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LA SEPARACIÓN REVOLUCIONARIA

Daniel Alejandro Gallegos Jiménez

DESARROLLO ARTÍSTICO: SIGLO XX-2DA GUERRA MUNDIAL


DAAD (DIVISIÓN DE ARQUITECTURA, ARTE Y DISEÑO)
UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
LA SEPARACIÓN REVOLUCIONARIA

A lo largo de la historia, el arte ha tenido ha estado en constante evolución: técnica,


soporte, discurso, etc. Con la invención de las nuevas tecnologías en el siglo XIX el hombre
experimentó un cambio concreto en la producción de productos y en su consumo. El arte,
inevitablemente se vio influenciado también.

Esto dio pauta a la creación de nuevas metodologías de lenguaje, aprendizaje y producción


de la obra.

Dichas metodologías traen consigo procesos de producción y reproducción que alteran


algunos caracteres de la obra. El propósito principal de este ensayo es analizar las
propuestas que permitieron cambios en el arte influenciadas por las tecnologías y sus
efectos en la sociedad en general.

¿Dónde tienen su origen dichas ideas? Los pensamientos y propuestas de Walter Benjamín
tienen un origen interesante. Al poner la atención en una cultura occidental considerada
como “falsa” con el único propósito de impedir que los hombres piensen en las condiciones
materiales. Se plantan las bases que proponen una duda con respecto a toda la corriente de
filosofía precedente.

Se comienza a hablar de la necesidad de cambiar la perspectiva desde la que se construye el


pensamiento. Las nuevas tecnologías y la reproductibilidad técnica del arte son
independientes del sistema económico capitalista.

En el siglo XX el hombre se encontrará con cambios en su entorno social. Nos


concentraremos en la producción masificada del arte. ¿Hasta qué punto podemos
denominar una obra como auténtica? ¿Tiene sentido definir la autenticidad de una obra?

El avance tecnológico permitió diversificar y ampliar la distribución del arte. Hacerlo más
accesible para todos. Aunque esto también, fragmenta el alma de la obra.

Si bien la pieza no sufre daños en su semiología, lo que Walter Benjamín llama “aura” se
ve instantáneamente perjudicado. Se fragmenta pues, según él, “El aura sólo existe en el
aquí y el ahora”. Al no encontrar un límite de producción la obra copiada pierde

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autenticidad, se desgasta, por así decirlo. Este concepto nos otorga dos características
principales:

 Las reproducciones (sin importar su nivel de calidad) no podrán conservar su


autenticidad
 Nace la posibilidad de ver la obra repetida (aunque esto para él significa la “atrofia
del aura”)

No podríamos definir si la reproductibilidad técnica se encuentra sometida a un momento


histórico en particular. Aunque cierto resulta que la obra siempre se ha visto susceptible a la
copia o imitación. La imitación es ya una reproductibilidad, aunque no posea una función
social. Es por eso que, reproducir con cualquier técnica una obra no implica un proceso
único y revolucionario.

Sin embargo, la reproductibilidad técnica encuentra su discurso triunfal cuando se declara


ella misma como técnica de un proceso artístico. El cine, por ejemplo. El cual tuvo como
función revolucionaria en reconocer que la función artística y científica de la fotografía son
idénticas.

Si bien algunos objetos naturales pueden producir experiencias estéticas similares (lluvia,
amanecer, atardecer, etc.) la llegada de herramientas como la fotografía y el cine hacen que
estas experiencias “únicas e irrepetibles” sea posibles disfrutarlas después. Se vuelven
repetibles.

El nacimiento de la reproductibilidad técnica se caracteriza por una serie de demandas


ontológicas que invitan a asumir un entendimiento ampliado de las imágenes y del lenguaje
que rompe los límites semióticos y plantea campos que se encuentran fuera del imaginario
platónico de la mímesis como paradigma representacional y epistémico. Es decir, se separa
la tradición de la estética. Se desliga la función ritual. El desarrollo de este cambio permite
que ahora se hable de cultura y no de estética.

La teoría de “el arte por el arte” viene de la experiencia de la crisis provocada por la
fotografía. Evocando una especie de teología negativa que plantea la idea de un “arte puro”.

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Este rechazo al contenido social del arte y a su valor objetual es algo que persiste hasta
nuestros días. Sin embargo, resulta preciso destacar que, si bien se pierde la tradición en la
esfera del arte se inculca el valor político en el mismo.

Poco a poco cae la concepción del arte enfocado en una divinidad idealizada y evoluciona
más a un objeto. Un producto. Esto permite que el artista venda su producto ante un
público. Existe el sujeto que mira (espectador) y el objeto mirado. Deja de ser una actividad
meramente fisiológica y se vuelve una experiencia cultural.

Hablamos entonces de un redescubrimiento post lingüístico de la imagen. Un constante


juego entre Imagen/Texto. Esto permitió aportaciones que fueron clave para la creación de
movimientos.

El arte se vuelve ahora multidisciplinar, el nacimiento de la cultura visual. Se modifican las


colectividades humanas, el modo y manera de percepción sensorial, nacen como se ha
dicho anteriormente las reproducciones (pues antes sólo se habían visto obras únicas e
irrepetibles). Ahora el dominio de lo visual se vuelve una colección de fuerzas sociales y
relaciones de poder. Se declara, la autonomía del arte.

Esta autonomía propone de manera inconsciente una nueva fórmula de creación. Por
ejemplo:

Consideramos un objeto (obra de arte) fabricado. Una escultura, una fotografía, ready-
made, etc. Ha sido fabricado por un artista que se ha inspirado en un concepto. Se ha
referido a una técnica de producción que resulta ser parte del concepto. Así, la obra es a la
vez un objeto producido de cierta manera y por otra parte puede poseer o no, una utilidad
definida. Tenemos aquí una visión técnica del mundo en donde podemos argumentar que la
producción, precede a la existencia.

La llegada de movimientos como el dadaísmo permitió la creación de objetos de inutilidad


contemplativa. Aquí el cine llega a un punto de comunión con los vanguardistas: la
búsqueda de la eliminación de las auras. Ya no se trata de admirar y contemplar una pintura
en la pared. Es una imagen en movimiento. Aunque para Benjamín el cine crea una ilusión
falsa de expresión.

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La humanidad se vuelve foco de espectáculo de sí misma. Una auto alineación que le
permite ver y disfrutar su propia aniquilación y los problemas que la atrofian como una
experiencia con goce estético. Este intento fascista de esteticismo político tiene como punto
límite la guerra. Buscan como refugio en la guerra una satisfacción sensorial. Es cuando el
movimiento comunista responde con la politización del arte y nacen los vanguardistas con
sus teorías propositivas.

Tenemos entonces la creación destructiva de la técnica fascista anticuada del arte (magia,
ritual, valor de culto, autenticidad). Esto crea una experiencia sensorial modificada por la
técnica. Dicha separación permite una nueva perspectiva de enfoque para la aceptación y
creación de los movimientos que revolucionarían el arte. Con cualquier acto creativo viene
una consecuencia destructiva. Y viceversa.

La autonomía del arte trajo consigo la experiencia de libertad creativa y propositiva. Un


nuevo ente. Una separación que rindió frutos, y más que destruir cosas, creo nuevas.

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