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¿Qué es el socialismo de estado?
El Estado socialista constituye el arma principal de los obreros y los campesinos en su lucha por la
victoria del socialismo y la defensa de las conquistas socialistas contra la agresión. El Partido
Comunista, que orienta todo el desarrollo de la sociedad socialista, es la fuerza dirigente del
Estado socialista. El trabajo cotidiano del Estado socialista se efectúa con la ayuda de las “correas
de trasmisión”, las “palancas” que ligan el partido a las masas trabajadoras: sindicatos, soviets,
cooperativas, Unión de Juventudes. Desde la Revolución de Octubre, el Estado socialista ha
atravesado por dos fases principales en su desarrollo. La primera fase va de la Revolución de
Octubre a la liquidación de las clases explotadoras. En esta fase, la tarea principal del Estado
socialista consistía en aplastar la resistencia de las clases derribadas, en organizar la defensa del
país contra la agresión, en reconstruir la industria y la agricultura y en preparar la supresión de
los elementos capitalistas. El Estado cumplía en el curso de este período, dos funciones
principales: en lo interior, represión de la resistencia de las clases explotadoras derribadas, y en
lo exterior, defensa contra la agresión del extranjero. Cumplía además una tercera función:
organización económica y trabajo cultural y educativo, pero esta función no adquirió entonces un
desarrollo serio. La segunda fase comprende el período que va de la liquidación de los elementos
capitalistas de la ciudad y del campo, a la victoria completa del sistema socialista de la economía,
a la adopción de la nueva Constitución y el período de la edificación del comunismo. La tarea
principal del Estado en el curso de esta fase, consiste en organizar la economía socialista en el
conjunto del país, y en hacer desaparecer los últimos vestigios de los elementos capitalistas, en
realizar la revolución cultural y en organizar un ejército perfectamente modernizado para la
defensa del país. De acuerdo con estas nuevas tareas, se modificaron igualmente las funciones
del Estado Socialista Soviético. La función de la represión militar en el interior del país
desapareció puesto que la explotación fue suprimida y no existen más explotadores. La función
de represión cedió el lugar a la de protección de la sociedad socialista contra los ladrones y los
dilapidadores de bienes públicos. La función de defensa militar del país se ha conservado
íntegramente. La función de organización económica y de trabajo cultural se ha desarrollado
plenamente. La tarea esencial del Estado Soviético durante la segunda fase, en lo interior, es el
trabajo pacífico de organización económica, de cultura y de educación. En lo que concierne al
Ejército Soviético, los organismos punitivos y los servicios de información, su punta está dirigida
no hacia el interior del país sino hacia el exterior, y tienen por finalidad, defender al país contra
los enemigos de afuera. En el curso de la gran guerra nacional, la tarea principal del Estado
Socialista Soviético fue la de organizar la defensa y aplastar al enemigo. En la guerra, como en la
edificación pacífica, el régimen soviético demostró su vitalidad, sus ventajas sobre el régimen
burgués El Estado Soviético supo poner rápidamente en pie de guerra a la economía nacional,
movilizar todas las reservas y posibilidades para llegar a la gran victoria. Después de la guerra,
desarrolló un trabajo de organización sin precedente por su amplitud, con el objeto de producir
un nuevo florecimiento de la economía nacional y de la cultura del pueblo, para dar cima a la
construcción del socialismo y pasar gradualmente del socialismo al comunismo. En breve espacio
de tiempo, el Estado Socialista Soviético ha revelado plenamente su papel inmenso en la
edificación del socialismo y del comunismo, en diferencia esencial con relación al Estado burgués.
Este reprime a la mayoría trabajadora de la sociedad en beneficio de la minoría explotadora. No
se ocupa casi nada o nada de la organización económica, del trabajo cultural y educativo. No hace
más que defender el derecho de los capitalistas a explotar a los obreros. No dirige los procesos
económicos y éstos se efectúan espontáneamente, semejantes en eso, a las fuerzas ciegas de la
naturaleza. El Estado burgués, que no tiene interés en dar instrucción a las masas, en iniciarlas en
la cultura, las aísla de todos los valores espirituales creados por la humanidad, les inocula el
veneno de la cultura burguesa en putrefacción. El Estado Soviético es un estado de tipo nuevo.
Sus funciones se han ampliado extraordinariamente. Por primera vez en la historia de la
sociedad, el Estado se ocupa de la organización económica, de la cultura, de la educación. La
economía socialista no se desarrolla espontáneamente sino de acuerdo con un plan, y es
organizada por el Estado y el Partido de acuerdo con las exigencias de las leyes objetivas de la
economía. El Estado socialista está interesado esencialmente en elevar el nivel de conciencia y de
cultura de las grandes masas trabajadoras. Es también un Estado de tipo nuevo por su
democratismo. El propio pueblo participa en la dirección del Estado, que no puede existir sin el
sostén de millones de hombres en todas sus iniciativas. Allí reside el “secreto” de los éxitos
obtenidos por el Estado socialista. La política exterior del Estado socialista, de igual modo que su
política interior, está enteramente al servicio de las masas populares. En su condición de estado
de los trabajadores, está interesado esencialmente en que reine la paz entre todos los pueblos.
He aquí por qué practica una política de paz consecuente. El Estado Socialista Soviético, de igual
modo que los estados de democracia popular, constituye el baluarte de la paz en el mundo
entero.
➔ Surgió en la segunda mitad del siglo XIX, y es Alemania el país donde obtiene sus
mayores logros.
➔ ¿ES CONOCIDO POR ALGÚN OTRO NOMBRE? Además de socialismo de Estado, a esta
doctrina se la conoce también con los nombres de socialismo de cátedra e
intervencionismo. El primero de estos dos se debe a la participación de gran número de
catedráticos universitarios y otros profesores, en el Congreso que tuvo lugar en la ciudad
alemana de Eisenach, en 1872, del cual salieron gran parte de los principios que
sustentan la doctrina (se dice que los ocho años que median entre la muerte de Lassalle
1864 y este Congreso, son decisivos para su formación). Dicho calificativo fue impuesto
sarcásticamente por los enemigos de la nueva corriente liberales. El nombre de
intervencionismo fue adoptado por los franceses.
Sus exponentes son:
1. Karl Marx
2. Ferdinand Lassalle
3. Johann Karl Rodbertus
4. Adolph Wagner
QUE CARACTERIZA A LOS EXPONENTES Y QUE TIENEN EN COMÚN ENTRE ELLOS: Para los
socialistas de Estado, existe una solidaridad moral entre individuos y clases, mucho más fuerte
que la solidaridad económica, porque aquélla es el resultado de una comunidad de idioma, de
costumbres y de instituciones políticas, mientras que ésta es el resultado del mercado, y no tiene
otra institución común que el mercado, ni otra facilidad que otorgar, que el libre acceso a dicho
mercado. Y ¿el Estado? Viene a ser nada menos que el órgano de esta solidaridad moral, con lo
cual no tiene el derecho de permanecer indiferente ante las miserias materiales de una parte de
la nación; su verdadera función es de civilización y bienestar. Desde el punto de vista económico,
al contrario de los liberales, los socialistas de Estado consideran al Gobierno como un agente
económico, similar a cualquier otro; inclusive, hubo algunos que pedían para él una función de
beneficencia y de caridad‖, y es más, que su radio de acción debía extenderse hacia la protección
de los gobiernos locales, de la familia (particularmente en lo concerniente a mujeres y niños) y de
los esclavos.
DIF. DE BISMARK Y WAGNER: En materia de producción y distribución, Wagner sostiene las
siguientes tesis:
El Estado debe encargarse de una industria, cuantas veces sea necesario, con el fin de que el
interés común no se vea afectado; ejemplo de ello puede ser propiciar una dirección uniforme o
única, para no dar motivo a que se convierta en monopolio particular. Es así cómo se justifica la
administración oficial de los servicios públicos (tales como agua, luz, gas y transporte); o bien, de
los bosques, carreteras, canales, ferrocarriles y Banco Central. Y en cuanto a distribución, las
metas habrán de ser dos: por una parte, elevar la condición de las clases económicamente
débiles, a expensas de las clases ricas, y por la otra, contener voluntariamente la acumulación
inmoderada de las riquezas en determinadas capas sociales y determinados miembros de la clase
poseedora.
Por los caracteres señalados, cuando menos los básicos, se puede afirmar que el socialismo de
Estado resulta de la convergencia de varias corrientes: las conservadoras, las democráticas, las
socialistas y las del cristianismo social.
Finalmente, vale la pena dejar constancia del papel que Bismarck, su mejor propagandista,
desempeñó en los logros que el socialismo de Estado tuvo en Alemania, aunque aclarando que su
participación tuvo como móvil más la conveniencia que la convicción. En la década de los años
ochenta (1881 a 1889), se estableció el Seguro Social, correspondiente a las ramas de
enfermedad, accidentes de trabajo, invalidez y vejez; además, se promulgaron varias
disposiciones sobre el trabajo, lo mismo por lo referente a la jornada, que al descanso semanal,
higiene e inspección de fábricas, y otras. Al Canciller de Hierro le pareció que adoptar estas
medidas protectoras por el gobierno era el mejor medio para combatir el socialismo
revolucionario entre los obreros.
Crítica al laissez faire
Laissez-faire es una expresión francesa que significa “dejad hacer” y se constituyó en la base de
una doctrina económica que propugna por una política de no intervención del gobierno en los
asuntos monetarios individuales o industriales, y defiende la libre competencia y las preferencias
naturales de los consumidores como principales fuerzas que permiten alcanzar la prosperidad y
la libertad.
Así, el principio de no intervención quedó formulado en la expresión “dejar hacer, dejar pasar, el
mundo marcha por sí mismo” (laissez faire et laissez passer, le monde va de lui-mème). Se dice
que el primero en usarla fue un comerciante francés, llamado Le Gendre, que junto con otros
visitó a Colbert en 1680 para protestar por la excesiva reglamentación y le gritó al ministro:
“Laissez-nous faire”.
Esta doctrina surgió a finales del siglo XVIII como una reacción ante el mercantilismo mediante
el cual se desarrolló el control nacionalista de los gobiernos sobre los impuestos y el comercio.
En Francia, los fisiócratas incorporaron por primera vez la teoría del laissez-faire en su doctrina,
que establecía que el gobierno no debía interferir en las relaciones comerciales.
Ello se asumió durante el siglo XVIII en Europa occidental, donde se consideraba que el orden
económico natural era el mejor sistema para conseguir, sin regulaciones ni ajustes, el máximo
bienestar para todos. Si las sociedades están sujetas al orden natural, que es casi providencial, la
conclusión obligada sería la supresión del Estado y la abrogación de toda legislación. Pero los
fisiócratas fueron
favorables a la reducción de la actividad legislativa, por lo que las leyes no debían ser sino la
traducción escrita de las leyes de la naturaleza. Tenían como premisa que ni los hombres ni sus
gobiernos hacen las leyes, ni pueden hacerlas, ya que su misión se ha reducido a reconocerlas
conforme a la razón suprema que gobierna al Universo y a transportarlas y adaptarlas a la
sociedad.
