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obituarios

Aída Martínez Carreño


pa bl o rodr ígu e z j i m é n e z
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, Colombia

(B uc a r a m a n g a , 16 de a br i l de 1940 – Bogotá, 28 de mayo de


[355]
2009). Conocí a Aída Martínez en Medellín, en 1984, en una reunión académica
organizada por la Cámara del Comercio. Y fue Germán Colmenares quien me
la presentó en un descanso, mientras tomábamos un café. Recuerdo la manera
como el maestro se refirió a su actividad al frente del Fondo Cultural Cafetero.
En la conversación también se coló el valor que tenía el Museo del Siglo xix para
la cultura de Bogotá, museo al que Aída le había dedicado tanto empeño. Pero,
ahora que vuelvo a recordar ese encuentro, descubro que en ese momento algo
que me sorprendió fue el conocimiento preciso de Aída sobre los hechos, obras
y autores del siglo xix. Un siglo que aún entonces no estudiábamos mucho, y
al que efectivamente el Fondo Cultural Cafetero dedicó célebres simposios, y
auspició muchas de sus publicaciones.
Aída hizo una obra histórica importante. Tanto por su tamaño como por su
significado. Son varios los libros de su autoría y de su tutoría, como innumera-
bles los ensayos y artículos publicados en las revistas especializadas de nuestra
disciplina. Pero la mayor trascendencia de sus escritos estriba en su origina-
lidad temática, en el descubrimiento de nuevos tópicos para la historiografía
colombiana. Aída ha tenido una sensibilidad especial para advertir ausencias en
nuestros estudios, vacíos que ha procurado allanar con ahínco y dedicación. Es
fácil advertir que sus libros Mesa y cocina en el siglo xix y La prisión del vestido:
aspectos sociales del traje en América son dos obras memorables. Hechas con
rigor, con método, con gran información, estas obras ofrecen visiones comple-
tas sobre tópicos aparentemente intrascendentes; así, el traje y la alimentación,
concebidos como hechos de la cultura y la sociedad, adquieren pleno significado.
Esos libros abrieron camino al estudio de estos temas y son obras de referencia
y consulta permanente entre nosotros y entre los estudiantes de todas las uni-
versidades. No obstante, otro tema en el que Aída hizo un aporte trascendental
a nuestra historiografía ha sido el del rescate de las mujeres del siglo xix. En
un siglo masculinizado, ocupado por héroes y gobernantes, una tarea urgente
era descubrir los rostros de las mujeres decimonónicas. En sus libros Presencia
femenina en la historia de Colombia y La guerra de los mil días: testimonios de sus
protagonistas, Aída no solo trató de recordarnos el papel decisivo de las mujeres
en las guerras de independencia y en la formación republicana, sino que trató
de construir una historia en plural, en el contexto de una cultura específica. En

