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Indice

1. Introducción
2. El espectro electromagnético
3. El espectro visible
4. Comportamiento de la luz
5. Reflexión y difusión
6. Reflexión selectiva
1. Introducción
La fotografía, y por extensión la cinematografía, es el lenguaje de la luz. El propio término
fotografía, que deriva del griego, significa escribir (grafía) con luz (foto). Casi todo el equipo que
se utiliza en un rodaje profesional tiene que ver con la luz: las luminarias la producen, los
accesorios y filtros la perfilan y tamizan, el objetivo la enfoca, la película o el soporte magnético la
registra, el fotómetro la mide, el laboratorio y las máquinas de edición la procesan, la misma
cámara es en cierto modo un cuarto oscuro en miniatura que protege la película cinematográfica
o el bloque CCD de la luz hasta el momento justo de la exposición.
Obviamente no son precisos amplios conocimientos de física para la práctica cinematográfica
profesional pero entender los principios básicos de la luz ofrece una visión más amplia de este
ingrediente inevitable en todo proceso visual creativo y mayor capacidad de resolución de
problemas.
2. El espectro electromagnético
La naturaleza de la luz ha sido estudiada desde hace muchos años por científicos tan notables
como Newton, Max Plank, Fresnel, Maxwell etc, dando lugar a distintas y enfrentadas teorías
sobre su naturaleza. La actualmente aceptada es que la luz es un fenómeno único en la naturaleza
debido a su carácter dual: partícula (fotón) y onda, masa y energía. A diferencia de las ondas
sonoras, que por su naturaleza mecánica necesitan de una sustancia portadora que transmita su
vibración, las ondas electromagnéticas se pueden transmitir en el vacío. También pueden
atravesar sustancias en función de su frecuencia (rayos X, rayos gamma). La luz, es una forma de
energía, que se transmite por el espacio en ondas sinoidales, similares a las producidas cuando
lanzamos una piedra a un estanque. Nace en la fuente que la produce (el sol, una lámpara, etc.) y
se propaga en línea recta hasta encontrar un objeto que la intercepte. Pertenece a la familia de las
radiaciones electromagnéticas, todas ellas poseen las mismas características (energía emitida en
forma de ondas) pero sus diferencias en cuanto a longitud de onda pueden ser enormes. Las
radiaciones electromagnéticas se extienden desde los rayos gamma hasta las ondas de radio es
decir, desde longitudes de onda más cortas (rayos gamma, rayos X), hasta las kilométricas
(telecomunicaciones). En fotografía haremos mención frecuente de la longitud de onda que, al
ser una distancia, se mide en metros. Para las más cortas se utilizan submúltiplos como el
nanómetro (millonésima de milímetro) mientras que las más largas se miden en centímetros,
metros e incluso kilómetros.
Las ondas del espectro electromagnético se miden por tres parámetros: longitud de onda,
frecuencia y amplitud.
La frecuencia se define como el número de ondas completas o ciclos medidos por segundo,
también denominados hercios (Hz).
● La longitud de onda (8 ) se define como la distancia lineal ocupada por una onda
completa o ciclo medida horizontalmente es decir, la distancia entre dos crestas o dos
valles.
Ambas magnitudes (frecuencia y longitud de onda) no son independientes sino inversamente
proporcionales: a menor distancia entre dos crestas de onda, más cantidad de ondas encajarán en
un período de tiempo de un segundo. Si la frecuencia es alta la longitud de onda es corta y
viceversa.
La relación entre entre frecuencia y longitud de onda viene determinada por la ecuación F=C/λ
donde C es la velocidad de la luz en el vacνo (300.000 km/s) y λ la longitud de onda expresada en
metros.
La intensidad (I) o amplitud, es la altura de las crestas de las ondas y en el caso de la luz,
determina su brillo o intensidad.
La luz se propaga a partir de la fuente emisora en todas las direcciones posibles y en forma de
ondas perpendiculares a la dirección del desplazamiento. La orientación de las crestas respecto a
la dirección de propagación () determina el ángulo de polarización. La luz polarizada tiene
importantes aplicaciones fotográficas que veremos más adelante.