En su filosofía política y sus preceptos de política práctica los fisiócratas establecieron, como ya
se indicó, que la agricultura era la única que producía un excedente, por ello consideraron que las
medidas mercantilistas de Colbert, dirigidas a fomentar la industria, eran inútiles, y contra ellas
los fisiócratas propusieron su laissez-faire, laissez-passer. Decían que la industria no creaba
valores, sino que sólo los transformaba, y ninguna reglamentación de ese proceso de
transformación podía añadir nada a la riqueza de la comunidad. Por el contrario, lo único
probable era que lo hiciera más complicado. Por consiguiente, debía desaparecer la intervención
en todas sus formas, también en el campo de la tributación, que es el instrumento más poderoso
del intervencionismo estatal, como en la industria y el comercio, que debían quedar libres de
toda contribución. La única rama de la producción a la que en justicia debía imponerse
contribuciones era la que creaba valor, es decir, la agricultura. Imponer contribuciones a la
industria era imponerlas a la tierra de un modo indirecto y, por tanto, antieconómico. La máxima
financiera de la fisiocracia era, como veremos más adelante, un impuesto único sobre la tierra.
Por ello se considera que los fisiócratas no son liberales de ocasión, sino que son liberales de
principios. A sus ojos existe un “orden natural y esencial de las sociedades” querido por Dios, por
la Providencia, por la Naturaleza; esos tres términos están separados en su vocabulario por
matices apenas perceptibles. Como ya vimos, plantean que el orden económico natural está de
acuerdo con los derechos naturales del hombre, que implica el respeto a sí mismo y a los demás.
Su fundamento es la armonía de intereses que se logra con el respeto de la propiedad individual,
libertad de cambio, libertad para que cada uno busque su interés personal, abstención del Estado
de incidir en asuntos de materia económica; tales son los elementos esenciales del laissez-faire.
Así, el agricultor es libre de producir como él lo entiende, de vender a quien quiere al precio más
elevado que pueda obtener, y decidirá darle a la tierra las mejoras generosas de las que tiene
necesidad.
El producto neto será aumentado, ya que sobre este producto neto de la tierra vive la clase estéril
y reposan las finanzas públicas. Es por ello que la libertad económica significa la felicidad para
todos y la prosperidad del soberano.
Puesto que los fisiócratas proponen la reducción a la nada del papel del Estado en materia
económica, exaltan al rey contra los nobles. Ellos habían comprendido muy bien que el
liberalismo implica un Estado fuerte que promueva la restauración
de la economía liberal. Ésta supone un Estado que se da a su misión de guardián del interés
público. El liberalismo entiende la vida económica con ciertas reglas del juego que deben ser
sumamente respetadas, sobre todo por quien las dicta y las hace aplicar. Para que la libertad sea
eficaz es necesario que el Estado tenga un prestigio, ya que el fundamento de la libertad es la
autoridad de la ley.
Así los fisiócratas, además de ser promotores del orden natural, se constituyeron
en artífices del laissez-faire. Por ello sugerían que los Estados nunca deberían interferir en los
asuntos económicos más allá del mínimo absolutamente necesario para proteger la vida y la
propiedad privada y para el mantenimiento de la libertad de contratación. El comercio interior y,
en buena medida, el internacional también deberá estar exento de toda restricción, con objeto de
que pueda establecerse el precio más ventajoso para todas las partes.
La autoridad no debe reglamentar ningún deber para imponerlo a la sociedad, ya que son la
razón y las buenas costumbres las que han establecido esos deberes, los cuales se resumen en
cinco principios:
1. Continuar la obra de dar tierras nuevas y facilitar los trabajos agrícolas.
2. Promover el beneficio del interés general y de las riquezas producidas por la naturaleza.
3. Prestar a la sociedad aquellos servicios gratuitos de los que no puede prescindir.
4. Pagar la totalidad de los impuestos.
5. Proteger a los agricultores, arrendatarios y colonos no exigiendoles nada
más del producto neto.
En consecuencia, propusieron la sustitución de los numerosos impuestos entonces existentes por
un impuesto único, que debería gravar, no a la tierra, sino al producto neto de la industria
extractiva.
Karl Johann Rodbertus
Fue un teórico del gran valor, autor de Reivindicaciones de las clases laboriosas. Para un
conocimiento de nuestra situación económica, sus Cartas sociales, en las que expresa sus ideas
inspiradas en Sismonde y en los Sansimonianos.
Él tenía la idea (conclusiones) de la supresión de la propiedad privada y de la producción
individual, elegir a la comunidad como única propietaria de los medios de producción, suprimir
las riquezas sin trabajo y obligar a todos los individuos a contribuir a la producción, participando
en el producto en la medida de su trabajo.
BIOLÓGICO DE LA SOCIEDAD
De esas ideas se desprende el denominado concepto biológico de la sociedad, en el que Rodbertus
sostiene que los Estados no realizan sus funciones como organismos naturales sino que, por el
contrario, son organismos históricos que deben darse a sí mismos sus leyes, y que sus funciones
deben regularse libremente bajo la dirección del propio Estado. Esa teoría le sirve para justificar
la confianza que tiene en el Estado. Dice que en la escala de los seres vivos, aquellos que se
encuentran en los últimos peldaños tienen órganos más diferenciados y, por tanto, mejor
coordinados. En la sociedad sucede algo similar; cuando una forma social es superada por otra
mejor, el Estado experimenta, al mismo tiempo, un progreso consecuente, el cual se manifiesta
por que la acción del propio Estado abarca una mayor extensión y realiza sus funciones con
mayor eficacia; da más servicios para una población mayor, y de calidad.
Rodbertus explica que en la escala de los organismos sociales, “la división del trabajo y la
centralización administrativa” son las que determinan el grado de perfección de la sociedad; a
una mayor división de trabajo y mayor centralización, corresponde una sociedad más perfecta.
Aclara que existe una diferencia notoria entre comunidad económica y comunidad política.
Mientras la primera se crea a través de la división del trabajo y va creciendo a medida que se
desarrolla, la segunda se origina en la historia. El gobierno económico debe tener otros órganos y
desenvolverse en otros límites que el gobierno político Rodbertus sostiene la idea de reservar al
Estado la función directiva, pero separa política y economía (por su aversión a todo cambio
violento). Así, el socialismo de Estado tendrá que admitir como funciones sociales —si aspira a la
existencia de un régimen económico más justo— la producción y también la distribución de la
riqueza. Pero como dichas funciones son incontrolables por los individuos en particular, no queda
más remedio que aceptar al Estado como director indiscutible. Y su evolución es la que da un
concepto biológico de la sociedad.
Ferdinand Lassalle
Fue un luchador infatigable que dejó profunda huella en el movimiento obrero de Alemania en el
periodo comprendido entre 1862 y 1864. Pensaba que la humanidad estaba regida por
oportunidades fuera de control del individuo, por lo que se hacía necesario que el estado tomase
a su cargo la producción y distribución a favor del bienestar social y para lograr que los
trabajadores se beneficiarán del aumento de la productividad, no más laissez-faire, es necesaria
la intervención del estado a fin de proteger al débil del fuerte, pregonaba. En el terreno de la
acción inmediata, los esfuerzos de Lassalle se concentraron en dos metas, la conquista del
sufragio universal y la creación de asociaciones de producción, subvencionadas por el estado; en
política, apoyó además la idea prusiana de unificación "por arriba" de Alemania; defendiendo a
su vez a Bismarck como el artífice para esa unión. Esta toma de posición, que relató en "La guerra
italiana y la misión de Prusia" ), lo enfrentó directamente a Marx, que apoyaba a los trabajadores
contra el Estado prusiano.
METAS DE LASSALLE:
Carácter político: el sufragio universal.
Carácter económico: la reivindicación salarial y la creación de asociaciones de producción
subvencionadas por el Estado
En más de una ocasión Lassalle manifestó su intención de escribir una obra larga acerca de
economía política, pero nunca lo hizo, ni siquiera, hasta donde se conoce, empezó a escribirla, la
cual estaba ligada con la idea política central de Lassalle, que era que la clase obrera alemana
tenía que organizarse en una poderosa asociación nacional cuya primera exigencia sería el
sufragio universal directo. Consideraba que sin sufragio universal nada importante podría
hacerse para mejorar la posición económica de los trabajadores. Sin embargo, tan pronto como
éstos obtuvieron el derecho al voto, obtendrían con él el poder para hacer del Estado un servidor
de sus deseos. De hecho, el Estado se convertiría en lo que Lassalle siempre insistía que era
necesario en la medida de su legitimidad: el instrumento para promover el bien general de todo
el pueblo. A continuación, Lassalle pedía a los obreros que, una vez ganado el voto, lo emplean
para insistir en que el Estado les permitiera llegar a ser dueños de sí mismos, poniendo a su
disposición el capital y el crédito que les haría prescindir de los patrones capitalistas y reservar
para sí mismos todo el producto de su producción colectiva.
El Socialismo de guildas
Guild es una expresión inglesa que significa “gremio”, la cual es una palabra de origen latino que
indica grupo o corporación y también es sinónimo de sindicato. Así, guild denota una asociación
de personas con intereses comunes por pertenecer a un mismo oficio, negocio o profesión; el
objetivo de la asociación consiste en obtener protección y ayuda mutuas. El término se aplica con
carácter específico a dos tipos de asociaciones que se extendieron por toda Europa durante la
Edad Media: los gremios de comerciantes y los gremios de artesanos, a veces llamados gremios
de comercio o corporaciones comerciales.
Los guild o gremios eran conocidos a lo largo de Europa desde la Edad Media como gremios
comerciales y otros eran los de destreza, en el caso de los artesanos.
Los gremios de comerciantes aparecieron en Europa durante el siglo XI como consecuencia del
crecimiento del comercio y de los centros urbanos. Los comerciantes tenían que viajar por
diversos países, de feria en feria, por lo que, para protegerse, los miembros de un mismo centro
urbano se asociaban creando una caravana.
Los miembros de esta caravana elegían a un jefe que dictaba normas de cumplimiento obligado.
Además, se establecía la obligación de defenderse en bloque ante un ataque, y las normas
obligaban al apoyo mutuo en caso de disputas legales. Estas caravanas recibían el nombre de
guilda o hansa en los países de habla germana y se denominaban caritas o fraternitas en los
países latinos. Lo corriente era que los miembros de una guilda , hansa o fraternitas mantuvieran
el trato cuando regresaban a su ciudad de origen. En Francia fueron conocidos como corporation
de métier, en Italia como arte y en Alemania, zünft o innung. El gremio empezó a ejercer ciertos
derechos y poderes sobre el comercio en sus propias ciudades, que les eran conferidos por el
señor feudal, y más tarde en las ciudades libres preservaron y ampliaron su poder.
Con el tiempo, los gremios de comerciantes monopolizaron el comercio de la ciudad y
controlaban los oficios, la venta, la distribución y la producción de todos los bienes de la ciudad. A
veces permitían comerciar a mercaderes no integrados en el gremio, pero sólo en gran escala,
pues las transacciones concretas eran exclusivas de los miembros del gremio. Así, los
comerciantes que no pertenecían al gremio tenían que pagar tasas especiales al señor feudal, a la
ciudad o al propio gremio, mientras que éste pagaba cada año esas tasas, por lo que estaban
exentos de otras cargas municipales. Al gremio de comerciantes pertenecían los más ricos y
poderosos, que habían obtenido una considerable influencia política y lograron acceder a altos
cargos en la administración de la ciudad. A veces el gremio admitía a comerciantes de otras
ciudades, donde incrementaron su poder y su influencia y
llegaban a monopolizar el comercio de varios centros urbanos al mismo tiempo.
