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Federación Estatal de

Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales

Argumentos para la
Igualdad
Recopilación de ideas y argumentos para debatir y defender el derecho
al Matrimonio para Gays y Lesbianas

Versión 1.2 / 6 octubre 2004


A todas las asociaciones y organizaciones de la FELGT
A continuación hemos preparado, bajo el título Argumentos para la Igualdad, una recopilación de ideas y
argumentos para debatir y defender el derecho al matrimonio para gays y lesbianas.

No podemos ignorar que en los próximos meses el debate social va a ser duro. Debemos estar preparadas
y preparados para hacer frente, con todo el rigor y la serenidad, a aquellas opiniones que de una forma
más o menos visceral, más o menos fundamentada traten de obstaculizar el recorrido final de nuestra
lucha por la plena igualdad jurídica, de nuestra lucha, que aún continuará, por la defensa de la diversidad
sexual en nuestra sociedad.

Antes de entrar en el conjunto de argumentos hemos creído necesario establecer una serie de
recomendaciones generales.

Las ideas aquí expuestas no son en absoluto originales. De hecho hemos acudido a los numerosos
documentos que durante años y años se han elaborado en la FELGT y en el conjunto del movimiento gltb.
Los planteamientos de nuestros detractores, lamentablemente, tampoco son nuevos. Son los argumentos
de siempre, más o menos adaptados o modulados, pero al final representan una negativa cerrada a la
igualdad plena, una negativa al derecho al matrimonio y, aunque traten de ocultarlo, un planteamiento
homófobo profundo.

En un debate público, en una nota de prensa, en un programa de radio, en una entrevista... debemos
manejar con solidez los argumentos que durante décadas hemos reflexionado. En este documento hemos
tratado de reunirlos y enfrentarlos con aquellas ideas contrarias a nuestras reivindicaciones. Algunas de
estas tienen un contenido absolutamente absurdo, otras son más sutiles... pero todas deben ser
consideradas pues van a formar parte del debate social y merecen nuestra respuesta.

Estas son las recomendaciones que os hacemos:

La mayoría de la opinión pública es favorable a los cambios legislativos para el reconocimiento del
matrimonio homosexual que el Gobierno y los partidos políticos progresistas están impulsando.
Nuestra posición debe ser de calma y sosiego frente a los ataques que puedan producirse desde
instancias religiosas, políticas o sociales conservadoras. La crispación asusta a la opinión pública y,
en este caso, los crispadores, los viscerales deben ser los contrarios a los derechos y la igualdad
gltb. Esto no significa que rebajemos nuestras reivindicaciones o las moderemos. La dignidad no
es negociable, la igualdad no se regatea... no obstante las formas son muy importantes y
debemos ser respetuosos con los argumentos contrarios y desmontarlos con otros argumentos
más sólidos y contundentes, desde la corrección debemos ejercer el máximo rigor. La racionalidad
está en nuestro campo.

En algunos casos se va a plantear una situación ciertamente cínica. Los mismos que desde el
gobierno o el parlamento o la Iglesia nos han negado cualquier avance en 8 años van a mostrarse
ahora favorables a conceder “algunos” derechos pero seguir excluyéndonos del acceso al
matrimonio. Incluso están muy preocupados por si se incluyen o no a las parejas de gays y
lesbianas en la Ley sobre violencia de género1. No es aceptable. Como decíamos antes: la igualdad
no se regatea, o es una igualdad plena, completa o no es igualdad, y por tanto se mantiene la
discriminación. Las leyes de hecho aprobadas en las distintas Comunidades Autónomas han sido
tímidos avances en el camino hacia la igualdad que ayudaron a animar el debate social y hacer
que nuestras posiciones avanzaran, pero han sido insuficientes. No podemos aceptar una ley de

1
Al respecto la FELGT posee un documento que explica nuestra posición ante el debate social y parlamentario de la
Ley integral sobre violencia de género, abordando precisamente si las parejas homosexuales deben recogerse o no el
ámbito de esta ley.
parejas de hecho estatal o un pseudomatrimonio... el horizonte es la consecución del matrimonio
para todos y conseguir que a partir de ese momento homosexuales y heterosexuales podamos
efectivamente elegir entre casarnos, crear una unión de hecho (si nuestra Comunidad Autónoma
tiene una ley de parejas de hecho) o no establecer ningún vínculo jurídico en la convivencia. Ese
es el paisaje de la igualdad plena.

La reivindicación del matrimonio no es una ambición ceremonial de gays y lesbianas. No tenemos


ninguna obsesión por llegar a los altares. Pero si tenemos una legítima ambición por la plena
igualdad, por acabar con la discriminación en el acceso a una pensión de viudedad, la cobertura
de la seguridad social, el derecho de nacionalidad si la pareja es extranjera, la tributación fiscal, la
obtención de una herencia, la consideración como primer familiar en el sistema sanitario o en los
seguros de vida... o simplemente tramitar un préstamo hipotecario para comprar una vivienda. Y
además el derecho a establecer o no el contrato matrimonial civil es la representación
institucional de la igualdad jurídica. Ya decidiremos si queremos casarnos o no. Pedimos el
derecho a elegir la fórmula de convivencia de nuestras parejas. No queremos que nadie, que los
obispos, que el Partido Popular... decidan si podemos o no casarnos. Esa decisión en una sociedad
libre y democrática corresponde a los ciudadanos y ciudadanas, a todos y todas, a gays y lesbianas
también. Incluso desde ámbitos progresistas, contrarios a la institución matrimonial, se está
criticando nuestra reivindicación. Insistimos, se trata de poder elegir; no queremos que nadie
decida por nosotros y nosotras.

El matrimonio que se va a reconocer en la reforma del código civil es el mismo que ya existe para
personas heterosexuales, por tanto contiene todas sus obligaciones y todos sus derechos (en el
punto anterior hemos citado algunos ejemplos de la vida cotidiana), incluido el de adopción de
niños y niñas como parejas. No es necesario, ni conveniente unir en nuestras declaraciones o
intervenciones matrimonio y adopción. El matrimonio civil implica inexorablemente todos los
derechos y obligaciones, incluido el de la adopción. Precisamente este aspecto, por ser un recurso
fácil, no exento de morbo, para cuestionar el matrimonio homosexual va a ser esgrimido por los
sectores contrarios a la plena igualdad. Pero tampoco vamos a evitar la discusión. La tenemos
ganada. Los argumentos para entrar en ese debate están ampliamente desarrollados en el
documento. No obstante es un mensaje eficaz para atacar la plena igualdad para gays y lesbianas.
Los niños y niñas concitan una especial precaución más fundamentada en los mitos y los
prejuicios que en los hechos y en la razón. Debemos tomarnos nuestro tiempo para desmontar
los estereotipos que se usan en ese debate.

Este es un momento muy especial, histórico para la conquista de la igualdad para gays y lesbianas.
Pero debemos plantear el debate más allá de lo legal o jurídico. Nuestras reivindicaciones no van
a acabar con la aprobación del matrimonio homosexual. Conseguir la igualdad en las leyes es, tal
vez, el paso más sencillo (a pesar de la espera y lo duro que ha sido). Basta una votación y una
mayoría parlamentaria suficiente. El cambio más difícil es el que se está produciendo en la
sociedad. Es acabar con la discriminación social. Ahí queda mucho por hacer entre los y las
jóvenes para educarlos en el respeto a la diversidad, queda mucho que conseguir para que gays,
lesbianas y transexuales adultos y mayores puedan afrontar su vejez con garantías y dignidad,
para que las lesbianas superen su doble discriminación como mujeres y como homosexuales, para
que el colectivo transexual resuelva sus reivindicaciones básicas...

Especial mención merece el colectivo transexual. Debemos incluir en nuestro discurso los
esperanzadores compromisos que el nuevo gobierno está adoptando para normalizar los
aspectos jurídicos de las personas transexuales, sus documentos de identidad, sus nombres... y,
por otro lado la necesaria extensión del proceso de cambio de sexo como prestación sanitaria
pública y gratuita en el conjunto de España, no sólo en Andalucía, Aragón, Asturias y
Extremadura. Estos dos asuntos deben tener para todos nosotros, seamos gays, lesbianas o
transexuales, la misma relevancia que la exigencia del derecho al matrimonio.
En este debate debemos criticar a aquellas Comunidades que se están oponiendo a que esta
prestación sanitaria se ofrezca en su territorio y a que se generalice en todo el Estado. Aunque el
Ministerio de Sanidad tiene mucho que decir debemos exigir responsabilidades a las Consejerías
de Sanidad en aquellos casos en que están siendo contrarias a este derecho básico para la salud
de los y las transexuales.

El debate va a duro, por ello hay que evitar la improvisación. Hay que estar preparados y preparadas. Este
documento pretende ser una ayuda para que ganemos en todos los campos este reto, en el parlamento,
en los medios de comunicación, en la calle, en el trabajo, en las universidades... tenemos razones,
tenemos argumentos para ganar la igualdad. Y ahora sí, lo vamos a conseguir.

Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales


Argumentos naturales, ecológicos, demográficos

La familia natural es el matrimonio, el objetivo del matrimonio es la reproducción y esta se da cuando el


matrimonio lo compone un hombre y una mujer.

El matrimonio homosexual es una manipulación de la ecología humana que pone en peligro la


reproducción y la supervivencia de la especie

Puesto que es una materia que atañe a la ley moral natural, las siguientes Consideraciones se proponen no
solamente a los creyentes sino también a todas las personas comprometidas en la promoción y la defensa
del bien común de la sociedad.

El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los
actos homosexuales, en efecto, «cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera
complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso».

Conviene notar que, entre otras cosas, la discriminación del matrimonio en nada ayudará a superar la
honda crisis demográfica que padecemos.

Las uniones homosexuales no cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto las tareas por las cuales el
matrimonio y la familia merecen un reconocimiento específico y cualificado. Por el contrario, hay
suficientes razones para afirmar que tales uniones son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad
humana, sobre todo si aumentase su incidencia efectiva en el tejido social.

Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo
tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones
homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico,
porque no cumplen dicho papel para el bien común.

La sexualidad puede ir hoy separada de la procreación y que, de hecho, así sucede gracias a las técnicas
que, por una parte, permiten el control de la fecundidad y, por otra, hacen posible la fecundación en los
laboratorios. Pero la tecnificación deshumanizadora de la vida no es un factor de verdadero progreso en la
configuración de las relaciones conyugales, de filiación y de fraternidad.

En este conjunto de planteamientos dominan algunas ideas, en resumen serían:

Existe una ley natural que debe ser respetada por las disposiciones legales de las distintas sociedades
La ley natural que ampara la definición exclusiva del matrimonio como la unión entre personas de
distinto sexo acude a su relación directa con la procreación, es decir el matrimonio y la sexualidad
reproductiva son indisolubles
Las leyes civiles deben proteger aquello que define la ley natural
Las técnicas de reproducción asistida o los métodos anticonceptivos van en contra la la ley natural y
por tanto deshumanizan

Frente a estos argumentos debemos responder:

Las sociedades democráticas no se rigen por leyes naturales como las ciencias, la física, la química...
las sociedades son estructuras dinámicas, en constante evolución, en constante cambio que crean en
cada momento, en cada cultura, en cada territorio marcos y reglas de convivencia, las leyes, que son
el fruto de las relaciones de fuerza de los grupos o sectores que las componen, de los acuerdos y
disensos que se producen dentro de las mismas sociedades y del respaldo mayoritario que alcancen o
no en cada caso. La elección racional es la que guía las decisiones de los ciudadanos y ciudadanas y
con los mecanismos democráticos que poseemos se expresan los consensos y las tomas de posición
en cada momento.

En nombre de la ley natural se ha negado, en el pasado, que nuestro planeta giraba alrededor del sol
o que la Tierra era... redonda.

La ley natural o la costumbre ancestral han servido como coartadas para discriminar a las mujeres, a
las minorías raciales...

La idea de que la sexualidad ha de ser reproductiva es la negación del placer, es seguir viendo la
sexualidad como algo pecaminoso, es identificar la sexualidad de la mujer con la reproducción y
rechazar su disfrute por parte de las mismas.

La aprobación del derecho al matrimonio para gays y lesbianas no pone en peligro la reproducción de
la especie. Existimos, convivimos, formamos familias... a pesar de la discriminación legal que
padecemos. El hecho de reclamar leyes que protejan a nuestras familias es un derecho democrático
que no va a incidir ni más ni menos que hasta ahora en la dinámica demográfica de nuestra sociedad.
Aún así cabe apuntar tres ideas sobre este argumento: 1. Los distintos estudios señalas que
representamos entre un 5 y un 10% de la sociedad; 2. La escasa natalidad en España tiene otros
orígenes relacionados con el desarrollo del sistema económico y productivo y las decisiones
personales que, como en el resto de los países occidentales, se han producido en las últimas décadas;
3. En la idea de salvar la demografía por la vía de natalidad autóctona, rechazando las migraciones,
subyace una carga xenófoba adicional inaceptable.

La descalificación de técnicas de reproducción asistida o los métodos anticonceptivos forman parte


del discurso oficial clásico de la Iglesia católica; a pesar de ello la inmensa mayoría de la sociedad,
movida por criterios racionales y científicos, usan métodos anticonceptivos y, en su caso, recurren a
las técnicas de reproducción asistida. La homosexualidad, junto a estos conceptos, formaría parte de
ese conjunto deshumanizador. En realidad se trata de evitar reconocer que el binomio matrimonio-
reproducción es falso. La descendencia se puede producir fuera del matrimonio y de maneras
múltiples que no pasan por la relación sexual (adopción, acogida o inseminación artificial en el caso
de las mujeres).
Argumentos antropológicos, morales,
Históricos y lingüísticos

El matrimonio históricamente ha estado formado por un hombre y una mujer

Pero la inclinación homosexual es «objetivamente desordenada» (9) y las prácticas homosexuales «son
pecados gravemente contrarios a la castidad».(10)

En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales «están condenadas como graves depravaciones...
Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía sean
personalmente responsables de ella; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente
desordenados». Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias
homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo
signo de discriminación injusta». Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la
castidad.

La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se oponen
tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como la injusta discriminación de las personas
homosexuales. Por eso, es útil hacer intervenciones discretas y prudentes, cuyo contenido podría ser, por
ejemplo, el siguiente: Desenmascarar el uso instrumental o ideológico que se puede hacer de esa
tolerancia; afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de uniones; recordar al Estado la necesidad
de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y,
sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del
matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo.

Es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno
privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de
las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de
alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la
organización social. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el
obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la
institución matrimonial.

Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente


aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también
ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad.

El concepto matrimonio es evidentemente para denominar la unión de una mujer y un hombre

Aquí los argumentos pasan de la crítica al matrimonio a otro tipo de planteamientos mucho más duros: se
cuestiona abiertamente la legitimidad de la homosexualidad en nuestra sociedad. Las ideas básicas son:
La homosexualidad es una desviación, no es natural, no es normal...
Reconocer el matrimonio para las personas homosexuales legitima la homosexualidad y contribuye a
la difusión de la misma
La homosexualidad ha de ser, como máximo, un fenómeno privado, nunca público
La homosexualidad debe evitarse, debe curarse o debe ocultarse por ser algo negativo o pecaminoso
El matrimonio homosexual nunca ha existido en la historia
Como se puede observar se juzga más la homosexualidad que el acceso al matrimonio, por ello
podemos responder:
En primer lugar, no estamos dispuestos a volver a abrir el debate sobre la homosexualidad, si es
normal o no, si es natural o no. Es un debate lleno de prejuicios y consideraciones morales que la
ciencia moderna ha desmontado. No aceptamos que se nos juzgue.
En cualquier caso, se trata de un debate artificial, irracional y superado: la homosexualidad como la
heterosexualidad forman parte de la naturaleza humana, de la sexualidad humana.
Es muy interesante comprobar como las mismas personas que atacan la consecución de la igualdad
para gays y lesbianas recuperan el discurso sobre la homosexualidad como pecado o como desviación
que no puede obtener legitimación alguna
Si se investigan los foros de opinión contrarios al matrimonio homosexual acaban siendo los mismos
que atacan los derechos de las mujeres, el uso del preservativo, el uso de otros anticonceptivos, el
derecho a la interrupción voluntaria de los embarazos, el derecho a una muerte digna...
Sobre la existencia histórica del matrimonio homosexual. En principio sí existe el matrimonio
homosexual en culturas indígenas2 de Oceanía, América, Asia y Africa, pero si se insiste en la idea de
que históricamente no ha existido nunca el matrimonio homosexual, forzando la afirmación tampoco
habría existido nunca la homosexualidad que ha sido convenientemente reprimida y ocultada a lo
largo de los siglos y en la mayoría de las civilizaciones que, por otro lado, han unido sexualidad y
reproducción de manera incuestionable. Pero todo esto ha cambiado. Los sujetos históricos (los
trabajadores, las mujeres, las minorías raciales, culturales, religiosas, sexuales...) han necesitado siglos
para cambiar situaciones de injusticia que no pueden encontrar coartada en la idea de que son
tradiciones ancestrales. El triunfo de las ideas democráticas de las revoluciones burguesas y de la
razón científica han servido para impulsar todo tipo de movimientos de emancipación en los últimos
siglos, entre ellos el movimiento gltb.
Por otro lado la investigación histórica ha demostrado que antes del siglo XIII la homosexualidad
estaba admitida en la Iglesia y en muchos países existían liturgias específicas para bendecir parejas del
mismo sexo en un rito similar al del matrimonio. Con posterioridad, una ola de intolerancia se
apoderó de Europa y las minorías se convirtieron en chivo expiatorio: judíos, homosexuales,
heterodoxos... y estas ceremonias cayeron en desuso (Fuente: Las bodas de la semejanza. John
BOSWELL Profesor de Historia en la Universidad de Yale)
El origen léxico latino del término matrimonio se sitúa en la suma de las palabras matris+munus. Hay
que remontarse a la Roma antigua para obtener el contexto. Matris es “de madre” y en ese momento
se refería exactamente a eso, a hacer de madre; porque para todo lo demás el paterfamilias estaba
servido a placer. Por eso todo lo que hacía la esposa fuera de su función de madre, lo hacía a más a
más; aunque en cualquier caso siempre en régimen de esclavitud, porque no tenía derecho a negarse
a nada que le mandase hacer o dejar de hacer su dueño y señor. En cuanto al otro elemento, munus,
múneris, que es donde está la idea de contrato, se presta a algunas reflexiones léxicas interesantes.
Por empezar viene de una forma arcaica moenus, que nos remita a moenia y munitio, del ámbito de
las defensas. En realidad ese es uno de los caracteres de los oficios y de los contratos. El significado
propio de munus, es de una gran amplitud. El diccionario de Blánquez distingue 8 grupos de
significado: 1. Cargo, oficio, función, empleo o servicio público 2. Obligación, deber, carga, cuidado. 3.
Ocupación, trabajo realizado (el resultado), obra. 4. Gracia, favor, servicio prestado, beneficio. 5. Don,
regalo, presente. 6. Deberes de los deudos con los difuntos, exequias, funerales. 7. Espectáculos
públicos, fiestas, juegos (se aplicaba en especial a los combates de gladiadores). 8. En plural (múnera)
y relacionado con obras, edificios públicos construidos por un particular. El derecho romano
consideraba el matrimonio como la carga de la madre al cabeza de familia, el responsable (único) del
patrimonio (patris+munus). De hecho las mujeres (y esto felizmente ha cambiado, aunque no hace
tanto tiempo) han estado pasando del control del padre (como hijas) al control del marido (como
esposas) durante siglos. Con todo esto señalamos el terrible contenido que arrastra la palabra

2
Oceanía: Aranda y Tonga (matrimonio homosexual masculino) / África: Longo, Siwanies (Magreb) y Azande
(matrimonio homosexual masculino) / Asia: Yakut, Kovyat, Kamchadal (matrimonio homosexual masculino) y Chukchi
(matrimonio homosexual masculino y femenino) / América: Navajos, Warao (matrimonio homosexual masculino),
Achomari, Tupinambà, Sawa-Waktodo (matrimonio homosexual femenino). Fuente: Libro de la sexualidad. Elena FL
Ochoa. Madrid: El País, 1991
matrimonio que, a pesar de todo, se ha mantenido; aún con los importantísimos cambios sociales e
históricos acaecidos. Hoy el diccionario de la RAE define matrimonio. (Del lat. matrimonĭum) así: 1.m
Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. 2. m. En el
catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las
prescripciones de la Iglesia. El lenguaje, como las leyes, no son fósiles sirven para reconocer,
denominar o regular la realidad social, por ello las definiciones de los diccionarios cambian o no son
idénticas y, sin duda, el reconocimiento del matrimonio homosexual, es decir el contrato de
convivencia entre dos personas, significará un paso más en la dirección de la libertad y la democracia.
Argumentos jurídicos y legales

Las parejas de gays y lesbianas pueden ser consideradas dentro de otros tipos de convivencia (mayores o
discapacitados acogidos por familias, mayores que comparten piso para proporcionarse ayuda mutua,
jóvenes que comparten piso -sin relación sexual- para facilitar sus estudios, etc...), pero no por eso ser un
matrimonio, aunque si merecer algún tipo de protección legal

Ausencia de discriminación constitucional: Negar la consideración de matrimonio a las uniones


homosexuales no es una discriminación, sino un acto de justicia: se trata de forma diferente a lo que es
diferente. El homosexual, como cualquier otro ciudadano, puede contraer matrimonio con persona del
sexo opuesto; pero si quieren -en ejercicio de su libertad- unirse a una persona del mismo sexo, entonces
pretenden un forma de convivencia distinta del matrimonio y, por tanto, debe recibir un trato específica
diverso. De hecho, se observa que su empeño en ser inscritos como matrimonios obedece a la táctica de
allegarse todos los beneficios y reconocimientos sociales que la humanidad vienen otorgando al
matrimonio y a la familia natural, sin necesidad de demostrar qué beneficios o funciones sociales realizan
ellos a cambio. Negar el acceso al Registro Civil a las uniones homosexuales es la postura lógica jurídica,
ya que el Registro Civil se instituye para registrar matrimonios, no otras formas de convivencia. Sería como
empeñarse en inscribir el coche en el Registro de la Propiedad Inmobiliaria, en vez de hacerlo en la
Dirección General de Tráfico. No existe discriminación, sino empeño de los homosexuales de ser
excepcionales precisamente por su orientación sexual.

