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CAMPUS SAN PEDRO Y SAN PABLO

CATEDRÁTICO:

Lic. Patricia López

PRESENTADO POR:

Lorena Estefanía Rodríguez

ASIGNATURA:

Psicopatología 2

Sección: 1701

TAREA A PRESENTAR:

Revisión Bibliográfica sobre “Estrategias para manejo del ideación


suicida”

LUGAR Y FECHA DE ENTREGA:

San Pedro Sula, Domingo 2 de Agosto del 2020


Introducción
El presente protocolo presenta de forma concisa una serie de pasos y consideraciones relevantes

en la detección de la ideación suicida, así como el abordaje psicológico inicial en pacientes que

acuden a consulta psicológica. El suicidio se considera, cada vez más, como uno de los mayores

problemas de salud pública a nivel mundial. La cantidad de suicidios cometidos en todo el mundo

se ha incrementado en un 60% en los últimos 50 años, especialmente en los países en vías de

desarrollo.
GUÍA PARA LA ATENCIÓN PRIMARIA DE PACIENTES CON IDEACIÓN O INTENTO SUICIDA

El contacto inicial con el servicio de Salud de la División de Bienestar Universitario que realiza el
estudiante o paciente con intento o ideación suicida, puede ser por teléfono y/o en persona (ya
sea que venga solo o acompañado) o por derivación de la consulta prioritaria. El estudiante que
hace este primer contacto generalmente solicita información relevante acerca de la disponibilidad
o posibilidad de acceder al servicio para obtener ayuda. Cuando esto suceda se debe proveer la
información adecuada para que el estudiante paciente o acompañante puedan tomar la decisión o
no de recibir ayuda. De ahí la importancia de capacitar y preparar a la persona que está a cargo de
esta tarea.

Contacto clínico inicial o primera atención

El primer contacto de ayuda o primera atención a la persona con ideación e intento suicida se
realiza a través de una entrevista clínica diagnóstica inicial la cual se establece como el patrón de
oro para el proceso a realizar e incluye la valoración de si la persona está o no trastornada,
desesperada y/o desorganizada como para que el suicidio pueda ser un resultado final. Por esta
razón, el profesional que realiza el primer contacto clínico con el paciente con CS asumirá una
actitud directiva, realizará uso apropiado del tiempo (control adecuado), tratará de mantener a la
persona con vida como objetivo fundamental y actuará teniendo en cuenta los siguientes puntos:

1. Evaluación y reconocimiento del problema o incidente precipitante.

2. Determinar el riesgo de mortalidad o evaluación del riesgo suicida considerando los pasos

que se plantean a continuación:

Realizar una descripción detallada de la presentación de la CS, que incluya:

- Evaluación de la CS: a través de preguntas que permitan conocer las características y/o tipo de la
conducta suicida como ideación, intento, autoagresión.

- Intencionalidad: Gesto manipulador / ambivalente / intención seria (esperaba morir).

- Letalidad: Conocimiento del alcance dañino sobre la integridad de la persona que pueda

tener el método de suicidarse.

- Premeditación: Evaluar las horas y días que han transcurrido planeando el suicidio y la
posibilidad de acceder a armas y/o tóxicos. Existencia de un plan detallado, baja probabilidad de
ser descubierto.

- Accesibilidad a medios suicidas: Explorar si el paciente tiene a su alcance medios para concretar
el acto suicida como: posesión de armas, disponibilidad de medicamentos o sustancias de alta
toxicidad.

En la evaluación del riesgo suicida el profesional puede emplear preguntas como: ¿siente que
vale la pena vivir?, ¿desea estar muerto, ¿ha pensado en acabar con su vida?, si es así, ¿ha

pensado como lo haría?, ¿qué método utilizaría?, ¿tiene usted acceso a una forma de llevar a

cabo su plan?

Evaluar síntomas y signos de trastorno mental y comorbilidad con particular atención en

trastornos del estado de ánimo, esquizofrenia, abuso y/o dependencia de psicoactivos y

trastorno límite de la personalidad.

