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EL MUNDO FELIZ DE ALDOUS HUXLEY COMO UNA ANTIUTOPÍA

FUSIONANDO LA SOCIEDAD DE MASAS

Por Carlos Valdés Martín

Temas de promesa de felicidad convertidos en paradoja: la felicidad misma, la


riqueza, el sexo, el control social, la ciencia, la civilización…
Concebido como un enorme tablero de cuestionamiento literario para enfrentar diversas
tendencias sociales cambiantes, así como anticipación de varias tendencias culturales y
emotivas puestas en juego desde ese periodo. Ante la presencia de un mundo cambiante,
el escritor juega a la anticipación, pero también juega al cuestionamiento, al convertir
cada moneda corrientemente aceptada en su posible contrario de valor. Ese juego de
espejos literarios, astutamente trazado, permite sucesivos cuestionamientos implícitos y
explícitos, para generar una obra enormemente crítica, con un filo que ha perdurado
durante décadas. Un cuestionamiento de fondo surge a lo largo de la obra y por
momentos se hace explícito ¿qué precio la humanidad está dispuesta a pagar por
erradicar a sus recurrentes fantasmas de la miseria, la tristeza, la enfermedad…? La
respuesta es un equivalente a Fausto con Mefisto, la humanidad acepta entregar su alma
e individualidad a cambio de una felicidad artificial y eliminar sus dolores.

Cada uno de los faros mediante los cuales la civilización sigue en su loca carrera,
Huxley nos los muestra bajo una óptica contrapuesta. Si la ciencia es adorada por su
promesa de éxito y de control sobre la naturaleza rebelde, muestra su contra-cara
cuando se aplica a la procreación misma, y entonces aparece como una manipulación de
fetos en proceso. Si el placer sexual es ansiado como promesa de amor, una reeducación
de costumbres genera una superficialidad y hasta efecto placebo de cada deseo. Si la
diversión es exaltada entonces aparece una programación de imágenes prediseñadas
para embobar a los productos humanos. Si se ha admirado el crecimiento de la
producción mediante métodos masivos, el ser humano mismo se aparece como una cosa
producida en serie. Si se alaban mejores métodos educativos, se nos revela una nueva
fórmula de conductismo, hipnotizando y tratando como animalitos a los bebés. En fin,
la felicidad misma se convierte en el resultado final de una suma de manipulaciones
mecánicas, vistas como actividades burdas, las cuales alteran la mente de hombres-
producto programados para ser felices, mediante una suma de técnicas operativas.

La previsión tecnológica y el ambiente semi-realista: efectos de una ciencia ficción


con intenciones sociológicas. Una desconcertante fusión de opuestos capitalistas y
comunistas.
Si bien, la previsión tecnológica no es el aspecto específicamente fuerte de esta obra
literaria, también incluye sus elementos de previsión significativa, ya sea con
helicópteros, fábricas genéticas, videos tridimensionales, drogas psicotrópicas, etc. Más
importante resulta la combinación de la técnica futura con la futura existencia social e
individual; justamente a ese nivel es donde adquiere toda la fuerza su argumento crítico.
Huxley imagina el triunfo definitivo de una mezcla de las tendencias capitalistas y
comunistas, hermanadas de un modo original, porque en su época las concepciones de
Ford y Lenin parecían conformar el antagonismo más estricto, y por una brillante
prestidigitación se inventa esa fusión. La unidad resulta tan estricta que hasta los
nombres de los personajes recurrentemente integran los elementos opuestos. En el papel
central novelado coloca a Ford, señalándolo y anatematizándolo como el eje de la
masificación, la pieza clave de un proyecto de sumisión del humano bajo los principios
de homogenización industrial. Aparece el “estilo” industrialista concentrado y
decantado, arrollando a la humanidad entera, para crear una síntesis bizarra entre
capitalismo y comunismo, retomando los aspectos superficiales y escalofriantes de
ambas tendencias.