Los gremios mercantiles perdieron importancia con el paso del tiempo. Comenzaron a
transformarse a partir del siglo XIV a causa de la aparición de los gremios de artesanos o de
destreza, agrupados por oficios, que terminaron monopolizando la producción y venta de los
productos que fabricaban. A medida que los artesanos de cada oficio se iban agrupando para
defender sus intereses, los comerciantes de la ciudad perdían el control de la distribución de ese
producto, lo que reducía aún más el poder del gremio de comerciantes, hasta que perdieron por
completo el control del comercio. En aquellos casos en los que los comerciantes habían
conseguido hacerse con el poder municipal, su sistema perdió fuerza al aparecer los
Estados-nación, con gobiernos centrales que disputaban el poder de las corporaciones locales.
Todo ello llevó a la desaparición definitiva, a finales de la Edad Media, de este tipo de
asociaciones.
Los gremios de destreza o artesanos aparecieron cuando los que tenían un mismo
oficio se agruparon, imitando el ejemplo de los comerciantes de la ciudad, para defender sus
intereses. En algunos casos la asociación tuvo en su origen una motivación religiosa, como la
creación de cofradías para venerar a un santo patrono, pero como sus miembros tenían un
mismo oficio se empezó a preocupar más por las necesidades económicas de éstos que por sus
objetivos religiosos.
Su organización estaba constituida por asambleas de miembros con algunos poderes
legislativos, pero el mando político del gremio lo tenían unos oficiales y un concilio de consejeros
o ayudantes. El gremio tendió a ser un cuerpo sumamente jerárquico estructurado con base en el
sistema de aprendizaje. En esta estructura, los miembros de un gremio estaban divididos en una
jerarquía de amos, jornaleros y aprendices. El amo era un artesano establecido de habilidades
reconocidas; los aprendices eran niños o adolescentes que se especializaban en los elementos de
su
habilidad.
A los aprendices se les proporcionaba comida, vestido y albergue, además de su instrucción por el
amo; a cambio, ellos trabajaban para él sin pago. Después de completar un término fijo de
servicio de cinco a nueve años, el aprendiz se hacía jornalero o artesano y podía trabajar para uno
u otro amo, que pagaba con sueldo su trabajo. Un jornalero que probaba su competencia técnica
(su “obra maestra”) podría subir en el gremio al nivel de amo, poner su propio taller y contratar y
capacitar a aprendices.
Los amos en cualquier gremio de destreza eran de un círculo selecto que también tenían riqueza
y posición. El gremio de destreza vigilaba las prácticas profesionales
de sus propios miembros y atendía las quejas de falta de habilidad, competencia injusta y otros
problemas; además, aplicaba multas a los que violaran las reglas del
gremio. Aunque se fundaron nuevos gremios a lo largo de Europa en el siglo XVII, desde el siglo
XVI, por efectos de la Reforma y el crecimiento del poder de gobiernos nacionales, los gremios de
destreza fueron debilitándose por la aparición de nuevos mercados y recursos económicos
mayores.
El guild-socialismo fue estimulado durante la Primera Guerra Mundial por el levantamiento del
movimiento izquierdista de los mayordomos, que exigió “el mando de obreros” en las industrias
de guerra. Después de la contienda, los obreros, guiados por Hobson y Malcolm Sparkes,
fundaron gremios que construyeron casas para el Estado; pero después de la depresión
económica de 1929 el Estado retiró la ayuda financiera y el movimiento se derrumbó. El
movimiento de los mayordomos también se desintegró al finalizar la guerra. Así, el movimiento
socialista gremial dejó efectos para la incorporación de algún elemento como el mando de
obreros en los programas del sindicalismo y de las celebraciones laborales. Entre las
características generales del guild-socialismo se cuentan las siguientes:
1. Se basa en el trabajo práctico.
2. Está integrado por grupos de trabajadores con actividades similares.
3. En colaboración con el Estado, fiscalizarán la industria.
4. Se eliminará el sistema de salarios.
5. Los obreros, en unión con el gobierno, administrarán las empresas.
6. La propiedad de las empresas será colectiva; no particular de obreros o algún otro grupo.
Éstas son las características del socialismo de gremios, o guild-socialismo, propio de un
socialismo de Estado. Veamos ahora la nacionalización como otra de esas formas.
SOCIALISMO CIENTÍFICO: Por la pretensión que tiene que dar al socialismo una base científica,
real, oponiéndose en esta forma al socialismo utópico. Así, mientras éste tiende a establecer un
sistema social imaginativo, el socialismo científico considera que el advenimiento del socialismo
es una consecuencia de leyes económicas y sociales. Frente a los problemas de la época, los
utópicos aconsejaron los remedios que deben aplicarse para corregirlos, aunque, claro, los
resultados estaban por verse. En cambio, al socialismo científico no le preocupó el porvenir, más
que en función de la evolución del régimen capitalista, puesto que consideraba que
necesariamente desembocan en el socialismo.
¿QUE ES UNA GUILDA? Una guilda es una corporación de mercaderes o de comerciantes; una
forma habitual de asociación de la Baja Edad Media. Definible en la práctica como una
corporación de artes y oficios, era una asociación entre todos los que ejercían una determinada
profesión. Asociación medieval de obreros, comerciantes y artesanos para proteger sus mutuos
intereses supervisando la práctica de su oficio en una zona determinada. La guilda es de origen
germánico y fue una forma habitual de asociación durante la Baja Edad Media. En su forma
original, la guilda consistía en una asociación basada en un espíritu de asistencia mutua entre los
participantes, especialmente en la defensa de los miembros de una denominación religiosa
común.
La nacionalización
Nacionalización significa la intervención de capitales o del gobierno de un país en la expropiación
de empresas, con presencia preponderantemente extranjera, que pertenecen al sector privado,
para hacerlas parte del sector público. Estos procesos suelen tener carácter obligatorio, aunque
el derecho internacional público impele a recompensar al propietario de la empresa que se
expropia; sin embargo, ello no ha evitado que los gobiernos se apropien de activos
pertenecientes a individuos privados ni que éstos demanden por la vía judicial al gobierno por
considerar que la compensación es insuficiente o injusta.
La política de nacionalizaciones parte de la creencia de que ciertas actividades económicas deben
estar gestionadas y controladas por el sector público para lograr
un mayor bienestar social. La idea de la nacionalización no es nueva. Sin embargo, puede decirse
que es después de la Primera Guerra Mundial cuando se vuelve más amplia, más completa y con
un máximo de realizaciones.
En general, la nacionalización es un proceso mediante el cual se hacen nacionales todas aquellas
empresas con capital extranjero. En estas condiciones, las empresas adquieren el privilegio de
gozar de las perspectivas que la legislación, sobre el particular, les reserva a las empresas
nacionales. La nacionalización tiene varias opciones:
En primer lugar está la participación de capital nacional en la empresa extranjera;
para que pueda convertirse en nacional, los capitalistas nacionales o el Estado le tienen que
comprar tal número de acciones que los convierte en accionistas mayoritarios. Confiar a los
directivos nacionales la conducción de la empresa. La adquisición, por parte de la comunidad y en
el entorno de la empresa, de tierras, minas, ferrocarriles, etcétera.
La expropiación, por parte del Estado, de empresas o medios productivos pertenecientes con
anterioridad a la empresa privada.
También puede aplicarse mediante la confiscación. Pero la diferencia entre ambos casos es que
en el primero hay indemnización y en el segundo no.
La política nacionalizadora se sustenta en los argumentos siguientes:
1. Impide la atomización de los sectores productivos mediante la aplicación de técnicas de
producción en gran escala.
2. Compensa los efectos desfavorables del monopolio.
3. Permite controlar las industrias básicas, que ejercen una influencia decisiva en el
desarrollo de la economía nacional.
4. Constituye un medio de acción del Estado para orientar, de acuerdo con su criterio, la
política económica general.
5. Existe la posibilidad de llevar a cabo combinaciones nuevas de producción para combatir
el riesgo que representa la operación de algunas industrias privadas.
6. Se coordina internamente a una o varias industrias, lo cual no es posible que hagan los
propietarios de las mismas.
El término nacionalización industrializada se usó en Francia queriendo decir que la producción
debe organizarse en beneficio de la nación. Habrían de ser los representantes de sindicatos y de
consumidores organizados, así como los técnicos, quienes asumieron la dirección de las grandes
empresas productoras, tales como ferrocarriles, complejos industriales y otras. Pero su mayor
aplicación sobrevino después de la Revolución rusa, ya que las ideas comunistas se propagaron
por toda Europa Oriental.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se produjeron numerosas nacionalizaciones a raíz de la
adopción de la economía planificada en todos los países bajo el control de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS). Otros países comunistas, como China y Cuba, adoptaron también
el principio de propiedad colectiva (o control estatal de los medios de producción). En China se
inició la nacionalización de la tierra en 1946 y el proceso finalizó en 1956. En 1960 se
nacionalizaron en Cuba todas las propiedades de extranjeros.
El final de la Segunda Guerra Mundial también supuso un aumento de las nacionalizaciones en
Europa Occidental. En Inglaterra, con la llegada al poder del Partido Laborista se inició un
extenso plan de nacionalizaciones a partir de 1945, con el fin de asegurar a los trabajadores una
distribución más equitativa del fruto de su trabajo. En Francia e Italia ocurrieron procesos
similares en las mismas fechas. En 1956 el líder egipcio Gamal Abdel Nasser nacionalizó el canal
de Suez.
En América Latina, a partir de la Segunda Guerra Mundial la política de nacionalizaciones
alcanzó amplio desarrollo, siguiendo la influencia de los modelos
socialistas y socialdemócratas que se impulsan en Europa. El justicialismo en Argentina, los
seguidores de Getulio Vargas en Brasil, el general Lázaro Cárdenas y
los regímenes que le sucedieron en México.
Las políticas de nacionalización han sufrido a menudo grandes vaivenes. Cuando llegaban al
poder partidos políticos de izquierda se producían numerosas nacionalizaciones, mientras que el
arribo de los conservadores generaba una ola de
privatizaciones. Estos cambios bruscos han tenido lugar en todos los países de Europa
Occidental. Destacan de forma particular los casos francés y español. En Francia, con la llegada al
poder del Partido Socialista Francés, en 1981, dirigido por François Mitterrand, se promulgó una
política de intensa orientación pública y se nacionalizaron grandes empresas de los principales
sectores de la economía, desde la banca hasta las grandes empresas automovilísticas. Más tarde,
debido a la mala gestión del sector público y a la adopción de decisiones con objetivos más
políticos que económicos, hubo que privatizar algunas de las empresas nacionalizadas poco
antes.
De forma similar, con la llegada al poder en 1982 del Partido Socialista Obrero Español se
produjo alguna nacionalización, destacando el denominado caso Rumasa, que provocó una
demanda por parte del antiguo propietario ante el Tribunal de Estrasburgo contra el gobierno
español. Ante la sorpresa general, el mismo partido político impulsó a principios de la década de
1990, con el fin de disminuir el déficit presupuestario, un proceso de privatizaciones de las
grandes empresas del sector público.
X. EL MARXISMO
Carlos Marx
Fundador del comunismo científico, de la filosofía del materialismo dialéctico e histórico, de la
economía política científica. Jefe y maestro del proletariado internacional. Fue a su vez padre
teórico del socialismo científico y del comunismo, el marxismo y el materialismo histórico, en
unión con Friedrich Engels; considerado una figura histórica clave para entender la sociedad y la
política. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con
Engels), El Capital y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Conocido como el León de Tréveris.
