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Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Llorente y LaFuente.

Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles.

Curso: Sociología de la Religión.

Profesor: Pbro. David Solano.

Proyecto de Investigación:
El Judaísmo.

Estudiantes:
Fernández Delgado Andrey Alonso.
Flores Gómez Pablo Jesús.
Leitón Quesada Diego Armando.
Rodríguez Bogantes Bryan Isaac.
Mora Hidalgo Roilan.

I Semestre, 2017
Introducción

El judaísmo es, una de las religiones monoteístas más grandes del mundo, y también
de las más antiguas; es por esto que, al estar en un curso de Sociología de la religión, se
torna de vital importancia hacer un estudio acerca de esta religión: sus costumbres,
estructura jerárquica, presencia en el mundo, principales postulados de su doctrina, la
influencia de ésta en la vida diaria de sus fieles, y todo aquello que nos permita, desde
fuera, poder hacer un análisis objetivo de ella.

Para nosotros, que además de ser estudiantes de filosofía somos también formandos
a la vida sacerdotal, en el judaísmo radica una suma importancia como religión en la cual
nació y fue criado Nuestro Señor Jesucristo, y como “religión antecesora” de algún modo al
catolicismo. Es por esto que queremos tener un acercamiento real al judaísmo, y lo haremos
visitando el Centro Israelita Sionista de Costa Rica, ubicado en Rohrmoser, Pavas; y
también haciendo una debida investigación bibliográfica de diversas fuentes de historia de
las religiones.
Capítulo 1: Historia del Pueblo Judío.

El judaísmo se refiere también a los hijos del Pueblo de Israel, una nación que se
formó hace miles de años, aproximadamente en el siglo XIX a.C., época desde la cual se
asentaron en una tierra que ha sido disputada por otros imperios, naciones, etc. La Tierra
Prometida, tierra de Israel, llamada en antaño Canaán o Palestina. Ésta tierra, para los
judíos, fue prometida por Dios a su padre Abraham. Abram (Luego Dios le cambiaría el
nombre por Abraham), fue llamado por Dios para darle una nueva tierra y una infinita
descendencia, a lo que él responde con suma fidelidad.

Este primer pacto que Dios hace con Abraham fue rectificado luego por Dios en sus
descendientes, específicamente en Jacob su nieto, a quien Dios luego cambiará el nombre y
le llamará Israel. Jacob y sus 12 hijos se trasladaron del Medio Oriente hacia Egipto debido
a una gran sequía que azotaba esta zona; José, uno de los hijos de Jacob, había llegado a ser
gobernador de Egipto y es entonces cuando todos se asientan en esta tierra. Para la
organización, cada uno de los hijos de Jacob sería el líder de un clan que, al crecer
posteriormente, será llamado tribu, de allí salen las 12 tribus de Israel.

Al pasar el tiempo, los Faraones Egipcios vieron en el pueblo de Israel una


amenaza, por lo que deciden esclavizarlos. Es entonces cuando Dios, escuchando el clamor
de su Pueblo, decide enviar a Moisés para que los libere de las manos de los egipcios.
Moisés conduce al Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida: “una tierra que mana leche y
miel”; no sin antes caminar un largo trayecto de 40 años en el desierto. Es durante este
peregrinar que Dios renueva la alianza con su pueblo en el Monte Sinaí, dando a Moisés las
tablas de la Ley. Moisés alcanza a ver de lejos la tierra en la que quedarán las futuras
generaciones antes de morir, y será su reemplazante Josué quien tendrá la misión de
ingresar –con la ayuda de Dios– a la “tierra de sus padres”: Canaán. Luego serán los jueces,
líderes religiosos y caudillos militares elegidos por Dios, quienes oficiarán la gobernación
del pueblo hasta el establecimiento de la monarquía.

Con el pasar de los años, el pueblo pidió a Dios un rey, en su afán de ser como las
otras naciones. Dios, luego de advertir al pueblo lo que significaría tener un rey, permitió
entonces al último juez de Israel, a Samuel, que ungiera al primer rey de su pueblo: a Saúl.
Éste fue sucedido por el inolvidable Rey David, quien fuera “prototipo” de un mesías
posteriormente para el pueblo de Israel. David Fundó la Ciudad de Jerusalem, y su hijo, el
también famoso Rey Salomón fue quien construyó el Templo de Jerusalem. La
construcción de este templo es catalogada como uno de los sucesos más importantes para el
pueblo de Dios: es el centro de la fe judía incluso en la actualidad (aunque del mismo sólo
queda una pared, el muro de los lamentos).

