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Introducción
esquina es mi corazón, de Pedro Lemebel) se produce una estrecha relación entre la voz
producción tanto por su contenido como por su lenguaje– forman parte, en nuestra
la deriva de la temática política y social más inclusiva –sobre todo los tres últimos
la narración de Guzmán –quizás la obra con más marcas ideológicas de las estudiadas–
que parecieran conformar dos realidades distintas: una producida por la lógica del
década del ’20, que violentó por un buen tiempo a los críticos, ya que delineaba todo lo
política y el despertar social de un niño pobre conforman la trama de una obra que se
incrusta en el imaginario de una ciudad embobada con los ideales del progreso
que otras obras de la Generación del 38, a la que pertenece Guzmán, en el discurso
además del espacio descrito, en los márgenes físicos de la ciudad, aquel lugar donde no
de los personajes, quienes actúan dejándose llevar por su irracionalidad y sus pasiones,
lo cual parece denigrar aún más las condiciones del espacio urbano que habitan.
las emblemáticas luchas reivindicatorias de los obreros ferroviarios, las cuales van
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En su obra La ciudad letrada, Ángel Rama propone la existencia de una “ciudad letrada”, configurada
por un discurso que la legitima y que se construye a través de una imposición ideológica de las esferas de
poder, y una “ciudad real”, que es aquella que resulta de la interacción discursiva y social, tanto entre los
estamentos urbanos excluidos como entre estos y las elites. Dicha dicotomía resulta pertinente para el
propósito de este trabajo, pues se puede producir el diálogo entre ésta y las categorías foucaultianas de
“discurso oficial” y “discurso marginal”.
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José Luis Romero, en Latinoamérica. La ciudad y las ideas, plantea que, desde un comienzo, la
disposición de la ciudad, en “plano damero”, convertía a los arrabales o márgenes urbanos en sectores
alejados del panóptico central, por lo tanto, en lugares que se sometían a lógicas de comportamiento
“incivilizadas”. Téngase en cuenta que, justamente, en aquellos lugares vivían mestizos, indígenas y
europeos de poca trascendencia social.
Enrique Quilodrán, deba “despolitizarse” y entrar en un sistema que únicamente le
centro, lejos del discurso oficial, determina el devenir social del sujeto. La “ciudad
que ha visto que el ideal político solamente funciona en la “ciudad letrada” y que es
registro lingüístico jergal y un tono de denuncia testimonial. La relación del sujeto con
el espacio urbano es más compleja que en la novela de Guzmán, ya que hay una
particular: burdeles, orfanatos, entre otros, y, por supuesto, el río Mapocho, el límite de
específicos, que se re-semantiza su valor social, es decir, un “no lugar”, descartado por
sentido para quienes los dotan de un sentido y marcan, con esto, pertenencia.
también hace que el discurso oficial se vea violentado por la intervención de este
lenguaje intersticial: “Algún cauro que se las chorió a una vieja y lo encanaron.
Prefirió tiralas p’al río antes que peldelas. Ese cauro va a ser con el tiempo un güen
viaje del protagonista, desde el centro al margen, tanto por lo lugares en los que este se
mantuvo por un tiempo (orfanatos, casas de familiares, etc.) como por aquellos sitios a
tuvo en su época: al igual que la obra de Guzmán, fue rechazada por los críticos
canónicos del momento, quienes no veían en este libro un proyecto ideológico como
trasfondo o no lo valoraran estéticamente, por lo que Gómez Morel fue distanciado del
resto de la prolífica producción literaria. Sin duda alguna, esta novela podría ser
transitoriedad de las relaciones (tanto entre individuos como entre sujeto y espacio),
solamente por nombrar algunas. Una vez más, la “ciudad letrada” se ve invadida y
con los parámetros establecidos por el canon del momento. Si bien no cae en honduras
van entre bares, salones de baile y prostíbulos seduciendo mujeres y bailando al ritmo
de un jazz que empalma con el título, pues se produce una superposición de la realidad
del Chicago de los años ’30 sobre la de desmejorados barrios santiaguinos lejanos al
entre los sujetos y los espacios urbanos, pero en un momento en el que el discurso
oficial descansa: la noche. Al igual que en El río, cobran vital importancia el lenguaje
(también se recupera la jerga) y la descripción de los márgenes, pues, en este caso, estos
son tanto espaciales como simbólicos. Así es como se narran lo ocurrido en Avenida
Matta, antiguo límite del centro de Santiago, y la convivencia del protagonista con una
prostituta y su afán amoroso con una joven menor, lo que también muestra cómo los
provincia, quienes llegaron a la capital por diversas razones, sobre todo económicas, a
instalarse en zonas cercanas al fin del radio de influencia urbana. Esta migración duraría
varias décadas y conformaría, con el tiempo, un importante cinturón periférico que haría
más latente la dicotomía discursiva foucaultiana, pues esta debía adecuarse a una
algunos lugares en los que se desarrollan los acontecimientos son céntricos, pero no hay
poder sobre de ellos durante la noche, por lo que podemos afirmar que en los dominios
del panóptico del discurso oficial se ampara un discurso otro, el marginal, que subvierte
espacios urbanos desde la perspectiva del individuo que interactúa en ellos como una
entidad marginal que los aborda desde los mecanismos discursivos de la “ciudad real”.