EL MATERIALISMO: Doctrina según la cual todo lo que existe no está determinado y se explica
por algo superior y previo a lo experimentable y aprehensible empíricamente (Dios, espíritu,
inteligencia del mundo, ideas), sino que está determinado en su ser sólo por algo material y en su
comportamiento sólo por la causalidad eficiente.
Para ello existen varios tipos de materialismos los cuales vamos a expresar:
Materialismo histórico: Es la filosofía de la historia, todo el materialismo histórico es dialéctico,
por ser una interpretación desde la vida material del hombre, inmerso, por la actividad
productiva, en la naturaleza material y sensible de los hechos económicos y sociales, base del
devenir de la historia. En su aspecto negativo, el materialismo histórico implica la repulsa de
toda la filosofía idealista de la historia. "El fundamento de este materialismo histórico es
también la visión materialista del hombre en el mundo, en sus relaciones con la naturaleza". Este
materialismo histórico explica también el curso de la historia dado por causas materiales y
económicas, afirmando que la estructura social y la vida colectiva son determinadas por la
estructura y la vida económica de la sociedad. Todos los hombre dependen de la naturaleza, que
les proporciona los medios de existir, pues el hombre es una animal de necesidades". Los
hombres, antes que por la conciencia y el pensar, se distinguen de los animales en cuanto
empiezan a producir sus medios de vida material.
Materialismo filosófico: Es la ruptura con el idealismo y la afirmación del materialismo. Este
materialismo filosófico ataca la religión y la teología al igual que la metafísica en el sentido de
especulación ebria, a diferencia de la filosofía sobria. Este materialismo tiene la idea de ver la
materia como traspuesta y traducida en la cabeza del hombre, y afirma, que la unidad del mundo
no consiste en su ser. La unidad real del mundo consiste en su materialidad que tiene su prueba
en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias naturales. El movimiento es la forma
de existencia de la materia; jamás ni en parte alguna ha existido ni puede existir materias sin
movimiento, ni movimiento sin materia. Para este materialismo filosófico el pensamiento y la
conciencia son producto del cerebro humano y con el hombre no es más que un producto de la
naturaleza que se ha formado y desarrollado en su ambiente y con ella. Este materialismo
filosófico era predominantemente mecánico y no tenía en cuenta los últimos progresos de la
química y la biología, ni tenía un carácter histórico ni dialéctico, sino metafísico en el sentido
antidialéctico, y no mantenía de un modo consecuente ni en todos sus aspectos el criterio de la
evolución en el que concebía la esencia humana en abstracto y, no como el conjunto de las
relaciones sociales históricamente concretas y determinadas. Es esta la razón por la cual no hacía
más que interpretar el mundo, cuando en realidad se trata de transformarlo, es decir, en que no
comprendía la importancia de la actuación revolucionaria práctica.
Materialismo científico: El materialismo científico es aquel que no se limita a una perspectiva
metodológica presupuesta por la investigación científica "sino que busca la relación entre el
entendimiento y el cuerpo, es decir, una relación entre cualquier fenómeno mental y un proceso
físico". Esto implica que el materialismo científico tiene una noción positivista de la uniforme
competencia de la ciencia en el campo del conocimiento. El materialismo científico no mira otros
campos, es decir, los valores morales que están en el hombre. Hay que insistir en que los valores
morales son independientes de los credos religiosos y que "no debe interpretarse el materialismo
científico como algo que incluye o implica un empequeñecimiento de los ideales más altos del
hombre, por no interesarse por los valores morales de éste".
Materialismo económico: Concepción unilateral de la historia en el sentido de que la economía
constituye la única fuerza del desarrollo social. Se recusa, además, la importancia de la política y
de las instituciones, ideas y teorías políticas en el desarrollo histórico. Surgió como
interpretación vulgar de la concepción materialista de la historia. Eran partidarios del
materialismo económico Eduard Bernstein en el Occidente, los «marxistas legales» y los
«economistas», en Rusia. En realidad, el materialismo histórico difiere radicalmente del
materialismo económico. Ve en la producción material la principal fuerza motriz del desarrollo
de la sociedad, explica el origen de las instituciones políticas, de las ideas y teorías por la
estructura económica de la sociedad, por las condiciones de la vida material de la misma, pero, a
la vez, hace hincapié en la enorme importancia de las instituciones, ideas y teorías políticas en el
desarrollo social.
Materialismo vulgar: Corriente filosófica de mediados del siglo XIX, que simplifican y hacía más
toscos los principios fundamentales del materialismo. Cuando la ciencia natural avanzaba con
gran ímpetu y cada uno de sus nuevos descubrimientos contribuía a destruir las
representaciones idealistas y religiosas, el materialismo vulgar constituía un exponente de la
reacción positivista del materialismo espontáneo de la ciencia natural ante la filosofía idealista
(en primer lugar, la filosofía clásica alemana). Los representantes de dicha tendencia (Vogt,
Büchner, Moleschott) popularizaron activamente las teorías científico-naturales, las
contraponen, según expresión suya, el «charlatanismo» filosófico. Pero junto con el idealismo y
la religión, rechazan la filosofía en general; pensaban resolver todos los problemas filosóficos en
las investigaciones concretas de la ciencia natural. Incurriendo en los errores del materialismo
metafísico, consideraban que la conciencia y los demás fenómenos sociales constituían un efecto
sólo de procesos fisiológicos, y que dependían de la composición del alimento, del clima, etc.
Tomaban los procesos fisiológicos como causa de la conciencia e identificaban conciencia y
materia, consideraban el pensamiento como una secreción material del cerebro. Tendencias del
materialismo vulgar aparecieron posteriormente en formas diversas, sobre todo en algunas
generalizaciones de los datos proporcionados por la ciencia natural, en particular por la
fisiología. Así, por ejemplo, el no comprender que la conciencia del hombre es un producto social
y que el contenido de todos los procesos psíquicos se halla claramente condicionado por el ser
social, hace que todavía hoy algunos filósofos y naturalistas pugnen por hallar los procesos
fisiológicos concretos que determinan el contenido de los pensamientos, sentimientos y
representaciones.
Materialismo mecanicista:Una de las etapas y formas de la filosofía materialista. El
materialismo mecanicista trata de explicar todos los fenómenos de la naturaleza por medio de
las leyes de la mecánica, y de reducir todos los procesos naturales cualitativamente diferentes
(químicos, biológicos, psíquicos y otros) a procesos mecánicos. Esta doctrina considera el
movimiento no como un cambio en general, sino como una simple traslación de los cuerpos en el
espacio, debido a la acción exterior, al choque de los cuerpos entre sí. El materialismo
mecanicista niega las fuentes interiores del movimiento de las cosas, su cambio cualitativo, los
saltos en el desarrollo, el desarrollo de lo inferior a lo superior, de lo simple a lo complejo. La
filosofía de Demócrito, contenía ya rudimentos del materialismo mecanicista, que se difundió
durante los siglos XVII y XVIII (Hobbes; Descartes; Spinoza; los materialistas franceses e
ingleses del siglo XVIII). El materialismo mecanicista constituía una etapa necesaria y
progresista de la filosofía materialista. Esta forma del materialismo se imponía como
consecuencia de que entre todas las ciencias, sólo la mecánica y las matemáticas habían
alcanzado un nivel relativamente elevado. Pero esto explica igualmente el carácter limitado del
materialismo de la época. Apoyándose firmemente en las realizaciones de las ciencias de la
naturaleza, Marx y Engels superaron los límites mecanicistas del antiguo materialismo, y
crearon el materialismo dialéctico, que se distingue cualitativamente de todas las formas
anteriores del materialismo. El marxismo siempre ha luchado resueltamente contra todas las
tentativas de resucitar el materialismo mecanicista. En la Rusia soviética, algunos mecanicistas
habían intentado hacer una revisión del materialismo dialéctico desde su punto de vista.
Desfiguraron los datos científicos, luchaban contra la dialéctica marxista y se aliaron al
idealismo en diferentes dominios, sobre todo en gnoseología. La filosofía mecanicista con sus
teorías del “equilibrio” y de la “espontaneidad” fue utilizada por los enemigos del leninismo, los
bujarinistas, los trotskistas y otros en la lucha contra la línea del Partido Comunista. Este puñado
de filósofos mecanicistas fue denunciado como antimarxista.
Materialismo geográfico: Tendencia, en la doctrina social burguesa, a atribuir al medio
geográfico una determinada importancia en el desarrollo social. El materialismo geográfico
trata de explicar las diferencias entre los pueblos y los regímenes sociales, con las diferencias
entre las condiciones geográficas bajo las cuales esos pueblos viven. Representantes del
materialismo geográfico fueron, por ejemplo, el geógrafo Jacques Élisée Reclus y su continuador
ruso L. I. Mechnikov. Este último hacía depender de la importancia de los ríos y de los mares para
la vida de los pueblos y de los Estados, el desarrollo de la civilización y de toda la cultura humana.
Por eso, dividía toda la historia de la cultura humana, en historia de la cultura fluvial, marítima y
oceánica. El materialismo geográfico no puede explicar científicamente, la verdadera causa del
desarrollo social. El medio geográfico, que permanece casi invariable en el decurso de decenios de
miles de años, no puede ser la causa principal del desarrollo de la sociedad, que experimenta
cambios fundamentales en plazos notablemente menores (en cientos de años, y aun en el
transcurso de decenios, ocurren grandes transformaciones). La causa determinante del
desarrollo social no se encierra en la naturaleza exterior, en el medio geográfico, sino en los
cambios de los modos de producción de los bienes materiales. Cuanto más desarrolladas son las
fuerzas productivas de la sociedad, tanto menos depende la sociedad del medio geográfico.
La formación de los hombres y la educación de las masas no se acaba nunca. Del Estado surgen
contradicciones en su etapa inicial, antagonismos entre el pueblo y sus enemigos, no entre los
trabajadores. La acción de las masas y el pensamiento que la racionaliza deben poner estos
antagonismos al descubierto para superarlas.
Capital riesgo: El capital riesgo se refiere a la parte del capital que los inversores, ya sean
particulares o empresas, están dispuestos a invertir en empresas de alto riesgo. Estas
son, habitualmente nuevas empresas, empresas que exploran un nuevo mercado, las
nuevas empresas que necesitan financiación rápida. A menudo denominados business
angels, estos inversores son expertos con experiencia, que, además de financiar,
proporcionan asesoramiento y contactos, actuando como tutores y “coachers”, sin
intervenir en las decisiones estratégicas de los gestores de la empresa.
Capital social: El capital social es el que muestra la empresa en todos sus documentos
oficiales. Este es el capital aportado por sus accionistas, recuperable sólo en caso de
disolución de la empresa. El capital social representa parte del capital social disponible
de la empresa, entre los préstamos que haya contraído, o sus deudas con sus
proveedores. Al crear un negocio, los socios o accionistas pueden aportar este capital
social de varias formas: dinero en efectivo, edificios, máquinas, patentes, dominios de
internet. Este capital pertenece al pasivo del balance de la empresa.
