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LA SENTENCIA
La función jurisdiccional está destinada a la creación por parte del juez, de una norma
jurídica indivi¬dual y concreta, necesaria para determinar el significado o trascendencia
jurídica de la conducta de los particulares, por lo tanto, la sentencia es esa norma jurídica
individual y concreta creada por el juez mediante el proceso para regular la conducta de las
partes en conflicto,
Además de ello, dado que la pretensión procesal es el objeto del proceso, es deber del juez
examinarla para declararla con o sin lugar, es decir procedente o improcedente, por lo que
podemos concluir que la sentencia también puede ser considerada como acto de tutela
jurídica, esto es, la resolución del juez que acoge o rechaza la pretensión que se hace valer
en la demanda.
Conjugando ambas ideas tenemos una definición mas amplia de sentencia:
Elementos de la definición:
a) La sentencia es un mandato jurídico individual y concreto.
Cuando el Juez decide, no hace mas que subsumir la conducta concreta de las partes con la
consecuencia jurídica querida por la ley, esto es, tomar como norma general o modelo, la
Ley, es decir, la norma de derecho positivo en la cual se sustenta, en ella “encuadra” los
hechos que quedaron probados y crea así, una norma “especial” unica y exclusivamente
para esas partes y para ese caso concreto, siendo por lo tanto una lex specialis que
evidencia el proceso de creación normativa que va del mandato jurídico abstracto (lex
generalis) al mandato jurídico concreto (sentencia: lex specialis).
Es decir, la sentencia hace “concreto y especifico” un mandato jurídico que antes sólo
estaba expresado en forma general y abstracta en la Ley.
Para que el juez pueda declarar con lugar la demanda, esto es, acoger la pretensión, necesita
examinarla en su mérito, y que al hacerlo, la encuentre fundada, es decir, que las
afirmaciones de hecho contenidas en la demanda, resulten verdaderas y debidamente
probadas en el proceso. En caso contrario, el juez niega o rechaza la pretensión, es decir,
declara SIN LUGAR o IMPROCEDENTE la demanda.
Clasificación de las sentencias
La clasificación de las sentencias puede hacerse con arreglo a di¬versos criterios. Nos
referimos a continuación a dos de ellos, que consideramos de interés, no sólo doctrinal, sino
positivo:
a) La sentencia definitiva es la que se dicta por el juez al final del juicio y pone fin al
proceso, acogiendo o rechazando la pre¬tensión del demandante. Es la sentencia de mérito.
La sentencia por excelencia. La que da siempre satisfacción al derecho de ac¬ción, pero
que sólo satisface la pretensión cuando se de¬clara con lugar la demanda.
b) Las sentencias Interlocutorias: Son aquellas que se dictan a lo largo del proceso, para
resolver cuestiones incidentales, por ejemplo, las sentencias que resuelven la incidencia de
cuestiones previas; la admisión o negativa de una prueba; la negativa de acordar una
medida cautelar, etc.
1) Interlocutorias con fuerza de definitivas, que son aquellas que ponen fin al juicio, como
las que resuelven las Cuestiones previas de los ordinales 9, 10 y 11 del Artículo 346 C P.C.,
declarándolas con lugar, por lo que su efecto es de dese¬char la demanda y extinguir el
proceso (Art. 356 C.P.C.) o la que declara la perención de la instancia (art. 267 del CPC.)
2) interlocutoria Simple: que son las demás sentencias que deciden cuestiones incidentales,
sin que en ningún caso pongan fin al juicio. Mediante este tipo de sentencias, el juez
resuelve las peti¬ciones y alegatos de las partes relativas al desarrollo del proceso, por
ejemplo: Las sentencias que resuelven oposiciones a pruebas, solicitudes de nulidad y
reposición, etc.