El pueblo pasó por numerosos exilios debido a los imperios que los conquistaban,
pero específicamente el Exilio de Babilonia fue el que ayudó a sentar de alguna forma la
religión judía: en la congoja y remembranza del pasado, se sostuvieron de su fe para forjar
lo que será una religión establecida, con escritos sagrados (Torah), ritos establecidos y
orden eclesiástico. Es la lejanía de su tierra y una fuerte autocrítica lo que conduce al
pueblo exiliado a reencontrarse con su Dios en la esperanza de un nuevo Pacto y de su
regreso a la tierra bendecida.

Alrededor del año 533 a.C. los Babilonios son conquistados por el naciente Imperio
Persa y el entonces Rey de Persia, Ciro, decide liberar a los judíos y permitirles regresar a
su tierra, e inclusive les ayuda en la reconstrucción de su templo destruido por los
babilonios. En todo este tiempo, el pueblo de Israel confirma que su tierra es dada por Dios
para que el pueblo desarrolle ahí su vida basada en los principios de fe y en la creencia de
un solo Dios, creador del Cielo y de la Tierra, y que ha establecido su Alianza Eterna con
los hijos de Abraham, Isaac y Jacob. Así, la antigua “fe de los padres” sellada en Moisés y
la Ley, será de aquí en más, la fe judía.
Capítulo 2: Los Fundamentos de la Doctrina Judía

1. El monoteísmo

El monoteísmo israelita o judío es un misterio, no porque los pueblos primitivos fueran


incapaces de llegar al conocimiento racional del Dios Único. La historia de las religiones
muestra la existencia del monoteísmo en los pueblos de la antigüedad y precisamente en no
pocos de los actuales más primitivos de África, Australia. Lo inexplicable del monoteísmo
judío se esconde en su realidad única a lo largo de su historia milenaria. Todos los restantes
pueblos convecinos y limítrofes: los moabitas, amonitas, cananeos, mesopotamios,
egipcios, hititas, etc., o, con otras palabras, todos los pueblos semitas e indoeuropeos (en su
etapa histórica), eran politeístas. El monoteísmo judío, a veces, recibió pequeñas
influencias de las creencias politeístas, «idolátricas», circundantes, pero que jamás fue
inundada del todo. Nunca dejó de ser monoteísta, la mayoría se mantuvieron fiel a Yahvé.

Se ha discutido si el concepto de la divinidad, entre los judíos corresponde al monoteísmo o


a la monolatría. Ésta consiste en la creencia en un solo Dios, pero no para toda la
humanidad (monoteísmo), sino para cada grupo étnico-político (tribu, pueblo), de forma
que se admitan tantos dioses legítimos como pueblos. Pero, al menos en y desde los
profetas, es innegable que para los judíos Yahvé es el Dios uno y único de todos los
hombres y pueblos, así como que los dioses venerados por los demás no son nada, o sea, el
monoteísmo estricto.

2. La condición ética, moral, de Yahvé

Yahvé, es una divinidad esencial y eminentemente ética en el sentido pleno de este término.
En la memorable teofanía de Yahvé al profeta Isaías, los serafines entonan el «¡Santo,
Santo, Santo, Yahvé todopoderoso!» (Is 6,3). La enumeración triple del mismo adjetivo es
forma hebrea de formar el superlativo. Yahvé, Dios, es el «Santísimo», el moralmente
bueno por antonomasia, creador del mundo y de todas las cosas, también buenas antes de
que el hombre introdujera el mal y los males por medio del pecado original. Lógicamente,
su santidad no se queda en sí mismo, debe reflejarse en sus adoradores. Por eso, la santidad,
no sólo la ritual, también y sobre todo la ético-moral, es una exigencia para los israelitas y
para todos: «Sed santos porque yo, Yahvé, soy santo». La ética judía recoge la ley,
reflejada en los «Diez Mandamientos», y la observancia del sábado. Incluye también el
amar al prójimo (al israelita) como a uno mismo, la ley del talión «ojo por ojo, diente por
diente», o sea, la reciprocidad material y total en la venganza de la injusticia u ofensa
recibida, que tiene vigencia también en el judaísmo moderno. Están muy regulados los días
de ayuno, la oración privada y sobre todo la litúrgica o pública, los «alimentos impuros»
que no pueden comer los judíos, como en general los semitas, a saber, el cerdo, el conejo, la
liebre, el caballo, la caza (las aves están autorizadas) y el pescado sin escamas (los
crustáceos, etc.)

