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PATRIA HISPANOAMERICANA 11

Nº 11, Primavera de 2.001

Editorial: MEZCLAR POLÍTICA Y RELIGIÓN


NOS QUIEREN BORRAR DEL MAPA
SINDICALISMO AZUL: LA EMPRESA PARA QUIEN
LA TRABAJA
El realojo de La Esperanza: CAPITALISMO Y
MARGINACIÓN
"LA GUERRA CIVIL EN VALLADOLID (1.936-1.939).
Amaneceres ensangrentados"
LA PRUDENCIA DE LA IGLESIA
NOTICIAS

A continuación se encuentran publicados los artículos y noticias recogidos en el último


número del Boletín de la Falange de Castilla la Vieja. Si deseas obtener la versión
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Editorial: MEZCLAR POLÍTICA Y RELIGIÓN.

En esta España de incrédulos e individualistas ha cuajado con fuerza, como un auténtico


dogma, la vieja separación demoliberal entre religión y política. Desde que el liberalismo
perverso engatusó en el XIX a una parte importante de los cristianos, no sólo los marxistas
ateos y los republicanos anticlericales, sino incluso bastantes "seguidores" de Cristo
dedicados a la política nos han querido meter en la cabeza que no deben mezclarse dos
cosas "tan distintas" como la Fe y los asuntos públicos. Nos cuentan que está muy bien
creer en Dios y ser muy católico, pero estas cosas tan delicadas es preferible que no
salgan de la esfera individual de cada uno, de la misa del domingo o de la oración casera,
porque es muy feo ir haciendo proselitismo con los demás, que a lo mejor no son
cristianos, y más feo todavía servirse de la política, del Estado, para influir a la gente en
algo tan íntimo como los sentimientos religiosos. Que cada uno ya sabrá lo que hace en su
casa, pero los gobernantes deben mostrarse neutros y no mentar lo divino ni por
equivocación.

Se trata, como de costumbre, de un montaje más, de otra estrategia para que nos
volvamos cada día más materialistas y más cafres. Su punto de partida es dar por sentado
que la Fe es algo individual, una especie de compartimento estanco que tiene cada
persona, un aspecto del individuo que se enmarca en la más estricta privacidad. Justo
todo lo contrario al esfuerzo evangelizador que la Iglesia siempre ha exigido a los
cristianos auténticos. Es indudable que el católico de verdad no se conforma con saberse
rebosante de Fe, sino que, precisamente por ello, pondrá todas sus energías en acercar a
amigos, enemigos, vecinos, compañeros o compatriotas a esa Fe que tanto le ayuda y le
ilumina, y se servirá de todos los instrumentos a su alcance , muy en especial de aquéllos
con mayor dimensión pública, como los medios de comunicación o la política. Esta es la

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actitud más coherente de quien cree que el cristianismo es la religión verdadera. Nos
parece muy normal que los políticos indiferentes en materia religiosa se abstengan de
evangelizar desde los escaños o ministerios y sueñen con un estado de lo más aséptico
en estas cuestiones, pero lo que no nos acaba de cuadrar es que los católicos fervientes
con un cargo cualquiera pongan más celo en respetar la sensibilidad de los ateos y
descreídos que en difundir, como es su obligación, los valores cristianos. Están bajo
nuestra sospecha esos creyentes de devoción doméstica y dominical que, en cuanto
acceden a un puesto político, se portan como si Dios no existiera, o pudiera no existir, en
atención a los que quizá se ofenderían si se hablase mucho del Amor que enseñó Cristo.
¿No será que tampoco ellos lo tienen claro?, ¿no será más rentable, de cara a las
elecciones, que no se les note mucho la cruz?

Los falangistas independientes no titubeamos con este tema. Somos católicos. Sabemos
que no hay más religión cierta que la nuestra. Deseamos difundirla al máximo. Y queremos
impregnar la vida pública con los principios evangélicos. En coherencia, siempre hemos
proclamado sin tapujos nuestra aspiración de construir un Estado confesional, o dicho de
otra manera, un Estado que base toda su actividad en el reconocimiento de la Verdad
católica; que se afane por defenderla y promocionarla; que tenga en cuenta la Tradición y
la Doctrina cristianas en sus resoluciones y normas; que facilite su labor a la Iglesia y le
preste la colaboración oportuna, y, por supuesto, que limite o prohiba si es preciso todas
las prácticas ofensivas para el cristianismo y los cristianos. ¿Es esto mezclar política y
religión? En ese caso, bendita mezcla. ¿Es esto compatible con la llamada libertad
religiosa? Creemos que sí, pero tampoco nos quita el sueño que no lo sea, pues, como
firmes creyentes, nuestra preocupación reside en exaltar nuestro Credo y no en defender o
garantizar el de los demás, y menos aún si sus manifestaciones externas son repulsivas a
nuestra espiritualidad.

Nuestra postura proclive a la mezcla o fusión de lo político-público con lo espiritual-


religioso no debe confundirse, sin embargo, con otras actitudes históricas o
contemporáneas que estamos bien dispuestos a combatir, como, por ejemplo, la de
entrelazar las funciones del Estado y las de la Iglesia, creando incluso una especie de
organización mixta. Este modelo político se ha visto en España en ciertas épocas, algunas
más bien recientes, y ha contribuido a que tanto el poder público como las autoridades
eclesiásticas gestionen áreas ajenas a su misión respectiva, con resultados no muy
gloriosos. Tampoco debe compararse nuestro planteamiento con el de ciertos sacerdotes
de diversas órdenes católicas que, incapaces de reprimir su vocación marxista, han
terminado utilizando el Evangelio como un panfleto político y rebuscando con lupa por la
Biblia la confirmación de sus tesis materialistas e inspiradas en la lucha de clases. Huelga
decir que nos referimos a los discípulos de Leonardo Boff y Gustavo Gutiérrez, tristemente
conocidos como "teólogos de la liberación", una verdadera amenaza para la devoción
popular, especialmente en Hispanoamérica.

En definitiva, que un asunto tan aparentemente complejo como el de las relaciones entre
política y religión, una cuestión que tantos debates -y broncas-ha provocado entre todo
tipo de sectores, incluso entre algunos “falangistas”, no nos parece tan inabarcable y
obtuso si nos ponemos a la luz del pensamiento de José Antonio y, sobre todo, de la
Doctrina católica al respecto; y se hace más simple todavía si nos dejamos llevar por
nuestro más profundo sentimiento cristiano de Amor al prójimo y de deseo de salvación
para todos. Aunque, naturalmente, siempre estarán los que no se aclaran o hacen lo
posible para no aclararse, no sea que pierdan la gran comodidad que supone muchas
veces vivir a oscuras.

