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LA UNIDAD DEL LIBRO DE ISAÍAS:

OTRO INTENTO DE HACER UN PUENTE


SOBRE EL ABISMO DE SUS DOS PARTES PRINCIPALES
Willem A.M. Beuken

La convicción de que el Libro de Isaías (LI) forma una unidad se ha convertido en una especie
de confesión entre los estudiosos contemporáneos de Isaías. Nos fuerza a rechazar el paradigma tripartito
adscrito a Bernhard Duhm (1892) que dominó la investigación durante gran parte del siglo veinte. De
acuerdo a esta hipótesis, LI consiste de tres partes que han sido flojamente unidas para formar un todo
artificial. El núcleo para la primer parte tiene su raíz en el período del reino de Judá mientras que la
segunda parte refleja el fin del exilio y la tercera, la reconstrucción de Jerusalén. En pocas palabras, los
tres documentos de Isaías son propuestos con sus raíces en tres diferentes períodos de ocupación: la
asiria, la babilonia y la persa. Esta perspectiva para LI ha sido ahora en su mayoría abandonada, al menos
en lo que respecta a la proposición de que cada una de las tres partes llegó a existir independientemente
una de otra. Un amplio consenso sostiene que las tres partes independientes no sólo sufrieron un
complejo proceso de redacción sino que también fueron afinados unos con otros durante el curso de un
igualmente complejo proceso de redacción.
Cualquier sugerencia de que la noción de tres autores Isaiánicos ha hecho paso para un sólo autor
es claramente una sobre-simplificación. Con excepción de ciertas perspectivas conservadoras, la unidad
de LI no está entendida con base en la autoría. ¿Entonces a qué debe LI su unidad? Frecuentemente uno
se queda con la impresión de que los estudiosos se esconden detrás de la confesión de un único Isaías en
orden a evitar la explicación debida. La situación, de hecho, no es diferente a la de aquella otra confesión:
‘Escucha, oh Israel: YHWH es nuestro Dios, YHWH es uno’ (Deut 6,4), una confesión que implica
mucho más que una simple alocución. Comienza, de acuerdo con la tradición, con la clara articulación
de las palabras. Por ejemplo, se espera que uno pronuncie por separado las dos lameds en la expresión:
‘Amarás a YHWH, tu Dios, con todo tu corazón (bekol-lebabkem)’ (Deut. R. 2,31). Una vez que se ha
tomado en cuenta la correcta pronunciación, uno queda obligado a poner especial atención al contenido.
El ‘Escucha, oh Israel’ implica no tanto que uno rechace la idolatría -los dioses ni siquiera son
mencionados- sino más bien que se ame y sirva al único Dios de Israel con el propio ser completo.
Aunque se me podría acusar de ser irreverente al extender esta comparación al presente contexto,
permanece un hecho que la confesión de un único Isaías implica más que el rechazo de la noción de tres
individuos a los que nos referimos con el mismo nombre. Estamos ultimadamente obligados a desarrollar
lo que queremos decir con esto. Respetar a LI nos lo impone.
En orden a explicar la unidad de LI, los estudiosos han echado mano de la variedad de métodos
exegéticos desarrollados desde los años 1970. En los últimos diez años, sin embargo, la investigación se
ha enfocado en la historia de la redacción del texto (cf. la encuesta de Berges 1998:11-49). Este
acercamiento metodológico puede ser dividido en dos modelos principales. El primer y más antiguo
modelo está estilizado según la Teoría de la Unificación, aunque en una forma completamente editada.
De acuerdo con esta tesis, las tres partes de LI provienen de uno y el mismo escenario que a través de los
siglos, y apoyado en su propia pericia teológica y literaria, desarrolló el mensaje de Isaías hijo de Amós
y de este modo produjo nuevos documentos en el proceso. Estos nuevos documentos fueron entonces
recolectados en un único libro junto con la colección original de las profecías de Isaías. El libro como tal
sufrió variedad de adaptaciones conformes a las diferentes circunstancias históricas en que se encontró
(Rendtorff 1984; Clements 1985).
En contraste con el primero, el segundo modelo o Actualización de Tesis argumenta que ciertas
largas estructuras textuales nunca existieron independientemente y que ellas fueron diseñadas desde el
principio como la continuación e interpretación de estructuras textuales más antiguas. Los estudiosos
inicialmente aplicaron este modelo en orden a explicar el proceso de crecimiento de Isaías 40-55 e Isaías
56-66 así como la relación entre los dos, y después todavía la relación entre Isaías 40-55 e Isaías 1-39.
Es sorprendente que los académicos se esfuercen por explicar ciertos asuntos de acuerdo con
ambos modelos, y no sin éxito. Investigación en estas cuestiones revela que los dos modelos de Teoría
de la Unificación y Actualización de Tesis están insuficientemente distinguidos para reclamar el derecho
exclusivo a una explicación (Clements 1997; Feuerstein 1998). Ambas teorías revelan su debilidad
explícitamente con respecto a la explicación de la brecha más significativa encontrada en LI: la transición
del capítulo 39 al 40. La Teoría de la Unificación reconoce la brecha y considera capítulos anteriores, el
33 y 34-35, como puentes entre Proto-Isaías (PI) y Deutero-Isaías (DI). Dicha explicación sorprende en
cuanto que no establece el puente entre el final de PI y el inicio de DI sino que localiza la conexión en
una etapa anterior. Los capítulos 36-39, por lo tanto, se ven como una especie de proyección que flota
sobre la brecha. La Actualización de la Tesis considera el capítulo 39 como una interpolación que
reemplaza a Asiria con Babilonia como el archienemigo de Jerusalén como preparación para los textos
de Babilonia en DI. En el contexto de la Actualización de la Tesis, sin embargo, es extraño que Isaías no
anuncie la destrucción de Jerusalén de 586 en este capítulo sino que presenta el saqueo del palacio de
Ezequías y la deportación de su descendencia en 597. Por lo tanto, quedamos en un dilema cuando somos
forzados a escoger entre alguna de las dos teorías. Es por esta razón que lo que se ha convertido en el
Gran Cañón de LI claramente necesita otra visión.

