confiar más en sus tradiciones y su identidad con la
Iglesia Católica Romana que en Jesucristo. En alguna ocasión, tuve a
conocidos quienes verbalmente expresaron: “yo sé que la religión cristiana
es la verdadera. Pero no quiero cambiar mi forma de ser.”
Este era precisamente uno de los problemas con los judaizantes: su
identidad estaba en la ley de Moisés y no en el Mesías. Esto nos recuerda a
lo que Pablo dice en Romanos 10:2–4 acerca de los judíos:

Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no


conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando
establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

Podemos ver que tanto los judíos —los que practicaban el judaísmo—
así como los judaizantes, continuaban bajo maldición ya que ninguno de
ellos podía obedecer la ley a la perfección. Y creyendo estar más cerca de
la gloria, más se acercaban a la condenación eterna.

La justicia
Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque:
El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice:
El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.
Gálatas 3:11-12

Pablo hace una referencia del Antiguo Testamento no solo para seguir
defendiendo la exclusividad de la justificación por la fe en Cristo, sino
también para desarmar los argumentos de los judaizantes que arremetían en
contra del evangelio. Pablo cita en esta sección a Habacuc 2:4, que
posteriormente también sería citado por él en Romanos 1:17, asimismo, por
el autor de Hebreos en el 10:38.
Éste es uno de esos versículos bíblicos que han causado discordia a
través de la historia, ya que demuestra que la salvación jamás ha sido por
medio de la ley o cualquier obra humana, sino exclusivamente a través de
la fe. William Hendriksen observa lo siguiente:

La ley no tiene ningún poder para subyugar las tendencias pecaminosas


del hombre. No puede destruir el poder del pecado en el hombre (Ro.
8:3). ¿Cómo pues podrá el pecador alcanzar la máxima bendición, a
saber, la de ser justo en la presencia de Dios? ¿Cómo podrá conseguir
aquella vida verdadera, rica y plena, en la cual el hombre está en paz
con su Hacedor y goza de una dulce comunión con él? La respuesta que
vale para ambas dispensaciones, la antigua y la nueva y para toda raza
y nacionalidad, sea gentil o judía, es esta: “El justo por la fe vivirá”. Es
el hombre que ha puesto toda su confianza en Dios, confiando
incondicionalmente en él y aceptando con alegría de corazón la
provisión de gracia que ha hecho su Padre misericordioso para su
salvación. Es él, digo, y él sólo, que vivirá. [22]

Anteriormente vimos que en los tiempos de Cristo los judíos que no


creían se jactaban por ser descendientes directos de Abraham. Pensaban
que por su genealogía y su obediencia externa a la ley, se harían acreedores
al reino de Dios.
Más adelante, todos los apóstoles batallaron con diferentes sectas y
grupos religiosos tales como los judaizantes y los gnósticos (quienes tenían
una fuerte influencia del judaísmo). A través de la historia de la iglesia, los
cristianos incansablemente lucharon en contra de la Iglesia Católica
Romana y el papado. Al igual que los judaizantes, los católicos romanos
clamaban que la salvación no solo es por la fe, sino también a través de
obras humanas. Sproul observa:

Lutero declaró que la justificación solo por la fe es el artículo sobre el


cual la iglesia se apoya o cae. Esta doctrina cardinal de la Reforma
Protestante fue vista como el campo de batalla para nada menos que el
propio evangelio. [23]

Si ponemos cuidadosa atención, observamos que este tipo de tendencias


humanistas, autosuficientes y centradas en el “yo” que se observan en tales
religiones y sectas, continúan siendo un problema aún en nuestras iglesias.
Por ejemplo, en lo personal he visto a hermanos que continuamente están
afanados por lo que hacen o lo que no hacen en su vida diaria. No me estoy
refiriendo a hermanos que tienen el deseo de obedecer; más bien, me
refiero a aquellos que, aunque están conscientes que la salvación es solo
mediante la fe en Jesucristo, sus vidas demuestran una desconfianza en la
obra completa de redención. Actúan como si el sacrificio de nuestro Señor
hubiera sido insuficiente para salvarlos; al menos esa es la impresión que
dan. Como resultado, se comportan de una manera legalista y confían más
en sus méritos propios que en Cristo. Y estoy seguro de que una de las
razones por la que muchas iglesias están mal espiritualmente es
precisamente por gente que con sus bocas claman haber confiado en Cristo,
pero con sus acciones revelan confiar más en ellos mismos.
Para dar aún más crédito a su defensa, Pablo dice: “ y la ley no es de fe,
sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas ”. Podría surgir
la siguiente pregunta: ¿Por qué Pablo dice que la ley no es de fe? Sabemos
que la ley de Dios es buena y perfecta (Salmo 19:7). Por lo tanto, no es que
sea mala, más bien la gente es mala y es incapaz de obedecerla al pie de la
letra (Rom. 7:1-14).
Pablo dice esto simplemente, porque la ley jamás fue constituida como
medio de salvación. Estoy convencido que en esta sección el apóstol está
haciendo un uso de palabras muy interesante, pero igualmente intencional.
Por un lado, “ los que son de la ley están bajo maldición ”; por otro lado “
la ley no es de la fe .” ¿Qué nos revela esta simple relación con el versículo
10? Que vivir una vida donde se mezclan la fe y la ley como medios de
salvación es contradictoria al evangelio.
Los que son de la ley ya están bajo maldición puesto que quieren
depender de ellos mismos; y la ley no es de la fe, porque nunca fue
establecida para justificar a los pecadores. El único medio que Dios
divinamente proveyó para declarar justo al pecador fue la fe. Y tal fe no es
ciega y no está puesta en Dios de una manera abstracta; más bien, la fe
salvífica y justificadora son en Jesucristo. Además, esta fue la única manera
que los creyentes del Antiguo Testamento pudieron ser justificados:
confiando en la futura redención a través del Mesías. [24]
En este mismo pasaje, Pablo cita Levítico 18:5, demostrando que
aquellas personas que quieran poner su confianza en las obras de la ley
entonces tendrán que vivir por ellas. ¿Qué significa “ vivirán por ellas ”?
En el contexto de Levítico 18, Dios está haciendo un llamamiento cálido a
su pueblo. Una de las cosas que Él deseaba de su pueblo, era que viviera en
obediencia y en santidad. Tal obediencia era hacia la ley y a los mandatos
que venían directamente de Dios.
Sin embargo, tal obediencia podía llevarse a cabo en una de dos
maneras. Primero, el pueblo podía obedecer de una manera superficial y
meramente externa, como lo fue con Nicodemo y los fariseos. Y segundo,
ellos podían obedecer como el resultado de un corazón transformado,
demostrando amor y confianza en Dios y en sus promesas.
Esta ley, aunque nunca fue dada como medio de salvación, era fielmente
obedecida por aquellos que tenían fe en el Señor. Ellos tenían la
certidumbre de que no eran perfectos, pero que su obediencia era el
resultado de una plena confianza en que el Mesías finalmente vendría a
cumplirla a la perfección y para darles eterna redención.
El contraste lo podemos ver con aquellos que solo utilizaban la ley
como identidad nacional y como medio de salvación. En el Nuevo
Testamento, vemos que Jesús tuvo interminables argumentaciones con los
fariseos y los judíos de su tiempo. Además, vimos que ellos creían ser
obedientes leales de la ley; sin embargo, eran igual de pecadores que los
demás. La justicia no podía ser alcanzada de manera externa, física o
intelectual, sino de una forma interna y espiritual. Todo esto con base a lo
que Dios ya había decretado desde antes de la fundación del mundo y ahora
manifestado en el nuevo nacimiento.
Muchos judíos confiaban más en lo externo que en lo interno; es por eso
que Pablo cita el texto de Levítico, comunicándole a los hermanos de
Galacia que, aunque la ley de Dios refleja su santidad y su justicia, el
pecado del hombre siempre lo llevará a confiar más en sus propios méritos
que en lo que Dios hace por su pueblo. Y este era el error de los
judaizantes, así como el de los hermanos que comenzaban a alejarse del
evangelio. MacArthur observa lo siguiente:

La misma ley escrita de Dios advierte sobre el peligro de tratar de vivir


conforme a su parámetro, que es la perfección divina. Si uno confía en
las obras de la ley como medio de salvación individual, es necesario
que viva por ellas a perfección. [25]

Podemos descansar en la siguiente realidad: Dios sabía que la ley era


incapaz de salvar a la gente; el problema es que la gente no lo entendió así.
Bajo el Antiguo Pacto, los creyentes esperaban con gozo y entusiasmo la
redención por medio del Mesías prometido.
Así como los que vivimos bajo el Nuevo Pacto miramos hacia el pasado
y tenemos fe en la obra consumada de Cristo; los hermanos en la fe que
vivieron bajo el Antiguo Testamento confiaban en lo que el Hijo de Dios
vendría a cumplir. Sin embargo, la gran mayoría confió más en sus fuerzas,
y lo que podían hacer externamente.
Un ejemplo bíblico de alguien que confió y esperó ansiosamente por la
redención a través del Mesías, aún viviendo bajo el Antiguo Pacto, fue
Simeón. En Lucas 2:25–32, a través de una revelación del Espíritu Santo,
se le prometió que no moriría sin antes conocer al Salvador:

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz Conforme a tu palabra;


Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en
presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y
gloria de tu pueblo Israel.

La redención
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en
un madero)
Gálatas 3:13

La soberanía de Dios y su plan de redención finalmente se cumplieron al


mandar a su Hijo Jesucristo para ser el único mediador que nos salvaría de
la maldición de la ley. En este versículo, aparecen tres variantes de la
palabra “ maldición ”, para mostrar un énfasis importante.
La palabra “ redimió ” es una palabra muy fuerte que Pablo utilizará en
el 3:14. En algunos escritos y documentos seculares antiguos, esta misma
palabra transmitía la idea de “ comprar ” o “ pagar ” por algo en un
ámbito comercial. Usaban esta palabra y practicaban esto cotidianamente
en los mercados o negociaciones. En algunas ocasiones esta palabra
demostraba la acción en la que un amo pagaba el precio por la libertad de
un esclavo.
En esencia, este es el significado que estamos viendo en este texto.
Cristo pagó el precio de nuestra libertad, algo que jamás, nosotros mismos
hubiéramos podido pagar. Él nos rescató de la maldición y el juicio que
merecíamos por parte del Padre. Él cumplió la ley a la perfección y se
ofreció como único sacrificio para satisfacer la santidad y la justicia de
Dios. Todo esto, en sometimiento a la voluntad del Padre y por amor a su
pueblo; el Mesías lo hizo todo en nuestro lugar. Él nos dio la libertad de la
ley que necesitábamos urgentemente. Tristemente, esto fue algo que los
judaizantes —y en algún momento Pedro— no entendieron. Hendriksen
observa lo siguiente:

Cristo nos compró y liberó de la maldición de la ley. Cristo nos redimió


de la sentencia de condenación que la ley pronunció sobre nosotros, y
también del castigo de la muerte eterna que ella exigió. Nos rescató por
el pago de un rescate, siendo el precio del rescate su propia sangre. [26]

Dios mandó a Su Hijo para revertir y cumplir lo que desde el principio


Adán no pudo obedecer (Rom. 5:12–21). Aquellos que confiaban más en
sus propios esfuerzos para alcanzar la justicia mediante la ley,
indirectamente decían: “Cristo, gracias, pero necesitamos algo más. No
solo es Cristo, sino Él, más lo que podamos contribuir”. Los que pensaban
o actuaban de esta manera continuaban siendo objetos de maldición y
juicio.
Hace tiempo tuve un pequeño debate con un católico. Mientras
platicábamos acerca de la justificación, me dijo algo muy similar a lo que
los judaizantes promulgaban, “sí, somos justificados a través de la fe en
Cristo. Pero también debemos hacer obras para ser salvos”. Realmente la
conversación no llegó a ningún lado. Y aunque estoy consciente que una fe
sin obras es una fe muerta (Sant. 2:14–26), la supuesta “defensa” que esta
persona presentaba, demostraba una fe en base a obras humanas.
Fuimos comprados por la sangre de Cristo para ser pueblo suyo y para
ser rescatados de la maldición de la ley. Y para redimirnos, Dios encarnado
se hizo hombre y se hizo maldición por nosotros.

Cristo tomó nuestro lugar


Hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero)

El texto en el original dice “ habiéndose hecho maldición por


nosotros ” (LBLA). Aquí podemos ver que tal acción solo sucedió una vez,
pero que cumplió todos los requerimientos eternos que el Padre exigía.
Cristo lo hizo por voluntad propia, Él nos redimió habiéndose hecho
maldición por nosotros, y esto lo hizo una vez para siempre. Esto es
consistente con lo que dice Hebreos 7:26–27:

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no
tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer
primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo;
porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Cristo se sometió a la perfecta voluntad del Padre y confió en el pacto


de redención que fue diseñado y establecido desde antes de la fundación del
mundo. Él fue la promesa que se anunció a través del pacto de la gracia y
quien justificaría a los escogidos en Él por el Padre. Él mismo entregó su
vida y se volvió maldición por los suyos, tal y como lo dice Isaías 53:7:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no
abrió su boca.”
Mientras cursaba mi clase de hebreo bíblico en el seminario, mi profesor
nos contó una anécdota increíble. Él tenía a un conocido que trabajaba en
un matadero de animales. En una ocasión, como parte de sus labores
cotidianas, este sujeto degolló a una oveja; la sangre de la oveja lo salpicó,
cubriendo sus manos, brazos y aun su rostro. Cuando finalmente volteó a
ver al animal, se quedó helado al observar que la oveja moribunda lamía y
limpiaba su propia sangre de las manos y los brazos. Desde ese día dejó de
dedicarse en esa tarea.
Esta ilustración es tremenda porque demuestra de alguna manera lo que
nuestro Señor Jesucristo hizo por nosotros. Él dio su vida y nos limpió del
pecado aun cuando no lo merecíamos; literalmente Él quitó nuestro pecado.
Mientras toda la gente exigía la muerte del Mesías, el intercedió con el
Padre diciendo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas
23:34).
En Gálatas 3:13 observamos que Pablo hace la referencia a
Deuteronomio 21:23. Bajo el Antiguo Pacto, la gente que transgredía la ley,
en algunos casos, era ejecutada generalmente a través del apedreamiento
(otra forma de ejecución era la horca). Una vez que el criminal había sido
ejecutado, su cuerpo era colgado o atado a un madero con forma de poste (a
veces los ataban a un árbol), esto para que fuera expuesto ante el público;
de esta manera, la gente vería el juicio y la maldición que la persona
recibió. Esto también demostraba “el rechazo por parte de Dios” sobre tal
persona. MacArthur comenta que el cuerpo no recibía la maldición por
haber estado en el madero; sino que el haber sido puesto en el madero era
el resultado de la maldición que Dios ponía sobre la vida del que era
colgado. [27]
¿Qué significa esto? ¿Qué Cristo fue un criminal? ¡Jamás! En alguna
ocasión escuché a una persona decir que cuando Jesús fue crucificado se
hizo pecador por unas horas, mientras recibía la ira de Dios. ¡Esta es una
rotunda blasfemia! Cristo jamás fue pecador, pero fue tratado como
pecador; hay un abismo de diferencia. Esto fue porque Él recibió la
maldición, el juicio y la ira de Dios que su pueblo merecía recibir. En la
cruz, el Padre trató a Su Hijo como al más vil transgresor, aun cuando no
había pecado en Él.
En 2 a los Corintios 5:21 Pablo dice: “ Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en él ”. Esta es la idea que Pablo está transmitiendo en el texto de
Gálatas.
¿Cómo sucedió esto? Cristo cargó con nuestros pecados en la cruz para
rescatarnos de la ira venidera. En Isaías 53:4-6 el profeta dijo:

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;


y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros.

Esto era algo que hasta el día de hoy continúa siendo piedra de tropiezo
para los judíos inconversos (1 Pedro 2:7–8).
Incluso, hoy en día este capítulo de Isaías ha sido erradicado en las
sinagogas por los rabinos para que la gente no crea en Jesús como el
Mesías. Un amigo muy querido me comentó precisamente esta realidad. Él,
habiendo crecido en un hogar judío, dijo que Isaías 53 es completamente
ignorado en las sinagogas de nuestro tiempo. Un día él fue a evangelizar a
algunos judíos de su comunidad. Lo que hizo fue magistral; imprimió todo
el capítulo de Isaías 53, sin ponerle el nombre del libro. Después le pidió a
varios integrantes de la comunidad que lo leyeran para saber lo que
pensaban. Los que leyeron el texto dijeron que “era del Nuevo
Testamento”, pero cuando se les demostró que lo que habían leído era de
Isaías 53 se quedaron atónitos. Algunos quisieron escuchar más y otros
estaban dudosos.
Para los judíos de la época, también era inconcebible que el Mesías, el
Hijo de Dios, sufriera tal juicio y muerte. Ellos esperaban que el Mesías
viniera con espada y ejércitos para liberar al pueblo del yugo del imperio
Romano, sin darse cuenta que el verdadero yugo, era el de su propio
pecado. Él vino justamente para cumplir lo que ya había sido previamente
anunciado a Abraham y eventualmente profetizado por los profetas. Jesús
vino a ser la bendición no solo para los judíos, sino para todas las naciones.
Los judíos, y evidentemente los judaizantes, ignoraban que Dios
siempre ha estado más interesado en el corazón de la gente que en
cualquier beneficio físico o terrenal. Ahora, no estoy diciendo que a Dios
no le importe lo material. Él exige que sus hijos vivan en santidad, pureza y
obediencia; pero tales cosas emanan de un corazón transformado.
Tristemente los judaizantes creían más en las obras del exterior que en la
renovación del corazón, y propagaban esta enseñanza en las iglesias de
Galacia al querer someter a los hermanos a la ley. Y un problema muy serio
es cuando la gente se enfoca en el exterior antes que el interior.

La bendición
Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu.
Gálatas 3:14

Una mejor manera de entender la primera sección de este versículo es


así: “ para que la bendición de Abraham viniera a los gentiles [a las
naciones] en Jesucristo ”. Aquí vemos claramente una conexión con los
textos que hablan acerca del evangelio previamente anunciado a Abraham,
y de la bendición sobre todas las naciones de la tierra. Además, hemos visto
que las promesas del pacto abrahámico no fueron exclusivas para el pueblo
judío, sino que desde el principio, el plan de Dios era que a través de
Abraham las bendiciones del Señor llegaran también a las naciones gentiles
por medio de la fe en Cristo.
Algunas personas han dicho que “Dios es inclusivo”, en el sentido que
Él “te acepta como eres”. Muchas iglesias el día de hoy tienen gente no
regenerada sirviendo y ministrando. Utilizan frases como “Dios no hace
acepción de personas”, para excusar su desobediencia. Sin embargo, esto es
el resultado de una mala interpretación bíblica. Uno no puede ser miembro
del cuerpo de Cristo y continuar viviendo muerto en su pecado. Hoy más
que nunca he escuchado acerca de ministerios que aceptan a homosexuales
y lesbianas servir en sus iglesias. Estos y muchos otros pecados son
encubiertos por sus líderes, omitiendo que este comportamiento es
testimonio de una vida no transformada. Tristemente, su entendimiento de
quien es Dios es simplemente anti-bíblico.
En esta sección de Gálatas, podemos ver que el mensaje del evangelio y
sus promesas son “inclusivas”, en el sentido que Dios no solo salvaría a
judíos, sino también a los que Él escogió de entre el pueblo gentil. Ahora
bien, el Antiguo Pacto fue con la nación étnica de Israel; en esencia, tal
pacto fue “exclusivo” en el sentido de que si un gentil quería formar parte
de la nación, entonces debía someterse a todas sus leyes. En contraste, el
Nuevo Pacto es “inclusivo”, ya que no existe diferencia entre el judío ni
griego porque ambos están en Cristo. Por lo tanto, el cumplimiento del
pacto de la gracia con Abraham se puede hallar exclusivamente en su
simiente, que es el Mesías.
Juan Calvino da una observación precisa al respecto:

Habiendo dicho que “Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley”,


ahora aplica esa declaración más de cerca a su propósito. En esto se
basa la bendición prometida de Abraham y fluye de ella a los gentiles.
Si los judíos deben ser librados de la ley, para convertirse en herederos
de Abraham, ¿qué impedirá a los gentiles obtener el mismo beneficio?
Y si esa bendición se encuentra solo en Cristo, es la fe en Cristo la que
solo la pone en nuestra posesión. [28]

De igual manera aquí podemos ver, que el Espíritu Santo fue algo que
Dios prometió desde el Antiguo Testamento, pero que finalmente se
cumpliría después de la ascensión de Cristo en el día de Pentecostés.
Aunque el Espíritu Santo obró activamente bajo el Antiguo Pacto, su rol
era diferente hasta que finalmente se inaugurara el Nuevo Pacto. Y lo más
hermoso de todo esto es que la promesa del Espíritu Santo va de la mano
con las promesas que Dios había establecido con Abraham; de lo contrario
Pablo no habría hecho esta conexión.
En primer lugar, notamos que la redención mediante el Mesías fue algo
prometido a través de Abraham, pero también anunciado a través de los
profetas. De la misma manera, en el Antiguo Testamento vemos que el
profeta Joel anunció la llegada del Espíritu de Dios en la vida de su pueblo.
Jesús también anunció acerca del Espíritu Santo como “El Consolador” en
Juan 14:15-17 diciendo:

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os


dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,
ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros.

En cuanto a las palabras del profeta Joel; tal profecía no solo hacía
referencia a la llegada del Espíritu Santo, sino también acerca del día del
Señor sobre la tierra. Significativamente, el apóstol Pedro cita este texto en
Hechos 2:14–21, inmediatamente después del arribo del Espíritu Santo,
diciendo:

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os
sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como
vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo
dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré
de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos
soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en
aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré
prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego
y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel
que invocare el nombre del Señor, será salvo.
En este texto podemos señalar claramente que Pedro vio el día de
Pentecostés como el cumplimiento de algo que había sido anunciado en el
Antiguo Testamento. Algunos han sugerido que este cumplimiento es
parcial, ya que el día del Señor no ha llegado en su plenitud. Otros también
han sugerido que esta profecía no se ha cumplido en su totalidad porque en
el contexto de Hechos, Pedro se está dirigiendo a la Iglesia (principalmente
a los judíos cristianos). Esto daría a entender que una promesa dada
“originalmente a Israel”, se aplica a la Iglesia.
Por otro lado, tenemos que estudiar la perspectiva de Pedro en Hechos y
la lógica de Pablo en Gálatas; en ambas podemos ver la manera en la que
los creyentes de Israel —así como los creyentes gentiles— abrazaron el
evangelio. Esto nos demuestra que las promesas del Espíritu Santo escritas
por el profeta Joel fueron cumplidas en el día de Pentecostés. Por supuesto
esto también causó mucha confusión entre los judíos y aun entre los que ya
eran creyentes. Es una realidad que, desde el principio, el plan de redención
no fue solo para salvar a los judíos, sino también a gente de toda
tribu, lengua, pueblo y nación (Ap. 5:9). Es evidente que la promesa del
Espíritu Santo fue cumplida en ese momento. Y aunque las palabras del
profeta fueron entendidas por muchos para la nación de Israel —
nuevamente pensando ser exclusivos—, es evidente que en los planes de
Dios, los gentiles escogidos también recibirían esa promesa y serían
bendecidos por Él.
Ahora bien, la salvación solo es por fe, ya que la fe es el producto del
resultado de un corazón regenerado por el mismo Espíritu. De tal manera
que los que hemos tenido fe en el evangelio, hemos recibido al Espíritu
Santo. El comentarista Daniel Carro observa lo siguiente:

El segundo propósito es el recibir el Espíritu Santo por medio de la fe.


Los judíos y gentiles reciben la bendición del Espíritu Santo, no por la
ley, sino por lo que Jesús hizo en la cruz. Lo que Pablo dice es que la
salvación y la santificación por medio del Espíritu viene no por las
obras externas de la ley sino por medio de la fe. [29]

Conclusión
Aquellas personas que continúan confiando en sus obras como medio de
salvación están bajo maldición y están destinadas a recibir el juicio de
Dios.
La justicia de Cristo es imputada en todo creyente. Solo por medio de la
fe; sin adiciones, no es fe más alguna otra cosa. Dios nos declara justos
cuando creemos fielmente en el evangelio de Jesús, confesamos que somos
pecadores y que necesitamos su redención. La ley únicamente debe
llevarnos a entender que sin Él estamos perdidos y que no podemos hacer
nada para alcanzar el cielo por nuestra cuenta.
Nuestra redención fue precisamente de la ley y del pecado. Como lo
había dicho Pablo en el capítulo anterior, ya no vivimos nosotros mismos,
sino que Cristo vive en nosotros (Gal. 2:21). Los que hemos sido redimidos
y rescatados de la maldición y del yugo de la ley, debemos utilizar nuestra
libertad para vivir para su gloria.
La bendición del Espíritu Santo es una realidad en todo creyente. Si
hemos sido justificados por medio de la fe, entonces hemos sido sellados
por el Espíritu de Dios. Nuestra seguridad no se basa en lo que hagamos o
dejemos de hacer, sino que se basa en lo que Cristo y el Espíritu continúan
haciendo en nuestras vidas hasta el día en que estemos en su presencia.

¿CONSIDERASTE EL COSTO?

LUCAS 14:25–33

Vivimos en tiempos muy interesantes. Las bendiciones que recibimos


por parte de Dios son maravillosas. Dios, en su gracia, nos da la
oportunidad de despertarnos todos los días; nos da el favor de disfrutar a
nuestras familias y también nos da el inmerecido favor de disfrutar sus
provisiones.
Sin embargo, muchos de nosotros nos hemos vuelto excesivamente
perezosos en nuestra forma de vivir. A veces creemos que lo que vivimos
en el presente durará para siempre; pero olvidamos que todo lo material en
este mundo dejará de existir y que Dios creará cielos nuevos y tierra nueva
(Isa. 65:1; Apo. 21).