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NOS QUIEREN BORRAR DEL MAPA.

El tema que vamos a tratar no es ni novedoso ni original, y menos en este boletín desde el
que ya en numerosas ocasiones hemos elevado nuestro grito al cielo para intentar si no
remediar, sí paliar en la medida de lo posible el progresivo asalto y profanación que sufren
los mártires de nuestra causa y su memoria.

Malos tiempos sufre España si ni siquiera la memoria de los muertos se deja tranquila. Por
si alguien no se entera, nos referimos al creciente clima de hostilidad que desde un tiempo
a esta parte se viene produciendo contra todo aquello que tenga reminiscencias
falangistas: estatuas, monumentos, calles...

Todos ellos, se han convertido de la noche a la mañana en la obsesión paranoica de los


grupos de extrema izquierda, que en su afán revanchista y rencoroso, no pueden permitir
que coexista con ellos nada que no les resulte grato.

Sin duda se trata de los últimos coletazos de una izquierda que, incapaz de llegar al
obrero, dar soluciones a los problemas sociales o respetar al ciudadano, se lanza
furibunda, cincel en mano, a destrozar el mobiliario callejero para hacer sus barrabasadas.

Flagrante a más no poder es el caso del monumento a Onésimo Redondo que, desde el
cerro de San Cristóbal de Valladolid, otea todo lo que sucede en la llanura castellana. Este
monumento en los últimos quince años ha venido sufriendo dos tipos de agresiones a cuál
peor. La primera realizada por todos los "cívicos ciudadanos" que se han encargado
paulatinamente de pintarrajear el mármol y las estatuas cuando no de romper lo poco
salvable que queda del esplendor que en un no tan remoto pasado, tuvo este homenaje al
Caudillo de Castilla. La segunda es la indiferencia de los distintos gobiernos autonómicos y
municipales que han ido pasando y que han dejado a su suerte el devenir del, por lo que
parece, molesto monumento, y eso que fue erigido por suscripción popular.

Pero no sólo en Valladolid ha visto Onésimo vejado su recuerdo. En Labajos, la localidad


segoviana en que fue abatido, un monolito con distintos adornos le homenajeaba hasta
que unos anarquistas decidieron escribir sobre él unos insultos que mejor es omitir.

El último elemento que desquicia a la izquierda es el callejero. En él hay infinidad de


nombres que no les gustan y como en el mundo sólo existen ellos, han procedido a
retirarlos por su cuenta, como en el caso de los pro-etarras de Izquierda Castellana, que
además han contado con la inestimables ayuda de una justicia que insta a estos
comportamientos (tres de los cuatro detenidos en Palencia por quitar placas fueron
absueltos; el cuarto, debía pagar la "disuasoria" cantidad de 10.000 ptas.). Otra de las
formas de combatir al callejero es solicitando la sustitución de las placas en los plenos
municipales, como en el caso de Izquierda Unida en Ávila que, en febrero, solicitó su
retirada proponiendo como sustitutos a personajes del "pacifismo" y la "solidaridad". Como
dudamos que conozcan el significado de ambos términos, suponemos que las calles
querrán que se llamen de Pablo Iglesias, Santiago Carrillo, Pasionaria, Carlos Marx, Mao,
Lenin, Stalin, y demás divinidades de su santoral. En cualquier caso, con antecedentes
como los de Palencia y Segovia, donde ya se ha decretado la eliminación de nombres
políticamente incorrectos, vemos casi seguro que la propuesta de los rojos prosperará en
toda Castilla.

Como parece ser que todo molesta en esta vida y que los tolerantes no lo son tanto,

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terminaremos con un modelo de calles al estilo norteamericano, es decir, de números que,
de momento, no parecen ser muy ofensivos. Esperemos que cuando vivamos en la calle
34, 67 o 91 no lleguen los analfabetos a solicitar su retirada considerándolas "fascistas".

Aunque no lo parezca, todo esto nos repugna, estamos hartos de que se nos pisotee y
nadie excepto nosotros mismos, haga algo al respecto. Por eso, desde el pasado mes de
noviembre la territorial castellana de FALANGE ESPAÑOLA INDEPENDIENTE ha pasado
de las palabras a los hechos intensificando, por una parte, la recogida de firmas para la
rehabilitación del monumento a Onésimo del citado cerro y, por otra, mediante la
subsanación de los desmanes que comete la izquierda. Así tuvo lugar en el citado mes la
limpieza de las pintadas de Labajos. A ésta le siguió en diciembre la del cerro de San
Cristóbal (que por desgracia tendremos que repetir en breve por nuevos asaltos al mismo).

Nuestra pobreza nos resta efectividad pero la suplimos con el entusiasmo de saber que
luchamos por algo justo. No está en nuestro ánimo claudicar ahora, es más, rogamos a
todos nuestros lectores que nos faciliten localizaciones donde los marxistas hayan hecho
de las suyas y, así, en la medida de lo posible, no permitirles regodearse de su cobardía
ante la inanimada piedra. Por todo esto hacemos extensivo nuestro llamamiento a todos
los que quieran colaborar bien en persona bien económicamente; ahora ya no hay excusa
para permitir que se perpetúe esta injusticia. La sangre de los caídos, ahora más que
nunca, no permite ni permitirá el olvido.

SINDICALISMO AZUL: LA EMPRESA PARA QUIEN LA TRABAJA.

Como hemos explicado en multitud de ocasiones, el Estado liberal asienta su cometido en


la confusión entre derecho y libertad individual, entendiendo que realiza el cumplimiento de
aquél cuanta mayor cantidad de ésta otorga a los ciudadanos. Esto implica que, si en un
determinado estadio, por ejemplo el económico, entran en pugna los conceptos de justicia
y libertad, el liberalismo tiende a someter a aquélla a los dictados de ésta, trastocando el
fin propio que corresponde al Estado: la imposición del derecho, entendido como la
adjudicación a cada uno de lo que es por naturaleza suyo. Y lo suyo, lo del hombre, es su
alma, su cuerpo, su dignidad humana y la posibilidad de crearse una familia y vivir
racionalmente. Surge así, por efecto propio de la injusticia, lo que se conoce como
problema social. El problema social ha mostrado, a lo largo de dos siglos de historia de la
democracia liberal, ser un germen de conflicto, muchas veces violento, entre la masa, que
reclama unas condiciones materiales aceptables, y el Estado, que ve peligrar en estos
conflictos sus propios intereses y, en ocasiones, su misma existencia. Así, como parche
social ante las disputas, el liberalismo opta por la solución parcial y momentánea del
Estado social o del bienestar que, a través de tímidas medidas económicas, ajuste
parcialmente los desequilibrios creados por unas relaciones de producción inmorales, pero
sin eliminar las raíces mismas del problema, asentadas, sencillamente, en la lucha de
clases. En definitiva, se convierte la justicia social en un objeto de especulación política.

