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Subsidio Litúrgico preparado por la Comisión Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Maturín para ayudar a las familias en
la Celebración del Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B), en medio de la pandemia del Coronavirus COVID-19.
@Liturgia.Maturin Liturgia.Maturin@gmail.com
En este domingo Tercero, del Tiempo Ordinario,
se nos ofrecen dos invitaciones: a ser seguidores de
Jesús y a convertirnos. A cambiar los valores para
transformar nuestra vida y seguir a Jesús. Seguir
a Jesús lleva consigo una misión: hacer realidad el
Reino de Dios en nuestra sociedad. Hacer lo posible
que Dios reine, es decir, que sus valores de justicia,
de fraternidad, de paz, de verdad y de amor se hagan,
(la hagamos) realidad en este mundo tan necesitado
de estos valores. Es misión difícil y arriesgada,
pero contamos siempre con su cercanía y apoyo. Lo
acabamos de celebrar en la Navidad. Jesús con su
llamada transformará nuestra vida y la llenará de luz
y de sentido.
Desde el año 2020 el Papa Francisco ha insti-
tuido el Domingo de la Palabra de Dios el cual se
celebrará el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario.
Es una oportunidad para reforzar en nuestras vidas
la centralidad de la Palabra de Dios y fomentar el en-
cuentro personal y comunitario con la Palabra viva.
¿CÓMO CELEBRAREMOS?
1. Reunida toda la familia se da inicio a la Celebración: un miembro de
la familia lee la monición de inicio y luego se entona un canto para
dar inicio a la celebración; se hace la invocación trinitaria, se reza
el acto penitencial, el himno litúrgica del Gloria a Dios en el cielo”
y la oración propuesta.
2. Los integrantes de la familia procederán a las lecturas que
corresponden al Tercer Domingo del T.O. Ciclo B. Culminada la
segunda lectura se canta el Aleluya mientras todos se colocan de pie,
se anuncia la lectura del Evangelio (Del santo Evangelio según S…)
y se procede a la lectura sin signarse. Culminado el Evangelio se dice
“Palabra del Señor”, con su respectiva respuesta.
3. Luego de un momento de silencio meditativo los integrantes de la
familia hacen eco de la Palabra, comparten aquello que más los
interpeló de la lectura, ¿qué luz ha arrojado en su vida? el cabeza de
familia puede guiar también una reflexión general sobre la lectura.
Se considera propicio que, de ser posible, pueda leerse la Catequesis
del Obispo Diocesano para este día, o hacer la lectura de las pistas
para la Lectio Divina incluidas en el subsidio
4. Terminado el tiempo de compartir la Palabra, la familia se coloca de
pie y recita el Credo, sabiendo que se está uniendo a toda la Iglesia
universal que confiesa una única fe.
5. Luego se dirigen peticiones como respuesta a la Palabra proclamada
y al hoy de su vida. Se pide que se guarde al menos unas intenciones
especiales por el Papa, el propio obispo, la Diócesis, la comunidad
parroquial y especialmente por la situación de emergencia que
estamos viviendo por la pandemia del COVID-19.
6. Se culminan las peticiones con el rezo del Padre nuestro. Terminada la
oración dominical en un ambiente de silencio y recogimiento se hace
una oración de comunión espiritual, donde se pida unirse a Cristo y a
todo su cuerpo que es la Iglesia, recordando que la comunión con la
persona de Cristo también se realiza en el encuentro con la Palabra y
en la oración de la comunidad cristiana.
7. El encuentro concluye con el rezo de la oración final, la fórmula de
despedida y el rezo de un Ave María.
Subsidio Litúrgico para la Celebración del III Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)
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III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(CICLO B)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA
Monición de Inicio:
Un miembro de la Familia se dirige a todos con las siguientes palabras:
Querida familia:
“Se ha cumplido el tiempo” – dice el Señor en el Evangelio. ¡No esperes otro
momento, no pospongas al futuro la posibilidad de encontrarte con Dios en su Palabra!
“Convertíos y creed en el Evangelio” significa: cambia de vida y acoge la Buena
Noticia, la Palabra que Dios Padre nos ha enviado. Sólo así podrás conocer el amor
de Dios, que en su Hijo Encarnado nos ha revelado el verdadero rostro del Padre
misericordioso.
Hoy, en el marco del Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, se celebra en toda la
Iglesia el Domingo de la Palabra de Dios. Queremos abrir nuestros corazones a la
presencia divina en las Sagradas Escrituras y redescubrir el sentido de nuestro tiempo.
Ritos Iniciales
Canto de Inicio Tu Palabra me da vida (Salmo 118)
El Padre de Familia o quien presida la celebración inicia con la invocación trinitaria, signándose:
En el nombre del Padre +, del Hijo y del Espíritu Santo
R./ Amén.
Acto Penitencial
Quien preside la celebración invita al acto penitencial que, después de una breve pausa de silencio,
hacen todos juntos una fórmula de confesión general
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra, nos llama ahora a la conversión.
Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia
de Dios. (Momento de silencio)
Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad.
R./ Señor, ten piedad.
Tú que sustentas todas las cosas con el poder de tu Palabra: Cristo, ten piedad.
