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La convicción de que el Libro de Isaías (LI) forma una unidad se ha convertido en una especie
de confesión entre los estudiosos contemporáneos de Isaías. Nos fuerza a rechazar el paradigma tripartito
adscrito a Bernhard Duhm (1892) que dominó la investigación durante gran parte del siglo veinte. De
acuerdo a esta hipótesis, LI consiste de tres partes que han sido flojamente unidas para formar un todo
artificial. El núcleo para la primer parte tiene su raíz en el período del reino de Judá mientras que la
segunda parte refleja el fin del exilio y la tercera, la reconstrucción de Jerusalén. En pocas palabras, los
tres documentos de Isaías son propuestos con sus raíces en tres diferentes períodos de ocupación: la
asiria, la babilonia y la persa. Esta perspectiva para LI ha sido ahora en su mayoría abandonada, al menos
en lo que respecta a la proposición de que cada una de las tres partes llegó a existir independientemente
una de otra. Un amplio consenso sostiene que las tres partes independientes no sólo sufrieron un
complejo proceso de redacción sino que también fueron afinados unos con otros durante el curso de un
igualmente complejo proceso de redacción.
Cualquier sugerencia de que la noción de tres autores Isaiánicos ha hecho paso para un sólo autor
es claramente una sobre-simplificación. Con excepción de ciertas perspectivas conservadoras, la unidad
de LI no está entendida con base en la autoría. ¿Entonces a qué debe LI su unidad? Frecuentemente uno
se queda con la impresión de que los estudiosos se esconden detrás de la confesión de un único Isaías en
orden a evitar la explicación debida. La situación, de hecho, no es diferente a la de aquella otra confesión:
‘Escucha, oh Israel: YHWH es nuestro Dios, YHWH es uno’ (Deut 6,4), una confesión que implica
mucho más que una simple alocución. Comienza, de acuerdo con la tradición, con la clara articulación
de las palabras. Por ejemplo, se espera que uno pronuncie por separado las dos lameds en la expresión:
‘Amarás a YHWH, tu Dios, con todo tu corazón (bekol-lebabkem)’ (Deut. R. 2,31). Una vez que se ha
tomado en cuenta la correcta pronunciación, uno queda obligado a poner especial atención al contenido.
El ‘Escucha, oh Israel’ implica no tanto que uno rechace la idolatría -los dioses ni siquiera son
mencionados- sino más bien que se ame y sirva al único Dios de Israel con el propio ser completo.
Aunque se me podría acusar de ser irreverente al extender esta comparación al presente contexto,
permanece un hecho que la confesión de un único Isaías implica más que el rechazo de la noción de tres
individuos a los que nos referimos con el mismo nombre. Estamos ultimadamente obligados a desarrollar
lo que queremos decir con esto. Respetar a LI nos lo impone.
En orden a explicar la unidad de LI, los estudiosos han echado mano de la variedad de métodos
exegéticos desarrollados desde los años 1970. En los últimos diez años, sin embargo, la investigación se
ha enfocado en la historia de la redacción del texto (cf. la encuesta de Berges 1998:11-49). Este
acercamiento metodológico puede ser dividido en dos modelos principales. El primer y más antiguo
modelo está estilizado según la Teoría de la Unificación, aunque en una forma completamente editada.
De acuerdo con esta tesis, las tres partes de LI provienen de uno y el mismo escenario que a través de los
siglos, y apoyado en su propia pericia teológica y literaria, desarrolló el mensaje de Isaías hijo de Amós
y de este modo produjo nuevos documentos en el proceso. Estos nuevos documentos fueron entonces
recolectados en un único libro junto con la colección original de las profecías de Isaías. El libro como tal
sufrió variedad de adaptaciones conformes a las diferentes circunstancias históricas en que se encontró
(Rendtorff 1984; Clements 1985).