El nacionalsindicalismo, para solucionar el problema de la injusticia social, parte, como


siempre, de la concepción universal del hombre como un portador de valores eternos,
compuesto por un cuerpo y un alma inmortal. De la dimensión material, corporal, del
hombre, surgen sus necesidades físicas, económicas. Primeramente, la necesidad de
procurarse un sustento para mantener sus funciones vitales básicas y, a continuación,

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obtenerse unos medios que le permitan llevar una vida digna. Dios concede al hombre la
facultad y el deber del trabajo para hacerlo. Así, el trabajo, como deber, como actitud vital
y consciente, inseparable del individuo que la ejecuta, y como actividad transformadora
sobre el producto objeto de transacciones futuras, no puede ser entendido como una
mercancía vendible ni sujeta a las leyes de la oferta y la demanda. En resumen, el trabajo,
como la voluntad, es una actividad intrínseca al ser humano, pudiéndose negociar los
objetos propios del desarrollo de la misma; pero la compraventa de la propia facultad
humana no puede concebirse, convirtiéndose el concepto y la existencia del mercado
laboral en un atentado contra la verdad y la justicia. ¿Cabría imaginarse un mercado de
voluntades, de libertades, de dignidades, de humanidad, ...? La respuesta, en una
sociedad civilizada tan distinta de la que nos ha tocado padecer -no debemos confundir
técnica con civilización- es rotunda: NO.

Podemos llegar, siguiendo este camino, a la proyección del trabajo sobre la materia,
mediante la aplicación de los medios transformadores, esto es, a través de los medios de
producción. Esta proyección se convierte, claro está, en la materia elaborada: el producto.
Es este producto el objeto de intercambio final para satisfacer la multitud de necesidades
humanas. Fijémonos bien, el producto como objeto resultante del trabajo sí es separable
de éste, y por lo tanto vendible, pero no el trabajo. De este modo, el trabajo -físico,
intelectual o una conjugación de ambos- es el verdadero agente transformador de la
materia inicial -que puede ser un objeto físico, transformado por acción educativa, o la
nada, convertida en producto intelectivo, mediante acción creativa- y fuente de propiedad
sobre la materia elaborada. Esto es así tanto en elaboraciones mentales como físicas. ¿Si
nadie puede dudar que el pintor tiene derechos de propiedad sobre el cuadro objeto de
transacción, por qué dudar que el cantero los posee sobre la piedra pulida?

Hemos planteado otro problema: los medios de producción y la materia prima.


Secularmente éste ha sido el papel otorgado al capital. El capital organizaba los medios
productivos y conseguía la materia prima; compraba el trabajo del productor físico -obrero-
o intelectivo -al que nos referiremos con el nombre amplio de técnico- y obtenía la
propiedad total sobre el objeto resultante. Al comercializar el producto, aplicaba sobre su
precio la suma de los costes de materia, trabajo y los gastos proporcionales en medios de
producción, añadiendo una plusvalía sobre todos ellos. El precio resultante del producto en
mercado era el resultado de estos factores más un cierto ajuste, parcialmente elástico,
dependiente de la oferta o demanda existentes. La ganancia de todo este proceso
repercutía sobre el dueño del capital, habiéndose desprendido al trabajador de su parte
alícuota sobre la propiedad y sobre la ganancia en la cosa producida. Este esquema no es
alterado en su esencia por las propuestas marxistas, que, en su interpretación materialista
no sólo de la historia, sino del hombre, sí aceptan el trabajo como una mercancía
enajenable, aspirando, únicamente, a que el propietario del capital deje de ser una
persona privada para convertirse el Estado en dueño del mismo. En el comunismo -o
siendo más fieles a los proposiciones marxistas, en el Estado totalitario socialista, previo a
la utopía comunista donde ni el Estado ni el trabajo existirían-, el obrero no deja de ser un
asalariado, sólo que ahora lo es de un Estado que, en teoría, será el encargado de
distribuir la plusvalía como crea conveniente. El capitalismo, en realidad no desaparece,
llegandose a un Estado macrocapitalista que, en rigor, no acabaría con la lucha de clases,
que seguiría existiendo entre la gran masa proletaria asalariada y el monstruoso Leviatán
estatal.

El nacionalsindicalismo de José Antonio supera con mucho en radicalidad revolucionaria a


todas las doctrinas anteriores, incluyendo el socialismo científico. Vemos que en la
sociedad actual, el obrero no sólo ha de enajenar su trabajo y su parte proporcional de
propiedad sobre lo producido, sino que todo el beneficio generado va a las manos del

