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TRENT UNIVERSITY
LIBRARY
EUGENIO G. DE NORA
LA NOVELA ESPAÑOLA
CONTEMPORANEA
(1927-1960)
Es
BIBLIOTECA ROMANICA HISPANICA
EDITORIAL GREDOS
MADRID
LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORANEA
TOMO SEGUNDO
BIBLIOTECA ROMANICA HISPANICA
Dirigida por DAMASO ALONSO
LA NOVELA ESPAÑOLA
CONTEMPORANEA
(1927-1960)
fe
omjip
Capítulo IX
17367
8 La novela española contemporánea
16 Madrid, 1925.
17 Madrid, A. Pueyo, 1926, 258 págs.
18 Madrid, 1927.
i6 La novela española contemporánea
28 “El tío Yesca miró a un obrero que estaba a su lado y exclamó, apun¬
tando a los guardias civiles: —¡Diles a esos, que están en la sala, que
acaban de llegar los padres de la República, para barrernos 1” (pág. 311 y
final).
29 Especialmente el tipo de Blas, el campesino rebelde que, ante su pro¬
pia impotencia frente a los hijos hambrientos, sale al campo y devora crudo
el corazón de una oveja, en desahogo de su rabia, o prorrumpe en salvajes
sollozos, a solas, tras la humillación a que lo ha sometido el sargento de la
Guardia Civil; etc.
30 En la reproducción del lenguaje popular, Arderíus reitera innecesa¬
riamente expresiones como “hijo de puta”, “mierda”, “cojones”, “joderse”,
etcétera, que empleadas espaciada y excepcionalmente podrían acaso vigo¬
rizarlo, pero que de este modo más bien lo rebajan y afean, extremando una
grosería ni siquiera representativa o típica del campesino español.
20 La novela española contemporánea
zaran con mis libros... Sostengo que hay una fórmula eterna de
arte: la emoción. Y otra fórmula actual: la síntesis. ...Ciertos es¬
critores jóvenes, en su afán de cultivar la imagen por la imagen,
han creado una retórica peor mil veces que la académica... Cul¬
tiven ellos sus pulidos jardines metafóricos, que yo me lanzo al in¬
tricado bosque humano, donde acechan las más dramáticas peri¬
pecias...”.
Disidencia estética, pues, frente a casi todos sus contemporáneos,
basada en la primacía de “lo humano” y en la negativa a confinar
su alcance a las minorías selectas (si bien aún, tímidamente, recabe
también la aprobación y simpatía de éstas 48).
El resultado es un libro ante todo sincero, “directo”, impreg¬
nado de realidad inmediata (es decir, de un realismo auténtico, de
realidad vivida, que no obedece a una ideología superpuesta ni a
una preocupación literaria “vanguardista”, “testimonial”, “objeti-
vista”, u otra).
Ahora bien, es sin duda esa misma naturalidad expresiva (que
es “artística” sólo en la medida necesaria para ser sincera) la que
65 Así don Nazario, el usurero de Los pobres contra los ricos, es un pe¬
lele ridículo frente a su querida, joven y arrogante, tiene una mujer y una
hija tontas, un hijo invertido, etc. Todavía más caricaturesco es el “Inter¬
medio en el otro confín" de Reparto de tierras, donde se nos presenta a un
don Joaquín de 90 kilos, gran terrateniente, estúpido, engreído y animali¬
zado; la discusión estupenda entre el cura, el juez y el maestro del pue¬
blo sobre lo que sea o no sea el “marxismo”, palabra que no trae el Dic¬
cionario; o la biografía del Marqués, de cacería en Extremadura (en el mis¬
mo “Intermedio”), etc.
La novela social de preguerra 35
lantado en ese renacimiento de la novela que, en cierto modo
esperamos— tampoco ha hecho otra cosa que comenzar.
93 Id., pág. 9.
94 “Los sonetos... muestran un reflejo irregular pero vivido de la sen¬
sualidad de los años primeros, tan estrechamente ligada al paisaje de la
tierra natal. Hay en ellos atisbos de esa realidad absoluta de que hablaba
antes. Lo mismo que el poema que inserto al final son como una respuesta
inefable a las preguntas sugeridas en la prosa que sigue...” id., págs. 9-10.
95 No se trata de poner en duda, como a veces se ha hecho, su since¬
ridad (Max Aub: Discurso..., pág. 103; J. CHABÁS: Literatura..., pág. 577).
Pero es evidente que subsiste en el escritor cierta incapacidad psicológica o
mental para resolver y superar las antinomias derivadas de la polarización
yo'sociedad que (como en Unamuno la famosa apona fe-razón) se dilata e
hipertrofia en Sender hasta provocar ese aspecto y efecto casi equívoco de
gran parte de sus escritos. Sin duda la misma incertidumbre y vacilación
teórica proporcionan o hacen posible cierta forma primaria, si no de com¬
prensión, de comunión, de participación intuitiva de lo humano. Pero el
estadio supremo de comunión y comprensión, de arraigo efectivo y claridad
intelectual, no parece haberlo conseguido Sender, por ahora, sino en muy
contados y excepcionales momentos.
48 La novela española contemporánea
sayo sobre el teatro nuevo. (Debo y agradezco estos datos a la hermana del
escritor, que vive actualmente en Madrid.)
97 Publicadas las tres por Espasa-Calpe, Madrid, en 1934, 1935 y 1936,
respectivamente.
98 La opinión que, por otra parte, merecen a éste los escritores españoles
del momento, aparece explícita. “España produce una gran cantidad de ton¬
tos y de caballeros. Los tontos, a veces, escriben novelas, y los caballeros
se dedican a vivir a costa del pueblo...” (La vida..., pág. 159).
99 He aquí, como ejemplo, el primero de ellos: “Peter Lyne debe su
fama de actor cinematográfico a su manera de fumar en pipa. Gracias a esta
cualidad fue visto en un café por Mr. Bary y contratado en el acto para
trabajar en la película Marineros alegres..." (Cinematógrafo, pág. 17).
100 “Es esta obra —escribe el comentarista anónimo de índice Literario,
V, 1936, págs. 75-76 (probablemente Pedro Salinas)— un nuevo ejemplo de
la novela atomizada, pulverizada, convertida en una superposición de he¬
chos menudos, deprimentes, por entre los cuales van rodando los persona¬
jes... Ninguno de ellos es ni siquiera un rebelde; sin embargo, en la at¬
mósfera de la novela... late la visión de la injusticia social...”
La novela social de preguerra 5*
vida difícil señala el momento de transición; hay todavía un “yo”
central y percibido sentimentalmente —Julio—, pero que se con¬
trasta, durante todo el relato, con una dilatada galería de persona¬
jes accesorios —los amigos “prácticos”, las mujeres “de la vida”,
humildes o encopetadas, los tipos del marinero comunista, del pia¬
nista ciego, del anarquista vegetariano, del periodista venal, etc.—);
paralelamente, la progresiva toma de conciencia ideológica de lo que
empezó siendo rebeldía difusa e instintiva, y el paso de la simple
exposición lineal, casi pre-novelesca (real o supuestamente autobio¬
gráfica), a la construcción novelesca calculada y consciente, efectista
incluso, en su aparente fragmentarismo anárquico 101, marcan un
rápido y asombroso crecimiento del escritor y del artista, que hace
imprevisibles sus posibilidades, caso de haber sobrevivido. Aun así,
Carranque, después de Sender, y junto a Díaz Fernández y Arca-
nada, es uno de los nombres decisivos en esta excepcional promo¬
ción del precoz “neorrealismo” hispánico 102.
“la novela de la mina” (1930), de Isidoro Acevedo, y El paso del mar Rojo
(1931), El crimen de Cuenca (1932) y Pasodoble bajo la lluvia (1933), de
Alicio Garcitoral, escritor que, aparte de varios libros de reportajes y
ensayos, ha publicado un nuevo libro novelesco en el exilio (Primera cate¬
goría, Buenos Aires, Edit. Claridad, 1950, 212 págs.).
Capítulo X
* # #
I. — Arturo Barea
nemente mi propio país, sin más finalidad que el que unos pocos se hicieran
los amos y esclavizaran a los supervivientes...” (pág. 231).
11 “Era claro que tenía que abandonar mi país si no quería volverme
loco...” (La llatna, pág. 356). “Solo entre extranjeros, me daba cuenta de
que no podía escribir más artículos ni más historias de propaganda, sino
dar forma y expresar mi visión de la vida de mi pueblo, y que para aclarar
esta visión tenía primero que entender mi propia vida y mi propia mente...”
(páginas 369-370)-
El impacto de la guerra española 65
las vivencias reales, la mezcla de ingenuidad y de partidismo que¬
dan desamparadamente al descubierto, e incluso el arte del escritor
(ya vacilante en la última parte de su trilogía) decae.
Barea ha muerto relativamente joven, cuando aún podía espe¬
rarse mucho de su talento. Es difícil pronunciarse hoy sobre el
valor definitivo de una obra tan condicionada y, en cierto modo,
tan circunstancial como la suya. Creemos no obstante que, por
arriba de cualquier contingencia política que lo enaltezca o empañe,
y de los imprevisibles cambios de gusto literario, hay páginas suyas
(al menos y ante todo la casi totalidad de La forja) capaces de ase¬
gurarle un lugar cimero, junto a sus más destacados contemporá¬
neos (y excepcional, frente a obras que tienden a la objetividad des¬
personalizada) de gran narrador que ha convertido en materia de
arte, con densidad de testimonio ideológico y social, los contenidos
de su experiencia de español medio altamente representativo.
maturgo, del ensayista y del poeta que Max Aub encierra, mientras
por el momento hemos de enfrentamos sólo con el narrador).
En rigor, Max Aub (nacido en 1903; es decir, entre Alberti
—1902— y Luis Cernuda —1904—) se sitúa en principio, cronoló-
gica y estéticamente, entre los miembros jóvenes de la “generación
de 1925” 13, o más concretamente acaso en el grupo relativamente
tardío de los que, en aquella promoción, inician su plenitud du¬
rante los años de la República, coincidiendo ya entonces —junto a
otros escritores de procedencia 'diversa, como Sender, Carranque,
Zunzunegui, etc.— en una orientación nueva, progresivamente “hu¬
manizada”, crítica y, en un amplio sentido, realista (los represen¬
tantes más completos de este cambio entre los prosistas —en cuan¬
to su obra misma se inicia con un rumbo minoritario que abandona
luego— serían, junto al propio Max Aub, los novelistas Ledesma
Miranda, Arconada y Francisco Ayala).
La inclusión de Max Aub en este capítulo está sin embargo
justificada, no sólo por el hecho de que la mayor y mejor parte
de sus novelas se insertan de lleno en la nueva corriente realista 14
(más aún: aspiran positivamente a tener un valor de testimonio),
sino, sobre todo, por su temática: antecedentes, planteamiento, cir¬
cunstancias y hechos significativos de o en tomo a la guerra espa¬
ñola, reflejo de la misma en la conciencia de sus personajes, y
algunas de las consecuencias inmediatas de su desenlace, al menos
en el exterior, y muy concretamente, en los campos de concentra¬
ción franco-argelinos y en México.
13 Adopto aquí la terminología propuesta por Ricardo Gullón (“Los
prosistas de la generación de 1925”, ínsula, n.° 126, mayo 1957), y por el
mismo L. Cernuda, Estudios..., 1957, pág. 182. Gullón sitúa precisamente
a Max Aub junto a Jarnés, Francisco Ayala, C. M. Arconada y M. Ba-
carisse.
14 “Aub, por encima de R. Sender o de Masip, a los cuales aventaja en
impulso poético, continúa la gran tradición de la novela española y, reanu¬
dándola más allá de donde la habían dejado Baroja o Valle Inclán, arranca,
para trazar el camino de una nueva novelística contemporánea, desde Gal-
dós...” J. ChabáS, Liter. Esp. Cont., 1952, pág. 662.
El impacto de la guerra española 67
18 Laura, como sin querer, y sin divertirse siquiera, juega con él, lle¬
vando su cínica compasión hasta el extremo de acabar cediéndose camal-
mente en frío, en un cuarto ropero, sobre un camastro desconchado: “¿Es
esto lo que querías? Dijiste. Vístete. Y saliste de la habitación.” Pág. 128.
19 “Luis Álvarez Petreña”, en Crónicas de Gerardo Rivera, 2.a ed., Mé¬
xico, 1946, págs. 202 y 205.
El impacto de la guerra española 69
creto (las tres partes del libro se sitúan, con toda precisión, en
1924, 1926-31, y 1938-39, respectivamente, en Levante y Catalu¬
ña), muy levemente teñida, en todo caso, de criticismo, preocupa¬
ción moral y —en los últimos episodios— de cierta intencionalidad
política, Jusep Torres Campalans (1958) es una invención realmente
límite, una más que ruptura, explosión del género novelesco, tal
como se ha venido entendiendo en este siglo —es decir, cada vez
más recargado y lastrado de preocupaciones y contenidos intelec¬
tuales, historicistas, estético-morales, etc.—, saltando en trozos dis¬
persos y formalmente ordenados según su procedencia de ingre¬
dientes y adherencias extrínsecas: baste decir que de las 312 pá¬
ginas del libro, las propiamente novelescas (y que no se dan como
tales, sino como biografía, con datos apócrifos pero aparentemente
documentados, del “olvidado” pintor catalán) son poco más de
noventa, dedicándose las restantes a una exposición objetiva de
“Anales” (sucesos mundiales de importancia en los años de supuesta
actividad del artista, hasta 1914), un “Cuaderno verde” de notas es¬
téticas, políticas y a veces simplemente personales, del “biografia¬
do”, la transcripción de unas conversaciones recientes del biógrafo
con su personaje, rousseaunianamente entregado a una vida idílica
y “natural” entre los chamulas mexicanos, y el catálogo de sus cua¬
dros —que se reproducen, en parte, y a veces a todo color, en nu¬
merosas láminas fuera del texto.
Pero tanto la vulgar, accidentada y fielmente transcrita exis¬
tencia de Agustín Alfaro, cuyas “buenas intenciones” lo llevan a
frustrar su vida, e incluso, circunstancialmente, a provocar un estú¬
pido asesinato, como la reinvención en todas sus piezas de una es¬
pecie de Picasso fracasado, católico y anarquista —pretexto para
reflejar con vigor una parcela de la vida catalana a principios de
siglo, y unos cuantos aspectos esenciales de la evolución del arte
moderno—, atestiguan la inagotable potencia de Max Aub que, en
El impacto de la guerra española 77
28 Tanto Las buenas intenciones como Jusep Torres Campalans han apa¬
recido en México, en la Col. Tezontle del Fondo de Cultura Económica. Ya
en prensa este libro, Max Aub acaba de publicar dos nuevos libros:
La verdadera historia de la muerte de F. F. y otros cuentos. Libro Mex
Editores, México, 1960, y La calle de Valverde, novela, Xalapa, México,
Universidad Veracruzana, 1961.
29 Paulino Masip nació en Granadella (Lérida) en 1900. Ejerció el pe¬
riodismo en La Estampa, La VoZ, El Sol, etc. Es también poeta y autor
dramático (El báculo y el paraguas, 1930; La frontera, 1932; El hombre
que hizo un milagro, 1944; El emplazado, s. a., ¿1950?; El escándalo,
etcétera). Reside en México desde 1939.
78 La novela española contemporánea
30 Hamlet Garda, entre otras cosas, en modo alguno quiere pasar por
“beligerante... en pleito que me es tan ajeno”, y se va tranquilamente a
leer (a Platón, parece) “mi libro más querido” (pág. • 191), aunque acabe
por fin reconociendo: “Dudas, Hamlet, dudas... en el fondo sigues para¬
petado tras montones de hojarasca metafísica y te equivocas, si dices, y te
engañas, si crees, que cuando metes la cabeza en ellos vas en busca de las
raíces... esas hojas no esconden raíces...” Pág. 307. La crítica del “intelec-
tualismo” neutro a través de esta caricatura es evidente.
31 La cual (sin duda con plena conciencia por parte del autor), al aban¬
donar su “oficio” precisamente desde el 18 de julio, encama el sentido so-
El impacto de la guerra española 79
encuentro azaroso y dostoyewskiano del errabundo García; y, por
último, como encarnación de la juventud combatiente, antítesis del
malparado Del Portal, Daniel Lejarra, que pasa de estudiante a ofi-
cial de milicianos.
Dejando a parte su significación política, la calidad literaria y el
valor del testimonio humano de este relato son excepcionales. “El
ambiente es justo, la realidad se impone al lector desde el primer
momento. La frase es clara, el sustantivo exacto, el adjetivo cabal” 32.
Consciente de su hallazgo, Masip atribuye a este cívico Hamlet,
al final de la novela, una dimensión en cierta medida universal y
simbólica. Pues aunque está a punto de enloquecer y resulta herido
en un bombardeo, “no murió, por ahí anda...”, según se puntualiza
en la última página del libro.
A casi diez años de distancia, Masip publica La aventura de
Marta Abril (1953). Se trata de un relato ágil y ameno, divertido,
casi ligero (centrado en las aventuras erótico-sentimentales, y en
el razonable matrimonio final, de una “mundana” desenvuelta y
simpática, tan sencilla y compleja como puede serlo cualquier mujer
inteligente y de instinto sano y seguro); el estudio psicológico de
los tipos (Marta y don Enrique Iturralde, principalmente), y el mo-
vido y espectacular desarrollo de la trama, especie de “parodia có¬
mica de un dramón horripilante con desenlace feliz y divertido”,
según califica su propio “lío” el perspicaz don Enrique (pág. 193),
así como la gracia escurridiza de una prosa vivaz y certera, sitúan
este libro muy por arriba de su primer aspecto aparente de guión
38 Así ocurre en muchos pasajes del libro, desde los que describen la
embriaguez primaria con que Beremundo ametralla enemigos gritando:
“¡Viva el mundo! ¡Viva la vida!” (págs. 253-256), hasta la erizadora
crueldad de los que narran las torturas a que finalmente es sometido (pá¬
ginas 303 y sigs.).
39 Las dificultades de información inherentes a estos autores hacen
prácticamente imposible hoy el acceso a “todos” los textos, algunos proba¬
blemente muy merecedores de atención. Debo, cuando menos, citar aquí
La vida por la opinión. Novela del asedio de Madrid (Buenos Aires, 1942),
del bien conocido periodista Valentín de Pedro, El fin de la esperanza
(México, 1953), de "Juan Hermanos” —fragmentariamente reproducido an¬
tes en Les Temps Modemes—; y Ciudades y días, de Diego de Mesa.
De otras obras de autores exilados no directamente relacionadas con la gue¬
rra nos hemos ocupado o nos ocuparemos oportunamente.
84 La novela española contemporánea
V. — F O X Á
VI.—García Serrano
nuestros enemigos. Mañana hemos de vivir con ellos” (Plaza del Castú
lio, pág. 257).
60 Mucho de autobiografía hay, sin duda, en el alférez Ramón de La
fiel infantería, o en los falangistas Luis y Joaquín de Plaza del Castillo,
como lo había en Eugenio —novela supuesta como crónica fiel de la vida
y muerte del joven héroe, llevada a cabo por su íntimo amigo Rafael.
94 La novela española contemporánea
VII.—Gironella
blema, ese sí, genérico; como concreción dada y escueta del “ser hombre”
en general.
72 “Lo más difícil en la vida —se dijo Miguel, con indolencia— es con¬
cretar”. Un hombre, i.a ed., pág. 114.
73 “Un día morirá el cojo de los cacahuetes, otro día uno de los jugado¬
res de baraja, otro día el conserje. Aquello le parecía un tanto absurdo... Se
dijo que todo aquello era una tontería y que el mundo va pasando como si
fuese de trampa, y los hombres, algo así como mentiras con gorra y con
pies...” Id., pág. 55. “...había vivido un cúmulo de experiencias de todo
orden, que se podían resumir en las palabras “risa y llanto”. Siempre lo
mismo. Miguel no se sentía humanamente muy distanciado del bebé del
señor Felsdart”. Id,, pág. 331.
74 Entrevista citada, con Ponce de León.
75 He aquí las reflexiones culminantes de los dos personajes represen¬
tativos. Adolfo Stolberg, arquitecto, pagano, colaborador indiferente de los
nazis, piensa antes de suicidarse: “todo aquello carecía de sentido. Si aque¬
llo era la vida, no era en nada superior a no haber nacido...” La marea,
1.» ed., pág. 372.
Su hermano Gustavo, único superviviente entre tanta ruina, y visible¬
mente orientado hacia el catolicismo, reflexiona: “La preocupación española
por la muerte, ¿qué es comparada con la preocupación alemana por la vida?
Aquello se comprende, porque... más allá ¿qué hay? Pero lo nuestro no se
comprende, porque sabemos lo que hay más acá: un Estanislao judío, una
Emma insaciable; de vez en cuando, un pedazo de cielo azul, como Juan
y Marta...” id., pág. 290.
IOO La novela española contemporánea
timas del autor (que si por una parte aborda en su libro “una
descripción masiva de la sociedad española contemporánea, cen-
trada en la clase media”, puede decir también, con legítimo or¬
gullo : “puse en él toda mi alma, cuanto soy y sé. Eso es todo” 78).
Redactado este estudio, ha aparecido Un millón de muertos
—Barcelona, Planeta, 1961, 819 págs.—. Aun habiéndonos pro¬
puesto no examinar los libros aparecidos durante este año, parece
inexcusable dar una opinión, por muy sumaria que sea, sobre obra
tan esperada y, ahora, leída y debatida.
De los tres caminos posibles entre los que, según decíamos, va¬
cilaba Los cipreses... —novela propiamente dicha, justificación
moral subjetiva, o documental histórico—, Un millón de muertos
opta manifiestamente por este último, acercándose mucho a un
vasto reportaje de la guerra española, débilmente novelado. En
cuanto tal, y dado el tema, ofrece desde luego gran interés e inclu¬
so cierta grandeza —aunque, pese al esfuerzo por apoyarse en una
información sólida y escrupulosa, las inexactitudes no son raras, y,
en un plano más general, la interpretación tendenciosa de los
hechos no escape a nadie que no comparta íntegramente las opi¬
niones del autor.
Tomada como novela, mi impresión inicial es que decae mucho
respecto a Los cipreses..., de modo que incluso varios de los per¬
sonajes acertadamente perfilados allí se desdibujan ahora en con¬
tornos borrosos (los Alvear, el comandante Martínez de Soria,
David y Olga, etc.). Los momentos humana y artísticamente cul¬
minantes —la navidad del 36 en casa de los Alvear (págs. 356-7),
o la confesión del P. Iturralde antes de ser fusilado (págs. 557-562),
quedan por así decir ahogados en una tupida masa de datos y
“hechos”, más aptos para ser recogidos en una obra histórica que
en una creación novelesca, y a los que, por su misma abundancia,
el escritor no puede dedicar la atención suficiente.
VIII.—Mercedes Fórmica
escritor para encontrarse con los seres humanos que estén allí, y llegar a
entenderlos”. M. F., “Reflexiones sobre la novela”, en CdeL, VII, 1950,
páginas 257-258 y 266.
81 “...parece más auténtico el personaje femenino que el del conspirador.
Éste dice de sí mismo más de una vez que tiene "nervios de mujer”, y, en
efecto, acusa con frecuencia reacciones sentimentales que no coinciden con
el esquema psicológico del verdadero ideólogo que M. F. insinúa en la figura
de Rafa...” G. B(leiberg), Clav., n.° 10, agosto 1951, pág. 72.
82 La ciudad perdida, pág. 158.
El impacto de la guerra española 105
83 Pseudónimo literario del actual Jefe del Estado, que ya en 1923, sien¬
do comandante de la Legión, había escrito Diario de una bandera.
84 Nacido en Burgos, en 1906. Abogado, poeta, colaborador de El Sol
y sucesivamente director de Vértice, Escorial y Arriba, Presidente de la
Asociación de la Prensa de Madrid, Vicepresidente de las Cortes y Emba¬
jador de España en Colombia y en la Argentina.
85 Nació en El Ferrol, en 1918. Combatió durante la guerra española
en la Marina y en la Legión. Actualmente capitán de Infantería de Marina.
