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Francisco Pulgarín

Gran Hermano: la utopía final

“Aquí tendido –pudiendo apenas respirar, la boca llena


de sangre y cada temblor de mis manos reflejado en
el atento ojo de la cámara que está a dos metros de
distancia–, comprendo que a muchos les parecerá
curioso el tema que he elegido. Esta película será, en
todos los sentidos, el producto último del cine doméstico”.

J. G. Ballard: “Unidad de cuidados intensivos”.

C
RESUMEN
En el presente ensayo, después de hacer un breve recorrido uando Tomás Moro utilizó la pala-
histórico por las utopías literarias escritas antes del siglo XX,
se analiza la influencia que la novela antiutópica 1984,
bra “utopía” para intitular su ya em-
del escritor inglés George Orwell, ha tenido en la creación blemático libro, inauguró un géne-
de los programas de entretenimiento conocidos como rea- ro literario tan vasto y complejo
lity shows. Se cuestiona la forma en que los creadores de como el anhelo mismo de los seres huma-
este fenómeno televisivo acogen algunos de los más in-
quietantes planteamientos de la novela y los utilizan como nos por alcanzar el bienestar total. En efec-
columna vertebral de sus espectáculos. Se consideran, to, la palabra utopía alude al sin lugar, ese
además, los impactos del Gran Hermano a la luz de las sin lugar que ha servido a lo largo de la his-
nuevas tecnologías y de las interacciones que éstas plan-
tean para los seres humanos. toria para elaborar la, muchas veces onero-
sa, cartografía de nuestros sueños. Lo cu-
ABSTRACT rioso es que, si bien Moro acuña el término,
su obra no es la primera en pertenecer a este
Big Brother: The Final Utopia
género. Al mirar con detenimiento, nada es
After briefly exploring the literary utopia written before the más lógico. Si las utopías recrean el deseo
twentieth century, this essay analyses the influence of the
dystopian novel 1984, by George Orwell, on the creation of humano de felicidad, haber esperado hasta
television entertainment programmes known as reality Moro para que se escribiera la primera pa-
shows. The essay questions the ways creators of this TV recería un exceso.
phenomenon deal with some of the most disturbing themes
in the novel and use them as cornerstones of their shows. En consecuencia, y aun cuando cabe supo-
The essay also treats the impact of Big Brother in light of
new technologies and the human interactions involved
ner que el pensamiento utópico es inheren-
therein. te a la condición humana, la mayor parte de
la crítica está de acuerdo en señalar que fue
PALABRAS CLAVES Platón (428-347 a. C.), en La República, el pri-
Utopía, 1984, George Orwell, Gran Hermano, Reality show, mero en escribir una utopía como tal. Lo
Aldous Huxley. que ocurre es que, si bien Platón y después
san Agustín con La ciudad de Dios escribie-
EL AUTOR: ron utopías de un valor considerable, ha-
Laboratorista clínico. Es- bría que esperar hasta Moro y el Renaci-
critor y crítico de cine. miento para que el género escanciara sus
El presente ensayo hace lugares comunes.
parte del libro inédito Pro-
yecto para una revolu- Esto tiene una explicación histórica. Durante
ción narrativa y otros la Edad Media era impensable escribir uto-
ensayos críticos. pías tal como las conocemos hoy, pues el
E-mail: reino de Dios era el referente insuperable.
ffpulgarin@yahoo.com Sin embargo, para ilustrar la importancia del

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pensamiento utópico, bastaría tra el agobio existencial; del