De igual manera, a veces damos por sentado o subestimamos el


privilegio que tenemos como cristianos de reunirnos como Iglesia para
adorar a Dios. Desafortunadamente, aun cuando el Señor nos ha dado una
nueva vida e identidad en Cristo, nos hemos vuelto pasivos. Relacionarnos
con Dios no es tan importante como nuestros afanes terrenales; tan es así
que muchos conservan hábitos y viven de una manera que no es conforme a
lo que Dios quiere.
Uno de mis más grandes miedos como cristiano y ministro es olvidar
paulatinamente la seriedad de mi salvación y mi santificación. He sido
testigo ocular del confort que muchos líderes evangélicos experimentan,
incluso dentro de las iglesias de sana doctrina. La falta de ‘persecución’ y
pruebas (tribulaciones) en sus vidas los ha llevado a ser un tanto
indiferentes, perezosos y apáticos hacia las cosas de Dios. Tristemente, esto
también es visto en líderes que por mucho tiempo han sido fieles pastores y
maestros de la Escritura; sin embargo, por la gran comodidad que
experimentan en sus vidas y los grandes cheques de dinero que reciben, se
han relajado en sobremanera y han arrastrado a muchos de los congregantes
—quizás verdaderos creyentes— a vivir superficialmente.
Así mismo, es interesante observar como la gran mayoría de los
cristianos muestran más interés en sus carreras, trabajos, e incluso sus
familias que en las cosas de Dios. Ahora bien, no estoy diciendo que tales
cosas sean malas; de hecho, son bendiciones que el Señor ha provisto, y a
muchos de nosotros nos ha dado el privilegio de estudiar, trabajar y tener
una familia. A lo que me refiero es que cuando estas bendiciones se
vuelven más una obsesión y un ídolo que nublan nuestro compromiso con
Cristo y nuestro entendimiento de la Escritura, entonces debemos tomar un
paso al costado y analizar cuál es nuestra mayor prioridad.
Tristemente, el compromiso superficial, la comodidad y la pasividad de
las iglesias han llevado a los inconversos a creer que el seguir a Cristo no
tiene ningún costo. Este impacto negativo ha llevado a los impíos pensar
que el ser cristiano es igual a ser budista, mormón, hindú, judío, o miembro
de cualquier otra religión.
Hace muchos años en algún lugar escuché a un persona decir, “!Ser
cristiano es facilísimo! ¡Y es gratis!” Por un lado, la salvación no es
gratuita, ya que a Dios le costó la vida de Su propio Hijo. Por otro lado,
aunque es cierto que, por Su gracia, Dios nos salva de manera milagrosa, es
erróneo pensar que Dios no demande algo de nosotros para seguir a Su
Hijo. Él no solo exige mucho, sino que demanda todo nuestro ser. En
contraste, cuando muchos “creyentes” que recibieron el evangelio con
entusiasmo y emoción comienzan a darse cuenta del verdadero
compromiso que significa seguir a Jesús, rechazan el evangelio y vuelven a
su antigua manera de vivir.
Como lo he mencionado antes, aunque es bíblicamente cierto que no
podemos contribuir en algo a nuestra salvación, ignoramos que la Escritura
también enseña que el hombre es responsable de creer, arrepentirse y seguir
a Cristo con todo su ser. Encontramos en Hechos 17:30 que el apóstol
Pedro dijo: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se
arrepientan”. [30]
En Mateo 13:5–6 y 20–21, nuestro Señor Jesús enseñó la parábola del
sembrador. En uno de los ejemplos, el Señor dice:

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto,


porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y
porque no tenía raíz, se secó... Y el que fue sembrado en pedregales,
éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no
tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción
o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

Es triste ver que en muchos lugares el cristianismo se ha convertido en


lo que Jesús condenó de los fariseos: una tradición. No hay transformación
ni santificación, solo dogmas y costumbres que dan la apariencia de piedad,
pero que solo son una cortina de humo.
Durante algunos años de cristianismo he conocido a muchas personas
que han leído y estudiado la Escritura por largo tiempo, pero que continúan
sin santidad ni obediencia, ya que no han experimentado el nuevo
nacimiento. Ellos creen conocer a Cristo, pero continúan disfrutando las
comodidades del mundo, el pecado, la oscuridad, la hipocresía y se
revuelcan en su perdición. En pocas palabras, estos proclaman con sus
labios ser discípulos de Jesús, pero en realidad son hijos del diablo.
Cuando cursaba mi maestría en teología, tuve la inmerecida oportunidad
de trabajar como representante de admisiones. Una de las tareas más
emocionantes de ese trabajo y ministerio, era la de viajar a diversas
conferencias y exposiciones a través de los Estados Unidos. Una ocasión
tuve la bendición de representar al seminario en una conferencia y taller de
predicación expositiva impartida por mi amigo y hermano, el Dr. Steve
Lawson. Fue un tiempo maravilloso. Pude conocerlo de una manera muy
especial y compartir los alimentos con él un par de ocasiones.
Durante la última conferencia de ese evento, Lawson compartió un
poderoso sermón acerca de la salvación y la persona de Cristo. Mientras él
predicaba, dio una de las declaraciones más escalofriantes que he
escuchado en toda mi vida: “Muchas personas tienen sus nombres escritos
en las butacas y en los directorios de sus iglesias; pero no tienen sus
nombres escritos en el libro de la vida del cordero.”
Tales palabras fueron ejemplares, pero también devastadoras. Muchos
creen que son salvos solo porque son simpatizantes del evangelio y porque
son miembros de alguna iglesia cristiana, cuando en realidad ni siquiera son
miembros del reino de Dios. La fe cristiana no es como la membresía de un
club deportivo; es una nueva vida en Cristo que refleja fe y obediencia.

El contexto de nuestro texto


A lo largo del evangelio de Lucas, podemos ver cómo Jesús ministraba
junto a sus discípulos, sanaba a los enfermos y llamaba a la gente al
arrepentimiento. Lo que ocurrió en el versículo 25 no era nuevo para el
público que le seguía. En los versículos anteriores, Jesús había compartido
la parábola del gran banquete, donde hizo referencia al reino de Dios y la
urgencia de responder a su llegada.
En nuestro texto central, observamos que Jesús se dirigía hacia
Jerusalén. Ahí realizó una clara transición; desde confrontar a los líderes
judíos, hasta preparar a sus discípulos para su crucifixión. Mientras iba en
camino a Jerusalén, Jesús les predicaba firmemente y de manera
contundente a las grandes multitudes que creían ser seguidores de Él.
Tristemente, la gran mayoría eran simplemente simpatizantes —como lo
fue Nicodemo en algún momento— y realmente no creían en Jesús como el
Mesías. Para la mala fortuna de esos admiradores, Él les mostraba que para
seguirle, les costaría todo.
Tristemente hasta el día de hoy, el costo de seguir a Cristo se ha
minimizado y en muchos casos ignorado. Muchos falsos maestros predican
que el seguir a Cristo es más acerca de ti y tus necesidades —así como tus
deseos, metas y objetivos— y no en la gloria de Cristo y del evangelio.
Muchos han hecho el Evangelio algo acerca de la criatura más que del
Creador. De la misma forma, muchos estaban cerca de Jesús externamente,
pero separados de Él espiritualmente.

Considera que debes dejarlo todo


Grandes multitudes iban con él y volviéndose, les dijo: Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser
mi discípulo…
Lucas 14:25-27

Realmente no sabemos con exactitud el número de personas que seguían


a Jesús, ya que el texto no lo aclara así. Varios expositores sugieren que
entre estas multitudes probablemente se encontraban cientos o tal vez miles
de personas. El problema no era el número de seguidores, sino la falta de fe
y compromiso. Aunque eran grandes multitudes, no todos tuvieron la
disposición de dejarlo todo para seguir a Cristo.
La gran mayoría simplemente acompañaba a Jesús de una manera
externa y no con un corazón arrepentido, además de un verdadero
compromiso con Él. Solo le seguían por un efímero entusiasmo, interés y
curiosidad; esto también significa que solo lo hacían por conveniencia
personal. Ingenuamente creyeron que el simple hecho de seguir al Mesías
de manera física sería suficiente para ser parte del reino de Dios. Tal vez
pensaban que por ser simpatizantes del ministerio de Jesús, heredarían en
automático su redención.
Sin embargo, no entendieron que el costo era el de sus propias vidas.
Esperaban recibir bendiciones y milagros de Jesús, sin entender que en
realidad ellos eran quienes debían entregarlo todo. Las multitudes querían
salud, bienes y prosperidad, pero ignoraban que el salvador estaba enfrente
de ellos. Ellos deseaban recibir bienes físicos y materiales de cualquier
tipo, pero no se daban cuenta que sus corazones estaban muertos.

¿Amor es odio?
Hay que aclarar que Jesús no está llamando abiertamente a que las
multitudes odien audazmente a los padres, los hermanos, los hijos o incluso
a ellos mismos. El término “ aborrece ” se usa hiperbólicamente; y es una
forma de expresión semítica muy común en la cultura y la lengua hebrea.
La idea básica de tal palabra no es necesariamente un aborrecimiento
abierto, despiadado y maligno. Más bien en el contexto sociocultural en el
que Jesús se encontraba, aborrecer significaba ‘amar menos a alguien’.
En Mateo 10:37, el autor lo escribe así: “El que ama a padre o madre
más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no
es digno de mí”. En otras palabras (sorprendentemente para muchos), lo
que Jesús dice es que si deseamos ser sus discípulos, entonces nuestro amor
hacia la familia debe ser mucho menor en comparación a nuestro amor por
Él.
En el original el Señor utiliza el tiempo presente , que denota una idea
continua o habitual. Esto lo podríamos entender de la siguiente forma: si
realmente deseamos seguir a Cristo, entonces nuestro amor por Él debe ser
continuamente mayor que el amor por nuestra familia y propia vida. Este
amor no es arbitrario ni circunstancial; este amor por Jesús debe ser algo
característico de nuestras vidas, donde reflejamos un compromiso absoluto
con Él. Este amor demuestra tener la disposición de abandonarlo todo, para
seguir a Jesús hasta el final.
Tristemente muchos han hecho completamente lo contrario de lo que
dijo Jesús. Honestamente, es relativamente fácil seguir a Cristo cuando las
circunstancias a nuestro alrededor están bien. Cuando nuestra vida está
libre de pruebas, tentaciones, sufrimientos y persecuciones, es sencillo
seguir (parcialmente) a Cristo y dar la impresión de tener nuestra vida
comprometida con Él. Pero cuando llegan pruebas, depresión, soledad,
dolor y opresión, entonces sentimos como que no amamos a Cristo como
debe ser; o simplemente este deseo de seguirle se desvanece.
Sin embargo, cuando Dios nos permite creer en su Hijo, confesamos
abiertamente que nuestro amor y lealtad son dirigidas exclusivamente hacia
Él. Debemos amarle incondicionalmente; no solo cuando la luz de su
misericordia rebosa en nuestras vidas. Sino que debemos amarle y seguirle
aun cuando en nuestra vida nos encontremos en los valles más profundos
de oscuridad e incertidumbre.

Familia, cultura y tradición


Jesús hace importantes énfasis: la familia y la vida. Pienso que Jesús
dijo esto porque en la gente existe la tendencia de poner su vida y su
familia antes que a Dios mismo. Es común ver que los padres, los cónyuges
y los hijos se convierten en los más grandes ídolos de la gente. Hay
familias donde la mujer idolatra al esposo o a los hijos; también hay
esposos que aman más a su esposa que a Cristo. En casos muy comunes,
los hijos —que son una bendición de Dios— también se convierten en
ídolos.
Sin embargo, también debemos considerar el aspecto cultural del
contexto histórico. En las culturas del Medio Oriente el cambiar de religión
era considerado una severa traición, y en algunos casos, tal acción podría
costarle la vida a la persona. Dentro del judaísmo, tal deslealtad significaba
perderlo todo: identidad, relaciones familiares, bienes materiales, relaciones
laborales, reputación, y etcétera.
El hermano Stan Telchin relata un poco acerca de lo que él experimentó
cuando finalmente como judío creyó en Jesús como el Mesías:

Mi estudio de las Escrituras produjo en mí una abrumadora convicción


de que Jesús es de hecho nuestro Mesías, y el 3 de julio de 1975, lo
confesé como el Señor de mi vida. Lo hice reconociendo que la
comunidad judía me consideraría un traidor. Lo hice reconociendo que
muchos de mis vecinos, clientes y amigos me darían la espalda. Lo hice
reconociendo que las organizaciones judías para las que había trabajado
ya no me darían la bienvenida. [31]

Lo que el hermano Telchin experimentó era muy similar a lo que la gente


del tiempo de Jesús sufriría en caso de seguirle. Dentro de tal contexto
histórico, el seguir y amar al Mesías significaría que el traidor iría
abiertamente en contra de los padres, las tradiciones, la religión, la cultura,
así como el honor propio y el de su familia. Esto significa que el amar a
Cristo resultaría en la posibilidad de perderlo todo y ser el objeto de odio,
repudio, burla y crítica.

Un amor por Cristo que inspira


Cuando estudiaba mi carrera, formé parte del grupo de estudiantes
internacionales en la universidad (The Master’s University). Una de mis
compañeras y hermanas en Cristo era de Túnez, en donde nació y creció en
un hogar Islámico. Aunque no conozco exactamente todos los detalles
acerca de su conversión, una de las cosas que más me impactaron de su
testimonio fue el escándalo que provocó cuando confesó públicamente que
había abandonado el islam para seguir a Cristo. Ella nos compartió que su
papá la había golpeado incesantemente hasta casi matarla. En algún
momento, su familia entera se volvió en contra de ella y la dieron por
muerta. Desde entonces, ella continuó experimentando amenazas de muerte
por parte de su padre y familiares. La situación se convirtió en algo tan
grave que tuvo la necesidad de buscar refugio en los Estados Unidos.
Estoy seguro que ella tenía una idea de lo que sucedería en caso de
hacer pública su fe en Jesucristo. Sin embargo, no creo que se haya
imaginado que las palabras de Jesús se convirtieran en una realidad. Por la
gracia de Dios ella valoró su fe y su compromiso con Cristo más que a su
familia, religión, cultura y aun su propia vida.
Una manera de entender el concepto de “ aborrecer ” o “ amar menos
a tu propia familia y tu propia vida ” sería “ negarse a sí mismo .” Esto
requiere que estemos dispuestos a negarnos a nosotros mismos y rechazar
todo lo que nos distraiga de nuestra fe en Cristo; aun cuando sea doloroso y
costoso.
Nuestro hermano puritano considerado como “el príncipe de los
predicadores”, Charles Spurgeon, realizó una declaración contundente en
cuanto a lo que estamos estudiando:

Debes seguir a Cristo, cualquiera que sea la enemistad que excites,


recordando que a menos que ames a Cristo mejor que a tu esposo,
padre o madre, sí, y también a tu propia vida, no puedes ser su
discípulo. Si estos son términos difíciles, ¡da la espalda y perece en tus
pecados! Cuenta el costo. Y si no puedes soportar un costo como este,
¡no te comprometas a seguir a Cristo! [32]

El comentario de Spurgeon me recuerda vívidamente el comienzo de la


obra maestra de John Bunyan, “ El Progreso del Peregrino” . Esta pieza de
literatura cristiana revela de manera ilustrativa el costo para seguir a Jesús.
El personaje principal “Cristiano”, es mostrado como un varón quien deja
todo atrás, aun a su propia familia, para seguir al Salvador. Aunque este no
siempre vaya a ser el caso en nuestra vida, aun así, debemos estar
preparados y tener la misma disposición de dejarlo todo tal y como lo hizo
Cristiano.
Considera el serio sacrificio
Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.
Lucas 14:27

Jesús utiliza una metáfora, y de manera simbólica ilustra la carga de una


cruz con el fin de demostrar la seriedad del sacrificio que uno debe realizar
para seguirle. La palabra griega “ lleva ” se puede traducir también como “
carga ”; nuevamente se utiliza en el tiempo presente y transmite la idea de
experimentar un sacrificio continuo.
En la epístola de Gálatas, después de defender la justificación por la fe,
Pablo demostraba que su nueva vida en Cristo y su compromiso con el
evangelio había sido genuino y personal, tanto, que él mismo dice en el
6:17, “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. La palabra “
traigo ” es la misma palabra griega que Jesús utiliza en nuestro texto de
Lucas al decir “ cargar ” o “ llevar ” en relación con la cruz.
En otras palabras, de una manera metafórica, Pablo entendió el costo de
seguir a Cristo con su propia vida. Pablo sabía que el tener una nueva vida
significaba perder la suya propia; ahora su nueva identidad estaba en el
Mesías. Tan fue así que anteriormente en Gálatas 2:20–21, él dijo, “con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Pablo ya no vivía para sí mismo, ni vivía para cumplir sus propósitos
personales. Tampoco vivía para complacer a sus familiares ni para recibir el
reconocimiento del mundo; sino que él lo dio todo para servir al Rey de
Reyes y Señor de Señores.
Esto es en esencia lo que debe suceder con cada uno de nosotros. La
respuesta al nuevo nacimiento fue en fe, y esa fe continúa obrando en
nuestras vidas al reflejar un compromiso serio y determinante con Cristo.
Dado al hecho que continuamos viviendo en un cuerpo humano y
corrompido, habrá veces que caeremos y fallaremos. Sin embargo, ese ya
no es un estilo de vida; ahora nuestra identidad se encuentra en el Hijo de
Dios; en Él, en nadie ni nada más.
La idea de “ cargar la cruz ” también representa la disposición a
enfrentar un posible martirio; como aquellos mártires de la iglesia primitiva
y los mártires que a través de la historia fueron perseguidos y otros
ejecutados por la fe del evangelio. Esto no significa que el cristiano
siempre será perseguido hasta la muerte. Hoy más que nunca tenemos la
libertad de proclamar el evangelio abiertamente en casi todo el mundo. A
lo que me refiero es que el cristiano debe estar dispuesto a cualquier tipo de
sufrimiento por causa de su fe en Jesús.
El compromiso y amor del cristiano para con Cristo no se detienen en
un simple deseo platónico o una decisión impulsiva de tomar la cruz;
tampoco es una acción verbal o mental. Muchos se jactan con su boca de lo
mucho que aman a Dios; cuando en realidad son palabras que se las lleva el
viento. Nuestra resolución para seguir a Cristo debe ser habitual y debe
verse reflejada a través de nuestro testimonio. En Lucas 9:23–24 vemos lo
siguiente:
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí,
éste la salvará.

Es imposible seguirle si no fuera por Su gracia


Si no fuera por la gracia de Dios al causar el nuevo nacimiento, el seguir
a Cristo sería imposible. Hace tiempo un pastor dijo, “ser cristiano es
imposible si no fuera por la gracia de Dios”. Al principio, cuando escuché
tal declaración, pensé que era una exageración. Pero mientras meditaba en
sus palabras, me di cuenta que definitivamente sino fuera por la gracia
soberana de Dios que nos preserva, sería imposible continuar peleando la
buena batalla. Esa misma gracia es la que nos sostiene y nos da el valor
para darlo todo por amor a Cristo.
Muchas veces cuando escuchamos el evangelio y el testimonio de los
apóstoles, los padres de la iglesia, los reformadores, los puritanos y de
aquellos que han sufrido por causa de Cristo; nos impregnamos de emoción
y nos disponemos a experimentar lo mismo que ellos; pero en el momento
en que nuestra fe se pone a prueba a través de los problemas, los ataques y
las opresiones por parte del mundo, nos retractamos y admitimos que la
vida cristiana es difícil. Decimos cosas como, “no estoy seguro de que
pueda soportar esta prueba por más tiempo”, o “Señor, por favor, ya no me
hagas sufrir”. Tristemente como resultado, muchos prefieren abandonar la
fe que nunca tuvieron.
Cuando “Cristiano” comienza su camino en El Progreso del Peregrino ,
un personaje llamado “Flexible” se le une. Al comenzar juntos su viaje,
ambos cayeron en un pantano llamado “Desaliento”. Flexible se dio cuenta
de esta realidad; que si desde el comienzo de su camino, su panorama se
vería tan complicado, ¿qué tan peligroso se pondría al final del trayecto? Al
ver lo difícil que sería continuar su jornada con Cristiano, Flexible decide
dar marcha atrás, revelando así que su corazón estaba puesto en las
circunstancias y no en el Señor.
Esto sucede con muchos el día de hoy; “deciden” seguir a Cristo, pero
cuando las pruebas y el desaliento llegan, abandonan el camino. Al hacer
esto, comprueban que el evangelio jamás dio fruto en sus vidas. Tal y como
se lee en la parábola del sembrador (Mateo 13:1-9; Marcos 4:1-9; Lucas
8:4-8).
Las pruebas, el sufrimiento y la persecución son instrumentos que Dios
permite en la vida de su iglesia para madurarla, pulirla; para hacerla
depender de Cristo y para conformarla cada vez más a su imagen.
Tristemente, muchos ven tales tribulaciones como una oportunidad para
alejarse de Dios que para aferrarse a Su palabra.
Es una bendición que podamos reunirnos libremente como iglesia para
proclamar la sana doctrina. Y quizás, mientras algunas congregaciones
están realizando esta labor responsablemente y de manera adecuada;
desgraciadamente, el ‘cristiano regular’ se ha vuelto materialista, holgazán
y pasivo. Tan es así que una gran cantidad de ellos no tienen la carga de
llevar el evangelio a los perdidos. Y en consecuencia, ‘el mundo’ piensa
que la vida cristiana es una vida de prosperidad y comodidad. Por culpa de
los falsos hermanos y maestros, un gran número de inconversos piensa que
el cristianismo es un negocio donde los líderes solo se enriquecen y se
aprovechan de los congregantes.
Muchas “iglesias” de la actualidad —organizaciones o asambleas
religiosas donde no predican la Escritura— hacen que la gente se sienta tan
cómoda y tan ‘amablemente’ recibida, que incluso los inconversos pueden
llegar a congregarse por una buena cantidad de domingos, sin ser
confrontados con la verdad del evangelio; y así pueden experimentar ‘el
placer moral’ de asistir a una iglesia, sin necesidad de ser transformados.
Esto sucede porque no entienden el significado del compromiso de ser hijos
de Dios. Con su boca claman ser discípulos de Cristo, pero en su corazón se
rehúsan a abandonar su pecado.

Calcula el costo de seguirle


Hace poco tiempo mi esposa y yo veíamos un programa de televisión
donde las personas construyen sus casas desde cero. En uno de los
episodios, “Mark” [33] compró un pequeño castillo en Irlanda para cumplir
el sueño de su infancia. Lo más interesante, fue observar la falta de
planeación para su proyecto. La construcción no tenía planos y el diseño
iba cambiando constantemente. Hubo momentos en los que Mark era tan
inconstante en sus ideas, que aun cuando ciertas paredes ya habían sido
construidas, él mismo las derrumbaba cuando los trabajadores se iban. La
negligencia de Mark causó mucha frustración en los constructores y
muchos de ellos optaron por abandonar el proyecto, ya que vieron que nada
había sido calculado ni planeado.
En consecuencia, Mark recibió un golpe muy fuerte en su presupuesto y
en sus ahorros. Su negligencia por querer construir algo sin los medios
necesarios —no solo económicos, sino arquitectónicos— le llevó a no
poder terminar su castillo, dejando incompleto un sueño que tanto deseaba
realizar. No calculó correctamente el costo ni el proceso de construcción.
En esencia, esto es lo que Jesús está diciendo en la siguiente sección de
nuestro texto:

Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se


sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita
para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y
no pueda acabarla, todos los que
lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre
comenzó
a edificar, y no pudo acabar.
Lucas 14: 28-33

Desde pequeño me han gustado las películas épicas y medievales. Algo


que me apasiona de ese periodo histórico son, no solo las armaduras y los
caballeros, sino también la arquitectura. Soy amante de los castillos y las
construcciones de la edad media. Aunque los castillos son una belleza
arquitectónica en todos los sentidos, estos también fungían como fortalezas.
Por ejemplo, las torres no solo servían como bodegas o recámaras, sino
también como protección y defensa.
Dentro del contexto de lo que Jesús dice, es importante entender que las
torres del primer del siglo eran construidas para proporcionar protección
contra los enemigos que pretendían atacar al pueblo o contra ladrones que
intentaran saquear los bienes de la gente. ¿Qué pasaría si un hombre
comenzara la construcción de una torre con el fin de proporcionar
seguridad y protección a su tierra, pero que no fuera capaz de terminarla ya
que no calculó todo correctamente? (tal y como sucedió con Mark).
En los tiempos de Jesús, la construcción de una torre era muy
complicada y costosa. Antes de planificar un proyecto de tal magnitud, uno
debía calcular correctamente los gastos y la mano de obra. Con esta
ilustración Jesús nos demuestra un par de verdades importantes: en primer
lugar, que antes de que consideres seguir a Cristo como Señor y Salvador,
debes tener en mente que Él exige todo para ser su discípulo. Él no exige
solo una parte, sino toda nuestra vida. En segundo lugar, cuando una
persona sigue a Cristo sin haber considerado el gran costo, y al no poder
soportarlo, abandona el camino; no solo él sujeto en cuestión será objeto de
burla, sino que también la gente se burlará de Cristo y blasfemarán el
nombre de Dios.
El seguir a Cristo no es algo impulsivo, sino la respuesta de lo que Dios
hace en nuestros corazones para creer y someternos al señorío de Cristo.
Muchos han creído que la fe cristiana es fácil; este tipo de gente es
entusiasta y simpatizante del evangelio; algunos hasta miembros de
iglesias, comunidades y asociaciones cristianas. Pero cuando su fe es puesta
a prueba, reflejan que nunca fueron genuinos hijos de Dios. Nunca fueron
miembros del cuerpo de Cristo. Eran personas que querían los beneficios
eternos de la fe, pero no querían someterse a la autoridad de Jesús. Y, en
consecuencia, aquellos que vieron tal entusiasmo esfumarse llegan a
blasfemar el nombre del Señor.

Considera “hacer las pases” con Dios


¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta
primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene
contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía
lejos, le envía una embajada
y le pide condiciones de paz.
Lucas 14: 31-34
En esta parábola Jesús da el ejemplo de un rey que debe considerar sus
probabilidades de ganar la batalla contra un rey que tiene un ejército más
numeroso y poderoso. El rey que mandaba a sus hombres a la guerra sin
haber considerado la diferencia abismal entre el ejército rival y el suyo, es
como un pobre inepto que ignora que sufrirá una tremenda derrota.
Sin embargo, un rey sabio, que sabe que su rival es más poderoso, no
enviará a sus hombres a pelear. Sino que hará todo para pedir condiciones
de paz. En otras palabras, un rey que considera una posible derrota, “hará
las pases” con el rey que es más poderoso.
¿Cuál es el punto de esta parábola? Jesús demuestra que aquellos que
desean ser sus discípulos necesitan tomar la misma evaluación. Esto
significa que para seguir a Cristo debes pedir paz con Dios, tienes que
“hacer las paces con Él”. Debes entender que no puedes hacer
absolutamente nada en contra del Dios vivo, soberano y creador de todo.
Antes de considerar ser discípulo de Cristo, necesitas arrepentirte de tus
pecados y confesar que Él es el Señor. De esta manera, recibirás la paz
verdadera que proviene de Él.
¿Qué pasa si no quieres tener paz con Dios? Continuarás viviendo como
objeto de la ira de Dios. Algún día estarás delante de Él y le rendirás darás
cuentas de todo. Aquellos que rechazan el evangelio, continúan como
enemigos de Cristo; Él los aplastará y los pondrá a todos como estrado bajo
sus pies (Salmo 110:1). Tal y como Jesús mismo lo dijo en Juan 3:18: “El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Dios a través de su gracia, envió a Jesucristo para salvarnos de la ira y el
juicio eterno; no hay otro medio que Dios haya provisto para redimir a su
pueblo. Esto es lo que vemos en Hechos 4:12 cuando Pedro dijo, “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a
los hombres, en que podamos ser salvos”.
Por lo tanto, es mejor que pidas condiciones de paz delante Dios
conforme a sus términos. Si vienes delante de Él, con un corazón humilde y
arrepentido; anhelando seguir a Su Hijo como Señor y Salvador, Él no te va
a rechazar, ni echar fuera; sino que Él te dará paz y salvación. Tal y como
Jesús lo dice en Juan 6:37, “todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al
que a mí viene, no le echo fuera”. La única manera en la que puedes tener
paz delante de Dios, es cuando has confiado en Su Hijo.
Considera renunciar a todo
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que
posee,
no puede ser mi discípulo.
Lucas 14:33

La palabra “ renuncia ” es muy interesante, ya que en algunos


contextos literalmente expresa una despedida o decir adiós. Incluso,
anteriormente en Lucas 9:61, se nos narra de una persona que deseaba
decirle adiós a su familia antes de seguir a Cristo. Tal vez uno podría pensar
que no habría problema con tal deseo; pero Jesús le contestó lo siguiente:
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para
el reino de Dios” (Lucas 9:62). Podemos concluir que esta persona estaba
más comprometida con su pasado y en sus asuntos personales que en seguir
a Cristo.
La palabra “ renuncia ” también se puede entender como abandonar los
bienes que uno posee con un propósito. Esto significa que todos los que
quieran seguirle deben estar dispuestos a renunciar a cualquier tipo de carga
o estorbo para poder hacerlo. Si tu familia, tu trabajo, tu carrera o tus
bienes son una distracción o un impedimento para seguir a Jesús, entonces
debes ponerte a pensar si realmente vale la pena mantenerlo todo y como
consecuencia perder tu alma; como lo diría nuestro Señor, “Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O
qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat. 16:26).
La narrativa del joven rico en Mateo 19:16-26 nos demuestra una
realidad contundente. Él creía ser fiel seguidor de la ley de Dios; pero Jesús
expuso lo que realmente reinaba en su corazón. ¿Qué hizo Jesús? Le pidió
venderlo todo y darlo a los pobres para luego seguirle. Sin embargo, el
joven se retiró triste, después de haber sido confrontado. No estaba
dispuesto a darlo todo para seguir a Jesús; no quería negarse a sí mismo.
No quería renunciar a sus riquezas y no quería abandonar una vida de lujos.
Su amor por las posesiones materiales fue mayor que su aparente amor y
compromiso con Dios.
Algunos podrían preguntarse, ¿Acaso significa que debo convertirme en
un vagabundo o necesito vender todas mis pertenencias con el fin de
dedicar mi vida a la iglesia y al ministerio? Este no es el caso. Jesús revela
lo que reina en el corazón de una persona. Él conoce aún lo más profundo
de nosotros. Los bienes materiales y los logros profesionales no son cosas
malas; en muchos casos son una maravillosa bendición. Pero cuando estas
cosas se convierten en ídolos, entones uno debe tomar acción, ya que
cuando estos gobiernan la vida de la gente —increíblemente aun entre
muchos creyentes— entonces serán el mayor obstáculo, distracción y
esclavitud.