R./ Cristo, ten piedad.
Tú que haces pasar de la muerte a la vida a los que escuchan tu Palabra: Señor
ten piedad.
R./ Señor, ten piedad
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Todos dicen
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna. Amén
Seguidamente todos proclaman el Himno Litúrgico del Gloria:
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Oración
De pie. El que preside dice:
Dios todopoderoso y eterno, dirige nuestros pasos de manera que podamos
agradarte en todo y así merezcamos, en nombre de tu Hijo amado, abundar en
toda clase de obras buenas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de os siglos.
R./Amén.
Liturgia de la Palabra
PRIMERA LECTURA: Jon 3, 1-5. 10 [Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala
conducta.]
Del libro del profeta Jonás:
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a
Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”. Se levantó
Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad
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enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un
día, pregonando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal,
grandes y pequeños. Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida,
cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.
D espués de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar
el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya
está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.
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Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su
hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
“Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las
redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en
una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre
con los trabajadores, se fueron con Jesús
Palabra del Señor. R./ Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la Reflexión: Se recomienda leer la Catequesis de Mons. Enrique Pérez Lavado para el
Tercer Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo B publicada en las medios digitales de la Diócesis
de Maturín o bien, las pistas para la Lectio Divina que a continuación se presenta
“Conviértanse y crean en el evangelio
Comenzamos, en este domingo, la lectura del Evangelio de San Marcos que
recorreremos durante este año litúrgico. Comienza situando la misión de Jesús en un
lugar geográfico: Galilea; y en un momento cronológico: la muerte de Juan Bautista, el
Precursor. Esa misión comienza con una afirmación rotunda: han llegado los tiempos
nuevos.
Su presencia trae nuevos tiempos, lo antiguo ha pasado. Hay que dejar lo que
ya no tiene ningún sentido ni religioso, ni humano. No hay que vivir atado a normas
y leyes que marginan e impiden a las personas vivir en libertad. El reino de Dios se
realiza desde la libertad. San Marcos quiere señalar desde el comienzo de su narración
lo que después será su desarrollo, el reino de Dios, y creer en esa buena noticia.
Estos dos imperativos: «conviértanse y crean en el evangelio» son una exigencia
que el lector tendrá que captar para poder seguir leyendo el Evangelio, la nueva
noticia de la llegada del reino de Dios. Estas dos exigencias son fundamentales para
comprender y descubrir lo que el Evangelista va a ir narrando en todo su desarrollo,
que el lector tiene que descubrir cuáles son las exigencias que tiene su lectura.
Llamados a ir detrás de Jesús
El Evangelista, en este momento, hace la presentación de Jesús. Una vez que
ha dado testimonio, habiendo vivido la experiencia del bautismo y superadas las
tentaciones, le presenta mezclándose con las personas, siendo uno más del pueblo.
Pero es un personaje contemplativo y ve y mira a las personas, observa lo que está
ocurriendo con la gente y va aprendiendo dónde centrar su misión. Todo ello le
lleva a un descubrimiento, si quiere hacer realidad el Reino de Dios, debe invitar a la
conversión y a seguirle. No quiere comenzar su ministerio público sólo como único
predicador en Galilea. Se ha hecho hombre para cumplir una misión y no permanece
solitario por mucho tiempo. Inmediatamente después, hace la llamada a que le
acompañen en esa tarea y les invita a ir detrás de ÉL. Esta invitación, en este caso, es
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a dos parejas de hermanos y las dos parejas con la misma tarea. Desde el principio de
su ministerio, Jesús vive en comunidad con un grupo de seguidores y seguidoras. Esta
comunidad durará hasta el final de su ministerio.
En San Marcos este ir detrás de Jesús tiene un significado especial. Tiene la
finalidad de ir con Él para aprender, para ser alumnos. Para escucharle, ver lo que
hace, cómo se comporta y descubran cómo el Dios, en el que creen, está actuando. Ir
detrás es aventurarse a intentar hacer lo que Él les enseña. Detrás de Él para dejarse
corregir y ver la novedad que pone Jesús en sus vidas. Así los alumnos se convierten,
poco a poco en discípulos que después serán los que tengan que enseñar lo que han
aprendido junto a ÉL.
El personaje principal de la llamada es Jesús. Los que van a ser sus seguidores
aparecen sorprendidos en sus faenas y solo se convierten en discípulos cuando
abandonan sus ocupaciones y siguen a Jesús. Se trata de narraciones reducidas al
mínimo, donde no vemos ningún esfuerzo por precisar los rasgos de los personajes,
ni por explicar lo que les ha pasado en términos psicológicos. Sólo narra la respuesta
abandonar sus ocupaciones, para descubrir la oferta que les hace, es decir su misión.
Todas las reticencias humanas quedan borradas de golpe, pues Dios ha entrado en
escena, a través de la persona de Jesús.
Todo el evangelio, en especial el de Marcos, puede considerarse como un
“manual para el seguimiento cristiano. Nos aclara lo que significa ser discípulo de
Jesús y por eso ocupan un lugar importante en todo el evangelio. El seguir a Jesús es
un camino y un camino hacia Jerusalén, un camino hacia la entrega. Un camino de
entrega. Es caminar detrás de Jesús. Los doce comparten con él la vida, son testigos
excepcionales de sus milagros, oyentes privilegiados de su enseñanza más profunda.
