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Volando
El libro de viajes de un viajero llamado hombrelobo
Versión: 1.1 www.hombrelobo.com/libro/volando/
Copyright © 2009 by Eduardo Pérez Orue - All rights reserved
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CONTENIDO:
Introducción
Agradecimientos
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Introducción
Exacto, un libro de viajes. Ni más ni menos. Para intentar contar las cosas
que he visto, las que he disfrutado y las que he sufrido a lo largo de muchos
años viajando.
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De hecho, empecé a viajar fuerte a los 25 años, cuando acepté una oferta
para trabajar (para empezar a trabajar sería más adecuado) en Tarragona,
a 600 km de Bilbao, mi ciudad natal. Desde ese momento, la distancia, la
curiosidad, y la falta de comodidades me empujaron a moverme, a ver las
cosas que había a mi alrededor. Empecé a viajar por Cataluña. La soledad
me llevaban a recorrer todos los lugares que podía, a aprender para
también salir de la monotonía.
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Aires. En La Recoleta, para el que conozca Buenos Aires. Una maravilla de
ciudad, una maravilla de gentes .... y desde Buenos Aires, por motivos de
trabajo, me tocó viajar mucho por Sudamérica, especialmente Brasil.
Siempre bromeaba con mis amigos en España, gracioso que la empresa te
pague para ir a pasar unos días a Río de Janeiro. Bueno, en realidad era
más duro de lo que parecía, viajes pesados, grandes madrugones, colas
interminables, pero, al final, eran viajes a Río de Janeiro, y para el que no
conozca Río, es una de esas ciudades imperdibles, que hay que ver al
menos una vez en la vida. Y los cariocas, no creo que haya mucha gente
que sepa disfrutar más de la vida que ellos.
Pero bueno, me he ido por las ramas ... eso es algo que hago a menudo ...
cosas de la edad supongo ... bueno, como digo ... después de vivir en
Buenos Aires, me ofrecieron un trabajo en Estados Unidos, en Houston,
Texas. En esos momentos confieso que me quería quedar en Buenos
Aires, pero no tuve esa opción. Era o irme a Estados Unidos o de vuelta a
España sin trabajo, así que a Estados Unidos otros tres años. Con muchos
cambios a nivel personal, muchos malos tragos, pero también con buenos
momentos y buenos viajes.
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¿ Cual es o era mi trabajo que me llevaba a moverme tanto y a viajar todo
el rato ?: Comercial de una empresa marítima. Así de simple. No penséis
cosas rebuscadas. El negocio marítimo, sobre todo en el sector en el que
trabajo yo, es muy global, con clientes repartidos por todo el mundo; y hay
que visitarlos y venderles nuestros productos.
¿ Empezamos ?
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CAPITULO PRIMERO
Viajar
Viajando y cómo disfrutar de los viajes
Y a pesar de ello, disfruto de los viajes, de cada uno de ellos, de los que
son a sitios agradables y de los que me toca hacer a sitios más “duros”.
Creo que en todos se aprenden cosas y en todos puedes disfrutar.
Por eso, os sugiero unas “actitudes”, una forma de tratar el viaje como un
fin en sí mismo, no como un medio para llegar a un destino. Porque ese
creo que debe ser el espíritu, el de disfrutar el viaje en cada momento por
mero el hecho de estar viajando. Así:
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aprender. Y al mismo tiempo, no te dé vergüenza el que no te guste algo o
el no entenderlo. Yo hay mucha comida asiática que no me gusta. Y cuando
como con chinos, se lo digo; con mucha educación, eso sí, pero no como
cosas que no me apetecen por no ofenderles, porque no se ofenden tan
fácilmente.
- Cuando en Roma, haz como los Romanos: Adáptate a las costumbres
locales, compórtate como ellos. Por ejemplo, en Japón extrema sus
modales, se respetuoso hasta la exageración, se paciente. Los japoneses
pueden ser encantadores si les respetas, pero implacables si eres rudo con
ellos. Y por lo mismo, no intentes esa cortesía exagerada en Alemania,
simplemente te tratarán como un débil. Por eso, adáptate a cada lugar.
- Viajar es una cuestión de actitud, no de dinero. Me cansa ver gente que
dice que algún día irá a tal o cual sitio, pero que no puede, gente que
esperan a tener tres semanas de vacaciones y una pequeña fortuna para
visitar un país determinado. Suelo decirles que no hacen falta tres
semanas, ni viajar por todo lo alto, ni ver el país completo de una sola vez.
Que lo mejor es salir sin pensárselo mucho, buscar una oferta y montar en
un avión.
El costo de nuestro viaje viene dado por los siguientes factores, en orden
de importancia:
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moteles modestos con una cierta tranquilidad de no meternos en sitios poco
recomendables.