3) Autos de Mero Tramite: Son en realidad sentencias interlocutorias que dicta el juez por
necesidad del proceso, para ordenarlo o impulsarlo, pero que no resuelven ningún punto
controvertido, ni alguna petición de alguna de las partes, ellas no tienen previsto el recurso
procesal de apelación y son revocables por “contrarío imperio”, es decir, las puede revocar
el propio juez que las dictó (excepción al principio d eirrevocabilidd de los fallos – 252
cpc) constituyen en realidad meros auto de sustanciación, siendo como son, providencias
que perte¬necen mas bien al impulso procesal. (310 cpc)
Pero cuando el Juez de Alzada (O el TSJ) encuentren que en el curso del proceso (en el
“iter procesal”) en primera instancia o en alzada, se han cometido vicios procesales que
afectan la validez del proceso y que menoscaban el debido proceso o el derecho a la
defensa, los jueces deben ordenar la reposición de la causa al estado en que el acto viciado
se vuelva a realizar conforme a derecho. Tal como se lo permite el 245 cpc. Se hace la
salvedad de que el vicio se debe haber cometido en el curso del proceso y no en la
sentencia, pues si es así, lo que procede NO ES LA REPOSICION de la causa, sino que el
Juez de alzada sentencie al fondo, sin ordenar que primera instancia vuelva a sentenciar.
Recuérdese que la acción concebida como derecho subjetivo procesal de las partes, o
derecho cívico, no admite clasificación alguna, por lo tanto se debe hablar de clasificación
de “PRETENSIONES” y no de “acciones”
Para poder pronunciar la condena, el tri¬bunal debe encontrar que la demanda está
FUNDADA en derecho, esto es, que exami¬nado su contenido, y analizadas las pruebas, el
tribunal encuentre que las afirmaciones de hecho o de derecho expuestas en la pretensión
son verdaderas y justifican la resolución pedida. Esto supone una previa declaración del
tribunal acerca de la existencia de la obligación reclamada y pos¬teriormente, en caso de
incumplimiento de la condena, la ejecu¬ción forzada jurisdiccional. Por ello, en toda
pretensión de con¬dena se pide al tribunal la declaración oficial sobre la existencia del
derecho reclamado y de la obligación insatisfecha, y también la condena del deudor a la
prestación debida. Esto es, toda sentencia condenatoria, es a su vez, una sentencia
declarativa.
En general se admite que esta forma de tutela jurídica tiende a conseguir la realización más
acabada del orden jurídico objetivo y la protección de los derechos subjetivos de los
ciudadanos, sin esperar a que el equilibrio que aquel orden establece y ordena respetar, se
halle menoscabado y roto. En estos casos, lo que mueve a la parte a activar el aparato
judicial es la incertidumbre del derecho o relación jurídica, la cual para su reconocimiento
pleno, requiere de la investidura de una decisión judicial que la declare.
El nuevo código la admite expresamente en el Artículo 16, según el cual: El interés puede
estar limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una
relación jurídica.
Nótese como el legislador PROHIBE expresamente que se admitan las demandas
merodeclarativas, cuando se observa que lo pretendido es, en realidad, otra cosa, por
ejemplo: Si Juan firmó un documento donde declara que le adeuda a pedro Bs. 100 y que
los pagará en determinada fecha, no podrá Juan demandar a Pedro, por pretensión mero
declarativa, a fin de que el tribunal declare que Pedro es deudor de Juan, por que?? Porque
lo que en realidad quiere Juan, su interés, es que Juan le cumpla la obligación, que le pague,
por lo tanto, su interés se vería satisfecho con una demanda por cobro de bolívares.
A) En los casos en los cuales la Ley exige que el cambio de ciertas rela-ciones o estados
jurídicos, no puede ocurrir, sino previa declara¬ción por el tribunal, de que en determinado
caso, se han dado los requisitos que la ley exige a fin de que ese cambio pueda producirse;
en estos casos, la sentencia es INDISPENSABLE porque aunque los sujetos de la relación
estén DE ACUERDO en la modificación o extinción, la misma no se produce por acuerdo
de voluntades, sino por la senten¬cia del juez, ejemplos: nulidad del matrimonio, divorcio,
interdicción, etc.
