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Resumen
El escritor mexicano, Carlos Monsiváis, es uno de los intelectuales más reconocidos en la actua-
lidad por su obra como cronista de Ciudad de México, ensayista, analista de medios masivos,
crítico sobre la cultura y sociedad en América Latina, y, de manera particular, en México. Este
artículo aborda el trabajo periodístico-literario de sus libros de crónicas desde los años setenta
hasta los noventa, dentro de lo cual los conceptos de masa, medios masivos, cultura popular son
centrales. Estos son atendidos a lo largo del artículo tomando en consideración su postura crí-
tica, sobre todo respecto a la noción de masa. Igualmente se atiende al particular estilo híbrido
de su escritura, así como a la importancia que tiene la paradoja como recurso en su labor críti-
ca respecto a las relaciones de poder y al traspaso de fronteras de dicotomías.
Palabras clave: masa, medios masivos, cultura popular, élite, multitud, móvil, heterogéneo.
Summary
Mexican writer Carlos Monsiváis is one of the most highly recognized intellectuals today for
his work as the chronicler of Mexico City, essayist, analyst of the mass media, critic of culture
and society in Latin America and, above all, in Mexico. This article approaches the journalistic-
literary work of his collections of chronicles from the sixties to the nineties, within which the
concepts of mass, mass media and popular culture are central. These are analyzed throughout
the article taking into account his critical position, especially with respect to the understanding
of mass. At the same time, the particular hybrid style of his writing is analyzed, as well as the
importance of paradox as a resource in his critical work as regards power relations and the cross-
ing of the boundaries of dichotomies.
Key words: mass, mass media, popular culture, elite, multitude, mobile, heterogeneous.
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 36, Quito, enero 2010, pp. 147-156
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
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as crónicas escritas por Carlos Mon- tura. No solo narra lo que observa y escucha;
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sò, la estética “oral” en Monsiváis involucra la ta y se organiza a sí misma con total entereza
concepción de la fenomenología acústica, a para reclamar sus derechos civiles o para actuar
saber, del espacio acústico, discontinuo, hete- a través de su propia capacidad de moviliza-
rogéneo, donde vista y sonido actúan de ma- ción (1987: 13)9. Y junto al compromiso civil
nera simultánea (1997: 134). está la otra cara, a saber, la del seguimiento de
Ello lleva a considerar precisamente el sig- las normas de la diversión y del sentimiento
nificado de la diversidad y la discontinuidad nacionalista, como Monsiváis trae a escena
–en lugar de lo continuo y uniforme–, de la dentro del mismo libro en la crónica
convivencia de grupos, de gustos, de ídolos y “¡¡¡Goool!!! Somos el desmadre”, referente al
sus seguidores, de diferentes formas de expre- Mundial de fútbol de 1986.
sión y representación dentro de la sociedad. Junto al consumidor de la industria de los
En sus palabras: “Este auge de lo diverso admi- medios masivos y la tecnología está también
te la convivencia, divertida o resignada, con- aquel que se compromete frente al desastre y a
tradictoria o complementaria, de Luis Miguel la necesidad, como queda demostrado en sus
y el Niño Fidencio, de El Santo, el enmascara- crónicas de los años ochenta. La masa en sus
do de Plata y Gloria Trevi, de Sting y los colec- crónicas guarda la paradoja de sujeción y a la
cionistas de pintura virreinal”8. vez de dinamismo, de oposición, de versatili-
La fragmentariedad de la masa en Mon- dad. Las crónicas finiseculares de Los rituales
siváis puede ser relacionada con el concepto de del caos proponen justamente esta doble cara,
multitude, expuesto por Antonio Negri y M- así como el carácter desenfadado frente a la
ichael Hardt. Multitude encierra un conjunto élite política y social. Las jerarquías existen; sin
de diferencias que existen yuxtapuestas unas embargo, en las prácticas, en el movimiento
con otras en la inmensidad de la sociedad. Se dinámico y ubicuo de las múltiples colectivi-
trata de diferencias que no se deben a una uni- dades, en el consumo, en el uso y la reproduc-
dad o a una sola identidad; éstas se muestran ción de lo adquirido y consumido dentro de
diversas en lo cultural, étnico, sexual, político, los diferentes órdenes sociales y culturales, las
relaciones de género, etc. (2004: 10). fronteras de las bipolaridades entre élite-masa,
De manera similar, la masa en Monsiváis se alta cultura y cultura de masas van desvane-
presenta fragmentaria y diversa en la multipli- ciéndose. En sus palabras: “en las grandes ciu-
cidad de formas, sensibilidades, consumido- dades las jerarquías se mantienen rígidas y, al
res, gustos, costumbres, cosmovisiones. Estas mismo tiempo, las jerarquías pierden su lugar
diferencias se yuxtaponen y entrecruzan en la y se deshacen en la trampa de los sentidos, en
fluidez y el movimiento constante dentro de la el embotellamiento de los seres, automóviles,
gran ciudad. pasiones, circunstancias”10.