3. Yahvé, divinidad siempre activa y presente en la vida e historia de su pueblo

La «inactividad» de Urano (= «cielo» en griego) después de su castración, obra de su hijo


Cronos (Saturno entre los romanos), ilustra, aunque de manera brutal, la tendencia de los
dioses celestes a retirarse al cielo y a convertirse en un «dios inactivo», una vez concluida
su obra cosmogónica o hacedora del mundo. Es un fenómeno frecuente en la historia de las
religiones celestes, también en las de los actuales pueblos primitivos. En su lugar reciben
culto otras deidades Zeus, hijo de Cronos (Grecia), etc. y no raras veces, los espíritus
intermedios, benéficos o maléficos. Yahvé, en cambio, está siempre presente entre su
pueblo y sigue actuando en el mundo, sobre todo en la historia de su pueblo, Israel. Lo hace
de modo directo. La «historia» de Israel es la «historia de la salvación» en esta vida y en la
eterna.

4. La creación

A la hora de explicar el origen de las cosas y seres, la creación, sin contar con el
evolucionismo, es uno de los rasgos característicos del judaísmo. No es que Dios saque de
la nada las cosas, como si la nada fuera la «materia» de la cual se hace todo, sino que Dios
lo hace todo por su sola voluntad y omnipotencia mediante su palabra, crea sin nada
preexistente, sin materia alguna que le sirva como el bloque de mármol al escultor para
extraer la estatua, de acuerdo con su idea o proyecto mental. El relato de la creación del
Génesis aplica el verbo «crear» solo al origen de lo inicial («el cielo y la tierra») y del
hombre. La creación, como origen del universo, propia del judaismo y del cristianismo, es
totalmente incompatible con el emanacinismo del panteísmo (hinduismo, etc.), según el
cual todo es divino, así como con la divinización de la naturaleza, vegetación y del sol,
luna, etc. (religiones celestes).

5. Religión revelada

Propio de las religiones celestes y étnico-políticas es el desconocimiento de su fundador.


Sus orígenes se pierden en la nebulosa prehistórica de cada pueblo, Israel es la excepción
de esta ley general, pues conocemos el origen de la religión judía. Abrahán, y del de su
principal conformador e impulsor Moisés. Pero ésta es una religión revelada. Por lo mismo,
propiamente su fundador es Yahvé mismo, aunque se valga de mediadores. Mas no se trata
de una «revelación» por emanación de índole panteísta (hinduismo), ni resultado de una
experiencia de tipo chamánico (caso de Mahoma), ni es sólo fruto de una vivencia profunda
de signo específicamente religioso (Buda, Jiña, Mam). De hecho se trata de una relación
especialísima con Alguien, «El que es» (= Yahweh), que se aparece a Moisés en el Sinaí y
le revela el núcleo doctrinal y moral de la religión judía.

6. La esperanza «mesiánica»

El pueblo judío está marcado ciertamente por la esperanza de algo o de alguien, de un


Mesías personal o colectivo. Él pueblo judío no aceptó una religión ya existente, sino que
pueblo y religión se fueron formando al mismo tiempo. Pues bien, ya en el acto mismo de
su constitución como pueblo y como religión, hace acto de presencia la esperanza de «la
tierra que yo te mostraré, y yo haré de ti una gran nación», como le dice Dios a Abrahán
cuando le manda salir de su país y de su casa paterna. Antes de salir de Egipto y, una vez
salidos, caminan durante 40 años movidos por la esperanza de la «tierra prometida». A
partir del año 587 a.C, fecha de la destrucción del templo por Nabucodonosor y de la
deportación de la mayoría de los judíos a Babilonia, su país ha estado sucesivamente
sometido bajo el dominio babilónico persa, greco-macedonio, romano, árabe, turco y
británico. Tras la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C. se vieron
obligados a vivir dispersos por el mundo sin poder volver a su patria hasta la creación del
moderno Estado de Israel (1948). Desde el 587 a.C. han estado «esperando» el
advenimiento del «Deseado», el Mesías, que o los hiciera retornar a su tierra o, cuando
residían en ella, los librara de la dominación extranjera.