3. El espectro visible
Nuestros ojos son detectores evolucionados para captar ondas de luz visible aunque existen
muchos otros tipos de radiación que no podemos percibir. De hecho, solo podemos captar una
parte mínima de la gama de radiaciones del espectro electromagnético que incluye, además de la
radiación visible, los rayos gama, los rayos X, los rayos ultravioletas, los rayos infrarrojos, las
microondas y las ondas de radio. A medida que pasamos de los rayos gamma a las ondas de radio
la longitud de onda aumenta y la frecuencia disminuye (también disminuyen la energía y la
temperatura). Todos estos tipos de radiación viajan a la velocidad de la luz (unos 300.000 km/s
en el vacío). Además de la luz visible, también llegan a la superficie de la tierra desde el espacio
ondas de radio, una parte del espectro infrarrojo y una parte (afortunadamente) muy pequeña de
radiación ultravioleta.
Cada onda particular del espectro visible viene caracterizada por su longitud de onda siendo ésta
junto con el sentido de la vista los únicos responsables del color observado, pues colores
diferentes sólo corresponden a longitudes de onda diferentes. Si, como generalmente sucede, la
radiación es compuesta, el ojo no puede analizar las distintas radiaciones o longitudes de onda
que recibe y aprecia tan sólo el "color o tonalidad" resultante.
La luz visible es solamente una pequeña parte del espectro electromagnético, la longitud de onda
comprendida entre aproximadamente 400 y 700 nanómetros (nm = millonésima de milímetro) y
tiene una frecuencia de un millón de gigahercios (GHz), es decir, un billón de ciclos por segundo.
Solo esta estrecha gama que va desde los 400 a los 700 nm, excita la retina del ojo produciendo
sensaciones de color y brillo.
La luz blanca esta formada por la mezcla de todo el conjunto de radiaciones visibles
monocromáticas que estimulan el ojo humano generando una sensación de luminosidad exenta
de color, es una mezcla proporcionada de todas las longitudes de onda entre 400 y 700 nm. Se
entiende por radiación monocromática a cada una de las posibles componentes de la luz,
correspondientes a cada longitud de onda del espectro electromagnético. En el grafico de la
derecha, se han destacado las zonas donde se encuentra aquellas tonalidades que consideramos
importantes: la zona de rojos hacia la derecha y la de azules hacia la izquierda. En el centro se
ubican tonalidades verdes.
Los estudios sobre el sistema visual humano, del que hablaremos más adelante, establecen que
en el ojo existen unas células llamadas conos que reaccionan frente al color. Estas células se
presentan en 3 tipos diferentes: un tipo de conos reacciona frente a longitudes de onda de la
gama central del espectro (verdes), un segundo grupo de conos reaccionan ante la gama de tonos
rojos, y un tercer tipo de conos, son especialmente excitados por la banda de tonos azules. Esta es
la razón principal para que en cinematografía y televisión se hayan elegidos como colores
primarios el rojo ( R ) el verde ( G ) y el azul ( B ). Bien se podría haber seleccionado otra terna,
pero es importante aprovechar esta característica fisiológica del ojo.
La luz siempre produce calor en presencia de un cuerpo absorbente (en términos estrictos no
existe la denominada "luz fría"), que destruyendo parte de la energía en forma radiante, la
recupera transformándola en calor. Así, por ejemplo, no hay calor en los espacios vacíos entre el
sol y la tierra, pero, al incidir la radiación solar en nuestra piel, una fracción se convierte en calor;
en este sentido podemos afirmar que el sol calienta. La energía radiante además de convertirse en
calor, produce otros fenómenos, entre los que destacan por su importancia el fotoquímico y
fotoeléctrico, efectos que permiten la creación de imágenes en soporte fotoquímico (cine y
fotografía) y soporte electrónico (televisión y vídeo). De ambos hablaremos con detalle más