DIF. ENTRE ACUMULACION ACUMULATIVA Y SIMPLE CAPITAL: Conviene aclarar, en este
momento, que la reproducción puede ser simple y acumulativa. Es simple, cuando el capital se
conserva al mismo nivel dado, es decir, cuando se produce la misma escala o escala sencilla, lo
que implica el consumo total de la plusvalía. En la segunda no sucede lo mismo. Aquí no se
consume toda la plusvalía, sino que una parte de la misma se dedica a nuevas operaciones de
acumulación, o sea, a un transformar en nuevos capitales la parte no gastada. Y así es como
llegamos a la reproducción del capital en gran escala, la que será mayor a medida que sea menor
el gasto de la plusvalía. A los capitales existes se acumulan nuevos capitales, cuya consecuencia
es una mayor producción y también, una mayor plus vale. Por las perspectivas que tiene el
sistema capitalista de tener ventas crecientes, sin las cuales no tiene sentido el aumento de
producción. Así que, mientras tengan vigencia diversas por pectivas, el proceso acumulativo
seguirá su marcha ascendente, puesto que el capitalismo tiende en realidad a no gastar, cuando
menos, parte de la plusvalía, sino específicamente a acumularla.
Autodestrucción del régimen capitalista
Para el pensamiento marxista, los mismos procesos que han creado y permitido la evolución del
capitalismo serán, a la vez, los que lo lleven a la contradicción entre el carácter social de la
producción y la forma capitalista privada de apropiarse del producto del trabajo; esto es lo que se
entiende por autodestrucción. Esa contradicción expresa el antagonismo entre el trabajo
asalariado y el capital, entre las fuerzas productivas en desarrollo y las relaciones sociales de
producción capitalistas que las encadenan. A medida que se desarrollan las fuerzas productivas
modernas, basadas en la gran industria maquinizada, la producción va concentrándose más y la
división social del trabajo progresa, lo cual lleva a que se amplíen y se intensifiquen los nexos
económicos entre las diversas empresas y ramas de la economía, pero la apropiación de la
riqueza restringe la participación social. En la producción de cada clase de bienes participan,
directa o indirectamente, empresas de diferentes ramas de la producción, que ocupan a
centenares de miles de obreros, agrupados en las empresas capitalistas. El proceso de producción
y de trabajo se socializa en grado creciente. Sin embargo, tanto la producción como sus
resultados no pertenecen a quienes los crean, los trabajadores, sino a personas privadas, a los
capitalistas, que utilizan la riqueza social para obtener ganancias, y no en interés de la sociedad.
La relativa organización del trabajo que pueda haber en las empresas entra en contradicción con
la anarquía de la producción de la economía capitalista en su conjunto, donde se produce sin
planeación ni control, únicamente con el deseo de la ganancia. Y movidos por su afán de lucro, los
capitalistas amplían la producción hasta un volumen enorme e intensifican la explotación de los
obreros. Pero al mismo tiempo, la demanda solvente de la masa de la población se halla limitada
por el valor de la fuerza de trabajo; el salario percibido impide la adquisición de bienes
producidos, por lo cual dicha demanda resulta a menudo más baja y al no poderse vender los
productos se crea el paro forzoso masivo y constante de la producción. El retraso en que se
encuentra el consumo de las masas populares respecto al crecimiento de la producción hace que
periódicamente surjan crisis económicas de superproducción, acompañadas de un despilfarro de
trabajo social y de la destrucción física de los bienes materiales producidos. La contradicción
fundamental del capitalismo radica en las inevitables crisis económicas, periodo en el que
alcanza su máxima agudeza. Con el desarrollo del capitalismo, la contradicción básica se agrava
cada vez más, pues el capitalismo no sólo engendra la contradicción básica a la que se hizo
referencia, sino que además crea las condiciones objetivas y subjetivas para agudizarla, pues a la
clase obrera se le concentra en las grandes empresas y en los centros industriales, lo cual facilita
su unión, cohesión y organización en la lucha contra la clase de los capitalistas. Por eso son varios
los hechos que ponen de manifiesto la marcha del proceso autodestructivo del capitalismo: las
crisis que arruinan cada vez más al régimen, porque se vuelven más frecuentes, más prolongadas
y abarcan más territorio; el pauperismo, que es resultado del paro en la producción que acarrea
aumento del número de inconformes por desempleo o estancamiento en sus ingresos salariales,
y la multiplicación de sociedades anónimas o sociedades por acciones, puesto que el beneficio
que se debía repartir entre muchas manos se vuelve propiedad de los accionistas, no obstante
que quien lo genera es el trabajo del obrero. Además, la función del patrón, cuya labor es la
dirección, la iniciativa y el trabajo personal, se descompone en dos aspectos: el de gran accionista
que resulta parasitario y el de dirigente asalariado, que es el administrador, gerente, director,
presidente, etc., quien determinado por la concentración económica y motivado por la
concentración de poder incrementa la explotación de la fuerza de trabajo.
La crisis
Como ya se dijo, uno de los factores que aceleran la autodestrucción del capitalismo son las crisis
económicas de sobreproducción o subconsumo, que se constituyen en uno de los factores de
recurrencia más frecuentes por ser una fase del ciclo capitalista caracterizada por el estallido de
todas las contradicciones de la economía capitalista. La crisis económica se manifiesta por la
superproducción de mercancías y el subconsumo o incremento en las dificultades de venta de los
productos. Como resultado, las empresas cierran o reducen sensiblemente la producción de
mercancías. Ello provoca el paro forzoso en la producción, con lo cual hay despidos en masa;
desciende en alto grado el nivel de vida de los trabajadores; se desequilibran las relaciones
monetarias y crediticias; quiebran firmas industriales, comerciales y bancarias y se altera el
comercio. Bajo el capitalismo, la superproducción de mercancías no es absoluta, sino relativa,
pues significa que se da un exceso de mercancías en relación con la demanda. Las crisis son
inevitables en el régimen capitalista, porque a medida que aumenta la inversión en máquinas
(capital constante), disminuye la mano de obra (capital variable) y, consecuentemente, la tasa de
beneficio. El capitalista cree que aumentando en cantidad la producción puede enfrentar la baja
de sus ganancias totales; y no lo consigue, porque los obreros no pueden comprar con su salario
lo que ellos mismos producen, debido a que éste jamás es igual al valor del bien producido; si a
ello se agrega que periódicamente se encuentran sin trabajo, o en paro forzoso, hay que aceptar
que la incapacidad para consumir lleva directamente a la depresión de la economía. La causa de
las crisis económicas de superproducción reside en la contradicción fundamental del capitalismo:
la que existe entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada que se apropia
de los resultados de la misma. Dicha contradicción se manifiesta en la anarquía de la producción
capitalista, en la alteración constante de las proporciones en la economía de los países
capitalistas, en la contradicción existente entre la producción y el consumo, entre la burguesía y
el proletariado. En el curso de la producción capitalista, se pone inevitablemente al descubierto el
antagonismo entre los fines de la producción capitalista y el medio de alcanzarlos. Como hemos
señalado, en su afán de ganancias los capitalistas procuran ampliar sin límites la producción,
lanzan al mercado una cantidad cada vez mayor de artículos. Al mismo tiempo, elevan el grado
de explotación de los trabajadores y reducen su nivel de vida. Ello hace que la demanda solvente
de la población empiece a rezagarse de las posibilidades de adquirir la producción, lo cual
conduce inevitablemente a que surjan dificultades para vender las mercancías producidas en las
empresas capitalistas. Si las mercancías no se venden, las empresas no pueden reponer sus
gastos y se encuentran imposibilitadas de continuar la producción. En consecuencia, se altera el
proceso de producción en las empresas con la correspondiente caída en toda la economía de la
sociedad capitalista, que implica el cierre de empresas, la destrucción de mercancías, la
acentuación de la explotación de los trabajadores y la restricción de los créditos, entre otros
problemas; para salir de la crisis se requiere buscar nuevas líneas de inversión y renovar el capital
fijo, mantener deprimidos los salarios y reducir el gasto público. Más en el marco del capitalismo
no es posible eliminar la causa fundamental de las crisis de superproducción; surgen éstas una y
otra vez con diversa intensidad y aparecen en todas las esferas de la vida económica: en la
producción, en la distribución, en el cambio y en el consumo, en la industria y en la agricultura, y
se extienden a todo el mundo capitalista. En el periodo del capitalismo premonopolista, estas
crisis se repetían cada 10 u 11 años y la más profunda de todas ellas fue la de 1873; pero con el
advenimiento del dominio de los monopolios en sustitución de la libre competencia, se ha visto
que las crisis económicas son más frecuentes y prolongadas y más cortos los periodos de auge.
Las crisis económicas de superproducción han pasado a ser mucho más agudas y destructivas. A
la par que se agravan hasta límites extremos todas las contradicciones del capitalismo y se
ahondan las crisis económicas, en el ciclo capitalista se registran algunos cambios esenciales.
Pero ello no se hizo manifiesto hasta el periodo de la posguerra, en 1929, cuando la economía
capitalista se distinguía por la acentuación de la desigualdad en el desarrollo de los países
capitalistas, por el aumento de la frecuencia con que se interrumpe el curso de la reproducción
capitalista y por nuevos fenómenos. Las crisis de super producción o subconsumo, al tener su
origen en un crecimiento excesivo de la producción de bienes, que la demanda no puede
absorber, se hacen recurrentes. Ese tipo de crisis aparece desde principios del siglo XIX y ha
prolongando su presencia hasta el presente. Algunos consideran que es la característica de los
años 1800, de los 1900 y se han proyectado hasta el siglo XXI. Las primeras crisis coinciden con el
triunfo del laissez-faire en Inglaterra. Para actualizar las ideas de Marx, se ha visto que a partir de
la crisis iniciada en 1929, que se prolongó hasta la Segunda Guerra Mundial, ya no es tan regular
y frecuente como la veía Marx. Pero aunque se considera que se pueden controlar para atenuar
sus efectos, donde el Estado moderno intervencionista desempeña un papel importantísimo,
éstas continúan presentándose en diversas partes y con diversas intensidades que ahora tienen
repercusiones en todo el mundo. En las teorías modernas, para explicar el mecanismo de las
crisis aún queda algo del pensamiento marxista, lo cual implica una aportación positiva a la
ciencia económica. Como consecuencia se acentúan más aún la anarquía en la producción
capitalista, la desigualdad en el desarrollo, la explotación de los trabajadores y el conflicto entre
el volumen de la producción y la escasa capacidad adquisitiva de la población. Las crisis
económicas, por tanto, son una prueba de que el capitalismo se desarrolla a costa de despilfarrar
las fuerzas productivas, a la vez que condena a millones de trabajadores a una existencia casi de
hambre. En ellas se revela nítidamente la falta de correspondencia entre las relaciones de
producción de la sociedad burguesa, por una parte, y el nivel y estado de las fuerzas productivas
actuales por otra; se pone de manifiesto el carácter transitorio del movimiento capitalista de
producción. Así pues, para Marx la crisis tiende a romper el equilibrio que debe existir entre el
capital constante y el capital variable, y al crecer el primero exageradamente, el desastre es
inevitable; arrastra una parte del capital constante, mucho del cual jamás se recupera. Esta
descapitalización permite a la plusvalía dar un nuevo impulso, el cual lleva nuevamente a la
capitalización, que al entrar en una situación similar, acarrea una nueva crisis. A ésta siguen
otras, y aunque este desequilibrio no lleva necesariamente a una paralización total del sistema,
causa interrupciones periódicas en su evolución, cuya consecuencia puede ser el estancamiento
del progreso. Para Marx, esto predetermina la inevitabilidad objetiva del hundimiento del
capitalismo y la necesidad de sustituir este sistema por un sistema de economía socialista.