Los gays y lesbianas no están discriminados como parejas, lo que realmente exigen es una discriminación
positiva -un trato de favor- derivada de la orientación sexual que han escogido libremente.

Cuando las organizaciones gltb afirman que ellos ya forman familias, ya tienen hijos... Y evidentemente, la
protección de los niños debe prevalecer en cualquier caso, con independencia de cuál sea la situación de
los padres... pero esto no puede servir de excusa para que las personas con las que conviven dichos niños
reciban un reconocimiento que no les corresponde: la existencia de un niño no convierte en matrimonio la
relación de los adultos que con él conviven.

La “Familia Natural” no puede estar formada por dos adultos del mismo sexo y los hijos -naturales o
adoptados- de uno de ellos. Por muy bien que ese niño sea tratado y por mucho que se le quiera la
realidad es que nunca podría haber procedido de afecto y unión natural de los adultos con los que
conviven: de dos personas del mismo sexo no se deriva -ni natural ni artificialmente- un hijo.

El amor de una persona por otra -del mismo u otro sexo- no convierte a ésta en padre/madre de sus hijos...
Caso distinto es el que se produce cuando con el progenitor y los hijos convive una persona de sexo
contrario, ya que esta configuración es similar a la que se hubiese producido naturalmente si conviviesen
ambos progenitores de los niños, aportando a estos la oportuna complementariedad de los caracteres
masculino y femenino y estando esta unión abierta naturalmente a la llegada de nuevos hijos comunes.

Otro de sus alegatos es que no quieren legislaciones diferentes porque los homosexuales son iguales...
Efectivamente, en la práctica totalidad de las facetas sociales, la orientación sexual no debe ser un
aspecto diferenciador, ya que ésta queda en el ámbito de la esfera privada de la persona; pero
precisamente al regular la proyección pública de las relaciones afectivas y de convivencia, la orientación
sexual es un elemento clave: posibilitará o no la formación de la Familia Natural que constituye la célula
social básica y debe ser objeto de protección preferente por la sociedad (como así lo reconoce nuestra
Constitución en el artículo 39).

Afirman que ésta es una batalla que tienen ganada, porque ya dos países han aceptado el matrimonio
homosexual y los políticos están a su favor. Aparte de que esto no es cierto (198 países todavía no lo
admiten y están muy en contra: El propio Clinton, que no puede ser tachado de moralista, aprobó una ley
en la que se se especifica que cónyuge será únicamente el otro miembro del matrimonio y de sexo
opuesto...), también existe una corriente social cada vez más concienciada, dispuesta a defender la
institución matrimonial y familiar con una acción social activa, que acabará poniendo de ,manifiesto que
lo único que pretenden estos grupos de presión homosexuales es conseguir unos beneficios sociales y
económicos que no les son debidos.

Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio
con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que
abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan
gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo.
En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia.

Naturalmente, sólo la autoridad legítima tiene la potestad de establecer las normas para la regulación de
la vida social. Pero también es evidente que todos podemos y debemos colaborar con la exposición de las
ideas y con el ejercicio de actuaciones razonables a que tales normas respondan a los principios de la
justicia y contribuyan realmente a la consecución del bien común. Invitamos, pues, a todos, en especial a
los católicos, a hacer todo lo que legítimamente se encuentre en sus manos en nuestro sistema
democrático para que las leyes de nuestro País resulten favorables al único verdadero matrimonio.

En particular, ante la situación en la que nos encontramos, “el parlamentario católico tiene el deber moral
de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley” que pretenda legalizar
las uniones homosexuales.

Los argumentos jurídicos también son utilizados para atacar nuestras reivindicaciones, en síntesis
tenemos:

No reconocer el matrimonio homosexual no es discriminatorio ya que la unión de dos personas del


mismo sexo no es igual que una unión de personas de distinto sexo, por tanto situaciones diferentes
deben recibir un trato legal diferente, en resumen, diferenciar no es discriminar
Las uniones homosexuales merecen igual trato que cualquier otra fórmula de convivencia no
matrimonial (heterosexual).
Se puede buscar alguna fórmula para reconocer o dar cierta protección a las parejas homosexuales,
pero eso no será nunca un matrimonio.
Sólo dos países en el mundo han reconocido el matrimonio homosexual hasta ahora
Cuando reclamar igualdad en realidad están pidiendo un trato de favor, es decir, discriminación
positiva para una situación, las uniones homosexuales, que no son lo mismo que las uniones
heterosexuales desde cualquier punto de vista (natural, moral, sexual, reproductivo...)
Los católicos tienen derecho a opinar y oponerse al matrimonio homosexual y exigir que las leyes de
los Estados se opongan al mismo.

Frente a todo esto podemos contraponer las siguientes ideas:

La sociedad ha superado el concepto único de familia matrimonial y lo ha ampliado de manera clara a


la hora de ofrecer protección jurídica a uniones de hecho, a familias monoparentales, reconstituidas...
Si aceptamos que la reproducción de la especie no es la justificación del matrimonio, lo que es lo
mismo, del contrato civil de convivencia entre dos personas (que pueden decidir tener o no hijos, por
medios biológicos o artificiales) entonces ¿por qué motivo se intenta negar el acceso a esta figura del
derecho civil a las parejas que constituyen dos personas del mismo sexo?
¿Acaso de pone en duda la capacidad afectiva de las personas homosexuales?
¿No será que persiste la idea de que los desviados y desviadas, las parejas que constituyen, no
merecen la protección del derecho civil y de las leyes del Estado?
El matrimonio civil no es más que la puerta de acceso a la plena y total igualdad. El la reivindicación
de la igualdad no puede existir escamoteo o regateo. La igualdad sólo lo es cuando es plena. Lo
contrario es discriminar, con mejores o peores modos, pero, al fin, discriminar. Por ello no es
aceptable que existan figuras jurídicas distintas en función de la orientación sexual de las personas
que componen las parejas: gays y lesbianas han de poder elegir, como en resto de la ciudadanía entre
casarse civilmente, crear una unión de hecho (en el caso que esa figura exista en la legislación del
territorio correspondiente con sus correspondientes derechos y obligaciones) o ser una unión libre (es
decir, sin pasar por ningún trámite o registro).
Las parejas homosexuales o heterosexuales mantienen un lazo afectivo y sexual que no encontramos
en otro tipo de fórmula de convivencia con las que pretenden compararse (abuelos y nietos,
hermanos...).
Las parejas homosexuales existen de hecho, negar el derecho al matrimonio significa condenarlas a
una discriminación absolutamente cruel en casos como el acceso a una pensión de viudedad, a la
cobertura de la seguridad social, el derecho de nacionalidad si la pareja es extranjera, la tributación
fiscal, la obtención de una herencia, la consideración como primer familiar en el sistema sanitario o en
los seguros de vida... o simplemente tramitar un préstamo hipotecario para comprar una vivienda.
Todos estos ejemplos implican la reclamación de esos derechos en los tribunales mientras que una
pareja heterosexual que sea matrimonio tendrá automáticamente resuelta la pensión de viudedad, la
herencia, el cobro del seguro de vida, el pago del IRPF, dar la nacionalidad a su pareja, decidir en un
hospital sobre su pareja o pedir juntos un préstamo para la compra de una casa.
Es cierto que sólo Holanda y Bélgica han aprobado reformas para reconocer el matrimonio
homosexual. Pero lo importante no que sean sólo estos dos países, lo importante es que por fin hay
dos países que han dado el paso. También hubo un primer país que reconoció el derecho al voto para
las mujeres y nadie en nuestras sociedades cuestiona ese derecho.
La situación española es anómala en el conjunto de Europa: la mayoría de países reconocen, de un
modo u otro, a las parejas homosexuales como matrimonio o pseudomatrimonios. Los gobiernos
estatales del PP se han negado a reconocer el matrimonio homosexual (es decir la plena igualdad) o
las parejas de hecho homosexuales (que implicaría el reconocimiento de algunos derechos sin llegar a
la plena igualdad). Unicamente en algunas Comunidades Autónomas se han aprobado leyes de
parejas de hecho que, dado el escaso margen competencial en materia civil, han sido más elementos
de agitación social que de avance efectivo en la igualdad para gays y lesbianas.
La reivindicación de la objeción de conciencia a la hora de aplicar el derecho al matrimonio (una vez
este sea reconocido en el código civil) es una atentado gravísimo a las normas democráticas y de
convivencia pues se convierte en una acción de ataque unilateral a otras personas, gays y lesbianas y
sus derechos fundamentales.
Cuando la jerarquía católica reclama su derecho a opinar lo confunde con imponer sus valores. En
primer lugar no toda la sociedad es católica, y el Estado y sus leyes son para todos y todas, para los
creyentes y los que no lo son o tienen otras creencias. Recordemos que los derechos, el del
matrimonio, no es una obligación. Por ejemplo, aquellas personas que, siendo homosexuales, desde
sus convicciones morales y religiosas consideren que no deben casarse por que no cabe en su
concepto de matrimonio religioso pueden seguir sin casarse... pero ni estas personas ni la Iglesia
católica, desde su discurso oficial, pueden imponer su visión moral al conjunto de la sociedad
impidiendo o boicoteando el matrimonio civil de gays y lesbianas. Es imprescindible acatar la
separación entre el Estado y sus leyes y la Iglesia y las suyas. Lo contrario es el totalitarismo y olvidar
la irreversible separación entre Iglesia y Estado que costó siglos conseguir.
Argumentos económicos

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, declaró ayer que la propuesta socialista de equiparar los
derechos de las parejas de hecho con los de los matrimonios supondría una subida de impuestos y un
aumento del paro. Las declaraciones del ministro coinciden con una reciente homilía del cardenal
arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien advirtió de que dicha equiparación amenazaría
de quiebra la Seguridad Social. En rueda de prensa, Montoro explicó que esas equiparaciones entre
"diferentes condiciones" de los españoles suponen "más gasto público, que hay que financiar con mayores
impuestos o con más déficit público, lo que también pasa factura sobre el crecimiento económico y sobre
la creación de empleo, que flexiona a la baja".
Para el titular de Hacienda, el anuncio contenido en el programa electoral del PSOE de equiparar parejas
de hecho y matrimonios "no es de equiparación de derechos sociales, es en definitiva de pérdida de
empleo". Concluyó su referencia a este asunto afirmando que lo que anuncia el PSOE en su borrador de
programa para las próximas elecciones generales es "la sociedad de parados, que es lo que heredamos de
ellos [de los socialistas] en su día".
El ministro de Hacienda se pronuncia así de forma muy similar al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio
María Rouco Varela, que en una reciente homilía mantuvo que la regulación de las uniones de hecho
provocaría "sociedades avejentadas, amenazadas por una probable quiebra de los sistemas de Seguridad
Social, crecientemente insensibles a las exigencias de la solidaridad mutua", en las que "se multiplica el
dolor de los niños" por las rupturas de los padres y la "pérdida del insustituible ambiente familiar". Tras el
revuelo provocado por las palabras de Rouco, la Conferencia Episcopal negó que éste se refiriera a las
parejas de homosexuales, y dijo que el cardenal hablaba de renunciar al modelo de Dios.

En esta ocasión la oposición al matrimonio homosexual aparece relacionada con elementos como:

El matrimonio homosexual implicará un mayor gasto para el sistema de bienestar (pensiones, por
ejemplo) y, de esa manera, lo pone en riesgo de quiebra
El matrimonio homosexual implica más gasto público y eso amenaza la estabilidad económica, el
crecimiento y el empleo
Si se incrementa el desempleo la responsabilidad será de quien pide la equiparación de derechos.

Globalmente estas afirmaciones deben ser descalificadas como absurdas, aún así algunos hechos nos
ayudan a desmontar el ridículo intelectual de quien las mantenga:

Las pensiones de cada ciudadano, las que les corresponden como jubilación o por viudedad son fruto
de la cotización de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Lo grave es que a las parejas
homosexuales hasta ahora se nos niega la pensión de viudedad en tanto que no somos matrimonio y,
en el mejor de los casos, tenemos todo tipo de problemas para pelear por esa pensión en los
tribunales.
Unir de forma arbitraria y forzada la pérdida de empleos o la crisis económica con la consecución de
la igualdad legal para gays y lesbianas es una barbaridad, es mentira y sólo consigue un objetivo:
identificar a una minoría como responsable de las desgracias de la sociedad; es lo mismo que los nazis
alemanes hicieron con los judíos. Estas declaraciones del ministro Montoro y el cardenal Rouco
apuntaron en una dirección peligrosísima muy cercana a la xenofobia.
No hay que discriminar, menospreciar o maltratar a los
homosexuales, pero...

Las personas homosexuales, como todos, están dotadas de la dignidad inalienable que corresponde a cada
ser humano. No es en modo alguno aceptable que se las menosprecie, maltrate o discrimine. Es evidente
que, en cuanto personas, tienen en la sociedad los mismos derechos que cualquier ciudadano y, en cuanto
cristianos, están llamados a participar en la vida y en la misión de la Iglesia. Condenamos una vez más las
expresiones o los comportamientos que lesionan la dignidad de estas personas y sus derechos; y llamamos
de nuevo a los católicos a respetarlas y a acogerlas como corresponde a una caridad verdadera y
coherente.

Tampoco el principio de la justa autonomía personal puede ser razonablemente invocado. Una cosa es que
cada ciudadano pueda desarrollar libremente actividades de su interés y que tales actividades entren
genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad, y otra muy diferente es que actividades que no
representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad
puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y cualificado.

La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la
aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales.

En algunas ocasiones encontraremos una argumentación más dulce, sus ejes son:

Hay que respetar a las personas homosexuales, pero eso no implica el reconocimiento de derechos
como el matrimonio
Los homosexuales como personas merecen respeto, caridad... pero la homosexualidad, en tanto que
desviación, no puede ser tolerada

Frente a estas “amables” críticas debemos reaccionar con argumentos como:

El discurso oficial de la iglesia católica es discriminatorio y, además, tramposo. Es tramposo por que
las personas homosexuales no pueden disociar la homosexualidad de su persona.
Si pretenden que ocultemos o reprimamos nuestra homosexualidad que lo digan claramente, pero
que no disfracen de castidad o piedad lo que en realidad es represión y rechazo.
Si la Iglesia habla de respeto hacia las personas homosexuales la mejor manera de respetarlas es
evitar la cruel discriminación legal y social que sufren gays y lesbianas.
Es absolutamente contradictorio pedir respeto para las personas homosexuales y encabezar la
cruzada en contra la igualdad para gays y lesbianas y hablar de la homosexualidad como desviación o
conducta desordenada.
Hijos, hijas de gays y lesbianas y adopción

La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho
a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos
en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano. Ciertamente tal práctica sería gravemente
inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido también por la Convención
Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño, según el cual el interés superior que en todo caso hay
que proteger es el del infante, la parte más débil e indefensa.

Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad sexual crea obstáculos al desarrollo normal
de los niños eventualmente integrados en estas uniones. A éstos les falta la experiencia de la maternidad o
de la paternidad.

¿Será posible seguir sosteniendo la verdad del matrimonio, y educando a los hijos de acuerdo con ella, sin
que padres y educadores vean conculcado su derecho a hacerlo así por un nuevo sistema legal contrario a
la razón? ¿No se acabará tratando de imponer a todos por la pura fuerza de la ley una visión de las cosas
contraria a la verdad del matrimonio?

Es preferible tener al niño/a en un hospicio o recogiendo basura en un suburbio de un país pobre antes que
en una familia homoparental que lo cuide y lo proteja.

Los gays y lesbianas, y sus parejas, no están capacitados para adoptar niños/as.

Un niño, necesita padre y madre, porque necesita los referentes masculinos y femeninos.

Los niños criados por homosexuales serán también homosexuales.

Los heterosexuales son los únicos que pueden educar hijos, porque la naturaleza es así, para engendrar
aun niño es necesario el espermatozoide de un hombre y el óvulo de una mujer .

Aunque sea aceptable que los homosexuales adopten, la realidad de nuestra sociedad es que los niños
sufrirán, porque hoy por hoy la sociedad no acepta la homosexualidad. Por ello, es mejor que no se
permita la adopción hasta que no se haya aceptado completamente la homosexualidad en la sociedad.

En España no hay niños para adoptar, y los países del Tercer Mundo se van a oponer a permitir la
adopción por parte de parejas homosexuales.

Ningún país del mundo, excepto Holanda permite las adopciones.

Los estudios de psicólogos y otros profesionales demuestran que el ambiente en una familia de dos
hombres o dos mujeres no es adecuada para un niño

Aún no existen suficientes estudios que demuestren que vivir en una familia homosexual no sea perjudicial
para el niño).

Las ideas son bastate claras en sus enunciados, nuestras respuestas serán:

Antes de entrar en el siempre visceral debate sobre la adopción debemos recordar que ya existen familias
homoparentales con hijos. No se trata de un debate abstracto. Hay gays y lesbianas que han adoptado
individualmente, lo que permite la legislación española, luego han conocido a alguien especial y viven en
pareja con sus hijos o hijas. También las mujeres lesbianas tienen, y utilizan, la posibilidad de la
inseminación artificial. O, simplemente hay gays y lesbianas que tienen hijos de relaciones heterosexuales
anteriores. Es absurdo que gays y lesbianas, como personas individuales, puedan ser buenos padres y, sin
embargo, hasta el momento no se haya reconocido que una pareja gay o lésbica también lo pueda ser.
La confusión entre homosexualidad y esterilidad debe ser desmontada, incluso irónicamente.