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capital, como si éste fuera el fundamento mismo de la producción humana y no un
instrumento de medida creado por el hombre para facilitar el intercambio de los frutos del
proceso productivo: capital deriva etimológicamente de caput,is (cabeza de ganado); y
dinero, pecuniario, de pecus,i (ganado). El capital ha de estar al servicio del trabajo que sí
es una fuente natural de riqueza intrínseca, a diferencia de la economía capitalista que
considera al dinero productor de más dinero mediante su aplicación, generalmente por
medio de activos financieros, en la producción. Es cierto que la actividad financiera es
indispensable porque posibilita la comunicación entre las entidades ahorradoras y otras
con necesidad de fondos, existentes en todo sistema económico; pero ésta debe ser
entendida, como venimos diciendo, adjetivalmente y no como propietaria absoluta de los
resultados de la producción. Por tanto, en las relaciones de producción, el
nacionalsindicalismo aspira, de forma radicalmente revolucionaria, al fin de la lucha entre
las clases económicas mediante la fusión de los factores de producción en uno mismo a
través del modelo cooperativo de empresa. Se debe unir la propiedad material de la
empresa con la fuerza humana -física o pensante-que elabora la transformación y
obtención del cuerpo final. La empresa y la tierra han de pertenecer a quien las trabaje;
nótese bien que no decimos al Estado. Lógicamente, no se trata de hacer tabla rasa y caer
en un estúpido e injusto igualitarismo, tan de moda hoy en día entre determinados voceros
demagógicos y pseudoutópicos. La participación en los beneficios de la empresa
cooperativa se debe regular en función de la contribución y de la responsabilidad en la
misma. Estas empresas cooperativistas estarán organizadas por ramas de producción en
sindicatos constituidos verticalmente -repetimos que muy diferentes de los supuestos
“sindicatos verticales” franquistas que tan gustosos nos echan en cara algunos
intelectualoides, sobre todo de la izquierda burguesa actual-. Estos sindicatos formarán
parte integrante del Estado -de ahí su nombre de ESTADO SINDICAL- por ser uno de los
órganos naturales de convivencia a través de los cuales se vertebra la participación en el
gobierno, a diferencia de los sindicatos amarillos horizontales de la actualidad, esclavos de
los intereses parlamentarios del partido que les somete, que nada obtienen mediante el
enfrentamiento esporádico con el gobierno de cuyas subvenciones dependen para
“mantener su independencia”. Los sindicatos verticales regularán la producción nacional
para enfocarla al Bien Común y hacer compatible la iniciativa y la propiedad privada -tanto
de los medios de producción como del producto- con una verdadera y profunda justicia
social que no debe estar supeditada a las inhumanas leyes de la oferta y de la demanda o,
lo que es aún más grave, de la especulación. Además, el sistema crediticio se ejecutará
por medio de los sindicatos de la rama de producción correspondiente, articulándose así la
nacionalización de la banca y del crédito. El dinero dejará de ser una fuente de
autocreación de riqueza. Cristianamente, el interés del crédito se ha de fijar en función del
tiempo de devolución y del riesgo, para prever las posibles pérdidas que pudieran
generarse; pero los intereses no destinados a impedir pérdidas deben ser considerados
usura. No por ello queremos decir que se debe acabar, necesariamente, con el crédito
privado, que seguiría siendo válido para necesidades no vitales, diferentes de la
producción -léase ocio, bienes de no primera necesidad,...-; pero sí terminando con el
desproporcionado lucro que genera la transformación de activos financieros. Por fin trabajo
y capital en su sitio y cumpliendo su misión natural.

Sabemos que alguien se estará llevando las manos a la cabeza tras leer estas líneas que,
repetimos, no son más que pura ortodoxia doctrinal. Otros, en cambio, las habrán acogido
con buena fe. No faltarán tampoco los que valoren su contenido pero que se vean
sobrepasados y atemorizados por la enorme dificultad que supondrá el implantar estos
postulados. A éstos, y a todos, una simple pregunta, ¿se puede entender la belleza sin
esfuerzo o la justicia sin dificultad? Sabemos que es difícil; como todo en nuestra lucha,
casi un milagro. Pero nos hemos fijado una meta y hace tiempo que abandonamos el

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punto de partida para comenzar a avanzar por el corto camino que le une con ella. Y ese
camino, José Antonio nos dice por donde cruza: por las estrellas.

El realojo de La Esperanza: CAPITALISMO Y MARGINACIÓN.

Esos liberales tan satisfechos con “su país” y toda la ralea de derechistas, magnates
inmobiliarios y demás “gente bien” deberían darse una vuelta por el vallisoletano barrio de
La Esperanza para percatarse de que, a lo mejor, España no es el primer mundo que
suponían. Y es que la existencia de este poblado marginal es uno de los problemas
sociales más dolorosos y acuciantes de los muchos que afectan a Castilla y León.

La cuestión viene de antiguo. A finales de los setenta, este barrio situado junto al de
Pajarillos se convirtió en el principal foco de drogas -especialmente de heroína- y de
delincuencia de toda la región. Drogadictos de las provincias próximas, y no tan próximas,
acuden en procesión a adquirir sus dosis en el poblado, que es un núcleo de chabolas
donde conviven docenas de familias en la miseria con un par de clanes de traficantes -los
famosos “Monchines”-que ostentan coches de lujo y disponen de suntuosos chalets en
otras zonas. Las condiciones de salubridad son verdaderamente tercermundistas y el vicio,
la corrupción y la violencia campan a sus anchas entre las pobres casuchas sembrando la
semilla de la muerte.

Se trata de un problema insostenible que el Ayuntamiento ha intentado solventar de mil y


una maneras, incluidos los cordones policiales en la barriada, sin resultados muy
aparentes. Hace poco que, atendiendo a las razones de muchos colectivos -entre ellos, F.
E.I.- ,se ha retomado la política de realojo que se había esbozado tímidamente en un
principio. Se trata de dispersar a los habitantes de las chabolas por diversos puntos de
Valladolid con el fin de acabar con el gueto, rehabilitar socialmente a sus moradores y
atajar el ingente tráfico de drogas que afecta a este área, conocida y frecuentada por todos
los drogodependientes.

La cuestión, sin embargo, no resulta sencilla, tanto en cuanto una gran parte de las
familias de La Esperanza no está precisamente habituada a los usos mínimos de la
convivencia y presenta una significativa inadaptación, por lo que los vecinos de las zonas
destinadas al realojo no suelen acoger de buena gana a los realojados y ya se han
producido fuertes tensiones entre el alcalde y el barrio de Las Flores, entre otros. En
definitiva: que a nadie le hace gracia que le pongan en el tercero a una familia de ex-
chabolistas; y esto ha puesto en aprietos a la Mesa de Realojo que, como era de esperar,
ha terminado asumiendo unos criterios de dispersión muy particulares , cediendo a las
presiones del capital, lo que ha merecido la condena rotunda del Procurador del Común,
que califica de insolidaro el programa de distribución de familias.

No cabe duda de que el realojo es especialmente incómodo para los intereses individuales
de la mayoría de los vallisoletanos, poco proclive al trato con unas gentes de contrastada
peligrosidad social. Pero en este caso, como en tantos otros, ha de hacerse primar, a la
fuerza, el interés general -la salud, la lucha contra la droga y la dignidad humana- sobre el
interés particular que más o menos todos tenemos en que a los marginales del poblado les
manden lo más lejos posible de nuestro portal. La solidaridad es eso precisamente: ceder
en lo personal en beneficio de lo común; hacer de tripas corazón con lo propio para lograr
lo mejor para toda la sociedad.