mencionar la supervivencia del otro, y de allí su fuerte arraigo
género a lo largo de este período. político, al diseñar complejos
Los relatos inscritos en la uto- urbanos y sociedades idílicas
pía social, que hablaban de una catalizan una serie de inconfor-
tierra ajena al sufrimiento y las midades frente al establecimien-
desigualdades, se extendieron to de turno.
por toda Europa; así, en Espa-
En las utopías renacentistas
ña, a este lugar maravilloso se
está la naciente confianza en
lo denominó Cucaña, en Ingla-
las capacidades de los seres
terra Cokaigne y en Francia Co-
humanos. El hombre se asu-
cagne. Los relatos sobre Cuca-
me como protagonista de su
ña, o como se le quiera llamar a
historia, se sitúa en el cen-
esta tierra, sin protagonizar nin-
tro del universo y se cree ca-
guna gran utopía, evidencian la
paz de mejorar lo hecho por la
entronización del pensamiento
divinidad y por él mismo. Ni
evasionista en la conciencia oc-
Moro, Bacon o Campanella du-
cidental, con una capacidad in-
dan de la condición humana; y,
superable de permear tanto la
de hacerlo, sólo es para reivin-
teología como las visiones más
dicarla y sacarla airosa final-
seculares.
mente. Claro está que ese es uno
Pero es durante ese pleno ejercicio intelec- de los distintivos del individuo renacen-
tual del Renacimiento y, gracias al descu- tista, no sólo del hacedor de arte sino del
brimiento de América, cuando se dan las filósofo de la naturaleza o del comercian-
condiciones para que la utopía comience a te. Los pintores, escultores, galenos, esta-
ser explorada a fondo, buscando no sólo ese distas están urgidos por esa fiebre que se
alivio a las penalidades diarias mediante un llama humanismo y creen en él con firme-
mundo ficticio, sino también planteando in- za, ajenos a que han dado un paso sin re-
novadoras formas de gobierno, que en las torno en su camino hacia el progreso.
mejores utopías son responsables de la fuer-
Y ese progreso llegó de la mano de la revolu-
za narrativa con sus propuestas de elabo-
ción industrial, acompañado de fábricas y
rados sistemas gubernamentales. Un caso
de máquinas cuyas posibilidades rebasaban
notable lo brinda el filósofo Francis Bacon
la imaginación misma. Sería necesaria una
en su inconclusa Nueva Atlántida. Bacon es
transición de doscientos años para que las
quizá el primero en advertir la necesidad
ideas de Bacon sobre la importancia de los
de sacar ventaja de la naturaleza a través
inventos en la vida cotidiana tuvieran un
de la ciencia, para mejorar las condiciones
asidero cierto. Dos siglos que, al mencionar
de la vida humana. Propone, pues, una so-
el caso de Bacon, parecen una eternidad, y
ciedad en la cual los científicos son el órga-
que, sin embargo, al pensar en los enormes
no estatal; algo que hoy día, después del
cambios que se gestaron en el pensamien-
inmenso poder adquirido por la ciencia, no
to occidental en este mismo lapso, se ven
resulta descabellado.
insuficientes. Avasallados por la moderni-
Hasta la revolución industrial, las utopías dad y su necesidad de superación, los hom-
se caracterizan por buscar un efecto sana- bres comenzaron a percibir que tal vez allí
dor sobre Occidente. Son una telaraña de no estaba el progreso o que, si estaba, los re-
palabras conformada para que, a la manera sultados no se compadecían con las expec-
de los atrapasueños indígenas, acojan bue- tativas. Ese descontento hacia el presente y
nos vientos y ahuyenten las pesadillas. Pero un mirar con ojos destemplados hacia lo que
su dinámica las hace oscilar en direcciones proponía el futuro constituyeron la antesa-
complementarias. Tanto La República como la utopista al siglo XX . Huxley, Bradbury,
Utopía, para citar sólo dos ejemplos, son fic- Kafka, Orwell (de cuyo caso particular nos
ciones, pero admiten otra lectura. Es decir, ocuparemos a continuación) heredarían una
Platón y Moro sueñan mundos de equidad tradición que, a diferencia de la humanista,
para los ciudadanos, cabe suponer, como desconfiaba de la raza humana, de sus po-
respuesta a su necesidad individual, pero sibilidades y de su capacidad de crear mun-
también a un malestar frente a su tiempo. dos felices.
La República es una crítica contra esa Grecia
que, después de Pericles, agonizaba vícti- II
ma de Alcibíades y de la corrupción; y Uto-
pía es una protesta abierta contra las inequi- El siglo XX, con sus dos guerras mundiales
dades que en tiempos de Enrique VIII se y el abrumador avance tecnológico, repre-
imponían a los desamparados. De un lado, sentó el descrédito de las utopías. El vein-
estas utopías, al convocar sociedades en las te es el siglo de la desesperanza. Durante
que enfermedad y desasosiego no existen, su transcurso, los individuos acogieron la
funcionan como una suerte de lenitivo con- bandera del pesimismo, comprendiendo