1. La Traducción de la respuesta de Ezequías (Isaías 39,8)


La conclusión del capítulo 39 produce numerosos cuestionamientos. La traducción del versículo
8 que con más frecuencia se utiliza en las biblias actuales es: ‘Entonces dijo Ezequías a Isaías: “La palabra
de YHWH que tú has hablado es buena.” Pues él pensó: “Habrá paz y seguridad en mis días”’ (v. 8).
Esta traducción establece oposición entre las palabras del rey y sus pensamientos. Éstos últimos pueden
ser reducidos más o menos a la noción narcisista: después de nosotros la inundación. Dicha oposición,
sin embargo, permanece abierta a discusión. Mientras que es posible, por supuesto, interpretar rmayw
como ‘él pensó’, en el presente contexto, y sin cambio de locutor, uno esperaría el modismo
acostumbrado: ‘él dijo en (para) su corazón’ (cf. Is 14,13; 47,8; 49,21; etc.). La traducción
contemporánea de este versículo permanece inadecuada por muchas otras razones.1 Las traducciones
autorizadas del período moderno (M. Lutero, AV, stv) no tienden a seguir esta línea de pensamiento.
Ellas se adhieren más bien a traducciones antiguas, las cuales presentan la segunda declaración de
Ezequías en forma de oración: ‘Dejad que exista paz y fidelidad en mis días’ (LXX, Vg, Tg). Una vez
más, sin embargo, esta no es la intención evidente en el Texto Mazorético.2 Una traducción imparcial

1 Es difícil derivar la conjunción ‘para’ en el inicio del v. 8b de la forma verbal rmayw. Más aún, la conjunción yk al
inicio de la segunda declaración permanece sin traducción.
2 Person (1999:375-76) considera que una lectura de LXX, en la que Ezequías pronuncia una oración (gene,sqw),

como antes de la lectura del TM, en la que él hace una declaración sobre el futuro ( hyhy yk). Su argumento, sin
debería leerse: ‘Entonces dijo Ezequías a Isaías: “La palabra de YHWH que tú has hablado es buena”.
Él dijo: “Verdaderamente, habrá paz y fidelidad en mis días.”’

