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Recibe un cordial saludo de nuestra parte. Quienes escribimos somos un grupo de profesionales que
desarrollamos trabajos e investigaciones en la Amazonía y junto a poblaciones indígenas. Luego de
leer el artículo “Epa, el mediador indígena entre dos mundos” (21-12-20) escrito por Norka Peralta
Liñán, quisiéramos en primer lugar saludar su interés en el tema y agradecer que llamen la atención de
sus lectores sobre esta alarmante problemática.
En este sentido, con el fin de animar a su medio a seguir comunicando sobre estos temas y a hacerlo
de la mejor manera posible queremos compartir con ustedes nuestra opinión acerca de algunos asuntos
mencionados o discutidos en el texto y hacerles algunas sugerencias. En líneas generales, los asuntos
sobre los que deseamos llamar su atención son problemáticos, ya que sostienen y reproducen
estereotipos negativos sobre los pueblos indígenas en contacto inicial, así como idealizaciones sobre
su situación. Estamos seguros que esta no es su intención y por esta razón nos permitimos enviarles
estas opiniones y sugerencias, animándolos a seguir tratando estos problemas vitales con el respeto
que nuestros conciudadanos y conciudadanas de la Amazonía se merecen.
2. Lengua y no dialecto
Nota: En la versión publicada inicialmente se hacía referencia al “dialecto Mastanahua”. Al
momento del envío de esta comunicación, se encontró que estas referencias habían sido ya
cambiadas. Aún así, enviamos la siguiente opinión sobre el término.
El término “dialecto” es usado en la lingüística para señalar una variante geográfica de una
lengua. Ejemplos de ello serían el español limeño y el español mexicano, ambos dialectos de
la lengua española. Sin embargo, existe la práctica común, basada en prejuicios sociales y
aspectos extralingüísticos, de referirse a las lenguas indígenas como “dialectos”, asumiendo
así que poseen un estatus menor respecto al español que sí sería considerado una verdadera
“lengua”. Para el caso Mastanahua, se recomienda referirse a ella como una lengua indígena u
originaria.
3. Pueblo indigena (u originario) y familia, en lugar de tribu y clan, respectivamente
“Conocí a Epa en junio de 2008, cuando ocupaba junto a su pequeña tribu una cabaña sobre
un monte de la quebrada Santo Tomás, a tres horas de distancia de las comunidades con las
que empezó a relacionarse en 2003.”
“El pueblo de Epa, perteneciente a los “Pano del sudeste”, sufrió el ataque de otra tribu, lo
que le hizo huir junto a sus mujeres y adentrarse en la selva del Purús”.
“El clan de Epa estaba atrapado entre dos mundos y lo sabían. Por ello, tenían varios perros
que custodiaban su cabaña.”
Si bien el término tribu en antropología agrupa al conjunto de clanes, este es empleado
principalmente para referirse a un tipo de organización social existente en África, el Medio
Oriente y Asia. Para las sociedades amazónicas desde la antropología se usa segmentos,
parcialidades, grupos o simplemente pueblos para designar a un conjunto de familias
indígenas.
4. Carencia de agricultura
“Cuando los conocí, la familia de Epa no practicaba la agricultura ni sabía manejar un bote,
nos explicaron los especialistas de la entonces Dirección General de Pueblos Originarios. Y
esas dos cosas eran vitales para sobrevivir en Purús, donde se come lo que se siembra o se
intercambia en largos viajes.”
Las evidencias etnográficas indican que los grupos Pano en aislamiento mantienen cierto
grado de horticultura estacional, es decir realizan pequeñas chacras estacionales de manera
dispersa en distintos sectores. Aunque para el ojo occidental estas parecen abandonadas, en
realidad constituyen una estrategia de sobrevivencia, a manera de despensa dispersa y diversa,
que les permite acceder a distintos productos según la época del año. Además una chacra
abandonada también cumple la función de ser un coto o lugar de caza, es decir crea o simula
un ambiente propicio donde ciertos animales silvestres pueden encontrar frutos y raíces para
alimentarse; por ende, es el lugar preciso para realizar la cacería.
7. El nombre de las mujeres que acompañaban a Epa (cuyo nombre era Shori)
pa significa “padre” en lengua yaminahua, pero en el caso de las mujeres ninguna tenía
“E
un nombre identificable hasta ese momento.”
Es posible que ellas no hayan querido dar a conocer sus nombres verdaderos y preferido
adoptar los que les dieron los misioneros para evitar venganzas. Los Mastanahua y otros
pueblos del bloque cultural Yaminahua (conocidos también como Pano del Sudeste o Pano
del Purús) nombran a sus hijos e hijas con los nombres de la generación de sus abuelos. Dar a
conocer sus nombres verdaderos podría haber alertado a antiguos enemigos de su familia
sobre su presencia en la zona.
Saludos cordiales,