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El Presupuesto General del Estado

El Presupuesto General del Estado es la estimación de los recursos


financieros que tiene el Ecuador; es decir, aquí están los Ingresos (venta
de petróleo, recaudación de impuestos, etc.) pero también están
los Gastos (de servicio, producción y funcionamiento estatal para
educación, salud, vivienda, agricultura, seguridad, transporte,
electricidad, etc de acuerdo a las necesidades identificadas en los
sectores y a la planificación de programas de desarrollo)
El Presupuesto del Gobierno Central (PGC) es la parte del Presupuesto
General del Estado (PGE) directamente administrada por el Gobierno y
sus instituciones, a través del Ministerio de Finanzas.

Para un correcto uso de los ingresos que financiarán los gastos a través
del Presupuesto General del Estado (PGE), el Gobierno establece
prioridades para atender problemas estructurales como la pobreza y las
desigualdades sociales.

En este sentido, la minería es de gran importancia ya que se prevé


inversiones por alrededor de USD 3.800 millones hasta el 2021.
Ecuador, al tener una economía dolarizada, necesita del ingreso de
divisas. La minería tiene un efecto positivo en las balanzas de pagos y
comercial, a través de mayores volúmenes de exportación, reservas
internacionales y liquidez en general. Se estima que, hasta el 2021, se
obtengan ingresos por ventas al exterior por unos USD 3.660 millones
consolidándose así como una de las exportaciones no petroleras más
importantes del país. De esta forma, el sector minero crecería del 1,6 %
del PIB, que representó en el 2017, al 4 % en el 2021.
Por estas razones, el Gobierno Nacional impulsa una minería
responsable, ambiental, económica y socialmente, enfrentando las
actividades ilegales que causan pérdidas. Bajo estos criterios, se
desarrollan proyectos estratégicos de segunda generación, pequeños y
artesanales, que cuentan con más de 30.000 empleos directos e
indirectos.
El Estado ecuatoriano podría recibir hasta el 2021 más de USD 800
millones por impuestos, recursos que servirán para fortalecer más la
inversión social.
En el 2018, de la cifra récord que obtuvo el país en inversiones (USD
1.401 millones), la explotación de minas y canteras representó más del
50%, gracias a su aporte de USD 742 millones.
La industria minera es una fuente de prosperidad económica para las
zonas rurales y pobres del país y será uno de los principales motores que
impulse un crecimiento sólido y sustentable del Ecuador; un futuro con
más prosperidad para los ecuatorianos.
Ecuador está apostando por el sector minero para aumentar sus débiles
ingresos fiscales tras la caída del precio del crudo, pero también enfrenta
la dura oposición de comunidades aledañas a las minas y grupos
ambientalistas.

El Gobierno proyecta que las exportaciones de minerales, principalmente


oro, cobre y plata, lleguen en el escenario "más pesimista" a unos 642
millones de dólares este año.

Minería, una opción más que disputada para reactivar la economía


en Ecuador

En medio de una falta de liquidez apremiante, Ecuador cree que


la minería es su salvavidas para inyectar dinero rápido a las arcas
públicas, pese a la oposición de ecologistas e indígenas que la ven
como una calamidad más contra el medioambiente que arrastra,
además, un alto precio “social”.

El ministro de Energía y Recursos Naturales No Renovables


ecuatoriano, René Ortiz, ve ese nuevo sector de explotación del país
como una de las principales fuentes de divisas a aprovechar, en
particular ahora que el precio del petróleo está en decadencia en el
marco de la crisis del coronavirus.

 ¿MEJOR QUE EL PETRÓLEO?

“La minería es el nuevo icono de exportación de Ecuador y todos


estamos haciendo lo mejor para posicionarlo en el mundo“, manifestó el
ministro, quien además, recordó que al tener una
economía dolarizada “los ingresos de exportación y la inversión
extranjera directa son indispensables”.

Ortiz habló en un debate sobre el futuro de la minería, en la que los


representantes de las multinacionales aseguraron que el efecto positivo
de la minería es mucho mayor que en la industria del petróleo.

“Se espera que solo la construcción de la mina de SolGold en el proyecto


Alpala genere alrededor de 3.500 puestos de trabajo directos“, señala
un boletín de los organizadores del foro virtual “El papel de la minería
en la reactivación económica de Ecuador”, organizado por The
Business Year.

Nick Mather, de esa empresa australiana que opera el proyecto


“Cascabel”, en la provincia de Imbabura, insistió que estos proyectos
generan “más empleo” que el petróleo, que Ecuador explota desde hace
medio siglo y del que ha desarrollado una insoportable dependencia.

