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EL RÍO MAGDALENA: EJE HIDROGRÁFICO, ESPACIAL

Y CULTURAL DEL DEPARTAMENTO DEL HUILA

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

EL río Magdalena es de un gran significado para el desarrollo socioeconómico y el equilibrio ambiental del departamento del
Huila y la mayoría de sus municipios. Al respecto es importante registrar que el Magdalena es el ecosistema que mejor cumple, en
conjunto, los 25 criterios ecológicos y socioculturales que fueron propuestos por el Grupo de Investigación ECOSUR de la
Universidad Surcolombiana, para identificar, valorar y describir los ecosistemas estratégicos de dicho departamento (Olaya y
Sánchez, 39-70, 2003; Olaya, Sánchez Ramírez y Sogamoso, 2003, 321-344; Vargas y Rubiano, 2005, 52-81).

El río y valle del Magdalena posee una diversidad natural significativa, representada en especies, bioclimas, heterogeneidad de
hábitats, recursos naturales, dinámicas hidroclimáticas y procesos ecológicos. Con todo esto, el mismo río interactúa, en forma
directa o indirecta, con otros importantes ecosistemas como el Macizo Colombiano y los parques nacionales naturales Puracé,
Cueva de Los Guácharos y Nevado del Huila; el Cerro de Miraflores y la Serranía de Las Minas; los ríos Suaza, Guarapas, Páez,
Neiva, Las Ceibas, Baché, Aipe y Cabrera, así como el Desierto La Tatacoa. Además, el río Magdalena recorre de sur a norte el
Huila, pasa por las cuatro subregiones de este territorio (sur, centro, occidente y sur) y transita por 24 de los 37 municipios
huilenses.

Debido a sus recursos naturales y formas de diversidad natural, el río Magdalena y su valle brindan productos, servicios y
beneficios que se manifiestan en la localización de asentamientos humanos y orientación de la infraestructura vial y del transporte,
suelos para la agricultura y la ganadería, sistemas de riego, agua para la pesca y la acuicultura, generación de hidroelectricidad,
recreación, turismo, deportes náuticos y depuración natural de aguas residuales, así como el aprovechamiento del material de
playa, oro de aluvión e hidrocarburos. De otra parte, la importancia del Magdalena también se ve reflejada en su valor paisajístico
desde el punto de vista estético y en el interés que despierta en los compositores, poetas, pintores y fotógrafos; en su valor
histórico y su papel en la geopolítica regional y la división político administrativa de los municipios huilenses, y en su función
como componente de los emblemas del Huila y de sus municipios. Sin embargo, el Magdalena también ofrece peligros o
amenazas que se gestan en su cauce y en las laderas de sus quebradas y ríos tributarios, como consecuencia de fenómenos
naturales y de impactos ambientales generados por actividades humanas.

La problemática ambiental asociada al río Magdalena en el Huila, tal como ocurre en todo su cauce en el país, se puede relacionar
con impactos generados por las actividades humanas y por algunos fenómenos naturales en su cuenca. No obstante las diferencias
locales entre tramos del río, el estudio de esos impactos ha mostrado que las principales manifestaciones de alteración se pueden
asociar al crecimiento de núcleos urbanos en sus riberas y las actividades de explotación agropecuaria en la cuenca. En una
síntesis sobre la problemática ambiental del río Magdalena en el Huila, elaborada por profesores de la Universidad
Surcolombiana, se registraron 13 impactos negativos y 9 positivos de origen antrópico, los cuales se relacionan principalmente
con actividades urbanas y agropecuarias (Olaya y Sánchez Ramírez, 2000, 59-96; Sánchez Ramírez et al, 2001, 39-53, 76-77, 81-
86). Los mismos autores registraron 15 impactos negativos y 15 positivos generados por fenómenos o procesos naturales
asociados a la dinámica del Magdalena, los cuales se relacionan principalmente con aspectos climáticos, hidrológicos y
geológicos. Todos estos impactos y fenómenos conforman la problemática ambiental del río en la región, cuyas características
fundamentales se abordan a continuación

