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Por eso es por lo que decimos que ellos han tenido lo mejor
en su vida, han tenido buenos profetas, buenos maestros en
su propia tierra, y esto hizo que ellos fueran mejores que las
naciones gentiles en su tiempo allá en Israel. Y mientras que
nosotros fuimos abandonados sin Dios en el mundo.
Siendo los judíos un pueblo escogido de Dios, ellos fueron
separados de los pueblos de la tierra, y fueron abrigados con
la misericordia de Dios. Y el pueblo gentil viviendo alejado
de Dios, y sin el conocimiento de la verdad, acorralado del
oscurantismo romano, el gentil no tenía en su momento un
intercesor para poner sus quejas a través de las oraciones.
Podríamos decir un pueblo gentil sin esperanza lejos de Dios
sin poder alcanzar la vida eterna; sin Dios en el mundo. Pues
es bonito vivir en esta tierra, pero con esperanza de alcanzar
lo que nunca hemos tenido. Que es la vida eterna.
Nosotros como pueblos gentiles, y nuestros padres que
también fueron gentiles, nos dieron una doctrina equivocada,
así como ellos creían. Una doctrina cargada de idolatría y así
veníamos caminando por el desierto espiritual y muriendo en
el camino de la vida en el oscurantismo.
Después del diluvio, los gentiles no tuvimos suerte en el
camino de la vida, ni gestores que nos dieran una luz para
conocer las cosas que hoy conocemos. En cambio, el pueblo
de Israel sí; ellos tuvieron grandes profetas y doctores de la
ley que se encargaron de conducir al pueblo de Israel, y
mientras que nosotros muriendo en el antro de perdición
cada día.
Podemos decir un pueblo gentil sin esperanza y sin Dios en
el mundo. Como dice el apóstol Pablo: “En aquel tiempo
estabais sin Cristo alejados de la ciudadanía de Israel, y
ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios
en el mundo”. Efesios 2:12.