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GRAN HERMANO: LA UTOPÍA FINAL

que soñar mundos perfectos era imposi- Londres sitios para alimentar sus recuerdos.
ble. Si hasta ese momento era viable fan- Un día sostiene un encuentro con una com-
tasear con tierras magníficas como palia- pañera de trabajo llamada Julia, que dice
tivo contra el dolor y el miedo, los amarlo. Hay que hacer la salvedad de que
resultados del fascismo y la guerra en Eu- en este sistema el amor está prohibido y las
ropa menoscabaron la confianza de los relaciones sexuales se dan entre desconoci-
hombres. Desde ese momento, las utopías dos sin otro interés que la procreación. Su-
sólo podrían ser antiutopías; y su pregón, midos en la clandestinidad, Smith y Julia
el de la muerte y la fragilidad humana. viven su romance a la espera de que el Par-
tido los descubra y tome los correctivos
Así lo entendieron Huxley, Bradbury y necesarios.
Orwell, autores de Un mundo feliz, Fahren-
heit 451 y 1984, quizá las más sobresalien- Pero no es este romance y sus consecuen-
tes antiutopías escritas. El primero advier- cias lo que ha avivado la conmoción causa-
te los peligros de un mundo guiado por da por la obra. No cabe duda de que el su-
prácticas eugenésicas 1. Huxley cuestiona gestivo nombre jugó un papel capital en su
la ciencia, sus ilimitados avances y la ca- difusión. Es bien conocida la anécdota de
pacidad de los hombres para manejarlos. cómo se eligió el título para el libro, que en
Bradbury, en Fahrenheit 451, expresión que un principio se iba a llamar El último hombre
designa la temperatura a la que arde el pa- en Europa. Orwell había terminado el libro
pel para libros, logra una hermosa y extra- en 1948 y de manera aleatoria decidió in-
ña mezcla de poesía y crítica social. Orwell, vertir los dos últimos dígitos, dando como
por su parte, escribe la antiutopía del po- resultado 1984, una fecha que por su relati-
der político. Su mirada trasluce la burocra- va cercanía en el tiempo perturbó los ima-
cia y cuestiona el control de los medios de ginarios colectivos. A medida que se aproxi-
comunicación sobre la conducta humana. maba el año, la polémica no se centró en las
(No hay que perder de vista que el autor calidades literarias de la obra, sino en si 1984
de Rebelión en la granja, comenzó a escribir se parecía a 1984. Dos decenios después,
su antiutopía en agosto de 1946, cuando el aplacada la polémica, y superado el enig-
infierno de la guerra estaba aún tan fresco mático año, tal vez sea más pertinente que
que era imposible no padecerlo; ni que una nunca volver la mirada sobre ese gran ojo
de las principales armas de Hitler, en su en que los medios han convertido al Gran
avanzada por el Viejo Continente, fue el Hermano, analizar lo que ha suscitado y por
inmenso aparato propagandístico que qué lo ha hecho.
tuvo a su disposición.)
“Oceanía”, el mundo imaginado por Orwell
III
para Winston Smith, el protagonista de El 25 de junio de 2003 se conmemoró el pri-
1984, es gobernada por el Gran Hermano, mer centenario del nacimiento de Eric Ar-
una entidad que sólo se puede escuchar en thur Blair, más conocido como George Or-
las telepantallas o ver en carteles publicita- well. La noticia, aunque mereció algunas
rios, pero cuyo asfixiante poder cobija to- reseñas en revistas y periódicos, pasó des-
das las esferas de la vida. La sociedad está apercibida para el común de la gente. Ese
organizada en forma piramidal: el Gran mes, el 8 de junio, se habían cumplido cin-
Hermano se encuentra en lo más elevado cuenta y cuatro años de la primera publica-
de la estructura, después están los altos (Par- ción de 1984 en Londres. En 2004, cuatro
tido Interior), los medios (Partido Exterior) lustros nos separan del mítico año; lapso
y los bajos (la prole). El organigrama social después del cual una cosa es cierta: el im-
se renueva cuando los medios desplazan a pacto de Orwell y su libro parecen haber
los altos, cosa que no se da entre bajos y entrado en una curva de descenso irreme-
altos. La prole está condenada a no poder diable. Veinte años atrás, el advenimiento
ascender en la escala social, pues se consi- del año 1984 generó un estrépito mundial
deran animales a los que hay que mantener del que muy pocos fueron ajenos. La discu-
en la ignorancia. sión sobre si el año se parecía al libro estu-
El eje de 1984 es una historia de amor. vo animada por los más prestigiosos inte-
Winston Smith trabaja en el Departamento lectuales. Se lanzaron nuevas ediciones de
de la Verdad. Allí corrige las noticias que el la novela, se hicieron programas de televi-
Gran Hermano anuncia y, por alguna razón, sión sobre la vida del escritor y las princi-
no se cumplen. El papel de Smith es hacer pales universidades del mundo citaron a
correcciones al futuro. El régimen se sostie- expertos para realizar cursos de verano y
ne, ya que parece ir siempre de acuerdo con foros sobre la obra.
lo previsto. El trabajo de 6079 Smith W, como Hoy todo es bien diferente. El hombre que,
1
Eugenesia: ciencia de apli- es conocido en el Partido, le permite estar al en palabras de George Steiner, logró apro-
cación de las leyes biológi-
cas de la herencia al perfec- tanto de varias incongruencias históricas. piarse de un año del calendario, ha sido re-
cionamiento de la especie hu- Esto, sumado a una especie de nostalgia por legado a un tenue olvido. Muy pocos entre
mana, sistematizada por
Francis Galton. su niñez, lo lleva a buscar en las afueras de los millones de personas que, alrededor del

