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Universidad Autónoma de San Luis Potosí

Facultad de Psicología

Procesos de Grupo II

Profesor: Daniel Gómez Zarate

“Las 10 reglas de oro”

Integrante:

Luz María Argüeyes Reyes

María de Lourdes Lobo Barba

Daniela Aranza Martínez

Andrea Moreno Alfaro

María Anita Torres Flores


Las 10 reglas de oro

Trabajar en equipo ha sido, desde hace mucho tiempo, una forma de


realizar todo tipo de funciones que satisfagan las necesidades humanas,
así se ha observado un trabajo colaborativo en toda clase de escenarios
a través del tiempo y, en la actualidad, no es diferente.

Es posible observar a muchas personas persiguiendo el mismo fin al


trabajar en una empresa hasta pequeños grupos de no más de seis
estudiantes uniendo esfuerzos para realizar una tarea que les permita
aprobar, de la mejor manera posible, una materia.

Sin embargo, y a pesar de que trabajar así no es nuevo, es muy común


encontrar equipos de trabajo que no son capaces de satisfacer el fin
último por el cual se han reunido, fin que puede ir desde hacer una obra
de teatro hasta la elaboración de un ensayo pero ¿Conocen estos
equipos la razón por la que no pudieron alcanzar su objetivo?, ¿Saben
trabajar en equipo?, ¿Saben cuál es el fin que buscan o están de acuerdo
en que eso es, realmente, lo que quieren?

Tristemente, muchas personas contestarían “no” a las preguntas


anteriores y, si bien son muchos los factores que afectan tanto al
desempeño del equipo como la consecución o no de sus objetivos,
podría decirse que lo primero que habría que hacer es establecer un
designio claro, es decir, un propósito que todos comprendan, con el que
se comprometan y que satisfaga las necesidades o expectativas del
cliente o, en este caso, del profesor.

Pero, ahora que se sabe que para el buen funcionamiento de un equipo


es necesario tener un designio claro la pregunta es, ¿cómo
establecerlo?, si bien esto suena fácil en teoría, llevarlo a la práctica no
lo es tanto, pues es necesario que el propósito cumpla con ciertas
características, la primera de ellas es que sea claro, concreto y
comprensible para todos los integrantes del grupo durante todo el
desarrollo de proyecto, es decir, que el designio no debe ser ambiguo;
debe ser realista, a esto se llega a través de un proceso de diálogo entre
los involucrados, en el cual, se deben considerar recursos de material,
personal y de tiempo; debe haber una armonía entre el propósito del
proyecto y las necesidades o expectativas del cliente; también es
importante que sean cuantificables, es decir, que se pueda medir el
resultado del proyecto y, finalmente debe haber sincronización de
tiempos, es decir, establecer un tiempo límite congruente al propósito
del proyecto.

Entonces, si un equipo de trabajo debiera realizar un ensayo, habría que


dejar claro qué es un ensayo debe tener claro el fin último, que sería
aprobar la materia, el trabajo debe ser realista en cuanto a la
distribución que se haga de las funciones que cada elemento haga y el
tiempo que se le piensa dedicar, debe haber una armonía entre el
trabajo que pidió el profesor y el trabajo que se está realizando, es
cuantificable en cuanto a que recibirá una calificación equivalente a la
buena o mala conclusión del mismo y habrá una sincronización sobre el
tiempo que se le dedicará para que se realice de la mejor manera
posible.

Una vez que se ha definido el designio que busca, es el momento de


orientar el trabajo de cada individuo hacia la consecución del mismo,
eso a través de los objetivos.

Volviendo al ejemplo antes mencionado, es necesaria la comprensión


del material necesario, con el fin de que todos los miembros del equipo
puedan hacer una aportación sustanciosa al desarrollo del ensayo, la
cual es responsabilidad de cada integrante del equipo.

Al igual que con el designio, es importante que los objetivos sean claros
para todos, realistas y sincronizados, así como que el desempeño
individual no interfiera con el objetivo de los demás integrantes.

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