Ejerce también el periodismo.
86 Nació en Arévalo (Ávila), en 1917. Periodista, actualmente director de
Pueblo, de Madrid.
Capítulo XI
LA NOVELA DE POSTGUERRA, I:
CELA, AGUSTÍ, TORRENTE BALLESTER, C. LAFORET,
DELIBES, y E. QUIROGA
# # #
I.—Camilo J. Cela
4 Cabe a la vez percibir, según luego veremos (Cap. XII), dos corrientes
bastante diferenciadas dentro de este primer grupo de tendencia realista.
5 C. J. Cela Trulock nació en El Padrón (antigua Iria Flavia; La Co-
ruña), en 1916. Abuelos gallegos, ingleses e italianos. Cursó Derecho en Ma¬
drid, publicando algunos versos ya antes de 1936. Acabada la guerra, tra¬
bajó algún tiempo en una oficina sindical, en la que, en 1941, escribió
“para combatir el aburrimiento”, Pascual Duarte. En la actualidad es miem¬
bro de la Real Academia Española, y reside alternativamente en Madrid y
en Palma de Mallorca, donde publica, desde 1956, la revista Papeles de Son
Armadans (Cfr. CoL, 70, abril 1953).
112 La novela española contemporánea
tidad de agua que eché a mi tinta para que ese reflejo y esa som¬
bra (de la realidad) no fueran demasiado violentos, excesivamente
reales”28. Nos parece, pues, lícito que sean esos “hechos”, muy
tamizados, pero también puestos de relieve por la implacable se¬
quedad y objetividad del relato (como fisuras más escandalosas y
sensibles, como representación en cierto modo más significativa que
ninguna otra de la quiebra de una sociedad), los que ocupen el
primer plano: en todo caso, la preferencia del novelista está per¬
fectamente justificada, aunque objetiva, humana o socialmente esos
datos por él seleccionados no sean los más “importantes”, ni si¬
quiera los más apropiados para definir la situación del mundo que
les sirve de modelo. Cumplen bien su misión representativa; con
eso basta29.
Como construcción. La colmena es un prodigioso mecanismo
de relojería novelesca; o mejor, un organismo vivo en el que cada
gesto, cada movimiento, cada palabra (por desligados que a veces
puedan parecer) cooperan a la plenitud del conjunto: pero todo
ello sin que el novelista intervenga, si no es —repetimos—- como
selector. (La única excepción son las dos frases interrogantes:
“... docenas de muchachas esperan —¿qué esperan. Dios mío?,
¿por qué las tienes tan engañadas?—”, que cierran el capítulo IV).
Esta precisión en el ajuste, y el rigor con que se sostiene la
calidad artística (hasta en la casi insensible tamización, por ejem¬
plo, de los diálogos más vulgares), no entorpecen, pues, en nada
el valor objetivo del testimonio, y Cela plantea de nuevo con su
libro (aunque bajo una luz muy distinta de la del naturalismo
“experimental”) el problema y la pretensión del valor científico
de la novela. En este sentido se ha llamado a La colmena con toda
berto Flores a manos del caporal Aquiles Valle (La catira, 1.a ed., pági¬
nas 142 y sigs.).
38 Exactamente, 896, que según Cela son “voces de uso común, no sólo
en Venezuela, sino también en otros países hispanohablantes”. Cfr. el
radical desacuerdo de la Academia venezolana, en BAV, XXIII, núms. 86-
87 y 88, 1955.
39 “Don Froilán Sánchez estaba pálido como un muerto. Don Froilán
Sánchez se sentó en el chinchorro. Don Froilán Sánchez habló con un
hilo de voz” (pág. 21). En la escena precitada de la muerte de Gilberto
Flores, su nombre, de modo análogo, se repite hasta 11 veces en 9 líneas
de texto (pág. 144). En cuanto a efectos retóricos algo más "complejos”,
veamos una muestra: “La catira Pipía Sánchez, desde la muerte del hijo,
se agarró aún todavía más a la tierra. La tierra es, al mismo tiempo, cari¬
tativa y cruel, hermosa y monstruosa, blanda como la pluma de la garza
y dura como el viento del páramo, amarga y dulce, sonreidora y esquiva,
desmemoriada y rebosante de amor” (pág. 330); es decir, 6 pares de
adjetivos antitéticos, el tercero con dos incisos metafóricos paralelos. Cfr. la
disecación enumerativa de estos procedimientos (lo que la autora llama El
sistema estético de C. J. C. Expresividad y estructura) en el libro dedicado
a La catira por Olga Prjevalinsky (Valencia, Castalia, 1960, 171 págs.).
La novela de postguerra 129
Como las dos novelas que siguieron a Pascual Duarte, las pu*
blicadas por Cela después de La colmena demuestran desde luego
su talento de escritor; son índice (ante todo) de su extraordinaria
capacidad formal, de su aptitud o disponibilidad para hacer (en
principio) lo que quiera, para llegar (al menos en apariencia) a
donde se proponga; pero no son “buenas novelas”; no están si-
quiera, a mi juicio, en el camino —prácticamente único— de la
gran novela posible en nuestro tiempo.
Cabe, sin embargo, esperar todavía lo mejor, si el narrador,
tanto como el prosista, se ponen de acuerdo y se deciden al sacri-
ficio clásico de lo no esencial, al abandono de la exhibición de fa¬
cultades, al difícil “camino de la amargura” por el que, según su
propia expresión, llevaron al autor los tipos, poco más que esboza¬
dos, pero auténticos, de La colmena.
Por hoy, Pascual Duarte como revelación, y La colmena como
ápice, son los hitos decisivos en la carrera de Cela. Gracias preci¬
samente a estos libros —y en especial al último— su autor sigue
siendo, sin duda, la figura mayor entre los novelistas españoles de
la postguerra.
II.—Ignacio Agustí
entre vida e historia (esencial para una novela de época, y aun, di¬
recta o indirectamente, para cualquier novela verdadera), no es
de ningún modo fortuita. Agustí, al historiar el "despegue”, la
iniciación del ascenso de algunos miembros de las clases artesana¬
les (los Ríus) hacia la plutocracia dirigente actual (enlazando, desde
su segunda promoción, con la aristocracia ciudadana de vieja so¬
lera, representada por Mariona y Ernesto), se enfrenta con unos
tipos en extremo vivos y representativos, cuyos triunfos, decepcio¬
nes y conflictos encarnan, espontáneamente y como sin quererlo el
autor, la historia interna, auténtica, de su tiempo.
El contraste entre la simpatía casi desbordante de D. Joaquín
padre, y la rigidez hosca y presuntuosa del hijo (producida por el
estúpido complejo de inferioridad que lo aqueja, y que es también
motivo y origen de su misma desventura conyugal); la historia
de este mismo hondo y grave conflicto entre Joaquín y Mariona,
disimulado o desvirtuado al menos con el adulterio de ella, y cuya
solución se esquiva, en vez de resolverse, con la providencial bom¬
ba del Liceo, los innumerables detalles que nos orientan acerca de
la dinámica y móviles de cada personaje; todo ello no son única ni
principalmente indicios o consecuencias de la peculiaridad de unos
caracteres individuales, sino encarnación viva de rasgos, prejui¬
cios, afinidades, antipatías e intereses de los grupos sociales en
presencia; esto es, historia, vida anchamente humana, materia no¬
velesca óptima.
En El viudo Ríus (1944), eliminado el conflicto íntimo que en¬
frentaba a los cónyuges, desaparecidos los miembros de la pri-
etcétera, aparte del empleo de "visage” por rostro (varias veces, desde la
página 13), “venga” por vaya (pág. 172), “suspecto a...”, por sospechoso
(págs. 323 y otras), "entrar” a alguien, por meterlo o introducirlo (págs. 344
y otras), “mordida” por mordedura (pág. 434), “celibataria” por soltera (pá¬
gina 450), y muchas más. En general, la prosa de Agustí es en este libro
chabacana, deslavazada y cansina, con impropiedades, asonancias, cacofo¬
nías, etc., inesperadas en un escritor de su clase.
138 La novela española contemporánea
47 El viudo Ríus, 6.a ed., pág. 128. “Yo no existía, yo no había existido
nunca”, piensa (pág. 132); o “Todo lo que he tocado se ha deshecho en
mis manos” (pág. 297).
La novela de postguerra 139
III.—Torrente Ballester
jimo: “Está usted muy lejos de la caridad, mucho más lejos que ella”
(Tefás, cristiano ortodoxo, compara a Javier con la comunista Magdalena;
página 205; el mismo Javier, por otra parte, reiterando la comparación
admite que “era como emparejar un pelele (él) con un personaje trágico”;
página 276). No es difícil, en efecto, sorprender en el personaje cierta inma¬
durez e inconsistencia de señorito que sale apenas de la adolescencia:
“¿Será —llega a preguntarse— que mis problemas nacen de la ociosidad?”
(pág. 519). E incluso en el trance supuesto de la muerte en combate se
imagina, escénicamente, haciendo mutis ante sus camaradas: “Si he repre¬
sentado bien, aplaudid” (pág. 581).
54 Una vez más, Javier se imagina cómo encontrará España después de
La novela de postguerra 143
IV.—Carmen Laforet
y junto a Clara Aldán, tanto Deza como los otros “intelectuales’' —Juan
Aldán y el P. Ossorio— aparecen en extremo malparados). La potencia
creadora del narrador es en todo caso incuestionable.
56 Nació en Barcelona, en 1921, viviendo entre 1923 y 1939 en Las
Palmas de Gran Canaria, donde su padre era arquitecto. En 1939 .inició
estudios de Letras y Derecho en Barcelona, y luego en Madrid, sin terminar
según parece ninguna de ambas carreras. Se casó en 1946 con el periodista
M. González Cerezales; tienen varios hijos. Recibió el primer Premio Na¬
dal en 1944, el Premio Menorca en 1955, y el Nacional de Literatura al
año siguiente. Novelas publicadas: Nada, B., Destino, 1945; La isla y los
demonios, id., 1952; La mujer nueva, id., 1956, y La llamada, novelas
cortas, id., 1954.
57 Cfr. J. L. Alborg, Hora actual de la novela esp., 1958, págs. 126-
127.
148 La novela española contemporánea
V.—Miguel Delibes
VI.—Elena Quiroga
81 Siestas con viento sur (Barcelona, Destino, 1957, 194 págs.). Contiene
La mortaja, El loco, Los nogales y Los raíles. En 1959 la misma editorial (que
ha publicado toda la obra novelesca de M. D.) saca a la luz La hoja roja,
donde el autor persiste en la exploración del mundo provinciano que tan
bien conoce, en torno ahora al tipo de un viejo funcionario retirado. En
prensa este libro, aparece otra novela de Delibes, Las ratas, Barcelona, Des¬
tino, 1962.
82 Nacida en Santander, en 1919, ha vivido en Barco de Valdeorras
(Orense), solar de su padre, conde de San Martín de Quiroga, y posterior¬
mente en La Coruña y en Madrid. Se casó en 1950 con el historiador
La novela de postguerra 165
LA NOVELA DE POSTGUERRA, II
decir, hoy por hoy, quiénes son los “mejores” entre los buenos,
ni prever que alguno de los conceptuados como “mediocres” pue¬
da, imprevistamente, revelarse como figura capital.
Las afirmaciones categóricas acerca de novelistas contemporá¬
neos, que no han cumplido aún los cincuenta años, tendrán siem¬
pre más de apuesta y (en el mejor caso) de adivinación intuitiva,
que de juicio seguro y racionalmente justificable (y aun la cifra
antes indicada como ápice probable de madurez es manifiesta¬
mente insegura, si recordamos que cierto Cervantes no pasaba, a
los cincuenta y siete, de rimador casi vulgar y dramaturgo fra¬
casado).
Debe quedar por tanto claro que la especial atención concedida
a ciertos autores jóvenes (García Serrano y Gironella, por ejemplo)
se debe antes al tema y a las implicaciones de sus relatos (que
los emparejan inevitablemente con los novelistas veteranos a su
tiempo aludidos), que a un juicio de valor excepcionalmente fa¬
vorable; y que si en el capítulo que precede nos hemos demorado
frente a Cela, Laforet, Agustí, Torrente Ballester, Delibes y Elena
Quiroga, lo hicimos, o bien en honor a la importancia “histórica”
(ya relativamente lejana y conclusa) de algunas de sus obras ini¬
ciales, o bien por la situación de “primer plano” en que su fe¬
cundidad y el éxito de sus libros recientes los coloca: pero ello no
significa ni puede significar, hoy por hoy, y dado que la vida
sigue, no significa —ni siquiera en el caso un tanto aparte de
Cela— la atribución a su favor de una “superioridad” inalterable,
de una primacía “definitiva”. Es muy pronto aún para escribir la
historia de estas promociones; y la de la nuestra, desde luego,
no seremos nosotros quienes la escriban, sino los más jóvenes.; la
de los inmediatamente anteriores, sí estará normalmente a nues¬
tro alcance, pero cuando hayan pasado veinte o treinta años. Por el
momento aspiramos, cuando más, a una revista, a una "instan¬
tánea” lo más clarividente y lo más completa posible. Sabemos
que habrá, aun dentro de este carácter de documento del mo'
i74 La novela española contemporánea
6 Cfr., por ejemplo, las reflexiones de Mileto, antiguo esclavo griego, se'
cretario de Benasur: “...hacía días que estaba deprimido. Empezaba a sen-
tir una repugnancia insoportable hacia el mundo de Benasur. Comprendía
que B. no tenía un mundo especial... el mundo todo... el mundo total y
amplio se movía por oscuros, criminales resortes de egoísmo feroz. Vani'
dad, orgullo, amor propio, ambición, ansias de poder, de riqueza... Y estos
hombres animados de ese criminal, homicida, carnicero egoísmo eran los
que, como B., imperaban en el mundo. Eran los que dictaban la ley y la
costumbre...” El lazo de púrpura, 2.a ed., pág. 546. Aunque también antes,
ante la fidelidad del guía que los tiene a su merced en el desierto: “Si
tan generoso era el hombre en su fondo —pensaba Mileto— cabía esperar
grandes cosas de él...”, pág. 403.
7 Nació en Fuentes de San Esteban (Salamanca), en 1911, de padre
español, castellano, y madre cubana. Estudió Derecho y se inició en Filo-
logia en Salamanca. Ha desempeñado oficios diversos, desde pastor y co¬
brador de contribuciones hasta editor y representante comercial. Cfr. “Con'
fidencia literaria”, en EPB, 10, oct. 1944.
8 Barcelona, ed. Arimany, s. a. (1950). Destacó entre las novelas pre-
sentadas al Nadal de 1949 (ganado por Suárez Carreño), al lado de C. de
Santiago, A. M. Matute y D. Fernández Flórez.
9 “Con ser un género (el rural) bastante desacreditado entre nosotros.
182 La novela española coi\temporanea
ha dado no obstante una obra excepcional en los últimos años: Los hijos
de M. /.”. F. Ynduráin, RLM, III, 1952, pág. 278.
10 A este respecto, la crítica más injusta que podía hacerse a Landínez
es la formulada por F. G. de Castro (1AL, 52, junio 1952): “El libro me
ha parecido superficial... Cada capítulo... una escena plástica, y es que un
sentido estético es el principal sentimiento que se manifiesta en la obra..."
La novela de postguerra 183
33 Espejo piensa que la vida es justa dando a cada uno la misma capa¬
cidad de sufrir o de gozar: más, o menos, pero lo mismo de ambas cosas
(pág. 145). Pero, en seguida, y aludiendo al Goethe anciano y enamorado
en Marienbad, “Ningún hombre ha resuelto todos sus problemas hasta que
no ha muerto” (págs. 148-149).
La novela de postguerra 201
42 “Hécula eran unas calles por las que transitaban personas atemori¬
zadas o personas que atemorizaban a las demás...” (El vengador, i.a edi¬
ción, pág. 102). ‘‘Sobre Hécula imperaba un miedo paralizador y terrible...”
Id., pág. 272.
43 “...solamente los que han ganado una guerra saben de firme lo que
es desencanto y desamparo...” (pág. 11). Y poco más allá: “...no acababa
de entender por qué las guerras finalizan tan bobamente en la paz y no
concluyen iniciando otra guerra. Las guerras piden, deberían pedir siempre
más guerra. O una paz que no pudiera, que no debiera alterarse por nada
del mundo” (pág. 14).
La novela de postguerra 207
* • #
53 “...soy pesimista por nosotros... Tenemos por misión dejar que sobre
nuestras espaldas pasen los más jóvenes, guiados por los más viejos. Somos,
¿no lo dijo él? (alude a José Antonio Primo de Rivera), el puente...” El
puente, pág. 222.
La novela de postguerra 219
Las dos novelas publicadas hasta ahora por José María Jove n
—Un tal Suárez, en 1950, y Mientras llueve en la tierra, en 1953—
no sólo cuentan entre las mejores muestras de la orientación y
calidad de una literatura joven que —como en los casos de L. Lan-
dínez, M. Suárez, D. Medio y A. M. de Lera, entre otros— em¬
pieza a romper con las fórmulas algo simplistas del realismo al uso
—sin caer por eso tampoco en la tentación esteticista, ni enredarse
en el laberinto de una problemática intelectual a la que única¬
mente la obra de genio podría hacer frente—, sino que atestiguan
la presencia de un espíritu refinado, matizado y complejo, que se
diría pretende esconder la fuerza real con la gracia, revestir la
gravedad y la transcendencia moral de sus fabulaciones con un
que nos envuelve y nos aísla a todos” (pág. 30); temática “social”, cuando
el padre de Herminia, ante los zapatos regalados por la señorita, que le
vienen pequeños, exclama: “...malditos sean todos ellos (los ricos); con el
terreno que tienen de jardín vivía yo como un obispo...” (pág. 80); etc.
78 Nació en Villada (Palencia), en 1921. Después de estudiar en un co¬
legio de franciscanos, se enrola en la División Azul (1941-43), e ingresa en
el Cuerpo de Policía en 1944, residiendo desde entonces en Barcelona. Es¬
cribe desde 1950. Novelas publicadas: Garimpo, Barcelona, Janes, 1952;
Historias de Valcanillo (finalista del Nadal 51), Barcelona, Destino, 1952;
El charco, Barcelona, Caralt, 1953; Cuerda de presos (Premio Ciudad de
Barcelona y Nacional de Literatura), Barcelona, Caralt, 1953; La virada,
Barcelona, Janes, 1954; División 250, Barcelona, Ed. Domus, 1954: Los
atracadores, Barcelona, Caralt, 1955; Hotel Tánger, Barcelona, Planeta,
1955; Diálogos en la oscuridad, Barcelona, Caralt, 1956; El haragán, Ma¬
drid, ed. Cid, 1956; Cabo de vara, Barcelona, Destino, 1958; La nave,
id., 1959, y El agitador, id., 1960.
79 Según declaraciones del propio T. Salvador, en IAL, 68-69, oct.-nov.
1953-
80 Pienso en especial en el soneto a la Dragontea (ed. Millé, LI): “Para
238 La novela española contemporánea
84 Ella misma, con muy femenina coquetería, asegura que “he tenido,
tengo y tendré siempre buena prosa...” (Perdimos la primavera, pág. 8).
85 Ignoro los datos biográficos de esta escritora, bien conocida sin em¬
bargo como periodista y autora de deliciosos cuentos infantiles. Debió na¬
cer, según creo, hacia 1920.
Novelas publicadas: Los que se fueron, Barcelona, Planeta, 1957, y Vís¬
pera del odio, Premio E. de Moneada, Barcelona, Garbo, 1959.
La novela de postguerra 243
par encuadran sus gestos en una fina unanimidad rítmica...” F. López Es¬
trada, íns., 21, septiembre 1947.
6 “Lo que fue ternura en el punto de partida... se ha hecho ciencia, sa¬
biduría, dolor... La muerte está delante de la vida. Delante del amor está
el sufrimiento que él va a causar... El destino es sabido: pero la vida trans¬
curre como si no se supiera”, comenta Vicente Aleixandre (Ins., 23, no¬
viembre 1947).
7 Me refiero al n.° LXXIV de Galerías: “Tarde tranquila, casi / con pla¬
cidez de alma, / para ser joven, para haberlo sido / cuando Dios quiso...”
La novela de postguerra 251
pueden hacer nada. Así este libro tan lleno de dulzura, de tierna
afectividad, escrito con tan maternal delicadeza, conmueve y duele
más dura y hondamente que la casi totalidad de la literatura
cruda, testimonial y, por así decir, agresiva, que hoy predomina.
Cinco sombras es hasta la fecha la única novela extensa de
E. Galvarriato. La misma concisa e intensa delicadeza poemática
caracteriza sus relatos breves, entre los que destaca con cuerpo de
verdadera novela corta Raíces bajo el agua8 (también, desde otro
ángulo, evocación nostálgica y balance decepcionante de una vida,
al desaparecer bajo las aguas de un pantano el pueblo en el que
ha transcurrido, arraigada, la existencia baldía, pero sentimen¬
talmente intensa, del protagonista, ejemplar típico —y conscien¬
te9— de un final de estirpe).
Sería inoportuno confrontar este testimonio lírico, individualí¬
simo, del desarraigo, con el problema, no menos humano, y sin
duda de mayor transcendencia social, de los campesinos despla¬
zados por ese tipo de realizaciones, primero, como obreros, a cho¬
zas y barracones improvisados, o luego, a cambio de indemni¬
zaciones por lo general insuficientes, a tierras a veces míseras e
improductivas; la misma total omisión de esta vertiente de la
realidad, sin embargo, nos indica los límites precisos del mundo
—poético, nostálgico— de la escritora. Así, cuando el protagonista,
al final de la breve novela, abandona el pueblo —a punto de ser in¬
vadido por las aguas— el último, y ve que todavía queda un perro
—“Moro”— aullando lastimeramente en la plaza, nos parece reco¬
nocer en el casi humanizado animal, un símbolo, no sabemos si
12 Ante los que uno de ellos, el estudiante León, exclama: “¡Son todos
unos payasos, no tienen arreglo!” Nasa, pág. 106.
13 También, en parte, consciente: “¡Hablo como un párroco 1", se ad¬
mira en una ocasión el alfarero bandido Pocatierra (Loe. cit., pág. no).
254 La novela española contemporánea
42 Del cielo y del escombro, Buenos Aires, Nuevo Romance, 1942. Libro
citado a veces como novela (G. DE Torre, Fie, 2, 1956), o como poesía
(Dice, de Liter. esp. de Rev. de Occ.), está formado en realidad por cuen¬
tos y apuntes narrativos breves.
43 El argumento que S. P. toma como base de su relato cuenta con un
largo desarrollo (ver al respecto M. A. Buchnan, “The Glove and the
Lions", en Est. dedic. a MenéndeZ Pidal, VI, 1956, 245-258).
44 “Noticia” editorial al frente de Don Manuel..., pág. 9.
La novela de postguerra 275
pág. 319): "En casi todos los relatos, desde El centinela... hasta Una pasión
culpable..., vibra un elemento erótico que es como una fuerza irresistible que
arrastra al hombre y que termina por destruirle...”. El erotismo es también
esencial en seis de las ocho historias de La venda, y está en la base misma
de La raya oscura, El faro y La puesta de Capricornio.
53 Nació en Madrid, en 1922. Detenido en 1947, mientras cursaba estu¬
dios en la Facultad de Derecho, y condenado por actividades ilegales, se
282 La novela española contemporánea
# # #
LA “NUEVA OLEADA”
ENTRE EL RELATO LÍRICO Y EL TESTIMONIO OBJETIVO
pasos, nos parece aún, con todo ello, una escritora incipiente, más
promesa que realidad, sobre quien no cabe, por el momento, aven-
turar ninguna opinión, favorable o contraria, sin muy expresas y
taxativas reservas.
