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Depresión, una enfermedad silenciosa

Desde 1950, la OMS estableció el 7 de abril como el día mundial de la salud, y a partir de
entonces, elige anualmente un tema de salud prioritario para la población global.
Asimismo el 10 de octubre de cada año, se conmemora el día mundial de la salud mental,
dada la importancia que ésta ha cobrado a nivel mundial.

En 2017, la OMS eligió la depresión para conmemorar el día mundial de la salud, bajo el
eslogan “hablemos de la depresión”, y el 10 de octubre del mismo año, inició la
campaña anual con el tema “la salud mental en el lugar de trabajo”. Lo que se busca
con esto, es crear mayor consciencia y difusión respecto al tema, ya que la depresión
está considerada como uno de los principales problemas de salud mental del siglo
XXI.

En México, según datos del INEGI, la depresión afecta aproximadamente a 10 millones de


personas y menos del 20% buscan algún tipo de ayuda; desafortunadamente, la
estigmatización que aún se vive respecto a las enfermedades mentales, entre ellas la
depresión, sigue siendo un obstáculo para que las personas busquen apoyo. La OMS
señala que la depresión se ha convertido en la segunda causa de muerte entre personas
de 15 a 29 años, y que a nivel mundial más de 300 millones de personas padecen esta
enfermedad, registrándose 800,000 suicidios cada año por esta causa.

Antes de continuar, me parece importante destacar la diferencia entre tristeza y


depresión. La tristeza es un sentimiento inherente al ser humano y todos lo
experimentamos en diferentes circunstancias a lo largo de nuestra vida. La depresión es
una enfermedad que requiere tratamiento médico, y que puede darse sin importar
género, edad o posición social. Muchas veces las personas se dan cuenta de su estado
depresivo hasta que éste ya está muy avanzado, y ello se debe, a que la depresión se va
desarrollando en forma gradual.

La depresión es una enfermedad derivada de un trastorno del cerebro que afecta


física y emocionalmente a la persona, llegando a dificultar sensiblemente el desempeño
en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más
grave, puede conducir al suicidio.

Antonio de 36 años, relata que a lo largo de su vida ha sobrevivido a tres intentos


de suicidio, y actualmente ya se encuentra en tratamiento… “a pesar de estar con
mi familia, la depresión me hacía sentir completamente solo, pensaba que no tenía
nadie a quien decirle cómo me sentía y contarle acerca de mis constantes
pensamientos acerca de mi propia muerte y mis deseos de dejar de existir”.

La depresión se caracteriza por la presencia de diversos síntomas, tales como:


sentimiento de infelicidad o tristeza excesiva, desesperanza, culpa, llanto incontrolable o
incapacidad para llorar; abatimiento, angustia mental, vacío interior, ansiedad, apatía,
hastío por la vida, tendencia al aislamiento, incapacidad para disfrutar, baja autoestima,
alteraciones del sueño y del apetito; extrema fatiga tanto física como mental, episodios de
hiperactividad, disminución en la capacidad de concentración y de memoria, dificultad
para tomar decisiones, sentimientos de inutilidad, irritabilidad, lentitud psicomotriz y del
habla, percepción pesimista respecto a sí mismos, al futuro y al mundo en general;
ideación suicida y pensamientos obsesivos acerca de la muerte.
Es primordial tomar en cuenta que no todas las personas con depresión padecen los
mismos síntomas, éstos pueden variar de un individuo a otro; dependiendo de la
personalidad, la historia familiar, así como del tipo y nivel de depresión que se padezca;
en todo caso, será el psiquiatra o un médico capacitado en el tema, los indicados para
diagnosticar y en su caso prescribir el tratamiento más adecuado a cada paciente.

Se han realizado estudios en personas sanas y en otras con depresión, y lo que se ha


observado mediante resonancia magnética, es que en aquellos que están pasando por un
estado depresivo, las áreas del cerebro responsables de regular el estado de ánimo,
pensamiento, comportamiento y apetito, no funcionan de manera normal; además, de que
algunos importantes neurotransmisores (sustancias químicas que el cerebro utiliza para
comunicarse) parecen estar desequilibrados. De esta manera, se ha evidenciado que el
cerebro de una persona sana y otra con depresión trabajan de forma diferente.

