Вы находитесь на странице: 1из 4

LA GRACIA (Reflexiones de Lupita) Romanos 6, 7 y 8

“El pecado no tendrá dominio dominio sobre ustedes, ya que no viven sometidos a la ley, sino bajo
la gracia”. Rom 6,14

“No saben que si se ponen a obedecer como esclavos, son esclavos de aquel a quien obedecen? Sea
del pecado, que conduce a la muerte, sea de la obediencia, que conduce a la justicia”. Rom 6,16

¿Qué me mueve a actuar, cuál es la intención por la que hago las cosas? ¿Porque una ley me
obliga a hacerlas, porque si no cumplo la ley seré castigado, porque debo o tengo que hacerlo
aunque no lo quiera o desee hacer? Si lo que me mueve a actuar es la ley, la obligación, el deber,
seré esclavo de dicha ley. Sufriré enormemente si no la cumplo o si caigo en desobediencia. O
bien, si cumplo la ley, creeré que soy muy bueno porque “cumplí la ley”. Esta actitud resulta
pesada porque se basa en mi voluntarismo, en mi fuerza de voluntad dado que me exijo cumplir:
¡Oh no, pequé, no cumplí la norma!

En cambio, si lo que me mueve a hacer las cosas, si lo que me mueve a actuar de cierta manera es
el AMOR, si es por amor que actúo, encontraré que no me sentiré bien porque “yo” cumplí una ley
sino porque la fuerza del amor me sostuvo. En otras palabras, si por amor actúo, la gracia de Dios
es la que me sostiene y no mi voluntarismo. Una cosa es creer que yo me hago santo cumpliendo
normas y otra, es creer que Dios me da ese regalo de la vida santa, como un don gratuito suyo, no
por mérito mío, y ese regalo se llama LA GRACIA.

“Ahora, libres del pecado y esclavos de Dios, su fruto es una consagración que desemboca en vida
eterna. Porque el salario del pecado es la muerte; mientras que el don de Dios, por Cristo Jesús
Señor nuestro, es la vida eterna”. Rom 6, 22-23

La vida santa no se obtiene porque cumplimos normas o leyes, no basta ser obediente, no es
suficiente ir a Misa para cumplir con la norma que pide ir a la misa. El esclavo de la ley sufre si no
va a la misa, se siente pecador por no haber cumplido la norma. ¿Acaso puede no sentirse pecador
quien no va a la misa?

Veamos, qué es lo que realmente le duele al que no fue un domingo a Misa, ¿Le duele haber
incumplido la norma? ¿Le duele haber pecado por ello? ¿Le teme al castigo que conlleva no
cumplir la ley? ¿Qué es lo que realmente le importa a esa persona? ¿El pecado? “Cometí un
pecado”. El que vive preocupado por NO PECAR, se vuelve esclavo de esa preocupación, vive
concentrado en eso: no pecar, no fallar, no incumplir la ley. Vive pendiente de NO PECAR.

Bien diferente es, que lamente no haber ido a Misa porque allí encuentra la fuerza del amor que le
es dada gratuitamente, la que le ayuda a no pecar. La gracia es el Amor, es la presencia de Jesús en
las personas, y eso es lo que impide pecar, más no el cumplimiento de la ley.

Quien hace o actúa movido por el amor, NO PECA. Quien hace o actúa movido por la ley, o por
obligación o por miedo a un castigo, más fácilmente PECA, porque tarde o temprano, incumple o
desobedece. Una cosa es vivir esforzándose en no pecar y otra, es vivir recibiendo la gracia o ese
regalo gratuito de Dios que hace vivir en santidad, sin el esfuerzo propio sino con la ayuda de Dios
que sostiene para que no pequemos.
¿Por qué razones a veces no pecamos? Porque hacer esto o aquello está prohibido, porque me
esfuerzo por no pecar, porque me sacrifico, hago penitencias, obtengo méritos personales…

Ejemplos: no fumo en un entorno cerrado porque está prohibido, no calumnio porque me propuse
no calumniar, no soy lujurioso porque castigo mi cuerpo para que no caiga en tentación… porque
YO SOY MUY FUERTE Y NO CAIGO… Razones centradas en mi propio esfuerzo.