Debe notarse que la precocidad y anticipación son en este
caso dobles, pues a la juventud extrema de la autora se añade el
hecho de que sus libros primeros (1948-50) son precisamente los
que abren brecha para la nueva promoción, anticipándose a los
años de eclosión masiva de la misma, desde 1954 hasta hoy. Esto,
si bien evidencia el talento natural de la escritora, explica también
el aspecto inmaduro y vacilante de su orientación estética, los
residuos de romanticismo evasivo, de ingenuidad novelera, de ba¬
rroquismo formal que, en mayor o menor grado, encontramos
en su obra.
Si nos fijamos, para empezar, en su estilo, vemos que es ante
todo coloreado, vibrante, plástico y sensorial, rico —hasta el ex¬
ceso— en adjetivación, abundante en imágenes briosas —pero
con frecuencia superpuestas y reiterativas, hasta casi anularse unas
a otras4 5—; en una palabra, más brillante que eficaz; impresio¬
nista y expresionista antes que sencillamente expresivo6.
4 Elijo dos ejemplos —contiguos— de una obra reciente. Los hijos muer'
tos: “La cabeza de Verónica era de un rubio cegador, bravo. Su orgullo
era en aquel momento poderoso y tranquilo, como un toro bebiendo al sol.
Su orgullo, mirando a los lebreles, oyendo el manar de la fuente, apretando
la cabeza de Verónica entre las manos, se volvía natural y terrible, como
el río que esconde la tierra en las entrañas...” (pág. 19). “Y las paredes
de la casa y la tierra. La tierra, sobre todo, allí, debajo de sus ojos, ex¬
tendida, muda, levantando nubes de polvo rojizo, o aglutinada, viscosa, en
los bordes del río. La tierra, alargándose, infinita, absolutamente ajena, des¬
pojándole de la antigua sensación de propiedad. La tierra, cruel y grande,
cruel y larga, cruel y huidiza, alejándose, delante de sus ojos, debajo de sus
manos. Sus manos, conteniendo el desolado, el certísimo vacío de la tierra”
(pág. 20).
5 “La prosa de A. M. M. es tan brillante como peligrosa. Y su peligro
estriba precisamente en esa brillantez, en esa facilidad para las metáforas
292 La novela española contemporánea
Esta prosa, dotada a veces de poderío, pero que con más fre¬
cuencia se aleja de su origen apasionado y de su vocación poética
para desplegarse en fórmulas retóricas inconscientemente enfáticas,
es como un manto irisado tendido sobre la realidad novelesca,
que se vuelve así ficticia, convencional, artísticamente disfrazada,
incluso cuando es o quiere ser más bárbara e hiriente. Esta especie
de “tratamiento estético” del tema a través del estilo (que podría
recordar de lejos a Valle Inclán y a Miró, aunque éstos sean
siempre mucho más concisos), contribuye a crear la sensación de
envaramiento psicológico de los personajes, y de difusión y con¬
tingencia en los sucesos referidos —sensación no del todo justa,
pues junto a los tipos convencionales, y a la carpintería argu-
mental de acarreo, hay personajes vivos y aciertos de construcción
indudables (en especial en Fiesta al noroeste).
Desde otro ángulo, ese mismo estilo crea también, a veces, una
ilusión de profundidad y de patetismo dostoyejvskiano que no
coincide con la verdadera entidad de los personajes. La escritora
piensa por imágenes, intuye a ráfagas, y expresa, dejándose llevar
por las palabras, un mundo subjetivo centrado en lo sensorial, en
las ideas primarias, de raíz instintiva, en los impulsos casi inex¬
plicables * * 6. En ese orden de cosas su penetración es aguda. Pero
cuando pretende sobrepasar el mundo cerrado de sus personajes
típicos, obsesionados y como sonambúlicos; cuando quiere expli¬
carlos como hijos de un ambiente dado, como miembros de una
colectividad que los nutre o los deforma, su capacidad de com-
página 240.
6 Hay, en sustancia, tres temas que se reiteran a lo largo de toda su
obra: el de la soledad o incomunicación entre las almas; el de la mezcla
de odio y amor en las relaciones entre hermanos, amantes o amigos; y el
de la necesidad de huir, de evadirse de la vida corriente. La formulac-ón
de estas ideas y sentimientos es a veces muy explícita en las reflexiones,
conversaciones o descripción de sus personajes.
La “nueva oleada” 293
que efectivo (aunque los tipos y la situación sean más bien figuras
de sueño alucinado que seres de un mundo real posible) entre la
ilusión, la aspiración ilimitada a la felicidad y al amor, y los lími-
tes insoportables de la vida. Como a pesar de su cinismo siente el
fantástico gitano disfrazado de joven gran señor que enamora a
la protagonista, “no se puede vivir sin sueños. Nunca pude vivir
sin sueños. La vida no existe, la vida es mentira..." (pág. 84). Es
decir, debiera ser mentira, tal como efectivamente es. Pero el en-
sueño (o el amor, percibido como un ensueño más) tampoco libera
al hombre: “no es bueno amar, no es bueno soñar. El sueño no
es dulce, el sueño levanta llagas, quema, empuja”; y el amor “es
una espina dolorosa... no es bueno. El amor duele, el amor no se
puede cumplir” (págs. 239-40). El conflicto, así planteado, no tiene
solución: ni con el pragmatismo cínico del “sucio gitano ladrón,
tramposo, ridiculamente soñador” (pág. 153), en perpetua huida
de sí mismo y de todo; ni con la ruptura, en el suicidio, de la
enamorada adolescente que lo odia y lo desprecia al tiempo que
se siente hechizada; ni con la inhibición del viejo filósofo, entre
regocijado y amargo, que satiriza el ridículo mundo local a través
de los títeres de su “pequeño teatro”.
Problemas idénticos, vistos con la misma perspectiva, entre ro¬
mántica y neoexistencialista, y fragmentados ahora en un sorpren¬
dente y numeroso conglomerado familiar, animan Los Abel, no¬
vela que en 1948 dió a conocer a la autora. La idealidad de los
tipos, el apasionamiento, la prosa poética, la técnica barroca de
violentos claroscuros, el vigor del planteamiento (dentro de ese
clima convencional y morboso de viejo caserón abandonado en el
que aparece el manuscrito de una hipersensible y desquiciada mu¬
chacha), hizo pensar a muchos en Cumbres borrascosas de Emily
Bronté (entonces reactualizada por el cine), más acaso como suges¬
tión que como influencia directa. Tanto valdría recordar a Dos-
toyewski: los Abel son unos Karamazov difusos, y trivializados, a
pesar del crimen final. En cualquier caso, estos modelos, si lo son.
La “nueva oleada" 295
8 “Le pidió a Dios (Juan es aún niño) que le ahorrase la espera... que
le ahorrara crecer, ir creciendo, ir dejando espacios vacíos entre las cosas
y él” (pág. 73). La fusión oscura de atracción y repulsión, rivalidad y cariño
(incluso equívoco, veladamente homosexual) de Juan por su hermanastro
Pablo, es una de sus más trágicas cargas; la huida frustrada, en su niñez,
con Dingo, otra de las fuentes de su ácido resentimiento.
9 No sólo el desgraciado Medinao, sino también el padre, brutal y ri¬
joso, el escurridizo y cobarde titiritero Dingo, e incluso el orgulloso y ani¬
malizado Pablo, son tipos humanos lamentables. (Y las mujeres no cuentan
tampoco sino como presas o como víctimas.) Esta actitud negativa se reitera
en realidad a lo largo de toda la obra de A. M. Matute; apenas hay tipo
que no pudiera hacer suyas las palabras de Daniel a Diego Herrera: “No
tengo ningún orgullo de sentirme hombre" (Los hijos muertos, pág. 180).
298 La novela española contemporánea
12 Alfanhuí, íA ed., pág. 13. Se trata de las primeras frases del capítulo
inicial: “De un gallo de veleta que cazó unos lagartos y lo que con ellos
hizo un niño”.
302 La novela española contemporánea
anodino. Hay entre los once chicos y chicas, cuatro parejas (pero
ni siquiera eso da lugar a otra cosa que a frases consabidas o
brevísimos instantes de tensión —Lucita y Tito, por ejemplo, un
poco bebidos, llegan a besarse, y la chica, en seguida, llora sin saber
por qué: eso es todo—); Daniel, que viene sin pareja, se niega
a subir por la comida, tal como le tocó en suertes; bebe mucho
y ni siquiera se baña; sube en su lugar Miguel, un chico alto al
que le gusta cantar, y el mismo Tito, que, zambullendo en el agua
a otro —Fernando— por divertirse, provoca el mal humor de éste
y una pequeña riña. El tiempo avanza. Los de la tasca beben y
charlan: de la vida, de líos de familia, de sus cosas, de lo que ha
pasado antes (la sombra ya distante de la guerra), o de lo que
pasa ahora: tiempo. Los chicos y chicas toman el sol, se bañan,
beben también, se aburren un poco, charlan. “Asombra pensar
—escribe F. Quiñones13— hasta qué punto ha tenido que reple¬
gar —o retraer— el novelista su propio mundo personal para llegar
a verterse total y exhaustivamente en lo que hacen y hablan los
horteras, los bebedores, los módicos veraneantes del río humilde
y del humilde tiempo. Lo impone así el tema, tal como R. Sánchez
Ferlosio lo vió (el subrayado es mío), y el autor no podía ni debía
sustraerse a él.”
En efecto, lo difícil de discriminar no es ya si ese “tema”, dada
su “vulgaridad”, valía la pena en tanto que materia novelable
(¿por qué no?), sino si el tema tal como está visto (es decir, si la
visión del tema) es adecuada. En otras palabras: ¿son este grupo
de españoles corrientes, de “medio pelo”, realmente tan estúpidos,
tan aburridos, tan abrumadoramente insignificantes como parecen?
¿O es la técnica literaria, y la más o menos involuntaria visión
selectiva, excluyente, que detrás de esa técnica se esconde, la res¬
ponsable de tan abismática nulidad?
III.—Mario Lacruz
NO, íns., 118, octubre 1955. Cfr. en el mismo sentido, J. V(lLLA) P(ASTUR),
en “Pliego Crítico” de AO, 1955, pág. 5.
23 A. Vilanova, Dest., 966, 11 febrero 1956.
24 “Sentía una profunda nostalgia por todo lo que no ha sucedido en mi
vida, por todo lo que ha existido fugazmente... no hay ocasión de vivir lo
3io La novela española contemporánea
que podemos imaginar... Volvía la mirada atrás, y mis treinta y cinco años
se me aparecían solitarios y definitivamente perdidos...” La tarde, Barcelo¬
na, ed. Plaza, 1956, pág. 157.
25 David piensa ante su familia: la tía Emilia “no era más que una
anciana sin sensibilidad ni horizontes”, Salvador “ ¡ qué expresión tan de¬
caída la de su rostro 1”, y en conjunto, reconoce: “Estaban todos carco¬
midos, muertos”, excepto María Antonia (la viuda que se había casado por
interés) “inflexible, tenaz, perentoria” (loe. cit., pág. 97).
La “nueva oleada” 3ii
V.—Juan Goytisolo
dios de Níjar, viajes (Barcelona, Seix Barral, 1960); Para vivir aquí, relatos
cortos (Buenos Aires, Sur, 1960); finalmente, inédita en español, Chronique
d’une He, trad. por R. Marrast (París, Gallimard, 1961).
En prensa este libro, aparecen La isla (México, Seix Barral, 1961), y
Fin de fiesta (Barcelona, Seix Barral, 1962), novelas, y el reportaje La
Chauca (París, Librería Española, 1962).
32 Fiestas, tal como ha sido publicada en español, puede inducir a error
en este sentido: se trata de una edición realizada —según declaraciones del
318 La novela española contemporánea
34 Con razón se ha notado que “en las tres novelas de G.... hay críme¬
nes” lo cual parece indicar uno de los rasgos característicos de su personali¬
dad : la dramatización de lo cotidiano (C. Larra, NI, 4, mayo 1958, pá¬
gina 103). Con posterioridad a este artículo, vemos que en Fiestas el perso¬
naje llamado Gorila es también individuo de pasado legendario y criminal;
su captura por la policía proporciona el nudo de la acción; finalmente, en
La resaca asistimos a un suicidio y a la muerte accidental de una niña.
320 La novela española contemporánea
35 Cfr. “Los límites de la novela” (Dest., enero 1957; art. incl. en Pro¬
blemas de la novela). Refiriéndose a Fiestas el autor escribía a M. E. Coin-
dreau: “J’ai cherché á combiner le réalisme de l’action avec une poésie qui
tirait ses racines de l’action méme" (Jeux de mains, pág. XXII).
La “nueva oleada” 321
parece, con todo, un paso firme, acaso decisivo (con vistas al fu¬
turo) en la carrera del autor. Pues no hace falta insistir en que,
tanto por su edad como por la rápida evolución perceptible a tra¬
vés de sus obras, es obvio que nos encontramos con Goytisolo ante
un novelista, lleno de futuro, en pleno proceso de formación 33.
VI.—Ignacio Aldecoa
43 Cfr. la bibliografía de la nota n.° 39. Una parte de los relatos breves
de Aldecoa sigue sin reunirse en volumen. Ya en 1954 declaraba haber pu¬
blicado en revistas y periódicos “sesenta narraciones cortas y cuatro novelas
breves” (Ateneo, 1 noviembre 1954).
La "nueva oleada” 329
48 Las que hay, por otra parte, suelen ser de gran belleza literaria: "En
la bitácora habita el duende caprichoso de los rumbos, que no se ajusta
más que a la llamada de los polos. Danza, danza y danza más. Nada arriba,
nada abajo. Salta como los delfines, vuela como los albatros; duerme con
los ojos bien abiertos, vela con los ojos bien cerrados; se mece emperezado,
corta paralelos, brinca meridianos. En el carrusel de la rosa de los vientos,
de los rumbos, en la rosa náutica, en la aguja, habita el duende de la in¬
quietud del hombre. El duende que gasta el corazón del marinero en el
juego de sus treinta y dos caprichos principales” (Gran Sol, i.s ed., pági¬
nas 59-60). Las acusaciones frecuentemente hechas a esta novela de barro¬
quismo conceptista o de exceso de tecnicismo en el vocabulario, no me pa¬
recen justificadas. El lector puede juzgar, en cuanto acabamos de transcribir
una de sus páginas más artificiosas. Respecto al vocabulario, basta decir que
sin serme familiar el lenguaje marinero, no he anotado más que diez pala¬
bras desconocidas para mí en todo el libro (palabras cuyo sentido aproxi¬
mado se infiere del contexto, y que son en cierto modo insustituibles: cai-
la, escorar, adujar, salabardear, amura, pañol, trancanil, imbornal, cabilla y
tobera).
La "nueva oleada” 333
49 “Viento del norte, viento del sur, ¡qué más dabal —piensa Orozco—.
Todos los tiempos de la mar eran malos. Todos los días de la mar eran
malos” (págs. 126-127). “—La bajura tiene ahora su comodidad —conversa
el engrasador “Gato Rojo”—, pero en el invierno tiene sus hambres. Yo no
cambiaría el norte por la costa. Puedes ver todos los días a los chavales y a
la mujer, eso sí. Los puedes ver, pero si no tienes qué echarles, porque no
hay dinero, es peor que no verlos, mucho peor” (pág. 197).
50 E. González López, loe. cit., págs. 112-113.
334 La novela española contemporánea
ahí que vengamos a situarlos en línea con los anteriores), las pu¬
blicadas por C. Martín Gaite, L. Olmo, A. Ferres y A. López Sa¬
linas : siete nombres, pues, que vienen a constituir por ahora, a mi
juicio, el ala joven o recién revelada de esa última promoción en¬
cabezada por A. M. Matute, Sánchez Ferlosio, Lacruz, Fernández
Santos, Goytisolo y Aldecoa.
54 Cfr. las págs. 205, 229, 299 y otras, así como los contrastes subrayados
en las págs. 168 y ss. —el ingeniero jefe y Ruiz—; 212 y sigs. —el inge¬
niero en familia, mientras 18 hombres perecen en el salto—, etc. En mu¬
chos de estos contrastes, más que simbolismo, hay una caracterización rea¬
lista s así, cuando Ruiz, hablando de la inteligencia especializada de las abe¬
jas, teme, ante el progreso técnico, una posible “abejización” de la sociedad
y un obrero, tajante, le contesta: “No lo creo. El hombre es e! hombre”
(pág. 236).
La “nueva oleada” 339
pero que lo han orientado hacia el enfoque justo y la percepción
viva de los problemas, en un conjunto tenso, dinámico, abierto
(pese al casi permanente signo trágico de la acción relatada) a la
esperanza.
¿Cuál es, reducida a lo esencial, esa acción? En Central eléc'
trica pasan muchas cosas, pero la línea clave de unión, lo que ori¬
gina, moviliza y funde todo en un argumento coherente, no es
sino la construcción de la presa. Los contrastes, cómicos o trágicos,
a que da lugar el tránsito de la vida rural y casi prehistórica de
Aldeaseca al “progreso” (progreso por otra parte tan aparencial y
manco); la conversión de toda una hueste de labriegos atenidos a
una economía primitiva en modernos proletarios, uncidos al enor¬
me engranaje de capitales, técnicas y función social, pública, que
la presa pone en marcha; el riesgo mismo que amenaza a cada ins¬
tante y sacrifica a veces ciegamente a individuos o a grupos en¬
teros 55; toda la rica gama de situaciones y procesos vitales a que
asistimos, no son sino variaciones en tomo a un tema único: la
Naturaleza ciega parece desafiar, segura, al ajetreado enjambre
humano; sin embargo, prometeicamente, la obra avanza, y cuando
la instalación de la presa llega a su fin, la vibración misma de los
alternadores parece tener un sonido de invisible y obstinada colec¬
tividad. Cierto; hay en todo esto una evidente dosis de roman¬
ticismo que, dadas las condiciones sociales, y la finalidad casi única
de lucro con que la Empresa lleva la obra a cabo, es ambiguo y,
en cierta medida, engañoso; pero el novelista lo sabe muy bien, y
no deja de subrayarlo (incluso, a veces, con extremada crueldad56;
Después del año 54, que vió aparecer las primeras novelas de
Fernández Santos, Goytisolo y Aldecoa, ha sido el 58 el más pró¬
digo en revelaciones durante este decenio. Es en efecto el año en
que Lera (no inédito, pero sí desconocido antes) publica Los cla¬
rines del miedo; en que C. Martín Gaite, en situación análoga,
se ve premiada con Entre visillos; y en que, más rigurosamente
inéditos, se dan a conocer López Pacheco y, según luego veremos,
Luis Goytisolo-Gay. Pues bien, a estos nombres, generalmente con¬
siderados hoy como insustituibles entre los novelistas jóvenes, creo
de justicia añadir el de Lauro Olmo 57, que después de figurar
como poeta y cuentista notable, destaca precisamente como fina¬
lista del Nadal al lado de C. Martín Gaite con su novela Ayer,
27 de octubre (1958).
Si ya el título del libro de Olmo está indicando, simultánea¬
mente, su limitación temporal —un día—, y el carácter delibe¬
radamente anodino de ese tiempo acotado —un 27 de octubre,
59 Cfr.: “El sol había crecido hasta llenar el cielo, y de nuevo todo vol¬
vía a ser como la muerte, un fulgor incoloro, un silencio sin pájaros, un
soplo borroso entre las quietas colinas... Labrar y sembrar, y mirar el cielo
despejado un mes y otro... Oh, ¿quién era, quién había plantado algarro¬
bos?", pág. 240.
La “nueva oleada” 345
una nueva o!eada de lo que, allá por los años treinta, venía cons-
tituyéndose bajo el nombre (un tanto excesivo, entonces como
ahora) de “literatura proletaria”.
Por lo que se refiere a La mina, la precisión y el rigor con que
está planteada la situación de la familia protagonista en su con¬
texto social —como jornaleros sin trabajo en un pueblo andaluz
potencialmente rico, primero; como emigrantes forzosos luego en
el poblado minero, subrayando crudamente el contraste entre la
dura realidad cotidiana y la inextinguible nostalgia e ilusión de
un regreso triunfante al campo, como dueños de un trozo de tierra;
ilusión que ha de truncarse, con la vida misma del campesino mi¬
nero y de sus camaradas, en un accidente doblemente trágico como
fruto de la irresponsabilidad y avaricia de la Empresa—, esta si¬
tuación prototípica aparece encarnada en personajes vivos, convin¬
centes, admirablemente singularizados (y ello no sólo la familia
protagonista, sino cada uno de los otros siete mineros de la Cuarta
Galería que han de quedar aplastados en el hundimiento final; e
incluso, en unas pocas pero certeras escenas o referencias, sus fa¬
milias respectivas). Hasta el ambiente colectivo del pueblo minero,
con sus casucas y calles repletas de humanidad bullente, sus ta¬
bernas, su Café Español, su cine del domingo, las residencias con
jardines de los técnicos e ingenieros, etc., no por muy conocido y
tratado pierde frescura y novedad en manos de un narrador que
en cada momento sabe dar el toque oportuno de humor, de se¬
riedad, de dramatismo o de viril y contenida ternura.
A casi treinta años de distancia creemos, pues, poder percibir,
en esta nueva iniciación, un terreno más sólido y seguro, una vi¬
sión de los problemas más compleja y totalizadora que la entonces
representada por Arderíus, Díaz Fernández, Carranque de Ríos o
Arconada. (En cuanto al caso aparte de Sender, ya vimos cómo,
a cambio de profundizar en su mundo novelesco personal, había
llegado a renunciar casi completamente a la dimensión crítica y
combativa de sus primeros relatos). Por el contrario, la síntesis de
La “nueva oleada” 353
cual se han dado a conocer casi todos los humoristas recientes, em¬
pezando por su actual director, Alvaro de Laiglesia.
“Tono” y Mihura, no obstante, han orientado su ingenio hacia
formas de sátira o esbozos narrativos muy breves, cuando no hacia
el teatro, en el que han obtenido grandes éxitos; desde nuestro
punto de vista, por tanto, apenas cabe más que citar como exce¬
lentes libros de humor, pero tan desarticulados en sus motivos te¬
máticos, tan sin “argumento” unitario, que resultaría completa¬
mente excesivo considerarlos como novelas (incluso en aquellos
casos en que la sátira y el juego ingenioso apoyado en el detalle
concreto adopta cierto aspecto —atomizado, discontinuo, secunda¬
rio y alusivo— de narración), algunas de sus obras; principalmente
Mis memorias (1948) de Mihura, o el Diario de un niño tonto
(1948), Romeo y Julita (1955) y Conchito (1957) de “Tono”.
4 Bilbao, 1898. Conocido ante todo como periodista, vivió mucho tiem¬
po en Marruecos, donde dirigió las escuelas árabes de Larache y Tetuán.
Actualmente es director del semanario Domingo. Ha publicado versos, bio¬
grafías, y, junto a las novelas citadas s Primavera en Castilla (1925), Como
¡as algas muertas (1938), La casa de las rosas amarillas (1943), Chiquita de
Bilbao, y La disparatada vida de Elisabeth (1944), Los que no descienden
de Eva (1946), y Yo robé el Arca de Noé (1950).
37» La novela española contemporánea
de “aquella” vida anterior (tema que recuerda, salvando todas las distan¬
cias, la vivencia central de Cómo se hace una novela, de Unamuno). El
personaje, aunque se “siente” partido en tres (el que conoció la amante, el
que trató al amigo, y el que es ahora), viene a ser el mismo, pero en la
conclusión del relato su fría crueldad frente a lo que llama “la película
apestosa de mi vida” (pág. 17) parece emplazarlo a volverse “otro”: no es
fácil sostenerse aceptando que “hay muchos placeres cobardes, pero el de
caer de pleno sobre la cobardía como sobre un colchón y refocilarse lla¬
mándose y sabiéndose cobarde... es un placer absoluto”. Pág. 62.
12 Sevilla, hacia 1903. Hijo de los marqueses de San Gil y pariente
del poeta Villalón (Villalón Daoiz es el segundo apellido de Halcón, y
Daoiz Halcón el segundo del poeta). Fue director del Instituto de Cultura
Hispánica y de la revista Vértice; actualmente lo es de Semana. Reside
habitualmente en Madrid o en Sevilla, con largos viajes al extranjero.