En el libro de crónicas Entrada Libre. Cró- La diversidad y la fragmentariedad se defi-
nicas de la sociedad que se organiza, editado en nen como factores centrales para comprender
1987 luego del terremoto que golpeó a Ciu- la propuesta sobre masa que Carlos Monsiváis
dad de México en 1985, Monsiváis toma en expone en sus crónicas. Si bien el cronista toma
consideración el concepto de sociedad civil que en consideración el poder aglutinador del con-
contrarresta tajantemente al tradicional de
masa. Se trata de una sociedad comprometida
9 Sobre crónicas de Monsiváis respecto al terremoto de
y solidaria frente a la inoperancia del Estado y 1985, véase igualmente su posterior libro publicado en
a las adversidades; es la sociedad que se levan- 2005, “No sin nosotros”. Los días del terremoto 1985-
2005.
8 Tomado de “Parábola en donde se menciona el conte- 10 Tomado de “Parábola en donde se menciona el conte-
nido de este libro”, cubierta posterior de Los rituales del nido de este libro”, cubierta posterior de Los rituales del
caos. caos.
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sumo y del espectáculo motivado por los mass- superiores” (1995: 11). En ese sentido, Mon-
media, los mismos medios, no obstante, diver- siváis toma atención sobre la relación del pú-
sifican a sus usuarios. En las crónicas finisecu- blico y sus ídolos, sobre la vivencia sensorial a
lares de Los rituales del caos, la gran ciudad través de lo que ve, de lo que oye, de lo que
aparece poblada por multitudes que se mue- siente y comparte. En sus palabras: “No se
ven y se dispersan en la inmensa variedad de acudió al cine a soñar: se fue a aprender. A tra-
acciones y funciones, de múltiples sensibilida- vés de los estilos de los artistas o de los géne-
des, formas de vida, subjetividades. A partir de ros de moda, el público se fue reconociendo y
ello, difícilmente podemos referirnos a un cri- transformando, se apaciguó y se resignó y se
terio uniforme y unitario de masa; Monsiváis encumbró secretamente” (Monsiváis 1988:
nos expone precisamente la necesidad de re- 1518). La sala de cine se convirtió en una es-
pensar la diversidad de diferencias de la que pecie de escuela de comportamiento donde se
somos parte como sujetos urbanos, y gracias a asimilaron gestos, moda, frases, al compartir
ella vamos transformando nuestras maneras de emociones, lágrimas, dolores, risas en cada
vida, de representación, de relacionarnos unos melodrama o comedia.
con otros en las grandes urbes. En sus libros Amor perdido (1977) y Escenas
de pudor y liviandad (1981/1988), Monsiváis
dedica las crónicas a ídolos desde el teatro frí-
Medios y cultura popular volo de los años veinte, hasta aquellos de los
años de oro de la industria cinematográfica en
La relación de los usuarios con los medios México11, como también de la radio y luego de
masivos es un aspecto crucial en la obra de la televisión. El cronista trae a escena a actores
Carlos Monsiváis. Sus crónicas encierran la im- y figuras de melodramas y comedias, a músi-
portancia de esta relación para una produc- cos de rancheras y boleros como parte de la
ción de significados culturales; es decir, qué producción de figuras que alimentaron el pro-
crea el usuario con lo que percibe, con lo que yecto nacionalista cultural, sobre todo entre
recepta a través de los medios masivos. Ello los años cuarenta y cincuenta. Como contra-
lleva a la reflexión de lo que Walter Benjamin punto, Monsiváis dedica igualmente varias
llamó “sensorium”, relacionando a la percep- crónicas a fenómenos contraculturales tales co-
ción con la experiencia vivida –Erlebnis– mo La Onda, movimiento juvenil aparecido
(Benjamin 1974: 561). Jesús Martín-Barbero durante los años sesenta12, al igual que la figu-
resalta este concepto de Benjamin para expli- ra híbrida del Pachuco, o el público expuesto
car el sentido de la percepción con los usos, en el festival de rock del Avarándaro, en 1971,
para lo cual los medios masivos hacen las veces a través de la crónica “Dancing. El Hoyo
de mediadores (1987: 10). Punk”, del libro Escenas de pudor y liviandad
Este nuevo sensorium implica la relación
más abierta y emancipada de los diferentes
11 Monsiváis considera los años 1930 a 1954 como deci-
tipos de consumidores y usuarios hacia bienes sivos del cine nacional mexicano. Véase el artículo
culturales, como en el caso del cine, en contra- “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”
posición al poder hegemónico ejercido por la (Monsiváis 1998: 1506).