Uno de los principales problemas ambientales presentes en el río es el vertimiento de aguas residuales domésticas, que es
claramente evidente con las descargas de alcantarillado de todos los municipios del Huila, las cuales se vierten en ríos y quebradas
afluentes del Magdalena, en la mayoría de los casos sin ningún tipo de tratamiento previo. Además, los vertimientos agrícolas
difusos también constituyen una fuente importante de contaminación, en especial la causada por los cultivos de arroz (Olaya y
Sánchez Ramírez, 2000, 48). Aunque el elevado caudal del río aporta una gran capacidad de dilución y autodepuración, las
actividades en su entorno y los procesos de alteración conducen a establecer un nivel de contaminación que puede considerarse
como tolerable, pero que origina preocupaciones sobre el deterioro creciente que limita los usos del agua, en especial en la zona
norte del Magdalena en el Huila (Sánchez Ramírez et al, 2001, 53).

Otro de los problemas presentes en el río Magdalena son los efectos ambientales del Proyecto Hidroeléctrico de Betania, porque al
implantarse conllevó cambios en los suelos, inundaciones de tierras, muchas veces fértiles, arrasamiento de flora y fauna y
adicionalmente consecuencias impredecibles sobre el clima y los regímenes de lluvias. También ha ocasionado cierto deterioro en
la calidad del agua, debido a la desoxigenación y eutroficación localizadas en el embalse. Aunque aún estos efectos no son muy
intensos, la mala calidad del agua en general puede producir consecuencias como obstrucción y corrosión de equipos y de
maquinarias, salinización del agua, mal olor y sabor, proliferación de vectores de enfermedades, obstrucción de la navegación y
pérdida de vida útil del embalse (Olaya, 1994; Olaya et al, 1992b).

En cuanto a la pesca en el Alto Magdalena en el Huila, su problemática está relacionada íntimamente con el deterioro ambiental
del río y su entorno, dentro de los cuales se encuentra la contaminación acuática, el deterioro del hábitat en el cauce, la alteración
en el régimen de caudal y la consecuente disminución de poblaciones de peces (Sánchez Ramírez et al, 2001, 76).

Debido a la alta fertilidad que poseen los suelos aluviales del valle del río Magdalena y de sus principales afluentes, los
agricultores han buscado establecer cultivos a orillas de los cauces. Con estas prácticas, se generan efectos de estos cultivos
limpios que requieren laboreo y remoción frecuente del suelo, dejándolo desnudo, constituyendo así otro problema sumado a la
deforestación y pérdida de la cobertura vegetal de las riberas; y atentando contra la integridad y el equilibrio de los ecosistemas
del río y sus áreas circundantes (Olaya y Sánchez Ramírez, 2000, 47-48).

Otra actividad que genera alteración en el río es causada por el vertimiento de residuos sólidos domiciliarios en el cauce principal
y sus afluentes, lo cual ocurre en varios municipios del Huila. Muchos de ellos realizan la disposición de basuras a cielo abierto,
aunque en algunos como Neiva se han establecido rellenos sanitarios y sobre los focos de disposición directa se está
incrementando la vigilancia de las autoridades ambientales (Huila. Contraloría Departamental, 2002, 84). Sin embargo, en las
áreas rurales cercanas al río, lo mismo que en sitios de recreación, es frecuente la práctica de arrojar diversos residuos a las
corrientes.

Otros procesos de alteración se relacionan con la capacidad de arrastre y transporte de sedimentos por las corrientes, relacionada
con características de la red de drenajes, tales como composición de los lechos, grado de protección forestal de sus márgenes,
pendiente, longitud de los cauces y caudales; las cuales, en las montañas de rocas profundamente meteorizadas, les imprimen un
gran poder de arrastre de sedimentos. (CAM e INPRO-HIDROTEC, 1996, II-33). A esas condiciones se asocian las inundaciones
de tipo torrencial que se originan en la región montañosa, debido a la dinámica característica de algunos ríos que durante el
invierno aumentan sorpresivamente su caudal, fenómeno agravado por deforestación de la cuenca. El taponamiento de los cauces
ocasionado por fenómenos de deslizamientos, avalanchas y otros movimientos masivos, pueden causar represamientos e
inundaciones catastróficas. Existen áreas en donde los deslizamientos y movimientos masivos han causado estragos en cultivos,
potreros, bosques, carreteras y construcciones humanas, causados por la interacción de condiciones geológicas, tectónicas,
edáficas, hidrológicas y climáticas.