Acaba de ser elegido miembro de la Real Academia Española.
13 Junto a la lengua “ágil, lacónica, vivaz, escueta, pero que suena a
Apéndice al tomo II, cap. VIII 383
18 Novelas para leer en un viaje, Prólogo, pág. 9. Este libro está inte¬
grado por “El misterioso señor Alvarado”, “Juan entre los locos”, “El claus¬
tro del ascensor”, “Las dos ambiciones”, “El marido de la locutora”, "Las
mellizas”, “Ernesto y el 48.720”, “Su gran vanidad", “Las tres muchachas
y el violinista”, y “Amor y botánica”.
388 La novela española contemporánea
II
III
Al tomo I
Entre otros datos que sería posible añadir o rectificar (y así es¬
pero hacerlo si el libro alcanza una nueva edición), quiero dejar
ahora constancia de los más importantes:
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
A(YUSO), G., “M. Mur Oti: Destino negro”, en lns., 53, 15 mayo
I95°, 5-
Campos, J„ “Destino negro”, en ÍAL, 26, febrero 1950.
Alfaro, M., “Susana March: Algo muere cada día”, en lns., 121,
15 enero 1956.
426 La novela española contemporánea
CANO, J. L., “Rosa M.& Cajal: Juan Risco”, en Ins., 34, 15 octu¬
bre 1948, pág. 5.
Capítulo XIII
Campos, }., “J. Blanco Amor: La vida que nos dan", en íns., 108,
15 diciembre 1954.
Esteva-Fabregat, C„ “Todos los muros eran grises, por J. B. A.”,
en /AL, 105-106, octubre-noviembre 1957, 30-31.
Varela, J. L., “Los hijuelos de la víbora” (Antes que el tiempo
muera), en EL, 169. 15 mayo 1959.
Capítulo XIV
Cano, J. L., “Los hijos muertos”, Ibid., 146, 15 enero 1959, 8-9.
Cano, J. L., “Primera memoria”, Ibid., 161, abril 1960, 8-9.
2. Especial (tomo I)
Capítulo I
UNAMUNO, NOVELISTA
Capítulo II
i
Capítulo III
PIO BAROJA
Capítulo IV
AZORÍN
Capítulo IX
GABRIEL MIRÓ
Capítulo X
VB — La Vanguardia. Barcelona.
VdP — La Vie des Peuples. París.
VyL — Virtud y Letras. Manizales, Bogotá.
WR — Western Review. Iowa.
Ya — Ya. Madrid.
ÍNDICES
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS
Abad, C. M., I, 552, 556. Agustí, Ignacio, II, 288, 315, 342;
Abril, Manuel, I, 559; II, 41, 47, III, no, 112, 120, 130-139, 140,
65-70; III, 355, 376; La Salvación, 147, 176, 249, 252, 410, 413; Los
II, 66-70; III, 376. surcos, III, 131, 132, 134-135, 138;
“La ceniza fué árbol”, III, 131, 135;
Acevedo, Evaristo, III, 373; Los
Mariona Rebull, II, 342; III, 106,
ancianitos son una lata, III, 373.
131-133, 136-137, 147, 413; El viu¬
Acevedo, Isidoro, III, 53; Los to¬ do Ríus, III, 131-133, 136, 137-138;
pos, III, 53. Desiderio, III, 131, 132, 136, 138-
Acosta, José María, I, 378; Amor 139.
loco y amor cuerdo, I, 378; Entre Agustín, Francisco, I, 469, 470, 472,
III, 394; Cuando llegue el verano 226, 425; Alguien pasa de pun¬
Alfaro, M., II, 402; III, 196, 422, Amado, A., III, 410.
Alfonso, José, I, 545; III, 445. Ambruzzi, L., I, 564; II, 401.
Amor Vázquez, J., III, 442.
Alonso, Amado, I, 56, 64, 67, 68,
Amorós, Juan Bautista, III, 403, 440.
530.
Alonso, Dámaso, I, 434, 560; II, Anceschi, L., II, 399.
355; Sentimental dancing, II, 269; La sirena furiosa, II, 79; La vuel¬
Naufragio en la sombra, II, 269- ta del muerto, II, 77, 78; Una
270. santa mujer, II, 78; Caza mayor,
Andrónico (seud.), II, 414. II, 78.
Andújar, Manuel, III, 178, 273, Arauz de Robles, José María, I, 381.
275-277, 430; La llanura, III, 275; Arbó, Sebastián Juan, II, 285, 351,
El vencido, III, 275-277, 430; El 352, 375-379, 413; III, 176; La
destino de Lázaro, III, 275, 430. luZ escondida, II, 376; Tierras del
Angulo, Julio, III, 389; Lluvia de Ebro, II, 376, 413; Caminos de
cohetes, III, 389; De dos a cuatro, noche, II, 376; Tino Costa, II,
III, 389; Del balcón a la calle, III, 376, 413; Sobre las piedras grises,
389. II, 377, 378, 413; María Molinari,
Antón del Luis, I, 380;
Olmet, 377* 413; Martín de Caretas, II,
II, 7, Hieles, I, 380; El ve-
216; 377, 378; Nocturno de alarmas,
neno de la víbora, I, 380; Como II, 377, 378.
la luna, blanca, I, 380; Espejo de Arce, Manuel, III, 334, 391, 396;
los humildes, I, 380; El encanto Testamento en la montaña, III,
de sus manos, I, 380; La verdad 396: Pintado sobre el vacío, III,
en la ilusión, I, 380; II, 216; El 396; La tentación de vivir, III,
hidalgo D. Tirso de Guimares, I, 396.
380; Corazón de leona, I, 380; Arce Robledo, C. de, III, 417, 435.
Robarás, matarás, I, 380; San Dí¬ Arco, J. del, III, 426.
ñente, I, 380; Cruz Verde, I, Arconada, César M., II, 189-191,
380; El marqués de la Quimera, 282, 283; III, 11, 12, 21, 30-35,
I, 380. 51, 66, 70, 107, 131, 176, 272,
Aparicio, F., II, 406, 409. 338, 352, 405; La turbina, III, 12,
Aparicio, Octavio, III, 391; El amor 31-32, 34, 338; Los pobres contra
amargo, III, 391. los ricos, III, 32-34; Reparte de tie¬
Apollinaire, II, 98. rras, III, 32-34; Río Tajo, III, 33.
Aragón, I, 512. Arderíus, Joaquín, I, 385; II, 190,
Arana, José Ramón, III, 60, 80, 191, 223; III, 7, 11, 12-22, 25,
84, 85; El cura de Almuniaced, 34, 117, 352, Mis mendigos,
405;
III, 84; “Nieblas", III, 84; “El III, 13, 14; Así me fecundó Zara-
misterio de Alexis Zucolín”, III, tustra, III, 14; Yo y tres mujeres,
84: “El último sueño de Cervan¬ III, 14; Ojo de brasa, III, 15; La
tes”, III, 84; “Pasión y muerte duquesa de Nit, III, 15; La es¬
del negro Blas”, III, 84; “Ventu- puela, III, 14, 15; Los príncipes
rián”, III, 84. iguales, III, 13, 14, 16, 405; El ba¬
Aranguren, José Luis, I, 524; II, ño de la muerta, III, 16; Los ama¬
59, 399, 400, 407, 412; III, 408. dores de Manqueses, III, 13, 16;
Araquistáin, Luis, II, 41, 76-79; Las Justo ‘‘El Evangélico", III, 16-17; El
columnas de Hércules, II, 77; El comedor de la pensión Venecia, III,
archipiélago maravilloso, II, 77, 17, 20; Lumpenproletariado, III,
78; Vida y resurrección, II, 78-79; 18; Campesinos, III, 18-20, 34; Cri-
460 índice de nombres propios
men, III, 20*21, 117; Club Tum¬ ávalos, Fernando, III, 391, 397,
ba, III, 20; Ley de fugas, III, 422; El plazo, III, 397.
20 . Ayala, Francisco, II, 188, 189, 191,
Arenal, Concepción, II, 374. 195, 213, 234-236, 237-246, 305,
Artola, M., II, 407. gel, II, 240; Cazador en el alba, II,
Arzadún, J., I, 21. 240-241, 408; Historia de un ama¬
Arraco, Jesús, III, 442. necer, II, 240; Los usurpadores,
Arrarás, J„ II, 397. II, 238, 241-243, 407, 408; “El he¬
Arregui y Olachea, Beatriz, I, 531. chizado”, II, 242, 243; “Los im¬
postores", II, 242; “San Juan de
Arroitia Jáuregui, M., III, 410, 415,
418, 423, 426, 428. Dios”, II, 242, 243; “El Doliente”.
Aub, Max, I, 310, 440, 511, 515; II, II, 242; “El abrazo”, II, 242, 243;
106, 157, 159, 185, 189, 195, 196, La cabezadel cordero, II, 238,
237, 238, 246, 284, 315, 352, 395, 239, 243-245, 407, 408; El
241,
407; III, 47, 59, 60, 65-17, 80, mensaje, II, 244; El Tajo, II, 244,
88, 92, 95, 147, 176, 272, 273, 408; El regreso, II, 244-245; Me¬
283, 408; Geografía, III, 67;
407, dusa artificial, II, 237; Historia de
Fábula verde, III, 67, 408; Luis macacos, II, 238, 245, 408; “Co¬
ÁlvareZ Petreña, III, 67-69, 408; misario de embarque”, II, 246;
“El laberinto mágico”, III, 69, 70; Muertes de perro, II, 238, 246,
Campo cerrado, III, 69-71, 72-73, 407, 408.
75, 408; Campo de sangre, III, Ayala Viguera, Félix, III, 389;
69-71, 73-74, 75, 77; Campo abier¬ Gentes nuevas en el Tell, III,
to, III, 69-71, 74, 75, 408; No 389; Los que aprendieron a vivir,
75, 408; Las buenas intenciones, Ayesta, Julián, II, 402; III, 177,
III, 75-76, 77, 408; Jusep Torres 394; Helena, o el mar de verano,
Campalans, III, 76, 77, 408; La III, 394-
verdadera historia de la muerte de Ayguals de Izco, W., III, 222.
F. F. y otros cuentos, III, 77; La Ayuso, G., III, 424.
calle de Valverde, III, 77; Tierra Azaña, Manuel, I, 296, 531, 564;
de campos, III, 69; Campo fran¬ II, 54-58, 214,
41, 227, 263; El
cés, III, 69. jardín de los frailes, II, 55-58, 399.
Aunós, Eduardo, III, 374-376; Al¬ Azcárate, II, 54.
mas amorosas, III, 374; Los vi¬ Azcárraga, A. de, I, 99, 537.
ñadores de la última hora, III, Azcoaga, Enrique, III, 177, 258-260,
375; El jardín de los muertos, III, 410, 428; El empleado, III, 258-
375. 260, 428.
Índice de nombres propios 461
Azcona, Rafael, III, 372-373; Vida Bacarisse, Mauricio, I, 564; II, 47,
del repelente niño Vicente, III, 189, 191, 223-227, 407 j III,
212,
372; Los muertos no se tocan, 66, 355, Las tinieblas flori¬
379;
nene, III, 372; El pisito, III, 372: das, II, 224; Los terribles amores
Los ilusos, III, 372; Pobre, para¬ de Agliberto y Celedonia, II, 224-
lítico y muerto, III, 372; Los eu¬ 227; III, 379.
ropeos, III, 372. Bacci, L„ I, 554.
AzorÍN, I, 49, 53, 84, 103, 104, 106, Bach, III, 135.
109, 114, 115, 121, 127, 136, 149, Baeza, F., II, 402; III, 126, 410,
151, 153, 169, 177, 179, 184, 216,
4i7. 434-
231-260, 262, 277, 278, 287, 296, Baeza, R., I, 276, 531, 545, 560, 561;
415, 434-437, 439, 440, 442, 443, II, 402; III, 445, 446.
465, 517, 527, 531, 537, 540, 541, Bagaría, I, 287.
543- 545. 55°. 55i. 552. 562, 563; Bahr, Hermann, I, 525.
II, 95, 154, 204, 289, 298, 363, Bahr, Max, I, 515.
364, 369; III, 204, 245, 268, 438, Bailiff, L. D., I, 543.
439, 440, 445; La voluntad, I, 150, Balseiro, J. A., I, 23, 32, 515, 525,
216, 234, 235-237, 238, 239, 242, 53i. 537. 545. 564-
249, 254, 260, 443, 546, 550; An¬ Balzac, I, 129, 307, 528; II, 297,
tonio Azorín, I, 237-239, 254, 260, 313; III, 124; La peau de cha¬
548, 550; Las confesiones de un grín, I, 528.
Barbusse, Henri, I, 324; III, 27; 101-103, 107, 109, 131, 134, 140,
L’Enfer, I, 324. 146, 149*152, 188, Para*
216, 543;
Barce, R., III, 405. dox, rey, I, 108, 128, 131, 134, 147*
Barea, Arturo, I, 525; II, 238, 149, 196, 545; "La lucha por la
284; III, 59, 60, 61*65, 75, 77, vida”, I, 107, 126, 131, 149, 152*
80, 85, 87, 95, 96, 147, 176, 272, 159, 224, 539; La busca, I, 131,
273, 284, 405, 407*408, 409,
283, 134, 140, 154, 155*156, 542, 544:
410, 431; Valor y miedo, III, 61; II, 347; Mala hierba, I, 131, 154,
"La forja de un rebelde”, III, 61* 156*157; Aurora roja, I, 107, 109,
64, 87, 407; La forja, III, 63, 65; 131» 149. 153. 154. 157*159; "El
La ruta, III, 63; La llama, III, pasado”, I, 109, 131, 160*166; La
63, 64, 77; La raíz rota, III, 61, feria de los discretos, I, 102, 131,
64, 65, 85; El centro de la pista, 160*162, 545; Los últimos román*
III, 61. ticos, I, 131, 163*164; Las trage*
Barja, César, I, 66, 252, 310, 495, dias grotescas, I, 131, 164*166; "La
525. 53i. 538, 545. 557. 565- raza”, I, 131, 166*172; La dama
Baroja, Pío, I, 48, 49, 51-53, 55- 57* errante, I, 102, 131, 166*168, 543;
97*229, 234, 236, 280, 287, 304, La ciudad de la niebla, I, 103,
318, 343, 384, 385, 415, 460, 485, 131, 166*168, 169, 224, 543; El
492, 518, 529, 537*545, 547, 549, árbol de la Ciencia, I, 131, 134,
550. 553. 565; II, 159, 279, 287, 146, 167, 169*172, 188, 216, 543;
288, 298, 307, 318, 347; III, 41, III, 315; "Las ciudades”, I, 131,
48, 66, 92, 96, 106, 204, 215, 224, 172*180; César o nada, I, 103, 108,
226, 254, 313, 315, 316, 403, 412, 109, 130, 131, 134, 173*175, 188,
438, 439, 440, 442, 444; "Vidas 304, 543; El mundo es ansí, I,
sombrías”, I, 103, 109, 123, 135* 103, 130, 131, 176*177, 541, 543;
137, 138, 544; “Bondad oculta” La sensualidad pervertida, I, 109,
I, 136; “El vago”, I, 136; “Pa- 130, 131, 134, 178*180, 537, 539;
tología del golfo”, I, 136, 137; III, 444; "El mar", I, 125, 132, 134,
“Mari-Belcha”, I, 137; "Tierra 178, 180*187, Las inquietudes
225;
vasca”, I, 130-132, 137*145; La de Shanti Andía, I, 132, 181*182,
casa de AiZgorrí, I, 71, 109, 124, 187, 539, 543; El laberinto de las
128, 131, 137*140; El Mayorazgo sirenas, I, 103, 132, 181, 183*184,
de LabraZ, I. 129, 131, 134, 137, 544; Los pilotos de altura, I, 126,
140*142, 540, 544; Zalacaín el 132, 184*186; La estrella del capi*
aventurero, I, 104, 118, 131, 134, tán Chimista, I, 119, 126, 132,
142*143; 187, 539, 541, 543; III, 184, 186*187; “Memorias de un
48; La leyenda de Jaun de Al* hombre de acción”, I, 125, 126,
Zate, I, 128, 130, 131, 144*145; 130, 132, 134, 163, 187*208, 543,
“La vida fantástica”, I, 131, 145* 544; El aprendiz de conspirador,
152; Aventuras, inventos y mixti* I, 132, 193*194; El escuadrón del
ficaciones de Silvestre Paradox, I, Brígante, I, 132, 134, 188, 193,
101, 131, 146*147, 150, 152, 544; 198*199; Los caminos del mundo,
III, 226; Camino de perfección, I, I, 132, 194; “La culta Europa”, I,
índice de nombres propios 463
la intriga, I, 132, 203; Las figuras la”, I, 220; Susana, I, 133, 222,
los locos, I, 120, 132, 203*204; Las dio, I, 103, 133, 223*225; III, 444;
mascaradas sangrientas, I, 128, Los impostores joviales, I, 133;
132, 188, 198; Humano enigma, Los espectros del castillo, I, 133;
227; Los enigmáticos, I, 133; Sa¬ Bastid, Ricardo, III, 272, 284, 334,
turnales, I, 227; El cantor vaga¬ 431; Puerta del Sol, III, 284.
bundo, I, 110, 133, 227-728, 544; Bataillon, Marcel, I, 538, 565.
Las veladas del chalet gns, I, 133, Baudelaire, I, 57, 360, 418; II, 98,
228; La obsesión del misterio, I, 325. 381-
133. 229. Baunefoy, Alexander, I, 561.
Baroja, Ricardo, I, 102, 515, 531, Bautista Villarde, G., II, 308.
538; III, 215, Aventu¬
402, 403; Bayo, Ciro, I, 102; III, 402, 403,
ras del submarino alemán U, III, 443; El peregrino entretenido, III,
403; De tobillera a cocota, III, 403; Lazarillo español, III, 403;
403; Fernanda, III, 403; Fiebre Orfeo en el infierno, III, 403; El
de amor, III, 403; Los tres retra¬ peregrino en Indias, III, 403; Chu-
tos, III, 403; La última corrida, quisaca o la plata perulera, III,
III, 403; Historia verídica de la 403; Los Marañones, III, 403; Los
Revolución, III, 403; La nao Ca¬ Césares de la Patagonia, III, 403;
pitana, III, 403; La tribu del Hal¬ Los Caballeros del Dorado, III,
cón, III, 403; El coleccionista de 403; Venus, catedrática, III, 403;
una vida, III, 403; Los dos her¬ Bécaraud, J., III, 411.
hu, III, 403; Acher, III, 403. Becker, Alfred W., I, 561; III, 446.
Baronesa Alberta (seud.). V. Ba- Bécquer, I, 316, 366; II, 179; III,
Barriobero, Eduardo, III, 388; Gue¬ Belda, Joaquín, I, 387, 388, 401,
ballero con la mano al pecho, III, Más chulo que un ocho, I, 422:
388; El airón de los Torre-Cum¬ Las noches del Botánico, I, 422;
bre, III, 388. Las chicas de Terpsícore, I, 422;
Bassols, Claudio, III, 397; El car¬ La Diosa Razón, I, 422; El com¬
naval de los gigantes, III, 397. padrito, I, 422; Carmina y su no-
índice de nombres propios 465
reta, III, 389; Oro y barro, III, Bronte, Charlotte, III, 295.
389. Bronte, Emily, III, 294; Cumbres
Bontempelli, Massimo, II, 186. borrascosas, III, 229, 294.
Borelli, M., III, 435. Brooks, Bárbara, I, 525.
Borrás, Tomás, II, 188, 191, 285, Brooks, J. L„ I, 531.
352» 353* 357-362, 402: III, 59; Brueghel, II, 180.
La pared de tela de araña, II, Brussot, M., I, 538.
358-360; Noveletas, II, 358; La Buck, Pearl S., II, 381; III, 262.
mujer de sal, II, 358, 360-362; Buchnan, M. A., III, 274.
Luna de enero y el amor primero, Bueno, Manuel, I, 51, 103, 275,
II, 358, 362; Cuentos con cielo,
277-284, 354, 551; Jaime el Con¬
II, 358; Checas de Madrid, II,
quistador, I, 278, 551; Poniente
357; Casi verdad, casi mentira,
solar, I, 278; Corazón adentro, I,
II, 358; La cajita de los asom¬
278, El dolor de vivir, I,
551;
bros, II, 358; La sangre de las
278; El sabor del pecado, I, 280-
almas, II, 357; Cuenta cuentos,
II, 358; Antología de los borra¬
282, 283; Los nietos de Danton, I,
ses, II, 358; Algo de la espina y
282-284.
Bueno Martínez, G., III, 123, 124,
algo de la flor, II, 358; Pase us¬
411.
ted, fantasía, II, 358; Sueños con
los ojos abiertos, II, 362; “La da¬ Buffum, Mary E., I, 516.
ra en que no pasó nada", II, 362; Buñuel, Miguel, III, 394, 420, 426;
“El poder del pensamiento”, II, Narciso bajo las aguas, III, 394;
362; Oscuro heroísmo, II, 362; El niño, la golondrina y el gato,
Polichinelita, II, 362; Azul contra III, 394-
gris, II, 362. Burgos, 49-53,
Carmen de, II, 41,
Borrow, II, 55. 381, 399;La hora del amor, II,
Botín Polanco, Antonio, II, 270- 50; La rampa, II, 50; Las inse¬
271, 402, 408; III, 355; La Di¬ parables, II, 50; Senderos de vi¬
vina Comedia, II, 270; Él, ella y da, II, 51; El honor de la fami¬
ellos, II, 270; Virazón, II, 270; lia, II, 51; El abogado, II, 51;
Logaritmo, II, 270-27/; Peces jo¬ Los usureros, II, 51; El descono¬
viales, II, 270. cido, II, 51; La mujer fría, II,
Boulanger, M„ III, 437. 51; La que se casó muy niña, II,
Bourget, Paul, I, 350; II, 298. 51; El último contrabandista, II,
Bousagol, G„ I, 554, 51; Los anticuarios, II, 51, 399;
Bousoño, C., III, 431. El retorno, II, 51, 399; Los espi¬
Caba, Pedro, I, 551; II, 351; III, 356, 557; El amigo Chirel, I, 356,
385*386; La otra, III, 385; Las 557; La revolución de Laíño, I,
galgas, III, 385; Tierra y mujer, 356*358, 557; El enigma de las lia*
o Lazara la profetisa, III, 385*386; mas azules, I, 359; El vellocino de
Crimen en la frontera, III, 386. plata, I, 359; El pecado de San
Cabaleiro Goas, M., I, 525. Jesusito, I, 358; La noche mil y
“Caballero Audaz”, El (seud.). V. dos, I, 358; Cárcel de seda, I,
Carretero, José María. 358; La sirena rubia, I, 359: El
Caballero Bonald, J. M., III, 121, tributo de las siete doncellas, I,
416. 358*359; Una morena y una rubia,
Cabañas, Pablo, I, 123, 135, 136; I, 359; Crimen de mujer, I, 359;
II, 412; III, 119, 182, 201, 411, Machicha Monroy, I, 359; “Epi*
419, 422, 426. sodios Contemporáneos”, I, 359;
Cabezas, Juan Antonio, II, 351, III, 402; Cuando la boda del Rey,
374*375, 413; Señorita 0*3, II, 374, I, 359; III, 402; Madrid'grado, I,
375; La ilusión humana, II, 374, 359-
375; Héroe de paz, II, 374. 375 í Camba, Julio, I, 356; III, 112, 365.
La montaña rebelde, II, 375. Camín, Alfonso, I,'354; La Car*
Cabot, José Tomás, III, 391, 397,
mona, I, 354; Entre volcanes, I,
433; El piquete, III, 397.
354-
Cabrera, R., III, 444.
Campanella, I, 235.
Cajade, Ramón, III, 397; El triunfo Campbell, R. F., III, 447.
de los derrotados, III, 397; Es la Campo, Agustín del, I, 546; III,
vida, III, 397; El camino manda, 184, 235, 371, 420, 426.
