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ESTE SAQUITO SALVA VIDAS

PABLO GUIMÓN 09/11/2008

Adaptación de:
http://www.elpais.com/articulo/portada/saquito/salva/vidas/elpepusoceps/20081109elpeps
por_7/Tes?print=1

A veces, un pequeño invento puede resultar de


extrema utilidad. Es el caso del Plumpy'Nut, un
alimento terapéutico que está ayudando a mitigar
los efectos de crisis alimentarias como la que vive
estos días el cuerno de África. Quinientas
kilocalorías a base de cacahuetes, vitaminas y
minerales que han transformado la manera de
combatir la malnutrición infantil.

Existe una siniestra correlación entre la


circunferencia del brazo de un niño y su riesgo de
morir por malnutrición. Se busca el punto medio entre el codo y el hombro, y si la
circunferencia en ese punto es menor o igual a once centímetros, el niño padece
malnutrición severa aguda. O, lo que es lo mismo, tiene un riesgo alto de morir de
hambre. Hay otros métodos: se puede, por ejemplo, estudiar la relación entre el peso, la
edad y la altura del niño. Pero éste es más sencillo y parece que más preciso: once
centímetros de brazo significa malnutrición severa aguda. Lo más sorprendente es que la
medida vale para niños y niñas de entre seis meses y cinco años (…).

Esto es Fulasa, un pequeño pueblo en SNNPR (…) La región más rural (91% de sus
habitantes) de un país eminentemente rural.

Aquí todo es verde, fértil, colorido, es lo primero que sorprende al visitante. Lo llaman la
green famine (la hambruna verde). No es fácil comprender que en un sitio así sólo el 45%
de los hogares consuma la ración diaria mínima de comida (2.200 kilocalorías) que
establece la Organización Mundial de la Salud; que el 42% de los niños esté por debajo
de su peso. Pero sucede. Las razones hay que buscarlas en la primitiva organización de
la agricultura, en años de mala gestión política, en la natalidad descontrolada de uno de
los países más poblados de África (más de 75 millones de habitantes). La familia media
en las zonas rurales tiene seis o siete miembros que habitan una casa de 30 metros
cuadrados y cultivan a mano, sin tecnología, menos de una hectárea. "Los llaman las
granjas del hambre", explica Marc Rubin, jefe de operaciones sobre el terreno y
emergencias de Unicef en Etiopía. "Hogares con demasiada gente que dependen de
tierras demasiado pequeñas".

En condiciones normales, la cosa se sostiene. Lo de que se sostiene, en realidad, tiene


sus matices: el Programa Mundial de Alimentos de la ONU provee comida suplementaria
a más de siete millones de personas regularmente en Etiopía. Ésa es la situación normal,
una situación que no impidió un esperanzador desarrollo económico del país en los
últimos cinco años a ritmos de crecimiento del 10% anual. Pero el equilibrio es frágil y la
cosa se complica cuando suceden imprevistos. Tal es el caso ahora.

Dos de las tres temporadas de lluvias han fallado este año y se han perdido las cosechas.
Para una familia de seis miembros que depende de una agricultura de subsistencia sin
apenas márgenes y sin capacidad para guardar excedentes, la pérdida de una cosecha

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puede ser letal. Y eso, unido al aumento global del precio de la gasolina y de los
alimentos, que hace que llegue a triplicarse en el mercado el precio de algunos productos
traídos de fuera, confluye en la actual situación de alarma (...).

Una de las virtudes de Plumpy'Nut es que saca el tratamiento contra la malnutrición


severa de los hospitales y lo lleva a las casas. Antes se utilizaban productos lácteos en
polvo que debían mezclarse con agua. Se necesitaba agua potable, energía para
calentarla, utensilios limpios y una elevada precisión en la mezcla, que, una vez realizada,
sólo mantenía sus propiedades durante unas horas. Por eso la malnutrición severa se
tenía que tratar en centros de salud: recuerden aquellos grandes campamentos sanitarios
donde se hacinaban los niños enfermos, multiplicándose el riesgo de epidemias. Además,
durante el tratamiento la madre debía permanecer en el hospital con el hijo malnutrido, de
manera que no podía cuidar del resto de sus hijos en casa.