Conclusión
Las palabras de Jesús van más allá de lo externo y lo material. Van hasta
lo más profundo del alma. Y al conocer nuestros corazones, el Señor sabe
cuáles son nuestras más grandes distracciones y debilidades. Debemos estar
preparados y dispuestos a renunciar a todo lo que quite nuestros ojos de Él
y debe ser de una manera absoluta e incondicional. Ciertamente tendremos
nuestras tentaciones y caídas; aun así, nuestras vidas deben centrarse en
Cristo. Así como lo hicieron los apóstoles, quienes dejaron todo atrás para
seguirle, también nosotros debemos tomar la misma disposición por amor a
nuestro Salvador.
El Dr. Daniel Wong, quien fue uno de mis profesores de Antiguo y
Nuevo Testamento en la universidad; nos compartió que fue en el verano de
1966 cuando en su país natal —la república de China— se desató una gran
persecución en contra de los cristianos. Esto estremeció a la familia Wong,
ya que todos ellos eran fieles creyentes. El ejército Comunista se había
expandido por todo el país y un gran número de misioneros fueron
deportados.
Durante este tiempo, hubo un movimiento llamado “El sometimiento de
Biblias”, en el cual los soldados comunistas llamados “los Guardias Rojos”,
iban de casa en casa buscando biblias para confiscarlas. El mismo día que
un amigo cercano fue a visitar a la familia Wong, los soldados habían
comenzado a saquear biblias en el pueblo donde vivía este profesor.
Cuando el amigo llegó con ellos, el padre de los Wong le pidió que se
llevara la única biblia que poseían y que se fuera lo más lejos posible. Su
amigo la tomó y se marchó. Muy poco tiempo después, llegaron los
guardias rojos y entraron a la casa de los Wong; cuando exigieron que la
biblia fuera entregada, el padre de familia no mintió y señaló que no tenían
nada. Después de una breve interrogación, los soldados no pudieron
contener su frustración y comenzaron a destruir el hogar, intentado
encontrar la biblia.
Cuando se dieron cuenta que la biblia había desaparecido, sacaron de su
casa a los Wong. Una vez afuera, los soldados comenzaron a golpearlos y
torturarlos brutalmente; tal tortura fue tan salvaje que duró varios días, en
los que no se les tenía permitido dormir. Después de varios días de
inimaginable sufrimiento, los guardias rojos tomaron al hermano de mi
profesor para ser golpeado e interrogado. Los soldados intentaron que el
hermano renunciara a su fe cristiana y su lealtad a Cristo. Sin embargo, sin
importar el costo, él continuaba fiel y firme, rechazando al comunismo, y
aferrándose a Jesús. Al ver esto, los soldados lo golpearon a tal grado que
el joven Wong comenzó a sangrar internamente.
Cuando finalmente los guardias rojos dejaron ir a la familia Wong, el
hermano de mi profesor fue llevado al hospital de emergencia para ser
intervenido. Habían pasado ya muchas horas desde aquel cruel incidente y
su tortura; al ver su situación, los doctores diagnosticaron que no había
remedio. Antes de morir, su madre fue a orar por él. Después de unos
momentos, cuando ella terminó de orar, el joven Wong cerró sus ojos y con
una sonrisa en el rostro, pasó a la presencia de Dios.
Desde entonces, el Dr. Wong entendió el significado de lo que es sufrir
por el nombre de Cristo. Él, junto con su familia, padecieron persecución,
tormento, sufrimiento y tristeza. Además, ellos sabían que, a partir de ese
momento, la persecución por causa de su fe sería constante. En medio de
este sufrimiento, ellos confiaron plenamente en Dios y soportaron todo por
amor a Cristo.
4
¿CUÁL ES EL RESULTADO DE TU
SALVACIÓN?

1 PEDRO 4:1-6

El hombre natural siempre se ha interesado en elevarse así mismo por


encima de los demás. La gente constantemente busca las cosas de este
mundo como la fama, el dinero, el poder, la inmoralidad y el libertinaje.
Solo necesitamos leer las noticias y observar algunos programas de
televisión para darnos cuenta del tipo de perversión e inmoralidad que
existen alrededor de nosotros. Hoy más que nunca, tales cosas se exhiben
con descaro y sin temor.
Pero tenemos que ser sinceros; la realidad es que así era nuestro estilo
de vida antes de ser salvos. Nuestros corazones estaban esclavizados a los
placeres carnales y en ningún momento teníamos el deseo de buscar, honrar
y obedecer a Dios, (Sal. 14). Esto era precisamente porque el Espíritu de
Cristo aún no moraba en nosotros.

Sin embargo, también es verdad que después que el Señor nos


transformara y nos trasladara de las tinieblas a Su reino, nuestros intereses
cambiaron radicalmente. Desde ese momento, nuestras vidas anhelan
obedecer la voluntad de Dios y glorificar su santo nombre. Y aunque no
seamos perfectos, confiamos en que lo que comenzó el Señor en nosotros
lo perfeccionará hasta el día de Cristo.

El contexto de nuestro texto


A través de la primera epístola de Pedro, el apóstol señala algunas
características importantes por entender. En primer lugar, él no solo explica
el significado de la salvación y la nueva vida del creyente, sino también la
necesidad de buscar continuamente la santidad y obediencia a Dios (cap.
1).
En segundo lugar, el apóstol demuestra, tanto la urgencia de permanecer
en el fundamento de nuestra fe (el Señor Jesucristo), como lo indispensable
que es dar un buen testimonio. Además, podemos ver una manera
indispensable de manifestar nuestra fidelidad a Dios: el sujetarnos a
nuestras autoridades, aun cuando estas nos hagan sufrir.
En tercer lugar, considerando la nueva vida del cristiano, Pedro hace una
exhortación acerca de los deberes conyugales. Por un lado, las mujeres
creyentes deben comportarse en dos maneras: primero, deben someterse a
sus maridos aun cuando sean inconversos; y segundo, deben poner atención
a sus propios corazones y no al exterior. Por otro lado, los esposos
creyentes deben tratar bien a sus esposas, haciéndolo de una manera digna
y honorífica; dándoles el gran valor que merecen dentro del núcleo familiar.
De los versículos 8 al 17, Pedro demuestra que aun cuando los cristianos
llegaran a experimentar tribulaciones, padecimientos e incluso persecución,
ellos debían continuar reflejando a Cristo a través de su testimonio. De
igual forma, debían preservar una buena conciencia al hacer lo que es
bueno y correcto delante de Dios.
Finalmente, de los versículos 18 al 22, el apóstol nos recuerda acerca del
padecimiento que Cristo sufrió por nuestros pecados y nuestra redención.

Cristo padeció para redimirnos del pecado


Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros
también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido
en la carne,
terminó con el pecado…
1 Pedro 4:1
¿A qué se refiere cuándo dice “ ha padecido por nosotros en la carne
”? La frase “ ha padecido ”, es sumamente fuerte ya que demuestra la
intensidad en la que Cristo experimentó su sufrimiento. Esta frase también
podría entenderse como un sufrimiento que lleva a la muerte; generalmente
se usa en el Nuevo Testamento con relación al sufrimiento de nuestro
Salvador.
Lo más interesante es que esta frase también transmite la idea de un
sufrimiento que se experimenta como castigo. Este es el padecimiento que
Jesús experimentó al momento de su crucifixión, cuando recibió la ira de
Dios. Pedro refleja que al llevar nuestros pecados a la cruz, nuestro Señor
fue tratado por el Padre de la manera en la que nosotros debimos de ser
tratados; sufriendo hasta el punto de la muerte. De esta manera, tanto el
pacto de redención como el de la gracia fueron cumplidos, inaugurando así
el Nuevo Pacto eterno.

La justificación y la doble imputación


Una de las bellezas más grandes de nuestra salvación es particularmente
la doctrina de la justificación. A veces pensamos que nuestra redención se
basa solo en el hecho que Jesús llevó nuestros pecados a la cruz; sin
embargo, aunque esto es completamente cierto, también existe la doctrina
de la ‘doble imputación’. Esto significa que Jesús no solo llevó nuestros
pecados a la cruz, sino que su misma justicia fue imputada en cada uno de
sus hijos.
¿Qué significa esto? Que Dios trató a su Hijo en la cruz como si él
hubiera sido el más vil pecador. Así mismo, al haber imputado la justicia de
Cristo en cada creyente, Dios nos ha declarado justos. Él ya no nos ve
como lo que somos, sino que nos ve a través de la obra de su Hijo. En otras
palabras, cuando Dios nos ve, Él ve a Cristo.
Por lo tanto, aunque no lo merecíamos, Dios envió a Su hijo Jesús no
solo para vivir la vida que nosotros debíamos vivir, sino también para
tomar el castigo y el juicio que nosotros merecíamos recibir.

Listos en el mismo sentir


Pedro continúa diciendo: “ vosotros también armaos del mismo
pensamiento ”. Una mejor manera de entender esta frase sería “ vosotros
también estad listos o equipados con la misma manera de pensar ”, ya
que la idea que se demuestra aquí es que el creyente, habiendo entendido el
sufrimiento de Cristo, debe estar igualmente dispuesto en un mismo sentir;
preparado o equipado espiritualmente para cualquier tipo de prueba. El
propósito de todo creyente debe ser glorificar a Dios incluso cuando sea
sometido a sufrimiento, así como lo hizo Cristo.
A veces pensamos que uno solo debe tener una “buena actitud” en
medio del sufrimiento. Y la realidad es que podemos tener una buena
actitud durante las pruebas; pero una buena actitud no evade la posibilidad
de que la amargura y la falta de gozo estén presentes en nuestros corazones.
Por lo tanto, Pedro se refiere a la importancia de estar mentalizados
bíblicamente para ser obedientes y santos en medio de las más grandes
tempestades.
La idea de estar “ equipados ” también podría entenderse como estar
“armados”. Este es un término militar en el que un soldado está preparado
en todo momento para ir a la batalla. Uno de mis amigos más cercanos de
la universidad tuvo que detener sus estudios para regresar a alistarse en las
fuerzas armadas a su país —Corea del Sur—. A pesar de que nunca peleó
en un conflicto socio-político, él me explicó que los soldados siempre
deben estar listos para cualquier tipo de ataque. De la misma manera, el
creyente debe estar alerta y equipado para enfrentar cualquier tipo de
prueba y sufrimiento.
Una de las mayores tragedias que ha sucedido dentro del círculo
evangélico son los falsos maestros de la prosperidad. Ellos prometen una
vida de éxito, salud, fortuna y felicidad; sin embargo, nada de esto lo
garantiza nuestro Señor; sino todo lo contrario (Jn. 16:33). Cuando el
creyente solo desea experimentar paz y prosperidad, en consecuencia, no
estará listo para enfrentar ninguna de las pruebas y los sufrimientos que
conlleva la vida cristiana.
Cuando uno ha entendido el significado de vivir para Cristo, entonces
no solo tendrá la misma manera de pensar que nuestro Señor, sino que
estará preparado para cualquier tribulación. De esta manera el creyente
estará listo para experimentar una vida que glorifique a Dios.
El estar ‘ armado o equipado ’ es evidencia de poseer una mente
centrada en Cristo y la gloria de su nombre. Meditemos en lo siguiente;
cuando Jesucristo ministró en esta tierra, Él no estaba llanamente preparado
con ‘una buena actitud’ para enfrentar la crucifixión; de hecho, mientras
oraba en el huerto de Getsemaní, Jesús estaba realmente aterrado al saber lo
que padecería (Mat. 26:36–46). A pesar de esto, Él estaba enfocado en
cumplir la voluntad del Padre y consumar el plan de redención. Su mente
no estaba puesta en las circunstancias, sino en la gloria de Dios y la
salvación de los escogidos.
Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor en medio de las
pruebas, no solo debemos cambiar nuestra manera de actuar o pensar; no se
trata simplemente de tener una buena actitud. Más bien, el propósito de
nuestra vida es glorificar a Dios a través de la obediencia, aun cuando sea
difícil.

¿Cristo o el cristiano?
Pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado.
1 Pedro 4:1b

¿De quién habla Pedro? ¿De Cristo o el creyente? Algunos creen que
esta sección se refiere a Cristo, particularmente porque Él ha terminado con
el pecado a través de su sufrimiento y su muerte en la cruz. Esto sería
correcto si lo interpretamos teológicamente. Sabemos que el propósito de
su sufrimiento fue por nuestros pecados, y al haber recibido la ira de Dios,
Él experimento una separación temporal con el Padre. Sin embargo, de
acuerdo con el lenguaje que Pedro utiliza, esta sección no se refiere a
Cristo, sino al creyente.
La frase “ terminó con el pecado ”, es sumamente importante de
entender por lo siguiente: suponiendo que tuvieras una deuda de tres
trillones de dólares, ¿la podrías pagar instantáneamente? No. Realmente
dudo que tú, yo, y cualquier cristiano tenga esa cantidad de dinero. Pero, si
tuviéramos una deuda así, nos encontraríamos sin esperanza y con la
necesidad de que alguien más la pagara en nuestro lugar. Si esto es así, con
un asunto económico y material, entonces desde una perspectiva espiritual,
jamás podríamos terminar con el pecado por nuestra propia cuenta.
Por el tipo de lenguaje y gramática que vemos en el texto original, esta
frase podría entenderse mejor como “ ha sido liberado o librado del
pecado ”. El cristiano no puede liberarse así mismo de la esclavitud del
pecado; él necesita de la intervención divina para que Dios le rescate de su
naturaleza pecaminosa y le haga una nueva criatura en Cristo.
También, el lenguaje demuestra que tal acción ocurrió en el pasado.
Cristo cumplió los pactos de redención y de la gracia a través de su vida
perfecta, su sacrificio, su resurrección y su ascensión. Sin embargo, tal obra
no se quedó en el pasado, sino que sus efectos continúan hasta el día de
hoy. [34] Esto significa que aquellos que han padecido en la carne, son los
hijos de Dios que han sido liberados de las cadenas del pecado.
Esto es consistente con lo dijo el mismo Pablo en Colosenses 1:13–14
“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecados”.
Por lo tanto, hemos sido liberados para vivir en obediencia y santidad;
aun cuando las pruebas parezcan imposibles de soportar.

Cristo padeció para santificarnos


Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las
concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de
Dios.
1 Pedro 4:2

El propósito del sufrimiento y sacrificio de Cristo fue para redimirnos y


para que seamos santificados, continuamente conformados a su imagen
hasta el día de nuestra glorificación. En Efesios 2:10 Pablo demuestra que
el cristiano ha sido salvado para vivir en santidad y obediencia: “Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Esto significa
que la redención que recibimos a través de Cristo debe causar en nosotros
el deseo de vivir en obediencia, o como lo dice el apóstol, debemos vivir en
las buenas obras que Dios preparó para nosotros, desde antes de la
fundación del mundo. No fuimos redimidos de la muerte para vivir en
comodidad y libertinaje. Más bien, teniendo la mente de Cristo, teniendo
una nueva vida en Él, y estando equipados en un mismo sentir, ya no
vivimos para nosotros mismos sino para hacer Su voluntad.
Las tribulaciones y el sufrimiento que podemos llegar a padecer nos
pueden llevar a responder en una de dos maneras: por un lado, pueden
refinarnos y causar en nosotros la necesidad de refugiarnos en Dios y su
Palabra. Esto lo hacemos no para que nuestra prueba termine, sino porque
realmente deseamos estar más cerca de Él.
Y, por otro lado, las tribulaciones y el sufrimiento pueden llevarnos a
responder en desobediencia. Esto lo vemos cuando descuidamos nuestra
comunión con Cristo y nos apartamos de los hermanos en la fe. Buscamos
más nuestra libertad y nuestro placer, que Su voluntad. Y si no estamos
bien cimentados en la Palabra de Dios, podemos llegar a caer en pecado,
utilizando nuestro sufrimiento como excusa.
Entonces, ¿a qué se refiere Pedro cuando dice “ conforme a la
voluntad de Dios ”? La voluntad de Dios se manifiesta de muchas
maneras; sin embargo, en este contexto el autor se refiere a nuestra
santificación y obediencia. La voluntad de Dios en nuestras vidas es que le
amemos por sobre todas las cosas y que como Iglesia nos amemos los unos
a los otros. Y todo esto es posible exclusivamente a través de Cristo. [35]

Cristo nos redimió de prácticas corrompidas


Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los
gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces,
orgías, disipación y abominables idolatrías.
1 Pedro 4:3

La primera frase de este versículo demuestra lo que era el antiguo


hombre. Los creyentes vivían envueltos en actos corrompidos que se
practicaban en el mundo gentil; y en pocas palabras, el creyente “ pasó
suficiente tiempo ” en su antigua vida satisfaciendo y practicando el
pecado.
Podemos comprender mejor esta frase si recordamos la forma en cómo
queríamos pasar todo el día con nuestros amigos cuando éramos pequeños.
Cuando oscurecía, nuestros padres nos pedían regresar a casa; no obstante,
la súplica que siempre hacíamos era la de querer pasar más tiempo con los
amigos ¿cierto?, “por favor papá 5 minutos más”. La respuesta a nuestra
petición: “hijo/a, ya pasaste suficiente tiempo con tus amigos. Es hora de
regresar a casa”.
Otra manera de entender la frase que estamos estudiando es a través del
testimonio de nuestros hermanos en Cristo. Muchos comparten que
conocieron a Cristo cuando eran adultos; y aunque Dios es soberano en la
salvación de su pueblo, la gran mayoría de estos hermanos expresan que
hubieran deseado ser salvos a una edad más temprana. Algunos dicen esto
porque sienten que desperdiciaron sus vidas en las pasiones de carne. En
otras palabras, pasaron demasiado tiempo perdidos en el mundo.
En esencia, esta es la idea que Pedro comparte. Las acciones
pecaminosas pasadas han llegado a su fin, gracias a lo que Cristo ha hecho
y padecido por nosotros. Si algunos siguen viviendo en pecado como si no
tuviera importancia, entonces eso habla mucho de su verdadera situación
espiritual. Los que estamos en Cristo hemos sido liberados de la esclavitud
del pecado, para no vivir más como antes.
La frase, “ lo que agrada a los gentiles ” podría entenderse como “ la
voluntad de los gentiles .” Es importante observar que Pedro no se refiere
a los gentiles en un sentido étnico. En este contexto, tal termino se refiere a
quienes no son parte del pueblo de Dios; aquellos que no viven en Cristo y
que no son miembros de su cuerpo. Aquí observamos un contraste claro. En
un lado, la voluntad de los gentiles —los que no son hijos de Dios— es
satisfacer sus deseos carnales pecaminosos. Por otro lado, la voluntad de
Dios para su Iglesia es que viva como un reflejo de la imagen de Cristo. Lo
que demuestra el apóstol Pedro de manera práctica, es que, en otros
tiempos, el creyente vivió suficiente tiempo separado de Dios, participando
de actos corrompidos y complaciendo los deseos de la carne, tal y como los
perdidos viven; sin embargo, el creyente ahora camina en sentido contrario.
¿Qué actos cometíamos?
Lascivias
Algunas traducciones usan la palabra como “ sensualidades ”; sin
embargo, esta palabra transmite la idea de personas libres y atrevidas, que
generalmente están relacionadas con actitudes sensuales y sexuales. La
palabra ‘lascivias’ señala depravación y una conducta sumamente inmoral.
Un diccionario griego demuestra que las “ lascivias ” o “ sensualidad ”
significan: “la falta de auto-restricción que implica una conducta que viola
todos los límites de lo que es socialmente aceptable. Esto es el abandono de
sí mismo”. [36]
Simplemente tomemos un tiempo para pensar en el libertinaje que
vemos el día de hoy en nuestro entorno. La educación y los programas de
televisión que en alguna ocasión fueron creados para niños, ahora se
dedican a propagar la agenda LGBTQ. Hoy más que nunca vemos
espectáculos, marchas, desfiles y entretenimiento que no solo promueven,
sino que celebran este tipo de libertinaje, la sensualidad y la lascivia.
Agregado a lo anterior, en la historia de la humanidad —desde que el
pecado entró al mundo—, el hombre se ha caracterizado por este tipo de
conducta inapropiada e inmoral, practicando cosas como la fornicación, el
adulterio, el abuso sexual, el bestialismo, la masturbación y otros actos
similares, igualmente vergonzosos.

Concupiscencias
Esta palabra podría entenderse mejor como “ lujurias ”. Estas lujurias
demuestran un deseo sumamente intenso que literalmente controla el
comportamiento de una persona. En este contexto, las lujurias o
concupiscencias son relacionadas a los deseos prohibidos con la
sexualidad, inmoralidad o cualquier apetito pecaminoso. Este es el motor
que controla la vida y el comportamiento de estas personas.
Algunas anécdotas comparten que en Alaska tienen un método muy
sanguinario pero efectivo para cazar a los lobos. Estos animales son muy
sensibles al olor de la sangre; su olor y su sabor es la debilidad y la
adicción de estos mamíferos. Los cazadores toman un cuchillo de cacería,
lo cubren con sangre y lo ponen en el congelador. Una vez que la sangre se
ha congelado, repiten este proceso varias veces. Después de algunas horas,
el cuchillo se ve como una paleta de sangre; el cazador entierra el cuchillo
con el filo hacia arriba en algún lugar del campo. Cuando la sangre
comienza a derretirse, los lobos la olfatean desde lejos, y cuando llegan al
lugar donde está la sangre derritiéndose la comienzan a lamer rápidamente.
El animal, estando hipnotizado por el sabor irresistible de la sangre,
continúa lamiendo el cuchillo hasta que la hoja corta su lengua, y sin darse
cuenta, comienza a tragarse su propia sangre hasta que muere desangrado.
Esto es exactamente lo que pasa con las lujurias. La gente se entrega a
las lujurias y se enredan en ellas, sin darse cuenta que se están revolcando
en su propia muerte. Así como la sangre controla el comportamiento de un
lobo insaciable, la lujuria controla la mente de aquellos quienes viven
muertos en sus pecados.

Embriagueces
Estas embriagueces se refieren al uso extremo y excesivo de bebidas
alcohólicas. Literalmente se podría entender como “ borracheras ”, que
por definición, significa estar bajo la influencia absoluta del alcohol,
dejando a la persona sin control ni dominio propio.
En Génesis 9, después del diluvio, Dios establece su pacto con Noé;
poco después, en los versículos 20 y 21 vemos que Noé cometió un grave
error: “Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió
del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda”. El
autor, Moisés, nos demuestra que Noé estuvo bajo una entera influencia del
alcohol. La RV60 usa la frase “ estaba descubierto ”, que literalmente
significa “se desnudó”. Realmente lo que el texto dice es que Noé “se
desnudó así mismo”, esto significa que mientras estaba borracho, él
comenzó a actuar sin dominio propio, llegando a una situación
extremadamente vergonzosa consigo mismo y con sus hijos;
particularmente con Cam.
Hace muchos años tuve a varios amigos que constantemente buscaban
maneras de embriagarse. Aun cuando en ese momento Cristo no vivía en
mi corazón, se me hacia absurda la obsesión de ellos por quererse
emborrachar; por si esto fuera poco, escuché que tales embriagueces
llevaron a muchos de ellos cometer actos sumamente vergonzosos. Mucha
gente ha vivido y vive con esta pasión constante por perderse en las
fantasías del alcohol.

Orgías
En el griego clásico, esta palabra se refería a las procesiones o festivales en
honor a Dionisio, el dios griego del vino, alegría, locura y fertilidad. [37]
Generalmente esta palabra estaba relacionada con festividades paganas que
generalmente incluían banquetes excesivos e inmoralidad sexual.
Desde un contexto Nuevo Testamentario, esta palabra representaba a la
mayoría de la sociedad y cultura gentil. Como contraste, Pablo demuestra
que este es el comportamiento de los impíos y no de los hijos de Dios (Ro.
13:13; Gal. 5:21).

Disipación
Algunas traducciones ponen “ embriagueces ”. Realmente esta palabra se
puede traducir muy similar a la anterior (orgías), ya que también transmite
la idea de reuniones sociales privadas donde se servían bebidas alcohólicas
en exceso, y se practicaban actos de perversidad sexual e inmoralidad. Un
diccionario del griego define esta palabra como una “fiesta para beber con
acompañamiento inmoral”. [38]
Muchos jóvenes hoy en día organizan fiestas y eventos en los que no
solo el alcohol está al alcance de todos, sino también cualquier tipo de
droga. Estos eventos, en su mayoría, se llevan a cabo para ocasionar
encuentros sexuales y otros actos inmorales.

Abominables Idolatrías
Estos eran actos de adoración a diversos tipos de ídolos paganos. Dios
aborrece cualquier ídolo y cualquier acto de idolatría. Solo hay que
recordar lo que Él dice al principio de los diez mandamientos en Éxodo
20:3–6:
No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en
las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;
porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de
los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que
me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y
guardan mis mandamientos.