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medio del patriarcalismo que dominó y sometió a las mujeres, pese a todo, ellas
encontraron, o crearon, resquicios para expresar su autonomía.
El itinerario investigativo de Aída fue notable y merece reconocerse, es-
pecialmente por una razón importante: fue hecho al margen de la institución
universitaria. La universidad ofrece a sus académicos cierta protección y condi-
ciones para sus investigaciones. También les da beneficios y gabelas. Ninguno de
estos tuvo Aída para sus investigaciones. Lo cual no quiere decir que no estuviera
[356] atenta a lo que en ella se produce, ni que no buscara publicar en sus revistas de
historia y literatura. Sabemos que encontró un amparo temprano en la Academia
Colombiana de Historia, donde hizo una actividad importante. Y donde ha sido
reconocida. Pero Aída se acercó también al posgrado de historia de la Universi-
dad Nacional, donde participó de un seminario y encontró perdurables amigos.
Aída fue, además, una entusiasta participante de los congresos de historia, a los
que gustaba llevar siempre algún escrito nuevo; pero creo que disfrutaba más
escuchando los ensayos primerizos de muchachas y muchachos.
En una revisión de la producción historiográfica de Aída Martínez no pue-
de olvidarse su importante participación en la revista Credencial Historia. El
editor Camilo Calderón, que tuvo a su cargo la revista durante quince años
consecutivos, encontró en Aída una colaboradora excepcional. Fueron innu-
merables los artículos que Aída escribió para esta revista en la época de Camilo
Calderón, y casi llego a pensar que, en ocasiones, muchos números especiales
eran planeados entre los dos.
Conviene precisar un poco por qué sus libros sobre traje y comida son im-
portantes para nuestra historiografía. Son mucho más que una respuesta a una
curiosidad, y son mucho más que compilaciones anecdóticas. En ambos es clara
la conciencia de Aída de trabajar sobre aspectos significativos de nuestra cultura.
En cada uno se condensan tradiciones históricas, mestizajes, particularismos
regionales y culturales, incidencias económicas y geográficas. Debemos enten-
der estos dos libros como productos paralelos a la construcción del Museo del
Siglo xix. En la creación de este museo surgió con fuerza la idea de la identidad,
y toda su complejidad. Y fue en los ámbitos de la cultura material, del vestido
y la alimentación (a los que habría que sumar la vivienda), donde aquella idea
podía precisarse. Pero en Colombia no existía una tradición de estudios sobre
estos temas, no había museos ni colecciones, tampoco inventarios, así que el
trabajo investigativo de Aída debió superar grandes limitaciones. Fuentes ico-
nográficas, literarias e históricas fueron revisadas, seleccionadas y organizadas
pacientemente por Aída para elaborar estos estudios.
Para Aída, el traje y el alimento pueden considerarse documentos que deben
ser explicados, pues contienen las claves de nuestras trayectorias históricas.
No se trata de componer catálogos, lo cual puede ser una parte útil del trabajo
cultural, ni de entender la elaboración (creación) de cada pieza, su composición
y uso, sino que se trata de su comprensión en una amplia dimensión histórica

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y social. Si nuestra historia aúna trayectorias culturales hispánicas, indígenas


y africanas, los trajes, como las comidas, documentan esa historia. Las memo-
rables páginas que dedicó al uso de piezas como la ruana y la mantilla delinean
su complejo itinerario.
En un reciente artículo, publicado en la revista Historia y Antigüedades,
Aída ha querido ilustrarnos sobre la dificultad de construir las historias de la
vida cotidiana y la cultura material. Es evidente que se trata de un gesto gene-
roso para las nuevas generaciones. No duda en decirnos que ninguna fuente [357]
es total. Una imagen de una pintura, un relato de un cronista, una descripción
detallada de una novela, ninguna basta para informarnos sobre un objeto, pieza
o personaje del pasado. El historiador, nos dice, debe intentar reunir el mayor
acervo documental. Y sobre todo, antes de formular alguna hipótesis, debe
revisar, cotejar, contrastar. Permanentemente, Aída nos advierte sobre cuanta
impostura hay en las pinturas y en los relatos de los viajeros.
Hace unos años tuve la suerte de que Aída me invitara a compartir la coor-
dinación de un proyecto editorial sobre la prostitución en Colombia. Digo suerte
porque fue la ocasión para conocer más de cerca su distinguida formación cultu-
ral y su envidiable humor. Ella ya había descubierto que a los coordinadores de
Las mujeres en la historia de Colombia se nos había pasado por alto nombrar un
complejo personaje. Las putas merecen una historia, me dijo en nuestra primera
reunión. Afirmación que compartí, y muy pronto nos pusimos de acuerdo en
que no se trataba de contarlas ni hacer diagnósticos sociológicos, sino de tratar
de entender su definición, situación y representación en los distintos momentos
del país. Por eso comprendimos el sexo, el dinero y el pecado como los elementos
ordenadores de la prostitución. Efectivamente, hay una determinada valoración
de la sexualidad que provoca su dominio y perversión. El dinero se convierte en
el elemento de la transacción y la explotación. Y el pecado define una historia
cultural de condena y compasión hacia la mujer caída. En dicho libro, Aída
quiso volver sobre una de sus aficiones personales: la historia del arte colom-
biano. Descubrió cómo, tantas veces, son los artistas los que nos recuerdan con
elocuencia la existencia de estos seres de las sombras.
Aída Martínez fue, además, una historiadora de los sentimientos, de los
afectos. Su atrevido estudio sobre los Extravíos amorosos de Micaela Mutis
Consuegra en el nacimiento de la república es una honesta indagación en una
dimensión esquiva de los estudios históricos. Resignación, soledad, amor, viva
pasión y perdición fueron los sentimientos vividos en cadena por Micaela Mutis.
Condenada, encarcelada y sojuzgada, Micaela nunca mostró arrepentimiento
por el amor vivido, hecho que, probablemente, fue el que motivó a Aída a es-
cribir sobre su vida. Historia intrigante, toda vez que en ella se presentaban
los dos bandos de la contienda, los monárquicos y los republicanos. Pero fue
una época en la que se exacerbaron ideales y sentimientos, que Aída ha estu-
diado con sutileza. Rescatar la humanidad de los héroes de la Independencia