A pesar de los avances de la ciencia, sigue sin conocerse cuál es el origen real de la
depresión como enfermedad, aunque algunas teorías señalan que puede ser el resultado
de factores genéticos, bioquímicos y psicológicos; no obstante, desconocerse el origen,
se sabe que existen factores que pueden ser detonantes para que aparezca; por ejemplo,
rechazo o abandono en la infancia, una experiencia traumática, violencia física o
emocional, relaciones destructivas, la muerte de un ser querido, padecer una enfermedad
crónica, divorcio o separación, desempleo, pérdida del estatus social o económico, abuso
sexual o violación, crisis de la edad, mala situación económica, menopausia, migración, el
nido vacío, soledad, jubilación, recibir el diagnóstico de un padecimiento grave, un duelo
complicado; estos son factores que pueden contribuir a que las personas lleguen a
padecer depresión en cualquier etapa de su vida.

Hay personas que nunca han experimentado lo que es la depresión, y también hay otros,
quienes dicen haber tenido depresión sólo una vez en su vida. Basándonos en las
estadísticas, quienes han padecido un episodio de depresión severa, son propensos a
sufrir una recaída o a presentar otro episodio depresivo en el futuro, sin que haya o no
algún factor detonante. La duración de la depresión es variable de una persona a otra,
aunque hay quienes se sienten mejor a los cuatro o seis meses, hay muchos casos en
que los síntomas persisten dos años o más. Esto generalmente ocurre por diferentes
motivos, ya sea que la persona no se atienda de manera oportuna, porque no reciba un
tratamiento adecuado, o debido a que decide suspender la medicación y/o psicoterapia
antes de ser dada de alta. En casos así, la depresión puede volverse crónica y los
episodios se manifiestan en forma recurrente a lo largo de la vida; para evitar esto, es
importante seguir las indicaciones del médico hasta concluir el tratamiento.

Todos hemos escuchado de gente que ha intentado quitarse la vida, y de algunos que
incluso lo han conseguido; no obstante, para muchas personas es difícil entender las
razones que llevan a alguien a cometer suicidio. Los motivos pueden diferir de un
individuo a otro; pese a ello, es importante tener en cuenta que cuando una persona pasa
por un severo estado de depresión, uno de los síntomas característicos es la falta de
claridad de pensamiento, y en un punto de máxima desesperación, pueden llegar a
considerar el suicidio como la única salida para acabar con su sufrimiento. Aunque lo
anterior no es una regla, sí es un foco de alerta que como familia y sociedad necesitamos
tener presente.

Para comprender mejor lo que sienten las personas que atraviesan por una depresión
severa, les comparto algunos testimonios:
Estela, una mujer de 50 años que padece depresión crónica menciona “es como un hoyo
negro inmenso en donde vas cayendo y lo único que quieres es perderte en esa
obscuridad y desaparecer, todo pierde sentido, te sientes sola y con un gran vac ío que
duele, que aplasta, y solamente quieres que todo termine”.

María, tiene 29 años y padece episodios depresivos recurrentes, ella se refiere a su


estado como “algo que duele y a veces anestesia las emociones, es una desesperación y
una angustia donde te sientes muy sola, invisible ante el mundo, porque nadie sabe lo
que te pasa, pero tampoco lo entenderían si lo supieran, es como si te metieran en un
hoyo y echaran tierra sobre ti, sientes que te ahogas, que todo te pesa, y sabes que por
mucho que te resistas y por más esfuerzos que hagas, no vas a salir de ahí porque la
depresión es más fuerte que tú, porque ese hoyo y esa tierra eres tú misma, y crees que
ya no puede empeorar; y sin embargo, te das cuenta de que sí empeora”.

Nicolás de 18 años a su corta edad, conoce perfectamente lo que es la depresión, ya que


la ha padecido de manera recurrente durante muchos años. Él nunca ha querido hablar
con sus compañeros o amigos respecto a su padecimiento, por temor a ser juzgado o
señalado. Él se refiere a la depresión “como un infierno que sólo tiene una puerta de
salida…dejar de existir”, y termina diciendo, “nada puede ser peor que vivir así, es como
estar muerto en vida”.