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Pero el alcalde León de la Riva, como buen derechista y persona de orden, interpreta el
Bien Común “a su manera”, y por ello pretende que el realojo afecte solo a las zonas que a
él le parecen mejor, a las mismas de siempre, a las más alejadas de su casa y de las
casas de quienes le han votado, es decir, que les lleven a San Pedro Regalado, Girón,
Pajarillos altos y demás barrios periféricos. Todo ello a pesar de sus promesas de implicar
a todo Valladolid en el sacrificio. Se han barajado muchos criterios para la distribución de
familias en unos u otros barrios. Un equipo de técnicos -que no políticos- aportó dos
parámetros sociales indispensables para la reinserción de los trasladados: un nivel alto de
dotaciones e integración y una escasa marginación del entorno. Pero resulta que, al final,
a instancias de De la Riva, estas consideraciones, que apuntan al centro como zona
óptima, no se han ponderado ni en un 10 % en la decisión de la Mesa. Lo que se ha
valorado, no faltaría más, es el argumento “irrebatible” de que los 11 millones de
subvención por familia desplazada -que no le dan a un joven normal para que pueda
casarse...- no permiten tener en mente los pisos del centro para realojar a nadie, debido a
“los valores del mercado inmobiliario”... ¡El mercado inmobiliario!, ¡sanseacabó!. Con los
especuladores de fincas hemos topado y ya no hay más que hablar...

Los que defendemos la inmediata municipalización de los solares para evitar la


especulación sobre un bien social como la vivienda no podemos dejar de sofocarnos ante
una cosa así. ¿Por qué el Ayuntamiento, por lo menos, no tiene viviendas sociales o
subvencionadas en la zona centro?; ¿por qué la Plaza Mayor y Santiago son intocables?;
¿qué intereses guían al alcalde para comportarse, una vez más, como un cacique de
principios de siglo?. Suponemos que se ha pensado que la gente de “barrio bajo” tiene
mucho más estómago y está más hecha al aguante y a la incomodidad que los señoritos
del P.P. y los que les financian y, al mismo tiempo, les dictan las decisiones.

La cuestión de La Esperanza va a terminar como casi todos los problemas de España: los
ricos -incluidos “los Monchines”- , más ricos todavía, y los humildes, pues...aguantando,
que es gerundio.

"LA GUERRA CIVIL EN VALLADOLID (1.936-1.939). Amaneceres


ensangrentados".

Desde que tuvimos constancia de la publicación del libro de Ignacio Martín Jiménez, una
especie de obligación nos impulsó a su lectura y análisis, pues suponíamos que los
falangistas íbamos a ser el centro de gran parte de las acusaciones que en él se
formularan. Bastaba con leer el subtítulo para constatar que algo nos atañía.

La obra nos llegó precedida de la extraordinaria repercusión que había tenido en los
medios de comunicación vallisoletanos. Prensa y televisión se habían hecho eco
señalando ambas el rigor y la seriedad de lo expuesto en el libro, así como lo metódico de
su elaboración. Si esto era cierto la cosa era bastante prometedora.

Lo malo es que la opinión previa que teníamos se diluyó cuando un individuo que escribe
en un periódico ( nos resistimos a considerarle periodista) llamado Julio Valdeón Blanco lo
definió como "el libro que los rojos estábamos esperando". El panorama por lo tanto nos
ponía sobre aviso de lo que íbamos a encontrar.

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El libro comienza con un repaso de los antecedentes al conflicto bélico. Durante la II
República en Valladolid los encontronazos entre los distintos grupos políticos eran
frecuentes, en especial los protagonizados por falangistas ( apenas 350 afiliados en
febrero del 36) frente a unos pocos miles de anarquistas y a 12000 socialistas. El primer
enfrentamiento de importancia se produjo el 4 de marzo de 1934 a la salida del teatro
Calderón, su planificación partió de la Casa del pueblo y, en él, perdió la vida a manos de
ocho marxistas el estudiante Ángel Abella. Por desgracia el autor trata el tema con tal
ambigüedad que no se sabe si fueron unos u otros los que acabaron con su vida.

Pese a su insignificancia numérica, los falangistas vallisoletanos eran muy bulliciosos, por
lo que el gobierno de Casares Quiroga cambió al gobernador civil por uno llamado Lavín
que tenía como directriz terminar con los falangistas; así procedió, dando con sus huesos
en la cárcel 130 nacionalsindicalistas, entre ellos el Jefe Territorial Onésimo Redondo. No
hay que olvidar que la Falange estaba ilegalizada por el recién constituido gobierno.

Los enfrentamientos y detenciones son los antecedentes más destacados que señala
Martín Jiménez, nada excesivamente escandaloso desde una perspectiva crítica,con la
salvedad de algunos errores que le restan crédito al conjunto: la denominación de bando
nacionalista (sic) en vez de nacional es bastante elocuente del posicionamiento del autor.
Decir que en el teatro Calderón habló Juan (sic) Antonio Primo de Rivera denota cuando
menos una falta de atención clamorosa. Lo mismo sucede al decir que el 21 de julio del 36
muere Luis Cuesta Sanz miembro de FE T(sic) de las JONS (sin duda el camarada Cuesta
fue un adelantado a su tiempo). No menos ridícula es la consideración de las J.A.P. como
“próximas a Gil Robles” (las J.A.P. eran sus juventudes, sólo faltaba que no estuvieran
próximas). Mención aparte merece la consideración de la Falange como partido de
derechas. Con esas afirmaciones demuestra no tener ni idea ni de historiar ni de la
Falange.

Tradicionalmente se ha catalogado a Valladolid como ejemplo de los desmanes sucedidos


durante la contienda. Lejos de matizar ese aspecto (los datos son elocuentes) lo que no
nos cuadra es la indiscriminada acusación que ha sufrido la Falange por parte de sus
detractores en general y del autor de este libro en particular. Éste, parece que tiene una
consigna inicial que sitúa a los falangistas en su punto de mira, sólo así se entiende la
fijación que con los mismos tiene atribuyéndoles todo aquello negativo que sucedió
durante la guerra, aunque no tenga datos.

El comienzo de la guerra supone un cambio radical en los habitantes de Valladolid y


provincia. Las manifestaciones anticlericales tienen su plasmación en la quema de la
iglesia del Carmen en las Delicias y el intento fallido de la de San Esteban (actual
Santuario Nacional), mientras que algunos de los opositores al alzamiento se dedicaban al
denominado “paqueo”, disparando desde los tejados a sus objetivos (así moriría Regino
Sevillano, subjefe de milicias de Falange).