Los sectores contrarios a nuestros derechos dirán que la solución es que a los gays y lesbianas como
individuos tampoco habría que permitírselo. Nuestra respuesta es: todos, y cada uno de los padres y
madres que han adoptado de forma individual, han pasado por rigurosos procesos en los que se ha
valorado su idoneidad como padres. Si los trabajadores sociales, los psicólogos y los jueces han dicho que
esa persona es idónea para acoger, cuidar, querer y educar a un niño o una niña, sin que hayan valorado
su orientación sexual, puesto que no es significativa en este tema, la opinión ultra no la consideramos
más cualificada que la de psicólogos y jueces.

El bienestar de los hijos e hijas de las familias homoparentales está siendo socavado por la discriminación
legal que sufren las parejas de gays y lesbianas. La negativa del PP a reconocer la plena igualdad para las
parejas homosexuales condena a los menores a la desprotección. Por tanto, es imprescindible proteger a
todos los niños y jóvenes eliminando las discriminaciones legales y luchando contra la homofobia en
todos los ámbitos. Para sintetizar, éstos son algunos de los derechos que se le niegan a los hijos de un
hombre o una mujer que vive con su pareja del mismo sexo:

El niño no heredará automáticamente del compañero/a de su padre/madre si aquél muere.


Al compañero/a se le puede denegar el que dé autorización para tratar médicamente al niño en
una emergencia.
El compañero/a puede verse impedido para interactuar oficialmente con la escuela del niño.
El niño podría no quedarse con el compañero/a de su padre/madre si éste/a muriera.
Si la pareja se separa, el padre/madre no biológico podría perder el derecho de custodia, con lo
que el niño perdería el derecho a seguir viéndolo.
El niño puede perder el apoyo económico de su padre/madre no biológico en caso de disolución
de la pareja, incluso en el caso de que hubiera sido durante años el principal o el único sustento
económico de la familia.

Hay lesbianas con hijos procedentes de relaciones heterosexuales. Muchas mujeres descubren su
lesbianismo después de años de matrimonio y con varios hijos. Estas mujeres en muchas ocasiones
escapan del matrimonio para vivir en pareja con otra mujer y se llevan a sus hijos, que pasan a vivir con la
pareja. La falta de un reconocimiento social y legal a estas situaciones provoca en estas mujeres y en sus
hijos situaciones de enorme sufrimiento. Normalmente, los padres y ex maridos reaccionan con mucha
agresividad ante esta situación y la primera amenaza que surge es la de arrebatarle los hijos a la madre
esgrimiendo para ello su lesbianismo. Esta amenaza paraliza a las mujeres durante los siguientes años,
pues ya no se atreverán a ser visibles ni a vivir su situación con normalidad. Estas familias serán invisibles
hasta que el estado reconozca en firme que la custodia no depende en ningún caso de la orientación
sexual, y que las obligaciones y los derechos de los padres y madres con respecto a sus hijos son las
mismas sea cual sea su orientación sexual.

Hijos concebidos por inseminación artificial. Las madres lesbianas con menos de cuarenta años, es más
probable que hayan concebido a sus hijos por inseminación artificial. En contra de lo que la mayoría de la
gente piensa, esta técnica es relativamente fácil y relativamente barata y en España, además, está al
alcance de cualquier mujer. El resultado de estos avances técnicos y científicos es que las lesbianas están
accediendo a la reproducción asistida en la medida en que desean, al menos en los países desarrollados. Y
esta situación es irreversible. El estado debe hacerse cargo de las nuevas situaciones creadas y garantizar
que todos los niños tengan los mismos derechos y que todos los adultos, envueltos en situación de
maternaje cumplan con las mismas responsabilidades. Parece como si, de alguna manera, se estuviera
reproduciendo ahora la discriminación que, hace años, pesaba sobre los niños nacidos de madres
solteras, que los hacía merecedores de menores derechos, con todas las implicaciones en el desarrollo de
la autoestima que ello implica. No es ahora una condena moral la que pesa sobre estos niños pero sí la
condena de la invisibilidad y un muro de silencio que tiene que romperse.

Como ha quedado reflejado en los argumentos anteriores nuestra prioridad es proteger a los menores. El
debate sobre si las parejas homosexuales deben poder adoptar, muy frecuentemente, se presenta como
una cuestión de derechos de gays y lesbianas. Esto es un error. Ni gays, ni lesbianas, ni tampoco
heterosexuales tienen derecho a adoptar, y así lo recoge la propia legislación. Son el niño o la niña los
que, ante una situación de desamparo, tienen derecho a que la Sociedad les proporcione la mejor opción
de familia que les pueda conseguir. Esta es la base del debate.

Por el contrario, los detractores de la adopción, no quieren defender al menor. Permitir la adopción por
parejas homosexuales es un paso a favor del menor. Cuando nos enfrentamos a las posturas contrarias a
la adopción por parejas homosexuales, vemos que tienen un discurso teórico de "defensa del menor"
pero en realidad, es al menor al que están perjudicando con su negativa. El interés del menor, se protege
mejor permitiendo la adopción por parejas homosexuales. Ya hemos visto que ya existen familias
homoparentales con hijos, en las cuales sólo uno de los progenitores tiene reconocido los derechos y
deberes para con su hijo/a. La adopción conjunta protegería mejor al menor porque le garantizaría los
beneficios sanitarios de ambos padres/madres.

Los conservadores prefieren al niño/a en un hospicio o recogiendo basura en un suburbio de un país


pobre antes que en una familia homoparental que lo cuide y lo proteja.

Es ridículo mantener que el/la menor está mejor en una institución de un país del Tercer Mundo, o
directamente en la calle, sin recursos, sin posibilidades de futuro, que con una pareja homosexual que sea
considerada apta por nuestros servicios sociales. Ni siquiera ellos se lo creen. NO les permitamos decir
que encima lo hacen por el bien del menor.

Podemos afirmar de manera rigurosa que no todos los gays y lesbianas, ni sus parejas, estarán
capacitados para adoptar niños/as. Por supuesto que no, ni todos los homosexuales, ni los transexuales,
ni los heterosexuales lo están. Lo que reivindicamos es el derecho de las parejas de gays y lesbianas a
presentarse ante los servicios sociales correspondientes y ofrecerse como una buena opción para un niño
o una niña que les necesite. Será función de los y las profesionales decidir si esa pareja concreta cumple
las condiciones para ser unos buenos padres o unas buenas madres de una personita también concreta.
Exactamente igual que les ocurre a las parejas heterosexuales. y si lo son, exigimos que puedan cumplir su
sueño de paternidad / maternidad en beneficio de un niño o una niña que habrá redescubierto un futuro.

Un menor no tiene como referentes exclusivamente a su padre ya su madre porque a lo largo del día
recibe miles de referentes, desde otros familiares, profesores, televisión, etc. Los niños de familias
monoparentales se desarrollan perfectamente. Esto no lo cuestiona nadie (excepto los sectores más
conservadores y reaccionarios). ¿Acaso se plantea que a las viudas o a las madres solteras o divorciadas se
les retiren su hijos para que sean criados por una familia heterosexual "completa"?

Si así fuese, en nuestra opinión, no pasaría nada, porque tanto la heterosexualidad, como la
homosexualidad o la bisexualidad, son formas igual de buenas de vivir la afectividad humana, pero
además no es cierto. Los estudios existentes demuestran que la inmensa mayoría de niños que viven en
familias homoparentales son posteriormente heterosexuales. Además, si esto fuese tan determinante,
muchos de nosotros no seríamos gays o lesbianas, ya que hemos sido criados en familias
heteroparentales.

La homosexualidad también es natural. Las personas homosexuales han existido siempre, es una parte
más de las formas de afectividad y sexualidad humanas. Lo importante a la hora de educar un hijo no es lo
puramente biológico. Hay muchos padres biológicos que maltratan a sus hijos. Lo realmente importante a
la hora de cuidar a un menor es ser capaces de cuidarle, educarle y quererle. Para el bienestar del niño o
la niña esto es lo importante.

Es un argumento inaceptable negar la adopción por que los niños sufrirán rechazo en su entorno social. La
sociedad también tiene reductos racistas, sin embargo todos estamos de acuerdo en que una persona
blanca y otra negra pueden tener los hijos que deseen. El hecho de que alguien pueda discriminar aun
nifio mulato no debe impedir su nacimiento; al contrario, debemos luchar porque sean los intolerantes los
que no tengan espacio en nuestra sociedad. Un ejemplo, muy similar, lo proporcionan los hijos de madres
solteras: hace unos años (muy pocos) ser hijo de una madre soltera era una tragedia por la presión social.
El esfuerzo de los movimientos sociales ha conseguido que semejante injusticia sea cada vez menos
frecuente. Sólo los ultra-conservadores siguen exigiendo a las mujeres que se casen antes de tener un
hijo. Además, en este punto hay que volver a recordar que las familias homoparentales con hijos YA
EXISTEN; no estamos hablando de situaciones teóricas.

Es un argumento relativamente cierto que los países de tercer mundo no permitan la adopción por parte
de gays y lesbianas. Pero en cuanto los países europeos empiecen a legislar a favor de la adopción, esto
cambiará radicalmente. Muchos países verán que sus niños desamparados están mejor en una familia gay
o lésbica holandesa o española, antes que atendidos por sus insuficientes recursos. Además, es curioso
que países como Estados Unidos sí tenga una gran bolsa de menores (de "raza" negra) que no son
demandados en número suficiente por las parejas estadounidenses. Algunos estados ya han mostrado su
disponibilidad para aceptar solicitudes en cuanto otros países concedan la idoneidad a parejas del mismo
sexo.

No es cierto que sólo Holanda acepte la adopción por parte de parejas homosexuales. Además, es
necesario que España deje de ser siempre la última en modificar su legislación. Por primera vez, estamos
en situación de ser uno de los primeros países en lograr una mejora social. Holanda permite la adopción
por parejas homosexuales, aunque sólo para niños holandeses. Gran Bretaña, incluso antes de reconocer
el matrimonio homosexual, también permite la adopción por parejas homosexuales Asimismo está
aprobada la adopción en Navarra y Euskadi . En Navarra la Ley no se encuentra paralizada por el recurso
que en su día presentó el PP y ha dado sus frutos con la sentencia de dos mujeres navarras que han
conseguido la adopción. También está permitida la adopción completa en algunos estados de Canadá; en
concreto Ontario y Columbia Británica permiten también el matrimonio pleno. Por su parte, Bélgica está
tramitando ya la posibilidad de abrir la adopción a parejas homosexuales y lo mismo ha anunciado el
Gobierno de Cataluña. Es un proceso imparable; ojalá no seamos los últimos.

Acerca de los estudios sobre niños y niñas en familias homoparentales. Aquí es donde más
descaradamente los ultra-conservadores mienten. A veces se oponen esgrimiendo estudios financiados
por instituciones ultracatólicas, a veces insisten en la ausencia de estudios rigurosos que guíen la decisión
de los políticos. En primer lugar, sí hay estudios y, en segundo lugar, en su inmensa mayoría aseguran que
no existen diferencias significativas entre niños y niñas criados en familias horno o heteroparentales. Un
recurso imprescindible es una recopilación de nada menos que 43 estudios de la Asociación Americana de
Psicología (APA), la más importante del mundo por número de asociados e influencia de sus
planteamientos. La reseña de estos 43 estudios, y otros materiales, puede obtenerse en:
http://www.apa.org/parent.html No os lo perdáis, y es útil imprimir estos documentos y enseñarlos en
caso de que alguien os diga que no hay estudios. Sí los hay. En el anexo se encuentra la síntesis de las
conclusiones del primer estudio español sobre El desarrollo infantil y adolescente en familias
homoparentales elaborado por la Universidad de Sevilla por encargo de la Junta de Andalucía y la
Comunidad de Madrid. Según dicha investigación No existe ninguna diferencia significativa entre nifios/as
criados en familias horno o heteroparentales en: competencia académica; competencia social; visión de
género, visión de la diversidad familiar; autoestima; ajuste emocional; ajuste comportamental; aceptación
por los compañeros; número de amigos; y satisfacción con amistades:
Los únicos puntos en los que se dieron diferencias pequeñas, pero significativas, fueron en la aceptación
de la homosexualidad, y su mayor flexibilidad en sus consideraciones de lo que es apropiado para
hombres o para mujeres, aunque tenían conocimiento sobre lo que la sociedad considera apropiado
según el género, eran más flexibles, menos estereotipados.

De la misma manera es especialmente impactante la conclusión con la que la APA termina el análisis de
estos estudios antes citados:

D. Conclusion
ln summary, there is no evidence to suggest that lesbians and gay men are unfit to be parents or that
psychosocial development among children of gay men or lesbians is compromised in any respect relative
to that among offspring of heterosexual parents. Not a single study has found children of gay or lesbian
parents to be disadvantaged in any significant respect relative to children of heterosexual parents. Indeed,
the evidence to date suggests that home environments provided by gay and lesbian parents are as likely as
those provided by heterosexual parents to support and enable children's psychosocial growth.

D. Conclusión:
En resumen, no hay evidencia que sugiera que lesbiana u hombre gays son inadecuados para ser padres o
que el desarrollo psicosocial de los hijos¡/as de lesbianas u hombres gays está comprometido en ningún
aspecto en relación a lo que lo está entre la descendencia de padres heterosexuales. Ni tan siquiera un
solo estudio ha encontrado que los hijos/as de padres gays o lesbianas estén en desventaja en ningún
aspecto significativo en relación a los hijos/as de padres heterosexuales. En realidad; la evidencia hasta la
fecha sugiere que los ambiente de los hogares proporcionados por padres gays y lesbianas son similares a
los proporcionados por padres heterosexuales, en cuanto a apoyar y permitir el crecimiento psicosocial de
los niños/as.

Y finalmente una pequeña sorpresa que nos desveló en su día el Informe Familias de Hecho: Informe sobre
la realidad social de las familias formadas por lesbianas, gays y sus hijos/as” de Jesús Generelo, Beatriz
Gimeno y Belén Molinuevo. Se trata de la situación legal de la adopción en los Estados Unidos. En la
medida en que ese país es un modelo para muchos de los sectores contrarios a nuestros derechos
debemos manejar este argumento con facilidad. En contra de lo que la mayoría de la gente piensa, en la
actualidad sólo hay un estado en los EEUU en el que la legislación prohiba específicamente adoptar a los
homosexuales, Florida. En los otros 49 estados los gays y lesbianas pueden adoptar como solteros o como
parejas. Es un tribunal el que tiene que decidir si la petición se ajusta a los estándares que cada estado
tiene fijados para los padres adoptivos. Peticiones de adopción por parte de dos padres o madres se
resuelven todos los días en los EEUU3. Al no haber una legislación específica que permita a las parejas del
mismo sexo adoptar niños, las leyes en los EEUU se han ido creando por la jurisprudencia que se emana de
las sentencias. Y sentencias hay, y muchas, tanto de tribunales ordinarios como de tribunales de apelación.
La mayoría de las sentencias nos son favorables e identifican el bienestar del menor con la protección que
pueden ofrecer dos padres o dos madres. Si la ola conservadora de los EEUU avanza vamos a tener,
paradójicamente, por un lado la prohibición del matrimonio homosexual y por otro la posibilidad de
adopciones conjuntas por parte de parejas homosexuales. Hemos incluido un anexo específico sobre este
asunto al final del presente documento.

3
La mayor parte de la información que se refiere a las adopciones en los EEUU está sacada de Nancy G. Maxwell,
Astrid A.M Mattijssen y Carlene Smith en Legal protection for all the children: Dutch-American comparison of lesbian
and gay parent adoptions. http://law.kub.nl/ejcl/arts31-2.html
Anexo Documental

Declaración de la organización Familia y Vida Sobre el matrimonio homosexual

Documento de la Conferencia Episcopal En favor del verdadero matrimonio

Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe Consideraciones acerca de los proyectos de


reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales

Reflexiones del Grupo Cristiano del Colectivo Lambda acerca del Directorio de la Pastoral Familiar de
la Iglesia en España

Las manipulaciones de la Conferencia Episcopal de Juan José Broch, Coordinador del Área de Asuntos
Religiosos de la FELGT

Prodeni respalda la adopción por homosexuales y afirma que está avalada por estudios y por
experiencias internacionales MALAGA, 30 (EUROPA PRESS)

70 curas catalanes defienden ritos religiosos para uniones homosexuales / Párrocos de base
admiten que vulneran la normativa de la Iglesia Girona / EL PAÍS. Sociedad.

Monseñor Amigo apoya la regulación civil de la familia “aunque no sea de hombre y mujer” /
“Existen muchas formas de familia”, dice el Cardenal Arzobispo de Sevilla AGENCIAS

Algunas consideraciones sobre el libro “Pedagogía Social” publicado por la UNED. Reflexiones sobre
la homosexualidad y la homofobia. Rubén Sancho Martínez

Síntesis El desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales. María del Mar González .
Dto. Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad de Sevilla.

Resumen de las conclusiones del estudio Familias de Hecho: Informe sobre la realidad social de las
familias formadas por lesbianas, gays y sus hijos/as” Jesús Generelo, Beatriz Gimeno y Belén
Molinuevo

Barómetro Centro Investigaciones Sociológicas / Junio 2004


Declaración de la Organización Familia y Vida
Sobre el Matrimonio Homosexual
Madrid, Octubre 2003

Últimamente se está hablando mucho del llamado matrimonio homosexual, al parecer las organizaciones
gays están dispuestas a dar la batalla para que su unión sentimental se equipare plenamente al
matrimonio de la manera más radical que existe: inscribiéndolas como matrimonios. Son muchos los
argumentos que proclaman; pero si se analizan detenidamente, sus acusaciones de discriminación,
desigualdad y marginación no son sino meras proclamas demagógicas.
Pretendemos ofrecer a continuación argumentos civiles, jurídicos y antropológicos que dejen al
descubierto el despropósito que significa equiparar la institución matrimonial con las uniones
homosexuales... y evitar un despropósito nunca puede ser calificado de discriminación.

La institución matrimonial:
Desde que la humanidad nos ha dejado registros históricos, hace unos 7.000 años, el matrimonio es la
unión de un hombre y una mujer con objeto de fundar una familia. Incluso en aquellas sociedades en
que la homosexualidad fue plenamente admitida en sociedad -Persia, Grecia, Roma-, en ningún momento
se pretendió confundir el matrimonio con la relación homosexual.
El matrimonio viene siendo regulado civilmente porque tiene una función y una proyección social. La Ley
no pretende regular el afecto o la relación sexual de los cónyuges -ni debe hacerlo, porque es un asunto
que debe quedar en la esfera de las relaciones privadas-; pero puede regular las normas de convivencia -y
su ruptura- cuando un compromiso privado pasa a ser público por sus consecuencias sociales: el
matrimonio es la base de la familia y ésta es la célula básica de la sociedad, fuente de estabilidad social y
lugar idóneo para la perpetuación de la especie.

Familia natural y ecología humana:


Es cierto que existen muchas formas de convivencia y que en la actualidad se ha dado en llamar familia a
cualquiera de ellas. Para evitar equívocos, en el Partido Familia y Vida hemos empezado a llamar Familia
Natural a la formada por los un hombre y una mujer unidos por un compromiso público permanente -
matrimonio- y los hijos. No hemos querido llamarla familia tradicional, porque pensamos que la
configuración de la familia no depende de la tradición o las costumbres, sino que viene forzosamente
dada por la propia naturaleza del hombre.