GUERRA DE GUERRILLAS: Es una táctica militar de conflictos armados consistente en hostigar
al enemigo utilizando el conocimiento del terreno, con destacamentos irregulares y mediante
ataques rápidos y sorpresivos, realización de emboscadas, voladuras de instalaciones, puentes y
caminos o secuestros de armas y provisiones. Se utiliza con frecuencia en situaciones de guerra
asimétrica. Esta guerra se efectúa en zonas rurales o selváticas por nativos que conocen muy
bien la zona, los cuales son muy difíciles de distinguir del resto de la población, pues se camuflan
entre ella y de quien reciben suministros y refugio voluntariamente o a la fuerza. Se las ha
conocido como "Guerras de liberación nacional", cuyo objetivo es el control de las zonas rurales y
el aislamiento de las ciudades para lograr la victoria de las masas contra un ejército regular
dotado de armamentos superior en fuerzas y medios. La guerrilla urbana es un tipo específico de
tácticas de guerrilla aparecido en la segunda mitad del siglo XX que se caracteriza por
desarrollarse en un ambiente urbano como parte de una estrategia coordinada de lucha militar,
muchas veces de naturaleza anticolonial o revolucionaria. Las estrategias de guerrilla son un tipo
de estrategia de guerra diseñada para debilitar al enemigo a través de una larga serie de ataques
menores. Más que comprometerse en grandes batallas, una fuerza de guerrillas se divide en
pequeños grupos que atacan de forma selectiva el objetivo en sus puntos más débiles. Para ser
efectiva, los equipos de guerrillas deben ser capaces de replegarse entre ataque y ataque. La
forma genérica de estrategia comprende una secuencia repetida de ataques, retiradas y
ocultaciones practicadas en series. Se dice, en ocasiones de forma errónea, que las "fuerzas de
guerrilla nunca ganan las guerras, pero que sus adversarios generalmente las pierden". La guerra
de guerrillas, participación de amplias masas populares para luchar contra el enemigo en los
territorios ocupados, fue un importante elemento del pueblo soviético en la lucha contra el
fascismo. Las personas que las formaron estaban motivadas por la desesperación o por un
llamado interno; rechazaban el nuevo “orden” impuesto por los alemanes o estaban
decepcionados por el régimen de ocupación. Entre ellos había soldados y oficiales, que se vieron
aislados en el territorio ocupado, o que pudieron escapar de los campos de prisioneros. Sin
embargo, la mayor parte de los guerrilleros fueron personas de profesiones pacíficas, viejos y
jóvenes, que con el tiempo se convirtieron en una fuerza temible para los agresores, capaz de
infundirles una permanente sensación de peligro y causandoles un fuerte impacto moral. La
dirigencia de la URSS, por su parte, por todos los medios instaba a la población que se quedó en la
zona de ocupación a formar guerrillas y grupos subversivos, desarrollar una guerra de guerrillas,
no dejar pasar a las tropas enemigas, volar puentes, descarrilar los trenes, cortar cables, e
incendiar almacenes. En una resolución especial del Comité Central del partido comunista,
fechada el 18 de julio de 1941 y titulada “Sobre la organización de la lucha en la retaguardia de las
tropas enemigas”, el partido instó a las entidades en todos los niveles a promover la lucha
clandestina y la formación de guerrillas; a “ayudar a formar por todos los medios disponibles
destacamentos de guerrilleros de infantería y caballería; grupos subversivos y de exterminio; y a
desplegar “una red clandestina de nuestras organizaciones bolcheviques en el territorio ocupado
para liderar todas las actividades contra los ocupantes fascistas”. La primera guerrilla se formó el
primer día de la guerra, el 22 de junio de 1941, en Bielorrusia, librando su primer combate el 28 de
junio al eliminar un tanque de reconocimiento, tomar prisioneros y capturar mapas. El
destacamento fue encabezado por Vasili Korzh, un militar y guerrillero experimentado
participante de la Guerra Civil Española y que se hizo famoso durante la Gran Guerra Patria.
Teniendo solo tres grados de enseñanza en la escuela, se convirtió en general guerrillero al
encabezar en Bielorrusia el destacamento más grande de ellos: unos 15 mil efectivos. En el
territorio que controlaba, Korzh instaló un aeródromo e incluso una imprenta y estableció su
orden. Así, por ejemplo, se castigaba con mano dura a los saqueadores, incluyendo a los
guerrilleros: “Estamos combatiendo por el pueblo. Nunca maltraten al campesino. Pídanle un
pedazo de pan, si hace falta, pero nunca lo tomen a la fuerza. Si maltratas a un campesino
pondremos fin a tu vida de guerrillero, al culpable lo encontrarán debajo de la tierra” Durante la
guerra el destacamento de Korzh eliminó a 26 mil invasores, tomó 422 prisioneros, hizo
descarrilar 468 trenes y destruyó más de 700 vehículos. El 15 de agosto de 1944 le otorgaron el
título honorífico de Héroe de la Unión Soviética (HUS). A inicios de 1941, Kovpak formó una
pequeña guerrilla. El inicio fue modesto, ni siquiera todos los combatientes tenían armas.
Posteriormente, el destacamento de Kovpak “El viejo”, como lo llamaron sus combatientes, fue
creciendo permanentemente. A su cargo tuvieron varias operaciones, por ejemplo, la voladura
simultánea de cinco puentes en el nudo ferroviario Sarni, que resultó de tremenda importancia
para cortar las vías de abastecimiento de los Ejércitos alemanes del sur. Kovpak se dio cuenta de
que para sobrevivir era imprescindible estar permanentemente en movimiento, no parar por
mucho tiempo en un lugar. Más tarde recordaría: “durante nuestras acciones de maniobra
paulatinamente desarrollamos nuestras reglas de movimiento de guerrillas: empezar la marcha
al atardecer y descansar de día en bosques o aldeas lejanas; conocer todo lo que pasaba adelante
y en los flancos; no moverse por mucho tiempo en la misma dirección; preferir los rodeos a los
caminos rectos; asignar destacamentos de contención; eliminar las pequeñas guarniciones o
grupos y hacer emboscadas sin dejar rastros; en ningún caso admitir movimientos fuera de
orden; no salirse de las filas; siempre estar preparado para que la columna de viaje logre en
minutos una defensa perimétrica y abra fuego demoledor ante la aparición del enemigo; hacer
que algunas piezas de artillería salgan a ocupar una posición mientras otras abren fuego desde la
marcha; moverse las fuerzas principales por caminos lejanos y conocidos solo por habitantes
locales, mientras que los comandos especiales usan los caminos importantes y las vías férreas
para cerrarlos al enemigo; volar puentes y rieles; cortar cables; descarrilar trenes”. Por la noche,
por donde pasaba una columna reinaba el silencio, mientras que a la distancia todo estaba
ardiendo y retumbando. “Nadie sabe ni debe saber adónde vamos y de dónde hemos venido.
Todo el pueblo está combatiendo y nosotros somos tan solo un pequeño arroyo en este temible
flujo de guerra popular”, decía. Gracias a los combatientes de Kovpak, las guerrillas liberaron
vastas zonas de las manos de los fascistas y sus secuaces en varios territorios ocupados de
Bielorrusia y de la provincia de Briansk. Una de las más destacadas operaciones realizada por el
destacamento de “El viejo” fue la eliminación de los yacimientos petrolíferos en los Montes
Cárpatos, en medio de una profunda retaguardia enemiga, pues estos eran una fuente
importante de abastecimiento de combustible del Grupo de Ejércitos Sur del Wehrmacht. En el
verano de 1943, los guerrilleros volaron las torres de petróleo, los depósitos de carburantes y tres
plantas de procesamiento de crudo. Al enterarse de lo acontecido, Hitler exigió eliminar el
destacamento de Kovpak. Contra los 1.500 combatientes de “El viejo” fueron lanzados ocho
regimientos del ejército alemán y una división de SS. Los alemanes rodearon a sus guerrilleros,
pero el destacamento de Kovpak se dividió en seis grupos, cada uno de los cuales se fue en
distintas direcciones. Pese a las grandes bajas, los guerrilleros pudieron romper el cerco y más
tarde volver a reunirse. Por su valentía y cumplimiento ejemplar de las tareas encomendadas, a
Sidor Kovpak le otorgaron su primer título de HUS en mayo de 1942, y el segundo, en enero de
1944. Por su eficaz mando de los destacamentos guerrilleros fue uno de los primeros jefes de
guerrillas que fue ascendido a general. Se considera que a finales de 1941 las guerrillas contaban
con 90 mil combatientes, siendo más de dos mil el número de sus destacamentos. De este modo,
los primeros grupos de ellos eran muy poco numerosos e incorporan pocas decenas de efectivos.
El primer invierno de la guerra fue muy frío, las guerrillas no tenían bases instaladas, les faltaban
armas y era difícil conseguir comida. Todo ello complicaba su actuación. Sin embargo, el número
de estos grupos siguió creciendo a tal grado que, para finales de 1943, ya incorporan hasta 250
mil efectivos. Desde mayo de 1942, el mando estratégico de los guerrilleros se ejercía por el
Estado Central del Movimiento Guerrillero a través de un sistema de estados republicanos y
provinciales. Como resultado de tal interacción, el movimiento guerrillero se hizo más
organizado y eficaz. Así, por ejemplo, en agosto de 1942 se registraron 150 descarrilamientos de
trenes; en octubre, 210; y en noviembre, 240. Los guerrilleros se hicieron más atrevidos y hasta
empezaron a atacar a columnas enemigas en marcha. En definitiva, las zonas bajo las acciones
guerrilleras se hicieron para los alemanes lugares de creciente peligro, incluso las empezaron a
marcar en los mapas con signos especiales. En junio de 1943, en plena batalla de Kursk, se inició
la operación guerrillera llamada “la guerra de rieles”. En un mes, esta operación ejecutada por
comandos de 100 mil combatientes, voló gran número de rieles, trenes y puentes. La capacidad
de las vías férreas disminuyó en un 35–40% y durante largo tiempo los alemanes no pudieron
recuperarla. En la etapa final de la Gran Guerra Patria, cuando las tropas soviéticas empezaron a
expulsar al agresor del territorio nacional, las guerrillas hicieron mucho para salvar a los
habitantes locales de ser transportados a los campos de trabajo en Alemania, resguardaron sus
bienes, y también ayudaron en todo al ejército durante las operaciones ofensivas. Normalmente
los guerrilleros estaban armados con armas ligeras: pistolas, ametralladoras ligeras, fusiles,
granadas de mano y, solo a veces, disponían de morteros y artillería. Prestaban juramento todas
las personas que ingresaron en sus destacamentos (incluso ex militares). La disciplina en las
guerrillas fue rigurosa. Al inicio de la guerra caían cerca del 90% de los combatientes de los
grupos, mientras que para el final de la guerra este porcentaje se redujo a 10%. Aparte de la
actividad subversiva (eliminación de medios de comunicación, eliminación y contaminación de
conductos y pozos de agua, etc.), los guerrilleros participaron directamente en combates
brindando apoyo a las tropas regulares y cumplían misiones de reconocimiento y espionaje,
propaganda política, o eliminación de colaboracionistas. Las principales zonas de sus actividades
eran las extensas áreas de bosques y pantanos de Ucrania y Bielorrusia, así como las provincias
rusas de Briansk, Pskov, Leningrado y Smolensk. Pequeñas guerrillas actuaban además en el
territorio de las Repúblicas del Mar Báltico (Lituania, Letonia y Estonia). Sus relaciones con la
población local de la URSS a veces eran contradictorias. La ayuda de la población fue para ellas de
vital importancia, siendo el factor principal de su éxito. Pero, en algunos casos, los guerrilleros
demandaban a los locales abandonar sus casas y quemarlas antes de retirarse, con lo que se
convirtieron en sus enemigos y, al ser combatidos, ejercieron violencia contra los pobladores.