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no es tarea fácil ni atractiva. En un ensayo aún inédito, Aída abordó aspectos


desconocidos de la vida de Antonio Nariño. Su inquietud —en este caso— es
descubrir qué existencia tenía el “hombre de las dificultades”, cómo sobrellevaba
las decepciones, los fracasos y las enfermedades. Pero también entender que el
soporte existencial de su vida fue un elevado sentimiento del honor patriótico,
un sentimiento nuevo, que él mismo intentaba precisar. Y también el amor por
su esposa e hijos, y sus insaciables hobbies (como el que tenía por los relojes).
[358] No cabe duda que, en esta exploración histórica, Aída intentaba compensar una
afición literaria que no abandonó. Y que, según sabemos, cultivó por separado
en la escritura de una novela que avanzó en momentos de pasatiempo.
Si uno quisiera descubrir la fuente que nutrió los textos de Aída, encon-
traría que ha sido el amplio conocimiento de los diarios y los libros de viajeros.
Su atenta lectura de estos escritos le permitió recopilar datos, observaciones,
comentarios y anécdotas que han dado calidez a sus libros. Es cierto que Aída
estudió fondos documentales completos del Archivo General de la Nación, y
que leyó con paciencia los diarios y repertorios oficiales del siglo xix; pero fue
en esos escritos singulares de los diarios y los relatos de viajeros donde encontró
un material apropiado para sus temas. Recientemente publicó los diarios del
comerciante bumangués Bartolomé Rugeles, en una pulcra y cuidadosa edición.
Aída publicó las notas que durante cuarenta años este hombre anotó sobre su
vida y la época que vivió, con el interés de darnos a conocer documentos y hechos
de su región, y de recordarnos el esfuerzo que las gentes hacían —como este
hombre de provincia— para que no todo quedara en el olvido.
No se cuándo ni cómo Aída Martínez decidió hacerse historiadora. No se
lo pregunté, no se si por pudor o porque nunca se presentó la ocasión. Pero es
probable que estas inquietudes le surgieran en su natal Santander, región a la
que dedicó muchos de sus estudios. Seguramente fue en su propia casa donde
escuchó las historias sobre los hombres y las mujeres de la Guerra de los Mil
Días, las cuales despertaron su interés por el pasado. Hacerse historiadora en
Colombia y saber descollar no es tarea fácil. Aída lo consiguió, y en forma
sobresaliente.

Bi bl io gr a f í a se l e c ta
Libros
2004. Gun Club Bogotá, más de 120 años. Inédito.
2002. Placer, dinero y pecado. Historia de la prostitución en Colombia. Coeditora
y coautora. Bogotá: Aguilar.
1999. La Guerra de los Mil Días. Testimonio de sus protagonistas. Bogotá: Pla-
neta.
1997. Presencia femenina en la historia de Colombia. Bogotá: Academia Colom-
biana de Historia.
1996. Extravíos. Bogotá: Colcultura. Primer Premio Nacional de Historia 1995.

