Es bien sabido que los medios de comunicación juegan un papel
importante a la hora de influir en las personas, no importa qué tipo de medio sea, escrito, radial, televisivo o digital; su impacto es profundo en la sociedad. La confianza que se le otorga a los medios es altísima, por tal motivo es casi instintivo pretender que los medios nos corresponden con la misma moral y ética.
No casi siempre los medios nos agradecen esa confianza de la mejor
manera, mucha de la información proveniente de los medios esta coaccionada por intereses externos, ya sean políticos, económicos o personales.
Con el crecimiento del periodismo digital, aparecen nuevos factores que
ponen en duda la ética y valores periodísticos. En primer lugar, cualquier persona con acceso a internet tiene la capacidad de escribir cualquier idea o pensamiento que tenga, no existe ninguna clase de control rígido que le exija verificación. Segundo, la transmisión de noticia no es una labor únicamente del periodista, existe otra comunidad de emisores de información como son los bloggers o los llamados periodistas cívicos. Esta comunidad se ha venido fortaleciendo los últimos años y han ganado gran público entre los usuarios, sin embargo cabe anotar que ellos escriben desde su propio punto de vista y percepción de los hechos.
Aunque pareciera que internet no cuida los valores periodísticos, varios
analíticos de los medios se han encargado de alegar que la ética no la determina el medio, sino la persona que produce el mensaje. “La misma ética que valió para Gutenmberg es la misma ética para cualquiera que esté utilizando Internet. Los principios deben ser aplicados de manera más rigurosa en la web, ya que es un instrumento más poderoso. Entre más grande el poder tecnológico, más responsabilidad demanda”. Afirma el periodista colombiano José Darío Restrepo, director del Consultorio ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Los periodistas digitales se enfrentan a otro reto en la web y es la ética
personal. Muchos periodistas al publicar en sus respectivos blogs o redes sociales, ponen en juego su reputación como reporteros, más si se encuentran trabajando para un medio específico. Cuando la opinión personal del periodista choca con la posición o los intereses del medio para el cual trabaja, éste muchas veces se ve obligado aplicar autocensura.
Existen muchos casos de despidos de periodistas por hacer pública su
opinión frente algún hecho que va en contra de la posición del medio para el cual escribe. Uno de los casos más famosos es el de la periodista de CNN Octavia Nasr, quien fue despedida luego de expresar que respetaba a un clérigo libanés chií calificado de terrorista por Estados Unidos por medio de su cuenta en Twitter.
Hay países en que la autocensura no solamente ocurre en los periodistas
como es el caso de China, caracterizada por su gigantesca Firewall que impide a cualquier persona hacer algún tipo de comentario acerca del gobierno. Cuentan con mecanismos de detectar los caracteres gobierno, democracia, masacre, revuelta, entre otros. Un caso reciente es el de una ciudadana china condenada por darle retweet a un mensaje satírico colgado en Twitter que instaba a la gente a atacar el pabellón de Japón en la Expo de Shangai.
En un país como China donde la libertad de prensa es casi nula, los
periodistas no pueden ejercer la profesión de periodismo como desean, ni siquiera en Internet que es un espacio libre. Los valores y la ética periodística se violan en muchos sentidos en estos países.
No importa el medio o el soporte, la profesión del periodismo seguirá
contando con los mismos valores y ética que se le han atribuido desde siempre. Cambian las técnicas y las herramientas, pero no el propósito del periodismo que es contar historias de lo que sucede.
Raisa Ubarri, profesora de la Universidad de los Andes y autora del blog
Periodismo en línea aporta su punto de vista, “Soy muy cuidadosa de cada tweet, cada actualización en Facebook y cada línea en mi blog. Porque sí, soy ciudadana, pero tengo una responsabilidad especial por mi profesión.