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Ezcaray.

Pequeñas Historias ‘Petra’ por: Adolfo Soto

‘Petra’.

Cada fotografía cuenta una historia. Elegí la de Petra, suegra de Faustina,


“Carlina”, quien se casó con su hijo Manuel.
Petra era tal y como la ven, la cara es el espejo del alma, y en la sonrisa de
esta mujer se intuye resignación, humor y picardía. Tenía una minúscula tienda de
mercería en la calle que une la ‘Plaza de la Verdura’ con el pórtico de la iglesia,
frente al Oratorio de San Felipe de Neri. Por ella iban y venían los curitas
‘beneficiados” de la Parroquia de Ezcaray, a los que Petra, cada vez que
regresaban de las aldeas remendaba más de un siete de sus usadas sotanas, sin
pedirles nada por ello.

(1). ‘Petra’
Su hijo Manuel Arroyo se había casado con Faustina. Entre sus hijas, Vitoriana,
casada con Ceferino Soto tenía una pequeña tienda cercana a la casa de Petra con
fachada sur a la Plaza de la Verdura, pegada al Hotel Inés.

(2). ‘El Haiga’


A Faustina, nuera de Petra, la vemos junto a la trasera del ‘haiga’, en el centro
con el pelo blanco entre su nieta Celia Soto y Justi Gallo, vecina de la tienda de Petra.
Detrás de ellas otra de sus vecinas. Entre el coche y la puerta del Hotel Inés, Vitoriana
Arroyo, ‘Carlina’, y otra vecina de la plaza, Arsenia.
Petra
Petra era una mujer valiente. Para conseguir algún dinero extra había preparado
un par de pequeños cajones con separadores, en los que metía en perfecto orden casi
todo cuanto vendía en su mercería. Cargados en una burrita se desplazaba aldea por
aldea atendiendo en lo que podía a las familias que vivían aisladas sin otra comunicación
que caminos de herradura.
Un día, regresando a Ezcaray tras recorrer algunas aldeas, un burro se dio
cuenta que la burrita de Petra estaba ‘vuelta’ (lista para hacer el amor), cuando Petra
vio llegar al burro a “cinco patas”, se quitó el delantal y lo ató a la salma cubriendo las
partes sexuales de la burra. Al poco tiempo tenía los cajones y mercancía tirada por
los suelos y el delantal desgarrado…

En esta foto de la iglesia vemos algo realmente curioso. Parte de los Beneficiados
(curas), tenían su dormitorio en la galería del pórtico. No terminaba de entender
aquello hasta que llegó a mis manos esta fotografía que lo explica claramente.
En 1671, se construyó el arco para la campana de “señales” para llamar a los curas.
La fuente, fundida de cuatro caños, igual que las de las plazas de la Verdura y del
Conde de Torre Múzquiz (hoy tan solo queda la de la Plaza de la Verdura).

Beneficiados. Entre las obligaciones de beneficio, había muchas, se contaba la


asistencia al coro y demás funciones parroquiales, y las de atender a la “cura de almas”
de la villa y las parroquias anejas de las aldeas, que se dividían en varias agrupaciones
para el servicio (ver Aldeas). No había bancos en el interior de la iglesia y cada persona
llevaba de casa su reclinatorio, pequeña silla con el asiento bajo, para sentarse y
arrodillarse.
Retomemos la pequeña historia de Petra.
Al día siguiente de lo ocurrido en su viaje a las aldeas, estaba sentada a la
puerta de la mercería cosiendo pacientemente el delantal.
A unos jóvenes Beneficiados (curas), que volvían de la iglesia, les llamó la
atención lo atareada que se encontraba su buena amiga Petra, cosiendo y remendando
la prenda destrozada. Curiosos la preguntaron que la había pasado << ¿De verdad
queréis que os lo diga?>>, ante la insistencia de ellos contestó, <<La historia es muy
larga pero la voy a resumir << “Ayer un burro me jodió la burra, los cajones, la
mercancía y el delantal”>>… Mas calmada les explicó todo lo sucedido.

Petra y la Virgen de Allende


Petra era devota de la Virgen. Siempre que sus obligaciones, y el tiempo, lo
permitían, hacia una visita a la ermita, rezando, incluso conversando con Ella.
La encantaba asistir y se emocionaba en las procesiones de la Virgen de Allende,
sobre todo cuando se cantaba la ‘Salve…’. De oído fino, sonreía ante los desafinados
cantos de algunos devotos, no de sus amigos los ‘beneficiados’, que ensayaban a diario.

(1). Ermita dedicada a la Virgen de Allende. (2). Procesión a la que asiste Petra.
Los “Gori-gori”
Entre ensayo y ensayo del coro, los curitas ‘beneficiados’ se lo pasaban
divinamente conversando con aquella mujer de humor sagaz y chispeante que les
recriminaba que a ella, cuando muriese, no la iban a cantar los “Gori-gori”. Refiriéndose
con esto a los cantos que entonaban en los funerales de los difuntos que podían
pagarlos o habían sido importantes benefactores de la Iglesia. Pero se equivocó, en su
funeral, los curas beneficiados, sin faltar uno, le cantaron emocionados todos los “Gori-
gori” con los que Petra soñaba. Nos dejó cuando su querida Virgen de Allende se
encontraba en la Parroquia. Testigos de la época dijeron que alguien la vio llorar…
Algunas fotografías relacionadas con esta mini-historia.

(1). Frente a la mercería de ‘Petra’, vemos a cuatro hermanos de la familia Gallo, con su madre,
Justa la ‘Barrumbarra’, a la puerta de la desaparecida iglesia-oratorio de San Felipe Neri.
(2). Justi Gallo con Blanqui Gonzalo en el Biscúter descapotable junto a la fachada del Oratorio de
San Felipe. Delante la madre de Justi.

(1). A la izquierda Faustina con su hermana y una vecina. Es lunes, día de Santa Bárbara, a pesar
de que ya no son jovencitas no se pierden la romería a la ermita, misa, procesión, baile y comida.
(2). En la plaza junto a la tienda Faustina sobre la vespa con su nieta Celia. A su lado Justi, Jesusa
y Carlitos Cuezva, detrás del árbol Vitoriana, hija de Faustina.

Nota: Con mi agradecimiento a José Luís Soto Sáenz quien me contó esta
historia que escuchó a su abuela Vitoriana Arroyo, ‘Carlina’, quien la oyó de su
madre Faustina, nuera de Petra. Resumida y novelada por el autor.
Con el mayor respeto a todos los devotos de la Virgen, que lo fueron como
Petra, y nos dejaron para acudir a su lado, entre ellos mi madre y la de mi mujer.

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