III, 397- Campos, Jorge, III, 177, 390, 394,
Cajal, Rosa María, III, 177, 232* 408, 416, 422, 424, 430, 432, 437,
234, 426, 432; Juan Risco, III, 232,
440; Seis mentiras en novela, III,
233, 426; Un paso más, III, 233,
394; Eblis, III, 394; En nada de
234; Primero derecha, III, 233,
tiempo, III, 394; Vida y trabajos
234. de un libro viejo contados por él
Calderón, I, 144, 269; II, 78.
mismo, III, 394; Pasarse de bue*
Caldwell, III, 313. nos, III, 394; Vichori, III, 3945
Caltofen, R., II, 410. El atentado, III, 394; El hombre
Calvo de Aguilar, Isabel, I, 516; y lo demás, III, 394: Tiempo pa*
III, 391;Doce sarcófagos de oro, sado, III, 394.
III, 391;La isla de los siete pe* Camus, A., I, 172, 274; III, 115,
cados, III, 391; La danzarina in* 116, 280, 283; L’étranger, I, 274:
móvil, III, 391. III, 105, 307; La peste, III, 307.
Calvo Serer, R., III, 438. Candamo, Bernardo G. de, I, 538,
nombre, III, 397; Han matado a Cardona, R., II, 401; 111, 438.
un hombre, han roto un paisaje, Carmona Blanco, J., III, 407.
III, 397; Temperamentales, III, Carmona Nenclares, Francisco, I,
397; Pueblo (Los importantes, 1), 538, 558-560.
III, 397. Carnicer, R., II, 410.
Cano, José Luis, I, 531; II, 236, Caro Baroja, Julio, I, 538.
338, 347, 348, 401, 407, 409, 410, Carpintero, H., III, 446.
413, 414; III, 126, 153, 249, 256, Carranque de Ríos, Andrés, II,
308, 324, 409, 411, 413, 414, 416, 190, 191, 259, 283, 375; III, 8,
417, 419, 420, 421, 423, 424, 426, 11, 12, 21, 48-51, 52, 66, 107,
427, 428, 429, 430, 431, 432, 433, 131, 352, 406-407; Uno, III, 48,
434. 435- 437. 442. 49, 50, 406; La vida difícil, III,
Cansinos Assens, Rafael, I, 57, 12, 48, 49, 51, 406; Cinematógra¬
127, 128, 149, 262, 266, 279, 285, fo, III, 48, 50, 407.
287, 288, 300, 301, 310, 311, 316, Carranza, C. P., II, 400.
324, 349, 351, 352, 355, 365, 371- Carrasco, Cástulo, III, 373; A
373, 379, 390, 391, 401, 406, 407, bordo de un teléfono, III, 373.
416, 417, 421, 516, 546, 551, 552, Carredano, Vicente, III, 178, 394;
554* 557'56o, 565; II, 12, 14, 78, Los ahogados, III, 394; No quiero
94, 98, 101, 102, 108, 219, 221, quedarme solo, III, 394.
397, 401, 407, 409; III, 13, 14, Carrere, Emilio, I, 346, 352-353,
405; El pobre Baby, I, 379; La 374; La cofradía de la pirueta,
encantadora, I, 379; Las cuatro I, 352; Los ojos de la diablesa, I,
gracias, I, 379; El eterno milagro, 352; La tristeza del burdel, I,
I, 379; La Madona del Carrousel, 352; Elvira la espiritual, I, 352;
1, 379; En tierra florida, I, 379; Flores de meretricio, I, 353; Las
Los sobrinos del diablo, I, 379; sirenas de la lujuria, I, 353; La
La huelga de los poetas, I, 379; casa de la Trini, I, 353; El reloj
El movimiento U. P., I, 379; El del amor y de la muerte, I, 353;
madrigal infinito, I, 379; Las lu- Aventuras de Amber el luchador,
minarías de Hanukah, I, 379. I, 353; La calavera de Atahualpa,
Cañedo, J., III, 419. I, 353; La torre de los siete joro¬
Capdevila, I, 425; Memories
Luis, bados, I, 353,
d’un Hit de matrimoni, I, 425; La Carretero, José María, I, 311, 345,
mujer, la noche y el amor, I, 425; 387, 413, 415, 420, 422-423,
388,
El hombre que ha amado mucho, 477; La Virgen desnuda, I, 423;
I, 425; El demonio en el cuerpo, Desamor, I, 423; De pecado en
I, 425; La casa alegre, I, 425. pecado, I, 423; El breviario de
Capilla Beltrán, J., I, 561. Blanca Emeria, I, 423; La bien
Capote, T., III, 318. pagada, I, 423; En carne viva, I,
Carandell, J., I, 549. 423; La sin ventura, I, 423; El
Caravia, Pedro, I, 525. divino pecado, I, 423; Con el pie
Carballo Picazo, A., III, 424. en el corazón, I, 423; Un hom¬
Cardenal Iracheta, M., III, 412. bre extraño, I, 423; Hombre de
Indice de nombres propios 469
ras del día, III, 394; El Zapato, iii, 113, 126-128, 129, 130, 410,
III, 394; Dos novelas de amor, 411, 412, 413; El molino de vien¬
III, 394- to y otras novelas cortas, III, 113,
Castro Villacañas, D., II, 410 j III, 129, 411; Santa Balbiria, III, 129;
426, 429. Timoteo, el incomprendido, III,
Castro de Zubiri, C., III, 414. 129; Café de artistas, III, 129;
Castrovjejo, Concha, III, 59, 177, Tobogán de hambrientos, III, 113.
242-244, 427; Los que se fueron, Celaya, Gabriel, III, 177, 184-185,
III, 242-243, 427; Víspera del odio, 361, 420; Lázaro calla, III, 184-
III, 242, 243. 185, 420.
Castroviejo, José María, III, 395; Cernuda, Luis, II, 352, 401; III, 66.
El pálido visitante. Ejemplares re¬ Cero (seud.), V. Perdiguero Camps.
latos de avisos y apariciones en el Cervantes, I, 97, 115, 220, 311, 438,
Finisterre, III, 395. 455, 472, 493, 495; II, 93, 365,
Catalán, Diego, III, 441. 375! III. 173. 204, 333, 391, 441;
Catulo, II, 156. Quijote, I, 54, 115, 220, 285, 318,
Cavia, Mariano de, I, 103. 319, 421, 495, 497, 502, 527; II,
Cayol, A. (seud.), V. Campo, Agus- II, 24, 232, 365.
tín del. César, II, 37.
Cejador, J., I, 312, 328, 329, 348, Cestero, M., I, 532.
35i. 352. 355. 360, 378. 379. 386, Cienfuegos, Sebastián, II, 395; III,
388, 401, 404, 406, 419, 421, 424, 431.
432, 516, 561, 565. Ciges Aparicio, Manuel, I, 299-308,
Cela, Camilo José, I, 99, 104, 274, 406, 552; II, 189; El vicario, I, 302-
304, 526, 538; II, 238, 307, 315, 303, 308; La romería, I, 303-
320, 321, 392, 409; III, 106, no, 304, 308, 552; Villavieja, I, 304-
111-130, 131, 139, 145, 147, 173, 305, 308, 552; El juez que perdió
176, 181, 185, 194, 202, 204, 245, la conciencia, I, 305-306, 308;
246, 249, 252, 262, 281, 285, 289, Circe y el poeta, I, 306-307, 308;
313, 326, 364, 410-413, 428, 433, Los caimanes, I, 307-308.
438, 439, 440, 444; La familia de Cimorra, Clemente, III, 273, 284;
Pascual Duarte, I, 104, 274; III, Cuatro en la piel de toro, III,
106, iii, 113-117, 130, 131, 147, 284; El caballista, III, 284.
262, 411, 412; Pabellón de repo¬ Clarasó, III, 360, 362-364;
Noel,
so, III, 113, 117-118, 412, 413; “Novelas de malas costumbres”,
Nuevas andanzas y desventuras de III, 362; La señora Panduro sirve
Lazarillo de Tormes, III, 113, 117, pan blanco, III, 362; Enrique Se¬
118-119, 410, 411; La colmena, II, gundo el Indeciso, III,* 362; Tres
320, 321, 392; III, 112, 113, 117, eran tres los yernos de Eleno, III,
119, 120-124, 126, 127, 129, 194, 362; La paz del hogar, III, 362;
202, 313, 411, 412, 413; Mrs. “Novelas de la vida de Blas”, III,
Caldwell habla con su hijo, III, 362; Blas, tú no eres mi amigo,
iii, 113, 117, 124-125, 128, 129, III, 362; Blas, cuidado con la mu¬
185, 410, 411, 413; La catira, III, jer del prójimo, III, 362; Blas y
índice de nombres propios 47i
su genio, III, 362; “Novelas insus¬ Colombine (seud.), V. Burgos, Car-
tanciales”, III, 362; El loro gris, men de.
III, 362; La gran aventura de un Collazo, C., III, 429.
hombre pequeño, III, 362; “No¬ Conde, Carmen, I, 561; II, 351,
velas matrimoniales”, III, 362; 385-387, 414; Vidas con¬
III, 414;
Cuarto creciente, luna llena, cuar¬ tra su espejo, II, 386; En manos
to menguante, III, 362; Un ideal del silencio, II, 386; Las oscuras
y siete realidades, III, 362; Trein¬ raíces, II, 386; Cobre, II, 386;
ta años y un día, III, 362; “No¬ Destino hallado, II, 386; Solamen¬
velas de la vida posible”, III, 362; te un viaje, II, 386.
Un año entre los hombres, III, Conrad, J., I, 180.
362; La mujer de plata, III, 362; Consiglio, C., II, 398.
“Novelas de la vida imposible”, Constant, B., I, 244; III, 263; Adol¬
III, 362; Yo soy un tipo así, III, fo, III, 263.
362; Los herederos de Santa Te¬ Córdoba, Santiago, II, 255.
cla, III, 362; Campeones del bien, Corpus Barga (seud.), V. García de
III, 362; El espectro de mi difun¬ la Barga.
ta esposa, III, 362; Pigmalión Corrales Egea, José, II, 387; III,
1950, III, 362; La danza de los 12, 52, 176, 289, 408, 411, 417;
resucitados, III, 362: Los herede¬ Hombres de acero, III, 52; Por
ros. Crónicas de Avellanejo, III, la orilla del tiempo, III, 52; El
362; Historia de una familia his¬ haz y el envés, III, 52.
térica, III, 362; La batalla de las Correa Calderón, E., I, 516.
Termo-Pilas, III, 363; Mi barrio Cossío, Francisco de, II, 285, 351,
feo, III, 363, 364; Crónica de va¬ 352, 353-357; La casa de los linajes,
rios males crónicos, III, 364; Seis .II* 353* 357* Clara, II, 353-356;
autores en busca de un personaje, Taxímetro, II, 356-357; El esti¬
III, 364; Tres poetas junto al mar, lete de oro, II, 357; Las expe¬
III, 364; Mi vida un poco íntima, riencias del Doctor Henson, II,
III, 364; Olla de grillos, III, 364. 357; El caballero de Castilnuovo,
Clarimón, Carlos, III, 395; Los II, 357; La rueda, II, 357; Elvira
bancos son de piedra, III, 395; Coloma, II, 357; Aurora y los
La trampa, III, 395; Hombre a hombres, II, 357; Cincuenta años,
solas, III, 395. II. 357-
Clarín, I, 469, 548; II, 48, 374; Cossío, José M.a de, I, 526, 539;
526, 539, 546, 565; III, 447. Couffon, Claude, III, 312, 313, 408.
Coindreau, M. E., III, 318, 320, 416, Crémer, Victoriano, III, 395; Li¬
433* 434- bro de Caín, III, 395.
do, III, 247-24$, 427; “Historia de D’Amicis, II, 378; Cuore, II, 378.
un viaje", III, 247, 248; Aprendiz D’Annunzio, I, 56, 112, 291, 356,
de persona, III, 247, 248, 427: 371, 416, 417, 437, 438, 456; II.
Las ocas blancas, III, 247, 248, 34, 219, 322, che si, 325; Forse
427. forse che no, I, 356; La Vergine
Cruz, Ramón de la, II, 99. delle Rocce, I, 62, 456; II Fuoco,
Cruz Rueda, Ángel, I, 381, 546, I, 417.
Díaz-Plaja, G., I, 102, 516, 532, 539, D’Ors, Eugenio, I, 277, 464, 539,
546, 561; II, 60, 65, 399, 413; 541, 549, 553, 58-65,561; II, 41,
67, 399-400; III, 439; Magín, o la
III, 270.
Díaz Sánchez, R., III, 127.
previsión y la novedad, II, 59, 60,
Díaz Sosa, C., III, 434.
63; La ben plantada, II, 60, 61,
400; Historia de Lidia de Cada-
Díaz de Tejada, Vicente, I, 348;
qués, II, 60, 64-65, 399: Oceano¬
Tántalo, I, 348; Eros, I, 348; Los
grafía del tedio, II, 60, 61-63; El
elegidos, El enemigo ma-
I, 348;
sueño es vida, II, 60; Gualba, la
lo, I, 348; Las arras, I, 348; La
de mil voces, II, 61; Aldeamedia-
araña, I, 348; La incansable, I,
na, II, 61; Eugenio y su demo¬
348.
nio, II, 60, 63-64.
Dickens, I, 97, 123; II, 51, 378;
Dos Passos, John, I, 539; II, 348;
III, 124, 357, 358: El almacén de
III, 8, 187, 194; Manhattan Trans-
antigüedades, II, 51.
fer, III, 194.
Dicenta, Joaquín, I, 349; III, 402.
Dostoyewski, I, 123, 379, 560; II,
Diego, Gerardo, I, 276, 554, 561;
130; III, 9, 159, 178, 196, 278,
III, 176.
292, 294, 445, 446; Crimen y
Dieste, Rafael, I, 532; II, 208, 209- castigo, III, 278, 370; Los her¬
211; III, 272, 273, 430; Historia e
manos KaramaZov, III, 294.
invenciones de Félix Muriel, II, Dotor, Ángel, I, 381, 517.
210-211; “La peña y el pájaro”, II, Douglas, F., I, 517, 554; II, 395.
210; “Carlomagno y Belisario”, II, Dowling, J. C., II, 410.
210; "El libro blanco”, II, 211;
Drake, W. A., I, 539.
"Este niño está loco”, II, 211; Drouet, Minon, II, 101.
“El loro disecado”, II, 211; “Jua¬ Duhamel, II, 381.
na Rial, limonero florido”, II, Dumas, A., I, 101; II, 378.
211; “La asegurada”, II, 211; Lu¬ Dunsany, Lord, III, 302.
chas con el desconfiado, II, 211. Duque, A., III, 298, 432.
Díez-Canedo, E., I, 258, 516, 532, Durán, Manuel, I, 532; II, 407; III,
539- 547- 559! H, 289, 395, 402, 411, 438.
413; III, 444, 447. Duras, Marguerite, III, 318.
Díez-Echarri, E., III, 438. Dürrenmatt, II, 78.
Dollinger, H., III, 434.
474 índice de nombres propios
Escobar, Julio, III, 389; El hidalgo Espinosa, Juan Antonio, III, 389;
bre en la tierra de nadie, III, 391. Esteves, Arturo, III, 284; Busque*
Espina, Antonio, I, 532, 547; II,
da en la noche, III, 284.
Evaristóteles (seud.), V. Acevedo.
57, 154, 190, 191, 192*195, 212,
Evaristo,
240, 305, 352, 399, 402, 405, 406;
III, 176, 355, 444. 447: Pájaro-
Fabián, D. H., III, 447.
pinto, 193*194; Luna de copas,
II,
Fabio Varela, H., III, 445.
II, 192, 193, 194, 195, 406; “Xel-
Falgairolle, A. de, I, 526; II, 120.
fa Carne de cera”, II, 193; “Ma¬
Fargue, L. P., II, 98.
nola”, II, 194; “Actor”, II, 194:
Faulkner, II, 158; III, 124, 125, 167,
“Bi, o el edificio en humo”, II,
194; “Un naufragio”, II, 194; “Ba¬ 169, 318.
552, 554-556; II, 381; III, 21; Fernán Caballero, I, 329, 347.
341; El jayón, I, 330, 341; La 395, 402, 405, 406, 411, 413; III.
niña de LuZmela, I, 330*332, 340, 401, 408, 414, 416, 417, 418, 419,
341, 428; Despertar para morir, 421, 422, 423, 424, 425, 426, 428,
I, 341, 555; Agua de nieve, I, 429, 432, 433, 436.
índice de nombres propios 475
Fernández Cañedo, }. A., I, 517; 39: Relato inmoral, II, 24*25, 39,
II, 395, 407. 250; La casa de la lluvia, II, 14,
Fernández Cuenca, C., I, 254, 539; 25*26, 39; Aire de muerto, II,
II, 318, 322, 398, 402, 411; III, 39; Las siete columnas, II, 26*28,
335. 34°. 345. 35*. 43*. 434; Los 408; Madrid de Corte a checa,
bravos, II, 71; III, 300, 311, 312* III, 86.
315, 434; En la hoguera, III, 311, Fragoso del Toro, Jesús, III, 392;
315, 434; Cabeza rapada, III, 311, Amaneció tarde, III, 392; Nos¬
310, 317; III, 235; Bouvard et Frank de Andrea, P., III, 419.
Pécuchet, I, 495; Salambó, II, 87; Fría Lagoni, Mauro, I, 554.
Madame Bovary, III, 49, 235. Froberger, J., I, 517.
Florentina del Mar (seud.), V. Con¬ Fucik, J., III, 92.
de, Carmen. Fuenmayor, D. de, I, 517.
Fogazzaro, II, 42, 310. Fuente, F. de la, I, 533.
Fórmica, Mercedes,
III, 60, 102* Fuente, Pablo de la, III, 60, 85;
105, 176, Monte de Sancha,
410; El hombre solo, III, 85: Sobre
III, 102, 103; La ciudad perdida, tierra prestada, III, 85; Los esfuer*
III, 102, 103*104, 410; A instancia Zos inútiles, III, 85; Este tiempo
de parte, III, 102, 104*105. amargo, III, 85.
Forrellad, Luisa, III, 397; Siem¬
pre en capilla, III, 397. Gaborian, I, 101.
FoxÁ, Agustín de, III, 60, 86*88, Gaillard, Simone, I, 533.
índice de nombres propios 477
Galsworthy, II, 77. García Nieto, J., II, 414; III, 411,
Galvarriato, Eulalia, III, 177, 249- 426.
252, 427-428; Cinco sombras, III, García Pavón, F„ III, 360, 368, 370-
249-251, 427, 428; Raíces bajo el 371; Cerca de Oviedo, III, 370-371;
agua, III, 251. Cuentos de mamá, III, 370; Las
Gálvez, M., II, 403; III, 439. campanas de Tirteafuera, III, 370:
Gallego Díaz, J., III, 427. Cuentos republicanos, III, 370;
408.
La Sulamita, I, 380; El caballerito
GarcIa de la Barga, A., I, 531, del Puerto, I, 380; El corazón as¬
537; II, 99; III, La vida
388;
trónomo, I, 380; Playa dormida,
III, 402.
rota, III, 388; Pasión y muerte.
Apocalipsis, III, 388.
García Serrano, Rafael, II, 238:
grado, III, 255; No sé, III, 255- Garnelo, B., I, 540, 556.
III, 395; El santero de San Satu* rea, III, 96-99, 409; Los cipreses
rio, III, 395. creen en Dios, III, 77, 86, 94*97,
Gellini, A., III, 444. 98, 100*102, 313, 409; Un millón
Ghil, R., I, 57. de muertos, III, 74, 101, 409.
Ghiraldo, A., I, 533. Gladkov, III, 9.
Gich, Juan, II, 298; III, 409, 424, Goethe, I, 379, 493, 504; II, 42,
432. 185, 297; III, 132, 200, 358;
Gide, André, I, 511; III, 118, 318. Werther, II, 368; III, 67, 68.
Gil, Ildefonso Manuel, II, 152, Gogol, III, 30.
153, 165, 167, 170, 405, 413; III, Goic, C., III, 411.
177, 260*262, 428*429; La moneda Goicoechea, Ramón Eugenio de,
en el suelo, III, 260*262, 428; Juan III, 290, 334, 391, 398, 415; Di¬
Pedro, el dallador, ¡II, 260*262, nero para morir, III, 398; El pan
428, 429; Pueblonuevo, III, 261, mojado, III, 398.
429. Gómez de Avellaneda, Gertrudis, II,
Gil Albert, Juan, I, 440, 562. 49.
Gil Novales, III, 312, 433, 434, 437. Gómez de Baquero, E., I, 77, 310,
Gila, Miguel, El capitán III, 373; 313, 320, 358, 371, 507, 518, 524,
que se estableció por su cuenta, 533. 54°. 553. 556; II. 396, 4°9-
III, 373. Gómez Carrillo, I, 103.
59, 177, 210, 216*221, 424; Línea Gómez Maqueo, B., III, 447.
Siegfried, El puente,
III, 216, 217; Gómez de la Mata, Germán, I,
III, 216, 218; La colmena, III, 216, 425; Orquídea, Mariposa, I, 425;
219; La hija de Jano, III, 216, 219; I, 425; Muñecas perversas, I, 425;
La canción del jilguero, III, 216, La que llegó tarde, I, 425; Las
219*220; La cueva de ladrones, III, esfinges, I, 425.
216, 218; De pantalón largo, III, Gómez Santos, Mariano, I, 540; II,
216, 220, 424; Luna llena, III, 402.
216, 220, 424; El canto del gallo, Gómez de la Serna, Gaspar, I, 76,
III, 216, 221, 424; La tierra pro* 77, 79, 84, 533; II, 402, 408,
metida, III, 216, 221, 424; Este* 414; III, 58, 88, 91, 92, 94, 408,
Oeste, III, 216. 409, 411, 419.
Giménez Caballero, E., I, 120, 122, Gómez de la Serna, J., II, 403.
208, 276, 277, 286, 287, 296, 436, Gómez de la Serna, Ramón, I, 50,
437. 540. 547. 55i. 552. 561; II. 52, 109, ni, 286, 287, 345, 385,
154, 399, 402. 413, 414, 417, 418, 435, 516, 533,
Giraudoux, J., II, 155, 186; III, 8. 540, 547, 552, 556, 558, 562, 564.
Gironella, José María, II, 238, 566; II, 41, 66, 93*150, 154, 158,
315; III, 59, 60, 74, 75, 86, 94* 162, 209, 220, 224, 236, 242, 248-
102, 105, 106, no, 112, 139, 145, 250, 255, 256, 268, 270, 280, 322,
173, 176, 249, 280, 283, 285, 313, 400*405, 409; III, 8, 88, 107, 175,
407, 409*410, 439; Un hombre, 176, 238, 355, 356, 359, 365, 366.
III, 96-99, 106, 249, 409; La ma* 367, 403, 438, 439, 444; El ruso, II,
índice de nombres propios 479
104405, 135; El doctor inverosí' II, 140442, 404; ¡Rebeca!, II, 142'
mil, II, 103, 105407, no, 404; 143, 146; “Novelas superhistórú
La viuda blanca y negra, II, 104, cas”, II, 143, 400; Doña Juana la
100409, 112, 250, 403, 404; El Loca, II, 143, 144, 401; El caba'
incongruente, II, 109411, 112, 142, llero de Olmedo, II, 144, 403; Do¬
404; El secreto del acueducto, II, ña Urraca de Castilla, II, 144; Los
772-/74, 404; El Gran Hotel, II, siete infantes de Lara, II, 145; La
112, 114416, 250; El Chalet de emparedada de Burgos, II, 145; La
las Rosas, II, 116418, 250; La Beltraneja, II, 145; Los Adelanta'
quinta de Palmyra, II, 112, 118- dos, II, 145'146; El hombre per'
119, 403, 404; El novelista, II, dido, II, 103, 104, 110, 142, 146'
103, 112, 120424, 149, 250; Cine' 147, 402; Las tres Gracias, II, 101,
landia, II, 103, 124426; La malicia 147448, 401; Piso bajo, III, 403.
de las. acacias, II, 126427, 128; Gómez Tello, J. L., I, 540.