- El tercer factor, por orden de importancia, que afecta al coste de un viaje
es el transporte, si lo hacemos en avión, en barco, en tren o en coche. Yo
personalmente soy partidario de los aviones. Hoy en día son muy baratos,
sobre todo si se es flexible en fechas, y muy seguros.
- Y por último, los gastos de manutención que realicemos una vez en
nuestro destino: comidas, bebidas y otros. Aquí es donde también hay
que tener en cuenta el dónde estamos, hay países en los que no merece la
pena ahorrar un euro en una comida a riesgo de tener un problema de
salud. Y otros en los que la comida es tan cara, que con un poco de
cuidado podemos ahorrar un montón. Personalmente, si quiero ahorrar
dinero en comida, recurro a restaurantes asiáticos. Chinos, Vietnamitas,
Woks, Noodles, y similares. Suelen tener precios muy asequibles y la
comida es sencilla pero fácil de elaborar y que nos alimentará bien. Evito
los lugares de comida rápida occidentales, que son carísimos para lo que
ofrecen.
- Y otro consejo: no compres tonterías. Esto, que parece una obviedad, se
nos olvida cuando vamos de viaje. Entonces, a todo el mundo le entra una
urgencia terrible por llevar algo de recuerdo a su prima o a su suegra, y nos
dedicamos a gastar nuestros ahorros en imanes horrorosos para el
frigorífico que cuestan 5 euros cada uno. Este es uno de los apartados
donde se puede ahorrar mucho. Lo mejor, si queréis llevar algo de vuelta a
casa, es que os saquéis fotografías dedicadas a la persona que tenéis en
mente, o que grabéis un pequeño vídeo de recuerdo. O que les enviéis una
postal de las de toda la vida. Porque ¿ alguien se acuerda de dónde está
ese llavero de la torre de Pisa por el que pagamos tanto ? Seguro que no.
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puede disfrutar de un otoño o de un invierno. Lo mejor es elegir el momento
que a nosotros nos convenga.
Y después el mundo, que hay tanto para ver. Como en todas las cosas, a
los que nos gusta viajar, cuanto más viajamos, más nos damos cuenta de
que nos falta mucho por ver. Por eso cuando la gente me dice que no tiene
tiempo, que está esperando al año que viene para tener dos semanas para
ese viaje a Estados Unidos, siempre les digo que no lo piensen, que se
vaya la semana que viene, aunque sea seis días, que no esperen a hacer el
viaje perfecto, que lo importante es salir y vencer la pereza y la inercia de
los primeros viajes.
Y esto me lleva a otro tema, el de los destinos de una vez y los de repetir.
Es muy personal, pero todos conocemos lugares que hemos visitado a los
que, a pesar de haberlo disfrutado, no nos merece la pena volver. Y otros
que es justo lo contrario, lugares a los que hemos ido en varias ocasiones y
podríamos volver de nuevo muchas veces y disfrutar cada vez como la
primera.
Mis sitios de volver una y otra vez son los sitios de un urbanita, sin duda, y
los enumeraría, sin orden de preferencia, así:
- Japón en general, y Tokio en particular. Es increíble cómo te puede llegar
a maravillar una ciudad. Incluso escribiendo esto me entra un escalofrío al
recordar el día que me gravé en un vídeo en el famosos cruce de Shibuya,
o cuando paseaba por Ginza mirando a la gente. Fabulosa ciudad. Tan
fabulosa que me gustaría tener una casa en ella.
- París. Ahhhh, París. Tan maravillosa, tan distinta cada vez. Y tan amables
los parisinos, a pesar de la fama que tienen.
- Londres. Otra ciudad de las clásicas, y que he visitado en docenas de
ocasiones. Ahora mismo me dirijo hacia ella en un viaje relámpago, y estoy
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encantado de ello, de caminar por sus frías calles y de montar en su
abarrotado metro.
- Barcelona. Las Ramblas, una y otra vez. Y Paseo de Gracia. Y las
Ramblas. Y buscar a Carvallo por sus calles.
- Buenos Aires. Una ciudad en la que he vivido momentos tan fabuloso y
momentos tan terribles, y de la que estoy totalmente enamorado. De sus
calles, de sus mujeres, de sus esquinas. Y de los amigos que dejé allá.
- Chicago. Una de las ciudades que no suele contemplar la gente a la hora
de decidirse a visitar los Estados Unidos, pero que me parece imperdible.
Os la recomiendo como uno de esos secretos de viajeros.
- Singapur. Tan calurosa y tan deliciosa. Comida a precios de saldo,
mezcla de culturas y el uso de la tecnología para mejorar al país en todas
las esquinas.
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CAPITULO SEGUNDO
Me gusta viajar como digo. Mucho. Por suerte, mi trabajo me ayuda a ello,
pero en mi tiempo libre también intento viajar todo lo que puedo.