2. La implicación de la respuesta de Ezequías en el contexto de Isaías 36-39


La reacción de Ezequías al anuncio del juicio es doble (v. 8). Primero, él acepta la declaración de
YHWH dada por Isaías. La obediencia al profeta forma una parte integral de la imagen de este rey (cf.
Jer 26,18-19). Como tal, retoma el papel ejemplar que ha tenido en los capítulos 36-38. En estos capítulos
él ha aceptado al profeta como enviado de Dios (37,2.21; 38,1.4) y continuó teniendo fe en YHWH y en
la liberación última de Jerusalén a pesar de la aparente invencibilidad de las fuerzas asirias (37,15.17.20;
38, 4.10.20). Ahí también alaba a Dios por salvarlo de su enfermedad mortal, al haber reconocido sus
pecados y con una “doxología de juicio” (38, 15-17). Del mismo modo, él ahora acepta como ‘bueno’ el
anuncio de que sus posesiones y sus hijos serán tomados en cautiverio. Como a nosotros no se nos cuenta
cómo Ezequías pudo visualizar el exilio como algo bueno, su sorprendente primera observación provee,
por lo tanto, de un final abierto a la narrativa.
Esto es incluso ampliado por su segunda observación (v. 8b).3 Esto ha sido por mucho tiempo
una fuente de dificultades exegéticas debido a la repetición del introductorio ‘él dijo’ después del discurso
directo de un único enunciado y la ausencia de la persona a la que se dirige. Estos datos, sin embargo, no
necesariamente implican que el medio versículo constituye una reflexión aparte, la cual el rey esconde
al profeta. Ya que el fenómeno de ‘rma que retoma dentro del discurso directo’ es frecuente en la Biblia
Hebrea y puede tener variedad de funciones y antecedentes (Meier 1992:73-81). La segunda introducción
puede indicar que la siguiente declaración trata un tema completamente diferente, uno que tiene un
significado mucho más amplio que lo que permite el contexto narrativo de la discusión con el profeta.
La declaración no puede implicar que Ezequías por tanto se esforzara en esconder de sí mismo el
inminente desastre (cf. 2 Sam 18, 24-33). Esto sería una explicación demasiado psicológica para esta
parte de LI. En el umbral de Isaías 40-55 uno podría esperar una declaración en armonía con la
perspectiva del exilio según DI, como es el caso de la primera declaración del rey.4 Tan poco puede
significar la declaración que lo que sucederá después no es concerniente para Ezequías (cf. 1 Re 21,29;
2 Re 22,20; Job 21,21; contraste en Jer 31,15). Tal apatía por el destino de la propia prole no cuadra con
la tradición del antiguo Oriente Próximo de que los descendientes prósperos mantengan vivo el nombre
de una persona (Sal 112,1-3; 115,14; 128; Job 5, 25-27).
Es contra estos antecedentes que debemos interpretar la segunda declaración: ‘Verdaderamente,
habrá paz y fidelidad en mis días’. En primera instancia sugiere un pronóstico teo-político: en los días de
Ezequías, en contraste con ‘los días (que) vienen’ (v.6), habrá una paz fidedigna, las palabras ‘paz y

embargo, no es crítico del texto: ‘La lectura del Isaías Hebreo y del Isaías Qumrán no caben en el contexto porque
en ningún lugar en los textos previos Isaías ha declarado la paz para Ezequías’ (376).
3 Desde una perspectiva crítica del texto el v. 8b parece ser una interpolación de redacción ya que el texto-B de

los LXX del paralelo en 2 Re 20,19 tiene sólo la primera mitad del versículo (//Is 39,8a), mientras que la Héxapla
provee la segunda mitad (//Is 39,8b) con un asterisco (Field 1875:691; Konkel 1993:477). Otras diferencias que
juegan un papel son: (1) LXX no traduce el segundo rmayw; (2) LXX y Vulg. emplean aquí la forma volitiva.
4 La historia de la interpretación de este versículo es un ejemplo clásico de sesgo académico (cf. La encuesta de