Capítulo 3: Oraciones y fiestas Judías

La oración es la manifestación primera del sentido religioso, también entre los judíos. Sus
momentos básicos son: a) por la mañana, que recuerda y celebra la salida de la noche, de
las tinieblas (cada uno y todos), y del destierro (el pueblo); b) al anochecer, para entrar en
el descanso y en la paz de Dios. Es la llamada shemá Israel «escucha, Israel» por ser el
comienzo de esa oración tomada del Deuteronomio 6,4-9; c) las bendiciones del atardecer,
llamada «oración de las 18 bendiciones», oración de gratitud a Dios porque perdona, apoya
y libera al pueblo judío. En la celebración del sábado se añade a estas bendiciones la lectura
de un pasaje de la Tora y de otro de los profetas. De ordinario se rezan en la sinagoga, pero
pueden ser rezadas en cualquier lugar con tal que haya un grupo de por lo menos 10
hombres mayores de 13 años. Mas siempre son oraciones comunitarias o del pueblo, no
privadas. Por eso se dicen siempre en plural. Si lo hay, el rabino preside esta oración y
comenta la Tora. Los asistentes contestan amin, o sea, «amén» por obra del itacismo que
afectó a esta palabra hebrea transliterada al griego. Los varones adultos llevan los tefilim
(cajitas negras de cuero con 4 textos bíblicos: Éx 13,1-10.11-16; Dt 6,4-9.13-21) durante
las oraciones diurnas. Los dos primeros párrafos del shemá (Dt 6,4-5) figuran también en
las filacterias (Dt 6,6,9) y en la mezuzá (Dt 6,9) o cajita metálica, de madera o de piedra,
fijada en el madero derecho de la puerta de entrada a la casa. En la parte posterior del
pergamino se lee uno de los nombres de Dios: SHADAY = «Todopoderoso», «Guardián de
las puertas de Israel». La oración del sábado se hace en las «sinagogas», edificadas en una
altura o junto a «aguas vivas» (corrientes), «orientadas» hacia Oriente (Jerusalén) y con el
arca de la Tora (rodeada por dos candelabros de 7 brazos). Sobre éstas están las galerías
reservadas a las mujeres. Durante la ceremonia los hombres están de pie, con la cabeza
cubierta con una especie de solideo (kippá) y con el talit sobre los hombros.

Como en todas las religiones, en el judaismo actual hay fiestas 20 de signo comunitario e
individual, de alegría desbordante y de austeridad o penitencia. Las fiestas principales
tienen raíces casi tan profundas como el pueblo y su religión.
1. Celebraciones comunitarias

Son las que afectan a todos los judíos: 1. «Yamin Tovim» o fiestas alegres: a) El Shabat o
sábado, desde el atardecer del viernes hasta el del sábado. Es convocado por el shofar o
cuerno de carnero en recuerdo del sacrificado en lugar de Isaac. Tras su celebración en la
sinagoga, la fiesta continúa en el ámbito familiar. Entrado en casa, el padre bendice a sus
hijos (Dios te haga como Efraín y Manases) e hijas (Dios te haga como Sara, Rebeca,
Raquel y Lía). Luego alaba a su esposa con palabras tomadas de los Proverbios. A
continuación, tienen la cena festiva (dos luces encendidas significativas de que es un día de
fiesta, sobre la mesa dos jalot o pan trenzado, especial para ese día, símbolo de la doble
porción de maná recogida el viernes durante la marcha del pueblo por el desierto). El
sábado termina con la Havdalá = «separación». Sobre la mesa se pone una copa de vino y
una vela, símbolos respectivos de la ayuda de Dios durante la semana y de la esperanza de
una semana siguiente feliz y luminosa. Se perfuma la casa.

b)«Pascua» o «paso del Señor», memorial de la salida de Egipto. En la noche del 14 de


Nisán (primera noche del plenilunio de primavera) se celebra la cena pascual. Ahora no se
puede comer el cordero porque el templo está destruido; en su lugar se cena pescado y
pollo. Se beben cuatro vasos, de vino como señal y causa de alegría. El padre de familia lee
la Hagadá (relato del éxodo/salida del Egipto, paso del mar Rojo). Durante 8 días se come
pan ácimo.

c) Shavuot o fiesta de la siega: 50 días después de la Pascua. Su celebración tiene una doble
vertiente, a saber, «la agrícola», de la ofrenda de las primicias y el «memorial» de la
entrega de la Tora o Ley en el Sinaí. En los tres días anteriores a Shavuot se estudian los
textos bíblicos, talmúdicos, «dulces como la miel y nutritivos como la leche», por lo cual se
toman pasteles de miel y productos lácteos. Se adornan las sinagogas con toda clase de
flores.

d) Sucot o fiesta de los Tabernáculos, memorial de la travesía del desierto durante 40 años.
En el patio o en la terraza de la casa se levanta una tienda de campaña, símbolo de la
precariedad de Israel y a la vez de su consistencia y permanencia a través de los siglos. En
ella hacen al menos una comida diaria durante 8 días.
2. «Yamin Noraim» o días austeros».