Documentación:
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astronómicos. A mi me ha pasado incluso entrar a Urgencias en Houston, y
no aceptarme hasta haberles mostrado una tarjeta Visa donde me pudieran
cargar los gastos. Por suerte no fue nada importante, tenía piedras en el
riñón, pero la factura por unas radiografías y que me vieran dos doctores
ascendió a 4.000 dólares. En serio. Cuatro mil. Menos mal que el seguro
después se hizo cargo. Y menos mal que no tuve que pasar la noche en el
hospital, porque son al menos cinco mil dólares extra por noche.
- Divisas del país al que nos dirigimos. O si no hemos podido
conseguirlas, al menos llevar Euros o Dólares Estadounidenses, que son
siempre fáciles de cambiar en cualquier país.
- Tarjetas de pasajero frecuente de distintas aerolíneas. No importa si
viajáis mucho o poco, siempre es bueno tener varias, algunas dan
pequeñas ventajas aunque las uses esporádicamente. Y ni hablar cuando
viajas mucho. Una tarjeta oro de pasajero frecuente te puede ayudar
muchísimo. Por ejemplo, la tarjeta oro de Lufthansa que tengo ahora mismo
me permite 20 Kgs extra de equipaje en todos los vuelos; poder facturar en
la ventanilla de clase preferente aunque vuele en económica; y acceso a
sus salas de espera con bebidas gratis en los aeropuertos. ¿ Cómo se
consiguen estas tarjetas ? Volando mucho, y acumulando millas de viaje
poco a poco, así que empezad cuanto antes.
Así, si las cosas se complican (que suele pasar), al menos tenéis una copia
a color accesible en vuestro Gmail o hotmail para presentar en el consulado
o embajada de turno.
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Qué llevar y cómo llevarlo
La maleta:
Uso botellas de agua vacías para rellenar los espacios vacíos en las
maletas. Si le maleta está medio vacía, las cosas bailan dentro y se
estropean o rompen. Poner un par de botellas de agua de plástico vacías
ayuda a llenar espacios vacíos, no pesa, y se pueden comprimir para
ajustarlas a distintos espacios. Y si a la vuelta tenemos más cosas, se
pueden tirar sin que nos duela.
Los trajes los llevo siempre en una funda, incluso dentro de la maleta, para
que no se estropeen. Maleta rígida imprescindible, claro.
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En algunos casos se puede viajar sin maletas pero no es muy práctico en
general.
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Preparando las maletas:
Aparte de camisetas baratas, también suelo llevar ropa vieja que está ya
para tirar. En viajes de turista, claro. Así, te deshaces de esa ropa que solo
molesta. La usas, y fuera, a la basura.
Antes de llegar a un lugar es importante leer o ver vídeos del lugar (los
vídeos de viajes de hombrelobo por ejemplo), para saber lo que nos espera.
Yo siempre leo las guías de Lonely Planet antes de ir a sitios un poco
exóticos.
Equipaje de mano:
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- Yo uso una sola bolsa con ruedas, de las medidas máximas permitidas.
En mi caso uso una Braun Buffel de piloto bastante ligera con dos ruedas.
Evitad las que son sólo cuero, pesan demasiado.
- Meto dentro ordenador, cámara de fotos, teléfonos, la PSP, uno o dos
libros (de tapa blenda, que pesan menos), un reproductor de MP3, una o
más revistas, el jersey de viaje, unos auriculares y todos los cargadores. Si
por alguna razón no nos llega la maleta o se retrasa, al menos podremos
usar el PC o cargar los teléfonos.
- Siempre llevo un jersey para el avión en viajes largos. Normalmente bajan
la temperatura de la cabina cuando quieren que la gente se duerma, y en
algunas aerolíneas el frío es infernal (Varig y Air France, entre otras).
- Importante no llevar líquidos en el equipaje de mano, porque como están
hoy en día con el tema de volar con líquidos, mejor no sufrirlo.
- Siempre es importante llevar todo en una sola bolsa, para que tengamos
las cosas controladas en todo momento. Si dejamos de usar una cámara, la
ponemos en la bolsa inmediatamente, así no se perderá.
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- Colocad todo en dos bandejas: una para el ordenador y otra para
chaqueta, cinturón (y zapatos en los USA) y colocar todo junto en la cinta.
- Yo no suelo pasar el arco de seguridad hasta que veo a mis bandejas
entrar en la máquina de rayos x, aunque esto suele enfadar a los agentes
de seguridad. Pero dejar tus cosas detrás, esperando a que un listo te robe
un reloj no me apetece nada.
En la puerta de embarque:
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superior para maletas. Ganarás unos 3 centímetros para las piernas, que
no parece mucho, pero es un mundo hoy en día.
- Bebe agua. Una vez me tocó aparecer en una reunión con los pantalones
manchados de zumo de naranja …. no recomendable …. el agua se
evapora ….
- No dejes que pasen bebidas por encima de tu portátil abierto. Cuando
menos, ciérralo.