adelante.
El infrarrojo
Además de las radiaciones visibles, tienen importancia fotográfica las infrarrojas. Dentro del
espectro electromagnético, la radiación infrarroja se encuentra comprendida entre el espectro
visible y las microondas y ondas de radar. Las ondas infrarrojas tienen longitudes de onda más
largas que la luz visible, pero más cortas que las microondas; por ende, sus frecuencias son
menores que las frecuencias de la luz visible y mayores que las frecuencias de las microondas. El
término infrarrojo cercano (también denominado infrarrojo reflejado o fotográfico) se refiere a la
parte del espectro infrarrojo que se encuentra más próxima a la luz visible; el término infrarrojo
lejano denomina la sección más cercana a la región de las microondas.
La fuente primaria de la radiación infrarroja es el calor o radiación térmica. Cualquier objeto que
tenga una temperatura superior al cero absoluto (-273,15 °C, o 0 grados Kelvin), irradia ondas en
la banda infrarroja. Incluso los objetos que consideramos muy fríos —por ejemplo, un trozo de
hielo—, emiten en la banda infrarroja. Cuando un objeto no está lo suficientemente caliente para
irradiar ondas en el espectro visible, emite la mayoría de su energía como ondas infrarrojas. Por
ejemplo, es posible que un trozo de carbón encendido no emita luz visible, pero emite radiación
infrarroja que sentimos como calor. Cuanto más caliente se encuentre un objeto, tanta más
radiación infrarroja emitirá. Sentimos los efectos de la radiación infrarroja cada día, el calor de la
luz del sol, del fuego o de un radiador de calefacción provienen del infrarrojo, aunque no
podemos ver la radiación, las terminaciones nerviosas en nuestra piel pueden sentirla como calor
(diferencia entre la temperatura interior del cuerpo y la exterior a la piel). A su temperatura vital
normal, los seres vivos irradian intensamente infrarrojos. La imagen de la izquierda muestra la
fotografía de un gato obtenida sobre película sensible al infrarrojo. Las áreas de colores naranja y
blanco son las zonas más calientes, en tanto que las áreas magenta y azul son las más frías. La
fotografía infrarroja brinda información que no podríamos obtener a través de una imagen de luz
visible. En completa oscuridad, los visores infrarrojos pueden ver objetos gracias a que los
mismos irradian calor. Volveremos sobre este tema en capítulos sucesivos.
4. Comportamiento de la luz
La luz, como todo elemento físico, tiene un comportamiento estable, de acuerdo con los
siguientes parámetros.
1. Se propaga a partir de la fuente emisora en todas las direcciones posibles y en forma
de ondas perpendiculares a la dirección del desplazamiento. Distintas longitudes de
onda proporcionan a nuestros ojos distintas sensaciones de color. La luz se propaga,
sin detenerse, a través de la atmósfera y aun donde no hay atmósfera, y se sigue
propagando indefinidamente mientras no encuentre un obstáculo que impida su
paso
2. La luz viaja en línea recta dentro de una sustancia de composición uniforme
mientras no haya nada que la desvíe y mientras no cambie el medio a través del cual
se está propagando. La propagación en línea recta se puede apreciar en los rayos de
sol cuando atraviesan una atmósfera turbia, por ejemplo sobre niebla en un bosque
o en los rayos producidos por iluminación espectacular en escenarios con humo
artificial.
3. La luz se desplaza a la velocidad de 300.000 km/s en el vacío. En el aire se mueve
ligeramente más despacio y todavía más lentamente a través de sustancias más
densas como el agua o el vidrio.
4. La luz está compuesta por partículas de energía – llamados fotones – que originan
cambios químicos y reacciones eléctricas. Obviamente, cuanto más intensa es la luz,
más fotones contiene. Estas partículas de energía son las que hacen posible la
grabación de imágenes en soportes fotosensibles.