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mundo, se sientan frente a su televisor, hip- en favor de una masa tan difusa como esté-
notizados ante el poder del Gran Herma- ril, siempre tendrá visos inquietantes. Ago-
no*, saben quién es ese escritor inglés que bio y represión son palabras adecuadas para
con su novela conmocionó la segunda mi- definir la atmósfera del libro. 1984 es el
tad del siglo anterior. La fría acogida de su Apocalipsis según Orwell. ¿Qué sentido tie-
centenario en el momento en que quizá ne pretender que el sometimiento de indi-
Orwell y su 1984 están más presentes en la viduos a estas condiciones pueda ser una
cotidianidad de los seres humanos, no pue- diversión o hasta un ideal de vida?
de más que desconcertar y tender un man-
Los reality se venden como realidades, pues
to de incertidumbre ante la manera como
el sentido de la palabra así lo anuncia. Pero
asumimos las intuiciones del arte.
lo que vemos en ellos no sólo es la realidad,
Más interesante resulta el hecho de que los es la vida misma. Este afán por copiar la rea-
productores del pionero de ese boom cono- lidad no es nuevo. Desde los griegos, el tea-
cido como reality show, hayan decidido uti- tro resultó una especie de traducción rea-
lizar como inspiración al Gran Hermano de lista; la obra de Shakespeare, el más grande
1984. La pregunta que flota en el aire es: dramaturgo de todos los tiempos, refleja las
¿hay algo en 1984 digno de inspirar otro penalidades y alegrías del ser humano me-
sentimiento distinto al desconcierto frente jor que ninguna otra. Es posible que, tanto
al devenir de la raza humana? No fue el te- en la literatura como en el teatro, la pintura
mor de ver cumplido lo descrito por Orwell o el cine, haya un afán por hacer que el arte
en su novela lo que generó miedo y repul- se parezca a la vida, y, más aún, como dicen
sión entre los cientos de personas que a la muchos, que la vida termine pareciéndose
llegada de 1984 se reunieron, no sólo para al arte. Pero ni el arte es la vida, ni la vida es
debatir si las palabras de Orwell eran una arte. No pueden suplantarse entre sí, y de
profecía cumplida, sino también para dis- esta premisa derivan su razón de ser.
cutir cómo evitar que algún día llegáramos
Cuando vamos al teatro o al cine, somos
a verlas constatadas.
conscientes del artificio. Cuando leemos
No hay en la antiutopía orwelliana el más una novela, la noción de irrealidad se acre-
mínimo asomo de indulgencia hacia los cienta por razones obvias. Sin embargo, los
hombres. El control ejercido por el Gran juegos de realidades no han sido ajenos a la
Hermano a través de los policías del pen- literatura. Don Quijote tiene la oportuni-
samiento, que hace de toda operación inte- dad de conocer que su historia ha sido tra-
lectual un acto subversivo, resulta tan in- ducida de los manuscritos de un escritor
creíble como terrorífico. Las telepantallas, moro y, a la vez, tiene conciencia de que, al
colocadas en todas partes, desplazan la vida salir de correrías, su historia será contada
privada hasta reducirla a la utopía de nues- en una segunda parte. Hamlet representa
tra época. La pérdida de la individualidad su historia ante el rey y así se convierte en