No ha gustado a algunos colectivos que reservemos el calificativo de natural a la Familia Natural, porque
se podría deducir que otras formas de convivencia serían antinaturales. Esto no es forzosamente así, las
demás formas de convivencia podrían ser sociales, artificiales o incluso antinaturales, según sus
características concretas y su adecuación o no a la naturaleza humana. Esto lo deberán determinar los
antropólogos, ya que el matrimonio y la familia son figuras jurídico-sociales porque previamente son
realidades naturales derivadas forzosamente de la configuración antropológica del hombre.

Es curioso que en plena era verde -en que la ecología es el límite del poder industrial del hombre- se haya
olvidado su principal faceta: la ecología humana, aquella que preserva tanto la naturaleza como las
instituciones naturales humanas. De nada sirve que nos opongamos a los alimentos transgénicos o a las
catástrofes ecológicas provocadas por las mareas negras en las costas, si adulteramos la naturaleza del ser
que debe consumir esos alimentos y disfrutar de esas costas. La defensa de la ecología humana debe
poner límites a todo experimento social -alteración de la familia natural- o científico -manipulación
genética- que ponga en peligro nuestra propia pervivencia como hombres.

Regulación de otros tipos de convivencia:


Dicho lo anterior, aparece la necesidad de regular de forma diferenciada cada tipo de convivencia, en
función a sus características, necesidades y función social específica, dotándola de aquellas ayudas y
medios que la optimicen, cuando su proyección social así lo aconseje. Por lo tanto, si se pretende regular
cualquier unión afectivo-sexual (entre ellas, la unión homosexual), se deberá determinar cuál es su
proyección social, sus funciones y, si se estima conveniente, la protección y medios que requiere para
cumplirlas. Para ello, se debe abrir un debate social y político que determine la forma de regularlo... pero
no se puede asimilar a una institución preexistente y totalmente distinta, como es el matrimonio, porque
con ello sólo se conseguiría crear confusión y debilitaría la institución matrimonial.

Además, se debe recordar que también hay otras formas de convivencia que pueden tener proyección
social, por su especial precariedad o por el beneficio que producen: mayores o discapacitados acogidos
por familias, mayores que comparten piso para proporcionarse ayuda mutua, jóvenes que comparten piso
-sin relación sexual- para facilitar sus estudios, etc...

Ausencia de discriminación constitucional:


Negar la consideración de matrimonio a las uniones homosexuales no es una discriminación, sino un acto
de justicia: se trata de forma diferente a lo que es diferente. El homosexual, como cualquier otro
ciudadano, puede contraer matrimonio con persona del sexo opuesto; pero si quieren -en ejercicio de su
libertad- unirse a una persona del mismo sexo, entonces pretenden un forma de convivencia distinta del
matrimonio y, por tanto, debe recibir un trato específica diverso. De hecho, se observa que su empeño en
ser inscritos como matrimonios obedece a la táctica de allegarse todos los beneficios y reconocimientos
sociales que la humanidad vienen otorgando al matrimonio y a la familia natural, sin necesidad de
demostrar qué beneficios o funciones sociales realizan ellos a cambio.

Negar el acceso al Registro Civil a las uniones homosexuales es la postura lógica jurídica, ya que el
Registro Civil se instituye para registrar matrimonios, no otras formas de convivencia. Sería como
empeñarse en inscribir el coche en el Registro de la Propiedad Inmobiliaria, en vez de hacerlo en la
Dirección General de Tráfico. No existe discriminación, sino empeño de los homosexuales de ser
excepcionales precisamente por su orientación sexual.

Sus quejas y proclamas habituales.


Ya hemos hablado de su denuncia de ser discriminados, cuando lo que realmente exigen es una
discriminación positiva -un trato de favor- derivada de la orientación sexual que han escogido libremente.
Otro de sus argumentos es que ellos ya forman familias, ya tienen hijos... Evidentemente, la protección de
los niños debe prevalecer en cualquier caso, con independencia de cuál sea la situación de los padres...
pero esto no puede servir de excusa para que las personas con las que conviven dichos niños reciban un
reconocimiento que no les corresponde: la existencia de un niño no convierte en matrimonio la relación
de los adultos que con él conviven.

Por otra parte, no puede ser considerada Familia Natural la formada por dos adultos del mismo sexo y los
hijos -naturales o adoptados- de uno de ellos. Por muy bien que ese niño sea tratado y por mucho que se
le quiera -nadie lo pone en duda- la realidad es que nunca podría haber procedido de afecto y unión
natural de los adultos con los que conviven: de dos personas del mismo sexo no se deriva -ni natural ni
artificialmente- un hijo. El amor de una persona por otra -del mismo u otro sexo- no convierte a ésta en
padre/madre de sus hijos... Caso distinto es el que se produce cuando con el progenitor y los hijos convive
una persona de sexo contrario, ya que esta configuración es similar a la que se hubiese producido
naturalmente si conviviesen ambos progenitores de los niños, aportando a estos la oportuna
complementariedad de los caracteres masculino y femenino y estando esta unión abierta naturalmente a
la llegada de nuevos hijos comunes.

Otro de sus alegatos es que no quieren legislaciones diferentes porque los homosexuales son iguales...
Efectivamente, en la práctica totalidad de las facetas sociales, la orientación sexual no debe ser un
aspecto diferenciador, ya que ésta queda en el ámbito de la esfera privada de la persona; pero
precisamente al regular la proyección pública de las relaciones afectivas y de convivencia, la orientación
sexual es un elemento clave: posibilitará o no la formación de la Familia Natural que constituye la célula
social básica y debe ser objeto de protección preferente por la sociedad (como así lo reconoce nuestra
Constitución en el artículo 39).

Afirman que ésta es una batalla que tienen ganada, porque ya dos países han aceptado el matrimonio
homosexual y los políticos están a su favor. Aparte de que esto no es cierto (198 países todavía no lo
admiten y están muy en contra: El propio Clinton, que no puede ser tachado de moralista, aprobó una ley
en la que se se especifica que cónyuge será únicamente el otro miembro del matrimonio y de sexo
opuesto...), también existe una corriente social cada vez más concienciada, dispuesta a defender la
institución matrimonial y familiar con una acción social activa, que acabará poniendo de ,manifiesto que
lo único que pretenden estos grupos de presión homosexuales es conseguir unos beneficios sociales y
económicos que no les son debidos.

Y, por supuesto, el Partido Familia y Vida proclamará en todo foro social y político en el que sea preciso
la defensa de la Familia Natural como parte fundamental de la defensa de la Ecología Humana.
Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española
En favor del Verdadero Matrimonio
Madrid, 15 julio 2004

1. El pasado 29 de junio, el Congreso de los Diputados votó favorablemente una proposición no de Ley del
Partido Socialista que solicita la equiparación legal plena de las uniones de personas del mismo sexo con
el verdadero matrimonio. El Gobierno, por medio del Ministro de Justicia, se apresuró a anunciar que en
septiembre remitirá a la Cámara un proyecto de Ley en este mismo sentido y que confía en que el
llamado matrimonio homosexual sea posible legalmente ya para comienzos del año próximo. También se
votaron varias proposiciones de Ley que legitimarían las uniones homosexuales de diversos modos.

2. Las personas homosexuales, como todos, están dotadas de la dignidad inalienable que corresponde a
cada ser humano. No es en modo alguno aceptable que se las menosprecie, maltrate o discrimine. Es
evidente que, en cuanto personas, tienen en la sociedad los mismos derechos que cualquier ciudadano y,
en cuanto cristianos, están llamados a participar en la vida y en la misión de la Iglesia. Condenamos una
vez más las expresiones o los comportamientos que lesionan la dignidad de estas personas y sus
derechos; y llamamos de nuevo a los católicos a respetarlas y a acogerlas como corresponde a una
caridad verdadera y coherente.

3. Con todo, ante la inusitada innovación legal anunciada, tenemos el deber de recordar también algo tan
obvio y natural como que el matrimonio no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo:
una mujer y un varón. A dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a contraer matrimonio
entre ellas. El Estado, por su parte, no puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un
modo arbitrario que excede sus capacidades y que dañará, sin duda muy seriamente, el bien común. Las
razones que avalan estas proposiciones son de orden antropológico, social y jurídico. Las repasamos
sucintamente, siguiendo de cerca las recientes orientaciones del Papa a este respecto.

4. a) Los significados unitivos y procreativo de la sexualidad humana se fundamentan en la realidad


antropológica de la diferencia sexual y de la vocación al amor que nace de ella, abierta a la fecundidad.
Este conjunto de significados personales hace de la unión corporal del varón y de la mujer en el
matrimonio la expresión de un amor por el que se entregan mutuamente de tal modo, que esa donación
recíproca llega a constituir una auténtica comunión de personas, la cual, al tiempo que planifica sus
existencias, es el lugar digno para la acogida de nuevas vidas personales. En cambio, las relaciones
homosexuales, al no expresar el valor antropológico de la diferencia sexual, no realizan la
complementariedad de los sexos, ni pueden engendrar nuevos hijos.

A veces se arguye en contra de estas afirmaciones que la sexualidad puede ir hoy separada de la
procreación y que, de hecho, así sucede gracias a las técnicas que, por una parte, permiten el control de la
fecundidad y, por otra, hacen posible la fecundación en los laboratorios. Sin embargo, será necesario
reconocer que estas posibilidades técnicas no pueden ser consideradas como sustitutivo válido de las
relaciones personales íntegras que constituyen la rica realidad antropológica del verdadero matrimonio.
La tecnificación deshumanizadora de la vida no es un factor de verdadero progreso en la configuración de
las relaciones conyugales, de filiación y de fraternidad.

El bien superior de los niños exige, por supuesto, que no sean encargados a los laboratorios, pero
tampoco adoptados por uniones de personas del mismo sexo. No podrán encontrar en estas uniones la
riqueza antropológica del verdadero matrimonio, el único ámbito donde, como Juan Pablo II ha recordado
recientemente al Embajador de España ante la Santa Sede, las palabras padre y madre pueden “decirse
con gozo y sin engaño”. No hay razones antropológicas ni éticas que permitan hacer experimentos con
algo tan fundamental como es el derecho de los niños a conocer a su padre y a su madre y a vivir con
ellos, o, en su caso, a contar al menos con un padre y una madre adoptivos, capaces de representar la
polaridad sexual conyugal. La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación
sexual de la persona. Ningún estudio ha puesto fehacientemente en cuestión estas evidencias.

b) La relevancia del único verdadero matrimonio para la vida de los pueblos es tal, que difícilmente se
pueden encontrar razones sociales más poderosas que las que obligan al Estado a su reconocimiento,
tutela y promoción. Se trata, en efecto, de una institución más primordial que el Estado mismo, inscrita en
la naturaleza de la persona como ser social. La historia universal lo confirma: ninguna sociedad ha dado a
las relaciones homosexuales el reconocimiento jurídico de la institución matrimonial.
El matrimonio, en cuanto expresión institucional del amor de los cónyuges, que se realizan a sí mismos
como personas y que engendran y educan a sus hijos, es la base insustituible del crecimiento y de la
estabilidad de la sociedad. No puede haber verdadera justicia y solidaridad si las familias, basadas en el
matrimonio, se debilitan como hogar de ciudadanos de humanidad bien formada.
Si el Estado procede a dar curso legal a un supuesto matrimonio entre personas del mismo sexo, la
institución matrimonial quedará seriamente afectada. Fabricar moneda falsa es devaluar la moneda
verdadera y poner en peligro todo el sistema económico. De igual manera, equiparar las uniones
homosexuales a los verdaderos matrimonios, es introducir un peligroso factor de disolución de la
institución matrimonial y, con ella, del justo orden social.

Se dice que el Estado tendría la obligación de eliminar la secular discriminación que los homosexuales han
padecido por no poder acceder al matrimonio. Es, ciertamente, necesario proteger a los ciudadanos
contra toda discriminación injusta. Pero es igualmente necesario proteger a la sociedad de las
pretensiones injustas de los grupos o de los individuos. No es justo que dos personas del mismo sexo
pretendan casarse. Que las leyes lo impidan no supone discriminación alguna. En cambio, sí sería injusto y
discriminatorio que el verdadero matrimonio fuera tratado igual que una unión de personas del mismo
sexo, que ni tiene ni puede tener el mismo significado social. Conviene notar que, entre otras cosas, la
discriminación del matrimonio en nada ayudará a superar la honda crisis demográfica que padecemos.

c) Se alegan también razones de tipo jurídico para la creación de la ficción legal del matrimonio entre
personas del mismo sexo. Se dice que ésta sería la única forma de evitar que no pudieran disfrutar de
ciertos derechos que les corresponden en cuantos ciudadanos. En realidad, lo justo es que acudan al
derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco.

En cambio, se debe pensar en los efectos de una legislación que abre la puerta a la idea de que el
matrimonio entre un varón y una mujer sería sólo uno de los matrimonios posibles, en igualdad de
derechos con otros tipos de matrimonio. La influencia pedagógica sobre las mentes de las personas y las
limitaciones, incluso jurídicas, de sus libertades que podrán suscitarse serán sin duda muy negativas.
¿Será posible seguir sosteniendo la verdad del matrimonio, y educando a los hijos de acuerdo con ella, sin
que padres y educadores vean conculcado su derecho a hacerlo así por un nuevo sistema legal contrario a
la razón? ¿No se acabará tratando de imponer a todos por la pura fuerza de la ley una visión de las cosas
contraria a la verdad del matrimonio?

5. Pensamos, pues, que el reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales y, más aún, su
equiparación con el matrimonio, constituiría un error y una injusticia de muy negativas consecuencias
para el bien común y el futuro de la sociedad. Naturalmente, sólo la autoridad legítima tiene la potestad
de establecer las normas para la regulación de la vida social. Pero también es evidente que todos
podemos y debemos colaborar con la exposición de las ideas y con el ejercicio de actuaciones razonables
a que tales normas respondan a los principios de la justicia y contribuyan realmente a la consecución del
bien común. Invitamos, pues, a todos, en especial a los católicos, a hacer todo lo que legítimamente se
encuentre en sus manos en nuestro sistema democrático para que las leyes de nuestro País resulten
favorables al único verdadero matrimonio. En particular, ante la situación en la que nos encontramos, “el
parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar
contra el proyecto de ley” que pretenda legalizar las uniones homosexuales.
6. La institución matrimonial, con toda la belleza propia del verdadero amor humano, fuerte y fértil,
también en medio de sus fragilidades, es muy estimada por todos los pueblos. Es una realidad humana
que responde al plan creador de Dios y que, para los bautizados, es sacramento de la gracia de Cristo, el
esposo fiel que ha dado su vida por la Iglesia, haciendo de ella una madre feliz y fecunda de muchos hijos.
Precisamente por eso, la Iglesia reconoce el valor sagrado de todo matrimonio verdadero, también del
que contraen quienes no profesan nuestra fe. Junto con muchas personas de ideologías y de culturas muy
diversas, estamos empeñados en fortalecer la institución matrimonial, ante todo, ofreciendo a los jóvenes
ejemplos que seguir e impulsos que secundar. En este proyecto de una civilización del amor las personas
homosexuales serán respetadas y acogidas con amor. Invocamos para todos la bendición de Dios y la
ayuda de Santa María y de San José.
Congregación para la Doctrina de la Fe
Consideraciones acerca de los Proyectos de Reconocimiento Legal de las Uniones entre
Personas Homosexuales
Roma, Junio 2003

INTRODUCCIÓN

1. Recientemente, el Santo Padre Juan Pablo II y los Dicasterios competentes de la Santa Sede (1) han
tratado en distintas ocasiones cuestiones concernientes a la homosexualidad. Se trata, en efecto, de un
fenómeno moral y social inquietante, incluso en aquellos Países donde no es relevante desde el punto de
vista del ordenamiento jurídico. Pero se hace más preocupante en los Países en los que ya se ha
concedido o se tiene la intención de conceder reconocimiento legal a las uniones homosexuales, que, en
algunos casos, incluye también la habilitación para la adopción de hijos. Las presentes Consideraciones no
contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al
problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de
pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las
diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la
familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva. Las presentes
Consideraciones tienen también como fin iluminar la actividad de los políticos católicos, a quienes se
indican las líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana para cuando se encuentren ante
proyectos de ley concernientes a este problema.(2) Puesto que es una materia que atañe a la ley moral
natural, las siguientes Consideraciones se proponen no solamente a los creyentes sino también a todas las
personas comprometidas en la promoción y la defensa del bien común de la sociedad.

I. NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS IRRENUNCIABLES DEL MATRIMONIO

2. La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la complementariedad de los sexos repropone una


verdad puesta en evidencia por la recta razón y reconocida como tal por todas las grandes culturas del
mundo. El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el
Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades.(3) Ninguna
ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe
únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal,
propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas. Así se perfeccionan mutuamente para
colaborar con Dios en la generación y educación de nuevas vidas.

3. La verdad natural sobre el matrimonio ha sido confirmada por la Revelación contenida en las
narraciones bíblicas de la creación, expresión también de la sabiduría humana originaria, en la que se deja
escuchar la voz de la naturaleza misma. Según el libro del Génesis, tres son los datos fundamentales del
designo del Creador sobre el matrimonio.
En primer lugar, el hombre, imagen de Dios, ha sido creado « varón y hembra » (Gn 1, 27). El hombre y la
mujer son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto varón y hembra. Por un lado, la
sexualidad forma parte de la esfera biológica y, por el otro, ha sido elevada en la criatura humana a un
nuevo nivel, personal, donde se unen cuerpo y espíritu.

El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza
aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. « Por eso dejará el hombre a
su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne » (Gn 2, 24).

En fin, Dios ha querido donar a la unión del hombre y la mujer una participación especial en su obra
creadora. Por eso ha bendecido al hombre y la mujer con las palabras: « Sed fecundos y multiplicaos »
(Gn 1, 28). En el designio del Creador complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo
tanto, a la naturaleza misma de la institución del matrimonio.
Además, la unión matrimonial entre el hombre y la mujer ha sido elevada por Cristo a la dignidad de
sacramento. La Iglesia enseña que el matrimonio cristiano es signo eficaz de la alianza entre Cristo y la
Iglesia (cf. Ef 5, 32). Este significado cristiano del matrimonio, lejos de disminuir el valor profundamente
humano de la unión matrimonial entre el hombre la mujer, lo confirma y refuerza (cf. Mt 19, 3-12; Mc 10,
6-9).

4. No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las
uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo,
mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales,
en efecto, « cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad
afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso ».(4)

En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales « están condenadas como graves depravaciones...
(cf. Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que
padecen esta anomalía sean personalmente responsables de ella; pero atestigua que los actos
homosexuales son intrínsecamente desordenados ».(5) El mismo juicio moral se encuentra en muchos
escritores eclesiásticos de los primeros siglos,(6) y ha sido unánimemente aceptado por la Tradición
católica.

Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales «
deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta ».(7) Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la
castidad.(8) Pero la inclinación homosexual es « objetivamente desordenada »,(9) y las prácticas
homosexuales « son pecados gravemente contrarios a la castidad ».(10)

II. ACTITUDES ANTE EL PROBLEMA DE LAS UNIONES HOMOSEXUALES

5. Con respecto al fenómeno actual de las uniones homosexuales, las autoridades civiles asumen
actitudes diferentes: A veces se limitan a la tolerancia del fenómeno; en otras ocasiones promueven el
reconocimiento legal de tales uniones, con el pretexto de evitar, en relación a algunos derechos, la
discriminación de quien convive con una persona del mismo sexo; en algunos casos favorecen incluso la
equivalencia legal de las uniones homosexuales al matrimonio propiamente dicho, sin excluir el
reconocimiento de la capacidad jurídica a la adopción de hijos.

