Con anhelo hacia Dios y
visión para el mundo
PASAJE CLAVE: Lucas 24.45-49 | LECTURAS DE APOYO: Juan 14.6, 15 | Hechos 1.8; 4.12; 13.2-3 | Efesios 2.12
2 Pedro 3.9
INTRODUCCIÓN:
¿Dónde estaríamos hoy si no
tuviéramos el evangelio?
Como dijo el apóstol Pablo: “sin esperanza y
sin Dios en el mundo” (Ef 2.12). Es muy triste
que en la actualidad así se encuentren muchas
personas en el mundo. No obstante, en Cristo
hay esperanza para ellos porque Él es el único
camino para ir al Padre (Jn 14.6), aunque
muchos no hayan tenido oportunidad de saber
nada al respecto. Por eso es que una iglesia
siempre debe estar dispuesta y preparada para
compartir el evangelio donde sea necesario.
En las últimas instrucciones que Cristo dejó
a sus seguidores antes de ascender al cielo,
les recordó que ellos eran testigos de que Él
había muerto y resucitado, por lo que se debía
predicar en su nombre “el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones” (v.
47). Como ellos, nosotros debemos recordar
que siempre que Dios implanta una visión
en nuestros corazones, lo hace con miras
a un propósito y un beneficio que Él desee
llevar a cabo. Si nosotros le obedecemos
dando el primer paso, Él nos dirigirá en
todos los subsecuentes y suplirá todo lo que
necesitemos.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
¿Qué quiere decir “tener anhelo
hacia Dios”?
■ Deseo de conocerlo mejor. Experimentar
un deseo insaciable de conocerlo que va
más allá de conocer datos escuetos acerca
de Él, es más bien, mantener una relación
muy estrecha con Él; deseo de pasar más
tiempo a solas con Él a fin de comprender sus
rasgos característicos, sus deseos, actividades,
pensamientos y planes.
■ Deseo de obedecerlo. La víspera de su
juicio y crucifixión Cristo dijo a sus discípulos:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos (Jn
14.15). El amor genuino hacia Cristo siempre
resulta en obediencia y se caracteriza por la
obediencia y la sumisión a su voluntad en todos
los aspectos de la vida, por insignificantes que
parezcan.
■ Deseo de proclamarlo. Una persona
verdaderamente devota a Él se deleita en
aprovechar cualquier momento para hablar
acerca de Él porque Él jamás ha deseado
que la fe de sus seguidores fuera un secreto
para nadie, puesto que su deseo es “que
ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 P 3.9).
El plan divino para cumplir la Gran
Comisión
Puesto que Dios anhela que todos escuchen
acerca de Cristo y ha encomendado esa misión
a los creyentes, sabemos que tiene un plan
específico que debe cumplirse. Ese plan abarca
tres aspectos vitales:
■ La persona de Jesucristo. Él fue quien
ofrendó su vida como sacrificio expiatorio por
nuestros pecados y, por su autoridad divina,
nos ha ordenado que proclamemos la verdad
acerca de su oferta de perdón a todo pecador
PRINCIPIOS DE VIDA NOTAS DEL SERMÓN | SLP111106
 que se arrepienta de sus pecados.
■ El poder. Sabiendo que esa labor no sería
fácil, el Señor Jesús envió a su Santo Espíritu
para que viviera en cada uno de los creyentes,
los invistiera de poder y los capacitara para
llevar a cabo la tarea de testificar a todo el
mundo esa verdad salvadora (Lc 24.49).
■ Su programa. Debido a que Dios ama a
todos los habitantes de este mundo, su deseo
es que ningún rincón de la Tierra dejara
de recibir el mensaje redentor. El plan fue
puesto en acción con un grupo inicial de
12 discípulos que fielmente compartieron
el mensaje de salvación a miles de personas.
Ellos, a su vez, junto con un grupo poco
mayor, integraron el núcleo básico que en
poco tiempo llegó a ser la Iglesia de Cristo
que tomó muy en serio la labor que el Señor
le había asignado y llevó a miles de personas
a los pies de Cristo. De esa manera cumplió
el propósito divino de llegar a ser la iglesia
misionera en todos sentidos.
Características de una iglesia
misionera
El plan de Dios es que toda iglesia esté
dispuesta a obedecerle y cumplir la Gran
Comisión. ¿Cómo es una “iglesia misionera”?
■ Tiene visión para todo el mundo, no solo
para el vecindario, el pueblo, la ciudad o el
país donde haya sido establecida. El mismo
Señor comunicó esa visión a sus discípulos
poco antes de regresar a la presencia de su
Padre, diciéndoles: “me seréis testigos… hasta
lo último de la tierra” (Hch 1.8).
■ Responde obedientemente a la comisión de
Jesucristo. Pablo fue comisionado por la iglesia
de Antioquía, conforme a las indicaciones del
Espíritu Santo (Hch 13.2-3).
■ Proclama claramente el mensaje de
redención del Señor Jesucristo, pues está
convencida de que “no hay otro nombre bajo
el cielo dado a los hombres, en que podamos
ser salvos” (Hch 4.12).
■ Desafía a quienes Dios ha llamado para que
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lleven el mensaje a dondequiera que Él les
indique.
■ Sostiene y apoya a quienes han sido llamados
a llevar el mensaje al campo misionero. Es
decir, les suple el sostén necesario para
dedicar todo su tiempo a la tarea que les ha
sido entregada, pero también los apoya con sus
oraciones, sus cartas de estímulo y su interés
por su bienestar en general.
CONCLUSIÓN:
El plan de Dios continúa llevándose a cabo.
Por todo el mundo, muchas personas están
siendo salvas, se están estableciendo muchas
iglesias y muchos misioneros están siendo
enviados a distintos lugares y con distintas
actividades. El mensaje que puede transformar
la vida de cualquier persona y prepararle para
la eternidad sigue siendo proclamado. Debido a
todo esto, ninguno de nosotros debe negarse a
compartir su fe ni las iglesias deben ignorar su
responsabilidad de impulsar la tarea misionera
conforme a los deseos de nuestro Redentor.
Como creyente individual cada uno de
nosotros tiene tres alternativas: Primera,
participar activamente en el campo misionero
en la calle donde vivamos o en cualquier
parte del mundo; segunda, sostener
económicamente a quienes estén dispuestos
a servir en el campo misionero en algún lugar
lejano; tercera, orar sin cesar por el trabajo
misionero en general o por alguna persona o
familia en particular que esté entregada a esa
labor. Todo creyente puede participar en algún
aspecto del cumplimiento de la tarea. Pidamos
al Señor en oración que nos indique cómo
podemos serle útiles.
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