B) Cuando la ley exige que a falta del consentimiento de ambos contratantes, la relación no
pueda modificarse ni suprimirse, sino mediante la constatación por el tribunal de las
condiciones fijadas por la ley para su mo-dificación o cesación. En estos casos, la sentencia
del juez no es necesaria, cuando los su¬jetos interesados pueden -de común acuerdo- lograr
la modifica¬ción (ejemplo: resolución de contratos por mutuo consentimiento 1.159 cc) y
sólo cuando los sujetos NO PUEDEN PONERSE DE ACUERDO para que opere el cambio
o modificación o extinción de la relación, es cuando resulta necesaria la sentencia que así lo
declare (por ejemplo: demanda de resolución de contratos por incumplimiento de una de las
partes).
Requisitos de la sentencia
Como la sentencia, debe acoger o rechazar la pre¬tensión que se hace valer en la demanda
y que es objeto del pro¬ceso, es por lo que debe haber una completa y total
correspondencia entre la sentencia y la pretensión, pues de otro modo la función de la
sentencia, como acto de tutela jurídica, no podría cumplirse.
Para ello, es necesario que la sentencia examine y analice los elementos de la pretensión:
sujetos, objeto y título y, ade¬más, que analice todas las pruebas que han aportado las
partes, valorando las legales y pertinentes, y desechando las que no aporten nada al
proceso.
En la NARRATIVA se indica, entre otras cosas, los nombres de las partes, los datos que las
identifican, la pretensión y la de¬fensa. Esta indicación ha de ser una síntesis clara, precisa
y lacónica (breve, exacto, conciso) de los términos en que ha quedado planteada la
contro¬versia, sin transcribir en ella los actos del proceso que constan en autos.
La exigencia de una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado
planteada la controversia, se refiere a la expresión en la parte narrativa de los términos del
problema judicial o thema decidendum, entendido como el problema circunscrito a los
térmi¬nos de la demanda y de la contestación que debe ser hecha en toda sentencia, pues de
lo contrario, mal podría decirse que el juez resolvió con arreglo a la pretensión y a la
defensa. Es igualmente un vicio copiar in extenso los actos del proceso (libelo,
contestación, escritos de pruebas etc) porque ello va contra la concisión y claridad del fallo,
por lo que igualmente este tipo de sentencias son nulas.
Esto significa, de una parte, que el juez está constreñido a decidir sobre TODAS las
cuestiones que las partes le hayan propuesto, pero SOLAMENTE sobre esas cuestiones,
porque los límites de la controversia se en¬cuentran ceñidos por los hechos alega¬dos por
el actor como fundamento de la pretensión y por los hechos a su vez invocados por el
demandado como fundamento de las excepciones o defensas opuestas (princi¬pio de
congruencia); La decisión debe expresarse en términos que revelen claramente y sin lugar a
dudas, el pensamiento del sentenciador en lo dispositivo, el cual no puede ser implícito o
tácito, ni conte¬ner expresiones vagas u oscuras (Art. 254 C.P.C.) ni requerir de
inferencias, interpretaciones o razonamientos para saber que fue lo decidido.
La sentencia debe nombrar las partes y sus apoderados y a cualquier interviniente
voluntario o forzado en la causa; pero, como se verá más adelante, lo que desea legislador
es que se establezca, sin duda, entre quienes recae el fallo, toda vez que el efecto de cosa
juzgada de la sentencia, tiene sus límites subjetivos determinados por las partes que han
intervenido en la controversia.
Como se ha visto antes, con esta exigencia se protege a las partes contra lo arbitrario, para
que la decisión del juez aparezca como el resultado de un juicio lógico fundado en el
derecho y en las cir¬cunstancias de hecho comprobadas en la causa. No han de consis¬tir
los fundamentos en simples afirmaciones del juez, sino en las razones y demostraciones de
lo resuelto en el dispositivo del fallo.
Deben expresarse en el fallo las razones de derecho que condujeron a lo dispositivo, lo que
implica la men¬ción de las normas jurídicas que el juez uti¬lizó para determinar el
contenido material (la sentencia).
La vinculación del juez al derecho no significa que ha de atenerse exclusivamente a las
disposiciones legales y argumentos de dere¬cho que le sometan las partes, es decir, a los
jueces les esta permitido suplir argumentos de derecho que no hubieren sido alegados ya
que precisamente su labor jurisdiccional implica su obligación de aplicar las adecuadas y
correctas normas jurídicas para resolver la controversia, aun cuando estos sean distintos a
los alegados por las partes, y esa facultad-deber esta recogida en el principio de que “el juez
conoce el derecho” (iura novit curia).