Pese a que los enfrentamientos en la capital fueron mínimos sí que fueron numerosas las
detenciones y es ahí donde comienza todo el problema de la represión. Al margen de las
detenciones militares, es cierto que los “falangistas” se convirtieron en una especie de
cuerpo policial en el que los “paseos” estuvieron a la orden del día. Pero lo que habría que
preguntarse es la implicación de la Falange en esos hechos. Que individuos ataviados con
el uniforme de Falange se dedicaran a sembrar el terror no significa que fueran falangistas.
La Falange es un movimiento integral, no es una forma de pensar sino una forma de vivir;
así se entiende que falangista no es el que dice serlo sino el que se comporta como tal.
Aquellos que se movieron por odio, rencor, envidia o cualquier otra motivación ruin, ni
fueron falangistas ni se les debe considerar como tales.

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Desde luego el nombre de la Falange es el que queda manchado, pero si se aborda con
honradez el tema se verá que los citados 350 afiliados de febrero del 36 tienen poco que
ver con los miles de advenedizos derechistas que en menos de medio año se vistieron de
azul sin alcanzar a ver lo que representaba ese uniforme. Este hecho, que bastaría para
exculpar a la Falange de cualquier comportamiento vituperable, para Martín Jiménez no es
un motivo considerable “ni como el único ni como el principal motivo de represalias”, por
supuesto que no, si lo hiciera, los falangistas no serían tan malos como tenía
predeterminado que tenían que ser y el libro se le iría al garete.

De todos modos hay un episodio que corrobora su cerrazón y mala intención para con la
Falange. En él, considera a Onésimo Redondo como promotor de purgas diciendo que es
un hecho “sobradamente conocido”¿por quién? nos preguntamos. No aporta dato alguno
(vaya historiador) salvo dos citas que dicen: "acudía a animar y ver personalmente la
actuación de los suyos" (Diario Regional). ¿Qué actuación? No concreta nada. La otra cita
corresponde al inclasificable Hugh Thomas (autor al que Jiménez corrige cuando le
conviene). La “terrible” cita dice que Onésimo fue responsable de “muchas cosas” ¿qué
cosas? No entendemos como un doctor de Historia Contemporánea se puede permitir
unos juicios tan enfermizos sin contar -a pesar de conocerlos- con los datos que recoge un
estudio del prestigioso historiador y documentalista José Luis Mínguez Goyanes en la
publicación "Vallisoletanos" (1984). En él se corrobora que Onésimo Redondo dio
instrucciones muy precisas, horas antes de su muerte, para cortar de raíz cualquier exceso
de los camaradas bajo su mando. Según Mínguez, el Caudillo de Castilla "no era un
matón, ni siquiera una persona violenta", como lo atestiguan innumerables testimonios.
"Jamás llevó arma alguna, ni en vida disparó un solo tiro, ni personalmente incitó a nadie a
que lo hiciera", a pesar de sus combativos artículos de "Libertad".

En definitiva, el libro pese a lo que pueda parecer no está del todo mal, es decir, el rastreo
de fuentes es notable y las cifras que ofrece son aparentemente serias y fiables. De todas
formas para un lector poco informado sobre el tema la idea global que sobre la Falange se
da, no es nada acertada por lo que su lectura, si no es con una visión crítica, puede
resultar muy nociva. Su valor a fin de cuentas es como anecdotario, como un mero libro de
consulta de cifras concretas y fuentes de primera mano (eso cuando no se permite el lujo
de conceder valor axiomático a rumores). Al final, ni riguroso ni contrastado. Una pena.

LA PRUDENCIA DE LA IGLESIA.

Nos ha asombrado la noticia que encontramos el pasado 1 de febrero, en un periódico de


tirada nacional, acerca del comportamiento de determinados dirigentes de la Iglesia vasca
en relación con el terrorismo etarra.

El reverendo padre Ignacio Echarte, superior de los jesuitas de Navarra y Vascongadas,


mantiene confinado en Loyola al sacerdote Miguel María Sagües, también jesuita, por la
publicación, en “El Diario Vasco”, de un artículo titulado “Los silencios de monseñor
Setién”; artículo en el que se atrevía a reprochar la condescendencia del obispo retirado
con los terroristas y sus colaboradores, criticando tanto sus palabras como sus silencios
sobre las víctimas de la barbarie separatista. Tan heroica y cristiana actitud de servicio a la
Verdad no fue vista con buenos ojos por su superior, que siguiendo instrucciones de José
María Setién recluyó al autor del artículo, de 80 años de edad, prohibiéndole visitas y

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llamadas de teléfono alegando como pretexto el voto de obediencia.

Éste no ha sido el único caso. Otro sacerdote jesuita, el padre Berstain, también se ha
visto acosado por el superior de Loyola tras publicar un artículo titulado “El Papa y las
víctimas del terrorismo”. En él se denunciaban las escasas manifestaciones de oposición
al terror impuesto por la banda criminal y el escaso apoyo a las víctimas por parte de la
Iglesia.

Ante la gravedad de las “mentiras”, el provincial Echarte no tardó en intervenir. Envió una
carta al padre Berstain para que en el plazo de una semana escribiera al obispo
retractándose de sus afirmaciones y no volviera a tener contacto con ningún medio de
comunicación social sin su permiso expreso y por escrito.

La complicidad de una parte importante de la Iglesia vasca con los asesinos ha llegado
hasta el punto de que tres párrocos se negaron a oficiar una misa funeral por el alma de
Gregorio Ordóñez asesinado por ETA. Esta repugnante actitud no fue refutada por
ninguna autoridad eclesial, sino que más bien animó de nuevo al padre Echarte a escribir
una circular a todas las provinciales disculpando la negativa a la concesión de una capilla
en la Universidad de Deusto a la hermana del político. La excusa, en esta ocasión, era que
él entendía que se trataba de un acto del Partido Popular.

La actitud del Padre Echarte simboliza el extremo al que está llegando la cobardía y la
ambigüedad de ciertos representantes de la Iglesia española a la hora de enfocar la
cuestión terrorista. Una parte de la Compañía de Jesús lleva ya varias décadas
contradiciendo el mensaje de servicio y de justicia proclamado por San Ignacio y
realizando todo tipo de cabriolas marxistas, entre ellas un apoyo decidido a la ETA
fundacional y la Teología de la “Liberación”. A Dios gracias aún quedan jesuitas
genuinamente ignacianos que no cesan de combatir semejantes desviaciones en la
Societas Iesus.

