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Nuestro personaje, además de ser autor de una magnífica obra literaria, sufrió la desventura
de ser un prisionero político y fue en su cautiverio cuando escribió estos aleccionamientos
que como en la mayoría de los casos, posiblemente fuera para su hijo.
Con citar un par de frases, basta para ver la sutil diferencia que hay entre conceptos casi
que semejantes y distantes en el tiempo por miles de años como los de Ptahhotep cuando
decía:
“No hables hasta que él (un hombre de alto rango) te lo haya pedido: nunca sabes lo que
le puede desagradar. Habla de lo que él desea, y tu discurso le agradará.
Un gran hombre, cuando está sentado a la mesa, espera que tu comportamiento agrade su
ka, entonces él te recompensará con favores; ésa es la conducta que debes mostrar en las
veladas nocturnas. Sólo un necio haría lo contrario”.
Ante semejante situación, Ankhsheshonq no solamente les advierte del peligro sino que
intenta disuadirlos del hecho, pero al parecer alguien o escuchó sobre estos planes o bien
los traicionaron, ya que posteriormente los conjurados son capturados y condenados a
muerte, mientras que Ankhsheshonq, sabiéndose que no era partícipe de tan descabellada
idea, no corre la misma suerte que éstos, pero sí es condenado a prisión ya que no había
denunciado los planes del magnicidio.
Esa es la primera parte de la historia. Es la que yo enlazo con otra, ya que si bien había un
complot para matar al rey, muy interesante sería saber cuál era el rey al que querían matar.
“El reino egipcio comenzó a fragmentarse tras la muerte de Ptolomeo VII, en el 116 a. C.
Este dejó Cirene a un hijo y Chipre a otro, mientras que Egipto quedó bajo un tercer hijo
que reinó como Ptolomeo VIII Sóter II.
Este último fue desposeído por su hermano menor, Ptolomeo IX Alejandro, pero el pueblo
de Alejandría expulsó a Ptolomeo IX y restauró a Ptolomeo VIII.
Esta especie de vaivén, sin embargo, carecía ya, realmente, de trascendencia, pues Egipto
y todo el resto del oriente estaban perdiendo su importancia. Ahora sólo contaba una
potencia, y ésta era Roma.
Sólo cabe mencionar un acontecimiento de importancia en este período.
Algún tiempo después de que Ptolomeo VIII fuera restaurado de nuevo en el trono, en el 88
a. C., la ciudad de Tebas se rebeló. Exasperado, Ptolomeo envió una expedición contra la
ciudad, la asedió durante tres años, y finalmente la saqueó de manera tan absoluta que no
sólo no se recobraría jamás, sino que acabaría hundiéndose en una ruina total.
Este fue el fin, después de dos mil años de gloria, de la capital del Imperio Medio y del
Imperio Nuevo, de la ciudad que bajo Ramsés II había llegado a ser la más grande del
mundo.
Pero Menfis, que tenía mil años más, sobrevivía aún como centro del Egipto nativo y
perenne recordatorio de la grandeza perdida”.
Pero lo que más llama la atención de este extracto es la forma casi irreverente con que se
evidencia la persona del faraón… “¿eso es lo que se hace en mi contra por no haber
matado a un hombre?” Acá no menciona la palabra rey, ni al Horus o Hijo de Ra, sino
simplemente “un hombre”. Podemos ver entonces que la casta sacerdotal de Heliópolis no
tendría muy bien vistos a los gobernantes de la dinastía Lágida.
Aunque bien podemos ver en los templos Ptolemaicos las imágenes del Nacimiento Divino,
donde teológicamente se expresa la divinidad del faraón. Sin embargo, al parecer, no todos
pensaban igual.
“Aquéllos que dicen: ‘Esto no puede pasar ' deben echar una mirada a lo que está oculto:
todos los días Dios revela los secretos de Su Creación en la Tierra.
No use la sabiduría para intervenir en cosas triviales cuando algo más importante espera.
Cuando un hombre sabio se pone a prueba, él está apenas consciente de sus logros
espirituales.
Aquel que ha sido escogido de afuera por la muchedumbre, no es por eso automáticamente
un hombre sabio.
No diga: ‘yo he arado el campo pero no he obtenido nada a cambio. Árelo de nuevo, es
bueno trabajar.
Cuando Ra, la luz divina, está enfadado con el país, la ley, la justicia y los valores se
rompen y entonces los necios ocupan su lugar.
Si una mujer está en paz con su marido, las cosas nunca saldrán mal.
Cuando un hombre huele agradablemente a mirra, su esposa está como una gata tras él.
Pero cuando un hombre está herido, su esposa está allí como una leona para protegerlo.
No more en una casa que ha sido maldecida por Dios, su capacidad de destrucción se
volverá contra usted.
No desdeñe las cosas pequeñas, por temor a equivocarse. Solo basta tener un poco de
cuidado.
Las pequeñas buenas noticias pueden hacer brincar su corazón, un poco de rocío puede
hacer revivir los pastos, la pequeña abeja es capaz de hacer la miel.
Las riquezas del hombre generoso son mayores que las de aquellos avaros.
Aquéllos que gustan dar comida a otros encontrarán siempre la bienvenida a la mesa en
cada casa.
Las cosas adquiridas con la codicia son un mal que no tiene buen fin.
La codicia que lleva a las riñas y luchas por el dominio de una casa trae la infelicidad a la
familia.
La muerte de un hombre malo es una causa de celebración para aquéllos que vienen
detrás.
Todos podemos encontrar el camino hacia Dios, aunque el ignorante no pueda; para el
ignorante el trabajo de Dios es nada más que una broma.
Como podemos ver, son consejos que no han perdido vigencia a través de los tiempos, sino
que más bien, son cosas que diluyen el tiempo y nos acercan de forma muy vívida a esos
personajes… y no lo olvidemos… eso también está dedicado a nosotros.