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1995. La prisión del vestido. Bogotá: Planeta.


1990. Mesa y cocina en el siglo xix. Reedición. Bogotá: Planeta.
1989. Tipos y costumbres de la Nueva Granada. Coautora, con Malcolm Deas y
Efraín Sánchez. Bogotá: Fondo Cultural Cafetero.
1985. Mesa y cocina en el siglo xix. Bogotá: Fondo Cultural Cafetero.
1982. Un siglo de moda en Colombia 1830-1930. Bogotá: Fondo Cultural Cafe-
tero.

Artículos
[359]
2008. “Cómo se ha percibido la participación femenina en las luchas de la inde-
pendencia”. Ponencia presentada en el Simposio Historia de las Mujeres,
en el xv Congreso de Historia, Tunja, 2008. Boletín de Historia y Antigüe-
dades 842.
2007. “La escritora Josefa Acevedo de Gómez se expresa sobre la personalidad de
doña Sixta Pontón de Santander y sobre su establecimiento para educación
femenina”. Boletín de Historia y Antigüedades 836.
2007. “El descubrimiento continúa”. Boletín de Historia y Antigüedades 839.
2005. “Los diarios personales como fuentes para la historia”. Boletín de Historia
y Antigüedades 831.
2005. “La correspondencia: estrategia para familias dispersas. Estudio del epis-
tolario de la familia Mutis, 1855-1872”. Ponencia presentada en el Seminario
Internacional Familias, Cambios y Estrategias en la Universidad Nacional
de Colombia. Familias, cambios y estrategias. Alcaldía Mayor de Bogotá /
Universidad Nacional de Colombia, Colección ces.
2004. “Sin letra y sin voz: mujeres de los sectores marginales”. Ponencia presen-
tada en la ix Cátedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado, Museo
Nacional. Mujer, nación, identidad y ciudadanía: Siglos xix y xx. Museo
Nacional de Colombia / Ministerio de Cultura.
2004. “Crónica de bailes y banquetes decimonónicos. Trabajo de Ingreso a la
Academia de Historia de Bogotá”. Boletín de Historia y Antigüedades 824.
2001. “Mujeres en pie de guerra”. Ponencia presentada en el xii Congreso Na-
cional de Historia en Bogotá. Memoria de un país en guerra. Los Mil Días
1899-1902. Bogotá: Planeta.
2000. “Las capitanas de los Mil Días”. Credencial Historia 121.
2000. “El chocolate, bebida sin fronteras”. Credencial Historia 130.
1999. “La fiesta del trabajo durante los años 20”. Magazín Dominical, Vanguardia
Liberal.
1996. “Micaela Mutis, una criolla ilustrada”. Credencial Historia 73.
1995. “Cómo se forma, y cómo se uniforma un ejercito”. Revista Terpel.
1994. “La mesa republicana”. Credencial Historia 60.
1994. “Con aguja y dedal”. Historia Crítica 9.
1993. “La historia de la alimentación como un nuevo enfoque de la historia en
Hispanoamérica”. Revista Novum.

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1993. “Industria femenina de los sombreros”. Credencial Historia 43.


1991. “Sastres y modistas. Notas alrededor de la historia del traje en Colombia”.
Boletín Cultural y Bibliográfico.
1990. “José María Gutiérrez de Alba, entre editor y agente secreto”. Credencial
Historia.
1989. “Una historia por el suelo”. Dominical Vanguardia Liberal.
1989. “Revolución, Independencia y sumisión. Trabajo de ingreso a la Academia
[360] Colombiana de Historia”. Boletín de Historia y Antigüedades.
1989. “Opciones femeninas en la Colombia del siglo xix”. Gaceta Colcultura.
1989. “Los cuadernos de Sofía Durán”. Dominical Vanguardia Liberal.
1986. “El amor en los tiempos de guerra”. Dominical Vanguardia Liberal.
1985. “Dos hermanas, dos destinos”. Magazín Dominical El Espectador.
1984. “La música de los Mil Días”. Anuario Colombiano de Historia Social y de
la Cultura 12.

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