Tengo un gusto en particular por la cultura japonesa; por su gente, su


historia, su comida y su arquitectura. Sin embargo, me rompe el corazón el
tipo de idolatría que se practica en ese país. Hace algunos años, mi esposa y
yo veíamos un documental de diversas culturas asiáticas, entre las cuales se
encontraba la cultura japonesa, la china y la tibetana. La gente se dirigía a
sus ídolos pensando que estos les escuchan. En Japón existen miles de
diversos tipos de ídolos; tan es así, que cada persona tiene a uno diferente
para diversas circunstancias. Por ejemplo, si una persona está enferma
entonces tiene al ídolo de la salud; si otra persona está triste, se dirige al
ídolo de la felicidad; si otro necesita dinero, entonces busca al ídolo de la
prosperidad. En otras palabras, la gente tiene ídolos para lo que ellos
quieren y son diseñados al gusto del consumidor.
Para no ir muy lejos; en México y en América Latina tenemos un
ejemplo muy claro, con la idolatría que promueve la Iglesia Católica
Romana. A pesar de que conocen lo que la Escritura dice, esta organización
religiosa anima a que las masas adoren a una gran cantidad de ídolos. Por si
esto fuera poco, también se aprovechan de la gente al hacerles pensar que el
dinero les ayudará a su remisión de pecados.
En un gran contraste, y a pesar de todas estas cosas, hay algo muy
alentador que podemos ver en la lista que Pedro nos muestra. Él no está
diciendo “ esta es tu forma de vivir el día de hoy ”, sino que este era el
pasado de muchos de nosotros.
Damos gracias a Dios que en nuestra nueva vida en Jesucristo hemos
sido redimidos de estas prácticas corrompidas.

Cristo nos redimió de nuestra amistad con el


mundo
A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos
en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan.
1 Pedro 4:4

Aquellos que no conocen a Dios “ les parece cosa extraña ”, o


responden sarcásticamente anonadados al ver que los cristianos son
diferentes. El creyente que ahora vive dando buen testimonio, teniendo
buena conciencia, y haciendo el bien delante de Dios, ya no corre con el
mundo, participando en los mismos actos pecaminosos de antes.
¿Por qué el apóstol hizo esta declaración? Es muy seguro que las
antiguas amistades de los creyentes vieron el cambio de vida que Dios hizo
en ellos. Es claro que los inconversos de su alrededor quedaron extrañados
o sorprendidos al ver que los creyentes habían abandonado su antigua
forma de vivir.
El cristiano ya no está interesado en ese tipo de círculos pecaminosos.
No obstante, esto no significa que debemos tener una actitud radical en
arrogancia como la de los fariseos. Ellos no se relacionaban con aquellos
que eran impuros o no eran judíos. Su actitud fue algo que Jesús mismo
condenó ya que ellos estaban siendo hipócritas. Evidentemente, tampoco
significa que no podamos platicar o relacionarnos de manera sana con
personas que no conocen a Dios. El punto que Pedro nos demuestra es que
al estar en Cristo, el creyente ya no busca ser partícipe del pecado y la
corrupción moral que existen en el mundo. Lo que antes practicábamos
como forma de vida, ahora lo aborrecemos por amor a Cristo.
A veces me pregunto cómo se expresarán nuestros amigos inconversos
de nosotros (los cristianos). ¿Nos ven igual o nos ven diferentes? Si nos ven
igual a como vivíamos antes, entonces algo está seriamente mal. Si no están
sorprendidos al ver nuestra nueva vida en Cristo; o si no se extrañan por la
nueva manera en que nos comportamos, entonces es porque probablemente
no hemos entendido lo que significa vivir en Cristo.
¿Cómo responden los inconversos al ver que los creyentes ya no viven
esclavizados al pecado? ¿Nos celebran? ¿Dan aplausos? Ojalá fuera así. De
hecho, es raro cuando un inconverso respeta la nueva vida del cristiano. La
realidad es que en su gran mayoría, los impíos no aprecian ni respetan a los
cristianos, sino que los maltratan o desprecian, en muchas maneras. Es por
eso que Pedro dice “ os ultrajan ”; realmente, esta expresión en el original
es: blasphemeō, donde surge la palabra “ blasfemia ”. En este contexto el
autor demuestra que los inconversos calumnian, hablan maldades y
difaman al creyente al ver que ya no vive en pecado.
Podríamos decir que esta es una forma común de opresión o persecución
que el creyente sufre por su nueva vida en Cristo. Dentro del contexto de
esta epístola, es muy probable que los impíos perseguían a ciertos
cristianos, que en algún momento estuvieron envueltos en rituales idólatras,
donde las borracheras y la inmoralidad sexual eran una costumbre. [39] Al
ver que los creyentes ya no participaban en estos eventos, los paganos
comenzaron a perseguirlos y a oprimirlos, no solo de forma física sino de
forma verbal.
Ahora, ¿sabes por qué los paganos ultrajan al creyente? Porque a través
de un testimonio piadoso, el cristiano da evidencia que el evangelio es
transformador. Los impíos nos ultrajan porque al ver que somos nuevas
criaturas, confirmamos que la Palabra de Dios es viva y verdadera. Al ver
esto, los que no conocen al Señor, tratan de detener la verdad a través de su
hostilidad, su maldad, su injusticia y su pecado (Rom. 1:18). Incluso
cuando el mundo persista en ultrajarnos, por nuestra nueva manera de vivir,
podemos decir y proclamar que Dios ha comenzado una buena obra en
nosotros; y aunque seamos perseguidos por nuestra fe y el evangelio, nada
nos arrebatará de la mano de nuestro Padre celestial (Jn. 10:28-29).
Es mejor que nos ultrajen por hacer el bien delante de Dios, que por
hacer el mal. Y si al hacer el bien, somos perseguidos y oprimidos,
entonces confirmaremos que él Señor permite estos eventos en nuestras
vidas para probarnos, hacernos madurar, y conformarnos a la imagen de Su
Hijo.
Esto se puede ver con lo que dice Pablo en 2 Timoteo 2:13, “Y también
todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución”; y Mateo 5:10, “Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.”

Darán cuentas al Juez justo


Pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar
a los vivos y a los muertos.
1 Pedro 4:5

Aunque los inconversos ultrajen y maltraten a los hijos de Dios, sus


acciones no quedarán impunes. A veces podemos pensar, ¿por qué Dios no
hace algo en contra de aquellos quienes hacen mal a los cristianos? Bueno,
de primera instancia, Dios les da tiempo y la oportunidad para que se
arrepientan; y si esto no sucede, ciertamente sus acciones serán enjuiciadas
en el futuro.
La expresión “ darán cuenta ”, transmite esencialmente la idea de
entregar un reporte de contabilidad en el futuro. Hace muchos años cuando
cursaba la preparatoria, tuve la oportunidad de estudiar contabilidad. Debo
admitir que los números me volvieron loco y que no disfruté esa clase; pero
a pesar de que no soy un experto en la materia, sé que las empresas y los
negocios tienen un registro de todo los gastos y las ganancias. Usualmente,
al final del mes, se realiza algo que se conoce se conoce como “inventario”,
donde se hace un cuidadoso cálculo y análisis de las entradas y las salidas.
En el contexto de nuestro texto, Pedro esencialmente demuestra que los
inconversos darán —delante de Dios— un reporte o cuenta de lo que han
dicho y hecho a través de sus vidas. Esto también nos revela que los que
nunca se arrepintieron ni creyeron en Cristo, darán cuentas de su pecado,
pero en especial, por haber ultrajado, oprimido, perseguido e incluso
martirizado a los hijos de Dios.
Peor aún, la totalidad de los impíos “ darán cuenta al que está
preparado para juzgar a los vivos y a los muertos ”. Evidentemente,
Pedro se refiere a Jesucristo mismo. En el evangelio de Juan 5:21-23, 26-29
el apóstol dice lo siguiente:

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también
el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que
todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al
Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió…
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al
Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer
juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto;
porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán
su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas
los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Todos aquellos que rechazaron el evangelio y que nunca creyeron en el


Hijo de Dios darán cuentas en el día final por todo lo que hicieron. Aunque
de igual manera, todos daremos cuentas delante de Cristo (aun los mismos
cristianos en el Tribunal de Cristo, Rom. 14:12); la diferencia entre las
cuentas que dará el creyente y el inconverso es eterna : el que está en
Cristo entrará a la presencia de Dios, mientras que los impíos serán echados
al lago de fuego.

Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los


muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero
vivan en espíritu según Dios.
1 Pedro 4:6

En este versículo, Pedro no se refiere a los que están espiritualmente


muertos. Por otra parte, cuando leemos este texto podríamos pensar que, de
alguna manera, Cristo, predicó el evangelio a aquellos quienes ya estaban
muertos físicamente; pero sabemos que esto es imposible, ya que después
de la muerte habrá juicio; ya sea para salvación o condenación (Heb. 9:27;
2 Cor. 5:10; 1 Jn. 4:17). Tampoco se refiere a lo que en 1 Pedro 3:19-20
(también en Judas 6) se menciona acerca de lo que Cristo anunció o
proclamó a los espíritus encarcelados después de su resurrección; en estas
secciones, es un hecho que nuestro Señor Jesucristo, simplemente anunció
su victoria sobre el pecado y la muerte.
Lo que el apóstol Pedro nos señala aquí, hace referencia a aquellos que
fallecieron creyendo en el evangelio y que seguramente fueron martirizados
por su fe. Estos fallecidos, tal vez fueron víctimas del juicio o castigo físico
ejercido por parte de los que aborrecían a Dios y sus seguidores. Tal vez,
estos creyentes fueron ejecutados a manos de procónsules del imperio
Romano.
Cornelio Tácito, considerado por muchos como el historiador más
importante del imperio Romano, habla de la impensable manera en como
Nerón se encargó de eliminar a los cristianos:

Primero se hizo un arresto de todos los que se declararon culpables [los


cristianos]; luego, según su información, se condenó a una inmensa
multitud, no tanto por el delito de disparar a la ciudad, sino por el odio
contra la humanidad. Se añadieron burlas de todo tipo a sus muertes.
Cubiertos con las pieles de las bestias, fueron desgarrados por perros y
perecieron, o fueron clavados en cruces, o fueron condenados a las
llamas y quemados, para servir como iluminación nocturna, cuando la
luz del día había expirado. [40]

La manera brutal en la que Nerón ordenó matar a los cristianos demostraba


no solo una mente perversa y desquiciada, sino un odio descarado por
Cristo y Su pueblo.
Aunque es probable que en el contexto de 1 de Pedro, los que
fallecieron, no experimentaron muertes tan brutales como aquellos que
murieron a manos de Nerón; el punto es que aunque muchos hermanos
habían fallecido, su espíritu estaba seguro en la presencia de Dios. Ellos
vivieron obedeciendo la voluntad del Señor y dieron un testimonio que
reflejó lo que el poder del evangelio de Jesucristo, la gracia de Dios y la fe
hicieron en sus vidas.
Conclusión
Es difícil saber cómo responder cuando sufrimos cualquier tipo de
prueba o tribulación en nuestras vidas. Muchas veces en medio de las
pruebas, nuestra reacción es poner nuestros intereses antes que los intereses
del Señor. Cuando esto sucede olvidamos fácilmente lo que Cristo ha hecho
por nosotros y olvidamos sus promesas.
Cuando pensamos en nosotros mismos, pensamos más en nuestras
debilidades o sufrimientos, y no en nuestra meta final y nuestro objetivo de
glorificar a Dios. Aun cuando estemos en medio de una tormenta debemos
aferrarnos más a Cristo. Como pueblo de Dios hemos sido liberados de
nuestro pasado pecaminoso, de nuestras prácticas corrompidas, y de nuestra
amistad con el mundo. Aunque el sufrimiento que podamos experimentar
sea fuerte, jamás debemos utilizarlo como excusa para regresar a nuestra
antigua forma de vivir.
Policarpo de Esmirna, uno de los primeros mártires de la Iglesia
primitiva, demostró uno de los testimonios más contundentes de una vida
renovada en Cristo. A pesar de que el gobernador del imperio Romano
aconsejó a Policarpo a negar su fe —para no sufrir más y evadir el martirio
—, él permaneció firme hasta el final y fue fiel a Cristo, aun cuando su
muerte sería inminente y brutal.
En su comentario del libro de Salmos 1-75, Steve Lawson comenta lo
siguiente acerca de Policarpo Esmirna:

A la edad de 86, Policarpo, el pastor de la iglesia de Esmirna del siglo


II fue convocado ante el procónsul romano. Allí se le ordenó prestar
juramento, renunciando a Cristo y reclamando lealtad al César.
Policarpo respondió: “Ochenta y seis años he servido al Señor Jesús. Él
ha sido fiel a mí. ¿Cómo puedo serle infiel y blasfemar el nombre de mi
Salvador? [41]

5
¿QUÉ TAN RADIANTE ES TU
TESTIMONIO?

FILIPENSES 2:12–18

Spurgeon hizo un comentario certero con relación a la santificación del


creyente: “Todos los llamados son justificados y todos los justificados son
santificados por obra del Espíritu Santo, son vueltos aptos para ser
glorificados posteriormente con Cristo Jesús.” [42]
Con base a estas palabras entendemos que nuestro testimonio es crucial.
Este no solo es el resultado de la gracia y la misericordia de Dios, sino
también es la evidencia de la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Así mismo, nuestra santificación y nuestro testimonio también son útiles
para el servicio hacia nuestros hermanos en la fe. Cuando nuestras vidas
demuestran lo que Dios está haciendo con nosotros, podemos ministrar al
cuerpo de Cristo, para que así la unidad dentro de la iglesia continúe
creciendo firmemente. De esta manera, obedecemos la voluntad de Dios a
través de nuestra armonía y unidad como pueblo suyo.

Hace tiempo en una conferencia juvenil mencioné que hay personas


“creyentes” que no asisten a la iglesia primordialmente porque no quieren
servir. Estas personas no quieren ser “molestadas” y prefieren ser miembros
pasivos de la iglesia. Pero hay un punto muy importante con este grupo de
gente: no quieren servir porque piensan demasiado en ellos mismos y
probablemente no aman a sus hermanos de una manera bíblica. La
respuesta está en que si no aman a los hermanos, es porque no han
entendido su salvación y su relación con el cuerpo de Cristo. Es triste
observar a creyentes que llevan años y a veces décadas en Cristo, y que aun
así, no se molestan en servir en sus iglesias.
El contexto de nuestro texto
En esta epístola, el apóstol Pablo da gracias a Dios y también agradece a
los filipenses por los regalos y ofrendas que recibió mientras estaba en la
prisión de Roma. A diferencia de otros creyentes, los filipenses valoraron el
ministerio de Pablo al ser dadivosos y amorosos con él.

Además de su agradecimiento, Pablo exhortó a los hermanos a continuar


viviendo en obediencia y gozo. Ellos debían continuar con sus ojos puestos
en Cristo, aun cuando las amenazas como la persecución y los problemas
dentro de la iglesia causados por el orgullo, la ambición, el egoísmo y los
falsos maestros pudieran suscitar más adversidades.
De hecho, la exhortación de Pablo a los filipenses es similar a lo que él
mismo dijo en Efesios 4:1-6, cuando dice:

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la


vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma
esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios
y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

Considerando la importancia y la responsabilidad que tenemos de


someternos a la Palabra de Dios, nuestra respuesta a lo que la Escritura
dice, debe ser en obediencia para la gloria Cristo; sustentando nuestro
testimonio y nuestra unidad como pueblo de Dios. De esta manera,
podremos confirmar a través de nuestra vida y testimonio que amamos a
Cristo tal y como Él lo dijo en Juan 15:16, “Si me amáis, guardad mis
mandamientos.”

Ocupándonos en nuestra salvación


Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como
en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia,
ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad.
Filipenses 2:12-13

En versículos anteriores, Pablo escribió de la humildad que Cristo había


demostrado al tomar forma de hombre y morir en la cruz; y la manera en
cómo el creyente debe seguir ese ejemplo. La instrucción que Pablo ahora
introduce al decir “ por tanto ”, se centra a la manera en cómo el creyente
debe recibir con humildad las palabras que provienen de Dios.
Así mismo, Pablo demuestra que los Filipenses ya habían sido fieles al
Señor; es por eso que él dice lo siguiente: “ como siempre habéis
obedecido ”, revelando que los filipenses ya vivían en obediencia y
demostraban un testimonio radiante. Pablo habla de su buen
comportamiento en el 4-15:

Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la


predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia
participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos.

Hazlo, aun cuando nadie te vea


Sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor.

Aunque los creyentes de Filipos ya habían demostrado su fidelidad a


Dios cuando el apóstol estuvo con ellos; Pablo les exhorta a continuar
firmes en esta fidelidad, a pesar de su ausencia. Para muchos pudo ser fácil
demostrar obediencia cuando el apóstol estaba entre ellos. Pero, cuando
Pablo fue aprisionado en Roma, su exhortación hacia los creyentes era que
continuaran viviendo en obediencia, fidelidad y perseverancia. En otras
palabras, lo que el apóstol está diciendo es, “¡Ey! No solo obedezcan
cuando estoy entre ustedes. Pero ahora que no estoy, con mayor razón
deben permanecer fieles a la salvación que habéis recibido”.
Esto me recuerda la manera en que me comportaba cuando era pequeño.
La bendición de haber nacido y crecido en un hogar cristiano era evidente,
pues mis padres constantemente me llevaron e instruyeron a ser temeroso
de Dios y obediente. Honestamente, era relativamente sencillo portarme
bien y ser obediente cuando ellos estaban en casa. Pero cuando salían de
viaje o a un estudio bíblico, entonces desobedecía sin freno alguno. La
obediencia no solo la debía demostrar cuándo mis padres estaban presentes,
sino ‘especialmente’ cuando ellos estaban fuera; esto era porque cuando
nadie me veía, actuaba como realmente era. Para acentuar esta experiencia,
aun cuando pensaba que mis padres no me veían, Dios veía cada una de
mis acciones y los pensamientos que pasaban por mi cabeza.
En esencia, esto es lo que Pablo está diciendo; es fácil ocuparse de
nuestra santificación y ser obedientes cuando hay otras personas que nos
observan. Pero ¿qué hay de aquellas ocasiones cuando nadie está a nuestro
alrededor? Cuando estamos solos, revelamos lo que realmente somos
delante de Dios.
La palabra “ ocupaos ” transmite la idea de ejercitar algo
minuciosamente o poniendo mucha atención. En algunos contextos, esta
palabra se traduce como “producir”. Por ejemplo, en 2 Corintios 7:10–11 se
utiliza con relación a la obra de Dios en la vida del creyente al demostrar
un arrepentimiento genuino:

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para


salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo
produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido
contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué
defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y
qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

Sin embargo, en el contexto de Filipenses, es evidente que Pablo se


refiere a un enfoque en el que Dios obra activamente en nosotros y la
manera en cómo debemos reflejarlo en nuestro testimonio. La palabra “
ocupaos ” hace alusión al trabajo duro que los agricultores realizaban
dentro del campo. También podríamos pensar en aquellos que trabajan en
las granjas.
Cuando estudiaba en el seminario, tuve a muchos compañeros que
crecieron en granjas. Honestamente jamás había conocido a gente tan
disciplinada. Su diligencia y su disciplina se revelaba en la admirable
manera de estudiar y presentar trabajos. Por si esto fuera poco, varios de
ellos compartieron que desde muy pequeños se despertaban a las 5am para
salir a trabajar. Uno de mis profesores que también creció como granjero
me dijo que mientras todos sus amigos salían a jugar los fines de semana, él
estaba trabajando. Esto era precisamente porque sus vidas dependían de ese
trabajo. Si descuidaban su granja, las perdidas podían ser devastadoras.
El término “ ocupaos ” también es usado en relación con aquellos
mineros que se encargaban de las excavaciones para encontrar metales y
rocas preciosas. Este tipo de trabajo exigía diligencia, precisión y atención.
Una pequeña falta de atención podría costar mucho dinero en pérdidas. Lo
peor era cuando un acto de negligencia le costaba la vida a algún minero.
Este verbo es un mandato que está en el tiempo presente, como lo
hemos visto en los textos de los capítulos anteriores; y de este modo, Pablo
da un mandato preciso y enfático de “ continuar ocupados, ejercitando
con atención su salvación con temor y temblor ”.
Aquí vemos claramente que el creyente no solo disfruta de su nueva
vida en Jesucristo, sino que también tiene la responsabilidad de vivir
conforme a su salvación y llamado como cristiano. Esta responsabilidad no
es una carga, sino un deseo que surge de un corazón regenerado. La belleza
de este principio bíblico es: aquéllos que han nacido de nuevo tienen la
convicción de continuar trabajando y ejercitando la salvación que han
recibido (solamente) por la gracia de Dios y la fe en Jesucristo.
Esto significa que los verdaderos creyentes demuestran un compromiso
total con Dios aun cuando las luchas con la carne y las pruebas diarias estén
presentes. El verdadero cristiano desea profundamente crecer en su relación
con Cristo y no es indiferente a las cosas de Dios. Una persona que no
desea crecer y obedecer es una persona que seguramente no ha sido
regenerada.
Por lo tanto, si tú afirmas ser creyente, pero no tienes el deseo de vivir
en obediencia y no deseas crecer en tu comunión con Cristo, entonces
probablemente lo que estás viviendo es una mentira.
¿Miedo o reverencia?
¿Por qué Pablo dice con “ temor y temblor ”? Por un lado, estas
palabras no demuestran el tipo “terror” o “miedo” que los impíos
experimentan al saber que su falta de arrepentimiento los llevará a recibir el
juicio del Señor. Por otro lado, este tampoco es el tipo de cobardía que los
falsos creyentes demuestran en medio de circunstancias complicadas.
Tampoco se refiere al pavor que los demonios sintieron cuando le dijeron a
Jesús en Mateo 8:29, “¿Has venido acá para atormentarnos antes de
tiempo?”
Más bien este “ temor y temblor ” son la reverencia, la sumisión, la
humildad y la obediencia que el creyente demuestra y pone en práctica
delante de Dios. Este es un temor y un temblor que manifiestan respeto y
honra a quien es digno de toda gloria. En 2 Corintios 7:1, el apóstol escribe
algo acerca de este tipo de actitud:

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de


toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando [alcanzando
o ejerciendo] la santidad en el temor de Dios.

Un claro contraste que podemos ver con el mundo. En Romanos 3:18,


Pablo cita el Salmo 14 al decir: “No hay temor de Dios delante de sus
ojos”. Aquí vemos que el mundo es irreverente, indiferente e irrespetuoso
ante Dios. El impío se revuelca en su pecado sin considerar que hay un
Dios santo, justo y soberano que aborrece toda inmundicia. Sin embargo, el
cristiano manifiesta lo contrario a través de una vida de santidad y
obediencia.
Existe un programa de dibujos animados que cuando originalmente salió
al aire, a principios de los noventa, mantenía un cierto temor por las cosas
de Dios. Incluso, los personajes principales asistían a la iglesia y se veía un
cierto respeto por los principios bíblicos. En varios episodios, se podía ver
a la familia orando, demostrando que creían en el Señor de alguna manera.
Sin embargo, con el paso de los años, este programa pasó de ser algo
entretenido a algo verdaderamente odioso y aberrante. El programa se
volvió descaradamente indiferente, irreverente e irrespetuoso a las cosas de
Dios. Y esto no es de sorprenderse, ya que en un mundo corrompido
veremos esa falta de temor a Dios.
En contraste, la palabra “ temblor ” se puede entender como una “
lealtad sincera ”. En Efesios 6:5 Pablo escribe lo siguiente: “Siervos,
obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor [sincera lealtad],
con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo”. En esencia, esta frase es
muy similar a lo que Pablo dice con relación a la manera en cómo los
Corintios recibieron a Tito, diciendo en 2 Corintios 7:15: “y su cariño para
con vosotros es aun más abundante, cuando se acuerda de la obediencia de
todos vosotros, de cómo lo recibisteis con temor y temblor [sincera
lealtad]”.
En pocas palabras, la obediencia y el testimonio del cristiano se reflejan
a través de un temor reverente y una lealtad sincera a Cristo y a su Palabra.
Pablo dice esto no solo para revelar nuestra dependencia total en Dios, sino
también para revelar que aquellos que carecen de estas características,
probablemente no estén en Cristo. Date cuenta de que a pesar de que somos
santificados por el Espíritu Santo, nosotros tenemos la responsabilidad de
ejercitar y ocuparnos en nuestra salvación. A fin de cuentas, esta
convicción y deseo de continuar ejercitando nuestra comunión con Dios
provienen de lo que Él está haciendo en nosotros; Él es quien activamente
pone en nuestros corazones el deseo de obedecer y actuar como verdaderos
creyentes.
Podríamos preguntarnos ¿Cómo es que Dios es soberano en la
santificación del creyente, pero también yo soy responsable de obedecer?
¿Cómo trabajan las dos en simultáneo? Te lo voy a decir tal y como el Dr.
David Farnell —profesor, amigo y mentor del seminario— nos lo dijo en
una clase: “¿Cómo funciona la soberanía de Dios y la responsabilidad
humana? No tengo la más remota idea. Lo único que sé es que la Escritura
enseña las dos y las dos son verdad”.
Con base a lo que el Dr. Farnell dijo, podríamos concluir que el
funcionamiento de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana no
tienen una respuesta humana. Por un lado, Dios es soberano en nuestra
regeneración, salvación, justificación, santificación y futura glorificación.
Por otro lado, el ser humano también es responsable de arrepentirse de sus
pecados y creer en el evangelio; tal y como lo vimos en el capítulo dos de
este libro. En cuanto a nuestra santidad, Dios es quien soberanamente nos
santifica; pero, como lo diría John MacArthur, “el creyente tiene la
responsabilidad de obedecer en su proceso de santificación”. [43]
En su libro “ Una Defensa al Calvinismo” , Spurgeon dijo algo muy
similar a lo que el Dr. Farnell mencionó:

Se cree que ambos términos son inconsistentes y contradictorios entre


sí. Si luego yo encuentro que la Biblia enseña en una parte que todo ha
sido ordenado previamente, eso es verdad. Y si encuentro, en otra parte
de la Escritura, que el hombre es responsable por todas sus acciones,
eso también es verdad. Es únicamente mi insensatez la que me lleva a
imaginar que estas dos verdades se pueden contradecir mutuamente
alguna vez. Yo no creo que esas doctrinas puedan ser ligadas alguna
vez para hacerlas una sola sobre algún yunque terrenal; pero
ciertamente serán una sola doctrina en la eternidad. Hay dos líneas que
son casi tan paralelas que la mente humana que las sigue hasta el punto
más lejano nunca descubrirá que convergen. Pero ciertamente
convergen y se encontrarán en un punto en la eternidad, cerca del trono
de Dios, de donde surgen todas Sus verdades. [44]

Lo que Spurgeon dice es correcto. Tanto la soberanía de Dios como la


responsabilidad humana (aunque el hombre sea incapaz de contribuir en
algo para su salvación) son igualmente verdaderas. Y a pesar de que en
nuestras mentes humanas no podamos armonizar las dos, sabemos que
ambas son verdad ya que la Escritura las enseña; y si creemos en la
autoridad, la inerrancia, la suficiencia y la fiabilidad de la Escritura, aun
cuando nos cueste trabajo entenderlo, lo creeremos. [45]