En esta materia, lo que tiene valor como apreciación de las pruebas y de fundamentación
congruente, no es la mera afirmación que ha¬ga el juez de haber apreciado y comparado las
pruebas, sino el pro¬cedimiento lógico seguido en el análisis y en la utilización de los
recaudos y demás elementos del proceso, labor que debe quedar evidenciada en el propio
cuerpo de la sentencia.
De modo que no es admisible que el juzgador emplee ciertas frases muy frecuentemente
utilizadas, tales como: "resulta de¬mostrado de las pruebas evacuadas", "aparece
comprobado de au¬tos", etc., las cuales no son motivos fundados, sino meras peticiones de
principio, porque aceptan como demostrado o probado, precisamente aquello mismo que se
debe demostrar.
Tampoco lo está permitido al juez elegir caprichosamente las pruebas en que ha de fundar
su razonamiento y conclusión, porque obligado como está a atenerse a lo alegado y probado
en autos, debe analizar y juzgar todas las pruebas que se hayan producido, aun aquellas que
en su criterio sean inidóneas para ofrecer algún elemento de convicción. (509 cpc).
Son aquellos actos o hechos procesales que le ponen fin al juicio, de un modo distinto del
normal, que es la sentencia, bien sea porque así lo han querido las partes (o solo una de
ellas) o bien sea por el solo transcurso del tiempo.
Los actos a través de los cuales las partes le ponen fin al proceso, por su propia voluntad, se
llaman “actos de autocomposición procesal” y los mismos deben ser realizados –
necesariamente- por los sujetos que están legitimados para ello, es decir, por las partes
(demandante y demandado).
No corresponde en esta etapa estudiar los modos de terminación por el transcurso del
tiempo (perención o caducidad), por lo que nos limitaremos a estudiar los modos de
AUTO-COMPOSICION PROCESAL:
EL DESISTIMIENTO
El desistimiento es una figura procesal PROPIA DEL DEMANDANTE, pues siendo que la
DEMANDA le pertenece al demandante, solo él puede “abandonarla” es decir, manifestar
su desinterés en que se continúe con el tramite de la misma.
El desistimiento puede ser de dos tipos:
DESISTIMIENTO DE LA DEMANDA
DESISTIMIENTO DEL PROCEDIMIENTO
Desistimiento de la demanda
A través de esta figura, el actor pone fin al juicio pero ADEMAS y esto es lo mas
importante, con el desistimiento de la demanda EL DEMANDANTE RENUNCIA
DEFINITIVA E IRREVOCABLEMENTE al derecho cuyo reclamo planteó en la demanda.
Es decir, el actor no se limita a dejar sin efecto la demanda interpuesta, sino que
RENUNCIA al derecho controvertido en el juicio, y esto es, precisamente lo que distingue
el desistimiento de la demanda, del desistimiento del procedimiento, que se analizará mas
adelante.
Es posible que el actor desista del procedimiento, porque en nuestro proceso civil rige el
principio dispositivo, que impide la iniciación y continuación de un proceso sin instancia de
parte “Nemo iudex sine actore”
Recuérdese que según el art. 14 del CPC, el juez puede impulsar de oficio el proceso y
también puede declararlo perimido (Art. 267); ya que el Estado tiene en el proceso un
interés superior a los intereses de los particulares, pero ello no implica en ningún caso que
una vez presentada la demanda, el demandante pueda DISPONER de ella, ya que continúa
siendo su INTERES procesal el que mueve el proceso.
Ahora bien, conforme a lo que dispone el art. 265 del CPC, “si el desistimiento se efectuare
después del acto de la contestación de la demanda, no tendrá validez sin el consentimiento
de la parte contraria”, ello se explica porque esa RENUNCIA es sólo momentánea y el
actor puede promover de nuevo la demanda, por lo que el demandado puede tener interés
en que se siga con el juicio actual, porque, por ejemplo, la demanda esta mal redactada, o
ya se habían decretado medidas y el demandado logró que las suspendieran, o porque en
fin, existe algún tipo de ventaja procesal que el demandado desea aprovechar.