Listado de objetivos y técnicas apropiadas de tratamiento


A lo largo del tratamiento, se ha de llevar a cabo una evaluación continua semanal de la ideación
suicida (aparición e intensidad de los pensamientos suicidas, planificación de las ideas, nivel de
desesperanza, culpa y apoyos que percibe), tras la información obtenida del paciente y/o familia e
instrumentos aplicados.

Normalmente, cualquier tratamiento requerirá las siguientes estrategias, teniendo en cuenta que
las particularidades de cada caso no permiten generalizarlas ni limitarse a estas:

Explicación del análisis funcional al cliente (también familiares si se considera necesario) para
ayudarle a comprender por qué ha llegado a sentirse o pensar de esa forma y normalizando el
malestar que vive de acuerdo a suscircunstancias/creencias. Esto incluirá ofrecer información
sobre los mitos relacionados con el suicidio así como orientación hacia el tratamiento psicológico,

facilitando la reflexión sobre si realmente desea morir o bien liberarse de las circunstancias
intolerables de su vida y del sufrimiento emocional, mental y/o físico, así como resolver dudas y
temores que puedan interferir en la adhesión al tratamiento. Una vez logrado esto, conviene
acordar colaborativamente los objetivos.

Priorización del buen manejo y control de la conducta suicida en los momentos de


malestar hasta que se instauren conductas alternativas más funcionales. Se comprobará que el
paciente conoce los estímulos externos e internos que desencadenan sus pensamientos de
suicidio y se acordará qué hacer si se presentan. En algunos casos, es deseable jerarquizar la
eliminación de las conductas de riesgo y el desarrollo de otras más funcionales (por ejemplo, si
aparecen autolesiones intervenir primero en reducir o eliminar las mismas aunque

permanezcan otras conductas como atracones, ejercicio de alto impacto, tomar un ansiolítico). En
sesión, puede ayudar al paciente visualizar la situación suicida e imaginarse llevando a cabo un
comportamiento alternativo funcional (por ejemplo, si mantiene la imagen de ir al garaje y
encender el coche para morir por intoxicación de monóxido de carbono, visualizarse después
cerrando el coche, yéndose a caminar o a hacer alguna otra actividad de las pactadas).
Reducir ánimo depresivo hasta conseguir que se participe en actividades a un nivel similar al que
realizaba antes de presentar ideación suicida (número, variedad, nivel de agrado). En la mejora
del estado de ánimo relacionado con ideación suicida, tiene un papel relevante la creación de un
programa de activación conductual en el que mediante registros se compruebe la planificación y

puesta en marcha de actividades, preferiblemente con personas significativas. En la mayor parte


de los casos, se deberá recordar que lo importante es que las realice (no lo bien que lo haga) pese
a que no le apetezca en ese momento y especificar cuándo, cómo y dónde lo va a realizar. Esta
estrategia servirá para aumentar frecuencia y duración de las experiencias positivas (refuerzos), y
más adelante también en la mejora de la autoeficacia y competencia personal.

Reducción de la desesperanza y falta de expectativas positivas hasta alcanzar niveles


normales. Para poder alcanzar este objetivo, pueden ser útiles técnicas cognitivas como
identificación de razones para vivir, la cual requiere identificar los recuerdos o aspectos que den o
hayan dado sentido a su vida, razones de vivir que tuvo o tendría si no estuviera deprimido, retos
que se propone si sigue viviendo y la identificación de asuntos pendientes.

Identificación y reestructuración del pensamiento disfuncional hasta reducir los


pensamientos suicidas. Esto requiere, una vez que el riesgo es medio o bajo, que anote la
situación, pensamientos, emociones y conductas que aparecen en momentos de malestar
intenso). Posteriormente, se entrenará en el cuestionamiento de aquellos pensamientos
disfuncionales mediante diálogo socrático, ayudándoles a comprobar cuáles aparecen cuando está
considerando quitarse la vida . Es importante recordar que, cuando el malestar es mayor y el
riesgo de suicidio es medio-alto o alto, está contraindicado pedir a la persona que registre sus
pensamientos porque ello puede provocar el incremento del riesgo de suicidio.

