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posibles tal y como hoy las conocemos sin la presencia del río Nilo. Este marca
profundamente la vida egpicia en todos los órdenes. Las crecidas del río eran
relativamente fáciles de predecir y controlar, gracias a lo cual pudo producirse
una agricultura intensiva y un rápido desarrollo de la civilización. El Nilo divide
al país en dos grandes zonas muy diferenciadas: al norte, el delta o Bajo Egipto,
compuesto por una serie de llanuras fluviales donde pronto crecieron los
núcleos urbanos. Y, al sur, el Alto Egipto, un estrecho valle situado entre
montañas poco elevadas. La historia antigua de Egipto termina con la llegada
del Islam en el 641 d.c. Antes de que ocurra este hecho el pasado egipcio abarca
varios grandes períodos: el predinástico, en el que se incluyen las dinastías I y II
(4.500 a.c. y 2.365 a.c.) ; el imperio antiguo (2.365 a.c.- 2.154 a.c.); el imperio
medio (2.061 a.c.- 1.552 a.c.); y el imperio nuevo (1.552 a.c.- 1.069 a.c.). Con
posterioridad al imperio nuevo se produce una serie de sucesivas invasiones que
culmina con la conquista por el Islam. A este período se le conoce como la Baja
Época (1.069 a.c.- 641 d.c.).
PERIODO PREDINASTICO
El yacimiento más antiguo del Bajo Egipto que se ha hallado en el delta del Nilo
pertenece a la cultura del Fayum A (4.300 a.c.- 3.800 a.c.). Al sur del país, en el
Alto Egipto, florece la cultura Guerzeense (3.500 a.c.- 3.000 a.c.), que mantiene
contactos con Oriente Próximo y Mesopotamia. El Alto y Bajo Egipto son en
realidad agrupaciones de multitud de pequeños pueblos independientes con dos
unidades políticas superiores o dos reinos. Aunque se habla de un mítico
patriarca unificador llamado el rey Escorpión, la realidad es que los dos reinos
fueron reunidos por Menes o Narmer, quien funda la importante ciudad de
Menfis. Menes inicia la I Dinastía (3.000 a.c.- 2.890 a.c.), que, junto con la II
(2.890 a.c.-2.686 a.c.), son conocidas como dinastías tinitas, por tener como
capital la ciudad de This o Thinis, en el Alto Egipto. Desde el principio, los
faraones reclaman su condición de dioses o, por lo menos, de enviados de los
dioses para mantener la unidad territorial. También muy tempranamente se
establecen una compleja burocracia y una rígida jerarquía social en la que
destacan el visir o máximo gobernante, y la casta de sacerdotes encargados de
los numerosos cultos politeístas. En lo que respecta a las artes, sobresalen las
mastabas, tumbas de notables que prefiguran, aunque muy de lejos, las
pirámides. En toda obra arquitectónica egipcia se emplean como materiales
básicos el ladrillo, el adobe o la madera, y muy poco la piedra. Son muy
interesantes también las artes de la escultura y el relieve. Durante la II Dinastía
encontramos ya las primeras representaciones características de los faraones,
como la de Khasekhem los relieves no se desarrollan de preferencia sobre
muros, sino en objetos más pequeños, como la paleta de Narmer, o en estelas
funerarias, donde se registran datos del muerto, como la de Uadyi.
Paleta de Narmer, I Dinastía
Decorada por ambas caras, en una de ellas aparece este faraón con la corona del Alto Egipto y en la otra con la
del Bajo Egipto. Destaca ya el tamaño sobrenatural del faraón, que derrota a sus enemigos. A la derecha
encontramos a Horus, dios del cielo encarnado en halcón, que agarra a otro prisionero con seis tallos floridos
que representan los 6.000 prisioneros hechos por Narmer. Contrasta con esta evidente exaltación política la
figura del siervo que lleva las sandalias del faraón.