Convenimiento
El convenimiento o “allanamiento a la demanda” es la manifestación de voluntad del
demandado, mediante la cual reconoce y admite plenamente la pretensión del demandante,
y ante la cual el tribunal debe proceder a darle el efecto de una sentencia pasada con
autoridad de cosa juzgada.
Expresamente el legislador así lo consagra en el art. 263 del CPC. Esa irrevocabilidad solo
se refiere al desistimiento de la demanda y al convenimiento.
Lo cual está consagrado por una parte, por el principio de adquisición procesal, según el
cual, los resultados de las actividades procesales son comunes entre las partes, y por tanto,
una puede aprovechar el acto de la otra (según lo afirma el maestro Chiovenda).
Transacción
La transacción es UN CONTRATO según lo dispone el art. 1.713 del Código Civil «la
transacción es un contrato por el cual las partes, mediante recíprocas concesiones, terminan
un litigio pendiente o precaven un litigio eventual».
Es en principio un negocio jurídico por lo tanto, no es simplemente un acto procesal, en el
cual, por contrato las partes resuelven la causa o relación sustancial sometida a beligerancia
en el juicio, y en el que, por mutuo acuerdo y previo el otorgamiento de mutuas y
recíprocas concesiones, desaparece por vía de consecuencia la relación procesal esto es, el
litigio o proceso ya instaurado.
En la transacción judicial debe estar siempre presente una doble renun¬cia a algunas de las
pretensiones procesales: Por ejemplo, el actor desiste de su pretensión (o parte de ella
cuando, por ejemplo, renuncia a una parte de los daños, o a la indexación…) y el
demandado por su parte, también debe acceder a cumplir algunas de las prestaciones
reclamadas, renunciando a otras….
Basta que en la autocomposición haya una minima renuncia a algo de lo aspirado, por
ejemplo, al pago de las costas, o la concesión de un plazo paga pagar o para desocupar el
inmueble, etc., para que se considere que se han dado concesiones recíprocas en el orden de
los derechos procesales.
Una vez que se han producido las reciprocas concesiones, el juez debe homologar la
autocomposición procesal, y si ninguna de las partes apela de ese auto del tribunal, la
misma adquiere el carácter de cosa juzgada y no puede volver a plantearse en ningún
proceso futuro.
Por otra parte, con respecto a terceros, la misma también contra algún tercero AUNQUE
NO HAYA SIDO PARTE EN EL JUICIO, si participó en el acto de autocomposición; en
efecto, la ejecución obrará contra cualquier tercero transigente, aunque no haya sido parte
en el juicio.
Cuando la transacción engloba a alguna de las partes pero no a todas, la ejecutoria tiene que
respetar la unidad del proceso. Por ello, la parte demandante no puede solicitar la ejecución
judicial contra quienes hayan transigido, si insiste en su pretensión de que, en ese mismo
juicio, se juzgue y sentencie el crédito respecto de los otros deudores que no transigieron,
por lo que debe desistir de la demanda respecto de éstos últimos, si aspira a ejecutar la
transacción respecto de quienes transigieron.
Tipos de Transacción
Extrajudicial la que es celebrada sin que exista ningún juicio ya en curso, y por lo tanto
con ella solo se busca precaver un juicio eventual.
Judicial: La que es celebrada en las propias actas del expediente, en la cual, sin duda
alguna, se requiere la homologación del tribunal para que adquiera fuerza ejecutoria.
Extralitem cuando es celebrada fuera de las actas del expediente, ante un notario u otro
funcionario público, pero que se refiere a un juicio ya en curso.
El otro tipo de transacción extrajudicial, la que precave un litigio eventual, tiene entre las
partes la misma fuerza que la cosa juzgada, de acuerdo al artículo 1.718 del Código Civil y
255 del Código de Procedimiento Civil, por lo tanto, si ha sido celebrada por notaría o aun
mediante documento privado, y se instaura juicio sobre lo mismo, el demandado puede
oponer la cuestión previa de cosa juzgada (ord. 10° Art. 346), aunque no exista
homologación del Tribunal competente.