La tormenta, II, 127, 128; Los Gomis, L., II, 376; III, 316, 427.
gemelos y el guante, II, 128;
Goncourt, I, 57, 438.
El joven de las sobremesas, II,
Góngora, II, 205, 325; III, 237, 269.
128; La gallipavo, II, 128; El
González, Juan B., I, 540.
miedo al mar, II, 128; De otra
González Anaya, Salvador, I, 349-
raza, II, 128; La gangosa, II,
350, 558; Rebelión, I, 349450;
128; Aquella novela, II, 128; El
El castillo de irás y no volverás,
torero Caracho, II, 128429, 401;
I, 350; La sangre de Abel, I, 350;
“Seis falsas novelas”, II, 130; Ma'
Las brujas de la ilusión, I, 350;
ría Yarsilovna, II, 130; La mujer
Nido de cigüeñas, I, 350: La ora¬
vestida de hombre, II, 130; El
ción de la tarde, I, 350; Nido real
hijo del millonario, II, 130431; Los
dos marineros, II, 131; La Vir' de gavilanes, I, 350; Las vestidu'
gen pintada de rojo, II, 131; La ras recamadas, I, 350; Los naram
fúnebre, II, 131; La mujer de jos de la mezquita, I, 350; Luna
ámbar, II, 131432; El caballero de plata, I, 350; Luna de sangre,
del hongo gris, II, 103, 107, 132- I, 350; El camino invisible, I,
134, 140, 236, 256; El dueño del 350; La jarra de azucenas, I, 350.
verano, II, 135; El olor de las mi' 362, 373-375, 401, 432, 442, 518,
mosas, II, 135436; La saturada, 533. 540. 547» 55i. 552. 556'559»
II, 136; El gran griposo, II, 136; 562, 566; Un amor de provincia,
La Nardo, II, 137438; La hi' I, 374; La eterna historia, I, 374;
perestésica, II, 99, 138; La roja, Idilio de aldea, I, 374; Doña Vio¬
II, 138, 139; El regalo al doctor, lante, I, 374, 558; Matilde Rey,
II, 138439; El vegetariano, II, I, 374, 558; Julieta rediviva, I,
139440; El cólera azul, II, 140, 374; El paraíso de los solteros, I,
533. 540. 566; II, 331. 35i. 396; El poder y la gloria, II, 76.
III, 376'377, El polígamo ino'
439; Grien, Raúl, III, 398; A fuego len'
cente, III, 376-377; El regreso de to, III, 398.
las sombras, III, 376, 377. Griñó, J. J., I, 558.
González Salas, Carlos, I, 518. Grosso, Alfonso, III, 391, 398;
González de la Torre, José M.a, I, La Zanja, III, 398; Un cielo di'
553- fícilmente azul, III, 398.
Gorki, I, 414; III, 9, 14, 63, 287; Grove Cárter, William, I, 540.
Mi infancia, III, 63. Grupp, W. J„ III, 409, 42 x, 439.
Gorkin, Julián, III, 284; La muer' Guansé, D., I, 540; III, 439.
te en las manos, III, 284. Guarderas, F., I, 533.
Goya, I, 85, 354; II, 64, 96. Guardiola Ortiz, J., I, 562.
índice de nombres propios 481
Halcón, Manuel. II, 285, 352, 353: Hornedo, J. M., II, 411, 412; III,
ra, III, 383; Los Dueñas, III, 383, Horrent, J., I, 519: III, 407, 415,
III, 383, 384, 385. Hoyo, Arturo del, II, 413; III, 428,
Hoyos, Antonio de, I, 547; III, 58, to, I, 51 z; Brave New World, I,
96, 98, 151, 161, 412, 431, 439. 380.
Hoyos y Vinent, Antonio de, I, Huysmans, I, 57, 416: Lá-bas, I, 57.
15; Cuestión de ambiente, I, 387, Icaza, Carmen de, I, 430; II, 381;
414, 560; Mors in vita, I, 415, La boda del duque Kurt, I, 430;
560; Frivolidad, I, 415; A flor de Cristina GuZmán, profesora de
piel, I, 415, 560; Los emigrantes, idiomas, I, 430; ¡Quién sabe!, I,
I, 415; Del huerto del pecado, I, 430; Soñar la vida, I, 430; El
416, 559 i La vejez de Heliogá- tiempo vuelve, I, 430: Vestida de
balo, I, 416, 560; El horror de tul, I, 430; La fuente enterrada,
morir, I, 417; El monstruo, I, 417- I, 430; Yo, la reina, I, 430; Las
418; El oscuro dominio, I, 418; horas contadas, I, 430.
El pasado, I, 419; “Llamarada", I, Icaza, Francisco A. de, I, 430.
419; La dolorosa pasión, I, 419: Ilie, Paul, II, 411; III, 412.
Jacobsen, J. P., I, 456; Niels Lyhne, 548; II, 40, 54, 107, 211: III,
134, 415.
I, 456.
Jaén, Ramón, I, 541, 547. Jiménez Ilundain, L„ I, 21.
Jiménez Martos, L., III, 427, 433.
Jammes, Francis, I, 436, 437.
Johnson, Ernest A., I, 566.
Jardiel Poncela, Enrique, II, 189,
Johnson, Ernest A. Jr., I, 534.
191, 227, 248, 249*254, 271, 408,
Jones, W. K., III, 431, 435.
409: III, 365, 371; El plano as*
Jonson, Ben, II, 77.
tral, II, 250; Amor se escribe sin
hache, II, 249, 251*253, 254; Es* Jordaens, I, 481.
Jourdain, F., III, 439.
pérame en Siberia, vida mía, II,
249, 251, 252, 253; Pero... ¿hubo Jove, José María, III, 177, 21 o*
alguna vez once mil vírgenes?, II, 234*237, 426; Un tal SuáreZ, III*
249, 251, 252, 253; La tournée de 234, 235, 426; Mientras llueve en
Dios, II, 249, 250, 253. la tierra, III, 234, 235, 236, 426.
Jarnés, Benjamín, I, 127, 345, 482, Joyce, I, 118, 480: II, 158, 231;
526, 534, 541, 562, 5661 II, 43, III, 159, 187, 194; Ulysses, III,
238, 240, 280, 305, 364, 403, 405* Juan de la Cruz, San, I, 311, 313.
406, 407, 410; III, 8, 46, 52, 66, 315, 318, 319, 553.
107, 144, 175, 176, 268, 441; Mosén Juan Manuel, Don, III, 411.
484 índice de nombres propios
Juarros, César, II, 41, 53*54; El . 147*155, 173, 176, 233, 249, 252,
niño que no tuvo infancia, II, 369, 410, 414*415, 418, 438, 439;
53; Sor Alegría, II, 53; El adul* Nada, I, 331; II, 331; III, 106,
terío de un hombre infeliz, II, 147, 148*149, 150, 153, 154, 369,
53, 54. 414, 415; La isla y los demonios,
Julia Martínez, E., I, 553. III, 147, 149, 150, 153, 154, 414,
Juliano el Apóstata, I, 379. 415; La mujer nueva, III, 147,
Julio Antonio, I, 287. 150, 151*153, 414, 415; La llama*
Juretschke, Hans, I, 519. da, III, 147, 414; Un noviazgo,
III, 154; El piano, III, 154.
Kafka, II, no, 210, 263; III, 335. Lagerkvist, II, 76; El Enano, II,
Kant, I, 99, 179. 76.
Kaus, G., II, 381. Laiglesia, Alvaro de, III, 360, 362,
Kayser, Wolfgang, I, 190. 364, 366*368; Un náufrago en la
Koestler, III, 92, 95, 97. Laín Entralgo, Pedro, I, 88, 519,
Kurz, Carmen, Duermen III, 392; Otros hombres, III, 282*283, 430;
bajo las aguas, III, 392; La vieja Los inocentes, III, 282*283.
ley, III, 392; El desconocido, III, Lamb, N. J., III, 446.
Lacios, I, 424; III, 346; Les liaisons mo Judas, III, 181*184, 419, 420.
Lapesa, II, 276.
dangereuses, III, 346.
Lacruz, Mario, III, 288, 290, 300, Lara, Antonio. V. Tono.
305*310, 316, 335, 431, 434; El ino* Larbaud, Valery, I, 527; II, 98,
III, 306, 307, 308*310, 434; Un Larra, C., III, 319, 435.
verano memorable, III, 306. Larra, M. J. de, I, 236; II, 49, 99-
191, 280, 282, 283, 285, 286, 296- pañola”, I, 328; Bajo el yugo de
314, 351, 352, 353, 364, 376, 383, los bárbaros, I, 328: Roja y gualda,
409-470, 411; III, 46, 66, 88, 107, I, 328; Cristo en los infiernos, I,
131, 158, 176; Antes del mediodía, 326'328; La capa del estudiante,
II, 298, 300'303, 409, 410; Agonía I, 309; Olla podrida: cuentos de
y sus hijos, II, 306-307, 410; De- Lera, ángel María de, III, 177,
sasimiento, II, 306; Un viejo per' 210, 224-225, 234, 289, 340, 425;
sonaje, II, 306; Una galería, II, Los olvidados, III, 224, 425; Los
306; Tren hacia el sur, II, 306; clarines del miedo, III, 224-225,
Primero de octubre, II, 307; Re' 340, 425; La boda, III, 224, 255,
trato de Helena, II, 307; Años 425: Bochorno, III, 224, 425;
difíciles, II, 307; Por las nubes, Trampa, III, 224.
II, 307; Almudena o historia de Levi, Ezio, I, 519, 527.
339* 343. 350, 354. 373. 401, 5>8. Lizón, Adolfo, I, 437, 562: III,
316, 328, 555: Comedia sentimen- una sonrisa, III, 231, 232.
tal, I, 312, 374-3/6, 328, 554; III, Lobos Porto, III, 445.
166; Alcalá de los Zegríes, I, 312, Loma, José Antonio de la, III, 392:
376-3/8, 328, 350, 554: El amor de Sin la sonrisa de Dios, III, 392;
los amores, I, 312, 378-379, 328, Estación de servicio, III, 392: El
554: Los centauros, I, 379-320, 328, undécimo mandamiento, III, 392.
486 índice de nombres propios
Longo, I, 504; Dafnis y Cloe, I, 289, 290, 334, 331-340, 351, 437;
504. Central eléctrica, III, 337-340, 437.
Lope de Vega, II, 93, 237. López Pinillos, I, 261-275, 288, 406,
López Álvarez, L., III, 406. 551; ¡I, 189; III, 21, 31, 181,
López Bago, Eduardo, I, 383, 386. 224; La sangre de Cristo, I, 263,
López Cid, José Luis, III, 398; 275, 551; Frente al mar, I, 270,
Crisópolis, III, 398. 275; Los enemigos, I, 270-171,
López Estrada, F., III, 250, 428. 275; III, 31; Doña Mesalina, I,
López de Haro, Rafael, I, 346, 363, 264-266, 275, 551; El ladronzuelo,
385, 387,388, 399405, 412, 422, I, 262, 271-272, 275; Las águilas,
559; “Novelas de la vida”, I, 400, I, 266-267, 275; El chiquito de
403; En un lugar de la Mancha, los quiebros, I, 272, 275; Ojo por
1, 402, 403; Dominadoras, I, 402, ojo, I, 272-273, 275; El luchador,
403 ¡ Batalla de odios, I, 402, 403; I, 262, 267-269, 275, 551; Cintas
La novela del honor, I, 403; Po¬ rojas, I, 262, 271, 273-274, 275.
seída, I, 400, 401, 402, 403; El López Rubio, José, I, 326; II, 191,
país de los medianos, I, 403; 248, 249, 271-273; III, 365; Roque
Muera el señorito, I, 402, 403; Six, I, 326; II, 271-273.
Los nietos de los celtas, I, 403; López Salinas, Armando, III, 289,
El más grande amor, I, 403; Un 290, 335. 348, 350-352, 437; La
hombre solo, I, 403; ¿Y después?, mina, III, 351-352, 437; Año tras
I, 403; Pero el amor se va, I, año, III, 351.
4035 Eva libertaria, I, 403; “No¬ Lord, David, III, 406.
velas de la carne”, I, 400, 403;
Lorén, Santiago,
III, 392; Cuer¬
El salto de la novia, I, 402, 403; pos, almas y todo eso, III, 392;
Floración, I, 402, 403; Entre to¬ Una casa con goteras, III, 392;
das las mujeres, I, 403; La impo¬ Las cuatro vidas del doctor Cuca¬
sible, I, 402, 403; Las sensacio¬ lón, III, 392; Vivos y muertos,
nes de Julia, I, 402, 403; La Ve¬ III, 392; El verdugo cuidadoso,
nus miente, I, 399, 400, 403, III, 392.
404; Fuego en las entrañas, I,
Lorenzo, Pedro de, III, 117, 266-
403; Yo he sido casada, I, 403;
271, 429-430; La quinta soledad,
“Novelas de las almas”, I, 400,
III, 266, 269; La sal perdida, III,
403; Sirena, I, 399, 401-402, 403,
266, 269-270, 429; “Los desconten¬
405, 559; Ante el Cristo de Lim¬
tos”, III, 266, 270; Una concien¬
pias, I, 401, 403, 405; Un hombre
cia de alquiler, III, 266, 270, 429;
visto por dentro, I, 403, 405;
Cuatro de familia, III, 266, 270.
Adán, Eva y yo, I, 403; Interior
Lorraine, Jean, I, 416.
iluminado, I, 403; Entredós, I,
Loti, I, 180.
403.
Louys, Pierre, I, 360, 416.
López Ibor, J. J., III, 412.
López Morillas, J., I, 527.
Luca de Tena, Torcuato, III, 334,
hibida, III, 398; La mujer de II, 82; Una gota en el tiempo, II,
otro, III, 398. 82.
Lucrecio, I, 455. Madrid, Francisco, I, 527, 534.
Luengo, Segismundo, III, 392: El Maeterlinck, I, 57, 438, 455,
Duero venía loco, III, 392; Los Maeztu, María de, I, 519.
vagabundos no mueren, III, 392. Maeztu, R. de, I, 84, 103, 104, 234,
Luis de Granada, Fray, I, 31. 262, 277, 278, 287, 484, 548; II,
Luis de León, Fray, I, 311, 315, 298, 410; III, 440.
437- Magaña Schevill, III, 410.
Luzuriaga, J., II, 408. Maia, Joao, II, 412.
Lysipo, I, 481. Majó Puig-Framis, Ricardo, I, 381.
Llano, Manuel, III, 388; El sol de Malaparte, III, 92, 217.
los muertos, III, 388; Brañajlor, Malraux, III, 8, 92, 95-97, 100, 283,
III, 388; Campesinos en la ciu' 318; L’Espoir, III, 100.
dad, III, 388; MonteaZor, III, 338; Manegat, Julio, III, 334, 391, 398;
Dolor de tierra verde, III, 388. La ciudad amarilla, III, 398; La
Llinás Vilanova, M., I, 527. feria vacía, III, 398.
Llopis, Jorge, III, 373; Lo malo Manfredi, Domingo, III, 392; Jere¬
de la guerra es que hace ¡pum!, mías, III, Las lomas tienen
392;
III, 373; Operación Paquita, III, espinos, III, 392; Historia de Blas,
373; Almas fritas, III, 373.
III, 392; La rastra, III, 392; Los
Llovet, Enrique, III, 392; Efeon-
que miran atrás, III, 392; Tierra
do, III, 392; Operación C'l, III,
negra, III, 392; La piedra, III,
392.
392; A los pies de los caballos,
III, 392; A bordo de una isla, III,
Mac Mahon, D., III, 439.
392; Playas de fatiga, III, 392.
Mac Orlan, I, 180.
Mann, T., I, 512; II, 218; III, 118.
Mace, Carrol E„ I, 527.
Manrique, Jorge, I, 313.
Machado, Antonio, I, 54, 55, 431,
Mantegazza, II, 49.
435, 470; II, 325; III, 250, 323.
Mañach, Jorge, I, 534.
Madariaga, Pilar de, I, 548.
Maragall, J., III, 401, 441.
Madariaga, Salvador de, I, 41, 53,
Marañón, Gregorio, I, 105, 106, 398,
59, 67, no, ni, 114, 246, 437,
498, 519, 527, 534, 541, 548, 561, 471. 5°7> 510, 527, 541, 562; II,
36, 52; III, 113, 114, 412.
562, 566; 79-92, 216,
II, 41, 76,
315, 400; III, 446; La jirafa sagra' March, Susana, III, 177, 229-237,
da, II, 81, 82'83, 216; Arceval y los 425426; Nina, 229, 230, 426;
III,
ingleses, II, 81, 82, 84'85; El ene' Algo muere cada día, III, 229,
migo de Dios, II, 76, 81, 85-87; 230'231, 425; Los ninguno, III,
Ramo de errores, II, 81, 89-90; La 229; Cerco de arena, III, 229.
El corazón de piedra verde, II, Marías, Julián, I, 24, 37, 39, 42,
81, 82, 87-89; Guerra en la san' 516, 527, 541, 548; II, 102, 395,
gre, II, 82; El semental negro, 403, 406; III, 107, 410, 441, 442.
488 Indice de nombres propios
tro pisos y la portería, III, 386; de Encines, III, 262, 429: Las pa¬
Novelas para leer en un viaje, III, siones artificiales, III, 262, 263-264,
386, 387; “El misterioso señor 429.
Alvarado”, III, 387; “Juan entre Martínez Cachero, José M.*, I, 520,
los locos”, III, 387; “El claustro 548; III, 86, 91, 126, 252, 412,
del ascensor”, III, 387; “Las dos 419, 423, 425, 445.
ambiciones”, III, 387; “El marido Martínez Carmona, Eva, III, 398;
de la locutora”, III, 387; “Las Cuerpo sin sombra, III, 398.
mellizas”, III, 387; “Ernesto y el Martínez Kleiser, Luis, I, 381.
48.720”, III, 387; “Su gran vani- Martínez Olmedilla, Augusto, I,
dad”, III, 387; “Las tres mucha- 350-351, Memorias de un
556;
chas y el violinista”, III, 387; afrancesado, I, 351; El tormento
“Amor y El
botánica”, III, 387; de Sísifo, I, 351, 556; El templo
misterio del circo, III, 386; Don de Talía, I, 351; Donde hubo
Laureano y sus seis aventuras, III, fuego, I, 351; Los hijos, I, 351;
387; Nuevas aventuras de don La ley de Malthus, I, 351, 556;
Laureano, III, 387; El torero y su El plano inclinado, I, 351; El oro
sombra, III, 387; Cuando cae el de Guadalcín, I, 351; Siemprevi¬
telón, III, 387. va, I, 351, 556; Las perversas, I,
Marquina, Eduardo, I, 354, 412, 351; Resurgimiento, I, 351; Paja¬
429; II, 60; La caravana, I, 354; rita de las nieves, I, 351; La poe¬
Almas anónimas, I, 354; El beso sía del recuerdo, I, 351; Una mu¬
de oro, I, 354; Maternidad, I, jer de su casa, I, 351; El final de
354; El beso en la herida, I, 354; Tosca, I, 351; Yo defiendo lo
Almas de mujer, I, 354; Adán y mío, I, 351.
Eva en el dancing, I, 354. Martínez Ruiz, F., III, 422.
Mauriac, I, 324; II, 382: III, 8, Mérimée, P., I, 56, 536; Mateo FaL
205. corte, I, 56.
Maurois, A., II, 385; Machine a Merino, N., III, 419.
lire, II, 385. Mesa, Diego de, III, 60, 83: Ciuda¬
Mayo, Margarita de, I, 562. des y días, III, 83.
Mayor, }., III, 427. Mesa, E. de, II, 289.
Maza, Josefina de la, I, 329, 555. Mesnard, P., I, 529.
Maza Solano, T., I, 555. Mesonero Romanos, I, 354; II, 99.
Mazzi, R., I, 553. Mico Buchón, J. L„ III, 415.
Me Cullers, C., III, 318. Michaux, Henri, II, 98.
Mead, R. J., III, 406. Miguel Ángel, II, 65.
Meana, Fernando (seud.), V. Tirso Mihura, Miguel, III, 360, 361, 362,
Medina. 364, 366; Mis memorias, III, 362.
Medio, Dolores, II, 71; III, 147, Mikulski, R. M., III, 442.
439; Nosotros los Rivero, III, 207' Mingóte, Antonio, III, 373; Las
209, 210, Funcionario
423, 424; palmeras de cartón, III, 373; Pe¬
público, III, 207, 209-270, 423, 424; queño planeta, III, 373.
El pez sigue flotando, III, 207, Miomandre, Francis de, I, 528, 548;
Melville, I, 180.
275; III, El otro mundo, II,
360;
273; Don Adolfo el libertino, II,
Menchaca, Antón, III, 392; El ca'
273-275.
mino de Roma, III, 392; Mar de
Mira, Juan José, III, 59, 177, 273-
fondo, III, 392.
215, 424; Así es la rosa, III, 213;
Mendelssohn, I, 427.
Rita SuáreZ, III, 213, 214; En la
Méndez Azola, M., I, 551.
noche no hay caminos, III, 213,
Mendizábal, Federico de, I, 354;
214, 424; Mañana es ayer, III, 213,
III, Luisa Coral, III, 389;
389!
214; Pago más que nadie, III,
El fantasma de Sorrento, III, 389;
213.
Los peregrinos de Blarney, III,
Miranda, Leonor de, I, 549.
389; La gitana del camino, III,
Miranda Junco, A., II, 180, 406.
389; La leyenda del fuego, III,
Miró, Clemencia, I, 562; III, 446.
389.
Miró, Gabriel, I, 248, 259, 345,
Menéndez Arranz, J., I, 279; II,
366, 385, 431466, 548, 550, 560-
410.
564; II, 40, 42, 54, 95, 154, 159,
Menéndez Pelayo, I, 341, 553.
164, 170, 196, 197, 220, 224, 298,
Menéndez Reigada, Fray Ignacio G.,
364, 386; III, 134, 175, 176, 232,
I. 553- 245, 268, 292, 446447; La mujer
Meneses, G., III, 127.
de Ojeda, I, 433, 436, 442; Del
Mengod, Vicente, III, 446.
vivir, I, 442, 562; Corpus, I, 442:
Mérimée, E., I, 278, 250. Nómada, I, 433, 444, 445; II, 42,
Mérimée, Henri, I, 566. La novela de mi amigo, I, 442'
índice de nombres propios 491
ojos de Astarté, I, 372; Ambigua 227, 248, 249, 254-260, 271, 402,
y cruel, novela siria, I, 372; Es' 409; III, 355, 365; Don Clorato de
meralda de oriente, novela mogre' Potasa, II, 255-257, 260; Frente
bí, If 372. de Madrid, II, 257; La familia
Muñoz, L. E.t III, 416. MíngueZ, II, 257-259; Produccio¬
Muñoz Alonso, A., I, 563. nes García, S. A., II, 259; La pie-
Muñoz Cortés, M., II, 414; III, 413.- drecita angular, II, 259-260.
Muñoz Rojas, José Antonio, III, Nieto, Ramón, III, 334, 391, 398,
177, 395; Las cosas del campo, 437; La tierra, III, 398; La cala,
III, 395; Las musarañas, III, 395; III, 398; Los desterrados, III, 398;
Historias de familia, III, 395. La fiebre, III, 398; El sol amar¬
Muñoz Sánchez, F., II, 399, go, III, 398.
Muñoz Seca, I, 412. Nietzsche, I, 113, 152, 178, 216,
Mur Oti, Manuel, III, 177, 215- 276, 282, 321, 401, 438; III, 91,
216, 424; Destino negro, III, 215- 235.
216, 424; Mongo Malanga, III, Noble, B„ III, 446.
