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Aristóteles dice que para entender el gobierno de República primero hay que entender
qué es ciudad. En este orden de ideas hace la diferencia entre sí “la ciudad hizo tal o
cual cosa” o si fue el tirano o la oligarquía, entonces establece la definición de ciudad a
partir de las condiciones que se necesitan para ser ciudadano ya que el habitar la ciudad
no basta. Lo representativo del ciudadano es su participación en las funciones de juez y
de magistrado; esta definición de ciudadano varía según el tipo de gobierno, aunque
esta definición aplica principalmente al ciudadano del gobierno democrático ya que
existe una insuficiencia en las definiciones que normalmente se dan. Aquí se discute de
lo que identifica al Estado en relación con los ciudadanos, pues la identidad del
terreno/lugar/suelo no constituye la identidad del Estado; el Estado varía dependiendo
su constitución
Concluyendo con este tema el autor dice que, por ejemplo, los artesanos no pueden ser
ciudadanos en un Estado que esté bien constituido, aunque existen excepciones diversas
a este principio como lo decía en el primer capítulo con referencia a los jóvenes y los
viejos. Podemos ver como Aristóteles hace referencia a la posición de los artesanos en
los distintos gobiernos tales como son las aristocracias y las oligarquías. Para
argumentar esto dice que aquellas conclusiones son necesidades a las que los Estados
deben someterse con frecuencia. Podemos ver cómo termina la definición acerca del
concepto específico del ciudadano.
IV- CAPÍTULO IV. - División de los gobiernos y de las constituciones
Siguiendo con los temas, el autor deduce la idea general y el fin último del Estado,
además de hablar acerca de la importancia del amor como instinto de la vida y lo
sociable en el hombre. Acá el fenómeno del poder (en cuanto a la comunión política)
debe tener siempre como objetivo el bien de los gobernados. Según esto, los gobiernos
se dividen en dos: gobiernos de interés general (que son los buenos), y gobiernos de
interés particular (que son los propensos a la corrupción).
Aristóteles afirma que el gobierno del Estado puede ser totalmente injusto, que puede
obrar de formas que pareciesen poner en jaque a lo que se considera como justicia,
igualmente vemos como florecen algunas pretensiones de igualdad entre la mayoría y la
minoría (ricos-pobres). Aquí el autor griego dice que existen argumentos diversos en
favor de lo que él llama la soberanía popular y además se enumeran los objetos a los
que esta soberanía puede extenderse: serían exactamente las objeciones a estos
argumentos y sus respectivas respuestas a estas objeciones. El capítulo finaliza diciendo
que la soberanía debe habitar las leyes fundadas en el razonamiento, pues existe una
estrecha relación entre las leyes y la constitución.
Es necesario saber a quién pertenece la soberanía, quién la posee y sobre quién está,
también deben tenerse en cuenta todas las condiciones específicamente políticas, y no
otras, sin importar las que sean, por ejemplo, la nobleza, la libertad, la fortuna, la
justicia, la milicia, la ciencia, o la anteriormente nombrada virtud. Hay un factor
insuficiente con respecto a todas las pretensiones que dicen ser exclusivas: la igualdad.
Esta es, en general, la que el legislador debería proponerse con el fin de poder conciliar
las demás condiciones políticas.
Se continúa, igualmente que el capítulo tercero, con la conclusión acerca del tema que
acaece a los dos anteriores capítulos. Aquí se nombra la excepción al principio de la
igualdad, dando favorabilidad al hombre superior (rico), también aparece el origen y la
justificación de lo que sería el exilio o destierro de aquel que se considere peligroso o
sospechoso para la ciudad: el ostracismo. Este uso del ostracismo existe en los
gobiernos de todo tipo, aunque este no es posible en la ciudad perfecta. Para finalizar,
Aristóteles dice que el Estado debe estar sometido al que se considera como hombre
superior, además de que se debe glorificar o enaltecer al que es considerado como genio
El autor empieza un nuevo tema, el cual habla del reinado. De este gobierno desprende
su utilidad o los peligros de dicha forma de gobernar. Se hace la distinción entre cinco
especies diversas de reinado, el cual debe ser siempre apegado a las leyes: la primera
especie hace referencia a un generalato de forma vitalicia; la segunda es la que existe en
ciertos pueblos bárbaros, la cual es cercana a la tiranía por el carácter ilimitado de su
poder; la tercera son las esimenetias o tiranías voluntarias que son consentidas por un
lapso más o menos extenso; la cuarta es el reinado de los tiempos heroicos y la quinta,
es aquella en la que el rey es dueño absoluto del poder, a la manera que lo es el padre en
el seno de la familia. Vemos como esta discusión se presenta desde el principio, en
donde se habla de la gobernabilidad y las características del gobernante.
De estas cinco especies se pueden reducir a dos principales, las cuales serían: el
reinado absoluto, del cuál desprende la siguiente incógnita ¿Vale más recomendar el
poder a un solo individuo o a las leyes hechas por los ciudadanos ilustrados y hombres
de bien? En el cual vemos como convergen argumentos en pro y en contra de lo que
sería el reinado absoluto, y la aristocracia, la cuál (según Aristóteles) es muy preferible,
ya que él la nombra como “el gobierno perfecto”. Estas son las causas que han
producido el establecimiento de los reinados y posteriormente la ruina de los mismos.
De forma hereditaria la sucesión del poder real no es admitida, ya que esto derivaría en
un poder ilimitado. También se hacen bosquejos con referencia a la fuerza pública que
es puesta a disposición del reinado.