*
Gran Hermano fue el pri-
mer reality show que se hizo
en el mundo. Su país de ori-
gen es Holanda y hasta la
fecha se ha realizado en 27
países, incluyendo Colom-
bia. Su mecánica consiste
en seleccionar 16 personas
y llevarlas a vivir bajo el mis-
mo techo, compitiendo por
una suma de dinero y so-
metiéndolos a condiciones
extremas. Cada semana tres
de los participantes son
candidatizados, por sus pro-
pios compañeros, para salir
de la casa. Los televidentes,
a través de llamadas telefó-
nicas, deciden quién debe
salir. La casa donde viven
es un estudio con cámaras
instaladas para seguir todos
El puente de Juanambú.

los movimientos de sus ha-


bitantes. El programa se
transmite en directo y su éxito
en el mundo es tal que cien-
tos de productoras han co-
piado el formato y ya se anun-
cia un canal de televisión
sólo de reality.

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GRAN HERMANO: LA UTOPÍA FINAL

una ficción dentro de la ficción. En Instruc- na: un juego que intenta, contra todos los
ciones para John Howell de Cortázar, un hom- pronósticos, relacionar sin que medie daño
bre es invitado a ir tras bastidores y, luego, para las partes. La pantalla del computador
se le obliga a participar en la obra de teatro o del televisor salvaguardan de los otros,
a la que asistía como espectador. Al final, sin pagar por ello. Como en 1984, se practi-
termina sumido en un juego metafísico en ca el amor con recelo, haciendo de la tecno-
el que su personaje se confunde con el hom- logía un sucedáneo para los cuerpos.
bre que fue.
¿Qué puede sobrevenir de este juego de
Pero, a la larga, aunque los protagonistas imposturas, de este carnaval de máscaras
de estas obras terminen perdidos con res- en el que la individualidad se pierde en un
pecto a los planos de realidad, el lector no tumulto de rostros que ensayan el mismo
ignora que son fantasías. Todo acto teatral gesto frente a la pantalla? Steiner, un poco
y artístico, por más que se quiera lo contra- parafraseando a Thoreau en aquel verso
rio, no deja de ser una ficción; como en Ali- que dice “puede un hombre matar el tiem-
cia en el país de las maravillas, el marco será po, sin perjudicar a la eternidad”, intituló
necesario, aun para la misma verosimilitud. su ensayo sobre el libro 1984 “George
Lo que ocurre con los reality es que, a dife- Orwell y la ofensa a la eternidad”. En él se
rencia de la obra de arte, su pretendida rea- pregunta si el libro sobrevivirá en la con-
lidad es una réplica desaliñada de los as- ciencia popular una vez terminado 1984,
pectos más insulsos de la vida y quienes esto es, si 1984 seguirá influyendo en las
representan la comedia se asemejan más a visiones pesimistas de las masas, o si cum-
maniquíes que a seres humanos. Pero, lo plidas sus descripciones se citará como una
sepa o no, el espectador debe aceptar lo con- obra de anticipación. Quizás ese silencio
trario. Nos invitan, como en el cuento de que se ha tendido en torno a Orwell y a su
Cortázar, a aceptar que los reality son sinó- obra sea la más elocuente respuesta.
nimos de vida y se sostiene que los concur-
Con el paso del tiempo, la discusión plan-
santes no actúan, viven. Pretenden des-
teada por Steiner y la mayoría de académi-
orientarnos con respecto a nuestra propia
cos ante la llegada de 1984 perdió vigencia.
realidad. Esta dualidad a la que debemos
El giro dado por los acontecimientos obli-
someter nuestro pensamiento es lo mismo
ga a preguntarse por qué el libro no ha teni-
que hacían los habitantes de la Oceanía de
do ese impacto sobre las generaciones pos-
1984, para mantener a flote el sistema:
teriores. El interés central no es indagar en
Doblepensar significa el poder, la facultad de sos- la literatura y en su carácter profético, sino
tener dos opiniones contradictorias simultáneamen- en por qué se lleva hasta la caricatura un
te, dos creencias contrarias albergadas a la vez en libro que advierte los peligros de la mani-
la mente... Decir mentiras a la vez que se cree pulación política y se usan sus símbolos y
sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenciones precisamente en aras de con-
convenga recordar... Porque para usar la palabra trolar a las personas. Cabe recordar que en
se admite que se está haciendo trampas con la
1984 no sólo están las telepantallas para
realidad2.
vigilar cada movimiento, también existe el
Allí está la dinámica de los reality. Buscan cuarto 101, adscrito al Ministerio del Amor,
que el espectador se identifique con calcos donde se practican atroces métodos de
de seres humanos. No deja de ser irónico disuasión. Pasar de las telepantallas y de las
que los reality terminen imponiendo las re- condiciones extremas a las que se somete a
glas de 1984 no sólo a los participantes, sino los concursantes en los reality al cuarto 101
también a sus fieles seguidores. Porque para es algo que no se ve tan lejano, si conside-
disfrutarlos hay que estar ejercitado en el ramos que los videos snuff* han tenido una
arte del doblepensar. enorme, aunque clandestina, difusión en
Parece que los medios de comunicación, al todo el mundo.
igual que el Gran Hermano de Orwell, ci- Arriesgarse a esa clase de pronósticos tam-
fraran sus esfuerzos en dominar la vida pri- poco viene al caso. El problema real es cues-
vada y exponerla al escrutinio público. Un tionar el sentido que tiene aceptar los reality
avance significativo para este propósito se como la realidad misma. La respuesta nos
consiguió con el Internet. El ciberespacio la da 1984: el sostenimiento del sistema. Una
ha ayudado como ningún otro medio a co- de las premisas del Ingsoc, el partido del
municarse sin tener que comunicarse; el Gran Hermano, reza: “La ignorancia es la
reto del amor virtual implica, algo incom- fuerza”. Y en esa aparente contradicción
prensible, ejercer la sexualidad sin traspa- descansa su fortaleza. En este caso particu-
sar las barreras de la carne: nos tocamos sin lar, tal vez no sea tan conveniente afirmar,
2
George Orwell, 1984, Bar- tocarnos, nos besamos sin besarnos, tene- como en las matemáticas, que dos premi-
celona, Círculo de Lectores,
1983, págs. 172-173. mos sexo sin tenerlo. En pocas palabras, pre- sas falsas dan como resultado una verda-
tendemos estar acompañados cuando es dera. La vastedad de las obras humanas sólo
*
Videos en los que se gra-
ban asesinatos y torturas en imposible un mayor grado de desamparo. ha servido para recalcar la futilidad. Defrau-
vivo para luego comerciali- Ése es el juego de la comunicación moder- dado con lo que es, el espectador prefiere
zarlos en video o Internet.