En contraste con el primero, el segundo modelo o Actualización de Tesis argumenta que ciertas
largas estructuras textuales nunca existieron independientemente y que ellas fueron diseñadas desde el
principio como la continuación e interpretación de estructuras textuales más antiguas. Los estudiosos
inicialmente aplicaron este modelo en orden a explicar el proceso de crecimiento de Isaías 40-55 e Isaías
56-66 así como la relación entre los dos, y después todavía la relación entre Isaías 40-55 e Isaías 1-39.
Es sorprendente que los académicos se esfuercen por explicar ciertos asuntos de acuerdo con
ambos modelos, y no sin éxito. Investigación en estas cuestiones revela que los dos modelos de Teoría
de la Unificación y Actualización de Tesis están insuficientemente distinguidos para reclamar el derecho
exclusivo a una explicación (Clements 1997; Feuerstein 1998). Ambas teorías revelan su debilidad
explícitamente con respecto a la explicación de la brecha más significativa encontrada en LI: la transición
del capítulo 39 al 40. La Teoría de la Unificación reconoce la brecha y considera capítulos anteriores, el
33 y 34-35, como puentes entre Proto-Isaías (PI) y Deutero-Isaías (DI). Dicha explicación sorprende en
cuanto que no establece el puente entre el final de PI y el inicio de DI sino que localiza la conexión en
una etapa anterior. Los capítulos 36-39, por lo tanto, se ven como una especie de proyección que flota
sobre la brecha. La Actualización de la Tesis considera el capítulo 39 como una interpolación que
reemplaza a Asiria con Babilonia como el archienemigo de Jerusalén como preparación para los textos
de Babilonia en DI. En el contexto de la Actualización de la Tesis, sin embargo, es extraño que Isaías no
anuncie la destrucción de Jerusalén de 586 en este capítulo sino que presenta el saqueo del palacio de
Ezequías y la deportación de su descendencia en 597. Por lo tanto, quedamos en un dilema cuando somos
forzados a escoger entre alguna de las dos teorías. Es por esta razón que lo que se ha convertido en el
Gran Cañón de LI claramente necesita otra visión.
1 Es difícil derivar la conjunción ‘para’ en el inicio del v. 8b de la forma verbal rmayw. Más aún, la conjunción yk al
inicio de la segunda declaración permanece sin traducción.
2 Person (1999:375-76) considera que una lectura de LXX, en la que Ezequías pronuncia una oración (gene,sqw),
como antes de la lectura del TM, en la que él hace una declaración sobre el futuro ( hyhy yk). Su argumento, sin
debería leerse: ‘Entonces dijo Ezequías a Isaías: “La palabra de YHWH que tú has hablado es buena”.
Él dijo: “Verdaderamente, habrá paz y fidelidad en mis días.”’
embargo, no es crítico del texto: ‘La lectura del Isaías Hebreo y del Isaías Qumrán no caben en el contexto porque
en ningún lugar en los textos previos Isaías ha declarado la paz para Ezequías’ (376).
3 Desde una perspectiva crítica del texto el v. 8b parece ser una interpolación de redacción ya que el texto-B de
los LXX del paralelo en 2 Re 20,19 tiene sólo la primera mitad del versículo (//Is 39,8a), mientras que la Héxapla
provee la segunda mitad (//Is 39,8b) con un asterisco (Field 1875:691; Konkel 1993:477). Otras diferencias que
juegan un papel son: (1) LXX no traduce el segundo rmayw; (2) LXX y Vulg. emplean aquí la forma volitiva.
4 La historia de la interpretación de este versículo es un ejemplo clásico de sesgo académico (cf. La encuesta de
Alexander 1976:II,92). Hace eco del comentario de Duhm, ‘mientras tanto, esta devoción y satisfacción piadosas
exceden el nivel de ingenuidad permitida a expensas de los demás e incluso de los propios descendientes’ (Duhm
1922:286), continúa resonando (cf. Oswalt 1986:697; Watts 1987:66; Motyer 1993:297; de otra manera Penna
1958:394).
fidelidad’ (tmaw ~wlv) forman evidentemente una endíadis (ThWAT, I, 334 [A. Jepsen]). La expresión
juega un papel en la disputa entre los profetas de YHWH con los profetas de paz quienes profetizaban
‘mentiras, inutilidad y engaño’ (rqv…lyla…twmrt) acerca de la inviolabilidad de Jerusalén, así como
viene a la palestra en libro de Jeremías (Jer 14,13; 33,6; McKane 1986: 324-28; cf. Est 9,30).