Alexander 1976:II,92). Hace eco del comentario de Duhm, ‘mientras tanto, esta devoción y satisfacción piadosas
exceden el nivel de ingenuidad permitida a expensas de los demás e incluso de los propios descendientes’ (Duhm
1922:286), continúa resonando (cf. Oswalt 1986:697; Watts 1987:66; Motyer 1993:297; de otra manera Penna
1958:394).
fidelidad’ (tmaw ~wlv) forman evidentemente una endíadis (ThWAT, I, 334 [A. Jepsen]). La expresión
juega un papel en la disputa entre los profetas de YHWH con los profetas de paz quienes profetizaban
‘mentiras, inutilidad y engaño’ (rqv…lyla…twmrt) acerca de la inviolabilidad de Jerusalén, así como
viene a la palestra en libro de Jeremías (Jer 14,13; 33,6; McKane 1986: 324-28; cf. Est 9,30).
Asociado con la narrativa que concierne a la enfermedad y sanación de Ezequías, sin embargo,
una segunda interpretación es igualmente evidente. Ya que en esa historia ‘paz’ es el resultado de las
amargas experiencias del rey (38,17) y ‘fidelidad’ la moneda de cambio entre Ezequías y Dios (38,3.18-
19). Más aún, Ezequías ha colocado la recientemente adquirida extensión de su vida bajo un mandato
específico: ‘El padre hace del conocimiento de los hijos tu fidelidad’ (38,19). Estas declaraciones siguen
resonando en 39,8. Incluso después de haber escuchado que su descendencia será deportada a Babilonia
para servir en aquella corte, el rey da testimonio de su expectativa de que YHWH continuará proveyendo
‘paz y fidelidad’ como el horizonte de su existencia.5 Visto de esta manera, el rey juega un papel ejemplar
en el punto de transición entre PI y DI. Él acepta la palabra de YHWH respecto del futuro de su casa y
se compromete con las lecciones que su enfermedad y sanación le han enseñado.

3. La respuesta de Ezequías contra los antecedentes de la Promesa de David


La rehabilitación de Ezequías encuentra soporte si leemos su respuesta contra los antecedentes
de la promesa de YHWH a David. La narrativa de Ezequías contiene temas que en este contexto se
encuentran claramente en casa. El efecto, el texto primario de la promesa, la profecía de Natán a David
junto con la oración de acción de gracias del rey en 2 Samuel 7, exhibe un parentesco significativo con
Is 39,8.

a. ‘Los Días de David’ vs. su Reinado ‘para siempre’


En primera instancia, la apertura del oráculo dinástico real es interesante por causa del tema que
trata acerca del destino de los descendientes de David después de los ‘días de David’: ‘Cuando tus días
se hayan cumplido y te recuestes con tus padres, yo levantaré a tu descendencia, la cual surgirá de tu
cuerpo, y yo estableceré su reino’ (2 Sam 7,12; cf. 1 Cro 17,11). La promesa entonces sigue que el trono
de Salomón y la futura descendencia de David ‘serán establecidos para siempre’ (v. 16). En su oración
de acción de gracias, David caya en lo concerniente al cometido de construir una casa para YHWH. Su
tema principal es que el reinado sobre Israel deberá continuar perteneciendo a su casa (‘para siempre’
aparece cuatro veces en vv. 25-29, así como tres veces en vv. 13-16). Es por esta razón que Renaud
concluye: ‘La perpetuidad de la promesa atraviesa todo el capítulo. Además, a la perspectiva de un
porvenir ilimitado está ligada la incondicionalidad de la promesa… Sea lo que suceda, ésta se realizará’
(Renaud 1994:50).

b. ‘Fidelidad’

