¡Cómo en el pecho anida tierna ilusión en los primeros años, cuando en el alma, amor, dulce amanece, y el alma permanece cerrada á los amargos desengaños!
¡Oh, el juvenil afan cuán alto vuela!
¡Cómo la mente anhela los ensueños lograr que la enamoran! 4 ¡Las ilusiones son flores de un día; que ayer el alma ímsía y fugaces mañana se evaporan!
Pero..... despierta la ambición humana,
y en su primer mañana rasgar pretende de la vida el velo. ¡Del entusiasta niño esfuerzo vano, que no logró el anciano tras de setenta inviernos de desvelo!
¡Hombre ya se imagina el pobre mozo
porque le apunta el bozo....! ¡Oh, de la mente apreciaciones vanas! Solo es el hombre tal, cuando ha luchado, cuando el tiempo ha trocado los negros rizos en nevadas canas....!
Ella era entonces juguetona y bella,
la mas linda doncella que ojos humanos vieron, seductora en los catorce abriles, parecía que en su rostro tenia los puros arreboles de la aurora.
¡Qué fino era su rostro! ¡Qué acabado
su perfil delicado! ¡Qué negros y sedosos sus cabellos! ¡r ¡Y sus labios, qué finos y qué rojos! ¡Y qué oscuros sus ojos! ¡Y qué.expresión de candidez en ellos!
Hoy media entre los dos un hondo abismo,
pero yo siempre el mismo 110 he faltado, perjuro, al juramento. ¡Ella, que al separarnos me ofrecía que no me olvidaría....! ¡Por qué estas cosas se las lleva el viento!
Hoy la niña es mujer y á mas casada;
de su esposo adorada se desliza dichosa su existencia. . ¡Ella pasa á mi lado y siempre muda ni una vez me saluda, que es el olvido hermano déla ausencia!
¿Mas quién habla, al presente, de promesas?
¿Qué antiguallas son esas hoy que juraren vanó importa un bledo? Hoy que al vil interés nada resiste...... pero..... ¡el hoy es tan triste, que al ayer tan querido retrocedo! *
Seca y ardiente, la estación cprria,
en que uno y otro dia, el horizonte el campesino acecha, ‘ 6 alzando una oracion que al cielo sube, cada vez que una nube amenaza implacable la cosecha.
Aun imagino ver, las alboradas
ruidosas y animadas de la campestre vida, y oir creo de la gente la alegre algarabía, cuando saluda al dia del orgulloso galio el cacareo.
¡E anarriba, que el alba ya despunta!
¡Dad el pienso á esa yunta....! ¡Colgad en la carreta las gavillas! Vaya una ronda del añejo mosto, que hoy va á tostar Agosto y es ruda la faena de las trillas.
Del claro sol al resplandor primero
ya se apresta el apero; ya están listos parejas y gañanes, mientras que en la cocina la fregona el gazpacho sazona, y las magras esconde entre los panes.
Lluvia temprana regaló el verano,
robusto se hinchó el grano* y cargadas de fruto las espigas • 7
en tanto el sol de Agosto las calienta,
las limpian por su cuenta, rondando por las eras las hormigas.
Tostado, el rubio grano se descuaja,
cruje la seca paja, la espiga gime por la trilla rota, el ganado relincha, á voz en grito canta el labriego frito, y la garganta enjuaga con la bota.
La parva espera de limpiarse maña-,
llegó de la montaña el vientecillo que el rufián desea, y arrojando las palas su tesoro, vuela en montones de oro el trigo limpio que la brisa'orea.
Las doce son; por el calor ardiente
fatigada la gente, suelta el ganado en el pradal vecino, y en fresca sombra que á gozar convida, devora la comida sin olvidar por la cazuela el vino. 0 ___
Muere el cálido dia; la carreta ,
torna de mies repleta ¿ dejar su tesoro en los graneros. ’8
Por el camino los labriegos cantan,
y at carro se adelantan llegando al caserío los primeros.
¡Oh, santa paz la del labriego honrado,
que á su terrón ligado ageno vive al mundanal ruido. Y cifrando su afan en su labranza, no vuela su esperanza mas allá del lugar donde ha nacido!
¡No del pasado la memoria pierdo!
Con júbilo, recuerdo del rústico vivir el agasajo, hoy que en la cumbre de la humana vida termino la subida, y pronto ya caminaré hácia ab ajo.,-,!
Pero, si no me falta la memoria,
me alejo de la historia que prometí contar hace un momento. Así, al olvido reflexiones dando, el hilo recobrando vuelvo á hablar de la niña y de mi cuento
Una tarde que al campo no acudimos,
la niña y yo, subimos al cuarto de mi padre, y á hurtadillas 9 del armario en los libros registramos, en el que un tomo hallamos de fábulas morales y sencillas.
Leímosle afanosos; de entre aquellas
composiciones bellas, una sobre las otras nos gastaba. Fábula en que, pintándola existencia, en gráfica sentencia ¡Qué es la vida....? el autor se preguntaba,
¿qué es la vida? Pues..... mudos nos quedaings
y absortos nos miramos sin hallar nuestra mente la respuesta. Para los dos, la vida consistía en jugar toda el dia y en correr y en saltar mientras la siesta.
