Вы находитесь на странице: 1из 7

SERVICIO A DIOS

¿Por que debo servir al Señor? ¿Hasta cuando debo servir al Señor?
¿Hay un momento en el que ya no debería servir al Señor, o servirle
menos, con el fin de dedicarme a asuntos mas personales?Hoy vamos a
examinar 5 puntos que nos van a ayudar a entender este tema,
Acompáñame para revisar estas verdades básicas:

1. DIOS ES DUEÑO DE TODO CUANDO EXISTE


La Palabra del Señor es clara al enseñarnos que Dios es el Dueño de
toda la tierra y todo lo que en ella habita, incluidos tu, yo y todas las
personas.
“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”
(Salmos 24:1)

Y también:
“porque del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10:26)
Eso incluye los animales, las personas y todo cuanto poseemos (Job
41:11, Salmos 50:12, Hageo 2:8). Los 24 ancianos en el cielo
proclaman a viva voz, lanzando sus coronas:

“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú


creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”
(Apocalipsis 4:11)

Entonces todo buen servicio debe partir del conocimiento de esta


verdad básica y fundamental. No podemos separar en nuestra mente
“mi trabajo secular” del “servicio al Señor” porque ambos son propiedad
de Dios. Aun debemos de reconocer que si vivimos, si respiramos y si
nuestro corazón late es por la voluntad de Dios (Colosenses 1:15-17,
Hebreos 1:3). Eso quiere decir que todo lo que tienes, todo lo que
emprendes, todo lo que posees, es propiedad de Dios y no tuya. Aun tu
vida misma le pertenece al Señor; por ello debemos servir al Dueño de
todo lo que existe.
De Dios es la tierra y su plenitud

2. DIOS NOS HA COMPRADO CON PRECIO DE SANGRE


La siguiente verdad a comprender es que no sólo Dios es dueño nuestro
por derecho, por ser Dios todopoderoso, sino también porque Él nos ha
comprado. Éramos pecadores separados de Dios y condenados a la
muerte eterna (romanos 3:23, Efesios 2:3); sin embargo, Dios con su
grande amor con que nos amó, nos compró, redimiéndonos de la
esclavitud del pecado, pagando el precio de la condena con la sangre
del Señor Jesucristo:
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual
está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1
Corintios 6:19-20)

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros


maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a
los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”
(Gálatas 3:13-14)
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los
veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían
arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los
santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos
has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la
tierra” (Apocalipsis 5:8-10)

“Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del


Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.
Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres” (1
Corintios 7:22-23)

El concepto bíblico de redención implica el pago por un rescate y la


compra de un esclavo. Esto quiere decir que todo lo que tenemos y
somos le pertenece a Dios no solo por derecho (porque Él nos creó)
sino por justicia, porque Él nos compró y pagó con la vida de su Hijo
Jesucristo la condena de nuestros pecados. Así como el Hijo de Dios
ofreció su cuerpo físico para servir a Dios (Marcos 10:45, Hebreos 10:5,
10) nosotros también debemos ofrecer nuestro cuerpo para servirle
(Romanos 6:19). En conclusión, debemos servir a quien nos compró
con precio de sangre para alabanza de la gloria de su gracia (Efesios
1:5-7).

En Cristo tenemos redención por su sangre

3. Dios nos ha capacitado para servirle


La Biblia también declara que Dios nos ha capacitado para servirle,
dándonos dones espirituales (1 Corintios 12:4-7) que debemos poner al
servicio de los demás hermanos (1 Pedro 4:10-11). Eso implica vivir en
comunidad con nuestros hermanos (Romanos 12:4-8), no dejando de
congregar como algunos tienen por costumbre (Hebreos 10:25), sino
animándonos unos a otros al amor y a las buenas obras:

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las


buenas obras” (Hebreos 10:24)

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que


no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor
los unos a los otros” (Gálatas 5:13)

Esto quiere decir que cada uno de nosotros tiene por lo menos un don
espiritual que puede poner no a su propio provecho, sino al servicio de
los demás. La meta de los dones y ministerios es que la iglesia crezca
en madurez espiritual, todos juntos, a la imagen del Señor Jesucristo:

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos
en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que
se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:11-16)

Por lo tanto, dado que Dios nos ha capacitado debemos servirle con las
herramientas (dones y poder) que Él nos ha dado.

Sirvamonos por amor los unos a los otros

4. Dios nos pedirá cuentas de nuestro servicio


Servir a Dios es uno de los resultados naturales de quien ha nacido de
nuevo (1 Tesalonicenses 1:9) y es la expresión de nuestra adoración a
Dios (Lucas 4:8). O servimos a Dios o servimos a nuestra conveniencia
(Mateo 6:24): es cuestión de prioridades. No puedo decir que adoro a
Dios si no le sirvo, porque el servicio es parte natural de la salvación y
es muestra de nuestra fidelidad al Señor:

“Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los


hermanos, especialmente a los desconocidos” (3 Juan 1:5)
Aun mas, para servir al Señor necesito tener una vida de iglesia, es
decir desarrollar mi vida cristiana comprometido e involucrado en el
contexto de una iglesia local. Muchos creyentes piensan que no pueden
servir a Dios porque no tienen tiempo o no tienen recursos, pero la
Biblia nos enseña que debemos equilibrar nuestras labores con el
servicio al Señor, dado que no servirle es pecado:

“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis


que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo,
estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando
así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor
Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:33-
35)

“y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago


4:17)

La Biblia enseña que Dios nos pedirá cuentas de nuestro servicio:

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el


tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10)

“Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué


menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo” (Romanos 14:10)

Ningún creyente escapara de esto, todos acudiremos al llamado


delSeñor cuando estemos delante de su presencia y rendiremos
cuentas de nuestros servicio (Mateo 25:14-30). Por ello, debemos servir
al Señor por causa de que es un mandato del Señor y daremos cuenta
de nuestra obediencia a dicho mandato.
Rendiremos cuentas a Dios delante del Tribunal de Cristo

5. Dios conoce nuestro servicio


Dios, en su sabiduría y propósitos, ha moldeado el servicio que hemos
de darle (Efesios 2:10), capacitándonos para ello; porque Él pone en
nosotros la motivación y el poder para servirle y agradarle (Filipenses
2:13). Aun mas, el Señor conoce nuestro servicio:

“Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus
obras postreras son más que las primeras” (Apocalipsis 2:1)

Pues El escudriña nuestros corazones (1 Crónicas 28:9, 29:17), de tal


manera que debemos servirle al Señor con integridad de corazón, en
santidad y con sinceridad; porque el Señor manifestará las intenciones
de los corazones al final de los tiempos y cada uno recibirá su alabanza
del Señor:

“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y


administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los
administradores, que cada uno sea hallado fiel. Yo en muy poco tengo
el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo
a mí mismo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso
soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis
nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará
también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los
corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1
Corintios 4:1-5)

Eso significa que, dado que el Señor conoce nuestro servicio y


recompensará nuestro esfuerzo:

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor


que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y
sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la
misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza”
(Hebreos 6:10-11)

Dios conoce y recompensará nuestro servicio a El

En conclusión, debemos esforzarnos por servirle con excelencia y con


gratitud porque nuestro Dios es bueno y galardonador de quienes le
sirven con corazón dispuesto.

Вам также может понравиться