5 El enunciado es comúnmente interpretado como refiriéndose a lo que Ezequías espera de YHWH pero no
podemos excluir que también apunta al programa de su gobierno en subordinación a YHWH (cf. la combinación
de yk con el imperfecto de hyh en Ex 3,12; 23,33; Jue 6,16; 2 Sam 18,3; 19,23; Is 1,30; Mal 3,12.21; 2 Cro 12,8).
Es entonces a ‘paz y fidelidad’ a lo que él se compromete, en concordancia con su política de reforma, a la cual
él mismo se refiere (Is 38,3), y cuyo recuerdo es preservado por la tradición (cf. 2 Re 18,4; Jer 26,17-19; 2 Cro
29-31).
Un segundo término del oráculo de Natán que también encontramos en la respuesta de Ezequías
es ‘fidelidad’. El oráculo concluye: ‘Tu casa y tu reino serán hechos dignos de confianza (fieles) para
siempre ante mí. Tu trono será establecido para siempre’ (2 Sam 7,16). Este concepto llegó a gozar de
algún grado de importancia en la tradición davídica. El salmo 89, que se construye sobre el oráculo de
Natán, habla no menos de siete veces sobre la ‘fidelidad’ de Dios con respecto a David (v. 15: tma; vv.
6.9.25.29.34.50: hnwma).6 1 y 2 Crónicas emplean el término en lugares que no tienen paralelo en Samuel
y Reyes, ambos para la postura de Dios con respecto a la descendencia de David (1 Cro 1, 23-24; 2 Cro
1,9; 6,17) y para el comportamiento de Ezequías con respecto de Dios (2 Cro 31,20; 32,1).
Aparte del oráculo de Natán, la oración de acción de gracias de David que sigue constituye un
sorprendente paralelo con Isaías 39,8, ya que los conceptos ‘fidelidad’ y ‘bueno’ ambos aparecen juntos
en él:
Y ahora, oh Señor YHWH, tú eres Dios, tus palabras son fidelidad y tú has prometido esta
bondad a tu siervo. Ahora entonces dígnate bendecir la casa de tu siervo, para que pueda
continuar para siempre ante ti (2 Sam 7,28-29; en 1 Cro 17,26 el término ‘fidelidad’ no
aparece).7

c. ‘Paz’
Si uno es capaz de reconocer la sugerencia que 2 Samuel 7 forma el antecedente de las
observaciones de Ezequías, entonces uno está también en libertad de asociar el término ‘paz’ en la última
observación con textos relacionados no a la profecía de Natán sino a la narrativa de Salomón. El primer
texto concierne al encargo de David a Salomón de construir un templo, en el cual él refiere al nombre de
su hijo como lo establecido por YHWH: ‘Mira, un hijo te nacerá; él será un hombre de paz. Yo le daré
paz ante todos sus enemigos…’ (1 Cro 22,9). El segundo texto es del Salmo 72, en el cual la ideología
del reinado davídico está elaborado con la perspectiva de su sucesor Salomón: ‘Que en sus días florezca
la rectitud, y abunde la paz, hasta que la luna ya no brille’ (v. 7; cf. v. 3). El tercero concierne a la
observación con la cual Salomón justifica la ejecución de Joab (1 Re 2,33).

d. Conclusión
Contra los antecedentes de la profecía de Natán y los textos que se construyen sobre ella,
especialmente el Salmo 89, las observaciones de Ezequías claramente no constituyen simplemente alguna
forma de cálculo grueso, mezclando religión y política juntas; más bien forman un reconocimiento por
parte de Ezequías en cuanto a que las trayectorias de la promesa de Dios a la casa de David permanecen
visibles en su propio reinado. Cómo esta promesa se relaciona con la tragedia que enfrentará su propia
prole es una pregunta que Ezequías no hace. Contra los antecedentes de la tradición davídica, sin
embargo, este silencio no es poca cosa. La primera parte de LI queda por lo tanto con un final abierto.
¿La segunda parte provee una respuesta a esta falta de cierre?