Se trata de espacios públicos creados a partir del paradigma progresista moderno, del
individuos que ven en ellos los límites del panóptico urbano, los márgenes a sus propias
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La ciudad fragmentada, de Jaime Lizama, resulta una obra importantísima al momento de entender
cuáles son los fenómenos que han afectado a Santiago, sobre todo en el siglo XX. La migración
provincia-ciudad transformó a Santiago en una metrópoli de cierta importancia, pues el cinturón urbano
creció, lo que produjo que los planos regulatorios y urbanísticos se debieran modificar y/o actualizar, con
lo que los conceptos de centro y periferia fueran modificándose.
marginal, casi como si la voz narradora se tratase de una conciencia paralela que devela
Además, el sujeto, quizás por tratarse de una crónica, no aparece más que como
una voz que narra los acontecimientos que tienen como contexto espacios particulares.
se tratase de una novela o un cuento, sino que sirve para dar cuenta, metafóricamente,
la clase media por emular, en espacios reducidos, los gustos y lujos de sectores
acomodados, sólo por nombrar un par de ejemplos. Asimismo, la presencia del margen
como punto de producción hace que se radicalice el discurso, pues se trata de la visión
si esta esquina fuera el lugar desde el cual el ojo crítico se dispone a abordar la ciudad y
Conclusiones
develamiento de una constante propia del siglo XX: la exhibición de un discurso que
marginales significó que el discurso literario tradicional, producto del discurso oficial,
fuera permeabilizándose y aceptando elementos que le eran extraños. Con esto, poco lo
“otro”, fue adquiriendo mayor validez y reconocimientos, ya que se erige como una
Además, pareciera que los márgenes cada vez se van encontrando más lejos del
centro, pues ya no se trata de conventillos o barrios ribereños, sino que son poblaciones,
germen del discurso marginal y las claves para la conformación de la “ciudad real”. Es
fragmentado con el triunfo del desconcierto neoliberal, pues lo colectivo da paso a una
identificación con el espacio y las ansias por poseerlo lentamente van desapareciendo.
Bibliografía:
Bibliografía primaria
1. Gómez Morel, Alfredo. El río. Santiago de Chile: Orbe, 1969.
2. Guzmán, Nicomedes. La sangre y la esperanza. Santiago de Chile: Lom, 1969.
3. Lemebel, Pedro. La esquina es mi corazón. Santiago de Chile: Cuarto Propio, 1997.
4. Méndez Carrasco, Armando. Chicago chico. Santiago de Chile: Beauvedráis
Editores, 2007.
Bibliografía secundaria
1. Augé, Marc. Los no lugares. Barcelona: Gedisa, 2004.
2. _______________. La posmodernidad y sus descontentos. Madrid: Akal, 2001.
3. De la Fuente, José. Narrativa de vanguardia, identidad y conflicto social. Santiago de
Chile: Ediciones de la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, 2007.
4. De Ramón, Armando. Santiago de Chile (1541 – 1991). Santiago de Chile:
Sudamericana, 2000.
5. Espinoza, Vicente. Para una historia de los pobres de la ciudad. Santiago de Chile:
Ediciones Sur, 1988.
6. Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets, 2008.
7. Lizama, Jaime. La ciudad fragmentada. Santiago de Chile: Ediciones Universidad
Diego Portales, 2007.
8. Rama, Ángel. La ciudad letrada. Santiago de Chile: Tajamar Editores, 2004.
9. Romero, José Luis. Latinoamérica. Las ciudades y las ideas. Buenos Aires: Siglo
XXI Editores, 2007.