- Ni se te ocurra quejarte en los controles de seguridad de los aeropuertos.
Sí, son humillantes. Sí, son ridículos. Pero en ciertos países te pueden
arrestar sólo por hacer comentarios cuestionando su utilidad (EE.UU., por
ejemplo).
- Al pasar por el control de seguridad, coloca tu teléfono, llaves, cartera y
reloj dentro del maletín de mano. Al menos, no te los olvidarás luego en las
bandejas una vez que hayas pasado. Mete tu orgullo en el maletín también.
Estos son tiempos en los que las humillaciones las tenemos que aceptar sin
rechistar, por desgracia.
- Elige bien la aerolínea. Personalmente, siempre que puedo uso Singapore
Airlines.
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- No te quites los zapatos al despegar antes de que se apague la luz roja, y
póntelos al aterrizar cuando se encienda. El 80 % de los accidentes
suceden durante el despegue y el aterrizaje. Y mejor que te pillen con los
zapatos puestos. Saltar en calcetines sobre hierros rotos no puede ser muy
agradable .
Y por cierto, si alguien conoce al que ha diseñado los asientos del Airbus
A320, que me avise, que estoy tecleando esto con el monitor a 5
centímetros de mi cara ….. enhorabuena al artista ….
Consejos de seguridad.
Hay muchos países en los que un hotel de tres estrellas o menos es casi
garantía de problemas. Por regla general, recomiendo elegir hoteles de
cuatro o más estrellas en países pobres. Por ejemplo, en Africa, menos de
cuatro estrellas es casi seguro garantía de que vamos a pasar un mal trago.
A no ser que seáis viajeros con ganas de sufrir, intentad alojaros en sitios
con un mínimo de garantías de higiene y seguridad.
Hay sitios en los que no se puede montar en un taxi sin saber porque te
pueden robar (Argentina) o el precio puede ser astronómico (Japón y
Noruega). En otros tienes que saber la ruta a tomar para que no te engañen
dando vueltas por la ciudad (Madrid y Barcelona) o tienes que tener
cuidado con el cambio (Sevilla). En cualquier caso, hay que leer guías de
viaje o preguntar (en los foros de hombrelobo, por ejemplo) antes de iniciar
un viaje para saber lo que vamos a encontrar al llegar.
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Consejos de seguridad en hoteles
La verdad es que pocas veces las tenemos en cuenta, pero hay una serie
de pequeñas medidas de seguridad a la hora de pasar unos días en un
hotel que pueden marcar la diferencia entre tener una estancia tranquila o
vivir un infierno. Personalmente, suelo tener cuidado con:
- Nada más llegar mirar el plano del hotel para situar las salidas de
emergencia en caso de incendio.
Antes de viajar a un lugar, hay que informarse del mismo. Hay sitios donde
no se me ocurriría salir solo a la calle a dar un paseo. Otros sitios donde
saldría pero tomaría precauciones. Y otros donde no tendría ningún
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inconveniente en perderme por sus calles. Como norma muy general, y que
nadie se me ofenda por decirlo tan claro:
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CAPITULO TERCERO
Relatos viajeros
Esta parte del libro la voy a dedicar a contar algunas anécdotas que me han
sucedido a lo largo de los años, viviendo fuera, viajando. Son relatos
viajeros, cuentos cortos si queréis. Espero que os gusten.
Para empezar, he optado por relatar quizás uno de los episodios más
traumáticos para mí. Me refiero a cuando me asaltaron y robaron en un taxi
en Buenos Aires.
Estoy hablando del año 1997. Yo acababa de llegar a Buenos Aires. Bueno,
no exactamente. Había llegado un par de meses antes, pero todavía estaba
viviendo en un hotel, mientras esperaba la llegada de un contenedor con
todas mis cosas y mudarme a mi nueva casa en el barrio de la Recoleta en
Buenos Aires, donde pasaría los siguientes tres años.
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Así que un día, al salir de la oficina, a eso de las siete de la tarde, me
encontré con una de las típicas tormentas que hay en Buenos Aires:
brutales (como sus minas iba a decir, pero mejor me lo callo).
Corro como un descosido hacia él, no vaya a ser que me lo quiten. Entro y
bromeo con el conductor sobre lo afortunado que he sido.
Le dicen algo al taxista para que siga hacia delante, él se hace el remolón y
le gritan. Pero se hace mal el remolón, se nota a todas luces que está
compinchado, que sabe lo que esté pasando. Seguro que participa en las
ganancias.
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Empezamos a dar vueltas. Me quitan las gafas lo primero, y yo hago como
que no veo nada (sólo tengo una dioptría, veo bastante bien sin ellas, pero
era de noche y estaba limitada la visión de todas formas).
Se refiere a la única tarjeta que tenía emitida en Argentina, las otras eran
españolas y pasó rápido sobre ellas.