6 En relación con la prioridad de 2 Sam 7 a la par que Sal 89, cf. Schniedewind 1999:30,41-43.
7 El argumento precedente no toma en cuenta el aumento de redacción de 2 Sam 7. Con respecto a esto, las
opiniones divergen ampliamente. Recientemente hay un consenso creciente que el oráculo de Natán a David (vv.
11b-17) y la oración de acción de gracias de David (vv. 18-28) constituyen una unidad original, y también en que
la forma más antigua del oráculo de Natán, v. 12 y v. 16 están relacionados uno con otro (Görg 1975:178-271;
Jones 1990:82-83; Renaud 1994).
4. La respuesta de Ezequías como guion entre Isaías 1-39 e Isaías 40-66
Habiendo establecido que la tradición davídica constituye el marco de referencia de las
declaraciones de Ezequías, tiene sentido el examinar si es que la primera parte de LI nos prepara para
39,8 y si es que la segunda parte de LI se construye sobre aquél. En cualquier caso, los términos ‘paz’ y
‘fidelidad’ no aparecen como pareja otra vez.

a. ‘Paz’ y ‘Fidelidad’ en Isaías 1-39


En Isaías 1-39 los términos ‘paz’ y ‘fidelidad’ funcionan en textos que construyen sobre la
promesa de Dios a David. El primero de ellos es el anuncio de un ‘Príncipe de Paz’ en el trono de David,
quien deberá corroborar su nombre porque Dios establece su reinado en ‘justicia y rectitud’ (9,5-6). La
seguridad que ‘de paz no habrá final’ (cf. más adelante: ‘desde este tiempo y para siempre’) puede
constituir el punto de referencia de redacción de la observación de Ezequías: ‘Habrá paz y fidelidad en
mis días’ (39,8). El segundo texto se apoya en la misma tradición y emplea el concepto ‘fidelidad’ (16,4-
5). Mientras la promesa a David adquiere una perspectiva ‘mesiánica’ en estos textos, Ezequías anuncia
en 39,8 que ‘paz y fidelidad’ deberán caracterizar en cualquier evento su reinado. Esto constituye una
apertura al cumplimiento definitivo de la promesa.

b. ‘Paz’ y ‘Fidelidad’ en Isaías 40-66


No debería de ser tan sorpresivo que los términos ‘paz’ y ‘fidelidad’ en Isaías 40-66 estén afinados
a su contexto particular y la situación del exilio. El hecho que ‘paz’ juegue un papel central aquí es
principalmente evidente desde el pasaje conclusivo original de DI: la venida del mensajero de paz que
anuncia que YHWH ha aceptado el reinado (52,7). ‘Paz’ en este contexto, sin embargo, no está
relacionada a los mismos conceptos que en 39,8.
Los académicos han ya establecido una relación entre 39,8 y la división de la redacción tripartita
de Isaías 40-66 basados en los colofones de 48,22 y 57,21: ‘“No hay paz”, dice YHWH (mi Dios), “para
los malvados”’. Como tal, estos proverbios estructurales no dicen mucho. El primero, sin embargo, fluye
desde una promesa de ‘paz’, como fruto de la ‘rectitud’, que se expresa a sí misma en incontables
descendientes: ‘¡Oh, si escucharas con atención mis mandamientos! Entonces tu paz sería como un río,
y tu rectitud como las olas del mar. Tu descendencia sería como la arena y tus descendientes como los
granos de la arena’ (48,18-19). Aunque la promesa a la casa de David no constituye el marco específico
de esta coyuntura, la asociación de rectitud, paz y descendencia establece una referencia intertextual para
la conclusión de Isaías 39.8
De principal importancia, sin embargo, es el capítulo 54. Aquí, el futuro de Sión está
caracterizado por la promesa: ‘Tus hijos deberán ser enseñados por YHWH, y grande deberá ser la paz
de tus hijos. En rectitud deberás ser establecido’ (vv. 13-14; cf. v. 10). En textos que se refieren a la
promesa de David, el compromiso de mantener la rectitud está emparejado con la seguridad de que
YHWH ‘establecerá’ su casa y su trono (!wk; 2 Sam 5,12; 7,12-13.16.26 [cf. los paralelos en 1 Cro 14,2
y 17]; 1 Re 2,12.46; Is 9,6; 16,5; Sal 89,3.5.38; 1 Cro 22,10; 28,7). Uno se queda con la impresión de
que Sión en 54,14 ha entrado en escena como la heredera de la promesa de YHWH para la casa de David,
que aparentemente había sido suspendida en la descendencia de Ezequías.