Ingrid tiene 20 años y perdió a su papá hace un año, y a la fecha, ella no logra
sobreponerse a esa pérdida tan dolorosa. “Es una tristeza profunda, una soledad y un
vacío tan grande, como si estuvieras bajo el agua a punto de ahogarte y la gente que te
rodea siguiera respirando sin darse cuenta de que tú te estás muriendo… pero ya nada te
importa, por eso tampoco sabes si quieres ser salvada”.

Las estadísticas señalan que la depresión afecta mayormente a la población femenina, y


que esto obedece a factores biológicos, hormonales y psicosociales únicos de la mujer;
en este sentido, investigadores del tema, han señalado que los cambios hormonales
afectan directamente las sustancias químicas del cerebro que regulan las emociones y los
estados de ánimo; por esa razón, las mujeres son susceptibles a padecer depresión
después del parto y en la etapa de la menopausia; a pesar de ello, no se tiene claro por
qué pasando por las mismas circunstancias, algunas mujeres la llegar a presentar y otras
no.

Por lo que se refiere a los hombres, culturamente se les ha enseñado a no expresar sus
emociones, son presionados desde muy jóvenes a ajustarse a un estereotipo masculino
caracterizado por la autoafirmación, la fuerza física, el gusto por los deportes y la nula
expresión de sentimientos de vulnerabilidad, entendiendo la depresión como un signo de
debilidad, lo que obstaculiza que pidan apoyo cuando se sienten deprimidos, y quienes lo
hacen, acuden con temor de ser juzgados y señalados. A diferencia de las mujeres que
expresan síntomas físicos y emocionales, los hombres deprimidos, por lo general sólo
hablan de síntomas físicos, como fatiga, irritabilidad, pérdida de interés en actividades que
antes disfrutaban, ciclos de sueño alterados y ansiedad.

Uno de los principales problemas para detectar la depresión en los varones, es que
tienden a enmascarar los síntomas realizando actividades que “socialmente están
permitidas o incluso bien vistas para su género” como por ejemplo, adicción al trabajo, al
deporte, al sexo, a la televisión, al internet, a los videojuegos, al alcohol o drogas y a
ponerse en situaciones de riesgo como conducir vehículos a muy alta velocidad, tener
sexo sin protección, entre otras; lo anterior, es un modo de reafirmar su hombría y evadir
la fragilidad que están sintiendo.
Siendo un tema de salud tan delicado, me gustaría exhortar a aquellas personas con
algún conocido o familiar enfermo de depresión, que le brinden su apoyo, le escuchen sin
emitir juicios, ya que quien padece depresión, no necesita ser moralizado o aconsejado
respecto a su estado, lo que requiere es apoyo y comprensión, pueden motivarlo pero sin
ejercer presión, háganle saber que es muy importante para ustedes. Recuerden que la
depresión es una enfermedad, y por ende, curarse no es un acto de voluntad, y por
más que le digan que “se tiene que levantar y echarle ganas”, “que tiene muchas cosas
por qué vivir” etc., esa persona debido a la depresión ve la realidad de manera
distorsionada, además por los propios síntomas de la enfermedad, es muy probable que
aunque quiera, no pueda hacer lo que se le pide, y eso contribuya a que se sienta todavía
peor, es como pedirle a un diabético o hipertenso que deje de serlo solamente porque
alguien más se lo pida.

Vivir con depresión es sumamente difícil y doloroso; por ello, es importante que hables
con alguien de tu confianza acerca de lo que estás sintiendo, rodéate de gente cálida y
positiva, mantén buenos hábitos de sueño y de alimentación y en la medida que tu
energía te lo permita realiza algún tipo de ejercicio.

Para finalizar, quiero decirte que si tú estás pasando por una etapa de depresión, busques
ayuda, no está solo(a), esta enfermedad requiere tratamiento como cualquier otra, pero
con apoyo y siguiendo un tratamiento bajo prescripción médica puedes salir adelante. Es
muy importante que seas constante y que sigas puntualmente las indicaciones del
médico, y aunque te sientas mejor no suspendas la medicación y/o psicoterapia sin
hablarlo antes con el doctor y terapeuta que te atienden.

En tus manos está dar el primer paso, lo demás—como en cualquier otra


enfermedad—es un proceso que requiere de disciplina, constancia, compromiso y
en este caso, mucha paciencia.

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