El descorazonador espectáculo de la concepción convertida en fabricación: risas


sobre la imagen de “mamá”.
La narración empieza con la descripción de un laboratorio para la fabricación de
humanos, y nos presenta una fusión de una fábrica industrial, un laboratorio biológico y
un canto al concepto conductista. La concepción se ha convertido en una fabricación de
fetos, que además son modificados bioquímicamente, para genera creaturas iguales y
clasificadas. Ahí empieza el machacón canto sobre la igualación insoportable, pues un
método consigue la duplicación de óvulos fecundados, hasta alcanzar generaciones de
gemelos idénticos de hasta miles de “ejemplares”. El paso del individuo al ejemplar
maquinizado se muestra como un espectáculo frío de industria nutrida por la ciencia. En
ese proceso, ya plásticamente aparece una encrucijada de cuestionamientos: si el
individuo es un ser social ¿la sociedad lo habrá de fabricar como las otras cosas
sociales? Nos muestra un paroxismo de cosificación, las personas convertidas en cosas,
desde su diseño corporal, hasta su educación.
Según la narración además esa cosificación de las personas convertidas en las criaturas
de la fábrica se ha imbuido tan hondamente, que las palabras “mamá” resultan una
broma insensata para los habitantes de ese nuevo mundo.

La trivialidad química de las emociones: el soma.


La existencia completa de las personas se ha trivializado, convertido en una especie de
tuerca intercambiable, sin fisonomía singular ninguna. Uno de los terrenos más
importante de esa trivializacion, por su dificultad presente, parece ser las emociones.
Varios medios concurren para esterilizar las emociones y quitarles su cáscara individual,
hasta convertirlas en un producto estandarizado, sin diferencias. La aniquilación de
emociones antisociales empieza desde la cuna, con un adoctrinamiento mediante una
“hipnopedia”, generada mediante repeticiones incesantes durante el sueño y la vigilia; la
repetición se convierte en la fuente de un reflejo condicionado; el concepto educativo es
reducido a una repetición incesante y un conductismo propio para el manejo de
animales. Esta reeducación no-sentimental se complemente con otros mecanismos, ya
sea como espectáculos sensoriales (películas erótico sensoriales) y cantos colectivos.
Uno de los elementos más notables para ese reencausa emotivo es el producto químico
denominado “soma”, el cual es una sustancia de efecto neuronal directo, causante de
confort y placer inmediatos; entonces mediante una simple porción de píldora química
se logra abatir casi cualquier emoción adversa, colocando a las personas en una placidez
perfecta. Este producto “soma” resulta tan recordado por ser una especie de panacea
emocional, mezcla de las ofertas de los calmantes y estimulantes lícitos, con una especie
de magia de las drogas ilícitas; finalmente es como el “non plus ultra” de los
medicamentos psiquiátricos. Lo inquietante es que este “soma” sintetiza en un único
producto-concepto el conjunto de la búsqueda de los diversos medicamentos para lograr
la “salud” psíquica, en ese sentido, es el “sueño de los psiquiatras”; por tanto, esa
pareciera una lógica final de la tendencia hacia la medicina psico-química.
El culto a la ciencia cuestionado: su deshumanización y hasta freno intencionado.
El casi universal culto moderno a la ciencia resulta duramente cuestionado por Huxley,
en cuanto nos la presenta como un engranaje de un ente social monstruoso pero casi-
racional, donde las personas son engranajes ordenados y dóciles de una sociedad
mecánica, donde son moldeados bajo un principio de adaptación casi absoluto. Si el
individuo ya no significa nada, la ciencia entera trabajo para beneficio de la sociedad y
el sometimiento dócil del individuo, así la ciencia también es un engranaje dentro del
conjunto de engranajes. Según interpretaciones más precisas del dirigente de esa
sociedad, la misma ciencia es modulada para no moverse ni demasiado rápido, pues la
aplicación de nuevos inventos resulta hasta un tanto excesiva, y por tanto no sirve a los
intereses del conjunto.

La crisis de identidad: la programación conductista del individuo, la hipnopedia.


Adaptaciones ideológicas extremas: la insensibilización ante la muerte.
Algunos pocos individuos genética y educativamente programados no logran el objetivo
de una absoluta conformidad con su destino programado. Unos pocos entran en
constante conflicto, representados por Bernard Marx y su amigo. Ellos son una
excepción, pero su anomalía ya está prevista por el propio sistema maduro, y para sus
casos se han creado islas de confort, para que no estorben la marcha perfecta del
conjunto.
¿Cuál es el motivo de esta inadaptación al conjunto y por tanto la conservación de la
individualidad? Aparentemente, existen dos causas. Primero, puede existir un error
operativo de las mismas fábricas de embriones y su ulterior manejo. Segundo, también
se presentan casos de individuos superiores, ya dentro de la clase social superior de los
llamados “Alfa más”, quienes por su superioridad diseñada rebasan el ámbito del
conformismo social, y se exigen una respuesta individualizada ante su
condicionamiento previo, y rompen el círculo de la programación e incluso se
convierten en dirigentes de esa sociedad. Tercero, los salvajes de la periferia sin
condicionamiento alguno manifiestan una individualidad, aunque sin ningún
refinamiento previo y luchan por manifestar un espíritu individual ante un mundo
desconcertante para ellos.
Todas estas formas de individualidad, en el contexto de esa sociedad futurista están
destinadas a la desaparición, marginación en islas o a su readaptación en la élite social.
En cualquier caso, la individualidad pura y orgullosa de su diferencia respecto de la
sociedad resulta un escándalo destinado a desaparecer. El trágico destino del salvaje,
finalmente muerto por su resistencia ante la curiosidad del mundo, es un emblema de la
inutilidad del individualismo en ese mundo.