IMPERIO ANTIGUO
Comprende las dinastías III (2.635 a.C.- 2.570 a.c.), IV (2.570 a.c.- 2.450 a.c.), V
(2.450 a.c.-2.290 a.c.) y VI (2.290 a.c.- 2.154 a.c.). Después una profunda crisis
social y política empieza el Primer Período Intermedio (2.154 a.c.- 2.040 a.c.),
en el que se suceden las dinastías VII a X, con gobernadores civiles más
poderosos e independientes respecto al faraón. En la dinastía III sobresale el
faraón Zoser (2.635 a.c.-2.615 a.c.), cuyo visir Imhotep es un genial arquitecto
que inventa la columna de piedra, aunque adosada al muro. Imhotep llegará a
ser adorado como un semidios, patrono de la ciencia y de la medicina. Con él
avanzan todas las artes, pero especialmente la arquitectura, que sienta desde
entonces el precedente de las famosas pirámides con la llamada pirámide
escalonada de Zoser. La evolución de las pirámides continúa bajo el faraón
Snefru, que inicia la dinastía IV, continúa en Meidum -donde destaca también
un conjunto de pinturas de aves y Dashur. Este arte arquitectónico alcanza su
máxima expresión con el mítico Keops (2.553 a.c.-2.530 a.c.), hijo de Snefru, y
con sus sucesores directos Kefrén y Micerinos. Las tres pirámides egipcias, que
han pasado a formar parte de los más famosos monumentos de la historia de la
humanidad, fueron realizadas en la necrópolis de Gizeh, acompañadas por la
Esfinge. A este período de esplendor siguen las dinastías V y VI, se asienta una
herejía que adora al dios solar Re, y crea obras como el templo de Nauserre en
Abu Gurab. En escultura, con la dinastía IV se llega a una época importante. Si
bien apenas quedan imágenes de Keops, abundan las de Kefrén y las de
Micerinos, por lo general muy solemnes e impersonales. Por el contrario,
durante las dinastías V y VI la escultura está definida por un gran naturalismo,
con obras como el retrato de Ka-aper, el escriba sentado y la familia de Seneb.
LA DINASTIA XVIII
La gran época de la arquitectura religiosa egipcia, es la Dinatía XVIII situada
preferentemente en Tebas, cerca de Deir el-Bahari. En este lugar se encuentran
el Valle de los Reyes, donde están enterrados todos los faraones desde la
dinastía XVIII a la XX, excepto Amenofis IV o Akhenatón, y el Valle de las
Reinas, en el que yacen las esposas e hijos de los faraones. Por lo general, las
tumbas -más pequeñas en el Valle de las Reinas- siguen el mismo esquema de
pasillo descendente, habitación, antecámara y cámara funeraria. Entre los
templos se destacan el de Amón en Karnak, el de Luxor y el de la reina
Hatshepsut. De esta misma época son los Colosos de Memnón. En tamaño algo
más reducido, aparecen los retratos de Tutmosis III y el de la reina Teye, que
preludian el sorprendente arte naturalista de la corte de Akhenatón.
LOS RAMÉSIDAS
Dinastías XIX (1.305 a.c.-1.196 a.c.) y XX (1.196 a.c.-1.119 a.c.)
Es la época de Ramsés II (1.289 a.c.-1.224 a.c.) , el faraón más importante de la
historia de Egipto, que devolvió la grandeza a su patria con expediciones
triunfantes a Siria o Nubia. Tanto él como su esposa Nefertari promovieron las
artes de forma extraordinaria. Intervino en el templo de Luxor, levantó el
Rameseum en Abidos y los templos en Abu Simbel. En la dinastía XX destaca el
reinado de Ramsés III, última figura importante del Imperio egipcio, que logra
resistir el ataque de los libios y de los Pueblos del Mar. Durante este período el
arte se hace repetitivo y académico, pues se tuvo que esculpir mucho y deprisa a
fin de decorar las inmensas tumbas del Valle de los Reyes y muchos templos.
Gran templo de Abu Simbel
Es un speos, cuyo pilono, en lugar de estar exento, está tallado en la roca. Delante del pilono vemos las cuatro
figuras colosales de Ramsés II en postura sedente; entre ellas se localiza la única entrada al templo. En la sala
hipóstila y en otros espacios del templo se suceden los relieves con batallas del faraón.