La obra es de Dios
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer,
por su buena voluntad.
Filipenses 2:13
Aquí Pablo demuestra y confirma que Dios a través del Espíritu Santo
es quien activamente está obrando y produciendo en nosotros el deseo de
obedecerle. La palabra “ produce ” precisamente transmite la idea de
habilitar , causar o efectuar algo. Incluso transmite la acción de energizar
para una función específica. En otras palabras, es Dios quien causa o
efectúa en nosotros el deseo de vivir en santidad. O bien, el Señor es quien
nos energiza al darnos el deseo de obedecer y ser más como Cristo.
Esto demuestra la realidad de la soberanía de Dios y la responsabilidad
del creyente. Particularmente, como hijos de Dios, nuestro deseo de vivir
continuamente en obediencia existe porque Él es quien está produciendo,
causando, dándonos la habilidad, y poniendo el deseo y la convicción en
nosotros para vivir de una manera santa y pura.
Esto es crucial de entender por varias razones: en primer lugar, porque
los que hemos nacido de nuevo, de alguna u otra forma, siempre
demostraremos el fruto del Espíritu. Si realmente somos hijos de Dios
¿Cómo es posible que algunos crean que el fruto y el deseo de crecer
espiritualmente sean opcionales o sean algo que nosotros producimos por
nuestra fuerza humana?
Algunas denominaciones ‘evangélicas’, creen que lo más importante es
simplemente confesar a Jesús como Salvador y que no es necesario
confesarle como Señor. Este mismo grupo evangélico sugiere que una
persona no necesita demostrar fruto u obediencia inmediatamente después
de la conversión, ya que lo importante es confesar a Cristo como Salvador
personal. No es sino hasta que el cristiano “está listo” para confesar a Jesús
como Señor y hasta entonces vivir obediencia. En otras palabras, esta
manera de pensar sugiere que “hoy puedes confesar a Jesús como Salvador,
disfrutar de tu salvación, pero puedes vivir como quieras. Ya después
cuando estés listo y quieras dejar tu pecado, entonces puedes aceptarle
como Señor”.
Es verdad que la gran mayoría de nosotros después de nuestra
conversión continuamos luchando con diferentes pecados y tentaciones; es
más, todos nosotros seguimos batallando con la carne y con pecados del
pasado. Sin embargo, la diferencia está en la disposición, el deseo de
obedecer y la manera en cómo nos hemos apartado de un estilo de vida
pecaminoso. Cuando venimos a Cristo, por más grandes que sean las
tentaciones y a veces los tropiezos, nuestro mayor anhelo es obedecer,
crecer en el conocimiento del Señor y ser conformados a la imagen de
Cristo. Esto no es opcional o algo que “escojamos”; esta es una realidad en
la vida de todo creyente.
Hay otros grupos que han sugerido que uno como cristiano no debe
hacer absolutamente nada, ya que Dios es el que hizo todo a través de su
Gracia. Dicho de otra manera, si tú eres creyente, “entonces no necesitas
hacer nada ni demostrar obediencia, porque todo es por gracia”. Sí, por
gracia, Dios hace todo en nuestras vidas de principio a fin; pero Su
voluntad es nuestra santificación, y Su obra se manifiesta en nosotros
cuando obedecemos y vivimos conforme a Su Palabra. Si una persona dice
ser creyente, pero no tiene el deseo ni la responsabilidad de crecer en la fe,
¿cómo puede entonces llamarse cristiana?
En segundo lugar, aunque el plan de redención y el pacto de la gracia
fueron preparados, planeados, decretados y pactados desde antes de la
fundación del mundo (Ef. 1:3-14); estos se vieron cumplidos cuando Cristo
vino al mundo a redimirnos. Nuestra redención es simplemente el resultado
de algo ya decretado desde antes de los tiempos y se refleja a través del
nuevo nacimiento. Por lo tanto, nuestra justificación fue el comienzo de
nuestra santificación que continuaría siendo un estilo de vida hasta el día de
Cristo.
Y, en tercer lugar, los filipenses eran ciudadanos Romanos. Dada a esta
realidad es probable que los creyentes hayan tenido la tendencia a jactarse
por su ciudadanía y posición terrenal. Es muy posible que este tipo de
jactancia se haya reflejado en su manera de conducirse dentro de la Iglesia.
Pablo tiene que ser específico en sus palabras; aunque ellos tenían el deber
de obedecer y ejercitar su salvación, a final de cuentas, era Dios quien
estaba obrando en sus vidas; y de esta manera, ellos no tendrían razón para
jactarse. Por lo tanto, era crítico que tuvieran en mente que aunque ellos
debían continuar siendo obedientes, Dios es quien hacía la obra en ellos.
Todo esto es “ por Su buena voluntad ,” o mejor dicho, por “ su buen
placer ”. Esta buena voluntad es el fundamento para que el nombre de
Cristo sea honrado y glorificado. Este es el mismo buen placer y la misma
buena voluntad empleada, que por su Gracia, Dios nos bendijo, nos escogió
y nos predestinó para ser adoptados en Cristo; para que en nuestra nueva
vida vivamos conforme a la santidad que Él preparó desde antes de los
tiempos (tema importante de Efesios).
De tal modo que el fruto del espíritu y el testimonio del creyente
siempre son con el propósito de glorificar a Dios y para la edificación y el
servicio del cuerpo de Cristo. Pablo dijo algo similar en 2 Corintios 1:12,
diciendo:

Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que


con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con
la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con
vosotros.

Viviendo íntegramente
Haced todo sin murmuraciones y contiendas
Filipenses 2:14

Hay dos cosas que me gustaría señalar con relación a este texto. Por un
lado, hay creyentes —tanto jóvenes como adultos— que son apasionados
servidores dentro de la iglesia. En lo personal me llena de gozo ver a los
jóvenes servir activamente en sus iglesias y me da gozo ver a los adultos
ser un ejemplo de servicio e integridad para todos.
Un contraste, muy triste, es observar que hay muchas personas en
nuestras iglesias que no levantan un dedo y no se envuelven en algún tipo
de ministerio. Y cuando se les pide el favor de realizar algún servicio, estos
murmuran y hacen contiendas. Teniendo esto en mente ¿Por qué está
diciendo esto el apóstol Pablo? Por el simple hecho que una iglesia con
murmuraciones y contiendas es una iglesia dividida y en problemas. Una
iglesia dividida no crece y no funciona correctamente. Cuando en la iglesia
no hay crecimiento y no hay buen funcionamiento, entonces su testimonio
tanto delante de Dios como delante del mundo será afectado y cuestionado.
Muchos de nosotros cuando leemos este texto a veces pensamos que
Pablo se refiere a los chismes dentro de la Iglesia (como en 1 Tim. 5:12-
13). Sin embargo, esto no es lo que el apóstol tiene en mente. La palabra “
murmuraciones ” son quejas que usualmente toman lugar en
conversaciones privadas. Este es un tipo de murmullo que comúnmente se
lleva a cabo en secreto y siempre es relacionado al descontento y la
insatisfacción que el creyente experimenta ante diversas circunstancias. En
otras palabras, los murmullos manifiestan nuestro rechazo por lo que Dios
soberanamente permite en nuestras vidas. Esto significa que las
murmuraciones revelan que no estamos siendo agradecidos con lo que Dios
hace con nosotros.
Por ejemplo, en la fiesta de los Tabernáculos en Juan 7:10-13 vemos
algo similar:

Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también


subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. Y le buscaban
los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran
murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno;
pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba
abiertamente de él, por miedo a los judíos.

Este tipo de actitud demostraba hipocresía y doble moral. Es la misma


idea que explica el apóstol en 1 Pedro 4:9, “Hospedaos los unos a los otros
sin murmuraciones ”. Supongamos que una familia cristiana te invitara a
su mansión en la playa por un fin de semana. Y al segundo día los
escucharas murmurar y expresar su descontento por tu presencia ahí con
ellos. Imagínate qué triste sería escuchar cosas como: “ojalá este hermano/a
ya se regrese a su casa. Es de bendición tenerle aquí, pero ya quiero que se
vaya”. Creo que escuchar algo así como huésped sería bastante
desalentador e hiriente.
La palabra griega para “ contiendas ” es dialogismos donde surge la
palabra ‘diálogos’. Esta palabra es mejor traducida como “ discusiones ”.
Estas discusiones son el intercambio verbal que toman lugar cuando
hermanos —generalmente por el contexto del pasaje— expresan ideas de
conflicto, controversia y escándalo.
Por ejemplo, en Lucas 9:46-48, el autor recalca lo que sucedió entre
algunos de los discípulos:

Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor. Y


Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y
lo puso junto a sí, y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi
nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que
me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el
más grande.

De acuerdo con lo que vemos en el pasaje de Lucas los discípulos estaban


más interesados en una posición de prestigio que en su ministerio y su
llamado como ministros de Cristo. Incluso, la palabra “ contiendas ”
generalmente tiene un aspecto sumamente negativo que por lo común se
relaciona con pensamientos malignos. En el contexto de Filipenses estas
contiendas revelan ansiedad, duda y descontento, llevando al creyente a
renegar en contra de Dios y cuestionar lo que ha revelado en la Escritura.
Yo, por mi parte, crecí toda mi vida asistiendo a la iglesia. Era raro
cuando faltaba a un servicio de adoración los domingos. Desde entonces,
algo que siempre ha llamado mi atención es escuchar a presuntos hermanos
quejarse y renegar en contra de Dios cuando las cosas no salen como ellos
quieren. Sus oraciones no son “hágase tu voluntad” sino “hágase mi
voluntad.”
Cuando ministraba en el ministerio hispano de Grace Community
Church, tuve la bendición de conocer a varias hermanas que llevaban
décadas orando por la salvación de sus maridos. De alguna manera, podía
percibir el descontento que experimentaban al ver que sus oraciones no
eran respondidas. El problema era precisamente que muchas de ellas daban
la impresión de orar por su propia voluntad que por la voluntad de Dios.
Para no ir tan lejos, yo mismo he caído en ese error. Cuando Dios no
contestaba mis oraciones o no me daba lo que quería, me sentía
apesadumbrado, agraviado y cuestionaba lo que Dios hacía conmigo. A
final de cuentas, este descontento y estas contiendas internas reflejaban que
mis oraciones estaban hechas de manera egoísta y no confiando en la
voluntad de Dios. Desde entonces, aunque no siempre es fácil recibir un
“no” por parte del Señor, un “no” suyo es tan bueno como un “sí”. Por lo
tanto, debemos estar agradecidos aun con aquellas cosas que el Señor no
nos da.
Un ejemplo bíblico fácil de recordar es lo que sucedió con la nación de
Israel durante el Éxodo; ellos fueron testigos —de una manera increíble y
milagrosa— del poder de Yahweh al sacarles de Egipto; ellos pudieron ver
su protección y la constante provisión en sus vidas. Aun así, renegaron,
murmuraron y demostraron descontento delante de Él. ¿Cuál fue la
consecuencia? Muchos murieron y de toda esa generación solo dos
lograron entrar a la tierra prometida; y que por cierto, Moisés no fue uno de
ellos. [46] De hecho, pienso que es probable que Pablo estuviera previniendo
a los cristianos de Filipos a no caer en el mismo error y pecado que la
nación de Israel.
Así mismo, dentro del contexto histórico de Filipenses, los creyentes
comenzaban a sufrir extorsión y persecución por parte del imperio
Romano. Pablo tenía en mente enfatizar la importancia de la unidad dentro
de la iglesia. Es por eso, que siguiendo el ejemplo de la humildad de Cristo
y deseando vivir en obediencia a la voluntad de Dios, el creyente debe vivir
sin murmuraciones ni contiendas para que no haya divisiones y continúen
viviendo íntegramente en un mundo malvado.
¿Sabes qué provocamos cuando murmuramos y contendemos dentro de
la iglesia? Envenenamos a los demás creyentes y estropeamos no solo
nuestro propio crecimiento espiritual sino también el de ellos. Cuando
realizamos estas acciones negativas dentro de la iglesia demostramos falta
de fe. No me estoy refiriendo a la fe salvífica y justificadora; sino más bien,
a la confianza que el creyente continúa demostrando ante Dios.
Si no tenemos fe, vamos a desconfiar de Dios y vamos a desobedecerle;
si desconfiamos de Él, vamos a estar descontentos; si estamos
descontentos, entonces no estaremos gozosos; y si no nos gozamos en
nuestra salvación, entonces nos estancaremos espiritualmente. Y si esto
sucede, entonces el cuerpo de Cristo no funcionará adecuadamente y
nuestro testimonio será manchado ante todo el mundo.
Un propósito contundente
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha
en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la
cual resplandecéis
como luminares en el mundo.
Filipenses 2:15
La palabra “ irreprensibles ” demuestra el estado de pureza moral de
una persona. Es muy diferente actuar moralmente y vivir sin Cristo, a vivir
en un estado de pureza continua como resultado del nuevo nacimiento.
El ser irreprensible significa que no hay culpa o falla en la vida del
creyente que pueda ser usada en su contra. Esta es la misma palabra que
Pablo usa con relación a las calificaciones de los pastores y la manera en
cómo deben vivir (1 Tim. 3). En el contexto de Filipenses, Pablo utiliza
esta palabra para describir la integridad de aquellos que no se quejan o
hacen contiendas.
Pablo utiliza esta palabra en perfecta armonía con la segunda, que es “
sencillos ”, que realmente significa “ puros ” o “ inocentes ”. La
importancia de vivir en comunión con Dios, sin murmuraciones ni
contiendas es para que el creyente sea moralmente irreprensible y puro en
este mundo.
Es por eso que Pablo dice “ para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y
perversa ”. La frase “ sin mancha ” es un sinónimo de la palabra “
irreprensibles ”, ya que también demuestra la condición de vivir de forma
moralmente intachable y sin algún tipo de culpa. Es la misma palabra que
vemos en 2 Pedro 3:14, “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas
cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e
irreprensibles, en paz”.
Pablo conocía la corrupción social y espiritual que existía en el imperio
Romano. No solo la gran mayoría eran idólatras y corruptos, sino también
inmorales y perversos. El apóstol hace esta exhortación para que los
creyentes continuaran en obediencia a Dios, no solo para el bienestar de la
unidad entre ellos, sino también para ser de testimonio en medio de una
generación alejada de Dios.
Al decir esto, indirectamente Pablo señala la posición espiritual del
imperio Romano, para que los filipenses no pusieran sus ojos en lo terrenal,
aun cuando fueran ciudadanos de ese lugar. Al dar testimonio en un lugar
como Filipos, los creyentes demostrarían que la fe cristiana era viva y
verdadera en medio de un mundo oscuro y perverso.

Aferrados a Su palabra
Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he
trabajado.
Filipenses 2:16

La palabra “ asidos ” denota la idea de aferrarse o agarrar algo


firmemente con la determinación de no dejarlo ir. Cuando era pequeño,
tenía una cobijita azul. Iba a todos los lugares —incluso a la iglesia— con
mi cobijita. Un día me enfermé y tuve mucha fiebre. Recuerdo que mi papá
trató de quitármela de encima, ya que mi fiebre era muy fuerte y me estaba
calentando mucho. Cuando intentó retirarla de mis manos, yo me aferré a
ella sin dejarla ir. No quería que me la quitaran, ya que era algo que
apreciaba en sobremanera.
En esencia esta es la idea que Pablo da, pero en referencia a cómo el
creyente debe aferrarse a la Palabra de Dios, sin dejarla ir. En 1 Tim. 4:16,
esta palabra (aferrarse) se utiliza demostrando la manera en cómo Timoteo
debía tener cuidado de sí mismo y de la doctrina. [47]
En nuestro texto, esta frase apunta al cuidado e importancia de estar
aferrados u ocupados en nuestra salvación, sujetándonos firmemente a
Cristo y su Palabra. Así como Timoteo debía tener cuidado de sí mismo y
de la doctrina, uno debe ser cuidadoso y estar ocupado en su salvación. Por
consiguiente, para llegar a tener un testimonio radiante y resplandeciente en
un mundo malvado debemos aferrarnos a lo que Dios ha establecido en su
Palabra, a Cristo y a la dirección del Espíritu Santo.
Si los filipenses demostraban su deseo de obedecer a Dios al estar
aferrados y sujetos al Señor, entonces Pablo tendría razones suficientes para
gloriarse en el día de Cristo sabiendo que el esfuerzo y el ministerio con
ellos no había sido en vano. Él no se gloriaría en sí mismo o en sus logros;
sino que se gloriaría en lo que Dios había hecho en la vida de los filipenses.

Gozándonos en el ministerio
de los hermanos
Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio
de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo
gozaos y regocijaos
también vosotros conmigo.
Filipenses 2:17-18

¿A qué se refiere cuando dice “ sea derramado en libación sobre el


sacrificio y servicio de vuestra fe ”? Esta frase se usa de manera figurativa
para demostrar que Pablo mismo estaba siendo ofrecido para derramar su
propia sangre como sacrificio. La palabra en el original “ sea derramado
en libación ” es la misma que utiliza en 2 Tim. 4:6 cuando habla acerca de
su pronta partida diciendo, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el
tiempo de mi partida está cercano”.
De esta manera, esta palabra en conjunción con el “ sacrificio ” y “
servicio ” demuestran el extraordinario compromiso que Pablo tenía con
los filipenses, revelando que, aunque él tuviera que dar su propia vida para
ministrar a los creyentes, lo haría gozosamente.
Aunque algunos comentaristas han sugerido que esta frase es referente a
su martirio como apóstol —dentro de un contexto general tiene sentido—.
Pablo utiliza esta palabra en el tiempo presente demostrando que su
sacrificio y servicio a los creyentes ya estaba sucediendo en ese momento y
no era algo necesariamente futuro. El propósito del llamado de Pablo fue
específicamente para la predicación del evangelio y el servicio al cuerpo de
Cristo. Él sabía que su vida había sido comprada con la sangre de Jesús; y
es por eso que él ministraba gozosamente sabiendo que su vida le
pertenecía al Señor por completo.
Este asombroso ejemplo debería redargüir nuestros corazones. Seamos
honestos con nosotros mismos: a veces servimos en nuestras iglesias, más
por compromiso y obligación que por un deseo genuino de edificar a
nuestros hermanos en la fe. Tristemente, en muchas ocasiones, los
hermanos —incluyendo, líderes, pastores, misioneros y ministros— se
quejan y murmuran por tener el privilegio de servir. Cuando esto sucede,
muchas veces actuamos como si le estuviéramos haciendo un favor a Dios.
Otros, siempre utilizan la excusa de su salud, trabajo, o la distancia donde
viven para no servir en la iglesia.
Ciertamente hay situaciones que genuinamente nos impiden servir
dentro de la iglesia. También es cierto, que muchas veces la salud puede ser
un impedimento serio. Personalmente he tenido profesores de seminario
que por cuestiones de salud tuvieron que retirarse de sus ministerios; sin
embargo, uno puede darse cuenta de la disposición y el deseo de los
hermanos por cumplir con su servicio. Por el lado contrario y
lamentablemente, las muchas excusas reflejan apatía y falta de compromiso
con Cristo; y es triste cuando se utiliza la salud como pretexto para no
servir.
Las palabras del apóstol son una llamada de atención no solo para los
que estamos en el ministerio sino para todos los creyentes. En numerosas
ocasiones pensamos que nuestra salvación y santificación son para nuestro
propio provecho. Somos egoístas y a veces preferimos vivir cómodamente
sin ser molestados, en vez de invertir tiempo en la vida de otros hermanos
en la fe.
Hagámonos esta pregunta: ¿Cuántos de nosotros podríamos decir que
estamos sacrificando nuestra comodidad y dando nuestra vida para el
crecimiento de otros hermanos en Cristo? Solo ponte a pensar en eso por un
momento. Pablo se gozaba en dar su vida entera para el servicio de los
creyentes y la gloria de Cristo. Así como él se gozaba, nosotros nos
gozamos cuando vemos a hombres de Dios invirtiendo en la vida de otros.
Esto incluye no solo a los que están sirviendo de tiempo completo en el
ministerio, sino a cualquier hermano o hermana en la fe.
De esta manera, gozándose con los hermanos de Filipos, Pablo también
les da el mandato para que se regocijaran junto con él. Es por eso que
concluye diciendo, “ Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros
conmigo ”. Muchos hermanos pudieron haberse sentido mal o haber
mostrado cierta lástima por el gran sacrificio que Pablo hacía por la iglesia;
pero Pablo no quería que los hermanos se sintieran tristes o abrumados por
su servicio. Sino que el literalmente ordena a los filipenses a que se gozaran
y regocijaran con él.
Muchas veces cuando escuchamos acerca del gran sacrificio que
hermanos, pastores, ministros o aun misioneros hacen por el evangelio,
tendemos a sentirnos mal por ellos. Incluso podemos llegar a sentir lástima
por ellos, en especial cuando dejaron todo atrás para servir. Es cierto, hay
muchos hermanos quienes dejaron absolutamente todo; como riquezas,
posiciones de prestigio en el trabajo y familias para servir al Señor. Sin
embargo, no debemos sentir condolencia por ellos, ya que, si esa es nuestra
manera de pensar, entonces no lo estamos haciendo bíblicamente.
Es una realidad que sentimos carga por aquellos que sirven y dan sus
vidas para el ministerio de Cristo; oramos por ellos, les ayudamos y a veces
les apoyamos financiera o materialmente; así como los Filipenses lo
hicieron con Pablo.
No obstante, cuando vemos este compromiso, debería causar gozo y
regocijo en nosotros, sabiendo que son instrumentos que el Señor utiliza
para la expansión de su reino. Si te sientes mal por tu pastor o por tu
misionero, no muestres lástima; en cambio, ora por ellos y sírveles en la
mejor manera posible. Hazlo no para quedar bien con ellos, sino para la
gloria de Dios y para su beneficio. Apóyalos en sus necesidades espirituales
y deja que el nombre de Cristo continúe siendo glorificado.

Conclusión
Aunque en nuestro andar diario Dios traiga una gran tempestad de
pruebas y tribulaciones, debemos continuar viviendo con nuestros ojos
puestos en Cristo. No pongamos nuestros ojos en lo que este mundo ofrece,
ni en las circunstancias que atravesamos; sino que pongamos nuestros ojos
en aquel que nos da vida. Una persona que está segura de su salvación
demuestra todas estas cosas continuamente.
Es importante que como cristianos demostremos un testimonio radiante,
para que la unidad del cuerpo de Cristo continúe creciendo y la gloria de
Dios sea más evidente. De esta manera, los del mundo serán avergonzados,
porque nuestro Dios es vivo, real y verdadero.
Debemos continuar ejercitando nuestra salvación, siempre recordando
que Dios es quien hace la obra en nosotros. Sigamos viviendo íntegramente
para que los de afuera no tengan manera de tacharnos. Si vivimos en
obediencia, unidad, amor, gozo, fe e integridad, así como en servicio a los
hermanos, entonces tendremos un testimonio que resplandece.
6

¿CÓMO PUEDO VIVIR EN PUREZA?

SALMO 119:9–16

Uno de mis pasatiempos favoritos es la carpintería. Desde que mi


esposa y yo nos mudamos a la Ciudad de México como misioneros, el
Señor me ha permitido construir un par de comedores, camas y libreros.
Usualmente, la manera en que adquiero mis patrones de construcción es a
través de lugares como YouTube o Pinterest. Estas plataformas en línea
brindan una innumerable cantidad de ideas para hacer diversos proyectos.

Debo admitir que ha habido ocasiones en las que no siempre seguí las
instrucciones al pie de la letra y varias veces mis proyectos no salieron
exactamente como hubiera deseado. Para ciertas construcciones,
manualidades y proyectos, especialistas han desarrollado instructivos o
manuales detallados, para que la gente los siga paso a paso, con el
propósito de que los resultados sean óptimos y concluyan de manera
exitosa. Sin embargo, estas famosas instrucciones son comúnmente
ignoradas y descartadas. Tal y como yo lo he hecho. A veces la gente
prefiere seguir sus ideas, que las instrucciones provistas por los
profesionales.
Hace muchos años, en algún lugar de internet, leí que la mayoría de la
gente no revisa con cuidado; no pone atención a cualquier tipo
instrucciones —ya sean de construcción, documentos legales, laborales,
compras, etc.— por al menos 6 razones:

1. Porque según ellos no tienen tiempo para leer.


2. Porque la gente es floja.
3. Porque pensamos que “ya sabemos todo”.
4. Porque pensamos que el sentido común es suficiente para
completar cualquier trabajo.
5. Porque preferimos preguntar la opinión de otras personas.
6. Porque aparentemente las instrucciones están mal y no son
confiables. [48]

Yo me atrevería a incluir una razón más a esta breve lista: la gente no sigue
instrucciones sencillamente porque no les importa. Tal vez te estarás
preguntando ¿Qué tiene que ver esto con el texto que vamos a estudiar en
este capítulo? Menciono todo esto, porque esta es exactamente la misma
actitud y disposición que tomamos, muy frecuentemente, cuando leemos
las instrucciones, los preceptos, los estatutos y los mandamientos de Dios
en su Palabra.
Ignoramos y desobedecemos los mandatos del Señor en la escritura
porque pensamos que podemos vivir sin ellos o porque no hay necesidad de
ponerlos en práctica. Y esto lo hacemos generalmente porque queremos
disfrutar nuestros placeres carnales, nuestra impureza, nuestro egoísmo y
nuestras lujurias. Lamentablemente, créelo o no, esto sucede entre genuinos
cristianos más de lo que imaginamos.
Muchas veces, en nuestra falta de madurez espiritual, buscamos a Dios
con la intención de recibir sus bendiciones. Le buscamos porque queremos
que responda a nuestras peticiones; y cuando finalmente responde
positivamente a nuestras súplicas, nos olvidamos de nuestra necesidad de
continuar cerca de Él.
La pregunta que me gustaría que nos hiciéramos es, ¿cuántas veces
buscamos a Dios a través de su Palabra y a través de la oración para vivir
una vida pura e irreprensible? Realmente no tiene nada de malo buscar al
Señor para que nos bendiga y responda a nuestras peticiones. A través de la
Escritura vemos ejemplos de gente piadosa que le buscaba específicamente
porque tenían peticiones serias, que podían ser respondidas exclusivamente
por Él. Pero además de esto, el Señor nos manda a tener una vida continua
de oración (1 Tes. 5:16–18).
A lo que me refiero es, ¿A caso solo debemos orar y buscar a Dios para
que nos dé lo que queramos? ¿A caso debemos buscar a Dios como si Él
fuera una caja de primeros auxilios o como si fuera el genio de la lámpara?
¿Cuántas veces realmente buscamos a Dios para disfrutar nuestra comunión
con Él?
El salmista tenía una cosa en mente: estar más cerca de Yahweh.