El espejo del civilizado: salvajes reciclados, y las clases bajas animalizadas.


Esa sociedad imaginada como paroxismo de la fabricación industrial de los individuos,
mantiene su contra-espejo de grupo en una reserva de salvajes no civilizados, los cuales
se conservan aislados y separados, como si agruparan un enorme bote de basura
humano representando todo aquello que la sociedad industrializada futurista no
representa. Una parte de la reserva está nutrida por nativos y por descendientes de
personas incapaces de ser absorbidas por la sociedad industrializada, pero también
aparecen accidentes de procreaciones (evento antisocial por excelencia) que deben ser
depositadas en la reserva, como muestra la narración de la madre del Salvaje.
Siguiendo, una operación típica de los imaginarios colectivos, la reserva de salvajes
sirve como magnífico espejo sobre los antagonismos de esa sociedad futura. Entonces la
función de la reserva de salvajes sirve para recordarnos una gran parte de la sociedad
actual con las miserias, familias, religiones, desorganización, etc., de tal modo la reserva
también somos nosotros, la sociedad presente del lector de la novela. Entonces la
reserva sirve como mecanismo de reencuadre de la lectura y como espacio para una
toma de conciencia velada del lector. El confinamiento de ese grupo a un espacio
cerrado también nos trae una fuerte evocación del racismo y segregación de los
indígenas y las clases bajas, ante las metrópolis. El efecto confinamiento permite
mostrar la visión de una animalización hacia las personas de clases bajas, una ironía
ante las actitudes imperialistas, que ha reducido la humanidad de muchos pueblos.

La literatura como un excremento del sistema social: la sobra de Shakespeare.


Como parte integrante de la queja sobre la antiutopía futurista se incluye la exclusión
social sobre la literatura, la cual es sustituida por placebos publicitarios y fórmulas
cinematográficas. El eje de la exclusión literaria es la obra de Shakespeare, la cual es
adorada por el salvaje, quien la aprende y disfruta, pero como una extravagancia en
mitad de un mundo alienado. Asimismo, el gran funcionario también reconoce la
literatura, solamente para marginarla como un producto demasiado fuerte para el
habitante promedio incapaz de obtener individualidad. Ese arte literario se relaciona con
la individualidad, con la tendencia hacia la separación del grupo y con el sufrimiento
que acompaña al aislamiento.

Mantenimiento de una ultra élite: el Director como adaptado consciente, el exilio


hacia una isla.
En el contexto de la novela, por encima de la sociedad fabricada se coloca una élite de
la clase Alfa, y sobre esa pirámide se crea todavía una reducción de Alfa-más y en la
mera cumbre un puñado de directores supremos. Por su grado de jerarquización esa
imagen nos hace pensar en la pirámide egipcia y su sociedad jerárquica. Ahora bien,
dentro de esa élite se mantienen algunos casos de conciencia lúcida, reveladora de la
condición humana desaparecida, además se mantiene un escape hacia los inadaptados
superiores en la modalidad de unas islas como de exiliados. El contenido efectivo de
esas islas queda como en suspenso, como dejando a la imaginación esa vía de escape o
reservando otro desenlace decepcionarte.

Hacia un erotismo desbordado y vacío; el atractivo de la nueva sexualidad.


