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DE OBSERVADOR A ECÓLOGO
Con el tiempo se desarrollaron las ciencias biológicas, pero no con mucha fuerza,
ya que no se le daba en aquel entonces la relevancia que merecían estudios y
teorías que tuvieran que ver con los organismos vivos, sus procesos e
interacciones naturales. Se prefirió por mucho tiempo la abstracción de la realidad
con la Filosofía y la reducción del mundo a ecuaciones, números y términos
matemáticos, que la apreciación directa de la realidad cambiante en la que se
habitaba.
En tiempos recientes –y tal vez con justa razón- la Ecología ha tomado una fuerza
impresionante, cobrando cada vez más adeptos y más interesados en su estudio.
El hecho que explica este auge inesperado no es precisamente la vocación de
ecólogo que estaba dormida en nosotros mujeres y hombres, la humanidad, sino
que es un intento por tratar de remediar todo el mal que le hemos hecho a nuestro
propio hogar, nuestro OIKOS. Por esta razón es válido escuchar dos términos
similares pero de diferente significación, ecólogo y ecologista. El primero se refiere
al estudioso, a la persona que analiza las relaciones entre organismos para tratar
de entender las dinámicas del medio natural, sin pretender cambiar el mundo, sino
explicar la “realidad”. De otra parte, se encuentran los ecologistas, que hacen
parte de un movimiento político, social y global que promueve la defensa,
protección y exaltación del medio ambiente, como una forma de satisfacer una
necesidad humana, reconociendo que el hombre hace parte de la naturaleza
(aunque no lo hizo mientras la destruía), y que hoy puede mediante gestiones
políticas, reformas legales y concientización social, lograr remediar en algo el daño
que ha hecho a la naturaleza. Aunque no podemos desligar al movimiento
ecologista de la Ecología, aquí entran a jugar distintos intereses políticos y de
poder que a la Ecología no interesan.
Sea cual sea el termino que se use, el hombre tiene por habilidad innata y por
necesidad salvaje la observación de su ambiente, natural o no, y siempre va a
procurar el estudio de su entorno y las relaciones que en el ocurren, sin importar
los métodos o la definición de términos. Es por esta capacidad de observador que
posee, que el hombre ha creído siempre que el mundo le pertenece y que tiene
que estar rendido a sus pies y de una u otra manera, se puede decir que ha
conseguido que así sea, y es ahora cuando voltea a ver atrás y se da cuenta que
utilizó mal su facultad e intenta arrepentirse, ojala no sea demasiado tarde para
todos y que la Ecología no se vuelva un negocio de intereses políticos, sino que
retome de nuevo esa necesidad innata de observar.
BIBLIOGRAFÍA
MARGALEF R., Ecología, Ed. Planeta Colombiana S.A., Edición revisada, Bogotá,
Colombia, 1993.