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Al de una media hora volvemos al banco, y el del bigotillo vuelve a entrar al
taxi. Mirándome con cara de pocos amigos dice:
Seguimos un rato más en el taxi, muy oscuro, bromean sobre los españoles
y su falta de pelotas. Media hora después, paran cerca del Sheraton (se
suponía que yo no veía nada y llovía a mares), me devuelven todo menos
el dinero, el calvo me da un billete de 10 pesos y me dice:
Tras unos minutos bajo la lluvia, intento usar el celular (móvil), pero no
funcionaba. No había apenas gente, era ya tarde y la lluvia seguía muy
fuerte. Empiezo a caminar, tenía unos 40 minutos por delante, estaba
totalmente empapado y con el miedo todavía dentro.
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El taxista me mira con cara sorprendido, asiente, estira la mano para
abrirme la puerta y dice:
- Subí.
Durante 3 meses fui incapaz de montar en ningún taxi, ni siquiera con otra
gente, tenía auténtica paranoia. Al cabo de esos tres meses, empecé a
usar, de vez en cuando, radio taxis y remises (taxis sin colores de taxi que
usan en Argentina).
Voy a seguir relatando historias que me han acontecido y que creo que
merecen la pena.
Resulta que a mi me gustan las motos. Mucho. Y desde los 16 años había
estado jugando con ellas. Primero una vespa 75, trucada a 125 cc con un
kit Polini que era un tiro; después con una Morini 250 cc, una preciosidad.
Pues bien, tanta moto me dio algún que otro susto, un par de caídas, y el
darme cuenta de que ya no tenía edad. El que mi hermano tuviera dos
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accidentes graves con ellas tampoco ayudó (ahora tiene varias placas
metálicas en su brazo).
Y viviendo en la Argentina, con el tráfico tan criminal que tiene (están locos
estos porteños …. :), pues lo de la moto era una muy mala idea.
Así que me decidí a aprender a montar a caballo, que era casi lo mismo,
pero más seguro. Y qué mejor lugar que Buenos Aires, con su tradición
hípica. Me apunté al Club Hípico de BsAs y empecé las lecciones. Poco a
poco, empecé paseando, otro día trotando, y así.
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Dejo las llaves del coche a uno de los presentes, a una persona que no
conocía de nada y que va al coche a por los papeles y la tarjeta del seguro.
Lo comprueban y deciden llevarme al hospital.
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vergüenza por tener que recurrir a ellas. Además, eran una chicas jóvenes
(y una de ellas la recuerdo especialmente atractiva), con lo que mi situación
era violentísima. Pero estando en juego lo que estaba, me tragué mi orgullo
y mi vergüenza y les dejé hacer su trabajo.
Después, tres meses con una escayola de medio cuerpo, con poca
movilidad, sin salir de casa, y teniendo que recostarme después de cada
comida (no podía respirar, al comer el estómago se hinchaba un poco y no
había espacio en la escayola) o después de andar más de 15 metros.
Tras esos tres meses, la celebración: una ducha de cuerpo entero que me
sentó como la gloria (con la escayola usaba toallitas y cosas del estilo), un
par de meses de ejercicios de rehabilitación y nuevo como antes. Incluso
mejor, porque perdí peso.
Así que todo acabó en nada y todavía sigo agradecimiento eterno para la
monitora de la escuela de hípica que me recomendó no moverme y para el
médico que, a pesar de parecer evidente que no tenía nada, hizo un
esfuerzo extra para estar cien por cien seguro. Y gracias a ello me salvó de
acabar en una silla de ruedas.
Ahh, tras esto dejé los caballos y me compré una moto, por supuesto, pero
esa historia es para otro día.
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ganas de pasar tiempo, de disfrutar el país, o parte del país, poco a poco,
con calma, empapándome de él.
Así que en el verano del 2008 nos animamos a recorrer el país del sol
naciente con calma, tres semanas de trenes y caminatas, de perdernos
entre sus calles. Un país encantador y fascinante.
La verdad es que la cena fue muy curiosa. Había gente gritando en una
mesa al fondo. Era una especie de mesa corrida, llena de gente que
parecían no haber venido juntos, sino que se iban sentando en esa mesa
grande según llegaban. Los camareros también gritaban, aparentemente
daban la bienvenida a los recién llegados al restaurante a gritos. Y
nosotros, en una esquina, mientras los camareros se acercaban a
curiosear.
No estoy seguro de haber reconocido todo lo que comimos, eran todo tipo
de carnes, la mayoría deliciosas, una especie de foie, unos pinchos de piel
de pollo frita, cosas curiosas, pero deliciosas. Y el no saber lo que comes a
veces hace que te concentres más en los sabores tratando de averiguar
qué es.
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Y entonce, al final, al pedir la cuenta, nos vino la camarera, una de ellas, no
la que nos había atendido, sino otra que chapurreaba un poco de inglés.