Objetos que no permiten el paso de la luz


Cuando un objeto no es transparente sino opaco a la luz, caso de la mayoría de los que nos
rodean, absorbe una parte de la luz que recibe (convertida en débil energía calorífica) y refleja
otra parte. Cuanto más oscuro es el material, menor es la luz reflejada, mayor la absorbida y por
tanto mayor el calor acumulado (cualquier objeto negro expuesto al sol se calienta más que uno
blanco).
5. Reflexión y difusión
Todo cuerpo refleja parte de la luz que incide sobre él. La mayoría de las superficies de los
objetos son ásperas o irregulares, y por ello dispersan la luz que reciben en todas las direcciones
posibles. Este tipo de reflexión produce el fenómeno llamado

difusión (*). Para que ocurra la dispersión de la luz no es necesario que la superficie reflectora
tenga irregularidades aparentes, basta con que sean minúsculas (como sería el caso de una capa
de pintura perfectamente lisa en apariencia) para que la superficie actúe como difusora. Gracias a
la reflexión difusa vemos los objetos cuando una parte de esa luz reflejada en todas direcciones
llega hasta nuestros ojos.

Una superficie lisa y bien pulida, en cambio, produce una reflexión regular: la luz que incide en
una dirección determinada, es reflejada en otra dirección determinada. En este caso lo que se
pone de manifiesto con la reflexión no es la superficie reflectora, sino los objetos cuyas imágenes
se ven reflejadas. De hecho, un reflector perfectamente liso y limpio es invisible, sólo nos permite
ver la imagen reflejada. Este tipo se denomina reflexión especular, y sigue un par de leyes muy
simples: la primera es que el rayo incidente y el reflejado se encuentran siempre sobre el mismo
plano. La segunda que el ángulo de incidencia y el ángulo de reflexión son iguales. Como
resultado de estas leyes, tenemos que un espejo plano produce imágenes fieles de los objetos
llamadas imágenes virtuales: no los deforma ni cambia su tamaño pero los invierte (nada tan
complicado como descifrar un texto a través de su imagen reflejada).
(*): En la práctica cinematográfica profesional se denomina difusor a un medio a cuyo través la
luz se transmite (como el humo o el papel vegetal) con preferencia a aquellos otros que la reflejan
(reflectores). También en fotografía se entiende por difusor un elemento óptico de vidrio o resina
de polímero que disminuye ligeramente la nitidez de una lente para producir lo que se llama
«foco suave» o «flou», técnica utilizada en la fotografía de retrato. El famoso fotógrafo inglés
Helmut Newton hizo del difusor la base de su obra más conocida. La difusión o
emborronamiento deliberado de una imagen es una técnica que se usa sobre todo en retrato para
crear una imagen ensoñadora y romántica y ocultar las imperfecciones. La suavización se lleva a
cabo por difusión con filtros o bien con objetivos especiales con un nivel controlado de aberración
esférica (Minolta fabrica un 85 mm en el que el nivel de aberración, y por tanto, de suavización,
varía continuamente dentro de ciertos límites). Resultados parecidos se consiguen extendiendo
vaselina sobre un filtro o cubriendo el objetivo con gasa u otro material parecido. La suavización
da lugar a efectos sutiles y hermosos si se utiliza con sensibilidad; en caso contrario los resultados
son inevitablemente tópicos y cursis.
6. Reflexión selectiva
Con relación a la calidad de la luz reflejada, existen dos tipos adicionales de reflexión:
Acromática: cuando se reflejan por igual todas las longitudes de onda. Los tres casos típicos de
superficies reflectoras acromáticas son
1. Negras: cuando el porcentaje de reflexión es cero.
2. Grises: el porcentaje de reflexión es del 50% en todas las longitudes de onda
3. Blancas: el porcentaje de reflexión es del 100% en todas las longitudes de onda

Cromática: No se reflejan por igual todas las longitudes de onda, hay un predominio de unas
sobre otras dando como resultado una radiación cromática.
La reflexión siempre es selectiva, Los materiales de color absorben las longitudes de onda de luz
blanca de forma selectiva y solo reflejan las de su propio color, el resto las absorben.