Ampliación de las alternativas de solución hasta que perciba más salidas que el suicidio ,
sin eliminar por el cliente la alternativa del suicidio (que dañaría el rapport), pero transmitiendo
porqué “el suicidio puede ser el problema para sus soluciones”. El tratamiento requiere un buen
entrenamiento en solución de problemas para poder ayudarle a superar las dificultades y buscar
alternativas diferentes, especialmente cuando la principal motivación del cliente es escapar y no
se perciben soluciones alternativas a morir.

Reflexión sobre sus valores y enrriquecer / requilibrar su vida, así como fortalecer
relaciones y mejorar apoyo social hasta que se muestre competente afrontando
situaciones sociales difíciles. Esto requerirá el entrenamiento de habilidades sociales y
asertivas, especialmente si la principal motivación para suicidarse se relaciona con el deseo de
querer comunicar su malestar a los demás. Se hará especial énfasis en que adquiera la habilidad
para comunicar lo que quiere, con quien quiera de forma más funcional.

Prevención de recaídas, ayudando al cliente a cambiar la espiral disfuncional o suicida


por la funcional/adaptativa, trabajando en la resolución de pequeñas dificultades que puedan
producirse con la ayuda de las habilidades adquiridas durante el tratamiento. Al final del
tratamiento siempre es importante dedicar un tiempo a poner ejemplos de situaciones futuras
difíciles que pueden surgir para que la persona enumere, con la ayuda del clínico, las estrategias
que ha aprendido en la terapia y que podría utilizar.

INTERVENCIÓN DEL PSICÓLOGO ANTE UN SUICIDA

La evaluación del sujeto en cada fase permitirá diseñar la siguiente. Nunca la relación
causal del suicidio debe ser atribuida a la intervención del psicólogo.

Las auténticas variables relevantes están en la historia de aprendizaje, sobre todo en el


condicionamiento de la interacción del sujeto, cuando el suicida toma la decisión y no se
producen cambios relevantes en su entorno es solamente cuestión de tiempo que cumpla
la amenaza.

Presentación:

Exponer el nombre y la profesión a la mayor distancia pero suficiente para tener contacto
visual y auditivo con el sujeto. El psicólogo debe presentarse como un profesional y
manifestar que está en esa situación para ofrecer la ayuda que se le demande.

Acercamiento progresivo:

Debe hacerse con aproximaciones sucesivas y siempre pidiendo permiso para ello,
anticipando, avisando y describiendo cada uno de los movimientos que realice, reforzando
el consentimiento verbalmente o mediante gestos (gracias, vale, de acuerdo, muy bien,
asentimiento, sonrisa).

Hay que tener en cuenta que el acercamiento debe ser lento y pausado ya que los
movimientos o acciones bruscas pueden alterar al sujeto. Inicialmente el acercamiento se
detendrá cuando el psicólogo esté seguro que las señales de emisor y receptor son
captadas.

Utilizar apoyos del entorno para la aproximación:

Parece y es natural utilizar elementos propios o del entorno para realizar el acercamiento
(silla, mesa, cigarro, bebida, teléfono, pared,) siempre para intentar acercarnos lo
suficiente para poder establecer el rol correspondientes de emisor y receptor.

Acercamiento psicológico:

Hay que intentar combinar la aproximación física con la psicológica mediante la conexión
empática sucesiva y la escucha activa, todo ello lentamente ya que intentar convencerle
de forma inmediata propicia el fracaso.
En esta fase los objetivos principales son que el sujeto:

Ventile emociones y sentimientos. Es conveniente y adaptativo que verbalice y etiquete


el contenido de sus sensaciones; ira, frustración, culpabilidad, miedo, angustia, ansiedad,
frustración etc. incluso le podemos preguntar directamente que es lo que siente o que
emoción tiene. Localice sensaciones en su cuerpo. Saber que alteraciones o que cambios
en sus respondentes le acompañan, las más habituales son opresión en pecho,
taquicardia, ahogo, tensión muscular, etc. Esto ayudará a tomar contacto con la realidad,
Para llegar a este conocimiento le podemos preguntar directamente donde lo siente .

