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Magistrado Ponente:
Dr. JORGE IVÁN PALACIO PALACIO
SENTENCIA
Dentro del proceso de revisión de los fallos dictados por la Sala Única del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Arauca y la Sala de Casación Civil
2
I. ANTECEDENTES.
1. Hechos:
Señala que durante los años 2004 y 2005 su hijo trabajó en un juzgado en la
ciudad de Saravena - Arauca. Precisa que en febrero de 2005 éste fue
asesinado, presuntamente por grupos al margen de la ley.
Precisa que con los valores que se están cobrando se le está vulnerando el
mínimo vital y el de su familia, teniendo en cuenta que los descuentos
ascienden aproximadamente a $1’100.000, lo que sumado a sus gastos
normales exceden su salario como juez del circuito, cargo que desempeña
actualmente.
Concluye que dicha providencia constituye una vía de hecho que genera un
perjuicio irremediable y que hace procedente la acción, teniendo en cuenta
que se trata de una “providencia incongruente e irrazonable, es decir, ilegal
desde todo punto de vista”. Infiere que la tutela no puede ser declarada
impróspera, por no haberse agotado “determinados recursos” pues ésta es la
única vía para evitar actuaciones claramente contrarias a la Constitución y la
Ley. Finalmente considera que también se desconocen los principios de
confianza legítima y de congruencia, pues la sentencia se dictó extra petita.
1. Primera Instancia
defensa judicial para evitar el desagravio. Bajo esta idea precisó que la
acción no tiene la finalidad de revivir los términos de los recursos que por
negligencia o descuido se dejaron de interponer. En este caso -advirtió- el
actor tuvo a su disposición varias estrategias para garantizar la protección de
sus intereses y argumentó que en su lugar éste optó: “de manera deliberada
por su total inactividad procesal, así lo quiso y lo hizo, al punto de ni
siquiera no obstante tener la calidad de demandado en la calidad ya
precisada, proceder a constituir apoderado judicial, optó siempre durante el
trámite procesal por guardar silencio” (resalta el Tribunal).
2. Impugnación
del proceso.
3. Segunda Instancia
III. PRUEBAS
1. Competencia
Así las cosas, corresponde a esta Sala determinar si dentro de la sentencia que
decretó la paternidad del hijo fallecido del actor y que decidió fijar una cuota
alimentaria a favor del niño, se incurrió en una “vía de hecho” que haga
procedente la acción de tutela. Ello llevará, tal y como se efectuó por parte
de las instancias, a que se verifique si la solicitud de amparo cumple con los
“criterios de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales”, específicamente, el requisito relativo al deber de actuar con
diligencia en el proceso judicial.
non de esta acción de tutela que, en estos casos, exige una carga especial al
actor2; (ii) que la persona afectada haya agotado todos los medios
ordinarios y extraordinarios de defensa judicial a su alcance y haya
alegado, en sede judicial ordinaria, y siempre que ello fuera posible, la
cuestión iusfundamental que alega en sede de tutela; (iii) que se cumpla el
requisito de la inmediatez, es decir, que la tutela se hubiere interpuesto en un
término razonable y proporcionado a partir del hecho que originó la
vulneración; (vi) en el caso de irregularidades procesales, se requiere que
éstas tengan un efecto decisivo en la decisión de fondo que se impugna; y (v)
que no se trate de sentencias de tutela.
“En todo caso, la acción no podrá tener por objeto que el juez de tutela se
convierta en una nueva instancia, ni tampoco que entre a resolver
discusiones propias del proceso (como la interpretación simple de la ley o la
valoración de las pruebas) que no representen un problema constitucional de
vulneración de derechos fundamentales5” (negrilla fuera de texto original).
“41. Adicionalmente, este mecanismo sólo puede operar cuando todos los
mecanismos anteriores han fallado y siempre que la persona hubiere acudido
a ellos de manera diligente. En este sentido, la acción de tutela no suplanta
ni reemplaza a los mecanismos ordinarios ni puede servir para remediar la
negligencia de alguna de las partes procesales. Se trata, simplemente, de una
revisión extraordinaria y excepcional de la constitucionalidad de las
decisiones judiciales cuando la persona presuntamente afectada ha agotado
todos los recursos a su alcance y se encuentra, por lo tanto, en condiciones
de indefensión. Si las acciones y recursos judiciales ordinarios y
extraordinarios han operado adecuadamente, nada nuevo tendrá que decir el
juez de tutela, pues los jueces ordinarios habrán cumplido a cabalidad con la
tarea de garantizar los derechos fundamentales concernidos”.