El objeto de la ilustración, pintado en tres franjas, e iluminado con luz blanca permite observar
dichas tres franjas. Si es iluminado con luz roja veremos como roja la franja blanca y negras las
otras dos.
Objetos que permiten el paso de la luz
No todos los materiales son opacos a la luz, el vidrio, el agua, y ciertos plásticos, por ejemplo, son
transparentes mientras que el papel vegetal y el cristal opaco con textura dispersan la luz
transmitida (transmiten la luz pero la dispersan, de manera que no permiten que se vea con
claridad lo que está al otro lado) y por ello se llaman translúcidos.
Los objetos transparentes y translúcidos dejan pasar la luz, o al menos una fracción de ella. La
atmósfera es transparente así como otros gases; también lo son algunos líquidos, como el agua y
el alcohol, y algunos sólidos, como el vidrio y la lucita. En realidad, habría que aclarar que estos
objetos no son perfectos transmisores de la luz. De toda la luz que entra en un medio
transparente, una parte es absorbida por el medio. Además, una fracción de la luz que incide es
reflejada por la superficie del medio, sin entrar en él, aunque éste sea transparente. Por tanto, la
luz que logra atravesar el medio es la que no ha sido ni reflejada, ni absorbida. Esta combinación
de efectos es la que da lugar a la superposición de imágenes reflejadas y transmitidas por un
vidrio liso o por una superficie de agua clara, por ejemplo
Ya hemos visto que la luz se propaga con trayectoria rectilínea y velocidad constante en cada
medio pero cuando incide en un objeto que permite el paso de la luz se comporta de muy diversas
maneras, produciéndose diversos fenómenos de los que, por sus consecuencias fotográficas, nos
interesan los siguientes: absorción-transmisión, refracción, dispersión, difracción y polarización.
Absorción y transmisión

Un rayo luminoso que penetra desde el aire en un medio transparente, por ejemplo un cristal, si
tiene una trayectoria perpendicular a la superficie de éste, continuará su trayectoria recta sin
ninguna desviación. Si el cristal es translúcido el rayo luminoso lo atravesará para dispersarse a
continuación en todas direcciones. Si el cristal es coloreado (un filtro) la transmisión será
selectiva y solo pasarán a su través aquellas longitudes de onda que correspondan con el matiz
del cual está coloreado el cristal. La transmisión de la luz, al igual que la reflexión, siempre es
selectiva, Los materiales transparentes y translúcidos de color absorben las longitudes de onda de
forma selectiva y solo transmiten las de su propio color, el resto las absorben. Si un rayo de luz
blanca incide sobre un cristal rojo, el cristal absorberá todas las longitudes de onda excepto la
roja que será la única transmitida.
Si un rayo de luz azul incide sobre el mismo cristal rojo, no habría transmisión de color. Toda la
energía lumínica sería absorbida y transformada en calor. Cuando la luz incide sobre una
superficie negra, mate y opaca, es absorbida prácticamente en su totalidad, transformándose en
calor. Los filtros fotográficos utilizan esa transmisión selectiva para dejar pasar solo unas ciertas
longitudes de onda y retener las demás. De ello hablaremos con detenimiento más adelante.
Refracción

Es un fenómeno que ocurre dentro del de la transmisión cuando la luz atraviesa un material
transparente de forma oblicua (si lo atraviesa en dirección perpendicular no hay refracción).
Cuando los rayos luminosos inciden oblicuamente sobre un medio transparente, o pasan de un
medio a otro de distinta densidad, experimentan un cambio de dirección que está en función del
ángulo de incidencia (a mayor ángulo mayor refracción), de la longitud de onda incidente ( a
menor longitud de onda mayor refracción), y del índice de refracción de un medio respecto al
otro.
Este fenómeno tiene importancia capital en fotografía, ya que la luz antes de formar la imagen
fotográfica ha de cambiar frecuentemente de medio: aire - filtros - vidrios de los objetivos -
soporte de la película.
Ya dijimos que la luz disminuye su velocidad en función de la densidad del medio que atraviesa.
En el caso de los vidrios ópticos, viene a ser aproximadamente de unos 195.000 Km/seg. Si un
rayo de luz incide perpendicularmente sobre la superficie del vidrio, sufre una disminución de su
velocidad pero no se desvía. Por el contrario, si lo hace oblicuamente, la parte del frente de ondas
que llegue primero sufrirá un frenazo y continuará avanzando a inferior velocidad, mientras que
el resto del rayo continua todavía unos instantes a mayor velocidad. Esta diferencia de
velocidades en la parte frontal del rayo luminoso es la que produce la desviación de su
trayectoria. Quizá se comprenda mejor si imaginamos un coche que circulando por autopista
penetre en una zona embarrada: si entra de frente, sufrirá una disminución de su velocidad pero
la trayectoria continuará siendo recta. Ahora bien, si penetra oblicuamente, una rueda se verá
frenada antes que la otra con el consiguiente cambio de trayectoria. La refracción sigue también
un par de leyes, casi tan sencillas como las de la reflexión, La primera de ellas nos dice que el rayo
incidente y el refractado están sobre el mismo plano. En la segunda interviene un parámetro que
caracteriza al medio: el índice de refracción, n.
Cuando un rayo de luz pasa de un medio a otro con diferente índice de refracción, se desvía. La
desviación es mayor cuanto mayor es el índice de refracción del segundo medio. Si el índice de
refracción del segundo medio es mayor que el del primero, el rayo se quiebra, una cuchara
parcialmente sumergida en agua parece quebrada, la imagen sumergida parece alejarse de la
superficie. Cuando disminuye el índice de refracción, sucede lo contrario: el rayo se acerca a la
superficie.
Se llama índice de refracción de un medio a la relación entre la velocidad de la luz en el vacío y la
que tiene en un medio concreto, por ejemplo en el aire o en el agua. Se expresa de la siguiente
forma: n = c/v donde "n" es el índice de refracción de un medio específico, "c" es la velocidad de
la luz en el vacío y "v" es la velocidad de la luz en el medio concreto.
El índice de refracción de un medio se determina usando como referencia el del vacío, al que se le
asigna el valor n=l. Así, el índice del aire es un poco mayor que 1, el del agua es 1.33, y el del
vidrio es aún mayor. Los vidrios ópticos utilizados en la fabricación de objetivos cinematográficos
alcanzan un valor más elevado. En general, el índice de refracción de los materiales es mayor que
1.