También se registraron casos de comandos especiales formados por nazis para desacreditar al
movimiento de resistencia. Los pseudo guerrilleros eran normalmente colaboracionistas y
cometieron asesinatos entre los habitantes locales. El movimiento guerrillero realizó centenares
de grandes hazañas gracias a personas humildes, en su mayoría simples trabajadores que se
levantaron en armas para defender a su Patria e intentar hacer todo lo posible para que se
marcharan los invasores. El amor a la Patria y el odio a los agresores unieron a cientos de miles de
personas de los más disímiles estratos y condiciones de vida: niños que cumplieron misiones de
reconocimiento, muchachas que descarrilaron los trenes o viejos que volaron puentes y
organizaron emboscadas.
Socialización de los medios de producción
Según Marx, los medios o instrumentos de producción son el conjunto de objetos de trabajo que
participan en el proceso de producción y que el hombre utiliza para crear los bienes materiales.
Son objetos o medios de trabajo con que el hombre actúa sobre la naturaleza para producir
bienes materiales. Son medios de producción las máquinas, las máquinas-herramientas, los
motores, los diferentes aparatos de medición y control, los edificios y las instalaciones
destinados a la producción, los medios de transporte y de comunicación, y la tierra. La función
determinante tanto en el proceso productivo como en el desarrollo de las relaciones sociales
corresponde a los instrumentos de producción. Algunos de los objetos de trabajo nos los
proporciona directamente la naturaleza; otros son resultado del trabajo. En el capitalismo, los
medios de producción son propiedad privada de los capitalistas o de los monopolios y
constituyen un capital, es decir, un medio de explotar el trabajo asalariado. Los trabajadores
carecen de tales medios y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas y a
crear para éstos plusvalía. Marx afirma: “El obrero moderno… desciende cada vez más por debajo
de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria; la pobreza crece más
rápidamente todavía que la población y que la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesía ya no
es capaz de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a
ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar,
porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de la
esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que mantenerlo, en
lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a
decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad”. Por
ello y para ellos propone Marx la expropiación de las industrias que han llegado a su fase
capitalista, o sea, las que producen plusvalía. Para la gran propiedad y la gran industria, es decir,
a la que emplea asalariados, respetando a la pequeña propiedad de quien tiene sus medios de
producción y vive de ellos trabajándose. Así, todos estos instrumentos son de propiedad privada
dentro del régimen capitalista, al cual el marxismo trata de abolir, tal como se señala
expresamente en el Manifiesto del Partido Comunista: “El proletariado se valdrá de su
dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para
centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado
organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las
fuerzas productivas. Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una
violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es
decir, por la adopción de medidas que desde el punto de vista económico parecerán insuficientes
e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán
indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción”. Para
alcanzar esa meta se requiere la socialización de los medios de producción, que consiste en
expropiar los instrumentos productivos a los capitalistas y, al mismo tiempo, ponerlos a
disposición de todos, en beneficio de la nación, excluyendo la posibilidad de que algún grupo de
personas en particular detente la propiedad de los mismos. Así como la producción es colectiva,
considera que la propiedad de los instrumentos también debe ser colectiva. Una vez lograda la
socialización de los medios de producción, el producto del trabajo de todos los integrantes de la
comunidad será repartido de conformidad con el trabajo realizado por cada uno, no sin antes
haber deducido todos los gastos que el interés común haya demandado. En estas condiciones, no
habrá sobretrabajo y tampoco plusvalía . En síntesis, se propone que la propiedad sobre los
medios de producción pase al colectivismo. La propiedad del sistema industrial, privado o
corporativo, urbano o rural, que el capitalismo está utilizando, el nuevo sistema lo modificará
para que no quede bajo la forma tradicional individualista, sino conforme a una norma distinta,
como derecho a un valor equivalente al producto del trabajo social.
Acumulación creciente de los capitales
Una de las tendencias más constantes en la evolución del capitalismo es que aumenta cada vez
más el número y la dimensión de las grandes empresas, pero ellas no han eliminado ni al
pequeño industrial ni al pequeño agricultor o comerciante. Esto se debe al aumento constante de
la población, que hace proliferar pequeñas industrias y comercios nuevos. No obstante,
independientemente del crecimiento de la pequeña y mediana empresa sigue habiendo una
tendencia hacia la concentración de empresas donde se encuentra el grueso de los accionistas de
las sociedades anónimas. Por ello Marx trata de explicar la forma en que los capitales se
acumulan. Según el autor, el mecanismo de la acumulación es la aplicación de una parte del
rendimiento de la producción a una producción posterior, a efecto de ir ampliando, más y más, la
base de todo el sistema productivo; ésta se da de la siguiente manera: una vez en posesión del
capital, la sociedad burguesa se ha constituido en la cimentación del edificio de la acumulación
capitalista. Este cimiento recibe el nombre de acumulación originaria, o sea,la primera formación
de capital, la que no necesariamente es consecuencia de una capitalización de la plusvalía
producto del trabajo, sino también de otras causas como los monopolios o ciertos privilegios
como la herencia. Cuando se dispone del capital y se destina a la producción el proceso se inicia, a
la vez que la acumulación capitalista, que no es otra cosa que la transformación de la plusvalía en
capital. Después viene la reproducción del capital, que es una consecuencia de la continuidad de
la producción, ya que durante ésta resulta indispensable sustituir permanentemente la porción
del capital consumido a fin de no detenerla. La sustitución, por medio del producto de la
plusvalía, reproduce el capital dentro de un periodo de rotación en la empresa, a cuyo final el
capitalista tiene en el bolsillo dinero contante para proseguir la producción,
independientemente de que parte del mismo sea producto del trabajo, que a fin de cuentas se
convierte también en acumulación de plusvalía, sin la cual la acumulación es inoperante o
inconcebible.
La reproducción puede ser simple y acumulativa. Es simple cuando el capital se conserva en el
mismo nivel dado, lo que implica el consumo total de la plusvalía. En la acumulativa se consume
una parte de la plusvalía, que se dedica a nuevas operaciones de acumulación, es decir, a
transformar en nuevos capitales la parte no gastada. Así se llega a la reproducción del capital en
gran escala, la que será mayor a medida que sea menor el gasto o disfrute de la plusvalía. De este
modo, los capitales existentes se acumulan con nuevos capitales, cuya consecuencia es una
mayor producción y, también, una mayor plusvalía. La producción tiene una escala ascendente y
un derrame permanente de nueva plusvalía por las perspectivas del sistema capitalista de
obtener ventas crecientes, sin las cuales carece de sentido el aumento de producción. Así que
mientras tengan vigencia dichas perspectivas, el proceso acumulativo seguirá su marcha
ascendente, puesto que el capitalismo tiende a no gastar, cuando menos, parte de la plusvalía,
sino a su acumulación. La acumulación indefinida del capital lleva a que las empresas se hagan de
dimensiones cada vez mayores. Cada vez hay menos capitalistas, que son cada vez más ricos, y
los proletarios son más numerosos, y en ocasiones son cada vez más pobres porque sus
ganancias no permanecen constantemente fijas, en el nivel mínimo necesario para su
subsistencia, debido a las crisis de sobreproducción, que provocan que sean más explotados. Ello
se debe, por una parte, a que los capitalistas, para acrecentar la plusvalía, aumenta sin cesar la
jornada de trabajo, en tanto que por la otra, la acumulación del capital y el progreso técnico
disminuyen el valor del trabajo, para la subsistencia obrera, y la tasa de salarios. Así, la
estructura de la sociedad se hace cada vez más dicotómica. Si bien Marx sostuvo que la
acumulación provenía de la parte de la renta percibida por los propietarios de los medios de
producción, en su visión general del proceso económico daba una consecuencia de diferencias
cualitativas en cualquiera de los agentes productivos. La apropiación de la plusvalía por los
capitalistas era el requisito para la acumulación en una escala sustancial. Marx decía que una
parte significativa de la plusvalía obtenida por los capitalistas sería utilizada con el propósito de
ampliar sus capitales y, más particularmente, en la adquisición de maquinaria. Además, la
aplicación de tecnologías más avanzadas significaba que el valor de los bienes, medido por el
trabajo incorporado, se reduciría. De este modo los bienes se “abarataría”. Este proceso engrosar
progresivamente, porque los capitalistas se verían obligados a unirse a la carrera competitiva
por abaratar los bienes. Su propia supervivencia dependería de su capacidad para adquirir y usar
maquinaria que elevará la productividad del trabajo; de otro modo, serían eliminados en la
competitividad. El mismo sistema impulsaba a los capitalistas a la acumulación y a introducir
innovaciones que economizan trabajo. Según Marx, el desarrollo de la producción capitalista
hace constantemente necesario aumentar la cantidad de capital invertido en una empresa
industrial, y la competencia es la causa de que las leyes de la producción capitalista sean sentidas
por cada capitalista individual como leyes externas coercitivas, lo que lo estimula para ampliar
constantemente su capital, si quiere preservarlo, pero esta ampliación sólo es posible a través de
una acumulación progresiva; hace a los individuos responsables de relaciones de las que ellos son
socialmente un producto. Marx reconocía que la introducción de las más elevadas técnicas podría
estar asociada a la reducción en los costos y a aumentos en el volumen de producción. En esta
fase, la competencia, según Marx, acaba en la ruina de muchos pequeños capitalistas, cuyos
capitales pasan en parte a manos de sus competidores y en parte desaparecen. El mayor uso de
maquinaria tendría el efecto de eliminar a los que trabajaban con técnicas más viejas. Los
artesanos serían los primeros en sufrir la expansión del industrialismo; gran parte de su tiempo
de trabajo se convertiría en “socialmente necesario”. Más tarde, a medida que la aplicación de
técnicas industriales aumente su ritmo, los capitalistas pequeños y débiles serían destruidos, lo
que incrementa la proletarización.