Allí donde el Estado asume una actitud de tolerancia de hecho, sin implicar la existencia de una ley que
explícitamente conceda un reconocimiento legal a tales formas de vida, es necesario discernir
correctamente los diversos aspectos del problema. La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión,
de la verdad moral integral, a la cual se oponen tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como
la injusta discriminación de las personas homosexuales. Por eso, es útil hacer intervenciones discretas y
prudentes, cuyo contenido podría ser, por ejemplo, el siguiente: Desenmascarar el uso instrumental o
ideológico que se puede hacer de esa tolerancia; afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de
uniones; recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en
peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una
concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además,
a la difusión del fenómeno mismo. A quienes, a partir de esta tolerancia, quieren proceder a la
legitimación de derechos específicos para las personas homosexuales conviventes, es necesario recordar
que la tolerancia del mal es muy diferente a su aprobación o legalización.

Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio
con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que
abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan
gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo.
En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia.
III. ARGUMENTACIONES RACIONALES CONTRA EL RECONOCIMIENTO LEGAL DE LAS UNIONES
HOMOSEXUALES

6. La comprensión de los motivos que inspiran la necesidad de oponerse a las instancias que buscan la
legalización de las uniones homosexuales requiere algunas consideraciones éticas específicas, que son de
diferentes órdenes.

De orden racional

La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral,(11) pero aquélla no puede
entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia.(12) Toda ley
propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida
por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona.(13) Las legislaciones favorables a
las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a
las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en
juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución
esencial para el bien común como es el matrimonio.

Se podría preguntar cómo puede contrariar al bien común una ley que no impone ningún
comportamiento en particular, sino que se limita a hacer legal una realidad de hecho que no implica,
aparentemente, una injusticia hacia nadie. En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la
diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como
comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del
ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de alcance más vasto y
profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social.
Las leyes civiles son principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal.
Ellas « desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una
mentalidad y de unas costumbres ».(14) Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no
solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar en las nuevas
generaciones la comprensión y la valoración de los comportamientos. La legalización de las uniones
homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos
valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.

De orden biológico y antropológico

7. En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos
del matrimonio y de la familia que podrían fundar razonablemente el reconocimiento legal de tales
uniones. Éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de
la especie humana. El recurrir eventualmente a los medios puestos a disposición por los recientes
descubrimientos en el campo de la fecundación artificial, además de implicar graves faltas de respeto a la
dignidad humana,(15) no cambiaría en absoluto su carácter inadecuado.
En las uniones homosexuales está además completamente ausente la dimensión conyugal, que
representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Éstas, en efecto, son humanas cuando
y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la
transmisión de la vida.

Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad sexual crea obstáculos al desarrollo normal
de los niños eventualmente integrados en estas uniones. A éstos les falta la experiencia de la maternidad
o de la paternidad. La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa
someterlos de hecho a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los
pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano. Ciertamente
tal práctica sería gravemente inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido
también por la Convención Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño, según el cual el interés
superior que en todo caso hay que proteger es el del infante, la parte más débil e indefensa.
De orden social

8. La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La consecuencia inevitable


del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio, que se convierte
en una institución que, en su esencia legalmente reconocida, pierde la referencia esencial a los factores
ligados a la heterosexualidad, tales como la tarea procreativa y educativa. Si desde el punto de vista legal,
el casamiento entre dos personas de sexo diferente fuese sólo considerado como uno de los matrimonios
posibles, el concepto de matrimonio sufriría un cambio radical, con grave detrimento del bien común.
Poniendo la unión homosexual en un plano jurídico análogo al del matrimonio o la familia, el Estado actúa
arbitrariamente y entra en contradicción con sus propios deberes.
Para sostener la legalización de las uniones homosexuales no puede invocarse el principio del respeto y la
no discriminación de las personas. Distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o
un servicio social es efectivamente inaceptable sólo si se opone a la justicia.(16) No atribuir el estatus
social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la
justicia, sino que, por el contrario, es requerido por ésta.

Tampoco el principio de la justa autonomía personal puede ser razonablemente invocado. Una cosa es
que cada ciudadano pueda desarrollar libremente actividades de su interés y que tales actividades entren
genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad, y otra muy diferente es que actividades que
no representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad
puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y cualificado. Las uniones homosexuales no
cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto las tareas por las cuales el matrimonio y la familia
merecen un reconocimiento específico y cualificado. Por el contrario, hay suficientes razones para afirmar
que tales uniones son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad humana, sobre todo si aumentase su
incidencia efectiva en el tejido social.

De orden jurídico

9. Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por
lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las
uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento
jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.
Es falso el argumento según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesaria para evitar
que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo
reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos. En realidad, como
todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho
común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco. Por el contrario, constituye
una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que
pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social.(17)

IV. COMPORTAMIENTO DE LOS POLÍTICOS CATÓLICOS ANTE LEGISLACIONES FAVORABLES A LAS


UNIONES HOMOSEXUALES

10. Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales,
los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia. Ante
proyectos de ley a favor de las uniones homosexuales se deben tener en cuenta las siguientes
indicaciones éticas.
En el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un proyecto de ley a favor de
la legalización de las uniones homosexuales, el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar
clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio
voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral.
En caso de que el parlamentario católico se encuentre en presencia de una ley ya en vigor favorable a las
uniones homosexuales, debe oponerse a ella por los medios que le sean posibles, dejando pública
constancia de su desacuerdo; se trata de cumplir con el deber de dar testimonio de la verdad. Si no fuese
posible abrogar completamente una ley de este tipo, el parlamentario católico, recordando las
indicaciones dadas en la Encíclica Evangelium Vitæ, « puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas
encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura
y de la moralidad pública », con la condición de que sea « clara y notoria a todos » su « personal
absoluta oposición » a leyes semejantes y se haya evitado el peligro de escándalo.(18) Eso no significa
que en esta materia una ley más restrictiva pueda ser considerada como una ley justa o siquiera
aceptable; se trata de una tentativa legítima, impulsada por el deber moral, de abrogar al menos
parcialmente una ley injusta cuando la abrogación total no es por el momento posible.

CONCLUSIÓN

11. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la
aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien
común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la
familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al
matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo
para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común
de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de
toda la sociedad.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina
de la Fe, el 28 de marzo de 2003, ha aprobado las presentes Consideraciones, decididas en la Sesión
Ordinaria de la misma, y ha ordenado su publicación. Dado en Roma, en la sede de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, memoria de San Carlos Lwanga y Compañeros, mártires.

Joseph Card. Ratzinger. Prefecto


Angelo Amato, S.D.B. Arzobispo titular de Sila Secretario

(1) Cf. Juan Pablo II, Alocución con ocasión del rezo del Angelus, 20 de febrero de 1994 y 19 de junio de 1994; Discurso a los participantes en la
Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, 24 de marzo de 1999; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2357-2359, 2396;
Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8; Carta sobre la atención pastoral a las
personas homosexuales, 1 de octubre de 1986; Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no
discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992; Pontificio Consejo para la Familia, Carta a los Presidentes de las Conferencias
Episcopales de Europa sobre la resolución del Parlamento Europeo en relación a las parejas de homosexuales, 25 de marzo de 1994; Familia,
matrimonio y « uniones de hecho », 26 de julio de 2000, n. 23.
(2) Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la
vida política, 24 de noviembre de 2002, n. 4.
(3) Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 48.
(4) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357.
(5) Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8.
(6) Cf. por ejemplo S. Policarpo, Carta a los Filipenses, V, 3; S. Justino, Primera Apología, 27, 1-4; Atenágoras, Súplica por los cristianos, 34.
(7) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2358; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales,
1 de octubre de 1986, n. 12.
(8) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2359; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas
homosexuales, 1 de octubre de 1986, n. 12.
(9) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2358.
(10) Cf. Ibid., n. 2396.
(11) Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 71.
(12) Cf. ibid., n. 72.
(13) Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, I-II, p. 95, a. 2.
(14) Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 90.
(15) Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitæ, 22 de febrero de 1987, II. A. 1-3.
(16) Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, II-II, p. 63, a.1, c.
(17) No hay que olvidar que subsiste siempre « el peligro de que una legislación que haga de la homosexualidad una base para poseer derechos
pueda estimular de hecho a una persona con tendencia homosexual a declarar su homosexualidad, o incluso a buscar un partner con el objeto de
aprovecharse de las disposiciones de la ley » (Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a
propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992, n. 14).
(18) Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 73
Reflexiones del Grupo Cristiano del Colectivo Lambda, acerca del
Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España

La libertad de los hijos de Dios

Nosotros, los miembros del “Grup Cristià del Col·lectiu Lambda de Lesbianes, Gais i Transsexuals de
València”, somos una comunidad de cristianos y cristianas que tratamos de vivir nuestra fe desde nuestra
propia orientación sexual. Por la gracia del bautismo somos hijos de Dios e hijos de la Iglesia. Por este
motivo escuchamos siempre con respeto la voz de nuestros obispos a quienes reconocemos su autoridad
como sucesores de los apóstoles. Pero nuestros pastores necesitan que los cristianos y las cristianas les
hagamos llegar nuestras opiniones, nuestras inquietudes y nuestras dudas tanto sobre el contenido de sus
mensajes como sobre la forma de transmitirlos. De esta manera, desde la libertad de los hijos de Dios,
contribuimos al florecimiento de la Verdad y al anuncio del Evangelio en medio de nuestros hermanos y
hermanas.

Una lectura serena y atenta

El pasado día 2 de febrero se hacía público el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. Su
publicación, su presentación y su recepción en la sociedad, en la Iglesia y en los medios de comunicación
social no han pasado desapercibidas. En nuestra comunidad hemos hecho una lectura serena y atenta del
documento poniendo entre paréntesis tanto los ecos mediáticos de su presentación como los diversos
comunicados, comentarios o artículos surgidos estos días a favor o en contra del mismo. De esta lectura
han nacido estas reflexiones que hacemos llegar a la opinión pública en general y a nuestros obispos en
particular. Este mismo Directorio pide que “todo cristiano sea capaz de poder hablar como un ciudadano
libre al que todos deben escuchar con respeto” (8). Estas reflexiones son un ejercicio de esta capacidad.

¿Evangelio o Ley del matrimonio y de la familia?

Compartimos la necesidad de anunciar el llamado “Evangelio del matrimonio y de la familia”. La mayoría


de nosotros y nosotras hemos nacido, hemos crecido y hemos recibido la fe en el seno de una familia.
Muchos de nosotros hemos encontrado en la familia tolerancia, respeto y aceptación a nuestra
orientación sexual. Por eso creemos que sí, que el matrimonio y la familia son una buena nueva. No
obstante, en el magisterio y en la práctica pastoral de los últimos años este Evangelio tiende a convertirse
en Ley. Así es percibido por muchos cristianos y no cristianos. Tal vez por eso es incomprendido y deviene
escándalo y necedad, no por ser Evangelio, sino por ser Ley.

Familia y modelos familiares

Consideramos técnicamente bien redactados e incluso aceptables algunos apartados que exponen la
doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. No es ahora el momento de entrar en aquellos
puntos en que muchos cristianos venimos reclamando una revisión desde unas lecturas nuevas de la
Escritura y de la Tradición, como, por ejemplo, la valoración del placer, la moral sexual en general, el
divorcio, el uso de anticonceptivos, etc. Vamos a referirnos solamente a la familia y a los modelos
familiares. El modelo de familia que se nos describe está muy idealizado y presupone un núcleo familiar
occidental, sin problemas económicos y formado por individuos psicológicamente sanos y sin
discapacidades. En todo caso, se trata de un modelo que excluye otros modelos familiares que, serán
más acordes o menos con el Evangelio, pero que responden a situaciones personales o sociales reales.
Estos modelos “alternativos”, en cambio, no excluyen el modelo católico romano.

El proyecto de pastoral propuesto, aun teniendo muchos aspectos positivos, parte de un modelo de
familia prefijado, muy idealizado y perfeccionista, que hace ver que hay muchas “familias en situaciones
difíciles e irregulares”. Es decir, que al fijar lo que es una “familia en situación fácil y regular” nos deja
fuera a la mayoría, que vivimos difícilmente o fuera de la regla. Para la Iglesia somos entonces objetos de
atención pastoral o motivos de honda preocupación. Aunque el Directorio dice que en estos casos la
Iglesia “debe saber acoger a todos, para que ninguno deje de experimentar la cercanía y cuidado de la
comunidad eclesial” (203), esto en la práctica se convierte en este mensaje: “aniquila el elemento de tu
ser, de tu deseo o de tu situación que se define por oposición a la identidad de nuestro grupo, así te
permitiremos que formes parte de él y te daremos la única y verdadera identidad cristiana”. Habría que
sustituir esta lógica de la exclusión por una lógica de la gracia. Y el caso es que esta lógica de la gracia está
apuntada, aunque no desarrollada ni llevada a sus últimas consecuencias, en el mismo texto; por ejemplo,
cuando dice que el modo primero de acoger con fidelidad la Palabra de Dios “es saber interpretar las
distintas circunstancias y acontecimientos de la vida a la luz de la fe.

De esta manera transmite vitalmente la verdadera fuerza del Evangelio que ilumina la vida del hombre y
la transforma” (254). Desde la lógica de la gracia es el Dios vivo el que nos da el ser y el pertenecer a la
Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, más allá de las estrechas reglas eclesiásticas sobre la sexualidad,
el matrimonio y la familia. Nuestro Dios tiene un proyecto humanizador universal, basado en el amor, y
los homosexuales formamos parte de él.

Nosotros también estamos llamados al amor

Compartimos absolutamente el principio antropológico formulado en el Directorio según el cual “la


persona sólo se puede conocer, de modo adecuado a su dignidad, cuando es amada”(28). Encontramos
un punto luminoso del texto cuando se refiere a la vocación al amor que es constitutiva del ser humano.
Nosotros, gays y lesbianas, hemos sido llamados a la existencia tal como somos por amor y hemos sido
también llamados al amor (v. 29) en nuestra unidad integral de ser corpóreo-espiritual (v. 30), por tanto
no podemos separar nuestra vocación al amor de nuestra realidad corporal (y en ella incluimos nuestra
identidad y nuestra orientación sexual). También nosotros cuando amamos a alguien revelamos su belleza
y su dignidad.

También nosotros estamos comprometidos, con la ayuda de la gracia, en la tarea de “la integración de la
sexualidad, la afectividad y el amor en una historia unitaria y vocacional” (v. 33) y quisiéramos contar con
la ayuda de la comunidad eclesial. También quisiéramos que la Iglesia reconociera la unión entre personas
del mismo sexo como “un modo particular y específico de realizar la entrega de sí que exige el amor
esponsal” (v. 39) y que esta entrega pudiéramos asumirla en un estado de vida ante la sociedad y ante la
Iglesia (45).

¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?

Todavía no acabamos de entender por qué cuando se habla del matrimonio y de la familia siempre hemos
de salir a colación los homosexuales. En las pasadas Consideraciones sobre los proyectos de
reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales de la Congregación para la Doctrina de
la Fe también se aducía la defensa del matrimonio y de la familia para pedir a los políticos católicos que se
opusieran a cualquier tipo de legalización de uniones homosexuales. Parece que hemos sido elegidos
como chivos expiatorios que han de ser sacrificados para calmar la ira de Dios ante la “situación tan
desastrosa” en que se encuentra la sociedad española.

Cuando nosotros reclamamos unos derechos como clase no lo hacemos “a modo de privilegio”, tal como
dice el directorio, sino “a modo de justicia”. Y cuando nosotros exigimos el derecho a podernos casar, el
derecho a formar familias y el derecho a la adopción conjunta y a la patria potestad de nuestros hijos e
hijas esto no supone “una evidente injusticia”, como dice el documento, sino una evidente justicia. Hay
que desenmascarar estos argumentos supuestamente bondadosos y basados en la defensa del Derecho.
El Directorio niega incluso la consideración de “pareja de hecho” “a las formas de convivencia de carácter
homosexual” (234). Este es un caso extremo de negación de realidades a base de negar conceptos. Usted
convive de hecho con su pareja homosexual pero eso no es una pareja de hecho, nos dicen. Si seguimos
esta lógica, seguramente nosotros, gays, lesbianas, bisexuales y transexuales ni siquiera existimos.

¿Quién les asesora?

La Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal no ha realizado las consultas más adecuadas
sobre todo en la Introducción (7-24). Es, sin duda, este apartado el que ha alzado más voces críticas en la
opinión pública e incluso en el seno de la Iglesia. Se presupone que hay una cultura dominante,
postcristiana y pagana que valora negativamente el cristianismo; una sociedad nihilista y desesperanzada
que ha perdido los valores trascendentes y centrada en los valores utilitarios y cuantificables. Es cierto
que hay algunos datos, hechos o tendencias sociales que pueden hacer pensar esto; sin embargo, son
susceptibles de valoraciones diversas. Es verdad, por ejemplo, que vivimos en una sociedad secularizada,
pero tal vez esto no sea malo.
Desconocemos las fuentes de esta peregrina idea según la cual la llamada “revolución sexual” es la
responsable de la separación de la sexualidad del matrimonio, de la procreación y del amor y que haya
traído como frutos amargos las rupturas traumáticas de los matrimonios, la violencia doméstica, los
abusos sexuales y los hijos sin hogar. Estas afirmaciones suponen una falta grave de conocimientos
históricos y sociológicos sobre estos temas, sobre todo por lo que respecta al dramático camino de las
mujeres por recuperar su dignidad.

Falta de contención

Lo que más nos preocupa de este texto es algo que se lee entre líneas o entre páginas y, a veces,
literalmente. Y se trata de algo de lo que padece últimamente nuestro episcopado: la falta de contención.
Parece que no se pueden dar unas indicaciones breves, concisas y claras sobre pastoral familiar, sino que
hacen falta unas excesivas 248 páginas.
Parece que no se puede hablar con autoridad y entonces hay que recurrir al argumento de autoridad
citando otros documentos magisteriales continuamente. Véanse, si no, las 336 notas a pie de página.
Parece que no se pueden obviar opiniones o interpretaciones cuanto menos dudosas o cuestionables.
Algunas son claramente falsas y otras son simples chascarrillos. El concepto o fenómeno de “revolución
sexual”, por ejemplo, es algo difícil de caracterizar. Y la existencia de “lobbies” homosexuales es más que
dudosa.
Parece que nuestros obispos ni siquiera esconden ya su nostalgia por el nacionalcatolicismo. Parece que
entienden la democracia como un medio para imponer su programa cuando consigan una mayoría
absoluta católica y no como un sistema que asegura tanto los derechos personales como los derechos de
las minorías, sean regionales, lingüísticas, sociales o sexuales. Nos parece grave que se entienda como
cooperación al mal la participación de los agentes del derecho y los funcionarios judiciales en las causas
de divorcio y que se les pida la objeción de conciencia (215). Queremos recordar que en su tiempo se
pidió que los farmacéuticos católicos no vendieran preservativos y que este verano se pidió que los
políticos católicos se opusieran a cualquier iniciativa parlamentaria que supusiera una equiparación de las
uniones homosexuales al matrimonio. A este paso se pedirá a los profesores católicos que no expliquen la
teoría de la evolución o que no comenten a los filósofos o escritores ateos.