12 Según Monsiváis, La Onda es el primer movimiento
élite como poseedora de los bienes culturales contestatario en México contemporáneo “que se re-
expuestos en el arte. El cine democratizó el en- húsa desde posiciones no políticas a las concepciones
tretenimiento. Como lo explica Carlos Bonfil, institucionales y nos revela con elocuencia la extinción
“la revolución técnica rompía de golpe el aisla- de una hegemonía cultural. Tal hegemonía se nutre, en
términos generales, de la visión gubernamental de la
miento de las clases populares, las que por fin Revolución Mexicana y se concreta en el impulso
tenían acceso al entretenimiento de las esferas nacionalista” (1999[1977]: 235)
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(Monsiváis 1981/1988: 285-299). Está implí- diferentes y diversas colectividades que poseen
cita aquí, igualmente, la internacionalización recursos culturales para representarse y expre-
cultural impulsada por el consumo de la in- sarse. Al respecto, los medios de comunicación
dustria mediática estadounidense, dentro de lo y la tecnología han jugado un importante pa-
cual la radio y sobre todo la televisión han pel como mediadores hacia una diversifica-
jugado un papel central. La juventud se con- ción; es decir, de la manera cómo lo percibido
vierte en el mejor cliente y a la vez en el trans- es procesado y reutilizado en las prácticas coti-
formador cultural. En la era de la reproducti- dianas para generar diversas formas de identi-
bilidad técnica, escribe Mabel Moraña, “la ficación, de asociación, de participación.
cultura se revela como performance y como es- Lejos de una mirada romántica o, más aún,
pectáculo destinado a un público multitudina- folclorista en referencia a las tradiciones, sim-
rio y heterogéneo, con varios niveles de com- bologías, rituales en el entendimiento de cul-
petencia y expectativas de diferente índole” tura popular a partir de lo local (Schelling
(Moraña 2007: 48). 2004: 176-177), Monsiváis apunta a lo cam-
El proceso de intervención de los medios biante, flexible, móvil de la cultura popular, la
masivos se explica entonces en espacios de “en- que se hace y rehace gracias a procesos en
trecruzamientos” entre los intereses del Estado, constante transformación, motivados por el
así como de los empresarios de la industria uso de los medios masivos y la tecnología. Re-
mediática y los usuarios, entre el mundo rural firiéndose a la cultura popular urbana, Mon-
y el mundo urbano, entre las tradiciones y la siváis escribe:
modernidad (Schelling 2004: 183).
En esa medida, el sujeto-usuario en las cró- Esta cultura emerge al convertirse la socie-
nicas es tanto receptor como reproductor y dad tradicional en sociedad de masas y es
generador de significados, de procesos de per- hecha y rehecha profundamente por las
cepción, de valores y de gustos. De allí la cua- aportaciones tecnológicas del capitalismo:
lidad mimética y a la vez –paradójicamente– la imprenta, el grabado, la fotografía, las
transformadora del sujeto-usuario que es parte rotativas, el fonógrafo, el cine, la radio, la
de las diversas colectividades de la gran multi- televisión, los satélites (1994: 136).
tud. Esta cualidad transformadora de la cultu-
ra se da a través de los usos, de las reproduccio- Borsò define la cultura popular a partir de
nes y las transposiciones de lo percibido desde Monsiváis como “registro cultural”, a saber, co-
el medio masivo hacia lo introducido en la mo “otra” percepción al relacionarlo con la
cotidianidad por medio de la mímesis, de la movilidad y el montaje de imágenes de los
repetición. Monsiváis llama a las relaciones en- mass-media en la configuración y densidad ma-
tre industria cultural y vida cotidiana migracio- terial de la cultura urbana (2004: 100-101).
nes culturales, las mismas que han transforma- La postura de Monsiváis apunta entonces
do mitos, hábitos, costumbres, formas de vida. hacia lo móvil de la cultura, en contraposición
Al respecto, Monsiváis escribe: “No me refiero a una concepción de homogeneidad que man-
aquí sólo a las transformaciones de gran alcan- tiene rígidas las estructuras culturales y socia-
ce civilizatorio, sino también a las relaciones les. La cultura popular es cambiante y se ali-
entre industria cultural y vida cotidiana, entre menta tanto de las tradiciones como de los
el universo de imágenes y productos comercia- procesos de modernización; se mueve entre lo
les y las ideas del mundo” (2000: 155). local y lo global, entre pasado y presente.
Ya no se trata de la existencia de una élite Sus propuestas, a partir de sus crónicas urba-
como única poseedora de formas de represen- nas, invitan a reflexionar sobre los planos de lo
tación. Se trata, más bien, de la existencia de social y cultural a concebirse en la importancia
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