PERESTROIKA. La perestroika fue un proceso de reforma basado en la reestructuración de la
economía y que fué impulsado por Mijaíl Gorbachov, el que fuera presidente en la Unión
Soviética desde 1990 a 1991. La Perestroika no solo supuso un intento de cambiar la economía
soviética de forma global, sino que vino acompañada de lo que se denominó Glasnost, que
significa “apertura” o “transparencia”. El Glasnost consistía en una serie de medidas que no
tenían que ver con el ámbito económico, sino que se refería a los derechos y libertades del pueblo
y profesionales soviéticos. Así, durante este período la política soviética buscó una mayor
colaboración con otros países, se mejoraron las relaciones con Estados Unidos y se retiraron las
tropas de Irak. La Unión Soviética comenzó a intentar abrirse a los postulados de la democracia y
buscó cortar las relaciones con los regímenes socialistas de países en vías de desarrollo. Lo cierto
es que las reformas aplicadas a través de la perestroika aunque con buenas intenciones acabaron
bastante mal y de hecho el elemento más destructivo fue la Ley de Empresa que aunque
pretendía hacer próspera la economía de Rusia, se volvió en contra del país, pues anula todo
control sobre los recursos, de modo que se redujo la inversión. La desmembración de la URSS en
pequeñas repúblicas, la creación de bancos propios y la concesión de créditos ilimitados
provocaron inflación y la escasez total, el interés por el dinero llegó a ser mínimo. La calidad de
vida que se pretendía durante este proceso era que los ciudadanos tuvieran cada vez mejor nivel
de vida, y de hecho la idea era invertir en los habitantes y dejar de una vez por todas la inversión
militar. La crisis fue de menos a más. Las producciones agrícola e industrial tuvieron que reducir
costos para vender sus productos y el desempleo se incrementó en la población. A ello se sumó el
terremoto de Armenia en 1988 con más de 20 mil muertos y daños materiales de grandes
proporciones. Las consecuencias de la apertura al libre comercio, la tragedia nuclear y del
desastre natural que rebasó todo plan de contingencia por no tener un plan financiero sólido
terminaron con el sueño de la Perestroika. Finalmente, en 1991 se desintegró la URSS, lo cual
derivó en el nacimiento de nuevos países y de nuevos conflictos bélicos. Con este breve resumen
sobre qué fue la Perestroika comprenderás mejor uno de los episodios más emblemáticos del
siglo XX: la disolución de la URSS. Por otro lado, también te sumergirá en una nueva visión
acerca de los alcances de la catástrofe nuclear en Chernobyl.
GLASNOST. Durante el XXVII Congreso del PCUS en febrero de 1986, un recién llegado a la
secretaría general Mijaíl Gorbachov, lanzó la consigna de Glasnost ("transparencia" o
"apertura"). A partir de la primavera de ese año, la censura soviética fue relajándose. La
revolución de libertad que sacudió a los medios de comunicación soviéticos tuvo una enorme
repercusión en el devenir de la URSS y en su final desintegración. Problemas del momento como
la corrupción, la "herida sangrante" de la guerra de Afganistán, la catástrofe nuclear de
Chernóbil, la profunda crisis económica... fueron puestos al libre examen de un atónito y, muchas
veces indignado, ciudadano soviético. Pretendía liberalizar el sistema político, que acusaban de
estar férreamente controlado por el Partido Comunista. Los medios de comunicación obtuvieron
mayor libertad para criticar al gobierno. El objeto expreso era crear un debate interno entre los
ciudadanos soviéticos y alentar una actitud positiva y entusiasmo hacia las reformas. Sin
embargo, esta política de apertura se volvió en contra de Gorbachov, al incrementarse los
problemas económicos y sociales por efecto de sus mismas reformas y al incrementarse la crítica
de la población soviética contra la dirección política del PCUS. Se conoce como una política que se
llevó a cabo a la par de la perestroika el líder del momento Mijaíl Gorbachov, desde 1985 hasta
1991 En comparación con la perestroika que se ocupaba de la reestructuración económica de la
Unión Soviética, la glásnost se concentraba en liberalizar el sistema político. En esta se
estipulaban libertades para que los medios de comunicación tuvieran mayor confianza para
criticar al gobierno. El objetivo más expreso de la glásnost era crear un debate interno entre los
ciudadanos soviéticos, y alentar una actitud positiva y entusiasmo hacia las reformas que se
encaraban. La meta de Gorbachov con la glásnost era en parte ejercer presión sobre los
conservadores del Partido Comunista que se oponían a la perestroika. La relajación del control
gubernamental causó que el Partido Comunista perdiera influjo sobre los medios de
comunicación. Pronto los medios masivos comenzaron a mostrar ante el público soviético serios
problemas sociales y económicos que el Kremlin había negado o minimizado históricamente.
Proletarización creciente
Tal como Marx lo dijo, el mecanismo de acumulación bajo el capitalismo podía explicarse en su
origen por la creación de la plusvalía y por las presiones sobre los capitalistas para reinvertir una
parte sustancial de esa plusvalía. Las repercusiones del proceso causan efectos económicos, entre
los que destaca la proletarización. Proletarizar no es otra cosa que convertir en proletario a quien
no lo es. El capitalismo es el encargado de llevar a cabo la tarea. Por su propia naturaleza, el
capitalismo estaba obligado a producir una brecha, siempre creciente, en la estructura social.
Cada vez más, los trabajadores perderían su destreza en la producción y serían reducidos al
estatus de operarios de las máquinas, que realizan tareas rutinarias y repetitivas. Esta pérdida de
calificación tenía por consecuencia simplificar la medición del producto en unidades de trabajo,
porque la dinámica del capitalismo tendía a homogeneizar la fuerza de trabajo. Entretanto, el
desplazamiento de la mano de obra por las máquinas aumentaría el número de los sin-trabajo y
engrosar las filas del “ejército de reserva”, de los “parados”. El modo de producción capitalista
necesitaba este resultado para mantener la posición de poder de los capitalistas y asegurar que
estaría disponible una oferta abundante de mano de obra con salarios de subsistencia. La miseria
creciente del proletariado era un subproducto necesario de tales mecanismos. Decía Marx que a
medida que crece la productividad del trabajo, aumenta para el capital la oferta de mano de obra
más rápidamente que su demanda. El trabajo excesivo de la clase trabajadora hace que se sumen
a las filas de la reserva; mientras que los desempleados, a través de la competencia, ejercen la
mayor presión sobre los trabajadores para que acepten el exceso de horas de trabajo y se
sometan a los dictados del capital. La manufactura mecánica fue destruyendo los gremios de
artesanos tradicionales. Con el desarrollo de la maquinaria sólo sobreviven los fuertes; los
débiles se hundirán. Esta proposición se aplicaba a los capitalistas tan plenamente como a la
clase proletaria. En la dinámica del sistema, muchos de los capitalistas menores se encuentran
desplazados hacia abajo en la escala social, llegando, como los trabajadores que ellos habían
empleado anteriormente, a depender de los propietarios de los medios de producción para tener
una oportunidad de ganarse la vida. La concentración de la propiedad de los medios de
producción estaba a la par de la miseria y la desigualdad crecientes. Para Marx, un esquema
explicativo de la sociedad en dos clases era suficiente. Lo que importaba era la separación de los
que tenían un derecho legalmente reconocido a la propiedad de los medios de producción, de
aquellos que no lo tenían. Y una de las consecuencias de la gran producción era la proletarización
creciente de las masas, la cual se inicia con la concentración de capitales y el desarrollo
tecnológico que desplaza al trabajo artesanal. El paro involuntario, consecuencia de la
acumulación de capital, así como de la concentración de las explotaciones, lleva a una inversión
cada vez mayor de recursos para instalaciones y menor para el sostenimiento de la clase
trabajadora. Este paro que forma el “ejército de reserva industrial” siempre está listo para
ofrecerse en el mercado a cualquier precio, con lo cual el capitalista obtiene mano de obra al
precio más bajo. También la población rural expropiada aumenta el proletariado, emigra a la
ciudad y busca una ocupación asalariada, ante la pérdida de su pequeña propiedad. Así, los
artesanos y otros pequeños propietarios corren la misma suerte. Como consecuencia, cada día
hay mayor número de pobres y menor número de ricos, pero más ricos. Pero señala Marx que con
ello el capitalismo cava su propia tumba.
Tesis catastrófica.
Marx insiste frecuentemente que si el capitalista priva a los asalariados de una parte del fruto de
su trabajo, cuando adquieran conciencia de clase y se organicen podrán, por su mayor número y
su condición de explotados, realizar la Revolución. Según Marx, la Revolución consistía en la
eliminación de la clase burguesa y su relevo por la clase trabajadora. Este cambio puede ser
pacífico, mediante decisiones políticas o económicas. Pero él no cree que la burguesía entregará
el poder fácilmente, por lo que propone una tercera alternativa, que considera la más factible: la
“catástrofe” final del capitalismo. Ésta se producirá durante una crisis grave, que es uno de los
más variados desequilibrios en el régimen. Además, la concentración habrá llegado a tal
madurez, que será particularmente fácil la expropiación socialista, para que los títulos de
propiedad de la burguesía pasen a propiedad de la nación. Es cierto que el marxismo no
necesariamente piensa en el empleo de la violencia, para el cambio, pero tampoco la excluye. Más
bien, la considera probable, ya que la evolución, por sí misma, no será suficiente para eliminar las
formas sociales obsoletas y sustituirlas por formas nuevas. El Sufrimiento es inherente a los
períodos de transición. “La fuerza es la partera de toda sociedad en acción”, decía Marx. Cada
etapa lleva, como compañía inseparable, no precisamente la sonrisa a flor de labio, sino
reacciones distintas, pero “indispensables para el advenimiento de las fuerzas superiores”. La
marginalidad de los salarios y el incremento de las utilidades provoca una lucha de clases
encarnizada que enfrenta a los proletarios contra los burgueses. Según Marx, la compasión, la
indignación, el odio, la revuelta y la esperanza son parte de los mecanismos económicos. El
proletario entrega su propia sustancia al producto del que el empleador se apropia. Y la elevación
constante de las tasas de la plusvalía comporta una explotación creciente de los obreros que se
agrava sin cesar. Las superestructuras burguesas (política, moral, cultura, arte) no son para el
proletariado, por ello cuando la pérdida sea total, cuando se haga plenamente consciente, la
lucha de clases llegará a su culminación. El proletariado se revelará y su revuelta será victoriosa,
porque es cada vez más numeroso; a su vez, los capitalistas son cada vez menos y los lazos que los
unen a sus empresas se hacen puramente jurídicos. Entretanto, la propaganda revolucionaria
habrá desarrollado en los capitalistas una conciencia que los debilitará. El proletariado es la
“negación del hombre”. La Revolución será el advenimiento de una sociedad sin clases: eliminará
la explotación del hombre por el hombre, hará cesar los antagonismos sociales, la enajenación
económica y la alienación religiosa. Hemos visto, pues, que los medios de producción y de
cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al
alcanzar cierto grado de desarrollo de los medios de producción y de cambio, las condiciones en
que la sociedad feudal producía eran distintas, por tanto, la organización feudal de la agricultura
y de la industria manufacturera cambiaban; es decir, las relaciones feudales de propiedad
cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en
lugar de impulsar la. Transformándose en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y
se rompieron. En su lugar se estableció la libre concurrencia, con una constitución social y política
adecuada a ella y con la dominación económica y política de la clase burguesa. Las relaciones
burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esa sociedad
burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto potentes medios de producción y de
cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha
desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del
comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las
actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la
existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su
retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de
toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial se destruye sistemáticamente no sólo
una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas
ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera
parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción. Las fuerzas
productivas no favorecen ya el régimen de la propiedad burguesa; por el contrario, resultan
demasiado desarrolladas para estas relaciones, que se constituyen un obstáculo; y cada vez que
las fuerzas productivas salvan este obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad
burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan
demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. Marx señala que la
burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también a
los hombres que empuñan las armas: los obreros modernos, los proletarios. No obstante esas
ideas, desde nuestro tiempo vemos que la catástrofe del capitalismo está, por ahora, cada vez
más lejana, ya que se afinan cada vez más las técnicas para el control de las crisis.