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El medio es el mensaje – Marshall McLuhan

El medio es el mensaje, eso quiere decir que las consecuencias personales y sociales de cualquier
medio resultan de la nueva escala que se introduce en nuestros asuntos, debido a cada
prolongación de nuestro propio ser o debido a cada nueva técnica. La restructuración del trabajo y
de la asociación humanos fue formada por la técnica de fragmentación que constituye la esencia
de la tecnología de la máquina. La esencia de la tecnología de la automatización es todo lo
contrario. Es integral y descentralizada profundamente.

El “contenido” de todos y cualquiera de ellos es siempre otro medio (por los mensajes)

“El medio es el mensaje”, debido a que es el medio lo que conforma y regula la escala y la forma
de asociación y la acción humanas. El contenido o las utilizaciones de tales medios son tan diversos
como inoperantes para dar forma a la asociación humana.

En el cine, el cubismo sustituye todas las facetas de un objeto simultáneamente por el “punto de
vista” o la ilusión de perspectiva. El cubismo establece un juego recíproco de planos y la
contradicción o conflicto dramático de pautas, luces y texturas y que “hacen llegar el mensaje” por
inclusión.

El cubismo anunció que súbitamente el medio es el mensaje.

Hemos confundido la razón con la alfabetización, y el racionalismo con una sola técnica.

La comprensión define la acción.

Con los medios eléctricos, el propio hombre de Occidente sufre exactamente la misma clase de
inundación que sumerge al indígena remoto. No estamos más preparados para encontrar la radio
y la televisión en nuestro medio alfabetizado. En el mundo eléctrico estamos tan desconcertados
como el indígena que se ve envuelto en nuestra cultura mecánica y “alfabética”.

La velocidad eléctrica confunde a las culturas de la prehistoria con la hez de los mercaderes
industriales, al alfabetizado con el semialfabetizado y el posafabetizado. El resultado muy común
del desarraigo y la inundación con nuevas informaciones es el desmoronamiento mental en
diversos grados. La primera de ellas se ocupa del cambio acelerado de los medios como una
especie de masacre de inocentes. A medida que vamos cobrando conciencia de los efectos de la
técnica sobre la información y la manifestación psíquicas, vamos perdiendo toda confianza en
nuestro derecho a asignar culpas.

El hombre instruido se siente muy inclinado a ver a los que no se conforman como algo patético.
Ignorantes de nuestro perjuicio cultural tipográfico, los testificadores presumen que los hábitos
uniformes y continuos son un signo de inteligencia, eliminando así al hombre auditivo y al táctil.

Nuestra respuesta convencional a todos los medios es la posición obtusa del idiota técnico. Los
efectos del medio se hacen poderosos e intensos justamente porque se proporciona otro medio
en calidad de “contenido”. El contenido de una película es una novela, una comedia, una ópera.
Según Arnold Toynbee, los efectos de la tecnología no se dan al nivel de las opiniones o e los
conceptos sino que cambian las proporciones de los sentidos o las pautas de percepción, de modo
continuo y sin resistencia alguna.

El dinero ha reorganizado la vida sensible de los pueblos justamente porque es una prolongación
de la vida de nuestros sentidos. Adquiere la ilusión de una tercera dimensión su “punto de vista
particular” y permanece completamente cerrado a la percepción de Blake de que nos convertimos
en lo que vemos.

La imprenta creó el individualismo y el nacionalismo en el siglo XVI

La aceptación dócil y subliminal del impacto de los medios ha convertido a éstos en cárceles sin
muros para los usuarios. El hombre no es libre si no sabe hacia dónde va, aunque disponga de un
arma de fuego que le ayude a poder llegar, porque cada uno de los medios es también un arma
poderosa con la que se puede coaccionar a otros medios y otros grupos.

El poder formador en los medios son los propios medios, los medios técnicos son artículos de
primera necesidad o recursos naturales. Al igual que la radio y la televisión, el algodón y el
petróleo pasan a ser “cargos impuestos” a la vida psíquica de la comunidad.

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