Entre los impactos relacionados con fenómenos naturales, algunos de ellos agravados por la intervención humana, se pueden
destacar aspectos como las reducciones de caudal asociadas al fenómeno El Niño, con secuelas de sequías en las que intervienen
la imprevisión, el manejo inadecuado del agua y la deforestación de las cuencas, lo cual se reconoce con mayor gravedad en la
zona norte del Huila (Olaya y Sánchez Ramírez, 2000, 88; Poveda, 2003). Otro fenómeno de alteración se relaciona con las
amenazas por fallas geológicas como ocurre con el sistema de fallas Suaza – Garzón, ubicado entre el límite del valle del
Magdalena y la cordillera Oriental, la falla Pital – Agrado, o el sistema de fallas Teruel – Chusma en el occidente del valle del río
(CAM, EOT Garzón, 18; Huila. Secretaría de Gobierno y Desarrollo comunitario, 8). Las condiciones geológicas son susceptibles
de generar fenómenos de remoción en masa, los cuales ocurren en laderas cercanas al Magdalena como en zonas de Pitalito,
Timaná, Garzón, Gigante, Aipe y otros municipios.

La compleja problemática ambiental, relacionada con el río Magdalena en el Huila, alcanza mayor significado al considerar los
efectos aguas abajo que repercuten a lo largo de todo el cauce. Aunque la contaminación generada en este tramo puede estimarse
como de menor impacto, dada la capacidad de dilución que ofrece el caudal, ella también contribuye al efecto acumulado que se
agrava en la cuenca media y baja. El otro aspecto notorio lo constituye la carga de sedimentos, de la cual el tramo del río en el
Huila recibe un aporte significativo estimado en 1,15 kg/m3, relacionado a su vez con la fuerte intervención de la cuenca
especialmente por actividades agropecuarias, y que representa el 10% del total de sedimentos vertidos por el río al mar (Sánchez
Ramírez et al, 2001, 39; Castaño, 2003, 173). Un tercer componente grueso de esta problemática lo constituye el manejo de la
biodiversidad del cauce y de sus áreas adyacentes, sobre la cual es notoria la preocupación por la reducción de especies como los
peces.

Sobre estas manifestaciones de alteración ambiental, se han planteado acciones como la recuperación de tramos navegables y el
saneamiento en sus riberas, las que forman parte de la actividad principal de Cormagdalena y otras corporaciones ribereñas
(Castaño, 2003, 177). Así mismo, en la investigación citada de la Universidad Surcolombiana se elaboró un plan de gestión para el
Magdalena en el Huila, que consta de 7 programas y 26 proyectos con aspectos de investigación, saneamiento, conservación de
recursos, mejoramiento agropecuario y capacitación y participación comunitarias (Olaya y Sánchez Ramírez, 2000, 99-111;
Sánchez et al, 2001, 86-89). El fundamento de tales planteamientos es el de que se requiere la concurrencia de instituciones y de la
comunidad regional, con el fin de preservar los invaluables recursos del río Magdalena en el Huila.

Por último, es importante agregar que dada la importancia del río Magdalena en el departamento del Huila, se recomienda
divulgar el conocimiento existente sobre dicha fuente hídrica en todas las instituciones educativas de este departamento, mediante
la Cátedra de la Huilensidad. Así mismo, el río en mención podría ser objeto de estudio en la Cátedra de la Neivanidad, en el
municipio de Neiva, así como en las demás cátedras municipales cuando estas se instituyan. En esta dirección, el presente
documento puede cumplir un papel muy importante como fuente de información y texto útil para el estudio y la construcción de
conceptos sobre la identidad huilense asociada al río Magdalena y el aprovechamiento sostenible del mismo, a partir del sentido
de pertenencia que se pueda derivar de este tipo de identidad.

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