Son tres años de catequesis, catequesis no doctrinales, sino experimentales, desde la
experiencia.
Ser discípulo de Jesús, siempre y hoy también, significa responder a su llamada
y seguirlo, es decir, vincularse a su persona. Dejarse acompañar con Él. Identificarse
con su estilo de vida. Compartir su mismo distinto en fidelidad y disponibilidad
a las exigencias que lleva consigo el seguimiento. Ser discípulo de Jesús supone,
colaborar en su misma misión. Congregar a los que están perdidos, marginados y
dispersos. Anunciarles la cercanía del Reino de Dios. Dar testimonio de lo que hemos
experimentado junto a Él.
Jesús desde el principio toma la iniciativa, su movimiento hacia delante, hacia
las vidas de los seres humanos. Jesús sigue tomando la iniciativa y sigue llamando
a personas a seguirle a ir tras de Él. Hoy, Jesús, nos sigue llamando a personas, en
nuestra sociedad y en nuestras ocupaciones diversas. Nos hace la oferta a seguirle.
Oferta existe ¿Hay disponibilidad? ¿Se escucha? ¿Se nos, percibe? La superficialidad
de nuestra vida, el estar centrados sólo en nosotros mismos y en nuestros intereses,
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hace que nuestros oídos permanezcan cerrados a esa llamada y hoy no haya muchas
personas que perciban y necesiten esa llamada.
Nosotros estamos llamados a hacer la propuesta de llamada que Jesús sigue
haciendo en nuestro mundo de hoy. Llamada a ir detrás de Él y desde esa llamada dar
un sentido creyente a nuestra vida. Fray Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P., Casa Ntra. Sra. de los
Ángeles (Vitoria) España
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Oración de comunión espiritual:
El que preside introduce a la oración siguiente:
Yo creo Jesús mío que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te amo
sobre todas las cosas y deseo fervientemente recibirte en mi corazón, más al no
poderlo hacer sacramentalmente en este momento te pido vengas espiritualmente
a mi corazón (momento de silencio) y como si ya te hubiera recibido me uno y me
abrazo inmensamente a ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de ti.
Amén
Oración final:
Dios bueno, con gratitud y simpatía
abrimos de par en par el corazón al Evangelio.
Nos quieres con amor de predilección,
nos iluminas humanamente con gran luz,
nos convocas a ser y a agrandar tu Reino,
¡Qué gran misión la del cristiano!
Todo comenzó, Padre, con aquella experiencia del bautismo.
Nos dejó muy grabada una señal:
la cruz redentora de la vida.
Entonces comprendimos los matices de tu presencia,
nos caló muy hondo el impacto de tu gracia,
se nos llenó el alma de espiritualidad
y descubrimos una nueva ilusión: el sentido misionero.
Desde entonces apoyamos la causa de Jesús.
El Espíritu nos alumbra y nos refuerza en la misión.
Tu Reino es nuestro proyecto comunitario
porque antes ha sido nuestro proyecto personal.
Gracias por marcarnos con tan bella vocación.
Revístenos de coraje para servir a nuestro pueblo.
Amén.
El Señor nos bendiga +, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
R./ Amén.
Terminada la celebración, pidamos por el Aumento de las vocaciones específicas en toda la Iglesia y
particularmente en nuestra Diócesis rezando la Oración por el Año Jubilar Vocacional.
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ORACIÓN DEL AÑO JUBILAR VOCACIONAL
Padre Bueno, Dios y Señor nuestro, que desde el principio
prometiste a tu pueblo proveerle de pastores según tu corazón
y cuya promesa se actualiza y realiza de forma providente y generosa
en favor del pueblo que peregrina en Monagas a través de la Iglesia,
la obra y pastoral de sus Obispos y las acciones formativas
del Seminario Mayor San Pablo Apóstol;
te bendecimos por los veinticinco años de erección
de esta casa de formación sacerdotal,
y por los frutos que, durante este tiempo de gracia,
nos has permitido recoger en favor del pueblo de Dios.
Gracias por los pastores, seminaristas, hombres y mujeres,
llamados por tu gracia, que han ayudado a hacer realidad
ésta obra que brota de tu Sacratísimo Corazón.
Concédenos la gracia de seguir viéndonos asistidos
por tu benevolencia y haz que se multiplique
el número de los llamados:
que sean muchos los jóvenes dispuestos a servir a los hermanos
a través del sacerdocio y la vida consagrada:
muchos los bautizados que puedan unirse en santo matrimonio
y hagan de su alianza de amor una unión fecunda;
muchos los que, conscientes de su pertenencia a la Iglesia por
el bautismo vivan y promuevan la fe, la esperanza y la caridad,
como alegres misioneros y apóstoles del Evangelio en esta tierra de gracia.
Estas intenciones te las presentamos por la intercesión de la gloriosa siempre
Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, Misionera de la
esperanza, Madre de los sacerdotes y custodia de las vocaciones.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.