Son especialmente:

a) Rosh Ha-shaná o Año Nuevo, de dos días de duración, aniversario de la creación del
mundo. Con examen profundo de conciencia comienzan los 10 días del arrepentimiento y
de la conversión o al retorno a Yahvé. Esta fiesta, como cada shabat, es anunciada por el
sonido del shofar, cuerno del macho cabrío; conmemorativo del sacrificio de Isaac y de su
liberación de la muerte. Es obligatorio el descanso, incompatible con encender fuego y
hasta con apretar el botón para poner en marcha el ascensor, etc.

b) El Yom Kippur, que celebra purificación, la misericordia de Dios, la reconciliación con


Dios y con el prójimo (los judíos) 10 días después del Año Nuevo judío (cae en otoño). Día
de ayuno absoluto. En su oficio religioso, entre otras ceremonias, se recita tres veces la
fórmula del Kol Nidrei — «Todos los votos», por la cual quedan cancelados todos los
juramentos hechos durante el año y que no se hayan podido cumplir. Hay también fiestas
comunitarias o de todo el pueblo, instituidas recientemente, a saber: Yom Haatzmaut o
«Día de la independencia» de Israel; el Yom Hazicarón o «Día del recuerdo», en el cual se
recuerda a los soldados caídos en la liberación de Israel; el Yom Hashoá o «Día del
exterminio», dedicado a recordar a las víctimas de la persecución nazi; también el Día de
Jerusalén.

3. Fiestas de signo más bien individual y familiar

a) Brit Milá o «pacto de la circuncisión», 8 días después del nacimiento, cuando se realiza
la circuncisión de los niños y la imposición del nombre en casa o en la sinagoga, hecha por
el mohel. Las niñas reciben el nombre en la sinagoga durante la semana siguiente a su
nacimiento cuando el padre recita una oración por la madre y por la hija.

b) Bar Mitzvah = «Hijo del Mandamiento», cuando el niño cumple los 13 años de edad y
adquiere la mayoría religiosa, o sea, cuando empieza a ser responsable de su vida religiosa
y de la asistencia a los actos de culto. Las niñas cuando cumplen 12 años. El niño será
invitado a la lectura de la Tora en el oficio de la sinagoga. Ante el Muro de las
Lamentaciones lo celebran con gran alborozo en unión de sus padres y amigos.
c) Kidushim o el rito del matrimonio, presidido generalmente por el rabino en la sinagoga o
en otro lugar digno, aunque siempre bajo la jupá o «dosel», símbolo del nuevo hogar. El
novio pone el anillo en el dedo de la novia. Los dos beben vino del mismo vaso. Se lee la
ketubá o contrato matrimonial, firmado por dos testigos, y las 7 bendiciones. El novio
rompe un vaso en señal de duelo por la destrucción del templo. No tiene validez el
matrimonio mixto o aquel en el cual sólo un cónyuge es judío. En casos extremos se admite
el divorcio.

d) Al enfermo grave se le ayuda a recitar el vidui o confesión de los pecados y la


manifestación de su fe en la vida futura, que termina con el shemá Israel que son también
las primeras palabras que un judío debe oír apenas nacido. Tras la muerte los familiares
guardan un luto riguroso durante siete días, en los cuales no hacen negocios lucrativos, no
salen a la calle, los varones no se afeitan ni se cortan el pelo. Tras la muerte del padre o de
la madre, siguen tres semanas de duelo mitigado sin asistencia a actos públicos; durante 11
meses recitan, al menos una vez al día, la oración de los muertos (Qaddish, oración de la
santificación del Nombre divino).

Capitulo IV: La comunidad judía en Costa Rica

En su búsqueda de una ruta hacia las Indias, Cristóbal Colón se hizo acompañar de por lo
menos cuatro descendientes de judíos españoles. Sin embargo, a partir de 1507 y durante el
periodo colonial, a aquellos que no podían probar “la pureza de su sangre” no les era
permitido viajar al Nuevo Continente.