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autoengañarse, pues el mal que carcome las ria de las utopías y de las antiutopías es la
espléndidas ciudades se llama soledad y su historia de las necesidades, de los miedos
destino no puede escapar a él. Por eso se del hombre, pero también es la historia de
consiente, se paga y se obtiene deleite con las propuestas para superarlas. Parecería
realidades que no siendo realidades se acep- que, sobre el final, en medio de la tecnolo-
tan como tales. Pero no es posible descar- gía y su control, imbuidos en ciudades in-
garse de la vida ni de sus problemas encen- mensas y ajenas, sólo quedara intentar la
diendo un televisor, porque el espejismo, fractura con ese mundo real, que cada vez
aunque no lo parezca, se rompe con dema- tiende más a la despersonalización, al ais-
siada facilidad. Es de suponer que incurrir lamiento y a cometer esa ofensa contra la
en esta ceguera colectiva afecta la noción realidad que implica falsearla. ¿Acaso de-
misma de realidad. Sin embargo, cuando el bemos aceptar que el alcance de nuestros
espectáculo termine, a la espera de nada, deseos no está dado, como en Platón, Moro,
con el fondo oscuro de la pantalla como Agustín y tantos otros, por tierras inmen-
única compañía, valdría preguntarse: ¿pue- sas de esplendor y felicidad, sino simple-
de un hombre falsificar la vida, sin ofender mente por una habitación en donde la posi-
la realidad? bilidad de estar solos no exista, aunque
nuestra única compañía sean espectros en
IV una pantalla? ¿Es el momento de asumir
nuestro fracaso y reconocer que hemos equi-
Asistimos a un mundo y un tiempo en el vocado el camino mutilando nuestra ima-
que los medios de comunicación, la Tv, el ginación de tal forma que hasta a nuestros
Internet, constituyen en sí la utopía final, sueños, como lo advirtió Orwell, no les está
ese paliativo cuyo único reto creativo para permitido ir más allá de combatir una sole-
los hombres implica no estar solos y buscar dad que se posesiona de todo, incluso de
sucedáneos de los otros hombres. La histo- esa tierra llamada Utopía?
Salto del Tequendama.

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