Plumpy'Nut no necesita mezclarse con agua, pertenece a los productos llamados RUTF
(siglas en inglés para "alimento terapéutico listo para usar"). Sólo hay que abrir una
esquinita del paquete y esperar a que el niño se lo coma. Es más barato que las antiguas
fórmulas lácteas (el tratamiento completo en África de un niño durante dos semanas
cuesta unos 12 euros) y puede almacenarse durante dos años sin que pierda sus
propiedades. La madre sólo tiene que ir una vez por semana a recoger sus saquitos,
controlar en casa que el hijo coma dos al día (lo hará con sumo gusto) y verlo engordar. El
tratamiento se realiza en casa, permitiendo que la madre continúe con sus labores
habituales y liberando recursos en los hospitales para ocuparse de los niños más
enfermos. Es básicamente una dulce crema de cacahuetes (un alimento autóctono muy
bien tolerado cuyo sabor les gusta a los niños), mezclada con un sofisticado complejo
vitamínico, que aporta 500 kilocalorías por cada saquito (…).

Un ejemplo concreto: el pequeño Israel, un niño de nueve meses que combate la


malnutrición y la enfermedad desde hace una semana con Plumpy'Nut, leche materna y
antibióticos. A su casa se accede por un angosto camino de barro, invadido por la
frondosa vegetación que brota salvaje de un costado. Por el otro se abre camino un
riachuelo que baja con fuerza, causando algún desprendimiento de tierra, debido a las
intensas lluvias de esta temporada, la primera desde hace meses que parece estar
cumpliéndose, aunque algo más salvajemente de lo deseable. El sendero desemboca en
una extensión de hierba rodeada de árboles y presidida por la casa circular de barro, de
unos 30 metros cuadrados, donde vive Israel con sus padres y sus tres hermanos
mayores, Simón, Mateo y Johanes.

El suelo de la casa es de tierra. No hay electricidad, la única luz la aporta un par de


lámparas de nafta. Hay dos pequeños catres hechos de ramas. En uno duerme el padre y
en el otro la madre, cada uno con dos hijos. Comparten techo con una vaca, un toro y un
joven ternero. Algo contra lo que los servicios de salud, ya les han advertido: vivir en la
misma habitación que el ganado constituye una amenaza para enfermedades como el
tétanos. Ya les están construyendo una cabaña en el exterior, asegura la madre, con el
pequeño Israel en brazos.

Parece que Israel está mejorando con el tratamiento. Ha ganado peso, dicen, y se le ve
más despierto. Como él, un total de 135.000 niños se han beneficiado hasta ahora de esta
masiva respuesta a la crisis de malnutrición que atraviesa Etiopía, una de las mayores
acciones acometidas globalmente hasta la fecha. Pero la emergencia no ha desaparecido:
el Gobierno etíope estima que 84.200 niños requerirán cada mes alimentación terapéutica
hasta el final de este año.
Alrededor de la casa, el maíz y el falso banano que cultiva el padre de Israel aún están
verdes. Si las lluvias continúan, puede que esta cosecha no se pierda. Quizá en unos
meses haya comida para Israel y, al menos durante un tiempo, no tenga que volver al
Plumpy'Nut.

Contesta a las siguientes preguntas en tu cuaderno:

1. ¿Qué es Plumpy Nut?


2. ¿Quiénes son los destinatarios de Plumpy Nut?
3. ¿Cómo se calcula que un niño está mal nutrido?
4. ¿A qué se refiere el artículo cuando habla de la green famine?
5. ¿A qué se refiere el artículo cuando habla de las granjas del hambre?
6. Describe la agricultura y la alimentación de la zona en “condiciones normales”.
7. Explica las causas de la actual “situación de alarma alimentaria” en la zona.
8. ¿Qué ventajas tiene Plumpy Nut frente a los anteriores tratamientos contra la
malnutrición?

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