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Parece haber, hoy día, una epidemia de narcisismo.

La competencia globalizada es
feroz y nos llama al individualismo radical, a la vanidad y a la ambición desmedida.
En lo masivo, se da una superficialidad en los vínculos donde no importa el mundo
interno sino la apariencia externa. La competencia desleal se justifica a nivel
macro. Y en lo micro, la manifestación es una mayor incidencia de trastorno
narcisista en la práctica clínica.

El narcisismo es un trastorno de la personalidad radicalmente incapacitante para la


vida amorosa, amistosa y social. La principal tragedia del narcisista es ser un
sistema cerrado donde se encuentra protegido, resguardado, escondido para que
nadie conozca su verdadero vacío interior, su falta de seguridad, encubierta con
una apariencia déspota y devaluadora de los otros.

Hay una distinción entre narcisismo "normal" y maligno. El narcisismo "normal"


está asociado al sano aprecio de uno mismo. El poder disfrutar y reconocer
nuestras propias capacidades y logros proviene de un amor propio necesario para
lograr lo que queremos.

El narcisismo maligno se reconoce fácilmente por las manifestaciones siguientes:

El narcisista tiene una preocupación excesiva por la aprobación de los otros y una
hipersensibilidad a la crítica. A todos nos preocupa lo que digan de nosotros; lo que
opine la gente de nuestro círculo familiar, social, académico, laboral. Sin embargo,
la preocupación del narcisista es extrema; parece de pronto que todas sus
acciones están encaminadas a ser mirado por los otros, reconocido, aplaudido y a
partir de este reconocimiento, sentirse valioso y menos vacío.

La diferencia entre un narcisista y un no narcisista es que el segundo se aprueba a


sí mismo aunque los otros no le aprueben. El narcisista maligno necesita de la
aprobación de los otros como del aire para respirar. Depende completamente del
afuera. Vive para el afuera. El adentro es un territorio árido, solitario, aburrido,
vacío. El narcisista siente que en el fondo es un fraude, un engaño y que debe
esconder y proteger su verdadera identidad de los demás. Se siente indigno de
amor, inferior y de ahí surge la vergüenza y la envidia.

Podemos hablar de fragilidad psicológica. Cuando es criticado, el narcisista se


defiende rabiosamente hasta aniquilar a quien se ha atrevido a cuestionarle. La
furia narcisista, es la furia de las furias...

La envidia es otra emoción dominante en estos pacientes. Siempre pendientes de


lo que los otros tienen, deseando despojarles de todo cuanto tienen de valioso. Por
esta razón, es muy frecuente que elijan parejas que tengan alguna característica
que los haga ver bien socialmente: belleza física, dinero, poder. Los narcisistas son
explotadores en su forma de vincularse y despojan al otro, le vampirizan, se
apropian de lo bueno que tiene. El otro, el que se vincula con el narcisista, puede
ser en muchos casos un masoquista dispuesto a recibir críticas y descalificaciones
con tal de ser amado. El narcisista idealiza a la pareja, la explota durante un
tiempo y después le abandona por aburrimiento, por sentir que es muy poco para
él/ella y por envidia que le hace devaluarle tanto como le había idealizado.
También es frecuente encontrar diadas narcisista-narcisista en donde ambos
padecen del mismo trastorno y se coluden haciendo esfuerzos concientes para
mantener una imagen pública poco realista de su relación como un vínculo de total
gratificación mutua y plenitud incomparable. Podemos pensar en muchas parejas,
sobre todos famosas, cuyas uniones más que basadas en el amor, parecen parte
de una estrategia de marketing para vender películas, estilos de vida
aspiracionales, felicidad al alcance de tu firma...

Alguien con narcisismo no patológico es capaz de enamorarse y de mantener una


relación amorosa por periodos largos de tiempo. Los casos más graves de
narcisismo no tienen la capacidad de enamorarse. Hay incluso narcisistas
patológicos que sí se enamoran aunque sea por periodos breves y que tienen
mejor pronóstico que los que son incapaces de sentir amor.

Todas las relaciones amorosas tienen una "resonancia edípica", es decir, que nos
remiten a los primeros objetos de amor de la vida: nuestra madre y padre o
cuidadores sustitutos.

Los narcisistas establecen relaciones dominadas por la agresión debido a


profundas frustraciones y resentimientos del pasado. Tiene miedo del objeto
amado debido a esta agresión que pone en el otro aunque es suya.

Se da una marcada indiferencia por la vida del otro. La convivencia está basada en
monólogos interminables donde el centro de la conversación es ella misma. Es este
"yo-mi-me-conmigo" que termina alejándonos de un novio, amiga potencial,
hermano, compañero de trabajo que solo sabe hablar de si mismo y que parece
nunca llegar al momento de la conversación donde se pregunta: ¿y tu cómo estás?

Los narcisistas son avaros y voraces, creyéndose merecedores de todo lo que la


vida les negó o les dio en exceso en etapas tempranas del desarrollo de su
personalidad. Digo exceso, pensando en los niños súper dotados, llenos de belleza,
talento, inteligencia, que son frecuentemente objetos narcisistas ideales de los
padres y cuyo destino queda marcado por una identidad cuyo núcleo es
complacer, ser y verse perfecta, no defraudar, ser siempre competitivo y al final, lo
mejor de lo mejor. Tremenda cárcel la búsqueda de la perfección, cuando somos
todos simplemente humanos falibles. Hay familias que especialmente tienden a la
constante evaluación , calificación, crítica, devaluación, comparación de sus hijos,
generándose un ambiente propicio para el nacimiento de un narcisista. También
madres y padres narcisistas pueden generar un hijo narcisista por identificación
directa o un hijo masoquista-fronterizo (en el artículo de Apegos, amores y
miedos se explica la patología fronteriza) capaz de vincularse dolorosamente
con un narcisista que nunca le amará y que solo le necesita para devaluarle
sistemáticamente y sentirse así aliviado y superior.

Los narcisistas utilizan la idealización, la devaluación y la proyección, como


mecanismos fundamentales de afrontamiento relacional. Explico: primero buscan
lo mejor de lo mejor; el mejor coche, el mejor cardiólogo, la mejor casa, la mejor
novia, el mejor vestido, el mejor trabajo. Después, compulsivamente, devalúan
todo cuanto tienen sintiendo que nunca nada es suficiente y padeciendo un
hambre eterna que no se sacia con nada. Y finalmente, la proyección, es decir,
depositar todo lo desagradable, los defectos y los errores en los otros; pareja,
hijos, jefes.

El narcisista es un personaje que no nos simpatiza y por eso muchas veces termina
quedándose profundamente solo. Es una persona con una enorme dosis de
sufrimiento interno que necesita ayuda, apoyo terapéutico, de pronóstico
reservado en muchos casos, pero que lo pasa muy mal bajo esa apariencia odiosa
y prepotente. Como todo en temas de bienestar mental, es cuestión de grado para
hablar de salud o enfermedad.

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