La ley no es mala, es santa, es justa y buena. La ley no es la que produce el pecado. La ley indica
que si no se obedece aparece el pecado. Si no hubiera ley no sabíamos que existe pecado. Ejemplo
aproximado: un semáforo en rojo indica que si se desobedece puede darse un accidente. Si en una
calle no hay un semáforo pensamos que ahí no se presentan accidentes. No pensamos en un
posible accidente. Donde hay un semáforo está implícito el peligro de accidente.

“Mientras vivíamos bajo el instinto, las pasiones pecaminosas, estimuladas por la ley, actuaban en
nuestros miembros y dábamos fruto para la muerte. Pero ahora, libres de la ley, muertos a todo
aquello que nos tenía esclavizados, servimos a Dios con un espíritu nuevo, y no según una letra
envejecida. Qué concluimos, ¿Qué la ley es pecado? De ningún modo! Yo no hubiera conocido el
pecado si no fuera por la ley. No sabría de codicia si la ley no dijera: no codiciarás”. Rom 7, 5-7

Peca el que sabe que peca. Si no sabe que x cosa es pecado, no peca.

Conocemos el pecado por la ley. (Ley planteada por los hombres y la ley que está grabada en el
corazón de los hombres). Sin Ley el pecado no existe. La ley indica que existe el pecado y de hecho
suscita toda suerte de pecados por el hecho de desobedecerla.

Yo puedo querer el bien, pero realizarlo no es cosa mía. ES CRISTO QUIEN VIVEN EN MI. Yo puedo
querer no hacer el mal, pero si lo hago es por el pecado, mi carne, mi naturaleza que está en mí. si
obro el bien, es Cristo en mí, si obro el mal, es cosa mía, soy yo. Lo normal es que mi naturaleza
frágil se incline al mal. Si me inclino al bien es por gracia, ÉL EN MÍ. La santidad no es fruto de mi
esfuerzo, ES GRACIA, ÉL QUE ACTÚA EN MÍ.

“Lo que realizo no lo entiendo, porque no hago lo que quiero, sino que hago lo que detesto. Pero si
hago lo que no quiero, con eso reconozco que la ley es excelente. Ahora bien, no soy yo quien hace
eso, sino el pecado que habita en mí. Sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mis bajos instintos.
El deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. No hago el bien que quiero, sino
que practico el mal que no quiero. Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo ejecuta, sino
el pecado que habita en mí. y me encuentro en esta fatalidad: que deseando hacer el bien, se me
pone al alcance el mal. En mi interior me agrada la ley de Dios, en mis miembros descubro otra ley
que lucha con la ley de la razón y me hace prisionero de la ley del pecado que habita en mis
miembros. ¿Quién me librará de esta condición mortal? Gracias a Dios por Jesucristo Señor
nuestro”. Rom 7, 15- 25

Cuando digo que obro el mal por el pecado que habita en mí, no quiere decir, que le puedo echar
la culpa a algo o a alguien diferente de mí, que habita en mí, NO. Se trata de mi naturaleza
inclinada al mal y es por lo que puedo responder. Es decir, lo que hago por el pecado que habita
en mí, no quita mi responsabilidad. Del manejo de mi naturaleza sí puedo dar respuesta, esa la
gobierno yo, pero de mí espíritu que tiende al bien da respuesta Dios porque es El quien lo
gobierna.
“No hay condena para los que pertenecen a Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu que da la vida,
por medio de Cristo Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no podía hacer
la ley, por la debilidad de la condición carnal, lo ha hecho Dios enviando a su Hijo, en condición de
semejante a la del hombre pecador para entendérselas con el pecado; en su carne ha condenado
al pecado, para que la justa exigencia de la ley la cumpliéramos los que no procedemos movidos
por bajos instintos, sino por el Espíritu”. Rom 8, 1-4

“Si con el Espíritu dan muerte a las bajas acciones, entonces vivirán. Todos los que se dejan llevar
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Rom 8, 13 b

Jesucristo no abolió la ley, le dio sentido cuando se cumple por amor y no por obligación. “Nadie
se convierte por la convicción de que lo que hace es malo o bueno, sino por la fuerza del amor que
experimenta en su corazón”. (Corazón Comunidad)

“Tu gracia vale más que la vida”. Sal 63, 4

Dios da generosamente a su Hijo. La salvación es el don de Dios. No es algo merecido por nuestro
trabajo, no es un salario (Rom 4,4) si así fuera, la gracia ya no es gracia. (Rom 11, 6)

Si la salvación se debe a una observancia cualquiera, la gracia de Dios ya no tiene objeto, la fe ya


no tiene sentido y la promesa carece de efecto (Rom 4, 14)