Asociado con la narrativa que concierne a la enfermedad y sanación de Ezequías, sin embargo,
una segunda interpretación es igualmente evidente. Ya que en esa historia ‘paz’ es el resultado de las
amargas experiencias del rey (38,17) y ‘fidelidad’ la moneda de cambio entre Ezequías y Dios (38,3.18-
19). Más aún, Ezequías ha colocado la recientemente adquirida extensión de su vida bajo un mandato
específico: ‘El padre hace del conocimiento de los hijos tu fidelidad’ (38,19). Estas declaraciones siguen
resonando en 39,8. Incluso después de haber escuchado que su descendencia será deportada a Babilonia
para servir en aquella corte, el rey da testimonio de su expectativa de que YHWH continuará proveyendo
‘paz y fidelidad’ como el horizonte de su existencia.5 Visto de esta manera, el rey juega un papel ejemplar
en el punto de transición entre PI y DI. Él acepta la palabra de YHWH respecto del futuro de su casa y
se compromete con las lecciones que su enfermedad y sanación le han enseñado.
b. ‘Fidelidad’
5 El enunciado es comúnmente interpretado como refiriéndose a lo que Ezequías espera de YHWH pero no
podemos excluir que también apunta al programa de su gobierno en subordinación a YHWH (cf. la combinación
de yk con el imperfecto de hyh en Ex 3,12; 23,33; Jue 6,16; 2 Sam 18,3; 19,23; Is 1,30; Mal 3,12.21; 2 Cro 12,8).
Es entonces a ‘paz y fidelidad’ a lo que él se compromete, en concordancia con su política de reforma, a la cual
él mismo se refiere (Is 38,3), y cuyo recuerdo es preservado por la tradición (cf. 2 Re 18,4; Jer 26,17-19; 2 Cro
29-31).
Un segundo término del oráculo de Natán que también encontramos en la respuesta de Ezequías
es ‘fidelidad’. El oráculo concluye: ‘Tu casa y tu reino serán hechos dignos de confianza (fieles) para
siempre ante mí. Tu trono será establecido para siempre’ (2 Sam 7,16). Este concepto llegó a gozar de
algún grado de importancia en la tradición davídica. El salmo 89, que se construye sobre el oráculo de
Natán, habla no menos de siete veces sobre la ‘fidelidad’ de Dios con respecto a David (v. 15: tma; vv.
6.9.25.29.34.50: hnwma).6 1 y 2 Crónicas emplean el término en lugares que no tienen paralelo en Samuel
y Reyes, ambos para la postura de Dios con respecto a la descendencia de David (1 Cro 1, 23-24; 2 Cro
1,9; 6,17) y para el comportamiento de Ezequías con respecto de Dios (2 Cro 31,20; 32,1).