Oración

Este Directorio esconde un pequeño tesoro. Se trata de esta bellísima frase: “La oración es el lenguaje de
la esperanza que salva el deseo del hombre al introducirlo en el plan de Dios” (24). Nosotros, los
miembros del “Grup Cristià del Col·lectiu Lambda de València”, nos reunimos para hacer oración todos los
viernes del año por esta razón, porque así expresamos nuestra esperanza de que Dios transforme
interiormente nuestro deseo homosexual sin aplastarlo y sin aniquilarlo. Es decir, nuestro deseo
homosexual no es intrínsecamente desordenado, no es corrupto, sino que puede ser transformado desde
dentro en algo positivo, igual que ocurre con el deseo heterosexual, que por defectuosa y desordenada
que sea su vivencia, siempre es algo capaz de ser transformado en una cosa buena. Aniquilar el deseo
sería aniquilarnos a nosotros mismos.
Oramos con la esperanza de que algún día nuestros obispos también proclamen el Evangelio de la
homosexualidad, que no es sino el mismo y único Evangelio, cuyo núcleo, según nos recuerdan nuestros
obispos, es “revelar el amor del Padre por medio del amor” (20). Así sea.

Valencia, 9 de febrero de 2004


ADDENDA:

Nota sobre las declaraciones del Secretario del Tribunal Eclesiástico de Valencia

Durante la elaboración de estas reflexiones nos llega la noticia de las declaraciones del Secretario del
Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Valencia en la apertura del año judicial de dicho tribunal. Entre
otras cosas dijo que “por lo menos la mitad de estas personas *los homosexuales] tienen ciertas
desviaciones desde pequeños que pueden ser por la represión que han tenido o por la falta de
información”.

Lamentamos profundamente que una persona con una alta responsabilidad en los organismos judiciales
de nuestra diócesis y que ha de estar en contacto diario con personas que viven situaciones difíciles y
dolorosas exprese una incompetencia tan manifiesta en este tema. El magisterio oficial de la Iglesia ha
señalado en diversas ocasiones que aquellas personas que trabajan en estas instituciones han de ser
auténticos profesionales del derecho canónico y que han de auxiliarse de otras ciencias humanas para
tomar sus decisiones.

Nos preocupa que declaraciones como estas, que no son verdad porque no se corresponden con los
estudios más recientes sobre la homosexualidad, se repitan en algunos ámbitos eclesiales. Nos hace
pensar que las personas que se encargan de las causas de separación o nulidad en los tribunales
eclesiásticas no reciben la formación adecuada. No parece que esto contribuya a aumentar la confianza
de la sociedad y de los católicos en particular en la forma en que se resuelven los procesos de nulidad.
Las manipulaciones de la Conferencia Episcopal
Juan José Broch, Coordinador del Área de Asuntos Religiosos de la FELGT
23 de julio de 2004

Cuando una persona o institución quiere imponerse por encima de todo, acude a las verdades a medias,
oculta la parte de la realidad que no le es favorable, fuerza los argumentos, adopta una posición
autoritaria... Pues bien esto es lo que ha hecho la Conferencia Episcopal en la Nota de su Comité Ejecutivo
ante la próxima regulación del matrimonio homosexual, que no es más que una demostración de la
debilidad de su argumentación. Veamos algunos ejemplos.

En el apartado 4.a plantean que “La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta
identificación sexual de la persona. Ningún estudio ha puesto fehacientemente en cuestión estas
evidencias”.
En este punto la Conferencia Episcopal no explica que los informes en los que se apoya para realizar la
anterior afirmación están realizados por personas cristianas ultraconservadoras y que los informes que
concluyen todo lo contrario están elaborados por instituciones independientes. Respecto a estos últimos
quiero señalar uno de ámbito europeo y otro centrado en nuestra realidad española:

La Asamblea de Estados Miembros del Consejo de Europa en el informe sobre la “Situación de los
gays y las lesbianas en los Estados Miembros del Consejo de Europa” en el punto 48 recoge: “Han
tenido lugar multitud de estudios en los últimos veinticinco años. Ninguno ha podido determinar que
el hecho de ser educado por padres homosexuales perjudique a esos niños, ni que los padres
homosexuales serían peores padres que los padres heterosexuales, ni que estos niños se ven expuestos
a su vez a ser homosexuales”.

En el año 2.001 el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (gobernada por el Partido Popular)
y la Junta de Andalucía (PSOE) financiaron un estudio sobre el desarrollo infantil y adolescente en
familias homoparentales, que fue realizado por la Universidad de Sevilla y el Colegio Oficial de
Psicólogos de Madrid. Sobre los padres y madres destaca que son “sanos, comprometidos con la
educación de sus hijos con prácticas democráticas, que organizan para sus criaturas una vida
cotidiana estable, con una red social amplia de familiares y amigos, heterosexuales y homosexuales”.
Respecto a los niños concluye que “muestran un buen desarrollo y apenas se diferencian de sus
compañeros de edad que viven con progenitores heterosexuales”. Las únicas diferencias es que los
hijos de gays y lesbianas tienen una visión más igualitaria del papel social de ambos sexos y aceptan
mejor la homosexualidad. Finalmente recoge que los resultados coinciden con estudios similares
llevados a cabo en Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, Bélgica o Canada.

En otro apartado de su documento, la Conferencia Episcopal argumenta en contra del matrimonio


homosexual que “La historia universal lo confirma: ninguna sociedad ha dado a las relaciones
homosexuales el reconocimiento jurídico de la institución matrimonial”.

Aunque con esta afirmación son obviados muchos datos históricos que reflejan la normalidad de la
homosexualidad en diferentes sociedades (p.e. en la Grecia clásica), yo me voy a referir a dicha
normalidad en la historia del cristianismo:

En la Biblia aparecen numerosos ejemplos más o menos explíctos de relaciones homosexuales. Así en
los libros de Samuel se recoge el amor entre el Rey David y Jonatán: “Hizo Jonatán alianza con David
pues le amaba como a sí mismo” “¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay cómo te quería! Tu
amor era para mí más maravilloso que el amor de mujeres”.
La investigación histórica ha demostrado que antes del siglo XIII la homosexualidad estaba admitida
en la Iglesia y en muchos países existían liturgias específicas para bendecir parejas del mismo sexo en
un rito similar al del matrimonio. Con posterioridad, una ola de intolerencia se apoderó de Europa y
las minorías se convirtieron en chivo expiatorio: judíos, homosexuales, heterodoxos... y estas
ceremonias cayeron en desuso (Ver Las bodas de la semejanza. John BOSWELL).
Actualmente estamos en un proceso en el cada vez, son más las iglesias cristianas que normalizan la
homosexualidad en su seno y han abierto el sacramento del matrimonio a gays y lesbianas.

Y si todo esto no fuera suficiente, la Conferencia Episcopal de manera arrogante quiere imponer su
criterio a los parlamentarios católicos. Esto no hace sino demostrar que la Jerarquía sigue creyéndose
poseedora de la verdad absoluta ante lo que los cristianos de base no tenemos nada que decir. Nuestros
Obispos parecen olvidar que la historia tiene numerosos ejemplos de las barbaridades cometidas o
permitidas por sus antecesores al haber adoptado una posición absolutista (p.e. la inquisición; pasividad
ante el holocausto judío...)

No estaría de más que nuestros jerarcas se abrieran a las verdades que ofrecen las ciencias y a la verdad
revelada a través del Pueblo de Dios. Es necesario poner de manifiesto que somos muchas las personas
cristianas que, en coherencia con nuestra fe, estamos defendiendo el derecho de gays y lesbianas al
matrimonio (como referencia baste recordar algunos datos de la encuesta Gallup realizada
recientemente: El 60% de la población se muestra de acuerdo con que los homosexuales podamos
acceder a este derecho y sólo el 20% en contra; también es significativo que de los votantes del PP más
del 42% se muestran a favor).
Señores Obispos, seamos más fieles a la verdad, porque la verdad nos hará libres.
Prodeni respalda la adopción por homosexuales y afirma que está
avalada por estudios y por experiencias internacionales
Septiembre 2004, / MALAGA, 30 (EUROPA PRESS)

El vicepresidente de la Asociación Pro Derechos del Niño y la Niña (Prodeni), José Luis Calvo, respaldó hoy
que se permita la adopción a los matrimonios homosexuales y dijo que la decisión que mañana tomará el
Gobierno de España "está avalada por multitud de estudios nacionales e internacionales y por la
experiencia positiva de países donde esto ya funciona".

En declaraciones a Europa Press, Calvo explicó que "desde el punto de vista de la infancia, no hay ninguna
objeción para que los menores vivan con familias homoparentales, siempre que la pareja interesada en
adoptar pase los estudios y controles de idoneidad que actualmente deben superar los heterosexuales"
para acceder a la adopción. En este sentido, incidió en que "lo primordial no es el derecho de unos a
adoptar o el de otros a luchar por la familia tradicional, sino que lo importante siempre es el derecho del
niño". "En España desde hace años la adopción por parte de homosexuales es una realidad, por las
adopciones individuales, porque hay lesbianas que se inseminan o porque hay padres que acaban criando
a los hijos que tuvieron en un matrimonio con otras parejas del mismo sexo". "Y en ninguno de estos
casos se ha demostrado que exista perjuicio para el menor", argumentó el vicepresidente de Prodeni.

SIN RECHAZO EN LA ESCUELA

A este respecto, afirmó que "estudios nacionales e internacionales realizados en niños que viven ya en
familias homoparentales avalan esta medida". "Otra cosa son los prejuicios religiosos, que se basan
únicamente en los prejuicios mentales de unos pocos, pero que carecen de fundamentos o datos
objetivos".

En cuanto a la posibilidad de que la sociedad rechace a los menores con progenitores del mismo sexo,
Calvo aseveró que "está probado que para la convivencia del niño en la escuela no supone ningún
problema esta circunstancia y el rechazo que puede tener es el mismo de los hijos de heterosexuales por
otras circunstancias".

Por último, recordó que "antes de aprobar la adopción, el Gobierno ha mirado con lupa todas las variables
y no hay nada que demuestre o insinúe que los hijos criados por homosexuales salen peor que los de
heterosexuales o con una orientación sexual condicionada" por este hecho.
70 curas catalanes defienden ritos religiosos para uniones
homosexuales
Párrocos de base admiten que vulneran la normativa de la Iglesia
29 abril 2004 Girona / EL PAÍS. Sociedad.

El documento Reflexión sobre la acogida de las personas en la Iglesia, firmado por 73 curas progresistas
del Fórum Joan Alsina, de Girona, mantiene que excluir de la vida sacramental o de cualquier rito cultural
a las personas divorciadas o a las parejas homosexuales "es injusto e inhumano". Además, muchos de los
firmantes admiten que en sus parroquias "se está rompiendo sin ningún complejo la normativa de la
Iglesia", dando opción a parejas homosexuales o divorciadas a celebrar algún rito religioso que dé
testimonio de su amor.

Los curas afirman que no practican un sucedáneo del sacramento del matrimonio, aunque llevan a cabo
una ceremonia alternativa "con solemnidad y publicidad" cuando alguna pareja cristiana lo solicita. "¿Por
qué no pueden ellos celebrar el amor?", pregunta Vicenç Fiol, rector de Ullà.

Otros tres foros progresistas de curas de Cataluña se han adherido al documento de Girona, que podría
sumar en fechas próximas más de un centenar de eclesiásticos. El manifiesto del Fórum Joan Alsina, que
agrupa más de un tercio de los curas en ejercicio de la diócesis de Girona y recibe en sus parroquias a más
de la mitad de los feligreses, reclama en su documento, redactado por consenso a lo largo de unos seis
meses, que se acepten los métodos anticonceptivos, la fecundación asistida, la plena igualdad de la mujer
en el sacerdocio y que se respete también "la autonomía de la ciencia y de la sociedad civil".

Los curas estiman que la Iglesia debe "reconocer con criterio el valor de las opciones no sacramentales
para vivir en pareja estable, especialmente el matrimonio civil, sin hurgar en circunstancias que
pertenecen a la intimidad inviolable de las personas o a su personalidad diferenciada". El manifiesto
aconseja a los curas ofrecer a estas parejas "la posibilidad de celebrar su compromiso de donación mutua
con algún rito que exprese y signifique la bendición del Padre", y añade que "excluirlos de la vida
sacramental o de cualquier rito cultural es injusto e inhumano".

Jesús consuela

Los curas mantienen que las enseñanzas de Jesús están por encima de las disposiciones de la jerarquía
católica, y recuerdan que "Jesús cura, consuela y da alimento incluso cuando la ley lo prohíbe". Siguiendo
el mismo razonamiento, advierten que esta ruptura con la ley no debe producirse "a escondidas", sino a
los ojos de todo el mundo. Vicenç Fiol asegura que jamás han ocultado a la jerarquía sus opiniones -ayer,
una representación de curas entregó el documento al obispo de Girona- y que su arma es "el juego
abierto". El texto lamenta que muchas personas que "creen en Jesús" y desean vivir según sus enseñanzas
"topan con la ley, que reseca y mata el espíritu". Los clérigos aseguran que en sus iglesias viven
situaciones de personas que se sienten rechazadas porque "viven experiencias que no se ajustan a
normativas establecidas por tradición ancestral". Son muchos los curas que, ante tales situaciones,
deciden ofrecer cobijo espiritual a personas que la jerarquía consideraría excluidos. "En muchas iglesias
de base rompemos con la normativa de la Iglesia institucional. Lo hacemos sin ningún complejo, porque
no podemos negar acogida a nadie". Lluís Costa, rector de Torroella de Montgrí, lamenta que algunos
curas nieguen incluso la comunión a parejas homosexuales o divorciadas.

El Fórum Joan Alsina ya levantó una enorme polémica en sectores eclesiásticos con otro documento
publicado en 2002, en el que reclamaban el sacerdocio femenino, criticaban la ostentación de la Iglesia y
su alejamiento de los pobres. Los redactores del nuevo documento han tenido en cuenta aportaciones de
asociaciones cristianas de diversa índole, como colectivos de mujeres o de gays y lesbianas.
Monseñor Amigo apoya la regulación civil de la familia “aunque no sea
de hombre y mujer”. “Existen muchas formas de familia”, dice el
Cardenal Arzobispo de Sevilla”
21 abril 2004 AGENCIAS

El Cardenal Arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, apostó ayer por el “apoyo y regulación civil de la
familia”, aunque no sea de hombre y mujer”, durante un acto celebrado en Córdoba para inaugurar el
nuevo centro de los Hermanos de la Cruz Blanca.

En declaraciones a los periodistas, Amigo Vallejo respondió así a las repercusiones que puedan tener en la
sociedad española los cambios anunciados por el nuevo Gobierno socialista, como la posibilidad de
permitir matrimonios homosexuales y el que la religión no sea obligatoria en el sistema educativo.

En este sentido, el Cardenal dijo que “cualquier Gobierno, de cualquier partido, tiene que estar siempre
atento a aquello que pueda necesitar la sociedad” y añadió que “en este momento la sociedad española,
como la de otros países, necesita sobre todo que se apoye sin condiciones a la familia, que es lo más
importante”.

Amigo Vallejo reconoció que “existen muchas formas de familia”, ante lo que apostó por “respetar que
cada una tenga su identidad, porque hay unas convivencias de hecho que necesariamente tienen que ser
reguladas de alguna manera y que haya una cierta regulación civil, lo que no quiere decir que tengan que
estar formadas por un hombre y una mujer”.
Algunas consideraciones sobre el libro “Pedagogía Social” publicado
por la UNED. Reflexiones sobre la homosexualidad y la homofobia.
Rubén Sancho Martínez

Consideraciones Generales:

- En la contraportada del libro, se afirma que la Pedagogía Social constituye una “disciplina
científica”. En ese sentido, llama la atención que los autores realizan diversas afirmaciones (sobre
las que entraremos más tarde) que no se basan en la aportación de otras disciplinas científicas
con autoridad en la materia (como la Sexología, la Psicología, la Antropología, etc.) sino en sus
propios juicios de valor y opiniones personales. De ahí que el libro parezca más un “manual de
moral y buenas costumbres”, por cierto con un rancio sabor nacionalcatólico (ver referencias a la
sexualidad, a la pareja y a la familia, o a la objeción de conciencia), que un texto universitario.

- Del mismo modo, y en el mismo lugar, se afirma que “Este libro… está destinado al alumnado que
comienza la Diplomatura en Educación Social”. Y sin embargo parece que el libro, más que
educar, en el sentido de proporcionar información relevante al objeto de suscitar en el lector la
reflexión personal y el pensamiento crítico, pretende instruir, más bien adoctrinar, presentando
como científicos (y, por tanto, fuera de toda duda o discusión) valores y opiniones propios. En ese
sentido, sería mucho más honesto que comenzaran sus aseveraciones con un “nosotros
pensamos…”, “en nuestra opinión…”, “a nuestro juicio”, etc.

- Sorprende, pues, que el libro esté editado por la propia UNED (que si mal no recordamos, se trata
de una universidad pública), y plantea la pregunta de a qué se destina el dinero de los
contribuyentes, si a educar y formar futuros profesionales, o a adoctrinarlos a través del
currículum oculto (a veces no tanto) que subyace en este tipo de textos pretendidamente
científicos.

Consideraciones Específicas:

1. Página 190. “La integración en una nueva vida familiar”

En el primer párrafo, los autores comienzan su disertación con un bonito cuento de hadas sobre
Psicología Evolutiva, afirmando que de la inmadurez de la adolescencia se pasa a la confianza en sí
mismo del o la joven y “Esto mismo se ve en el hecho de que durante la adolescencia se interesaba por
muchas personas del otro sexo; el joven o la joven, por su parte, concentran su interés en un tipo
concreto de personas del otro sexo y, normalmente luego, en una sola persona, de la cual se
enamoran y con la cual se unen en lazos definitivos, fundando con ella un nuevo hogar, una nueva
familia”.

Con esta simplista y maniquea exposición de lo que pretendidamente les ocurre a todos los jóvenes
(categorizados, por cierto, prototípica e idealmente en el singular: “el adolescente”, “el o la joven”),
los autores dan una visión rectilínea, monocroma y homogénea de una evolución personal que, en
verdad, siempre tiene un carácter biográfico, esto es individual, subjetivo, y por tanto diferente para
cada persona, de lo cual no dan cuenta. Por tanto, ni todos los adolescentes y jóvenes se interesan
por personas del otro sexo, ni se unirán en lazos definitivos (por cierto, enamorarse no es un requisito
necesario para constituir un matrimonio, o al menos no es requerido por la ley).

En este párrafo, los autores están simplemente reproduciendo “su modelo ideal” de evolución psico-
social, de modelo familiar y de sociedad. Se trata del típico discurso social normativizador, que define
simultáneamente tanto la norma, el ideal, como el campo de la exclusión, de la desviación, de la
anormalidad, que constituyen los “diferentes”: los homosexuales, los que no se casan, los que se
divorcian (qué es eso de “lazos definitivos”), etc.

Esta misma visión se reproduce en el párrafo segundo, cuando nos advierten de “la facilidad con que
hoy día bastantes parejas jóvenes rompen fácilmente unos vínculos que poco antes se daban por
definitivos … Sólo deberían romperse las parejas mal hechas, inadecuadas, que son pocas; las demás
deberían saber cultivar mejor las relaciones humanas”. Aquí, nuestros paternalistas autores se
delatan en el uso que hacen del verbo deber, más relacionado con la moral y la religión que con la
educación, la psicología o la sociología. Y si bien podríamos estar de acuerdo en que hoy en día
algunas parejas, jóvenes y no tanto, tienen dificultades en manejar su relación, no coincidimos ni en
sus causas (falta de“tacto”, “prudencia”, …), ni mucho menos en su solución (“arte”, “buena
voluntad”, …). El párrafo, por cierto con regusto a análisis propio de confesionario, sigue ahondando
en esta visión moral de lo que se debe o no se debe hacer, y preparándonos para temas más
delicados…

El tercer y último párrafo, lo dedican a “la relación homosexual (masculina o femenina)”. Nuestros
bienintencionados autores creen que, “desde la educación, es preciso llamar la atención sobre este
asunto, pues condiciona la vida de bastantes personas y, a nuestro entender, la mayoría de las veces
de un modo desviado”, esto es, nos siguen insistiendo que en hay dos formas de vivir: en sociedad,
bien ajustados a las normas dominantes; o en sus límites, en el extrarradio de la desviación. Los
autores, o no se dan cuenta de que norma y desviación son las dos caras de la misma moneda, que es
la propia norma la que genera la desviación; o, simple y perversamente, pretenden manipular
ideológicamente a sus lectores.