Llegó con dos hojas y dos bolígrafos, y nos pidió que les escribiéramos
algo.
Todavía hoy me pregunto el porqué de las hojas de papel, si era eso lo que
esperaban de nosotros o algo totalmente distinto.
Una de las cosas que más me ha sorprendido del último viaje a París ha
sido lo agradables que han sido los franceses en todo momento con
nosotros. Y lo digo en serio. Siempre había tenido esa idea de que los
parisinos eran muy rudos y maleducados, así que iba preparado para lo
peor.
Pero no, no solo nos han tratado correctamente en todo momento, sino que
nos han hablado en inglés (o en castellano) en todos lados. Incluso más,
nos han ayudado en el metro cuando no sabíamos cómo funcionaba,
acercándose a nosotros y explicándonos cómo funcionaba, y sonriéndonos.
Y nos han atendido espléndidamente en sitios caros y en hamburgueserías.
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país o la ciudad que visita a la vuelta a casa, y eso lleva a compatriotas
suyos a visitar la ciudad en el futuro, y a que gasten, y a generar trabajo y
riqueza. Tan fácil como eso.
Así que hace unos días nos encontramos con dos turistas franceses que
estaban buscando un hotel, preguntando en mal castellano dónde estaba. Y
en parte por cómo de bien nos trataron en París, en parte por ser
hospitalarios con ellos, les hemos acompañado diez minutos hasta la puerta
del hotel, les hemos explicado un poco cómo es nuestra ciudad y les hemos
sonreído. Acababan de llegar. Y estoy seguro de que ese trato hará que
vean la ciudad con buenos ojos, y de que a la vuelta a Francia hablen de lo
bien que les han tratado en España. Y con un poco de suerte, que la
próxima vez, sus compatriotas nos vuelvan a tratar tan bien como la última
vez.
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gente bebiendo coca-colas y comiendo dulces y perritos calientes.
Impresionante.
No me lo podía creer. Miraba alrededor y veía a esas familias con los niños,
los padres gritando como locos puestos en pie, los niños mirando, algunos
incluso gritando también, y un boxeador sangrando y golpeado sin piedad
en el cuadrilátero. Una estampa que no me puedo quitar de la cabeza,
sobre todo la de los niños gritando “Dale” con una coca-cola en la mano,
mientras sus padres observaban con orgullo.
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Después de pasar aduanas y hacer el recorrido en taxi desde el aeropuerto
al hotel (el Taj Mahal), me dan las 4:00 haciendo el check-in.
Yo ordeno las maletas, y por eso de las dudas, miro el tipo de cambio en
una nota que llevaba. En ese momento era de 13.400 riales por cada euro.
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O sea que al pobre le había dado unos céntimos …. vaya, lo siento, es lo
que pasa por no ir preparado.
Me estuve riendo un buen rato solo. Así que la propina que en un principio
creía que era de unos pocos céntimos se había convertido en una generosa
propina de unos 8 euros. En Irán esa no es una cantidad despreciable en
absoluto. Eso sí, nunca sabré cómo de fácil le sería al hombre cambiar los
yenes.
Lo mejor de todo, sin duda, es cada vez que recuerdo la cara de sorpresa
que puso el hombre, cómo miró al billete y cómo no dijo nada. Así de
nobles son los Iraníes.
Normalmente abro las maletas al llegar de un viaje, al menos para sacar los
trajes y que se ventilen un poco, pero esta vez no me apetecía, así que
simplemente la coloqué plana en el suelo, que al menos la ropa no sufra la
verticalidad.
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Una hora más tarde, el zumbido se hacía ya insoportable, era como un
ruido acompañado de una vibración de madera, algo difícil de describir,
pero molesto. Además, se notaba mucho cerca de la entrada de la casa,
aunque no acertaba a decir si venía de arriba, de abajo, de la derecha o de
la izquierda.
Arriba difícil, porque vivía en el último piso, así que al de un rato llamo al
vecino para preguntar. No soy persona de molestar, pero estaba agotado
del viaje y tenía ya ganas de echarme a la cama. Nada, no era el vecino.
Incluso se mostró extrañado, porque el no oía nada. Le invité a entrar a mi
casa y entonces se dio cuenta del zumbido.
Puse la mano sobre la maleta, y se percibía una vibración muy fuerte. Y esa
vibración sobre el suelo de madera era la que provocaba parte de ese
sonido apagado y profundo.
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Relatos viajeros: En quad en Nueva Zelanda
Uno de los viajes que hice con más ganas en mi vida fue a Auckland,
Nueva Zelanda. El hecho de ser las antípodas de España, el que no sea
posible ir más lejos sin salir de la tierra, le daba un cierto aura de misterio y
de aventura.
Así que allá nos fuimos. Combiné un viaje de negocios a Singapur para
irnos una semana de vacaciones a Auckland. Desde Singapur contratamos
un vuelo en Singapore Airlines, para mi gusto la mejor aerolínea del mundo,
y nos preparamos a descubrir Nueva Zelanda.