El contexto de nuestro Texto


En el Salmo 119:1-8, observamos que el salmista habla de aquellos que
están en una posición envidiable en cuanto a bendiciones de parte de Dios,
y cuyos caminos son rectos delante de Dios. Una de las verdades más
importantes acerca de la primera estrofa de este salmo es que aquellos que
son bienaventurados y que viven rectamente, no buscan al Señor
simplemente para recibir Su favor; sino que le buscan con todo su corazón
para fortalecer y enriquecer su relación con Él. Hay una gran diferencia
entre buscar a Dios para ser bendecidos, y buscar a Dios para estar más
cerca de Su presencia. Cuando anhelamos estar más cerca de Él, entonces
podremos disfrutar de sus bendiciones, ya que Él se complace cuando le
buscamos de todo corazón (Heb. 11:6).
Dios no solo se complace cuando le buscamos, sino también cuando
obedecemos sus mandamientos (1 Sam. 15:22). Muchas veces la Escritura
nos da instrucciones que se ven aparentemente sencillas de seguir y
obedecer; pero realmente necesitamos depender completamente de la ayuda
de Su Espíritu para guiarnos a la obediencia. Esto lo vemos en los primeros
ocho versículos de este salmo, donde observamos instrucciones para una
vida de comunión con Él.
Una pregunta que viene a nuestra mente es, ¿cómo podemos obedecer y
aplicar las instrucciones de Dios para poder vivir una vida que glorifique
Su santo nombre? Uno de los problemas más grandes que he visto en
muchos expositores o predicadores de hoy, es que a veces sus sermones son
tan complicados y técnicos que la gente no tiene la más mínima idea de
cómo aplicar el texto que escucharon.
Algunos han llegado al extremo de decir que no hay necesidad de dar
aplicaciones en sus predicaciones ya que el Espíritu Santo es quien se
encarga de guiar a su pueblo. Es cierto esto; sin embargo, como maestros
de la Escritura, también tenemos el deber y la responsabilidad de instruir de
una manera práctica al pueblo de Dios para que todos los creyentes tengan
las herramientas necesarias para vivir en obediencia. Si tanto amamos a
nuestros hermanos en Cristo, entonces no podemos dejarlos a la deriva.
Cuando leemos la Escritura observamos que el Señor siempre nos da los
medios para vivir en obediencia y poner en práctica lo que Él nos instruye.
Simplemente, la salvación que Dios nos dio por Su gracia nos lleva a vivir
una vida santa y de obediencia. En 1 Timoteo 1:9, Pablo lo dice:

… quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a


nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
¿Cómo lo puedo lograr?
¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu
palabra.
Salmos 119:9

Otra manera de entender lo que el salmista escribe es: ¿Cómo podemos


mantener sana nuestra relación con Dios y vivir una vida pura y de
obediencia a su Palabra? En primer lugar, la palabra que el salmista usa en
referencia al “ joven ” no se refiere exclusivamente a un adolescente.
Realmente el significado de esta palabra incluye a todas las personas —
jóvenes y adultos— que aún están en el proceso de madurez. Esto quiere
decir que el salmista se refiere a cualquier joven que está entre los 12 y 13
años y también a aquellos que tienen más de 30 y 40. El hecho de que una
persona pase de esa edad no garantiza que sea madura. Hoy más que nunca
existen muchos que están en sus 30’s y 40’s, pero continúan viviendo y
actuando como adolescentes o como niños. Estos podrían entrar en el grupo
de “jóvenes”.
Cuando leemos este pasaje a veces pensamos que el Salmista se refiere
solo a “jovencitos”. He visto a maestros y maestras de escuela dominical
enseñar este texto como algo exclusivo para niños y adolescentes. Pero en
realidad el “joven” incluye un grupo de personas más amplio.
En segundo lugar, la frase que leemos “ guardar puro su camino ”
también podría traducirse como “mantener puro su camino”. Generalmente
la palabra hebrea que se traduce como “ puro ” se refiere a la pureza moral
que no solo abarca a lo sexual, sino también a la forma de actuar y pensar
de una persona. Esta pureza moral es esencialmente lo que refleja la
integridad de una persona irreprensible.
En tercer lugar, a veces cuando leemos este versículo, lo primero que
pensamos es “¿Cómo mantener nuestras vidas en santidad?” o simplemente
“¿Cómo mantener una vida pura?” En realidad, lo que el salmista está
buscando es “¿Cómo puede el joven traer su vida o camino a un estado
continuo de pureza moral?” De hecho y en otras palabras, lo que el autor
está preguntando es: “¿Cómo puede el joven caracterizarse por un estilo de
vida de pureza moral que glorifique y dé honra al nombre de Dios?”
Date cuenta que el salmista no solo está buscando la respuesta y la
ayuda necesaria para vivir en santidad y en pureza moral. Tampoco hace
esta pregunta solamente para abstenerse de algo que pueda llevarlo a caer
en pecado. Lo que el escritor busca es la manera de obedecer a Dios y
fortalecer su comunión, así como su relación personal con Él.
Es por eso que la respuesta a esta pregunta se encuentra en la segunda
sección del versículo 9: “ Guardando tu palabra ”. La palabra ‘
guardando ’ transmite la idea de alguien que está observando atenta y
cuidadosamente algún objeto sin que nada ni nadie lo distraiga.
Uno de los personajes literarios favoritos de mi esposa es Sherlock
Holmes. Ella ha leído todas sus novelas. Por mi parte, me han gustado las
series de televisión y algunas películas que han salido en el cine acerca del
famoso investigador; en especial la interpretación de Jonny Lee Miller. Una
de las características más extraordinarias de Sherlock Holmes es su
determinación y paciencia al observar los detalles de algún crimen. Holmes
pasa horas —incluso días enteros— observando cuidadosamente todos los
detalles del misterioso crimen; robo, gente extraviada, asesinato y etcétera.
Como resultado, sus investigaciones siempre son un verdadero éxito ya que
su habilidad de observación es incomparable.
En esencia, esta es la manera en la que el creyente debe observar y
guardar cuidadosamente la Palabra de Dios. Solo de esta manera, el
cristiano podrá entender y disfrutar su relación con Dios. Esto dará como
resultado vivir una vida pura para la gloria de Su nombre. En pocas
palabras, mientras más pasamos tiempo estudiando diligentemente la
Escritura, más claridad y discernimiento tendremos para entender la
voluntad del Señor en nuestras vidas.
Cuando éramos pequeños, ¿Qué pasaba cuando nuestros padres nos
daban instrucciones o mandatos de algún tipo, y no los obedecíamos? No
solamente se decepcionaban de nosotros, sino que también pagábamos las
consecuencias por haber desobedecido. Además de esto, tendríamos que
arrepentirnos, pedirles perdón y restaurar nuestra comunión con ellos.
El salmista nos demuestra que la única manera en la que podemos
disfrutar nuestra comunión con Dios es solo por medio de nuestra
obediencia a Su Palabra. Como resultado, podremos vivir en pureza delante
de Él. No hay técnica, ni estrategia, ni ideología humana que pueda
mantenernos cerca de Dios; no hay nada que pueda mantenernos en pureza
si estamos alejados de Él. Mientras más queramos tener nuestras propias
reglas y estrategias para vivir en obediencia, y mientras más confiemos en
nuestro propio poder y no en el Espíritu de Dios y Su Palabra, entonces
caeremos en pecado.
En 2 Tesalonicenses 5:22, Pablo da el mandato a los creyentes de
“abstenerse de toda clase de mal”. El problema y el error en el que muchas
veces caemos como cristianos es creer que el simple hecho de abstenernos
del pecado o de la tentación nos llevará a ser victoriosos. Aparentemente
esto es lo que dice el apóstol. Sin embargo, en el contexto de esta epístola,
la base fundamental del creyente es una vida de obediencia a la Escritura.
Uno se abstiene de toda clase de mal cuando ha vivido sometido en
obediencia a la Palabra de Dios. Pablo dio mandatos tales como estar
siempre gozosos (v. 16), orar continuamente o estar en un estado continuo
de oración (v. 17), estar agradecidos en todo (aun cuando las circunstancias
sean negativas); no ‘apagar’, o bien, sofocar al Espíritu (no vivir de una
manera en la que nuestra comunión con Dios se vuelva indiferente a las
cosas espirituales y la importancia de nuestra obediencia, llevándonos a
entristecer al Espíritu Santo); no menospreciar las profecías (no tratar con
desprecio o ver la Escritura revelada como si no tuviera valor alguno);
examinarlo todo (asegurarnos que nuestro discernimiento está basado en la
Escritura y el Espíritu); y retener lo bueno (todo lo que pueda ser usado
para la gloria de Cristo y del evangelio).
Sin embargo, a veces pasa todo lo contrario; solo buscamos evadir al
pecado, ignorando nuestra comunión con Él, y olvidamos que la base para
ser victoriosos es a través de una vida de integridad y obediencia. Por lo
tanto, no solo debemos buscar como apartarnos del pecado, ni tampoco
debemos buscar cómo vivir en pureza a base de nuestros propios esfuerzos.
Más bien debemos fortalecer nuestra relación con Dios, poniendo nuestros
ojos en Jesucristo y Sus mandamientos. Solo nuestra obediencia a la
Palabra viva y perfecta de Dios puede mantenernos en comunión con él.

Busca a Dios con todo tu corazón


Con todo mi corazón te he buscado;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
Salmos 119:10

¿Qué es lo que el salmista está diciendo en esta sección? La palabra “


corazón ” no se refiere exclusivamente a las emociones o los sentimientos
de una persona. Cuando escuchamos frases como “es que amo a tal persona
con todo mi corazón”, generalmente pensamos que la expresión se refiere a
las emociones. Dicho de otra manera, a veces creemos que el corazón se
refiere a las “mariposas” que sentimos en el estómago. Sin embargo, en la
cultura hebrea del AT, el corazón iba más allá de las emociones; esto
incluía el entendimiento, la voluntad, el intelecto y la mente de una
persona. El corazón principalmente representaba al hombre interior, las
intenciones, la motivación y todo lo que uno es.
Así mismo, la frase “ te he buscado ” denota la idea de buscar algo con
seria determinación. En repetidas ocasiones yo cometía la negligencia de
olvidar en donde había puesto mi cartera. Una vez la extravié al grado que
casi me puse a llorar; realmente no traía mucho dinero, pero sí tenía mi
licencia y mis tarjetas del banco. Cuando comencé a buscarla lo hice con
seria determinación. Tal fue mi actitud que no quería que mi esposa me
hablara o me distrajera, ya que necesitaba estar enfocado para poderla
encontrar. Después de un tiempo prolongado, por la gracia de Dios la
encontré.
Aunque mis circunstancias eran completamente distintas a las del
salmista, este tipo de determinación es lo que vemos en nuestro versículo.
Esta es la seria resolución que el salmista tenía al buscar a Dios y Su
Palabra. Él no quería estar distraído con las cosas o circunstancias a su
alrededor; su mente y su voluntad estaban completamente orientadas en
estar cerca de Dios. En otras palabras, el salmista nos demuestra que su
aspiración y su determinación estaban en fortalecerse y buscar a Dios con
todo el corazón. Él estaba plenamente comprometido, ya que su meta era
ser obediente a la Palabra del Señor. El salmista buscaba a Dios por sobre
todas las cosas.
Esto no significa que el salmista era perfecto, ni que estaba libre del
pecado; tampoco debemos pensar que Dios tiene como expectativa que
seamos inmunes a las tentaciones. Sino que tal y como el salmista lo
declara; el Señor nos ha dado las herramientas para que le busquemos con
todo nuestro ser y nos caractericemos por un compromiso y un deseo de
estar más cerca de Él. Para ser moralmente puros debemos tener dirección.
Y para tener dirección debemos tener continua comunión con la Palabra de
Dios.
Es por esa razón que el mismo salmista dice más adelante, “Lámpara es
a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” [49]
Suplica para no desviarte de Su Palabra
No dejes que me desvíe de tus mandamientos.

En la misma manera en la que nosotros le pedimos al Señor, “no nos


dejes caer en tentación” (Mat. 6:9-13); el salmista demuestra que una
persona comprometida con Dios, desea estar cerca de Él para no desviarse
de sus caminos y la Escritura. En el lenguaje original esta frase demuestra
una petición bastante fuerte, revelando que, separado de la ley de Dios, el
salmista terminará desviado y alejado. Este es el deseo que todos nosotros
como creyentes debemos tener: el de siempre estar cerca de nuestro Señor y
su Palabra.
Lamentablemente muchos que claman tener una relación con Cristo
prefieren tener más cercanía con las cosas del mundo que con Dios. Estas
personas no están en comunión con la Escritura y constantemente están
desviándose del camino correcto. Lo triste es que muchos de ellos nunca
han sido regenerados y tienen por poco la gracia soberana.
Recuerda que la única manera en la que puedes ser victorioso ante las
tentaciones y las pruebas es cuando te refugias en la Escritura y buscas a
Dios con todo tu corazón. Mientras más busques estar cerca de Él, serás
vencedor. Y mientras más vencedor seas, más reflejaras a Cristo en tu vida
y glorificarás Su nombre.

Atesora Su Palabra
En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.
Salmos 119:11

¿Qué es lo que el salmista dice en este versículo? En primer lugar,


cuando dice “ he atesorado ”; la idea es la de guardar un tesoro cuyo valor
es asombroso e incomparable, con el propósito de ser usado en un futuro o
para que no sea robado por un ladrón.
Cuando era pequeño me encantaban las historias de piratas. De hecho,
en alguna ocasión llegué a coleccionar juguetes de piratas con espadas y
tesoros. Algo que caracterizaba a estos personajes era la manera en como
guardaban sus tesoros. Por supuesto ellos no dejaban su tesoro a vista de
todos; sino que lo guardaban en lugares secretos donde nadie pudiera
encontrarlos ni robarlos.
En la novela “ El Conde de Montecristo” , el personaje principal —
Edmundo Dantes— encuentra el tesoro de ‘César Spada’ en la inhabitada y
asolada isla de Montecristo. Tal tesoro no solo se encontraba en un lugar
inhabitado, sino que estaba escondido bajo una cueva en la profundidad del
océano. La única manera de poder encontrar un tesoro como el de Spada,
era a través de un mapa claro y certero.
Usualmente o casi siempre, la gente guardará un tesoro invaluable con
cuidado; sabiendo que si llegara a ser robado, sus vidas estarían arruinadas.
Si la gente guarda y esconde algo material y tan vano como el oro y los
diamantes, ¿No deberíamos nosotros atesorar la Palabra de Dios con mayor
determinación? Tristemente, muchos creyentes están mas interesados en
atesorar sus bienes materiales y otras cosas, antes que la Escritura.
La raíz de la palabra “ corazón ” en el hebreo, es la misma donde
adquirimos la palabra “ hogar ”. Y realmente lo que el salmista está
diciendo, es que en su corazón él ha hecho un hogar; una casa, o un lugar
donde puede guardar y atesorar la palabra de Dios. [50]
Hace algunos años, tuve la oportunidad de mirar un video de unos
hermanos en China, quienes habían recibido algunas biblias. Su reacción al
recibirlas me hizo un nudo en la garganta. Uno podría pensar que para ellos
habría sido bueno recibir ayuda financiera y material. Pero al ver como
abrazaban las biblias, me di cuenta que lo que más atesoraban en sus vidas
era la Escritura; eso era lo más valioso para ellos. Aunque su reacción fue
externa, evidentemente su felicidad reflejaba lo que había en su corazón.
Dentro de nuestro contexto hispanohablante, ¿Cómo podemos atesorar
la palabra de Dios en nuestros corazones? ¿Acaso es solo por medio de la
memorización y la lectura diaria de las Escrituras, de una manera forzada o
superficial? Esas son solo algunas maneras.
Afirmamos que la Palabra de Dios es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra (2 Tim. 3:16-17); también afirmamos que la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón (Heb. 4:12); y que su palabra
no vuelve vacía (Isaías 55:11). Sin embargo, algo que comúnmente he
observado es que muchos en nuestras iglesias, piensan que la Escritura es
un tipo de amuleto o libreto mágico con el cual podemos leer algunas
palabras y de manera automática e inconsciente recibiremos bendiciones,
ánimo espiritual y libertad del sufrimiento.
Hace poco tiempo impartí una clase de Panorama al Antiguo
Testamento en una iglesia que no tenía la mejor doctrina. La esposa del
pastor me comentó que una de las cosas que los miembros de su iglesia
acostumbraban a hacer, era cubrir algo, alguien o alguna situación con “la
sangre de Cristo”, tratando la sangre preciosa de nuestro Señor como algo
meramente supersticioso o mágico. Tristemente, mucha gente hace esto con
la Escritura.
La pregunta que surge es, ¿Cómo podemos atesorar las escrituras en
nuestra vida? ¿Cómo logramos que la palabra de Dios reine en nuestra
mente y corazón?
Anteriormente habíamos observado una de las características más
importantes acerca de la palabra ‘concupiscencia’. Este pecado se
caracteriza por ser el motor y motivación que controla la vida y la mente de
una persona. Todas sus acciones surgen de este pecado.
El día de hoy es común ver muchos que se autonombran creyentes, pero
que son reinados y controlados por vanidades y trivialidades. Muchas de
estas personas están hipnotizadas por el dinero; y todas sus acciones están
gobernadas por lo material, la fama y el éxito. Estas cosas no son
necesariamente malas cuando se manejan con sabiduría y control. El
problema es que muchos han hecho de todo esto, un ídolo más; y en su
totalidad, tienen metas que no son teocéntricas, sino egocéntricas y
antropocéntricas. [51]
Lo que el salmista nos demuestra en esta sección, es un contundente
contraste. Hemos atesorado la Palabra de Dios cuando nuestra mente,
nuestras acciones, nuestra voluntad y nuestra disposición, están
gobernadas, ocupadas y dirigidas por la Escritura en todo momento a través
de nuestra vida. Hemos atesorado la Escritura en nuestros corazones
cuando estamos continuamente meditando en lo que Dios ha revelado;
demostrando así una dependencia total al Espíritu de Dios. Una persona
que ha atesorado los mandamientos del Señor en su corazón es aquella que
se caracteriza por estar en constante conformidad a lo que Dios dice.

El propósito de atesorar Su Palabra


¿Cuál es el propósito de atesorar o guardar la palabra de Dios en nuestro
corazón? Como lo he mencionado anteriormente, muchos creyentes tienen
un entendimiento profundo de las Escrituras. Lamentablemente un gran
número de ellos tienen este conocimiento solo por vanagloria y
egocentrismo. De nada sirve poseerlo en la mente, si no está siendo puesto
en práctica y obediencia.
Sin embargo, aquellos quienes han edificado un hogar en sus corazones,
para atesorar la Escritura, desean obedecerla con todo su corazón. El
salmista nos demuestra que el propósito principal de atesorar la Palabra de
Dios en nuestras vidas es “ para no pecar contra ti ”. Esta frase es
bastante fuerte y determinante ya que en el lenguaje original lo que está
diciendo es “ para nunca pecar contra ti ”.
¿Crees que sea posible el nunca pecar contra Dios? Bueno, sabemos que
es imposible. Hay algunas denominaciones —yo me atrevo a catalogarlas
como sectas— donde enseñan que el cristiano puede llegar a un punto en su
vida en el que ya no peca más. A estos grupos se les olvida —o ignoran a
propósito— lo que el apóstol dijo en 1 Juan 1:8 y 10:

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos,


y la verdad no está en nosotros… Si decimos que no hemos pecado, le
hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Entonces, ¿Por qué estaría diciendo el salmista “ para nunca pecar


contra ti ” si sabemos que humanamente es imposible? Porque aquí vemos
la disposición y la convicción de un hombre que desea vivir en santidad y
obediencia. Tal compromiso se ve manifestado al grado que en su corazón
se ha propuesto nunca pecar contra Dios. No significa que jamás pecará, ni
que sea humanamente perfecto; más bien su resolución es vivir rectamente
delante de Dios para no caer.
Estas palabras son una llamada de atención para todos los creyentes.
Como pueblo de Dios muchas veces tenemos el deseo de vivir en
obediencia; pero cuando las tentaciones se presentan, a veces caemos en el
error de decir: “bueno… en esta ocasión no pasará nada si peco poquito”.
Conozco a muchos que pensaron de esta manera y las consecuencias de sus
acciones fueron devastadoras. Esta actitud desobediente y pecaminosa
refleja exactamente lo que Pablo dice en Romanos 6:15 diciendo: “¿Qué,
pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En
ninguna manera”. Las palabras “ en ninguna manera ” que utiliza el
apóstol demuestran la negación más fuerte en el lenguaje griego. Esto
significa que, aunque vivamos bajo la gracia de Dios jamás debemos
considerar la probabilidad o posibilidad de pecar. Deberíamos ver
como una aberración, a la supuesta libertad para pecar. Lamentablemente,
hacemos lo contrario y creemos que porque Dios nos ama, tenemos el
permiso para cometer pecados arbitrariamente.
Démonos cuenta que, por nuestra propia cuenta, es imposible ser
perfectamente puros delante de Dios. Habrá momentos en que seremos
débiles y habrá momentos en los que caeremos en pecado; sin embargo, ya
no estamos atados al antiguo hombre y ya no vivimos para nuestra carne.
En numerosas ocasiones he escuchado a gente sacar de contexto la
Escritura y usar como excusa la frase “la carne es débil” (Mat. 26:41).
Otros han llegado al extremo en aconsejar a los que caen en pecado: “no te
preocupes, Cristo te ama”. Y aunque es completamente cierto que Cristo
nos ama, tal realidad no nos da licencia para vivir en pecado.
Una de las maravillosas verdades acerca de la justificación del creyente,
es precisamente considerar que Dios, sabiendo que por nuestra propia
cuenta éramos incapaces de ser puros y santos delante de Él, mandó a su
Hijo no solo para que diera su vida por nosotros en la cruz del calvario,
sino también para vivir una vida de perfecta obediencia y rectitud en
nuestro lugar.
Como pueblo de Cristo, debemos imitar la convicción que el salmista
tenía. Debemos guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones; y de esta
manera, aunque seamos imperfectos, tendremos la resolución de ser
espiritual y moralmente puros delante de Dios.

Busca Su ayuda
Bendito tú, oh SEÑOR; enséñame tus estatutos.
Salmos 119:12

Primeramente, observamos que el salmista “ bendice ” el nombre y la


persona de Dios. Literalmente hace hincapié en el hecho que Dios es
bendito, porque no hay alguien igual a Él; y bendice el nombre del Señor
demostrando que es digno de toda gloria y honra. El salmista señala que los
atributos de Dios son grandiosos y que sus maravillosas obras son
asombrosas.
En el lenguaje original la palabra “Señor” es “ Yahweh ”; este es el
nombre que revela Su incuestionable existencia, así como su relación con el
pueblo de Su pacto. [52] Al decir estas palabras, el autor bendice el nombre
de Dios por la comunión personal existente, así como por el pacto que ha
establecido con su pueblo.
El salmista proclama la grandeza de Dios y su relación con él,
llevándole a clamar, “ enséñame tus estatutos ”. La palabra “ enséñame ”
denota una idea militar de entrenamiento en la que el instructor estaba
activamente involucrado en el crecimiento y desarrollo del soldado. Con
esta palabra, lo que el escritor expresa es su anhelo para que Dios le enseñe
e instruya paso a paso a cómo obedecer sus estatutos.
Cuando era pequeño, a veces las maestras me dejaban tareas, trabajos o
proyectos que no tenía idea de cómo realizarlos. En varias ocasiones, mis
padres se involucraron para ayudarme y realizar mi tarea de una manera
adecuada. Cuando estuve en la universidad mi profesor de guitarra invirtió
mucho tiempo en mí. Él, siendo un guitarrista profesional de música
clásica, dedicó tiempo y esfuerzo en mis clases particulares para que mi
desarrollo como guitarrista fuera exitoso. Otro ejemplo; en lo personal me
encantan las artes marciales. No soy experto, pero sí dediqué varios años a
diferentes tipos de sistemas. En uno de ellos particularmente, los
instructores estaban activamente involucrados en nuestro desarrollo como
artistas marciales. Tuve maestros de diferentes países y todos tenían como
objetivo ayudarnos a realizar nuestras técnicas de una manera adecuada.
En esencia, esta es la imagen que el salmista nos demuestra en este
versículo. Él rogaba y pedía que Dios estuviera activamente involucrado en
su desarrollo y crecimiento espiritual. Él anhelaba, que el Señor le enseñara
y le diera todas las herramientas necesarias para poder vivir en obediencia y
en santidad.
Dios nos ha dado todo lo necesario para que permanezcamos firmes en
la fe. Él nos ha dado a su Espíritu y su Palabra. Siguiendo el ejemplo del
salmista, podemos tener la certeza, que el Señor nos ayudará para que
vivamos en obediencia e integridad.

Proclama Su Palabra
He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca.
Salmos 119:13

Cuando leemos la conjugación “ he contado ”, generalmente podríamos


pensar que el salmista está hablando de la cantidad y medida de todas las
ordenanzas que provienen de la boca de Dios. Sin embargo, esta palabra
podría entenderse mejor como “he proclamado”, o incluso “he informado”.
Lo que el salmista literalmente dice, es que con su boca ha compartido y
proclamado acerca de todos los mandatos que Dios mismo le ha revelado a
través de su Palabra. Podríamos pensar que esto se refiere a la acción de
“enseñar” o “instruir”; pero en realidad esto simplemente se refiere a la
idea de anunciar, informar, compartir y proclamar lo que Dios ha revelado a
través del poder de su boca.
Hace muchos años tuve la dicha de conocer a un amado amigo y
hermano en Cristo, llamado Simon Chung. Él pasó a la presencia de Dios
después de una larga lucha contra el cáncer. Antes de que fuera
diagnosticado con tal enfermedad, Simon y yo fuimos miembros de un
estudio bíblico, donde tuve la oportunidad de dirigir la alabanza. En una
ocasión, él me compartió acerca de su vida antes de ser salvo, así como sus
presentes pruebas y tentaciones como cristiano. Algo que me compartió y
que hasta el día de hoy continúa haciendo eco en mi mente fue que cuando
él era tentado a ver, decir o hacer cosas pecaminosas que desagradan a
Dios, proclamaba, anunciaba o compartía la Palabra de Dios a otros
hermanos en la fe que estaban sufriendo y siendo tentados de la misma
manera. En otras palabras, en medio de su tentación, él compartía la
Escritura para que el enfoque fuera colocado en Dios y en sus hermanos.
Aunque el salmista no necesariamente hace una alusión directa a la
tentación, después de ver lo que hemos estudiado, podemos concluir que
una manera efectiva de enfrentar la tentación —y las pruebas en general—
es proclamando y compartiendo la Palabra de Dios a aquellos que son
nuestros hermanos en la fe y que son copartícipes del mismo sufrimiento y
batalla espiritual.
Generalmente cuando somos tentados, en lo único que pensamos, es en
nosotros mismos, nuestra tentación y en cómo Dios probablemente nos va a
disciplinar en caso de no arrepentirnos del pecado. Y aunque debemos tener
temor de Dios, muchas veces solo pensamos en las consecuencias de
nuestras acciones y en la probable disciplina que recibiremos, en vez de
enfocarnos en nuestra obediencia como cristianos.
Lo que vemos en este salmo es a un hombre de fe que ha pasado por las
situaciones más difíciles en su vida, pero que nos demuestra y nos enseña a
cómo mantener una comunión apropiada con nuestro Dios. Esto a la postre
nos llevará a vivir en obediencia y en pureza delante de Él. Teniendo esto
en mente, también nosotros podremos animar a nuestros hermanos en
Cristo para que ellos puedan vivir de la misma manera.

Disfruta Su Palabra
Antes que pasemos a los últimos tres versículos de esta estrofa, déjame
decirte esto: Si buscamos a Dios y obedecemos su Palabra como requisito o
como algo que ha sido impuesto por nuestros padres o pastores, entonces lo
estaremos haciendo de la manera incorrecta. He escuchado a diferentes
hermanos en la fe compartir que en algunas iglesias —también prefiero
llamarles sectas— los líderes exigen que los miembros lean una cierta
cantidad de capítulos bíblicos al día. Después, deben entregar un reporte
semanal de lo que leyeron.
¿Cuál es el problema? Podría presentar una lista extensa de todos los
problemas que surgen como resultado de tales imposiciones; sin embargo,
me quiero enfocar en lo siguiente: nuestro estudio de la escritura debe ser
algo que nace de nuestros corazones. Debe ser algo que Dios pone en
nosotros para buscarle más; debe ser algo que lo hagamos con gozo,
regocijándonos en lo que Él ha revelado. Nosotros buscamos al Señor a
través de Su palabra porque deseamos estar más cerca de Él y no por carga
u obligación para con los hombres. Un contraste claro es observar lo que
dice el salmista, “ Me he gozado en el camino de tus testimonios, más
que en todas las riquezas ”.
Aquí lo que el autor nos demuestra es que su felicidad no está en las
cosas materiales, ni está en las riquezas de este mundo. Tampoco están las
lujurias y placeres que este mundo finito pudiera ofrecerle (1 Jn. 2:15-17).
El gozo y la felicidad del salmista están en la Palabra de Dios. Su gozo se
encuentra en los testimonios que hablan acerca de todo aquello que revela
la persona, el carácter y las maravillosas obras de Dios reveladas en su
Palabra. No hay tesoro más valioso, ni más hermoso en la vida del salmista
que aquello que el Señor ha revelado.
Aquí vemos que el salmista no buscaba a Dios para quedar bien con la
gente; es más, ni siquiera lo quería hacer para “impresionar” a Dios. Él lo
hacía porque su gozo se encontraba en lo eterno y no en lo pasajero. De la
misma manera nosotros podemos buscar al Señor.; no como algo que nos
hayan impuesto, sino como el deseo más profundo de nuestro corazón.