Exprese pensamientos sobre la propia situación y sobre sus sentimientos, para que pueda
distanciarse de sí mimo y observarse en su propio proceso.

Verbalice también sus preocupaciones, aquellos conflictos que le han llevado a la


situación suicida, es decir los estímulos externos y su función, le servirá para ventilar y a
nosotros nos servirá de gran ayuda para intentar negociar alternativas.

El profesional en todo el proceso seguirá las pautas establecidas en cualquier intervención


psicológica:

Respeto a todo aquello que diga y sienta el sujeto. Hay que tener siempre presente que
las funciones de estímulo son diferentes para cada sujeto y condicionadas por su historia
de aprendizaje, no existe problema pequeño para quien lo vive intensamente.

Legitimación de sus verbalizaciones y emociones. Si lo siente de un modo determinado,


para él es cierto. Cuando una persona siente emociones, estas no se pueden discutir ya
que es el propio sujeto quien las padece. Incluso es legítimo que una persona decida
suicidarse, es su vida la que está en juego, el problema que debemos resolver es si las
razones que alega están contaminadas por enfermedad mental, por conflictos o por
sustancias tóxicas, etc.

Normalización de los contenidos verbales del sujeto, este apartado hace referencia a
que el sujeto está respondiendo según lo esperado en su situación, respuesta normal
ante una situación anormal. Es muy importante no cuestionarle, tampoco culpabilizarle o
sobreprotegerle.

Proceso empático que consistirá en contagiarse emocionalmente (el psicólogo imitará


pequeños gestos verbales y posturales) y aprobará sus reacciones con excepción de la
acción suicida. En
estos casos el lenguaje no verbal y paralingüístico es más importante que el verbal puesto
que el sujeto confuso y desbordado por sus emociones tendrá dificultades en el
procesamiento lingüístico. En todo este proceso ayudará:

Utilizar la conversación intrascendente: primero con elementos del entorno,


posteriormente con elementos personales del sujeto como su presencia física, su
profesión, etc.

Obtener todas las palabras clave: son elementos significativos del contenido verbal,
sirven y son apoyos para continuar y retomar la conversación.

Poco a poco el profesional introducirá preguntas abiertas, el psicólogo también puede


exponer opiniones personales que establezcan conexiones afectivas.

Seguidamente añadirá preguntas cerradas utilizando frases cortas y concretas para


indagar sobre sus emociones, localización corporal de las mismas y pensamientos que lo
acompañan.

Es de gran ayuda utilizar elementos típicos de comunicación como paráfrasis,


circunloquios, devolver pregunta, resumir, técnica del sándwich, interrogación negativa,
petición de conductas, operativización, etc.

Cuando el sujeto vaya permitiendo el acercamiento psicológico se podrá comenzar a


buscar los motivos que le han llevado a esta situación.

El psicólogo seguirá controlando todas las estrategias de la escucha activa para conectar
con el sujeto.
Recomendaciones
Lo más adecuado es iniciar las preguntas a partir de una situación específica que el sujeto haya

señalado como especialmente conflictiva o preocupante.

Conviene en cualquier caso indagar sobre la frecuencia e intensidad de los pensamientos así como

interferencia en la vida del paciente. El que el paciente se muestre cómodo pensando en morir y

no comunique miedo es en todo caso alarmantes . Es importante diferenciar la especificidad de la

ideación.

La evaluación de las ideas/sentimiento de culpa. Sobre todo los pacientes depresivos suelen

atribuirse las desgracias actuales. La evaluación de los apoyos sociales reales y percibidos. Esta

información será necesaria en caso de urgencia.


Bibliografía
Martí, M. d. (2013). PROTOCOLO PARA LA DETECCIÓN Y MANEJO INICIAL DE LA IDEACIÓN SUICIDA.
UAM, Madrid.

Martín Pérez, Vicente (2016). CONDUCTA SUICIDA. PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN. International


Journal of Developmental and Educational Psychology, 2(1),233-250.[fecha de Consulta 2 de
Agosto de 2020]. ISSN: 0214-9877. 

Santander, U. I. (2014). GUÍA PARA LA ATENCIÓN PRIMARIA DE Pacientes con ideacion suicida.

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