8El segundo colofón, también, concluye un pasaje en el cual la injusticia y la paz son opuestos (57,21; cf. vv. 17-
20).
El otro término, ‘fidelidad’, aparece en Isaías 40-66 por primera vez en el así llamado Cántico
del Siervo: ‘Él fielmente producirá la justicia’ o más bien (LXX): ‘Él producirá la justicia para establecer
la fidelidad’ (42,3). Es generalmente aceptado que esta figura exhibe realeza, características davídicas.
La apertura de este pasaje (‘Mira, mi siervo’, v. 1) conecta -haciendo de puente sobre el capítulo
precedente en el que YHWH acepta a Israel como siervo (41,8-9, ‘pero tú, Israel, mi siervo… yo te he
escogido y no te rechazo’)- con la conclusión de la primera narrativa de Ezequías, en la que Dios promete
al rey la liberación ‘para mi propio bien y para el bien de mi siervo David’ (37,35). La conexión es
establecida, a nivel de la redacción de LI, por medio del final de PI en 39,8. Ezequías claramente juega
un papel de conexión en esta coyuntura. ‘Podemos dar crédito a Ezequías con la conciencia que el
arrepentimiento puede cambiar el veredicto, como sus propias oraciones y lágrimas han revertido la
predicción de la inminente muerte’ (Blenkinsopp 2000: 489, cf. 82-83, 90-91, 478; Blenkinsopp 1997:
160-66). Este hijo de David ha aceptado el juicio de YHWH. Por eso, aunque ‘fidelidad’ parecía estar
limitada a sus días, el Siervo de YHWH deberá una vez más establecer la ‘fidelidad’ en el curso de su
misión. De esta manera, uno se queda con la sospecha de que la promesa de YHWH a David, de acuerdo
a DI, es primero realizada en nombre del siervo Israel y después de nuevo en nombre de Sión.

5. Desde Isaías 39,8 a Isaías 55,3-5


Lo que hemos visto hasta ahora puede ser suficiente para convencernos de que el último versículo
de Isaías 1-39 tiene la promesa a David como su antecedente. En efecto, está lejos de ser extraño que
Ezequías debiera aludir a esta promesa. En las narrativas precedentes, YHWH mismo alude a ‘mi siervo
David’ cuando anuncia al rey que Jerusalén será redimida (37,35), e incluso habla de sí mismo como
‘Dios de tu padre David’ cuando promete a Ezequías que será sanado de su enfermedad fatal (38,5).
La pregunta crucial, sin embargo, permanece: ¿puede uno asegurar que la tradición davídica en
39,8 establece un puente con Isaías 40-66, dado el hecho que su papel en estos capítulos es mínimo? El
nombre ‘David’ aparece en estos capítulos sólo en una ocasión:
Haré contigo una alianza eterna, las fieles promesas para David. Mira, yo lo hago testigo
para las naciones, un líder y jefe para los pueblos. Mira, llamarás naciones que no conoces
y las naciones que no te conocen correrán a ti, porque YHWH, tu Dios, el Santo de Israel,
te ha glorificado (55,3-5).
Este pasaje es, no obstante, de importancia para nuestro argumento. Is 55,3-5 comparte
numerosos términos y temas con 2 Samuel 7, Salmo 89 y Salmo 18, textos con Is 39,8 también parece
gozar de cercana relación. Is 55,3-5 se desvía, sin embargo, de la tradición davídica en un punto: ‘No
hay referencia directa a… la sustancia distintiva de la promesa de Dios a David: que uno de sus hijos se
sentaría siempre en el trono para regir sobre las naciones’ (Kaiser 1989: 93). La descendencia de
Ezequías, quien, de acuerdo con PI, será despojada de poder y dignidad y será forzada a servir al rey de
Babilonia (39,8), está completamente ausente de la imagen del regreso de los exiliados formada por DI
(55,1-13).9
Mientras que la descendencia de Ezequías, y por lo tanto la de David, puede estar ausente, sin
embargo, el testigo de David no lo está. Justo como YHWH una vez estableció a David como ‘testigo
para las naciones’, así ahora parecería que Israel le ha sido dada una misión similar (vv. 4-5). La

