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M.

MÚSICA

EL «SEX APPEAL»
DE MOZART
EL 27 DE ENERO SE CUMPLE EL 250 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE WOLFGANG AMADEUS MO-
ZART, UNO DE NUESTROS GENIOS MÁS UNIVERSALES. SU MÚSICA ES YA UNA PARTE IMPRESCINDI-
BLE E INSOSLAYABLE DE LA BANDA SONORA DE NUESTRAS VIDAS Y DE NUESTRA CULTURA

STEFANO RUSSOMANNO nales, como si éstas fueran no el en- término quizá demasiado desenfa-
En alguna región de nuestro oído y voltorio sino la sustancia misma de dado pero acertado: sex appeal.
de nuestra memoria, siempre hay la invención musical. El timbre se Sí, la música de Mozart posee y
una melodía de Mozart rondando, hace materia cantante, sobre todo desprende sex appeal. La seducción
acompañándonos. Non più andrai cuando los instrumentos de made- es el elemento que sigue haciéndo-
farfallone amoroso, Là ci darem la ra –y el clarinete en especial– co- la tan fascinante y atractiva para
mano , Soave sia il vento , el «An- bran un especial protagonismo. Es nuestros oídos. De seducción hablan
dante» del Concierto para piano nú- el caso de la Gran partita, pero tam- las tres óperas escritas sobre libre-
mero 21, el primer movimiento de la bién de las Serenatas de vientos K to de Da Ponte –Las bodas de Fíga-
Sinfonía número 40, el comienzo de 375 y 388 , la Mauerische Trauer- ro, Don Giovanni y Così fan tutte–,
Una pequeña música nocturna... La musik K 477, o plantillas más dimi- pero no sería atrevido afirmar que
lista, como la de Leporello, podría nutas pero no menos mágicas co- la seducción es el impulso genera-
ser interminable. mo el Quinteto para piano, oboe, cla- dor que anima cualquier compás de
El universo mozartiano empieza rinete, fagot y trompa K 452 y el Trío la obra mozartiana.
con una melodía. A su vez, la me- para piano, clarinete y viola K 498. Lo que para Schopenhauer es la
lodía mozartiana es un universo. To- voluntad, el deseo, para Mozart es
do está ya contenido en ella. Las me- TONALIDADES Y PERSONALIDAD. la seducción: el principio que lo mue-
lodías de Haydn o Beethoven –para También las tonalidades tienen ca- ve todo, el alfa y el omega de la exis-
quedarnos entre compañeros del da una su propia personalidad, su tencia. El embrujo que en todo mo-
Clasicismo– tienden a estimular una propio color. El grisáceo y desespe- mento emana de la música mozar-
curiosidad, crean una expectación: rado Sol menor de la Sinfonía nú- tiana ha dejado de ser un medio pa-
al escucharlas, uno quiere saber qué mero 40 y del Quinteto de cuerda K ra conseguir un fin y se ha convertido
va a pasar después, qué va a hacer 516; el sombrío y plomizo Re menor en un principio absoluto, una expe-
el compositor con ellas, cómo va a del Réquiem y el Concierto para pia- riencia total y desinteresada. Quizá
desarrollarlas. Con Mozart no. En no número 20; el caluroso, rojizo y sea por ello que sus efectos siguen
unos pocos compases, el autor lo- un punto melancólico La mayor de siendo tan beneficiosos, refrescan-
gra diseñar un mundo. las piezas para clarinete (Quinteto tes y excitantes más de dos siglos
Los temas mozartianos actúan co- K 581 y Concierto K 622 ); el lumi- después. La vida, nuestra vida, es en
mo organismos acabados y autosu- noso e impoluto Do mayor de la Sin- definitiva un juego de seducción. Ne-
ficientes. Con una primera mirada fonía Júpiter y el Concierto para pia- cesitamos constantemente ser se-
comunican una impresión clara y di- no número 25. Modulaciones y di- ducidos, es nuestro alimento diario:
recta, inconfundible. Pero si le pres- sonancias actúan como otros tan- el mundo (y también la música) en-
tamos más atención, empezaremos tos factores de pigmentación. Como cuentra sentido en la medida en que
a percibir en ellos toda una geografía en el errático devenir de la Fantasía consigue deslumbrar, entusiasmar,
de escondrijos, matices y claroscu- K 475 o en las geniales transiciones conmover.
ros. Un pequeño cambio de luz, un armónicas del movimiento central
ligero movimiento de los labios o de del Concierto para piano número 17. SEDUCCIÓN Y MISTERIO. Pero no
los ojos, y el conjunto cambia de ex- El gusto táctil e irisado de timbres hay seducción sin misterio. El mis-
presión. Así ocurre en el «Adagio» y ritmos, la compleja e inconfundi- terio de la música de Mozart reside
de la Gran Partita K 361, con su fra- ble personalidad que emana de ca- en la indisoluble complementarie-
se sinuosa, repartida entre el oboe, da tema así como el talante casi tea- dad que establece entre los polos
el clarinete y el corno di bassetto, tral con que los elementos musica- opuestos de la vida: la lágrima es-
que con sus timbres otorgan a cada les desempeñan su papel apelan to- condida en la alegría, y la alegría es-
segmento y cada curva un cariz dos a un principio más general que condida en la lágrima; la luz ence-
siempre distinto. impregna la esencia vital de la poé- rrada en las tinieblas, y viceversa.
ABCD 54

En pocos compositores la mate- tica mozartiana. El clavecinista y pia- Como cuando en el punto culminante
ria sonora se ofrece desde el princi- nista Andreas Staier, uno de los intér- de Las bodas de Fígaro, en las pala-
pio tan coloreada. Mozart experi- pretes del salzburgués más des- bras del Conde, «Contessa, perdo-
menta constantemente con solu- lumbrantes de la actualidad, lo ha no», la acción se detiene y en medio
ciones tímbricas novedosas y origi- definido muy bien recurriendo a un de la situación cómica se abre una

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