Cuando la luz atraviesa un vidrio de caras paralelas, los rayos se desplazan ligeramente, por la
refracción que sufren al entrar en el vidrio y al salir de él; pero salen paralelos a la dirección
original. Por ello las imágenes vistas a través de una ventana no se distorsionan. Cuando, en
cambio, la luz atraviesa una lente, cuyas caras no son paralelas, cada uno de los rayos es desviado
de manera diferente: las lentes convexas los concentran, las cóncavas los dispersan. Por ello las
imágenes vistas a través de las lentes no reproducen fielmente a los objetos en tamaño y en
forma. En esta útil propiedad se basan los diseños ópticos de todos los objetivos fotográficos
como veremos más adelante.
Dispersión
Como acabamos de ver, uno de los factores que afectaban a la refracción, era la longitud de onda
de la luz incidente. Como la luz blanca es un conjunto de diversas longitudes de onda, si un rayo
cambia oblicuamente de medio, cada una de las radiaciones se refractará de forma desigual,
produciéndose una separación de las mismas, desviándose menos las de onda larga como el rojo
y más las cercanas al violeta. En la práctica la dispersión determina el color del cielo y por tanto
la iluminación natural, así como las aberraciones cromáticas y el diseño de los objetivos que
veremos más adelante.

La luz blanca está compuesta de ondas de diversas frecuencias. Cuando un rayo de luz blanca
pasa a través de un prisma de vidrio, se descompone en sus colores simples, es decir, se dispersa
de acuerdo a la longitud de onda. Un prisma produce mayor difracción porque, al no ser sus caras
paralelas, los rayos refractados han de recorrer un camino aún mayor que provoca, al salir el
rayo, una refracción más exagerada. El haz de luz disperso forma una imagen a la manera de una
franja de colores que recibe el nombre de espectro visible. La dispersión de la luz se debe a que en
un determinado medio (vidrio por ejemplo) no todas las radiaciones luminosas se propagan con
la misma velocidad, y esto depende de la longitud de onda de dichas radiaciones, así las
radiaciones de menor longitud de onda son las mas desviadas que las de menor longitud de onda.
distinguiéndose perfecta y sucesivamente los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y
violeta.
El color del cielo se debe al fenómeno de la dispersión de la luz solar por la atmósfera. El único
medio perfectamente transparente es el vacío, la atmósfera es un gas y siempre que un haz de luz
atraviesa un gas, las moléculas del gas desvían una parte de esa luz en todas direcciones. Si el gas
no es denso, la mayor parte de los rayos de luz lo atravesarán sin desviarse, pero algunos de ellos
chocarán con las partículas de gas y rebotarán en todas las direcciones posibles. Conforme
aumenta la densidad del gas, se hace más notable el efecto de la dispersión. También los líquidos
y los sólidos transparentes dispersan una fracción de la luz que los atraviesa, sobre todo cuando
contienen impurezas. Cuando la dispersión es alta, se habla ya no de materiales transparentes,
sino traslúcidos: aquellos que transmiten la luz de manera difusa.
El efecto de dispersión por la atmósfera es más notable en la luz violeta y azul que en el resto del
espectro. Por ello, aunque la luz solar es blanca, el sol aparece amarillento cuando lo miramos de
frente (porque ha perdido una parte de su componente azul); en cambio la luz dispersada por la
atmósfera, que ilumina el cielo, es esencialmente azul. Al acercarse el sol al horizonte, la luz que