Ninguna solucion darnos supimos;
mil cálculos hicimos por encontrar siquiera algún destello, y entanto'la estación iba volando, seguíamos pensando sin encontrar la solucion de aquello.
¿Cómo saber en nuestra edad hermosa,
en que un cielo de rosa tiene por horizonte la existencia, 10
lo que es el fruto de la edad madura?
¿Por qué el alma procura lograr el triste don de la experiencia?
Las lluvias otoñales comenzaron,
las tardes se acortaron y, las hojas cayéronse marchitas. Pero antes vino, mensajero eterno del implacable invierno, el día de las ánimas benditas.
¡Cómo recuerdan, buenas y fervientes,
en mi lugar las gentes délos que ya no existen la memoria! ¡Cómo la madre, el ánimo afligido, reza al hijo querido segura ya de que estará en la gloria)
Ricos y pobres, jóvenes y ancianos,
como buenos cristianos al toque de oraciones descubiertos, llenas de fé sus almas candorosas, . creyentes y piadosas, elevan sus plegarias por los muertos.
Iluminan la rústica cocina
los troncos de la encina que arden, y que al arder chisporrotean. II
A llí se agrupa la familia en masa;
todos los de la casa . esa tarde el hogar tristes rodean.
S9I0 turba el silencio el seco ruido -
del hogar enceridido, de los que rezan el confuso acento; chocando en el alero del tejado, se oye el turbión airado que rudo azota el vendaval violento.
A una legua del pueblo, en las vecinas
sierras, de dos colinas en la sombría y húmeda garganta, oculto y solitario en su misterio, del pueblo el cementerio ornado de cipreses se levanta.
Tal vez borrado habrá, tiempo inclemente,
de la niña en la mente lo que en la tarde de ánimas hicimos. Abandonando el confortable fuego, de la hermosa ame el ruego al solitario campo-santo fuimos.
La bella niña se cogió á mi brazo,
doblamos un ribazo que al pié del cementerio conducía, y emprendimos la marcha: el sol poniente se hundía en Occidente, sin fuerzas ya porque espiraba el dia.
Volvía al pueblo el leñador cansado;
por la carga agobiado, de nudoso bastón, débil se auxilia. ¡Qué triste vida, andar de breña en breña; mas ¡ay! un haz de leña es el pan que alimenta una familia!
Las cabras escalaban altos riscos,
tornando á los apriscos sin que el pastor marcase el derrotero; del inquieto rebañp, iba delante el mastin vigilante, que ha de guardarle por la noche ñero......
Era nuestra costumbre favorita
del campo en la visita, treguas dar al paseo vespertino sentándonos en árbol desgajado que, de raiz tronchado, secábase en las lindes del camino.
Cuando los mozos su labor dejaban,
siempre nos encontraban descansando en el rústico paraje. i3
Pero ni aquella tarde nos sentamcs,
ni absortos reparamos en los mil accidentes del paisaje.
E l campo-santo al cabo descubrimos
y la planta pusimos en la eterna mansión de la tristeza, de la materia la postrer guarida, cuando acaba la vida y otra mas grande para el alma empieza,
¡Cómo ante humildes, tristes sepulturas,
sin lujosas molduras, en cementerio rústico se advierte que allí termina la soberbia vana! ¡Que la locura humana concluye en el recinto de la muerte!
¡Oh, apacible mansión de santa calma,
cuánto dices al alma en tan solemne y misteriosa tarde! ¡Cómo elocuente, con su voz tranquila, llama la dulce esquila al pensamiento para orar cobarde!
Mas no este modo de pensar mi mente
embargaba inclemente, ajena todavía á la amargura: 14 Y si los dos al cementerio fuimos, solamente lo hicimos por rezar ante cierta sepultura.
La buena madre de mi niña hermosa
dormia en pobre fosa en oscuro rincón del campo-santo. Inclinada la nina sobre el suelo, sus preces alzó al cielo y la tumba regó con triste llanto.
Aun se encontraba la capilla abierta;
en su nave desierta ambos pusimos la insegura planta; la-luz que ante el altar arde constante con llama vacilante bañaba el rostro de la Virgen Santa.
Una salve en voz baja murmuramos,
y cuando la empezamos...... jilusion de su loca fantasía! ¡Creyó la niña candorosa y pura, que con dulce ternura la Virgen la miraba y sonreía!
De pronto ambos sentimos cruel desmayo;
como la luz del rayo que rasga las tinieblas un momento, 15
de clara luz iluminados fuimos;
«¡desterrados....!n dijimos; ¡y cortó la plegaria un pensamiento!
Y mis manos las suyas estrechando,
anhelante, llorando, la niña me miró; luego abatida, doblando sobre el pecho la cabeza, murmuró con tristeza: ¡Si es un valle de lágrimas la vida!