“Ecuador es uno de los países más megadiversos del mundo y


el extractivismo amenaza también las fuentes de agua de las
comunidades que viven a su alrededor, principalmente indígenas”.

Ecuador, que produce en torno a los 534.000 barriles diarios, calculó


para 2020 un precio ligeramente por encima de los 50 dólares el barril,
y la estimación de que estará a menos de la mitad, asfixia sus finanzas.

Mientras que Lundin Gold, concesionaria del proyecto “Fruta del


Norte”, en la provincia amazónica de Zamora Chinchipe, recordó
recientemente su contribución anual de 1,9 millones al cantón Yantzaza
como parte de los réditos sociales del proyecto.

 UNA NUEVA INDUSTRIA

Ecuador empezó la minería industrial con la inauguración en 2019 del


proyecto “Mirador”, en Zamora Chinchipe, aunque ya tiene otros de oro,
plata o cobre en las provincias de Azuay, Imbabura, Morona Santiago,
Cotopaxi, El Oro y Bolívar.

En el primer trimestre del año, la explotación de minas y canteras, así


como la fabricación de otros productos minerales no metálicos,
supusieron 99,22 millones de dólares en recaudación fiscal.

En 2019, la minería aportó un 1,64 % al PIB y la previsión para 2020 es


que llegue a 1,93 %, según el Banco Central (BCE).

Los efectos producidos en la comunidad donde está ubicado


el proyecto “Mirador” son de “descomposición social y división de las
comunidades por las dádivas de las empresas mineras”. Andrés Tapia,
representante de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de
la Amazonía Ecuatoriana.

La intención original del Gobierno de Lenín Moreno era un 4 % al


terminar su gestión en 2021, objetivo a estas alturas casi inalcanzable.
Pero ni esos ingresos estatales cuando el país afronta una deuda de
unos 60.000 millones de dólares, ni las contribuciones locales a las
comunidades, convencen a los grupos ecologistas e indígenas de las
supuestas bonanzas de la minería.

 MINERÍA EN MEDIO DE LA PANDEMIA

Ivone Ramos, representante de Acción Ecológica, dijo a Efe que estos


proyectos están ubicados en zonas de alta biodiversidad y que
ello “podría ocasionar la destrucción de los ecosistemas y que
muchas especies desaparezcan”.

Ecuador es uno de los países más megadiversos del mundo, y el


extractivismo amenaza también las fuentes de agua de las comunidades
que viven a su alrededor, principalmente indígenas.

A principios de abril, la rotura de un oleoducto en zona sísmica de la


Amazonía contaminó decenas de kilómetros de río, afectando a casi cien
mil personas.

Además, activistas internacionales y locales aseguran que estos


trabajos han sido brote de contagios del COVID-19 entre
las nacionalidades y pueblos indígenas, algunos de apenas unos
cientos de miembros.

La circulación de mineros en medio de la emergencia sanitaria desde


varias provincias, advirtió Ramos, es “irresponsable de parte del
Estado”, y más aún que “esté planeando el lanzamiento masivo de la
actividad minera como una solución a la problemática económica”.

 EL PRECIO SOCIAL

Más enérgico es el presidente de la Confederación de Nacionalidades


Indígenas del Ecuador (Conaie), Jaime Vargas, para quien los
contratos con las multinacionales “no cumplen con los parámetros de
concesión”, como “la consulta previa y la socialización con las
comunidades”.

“Los grandes beneficiarios son las empresas, no el pueblo”, se


lamentó Vargas, quien asegura que “ni el petróleo ni la minería nos van a
salvar de esta pandemia“.
El coronavirus encontró a Ecuador en una muy debilitada situación
financiera por la deuda arrastrada del anterior Gobierno y los gastos
directos de la pandemia y la casi completa paralización económica desde
el 16 de marzo (Ecuador perderá alrededor del 6,3 % de PIB, según el
FMI) han llevado al país a pedir más crédito para superar lo que de otra
forma sería una bancarrota.

La minería se concibe pues como una forma rápida de inyectar


liquidez mediante el pago adelantado de derechos de explotación,
aunque para las comunidades indígenas supone un precio demasiado
alto: medioambiental y social.

Los efectos producidos en la comunidad donde está ubicado


el proyecto “Mirador” son de “descomposición social y división de
las comunidades por las dádivas de las empresas mineras”, recordó
Andrés Tapia, representante de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).

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