Céntrate en Su Palabra
Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos.
Salmos 119:15

¿Qué es “ meditar ”? En los últimos años ha surgido un interesante


despertar en todo lo esotérico y lo místico. Religiones como el budismo,
taoísmo, el sintoísmo y otras creencias como el hinduismo, han acaparado
la atención de muchas personas alrededor del mundo. A veces pensamos
que la meditación tiene estrictamente un contexto de ese tipo; sin embargo,
esto no es lo que el salmista quiere decir. Esta palabra (meditar) transmite
la idea de “ procesar ” los pensamientos de uno, enfocándose en como
obedecerlos para glorificar a Dios a través de una vida recta. Los preceptos
de los cuales habla el autor son cada una de las instrucciones que Dios nos
ha dado a través de su Palabra. Como hijos suyos debemos obedecer estos
preceptos paso a paso conforme a lo que Él exige.
Cuando era pequeño, seguido mis padres me daban la orden de hacer mi
tarea escolar. ¿Qué pasaría si en vez de haber hecho mi tarea, les hubiera
dicho: “¡miren! No hice mi tarea, pero limpié mi cuarto, lavé los trastes y
arreglé otras cosas” ¿Crees que mis acciones habrían sido de obediencia?
Por supuesto que no, sino todo lo contrario. Yo tenía la responsabilidad de
no solo hacer mi tarea, sino principalmente de obedecer la orden o el
“precepto” dado por ellos. Mis padres tenían una expectativa y en lugar de
obedecerles, les desobedecí, ya que no seguí paso a paso lo que me
encomendaron.
La idea que el salmista emplea aquí al decir “ preceptos ”, es con
relación a esos mandatos que Dios ha dado para que los obedezcamos
conforme a lo que Él quiere y espera; y no de acuerdo con lo que nosotros
pensamos o queremos hacer. En esencia, esto demuestra que la mente del
salmista está constantemente pensando y procesando los preceptos de Dios
para que así pueda obedecerlos conforme a lo que Él ordena.
¿Qué es “ considerar ”? Esta palabra demuestra la idea de poner
cuidadosa atención a los caminos de Dios. Esto no quiere decir
simplemente, estudiar la Escritura en automático; esto no es nada más leer
la biblia para que mi pastor esté feliz conmigo; no significa, ir a estudios
bíblicos o reuniones de discipulado. Tampoco es ir al seminario o
simplemente asistir al grupo de jóvenes de mi iglesia. Esto realmente
significa, leer y estudiar las Escrituras con diligencia y atención, para que
así podamos obedecer de una manera sincera y precisa.
Como lo habíamos estudiado en nuestro primer capítulo, Nicodemo era
un fariseo, líder y aparente conocedor de la Escritura. Aun así, su alma
seguía lejos de Dios. Él estudiaba la ley y los profetas por prestigio y
reputación, pero no por amor a la Palabra. Lo importante es considerar la
Escritura para abrazarla, obedecerla y exaltarla.

Deléitate en Su Palabra
Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.
Salmos 119:16

Aquí vemos que el salmista encuentra su deleite a través de una


comunión estrecha con Dios y su Palabra. Así como en versículo 11, él
tuvo la disposición, deseo e intensión de nunca pecar contra Dios, aquí él
tiene la misma determinación para nunca olvidar la Palabra de Dios. Este
tipo de disposición no surge cuando el creyente ve su comunión con el
Señor como una carga ni mucho menos como un estorbo; más bien, lo que
el salmista demuestra es el resultado de un verdadero creyente que se
deleita en la Escritura.
El salmista no era un jovencito que apenas comenzaba a entender la
complejidad de la vida; tampoco era un simple muchacho en busca de una
vida simple y sencilla, llena de éxito material y placeres. Él era un hombre
de Dios que había entendido el costo y el gozo de lo que significa ser un
creyente. Por lo tanto, él nos demuestra y nos enseña, que así como él
encontró la respuesta para vivir en pureza moral delante de Dios, nosotros
como cristianos también podemos seguir su ejemplo y ponerlo en práctica.
Alguien que está seguro de su salvación se refugia en la Palabra de Dios
para fortalecer esa comunión. Un verdadero creyente, imitará el estilo de
vida del salmista, para vivir en integridad y pureza moral delante del Señor.

Conclusión
Muchos de nosotros hemos creído que hay un tipo de secreto o “receta
mágica” para vivir en pureza. Incluso, muchos hemos pensado que Cristo
simplemente va a quitar las luchas de nuestra vida como si Él fuera el genio
de la lámpara. Pero la realidad es que no hay ningún secreto; sino que la
respuesta se centra en tener el deseo genuino en nuestro corazón de tener
una comunión verdadera con Dios. La respuesta está en que busquemos a
Cristo con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente, sabiendo que
solo manteniendo comunión con Él podremos ser victoriosos ante las
tentaciones y las pruebas.
De nada sirve ser una persona moral sin tener comunión con Dios. Por
lo tanto, si has querido vivir en pureza; si has querido vivir en comunión
con Dios, pero simplemente no has podido, es porque debes analizar tu
corazón y observar si realmente tu fe es genuina.
Cuando estudiaba mi carrera, en la facultad de música, solían invitar
frecuentemente a un concertista judío y hermano en la fe llamado Sam
Rotman. Él fue criado en un hogar donde se practicaba el judaísmo. Iba a
las sinagogas y se sometía a todas las tradiciones de su religión. El hermano
compartió que humanamente hablando, él había vivido una vida intachable.
Siempre fue sincero en la escuela, nunca hizo trampa, jamás consumió
drogas ni se embriagó. Tampoco tuvo relaciones sexuales antes del
matrimonio y delante de todo el mundo era una persona moralmente recta.
Sin embargo, por más que esta era su apariencia, Rotman confesó que
en su mente y en su corazón él era la persona más perversa, corrupta e
inmoral que pudiera existir. Por fuera, Rotman era como la descripción que
Jesús dio a los fariseos de la época en Mateo 23:27, blanqueado y
mostrándose hermoso; pero por dentro, estaba lleno de huesos de muertos y
de toda inmundicia. Por la gracia de Dios, posteriormente, Rotman vino a
los pies de Cristo. Dios le hizo nacer de nuevo para creer en el Mesías.
Desde que Dios transformó su vida y le dio la potestad para tener fe en
Jesús, entendió lo que significa tener una comunión verdadera con Dios.
Hoy más que nunca, Rotman conoce el verdadero significado de vivir una
vida pura delante de Dios.

¿CÓMO DEBE SER UN CREYENTE


PIADOSO?

1 TIMOTEO 4:12
He visto una interesante situación en nuestras iglesias. Por un lado, el
Señor soberanamente ha causado un gran despertar espiritual en la vida de
muchos creyentes gracias a la predicación expositiva de Su Palabra. Cada
vez son más los cristianos que están hambrientos por aprender la sana
doctrina, la teología bíblica, la teología reformada y por sobre todas las
cosas, la Escritura.
Tristemente, por otro lado, hay muchos en las iglesias que aún no han
entendido su llamado como cristianos. Una gran parte de ellos se han
dejado llevar por la influencia de las redes sociales, llegando a imitar el
ejemplo del mundo y de aquellos quienes odian a Dios. Algunos han creado
una vida “híbrida”, teniendo un pie en las cosas de Dios y teniendo el otro
—a veces el cuerpo entero— en las cosas del mundo. Muchos se han
dejado afectar por una agenda mundial que a lo malo le llama bueno y a lo
bueno le llama ‘anticuado’.
Lamentablemente, estos creyentes, tanto jóvenes como adultos,
dejándose llevar por las cosas del mundo, han causado un impacto negativo
en la vida de otros cristianos dentro de la Iglesia. Por si fuera poco,
aquellos que viven de una forma inestable o no constante —espiritualmente
hablando— se han dejado llevar por el ejemplo superficial de supuestos
líderes evangélicos. Muchos de estos “líderes” promueven el humanismo,
el éxito, la prosperidad y aun el misticismo, más que convicciones firmes y
un amor profundo por Cristo y la proclamación del evangelio.
La realidad es esta: jamás podrás ser un modelo a seguir tanto en tu
juventud como en tu adultez, y nunca podrás vivir de una manera que
glorifique a Dios, a menos de que tengas tu vida completamente consagrada
a Dios y a Su Palabra.

Jonathan Edwards, uno de los puritanos más conocidos en la historia de


la iglesia, comenzó a escribir sus setenta resoluciones cuando apenas tenía
diecinueve años. En estas resoluciones, Edwards describe una serie de
pasos para disciplinarse así mismo a la piedad. A pesar de que era muy
joven, Edwards no utilizó su juventud como excusa para dejarse llevar por
la influencia del mundo. Sino que su amor por Dios lo llevó a ser un joven
piadoso y un creyente ejemplar. En su primera resolución, Edwards
escribió:
Tomo la resolución de que voy a hacer todo aquello que piense que sea
más para la gloria a Dios, y mi propio bien, beneficio y placer, durante
mi tiempo; sin ninguna consideración del tiempo, ya sea ahora, tras
millares de años. Me resuelvo hacer cualquier cosa que sea mi tarea, y
deber para el bien y la ventaja de la humanidad en general. Tomo la
resolución, de hacer esto sin importar cualquier dificultad que se me
presente, ni cuantas ni que tan grandes puedan ser. [53]

En esencia, Edwards puso en práctica las exhortaciones que Pablo le dio a


Timoteo. Incluso cuando Timoteo era alguien relativamente joven para
asumir un rol pastoral; él no debía dejarse llevar por la oposición de los
hermanos y los líderes de la iglesia, así como la oposición e influencia
negativa de los falsos maestros. Timoteo debía demostrar que él podía ser
un creyente piadoso y ejemplar.

El contexto de nuestro texto


Aunque en el contexto de este pasaje Pablo presenta varias
exhortaciones que Timoteo debía poner en práctica como siervo y ministro
de Dios; y aunque el texto que veremos hoy es específicamente relacionado
a las cualidades de un pastor y predicador de la palabra; aquí vemos
principios que deben aplicarse en la vida de todo creyente, tanto jóvenes
como adultos.

La edad no importa, sino el corazón


Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
1 Timoteo 4:12

Cuando dice “ ninguno ”, Pablo no solo incluye a los miembros de la


iglesia de Éfeso, donde Timoteo había sido puesto como ministro, sino
también a los líderes que estaban ministrando con él. Los líderes pudieron
haber sido mucho mayores que Timoteo tanto en edad como en experiencia
y conocimiento. A diferencia de Timoteo, los ancianos eran hombres
maduros y con una trayectoria más determinante. A pesar de que Timoteo
fuera alguien joven, nadie debía tenerle en poco.
¿A qué se refiere cuando dice “ tenga en poco ” refiriéndose a su
juventud? En primer lugar, esta traducción es muy suave en comparación a
lo que la palabra significa en el original. De hecho, algunas traducciones la
escriben como “ menosprecie ”; sin embargo, esta traducción, de igual
manera carece de la fuerza necesaria para describir la palabra que Pablo
realmente utilizó.
La palabra en el original no solo transmite la idea de mirar hacia abajo,
tener en poco o menospreciar. Sino más bien denota la idea de un desprecio
hacia alguien por alguna condición o estado. Esta palabra significa un
“desprecio o aversión, implicando que uno considera a la persona o al
objeto como de poco valor”. [54] Ahora bien, ¿Qué llevaría a los creyentes a
despreciar a Timoteo? ¿Cuál sería la razón? La respuesta obvia, era la
juventud de Timoteo.
En 1 Samuel 17:42-44 cuando David estaba a punto de pelear contra
Goliat, el filisteo le maldijo y se burló descaradamente de él:

Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era


muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David:
¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por
sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las
aves del cielo y a las bestias del campo.

Solo ponte a pensar en esta situación. Eres un joven de pequeña estatura,


enfrentándote a un gigante de más de dos metros de altura. Creo que en una
situación así todos hubiéramos sido intimidados y hubiéramos corrido por
protección. Sin embargo, aun cuando Goliat quiso intimidar a David,
maldiciéndole y burlándose de él, el pequeño pastor de ovejas permaneció
firme, ya que confió plenamente en el poder y en las promesas de Yahweh.
Timoteo por otro lado, aun cuando era joven e inexperimentado, no
debía desalentarse ni dejarse intimidar por aquellos quienes le tenían en
poco. Él debía continuar firme confiando en que Dios estaba obrando a
través de él. En segundo lugar, cuando dice: “ que nadie tenga en poco ”
es un mandato en el tiempo presente. La pregunta que surge es ¿Hacia
quién es dirigido este mandato? Esto podría entenderse de dos maneras:

1. Mandato para Timoteo : el mandato de Pablo era para que


Timoteo no permitiera que los demás le tuvieran en poco y
despreciaran su juventud.

2. Mandato para los Congregantes de Éfeso : el mandato de Pablo


era dirigido a toda la iglesia, en la que tenían prohibido
despreciar la juventud de Timoteo.

En lo personal, yo pienso que de entre ambas posibilidades, la segunda


tiene más peso. [55] Aunque el recipiente de esta epístola era el joven
Timoteo, su responsabilidad era comunicarla a los hermanos y líderes de la
iglesia de Éfeso. Si este mandato hubiera sido exclusivamente para él,
entonces de alguna manera Pablo estaría dando la impresión de favorecer
un tipo de actitud impositiva o autoritaria; características que son contrarias
a las cualidades de un pastor. En medio de la oposición, la peor manera de
ganarse el respeto y el aprecio de los líderes y de los congregantes, habría
sido a través de una actitud dominante y totalitaria.
Realmente el mandato es para todos aquellos que constituían una
comunidad bajo el liderazgo de Timoteo; así como a los líderes que servían
con él. La iglesia de Éfeso en general debía obedecer lo que Dios ordenaba
a través de Pablo no solo de manera habitual, sino de manera absoluta. [56]
Este era un mandato que provenía directamente del Señor; y por más joven
que Timoteo fuera, los de la iglesia no debían despreciarlo o verlo como
alguien menos.
La palabra “ juventud ” no demuestra ni significa que Timoteo era un
adolescente o un “jovencito”. Él no era un adolescente como Daniel y sus
amigos cuando fueron llevados a Babilonia, o incluso como cuando David
enfrentó a Goliat. Tampoco era un niño como cuando el rey Josías comenzó
a reinar a los ocho años (2 Cron. 34:1-3).
Aunque ningún texto del NT nos dice con exactitud la edad de Timoteo
al momento de recibir esta epístola, es probable que él haya tenido entre 35
a 39 años. Y aunque no era un adolescente ni mucho menos un niño, dentro
del contexto histórico y sociocultural en el que él vivía, su edad era
considerada como la de un “joven”.
Esta juventud se refería no solo a la edad de una persona, sino también a
la frescura que uno tenía en términos laborales o profesionales; en este
caso, ministeriales. Por lo tanto, Timoteo era alguien joven, fresco y
aparentemente inmaduro para asumir el rol pastoral. Coloquialmente
podríamos decir que Timoteo era visto como alguien “verde” para estar al
frente de una iglesia.
En algunas ocasiones he visto que algunas iglesias asignan a pastores
muy jóvenes; y en algunos casos, la edad de estos pastores puede presentar
una distracción o problema para los que son mayores. Aquellos quienes han
vivido por más tiempo, pueden tener en poco al pastor, puesto que es muy
joven. En algunos casos, los pastores son tratados como niños sirvientes,
sin valorar que Dios les ha puesto ahí.
De una forma similar, a pesar de que Timoteo se veía como alguien
“verde” y joven para el ministerio, ¿Cómo debía comportarse ante la
oposición? La manera más efectiva en la que él podía confirmar su llamado
como ministro de Dios y así ganarse el respeto y aprecio de los hermanos
era a través de una vida ejemplar.

Sé un modelo a seguir
¿Quieres ganarte el respeto de la gente? Sé ejemplo y un modelo a
seguir de lo que Dios está haciendo en tu vida, a través de tu testimonio, tu
piedad, tu obediencia y tu santidad. Es por eso que Pablo dice, “ sino sé
ejemplo de los creyentes ”. Observa que Pablo no exhorta a Timoteo a ser
pendenciero o rebelde; ni mucho menos a ser vengativo. Sino que incluso
cuando Timoteo viera el desprecio de los hermanos, su respuesta debía ser
dirigida de una manera piadosa, reflejando así un carácter íntegro como
siervo de Dios: amable, sobrio, prudente, apacible y decoroso.
De igual manera, Pablo da el mandato a Timoteo “ para que
continuara siendo ejemplo de ” y “ a los creyentes ”. La palabra “
ejemplo ” es muy interesante porque literalmente significa modelo,
esquema o patrón. En algunos contextos, esta palabra se refiere a un “tipo”
como lo fue el tabernáculo del AT, funcionando como figura o tipo del
verdadero tabernáculo celestial (Heb. 8:5). Esta palabra también se refiere a
los símbolos tipológicos que existieron en el AT que apuntaban
directamente a su cumplimiento Mesiánico en el NT. Por ejemplo, Adán
fue figura o tipo de Cristo (Rom. 5:14). El sistema sacrificial del Antiguo
Pacto fue un tipo o símbolo del sacerdocio y el sacrificio del Mesías.
En el contexto de nuestro texto, la idea principal es la responsabilidad
de Timoteo para ser un modelo o patrón a seguir para los demás. Esta
palabra se usa de la misma manera en otros textos. Por ejemplo, en Fil.
3:17 Pablo ordena a que los filipenses continuaran siendo imitadores de él,
así como él era de Cristo (1 Cor. 11:1). En 1 Tes. 1:6-7, Pablo utiliza esta
misma palabra en referencia a la actitud de los creyentes en Tesalónica y su
ejemplar manera de vivir:

Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor,


recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del
Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de
Macedonia y de Acaya que han creído. [57]

Una de las principales cualidades de un verdadero líder espiritual y un


creyente piadoso, es su ejemplo y la influencia positiva que causa en otras
personas. Un verdadero líder es alguien que es un ejemplo de virtud,
justicia y santidad.
Algo que caracterizó el ministerio de Pablo fue precisamente su
indiscutible integridad, su influencia y su ejemplo; no solo a los miembros
de las iglesias y a los demás líderes apostólicos, sino a Timoteo en especial.
Pablo deseaba entrañablemente que Timoteo siguiera sus pasos y que él
mismo viviera de una manera ejemplar. Esta vida ejemplar no solo le
ayudaría a su propio testimonio, sino también para que aquellos que
cuestionaban su liderazgo y le despreciaban por su juventud no hallaran
pretextos para tachar su integridad.
Así mismo, de una manera práctica, una de las mejores armas que un
líder debe utilizar cuando encuentra oposición —y esto aplica no solo al
líder, sino a cualquier creyente— es no seguir los ataques de las personas,
ni dejarse llevar por la oposición. Más bien, el verdadero líder, debe
responder de una manera contraria a lo que la gente esperaría.
En nuestra carne, usualmente nos encontramos con el peligro de
responder vengativamente cuando enfrentamos diversos ataques. A veces
utilizamos pedradas o indirectas; incluso lo que más utilizamos como forma
de autodefensa o venganza es el sarcasmo. Sin embargo, aun cuando haya
personas que quieran tacharnos de algo o quieran ver lo peor en nosotros, la
manera de responder debe ser contraria a lo que ellos esperan: de una
manera piadosa, amorosa, paciente y ejemplar.
Aquellos que veían y trataban a Timoteo con desprecio, muy
probablemente tenían la expectativa de que su respuesta fuera inmadura,
vengativa, arrogante y orgullosa; y aunque este era el posible peligro o
tentación de Timoteo, Pablo le da el mandato de responder como un
verdadero hijo y siervo de Dios. El apóstol no solo era un hombre de
palabras, sino que él mismo habiendo sufrido oposición, persecución,
tortura y encarcelamientos, no devolvió mal por mal, tal y como lo dijo en
Romanos 12:17, “no paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno
delante de todos los hombres.”
Pablo fue un ejemplo y un modelo a seguir para los cristianos, y él
mismo puso todo su esfuerzo para imitar a Cristo. Por lo tanto, el apóstol
ordena a Timoteo a poner en práctica el ejemplo que recibió de parte de él.
En esencia, Pablo está pasando la batuta para que Timoteo y las siguientes
generaciones siguieran el ejemplo que recibieron de nuestro Señor
Jesucristo. Por consiguiente, este mandato no solo fue para Timoteo, sino
para todo líder, pastor, anciano, ministro y creyente; entre los cuales
estamos tú y yo.
¿Cómo debe comportarse un creyente piadoso? ¿Cómo puedo ser un
modelo a seguir? De manera práctica, Pablo nos da 5 cualidades que
reflejan la vida piadosa y ejemplar de un creyente. [58]

Sé ejemplo en palabra
¿A qué se refiere con esto? Aunque en el original esta palabra es muy
general y puede referirse principalmente a la palabra de Dios o incluso a
Cristo mismo (Juan 1:1); podemos pensar que en este contexto Pablo no se
está refiriendo a la predicación o a la enseñanza. Más bien de forma
general, él se refiere a las palabras que provienen de la boca de una persona
y el reflejo de lo que hay en su corazón.
Uno de los problemas principales que Jesús sostuvo con los fariseos y
los escribas era su hipocresía, y como esta se veía reflejada a través de sus
palabras blasfemas de odio. Jesús les llamó en Mateo 23:27-28 de una
manera sumamente fuerte:

…semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se


muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos
y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía e iniquidad.

Un poco antes en Mateo 12:22-37, los fariseos blasfemaron en contra del


Espíritu Santo, al atribuir el poder de Cristo a Belcebú; estas palabras, no
revelaron ignorancia o alguna incredulidad meramente superficial; sino que
revelaron lo más profundo que había en sus corazones: un odio desmedido
y un rechazo deliberado hacia la persona de Cristo; además de la falta del
nuevo nacimiento, así como la ausencia de una fe salvífica y justificadora.
Con base a los escritos del AT que los fariseos poseían, ellos sabían
plenamente que Jesús era el Mesías; sabían que Jesús era el Hijo de Dios;
sabían que Jesús era el único medio de salvación; sabían que Cristo era la
consolación de Israel. Aun así, no quisieron entender, ni creer (Zacarías
7:11). Por lo tanto, cuando Jesús expuso la hipocresía y corrupción de sus
corazones, en lugar de reconocer su pecado y su necesidad de
arrepentimiento, maldijeron a Jesús y blasfemaron en contra del Espíritu
Santo. Observa cómo Jesús se expresa de estas personas de los versículos
34 al 36:

¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?


Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno,
del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del
mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa
que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Con esto en mente, observamos que las palabras provenientes de la boca
de una persona reflejan más de lo que damos crédito. Generalmente, las
palabras que una persona expresa pueden manifestar vida o muerte
espiritual.
Es por eso que Pablo exhorta a Timoteo —y a todo creyente— a que sea
un creyente piadoso y un modelo a seguir en cuanto a su forma de hablar y
dirigirse a los demás. En Efesios 4:25, 29, 31, nuevamente el Señor nos
instruye a través del apóstol Pablo a cómo los verdaderos cristianos deben
hablar:

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su


prójimo; porque somos miembros los unos de los otros; ninguna
palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes; quítense de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia.

En uno de sus sermones, Charles Spurgeon dijo: “Preocúpate, entonces,


que tu conversación sea más de Cristo que de cualquier otra cosa que
poseas”. [59]

Sé ejemplo en conducta
La palabra griega que Pablo emplea en esta sección es contundente. Esta
conducta refleja el comportamiento y el estilo de vida de una persona. Algo
muy interesante es observar que el comportamiento de una persona va de la
mano de las palabras que provienen de su boca. Tanto las palabras, como la
conducta de una persona reflejan lo que está en su corazón.
Cuando Pablo cita en el texto: ‘en palabra y conducta’, Calvino observa
lo siguiente: “el significado es el mismo que si hubiera dicho ‘por palabras
y acciones’ y, por lo tanto, por toda la vida”. [60] De acuerdo con lo que
Calvino dice, tanto lo que sale de la boca como la conducta de un individuo
reflejan lo que verdaderamente se encuentra en su corazón.
A veces podemos hablar mucho de doctrina, teología, biblia, historia de
la iglesia y otras cosas relacionadas. Podemos ser elocuentes en nuestra
manera de expresarnos y podemos ser sofisticados a la hora de articular
nuestros pensamientos teológicos y doctrinales. Sin embargo, es triste
cuando nos jactamos de hablar lo bueno, pero no practicamos lo que
hablamos. Saber y conocer acerca de Dios es relativamente fácil; pero
conocer a Dios y vivir en obediencia a lo que nos pide es otra historia. Un
ejemplo negativo de esto fueron precisamente los fariseos y todos aquellos
quienes pensaron que serían herederos del reino de Dios sin la necesidad de
creer y obedecer.
Pablo deseaba que el ejemplo de Timoteo a los creyentes continuara
siendo no solo en palabra, sino también en conducta. Sabiendo que
probablemente por su edad muchas personas no escucharían las palabras
del joven pastor; era crucial que su conducta reflejara y confirmara lo que
enseñaba y predicaba. De esta manera, nadie tendría algo que decir en
contra de él. En ocasiones, presientes que la gente no te escucha, pero te
observa. Dicho de otra forma, Pablo mandaba y exhortaba a Timoteo a que
viviera una vida justa e íntegra; [61] por lo tanto, esta conducta es el reflejo
de una nueva vida en Cristo. Timoteo debía demostrar que no estaba sujeto
a su vida anterior, sino que él ahora vivía para Cristo.
Esta conducta también refleja la comunión que el creyente tiene con el
Señor y refleja la obra santificadora que el Espíritu Santo hace en su vida.
Dios ha liberado a cada uno de sus hijos, quienes formamos su iglesia; nos
energiza y capacita para que reflejemos a través de nuestro testimonio y
obediencia la obra que Él comenzó en nosotros. La conducta del creyente
debe reflejar piedad y santidad, demostrando así que la obra que Dios hizo
en nosotros —a través de Cristo— es verdadera y no solo una ilusión. De
esta manera, a través de nuestra manera piadosa de vivir seremos un
modelo para los que nos rodean. En enero de 1723, Jonathan Edwards dijo
en sus resoluciones 44 y 45:

Hago la resolución que ningún otro fin sino la religión [relación con
Dios] tendrá ninguna influencia en absoluto en mis acciones; y que
ninguna acción se llevará a cabo, bajo ninguna circunstancia con un
propósito que no sea este. Enero 12, 1723.