Pero es más, y atención a esta bonita perla científica, los autores afirman categóricamente que “hay
dos clases de homosexuales: unos de causa natural (biológica) y otros que lo son por circunstancias
diversa, pero artificiales y accidentales”. Esta afirmación, aparte de que suscita en nosotros infinidad
de preguntas (con qué autoridad científica hablan, en qué parroquia o arzobispado hicieron algún
cursillo de 12 horas sobre sexualidad y moral cristianas, o en qué siglo estudiaron, etc.) no tiene
ninguna base científica. Ninguna disciplina científica (ni la Biología, ni la Medicina, ni la Psicología, ni
mucho menos la Sexología) ha aceptado ninguna teoría o explicación que explique la homosexualidad
como el resultado de una causa biológica o ambiental.

Existen innumerables estudios e investigaciones que han señalado la posible participación de


elementos genéticos (estudios de gemelos), de procesos químicos (hormonas), de estructuras
anatómicas (el hipotálamo), etc.; y sin embargo, además de que ninguno de ellos es concluyente (y
por tanto, válida e universalmente aceptado por la comunidad científica), muchos de ellos han sido
cuestionados o rebatidos en su procedimiento y/o en sus conclusiones, cuando se han analizado o
replicado. Y lo mismo ha sucedido con aquellas hipótesis que han pretendido dar cuenta de la
homosexualidad en base a causas ambientales (esto es, educativas y sociales).

Hoy por hoy, ni la Ciencia, en general, ni ninguna de sus disciplinas, en particular, puede explicar las
causas de la homosexualidad, como son incapaces de dar cuenta de la propia heterosexualidad, cosa
que los autores evitan comentar o desconocen. Estos señores obvian, además, que hace mucho, pero
bastante, que la ciencia ya no analiza la realidad desde el falso discurso dicotómico de “nature” versus
“nurture”. Al contrario, el análisis de las intrincadas relaciones entre naturaleza y ambiente se han
constituido como la vía científica más interesante y productiva a la hora de analizar y comprender la
complejidad de la vida humana.

Desde la Sexología científica, sin embargo, se han intentado desarrollar modelos interdisciplinares
comprehensivos que intenten abarcar los múltiples aspectos implicados en la sexualidad humana
(biológicos, psicológicos, culturales, sociales, etc.). Y lo que sí podemos afirmar es que la
categorización de la homosexualidad como desviación es en realidad el resultado de un modelo
sexual concreto, producto de la ideología social dominante histórica, cultural y socialmente, con la
cual por cierto se alían los autores, modelo e ideología que podemos describir como patriarcales,
familiares, procreativos, sexistas, heterocéntricos y homófobos. Y esto, y no otra cosa, es lo que
vienen a apoyar los autores con sus afirmaciones.

Pero los autores no acaban ahí, y afirman que “Los primeros (que son pocos) tienen todo su derecho a
su identidad y al ejercicio de la misma; pero los demás (que por oposición deben ser muchos) son
sujetos de una situación que se aparta de la vía natural (ojo al dato), y parece lógico que una oportuna
educación evite o corrija tal situación”

De este párrafo deducimos que los autores siguen un modelo “natural” de la sexualidad que se opone
a otro que, consiguientemente, deberíamos calificar de artificial o de cultural, según optemos por la
dicotomía natural-artificial o naturaleza-cultura. En todo caso, ese “natural” es portador de esencias,
de valores últimos y definitorios en extremo positivos que se oponen frontalmente a la negativa
perversión sexual producto de la cultura, el aprendizaje o el proselitismo que se ejercen por la vía de
la educación sexual, la televisión, las modas, la experimentación, ...

Desde un análisis constructivista, resulta obvio que el supuesto “modelo natural de la sexualidad” no
es más que otra construcción social, otro modo de normativizar la sexualidad, diferenciando lo
aceptable y lo condenable (desviado), lo bueno y lo malo, lo sano y lo enfermo (perverso) de la
sexualidad, y de señalar a la gente qué valores, y por tanto también qué comportamientos, son
aceptables, bueno y sanos, y deben adoptar. Poco queda de “natural” en la sexualidad humana, tal
vez, algo de la procreación, del embarazo y el parto (en todo caso, sometidos a procesos artificiales y
culturales de supervisión e intervención médica, administración de medicación, apoyo tecnológico,
etc.). La naturaleza humana es básicamente cultural y social, y no es tan malo.

Por cierto, que el discurso es además muy viejo. Es el discurso de la homosexualidad como
enfermedad (causas biológicas) o como vicio (causas ambientales), que distingue a los homosexuales
inocentes (que necesitan ser curados), de los culpables (que deben, otra vez, ser corregidos o
castigados). Lo que ocurre es que, conscientes de los cambios sociales y científicos acaecidos en las
últimas décadas (eliminación de la homosexualidad como patología por parte de las asociaciones
psiquiátricas, psicológicas y de la OMS, aceptación social de la homosexualidad, legalización y
consecución de derechos, etc.), los autores entienden que como ya no pueden curarnos a algunos (los
homosexuales de verdad, los biológicos, pero que somos los menos, dicen), al menosintentar asustar
a los curiosos (que recordemos, no son biológicamente homosexuales, pero pueden caer en nuestras
garras o, mucho mejor, en nuestras camas).

Y mientras nosotros nos preguntamos ¿cuándo acabará la Edad Media?


El desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales
María del Mar González. Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación.
Universidad de Sevilla.
Entidades Cofinanciadoras del estudio: Oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y Consejería de
Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía

Familias homoparentales son aquellas en que los progenitores son gays o lesbianas. Son familias en torno
a las cuales lo desconocemos casi todo en España, puesto que éste es el primer estudio que se realiza
acerca de ellas en nuestro país. Existe un amplio debate social en la actualidad a propósito de estas
familias y, sobre todo, de la incidencia para el desarrollo de niños y niñas del hecho de crecer en ellas. El
presente estudio nació del interés común de distintos colectivos e instituciones públicas por conocer una
realidad hasta entonces olvidada.

Pretende responder a cinco preguntas:

1. ¿Cómo desempeñan gays y lesbianas sus roles parentales y qué hogares configuran para sus hijos e
hijas?.
2. ¿Cómo es la dinámica de relaciones dentro de las familias homoparentales?
3. ¿Cómo es el entorno social de estas familias: son familias aisladas o integradas en la sociedad?.
4. ¿Cómo es la vida cotidiana de estos chicos y chicas?.
5. ¿Cómo es el desarrollo y ajuste psicológico de los chicos y chicas que viven con madres lesbianas o
padres gays?.

La muestra total de familias estudiadas es de 28, siendo 15 de ellas de la Comunidad Andaluza y 13


familias de la Comunidad Madrileña. Los siguientes tipos de familias integran la muestra:

15 familias de madres lesbianas con hijos/as procedentes de uniones heterosexuales previas.


10 familias de madres lesbianas o padres gays que tuvieron sus hijos/as cuando se vivían como tales,
en 5 de los casos por inseminación artificial y en otros 5 casos por adopción.
3 familias en las que los padres no tienen la custodia de sus hijos o hijas pero conviven diariamente
con ellos.

De estas, 21 familias estaban encabezadas por mujeres y 7 por hombres. La mitad de las familias eran
monoparentales y la otra mitad biparentales. Dentro de estas familias, pudo completarse el estudio de 25
hijos o hijas, todos ellos menores de edad. De ellos, 5 tenían edades de escuela infantil, 12 cursaban
primaria y 8 secundaria.

Resultados.

1. ¿Cómo desempeñan gays y lesbianas sus roles parentales y qué hogares configuran para sus
hijos e hijas?.
Son padres y madres con una alta autoestima y buena salud mental, así como flexibles en sus roles de
género, disponiendo de recursos económicos suficientes para cubrir las necesidades materiales de
sus hijos/as.
Conocedores del desarrollo infantil y con ideas evolutivo-educativas fundamentalmente "modernas"
o "actualizadas" que lleva a una mayor implicación en la crianza y educación de los hijos/as.
Un estilo educativo "democrático", caracterizado por niveles altos de comunicación y afecto,
exigencias de responsabilidades y disciplina razonada.
Son padres y madres que mayoritariamente consideran la paternidad o la maternidad “lo más
importante de sus vidas” y cuyo valor educativo principal es “el respeto a los demás y la tolerancia”.
2. ¿Cómo es la dinámica de relaciones dentro de las familias homoparentales?

Cuando los progenitores conviven en pareja (la mitad de la muestra, todas mujeres) hemos
encontrado relaciones bastante satisfactorias, caracterizadas por altos grados de amor y bajos o
moderados en conflicto, además de un reparto bastante igualitario de tareas.
Las relaciones parento-filiales son descritas como comunicativas y afectuosas, al tiempo que poco
conflictivas.
La dinámica de relaciones de estas familias parece bastante idónea, puesto que se configura como
ordenada y estable, al tiempo que flexible; cohesionada y con lazos estrechos, al tiempo que
favorecedora del desarrollo individual de sus miembros.

3. ¿Cómo es el entorno social de estas familias: son familias aisladas o integradas en la sociedad?.

Son padres y madres que disponen de una amplia y variada red de personas, con las que mantienen
contactos frecuentes, y que les prestan un apoyo emocional e instrumental del que se sienten
altamente satisfechos.
Cuentan con el apoyo y la implicación de sus familias de origen (abuelos, abuelas, tías, etc.), con
quienes mantienen relaciones frecuentes y estrechas.

4. ¿Cómo es la vida cotidiana de estos chicos y chicas?.


La característica principal es la estabilidad de las rutinas diarias y de las actividades desarrolladas
durante los días escolares y la variedad de experiencias que introducen los fines de semana. Las
actividades de tiempo libre que desarrollan son idénticas a las de sus compañeros y compañeras de
clase.

5. ¿Cómo es el desarrollo y ajuste psicológico de los chicos y chicas que viven con madres lesbianas
o padres gays?

Muestran una aceptable competencia académica, obteniendo niveles entre medios y altos.
Presentan niveles promedios de competencia social o habilidades sociales.
Su autoestima se sitúa en los valores medios-altos.
Poseen buen conocimiento de los roles de género, es decir, de lo que la sociedad considera más
apropiado para hombre y mujeres.
Presentan buen ajuste emocional y comportamental.
Están integrados en su grupo de clase, en el que disfrutan de una aceptación social en sus niveles
promedio, al tiempo que disponen de amigos o amigas íntimos.
Tienen ideas favorables a la integración social de la diversidad cultural, familiar o de orientación
sexual.

Los análisis de comparación de todos estos indicadores de ajuste psicológico entre los chicos y chicas de la
muestra de familias homoparentales y dos muestras paralelas de chicos y chicas con familias
heteroparentales, tomadas de su entorno, mostraron los siguientes resultados:

No hubo diferencias estadísticamente significativas entre los chicos y chicas de familias


homoparentales y los procedentes de familias heteroparentales en competencia académica,
competencia social, autoestima, ajuste emocional y comportamental, conocimiento de los roles de
género, aceptación e integración en su grupo o aceptación de la diversidad social.

Aparecieron diferencias en dos medidas parciales:


- Los chicos y chicas de familias homoparentales mostraron mayor flexibilidad en los roles de
género.
- También mostraron mayor aceptación de la homosexualidad.
“Familias de Hecho: Informe sobre la realidad social de las familias
formadas por lesbianas, gays y sus hijos/as”
Jesús Generelo, Beatriz Gimeno y Belén Molinuevo

Este dossier pretende sacar a la luz una realidad innegable: la existencia de familias de lesbianas y gays
con y sin hijos. Según algunas investigaciones, varios millones de niños viven con padres gays y madres
lesbianas en la UE. Un estudio encargado por el Senado de Berlín cifra en 1 millón el número de lesbianas
y gays con hijos sólo en Alemania. En EEUU, las cifras que se manejan van de 3 a 14 millones de niños en
hogares homosexuales. Lo que se pretende, en definitiva, es abordar el tema desde los datos, los
conocimientos empíricos y el análisis de realidades concretas, y no desde los prejuicios ideológicos.

El miedo a que estos niños sufran algún tipo de perjuicio por ser educados en un hogar con personas de
un mismo sexo, carece de todo fundamento. Primero, porque la experiencia de todos estos millones de
niños demuestra que no es así. Segundo, porque existen docenas de estudios empíricos que afirman
categóricamente que no existe ninguna diferencia entre los hijos de una pareja heterosexual, de un hogar
monoparental o de una pareja lesbiana o gay. En este dossier se recogen más de 70 estudios realizados en
EEUU, Canadá, Gran Bretaña, Holanda, Francia, etc. Especialmente interesante es el texto de Charlotte
Patterson titulado: “Lesbian and gay parenting: a resource for psychologists”. En este se repasa toda la
literatura de estudios enfocados de manera pluridisciplinar sobre los efectos de la educación de niños en
hogares homosexuales. La conclusión es que todos esos estudios, realizados con muestras y metodologías
muy diversas afirman sin ambigüedades que esos niños muestran un desarrollo psicológico, educativo, de
socialización, etc. absolutamente positivo. Este informe pertenece a la Asociación Americana de
Psicología.

Otros estudios están avalados por instituciones como la Asociación Americana de Psiquiatría, los
Tribunales Supremos de varios estados norteamericanos, la Asamblea del Consejo de Europa, el
Parlamento Europeo, etc. Este último, en concreto, ha aprobado dos resoluciones para pedir a los países
miembros de la UE que terminen con cualquier discriminación hacia lesbianas y gays, incluidos el derecho
al matrimonio y a la adopción conjunta.

Lo que se debe conocer al debatir este tema es que las leyes españolas permiten el acceso de personas
solteras, incluidas lesbianas y gays tanto a la adopción como a la inseminación artificial. La cuestión, por
tanto, es ¿por qué no se permite a las parejas de lesbianas y gays con hijos ofrecer a éstos la misma
protección y seguridad que ofrecen las parejas de los padres y madres heterosexuales? ¿Por qué un padre
no biológico heterosexual no puede irse de su hogar sin verse obligado a pasar una pensión mientras que
un padre no biológico gay sí puede hacerlo?

Las lesbianas están acudiendo cada vez más a los centros de inseminación artificial. Algunos informes
llegan a afirmar que el 80% de las mujeres solteras que se inseminan en centros privados son lesbianas.
Además, la autoinseminación de semen de un amigo con una jeringuilla es una práctica común. La
información sobre cómo se debe realizar figura en las numerosas páginas web que sobre esta cuestión
existen en la red. Y, por último, no hay que olvidar que muchos gays y muchas lesbianas tienen hijos de
relaciones heterosexuales más o menos duraderas. El dossier también recoge estudios sobre los
denominados “matrimonios heterogéneos”, formados por un gay o una lesbiana y un/a heterosexual.
Éstos matrimonios suelen terminar en una separación y las madres lesbianas, por regla general se quedan
la custodia de los hijos y reemprenden su vida con una mujer.

El Tribunal Supremo de los EEUU ha reconocido la figura del “padre/madre psicológico”, es decir la pareja
del padre o madre biológicos que ha ejercido la paternidad durante un tiempo y a la que los niños ven
como su figura paterna o materna. Negar al niño el derecho a ser reconocido por esta figura cuando se
trata de una lesbiana o un gay es una crueldad que tiene efectos claramente negativos para él:
 Crece en un hogar que no es reconocido por la ley.
 No tiene derecho a recibir herencia.
 No se beneficia de las ventajas fiscales de una declaración de renta conjunta.
 En caso de crisis, la persona que mejor lo conoce (en caso de faltar el padre/madre biológico)
no puede tomar decisiones legales sobre él (educativas, sanitarias…).
 No tiene asegurada la pensión en caso de separación de sus progenitores.
 No tiene asegurado el contacto con su padre/madre psicológico en caso de separación o
muerte del padre/madre biológico.

Mantener unas leyes que permiten situaciones de este tipo no sólo es discriminar a personas con una
orientación sexual que está protegida por la Constitución y otras leyes de rango menor, es producir un
claro perjuicio para sus hijos. Y la razón para ello no pasa de ser un simple prejuicio ideológico contra la
homosexualidad. Prejuicio que un estado de derecho no se puede permitir.

Reservar el matrimonio para parejas heterosexuales en base a que se trata de una institución enfocada a
la reproducción y la educación de las nuevas generaciones no se sostiene porque:

1º. Como hemos visto, también existen parejas de un mismo sexo que tienen y educan hijos. Aunque
éstos no sean hijos biológicos de los dos miembros de la pareja. Lo mismo sucede con los matrimonios
que adoptan, o las familias formadas por hijos procedentes de relaciones anteriores.

2º. A ningún matrimonio heterosexual se le exige tener hijos. De hecho, muchos deciden no tenerlos. Si
este argumento se aplicara a las personas heterosexuales, el matrimonio también debería estar prohibido
una vez superada la edad fértil.

El dossier también recoge numerosos casos jurídicos de los EEUU en los que los tribunales han permitido
el derecho a la adopción, bien de parejas homosexuales o de los hijos de las parejas, basando siempre sus
argumentaciones en el mayor beneficio de los niños.

No hay que olvidar, por ejemplo, que existen numerosos niños en centros de acogida que están
esperando ser acogidos y que, por sus particulares circunstancias, no encuentran un hogar donde hallar la
estabilidad. Cerrar las puertas a hogares estables por un prejuicio contra la homosexualidad también es
una crueldad. Eso por no hablar de los miles de niños en situaciones dramáticas que esperan la adopción
internacional.

Lo absurdo de negar el derecho a un hogar a todos estos niños basándose en que serían discriminados al
vivir en una familia atípica se demuestra con la reciente noticia de una juez italiana que ha prohibido la
adopción de niños “de color” en pueblos pequeños para evitarles la misma discriminación. Mejor
enfermos, desnutridos y abandonados que con padres gays o madres lesbianas.

Por último, el dossier hace un resumen de las innumerables muestras de interés sobre las familias
lesbianas y gays que han dado los medios de comunicación en los últimos años: películas, series y
programas de TV, documentales, reportajes de prensa, noticias, etc. También se recogen algunas
encuestas que muestran que la población española, especialmente la más joven, no muestra ya gran
rechazo por este estilo de vida.

En concreto, una encuesta del CIS de principios de 1997 mostraba que un 57’4% de la población creía que
“los homosexuales que viven juntos de forma estable deberían tener los mismos derechos legales,
sociales y económicos que las parejas heterosexuales casadas”. De este porcentaje, un 85% creía incluso
que deberían tener derecho a contraer matrimonio civil. Sólo un 33% opinaba lo contrario. Y desde
entonces han pasado casi cuatro años de vital importancia para la evolución de este tema.
“Familias de Hecho: Informe sobre la realidad social de las familias
formadas por lesbianas, gays y sus hijos/as”
Las adopciones en los Estados Unidos: la jurisprudencia
Jesús Generelo, Beatriz Gimeno y Belén Molinuevo

Quizás un paseo por la literatura legal de los EEUU pueda servir de ejemplo para lo que estamos tratando.
Lo que conviene dejar claro es que de lo que estamos hablando, además de otros muchos temas, es de los
derechos del menor, como ya hemos visto un poco por encima en el capítulo del matrimonio en Hawai. Y
así lo han entendido la mayor parte de los tribunales norteamericanos. Y para empezar, apuntaremos que
tanto la Asociación Americana de Psiquiatría como la Asociación Americana de Psicología y la Asociación
Nacional de Asistentes Sociales han aprobado y hecho públicas resoluciones en las que recomiendan a las
autoridades judiciales que no se ejerza discriminación contra las personas de orientación homosexual en
casos de adopción o tutelaje de menores, puesto que no hay fundamento científico que justifique este
tipo de discriminación4. De hecho, hay al menos seis organizaciones dedicadas a canalizar las solicitudes
de adopción por parte de parejas de orientación homosexual.