Pero el problema afecta a la Iglesia de forma más global, pues las condenas al terrorismo
de las autoridades episcopales españolas no vienen caracterizándose precisamente por su
rigor y contundencia. Muchas veces echamos en falta la misma valentía al tratar este tema
tan candente y actual – algo similar ocurre con el divorcio o el aborto– que la empleada
con otros de menor dimensión práctica. No nos basta que monseñor Rouco,
independientemente de su postura respecto al pacto P.P.-P.S.O.E., despache el asunto
etarra con un sutil aplauso a “quienes trabajan por la Paz”, sin denuncias expresas y
concretas.

Es como si el espíritu tibio y diplomático de la democracia se hubiese filtrado en las altas


esferas eclesiales. Da la impresión de que algunos cardenales y obispos se han dejado
engolosinar por la miel de “la mitad más uno” y no increparan a los asesinos por miedo a
que se quiebre su dulce y tranquila neutralidad. Con la excusa de los perdones, las
reconciliaciones y la unidad de los creyentes, nuestros nuncios van aparcando el drama
indigesto de los separatistas criminales en aras de la “corrección política”. Olvidan la
misión entrañable de la Iglesia, que, en el caso de España, ha merecido todos los laureles
durante siglos.

A aquellos que están acobardados les recordamos: "Bienaventurados seréis cuando os


injurien, y os persigan y digan con mentira toda clse de mal contra vosotros por mi causa".

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NOTICIAS

20-N EN LEÓN, PALENCIA, VALLADOLID Y MADRID.

En su labor siempre incansable, FALANGE ESPAÑOLA INDEPENDIENTE desplegó de


nuevo su actividad con motivo de la conmemoración del asesinato de José Antonio el
pasado 20 de Noviembre. En esta ocasión, una célula falangista acudió a la ciudad de
León, en cuya parroquia de San Marcelo se celebró una misa en memoria de los Caídos
por España. Como de costumbre, a la puerta del templo intentamos dejar clara la
necesidad de una España nueva y más justa mediante el reparto de nuestra prensa.

En Palencia convocamos otra misa en la parroquia de San Francisco, de los P.P. jesuitas,
a la que acudió un número de palentinos mucho menor del deseado, debido a otra
convocatoria semejante en la Catedral de la “Hermandad Apolítica de Alféreces
Provisionales de Palencia”. También estuvimos allí para ofrecer nuestra propaganda. Un
grupo de despistados cenetistas se personó igualmente con el objetivo de ensuciar la
jornada, pero desistió al comprobar que no tenían ningún argumento digno contra nuestras
convicciones. Otro tanto de lo mismo ocurrió en Valladolid, donde, en el umbral de la
Catedral, se ahuyentó a otra partida de ácratas al compás de “Cara al sol”, mientras
nuestro Patria Hispanoamericana era distribuido entre el numeroso público.

Por supuesto, también estuvimos en Madrid. Tras concluir los numerosos tenderetes y
trabajos para proclamar el mensaje joseantoniano, nos reunimos en un restaurante para
estrechar más aún la camaradería y constatar que nuestro paso es lento pero firme y
seguro.

MÁS VÍDEO-FOROS.

Siguiendo con nuestro habitual ciclo de proyecciones, los pasados meses de diciembre y
febrero tuvimos cita con una película en el primer caso y con un documental en el segundo.

El largometraje no era otro que “Embajadores en el infierno” que, adaptando un libro de


Torcuato Luca de Tena, nos hacía partícipes de la gran odisea que miles de españoles
vivieron en la Rusia soviética de Stalin como voluntarios de la llamada “División Azul”.

Los terribles sufrimientos de los protagonistas, sus privaciones y precariedad, hicieron que
entre todos los asistentes se produjera una identificación con esos héroes que, durante
doce años, dejaron bien alto el pabellón español (cuando no sus vidas), en los campos de
concentración comunistas.

La segunda de las proyecciones fue la del documental “Los falangistas”. En él se nos da


una ligera impresión de lo que es la Falange y, pese a los aciertos (no excesivos), no
faltaron las críticas que en el posterior coloquio surgieron tanto por algunas de las
aseveraciones en el documental formuladas, como por el relativo crédito que merecen
algunos de los personajes que aparecen, véase Ernesto Giménez Caballero, que se erige
como el adalid de la incipiente Falange.

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La experiencia en ambos casos fue positiva por lo que el 1 de abril despediremos las
proyecciones de este curso político con el documental “La invasión del valle de Arán” un
interesante título que nos adentra en los planes de anarquistas y comunistas al final de la
II Guerra Mundial para retomar de nuevo el control sobre la España de Franco.

JUGAR CON FUEGO.

Con el nombre “Sida y sociedad”, se celebró en el mes de enero una charla sobre el riesgo
del Sida en el mundo y, especialmente, en España. Pedro Cárdenas, presidente del
Comité Independiente Anti Sida, expuso durante una hora con ayuda de diapositivas todos
los aspectos relacionados con el virus: origen, propagación, estadísticas... para terminar
censurando las campañas gubernamentales tanto de socialistas como de populares que,
en gran parte, han contribuido a engordar el ya de por sí ingente número de infectados.

Las numerosas preguntas que surgieron al término de la ponencia no hicieron sino


demostrar el elevado interés de una enfermedad que, por mucho que algunos se
empeñen, no se soluciona con medidas tibias, como si el preservativo fuera la panacea,
(de sus múltiples fallos y de las enfermedades venéreas de las que no protege nadie se
hace cargo).

Desde este boletín felicitar al C.I.A.S. por su labor de concienciación frente a lo


políticamente correcto, que les ha valido la retirada de subvenciones municipales por
iniciativa de los depravados de Izquierda Unida que, en cuanto oyen hablar de autocontrol,
fidelidad, familia y atrocidades así se rasgan las vestiduras y actúan como represores de
una libertad que nunca se han caracterizado por defender.

Nuestra próxima charla será en mayo y versará sobre el carlismo. El ponente será Andrés
Hermosa, candidato al Senado por Comunión Tradicionalista Carlista en las últimas
elecciones. Más información en el 630 37 37 46.

AGRESIÓN BATASUNA A F.E.I.

El pasado día 17 de Diciembre, el puesto de propaganda que FEI-Valladolid instala


muchos domingos en la calle de Santiago sufrió el violento ataque de más de veinte
separatistas vinculados a la tenebrosa Jarrai.