Aparte del oráculo de Natán, la oración de acción de gracias de David que sigue constituye un
sorprendente paralelo con Isaías 39,8, ya que los conceptos ‘fidelidad’ y ‘bueno’ ambos aparecen juntos
en él:
Y ahora, oh Señor YHWH, tú eres Dios, tus palabras son fidelidad y tú has prometido esta
bondad a tu siervo. Ahora entonces dígnate bendecir la casa de tu siervo, para que pueda
continuar para siempre ante ti (2 Sam 7,28-29; en 1 Cro 17,26 el término ‘fidelidad’ no
aparece).7
c. ‘Paz’
Si uno es capaz de reconocer la sugerencia que 2 Samuel 7 forma el antecedente de las
observaciones de Ezequías, entonces uno está también en libertad de asociar el término ‘paz’ en la última
observación con textos relacionados no a la profecía de Natán sino a la narrativa de Salomón. El primer
texto concierne al encargo de David a Salomón de construir un templo, en el cual él refiere al nombre de
su hijo como lo establecido por YHWH: ‘Mira, un hijo te nacerá; él será un hombre de paz. Yo le daré
paz ante todos sus enemigos…’ (1 Cro 22,9). El segundo texto es del Salmo 72, en el cual la ideología
del reinado davídico está elaborado con la perspectiva de su sucesor Salomón: ‘Que en sus días florezca
la rectitud, y abunde la paz, hasta que la luna ya no brille’ (v. 7; cf. v. 3). El tercero concierne a la
observación con la cual Salomón justifica la ejecución de Joab (1 Re 2,33).
d. Conclusión
Contra los antecedentes de la profecía de Natán y los textos que se construyen sobre ella,
especialmente el Salmo 89, las observaciones de Ezequías claramente no constituyen simplemente alguna
forma de cálculo grueso, mezclando religión y política juntas; más bien forman un reconocimiento por
parte de Ezequías en cuanto a que las trayectorias de la promesa de Dios a la casa de David permanecen
visibles en su propio reinado. Cómo esta promesa se relaciona con la tragedia que enfrentará su propia
prole es una pregunta que Ezequías no hace. Contra los antecedentes de la tradición davídica, sin
embargo, este silencio no es poca cosa. La primera parte de LI queda por lo tanto con un final abierto.
¿La segunda parte provee una respuesta a esta falta de cierre?
6 En relación con la prioridad de 2 Sam 7 a la par que Sal 89, cf. Schniedewind 1999:30,41-43.
7 El argumento precedente no toma en cuenta el aumento de redacción de 2 Sam 7. Con respecto a esto, las
opiniones divergen ampliamente. Recientemente hay un consenso creciente que el oráculo de Natán a David (vv.
11b-17) y la oración de acción de gracias de David (vv. 18-28) constituyen una unidad original, y también en que
la forma más antigua del oráculo de Natán, v. 12 y v. 16 están relacionados uno con otro (Görg 1975:178-271;
Jones 1990:82-83; Renaud 1994).
4. La respuesta de Ezequías como guion entre Isaías 1-39 e Isaías 40-66
Habiendo establecido que la tradición davídica constituye el marco de referencia de las
declaraciones de Ezequías, tiene sentido el examinar si es que la primera parte de LI nos prepara para
39,8 y si es que la segunda parte de LI se construye sobre aquél. En cualquier caso, los términos ‘paz’ y
‘fidelidad’ no aparecen como pareja otra vez.
8El segundo colofón, también, concluye un pasaje en el cual la injusticia y la paz son opuestos (57,21; cf. vv. 17-
20).
El otro término, ‘fidelidad’, aparece en Isaías 40-66 por primera vez en el así llamado Cántico
del Siervo: ‘Él fielmente producirá la justicia’ o más bien (LXX): ‘Él producirá la justicia para establecer
la fidelidad’ (42,3). Es generalmente aceptado que esta figura exhibe realeza, características davídicas.
La apertura de este pasaje (‘Mira, mi siervo’, v. 1) conecta -haciendo de puente sobre el capítulo
precedente en el que YHWH acepta a Israel como siervo (41,8-9, ‘pero tú, Israel, mi siervo… yo te he
escogido y no te rechazo’)- con la conclusión de la primera narrativa de Ezequías, en la que Dios promete
al rey la liberación ‘para mi propio bien y para el bien de mi siervo David’ (37,35). La conexión es
establecida, a nivel de la redacción de LI, por medio del final de PI en 39,8. Ezequías claramente juega
un papel de conexión en esta coyuntura. ‘Podemos dar crédito a Ezequías con la conciencia que el
arrepentimiento puede cambiar el veredicto, como sus propias oraciones y lágrimas han revertido la
predicción de la inminente muerte’ (Blenkinsopp 2000: 489, cf. 82-83, 90-91, 478; Blenkinsopp 1997:
160-66). Este hijo de David ha aceptado el juicio de YHWH. Por eso, aunque ‘fidelidad’ parecía estar
limitada a sus días, el Siervo de YHWH deberá una vez más establecer la ‘fidelidad’ en el curso de su
misión. De esta manera, uno se queda con la sospecha de que la promesa de YHWH a David, de acuerdo
a DI, es primero realizada en nombre del siervo Israel y después de nuevo en nombre de Sión.