215; El capitán del Pazo, III, 215. Noel, Eugenio, I, 262, 284-297, 351,
Muráis, J„ I, 50. 406, 551; II, 315; III, 204, 224,
Murcia, J.-I„ I, 534. 254; Alma de Santa, I, 286, 290,
Murciano, C., II, 233; III, 423, 436. 297; El niño perdido, I, 297; El
Murillo Rubiera, J., III, 415. allegretto de la Sinfonía VII, I,
290-291, 297; La Melenitas, I,
Nabokov, Vladimir: Lolita, III, 17. 297; Amapola entre espigas, I,
Nácher, Enrique, III, 117, 221-229, 297; El Rey se divierte, I, 297;
425; Buhardilla, III, 227, 228; Ca¬ Los frailes de San Benito tuvieron
ma 36, III, 227, 228; Sobre la tie¬ una veZ hambre, I, 289, 292, 297;
rra ardiente, III, 227, 228, 425; El crimen de un partido político,
Volvió la paz, III, 227; Guanche, I, 297; El billete de Lotería, I,
III, 227, 228; Los ninguno, III, 297; La Reina no ama al Rey, I,
227, 425; Cerco de arena, III, 227; 297; A la sombra del Monasterio
El paraíso, III, 227; La viuda, de Guadalupe (Musarañas), I, 291-
III, 227. 292, 297; La señorita mema, I,
Napolitano, Emma, I, 563. 291, 292, 297; Don Oliverio XXIV
Narvión, Pilar, III, 98, 101. de Bombón, I, 297; Oros viejos,
Navarro Ledesma, F., I, 563. I, 297; Chamuscón y Tabardillo,
Navarro Villoslada, I, 428; Amaya, I, 292-293, 297; De cuerno de
I, 428. morueco, I, 293, 297; Como la
Nenzioni, G., III, 435. palma de la mano de un viejo, I,
Neruda, I, 245, 550; III, 8. 297; El picador y su mujercita, I,
Nerval, II, 49. 293, 297; Vida de un fenómeno,
Ness, Kenneth L., I, 528. I, 293, 297; Los piratas de ¡os
Nessi, J. G. (seud.), V. Baroja, Ri¬ barrios bajos, I, 297; El As de
cardo. oros, I, 297; El torero y el Rey,
Neville, Edgar, II, 66, 189, 191, I, 293, 297; Misa de botón qui-
índice de nombres propios 493
too, I, 297; Las tres hijas del Obregón, Antonio de, I, 127, 541;
Maestro, I, 297; Artista de circo, II, 212, 213, 236437, 256, 407:
I, 297; Dama ibérica, I, 297; Un III, 355; Hermes en la vía públi-
espíritu puro que no tiene cuerpo, ca, II, 236-237, 256.
I, 289, 297; El charrán y Flora Ocampo, V., II, 403.
de Valdajo, I, 297; Rayito de luz, Octavio Picón, J., I, 350, 383.
I, 297; Martín el de la Paula, I, Olivar Bertrand, Rafael, I, 553.
297; Los mercaderes de pieles, I, Oliver, I, 288.
297; En el cuero de la vaca, I, OlivER, ángel, III, 105; Los canes
297; La novela de un toro, I, andan sueltos, III, 105; Días tur¬
293, 297; Las siete Cucas, I, 287, bulentos, III, 105.
288, 290, 293-296, 297; Vidas de Oliver Belmás, A., I, 563.
santos, diablos, mártires, frailes..., Olivera, M. A., I, 528.
I, 289; La Laura de San Sabas, Olivera Lavié, Héctor, I, 549.
I, 289'290; Una visión de la seño- Olmedo, F., III, 437.
rita Gerónima Nadal, I, 289, 290; Olmo, Lauro, III, 288, 290, 335,
La Providencia al quite, I, 293. 340-342, 437: Doce cuentos y uno
Noguer, Jaime H. F., I,. 528. más, III, 340; Cuno, III, 340;
Noguera, Enrique, III, 105; La mas- Ayer, 27 de octubre, III, 340-342,
carada trágica, III, 105. 437-
Nombela, I, 517. Olmos, F., III, 287, 431, 439.
Nonell, M., III, 407. Olmos García, F., III, 440.
Ombuena, José, III, 373; La isla de
Nora, Eugenio de, II, 400; III, 407.
412, 428. los lagartos, III, 373.
Onís, Federico de, I, 520, 541, 549.
Nordau, II, 49.
Ontañón, Eduardo, II, 396.
Northup, G. T., I, 520. Ornstein, J., I, 520; III, 406, 407.
Novas Calvo, Lino, II, 403; III, Oromí, P. M., I, 530.
215; Pedro Blanco, III, 215. Ortega, Juan Pablo, III, 373; Olim¬
Nozick, Martín, I, 528. po, siglo XX, III, 373.
Núñez Alonso, Alejandro, III, 177, Ortega, Teófilo, I, 528.
178481, 210, 418419; Konko, III, Ortega y Gasset, I, 79, 89, 99, 103,
178, 179, 180; Mujer de mediano- 105, 106, 117, 120, 258, 285, 286,
che, III, 178, 179; Días de hura- 440, 463, 471, 477, 484, 496, 534,
cán, III, 178, 179, 419; La gota de 541, 542, 549, 563, 564, 567; II.
mercurio, III, 178, 179, 180, 418, 40, 69, 100, 151, 158-161, 173,
419; Segunda agonía, III, 178, 180, 191, 192, 220, 226, 247, 253, 264.
419; Tu presencia en el tiempo, 269, 280; III, 10, 134, 364.
III, 178480, 419; El lazo de púr- Ortega y Munilla, I, 103.
pura, III, 178, 180481, 419; El Ortiz Muñoz, Antonio, III, 389:
hombre de Damasco, III, 178, 180, Albores de estrella, III, 389; Otros
419; El denario de plata, III, 178, son los caminos, III, 389.
419. Ortiz de Pinedo, José, I, 378-379;
Nürnberg, Magda, I, 528. De la realidad y del ensueño, I,
494 índice de nombres propios
379; El pobre amor, I, 379; La Papini, I, 436; II, 218, 367, 403;
dulce mentira, I, 379; Con el co- III, 98; Gog, II, 367.
razón no se juega, I, 379; Farsas Pardo Bazán, Emilia, I, 329, 313,
de amor, I, 379; El sendero ideal, 343, 388, 414, 518, 520; II, 381;
I, 379; Rosa de Sevilla, I, 379; III, 166; La Quimera, I, 313.
La santa ilusión, I, 379; El espe' Pastor, A. R., I, 520.
jo de su alma, I, 379: La emoción Pastor, José F., I, 520.
desconocida, I, 379; Muchachas, Pastor Mateos, E., III, 423.
I, 379; La graciosa gaditana, I, Pater, Walter, I, 438.
379; ...Y la vida se va, I, 379; Paucker, Eleanor K., I, 528.
Las rosas de ayer, I, 379; Duende Pavese, III, 314, 318.
Amor, I, 379. Payno, Juan Antonio, III, 398; El
Ortiz Ramírez, Emilio, III, 393; curso, III, 398.
AzaZel. Una vida. Una novela, Pedro, Valentín de, I, 520; III,
III, 393; Por dos cosas, III, 393; 83, 389; Una aventurera, III,
Robo con escalo, III, 393; La co¬ 389; Primera actriz única, III,
misión, III, 393. 389; Veinticuatro horas fuera del
Ortoll, María Mercedes, I, 429. colegio, III, 389; Cartas de amor
Oscar Pin (seud.), V. Perdiguero de Clara Matei, III, 389; El ve¬
Pérez. neno del tango, III, 389; La vida
Otero, C., III, 412. por la opinión, III, 83, 389.
Otero Pedrayo, Ramón, I, 381. Peen, Dorothy, III, 406.
Oteyza, Luis de, I, 379; ¡Viva el Peers, E. Allison, II, 219.
Rey!, I, 379; El diablo blanco, I, Pemán, José María, II, 352, 371-
379; Los dioses que se fueron, I, 374, 403, 413; III, 186; Romance
379; El hombre que tuvo harén, del fantasma y doña Juanita, II,
I, 379; Anticípolis, I, 379; El te¬ 372-373, 374; De Madrid a Ovie¬
soro de Cuatemoc, I, 379; Río re¬ do, pasando por las Azores, II,
vuelto, I, 379; La tierra es redon¬ 372, 373, 374; Señor de su ánima,
da, I, 379. II, 372, 373; El vuelo inmóvil, II,
Ovidio, II, 156. 374; Fierabrás, II, 374; Doña Sol,
Owen, A. L., I, 535, 542. II, 374; El nuevo juez, II, 374-
Pemartín, J., II, 81, 82, 83, 87, 92,
Padín, G., I, 528. 400.
Pageard, R., III, 432. Penóle, G., I, 520.
Palacio Valdés, I, 104, 302, 329, 343, Perdiguero Camps, F., III, 373;
350, 374. 389. 528; IR 51 ? NI, Aventuras inéditas del caballero
356; La aldea perdida, I, 302; Artagnan, III, 373.
La hermana San Sulpicio, I, 428. Perdiguero Pérez, F., III, 373;
Palomero, Antonio, I, 542. Cuando no hay guerra da gusto,
Palomo, M.“ del Pilar, III, 415. III, 373; Los náufragos del Queen
Panero, L., III, 445. Enriqueta, III, 373; El pobre de
Paniagua, Eleuterio, III, 393; Los pedir millones, III, 373.
hombres se matan así, III, 393. Pereda, I, 339.
Índice de nombres propios 495
Peres, Ramón D., I, 528. 317, 342, 348, 378; III, 41, 66,
PÉREZ DE A Y AL A, RAMÓN, I, 271, 69* 73* 75* 87, 92, 97, 124, 132,
345. 358. 385. 397. 434. 435- 467- 210, 226, 313, 441, 442, 443;
513, 518, 538, 549, 564-567; II, “Episodios Nacionales", I, 15, 163,
40, 47, 48, 54, 57, 78, 154, 224, 170, 191; III, 69: Juan Martín el
225, 279, 289-298, 307, 364, 401; Empecinado, I, 57; Misericordia,
III, 106, 144, 175, 176, 237, 245, I, 159; II, 378; Marianela, II,
297. 379. 402, 44i. 443. 445. 447- 378; Fortunata y Jacinta, II, 342;
448; Tinieblas en las cumbres, I, Miau, III, 2X0.
473, 474-476, 478, 483, 513, 567; Pérez Lozano, José M.a, III, 395;
A.M.D.G., I, 467, 470, 472, 473, Las campanas tocan solas, III,
476-479, 480, 513, 567; II, 57, 395-
231; La pata de la raposa, I, 473, Pérez Lugín, A„ I, 347, 428, 556;
479482, 483, 492, 513, 566, 567; II, 51; III, 253; La casa de la
III, 448; Troteras y danZaderas, Troya, I, 347, 428, 556; III, 253;
1* 473* 477* 482, 483485, 486, 513, Currito de la Cruz, I, 347; Ar-
565, 567; II, 78; III, 448; Prome¬ minda Moscoso, I, 347; La Vir¬
teo, I, 473, 486488, 513, 566; gen del Rocío ya entró en Triana,
III, 144, 447; Luz de domingo, I, I* 347-
473, 486, 488490, 513; III, 447; Pérez Minik, I, 520; II, 76, 339, 347,
La caída de los Limones, I, 486, 390, 396; III, 44, 75, 96, 126,
490492, 493, 495, 513; II, 78; 192, 256, 306, 380, 407, 431.
III, 297, 447; Belarmino y Apolo- PÉREZ DE LA OSSA, HUBERTO, II, 189,
nio, I, 473, 494-502, 507, 511, 191, 280, 282, 283, 285, 287-296,
513, 564-566; III, 78, 447; Bajo 351-353* 409; III, 46. 131* 158;
el signo de Artemisa, I, 473, 513, El ancla de Jasón, II, 287; La
565, 566; Luna de miel, luna de lámpara del dolor, II, 287; El
hiel, I, 397, 473, 502-506, 513, opio del ensueño, II, 288; La
564, 565; III, 379; Los trabajos santa duquesa, II, 286, 288-291,
de Urbano y Simona, I, 397, 473, 295; Obreros, zánganos y reinas,
502-506, 513, 564, 565; El ombligo II, 292-293; Los amigos de Clau¬
del mundo, I, 473, 513, 565, 566; dio, II, 292, 294-295; La casa de
Tigre Juan, I, 473, 474, 506-512, los masones, II, 287, 288, 291,
513, 564, 567; III, 448; El curan¬ 292.
dero de su honra, I, 473, 506-512, PÉREZ Y PÉREZ, Rafael, I, 429; La
513, 564; Justicia, I, 471, 513. esperanza, I, 429; Amor que no
Pérez Escrich, I, 349. muere, l, 429; Levántate y anda,
Pérez Ferrero, Miguel, I, 99, 101, I, 429; Inmaculada, I, 429; El
104, no, 121, 520, 542; II, 97, hada Alegría, I, 429; Duquesa
403. Inés, I, 429; Los cien caballeros
Pérez Galdós, B., I, 15, 57, 103, 121, de Isabel la Católica, I, 429; Do¬
129, 159, 163, 191, 192, 347, 380, ña Sol, I, 429; Muñequita, I, 429;
407, 470, 472, 474, 518, 525, 526, Un hombre cabal, I, 429; Madri-
528; II, 99, 288, 298, 308-310, nita buena, I, 429; La niña de
496 Indice de nombres propios
Ara, I, 429; La gloria de amar, 221, 223, 425; Sol sin sombra, III,
I, 429; El Señor de Albarracín, 221, 223, 425.
I. 429- Pomés, Mathilde, I, 527; II, 403.
Pérez Restrepo, A., I, 520; II, 396. Ponce de León, L., II, 409; III, 98.
Pérez Zúñiga, III, 356. 99- 4i6.
Perlado, J. J., III, 421. Pons, J. S., III, 443.
Pesseux-Richard, H., I, 542, 559. Portal, Luis, III, 389; En su jar¬
Petrarca, II, 325. dín murado, III, 389; Ataraxia,
Petriconi, H., I, 521; II, 396. III, 389; ¡ Pum 1 jPum! ¡Pum!,
Petronio, I, 424. o el vengador de su honra, III,
Pfandl, Ludwig, I, 542. 389.
Philippe, Charles Louis, I, 464. Porras, Antonio, II, 369-371, 403;
Picasso, III, 76. Curra, II, 371; El misterioso ase¬
Pilares, Manuel, III, 178, 390, sino de Potestad, II, 371; El
395; El andén, III, 395; Historias centro de las almas, II, 369, 370-
de la cuenca minera, III, 395; 371; Santa Mujer Nueva, II, 371;
Cuentos de la buena y de la mala Lourdes y el aduanero, II, 370,
pipa, III, 395. 371.
Pillepich, P., I, 535, 542; II, 398, Porras Cruz, J. L., III, 446.
403. Porras Troconis, G., I, 542.
Pina, Francisco, I, 542, 563. Posada, II, 54.
Pinilla, Ramiro, III, 399; Las cie¬ Posada, José, III, 393; El revolu¬
gas hormigas, III, 399. cionario, III, 393.
Pintó, Alfonso, II, 414. Praag, J. A. van, I, 542.
Pinto, Mario, I, 528. Prades, J. José de, II, 413.
Piñuelas, M. C., III, 412. Pratolini, III, 314.
Pirandello, II, 220. Prats Ramírez, Consuelo, I, 521.
Pitigrilli, II, 403. Prevost, I, 350; II, 353; Manon
Pitollet, C., I, 516, 521, 528, 535, Lescaut, II, 353; III, 44.
542, 549, 558, 563; II, 399, 403. Prieto, Antonio, III, 334, 391, 399;
Platón, I, 235; II, 59, 290; III, 78. Tres pisadas de hombre, III, 399;
Plutarco, II, 367. Buenas noches, Arguelles, III,
Poblador, Juan José, III, 399; Pen¬ 399; Vuelve atrás, Lázaro, III,
sión, III, 399. 399; Encuentro con Ilita, III, 399.
Pocaterra, J. R., III, 127. Prjevalinsky, Olga, III, 128, 413.
Poe, E. A., I, 57, 360; III, 262. Proust, I, 438; II, 98, 197, 278, 401;
Pombo Angulo, Manuel, III, 177, III, 118, 223, 248, 318.
210, 221-224, 290, 424-425; La ju¬ Puccini, María, I, 529.
ventud no vuelve, III, 221, 222, Puente, José Vicente, III, 368-369;
424; En la orilla, III, 221, 223, Viudas blancas, III, 369; Una chi¬
424; Hospital general, III, 221, ca topolino, III, 369.
222, 424, 425; Sin patria, III, 221, Pujol, Juan, I, 381.
222; Valle sombrío, III, 221, Pulgar, H. del, II, 325.
222, 425: El agua amarga, III, Pushkin, II, 381; III, 30.
índice de nombres propios 497
crepúsculo de las diosas, I, 424; 535, 542; II, 8, 41, 96, 190, 396,
Los extravíos de Tony, I, 424; 399, 400, 404, 406, 408, 410; III,
La primera aventura de Leticia, 12, 36, 38, 406, 441, 444.
I, 424; Ninfas y sátiros, I, 424; Ríos, Laura de los, II, 406.
Las “locas” de postín, I, 424; Risco, Vicente, II, 70-76; La puerta
Una niña demasiado modernista, de paja, II, 70-76.
I, 424; Currito el ansioso, I, 424; Rivas Andrés, V., III, 418.
El príncipe que quiso ser prince¬ Rivas Cherif, Cipriano, I, 529.
sa, I, 424; El buscador de luju¬ 551, 555, 560; II, 112, 212, 213,
rias, I, 424; El fuego de Lesbos, 214-215, 399, 404; Un camarada
If 425; La señorita perversidad, más, II, 214-215; Los cuernos de
I, 425; La mala fama, I, 425; la luna, II, 214.
Mi alma desnuda, I, 425; Raquel, Rivera, J. E., III, 127.
ingenua y libertina, I, 425; El Robbe Grillet, III, 318.
diablo con faldas, I, 425; El ve¬ Robles, Antonio, II, 66, 189, 191,
neno de la aventura, I, 425; La 227, 248, 249, 260-264, 271, 408,
vida galante, I, 425; El abismo 409; III, 272, 355, 365; Tres, II,
rosa, I, 425; El paraíso del Dia¬ 260; El Archipiélago de la muñe¬
blo, I, 425; Historia de una ve¬ quería, II, 260; El muerto, su
dette contada por su perro, I, adulterio y la ironía, II, 260; No¬
425; ¡Pobre chica la que tiene que via, partido por dos, II, 260-262;
servir!, I, 425. Torerito soberbio, II, 260, 262-
Revueltas, III, 8. 263; Fray Manolo, II, 260; El re¬
Reyes, Alfonso, I, 521, 535, 542, fugiado Centauro Flores, II, 260,
549; II, 403; III, 443. 263-264.
Reyes Huertas, Antonio, I, 381; Roca Franquesa, J. M.a, III, 438.
III, 402; Lo que está en el cora¬ Rockenbach, M., I, 553.
zón, I, 381; La sangre de la raza, Rccq Morris, V. Ballesteros, Mer<
I, 381; Los humildes senderos, I, cedes.
381; La ciénaga, I, 381; Agua Rodríguez, Josefina, III, 326.
de turbión, I, 381; Fuente serena, Rodríguez Alcalá, Hugo, I, 542; II,
I, 381; Blasón de almas, I, 381; 408,
La Colorína, I, 381; Lo que la Rodríguez Huéscar, Antonio, III,
arena grabó, I, 381; Viento en 393; Vida con una diosa, III, 393.
las campañas, I, 381; La canción Rodríguez Menéndez, J. M., III, 406.
de la aldea, III, 402. Roig, A„ II, 400.
Ribbans, G., III, 441. Roig, Carola, I, 549.
Rico Navarro, L., I, 548. Rojas, Ricardo, I, 543.
Richard, R., I, 529. Rojas Paz, P., II, 404.
Richebourg, I, 101. Rojas Vila, Carlos, III, 334, 391,
Rilke, I, 243, 247, 456; III, 139. 399; De barro y esperanza, III,
Rimbaud, II, 98; III, 262. 399; El futuro ha comenzado, III,
Rimsky-Korsakof, I, 481. 399; El asesino de César, III, 399.
Río, Ángel del, I, 261, 405, 521, Romera, Antonio, I, 521, 551.
índice de nombres propios 499
Romera Navarro, M., I, 521, 529; política infame, III, 388; Amores
II, 310, 396. africanos, III, 388; El alma de la
Romero, Emilio, III, 60, 105; La tierra de Campos, III, 388; ¡A
paz empieza nunca, III, 105; El la cárcel!, III, 388; Amores orien¬
vagabundo pasa de largo, III, 105. tales, III, 388; Entre dos conti¬
Romero, Francisco, I, 543. nentes, III, 388.
Romero, J. L., II, 407. Ruiz Albéniz, Víctor, III, 388;
Romero, Luis, III, no, 177, 187, ¡Kelb Rumi!, III, 388; La carga
193-195, 234, 421, 439; La noria, de Tardix, III, 388; Bu-Suifa, III,
III, 193-195, 421; Carta de ayer, 388; Lalla Mariem, III, 388.
III, 193, 195, 421 j Las viejas vo¬ Ruiz Ayúcar, ángel, III, 393; La
ces, III, 193, 195, 421; Los otros, sierra en llamas, III, 393; Las dos
III, 193, 195; Esas sombras del barajas, III, 393; Mientras llueve
trasmundo, III, 193; La Noche¬ en la frontera, III, 393: ¿Para
buena, III, 193. qué?, III, 393.
Romero Flores, Hipólito R., I, 521, Ruiz Castillo, I, 434.
529. Ruiz Contreras, I, 102, 521.
Romero Mendoza, P., I, 550. Ruiz García, Enrique, III, 396; Yo
Romero Moliner, R., III, 413. asumo la vida de Pedro Olmo,
Romero de Torres, II, 358. III, 396.
Romo Arregui, J., I, 537, 553, 555; Ruiz Vernacci, E., III, 447.
II, 398, 414. Ruskin, II, 49.
Ros, Félix, II, 278. Rust, John B., I, 522; II, 310; III,
Ros, Samuel, II, 66, 191, 248, 249, 407.
264-269, 408; III, 355; Las sendas,
II, 265; Bazar, II, 264; El ven¬
Sabater, Gaspar, I, 550.
trílocuo y la muda, II, 265-261; El
Sade, Marqués de, I, 57.
hombre de los medios abrazos, II,
Sáenz Alonso, Mercedes, III, 393;
265, 261-268.
Bajos fondos, III, 393; Altas esfe¬
Rosembaum, S. C., I, 530, 537, 564.
ras, III, 393; El tiempo que se
Rosemberg, S. L. M., I, 543, 553,
fué, III, 393; La pequeña ciudad,
555-
Rosenblat, A., II, 406. III, 393.
Rossi, Giuseppe Cario, I, 529. Sáenz Hayes, R., III, 448.
Rostand, I, 57 Sagan, F., III, 159.
Rousseau, I, 529; II, 325; El Vica¬ Saint Paul Roux, II, 98.
rio Saboyano, I, 529. Sáinz de Robles, F. C., I, 351, 353,
Royo, Rodrigo, III, 399; El sol y 391, 522; II, 50, 60, 81, 195, 212,
la nieve, III, 399. 229-233, 286, 396, 397: III, 226,
Rubia Barcia, III, 443. 326, 376, 380, 417, 419, 423, 425,
Rubio Coloma, Jesús, III, 388; 427, 433, 436; Mario en el foso
Amores que triunfan, III, 388; de los leones, II, 229-231; La de¬
La fuerza del amor, III, 388; Ei cadencia de lo azul celeste, II, 231-
crimen de la bruja, III, 388; La 232; Escorial, vida y transfigura-
ción, II, 233; Madrid y el resto 239; El haragán, III, 237, 240;
del mundo, II, 233. Cabo de vara, III, 237, 240, 241,
Salamanca, C. de, II, 414. 426, 427; La nave, III, 237, 240,
Salaverría, José M.a, I, 99, 114, 426; El agitador, III, 237, 240,
275-277, 278, 543, 551; II, 404; III, 427.