En contra de lo que la mayoría de la gente piensa, en la actualidad sólo hay un estado en los EEUU en el
que la legislación prohiba específicamente adoptar a los homosexuales, Florida. En los otros 49 estados
los gays y lesbianas pueden adoptar como solteros o como parejas. Es un tribunal el que tiene que decidir
si la petición se ajusta a los estándares que cada estado tiene fijados para los padres adoptivos. Peticiones
de adopción por parte de dos padres o madres se resuelven todos los días en los EEUU5. Al no haber una
legislación específica que permita a las parejas del mismo sexo adoptar niños, las leyes en los EEUU se han
ido creando por la jurisprudencia que se emana de las sentencias. Y sentencias hay, y muchas, tanto de
tribunales ordinarios como de tribunales de apelación.

Las leyes, pues, que han ido emanando de estas sentencias prohibe las adopciones para parejas del
mismo sexo en tres estados: Colorado, Connecticut y Wisconsin. Seis estados en tribunales de apelación
(Columbia, Illinois, Massachusetts, New jersey, New York y Vermont) y siete en tribunales ordinarios
(Alaska, California, Indiana, Oregon, Pennsylvania, Texas y Washington) han permitido específicamente la
adopción por las parejas del mismo sexo. Naturalmente, antes de que los tribunales decidieran en un
sentido o en otro, se celebraron vistas en las cuales todo tipo de expertos presentaron informes sobre la
idoneidad de las parejas gays o lesbianas para adoptar. Al parecer, a la vista de los informes, los jueces
han optado mayoritariamente por permitir que ésta se produzca. La mayoría de las sentencias, en
primera instancia señalaban que la ley no preveía este tipo de adopciones, por lo que destacaban la
importancia de examinar cuidadosamente las consecuencias de este tipo de adopciones.

Hay que señalar también que en tres de los seis estados en los que los jueces denegaron la adopción, no
lo hicieron porque consideraran que las parejas del mismo sexo no eran aptas para educar a sus hijos,
sino porque los jueces consideraron que no era una cuestión judicial, sino legislativa, la que tenían entre
manos. Por tanto, se declararon incompetentes para resolver la cuestión y emplazaron en sus sentencias
a los legisladores de sus estados a ocuparse de ello. De esos tres estados, en dos de ellos se están
actualmente presentando mociones legislativas al respecto. En Colorado y Wisconsin, a pesar del fallo
finalmente contrario a la adopción, hubo votos particulares fuertemente contrarios a la decisión judicial.

En todos los estados en los que se ha fallado a favor de la adopción conjunta por parte de parejas del
mismo sexo, en todas las sentencias, el fallo se ha tomado “en interés del menor”. Por su especial

4
W. Ricketts y R. Achtenberg, “Adoption and foster parenting for lesbians and gay men: creating new traditions in
family”, en F. Brozzet, M. B. Sussman et al. (ed), “Homosexuality and Family Relations”, Harrington Park Press, Nueva
York, 1990.
5
La mayor parte de la información que se refiere a las adopciones en los EEUU está sacada de Nancy G. Maxwell,
Astrid A.M Mattijssen y Carlene Smith en Legal protection for all the children: Dutch-American comparison of lesbian
and gay parent adoptions. http://law.kub.nl/ejcl/arts31-2.html
relevancia, vamos incluso a citar una de las sentencias en las que se denegó la adopción. Fue una
sentencia del juez Ruland, del estado de Colorado, en la que puede leerse: “si se asume que la adopción
es en el mejor interés del menor, entonces ¿por qué deberíamos privar al niño del compromiso legal que
adquiere un padre/madre así como de los beneficios que obtendría de un segundo padre/madre?”. Más
adelante el juez simplemente arguye que debe ser la Asamblea del Estado la que legisle en este sentido.

Así que tenemos tres estados cuyos tribunales han denegado la adopción y otros muchos que la han
admitido, como vimos. Los argumentos esgrimidos para admitirla se resumen en dos:

1- El principal, el más utilizado, es el de que la adopción por parte de un copadre/madre del


mismo sexo que el padre/madre es una situación análoga a la que los códigos legislativos describen
como adopción por parte de la pareja del padre/madre de distinto sexo. Este es también el
argumento utilizado por la National Conference of Comissioners on Uniform State Law, que han
incorporado la adopción por un copadre/madre del mismo sexo a su Uniform Adoption Act6.
2- Otra aproximación, algo menos común, es tratar la petición de coadopción por parte de
una pareja como la adopción de dos adultos solteros. En este caso, el padre/madre legal y el
aspirante a copadre/madre, entregan una petición conjunta en la cual el padre/madre legal consiente
en la adopción de su hijo o hija por parte de otro adulto soltero.

Aunque cada sentencia es diferente y el tratamiento de estas adopciones difiere de estado en estado, el
análisis que se hace en las sentencias es similar. La mayoría de los casos se refieren a parejas de lesbianas,
uno de cuyos miembros, o los dos, se ha sometido a procesos de inseminación artificial y que quieren
compartir la responsabilidad de la maternidad como co-madres. La petición de adopción en estos casos
viene a legalizar lo que es una situación de hecho, que el niño ya tiene dos madres. La adopción se
plantea así como la única manera de reconocer el vínculo creado entre una madre y su hijo. Veamos
algunos párrafos de las sentencias:

“La intención del legislador debe ser la de proteger la seguridad de la unidad familiar
definiendo los derechos legales y las responsabilidades de los niños que se encuentran en una
circunstancia que no incluye a dos padres/madres biológicos/as.”

“Negar a los niños de parejas del mismo sexo (…) la seguridad que proporciona el
reconocimiento de su relación con su segundo padre/madre no sirve al interés del estado”.

“Es sin duda en el mejor interés del menor, y del estado, facilitar adopciones en esas
circunstancias para que derechos legales y responsabilidades puedan ser determinadas
ahora, y cualquier problema que surja después pueda ser resuelto en el marco de las leyes de
familia. No estamos aquí para aprobar o desaprobar las relaciones que mantienen los
demandantes. Si las aprobamos o no, el hecho es que la demandante (la co-madre que pide
la adopción) ha actuado como madre de estos dos niños desde el momento en que nacieron.
Denegar protección legal a esta relación, desde el punto de vista legal, es inconsistente desde
el punto de vista del mejor interés de los niños y por tanto desde el punto de vista de la
política de las leyes de este estado”.

Permitiendo la adopción por parte de las parejas del mismo sexo de los padres (biológicos o adoptivos) de
los niños, los tribunales americanos aseguran protección legal a una realidad emocional como es la de que
esos niños ya tienen dos padres/madres.

6
La NCCUSL es un grupo consultivo de estudios sobre las leyes, compuesto por numerosos comités, cada uno de los
cuales está compuesto por varios miembros, entre los que se cuentan prestigiosos jueces, abogados y profesores de
leyes. El grupo estudia y proponen medidas legislativas en un área concreta, objeto del estudio, y en la cual los
miembros del comité son expertos.
El Tribunal Superior de Apelaciones de Nueva York sentenció lo siguiente: “Las ventajas que resultan de
esta adopción incluyen la seguridad social y todo tipo de beneficios sociales y de seguros en el caso de
muerte o incapacidad del padre/madre. Pero más importantes que los beneficios económicos es la
seguridad emocional de saber que incluso en caso de muerte del padre/madre biológico, el otro
padre/madre podrá asumir la custodia y que la relación del niño con sus padres, hermanos y otros
parientes continuará incluso en el caso de que sus padres se separasen”.

Vamos ahora a repasar, cómo ha sido tratada la adopción por parte de parejas de gays y lesbianas sin
vínculos previos con el menor.

En la mayoría de los casos en los que gays y lesbianas han presentado un solicitud de adopción de un niño
con el que no les une ningún lazo biológico, su solicitud ha sido aceptada. En 49 estados las personas
solteras pueden adoptar sin problemas. La política americana respecto a la adopción es que el interés del
menor es estar cuanto antes en un hogar y lo menos posible en una casa de acogida o con padres
provisionales.

En cuanto a la adopción de parejas, ya hay varias sentencias que la aprueban. Por ejemplo en California
en 1989, el Tribunal Superior del Condado de Alameda concedió a una pareja de lesbianas la adopción de
un niño con el que venían ejerciendo como madres de acogida desde su nacimiento, y lo hizo a pesar de
las recomendaciones en contra del Departamento de Servicios Sociales del estado. Desde entonces, se
han producido numerosas adopciones por parejas del mismo sexo en California y en otros estados. En
estos casos los tribunales consideran que las parejas del mismo sexo que cumplen los requisitos que se
exige a cualquier pareja casada - como una relación estable y duradera, así como demostrar aptitudes
como padres/madres- son aptas para adoptar niños.

En éste último mes de octubre, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha vuelto a reafirmar todo lo
dicho en este capítulo. Ha denegado un recurso contra una decisión del Tribunal Supremo de New Jersey
que había otorgado a la ex pareja de una madre biológica el derecho de visitar a los niños que había
criado como si fuera su madre. Los tribunales han instituido la figura de la “paternidad psicológica” con el
fin de proteger los derechos de los niños a no perder contacto con la figura que reconocen como padre o
madre.

En los Estados Unidos han sido las sentencias judiciales las que han ido haciendo las leyes, y las que han
ido permitiendo a las parejas del mismo sexo acceder a la adopción. Sin embargo, como reacción a estas
sentencias, son numerosos los legisladores que han propuesto prohibir por ley la adopción de niños por
parejas homosexuales. Como consecuencia, se da la paradoja de que los jueces que han tenido que juzgar
en favor del interés del menor no han tenido problemas para entregar niños en adopción a las parejas de
gays y lesbianas que cumplían todos los requisitos para ser padres/madres. Son los políticos, alejados de
los problemas concretos de los niños que se dan en adopción, los que quieren ahora prohibir esta
posibilidad, escuchando antes los prejuicios y los miedos generales de sus votantes que los problemas
concretos de personas con nombres y apellidos.
Barómetro Centro Investigaciones Sociológicas
Junio 2004

¿Cree Ud. que los españoles son muy, bastante, poco o nada tolerantes en relación a…?

Muy Bastante Poco Nada


N.S. N.C. (N)
tolerantes tolerantes tolerantes tolerantes
Las relaciones
sexuales antes del 19.2 59.8 16.5 1.3 2.7 0.4 (2479)
matrimonio
El aborto 5.3 40.6 41.1 7.5 5.2 0.4 (2479)
Que las parejas
16.2 63.9 16.3 1.5 1.8 0.4 (2479)
convivan sin casarse
La homosexualidad 6.3 42.9 40.9 6.6 3.1 0.4 (2479)
Personas de
5.0 53.5 33.1 2.9 4.9 0.5 (2479)
diferente ideología
Personas de otra
5.3 52.3 33.4 3.6 4.8 0.5 (2479)
religión

En general, ¿cree Ud. que en España somos más, menos o igual de tolerantes que en el resto de Europa
con respecto a....?

Más Menos Igual N.S. N.C. (N)


Las relaciones sexuales antes del
9.6 31.3 39.7 18.8 0.6 (2479)
matrimonio
El aborto 7.3 41.2 30.7 19.9 0.8 (2479)
Que las parejas convivan sin casarse 9.9 28.1 43.2 18.2 0.6 (2479)
La homosexualidad 7.0 41.5 32.2 18.5 0.8 (2479)
Personas de diferente ideología 6.9 30.2 42.1 20.0 0.8 (2479)
Personas de otra religión 7.4 30.4 41.8 19.6 0.8 (2479)
Ahora me gustaría que me dijera si le molestaría mucho, bastante, poco o nada tener como vecinos a
personas…

De etnia (raza)
Homosexuales De otra religión De diferente ideología
diferente a la suya
Mucho 1.7 2.0 0.6 0.4
Bastante 7.4 5.2 3.1 3.1
Poco 16.7 12.9 13.7 13.3
Nada 68.8 75.2 77.5 78.1
Indiferente 3.2 3.1 3.6 3.5
N.S 2.0 1.5 1.4 1.6
N.C 0.2 0.1 0.2 0.1
(N) (2479) (2479) (2479) (2479)

Independientemente de que tenga hijos o no, ¿sería para Ud. un problema grave que un hijo suyo
varón…?

Sí No N.S. N.C. (N)


Se casara con alguien de otra religión 14.3 80.3 4.8 0.6 (2479)
Se casara con alguien de otra etnia
17.5 77.1 5.0 0.3 (2479)
(raza)
Conviviera en pareja sin estar casado 10.6 86.8 2.3 0.2 (2479)
Tuviera un hijo sin estar casado(a) 14.9 81.7 3.1 0.2 (2479)
Tuviera relaciones homosexuales 30.0 62.4 7.1 0.6 (2479)

Y, ¿sería para Ud. un problema grave que una hija suya…?

Sí No N.S N.C (N)


Se casara con alguien de otra religión 15.8 78.3 4.7 1.2 (2479)
Se casara con alguien de otra etnia
19.1 74.7 5.2 1.0 (2479)
(raza)
Conviviera en pareja sin estar casado 11.5 85.4 2.3 0.8 (2479)
Tuviera un hijo sin estar casado(a) 17.3 78.8 3.0 0.9 (2479)
Tuviera relaciones homosexuales 30.3 61.5 7.1 1.1 (2479)
Respecto a cada uno de los hechos que han tenido lugar en la sociedad española durante los últimos añ
os, me gustaría que me dijese si lo considera muy positivo, positivo, negativo o muy negativo.

El aumento El aumento del


El aumento
de las número de hijos El aumento
del número El aumento del
parejas que de mujeres del número
de parejas número de personas
viven juntos solteras o de de
que deciden que viven solas
sin estar parejas no divorcios
no tener hijos
casados casadas
Muy positivo 6.2 0.9 1.3 1.1 1.1
Positivo 40.8 13.0 25.6 16.6 14.0
Ni positivo ni
negativo (NO 31.2 22.2 36.1 24.0 25.6
LEER)
Negativo 15.5 50.9 28.0 44.1 43.6
Muy negativo 2.2 7.8 3.8 10.3 10.7
N.S. 3.8 4.4 4.4 3.3 4.1
N.C. 0.4 0.7 0.9 0.6 0.9
(N) (2479) (2479) (2479) (2479) (2479)

Como Ud. seguramente sabe, últimamente se habla sobre la aprobación de una Ley de Parejas de Hech
o, es decir, que regule la convivencia de las parejas no casadas. ¿Está Ud. muy a favor, bastante a favor,
bastante en contra o muy en contra de que se apruebe esa Ley?

% (N)
Muy a favor 30.7 (761)
Bastante a favor 38.7 (959)
Ni a favor ni en contra (NO LEER) 14.1 (349)
Bastante en contra 7.8 (194)
Muy en contra 3.8 (93)
N.S. 4.5 (111)
N.C. 0.5 (12)
TOTAL 100.0 (2479)
¿Cree Ud. que la Ley de Parejas de Hecho debe de reconocer los mismos derechos y obligaciones que tie
nen los matrimonios?

% (N)
Sí 74.8 (1855)
No (Pasar a P11a) 17.6 (437)
N.S. 6.7 (166)
N.C. 0.8 (21)
TOTAL 100.0 (2479)

SÓLO A QUIENES OPINAN QUE LA LEY DE PAREJAS DE HECHO NO DEBE RECONOCER LOS MISMOS
DERECHOSY OBLIGACIONES QUE TIENEN LOS MATRIMONIOS (2 en P11). Y de los siguientes derechos, ¿
cuáles cree Ud. que deberían serles reconocidos a las parejas de hecho y cuáles no?

Derecho a la pensión Derecho a


Derecho a la adopción
de viudedad heredar
Debería reconocérsele 37.8 42.8 16.0
No debería reconocérsele 50.3 44.9 70.9
N.S. 9.2 9.4 9.8
N.C. 2.7 3.0 3.2
(N) (437) (437) (437)

¿Sabía Ud. que hay algunas Comunidades Autónomas que ya tienen aprobadas Leyes de Parejas de Hec
ho?

% (N)
Sí (Pasar a P12a) 50.3 (1246)
No 38.2 (948)
N.S. 11.3 (281)
N.C. 0.2 (4)
TOTAL 100.0 (2479)
PREGUNTA 12ª/PROCEDE DE P12. SÓLO A QUIENES SABEN QUE ALGUNA COMUNIDAD AUTÓNOMA TIE
NE APROBADA LA LEY DE PAREJAS DE HECHO (1 en P12). ¿Y en su Comunidad Autónoma hay alguna Le
y de ese tipo?

% (N)
Sí 22.2 (277)
No 54.1 (674)
N.S. 23.5 (293)
N.C. 0.2 (2)
TOTAL 100.0 (1246)

En su opinión, ¿a las parejas homosexuales estables (con preferencia sexual entre personas del mismo s
exo), se les deben reconocer o no los mismos derechos y obligaciones que a las parejas heterosexuales (
con preferencia sexual entre personas de distinto sexo)?

% (N)
Sí 67.7 (1679)
No 23.7 (588)
N.S. 7.9 (195)
N.C. 0.7 (17)
TOTAL 100.0 (2479)

Siguiendo con este tema, ¿cree Ud. que las parejas homosexuales deberían tener derecho a contraer m
atrimonio?

% (N)
Sí 66.2 (1641)
No 26.5 (656)
N.S. 6.7 (167)
N.C. 0.6 (15)
TOTAL 100.0 (2479)
En relación con la adopción de hijos por parejas homosexuales se vienen diciendo muchas cosas. Voy a l
eerle a continuación algunas de ellas, y me gustaría que me dijera su grado de acuerdo con cada una: m
uy de acuerdo, bastante de acuerdo, poco o nada de acuerdo.

Las parejas
homosexuales Lo más importante
La pareja La pareja
deben tener los es garantizar el
heterosexual homosexual
mismos derechos bienestar del niño,
garantiza mejor el garantiza mejor
que las con independencia
bienestar de los el bienestar de
heterosexuales a de la orientación
niños los niños
la hora de sexual de la pareja
adoptar niños
Muy de
21.9 41.5 19.4 1.5
acuerdo
Bastante de
26.3 33.0 28.2 8.2
acuerdo
Poco de
16.7 11.4 25.1 37.6
acuerdo
Nada de
27.4 7.2 15.7 39.2
acuerdo

N.S 7.1 5.6 11.0 12.6

N.C 0.5 1.3 0.7 1.0

(N) (2479) (2479) (2479) (2479)

Seguidamente le voy a leer una serie de frases relacionadas con la homosexualidad. Me gustaría que m
e dijera si está Ud. de acuerdo o en desacuerdo con cada una de ellas.

De En
N.S N.C (N)
acuerdo desacuerdo
La homosexualidad es algo antinatural 22.2 67.8 9.0 1.0 (2479)
La homosexualidad es, simplemente, una
sexualidad distinta a la de la mayoría de la 76.6 13.8 8.4 1.1 (2479)
gente
La homosexualidad es una conducta que
4.2 88.0 6.7 1.1 (2479)
debería ser sancionada
La homosexualidad es una opción personal
79.0 11.4 8.3 1.3 (2479)
tan respetable como la heterosexualidad

En el fondo, la homosexualidad es una


13.3 75.2 10.5 1.0 (2479)
enfermedad y como tal debe tratarse

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