“Cuando todavía éramos desvalidos… pecadores… enemigos de Dios, impotentes para arrancarnos
del pecado, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo” Rom 5, 6-10

Y la gracia de Dios no se contente con salvarnos de la muerte mediante un gesto de perdón (Rom
3,24; Ef 2,5) sino que muestra una generosidad que desborda los límites. Donde había proliferado
el pecado sobreabunda la gracia. Rom 5, 15-21. Esta abre sin reservas LA RIQUEZA INAGOTABLE
DE LA GENEROSIDAD DIVINA (Ef 1,7; 2,7) y LA PRODIGA SIN MEDIDA (2Cor 4,15, 2Co 9,14; Cfr 1Co
17)

Ef 1, 7: “… según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros.”

Ef 2, 7: “… a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia”.

2Co 4, 15: “… Cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento para la gloria de Dios”.

2Co 9, 14: “… a causa de la gracia sobreabundante que en nosotros ha derramado Dios… El amor
ha sido derramado en nosotros con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

FECUNDIDAD DE LA GRACIA:

La gracia de Dios no es estéril (1Co 15,10) hace que la fe dé fruto, produzca obras.

Gal 5, 6: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la circuncisión tienen valor (si cumple o no la
ley”, sino solamente la fe que actúa por la caridad”.

La gracia hace de Pablo todo lo que es y hace todo lo en él hace (1Co 15,10)

“Mas por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí”. Antes bien,
he trabajado más que todos ellos, PERO NO YO, SINO LA GRACIA DE DIOS QUE ESTÁ CONMIGO”.
Hasta el punto de que lo más personal “Lo que yo soy” es precisamente la obra de esta gracia.
La gracia también es el nacimiento a una existencia nueva. Jn 3, 3 ss, la del Espíritu que anima a los
hijos de Dios. Rom 8, 14, 17

El cristiano está “llamado en la gracia” Gálatas 1, 6; ha sido “establecido en la gracia” Rom 5, 2;


“vive bajo el reinado de la gracia” Rom 5, 21; ya no está bajo la ley sino bajo la gracia Rom 6,14

Es una vida en el sentido más amplio de la palabra, la vida de aquellos que “habiendo vuelto de la
muerte” viven una vida nueva con Cristo resucitado. Rom 6, 4.8.11.13

La gracia es el don de la VIDA. Jn 5, 26; 6,33; 17,2. Esta experiencia de la vida es la del Espíritu
Santo (AMOR) Rom 6, 14;7,6

El hombre liberado del pecado lleva frutos de santificación (Rom 6, 22; 7,4)

El Espíritu Santo es el don de Dios por excelencia (Hc 8, 20; 11, 17) “Da testimonio de nuestro
espíritu (Rom 8,16) de que la gracia nos hace realmente hijos de Dios.

La gracia hace en nosotros lo que debemos ser delante de Dios, lo que El espera de nosotros: hijos
delante de un mismo Padre (Rom 8 14-17), 1 Jn 3, 1 ss

Cuando descubro en la gracia la fuente de mis gestos, ENTIENDO QUE TODO LO RECIBO POR
GRACIA. En la gracia de Dios logra el hombre SER EL MISMO.

“No me pidas nada, nada es nada, recíbelo todo con gozo y gratitud” Corazón Comunidad.

Dame tu amor y gracia que esta me basta. Amén.

La ley no la abolió Jesús sino que le dio sentido, actuar no por obligación sino por amor. No vino a
quitar los semáforos en rojo, vino a pedir que aunque no hubiera semáforos en rojo crucemos con
cuidado. Es decir, Jesús va más allá del deber y de la obligación, por eso:

No matarás: no te enojes con tu hermano, no seas violento ni agresivo, no te irrites, no te


encolerices.

No jurarás: cuida tus palabras, tu lenguaje

No adulterarás: valora al ser humano, no lo cosifiques, no te aproveches del otro, no juegues con
los sentimientos ajenos

No codiciarás: valora lo que tienes

No mentirás: se preciso en tus palabras, sí, sí , no, no

No robarás: no subestimes a nadie, no desprecies, no te creas más fuerte que el otro, no niegues
oportunidades al otro, no abuses del débil.

Vivir así, es gracia. Nada podemos hacer sin él, no obramos así porque nos lo proponemos, sino
porque nos disponemos para que Él en nosotros, obre así.

Вам также может понравиться