9Fischer (2000) ha demostrado que vv. 1-3 se refieren al paso por el desierto. De este modo ellos dibujan el
éxodo como el antecedente del capítulo 55.
comparación construye más sobre la imagen de David en el Salmo 18, presentando ambos, un punto de
concordancia y un punto de oposición. David gozó del dominio sobre las naciones y fue por ello capaz
de ser testigo en esa posición del Dios quien le brindó protección (Sal 18,44-51). Mientras Israel, en
contraste, no tiene papel que jugar entre las naciones, la gloria que adquiere por el acto de redención de
Dios (46,13; 52,1) es suficiente para dirigir a las naciones al reconocimiento de YHWH (45,14.22; 49,22-
23; 52,10; extensamente Beuken 1974). De este modo, ‘la alianza eterna’ que YHWH pretende concluir
con Israel coincide con ‘las fieles promesas para David’ (v. 3b: aposición).

Resumen
Con respecto al ‘abismo’ entre Isaías 1-39 e Isaías 40-66, teorías recientes acerca de las
conexiones de redacción entre ambas partes de LI claramente tienen derecho a existir. Debemos estar
atentos, sin embargo, para no ignorar el hecho de que la conclusión de PI presenta a sus lectores una
cuestión, cuya respuesta sólo puede ser descubierta en los siguientes capítulos de DI. El problema de la
unidad de LI recae no sólo a nivel del texto sino también a nivel de sus lectores.
La promesa de YHWH a David sirve como antecedente para Is 39,8. Ezequías confiesa su
creencia de que esta promesa se hará realidad en el tiempo de su vida, aunque él permanezca silencioso
en cuanto al problema que surge por el anuncio de la deportación de su propia descendencia, a saber, si
es que YHWH permanecerá fiel a su promesa de que la casa de David y su reinado sobrevivirán para
siempre. Is 42,1-7 bosqueja un nuevo portador de la promesa a David: el Siervo. Is 55,3-5 provee nuevo
contenido a esta promesa. Las palabras ‘casa’, ‘reino’ y ‘trono’ ya no se encuentran aquí, únicamente
‘alianza’, ‘promesas’ y ‘fieles’. Aquellos en Israel que escuchan a YHWH constituyen los descendientes
de David. Ellos son los hijos de Sión y los siervos de YHWH (54,13.17).
Las promesas a David adquieren nueva relevancia donde la comunidad reconoce su tarea
y misión como se le ha explicado en este oráculo divino. EN su forma sucinta, esta nueva
interpretación colectiva corresponde con lo que DI ha desarrollado en el concepto de
Siervo de YHWH. La cuestión en el problema [¿son válidas todavía las promesas a
David?] es entonces decidida por una promesa de YHWH mismo (Baltzer 1999: 598).
¿Podría decirse lo mismo para la unidad del Libro de Isaías?10

10Para la investigación que subyace a artículos como este, los académicos reciben una gran ayuda hoy en día
por el Diccionario de Hebreo Clásico de David Clines. Para este importante trabajo, el primer volumen de su
comentario sobre Job y para muchos y para muchos otros estudios estimulantes, quisiera expresar mi gratitud.
El Dr. Brian Doyle, profesor asistente de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lovaina, ha
proporcionado la traducción de este artículo.

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