Existe una hipótesis de que unos españoles que llegaron a Costa Rica fueron en su mayoría
españoles sefarditas. Esos pioneros eran descendientes de judíos conversos al catolicismo, a
los cuales llamaban nuevos cristianos. Éstos se fueron asentando en nuevas tierras, al
desafiar la prohibición de cruzar a América y evadir la Inquisición y las políticas de
expulsión.
Las condiciones propias de la Colonia impidieron el asentamiento de los judíos. Sólo los
hebreos españoles que se convirtieron en nuevos cristianos se integraron a la naciente
sociedad costarricense.

El establecimiento de una comunidad judía no comenzará sino hasta 1929 con la primera
inmigración a Costa Rica, de aproximadamente 20 personas. La primera mitad del siglo XX
será testigo de dos oleadas migratorias: la primera de 1929 a 1939 y la segunda de 1945 a
1948. Una tercera oleada migratoria habrá de ocurrir a partir de 1970, pero esta vez de
judíos provenientes de Sur América.

Ser comerciante era una profesión en sí misma. Así iniciaron su desempeño los judíos en
Costa Rica. Las primeras profesiones escogidas por los estudiantes hijos de los inmigrantes
fueron la medicina y la ingeniería, ramas en las que se distinguieron por su capacidad y
dedicación. Con el transcurso del tiempo la escogencia de profesiones se amplió.

En la actividad política, ha sido notable la participación e involucramiento de los judíos


costarricenses. Tanto hombres como mujeres han desempeñado prestigiosos cargos de
elección, como la Vicepresidencia de la República, Diputados de la asamblea Legislativa y
la Defensoría de los habitantes, así como importantes cargos de designación,
particularmente ministros y viceministros de estado y embajadores ante gobiernos amigos.

La comunidad judía se organizó poco tiempo después de la primera inmigración. Se crearon


instituciones masculinas y femeninas. La primera organización masculina fue la
Organización Sionista (década de 1930). Su orientación era ideológica y política. Le siguió
el Centro Israelita Sionista de Costa Rica (1934), que absorbió la actividad de la primera a
partir de 1948.

La Organización de Mujeres fue la primera organización femenina, también fundada en la


década de los treintas. Esta organización fue apolítica y de beneficencia. La Organización
Internacional de Mujeres Sionistas (WIZO, por sus siglas en inglés) se organiza en Costa
Rica en 1940. Esta organización fundada en Londres en 1920, está orientada hacia el mejor
desarrollo de la causa hebrea en el mundo.

La Organización Sionista y la Organización de Mujeres tuvieron versiones juveniles.


Se creó el Comité Pro-Palestina, réplica integrada de cristianos y judíos de la Organización
Sionista; la Jevra Kedusha, comité religioso encargado de los rituales de los muertos; y las
escuelas judías de la época. En 1954 nace la Confraternidad Judeo-Cristiana, en 1952 las
Damas Israelitas, en 1957 la Logia Bnei Brith y en 1958 el Hanoar Hatzioni.

Las Damas Israelitas tuvieron una participación inicial de 15 mujeres. Su propósito ha sido
ayudar a los grupos más necesitados del país.

El Centro Israelita Sionista de Costa Rica ha sido la principal institución comunal en Costa
Rica. Unió desde su inicio a todos los judíos del país, convirtiéndose en el centro de la vida
judía. El Centro ha tenido a su cargo mantener y fomentar la actividad religiosa y la
educación judía. La sinagoga está bajo su administración, lo mismo que el cementerio y el
local social.

Los judíos acudieron inicialmente al sistema educativo público. Así mismo hubo interés en
enseñar a sus hijos los fundamentos básicos de la religión judía y del idioma hebreo.

La separación de la enseñanza religiosa de la educación pública general termina con la


fundación del Instituto Dr. Jaim Weizman en 1960. Con la escuela integral, la enseñanza
religiosa quedaba incorporada dentro del proceso educativo.
Conclusión

Nuestra conclusión la podemos tomar en base principalmente con la visita al Centro


Israelita Sionista de Costa Rica ubicado en Pavas. En dicha visita pudimos evidenciar por
parte de uno de los judíos que, tienen resentimiento con el mundo por las persecuciones que
ha sufrido a lo largo de la historia, también pudimos constatar la importancia para ellos de
la Shoa (holocausto) y algo muy importante es que podemos concluir que el cristianismo y
judaísmo son totalmente diferentes, tanto en cuestiones éticas, como también en sus
aspectos vivenciales en torno a la fe.

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