El vuelo desde Singapur fue cómodo y sin incidencias, como suelen ser los
vuelos de Singapore Airlines. En sólo seis horas llegas a Auckland, una
ciudad que en un primer momento nos dejó perplejos. Pero no perplejos por
ser muy distinta a lo que conocemos, sino precisamente por todo lo
contrario, nos dejó perplejos porque podría haber sido una ciudad europea,
sobre todo escandinava.
Es verdad que conducen por la izquierda, que hablan inglés con un acento
extraño y cerrado, que hay carteles en la carretera con algunos signos
curiosos, pero por lo demás lo que nos sorprendió es la falta de exotismo
del país.
Eso sí, todo está organizado y es muy seguro. Pero esa falta de sorpresa
nos sorprendió.
Así que tras pasar un par de días en la ciudad de Auckland, de salir a ver
los principales atractivos turísticos de la zona, de montar en un globo
aerostático por los valles de los alrededores, nos animamos a hacer lo que
hacen los kiwis: aprovechar la naturaleza. Y eso para nosotros significaba
apuntarse a un grupo que organizaba excursiones en quad, esos vehículos
que son como motos pero con cuatro ruedas.
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Al principio fue un poco aburrido, para qué negarlo, el ir todos uno tras otro
a no demasiada velocidad, una docena de quads por senderos forestales
marcados claramente para ellos. Pero al de unos 45 minutos de camino, las
cosas se empezaron a poner interesantes. Cada vez el camino aparecía
menos transitado, cada vez íbamos más rápidos, y cada vez entrábamos
por zonas con más altibajos.
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Relatos viajeros: De cuando toca ir al médico en otro
país
Muchas veces, cuando viajamos, damos por sentado algunas cosas que no
deberíamos dar por sentado en absoluto. Por ejemplo, el tema sanitario. El
cómo en casa estamos cubiertos en nuestros gastos médicos en gran
medida y el cómo sabemos a quién recurrir en caso de problemas.
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porque no aguantaba la luz, y solamente bebiendo un par de tés
con limón al día.
Desde entonces, extremo aun más las precauciones en países con
problemas de agua, y llevo encima unas pastillas de Imodium, por
si las moscas.
Así que en serio … tened cuidado con el agua …
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A mi me pareció una barbaridad ir a urgencias para ello, así que
desempolvé una caja de nolotil, un calmante que tenía desde el
último viaje a España, me tomé uno y pasé la noche lo mejor que
pude.
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me habían recomendado esperar varias semanas antes de recurrir
a ello, pero el doctor especialista este tenía prisa por enviarme a la
bañera de las ondas al parecer.
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primer día habría tenido a un médico de familia en mi casa
visitándome.
Por eso, cuando la gente me dice que si algún día tienen cáncer o
alguna enfermedad similar se irán a Estados Unidos, yo les digo
que suerte, que espero que tengan dinero suficiente, porque lo van
a necesitar.
Hay países a los que normalmente uno no viaja de vacaciones. Por ejemplo
Irán, país al que he ido en varias ocasiones de negocios, de forma rápida,
un par de reuniones, una noche de hotel y de vuelta a casa.
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A pesar de no estar demasiado lejos, nos costó casi hora y media llegar
hasta las cercanías del gran bazar. Digo a las cercanías porque el tráfico
era tan espeso, que apenas se avanzaba al final del trayecto. Le intenté
explicar al taxista que quería que me dejara en la entrada del bazar, y que
en un par de horas estaría de vuelta. Me dijo que imposible, que el tráfico
en la zona era demasiado denso para pararse. Así que buscamos un
parking para que me esperase. A unos 800 metros de la entrada del bazar,
no había forma de acercarse más, el tráfico era realmente infernal.
Una vez aparcados, como digo a una distancia considerable del bazar, le
digo que me espere un par de horas, y el creo que me quiere preguntar si
estoy seguro. Le digo que sí, pero me dice si quiero que me acompañe. No
es mala idea, la verdad. No es que le conozca de nada, pero siempre es
mejor ir con un local, y el me parece que estaba contento de acompañar al
extranjero de turno para practicar su inglés.
Al entrar en los servicios del parking casi vomito, el hedor era insoportable,
el suelo estaba mojado de un líquido que no quiero ni pensar lo que era,
aunque lo sospecho. Creo que ha sido el servicio más sucio que me visto
en mi vida. Así que sin tocar absolutamente nada con las manos, me dirijo
al mingitorio, hago lo que tengo que hacer lo más rápido posible y salgo. No
sin antes tomar una foto, para la posteridad. Y no, no la voy a publicar.
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Y al fin llegamos, la entrada al bazar. Por suerte, todo el bazar es peatonal.