9Fischer (2000) ha demostrado que vv. 1-3 se refieren al paso por el desierto. De este modo ellos dibujan el
éxodo como el antecedente del capítulo 55.
comparación construye más sobre la imagen de David en el Salmo 18, presentando ambos, un punto de
concordancia y un punto de oposición. David gozó del dominio sobre las naciones y fue por ello capaz
de ser testigo en esa posición del Dios quien le brindó protección (Sal 18,44-51). Mientras Israel, en
contraste, no tiene papel que jugar entre las naciones, la gloria que adquiere por el acto de redención de
Dios (46,13; 52,1) es suficiente para dirigir a las naciones al reconocimiento de YHWH (45,14.22; 49,22-
23; 52,10; extensamente Beuken 1974). De este modo, ‘la alianza eterna’ que YHWH pretende concluir
con Israel coincide con ‘las fieles promesas para David’ (v. 3b: aposición).
Resumen
Con respecto al ‘abismo’ entre Isaías 1-39 e Isaías 40-66, teorías recientes acerca de las
conexiones de redacción entre ambas partes de LI claramente tienen derecho a existir. Debemos estar
atentos, sin embargo, para no ignorar el hecho de que la conclusión de PI presenta a sus lectores una
cuestión, cuya respuesta sólo puede ser descubierta en los siguientes capítulos de DI. El problema de la
unidad de LI recae no sólo a nivel del texto sino también a nivel de sus lectores.
La promesa de YHWH a David sirve como antecedente para Is 39,8. Ezequías confiesa su
creencia de que esta promesa se hará realidad en el tiempo de su vida, aunque él permanezca silencioso
en cuanto al problema que surge por el anuncio de la deportación de su propia descendencia, a saber, si
es que YHWH permanecerá fiel a su promesa de que la casa de David y su reinado sobrevivirán para
siempre. Is 42,1-7 bosqueja un nuevo portador de la promesa a David: el Siervo. Is 55,3-5 provee nuevo
contenido a esta promesa. Las palabras ‘casa’, ‘reino’ y ‘trono’ ya no se encuentran aquí, únicamente
‘alianza’, ‘promesas’ y ‘fieles’. Aquellos en Israel que escuchan a YHWH constituyen los descendientes
de David. Ellos son los hijos de Sión y los siervos de YHWH (54,13.17).
Las promesas a David adquieren nueva relevancia donde la comunidad reconoce su tarea
y misión como se le ha explicado en este oráculo divino. EN su forma sucinta, esta nueva
interpretación colectiva corresponde con lo que DI ha desarrollado en el concepto de
Siervo de YHWH. La cuestión en el problema [¿son válidas todavía las promesas a
David?] es entonces decidida por una promesa de YHWH mismo (Baltzer 1999: 598).
¿Podría decirse lo mismo para la unidad del Libro de Isaías?10
10Para la investigación que subyace a artículos como este, los académicos reciben una gran ayuda hoy en día
por el Diccionario de Hebreo Clásico de David Clines. Para este importante trabajo, el primer volumen de su
comentario sobre Job y para muchos y para muchos otros estudios estimulantes, quisiera expresar mi gratitud.
El Dr. Brian Doyle, profesor asistente de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lovaina, ha
proporcionado la traducción de este artículo.