nos llega tiene que atravesar una capa más gruesa de atmósfera, por lo que la dispersión
aumenta; la mayor parte de la luz violeta, azul y verde es desviada, de manera que sólo nos llegan
los colores comprendidos entre el amarillo y el rojo. A esto se debe el color de los ocasos.
La dispersión producida por partículas más grandes es más irregular y afecta a todos los colores
por igual. Por eso, cuando hay vapor de agua o partículas de polvo en la atmósfera, el cielo pierde
su color azul y adquiere una apariencia blanquecina y difusa. Como estos ingredientes adicionales
de la atmósfera, además de dispersar absorben una mayor fracción de la luz, el cielo se oscurece;
se ve gris.
El arco iris es una consecuencia de la dispersión: cuando la luz del sol atraviesa las gotas de
lluvia, esa luz es reflejada y refractada en el interior de cada gota produciendo un efecto similar al
del prisma. El color rojo es el que menos se refracta y se encuentra por ello en la parte exterior
del arco.
Difracción
Es la desviación de los rayos luminosos cuando inciden sobre el borde de un objeto opaco. El
fenómeno es más intenso cuando el borde es afilado. Aunque la luz se propague en línea recta, no
hay que olvidar que tiene naturaleza ondulatoria y, al chocar con un borde afilado, se produce un
segundo tren de ondas circular. Esto da lugar a una zona de penumbra que destruye la nitidez
entre las zonas de luz y sombra. Este fenómeno ocurre, como veremos más delante, al incidir la
luz sobre los afilados bordes del diafragma de los objetivos.

Polarización

La luz se propaga a partir de la fuente emisora en todas las direcciones posibles y en forma de
ondas perpendiculares a la dirección del desplazamiento. La orientación de las crestas respecto a
la dirección de propagación () determina el ángulo de polarización. Podemos hablar por tanto de
componentes verticales y horizontales de la luz y en este sentido el efecto de un filtro de
polarización se basa en su propiedad de ser transmisor solo de determinadas direcciones de
oscilación y de absorber las otras direcciones de oscilación de la luz.
La luz polarizada vibra en un solo plano. Las ondas luminosas no suelen estar polarizadas, de
forma que la vibración electromagnética se produce en todos los planos; la luz polarizada, por el
contrario, sigue una pauta de vibración regular y sencilla, lo que ha encontrado varias
aplicaciones en óptica y fotografía.

La luz (o parte de ella) se polariza de varias formas: cuando se refleja según cierto ángulo en
superficies brillantes y pulidas no metálicas, como vidrio, agua o madera barnizada; cuando es
dispersada por las diminutas partículas de gas y polvo de la atmósfera; y cuando atraviesa ciertos
tipos de cristales traslúcidos. Los filtros polarizadores, que están formados por diminutos
cristales con esta propiedad montados entre dos vidrios ópticos, encuentran varias aplicaciones
en fotografía, de las que las más conocidas son el oscurecimiento del cielo azul, y la eliminación
de reflejos de superficies no metálicas. Al eliminar los reflejos, lo que en realidad hace el filtro es
cortar el paso a unos rayos luminosos que ya habían sido polarizados y darlo a los que no lo
habían sido. El filtro tiene un plano de polarización específico y basta girarlo para controlar la
proporción de luz a la que se da paso; las variaciones posibles crecen si se combinan dos filtros,
que interrumpirán por completo el paso de la luz cuando sus planos de polarización sean
perpendiculares.

Autor:

Antonio Cuevas Ortiz

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