Y tiene kilómetros y kilómetros de tiendas y tenderetes.
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Subimos las escaleras y entonces me entró el miedo, por haberme dejado
convencer con un truco tan burdo para meterme en un lugar donde estaba
totalmente a su merced.
Por suerte, no pasó nada, fue una charla de lo más amigable. Tomamos un
té, charlamos, y me enseñó varias de sus alfombras. Las había preciosas
en serio, al estilo Iraní, con colores blancos y seda bordada,
impresionantes. Pero caras. Porque los precios de las alfombras buenas
son altos en Irán, las hacen a mano y las aprecian mucho. Así que al de
una media hora, me despedí y nos fuimos. Nada agradable el despedirse
en esas circunstancias, los vendedores lo saben bien; la invitación, la
charla, todo se hace para que te sientas obligado a comprar algo, violento
de salir con las manos vacías.
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Relatos viajeros: El centro del universo
Ya sé que la frase suena ridícula al decirlo así, pero espero ser capaz de
explicarme.
Creo que la primera vez que me sentí en el centro del universo fue en el
Zócalo, en Ciudad de México, en el D.F. como llaman los Mexicanos a su
capital. Siempre me ha interesado la historia de México, sobre todo el
periodo de la conquista de los Méxicas por parte de Hernán Cortés, me
parece una historia fascinante. Por eso, la primera vez que viajé al D.F. ,
recordaba la historia de cómo los Méxicas o Aztecas se asentaron en el
valle donde se encuentra hoy el D.F., el cómo iban buscando el centro del
universo, y que este estaría representado por un águila con una serpiente
en la boca y situada sobre un cactus.
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Recuerdo un año que tuve la suerte de participar del evento desde dentro,
bailando en una de las “escolas” de Samba de la ciudad. Ventajas de tener
amigos Brasileños, claro. Porque si pude bailar en el centro de la escola
seguro que no fue por mi habilidad como bailarín.
Por eso suelo decir que cada uno tiene sus viajes especiales, sus lugares
inolvidables. Y que estos no siempre son comparables. Hay gente a la que
el Zócalo Mexicano puede no decirles nada, que prefieran otra cosa. Pero
lo importante es buscar esos lugares especiales. O mejor, esa combinación
de lugar y momento especial combinados, que hacen que algo sea
memorable.
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CAPITULO CUARTO
Viajes y tecnología
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• Rent4days: http://rent4days.com/ es una página para alquilar
apartamentos en Madrid, Barcelona y Lisboa. Con la ventaja de
que se alquilan apartamentos normales a precios de hoteles.
• Guiomatic: http://www.guiomatic.com/es permite crear guías de
viajes automáticas y gratuitas con información de las fechas en las
que vamos a estar de viaje.
• hombrelobo.com http://hombrelobo.com Y por supuesto, la
propia página de hombrelobo.com, donde encontraréis, vídeos,
consejos, historias y un poco de todo. Para preparar los viajes y
para disfrutarlos.
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CAPITULO QUINTO
Empezamos:
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Y me preguntaba si algo así no funcionaría en España, creando un número
902 donde los comerciantes puedan llamar cuando les entra un alemán a la
tienda, y que alguien al otro de lado de la línea les ayude a entender lo que
buscan. Me parece mejor que ver los patéticos resultados que veo a veces
en muchas tiendas, donde los turistas salen frustrados y sin gastar su
dinero.
¿ Quién se anima ?
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Pañuelos de papel como propaganda
Esta es una idea que me parece genial: en Finlandia, han instalado una
serie de servicios públicos que se activan con un SMS.
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El WC está cerrado, y sin nadie que lo vigile. Si quieres usarlo, simplemente
envías un mensaje diciendo “abrir” (en finlandés) al número que aparece en
la entrada. Así, tienen un registro detallado de quién ha usado el servicio y
a qué hora. Si hay desperfectos, ya saben quien ha sido.
Que idea tan simple y tan buena. Incluso es una forma de cobrar una
pequeña cantidad por usarlos (en el caso de Finlandia no cobran extra, es
un SMS normal), y se puede extender a otros servicios similares. Me
encanta la idea.
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Bar de tapas con cinta transportadora y medidor de
cervezas en la mesa
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eso, nadie, o casi nadie visitaría. Y en la tienda tienes de todo, desde
comida, a llaveros, pasando por abrigos de pieles.
Me pregunto cuantos pueblos de carretera de España, de Argentina o de
México podrían usar una estrategia similar para hacernos parar, sobre todo
ahora que cada vez las paradas son más escasas en los viajes en coche
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Comida a 5, 4, 3 dólares [idea de negocio]
Me parece mucho mejor que lo que se hace en los bares en España (en
algunos al menos), donde al final del día regalan las tapas o pinchos
sobrantes a los clientes habituales. Así siempre se benefician los mismos, y
desde luego no es el dueño del bar.
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Agradecimientos
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