Ausencia de pareja y placebos mediáticos.
De manera repetida es una novela saturada de intereses sexuales del más variado estilo,
digamos que acontece un caleidoscopio de situaciones con sus posibles respuestas.
Empezamos por una procreación masificada, donde el sexo está sustituido por la
maquinaria; sigamos con una promoción intencionada de una casi poligamia
convencional, mediante uniones temporales sin sufrimientos con interrupciones
marcadas por soma; apasionamientos por mujeres inalcanzables; sentimiento de celos
antes desprecios; utilización del sexo para procreaciones prohibidas; imaginería
cinematográfica sobre cópulas entre razas; maquinaria sensorial proporcionadota de
placer; una sustancia de sustituye el sexo; posibles sustancias para compensar las
pasiones violentas; el atractivo de entes salvajes; una pasión casi incestuosa por una
madre; el regodeo por una popularidad sexual tramposamente adquirida; intercambio de
amantes; un rechazo irracional ante una entrega voluptuosa; etc. La variedad en sí
misma, ya resulta sorpresiva y sorprendente, indicativo de una densidad del deseo
presente y sublimado; en ese sentido, el futuro parece una máquina del caleidoscopio de
los deseos. También resulta interesante notar, que la posición narrativa se coloca
preferentemente como de una alarma en contra del deseo desenfrenado, Huxley
pareciera situar al lector preferentemente en la postura de quien se escandaliza ante el
exceso del deseo convertido en trivialidad, así parece más solidario con el salvaje
convertido en asceta que con Lenina Crown quien convierte el sexo en antisepsia,
simple desfogue de un impulso sin pretensiones mayores. En las diversas percepciones
de situaciones pareciéramos más colocados entre la nostalgia ante un amor románico,
que ante el interés (diría casi antropológico) ante la diversidad de situaciones de una
Sociedad hipotética.

La conciencia arrinconada: los personajes desadaptados, y los reductos de


individualidad.
En esta novela la conciencia (alma, individualidad) escapando del arrinconamiento
provocado por una sociedad aparentemente perfecta es uno de los temas notables. En
base a un diseño desde las alturas, planteado desde una idea social atribuida a Ford, pero
sin que esta vinculación personal resulte una causa efecto forzosa (pues la persona Ford
podría no tener una visión a futuro para una sociedad, simplemente es un emblema
como parecería ser un Karl Marx sirviendo de emblema para la Unión Soviética, nación
contemporánea a la obra de Huxley). Esto significa que la Sociedad entera se convierte
en un protagonista, de ahí el título en español (Un Mundo Feliz), que se ha mantenido
tanto a pesar de cierta divergencia de traducción ante el inglés (A Brave New World).
De cualquier manera la Sociedad aparece como un sujeto colectivo, donde el individuo
casi ha desaparecido por completo, representa una versión del sueño colectivista, un
resultado hipotético de la sociedad de masas, donde los principios de la producción en
masas (homogeneidad, aplicación técnica, manipulación, diseño del producto,
caducidad del producto, control de variables, satisfacción del consumidor, etc.) se han
revertido hacia la producción de personas. Resulta impresionante la aplicación de una
idea de producción (de cosas) aplicada a la producción de personas, donde la barrera
final de la maternidad resulta fuente de risa, una excentricidad inconcebible. La
fecundación no solamente es en medio artificial, sino que el método de duplicación de
gemelos hasta alcanzar la cifra de miles; transitando del individuo hasta un concepto de
colección de animales iguales; en efecto, esta nueva generación de clases biológicas es
un medio camino entre la animalidad y la mercancía. Entonces el cuestionamiento
queda en el campo de la individualidad, pues ¿puede sobrevivir la individualidad en el
contexto de tal sociedad homogeneizada? La posibilidad resulta remotísima, una
casualidad anómala, que está indefensa y debe ser aplastada por el mecanismo
adaptativo de tal Sociedad-colmena-mercancía.

El final trágico: la muerte de la anomalía salvaje.


El curso de la narración indica un final trágico, con la aniquilación de la individualidad
por las diversas vías. Gran parte de la trama se ocupa del drama interior de Bernard
Marx, quien anómalamente se siente una individualidad frente a una sociedad de
seguidores, sin embargo, su tentativa de una rebelión resulta cobarde y sumisa ante los
beneficios de una posición superior. La imposibilidad de integración se representa
perfectamente en el salvaje traído desde la reservación. En ese caso, su amor resulta
contrario a cualquier representación del deseo (explicado por la promiscuidad burda de
su madre), por tanto se convierte en un asceta antisocial, únicamente redimido por su
pasión ante un arte literario casi imposible de comprender en ese contexto futurista.
Acosado por los turistas ingenuos de la Sociedad futurista, su individualidad deviene en
una curiosidad al estilo de un zoológico, y ya acorralado su salida única conlleva el
suicidio. De hecho, la manera de mostrar el suicidio Huxley la presenta con una excelsa
discreción, indicando un movimiento oscilante del cuerpo colgado y sin siquiera
mencionar la muerte.

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