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Adaptación de:
http://www.elpais.com/articulo/portada/saquito/salva/vidas/elpepusoceps/20081109elpeps
por_7/Tes?print=1
Esto es Fulasa, un pequeño pueblo en SNNPR (…) La región más rural (91% de sus
habitantes) de un país eminentemente rural.
Aquí todo es verde, fértil, colorido, es lo primero que sorprende al visitante. Lo llaman la
green famine (la hambruna verde). No es fácil comprender que en un sitio así sólo el 45%
de los hogares consuma la ración diaria mínima de comida (2.200 kilocalorías) que
establece la Organización Mundial de la Salud; que el 42% de los niños esté por debajo
de su peso. Pero sucede. Las razones hay que buscarlas en la primitiva organización de
la agricultura, en años de mala gestión política, en la natalidad descontrolada de uno de
los países más poblados de África (más de 75 millones de habitantes). La familia media
en las zonas rurales tiene seis o siete miembros que habitan una casa de 30 metros
cuadrados y cultivan a mano, sin tecnología, menos de una hectárea. "Los llaman las
granjas del hambre", explica Marc Rubin, jefe de operaciones sobre el terreno y
emergencias de Unicef en Etiopía. "Hogares con demasiada gente que dependen de
tierras demasiado pequeñas".
Dos de las tres temporadas de lluvias han fallado este año y se han perdido las cosechas.
Para una familia de seis miembros que depende de una agricultura de subsistencia sin
apenas márgenes y sin capacidad para guardar excedentes, la pérdida de una cosecha
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puede ser letal. Y eso, unido al aumento global del precio de la gasolina y de los
alimentos, que hace que llegue a triplicarse en el mercado el precio de algunos productos
traídos de fuera, confluye en la actual situación de alarma (...).
Plumpy'Nut no necesita mezclarse con agua, pertenece a los productos llamados RUTF
(siglas en inglés para "alimento terapéutico listo para usar"). Sólo hay que abrir una
esquinita del paquete y esperar a que el niño se lo coma. Es más barato que las antiguas
fórmulas lácteas (el tratamiento completo en África de un niño durante dos semanas
cuesta unos 12 euros) y puede almacenarse durante dos años sin que pierda sus
propiedades. La madre sólo tiene que ir una vez por semana a recoger sus saquitos,
controlar en casa que el hijo coma dos al día (lo hará con sumo gusto) y verlo engordar. El
tratamiento se realiza en casa, permitiendo que la madre continúe con sus labores
habituales y liberando recursos en los hospitales para ocuparse de los niños más
enfermos. Es básicamente una dulce crema de cacahuetes (un alimento autóctono muy
bien tolerado cuyo sabor les gusta a los niños), mezclada con un sofisticado complejo
vitamínico, que aporta 500 kilocalorías por cada saquito (…).
Parece que Israel está mejorando con el tratamiento. Ha ganado peso, dicen, y se le ve
más despierto. Como él, un total de 135.000 niños se han beneficiado hasta ahora de esta
masiva respuesta a la crisis de malnutrición que atraviesa Etiopía, una de las mayores
acciones acometidas globalmente hasta la fecha. Pero la emergencia no ha desaparecido:
el Gobierno etíope estima que 84.200 niños requerirán cada mes alimentación terapéutica
hasta el final de este año.
Alrededor de la casa, el maíz y el falso banano que cultiva el padre de Israel aún están
verdes. Si las lluvias continúan, puede que esta cosecha no se pierda. Quizá en unos
meses haya comida para Israel y, al menos durante un tiempo, no tenga que volver al
Plumpy'Nut.
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