Durante toda la mañana, los militantes encargados de la mesa permanecieron alerta, al


percatarse de la presencia en la ciudad de varios grupos de abertzales desplazados con
motivo de un encuentro de fútbol entre el Real Valladolid y el Athletic de Bilbao. En un
determinado momento, y a pesar de la nutrida presencia policial, una banda de batasunos
prototípicos de la llamada kale borroka golpeó nuestra mesa profiriendo goras a E.T.A. e
insultos a la Falange. La respuesta falangista fue contundente: en muy pocos segundos,
uno de los proetarras recibió dos sabrosos correctivos que le obligarán sin duda a
reflexionar la próxima vez y a comprarse, de momento, unas gafas nuevas.

Los cobardes separatistas se dispersaron rápidamente al comprobar que el asunto no iba

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a saldarse sólo con puñetazos, si bien, en su huida precipitada arrojaron contra el puesto
media docena de botellines de cerveza que, gracias a Dios, sólo cayeron sobre el suelo y
sobre un coche de la Policía “Nacional”. Finalmente, al menos dos terroristas fueron
detenidos entre nuestros gritos de “no nos engañan, Vasconia es España” .

SIGUE EL CURSO "LUIS ALCOCER".

El día 29 de Diciembre tuvo lugar una nueva charla del Curso de Formación de las
JUVENTUDES FALANGISTAS de Castilla. El tema era “Hispanidad y Estado en la
Falange”: un completo recorrido por los conceptos de Nación, Patria, Hispanidad y las
formas de Estado.. El 9 de Febrero, dentro de la Semana de la Enseñanza Nacional y
Popular, y en el LXVII Aniversario del asesinato de Matías Montero, se impartió la
ponencia titulada “La Falange y la enseñanza”, haciéndose un recorrido por la historia del
viejo SEU y del FES y exponiéndose nuestras soluciones a la crisis del sistema educativo.

Para los tres próximos meses están programadas cuatro charlas: “El sentido católico en la
Falange”, “Trabajo y Justicia Social”, “El Ejército en la Falange" y "La Falange en guerra”.
Todos los interesados en asistir deberán ponerse en contacto con nosotros a través de
nuestro teléfono.

FIESTAS DE NAVIDAD EN VALLADOLID Y MADRID.

Como viene siendo habitual en los ultimos años, una representación de militantes de
FALANGE ESPAÑOLA INDEPENDIENTE en Castilla la Vieja se desplazó hasta Madrid
para participar en la tradicional Fiesta de Navidad que los camaradas madrileños
celebraron el pasado día 23 de diciembre. A las 6 de la tarde comenzó el festejo con unas
breves palabras del capellán castrense don Hipólito Gil que recordó a los presentes el
motivo de estas conmemoraciones, tan distinto del difundido habitualmente en nuestra
sociedad. A continuación tuvo lugar un modesto ágape que reunió en torno a unas mesas
a camaradas llegados de toda España.

Por otro lado, y con el mismo motivo -la celebración de la Navidad y del año nuevo-, los
camaradas de Castilla la Vieja nos encontramos el día 29 de diciembre en un restaurante
de la capital vallisoletana alrededor de una sencilla comida que sirvió de excusa para
intercambiar bromas y proyectos para el nuevo siglo que comienza que esperamos sea el
del triunfo del nacionalsindicalismo y del despertar de España de un secular sueño.
Finalmente, por la tarde, en el hogar de la Falange en la capital del Pisuerga, se distinguió
a dos camaradas con la entrega de la camisa azul en reconocimiento a su esfuerzo y
dedicación a los ideales que defiende la Falange.

DONATIVOS GENEROSOS.

Como no siempre vamos a estar quejándonos de lo mal que va nuestra economía,


queremos informar de que buena parte de los costes del número 10 de Patria
Hispanoamericana ha sido cubierta con los generosos donativos de nuestros lectores.
Casi puede considerarse como un acontecimiento histórico que una actividad falangista se
financie por personas sin compromiso militante, lo que nos hace suponer que estamos en

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buen camino y que seguimos gustando a quien tenemos que gustar: a los patriotas
encendidos y nobles que no entienden ni quieren entender de “evoluciones”, números,
resultados electorales y demás monsergas democráticas.

ABSUELTOS.

Tras casi un año de demoras vergonzosas e interminables comparecencias, los cuatro


militantes del F.E.S. de Valladolid acusados de alteración del orden público han sido
definitivamente absueltos.El sistema judicial español ha necesitado un año para verificar
que los supuestos “fascistas” que casi linchan a más de veinte policías durante una
manifestación contra el aborto sólo eran unos chavales que defendían su pancarta de la
agresión de miembros de “Nasciturus” y que -vaya una osadía-pidieron el número de placa
a un agente del “orden”. Mientras la juez se iba enterando de la fiesta, que estuvo bien
clara desde el principio, los falangistas perdían su tiempo y su dinero viajando a Madrid a
escuchar las fantasías de los testigos. Visto lo visto, nos da miedo preguntarnos cómo
serán y cuánto durarán los procesos contra terroristas etarras.Casi mejor ni enterarse...

OTRO JUICIO.

Un afiliado de FALANGE ESPAÑOLA INDEPENDIENTE de Valladolid será juzgado en


Marzo debido a una denuncia de los desviados sexuales de la Fundación Triángulo. Según
estos engendros, un grupo de falangistas, al amparo de la noche, escribió con spray en la
fachada de su sede -en la calle Detrás de San Andrés- varios lemas “homófobos y
despectivos”.

Ya le diremos a la señora juez que la acusación es insostenible, pues los falangistas


tenemos pánico a acercarnos de noche al antro de los sodomitas de Triángulo. Nunca se
sabe que podría sucedernos...SINDICALISMO AZUL EN LA UNIVERSIDAD.

SINDICALISMO AZUL EN LA UNIVERSIDAD

Desde hace años, el FRENTE DE ESTUDIANTES SINDICALISTAS viene consolidando su


presencia en los órganos de representación estudiantil de la Universidad vallisoletana.
Este curso se han renovado cargos en algunos departamentos, en los que varios
miembros del sindicato falangista han resultado reelegidos. Pese al monopolio de
ALTERNATIVA UNIVERSITARIA y otras grandes asociaciones de alumnos mediatizadas
por los partidos políticos, el FES ha vuelto a incrementar el número de representaciones
por tercer curso consecutivo. Parece que algo está cambiando en las aulas.

También, en referencia a la Universidad, es de destacar la aparición reciente de una


organización denominada Coordinadora Castellana de Estudiantes. Se trata de una rama
más de IZQUIERDA CASTELLANA (IZCA), cuya relación con el mundo de ETA está fuera
de toda duda. La tal “coordinadora” está impulsada por José Luis de las Heras, profesor de
Historia en la Universidad de Salamanca.

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