439; La Virgen de AránZaZu, I, Sampedro, José Luis, III, 177, 198-
276, 551; Nicéforo el Bueno (El 200, 422; Congreso en Estocolmo,
rey Nicéforo), I, 276, 551; El ocuL III, 198-200, 422; El río que nos
to pecado, I, 276; Viajero de lleva, III, 198, 422; La sombra de
amor, I, 276; El muñeco de tra- los días, III, 198.
po, I, 276; Una mujer en la ca- Sampelayo, Juan, I, 543; II, 411.
lie, I, 276. Sánchez, Federico, I, 543.
Salazar Chapela, E., II, 406: III, Sánchez Barbudo, Antonio, I, 17,
272, 378-380, 407; ...Pero sin hi- 529; III, 178, 258, 272, 284, 443;
jos, III, 379; Perico en Londres, Sueños de grandeza, III, 284.
III, 379; Desnudo en Piccadilly, Sánchez Camargo, Manuel, III, 177,
III, 380. 256-258; Nosotros los muertos, III.
Salcedo Ruiz, A., I, 522. 256-258.
Salinas, Pedro, I, 71, 83, 84, 96, SÁNCHEZ FERLOSIO, RAFAEL, II, 75;
216, 522, 529, 535, 543; II, 154, III, 171, 288-290, 299-305, 306, 310,
157, 159, 162, 164, 189-192, 195, 327* 335- 345- 43i. 433; Indus¬
212, 213, 215-218, 238, 309, 397, trias y andanzas de Alfanhuí, II,
404-407, 409; III, 50, 141, 270, 75; III, 288, 299, 300-302, 304,
405, 406: La bomba increíble, II, 3°5> 433! El Jarama, III, 288, 299,
275-2/8; Víspera del gozo, II, 192, 302-304, 305, 331, 433.
215; El desnudo impecable, II, Sánchez Gimeno, C., III, 447.
215. Sánchez Mazas, Rafael, II. 189,
Salisachs, Mercedes, III, 393; Pri¬ 191, 282, 285, 309, 351, 352, 362-
mera mañana, última mañana, III, 369, 410, 412; III, 46, 158, 374:
393; Una mujer llega al pueblo, Pequeñas memorias de Tarín, II,
III, 393; Carretera intermedia, III, 363, 364-366; III, 374; La vida
393; Más allá de los railes, III, nueva de Pedrito de Andía, II,
393- 353, 363, 365-369; III, 158; Rosa
Salvador, Tomás, III, 177, 195, Kruger, II, 369; Cuatro lances de
210, 234, 237-240, 426-427; Garim- boda, II, 369.
po, III, 237, 239; Historias de Sánchez Silva, J. M.\ III, 177, 390,
Valcanillo, III, 237, 239, 241; El 396, 413; El hombre de la bufan¬
charco, III, 237, 239, 426; Cuerda da, III, 396; La otra música, III,
de presos, III, 237, 240; La vi¬ 396; No es tan fácil, III, 396;
rada, III, 237, 239; División 250, La ciudad se aleja, III, 396: La
III, 237, 239, 426, 427; Los atra¬ semana sin lunes, III, 396: Mar¬
cadores, III, 195, 237, 240, 427; celino pan y vino, III, 396: Ade¬
Hotel Tánger, III, 237, 239, 426; laida y otros asuntos personales,
Diálogos en la oscuridad, III, 237, III, 396; Primavera de papel, III,
índice de nombres propios 501
396; Historias menores, III, 396; rón, o la fatalidad, II, 47, 48;
Historias de mi calle, III, 396; Bartolo, o la vocación, II, 48-49.
Aventura en el cielo, III, 396; Sanz Cuadrado, M.a Antonia, I, 59.
Quince o veinte sombras, III, 396; Sanz y Díaz, José, II, 401; III,
Historias menores de Marcelino 389; El precio de la gloria, III,
pan y vino, III, 396; Tres nove¬ 389; ¡Prisioneros!, III, 389; El
las y pico, III, 396; El hereje, secreto del lago, III, 389.
III, 396; Cuentos de Navidad, Sarmiento, E., I, 529.
III, 396. Sartre, J.-P., I, 22, 172; II, 235;
Sánchez Trincado, J. L., III, 441, III, 116, 283, 287; Les chemins
445- de la liberté, I, 22; L’Étre et le
Sancho Granados, Romualdo, III, Néant, I, 22.
85-86; 98 horas, III, 85-86. Sarrailh, J„ I, 535, 563.
Sancho Ruano, Francisco, III, 393; Sassone, Felipe, I, 387.
Riesgo y esperanza, III, 393; En Sastre, L., II, 398; III, 326.
Vidamba han entrado lagartos, Schiller, II, 297.
III, 393. Schopenhauer, I, 113; II, n.
Sand, George, II, 49. Schramm, Edmund, I, 522.
San José, Diego, I, 296, 372-374, Schultz de Mantovani, Fryda, I,
517; MoZas del partido, I, 373; 529.
La bella mal maridada, I, 373; Schürr, F., III, 441.
Doña Constanza, I, 373; El libro Schwab, R., III, 441.
de horas, I, 373; Una vida ejem¬ Schwartz, Henry Ch., I, 563.
plar, I, 373; El sombrero del Rey, Seeleman, R., I, 522.
I* 373; Puñalada de picaro, I,
Segura Covarsí, E., I, 535; III, 443,
374: Cuando el motín de las ca¬
Senabe Sempere, R., III, 440.
pas, I, 374; El pecado mortal, I,
Sénancour, I, 455.
374; La Mariblanca, I, 374; El al¬
Sender, Ramón J., I, 529, 535; II,
ma al diablo, I, 374; La corte del
Rey embrujado, I, 374; Una pica 190, 191, 282-285, 315- 364, 376;
III, 7, 8, 11, 12, 21, 27, 35-48, 51,
en Flandes, I, 374; De capellán a
54, 59, 60, 62, 63, 66, 92, 95,
guerrillero, I, 374; La monja del
107, 117, 131, 147, 158, 176, 272,
amor humano, I, 374.
273* 275, 352, 405-406, 438, 440:
Santayana, I, 529; III, 440.
Imán, III, 27, 37, 38, 48, 63, 92:
Santiago, Carlos de, III, 177, 181,
O. P., III, 35, 37, 38; Siete do¬
227, 264-266, 267, 290, 429; La
mingos rojos, III, 37, 39, 40, 41,
encrucijada antigua, III, 264-265,
48; La noche de las cien cabezas,
429; El huerto de Pisadiel, III,
35> 37» 89-41, 48, 406; Míster
264, 265-266, 429.
Witt en el Cantón, III, 12, 37, 38,
Santos, D., II, 413; III, 434, 436.
41, 42, 48, 275, 406: Contraata¬
Santos Fontenla, F., III, 436. que, III, 7, 12, 42, 44, 48; El
Santullano, Luis, II, 41, 47-49, 54; lugar del hombre, III, 38, 48, 406;
“Tres novelas asturianas", II, 47; Mexicayotl, III, 42, 48, 405; Epi¬
Carrocera, labrador, II, 48; Paxa- talamio del prieto Trinidad, III,
502 Índice de nombres propios
38, 42, 43, 48, 117, 405; “La jor- Shelley, II, 325, 381.
nada”, III, 42, 45, 48; Crónica Siebenmann, G., III, 408.
del alba, III, 42, 45-46, 47, 48, Sierra, J., III, 429.
117, 158, 406; Hipogrifo violento, Signes Molines, M., I, 550, 563.
III, 42, 45, 46, 47, 48; La quinta Silone, III, 314.
Julieta, III, 42, 45, 48; Los laure- Silva Castro, Raúl, I, 543.
les de Anselmo, III, 38, 42, 44, Silverio Lanza (seud.), V. Amorós,
48; El rey y la reina, III, 38, 42, J. Bta.
44, 48, 406; La esfera, III, 48; Silverman, J. H., III, 443.
El verdugo afable, III, 48; Pro- Silvia Visconti, V. Ballesteros, Mer¬
verbio de la muerte, III, 48, 405; cedes.
Mosén Millón, III, 42, 44, 48; Sofovich, Luisa, II, 96.
Los cinco libros de Ariadna, III, Solalinde, A. G., I, 56, 536.
35, 36, 41, 42, 45, 48, 405, 406; Solana, I, 95, 287, 292; III, 204,
La llave, III, 48, 405. 254, 268.
Sequeros, Antonio, I, 522. Soldevilla, II, 378, 413.
Serís, Homero, I, 522. Soldevilla Duarte, III, 408.
Serna Espina, Ramón de la, I, 329; Soler, Bartolomé, I, 375-378, 381;
Chao, I, 329. II, 376; Marcos Villarí, I, 375-3777;
Sema Espina, Víctor de la, I, 329. Germán Padilla, I, 377; Almas de
Serrano, Eugenia, II, 404, 412, cristal, I, 377 i Pitusín, I, 377;
414; III, 177, 211, 241-242, 420, La vida encadenada, I, 377; Ka-
421, 428; Retorno a la tierra, III, rú-Kinhá, I, 377; La llanura muer¬
241, 427; Perdimos la primavera, ta, I, 377; La selva humillada,
III, 241-242, 427. I, 377; Patapalo, I, 377; Toma¬
Serrano Pareja, A., I, 543. ra, I, 377.
Serrano Plaja, Arturo, III, 178, Soler, M.a A., III, 437.
258, 260, 272, 273-274, 430; Don Solero, F. J., III, 413.
Manuel del León, III, 273-274; Del Solís, Ramón, III, 399; Los que no
cielo y del escombro, III, 274, 430. tienen paz, III, 399.
Serrano Poncela, Segundo, I, 22, Sordo, E., III, 415, 435.
30, 47, 522, 529, 543, 550; II, Soriano, Elena, III, 177, 196-198,
190, 397! HI, 80, J54. 159* 178. 422; Caza menor, III, 196-197, 422;
273, 279-281, 430, 440; Seis rela¬ “Mujer y hombre", III, 196, 197,
tos y uno más, III, 279, 430; ‘‘El 422; La playa de los locos, III,
centinela”, III, 281; ‘‘Una pasión 196, 197-198; Espejismos, III, 196,
culpable”, III, 281; La venda, III, 197-198, 422; Medea 55, III, 196,
279, 281, 430; La raya oscura, 197-198.
III, 279-281, 430; El faro, III, Soriano Letelier, H., I, 554.
279-281; La puesta de Capricornio, Sorolla, I, 436, 437.
III, 279-281; Un olor a crisantemo, Soto, L. E., II, 404.
III, 279, 430. Souto Alabarce, A., III, 445.
Shakespeare, I, 24, 47, 141, 144, Souvirón, José María, III, 177, 211-
47i. 538. 213, 424; La luz no está lejos, III,
índice de nombres propios 503
211, 212; El viento en las ruinas, Tamayo, Juan, II, 317, 323, 328,
III, 211, 2/2; Isla para dos, III, 411, 412.
2X1; La danza y el llanto, III, Tapia, José Félix, III, 393; La luna
211, 212-213, 424. ha entrado en casa, III, 393; Pro¬
Spens, W. de, III, 418, 433. fesión: empleado, III, 393.
Speratti Piñero, Emma, I, 90, 536; Tasis, Rafael, III, 408.
III, 401, 443. Taxonera, Luciano, III, 388; El
Staél, Madame de, I, 244. otro amor, III, 388: Rosas de di¬
Starkie, Walter, I, 522, 550, 567. ciembre, III, 388; La vida a dis¬
Steinbeck, III, 8, 228; Las uvas de tancia, III, 388; La nieve de los
la ira, III, 228. años, III, 388; (Qué haces que
no llegas?, III, 388.
Stendhal, I, 535; II, 180, 297, 316.
Templin, E. H., I, 543.
Stevens, H. S., III, 441.
Teniers, I, 481.
Stevens, Rosemary H., I, 530.
Tenreiro, Ramón María, I, 146,
Stevenson, R. L., I, 380.
410, 419, 460, 463-465, 530, 536,
Stimson, F. S., II, 398.
Stondemire, S. A., I, 564.
543. 55°'552» 554'56o. 563. 567;
II, 41-47, 61, 398-399, 400: Em¬
Strauss, I, 218.
brujamiento, II, 42; Dama pobre¬
Sturcken, H. T., III, 448.
za, II, 42, 43-44; Lunes antes del
Sturgis, C„ I, 522; II, 397.
alba, II, 42; El loco amor, II, 42,
Styron, W., III, 318.
399; La esclava del Señor, II, 44-
Suárez, Marcial, III, 106, no, 177, 45, 398; La ley del pecado, II,
201-203, 234, 364, 422; La llaga, 44-47.
III, 106, 201-203, 422; Calle de Teresa de Jesús, Santa, I, 244, 311,
Echegaray, III, 201-203, 364. 438, 456.
Suárez Calimano, Emilio, I, 536; Thackeray, I, 160.
II, 404. Thomas, H„ III, 402.
SuArez Carreño, José, II, 414; III, Tibulo, II, 156.
110, 177, 181, 185-190, 227, 285, Tijeras, E., III, 437.
290, 420, 439; Las últimas horas, Tirso Medina, III, 355, 356; La da¬
III, 185-190, 420; Proceso perso¬ ma de los peces de colores, III,
nal, III, 185-190, 420. 356: El asesino de la muñeca, III,
Suderman, Morris, I, 530. 356; Invierno en primavera, III,
Sué, E., I, 101; II, 378. 356; El monumento a Goro, III,
Sueiro, Daniel, III, 391, 399; Los 356; Mis dos mitades, III, 356;
conspiradores, III, 399; La carpa, El asno encantado, III, 356.
111, 399; La criba, III, 399. Tiziano, II, 185.
Suevos, Jesús, III, 396; La luna y Toledo, J. de, III, 440.
sus cómplices, III, 396. Tolstoi, I, 123, 290: II, 49, 297,
348: III, 69, 97, 124, 1325 La
Taboada, III, 356. sonata a KreutZer, I, 290; La gue¬
Tagore, R„ I, 558. rra y la paz, I, 15; III, 69, 97,
Talamás Lope, C., III, 415. 132.
504 Indice de nombres propios
y un prólogo, I, 20, 26, 29, 47, 261, 405, 523; II, 8, 80, 168, 169,
48, 487, 527-529; Nada menos 171, 174, 190, 212, 213, 220, 229,
que todo un hombre, I, 26-29, 32, 233-234, 264, 274, 324, 356, 370,
44, 46, 48, 270, 509, 528; Dos 397; III, 12, 31, 36, 119, 141,
madres, I, 29-31, 32, 36, 46, 48; 275; Teófilo, II, 233-234; 2 + 4, II,
El marqués de Lumbría, I, 29, 233-234.
31-32, 46, 48; II, 78; Abel Sán¬ Valdés, Francisco, I, 233, 544, 550,
chez, I. 29, 32-35, 46, 48, 524- 563.
526, 528; II, 308; III, 441; La tía Valdés Leal, II, 180.
Tula, I, 35-38, 46, 48; Cómo se Valencia, A., II, 414, 425.
hace una novela, I, 38, 46, 48; San Valente, J. A., I, 550; II, 76.
Manuel Bueno, mártir, I, 19, 20, Valera, Juan, I, 103, 544; II, 48,
22, 27, 38-42, 44, 46, 48, 217, 54; Pepita Jiménez, II, 48.
524-529; III, 84; La novela de Valéry, II, 325; III, 238.
Don Sandalio, jugador de ajedrez, Válgoma, Dalmiro de la, III, 165.
I, 20, 42-44, 46, 48, 256, 527; Valle Inclán, I, 48, 49-96, 103, 104,
Un pobre hombre rico, I, 44-45, 118, 138, 192, 194, 234, 287, 290,
46, 48; Tulio Montalbán y Julio 300, 354, 371-373. 384. 4i5. 434-
Macedo, I, 48; III, 441; Nuevo 435, 458, 484, 485, 510, 518, 526,
Mundo, III, 442. 529-537, 561, 566: II, 64, 95, 210,
Urabayen, Félix, I, 365-367, 557; 219, 220, 237, 238, 279, 288, 298;
Toledo: piedad, I, 366; La última III, 66, 71, 88, 92, 93, 112, 143,
cigüeña, I, 366; Toledo la despo¬ 182, 186, 232, 245, 253, 264, 266,
jada, I, 366; El barrio maldito, I, .268, 292, 401, 438, 440, 442-443,
366; Vida ejemplar de un claro 444; Flor de santidad, I, 58-60,
varón de Escalona, I, 366; Cen¬ 53i. 533: “Sonatas", I. 53, 56.
tauros del Pirineo, I, 366; Estam¬ 59, 60-68, 69, 77, 78, 80, 83, 85,
506 índice de nombres propios
300, 372, 530, 533-536; II. 288; Vázquez Azpiri, Héctor, III, 400;
III, 442; Sonata de primavera, I, Víbora, III, 400.
56, 61'62, 83; Sonata de estío, I, Vázquez Dodero, J. L., I, 523; II,
62'63, 79, 83; Sonata de otoño, I, 413; III, 174, 415, 418, 440.
51, 58, 63'64, 78, 83; III, 401, Vázquez Zamora, R., II, 412, 414;
443; Sonata de invierno, I, 64'66, III, 165, 166, 415, 417, 418, 420,
83; Corte de amor, I, 63, 531- 425, 429.
533. 535: “Eulalia”, I, 63; ‘‘Hier¬ Vega, Luis Antonio de, I. 556;
bas olorosas”, I, 63; Jardín um' III, 377-378, 413; Primavera en
brío, I, 56, 63; “El miedo”, I, Castilla, III, 377; Como las almas
63; “Comedias bárbaras", I, 53, muertas, III, 377; La casa de las
60, 64, 68'75, 77-79, 83; II, 63; rosas amarillas, III, 377; Chiquita
III, 266; Cara de plata, I, 72, de Bilbao, III, 377; La disparata'
75> 83, 535; Águila de blasón, da vida de Elisabeth, III, 377;
I, 73, 74; Romance de lobos, I, Los que no descienden de Eva,
74, 75, 83, 532; “La guerra car- III, 377; Yo robé el Arca de Noé,
lista", I, 53, 60, 68, 69, 75'82, 88, III. 377; Yo le di mis ojos, III,
53i. 533. 536; II, 288; III, 92, 442; 378; El barrio de las bocas pin'
Los cruzados de la Causa, I, 76, todas, III, 378; Por primera vez
78'79, 82; El resplandor de la en la historia del mundo, III, 378;
hoguera, I, 77, 79-80; Gerifaltes El amor de la sota de espadas,
de antaño, I, 57, 80-8/; La pipa III, 378.
de Kif, I, 82; Luces de Bohemia, Vega Baeza, A., I, 523.
I, 82; Tirano Banderas, I, 54, 77, Vela, Fernando, I, 544; II, 403,
88, 90-92, 95, 531-536; III, 143, 405, 407.
442, 443; “El ruedo ibérico”, I, Vela Jiménez, Manuel, III, 393;
54, 92-9(5, 192; La corte de los La hora silenciosa, III, 393; Hijo
milagros, I, 76, 89, 92, 93-94, 443; de algo, III, 393; Los dineros del
Viva mi dueño, I, 90, 92, 94-95, diablo, III, 393; La querencia, III,
533; Baza de espadas, I, 92; III, 393-
401, 442; Femeninas, I, 50; Ade' Velarde Fuertes, J., III, 410, 421.
ga, I, 58; Fue Satanás, I, 61; Velasco, J. I. de, III, 427.
La niña Chole, I, 62, 63, 194. Velázquez, I, 327, 485; II, 111.
Valle de Juan, F., II, 398. Vera, Francisco, III, 388; De mu¬
Vallejo, III, 8. jer a mujer, III, 388: Obsesión,
Valsaín, Alvaro, II, 408. III, 388; El hombre bicuadrado,
Valverde, J. M.\ I, 523; II, 400, III, 388; Lo que hizo Santiago
413. Verdón después de muerto, III,
Van Praag-Chantraine, J., III, 446. 388; El amor de cada uno, III,
388.
Varea Jácome, B., I, 536.
Verdaguer, J., III, 134.
Varela, José L., I, 536; II, 414; Verdaguer, Mario, II, 191, 212.
III, 236, 278, 426, 430. 213, 2/8-223, 375, 407; El llanto
Vauthier, E., I, 530. de Venus, II, 218; La isla de oro,
índice de nombres propios 507
Ximénez de Sandoval, III, 355, 357- Zayas, María de, II, 49.
359; Tres mujeres más equis, III, Zeitlin, Marión, I, 537.
357; Los nueve puñales, III, 357; Zoia, E., I, 101, 122; II, 297, 317,
Camisa azul, III, 357; El hombre 318, 348.
y el loro, III, 357-358; Manuela Zorrilla, I, 170; II, 179, 182.
Limón, III, 358; Las patillas ro¬ Zubizarreta, A. F., III, 442.
jas, III, 358-359. ZUGAZAGOITIA, JULIÁN, III, 53; El bo¬
Ydígoras, Carlos, III, 400; Algu¬ tín, III, 53.
nos no hemos muerto, III, 400; Zuloaga, I, 287, 292, 293.
Los hombres crecen bajo la tie¬ Zunzunegui, Juan Antonio de, II,
rra, III, 400. 189, 191, 280, 282, 285, 286, 288,
Ynduráin, F., I, 245, 524, 550; III, 314-350, 351, 353, 376, 414; III, 8,
62, 182, 187, 407, 408. 54, 59, 66, 88, 107, 131, 147, 165,
176, 252, 280, 438, 444; Chiripi, II,
Zahonero, José, I, 383, 386. 318, 322, 324-327; El Chiplichand-
le, II, 322, 324, 325, 327-329, 330,
Zamacois, Eduardo, I, 384, 385,
332; El hombre que iba para es¬
386-388, 415, 517, 559; Consuelo,
tatua, II, 324, 330, 411; ¡Ay...,
I, 385; La enferma, I, 385; Punto
estos hijos!, II, 318, 323, 330-332,
negro, I, 385; Incesto, I, 385;
336. 339¡ La quiebra, II, 323,
Tick-Nay, I, 385; Loca de amor,
330, 332-334, 336, 340, 342, 411;
I, 385; El seductor, I, 385; Duelo
El barco de la muerte, II, 319,
a muerte, I, 385; Memorias de
323, 330, 334-338, 339, 340; La
una cortesana, I, 385; Sobre el
úlcera, II, 319, 323, 324, 330, 334-
abismo, I, 385, 559; El otro, I,
338, 340, 343, 410, 411; Las ra¬
385; La opinión ajena, I, 385;
tas del barco, II, 324, 338, 340,
El misterio de un hombre peque-
341-342; El supremo bien, II, 286,
ñito, I, 385; La virtud se paga,
339, 340, 342-345, 350, 411; Esta
I, 385; Memorias de un vagón de
oscura desbandada, II, 286, 317,
ferrocarril, I, 385; Una vida ex¬
318, 320, 321, 341, 345-346, 349,
traordinaria, I, 385; Los muertos
350, 410, 411, 412; La vida como
vivos, I, 385; El delito de todos,
es, II, 323, 324, 339, 341, 347-
I, 385; La antorcha apagada, I,
349, 410, 411; El hijo hecho a
385.
contrata, II, 333, 341, 350, 411;
Zamiatín, E., II, 169; “De cómo
El camión justiciero, II, 341, 350,
se curó el doncel Erasmo”, II,
411, 412; Los caminos de El Se¬
169. ñor, II, 350, 412; Una mujer so¬
Zamora Vicente, Alonso, I, 67, bre la tierra, II, 350; El mundo
536, 550; III, 126, 177, 390, 396, sigue, II, 345, 350, 410; El pre¬
413, 440, 443; Primeras hojas, III, mio, II, 350; No queremos resu¬
396; Smith y Ramírez, S. A., III, citar, II, 323.
396. Zurbitu, D., I, 524; II, 397.
Zanetti, Elena, I, 564. Zweig, S., II, 200, 218.
ÍNDICE GENERAL DE LA OBRA COMPLETA
Tomo I
Págs.
Prólogo.. 9
Págs.
Bibliografía... 5*5
Indice general de la obra completa 5ii
Tomo II, 1
Págs.
Págs.
Bibliografía. 395
Tomo II, 11
Fágs.
DEC 1 Si 1972
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6144 La novela española
N6 contemporánea. 2. ed.
1963
t.2
pt.2
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