las partes dentro del proceso ordinario hace que la acción de tutela se vuelva
improcedente para censurar los actos proferidos en aquel7. Sin embargo, tal y
como señala el actor de la presente actuación, tal regla no es absoluta ya que
se ha aceptado que en casos excepcionales es posible absolver la omisión
procesal, siempre que se compruebe la imposibilidad real de ejercer la
defensa de los derechos dentro del proceso ordinario. En la Sentencia de
Unificación citada se concretó tal tesis con las siguientes premisas: “la Corte
ya ha señalado que el deber de diligencia mínima se disuelve frente a casos
de fuerza mayor o caso fortuito en los cuales a la persona afectada le
quedaba simplemente imposible ejercer – directa o indirectamente – la
defensa de sus derechos en el proceso ordinario. En estos casos, como ya lo
ha sostenido la Corte, el juez de tutela debe evaluar con extremo cuidado la
circunstancia de quien incurrió en una eventual falta de diligencia y relevar
al actor de este requisito cuando encuentra que durante todo el proceso le
resultó física o jurídicamente imposible actuar. Se trata, por ejemplo, de
personas secuestradas, desaparecidas, absolutamente incapaces, o a
aquellas que debido a su evidente debilidad económica no han podido tener
una representación adecuada de sus derechos.8 En todos estos casos, el juez
constitucional debe evaluar la situación de la persona cuya protección se
solicita a fin de definir si resulta desproporcionado exigir la carga mínima
de diligencia exigida. En consecuencia, en estos casos corresponderá a
cada interesado invocar y demostrar una justificación razonable y al juez de
tutela decidir si admite, en cada caso, la correspondiente excepción al
requisito de procedibilidad que acá se estudia”.
7 Textualmente la Corte precisó: “cuando una de las partes ha sido negligente en la defensa de sus
derechos fundamentales en el proceso ordinario y no ha ejercido los recursos en él previstos para que el
juez pueda pronunciarse, pierde, en principio y salvo claras excepciones, la oportunidad de acudir al juez
constitucional”.
8 Así por ejemplo, en la sentencia T-378 de 1997, la Corte aclara que no es exigible a una persona
completamente incapaz que carece absolutamente de medios económicos, la diligencia en el agotamiento de
los medios ordinarios de defensa judicial que se exige a quien esta en capacidad de defender sus derechos.
Al respecto señala la Corte “Quien no interpuso en forma oportuna los recursos administrativos pertinentes
que le hubieran permitido acceder a la jurisdicción contencioso administrativa, es una persona que sufre de
un grave retraso mental, a quien la Caja de Previsión Social le ha vulnerado sus derechos fundamentales al
mínimo vital y a la igualdad. Sería a todas luces irrazonable y contraproducente que la Corte hiciera
prevalecer, en el presente caso, una regla de carácter formal que persigue, básicamente, la eficiencia en el
funcionamiento de la administración de justicia, sobre los derechos fundamentales antes mencionados. Si la
actora no interpuso oportunamente los recursos administrativos contra los actos que violaban sus derechos,
no fue por incuria o negligencia. No se trató de un error o de un intento de "fraude" respecto de los medios
ordinarios de protección judicial. Simplemente, por sus condiciones mentales, le resultaba imposible acudir
a las vías contenciosas o judiciales pertinentes. La Corte concederá la tutela transitoria.”. Mas adelante la
Corte encontró aplicable esta regla a personas que se encuentran en absoluta incapacidad de defender sus
derechos como las personas desaparecidas o secuestradas. (Cita original de la sentencia transcrita).
Expediente T-2125901 13
4. Caso concreto.
Es más, la Sala evidencia que dentro del presente asunto el actor no hizo nada
para resistir los efectos que se pudieran generar del trámite procesal, ya que
9 De acuerdo a la jurisprudencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia del 13 de
noviembre de 1962. De esta providencia es importante tener en cuenta: “El primero consiste en el hecho
que se invoca como fuerza mayor o caso fortuito, no se derive en modo alguno de la conducta culpable del
obligado, de su estado de culpa precedente o concomitante del hecho. El segundo se tiene cuando el suceso
escapa a las previsiones normales, esto es, que ante la conducta prudente adoptada por el que alega el caso
fortuito, era imposible de preverlo. Y la irresistibilidad radica en que ante las medidas tomadas fue
imposible evitar que hecho se presentara.” Sobre estos términos la Corte efectuó un juicio de
imprevisibilidad e irresistibilidad, en el caso de las obligaciones que se estaban exigiendo a un secuestrado
en la sentencia T-520 de 2003.
16
“De esta forma, entonces, el hecho que ni la madre ni los abuelos del menor
pudieran dar razón del paradero del progenitor, constituyó razón suficiente
para que los jueces accionados consideraran que la situación fáctica
planteada se ajustaba a lo previsto en el art. 260 del Código Civil, sin que
con ello se violara el orden establecido en el art. 416 del mismo estatuto. En
efecto, la primera de las normas citadas establece que “la obligación de
alimentar y educar al hijo que carece de bienes, pasa, por falta o
insuficiencia de los padres, a los abuelos por una u otra línea
conjuntamente.”13
4.3. Con base en lo anterior, sin que sean necesarias más consideraciones
sobre el caso, la Sala concluye que la acción interpuesta por Jesús Hernando
Lindarte Ortiz contra el Juez Único Promiscuo del Circuito de Saravena es
improcedente por no cumplir con los criterios generales de procedibilidad de
10 Folios 149 (edicto del 30 de julio de 2008) y 155 (poder otorgado por el señor Lindarte a la doctora
Narda Maribel Jara).
11 Ley 1098 de 2006, art. 129.
12 Código Civil art. 260. Cfr. sentencia C-105 de 1994
13 Código Civil, art. 260.
Expediente T-2125901 17
V. DECISIÓN
RESUELVE