Hago la resolución de no permitir ningún placer o codicia, gozo o


tristeza, ni ningún grado de afecto, ni ninguna circunstancia relativa a
la misma, sino a aquellas que ayude a la religión (Vida cristiana). Enero
12 y 13 1,723. [62]

Sé ejemplo en amor
Antes de definir lo que significa esta palabra, déjame decirte lo que no
es el amor. Este tipo de amor no son emociones ni pasiones como lo que el
mundo busca. La gente en su estado natural siempre busca el placer a costa
de otras personas. El mundo es egoísta, busca lo suyo y no piensa en los
demás. Muchos creen que el amor siempre va ligado con las pasiones y las
mariposas en el estómago. De hecho, muchas personas utilizan este
sentimentalismo como excusa para aprovecharse de aquellos a quienes
desean seducir. Usan palabras como “te amo, te he amado; yo te amaré”,
pero solo lo hacen para violar la pureza moral de sus víctimas. Uno
solamente tiene que escuchar historias de amigos y amigas queridas
quienes perdieron su virginidad bajo la falsa premisa de amor.
Lamentablemente, no solo pierden algo precioso que Dios les dio para
guardarlo hasta el matrimonio, sino que generalmente terminan con
corazones hechos pedazos y con consecuencias irreversibles.
Este tipo de amor tampoco se refiere a las amistades. A veces pensamos
que el tener una amistad o llevarse bien con las personas—tanto con
hermanos en Cristo como con inconversos— es sinónimo del tipo de amor
bíblico, del que Pablo habla en este pasaje. Aunque el amor fraternal es
ciertamente fundamental para el funcionamiento apropiado de la iglesia
(Heb. 13:1, Rom. 12:10; 1 Tes. 4:9; 1 Ped. 1:22), la palabra que utiliza
Pablo en esta sección es mucho más fuerte.
En esta sección Pablo habla del amor agape , el cual, bíblicamente
hablando, se caracteriza por ser un amor voluntario y sacrificial, donde el
creyente pone en primer lugar la gloria y la voluntad de Dios, y pone como
prioridad el funcionamiento y crecimiento corporal de la iglesia. En
esencia, el verdadero amor agape es pensar menos en nosotros mismos y
pensar más en la gloria de Dios, y las necesidades de los hermanos en la fe.
Este tipo de amor debe llevarnos a servir más a Dios y a los hermanos.
¿Sabes por qué muchos que se dicen cristianos son inconstantes en sus
iglesias? Primeramente, porque algunos tal vez no sean creyentes. En
segundo lugar, porque no quieren involucrarse en la vida de los demás. No
quieren hacerlo porque simplemente no quieren servir dentro de la iglesia;
y no quieren servir a sus hermanos porque no les interesan; y no les
interesan porque no han entendido lo que es el verdadero amor bíblico.
Simplemente ponte a pensar en esto: Timoteo era joven. Tenía
prácticamente todo en su contra; era como un salmón que debía nadar en
contra de la corriente. Responder carnalmente ante la oposición de los
creyentes hubiera sido algo relativamente fácil de hacer. Solamente pudo
decir un par de palabras destructivas, algunas maldiciones y responder
vengativamente para desahogarse ante la oposición.
Sin embargo, en medio de la oposición, el arma más efectiva, y la
manera más bíblica de responder, es teniendo una vida ejemplar y de
piedad. Por más difícil que fuera, una respuesta de amor y bondad tendrían
mayor efecto en medio de la tempestad. En lugar de pagar con la misma
moneda, él debía ser un modelo de amor bíblico. Debía demostrar cómo se
comporta un creyente piadoso.
Evidentemente, este amor es algo que Timoteo —y todo creyente—
debía demostrar no solo de manera horizontal, sino principalmente vertical.
Así, el amor que Timoteo tenía por Dios y Su Palabra le llevaría a reflejarlo
hacia los hermanos, aun cuando lo estuvieran atacando, ultrajando y
menospreciando. El amor es la característica que por excelencia refleja el
estado espiritual de una persona. El amor es el fruto principal de un
verdadero creyente que ha sido justificado por la fe en Jesucristo (Gal.
5:22).
Si una persona dice ser cristiana, pero no ama, es alguien que no ha
experimentado el amor y el perdón de Dios en su vida y se engaña a sí
misma. En pocas palabras, un “cristiano” que no ama a sus hermanos —no
solo con los que tiene una buena relación, sino principalmente con aquellos
que son difíciles de tratar— entonces muy probablemente no ha nacido de
nuevo.
En 1 Juan 3:11-18: el apóstol nos demuestra algo sumamente serio y
determinante:
Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos
amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su
hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las
de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os
aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en
que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece
en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis
que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos
conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que
tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra
contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos,
no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Estoy convencido que muchos de ustedes en alguna ocasión o en alguna


lección de escuela dominical escucharon la historia de Caín y Abel. Lo más
interesante es que cuando leemos —o escuchamos— esta narrativa,
pensamos que Caín simplemente golpeó a su hermano en la cabeza, o lo
ahorcó, o simplemente lo mató de una manera insignificante.
Sin embargo ¿Sabes que significa “ mató ”? En el original, esta palabra
literalmente significa: “ descuartizar ” o “ hacer pedazos ”. Esta es una
palabra que se usaba con referencia al despedazamiento o
descuartizamiento de animales que eran ofrecidos como ofrendas. Yo me
imagino, que así como Abel despedazó o descuartizó al becerro que le
ofreció a Dios como ofrenda, Caín hizo pedazos a su hermano por odio. Y
una de las razones por las que Juan hace esta comparativa es porque
aquellos que no aman a sus hermanos es porque hay odio en sus corazones.
Si estos aborrecen a sus hermanos, entonces toman la misma cualidad o
característica que Caín: alguien que nunca nació de nuevo. [63]
¿Sabes que es lo más devastador? Cuando el enemigo de un “cristiano”
es otro “cristiano”. Timoteo pudo actuar vengativamente y como enemigo
de la iglesia; pero no lo hizo. Sino que permaneció firme, aún en medio de
la oposición, imitando así el ejemplo de Pablo y el carácter de Cristo
mismo.
Sé ejemplo en fe
Esta palabra “ fe ”, puede entenderse de dos maneras: en primer lugar,
esta es la fe que caracteriza a cada creyente. Esta fe que el creyente
demuestra al vivir continuamente confiando en la obra soberana de Dios en
su vida. La fe que por gracia Dios nos permitió tener para creer en el
evangelio de Cristo y ser justificados; es la misma fe que nos conserva
firmes y perseverantes. Esta es la misma fe que nos da la certeza de que
estaremos con Cristo eternamente (1 Ped. 1:5).
Aun cuando esta fe se manifestó inmediatamente en el momento de
nuestro nuevo nacimiento y se reflejó cuando confesamos a Cristo como
Señor y Salvador; tal fe continúa manifestándose a través de nuestras vidas.
Es por eso que la fe es un fruto del Espíritu. Y es el fruto que revela nuestra
confianza diaria en Cristo.
En 1 Tes. 1:3-4, podemos ver que los hermanos de Tesalónica sufrieron
persecución; algunos, incluso, ya habían sido martirizados. Aun así, su fe
en el evangelio los llevó a confiar más en el Señor. Pablo les dijo:

Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es


digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada
uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros
mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra
paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que
soportáis.

En segundo lugar, esta fe también puede entenderse como “ fidelidad ”;


ambas interpretaciones son correctas. El resultado de la fe es la fidelidad y
la lealtad que el cristiano demuestra hacia Cristo y Su Palabra. En 1 Cor.
4:2, Pablo utiliza esta palabra demostrando la manera en cómo deben
comportarse los administradores dentro del ministerio eclesiástico. Dice,
que se requiere que cada uno sea hallado fiel .
Timoteo debía ser ejemplo de confianza, firmeza y fidelidad a Dios,
incluso cuando enfrentara opresión y oposición. Él no debía dejarse llevar
por su sufrimiento o miedo; ni siquiera debía dejarse llevar por sus
emociones o sentimientos. Sino que ante la prueba, él tenía la
responsabilidad de ser un ejemplo de fe y fidelidad a los demás, ya que su
confianza no estaba puesta en las circunstancias, sino en la obra de Dios en
su vida.

Sé ejemplo en pureza
Finalmente vemos esta característica que es muy interesante. La raíz de
esta palabra es usualmente en referencia a algo santo y puro, en un sentido
ceremonial. El equivalente de esta “ pureza ” en el AT se refería a la
pureza cúltica. En algunos escritos seculares precisamente significaba:
“estar en un estado de pureza moral”.
Aunque la idea cultica o ceremonial del AT probablemente no haya
estado en la mente de Pablo al momento de escribir esta carta, es evidente
que él deseaba que Timoteo fuera una persona ejemplar en su pureza moral;
tal y como lo vimos en el capítulo anterior. Pablo exhorta a que él fuera un
joven ministro ejemplar y modelo a seguir a través de su pureza moral, para
que así nadie pudiera tacharle de algo. Nuevamente la idea y el concepto
que se emplea aquí es la integridad y el carácter irreprensible de Timoteo,
no solo como líder de la iglesia, sino también como cristiano.
En lo personal, es probable que esta pureza moral se centre en el área
sexual; y lo digo por lo siguiente: dentro de los varios requisitos para el
pastorado que Pablo expresa en el 3:2 de esta epístola, se encuentran,
“...que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer”. En la
juventud de Timoteo, uno de los peligros más latentes pudo ser las
tentaciones sexuales. Es por eso que en el 5:2, Pablo le dice a Timoteo que
“a las ancianas, las trate como a madres; a las jovencitas, como a
hermanas, con toda pureza”. [64] Pablo da este mandato porque una de las
principales razones por la que muchos líderes y creyentes caen en pecado
es precisamente por no cuidar su vida moral y su sexualidad.
Ponte en los zapatos de los miembros de la iglesia de Éfeso por un
momento: estaban descontentos por tener a un joven pastor; despreciaban
su juventud y lo ven como alguien incapaz, verde e inmaduro.
Considerando todo esto, era probable que al pensar lo peor de Timoteo, los
creyentes y los líderes hayan tenido la expectativa de que en algún
momento el joven pastor caería en algún tipo de pecado sexual.
Por tal motivo, Pablo le exhorta a ser ejemplo en pureza para finalmente
tapar la boca de todos a través de un testimonio irreprensible. Timoteo, al
cuidar su pureza moral, demostraría madurez, piedad, dominio propio,
santidad, compromiso con Dios, y finalmente demostraría que aun cuando
era joven, el cumplía y calificaba en todos los requisitos y cualidades de un
ministro.
Así como lo vimos en el capítulo anterior; esta pureza se extiende a
todas las motivaciones y pensamientos de una persona. Esta pureza se
puede referir a la honestidad (tanto en cuestiones laborales como
monetarias), transparencia (diciendo siempre la verdad sin mentiras) y
humildad (no teniendo una actitud déspota o arrogante y orgullosa).
Pero ¿Qué es lo que vemos y escuchamos muchas veces en nuestras
iglesias? Todo lo contrario. Muchos creyentes piensan que la pureza sexual
y moral son algo opcional. Al leer o escuchar las palabras de Pablo muchos
creen que este tipo de requisitos son exclusivamente para los pastores y los
ministros. Teniendo esa actitud arrogante y antinomianista, además de una
interpretación y aplicación errónea de la Escritura, muchos se dan el lujo de
vivir en pecado como si no tuviera importancia. Sin embargo, todo creyente
es llamado a este tipo de pureza e integridad moral. Dios espera que todos
los cristianos vivan de una manera pura. No solo los adultos, sino también
los jóvenes. A veces los jóvenes se dan el lujo de vivir como quieren solo
porque “quieren experimentarlo todo, ya que la vida es corta”. Aun así, la
voluntad de Dios en la vida del creyente es su santificación y que se aparten
de fornicación (1 Tes. 4:3).
¿Cómo debe ser un creyente piadoso? Siendo ejemplar en todas estas
áreas. Todas estas características ayudarían a Timoteo a enfrentar las
desventajas de su edad joven y la falta de experiencia. Y aunque el
panorama se veía difícil y desalentador, él debía reflejar las cualidades de
alguien piadoso al permanecer firmemente cimentado en Cristo.

Conclusión
En un artículo que habla acerca de la vida de Jonathan Edwards, el autor
comenta que Edwards “fue un joven apasionado por la presencia de Dios,
un joven que lo único que su corazón deseaba era ver un avivamiento”.
Más adelante Edwards expresó: “Me dediqué solemnemente a Dios y lo
hice por escrito, entregándome yo mismo y todo lo que me pertenecía al
Señor, para no pertenecerme más en ningún sentido”. [65]
En una de sus resoluciones, Edwards dijo: “Resuelvo. Empeñarme al
máximo, para actuar así, de la manera que pienso que debería hacerlo, si ya
hubiera visto la felicidad del cielo y los tormentos del infierno. 8 de Julio
de 1723”. [66]
En un artículo de Coalición por el Evangelio, el autor finalmente
comparte:

Edwards procuró vivir según estas resoluciones, cautivado por la gloria


de Dios, llegando a inspirar a incontables creyentes después de él. Así
nos recuerda que una vida impactada por la belleza de Dios es una vida
resuelta a vivir para Él. [67]

En nuestro tiempo, necesitamos más Timoteos; más como Jonathan


Edwards. Más jovencitas como Catherine Lutero o como Elizabeth Elliots.
Necesitamos más Juan Calvinos, más John Owens, más Charles Spurgeons.
Más jóvenes y adultos piadosos que demuestren la obra de Dios en sus
vidas y más creyentes que sean un modelo a seguir.

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https://www.monergism.com/thethreshold/sdg/whitefield/SelectedSermo
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[1]
Ellos dicen creer en doctrinas tales como la Trinidad (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo). También “creen” en Jesucristo como Señor y Salvador y supuestamente creen en la
inspiración y la suficiencia de la Escritura. Todo esto entre otras cosas.
[2]
Para un entendimiento más profundo de las tradiciones judías y rabínicas que los fariseos
consideraban más importantes que la misma Escritura, vean Samuel Vila Ventura, Nuevo Diccionario
Bíblico Ilustrado ((Barcelona: Editorial CLIE, 1985), 769. También véase Ana B. Contreras, “Mateo
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Http://estudiobiblia.blogspot.com/2016/07/mateo-151-14-tradicion-de-los-ancianos.html.

[3]
George Whitefield, Selected Sermons of George Whitefield [Sermones Selectos de George
Whitefield], (n.p.: The Bible Truth Forum, n.d.), 412–18,
https://www.monergism.com/thethreshold/sdg/whitefield/SelectedSermonsofGeorgeWhitfield.pdf.

[4]
La versión RV60 traduce el sustantivo “ τῶν διδασκάλω ν ” como “doctores de la ley.” Sin
embargo, en realidad esta palabra simplemente significa “los maestros” (Lucas 2:46).
[5]
El pastor John MacArthur hace una extraordinaria observación respecto a este tema, “El único
heredero de todas las promesas de Dios es Cristo. Cada promesa dada en el pacto con Abraham se
cumple a perfección en Jesucristo y solo en Jesucristo. Por lo tanto, la única manera en que una
persona puede participar de las bendiciones prometidas a Abraham consiste en ser coheredero con
Cristo a través de la fe en Él.” Vea John MacArthur, Gálatas , en Comentario MacArthur del Nuevo
Testamento (Grand Rapids: Portavoz, 2003), 116–17.
[6]
La vos pasiva es cuando el sujeto recibe la acción del verbo. En la voz activa , el sujeto
realiza la acción del verbo. En este caso, “naciere” demuestra que Nicodemo recibiría la acción de
algo que Dios haría por él.
[7]
MacArthur, Gálatas , 105. El mismo autor observa, “En toda la Biblia la palabra justificación
se refiere a la manera como Dios declara a un pecador libre de la culpa con base en la fe en Él. En su
gracia divina le perdona, le restaura y le acepta con base en nada más que la confianza en la Persona
y la obra de su Hijo, Jesucristo… Tres veces en Gálatas 2:16 declara que la salvación es por medio de
la fe en Cristo y no por la ley. La primera declaración es general: el hombre no es justificado por las
obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. La segunda es personal: nosotros también hemos creído
en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley. La tercera es
universal: por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.” Ibid. , 82–83.

[8]
Esta traducción es de La Biblia de las Américas (LBLA). Lockman Foundation, Santa Biblia:
La Biblia de Las Américas: Con Referencias Y Notas , electronic ed. (La Habra, CA: Editorial
Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman, 1998), Is 64:6.
[9]
Véase Romanos 4:1–12.
[10]
Gerald L. Borchert, John 1–11 , vol. 25A, The New American Commentary (Nashville:
Broadman & Holman Publishers, 1996), 174.

[11]
D.A. Carson, The Gospel According to John [El Evangelio Según Juan], The Pillar New
Testament Commentary (Leicester, England: Apollos, 1991), 195.
[12]
Ibid., 196.
[13]
William Hendriksen, El Evangelio Según San Juan , en Comentario al Nuevo Testamento
(Grand Rapids: Libros Desafío, 1981), 145.
[14]
Ibid., 146.
[15]
En el griego la frase es ἀνθρώπου ὁ ὢν ἐν τῷ οὐραν ῷ y fue escrito en copias más
recientes. Vea F. F. Bruce, The Gospel and Epistles of John [El Evangelio y las Epístolas de Juan]
(Grand Rapids: Eerdmans, 1983), 87.
[16]
R. Laird Harris, “ ‫ ף ָשׂ ַר‬,” en Theological Wordbook of the Old Testament [Libro de
Palabras Teológicas del Antiguo Testamento], ed. R. Laird Harris, Gleason L. Archer Jr., and Bruce
K. Waltke (Chicago: Moody Press, 1999), 884.
[17]
R. C. Sproul, “El Nuevo Nacimiento,” en Las Grandes Doctrinas de la Biblia (Miami:
Unilit, 1996), 195–97.

[18]
Sproul, The Holiness of God [La Santidad de Dios] (Wheaton, IL: Tyndale House
Publishers, 1998), 85.
[19]
Sugel Michelén, “Martín Lutero y La Reforma En Alemania,” Coalición por el Evangelio,
June 14, 2010, https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/martin-lutero-y-la-
reforma-en-alemania/.
[20]
Traducción contenida en La Biblia de las Américas (LBLA).
[21]
Algo interesante que debemos notar es que en esta sección Pablo cita directamente a la
Septuaginta (LXX—es el Antiguo Testamento traducido al Griego), cuya traducción es sutilmente
diferente a la del texto Hebreo.
[22]
Hendriksen, Exposición de Gálatas , en Comentario al Nuevo Testamento (Grand Rapids:
Libros Desafío, 2005), 135.

[23]
Sproul, Grandes Doctrinas de la Biblia , 217.
[24]
Ibid., 215.
[25]
MacArthur, Gálatas , 108.
[26]
Hendriksen, Exposición de Gálatas , 138.
[27]
MacArthur, Gálatas , 109. Vea también Daniel Carro, Comentario Bíblico Mundo Hispano
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón , 1. ed. (El Paso: Editorial Mundo Hispano,
1993–), 60.
[28]
John Calvin and William Pringle, Commentaries on the Epistles of Paul to the Galatians and
Ephesians [Comentarios sobre las Epístolas de Pablo a los Gálatas y Efesios] (Bellingham, WA:
Logos Bible Software, 2010), 91–92.
[29]
Carro, Gálatas, 61.
[30]
La palabra griega que Pedro utiliza al decir “manda” es παραγγέλλ ω ( parangellō ). En el
griego clásico esta palabra se usaba con relación a “pasar algún tipo de anuncio” donde la idea de
intimidación estaba presente, implicando que todos debían obedecer y someterse. De acuerdo con
Otto Schmitz, en el Nuevo Testamento, esta palabra significa una “orden” o “dirección,” y en algunos
casos especiales se utilizaba como “orden militar.” Vea Otto Schmitz, “ Παραγγέλλ ω , Παραγγελί
α ,” Theological Dictionary of the New Testament [Diccionario Teológico del Nuevo Testamento],
ed. Gerhard Kittel, Geoffrey W. Bromiley, and Gerhard Friedrich (Grand Rapids, MI: Eerdmans,
1964–), 761–62.
[31]
Stan Telchin, “Foreword: Trusting my Jewish Savior,” [Prefacio: Confiando en Mi Salvador
Judío] in Come, Let Us Reason Together: The Unity of the Jews and Gentiles in the Church [Vengan,
Razonemos Juntos: La Unidad de los Judíos y Gentiles en la Iglesia], ed. by Baruch Maoz, third ed.
(Phillipsburg, NJ: P. & R. Publishing, 2012), 11.
[32]
Charles Haddon Spurgeon, “Let Us Go Forth,” [Vamos Adelante] in Spurgeon’s Sermons
Volume 10: 1864 [Sermones de Spurgeon Volumen 10: 1864], ed. Anthony Uyl (Woodstock, Ontario:
Devoted Publishing, 2017), 233.
[33]
Este nombre será utilizado como ilustración. El nombre real del sujeto es diferente.
[34]
En el lenguaje griego a esto se le llama como el tiempo perfecto . El uso de este tiempo tiene
implicaciones teológicas bastante importantes. Esta es una acción que se realizó en el pasado (o que
nosotros recibimos en caso de que se use la voz pasiva ), pero que los efectos de tal acción continúan
vigentes en nuestro tiempo.
[35]
Véase 1 Pedro 1:13–16.
[36]
William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early
Christian Literature [Un Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento y Otra Literatura Cristiana
Primitiva] (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 141.
[37]
Tommas Pace, “Dionysus,” The Lexham Bible Dictionary [El Diccionario Bíblico Lexham],
ed. John D. Barry et al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2016), s. p.
[38]
James Swanson, “ πότο ς ( potos ), ο υ ( ou ), ὁ ( ho ),” Dictionary of Biblical
Languages with Semantic Domains: Greek (New Testament) [Diccionario de Lenguas Bíblicas con
Dominios Semánticos: Griego {Nuevo Testamento}] (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc.,
1997), s. p.
[39]
Aunque los recipientes de esta epístola eran judíos cristianos, “los expatriados en la
dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,” es probable que algunos de ellos—o
muchos—hayan participado en eventos culticos de los gentiles donde se practicaba la inmoralidad, la
idolatría y las borracheras. Entre estos recipientes, seguramente había gentiles creyentes también.
[40]
Cornelius Tacitus, The Complete Works of Tacitus , ed. Moses Hadas, trans. Alfred John
Church, and William Jackson Brodribb, (New York: The Modern Library, 1942), 380.
[41]
Steve Lawson, Psalms 1–75 [Salmos 1–75, Holman Old Testament Commentary, ed. Max
Anders (Nashville: Holman Reference, 2003), 354.
[42]
Spurgeon, Consagración a Dios: Ilustrada por la Circuncisión de Abraham , traducido por
Allan Román (Newington, Londres: n. p., 1868), 1, http://www.spurgeon.com.mx/sermon845.pdf.
[43]
John MacArthur, La Biblia de Estudio MacArthur (Grand Rapids: Portavoz, 2004), 1675.
[44]
Charles Haddon Spurgeon, Una Defensa del Calvinismo, traducido por Allan Roman
(Pensacola, FL: Chapel Library, 2009), 8–9.

[45]
Sé que esta explicación podría entenderse como un argumento circular. Pero, si somos
honestos con nosotros mismos, realmente no hay una respuesta lógica o racional. Esta es una de esas
áreas en las que nuestra mente finita llega finalmente al límite. Solo sabemos que Dios
soberanamente ha orquestado todo para su gloria y para la santificación de su pueblo.
[46]
Véase Éxodo 16 para un análisis del comportamiento de la nación de Israel ante el Señor.
[47]
La mayor diferencia en el uso de esta palabra es que mientras en Filipenses 2:16 Pablo
utiliza un participio que describe el comportamiento de los creyentes, en 1 Tim 4 :16 el apóstol le da
un mandato de tener cuidado, o bien, aferrarse firmemente al cuidado de la doctrina y de si mismo.
[48]
Desafortunadamente el enlace de la página donde estaba puesta esta encuesta dejó de existir.
[49]
Véase la estrofa del Salmo 119:105.
[50]
William D. Barrick, “Psalm 119 — The Great Alphabet Psalm,” in Psalms , Hymns, and
Spiritual Songs: The Master Musician’s Melodies (Santa Clarita, CA: n. p., 2007), 13,
https://drbarrick.org/files/studynotes/Psalms/Ps_119.pdf.
[51]
Teocéntrico significa “centrado o enfocado en Dios” y antropocéntrico significa “centrado o
enfocado en el hombre.”
[52]
James Swanson, “ ‫ ( ה יהו‬yhwh ),” Dictionary of Biblical Languages with Semantic
Domains: Hebrew (Old Testament) (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997), s. p.
[53]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, 2020, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.
[54]
William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early
Christian Literature (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 529.
[55]
Vea Daniel B. Wallace, Greek Beyond the Basics: An Exegetical Syntax of the New
Testament [Griego Más Allá de lo Básico: Una Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento] (Grand
Rapids: Zondervan, 1996), 486.
[56]
Ibid., 750. Observe el tipo de verbo presente que utiliza Pablo en esta sección. No se refiere a
algo continuo o habitual, sino a algo absoluto. A este uso se le llama presente gnómico .
[57]
Observa también como en 2 Tes. 2:7–9, Pablo habla de la manera en como el trabajó con
afán y fatiga para ser un ejemplo a los demás creyentes.
[58]
Digo 5 cualidades porque en realidad la palabra “en espíritu” que vemos aquí, no aparece en
los manuscritos más antiguos. Es probable que esta palabra haya sido agregada después.
[59]
Spurgeon, Confesión con la Boca , traducido por Allan Román (Newington, Londres: n. p.,
1868), 9, http://www.spurgeon.com.mx/sermon520.html.

[60]
John Calvin and William Pringle, Commentaries on the Epistles to Timothy, Titus, and
Philemon [Comentarios Sobre las Epístolas a Timoteo, Tito y Filemón] (Bellingham, WA: Logos
Bible Software, 2010), 114.
[61]
Vea 1 Pedro 1:13–16 y 2:11–12.
[62]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.
[63]
Algunos dicen que Caín no pudo haber nacido de nuevo, ya que el Espíritu Santo no había
llegado oficialmente. Aunque es verdad que el día de Pentecostés vendría hasta mucho después, es
evidente que Juan hace una conexión entre el nuevo nacimiento y las acciones de Caín, no solo como
ilustración sino como principio y aplicación. De alguna manera, los creyentes del AT experimentaron
ese nuevo nacimiento. Aun Jesús mismo habla de la importancia de la regeneración con Nicodemo
antes de su muerte y resurrección. Aunque el arribo del Espíritu Santo se oficializó después de la
ascensión de Cristo, es evidente que el medio de salvación siempre ha sido el mismo: regeneración y
justificación por la fe.
[64]
Itálicas mías para hacer énfasis.
[65]
Nadia Aguilar, “Jonathan Edwards un Joven Apasionado por la Presencia de Dios.,”
www.tecnoiglesia.com, June 17, 2016, https://tecnoiglesia.com/2016/06/nadie-tenga-poco-juventud/.

[66]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, 2020, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.

[67]
Josué Barrios, “Jonathan Edwards: Avivado Por La Belleza de Dios,”
www.coalicionporelevangelio.org, May 16,
2018, https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/jonathan-edwards-avivado-la-belleza-dios/.

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