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S
ean mis primeras palabras para dar la bienveni-
da a un iibro importante por varias razones. La
primera por la temática misma. No se puede ne-
gar que lo entendido por posmodernidad es una cues-
tión muy actual. aunque lieve algunas décadas en el
proscenio Nosóñca de nuestro tiempo. Cualquier conte-
nido que se dé al pensamiento o Nosoña sobre la pos-
modernidad, llámese “posmodernismoconservador”o
“progresista”,estamos de manera innegable ante un
objeto de la reflexión que, como la reflexión misma, es
una realidad en nuestro tiempo. Por lo pronto podemos
caracterizar el posmodernismo como una cierta sensi-
biudad, cierta actitud frente a este otro objeto llamado
posmodernidad.
Otra cosa es la ambigüedad y problematicidad de
las reflexiones que, bajo el rubro de posmodernismo, se
enfrentan a esa sensibliidad. Por todo esto, la reflexión
se mueve aquí en un terreno enmarañado y resbaladizo,
pues si el concepto de modernidad (la realidad frente
a la cual se sitúa el posmodernismo)es ya de por sí pro-
* Paiabras en la presentación del llbro de Samuel Arriarán.
FUosofiadeiaposmodernidad.Crítlcaahmodernldaddesde
IZTAF’ALAF’A 49 América Lotinq Universidad Nacional Aut6noma de M a c o .
julio-dldembre del 2000 M a c o . 1997.
pp. 209-214 ** profesor de La Facultad de Fiiosofia de la UNAM.
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Adoifo Sánchez Vázquez
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tan claro aplicarles el denominador co- Marx y Engels) se plantea una cuestión:
múndeposmodernismo(p. 151).Cier- Aniarán la hace suya y trata de resol-
tamente, en estas concepciones criti- verla: si la modernidad es esencialmen-
cas de la modernidad se distinguen en te capitalista almenos tal como se ha
el libro las que entierran la razón y el dado real e históricamente- ¿puede
sujeto y abandonan todo proceso de hablarse de una modernidad no ca-
emancipación (y,por supuesto, el de la pitaüsta? Al responder a esta pregunta,
modernidad ilustrada) y las corrientes debemos precisar en qué sentido es-
representadas sobre todo por Haber- tamos hablando de modernidad, o del
mas, quien después de someter a crítica proceso de modernización conducente
larazón Inshumenial -donde ha desem- a ella; en un sentido puramente eco-
bocado la razón ilustrada- consideran nómico o, también junto a éste, en un
que el proyecto de emancipación flus- sentido politico, simbólico o cultural.
trada puede cumplirse después de re- Teniendo en cuenta la modernidad 4
visar la racionalidad instrumental y
redefinir el proyecto emancipatorio de
la modernidad.
Sin duda. al Uegar a este punto, no
se puede eludir y Arriarán no la elu-
de- la cuestión de la verdadera natura-
leza de lamodernidad, objeto de críticas
tan diversas. Pues bien, si la moderni-
dad se entiende como un proceso eco-
nómico y simbólico o cultural, tal como
se ha dado real e históricamente,no se
puede dejar a un lado su relación intrín-
seca, necesaria con el sistema capita-
lista -relación necesaria que se suele
pasar por alto en lascríticas posmoder -
nas-. La modernidad realmente exis-
tente es la modernidad capitaüsta, y no
es casual, por ello, que el primer gran
critico del capitalismo -0 sea Mac-
haya sido el primer gran crítico de la
modernidad.
Si la modernidad es consustancial
con el capitalismo (consustancialidad
que a mi modo de ver queda claramente
probada en el Manlflesto Comunista de Júplter. Los '"Tarots de Mantegna"
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... . . , , . . , ~ . , ~ ,.
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zación económica que convirtió a la ex no económico ni en el poiítico-cultural.
Unión Soviética en la segunda potencia Pensamos que con esta afirmación se
industrial. Pero, si se toma en cuenta está aiudiendo a la modernidad real-
la incapacidad de resistir al reto produc- mente existente en Occidente,es decir,
tivista del capitalismo conductor ai la modernidad capitalista. Ciertamente,
derrumbe del socialismo real en ese te- si la modernización en América Latina.
rreno económico, fue. como dice Arria- como proyecto de emancipación -z!n el
rán, unamodernúiad~tmda(p.179). sentido originario- capitalista, ha fia-
Esto en el ámbito económico. porque, casado y no tiene perspectivas, se im-
a mi modo de ver, en otros como el po- pone la necesidad -sorno en el libro se
lítico, el cultural o el simbólico, no se sostiene- de una modernidad no capi-
alcanzó la modernización correspon- talista: es decir, una modernidad que,
diente a un verdadero socialismo. en el sentido económico, libere a la pro-
El resultado. pues, en la ex Unión ducción de su carácter productivista y
Soviética fue -como concluye Arria- la ponga al servicio de las necesidades
rán- U M modernidad frustrada que sociales y. en el terreno políUco, impulse
se tradujo, en definitiva, en la construc- la democracia más allá de los iímites
ción de U M sociedad atípica. ni capi-
impuestos por la realidad económica y
talista ni socialista.
social que, incluso en sus formas “de-
Pero en América Latina? ¿Cómo
mocráticas’’, ha vivido hasta ahora
se puede piantear la posibilidad de una
América Latina. Ciertamente esta mo-
modernidad no occidental, y en qué me-
dernidad de nuevo tipo no puede limi-
dida éste no sería también un no capita-
tarse a la negación, en el terreno econó-
lista? La cuestión aquí es más compleja,
mico y político, de lo que le ha aportado
pues aunque no se puede abandonar
el modelo fracasado y s i n futuro de la
-y Arriarán no abandona- lo apor-
modernidad occidental. Hay otro aspec-
tado, en este punto por la historia real,
se trata de una cuestión no acerca de to importante resaltado en el libro, dán-
una realidad -ya cerrada, como en el dole toda su importancia, pues forma
caso del socialismo real- sino de una parte de la historia de América Latina y
posibilidad no realizada, y así lo es- de su realidad presente,un aspecto que
tablece Arriarán desde el título mismo marca una diferencia sustancial con
de uno de los capítulos de su libro: “Las una alternativaoccidental no capitaiis-
posibilidades de una modernidad no oc- ta. Es la necesidad de tomar en cuenta
cidental“ (pp. 195 y ss.1. En el señala- los elementos premodernos represen-
miento de esta posibilidad se parte de tados por las culturas indígenas, pero
una realidad, subrayada por el autor, tomarlos en cuenta no para destruirlos
a saber: en América Latina la moder- o absorberlos en una modernkación to-
nidad no se ha cumplido ni en el terre- talizadora. de signo capitalista, sino en
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